N.º 20 • V D omingo
de
P ascua , C iclo A
• 18 de Mayo de 2014 •
La IGLESIA se diversifica para servir
E
l principal efecto que ofrece el tiempo Pascual, desde aquellos días de la Resurrección, después de la alegría por la “nueva presencia” de Jesús, es –sin duda– el entusiasmo por servir, por compartir todo aquello de lo que han sido testigos. Dicha alegría y entusiasmo ya no se va quedando en los Doce y algunos otros. Reuniones, predicaciones, servicios de la caridad, han saturado su tiempo y los absorben; no queda espacio para atender a tanta gente y se descuida el ministerio de la Palabra. Así eligieron a los Diáconos. La tarea se debe realizar: salir a evangelizar a todo el que lo requiera, incluso a los extraños. Desde aquel día Pascual, la tarea es: «Vayan y evangelicen». Las comunidades deben ser incluyentes y participativas. Como el primer día. Es de notar que ellos no imponen, también la comunidad propone; luego invocarán la luz del Espíritu Santo para pedir iluminación y no equivocarse. «Ustedes son la raza elegida» En la lectura de la carta de San Pedro, hay una convicción importante a destacar. El Apóstol lo proclama: Dios elige a través de las mediaciones humanas. Jesús es la Piedra viva para construir la comunidad de los creyentes, y sobre esta única piedra necesaria, se van integrando todos los creyentes que acepten la propuestas de Jesús; a partir este momento, somos la
edificación de Dios. Todo el tiempo Pascual insiste: la fuerza de la Iglesia en su base es Jesús, pero cada creyente completamos la edificación de la comunidad, con nuestras habilidades, generosidad y tiempo. «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida» En todas las épocas, desde un principio, se han creado ambientes hostiles, rancios en contra de la comunidad de los creyentes. Es más: no han faltado los iluminados que se sienten autorizados para, en nombre propio, sentir que pueden hacer cambios a su antojo, o con sus críticas mordaces señalar los equívocos de muchos creyentes e ignorar desfachatadamente. La fuerza de los Evangelios construye la comunidad, no la “iluminación” de alguno que interprete a nuestra manera y haga un catolicismo a su modo. La Palabra de este Domingo V de Pascua habla con claridad: Jesucristo lo es todo, Él es la única referencia para nuestra fidelidad. Los discípulos en comunión y oración deben proseguir la tarea, para que, como escuchamos que se realizó la elección de los primeros siete diáconos, pueda la comunidad seguir siendo fiel a su Señor. No se trata de “algún aventado” que se le ocurra algo, es tarea de toda la comunidad. Jesús es el proyecto, el líder, la persona fundamento de toda la construcción de la Iglesia.
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