Parroquial Hoja
N.º 26 • Domingo XIII Tiempo Ordinario / Ciclo C
• 30 de Junio de 2013 • Fundada el 4 de junio de 1930. Registro postal: IM14-0019, impresos depositados por sus editores o agentes. INDA-04-2007-103013575500-106
Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
¡Llamados para ser libres!
H
ay en la Biblia historias hermosas, llenas de significados, en las cuales podemos atisbar, ver como en medio de brumas, lo que a otros ha sucedido, y de esta manera ir descubriendo lo que Dios va queriendo en el presente de cada uno de nosotros. Una de estas historias no deja de repetirse de muchas formas: fundamentalmente nos revelan estos relatos en que Dios siempre pide ayuda, colaboración de nuestra parte para hacer que el mundo funcione, nos invita a lograr cosas importantes. Dios siempre busca, llama, pide colaboración; pero la primera exigencia en su encomienda es que nos sintamos libres. Y al responder a su invitación, aprendemos a vivir una libertad más amplia, nos capacita para vivir nuestra liberación a prueba de toda esclavitud. Elías y Eliseo Elías ya era un profeta de Dios, predicaba e iba descubriendo a los demás cuál era y de qué medida el proyecto de Dios para ellos. Un buen día va con Eliseo, «le arroja su manto sobre sus espaldas»: es este un símbolo muy antiguo de que alguien nos quiere muy cerca de él. Eliseo sabe quién es Elías, sabe que con aquel gesto, Dios lo llama
para darle una tarea. Pero primero quiere comunicárselo a su gente, va, hace fiesta y regresa decidido a continuar la obra del profeta Elías. En su propia persona, está decidido a colaborar con Dios. Así es desde siempre, cuando Dios quiere llamar a alguien para estar con Él, para ser su enviado, sugiere y llama a distintas tareas y de distintos modos y tiempos; y en cada época llama a distintas personas. Con Dios pero sin otros amarres En el Nuevo Testamento nos cuenta el Evangelio de Lucas, cómo el Señor no deja de estar invitando de distintos modos. Y conforme vamos respondiendo, Dios mismo va subiendo las exigencias, no sin antes ofrecernos los recursos para responder. Pero, eso sí, nos quiere libres y sin ataduras que contradigan la tarea y el modo de vivir que Él nos solicita. Cuenta que en su camino por las aldeas, los samaritanos no lo quisieron recibir. Sigue adelante y alguien le dice: «Te seguiré a donde quiera que vayas». Y como respuesta le muestra exigencias difíciles... ni madrigueras, ni nidos
ni dónde reclinar la cabeza; por lo que cuenta este Evangelio, parece que el entusiasta seguidor cambió de idea. Otro más pide cierta condescendencia para la familia, enterrar a sus padres, otro aunque sea despedirse, pero Jesús se muestra exigente: «Tomar el arado y no volver la vista atrás». San Pablo nos ha recordado en la Segunda Lectura que nuestra vocación es “para la libertad”, nunca hay que hacer algo por Dios poniendo nuestro egoísmo por delante, ni pretextos que con el tiempo delaten la miseria de nuestras intenciones egoístas.
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