N.º 28 • XV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO CICLO A
• 13 de Julio de 2014 •
Somos buena tierra para Dios
E
n este mes de julio, en nuestra región, prácticamente las siembras han concluido. Muchos brotes verdes hacen brillar los campos como bendiciones venidas del cielo: en algunas partes la lluvia ha sido escasa, pero en otras buenas. Los frutos dependen en mucho de la tierra. La semilla que Dios siembra siempre es buena; nosotros como tierra a veces no somos tan fecundos o endurecemos el corazón. La tarea es ser buena tierra para Dios. El temporal de lluvias siempre trae esperanzas a la gente del campo, en particular, y a todos, puesto que anuncia un mejor clima y, así, las fuentes de agua se nutren para el servicio de todos. Isaías, el profeta, recuerda que la Palabra de Dios es la lluvia que da fecundidad, incluso a los terrenos más áridos y duros. Una hermosa comparación del agua, de cómo caen las gotas de las nubes, para cultivar el terreno,
dice que retornan al cielo para seguir beneficiando a todos. De igual forma, la Palabra de Dios, que sale de su Boca, hace fértil el corazón y cumple la tarea de motivarnos para ser mejores. Dios espera mucho de nosotros Nos cuenta la Carta a los romanos de Pablo que la Creación toda, el mundo y la gente, sobre todo, son un terreno fértil que Dios ofrece para que todos podamos, con nuestro trabajo, con los dones que Dios no ha ofrecido, hacer de este mundo un lugar de convivencia y un hogar común donde todos colaboremos cuidando el mundo para que los recursos nos sirvan a todos. Pero Dios, todavía, espera que sus hijos se apliquen como debe ser. «Salió el sembrador a sembrar su semilla» De repente, como que la repetición de palabras nos parece demasiado.
Sembrador, sembrar, semilla. Dios nos quiere hablar de lo que Él hace por pura bondad y que sólo espera nuestra respuesta oportuna e interesada. Es el evangelio de Mateo que nos recuerda estas imágenes tan comprensibles antes y ahora, la Parábola del sembrador. Recuerda cosas esenciales y decisivas: de la semilla y la disposición del terreno. El sembrador lanza una semilla de excelente calidad y lo hace con la generosidad y preocupada esperanza de quien ama su campo de cultivo y desea buenos frutos. Entendamos... la disposición del terreno se refiere a la actitud de las personas. Algunos se dejan cultivar y ofrecen una tierra apta donde la semilla echa raíces y da frutos. En otros, en cambio, la semilla se pierde por la dureza, el abandono, descuido o ignorancia. Dios a nadie niega su semilla; y siempre estará esperando que cambiemos de actitud: ser tierra buena.
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