N.º 34 • Domingo XXI Tiempo Ordinario / Ciclo C
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• 25 de Agosto de 2013 •
«Vendrán de todas partes...»
esde siglos, el Evangelio y los evangelizadores son trotamundos, trota-conciencias, y quieren llegar a todas las naciones, más allá de todo convencionalismo o comodidad. En tiempos de Jesucristo, Él andaba de pueblo en pueblo, de aldea en aldea, llegando a las familias y a las grandes concentraciones de gente que lo quería escuchar. Hoy, el mundo y las circunstancias siguen quedando grandes para alcanzar a evangelizar a todos. Pero la tarea no se acorta ni termina. La invitación es para todos. El anuncio del Evangelio debe llegar a todos sin restricción ni discriminación alguna. Deberá usarse toda clase de medios, escritos electrónicos y toda red que se pueda convertir en portavoz o en escucha del mensaje de Jesús. Reunirá en su Reino a todos En el último capítulo de Isaías, está una invitación como la última que hace el Evangelio, que a su vez se convierte en primera necesidad: «Vayan por todo el mundo». Le llaman los entendidos el discurso “escatológico”, es decir: el deseo último en el corazón de Jesús. Es lo que se quiere que pase: que nadie se quede fuera del Reino de Dios. En palabras sencillas, quiere decirnos que todos estamos invitados a su mesa y que también todos estamos invitados a llevar, a convencer a otros para estar con Jesús.
ten en caminos no fáciles. Renunciar al mal, a la comodidad. Unos preguntan si son pocos los que se salvan, pero esa no es la verdadera preocupación, “en saber quién”, sino “en saber cómo”, para poder pertenecer al Reino de Jesús. Se trata de luchar. También es necesario saber que hay tiempos y no hay que dejar pasar la oportunidad. NO se trata de haber hecho algunas cosas de las que hacen los cristianos, haber recibido algún sacramento, haber rezado alguna vez, sino estar en una continua conversión para poder pasar por esa puerta estrecha. Los últimos serán los primeros y hay primeros que serán últimos. Quiere decir que sólo Dios conoce el corazón de cada cual y que los que nosotros nos imaginamos, no son exactamente los que Dios recibirá.
la invitación para ocupar un lugar en el banquete del Reino; todos, sin ninguna restricción, estamos llamados soberanamente, invitados a ocupar un lugar cercano al corazón de Dios. La enseñanza sobre el camino estrecho encuentra un desarrollo muy adecuado en la Segunda Lectura de hoy: «El Señor corrige al que ama...». El camino estrecho no es estrecho por algún motivo discriminatorio o porque alguien se divierta haciéndonos difíciles las cosas fáciles; aquí está presente el misterio del mal del pecado, porque nos rebelamos ante Dios. Jesús nos predica la Cruz para remediar los males, para poder volver a entrar a su Reino, y lo tenemos que hacer por la puerta estrecha.
Preocupaciones actuales Al presente se trata de responder a
Pero la puerta es estrecha Si todos invitados a estar ahí, también todos invitados a esforzarnos porque las cosas no son fáciles. El Evangelio tiene muchas renuncias que se convier-
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