N.º 39 • Domingo XXVI Tiempo Ordinario / Ciclo C • 29 de Septiembre de 2013 •
«No pueden servir a Dios y al Dinero»
L
a parábola de este domingo muestra lo que es el mal uso del dinero y a qué conduce fatalmente. Incluso quiere enseñar lo que es y a lo que conduce el dinero si no se ha usado de la única manera juiciosa que cabe: compartiéndolo. La parábola quiere comunicarnos que la suerte del hombre en el más allá no es más que, la prolongación de lo que es o no es en la tierra. El rico es un ser aislado La riqueza lo encierra en el egoísmo, lo separa de los demás. Acostumbrado a mirar exclusivamente su plato, no ve al pobre que está a la puerta... Los perros ven mejor que él. Aquí está el peligro de la riqueza: que captura al hombre tan fiera y absolutamente que lo inutiliza para todo lo que no sea ella misma. Por eso el dinero es temible. No por lo que conseguimos con él, sino porque llega a poseer al hombre de tal manera, que es lo único que marca la pauta de su vida. La parábola termina, en fin, con una pesimista descripción del corazón del rico, en quien el dinero se convierte en causa de una insuperable incredulidad. Ni la Ley de Moisés, ni la palabra de los Profetas, ni la predicación de la Iglesia hablando en nombre de Jesús resucitado, consiguen ablandar el corazón de quienes están encerrados en los bienes que poseen. «Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto». De esta manera tan rotunda, Jesús viene a decirnos que el ansia de milagros llamativos es una debilidad en la fe. Quien no cree en la Palabra de Dios, tampoco cambiará de actitud
por un signo prodigioso. Es un claro consejo de que se busque la salvación por caminos normales, a través de la obediencia a la Palabra de Dios. Jesús contó la parábola no para informar sobre la vida en el otro mundo, sino para avisar a los que viven de un modo parecido al rico del peligro que les amenaza. En este sentido, no es Lázaro la figura principal de la parábola, sino los cinco hermanos del rico, es decir, todos los hombres de este mundo, que podemos correr la misma suerte de nuestro hermano difunto. Nosotros somos los hermanos del rico epulón. Nosotros, cada domingo, escuchamos a Moisés y a los profetas y tenemos entre nosotros la presencia del Resucitado entre los muertos. ¿Nos dejamos convencer? Pidamos a Dios que la preocupación por los bienes de este mundo no nos vuelva ciegos para ver al hermano necesitado que está junto a nosotros; que no nos vuelva sordos al llamamiento de Cristo para compartir nuestros bienes con los demás.
1
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que con tu perdón y tu misericordia nos das la prueba más delicada de tu omnipotencia, apiádate de nosotros, pecadores, para que no desfallezcamos en la lucha por obtener el Cielo que nos has prometido. Por nuestro Señor Jesucristo.
SALMO RESPONSORIAL
Lectura del libro del profeta Amós 6, 1. 4-7
Esto dice el Señor todopoderoso: “¡Ay de ustedes, los que se sienten seguros en Sión y los que ponen su confianza en el monte sagrado de Samaria! Se reclinan sobre divanes adornados con marfil, se recuestan sobre almohadones para comer los corderos del rebaño y las terneras en engorda. Canturrean al son del arpa, creyendo cantar como David. Se atiborran de vino, se ponen los perfumes más costosos, pero no se preocupan por las desgracias de sus hermanos. Por eso irán al destierro a la cabeza de los cautivos y se acabará la orgía de los disolutos”. Palabra de Dios.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo 6, 11-16
Salmo 145, 7. 8-9a. 9bc-10 R. Alabemos al Señor, que viene a salvarnos.
El Señor siempre es fiel a su palabra, y es quien hace justicia al oprimido; Él proporciona pan a los hambrientos y libera al cautivo. R. Alabemos al Señor, que viene a salvarnos. Abre el Señor los ojos de los ciegos y alivia al agobiado. Ama el Señor al hombre justo y toma al forastero a su cuidado. R. Alabemos al Señor, que viene a salvarnos. A la viuda y al huérfano sustenta, y trastorna los planes del inicuo. Reina el Señor eternamente, reina tu Dios, oh Sión, reina por siglos. R. Alabemos al Señor, que viene a salvarnos.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO 2 Cor 8, 9
R. Aleluya, aleluya.
Jesucristo, siendo rico, se hizo pobre, para enriquecernos con su pobreza.
R. Aleluya, aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que esta Eucaristía renueve, Señor, nuestro cuerpo y nuestro espíritu a fin de que podamos participar de la herencia gloriosa de tu Hijo, cuya muerte hemos anunciado y compartido. Por Jesucristo, nuestro Señor.
2
Hermano: Tú, como hombre de Dios, lleva una vida de rectitud, piedad, fe, amor, paciencia y mansedumbre. Lucha en el noble combate de la fe, conquista la vida eterna a la que has sido llamado y de la que hiciste tan admirable profesión ante numerosos testigos. Ahora, en presencia de Dios, que da vida a todas las cosas, y de Cristo Jesús, que dio tan admirable testimonio ante Poncio Pilato, te ordeno que cumplas fiel e irreprochablemente todo lo mandado, hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo, la cual dará a conocer a su debido tiempo Dios, el bienaventurado y único soberano, Rey de los reyes y Señor de los señores, el único que posee la inmortalidad, el que habita en una luz inaccesible y a quien ningún hombre ha visto ni puede ver. A Él todo honor y poder para siempre. Palabra de Dios.
EVANGELIO Lectura del santo Evangelio según San Lucas 16, 19-31
E
n aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: “Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y telas finas, y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo, llamado Lázaro, yacía a la entrada de su casa, cubierto de llagas y ansiando llenarse con las sobras que caían de la mesa del rico. Y hasta los perros se acercaban a lamerle las llagas. Sucedió, pues, que murió el mendigo y los ángeles lo llevaron al seno de Abraham. Murió también el rico y lo enterraron. Estaba éste en el lugar de castigo, en medio de tormentos, cuando levantó los ojos y vio a lo lejos a Abraham y a Lázaro junto a él. Entonces gritó: ‘Padre Abraham, ten piedad de mí. Manda a Lázaro que moje en agua la punta de su dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas’. Pero Abraham le contestó: ‘Hijo, recuerda que en tu vida recibiste bienes y Lázaro, en cambio, males. Por eso él goza ahora de consuelo, mientras que tú sufres tormentos. Además, entre ustedes y nosotros se abre un abismo inmenso, que nadie puede cruzar, ni hacia allá ni hacia acá’. El rico insistió: ‘Te ruego, entonces, padre Abraham, que mandes a Lázaro a mi casa, pues me quedan allá cinco hermanos, para que les advierta y no acaben también ellos en este lugar de tormentos’. Abraham le dijo: ‘Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen’. Pero el rico replicó: ‘No, padre Abraham. Si un muerto va a decírselo, entonces sí se arrepentirán’. Abraham repuso: ‘Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso, ni aunque resucite un muerto’ ”. Palabra del Señor.
Año de la Fe Conociendo la Encíclica Lumen Fidei
En este Año de la Fe, aprendamos de memoria el Credo y recitémoslo como oración todos los días
Credo
Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador del Cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un solo Señor Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por Quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación, bajó del Cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras; y subió al Cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su Reino no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo; que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo Bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.
Gloria a Dios en el Cielo, y en la Tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos; te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial,
CAPÍTULO PRIMERO: "La fe es creer que Cristo es la manifestación máxima del amor de Dios"
«A
brahán... saltaba de gozo pensando ver mi día; lo vio, y se llenó de alegría» (Jn 8, 56). Según estas palabras de Jesús, la fe de Abrahán estaba orientada ya a Él. La fe cristiana es confesar que Jesús es el Señor, y Dios lo ha resucitado de entre los muertos (Cf. Rm 10, 9). La vida de Jesús es la manifestación suprema y definitiva de Dios, de su amor por nosotros. “La fe cristiana es fe en el Amor pleno, en su poder eficaz, en su capacidad de transformar el mundo e iluminar el tiempo... La fe reconoce el amor de Dios manifestado en Jesús como el fundamento sobre el que se asienta la realidad y su destino último” (n. 15). La mayor prueba de la fiabilidad del amor de Cristo se encuentra en su muerte
Gloria
Dios Padre todopoderoso. Señor Hijo único, Jesucristo, Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre. Tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; Tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica;
por nosotros (Cf. Jn 15, 13). “En este amor, que no se ha sustraído a la muerte para manifestar cuánto me ama, es posible creer… nos permite confiarnos plenamente en Cristo” (n. 16). Porque Jesús es el Hijo, porque está radicado de modo absoluto en el Padre, ha podido vencer a la muerte y hacer resplandecer plenamente la vida. La fe es creer que Cristo es la manifestación máxima del amor de Dios, y unirnos a Él para poder creer. La fe mira a Jesús y mira desde el punto de vista de Jesús, el Hijo que nos explica a Dios (Cf. Jn 1, 18). “«Creemos a» Jesús cuando aceptamos su Palabra, su testimonio, porque Él es veraz (Cf. Jn 6, 30). «Creemos en» Jesús cuando lo acogemos personalmente en nuestra vida y nos confiamos a Él, uniéndonos a Él mediante el amor y siguiéndolo a lo largo del camino” (n. 17).
Tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo Tú eres santo, sólo Tú, Señor, sólo Tú, Altísimo Jesucristo, con el Espíritu Santo, en la gloria de Dios Padre. Amén.
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Octubre: Mes del Rosario
E
l 7 de Octubre celebraremos la Fiesta de Nuestra Señora del Rosario; por esta razón, para honrar a María, la Iglesia promueve, durante todo octubre, el rezo del Santo Rosario, y la Iglesia ha querido premiar con una gracia especial esta devoción: “Se confiere una indulgencia plenaria si el Rosario se reza en una iglesia o un oratorio público o en familia, en una comunidad religiosa o asociación pía; se otorga una indulgencia parcial en otras circunstancias” (Enchiridion de Indulgencias, p. 67) Condiciones: 1. Que se recen las cinco decenas del Rosario sin interrupción. 2. Las oraciones sean recitadas y los misterios meditados. 3. Si el Rosario es público, los Misterios deben ser anunciados. Además, debe cumplirse: 1. Confesión Sacramental. 2. Comunión Eucarística. 3. Oraciones por las intenciones del Papa. Si no se cumplen las condiciones para la Indulgencia Plenaria, puede aún ganarse Indulgencia Parcial. La Indulgencia puede ser aplicada a los difuntos. La Indulgencia plenaria sólo puede ganarse una vez al día (excepto en peligro de muerte).
Virgen de Zapopan: Visitas FECHA
HR.
PARROQUIA
DECANATO
Lun. 30 17:00 SAN IGNACIO DE LOYOLA
JESÚS
Mar. 1 17:00 STOS. DOMINGO SABIO Y MA. GORETTI JESÚS Mié. 2
17:00 SEÑOR DE LA ASCENSIÓN
Jue. 3
17:00 LA GUADALUPANA
Vie. 4
10:00 NIÑO JESÚS
17:00 NUESTRA SEÑORA DEL SAGRARIO
JESÚS
JESÚS
JESÚS SANTUARIO
Sáb. 5 17:00 NTRA. SRA. DEL ROSARIO, EL RETIRO SANTUARIO Dom. 6 17:00 SANTA INÉS
SANTUARIO
Jubileo Circular 30, 1o y 2 oct.: Lunes, Martes y Miércoles San José, Bolaños San Bernardo San Diego de Alcalá Ntra. Sra. de las Victorias San Juan Apóstol y Evangelista Ntra. Sra. de Guadalupe, La Estanzuela Ntra. Sra. de Lourdes, Ameca La Santa Cruz, Col. Pacífico 3, 4 y 5: Jueves, Viernes y Sábado San Cristóbal Magallanes Señor del Perdón, La Duraznera Ntra. Sra. de la Soledad, Vallarta Ntra. Sra. de la Salud de los Enfermos Cristo Resucitado, Tlaquepaque Divino Maestro, Tonalá Ntra. Sra. de Guadalupe, Trejos
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