N.º 40 • Domingo XXVII Tiempo Ordinario / Ciclo C
• 6 de Octubre de 2013 •
Fe y amor juntos son invencibles
¿C
uál es la raíz del mal en este mundo y el sufrimiento que lo rodea? Es lo que Habacuc, el profeta, le pregunta a Dios a quemarropa. Su queja tiene mil razones: no se ve por ninguna parte la justicia, se vive en una violación sistemática de los derechos de los más pobres, no hay ley que los defienda, ven prosperar al malvado y se crea la confusión en el corazón. La lista puede ser más amplia si le agregamos algunos de los
males que padecen al presente, las familias, los adolescentes y, en general, tantos hombres y mujeres metidos hasta las orejas en la cultura del "bienestar". ¡Como que no nos importan los males que nos ahogan hasta el cuello! En medio de todo esto, Dios sigue haciendo un llamado a la confianza, a tener fe. Hay otro camino: aunque parezca que todo marcha al revés, que al que se porta bien no le salen las cosas, y al que hace daño, le sonríe la suerte. Pero... la palabra bíblica nos recuerda: «El justo vivirá por la fe, porque tiene puesta su confianza en Dios».
«¡Auméntanos la fe!» Los Apóstoles, cuentan los Evangelios, le hicieron con frecuencia esta súplica a Jesús: «Auméntanos la fe». El Evangelista Lucas invita a reflexionar que si con poca fe podemos seguir a Jesús como sus discípulos, si pedimos más fe podremos hacer grandes cosas, en la familia, en la sociedad, en este mundo que parece cercano a Dios en las pala-
bras, pero tan lejano en las convicciones.
La fe verdadera no es de habladas En este mundo tan complicado, algo anda mal. Hay mucha gente que tiene creencias muy respetables, cristianos, gente muy honesta de otras religiones, católicos, muchas instituciones de todo tipo, con raíces religiosas... Y nos preguntamos: ¿Cuántos son creyentes de verdad? ¿Hay fe en los católicos, en los dirigentes en los que llevamos el membrete de alguna religión? NO es lo mismo tener fe que presumir una serie de creencias que nadie quiere cumplir. Muchas palabras de Jesús siguen al presente, desoídas, inútiles, resonando como campanas a las que nadie hace caso: «Si tuvieran fe, siquiera como un grano de mostaza...». Con un poco de fe y amor, tendríamos la fuerza de Dios para cambiar las cosas.
Releer la Biblia Un poco de fe y mucho amor... «Vende todo lo que tienes y repártelo a los pobres». «Las zorras tienen madrigueras, los pájaros nidos...», Jesús nada. «No anden agobiados pensando qué van a comer, o a vestir». «Los reyes de las naciones los dominan...». Pero ustedes nada de eso; al contrario, el más grande que sirva.
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