N.º 41 • Domingo XXVIII Tiempo Ordinario / Ciclo C
D
• 13 de Octubre de 2013 •
Te amaré, Señor, y te daré gracias
iez leprosos fueron curados por el Señor, en el Evangelio de este Domingo. Pues bien: los nueve leprosos judíos que habían gritado: “Maestro, ten compasión de nosotros”, y que fueron curados durante el camino hacia Jerusalén, siguieron su camino como si nada especial hubiese pasado en sus vidas. Se acercaron a Jesús solamente por la curación física y la habían conseguido. Ahora se integrarían a sus respectivas comunidades judaicas y su curación sería una anécdota más de la vida. Su fe fácil les dio la salud de la piel, pero se perdieron lo mejor: el seguimiento de Cristo. El décimo leproso –un extranjero, un samaritano–, al sentirse curado de la lepra que lo tenía segregado de la vida social, volvió hasta Jesús para dar gloria a Dios, por el signo manifestado, y comprendió que su vida no podía ser la misma de antes. Entonces escuchó la palabra de Jesús: «Levántate, vete; tu fe te ha salvado». Como fácilmente podemos advertir, el milagro transcurre sobre un trasfondo histórico muy concreto: los judíos no supieron descubrir nada especial en Jesús; en todo caso, el contacto con Él sólo les sirvió para seguir aferrados a su comunidad judaica sin dar el paso nuevo. Sólo
los extranjeros que no participaban del pueblo de Dios, los verdaderos marginados, encontraron en Jesús el principio de una nueva vida y la integración a una nueva comunidad: la Iglesia. Lo que llama la atención en el relato –y que el mismo Jesús señala– es lo contradictorio de la conclusión: los que más cerca están de Dios, de la Biblia y de las sagradas tradiciones, son los más ciegos a la hora de ver lo nuevo del mensaje de Dios y los más reacios a llegar a un verdadero cambio de vida. Su fe fácil se ha transformado en un auténtico “acostumbramiento” o rutina religiosa bajo la cual muere el espíritu, muere la búsqueda y cesa todo crecimiento. La cercanía constante de lo sagrado –como se decía antaño de los sacristanes– termina por hacerlos sentirse dueños de lo sagrado, manoseando y prostituyendo lo religioso, de tal forma que termina por perder todo sentido o sabor. Al cabo del tiempo, todo pierde sabor y sentido: los sacramentos –sobre los cuales se estudian hasta los más ínfimos
detalles– se reciben como aquellos leprosos recibieron la curación: como un puro trámite social, como un simple lavado externo. Pero internamente nada ha cambiado. No hay en ellos esa “fe que salva”, esa fe difícil que es rendirse ante Dios para seguir su camino, el nuevo camino de Jesucristo. El acto de comulgar no es más que un recibir la hostia con la idea de que algún extraño poder sagrado obrará un efecto especial llamado gracia. Pero, minutos después o quizá segundos, todo sigue su eterna rutina. Termina la Misa y termina todo... Recubiertos de palabras, rezos, cantos, ritos y lecturas religiosas, pierden la perspectiva fundamental: el constante retorno a Jesucristo y el reavivar permanente de esa fe difícil que consiste en ahondar cada día en uno mismo, en purificar actitudes, en desechar la hojarasca hasta llegar al meollo de la fe: un corazón libre y sincero. Hemos llegado a un punto de impermeabilización religiosa precisamente los que nos decimos cristianos y personas religiosas... Por eso, el Evangelio de hoy es una severa y alarmante llamada de atención: cuidado con esa gracia de Dios que pasa como la lluvia torrencial que muere a los pocos segundos en las cunetas o grietas de la tierra.
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ORACIÓN COLECTA
Te pedimos, Señor, que tu gracia nos inspire y acompañe siempre para que podamos descubrirte en todos y amarte y servirte en cada uno. Por nuestro Señor Jesucristo.
SALMO RESPONSORIAL
Salmo 97, 1. 2-3ab. 3cd-4
R. El Señor nos ha mostrado su amor y su lealtad. Cantemos al Señor un canto nuevo, pues ha hecho maravillas. Su diestra y su santo brazo le han dado la victoria. R. El Señor nos ha mostrado su amor y su lealtad. El Señor ha dado a conocer su victoria y ha revelado a las naciones su justicia. Una vez más ha demostrado Dios su amor y su lealtad hacia Israel. R. El Señor nos ha mostrado su amor y su lealtad. La tierra entera ha contemplado la victoria de nuestro Dios. Que todos los pueblos y naciones aclamen con júbilo al Señor. R. El Señor nos ha mostrado su amor y su lealtad.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO 1 Tes 5, 18
R. Aleluya, aleluya. Den gracias siempre, unidos a Cristo Jesús, pues esto es lo que Dios quiere que ustedes hagan. R. Aleluya, aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Te pedimos, Señor, humildemente, que el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo que hemos recibido en alimento, nos comuniquen su misma vida. Por Jesucristo, nuestro Señor.
2
Lectura del segundo libro de los Reyes 5, 14-17
En aquellos días, el general del ejército de Siria, que estaba leproso, se bañó siete veces en el Jordán, como le había dicho Eliseo, el hombre de Dios, y su carne quedó limpia como la de un niño. Volvió con su comitiva a donde estaba el hombre de Dios y se le presentó, diciendo: “Ahora sé que no hay más Dios que el de Israel. Te pido que aceptes estos regalos de parte de tu siervo”. Pero Eliseo contestó: “Juro por el Señor, en cuya presencia estoy, que no aceptaré nada”. Y por más que Naamán insistía, Eliseo no aceptó nada. Entonces Naamán le dijo: “Ya que te niegas, concédeme al menos que me den unos sacos con tierra de este lugar, los que puedan llevar un par de mulas. La usaré para construir un altar al Señor, tu Dios, pues a ningún otro dios volveré a ofrecer más sacrificios”. Palabra de Dios.
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 2, 8-13
Querido hermano: Recuerda siempre que Jesucristo, descendiente de David, resucitó de entre los muertos, conforme al Evangelio que yo predico. Por este Evangelio sufro hasta llevar cadenas, como un malhechor; pero la palabra de Dios no está encadenada. Por eso lo sobrellevo todo por amor a los elegidos, para que ellos también alcancen en Cristo Jesús la salvación, y con ella, la gloria eterna. Es verdad lo que decimos: “Si morimos con Él, viviremos con Él; si nos mantenemos firmes, reinaremos con Él; si lo negamos, Él también nos negará; si le somos infieles, Él permanece fiel, porque no puede contradecirse a sí mismo”. Palabra de Dios.
EVANGELIO Lectura del santo Evangelio según San Lucas 17, 11-19
E
n aquel tiempo, cuando Jesús iba de camino a Jerusalén, pasó entre Samaria y Galilea. Estaba cerca de un pueblo, cuando le salieron al encuentro diez leprosos, los cuales se detuvieron a lo lejos y a gritos le decían: “Jesús, maestro, ten compasión de nosotros”. Al verlos, Jesús les dijo: “Vayan a presentarse a los sacerdotes”. Mientras iban de camino, quedaron limpios de la lepra. Uno de ellos, al ver que estaba curado, regresó, alabando a Dios en voz alta, se postró a los pies de Jesús y le dio las gracias. Ese era un samaritano. Entonces dijo Jesús: “¿No eran diez los que quedaron limpios? ¿Dónde están los otros nueve? ¿No ha habido nadie, fuera de este extranjero, que volviera para dar gloria a Dios?”. Después le dijo al samaritano: “Levántate y vete. Tu fe te ha salvado”. Palabra del Señor.
En este Año de la Fe, aprendamos de memoria el Credo y recitémoslo como oración todos los días
Credo
Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador del Cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un solo Señor Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por Quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación, bajó del Cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras; y subió al Cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su Reino no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo; que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo Bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.
Gloria a Dios en el Cielo, y en la Tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos; te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial,
Octubre, Mes del Rosario El Rosario y la Biblia La Biblia nos da tres razones para rezar el Rosario 1. Porque Dios Padre manda al Ángel Gabriel saludar a la Madre de su Hijo: "Dios te salve, llena de gracia, el Señor está contigo" (Lucas 1, 28). Si los siervos de Dios en el Cielo deben saludar así a María, ¿los siervos de Dios en la tierra no debemos hacer lo mismo? 2. Porque el Espíritu Santo así inspiró alabar a María y a Jesús: "Isabel se llenó del Espíritu Santo y clamó con fuerte voz: 'Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre' " (Lucas 1, 48). Si a ti el Espíritu no te inspira alabar así a María, ¿qué espíritu será ese? (1 Juan 4, 1). 3. Porque Jesús nos recomienda orar sin intermisión (Lucas 18, 1).
Por tanto, el que reza el Rosario obedece al mandato del Padre, a la recomendación del Hijo y a la inspiración del Espíritu Santo... Una Meditación del Evangelio El Evangelio es el relato de la vida y obras de Cristo Jesús. El Rosario es la contemplación de esos misterios. "Por eso precisamente los misterios del Rosario se comparan a las ventanas a través de las cuales podéis dirigir y sumergir la mirada hacia el 'mundo de Dios' " (Mensaje de Juan Pablo II, 25-IV-87). El Rosario nos ayuda a ver a Jesús con los ojos de María y a guardar sus enseñanzas en nuestro corazón.
Es verdad que este mandato se cumple con cualquier oración, pero el Rosario facilita su cumplimiento.
Gloria
Dios Padre todopoderoso. Señor Hijo único, Jesucristo, Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre. Tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; Tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica;
Tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo Tú eres santo, sólo Tú, Señor, sólo Tú, Altísimo Jesucristo, con el Espíritu Santo, en la gloria de Dios Padre. Amén.
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Aprende a Usar tu Celular
S
í, así como lo oyes, ¡NO LO SABES USAR! Y no me refiero al difícil acto de apachurrar botones, agregarle números telefónicos, canciones, cambiar el timbre de sonido, leer tus mensajes, bajar imágenes, enviar correos al compañero de al lado, etc., etc., sino a saber cuándo, cómo y por qué usarlo y contestarlo. 1. Apaga siempre el celular en actos públicos. 2. Apágalo también en reuniones, comidas y fiestas, a menos que esperes una llamada que sea importante para los que te acompañan. 3. Cada vez que llames a alguien, pregúntale si puede hablar en ese momento. 4. Siempre es bueno que te identifiques y verifiques con quién hablas. 5. Aprende a distinguir entre los temas de conversación cara a cara y los telefónicos. 6. Úsalo con medida con todas las personas. 7. Piérdele el miedo a poner y usar el contestador automático. 8. ¡Aguas si vas manejando! 9. Brevedad y prudencia, "mi querido Solín". 10. Renuncia a usarlo como instrumento de control. Fuente: Catholic.net
Jubileo Circular 14, 15 y 16: Lunes, Martes y Miércoles Ntra. Sra. de Santa Anita, Zalatitán San Isidro, Zapopan Señor de la Ascensión, Atemajac Ntra. Sra. del Pilar Los Santos Ángeles San Andrés San Juanito, Antonio Escobedo Ntra. Sra. de Guadalupe, Tlajomulco 17, 18 y 19: Jueves, Viernes y Sábado Altamira, Zalatitán Madre del Redentor Señor de los Milagros, Batán Ntra. Sra. del Buen Consejo San José Obrero, Tala Divino Rostro Misericordioso, Tonalá Santiago Apóstol, Poncitlán
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Boletín semanal de la Arquidiócesis de Guadalajara, A.R. Tiraje de 200,000 a 300,000. $40.00 ciento