Hoja Parroquial - 27 de Octubre de 2013 - Num. 43

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N.º 43 • Domingo XXX Tiempo Ordinario / Ciclo C

• 27 de Octubre de 2013 •

El Publicano y el Fariseo

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as lecturas de hoy nos hablan de cómo debe ser nuestra relación con Dios. De la actitud con que debemos presentarnos ante Dios, nuestro Padre. Y para darnos a entender la actitud que debemos de tener para con Dios y los hombres, Jesús presenta esta parábola: del fariseo y del publicano. Dijo Jesús esta parábola por algunos que “teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás”. La parábola habla por sí misma. Pero nosotros la hemos escuchado muchas veces y es posible que al haberla escuchado hoy, de nuevo, se nos resbale un poco. Es para nosotros como algo ya sabido. Por esto habrá que detenernos un momento y reflexionar. ¿A cuál de estos dos personajes nos parecemos más? ¿A qué es debido que Jesús alabe al publicano y, en cambio, deje en mal lugar al fariseo? La razón es muy simple: porque el recaudador se presenta delante de Dios, reconociendo que todo lo que hace no está bien y no puede atribuirse ningún mérito, y todo debe esperarlo de la bondad del Padre; y, por el contrario, el fariseo va como si él fuera la persona perfecta y esperase que el propio Dios le dijera que lo hacía muy bien.

Y aquí está la enseñanza que Jesús nos da en esta parábola: nuestra oración, nuestra relación con Dios, no debe ser la de una gente que vive satisfecha de lo que es y de lo que hace; y que se presenta delante de Dios para que mire sus libros de cuentas y se los apruebe, sino que debe ser la de una gente que sabe que le queda todavía mucho que andar, que le faltan muchas cosas, que no puede sentirse tranquila con su vida, que siempre debe esperar más. 1


ORACIÓN COLECTA

Aumenta, Señor, en nosotros la fe, la esperanza y la caridad para que cumplamos con amor tus mandamientos y podamos conseguir, así, el Cielo que nos tienes prometido. Por nuestro Señor Jesucristo.

SALMO RESPONSORIAL

Salmo 33, 2-3. 17-18. 19 y 23 R. El Señor no está lejos de sus fieles.

Bendeciré al Señor a todas horas, no cesará mi boca de alabarlo. Yo me siento orgulloso del Señor, que se alegre su pueblo al escucharlo. R. El Señor no está lejos de sus fieles. En contra del malvado está el Señor, para borrar de la tierra su recuerdo. Escucha, en cambio, al hombre justo y lo libra de todas sus congojas. R. El Señor no está lejos de sus fieles. El Señor no está lejos de sus fieles y levanta a las almas abatidas. Salva el Señor la vida de sus siervos. No morirán quienes en Él esperan. R. El Señor no está lejos de sus fieles.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO 2 Cor 5, 19

R. Aleluya, aleluya. Dios ha reconciliado consigo al mundo, por medio de Cristo, y nos ha encomendado a nosotros el mensaje de la reconciliación. R. Aleluya, aleluya.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Concédenos, Señor, que este memorial de la Muerte y Resurrección de tu Hijo nos haga morir de veras al pecado y renacer a una nueva vida. Por Jesucristo, nuestro Señor.

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Lectura del libro del Eclesiástico (Sirácide) 35, 15-17. 20-22 El Señor es un juez que no se deja impresionar por apariencias. No menosprecia a nadie por ser pobre y escucha las súplicas del oprimido. No desoye los gritos angustiosos del huérfano ni las quejas insistentes de la viuda. Quien sirve a Dios con todo su corazón es oído y su plegaria llega hasta el cielo. La oración del humilde atraviesa las nubes, y mientras él no obtiene lo que pide, permanece sin descanso y no desiste, hasta que el Altísimo lo atiende y el justo juez le hace justicia. Palabra de Dios. Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 4, 6-8. 16-18 Querido hermano: Para mí ha llegado la hora del sacrificio y se acerca el momento de mi partida. He luchado bien en el combate, he corrido hasta la meta, he perseverado en la fe. Ahora sólo espero la corona merecida, con la que el Señor, justo juez, me premiará en aquel día, y no solamente a mí, sino a todos aquellos que esperan con amor su glorioso advenimiento. La primera vez que me defendí ante el tribunal, nadie me ayudó. Todos me abandonaron. Que no se les tome en cuenta. Pero el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas para que, por mi medio, se proclamara claramente el mensaje de salvación y lo oyeran todos los paganos. Y fui librado de las fauces del león. El Señor me seguirá librando de todos los peligros y me llevará salvo a su Reino celestial. A Él la gloria por los siglos de los siglos. Amén. Palabra de Dios. EVANGELIO Lectura del santo Evangelio según San Lucas 18, 9-14

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n aquel tiempo, Jesús dijo esta parábola sobre algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás: “Dos hombres subieron al templo para orar: uno era fariseo y el otro, publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: ‘Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos y adúlteros; tampoco soy como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todas mis ganancias’. El publicano, en cambio, se quedó lejos y no se atrevía a levantar los ojos al cielo. Lo único que hacía era golpearse el pecho, diciendo: ‘Dios mío, apiádate de mí, que soy un pecador’. Pues bien, yo les aseguro que éste bajó a su casa justificado y aquél no; porque todo el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido”. Palabra del Señor.


En este Año de la Fe, aprendamos de memoria el Credo y recitémoslo como oración todos los días

Credo

Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador del Cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un solo Señor Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por Quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación, bajó del Cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras; y subió al Cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su Reino no tendrá fin.

2 de Noviembre Conmemoración de todos los Fieles Difuntos

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a conmemoración de los fieles difuntos fue instituida por San Odilón, quinto abad de Cluny, el año 998. Al día siguiente de la fiesta de todos los Santos, en que la Iglesia celebra con alegría la comunión de los santos y la salvación de los hombres, san Odilón quiso exhortar a sus monjes a orar de manera particular por los difuntos, contribuyendo, así, misteriosamente a su acceso a la bienaventuranza. Desde la abadía de Cluny, poco a poco se fue difundiendo la costumbre de interceder solemnemente por los difuntos con una celebración que San Odilón llamó "La fiesta de los muertos", práctica que hoy está en vigor en la Iglesia universal. Al orar por los difuntos, la Iglesia contempla, ante todo, el miste-

rio de la Resurrección de Cristo que, con su Cruz, nos obtiene la salvación y la vida eterna. Por eso, con San Odilón, podemos repetir incesantemente: "La Cruz es mi refugio, la Cruz es mi camino y mi vida. La Cruz es mi arma invencible. La Cruz rechaza todo mal. La Cruz disipa las tinieblas". La Cruz del Señor nos recuerda que toda vida está iluminada por la luz pascual, que ninguna situación está totalmente perdida, puesto que Cristo ha vencido la muerte y nos ha abierto el camino de la verdadera vida. La redención "se realiza en el sacrificio de Cristo, gracias al cual el hombre rescata la deuda del pecado y es reconciliado con Dios" (Tertio millennio adveniente, 7).

Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo; que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo Bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.

Gloria a Dios en el Cielo, y en la Tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos; te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial,

Gloria

Dios Padre todopoderoso. Señor Hijo único, Jesucristo, Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre. Tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; Tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica;

Tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo Tú eres santo, sólo Tú, Señor, sólo Tú, Altísimo Jesucristo, con el Espíritu Santo, en la gloria de Dios Padre. Amén.

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Año de la Fe Conociendo la Encíclica Lumen Fidei Capítulo III: “Transmito los que he recibido” (I Cor 15, 3) La fe, que nace de un encuentro, tiene necesidad de transmitirse. Y mediante una cadena ininterrumpida de testimonios llega a nosotros. La Iglesia es una Madre que nos enseña el lenguaje de la fe. “El Amor, que es el Espíritu y que mora en la Iglesia, mantiene unidos entre sí todos los tiempos y nos hace contemporáneos de Jesús, convirtiéndose en el guía de nuestro camino de fe” (n. 38). La Iglesia transmite a sus hijos el contenido de su memoria, mediante la tradición apostólica. En la liturgia, por medio de los sacramentos, se comunica esta riqueza (n. 40). La transmisión de la fe se realiza en primer lugar mediante el bautismo, que nos convierte en hijos adoptivos de Dios. Ahí recibimos también una doctrina que profesar y una forma concreta de vivir, que nos pone en el camino del bien (n. 41). El bautizado, rescatado de la muerte, “puede ponerse en pie sobre el «picacho rocoso» (cf. Is 33,16) porque ha encontrado algo consistente donde apoyarse” (n. 43). San Agustín decía que a los padres corresponde no sólo engendrar a los hijos, sino también llevarlos a Dios, para que sean regenerados como hijos de Dios por el bautismo y reciban el don de la fe (cf. De nuptiis et concupiscentia, I,4,5) (n. 43). La naturaleza sacramental de la fe alcanza su máxima expresión en la Eucaristía, alimento para la fe, “encuentro con Cristo presente realmente con el acto supremo de amor, el don de sí mismo, que genera vida; que nos introduce, en cuerpo y alma, en el movimiento de toda la creación hacia su plenitud en Dios” (n. 44).

Jubileo Circular 28, 29 y 30: Lunes, Martes y Miércoles Virgen de Guadalupe Madre de los Mexicanos Ntra. Sra. del Sagrado Corazón Ntra. Sra. de Guadalupe, Sta. Paula San Francisco Javier, Dec. San Pedro Virgen de Guadalupe modelo de Evangelización Señor Milagroso, Magdalena Virgen del Rosario, Copala San Juan Bautista, Cajititlán

31, 1 y 2 (Nov.): Jueves, Viernes y Sábado La Santa Cruz de la Reconciliación Corazón Eucarístico de Jesús San Miguel Febres Cordero San Roberto Abad San Juan de la Cruz Reina de la Paz San Pedro Analco Tlachichilco del Carmen

Consulta la Hoja Parroquial: Director Responsable: Pbro. Adalberto González González www.arquidiocesisgdl.org.mx/publicaciones/hojaparroquial Redacción: Pbro. Alberto Ávila / Pbro. Juan Javier Padilla Diseño e Impresión: Centro Católico de Comunicaciones. Liceo 17, Guadalajara, Jal. Tel.: 3942-4305 Tels. 3002-6470 • 3002-6471 Administración: Pbro. Rubén Darío Rivera • Alcalde 294, Guad., Jal. Tel. 3614-2746

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Boletín semanal de la Arquidiócesis de Guadalajara, A.R. Tiraje de 200,000 a 300,000. $40.00 ciento


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