N.º 48 • Domingo I
de
A dviento . C iclo A
• 1o de Diciembre de 2013 •
¡Velar para estar preparados! sino con la fuerza de la esperanza. ¿Cuál es el tiempo e intensidad que le damos en nuestra vida a la esperanza?
¿C
reemos que el Señor vendrá y hará un juicio del mundo? En este tiempo, en las cercanías de fin de Año, con la experiencia inigualable de la espera de la Navidad, hay una oportunidad magnífica hacer un espacio muy personal e incluso familiar para pensar en la importancia que le damos a Dios en nuestra vida. El tiempo de Adviento marca ya una nueva época, es el inicio de la liturgia cristiana. Bíblicamente hablando, sabemos de dos venidas: la que ya tuvo lugar, que celebraremos en Navidad, y la futura, la llamada «segunda venida» de Jesús, «en poder y majestad», que, en la visión clásica tradicional, pondrá fin al mundo, inaugurará el «juicio final». No se trata de enrarecer el tiempo con consideraciones de miedo y pre-
ocupación, sino sobre todo de pensar en el espacio que le damos a Dios en nuestras vidas. Nuestra Salvación está cerca En la Carta a los Romanos, la Segunda Lectura, san Pablo nos invita a no dejar pasar el tiempo como si nada ocurriera, sino a pensar que los acontecimientos importantes de nuestra vida no están tan lejos. La esperanza ha sido reflexionada como la virtud propia del Adviento, y, sin duda, ésta debiera ser la dimensión de nuestra vida para cultivar especialmente en estas cuatro semanas. El pueblo de Israel y toda la Iglesia han querido vivir la historia como un caminar iluminado por la esperanza para estar disponibles al encuentro con Dios. El Adviento nos invita a considerar nuestra vida como un caminar que no podemos sobrellevar
¡Alerta, cuidado, vigilen! El Evangelio invita a marcar así la tónica del Adviento. Dice Jesús: «Cuando yo vuelva, ¿encontraré fe en la tierra?». Dios no deja de leer permanentemente los acontecimientos del mundo en donde invita a leer lo que sucede en nuestro entorno. ¿Qué mundo hemos construido con la violencia y la mentira? ¿Qué pueblos de la tierra han tenido verdaderas preocupaciones por su gente? Los dos últimos capítulos del Evangelio de Mateo forman el llamado «discurso escatológico» de Jesús. El evangelista agrupa en estos capítulos los dichos que se refieren al fin del mundo. ¿Cuánto falta para que se acabe el mundo? No lo veremos nosotros, seguramente... muchos andan preocupados por otras cosas pero esto debe ser considerado como una emergencia moral. Esta pregunta se vuelve inquietante cuando se cambia por otra: Y a mí, ¿cuánto tiempo me falta para acabar mi vida, para que el mundo se acabe para mí? La tarea es: ¡velar para estar preparados!
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