Hoja Parroquial - 23 de Febrero de 2014 - Num. 8

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N.º 8 • VII D o m i n g o O r di n a r i o . C ic l o A

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• 23 de Febrero de 2014 •

La Ley del talión contra el amor

i volteamos para todos lados, incluso para el interior de nuestra propia conciencia, miramos que las normas cristianas están decrépitas, huelen a rancio para muchas conciencias del presente, porque le entramos al relativismo en todo y con todo; todo lo medimos según ande nuestro humor o conveniencia. Todas las leyes que debieran regir nuestra vida, empezando por la ley de Dios, las tiramos casi al mundo del olvido. Hacemos de nuestro gusto personal la medida de todo lo que hacemos o dejamos de hacer. Estamos terminando el tiempo Ordinario de la liturgia, y llega con su novedad el Miércoles de Ceniza, el ingreso a la Cuaresma con una invitación profunda a amar de verdad, no sólo a cumplir alguna ley por encimita, como nos dice el libro del Levítico en boca del Señor Dios: «sean santos porque yo soy santo». Dios nos hizo a su imagen y semejanza, y no existe otro motivo más fuerte para amar que éste. Varias caras del amor El libro del Levítico y la Carta a los corintios nos subrayan varios deberes del amor. Ya pasó la historia de la ley del talión, del ojo por ojo y diente por diente. Debemos amar a los demás porque somos templos de Dios y no hay que dañar al prójimo porque Dios nos pedirá

cuentas. Pero no sólo eso, hacer el bien; sino también se sugiere, como una norma importante de la vida, corregir a los cercanos, sobre todo a los parientes para no cargar con el pecado de ellos. El amor a los enemigos no es nada fácil. Es, dicen en palabras elegantes, una utopía, es decir, algo que casi no se logra totalmente. Tenemos, sin embargo, la obligación de intentar hacia ese cumplimiento. Saber aceptar a los demás, incluso con las diferencias y problemas muy normales. Eso de que “si alguien te golpea en una mejilla, ponle la otra”, nos parece una norma de conducta aberrante. Y más en este mundo que hemos hecho, en donde todos contribuimos a la violencia, con acciones perversas o en otras ocasiones noʼmás por quedarnos callados siendo testigos de una injusticia cometida a otros. “Amar a los enemigos y rezar por los que nos persiguen” pareciera una normatividad para construir sociedades débiles y ser gentes pusilánimes. Pero recordemos una frase muy conocida de Gandhi: “Si seguimos la ley del ojo por ojo, pronto todos estaremos tuertos casi todos”. Que Dios haya determinado que el sol salga para los buenos y para los malos, es la prueba más grande de su Santidad, y nos quiere hacer sentir la conciencia de que somos hermanos, porque hemos nacido de un mismo amor.

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