Semanario
Octubre de 2013
Voz del Pastor
15
“Señor,
auméntanos la Fe”. Mis queridos hermanos: hemos iniciado el mes de octubre que vivimos como Mes del Rosario y mes de las Misiones. Mes del rosario porque celebramos el 7 de octubre la fiesta de Nuestra Señora del Rosario y se nos invita que de la mano de María, nuestra Madre, con el rezo del santo Rosario seamos constructores de la paz que tanto anhelamos para nuestros pueblos. Mes de las misiones porque la Iglesia Universal nos invita a todos a tomar conciencia del gran don de la fe y de nuestra vocación misionera recibida en el Bautismo que nos compromete a vivir el mandato del Señor: Vayan por todo el mundo…Todos somos responsables de que Jesús sea conocido, amado y seguido; es necesario que abramos nuestros ojos más allá de nuestras fronteras para ver a nuestros hermanos que viven lejos del amor de Dios. Necesitamos poner nuestro corazón siempre en camino siguiendo las huellas del Señor Jesús que pasó por este mundo haciendo el bien. De cada tres personas, dos no conocen a Jesús. En este mes de Misiones intensifiquemos nuestra oración y nuestra solidaridad por las Misiones. Ojalá y pudiéramos hacer una alcancía familiar para apoyar económicamente a las misiones y ser así más generosos en la colecta del Domingo Mundial de las Misiones que será el próximo 20 de octubre.
Lucas 17,5-10
nos relacionamos, divertimos y vivimos como familias y sociedad. Todos necesitamos que nuestra fe sea más firme y viva, por esto decimos: Auméntanos la fe. La fe nos hace servidores responsables cumpliendo con generosidad y alegría nuestro deber, que más allá del cansancio y de las dificultades nos hace reconocer que: “No somos más que siervos, sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer”. La fe es compartir el poder de Dios que todo lo puede. La fe nos da la capacidad de experimentar la presencia de Dios en lo ordinario de nuestra vida, presencia que le da sentido nuevo a todo. S. Ambrosio decía: Más segura que la visión de los ojos corporales es la visión del alma y del espíritu. (Ver con ojos de fe). Muchos piensan que tener fe es un simple aceptar ciertas creencias y prácticas para que Dios les resuelva su apuros, por esto a veces dicen: Yo creo pero no practico; yo creo pero voy a misa cuando me nace o tengo ganas; yo no voy a misa porque los que van son hipócritas, además Dios ya no me escucha porque no me ha resuelto mis problemas… yo estoy muy ocupado, pero cuando me sobra tiempo y no tengo nada que hacer entonces voy a la Iglesia… El Señor Jesús en Mt 7,21 nos dice: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el Reino de Dios, sino el que hace la voluntad de mi Padre celestial. La fe entonces es hacer la voluntad del Padre. Esto exige una actitud permanente de Escucha y de Poner en Práctica lo que Dios quiere de nosotros; por lo tanto la fe es una manera de vivir siguiendo a Cristo, porque quien ha aceptado en serio a Jesús tiene que vivir como Él.
Hoy San Pablo le pide a Timoteo que no se avergüence de dar testimonio del Señor. Y recordemos una gran verdad: La fe se fortalece cuando se comparte. El Evangelio que hoy hemos escuchado para nuestro caminar de discípulos misioneros nos invita a que acompañemos a los apóstoles que después de ser invitados Desgraciadamente existimos hombres y por el Señor Jesús a perdonar siempre al hermano para construir la comunidad, le mujeres que somos cristianos de nombre porque decimos que creemos pero piden: Señor, auméntanos la fe. nuestra vida va por el lado opuesto al de Jesús nos pide que tengamos fe Cristo. Ojalá y nunca sea para nosotros lo para transformar nuestra vida y todo lo que que dice Jesús en Mt 7,23: No les conozco, nos rodea: “Si tuvieran fe, aunque fuera tan apártense de mí, agentes de injusticias. La pequeña como una semilla de mostaza…” fe y nuestra vida son una unidad que se El evangelio no pretende poner la fuerza manifiesta en nuestras obras. en que la fe sea para realizar cosas raras y El problema de nuestro mundo es en el hasta extravagantes como estar cambiando fondo un problema de fe, porque estamos árboles de un lugar a otro, sino decirnos haciendo a Dios a un lado de nuestra vida. que la fe verdadera y viva se hace notar en la transformación de la propia vida, de Queremos vivir y ser felices sin Dios y esto nuestros ambientes donde trabajamos, es imposible porque quien saca a Dios de
su vida pierde el sentido verdadero de su existencia, se hace esclavo de sí mismo, de las pasiones del mundo, y se convierte en enemigo de sus hermanos. Alguien tiene fe cuando es capaz de comprometerse en la transformación de su propia vida, de su familia y del ambiente en el que vive. Que se nos note por nuestra manera de vivir, por nuestros frutos de amor al hermano que somos hombres y mujeres de fe. Quien tiene fe, tiene rumbo en su vida porque tiene a Dios como fuente de su vida y centro de referencia para todo lo que acontece. El justo vivirá por su fe. La fe necesita ser alimentada como el grano de mostaza para que pueda crecer y dar cada día mejores frutos. San Pablo le pide hoy a Timoteo y a nosotros que reavivemos el don de Dios que hemos recibido. La fe crece, supera sus dudas y se reaviva cuando caminamos con la comunidad que celebra y se forma en torno a Jesús. Hay que alimentar nuestra fe en la Escucha, meditación y práctica de la Palabra de Dios, en el Encuentro con Jesús vivo en la Eucaristía, en el Amor al hermano más necesitado, en la participación de la vida de la comunidad, en el compromiso de unir esfuerzos para la transformación de nuestra sociedad como ambiente más favorable de justicia, paz, fraternidad y solidaridad. La fe no es otra cosa que aceptar a Dios como el Señor y motor de nuestra vida, tenerlo dentro de nosotros y actuar con confianza en su nombre según su voluntad siempre movidos por su amor. ¿Cómo estoy alimentando mi fe? Que esta celebración Eucarística sea una oportunidad maravillosa para alimentar nuestra fe. Cada día de esta semana al amanecer reavivemos nuestra fe para despertar nuestros corazones diciendo: “Señor, que no seamos sordos a tu voz”. “Señor, Auméntanos la fe”.
Mons. Fabio Martínez Castilla II Arzobispo de Tuxtla Gutiérrez