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Editorial

DIRECTORIO PRESIDENTE Mons. Fabio Martínez Castilla Arzobispo de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas DIRECTOR Pbro. Lic. José Luis Espinoza Hdez. EDICIÓN Lic. Lizbeth Barriga Arévalo REDACCIÓN Hna. Angélica Bautista Aparicio DJBP. ADMINISTRACIÓN Sr. Enrique Aguilar DISEÑO L.D.G. Abril G. Moguel L. DISTRIBUCIÓN Sra. Isabel Salazar Sr. Enrique Aguilar Luis Antonio Espinosa G. COLABORADORES Pbro. Lic. José Luis Aguilera Cruz Lic. Eliceo González Urquín José Lerin Castellanos de Paz Lic. Enrik Santos Díaz Elias Espinosa CORRESPONSAL Lic. Paty Guillén

Fundado Por Mons. Felipe Aguirre Franco el día 27 de Julio de 1975.1a. Norte Oriente No. 1033-A. Registro deDirección General de Correos (8281176) Franqueo pagado permiso de publicidad Sepomex No. 04-2000-101913461900-10 CARACTERISTICAS: 12424210 Certificado de Licitud No. 4121 y de contenido No. 83 19. Reservada el Título en derecho de autor: 523-87 Catedral de San Marcos. Calle Central y 1a. Sur. Correo: semcatolico@ hotmail.com. SUSCRIPCIONES:15 Poniente Norte No. 260 Bis. Col. Moctezuma Tel. y Fax: 60 2 57 78 Tuxtla Gtz. Chis. Imprenta: Noticias Voz e Imagen de Chiapas.

Semanario

Octubre de 2013

EDITORIAL Nuestra generosidad erradicará la pobreza Según el mismo Papa Francisco, cuenta, que cuando fue electo Sumo Pontífice, uno de los cardenales le instó, “no te olvides de los pobres”. Y de hecho desde el principio hizo el llamado a la Iglesia para que juntos hagamos algo por los más pobres. Jesús se hizo pobre, caminó con los pobres, pidió por ellos y nos dijo que siempre estaría con nosotros. Es más, los pobres de espíritu tendrán el Reino de Dios. ¿Entonces por qué erradicar la pobreza? Tal vez hemos olvidado que el ser pobre es una condición para entender el amor de Dios. Pero ser pobre significa ser víctima de la injusticia. Cuando hablamos de erradicar la pobreza nos referimos a la urgente tarea de erradicar la injusticia, de erradicar el egoísmo, de erradicar la indiferencia. Como dice el Evangelio donde aparece el Pobre Lázaro y el Rico Epulón, hay un abismo grande entre ambos. Eso es lo que debemos erradicar, que no haya abismos de indiferencia. Nosotros, creyentes y de buena voluntad, podremos construir puentes, que nos hagan llegar a los más necesitados. El problema no era que el rico tuviera sino que no había volteado a ver la necesidad de Lázaro. No sea que nosotros aun siendo pobres, no nos demos cuenta de las necesidades de muchos otros. Algunos necesitan de amor, de presencia, de estímulo, de conocimiento. Erradicar, pues, la pobreza socialmente hablando es erradicar la riqueza en pocas manos para que muchos tengan algo. Es erradicar los sueldos sinvergüenzas de muchos funcionarios, erradicar la pobreza es hacerle justicia al pobre y a la viuda. Erradicar la pobreza significa nos hacernos sordos al clamor de muchos que luchan por la justicia social, ante la mezquindad partidista y de interés individualistas. Es abrir la mente y el corazón de los líderes que toman las decisiones del progreso de los pueblos. Seamos generosos, ante la necesidad de los demás. Podemos empezar con nuestra actitud cercana ante los demás para lograr que la chispa de nuestra generosidad se convierta en un gran fuego que incendie la corrupción y egoísmo de nuestros ambientes.

Boletín de Prensa

Evangelizar es la misión de la Iglesia Hoy, queremos compartir con ustedes un tema que tiene gran importancia para todo el Pueblo de Dios, especialmente, para el pueblo creyente que conforma a la Iglesia. La Iglesia es por esencia, misionera, es decir, que no tiene otra razón de ser, sino la de evangelizar. La de dar a conocer el amor de Dios anunciado por Jesucristo. La Misión, debe fortalecer la fe. Debe hacerla crecer y acompañarla para que no se apague. En este año de la fe se nos ha insistido fuertemente, de hecho en el mensaje del Papa Francisco para esta ocasión del Domund (domingo mundial de las misiones), que celebramos todo el mes de octubre, pero más especialmente el domingo 20. Se afirma que: “La fe es un don precioso de Dios, que abre nuestra mente para que lo podamos conocer y amar, Él quiere relacionarse con nosotros para hacernos partícipes de su misma vida y hacer que la nuestra esté más llena de significado, que sea más buena, más bella”. Por esta razón no podemos ser indiferentes al mandato misionero: “vayan y hagan que sean mis discípulos” (Cfr Mt 28, 19) Es una gran responsabilidad para todos los bautizados. “Es urgente hacer que resplandezca en nuestro tiempo la vida buena del Evangelio con el anuncio y el testimonio, y esto desde el interior mismo de la Iglesia. Porque, en esta perspectiva, es importante no olvidar un principio fundamental de todo evangelizador: no se puede anunciar a Cristo sin la Iglesia. Evangelizar nunca es un acto aislado, individual, privado, sino que es siempre eclesial”. La misión es llevar a Cristo al corazón de todos, hombres y mujeres, por eso no puede detenerse, los misioneros pueden ser ad gentes, yendo a distintos lugares o misionera en su ambiente cotidiano. “La misionariedad no es sólo una cuestión de territorios geográficos, sino de pueblos, de culturas e individuos independientes, precisamente porque los “confines” de la fe no sólo atraviesan lugares y tradiciones humanas, sino el corazón de cada hombre y cada mujer”. Dijimos al inicio que es un tema netamente de la Iglesia, pero no porque se cierre a los demás, sino al contrario para que todos los creyentes aprendamos a compartir nuestra fe. Por eso, no se puede caer en proselitismos, la misión es respeto de la cultura, es más el evangelio se incultura en el pueblo. La misión crea el respeto y la tolerancia. “La naturaleza misionera de la Iglesia no es proselitista, sino testimonio de vida que ilumina el camino, que trae esperanza y amor. La Iglesia –lo repito una vez más– no es una organización asistencial, una empresa, una ONG, sino que es una comunidad de personas, animadas por la acción del Espíritu Santo, que han vivido y viven la maravilla del encuentro con Jesucristo”. No podemos ser indiferentes, invito a todos a que especialmente, en este mes se incremente la oración del rosario misionero, las horas santas y las vigilias, así como la reflexión constante de este mandato evangelizador, ofrecer nuestro sacrificio y donativos para que la misión fructifique, pero especialmente que cada uno asuma esta encomienda misionera con el testimonio de una vida cristiana coherente al estilo de Jesús. Vivamos la alegría de compartir nuestra fe desde nuestra familia. Mons. Fabio Martínez Castilla II Arzobispo de Tuxtla


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