Semanario Comunión Edición 1153

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OMUNIÓ Órgano Informativo de la Diócesis de Querétaro

La Comunicación, hace la Comunión

No. 1153 Año 23 | 29 de marzo de 2020

Urbi et orbi U

na plaza vacía, pero millones unidos a través de las redes sociales con el Papa Francisco en la oración para pedir por el fin de la epidemia del COVID19.

La bendición solemne que imparte el Papa para la Navidad y Pascua ahora se realizó de forma extraordinaria por la situación de pandemia que vive el mundo entero. Con ello se ganó también la Indulgencia Plenaria que, bajo las condiciones actuales, requiere una contrición perfecta (examen de conciencia, aborrecimiento de los pecados y el propósito de no volver a pecar), una comunión espiritual a falta de la sacramental y rezar CON y POR el Papa y sus intenciones. “Desde hace algunas semanas parece que todo se ha oscurecido. Densas tinieblas han cubierto nuestras plazas, calles y ciudades; se fueron adueñando de nuestras vidas llenando todo de un silencio que ensordece y un vacío desolador que paraliza todo a su paso: se palpita en el aire, se siente en los gestos, lo dicen las miradas”, empezó diciendo el Papa. “Nos encontramos asustados y perdidos. Al igual que a los discípulos del Evangelio, nos sorprendió una tormenta inesperada y furiosa. Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente”, continuó el Santo Padre. “Señor, bendice al mundo, da salud a los cuerpos y consuela los corazones. Nos pides que no sintamos temor. Pero nuestra fe es débil Señor y tenemos miedo. Mas tú, Señor, no nos abandones a merced de la tormenta. Repites de nuevo: «No tengáis miedo» (Mt 28,5). Y nosotros, junto con Pedro, “descargamos en ti todo nuestro agobio, porque sabemos que Tú nos cuidas” (cf. 1 P 5,7)” Terminó diciendo. Esta Cuaresma se ha convertido en Cuarentena, las circunstancias son inesperadas y del todo inéditas, pero una plaza vacía y, sin embargo, con la presencia virtual de millones nos impulsan como Iglesia a seguirnos preparando para gritar victoriosos que “Cristo ha resucitado”.

Foto: Reuters


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COMUNIÓN

MEDITACIÓN PREVIA A LA BENDICIÓN URBI ET ORBI... «Al atardecer» (Mc 4,35). Así comienza el Evangelio que hemos escuchado. Desde hace algunas semanas parece que todo se ha oscurecido. Densas tinieblas han cubierto nuestras plazas, calles y ciudades; se fueron adueñando de nuestras vidas llenando todo de un silencio que ensordece y un vacío desolador que paraliza todo a su paso: se palpita en el aire, se siente en los gestos, lo dicen las miradas. Nos encontramos asustados y perdidos. Al igual que a los discípulos del Evangelio, nos sorprendió una tormenta inesperada y furiosa. Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente. En esta barca, estamos todos. Como esos discípulos, que hablan con una única voz y con angustia dicen: “perecemos” (cf. v. 38), también nosotros descubrimos que no podemos seguir cada uno por nuestra cuenta, sino solo juntos. Es fácil identificarnos con esta historia, lo difícil es entender la actitud de Jesús. A pesar del ajetreo y el bullicio, dormía tranquilo, confiado en el Padre —es la única vez en el Evangelio que Jesús aparece durmiendo—.Después de que lo despertaran y que calmara el viento y las aguas, se dirigió a los discípulos con un tono de reproche: «¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?» (v. 40). Pero veamos cómo lo invocan: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?» (v. 38). No te importa: pensaron que Jesús se desinteresaba de ellos, que no les prestaba atención. Entre nosotros, en nuestras familias, lo que más duele es cuando escuchamos decir: “¿Es que no te importo?”. Es una frase que lastima y desata tormentas en el corazón. La tempestad desenmascara nuestra vulnerabilidad y deja al descubierto esas falsas y superfluas seguridades con las que habíamos construido nuestras agendas, nuestros proyectos, rutinas y prioridades. Nos muestra cómo habíamos dejado dormido y abandonado lo que alimenta, sostiene y da fuerza a nuestra vida y a nuestra comunidad. Con la tempestad, se cayó el maquillaje de esos estereotipos con los que disfrazábamos nuestros egos siempre pretenciosos de querer aparentar; y dejó al descubierto, una vez más, esa (bendita) pertenencia común de la que no podemos ni queremos evadirnos; esa pertenencia de hermanos. «¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?». Señor, esta tarde tu Palabra nos interpela y se dirige a todos. En nuestro mundo, que Tú amas más que nosotros, hemos avanzado rápidamente, sintiéndonos fuertes y capaces de todo. Codiciosos de ganancias, nos hemos dejado absorber por lo material y trastornar por la prisa. No nos hemos detenido ante tus llamadas, no nos hemos despertado ante guerras e injusticias del mundo, no hemos escuchado el grito de los pobres y de nuestro planeta gravemente enfermo. Hemos continuado impertur-

bables, pensando en mantenernos siempre sanos en un mundo enfermo. Ahora, mientras estamos en mares agitados, te suplicamos: “Despierta, Señor”. «¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?». Señor, nos diriges una llamada, una llamada a la fe. Que no es tanto creer que Tú existes, sino ir hacia ti y confiar en ti. En esta Cuaresma resuena tu llamada urgente: “Convertíos”, «volved a mí de todo corazón» (Jl 2,12). Nos llamas a tomar este tiempo de prueba como un momento de elección. No es el momento de tu juicio, sino de nuestro juicio: el tiempo para elegir entre lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa, para separar lo que es necesario de lo que no lo es. Es el tiempo de restablecer el rumbo de la vida hacia ti, Señor, y hacia los demás. Y podemos mirar a tantos compañeros de viaje que son ejemplares, pues, ante el miedo, han reaccionado dando la propia vida. Es la fuerza operante del Espíritu derramada y plasmada en valientes y generosas entregas. Es la vida del Espíritu capaz de rescatar, valorar y mostrar cómo nuestras vidas están tejidas y sostenidas por personas comunes —corrientemente olvidadas— que no aparecen en portadas de diarios y de revistas, ni en las grandes pasarelas del último show pero, sin lugar a dudas, están escribiendo hoy los acontecimientos decisivos de nuestra historia: médicos, enfermeros y enfermeras, encargados de reponer los productos en los supermercados, limpiadoras, cuidadoras, transportistas, fuerzas de seguridad, voluntarios, sacerdotes, religiosas y tantos pero tantos otros que comprendieron que nadie se salva solo. Frente al sufrimiento, donde se mide el verdadero desarrollo de nuestros pueblos, descubrimos y experimentamos la oración sacerdotal de Jesús: «Que todos sean uno» (Jn 17,21). Cuánta gente cada día demuestra paciencia e infunde esperanza, cuidándose de no sembrar pánico sino corresponsabilidad. Cuántos padres, madres, abuelos y abuelas, docentes muestran a nuestros niños, con gestos pequeños y cotidianos, cómo enfrentar y transitar una crisis readaptando rutinas, levantando miradas e impulsando la oración. Cuántas personas rezan, ofrecen e interceden por el bien de todos. La oración y el servicio silencioso son nuestras armas vencedoras. «¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?». El comienzo de la fe es saber que necesitamos la salvación. No somos autosuficientes; solos nos hundimos. Necesitamos al Señor como los antiguos

marineros las estrellas. Invitemos a Jesús a la barca de nuestra vida. Entreguémosle nuestros temores, para que los venza. Al igual que los discípulos, experimentaremos que, con Él a bordo, no se naufraga. Porque esta es la fuerza de Dios: convertir en algo bueno todo lo que nos sucede, incluso lo malo. Él trae serenidad en nuestras tormentas, porque con Dios la vida nunca muere. El Señor nos interpela y, en medio de nuestra tormenta, nos invita a despertar y a activar esa solidaridad y esperanza capaz de dar solidez, contención y sentido a estas horas donde todo parece naufragar. El Señor se despierta para despertar y avivar nuestra fe pascual. Tenemos un ancla: en su Cruz hemos sido salvados. Tenemos un timón: en su Cruz hemos sido rescatados. Tenemos una esperanza: en su Cruz hemos sido sanados y abrazados para que nadie ni nada nos separe de su amor redentor. En medio del aislamiento donde estamos sufriendo la falta de los afectos y de los encuentros, experimentando la carencia de tantas cosas, escuchemos una vez más el anuncio que nos salva: ha resucitado y vive a nuestro lado. El Señor nos interpela desde su Cruz a reencontrar la vida que nos espera, a mirar a aquellos que nos reclaman, a potenciar, reconocer e incentivar la gracia que nos habita. No apaguemos la llama humeante (cf. Is 42,3), que nunca enferma, y dejemos que reavive la esperanza. Abrazar su Cruz es animarse a abrazar todas las contrariedades del tiempo presente, abandonando por un instante nuestro afán de omnipotencia y posesión para darle espacio a la creatividad que sólo el Espíritu es capaz de suscitar. Es animarse a motivar espacios donde todos puedan sentirse convocados y permitir nuevas formas de hospitalidad, de fraternidad y de solidaridad. En su Cruz hemos sido salvados para hospedar la esperanza y dejar que sea ella quien fortalezca y sostenga todas las medidas y caminos posibles que nos ayuden a cuidarnos y a cuidar. Abrazar al Señor para abrazar la esperanza. Esta es la fuerza de la fe, que libera del miedo y da esperanza. «¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?». Queridos hermanos y hermanas: Desde este lugar, que narra la fe pétrea de Pedro, esta tarde me gustaría confiarlos a todos al Señor, a través de la intercesión de la Virgen, salud de su pueblo, estrella del mar tempestuoso. Desde esta columnata que abraza a Roma y al mundo, descienda sobre vosotros, como un abrazo consolador, la bendición de Dios. Señor, bendice al mundo, da salud a los cuerpos y consuela los corazones. Nos pides que no sintamos temor. Pero nuestra fe es débil Señor y tenemos miedo. Mas tú, Señor, no nos abandones a merced de la tormenta. Repites de nuevo: «No tengáis miedo» (Mt 28,5). Y nosotros, junto con Pedro, “descargamos en ti todo nuestro agobio, porque sabemos que Tú nos cuidas” (cf. 1 P 5,7).

DIRECTORIO SEMANARIO COMUNIÓN Director responsable: Pbro. Lic. Gabriel Álvarez Hernández. / Diseño: TAG Juan Pablo Castro Alfaro. / Vicario de Pastoral: Pbro. Lic. Rogelio Olvera Vargas. Comisión Diocesana de Pastoral de Comunicación: Pbro. Lic. Gustavo Licón Suárez. / Horario de oficina: de 9:00 a.m. a 2:00 p.m. de lunes a viernes. Reforma No. 48. Centro. C.P. 76000, Santiago de Querétaro, Qro. / Órgano Informativo de la Diócesis de Querétaro, fundado por el señor Obispo, Mons. Mario De Gasperín Gasperín, el 22 de febrero de 1998.

(442) 224-04-96.

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EL MISTERIO DEL SÍ P.PRISCILIANO HERNÁNDEZ CHÁVEZ, CORC.

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a grandeza de toda persona estriba en la elección de la verdad, de la bondad y de la belleza, en la autorrealización de sí en el horizonte del amor pleno que implica la autodonación misma del propio ser en favor de los demás y para gloria del Tú divino, cuyo misterio constituyente y gloria es el amor; el amor de las mutuas donaciones divinas de cada persona divina, en las relaciones intratrinitarias: el Padre se autodona al Hijo, el Hijo al Padre y el Espíritu Santo, don mismo de amor entre ambas.

Aquí se inscribe el misterio radical del “Sí”, en este misterio intradivino, al cual es invitado a participar y vivir a toda persona, imagen y semejanza de este Amor. El “sí” al Padre Creador, es el sí a la vida, el sí de la maternidad, el sí de la paternidad, el si a la naturaleza; el “Sí” del Hijo, es el sí de cumplir en la propia vida la condición filial “he aquí Padre que vengo a hacer tu voluntad”(Heb 10,4-10 ) que ha implicado el misterio de la encarnación, con su vida, su pasión y su muerte, cuya coronación de ese “Sí”, será su resurreción gloriosa, - y todo es la “pascua” del “sí”, su amén, el pleno cumplimiento de las promesas divinas. Su sí es nuestra redención; su sí y la aceptación de este “Sí”, constituye nuestra elelvación al plano divino. El Espíritu Santo es el “Sí” pleno del amor

entre el Padre y el Hijo, que nos involucra en el “Sí” del Hijo para vivir el pleno amor de la entrega como donación de amor en el martirio, en la vida consagrada, en la vida de los esposos,en la vida de familia, en la vida de quien confiesa al Espíritu de amor en su pensar y hacer. La Santísima Virgen María, ha sido y es la Virgen del “Sí”: “hágase en mí según tu palabra” y Aquél que es la Palabra se hizo hombre en el misterio de su propio sí; Él mismo es el “Sí” de Dios. Anunciación y Encarnación del Verbo, es el encuentro de los “síes”, de María y de la Palabra, que fundamentan la esperanza del “sí” de la humanidad al proyecto del amor de Dios, uno y trino.

Aprovechemos la tecnología Por: SEG del Valle

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hora que debemos quedarnos en casa lo más posible para evitar la propagación del COVID-19 la tecnología es uno de nuestros más grandes aliados, ya que la podemos usar para entretenernos, comunicarnos, estudiar y ahora, sobre todo poder ver la Misa o estar virtualmente en Horas Santas. Debemos tener cuidado de no excedernos con el tiempo que pasamos frente a los dispositivos, busquemos también actividades que podamos hacer en familia y no olvidemos hacer ejercicio, aunque sea dentro de la casa. Pero como esta es la sección de tecnología, hablemos un poco más de lo que podemos hacer en estos días de estar en casa con nuestros dispositivos. APRENDER ALGO NUEVO Existen plataformas que ofrecen tutoriales y cursos, tanto de paga como gratuitos, que podemos aprovechar. Claramente en YouTube podemos encontrar millones de videos, pero te comparto también otras páginas que te podrían interesar: https://www.crehana.com/mx/ https://es.coursera.org/ https://www.udemy.com/ https://www.domestika.org https://aprende.org/ La mayoría de estas plataformas también cuentan con aplicaciones móviles.

El “sí” de la Virgen y el “sí” de Jesús, el “sí” de la Iglesia, ha sido el “sí” asumido y prolongado en el “sí” de san Juan Diego, en el “sí” martirial de san José Luis Sández del Río y el “sí” de san Arnulfo Romero , el “sí” de san Juan Pablo II, el “sí” san Juan XXIII, el “sí” san Pablo VI, tan cercanos a nosotros y de nuestros tiempos convulsos; el “sí” de tantos santos y santantas sin retablo de otros tiempos y de ahora. El “sí” que vive contra viento y marea nuestro muy amado Papa Francisco, por quien siempre oramos e invito a que oremos.

INTERNAUTA EVANGELIZADOR

JUGAR EN FAMILIA O ENTRE AMIGOS, A LA DISTANCIA Algunas aplicaciones que podemos descargar para jugar a la distancia con amigos o familiares, o incluso para jugar entre hermanos son: Stop o Basta / Preguntados / Letroca Word Race Búscalas en la App Store o la Play Store. REZAR, ESCUCHAR MISA, ESTAR FRENTE AL SANTÍSIMO. También para esto es útil la tecnología. Ahora que no podemos asistir presencialmente a Misa, podemos hacerlo virtualmente. Son muchas las plataformas y parroquias que están haciendo un gran esfuerzo para que la Palabra de Dios, y su presencia real en el Santísimo Sacramento siga llegando y siendo cercanos a todos nosotros. Algunas de las páginas de Facebook o canales de Youtube que podemos seguir son: Parroquia Jesús de Nazareth: https:// www.facebook.com/JesusdeNazarethQro Parroquia Nuestra Señora de la Esperanza: https://www.facebook.com/NSEParroquia o https://www.youtube.com/channel/UC5F5cq6xQ116IWL6f_ENTTg Flor y Canto Santa María Reina de la Paz: https://www.facebook.com/SMFloryCanto/ o https://www.youtube.com/channel/UC8IxKTxi6tQILG7iM13LMjg …entre otras

En ellos podemos encontrar la Misa diaria, Horas Santas, oraciones como el Rosario, la Coronilla de la Misericordia o la Liturgia de las Horas; Evangelio Didáctico y mucho más. ¡Estemos también al pendiente ahora para la Semana Santa! Estas son algunas recomendaciones para aprovechar al máximo la tecnología en este tiempo en el que #YoMeQuedoEnCasa de manera sana y productiva.

¡Que todo sea para la máxima gloria de Dios!


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Tiempo favorable

Un camino cuaresmal que no sé por dónde me llevará

Rafael Estrada

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a debilidad humana aunada a la concupiscencia propia del hombre, le hace pecar, trayendo como consecuencia la muerte y, en el peor de los casos, la condenación. Pero Dios en su infinito amor, quiere que todos los hombres se salven, por ello, nos llena de su gracia para libremente aceptar su obra salvífica en favor de nosotros. El hombre, como un acto de gratitud hacia Dios, está llamado a emprender su proceso de conversión, así como un estilo de vida cristiana. Jesús mismo fue tentado en el desierto, pero Él ha vencido al tentador en beneficio nuestro. Como Iglesia se nos hace la propuesta de todos los años, durante cuarenta días vivir la Gran Cuaresma como preparación a la celebración del Misterio Pascual de Cristo, centro de nuestra fe. En el año litúrgico, en cada uno de los tiempos que lo componen, el cristiano tiene diferentes oportunidades para crecer en su proceso de vocación hacia la vida cristiana. Cada uno de estos tiempos remarca algo en concreto, muestran algunos medios oportunos para caminar a nuestra salvación. Por lo que refiere a los tiempos y días de penitencia, son llevados a la prácti-

Por José Octavio Hernández Ramírez

E ca cada viernes dentro del tiempo de cuaresma en memoria de la muerte del Señor. En este tiempo, es favorable vivir los ejercicios espirituales, las liturgias penitenciales, las peregrinaciones como signo de penitencia, las privaciones voluntarias como el ayuno, la limosna, la comunicación cristiana de bienes, es decir, las obras de misericordia. El ser indiferentes a la propuesta de vivir la Cuaresma como un tiempo favorable y oportuno, que además

proviene de Dios, es casi equiparable a rechazar el amor que Él nos ha mostrado al dar su vida en la cruz por nuestros pecados, dándonos así la salvación y justificación. Invitados somos a llevar un itinerario de vida en esta Cuaresma, desde el programar una actividad para cada uno de los 40 días (acto humano) y frecuentar los sacramentos (acción divina), para que así, muramos con Cristo para resucitar juntamente con Él y gozar de la vida eterna.

que anuncia la divinización del hombre, hemos sido alejados del ruido, para ser sumergidos en la presencia de Dios; y tercero, por medio del pasaje de la Samaritana, Jesús nos ofrece beber del agua con la cual no volveremos a tener sed. Al encontrarnos en el ombligo de la cuaresma, quiero a invitarte para que analicemos cómo ha sido nuestro recorrido bautismal: ¿realmente hemos cumplido nuestros propósitos planteados al inicio?, ¿hemos practicado el ayuno a lo largo de este tiempo?,

¿hemos puesto en práctica las obras de misericordia? Seguramente tú, al igual que yo, revisando nuestra programación cuaresmal, descubriremos que no hemos sido constantes, y es que a veces nos cuesta ser firmes, y nos es más fácil decir, “un taquito de carne no hace daño”. La invitación es, por tanto, a replantearnos nuestros propósitos, y tratar de vivir de la mejor manera, este tiempo cuaresmal, viviendo y poniendo en práctica lo que la Iglesia nos propone.

¡El ombligo de la cuaresma! Por Alexis Camacho

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os encontramos ya a la mitad de la cuaresma. Seguramente la mayoría de nosotros iniciamos este tiempo de gracia con mucho temple y proponiéndonos varias cosas. Y es que, este tiempo nos da la oportunidad de poner en práctica las obras de piedad propuestas por la Iglesia, es decir, el ayuno, la oración y las obras de misericordia. A mitad de este tiempo cuaresmal es bueno revisar cómo hemos avanzado o nos hemos estancado en este caminar. La cuaresma ha de ser para nosotros un tiempo bautismal, pues en él nos disponemos para ser purificados y lavados por Cristo, en el misterio de la Pascua. En Cuaresma reconocemos nuestras culpas y pecados y suplicamos la redención curativa de Dios, que se nos ofrece con el memorial de su resurrección. Los domingos pasados nos han dado un itinerario de preparación en tres momentos; primero hemos visto la debilidad humana que se ve tentada por el diablo, pero que le vence solo en virtud y de la mano de Jesucristo: Segundo, la transfiguración ha puesto delante de nuestros ojos la gloria de Cristo, que anticipa la Resurrección y

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l tiempo cuaresmal marca el iniciar un proceso de conversión y de cambio. Cuarenta días de esfuerzo, penitencias y lucha contra mis tentaciones para salir victorioso por el gran ejemplo de Jesús que venció al diablo en el desierto. Al comenzar inicie con el pie derecho y mis propósitos los tenía muy presentes, pero al pasar de los días y al ya encontrarme a la mitad, es decir, después de veinte días, es un tiempo oportuno para evaluar ¿Qué es lo que me ha pasado? ¿Por qué he dejado de hacer lo que venía haciendo? ¿Qué es lo que lo ha provocado? Y lo primero que me viene a la mente son las palabras que me dijo un Padre al comenzar este camino, vean esta cuaresma como un proceso bautismal, lo que me remite a los primeros años de vida cristiana y el arduo tiempo de preparación para recibir este sacramento, dónde el creyente se esforzaba por conocer su fe y vivirla de tal manera de ya no volver a pecar, en pocas palabras, creo había un compromiso con todo lo que implica, dando un testimonio con sus obras. Así viendo y reflexionando lo anterior creo puedo descubrir que es lo que me ha pasado. Sencillamente no me he comprometido y mis obras y acciones las he hecho movido por otros motivos que no son los de vivir mi fe, madurarla y aprovechar este tiempo en que se me invita a reconocer mis faltas y retornar el camino que comenzó en mi bautismo, un camino de fe para alcanzar la salvación. Es pues un alto y una llamada de atención para mi vida en que me encuentro, una exhortación nueva a recoger mis cosas aun estando medio noqueado y seguir adelante en nombre de Dios.


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n aquel tiempo, se encontraba enfermo Lázaro, en Betania, el pueblo de María y de su hermana Marta. María era la que una vez ungió al Señor con perfume y le enjugó los pies con su cabellera. El enfermo era su hermano Lázaro. Por eso las dos hermanas le mandaron decir a Jesús: “Señor, el amigo a quien tanto quieres está enfermo”. Al oír esto, Jesús dijo: “Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella”. Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Sin embargo, cuando se enteró de que Lázaro estaba enfermo, se detuvo dos días más en el lugar en que se hallaba. Después dijo a sus discípulos: “Vayamos otra vez a Judea”. Los discípulos le dijeron: “Maestro, hace poco que los judíos querían apedrearte, ¿y tú vas a volver allá?” Jesús les contestó: “¿Acaso no tiene doce horas el día? El que camina de día no tropieza, porque ve la luz de este mundo; en cambio, el que camina de noche tropieza, porque le falta la luz”. Dijo esto y luego añadió: “Lázaro, nuestro amigo, se ha dormido; pero yo voy ahora a despertarlo”. Entonces le dijeron sus discípulos: “Señor, si duerme, es que va a sanar”. Jesús hablaba de la muerte, pero ellos creyeron que hablaba del sueño natural. Entonces Jesús les dijo abiertamente: “Lázaro ha muerto, y me alegro por ustedes de no haber estado allí, para que crean. Ahora, vamos allá”. Entonces Tomás, por sobrenombre el Gemelo, dijo a los demás discípulos: Vayamos también nosotros, para morir con él”. Cuando llegó Jesús, Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro. Betania quedaba cerca de Jerusalén, como a unos dos kilómetros y medio, y muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María para consolarlas por la muerte de su hermano. Apenas oyó Marta que Jesús llegaba, salió a su encuentro; pero María se quedó en casa. Le dijo Marta a Jesús: “Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora estoy segura de que Dios te concederá cuanto le pidas”. Jesús le dijo: “Tu hermano resucitará”. Marta respondió: “Ya sé que resucitará en la resurrección del último día”. Jesús le dijo: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y todo aquel que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees tú esto?” Ella le contestó: “Sí, Señor. Creo firmemente que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo”. Después de decir estas palabras, fue a buscar a su hermana María y le dijo en voz baja: “Ya vino el Maestro y te llama”. Al oír esto, María se levantó en el acto y salió hacia donde estaba Jesús, porque él no había llegado aún al pueblo, sino que estaba en el lugar donde Marta lo había encontrado. Los judíos que estaban con María en

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Quinto domingo de Cuaresma CICLO A Pbro. José Luis Salinas Ledesma

la casa, consolándola, viendo que ella se levantaba y salía de prisa, pensaron que iba al sepulcro para llorar allí y la siguieron. Cuando llegó María adonde estaba Jesús, al verlo, se echó a sus pies y le dijo: “Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano”. Jesús, al verla llorar y al ver llorar a los judíos que la acompañaban, se conmovió hasta lo más hondo y preguntó: “¿Dónde lo han puesto?” Le contestaron: “Ven, Señor, y lo verás”. Jesús se puso a llorar y los judíos comentaban: “De veras ¡cuanto lo amaba!” Algunos decían: “¿No podía éste, que abrió los ojos al ciego de nacimiento, hacer que Lázaro no muriera?” Jesús, profundamente conmovido todavía, se detuvo ante el sepulcro, que era una cueva, sellada con una losa. Entonces dijo Jesús: “Quiten la losa”. Pero Marta, la hermana del que había muerto, le replicó: “Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días”. Le dijo Jesús: “¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?” Entonces quitaron la piedra. Jesús levantó los ojos a lo alto y dijo: “Padre, te doy gracias porque me has escuchado. Yo ya sabía que tú siempre me escuchas; pero lo he dicho a causa de esta muchedumbre que me rodea, para que crean que tú me has enviado”. Luego gritó con voz potente: “¡Lázaro, sal de allí!” Y salió el muerto, atados con vendas las manos y los pies, y la cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo: “Desátenlo, para que pueda andar”. Muchos de los judíos que habían ido a casa de Marta y María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él. Palabra del Señor

REPASAR EL TEXTO LEÍDO ¿Quién era Lázaro y qué le sucedió? vv.1-2 ¿Qué mandaron decir a Jesús las hermanas de Lázaro? v.3 ¿Qué

respondió Jesús cuando le avisaron? v.4 ¿Por qué se alegra Jesús de no haber estado con Lázaro antes de morir? v.15 ¿Qué dijo Marta a Jesús cuando éste llegó? vv.21-22 ¿Cómo se autoproclama Jesús? vv.25-26 ¿Qué le dijo María a Jesús cuando lo vio? v.32 ¿Qué sucedió a Jesús cuando la vio llorar? v.33 ¿Qué dijeron los judíos cuando vieron llorar a Jesús? v.36 ¿Cuál fue la oración de Jesús al Padre? vv.41-42 ¿Qué dijo Jesús con fuerte voz y qué sucedió?

vv.43-44 ¿Qué sucedió con muchos judíos cuando vieron lo que Jesús hizo? v.45

EXPLICACIÓN DEL TEXTO Este texto se encuentra en la sección 11,1-12,50, con la que el evangelista san Juan concluye la primera parte de su evangelio. Aquí se presenta el último y mayor de los signos especiales que realiza Jesús “la muerte y la vida”. Este milagro cumple lo que había enseñado Jesús en 5,28: “Llega la hora en que todos los que estén en los sepulcros oirán su voz”. Es un signo de la resurrección final y de la resurrección del pecado a la gracia que tiene lugar en el alma del creyente. Dado su carácter de signo de este milagro, Lázaro aparece en todo momento no sólo como una figura histórica, sino como representando al cristiano, al que cree en Cristo, lo mismo que el discípulo al que Jesús amaba. San Juan explica que no es la falta de amor a Lázaro o a sus hermanas lo que hizo retrasar el momento de que Jesús acudiera a ellos, el resultado de esta enfermedad no será la muerte sino la gloria de Dios. Jesús no se alegra por la muerte de Lázaro, sino porque sirve de ocasión para confirmar la fe de los discípulos. Cuatro días en el sepulcro explican la efectividad de la muerte de Lázaro. Una creencia judía contemporánea afirmaba que el alma del muerto permanecía tres días en la vecindad del sepulcro y luego partía. Este signo tiene lugar el séptimo día después del anuncio de la enfermedad de Lázaro, lo que significa que inicia una nueva creación. En su oración, Jesús, da gracias al Padre para destacar la verdad de que en sus obras no es él simplemente un hombre investido de poderes milagrosos, sino un enviado del Padre de la vida. Irónicamente, la gran ilustración de la vida que Jesús ha enseñado, da como resultado una decisión de muerte por parte de sus enemigos. La fe incipiente fundada en milagros nos siempre conduce a una verdadera aceptación de Jesús.

pascua Judía, sino de la pascua personal, se acerca la hora de pasar de este mundo al Padre con el sacrificio de su propia vida. A la luz de esta palabra y en compañía de Jesús, la enfermedad y la muerte no tienen la última palabra. Ambas son superadas por el autor de la misma vida, que es capaz de curar al enfermo y de despertar al que duerme. Los peligros de la vida no son graves si se camina durante el día, caminando en la luz de Cristo. La obra salvadora de Jesús es glorificación del Padre. La glorificación es el reconocimiento de la acción de Dios a través de su Hijo y la respuesta de aceptación del hombre por medio de la fe en el Hijo. El creyente entra en la posesión de la vida, en la plenificación vital que Dios, autor de la vida, regala a los creyentes, en el momento de aceptar la fe en su enviado, y la consumación de la misma a partir del instante de su muerte. La muerte física es destino común de la humanidad, pero la fe en Cristo restituirá al creyente la vida en la resurrección. Más aún, para el creyente ya tienen lugar los efectos de esta resurrección en una “escatología realizada”. El creyente posee desde ahora la vida eterna o verdadera, la muerte física en nada le puede afectar realmente. La vida divina anticipada en el creyente es creadora de paz, de seguridad, de libertad, de alegría. Estamos destinados no al aniquilamiento con la muerte, sino a la comunión con el Hijo y el Padre. Jesús el Hijo de Dios ha vivido su muerte violenta como donación de la propia vida a los hermanos: en él nos es ofrecida ahora la posibilidad de ser libres del miedo de la muerte, que nos mantiene esclavos en el egoísmo, para vivir como él, en el amor. Esta es la vida eterna, la vida plena que el Hijo ha venido a traer a los hermanos..

COMPROMISO PERSONAL Y COMUNITARIO Mirar

MEDITACIÓN DEL TEXTO

con caridad al hermano que está fallando o viviendo en la muerte del pecado y acercarme para compartir de la vida de Dios. Nunca rechazar a una persona por el hecho de que está en una situación de pecado, al contrario compartir la alegría que se experimenta vivir con Cristo. Trabajar por la comunión de la pequeña comunidad o la familia, evitando las acciones que van contra la vida del otro. Tomar conciencia de la necesidad de la misión para anunciar a Jesús misericordioso que quiere dar vida eterna a los alejados. Organizar una obra de caridad llevando alimento a los más necesitados.

(Cada uno comparte su reflexión) Jesús va camino a Jerusalén, sube a la celebración de la pascua, ya no de la

TERMINAR ORANDO EL PADRE NUESTRO


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Por Silvia del Valle

Por el bien de todos, nos quedamos en casa.

¿Qué puedo hacer?

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nte la situación de contingencia por la pandemia del COVID-19 nos han recomendado que nos quedemos en casa. Tengo un amigo en España que me acaba de escribir para decirme que nosotros, en México, estamos como estaban ellos hace un mes; que debíamos aprender de ellos y adoptar las medidas que ellos han tomado antes de que las cosas se pongan más difíciles. Es por esto que he tomado la determinación de quedarnos en casa, a menos de que sea indispensable. Y vienen aquí una situación que para muchos tiene cara de problema ¿Qué hago con mis hijos tanto tiempo en casa? Aquí te dejo mis 5 Tips para pasar en familia estos días en casa.

3 Hagan un plan de actividades para este tiempo. Los primeros días puede ser muy sencillo todo porque nuestros hijos sentirán que están de vacaciones, pero en realidad no es así. Es necesario adecuar nuestro tiempos para tener actividades variadas dentro de casa. Podemos hacer un horario del día para coordinar los trabajos o también podemos programar varias actividades al día y dejar un poco flexibles los tiempos para cada actividad según la disposición de nuestros hijos. ¿Qué actividades podemos realizar? Podemos organizar un cine club y ver películas que tengan algún mensaje positivo, que fomenten valores o que nos ayuden a acrecentar nuestra fe. También podemos tener momentos de lectura, tanto familiar como personal, quizá podamos incluir momentos para realizar manualidades y por supuesto, momentos para estudiar o por lo menos repasar lo que se ha visto en la escuela. Los tiempos de juego en los dispositivos electrónicos o consolas deben estar muy bien regulados para evitar que nuestros hijos caigan en excesos. También podemos propiciar los juegos de mesa que nos ayudan a la convivencia familiar y un sano esparcimiento.

1 Explícales a tus hijos lo que está pasando. Es tiempo de guardar no de vacaciones. Para evitar el caos es necesario que todos tengamos claro lo que está pasando y nuestros hijos también deben comprender que estamos en un periodo de contingencia y no de vacaciones. Es por esto que no es bueno salir a lugares públicos para diversión, tampoco debemos asistir a lugares con muchas personas y mejor quedarnos en casa. Es importante explicarles que la obediencia es vital para evitar contagiarnos y pasar momentos difíciles. No siempre es fácil obedecer, pero en este caso es de vital importancia hacerlo.

4 Es necesario adecuar los

COMUNIÓN @SilviaMdelValle @smflorycanto

2 Estén atentos de las indicaciones que se vayan dando. Conforme vaya avanzando el tiempo, las condiciones van a ir cambiando pues habrá mas casos y se volverá más estricto el control. Así que debemos estar atentos y dispuestos a acatar las indicaciones por el bien de todos. Esto nos lleva a hablar con nuestros hijos para formarlos en la generosidad, esa capacidad de trabajar por el bien de los otros, aunque debamos sacrificar un poco nuestra comodidad o bienestar.

5 Hagan oración en familia.

espacios en casa y los roles. Como estaremos más tiempo dentro de casa, es necesario adecuar los espacios para que nuestros hijos tengan más comodidades y no se sientan asfixiados en casa. Si tenemos hijos pequeños, quizá sea bueno guardar los objetos que se pueden romper y para evitar accidentes. Por otro lado, con nuestros hijos en casa se nos reduce el tiempo para realizar las labores propias de las mamás, por lo que debemos hacer roles para que todos cooperemos en tener la casa en orden, por eso podemos hacer una lista de las tareas que debemos realizar para asignarles responsables de acuerdo a la edad de nuestros hijos y a sus capacidades y gustos. También esta puede ser una actividad para convivir y servir en familia, solo es cuestión de darle el sentido adecuado a todo esto.

Y tú ¿estás dispuesto a quedarte en casa?

Cuando las cosas están mal, como ahora, debemos voltear los ojos a Dios y pedirle que nos ayude a superar nuestros problemas. Una oración nos puede ayudar mucho, pero la oración en familia es mucho mejor. Primero tenemos el DETENTE, que es una imagen del Sagrado Corazón de Jesús que al rededor tiene la frase “Detente, el Corazón de Jesús esta conmigo” podemos imprimirla y ponerla en un lugar visible para todos los miembros de nuestra familia. Además esta la jaculatoria, “Jesús, en tí confío” estas dos pequeñas oraciones nos pueden ayudar si las decimos muchas veces al día, cada vez que nos sentimos angustiados o con poca fe. Hace tiempo, cuando hubo una epidemia de peste en Marsella, se repartieron miles de estas imágenes por toda la ciudad y la peste cesó, por la fe de las personas y la intercesión del Corazón de Jesús. Otra oración eficaz es el Santo Rosario, que si lo rezamos en familia puede ser hasta divertido. Para los pequeños podemos preparar algunas hojas para que iluminen mientras rezamos. Si son mas grandes nuestros hijos, podemos ponerles canciones entre cada misterio para que no sea tan cansado para ellos. Si ya son jóvenes nuestros hijos, podemos hacer una pequeña

meditación de cada misterio que nos ayude a profundizar en lo que estamos rezando. Pero lo que no puede faltar es hacer un ofrecimiento, desde el corazón, de nuestra oración para que Dios nos ayude a superar esta prueba que nos ha tocado vivir y que ademas, nos proteja de la enfermedad y nos ayude a no perder la fe en estos tiempos de crisis. Otra forma de hacer oración es leer la Biblia y meditar juntos lo que Dios nos va diciendo en cada capítulo. Los más grandes pueden ayudar a leer, los más pequeños pueden hacer algo dibujo de lo que van comprendiendo y todos podemos hacer Lectio Divina y hacer un propósito de acción para llevar a la vida lo que hemos leído y orado. Por último, te comparto que yo me quedo en casa para poner un granito de arena en la solución de esta enfermedad que estará afectando a tantas personas. Y además, obedeceré lo que mi obispo indique que será lo mejor para estos tiempos, ya que, aunque no me guste mucho lo que nos pida, la obediencia es la virtud de los santos y el que obedece no se equivoca. Estoy segura que si por algo, las indicaciones no son las mejores, con nuestra obediencia y ofreciendo nuestros actos a Dios, Él nos ayudará y nos dará la gracia para salir sanos y salvos de esta situación


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