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OMUNIÓ Órgano Informativo de la Diócesis de Querétaro
La Comunicación, hace la Comunión
No. 1164 Año 23 | 14 de junio de 2020
Puede regresar la cuarta parte de un todo?
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a desde ayer jueves conocimos la noticia de que el próximo miércoles 17 se abrirán los templos a un 25 por ciento de su capacidad… ¡¡¡sin celebraciones!!!
Esta noticia fue causa de alegría para muchos porque se hacía pública la fecha de reapertura de los templos, pero leyéndola (0 escuchándola) con más atención, porque la euforia inicial nos había cegado (o ensordecido), empezamos a cuestionarnos sobre el alcance que podían tener los términos de esta declaración. Me explico mejor, estimado lector. Otros rubros estarán abiertos al 50 por ciento como en los casos de restaurantes, se entiende que su capacidad podrá alcanzar la mitad de los comensales posibles, pero nunca pensaríamos que las personas entran a un restaurnate para ver el menú y, después de un rato de amena plática, salen sin que hayan degustado los alimentos que ahí se prepran y se ofrecen. Los templos se abrirán para convertirse en lugares de turismo, a una cuarta parte de su capacidad obviamente, o tal vez en museos donde se diga de ellos que “ahí se reunía mucha gente”. Estoy convencido de que la Iglesia debe observar las normas de salud por un simple sentido común, pero que también tiene como misión salvar almas y cuerpos para la eternidad. En estos dos puntos caben todas las opiniones y discursos posibles, desde aquellos que reclaman su participación asidua a los sacramentos como el de la Eucaristía dominical y diaria, hasta los que no tienen problema en seguir las transmisiones por redes sociales en dispositivos electrónicos. En este espectro hasta los indiferentes se encuentran incluidos porque la indiferencia es una postura muy definida ante la religión y la relación con Dios que ésta pretende. ¿Puede regresar la cuarta parte de un todo? No nos rasguemos las vestiduras innecesariamente. Consideremos que el 100 por ciento nunca ha estado presente y que el anuncio no nos toma desprevenidos en cuanto a que debe haber un proceso gradual para el retorno a la “sana normalidad” que, parece, ya nunca será normal para nosotros. Cubrebocas, sanitización, gel antibacterial y la presencia de otros “accesorios” semejantes se tendrán que hacer presentes en nuestra vida cotidiana para cuidar la salud de unos, otros y nosotros al mismo tiempo que batallamos para recuperar nuestros espacios y tiempos en la práctica de la fe que encuentra un ambiente natural de desarrollo en nuestros templos.
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