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N
OMUNIÓ Órgano Informativo de la Diócesis de Querétaro
La Comunicación, hace la Comunión
No. 1168 Año 23 | 12 de julio de 2020
Cambiando
velocidad para adaptarnos
Y
, después de la pandemia, ¿qué? Nos preguntábamos hace algunos meses e imaginábamos los panoramas del reencuentro donde todos felices nos abrazábamos y continuábamos con nuestra vida como si nada… tal vez pecamos de ilusos porque esta cuarentena si resultó en cuarenta que se ha multiplicado por tres y que se prolongará indefinidamente. Algunos dicen que ya pronto veremos la luz, pero eso significa que aún estamos completamente inmersos en la oscuridad del túnel del que, parece, ni siquiera vemos las paredes y ya no sabemos si caminamos hacia la salida o vamos en franco retroceso. Nuestro cuerpo es adaptable, han empezado las lluvias y las mañanas frescas y se hace necesario desempolvar la ropa gruesa, las chamarras y los impermeables. El proceso evolutivo del hombre ha tenido siglos inmemoriales de adaptación y, aquí estamos. Habrá que continuar la adaptación, ahora como un gran brinco, así como lo exige la circunstancia de la pandemia. Usamos cubrebocas, no tenemos concentraciones masivas, cuidamos el añorado contacto con la gente… El único panorama que se vislumbra como remedio a la actual situación es el descubrimiento y ejecución de una vacuna efectiva. Mientras tanto, en la Iglesia, nos seguimos adaptando: a cuidar nuestra fe y espiritualidad cada día a través de plataformas de comunicación social, entrando al templo puntuales para cumplir con un protocolo estricto de prevención, haciendo reservación para participar en la misa dominical y agendando la cita para mi confesión… Los cristianos del siglo primero, y de otros siglos, tenían grandes retos para vivir su fe. Hoy nos toca una estafeta de adversidad e incomodidad, por decir lo menos, o de dolor y muerte para ocupar la expresión de una realidad que cada vez es más cercana y común. Este relevo exige de nosotros, los cristianos del siglo XXI, adaptarnos y cambiar de velocidad buscando el ritmo que nos marca la voluntad de Dios.