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OMUNIÓ Órgano Informativo de la Diócesis de Querétaro
La Comunicación, hace la Comunión
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13 de diciembre de 2020 No. 1190 Año 23
Celebremos nuestra fe E
s verdad que la pandemia se ha convertido en una ocasión perfecta para que las autoridades nos digan todo lo que debemos hacer: desde los protocolos por si nos enfermamos, hasta el uso del cubre bocas y la medida de una sana distancia. Sigo afirmando que estas indicaciones persiguen la salud como bien mayor. Pero, ¿cómo decirles a los que no han podido dejar de trabajar que se recluyan en sus casas y que no salgan para nada cuando deben salir cada día a fin de buscar el diario sustento? No es que las autoridades estén mal, lo que pasa es que el COVID ha acentuado lo que ya de por sí era evidente, la falta de empleo digno y bien remunerado, el escaso poder adquisitivo por la permanente crisis que vive el país, la casi nula capacidad de ahorro para enfrentar imprevistos y la poca disciplina que algunos tenemos para cuidar nuestra salud y la de quienes nos rodean. ¿Le es lícito a nuestras autoridades el promover el “buen fin” y disminuir la presencia de los fieles en la misa hasta porcentajes ínfimos? Si buscamos acelerar la economía y reducir el número de contagios respectivamente, entonces son buenas medidas. Pero, si necesitamos buscar a Dios, nutrir nuestra fe y alimentarnos con la Palabra de Dios y el Cuerpo de Cristo, entonces necesitamos los templos abiertos y un amplio horario de misas que nos permitan saciar nuestra vocación de infinito. He visitado muchos templos y en la inmensa mayoría, no en todos, se siguen puntualmente las indicaciones dadas para las celebraciones. Tres cosas a la entrada: gel antibacterial, sanitizar el calzado y revisar la temperatura. Dentro del templo y durante la celebración el uso del cubre bocas y la sana distancia. Donde yo asisto se hace reservación con antelación para no exceder el cupo permitido, nos dan un número de banca y hay que llegar minutos antes de la hora de inicio. Así están los que deben y quieren estar. La gente puede contagiarse en cualquier sitio, pero también creo que, respetando las indicaciones claramente establecidas, es mucho menor la posibilidad de contagio en el templo y sin que suene a un complot muy elaborado, no se puede, no se debe impedir las celebraciones de nuestra fe de forma presencial ahora que es cuando más falta y más bien nos hacen.
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3° DOMINGO DE ADVIENTO « Testigos » Jn 1, 6-8.19-28
DIRECTORIO SEMANARIO COMUNIÓN Obispo Diocesano Mons. Fidencio López Plaza. Director responsable Pbro. Lic. Gabriel Álvarez Hernández. Diseño TAG Juan Pablo Castro Alfaro. Vicario de Pastoral Pbro. Lic. Rogelio Olvera Vargas. Comisión Diocesana de Pastoral de Comunicación Pbro. Lic. Gustavo Licón Suárez. Órgano Informativo de la Diócesis de Querétaro, fundado por el señor Obispo, Mons. Mario De Gasperín Gasperín, el 22 de febrero de 1998. Horario de oficina: De 9:00 a.m. a 2:00 p.m. de lunes a viernes. Reforma No. 48. Centro. C.P. 76000 Santiago de Querétaro, Qro.
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Semanario Comunión Querétaro.
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La medida del amor es amar sin medida. San Agustín
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n el evangelio de hoy encontramos una confesión del profeta Juan el Bautista sobre Jesús, quien se reconoce como la voz que grita en el desierto: «Un hombre enviado por Dios para dar testimonio de la luz». Pero además aclara con humildad, que él no es el Mesías, sino que viene detrás de él para salvar a la humanidad. El Mesías, la luz verdadera, es Jesús. Por ello, se le describe como testigo desde el comienzo del evangelio. Y precisamente la palabra testimonio es clave en todo el evangelio de San Juan, ya que ningún otro libro del Nuevo Testamento presenta tan claramente a Jesús de Nazaret como el revelador, el testigo, el que da testimonio del Padre. Juan Bautista podría haber dado otras respuestas que lo engrandecieran, sin embargo, él dijo que era «la voz que grita en el desierto», que se vacía en su mensaje. Y es precisamente aquí donde está su grandeza. Juan es el hombre que se pierde en su
relación con el otro, que es el Mesías. No vive para sí. Vive para el que viene detrás. Es la voz que anuncia la llegada de la Palabra, la flecha indicadora, el testigo, el preparador del camino. Juan se define más por su relación que por su nombre. Es aquí donde nos enseña que cada cristiano tendríamos que identificarnos por nuestra relación con Cristo. Juan Bautista no se arroga falsas identidades: no es Elías, ni el Profeta o segundo Moisés, sino que reconoce lo que es: «Una voz…». Carece de investidura oficial y títulos. Él «solo bautiza con agua» y no se considera digno de desatar las correas de las sandalias de quien viene detrás de él. Pero, su debilidad y humildad, no le quitan la fueza ni le hacen acobardarse. Proclama lo que tiene que anunciar, hasta la muerte. Así son los profetas de la Buena Noticia, ayer y hoy. Tienen la autoridad que les da la verdad y el testimonio de una vida y una palabra de coherencia. Para el profeta vale más la verdad que la vida. Poner en acto la verdad que nos viene
de dentro, es tremendamente arriesgado y para algunos resulta molesto y hasta un estorbo. Por eso lo aniquilaron; esto lo testifican los mártires de ayer y de hoy. Sin embargo, es la única manera de ser testigos de la luz, de Dios y de su evangelio. Cada uno de nosotros tiene una identidad y su historia, y hoy se nos invita a tener la valentía de reconocer, que a pesar de nuestros errores e incoherencias somos importantes para Dios, alguien amado por él hasta encarnarse por nosotros, y quedarse a nuestra disposición oculto entre nosotros. Nada hay más profundo y al mismo tiempo más consolador que este mensaje de Adviento, porque nos ayuda a ver que en toda circunstancia somos amados por Dios. Tomar conciencia de todo esto, nos da la posibilidad de estar en los caminos de la misión para anunciar, como Juan el Bautista, el núcleo del mensaje del evangelio: el amor de Dios.
Amén
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REMOVER LOS OBSTÁCULOS PARA EL ENCUENTRO CON DIOS POR: P. Prisciliano Hernández Chávez, CORC
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odo ser humano, de diversas maneras, está en el proceso de la búsqueda de Dios; a veces en la búsqueda de un ‘absoluto’, que identifica de diversos modos, aunque no propiamente lo considere un ser personal. Se trata de atender al ser humano en su totalidad y en su particular unidad, como cuerpo vinculado a un alma o como espíritu encarnado. Aquí podríamos inscribir la denominación de “homo religiosus”, el hombre como esencialmente un ser religioso. En este tiempo de Adviento, en la liturgia católica, se nos invita a vivenciar a Cristo como clave irrepetible y clave absoluta de la historia humana, como el alfa y la omega del universo, de la misma historia y del mismo hombre, en ese proceso del Logos o Verbo eterno que trasciende el espacio y el tiempo, omnipresente, que asume una condición humana, naturaleza humana completa, y se ubica en el espacio y en el tiempo de la historia, para buscar hoy nuestro encuentro con él. Tan cercano como el portal de Belén, tan extremadamente tierno como el Niño Jesús, con María su Madre y san José, su padre protector, y entre un buey y una mula, para recordar a Israel y los gentiles. De aquí la importancia de la Navidad y del ‘Nacimiento’ en los hogares cristianos. Los obstáculos para nuestro encuentro con Jesucristo son de distinta índole, como el tiempo. Ya pasaron más de dos mil años; es un acontecimiento demasiado lejano. La liturgia nos permite atraer a nuestra memoria y corazón ese hecho significativo: recordar es volver a ponerlo en el corazón. Pero quizá lo importante además de lo litúrgico y de las razones que pudiéramos aducir, nos lo recuerda san Bernardo en ese adviento ‘intermedio’, después del primer
adviento histórico, los mil años del Antiguo Testamento, y el adviento propio de la segunda venida en la consumación del tiempo. Este adviento intermedio se da cuando observamos aquello de “Si alguien me ama, cumplirá mis palabras, y el Padre lo amará y vendremos a él y pondremos nuestra morada en él” (Jn 14,23); es decir si através de la oración, de la limpieza de conciencia, en una práctica efectiva de la misericordia, se vive ese proceso como lo describe santa Teresa en ‘las Moradas’ o san Juan de la Cruz en ‘la Súbida al Monte Carmelo’, entonces se dará ese encuentro progresivo con Dios en Cristo y en Cristo con el Dios unitrino, hasta llegar a la divina unión que es ‘sentir’ la comunión con las tres
divinas personas. A veces la rutina de las prácticas religiosas realizadas de modo mecánico y superficial, pueden llevar a un hartazgo y aburrimiento, porque falta profundidad en el encuentro sincero con Dios, en la hondura del corazón y de la conciencia. Qué razón tenía Simone Weil (1909-1943) cuando afirmaba que “donde falta el deseo de encontrarse con Dios, allí no hay creyentes, sino pobres caricaturas de personas que se dirigen a Dios por miedo o por interés”. “Preparar el camino al Señor” (Mc 1,1-8), implica esa sincera disposición para que actúe en verdad el Espíritu
Un fondo de pantalla diferente para cada contacto Por: SEG del Valle
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on la última actualización de WhatsApp llegaron algunas novedades importantes, entre ellas que ahora podemos poner un fondo de pantalla diferente en cada chat. Dentro de la aplicación, en configuración o ajustes, en la opción de chats podemos escoger un fondo general, como siempre lo hemos hecho. Y para poner los personales, lo único que tenemos que hacer es entrar al chat al que queramos cam-
biarle el fondo, abrir el menú el chat (En Android son los tres puntitos en la esquina superior y en iPhone es tocando el nombre del contacto) y buscar la opción de “Fondo de pantalla” o “Fondo de pantalla y sonido”. Es ahí donde podremos seleccionar un fondo de los que WhatsApp nos ofrece o una foto que tengamos en nuestro celular, para esa conversación. Recuerda, debes tener instalada la última actualización de WhatsApp para tener esta función.
Santo; no temer a pasar por la etapa del “desierto”, como privación de muchas cosas innecesarias y hacer el silencio interior. A veces se teme a cambiar el castillo del ‘ego’, por la simpleza de la choza del ‘yo’; se tiene miedo al amor de la total entrega, condición de la plena realización humana y cristiana. Cada cual tenemos nuestros obstáculos concretos para encontrarnos con Dios: pasiones desordenadas, saturación de información intrascendente, corazón herido, etc. Es el Señor el que viene a salvarnos. Hemos de desear fervientemente la salvación. Así se dará el encuentro de Dios en Cristo, tan esperado, tan anhelado, tan soñado, por nosotros.
INTERNAUTA EVANGELIZADOR
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El Papa Francisco convoca a un año dedicado a san José Carta apostólica ‘Patris corde’ LARISSA I. LÓPEZ
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través de la Carta Apostólica Patris corde (Con corazón de padre), el Papa Francisco recuerda el 150 aniversario de la declaración de san José como Patrono de la Iglesia Universal y, con motivo de esta ocasión, a partir de hoy y hasta el 8 de diciembre de 2021 se celebra un año dedicado especialmente a él. Además, por medio de un Decreto y de acuerdo con la voluntad del Santo Padre, la Penitenciaría Apostólica ha decidido conceder la Indulgencia Plenaria hasta el 8 de diciembre de 2021 en las condiciones habituales: confesión sacramental, comunión eucarística y oración según las intenciones del Papa. Figura extraordinaria y humana En esta Carta Apostólica el Santo Padre habla de la importancia de esta “figura extraordinaria, tan cercana a nuestra condición humana” e indica cómo la pandemia de COVID-19 ha demostrado que “nuestras vidas están tejidas y sostenidas por personas comunes —corrientemente olvidadas— que no aparecen en portadas de diarios y de revistas, ni en las grandes pasarelas del último show pero, sin lugar a dudas, están escribiendo hoy los acontecimientos decisivos de nuestra historia: médicos, enfermeros y enfermeras, encargados de reponer los productos en los supermercados, limpiadoras, cuidadoras, transportistas, fuerzas de seguridad, voluntarios, sacerdotes, religiosas y tantos pero tantos otros que comprendieron que nadie se salva solo. […]”, señala Francisco. “Todos pueden encontrar en san José —el hombre que pasa desapercibido, el hombre de la presencia diaria, discreta y oculta— un intercesor, un apoyo y una guía en tiempos de dificultad”. San José “nos recuerda que todos los que están aparentemente ocultos o en ‘segunda línea’ tienen un protagonismo sin igual en la historia de la salvación. A todos ellos va dirigida una palabra de reconocimiento y de gratitud”, se lee en el documento.
Aquí puede encontrar usted el documento completo: http://www.vatican.va/content/francesco/es/apost_letters/documents/papa-francesco-lettera-ap_20201208_patris-corde.html
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LA FAMILIA ANTE EL ENFERMO TERMINAL POR: Pedro Trevijano Etcheverria
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a muerte no es el final de todo, sino el paso necesario hacia la plenitud de la vida. Pensar en ella de cuando en cuando nos hace más realistas y nos ayuda a valorar las cosas que realmente valen la pena y darnos cuenta de que tantas veces nos preocupamos por niñerías. Es bueno irse preparando a la muerte con la paz en el corazón, tratando de superar con la esperanza el temor que nos ocasiona y concediendo una mayor atención a las cosas de Dios y a la acción del Espíritu en nosotros, sin olvidar los asuntos temporales. Nuestra muerte debe ser esperada y preparada como el acto de amor supremo y de entrega total y confiada a Cristo. El haber bien vivido la vida hace al enfermo más sereno ante la cercanía de la muerte, lo mismo que cuando el enfermo se ha preparado con plena conciencia para el encuentro con Dios por la recepción de los sacramentos. Pero también el enfermo puede hasta el último momento aportarnos ayuda y afecto, por su calma y coraje para soportar los sufrimientos. La familia es el lugar natural del ocaso de la vida. El enfermo necesita sobre todo cariño y afecto. Para ellos es muy importante la compañía de los seres queridos pues necesita sentirse querido y acompañado. Tenemos que saber «perder nuestro tiempo»
con los enfermos graves. Sería muy de desear que las personas ancianas y las afectadas por una enfermedad crónica, puedan permanecer en sus hogares y reciban para ello en sus domicilios todas las ayudas que puedan necesitar. Conviene tener las cosas bien preparadas, con unos papeles y testamento muy claros, a fin de que las consecuencias de nuestro fallecimiento no sean motivos de desunión para nuestros familiares. El informar sobre el próximo fallecimiento es un deber de los familiares cercanos, quienes han de hacerlo antes que el enfermo pierda la cabeza, ya que la muerte es algo de enorme importancia en nuestra existencia y por ello tenemos el derecho de ser informados sobre su proximidad, así como el deber de prepararnos a ella adecuadamente como cristianos que somos. Dios quiere que nos salvemos, pero no quiere forzarnos y respeta nuestra libertad si lo rechazamos. Es indiscutible que en ese momento no nos arrepentiremos de haber amado a Cristo, y sí de no haber sido mejores. La muerte posee su dignidad. La fe en la resurrección cambia nuestra manera de ver la enfermedad y la muerte. Gracias a la fe el creyente descubre que la muerte es el paso, ciertamente difícil y doloroso de esta
vida a la vida verdadera. La muerte de los seres queridos se transforma en esperanza de resurrección, pues donde desaparece la presencia carnal y afectiva, es posible descubrir otra presencia, porque el amor vivido en Dios crea un lazo de eternidad. Cuando alguien muere, es un hijo de Dios, una persona humana la que muere. Es indiscutible que todos vamos a tener que enfrentarnos con la muerte, pero como la existencia de cada uno de nosotros es limitada y frágil, nos consuela el pensamiento de que, por el alma espiritual, sobrevivimos incluso a la muerte. Además la fe nos abre a una «esperanza que no defrauda» (cf Rom 5,5), indicándonos la perspectiva de la resurrección final. «En el cuidado del enfermo terminal es central el papel de la familia. En ella la persona se apoya en relaciones fuertes, viene apreciada por sí misma y no solo por su productividad o por el placer que pueda generar. En el cuidado es esencial que el enfermo no se sienta una carga, sino que tenga la cercanía y el aprecio de sus seres queridos. En esta misión, la familia necesita la ayuda y los medios adecuados». (Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta «Samaritanus Bonus» V, 5, 14-VII-2020).
Recordemos que en el Credo profesamos nuestra fe «en la resurrección de la carne y en la vida eterna», vida eterna feliz, que sucederá cuando tras nuestra muerte se realice en nosotros la palabra del evangelio «entra en el gozo de tu Señor» (Mt 25,21), ese Señor que ha venido a nosotros tantas veces en la Eucaristía y que supondrá nuestro encuentro definitivo con el Dios que es Amor. Si en esta vida hemos realizado el mandamiento del amor a Dios, al prójimo y a mí mismo, mi vida habrá estado llena de sentido y no tendré por qué temer ese encuentro con un Dios que me ama infinitamente y podré ir hacia Él lleno de paz y serenidad.
El Penitenciario Mayor recuerda la invalidez de la «absolución», telefónica o de las misas por youtube InfoCatólica
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n una entrevista al L’Osservatore Romano, el Cardenal Mauro Piacienzia, Penitenciario Mayor reitera la enseñanza de la Iglesia respecto a la materia y forma de los sacramentos. ¿Se pueden usar teléfonos inteligentes u otras redes sociales para confesarse? Podemos afirmar la probable invalidez de la absolución otorgada por estos medios. De hecho, falta la presencia real del penitente y no hay transmisión real de las palabras de la absolución; son solo vibraciones eléctricas que reproducen la palabra humana. Dada la gravedad de la situación
sanitaria, social y económica, ¿se cumple el precepto para quienes no pueden asistir a la misa dominical escuchando la celebración por radio, streaming o televisión? Nada puede sustituir la participación en la Santa Misa presencialmente. En situaciones en las que no es posible acudir a la Santa Misa, no hay obligación sin tener que sustituir la no participación por otra cosa. Ciertamente, si los impedidos por un motivo válido asisten a la celebración a través de la televisión, realizan un acto piadoso y espiritualmente útil. También recordó en el Cardenal la práxis de la absolución colectiva, que esta pandemia no ha cambiado.
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COMUNICADO N° 07/2020.
Atendiendo con solicitud apostólica y en un
Sobre las ordenaciones diaconales espíritu de esperanza, a la crisis que atravesay sacerdotales. mos, el Excmo. Sr. Obispo Mons. FIDENCIO A la familia diocesana de la Diócesis de Querétaro:
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l apóstol san Pablo nos invita: “Alégrense en la esperanza, sean pacientes en la tribulación y perseverantes en la oración” (Rm 12, 12). Los momentos de prueba y de dificultad, no pueden menos que llevar nuestros ojos y corazón en dirección a Dios, aquel que no se desentiende de nosotros. La Iglesia, consciente de su servicio a la comunidad de fieles, ha atendido, atiende y atenderá sus necesidades espirituales. Se narra que a causa de la crisis que atravesaba la provincia romana de África, el obispo Honorato, sugería escapar de la inminente desgracia; al enterarse de la exhortación, el obispo san Agustín refirió: “conviene a saber: cuántos bienes se logran en el pueblo cristiano con la presencia de los ministros de Cristo en medio de las tribulaciones que nos afligen” (Vita sancti Augustini episcopi auctore Possidio, XXX, 9).
LÓPEZ PLAZA, ha dispuesto, agregar al Sacramento del Orden en el grado de los Presbíteros, al Diácono: IBARRA YÁÑEZ JOSÉ ALFREDO el día 30 de diciembre de 2020, en la Parroquia de Santa María de la Asunción, en el Municipio de Peñamiller, Qro., a las 11:00 hrs. De igual manera, ha dispuesto agregar al Sacramento del Orden en el grado de los Diáconos, a los ministros: ALMARAZ ALMARAZ DAMIÁN BAUTISTA GUERRERO LUIS MIGUEL CRUZ REYES JORGE ESTRADA CONEJO RAFAEL HERNÁNDEZ MUÑOZ JUAN MIGUEL HERNÁNDEZ RAMÍREZ JOSÉ OCTAVIO MORENO MEJÍA MIGUEL ÁNGEL
el día 17 de diciembre de 2020, en las instalaciones del Seminario Conciliar de Querétaro,
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Qro., a las 11:00 Hrs. Las circunstancias nos impiden celebrar como nuestro ánimo y fe nos reclaman, es por ello que para efecto de tales celebraciones, se observarán con estricto rigor las medidas sanitarias que se nos han solicitado. En diálogo con las autoridades de Protección Civil, el aforo permitido para ambas celebraciones ha sido de 80 personas, por lo cual les animamos a unirse a esta celebración con su oración, así como participar desde los medios audiovisuales que nos proporcionan las plataformas digitales. Encomendemos al señor San José a estos hermanos nuestros para que, bajo su patrocinio, puedan llevar a buen término su servicio. Dado en Santiago de Querétaro, Qro., a 09 de diciembre de 2020. Por mandato de Su Excelencia Reverendísima, PBRO. LIC. ISRAEL ARVIZU ESPINO Canciller
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ubo un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Éste vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. Él no era la luz, sino testigo de la luz. Éste es el testimonio que dio Juan el Bautista, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén a unos sacerdotes y levitas para preguntarle: “¿Quién eres tú?” Él reconoció y no negó quién era. Él afirmó: “Yo no soy el Mesías”. De nuevo le preguntaron: “¿Quién eres, pues? ¿Eres Elías?” Él respondió: “No lo soy”. “¿Eres el profeta?” Respondió: “No”. Le dijeron: “Entonces dinos quién eres, para poder llevar una respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?” Juan les contestó: “Yo soy la voz que grita en el desierto: ‘Enderecen el camino del Señor’, como anunció el profeta Isaías”. Los enviados, que pertenecían a la secta de los fariseos, le preguntaron: “Entonces ¿por qué bautizas, si no eres el Mesías, ni Elías, ni el profeta?” Juan les respondió: “Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay uno, al que ustedes no conocen, alguien que viene detrás de mi, a quien yo no soy digno de desatarle las correas de sus sandalias”. Esto sucedió en Betania, en la orilla del Jordán, donde Juan bautizaba.” Palabra del Señor
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13 de diciembre de 2020 JUAN 1, 6-8.19-28
3° DOMINGO DE ADVIENTO CICLO B Pbro. José Luis Salinas Ledesma
su vida el mensaje de salvación, no sólo escucha la Palabra, sino que se deja mover por ella, actúa conforme a ella. Así reconoce su papel preparatorio para que el Mesías sea acogido. Juan el Bautista es el precursor o heraldo. No es ni el Cristo, ni Elías, ni el Profeta. Los tres títulos tienen significado mesiánico. Los judíos pensaban que Elías era una figura mesiánica, no como el precursor del Mesías sino como el precursor de Dios. Es el Mesías sacerdotal el Mesías de Aaron, al estilo del que esperaban los esenios de Qumran. Para nosotros los cristianos nos queda claro quién es Jesús, es el Hijo de Dios, nuestro Salvador. Pero es necesario reconocer que, aunque muchos han oído hablar de él no creen en él, sigue siendo un completo desconocido. No basta con saber que existe, es necesario acogerlo en el corazón, no poner ningún otro ídolo que sustituya el lugar que le corresponde en nuestra vida. Estamos llamados a ser imitadores de Juan Bautista en el celo misionero para que Jesús llegue a todos los corazones y los transforme. También debemos dejar que Jesús sea aceptado por nuestro medio y no ocupar su lugar, este es un peligro para todo misionero cuando no predica a Cristo, sino que hablando de Cristo se predica a sí mimo.
REPASAR EL TEXTO LEÍDO ¿Cómo
se llamaba el hombre enviado por Dios? v.6 ¿Para qué vino este hombre? v.7 ¿Quién era él? v.8 ¿Quiénes fueron enviados a preguntar a Juan? v.19 ¿Qué respondió Juan? v.20 ¿Con quién lo confundían? v.21 ¿Qué dijo de sí mismo Juan? vv.22-23 ¿Qué respondió Juan cuando le preguntaron por qué bautizaba si no era el Mesías? vv.2627 ¿En qué lugar sucedieron estas cosas? v.28
EXPLICACIÓN DEL TEXTO Volvemos a ver la figura de Juan el Bautista, que aparece como un hombre enviado por Dios. Vino a dar testimonio de la Luz para que todos creyeran y la recibieran. Juan sabe claramente cuál es su misión, se reconoce como testigo, enviado para cumplir una misión, presentar al Cordero de Dios. Juan confiesa que su misión es preparatoria, así responde ante los representantes de las autoridades judías que lo interrogan. Simplemente reconoce su papel y su pequeñez frente a Aquel que está ya en medio del pueblo, Jesús. El texto quiere presentar a Jesús como el Mesías anunciado por los profetas, Juan es el mensajero anunciado por Isaías (Is 40,3). Preparar el camino del Señor,
significa una preparación tanto individual como comunitaria, para tener un encuentro con Dios. El domingo anterior en el relato de san Marcos hemos indicado cómo el desierto es el lugar del encuentro amoroso con Jesús, por ello el Bautista proclama con fuerza que es necesario dejar las comodidades y las distracciones de los poblados para ir al desierto y allí, despojarse del pecado para estar en disposición de reconocer al Hijo de Dios que está entre nosotros, la luz verdadera que ilumina a todo hombre. El Mesías está en medio de la comunidad y no es reconocido. Juan dice “Entre ustedes hay uno que no conocen”. Juan se ve obligado a negar que él no es el Mesías, la cerrazón y la lógica obstinada del hombre impiden reconocer y distinguir entre el enviado y su Señor. El símbolo de Cristo es desde un inicio el ser Luz para toda la humanidad. Más adelante, esta luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no han podido apagarla. Quienes escuchan al Bautista forman una mezcla de devoción y fe a la
par de insensibilidad y prejuicio. Los dos grupos que le escuchan representan a las dos opciones que a lo largo de la vida de Cristo se irán entretejiendo como fe o rechazo.
¿Hemos reconocido a Jesús que está en medio de nosotros, en cada hombre o mujer que vive a nuestro lado? ¿Vivimos en la certeza de que Jesús es la luz verdadera que nos muestra el camino que lleva a Dios? ¿Hemos asumido la tarea que tenemos como cristianos de ser testigos de Jesús, al igual que el Bautista? ¿Cómo hemos anunciado a las gentes que Jesús ya está entre nosotros?.
MEDITACIÓN DEL TEXTO (Cada uno comparte su reflexión)
COMPROMISO PERSONAL Y COMUNITARIO
El Evangelio de Juan nos presenta a Juan el Bautista como un testigo cualificado, ha entendido su misión de parte de Dios que lo ha enviado. No quiere tomar el lugar que no le corresponde, él es el precursor que prepara el camino del Señor, prepara los corazones para el arrepentimiento. Sólo en un corazón arrepentido está la sabiduría que reconoce al Mesías presente en medio de la comunidad. Juan es un verdadero misionero que busca dar a conocer a Jesús, quiere que sea acogido en corazones dispuestos.
Vivir el tiempo de adviento como tiempo de conversión, asumiendo actitudes de verdadera fe cristiana. Asumir nuestro compromiso cristiano de ser testigos de Cristo anunciando la buena noticia de su presencia entre nosotros. Cultivar la virtud de la humildad reconociendo lo que somos tomando el lugar que nos corresponde y siendo responsables con nuestra misión personal. Mirar la necesidad que nuestro mundo tiene de Dios, para que colaboremos en darlo a conocer. Leer la Palabra de Dios que es la Luz de Cristo para que ilumine nuestra vida.
Juan el Bautista es modelo de verdadera identidad, es un testigo eminente de Jesús. Él mismo se reconoce como testigo excepcional al presentarse realizando en su persona la predicación de Isaías: voz del que clama en el desierto… Él encarna en
TERMINAR ORANDO EL PADRE NUESTRO
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Vivir en la alegría
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ste domingo del Gaudete, el domingo de la espera alegre, nos invita a vivir alegres a pesar de las circunstancias. Y me pongo a pensar, ¿verdaderamente vivimos alegres? o ¿dejamos que las circunstancias nos determinen y nos quiten la alegría del corazón? Es importante que nosotros cuidemos a nuestros hijos y los eduquemos para vivir en la alegría que emana del Amor de Dios, por eso aquí les dejo mis 5 Tips para lograrlo.
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Que reconozcan lo que tienen y lo agradezcan
Cuando uno se da cuenta de que tenemos lo que necesitamos y que no nos hace falta nada, nos debe generar alegría y serenidad. Además es muy necesario que nuestros hijos sean agradecidos ya que de esta forma aprenden a valorar lo que tienen y el esfuerzo que los otros hacen para que ellos tengan lo necesario. Eso los debe hacer sentir bien. El sentirse cuidados, protegidos y amados les debe dar felicidad.
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Por: Silvia del Valle @SilviaMdelValle @smflorycanto
Que no pierdan la capacidad de asombrarse
Cuando podemos asombrarnos de lo que nos rodea, perdemos la capacidad de ser felices porque ya no podemos reconocer lo bello que tenemos a nuestro alrededor y lo bueno que nos va pasando a lo largo de los días. Aprendamos a estar felices y dejar que los detalles nos asombren y también debemos enseñar a nuestros hijos a vivir con este estilo de vida. Enseñemos a nuestros pequeños a ver las cosas como son y a no tener pena de asombrarse de ellas, a pesar de que los demás no lo hagan. Si logramos que nuestros hijos sigan guardando la ilusión de que llegue su cumpleaños, la navidad y los reyes magos, entonces estaremos fomentando esa capacidad de asombro. También es bueno que les eduquemos con el ejemplo y que vean que nosotros nos dejamos sorprender por los detalles que vamos teniendo a lo largo del día y que los compartimos con ellos de forma alegre.
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Que se fijen en los pequeños detalles
La vida está llena de detalles y si no podemos darnos cuenta de ellos es porque estamos muy agobiados y hemos perdido la capacidad de ser felices. Es bueno ayudar a nuestros hijos a ser sensibles y darse cuenta de todos los pequeños detalles que le van dando sentido y sabor a la vida. Que sepan ver los detalles y agradecerlos hará que no pierdan la capacidad de asombrarse y serán mas felices porque podrán disfrutar de cada momento y detalle que llegue a su vida. Estos pequeños detalles no necesariamente tienen que ver con el tener, más bien tienen que ver con los detalles que mamá tiene con ellos, con una llamada de nuestros seres queridos, de los detalles que nuestros hermanos tienen a lo largo del día, etc.
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Que no pongan su alegría en lo que se acaba
Es importante que les enseñemos a nuestros pequeños a que deben ser alegres por lo que son y no por lo que tienen. La alegría es una virtud que debemos cultivar y no depende de los demás. Es importante lograr que nuestros hijos sean alegres por que tienen un día más, porque Dios les da una familia, porque están rodeados de amor y, en última instancia, deben ser alegres porque Dios les ha concedido la vida y eso es básico.
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Que aprendan a encontrar la alegría en todo momento
Las circunstancias que nos han tocado vivir no deben afectar el estado de animo de nuestros hijos. Sé que muchas veces son terribles, pero debemos educarlos para que sean felices y encuentren motivos de alegría en todo momento y bajo cualquier circunstancia. Así será más fácil llevar la vida, porque estarán acostumbrados a ser felices con lo que Dios les de, mucho o poco; grande o pequeño; con problemas o sin ellos, pues sabrán que todo lo que vivimos es un continuo don de Dios y que los tiempos difíciles Él los permite para purificarnos un poco y los tiempos de bonanza Dios los permite para que sintamos su presencia y su caricia.
Para darnos cuenta de ellos es necesario tener los ojos del alma bien abiertos para detectar las caricias que Dios nos regala por medio de los que nos rodean.
Que la alegría de esta época navideña inunde el corazón de nuestros hijos y de cada miembro de la familia y que podamos trasmitirla a los que más lo necesitan, a los más solos, a los que la tristeza invade su corazón para que seamos instrumentos del Amor de Dios y les contagiemos esa alegría que solo Dios da. https://www.facebook.com/Silvia-Del-Valle-112948550082950/