IV Seminario Atlántico de Pensamiento - La aceleración latinoamericana

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La aceleración latinoamericana

Antonio G. González

Este libro es resultado de la cuarta edición del Seminario Atlántico de Pensamiento (www.seminarioatlantico.org), celebrado en Las Palmas de Gran Canaria en marzo de 2011, tras la pertinente actualización de las conferencias para su edición como ensayos por los autores. Desde 2005, dicho seminario ha tenido cuatro ediciones, que han dado lugar a sus correspondientes libros, en las cuales se han analizado cuestiones sobre las que gravita la época desde una perspectiva transdisciplinar, e incluso posdisciplinar. En esta ocasión, el presente volumen indaga en la condición adquirida por Latinoamérica de laboratorio mundial, de espacio en el que están teniendo lugar acontecimientos y procesos inéditos de todo orden y alcance insospechado que llevan, además, algún tiempo captando la atención internacional. En este sentido, el libro es una reflexión sobre las perspectivas que esta nueva significación subcontinental tiene no solo como reconfiguración de una Latinoamérica dispar y dispersa —que como tal apenas rebasaría el orden de lo geográfico—, sino en buena medida como factor determinante del curso de lo occidental. No es esta la primera vez que la dimensión de laboratorio se pone en juego. Latinoamérica la detentó ya en el siglo XIX, como gran ensayo liberal de la época durante y después de la emancipación colonial. Entonces aquel ensayo resultó fallido, y ese fracaso orientó el resto de su historia contemporánea. Ahora, dos siglos después, Latinoamérica aparece en la escena mundial como el lugar de Occidente o, al menos, con un claro semblante occidental, y desde luego atlántico, que alberga a algunos de los nuevos primeros actores de la era multipolar. Y, dentro de lo occidental, se trata a su vez de potencias latinas, con todas sus implicaciones y resonancias. Este fenómeno sucede, además, en un tiempo en el que el eje del mundo se traslada a Asia y al área del Pacífico. Y en ese


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marco, Latinoamérica aparece igualmente como el único lugar en el que se están ensayando fórmulas variopintas, algunas polémicas, de contención o regulación de un tardocapitalismo que persiste en las exigencias que lo entronizaron a partir de la caída del Muro de Berlín. Para abordarlo se presentan ensayos de economistas y políticos como Enrique V. Iglesias, escritores como Jorge Volpi, filósofos como Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, geógrafas sociales como Doreen Massey, psicoanalistas como Jorge Alemán y Rithée Cevasco, teóricos sociales como Sonia Fleury y Joan Subirats, expertos en salud como Paulo M. Buss y críticos de arte como Iván de la Nuez y Omar-Pascual Castillo. Como los protagonistas de las anteriores ediciones, conforman un espectro significativo de autores europeos y americanos de orientación diversa que confiere a este libro la dignidad intelectual que corresponde a un acto atlántico. Al mismo tiempo, se ha optado porque la publicación respete la estructura del IV Seminario Atlántico, convirtiendo en capítulos lo que fueron paneles (Lo social, La cultura, Las políticas públicas, Lo simbólico y Lo político), de modo que cada uno incluye como ensayos las conferencias adaptadas por los ponentes así como la transcripción del debate con el que concluyó cada panel. Se parte del hecho de que la aceleración latinoamericana es fruto de un sinfín de fenómenos políticos, económicos, sociales, culturales, urbanísticos, migratorios e identitarios extraordinariamente complejos; y de que estos han tomado formas más definidas, con una acentuada pluralidad interna, en la primera década del siglo XXI, un tiempo veloz, inasible, al que esa aceleración latinoamericana se superpone. Destacan, de esta manera, cuatro grandes factores. El primero es un gran crecimiento económico de muchos países, con frecuencia caótico, en un contexto de enormes brechas sociales que dificultan su transformación en desarrollo, así como el proceso de regionalización de nuevas empresas multilatinas. El segundo es la vuelta del protagonismo de la política y de las formas democráticas, en general, así como el ingreso en el terreno de la participación pública y en el campo institucional de grandes masas secularmente excluidas del sistema en algunos países, entre las cuales los indígenas


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revisten incluso carácter simbólico, no sin polémicas ni claroscuros. En tercer lugar figura la recuperación de la soberanía sobre imponentes recursos energéticos y naturales junto a la aplicación de ambiciosos programas sociales y nuevos enfoques redistributivos en las políticas públicas. Por último, se está produciendo una explosión cultural espectacular y mediática (cine, arte, literatura, música...), de alcance quizás superior a la de la segunda mitad del siglo XX en un momento en el que, paradójicamente, se pone en cuestión la idea de una identidad latinoamericana. Ciertamente, el ámbito político constituye la dimensión principal del laboratorio latinoamericano. En este capítulo el espectro es amplio, y va desde la ortodoxia económica liberal al populismo conservador, pasando por los neoindigenismos, los populismos de izquierdas y la vía brasileña. Brasil, por cierto, adquiere especial significación en tanto que constituye la única versión social de las potencias emergentes y, en consecuencia, la única posibilidad de afrontar las dos grandes lacras derivadas de la desigualdad social extrema: la violencia y el narcotráfico. De igual manera, en este libro se atiende con detenimiento a los rumbos del desarrollo económico: el modo en que se cruzan el subdesarrollo clásico con la nueva economía, los antiguos desequilibrios con la lógica de los nuevos actores globales y el papel creciente que con Unasur comienza a jugar el horizonte de una integración latinoamericana efectiva. Por otro lado, se ha considerado imprescindible reflexionar sobre la dimensión específica de las políticas públicas (salud, educación, empleo...), en su condición de expresión máxima de la praxis política; se trata de un ámbito pleno de innovaciones pero cercado cada vez más por peligros y desafíos, y en esa idea se confrontan las opciones de referencia de ambas orillas del Atlántico. El capítulo de la cultura en Latinoamérica cobra la mayor relevancia en este libro, habida cuenta del modo en que se cruzan tres elementos: la puesta en cuestión de la existencia de una cultura latinoamericana, las transformaciones en la relación de los sujetos con la imagen y las palabras en la era digital y el hecho, además, de que los grandes templos culturales globales y las industrias editorial y cinematográfica están


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dirigiendo una importante atención a la creación latinoamericana. Lo cobra también la significación del subcontinente para la geografía social, la sociología, la antropología y la reflexión urbanística sobre las megalópolis. Lo social se aborda desde la constatación de que en Latinoamérica las nuevas formas abiertas de comunidad, que las redes digitales impulsan, adquieren un formidable potencial. Igualmente, las nuevas expresiones de la subjetividad y la migración masiva a Estados Unidos y Europa reflejan con precisión la hibridación y diseminación de la época aplicadas a la sociedad latinoamericana. Sucede algo parecido con el orden simbólico. Esta obra analiza, particularmente en los campos de la filosofía política y la teoría del sujeto, en qué sentido y por qué razón esta nueva particularidad latinoamericana —que se disecciona y se problematiza a fondo—, puede pasar quizás a representar, como quedó dicho, en las próximas décadas la nueva forma de la universalidad que se corresponde en gran medida con el mundo occidental. El orden del lenguaje obviamente atraviesa todo el libro. Sin embargo, parece pertinente señalar en este punto el hecho de que los idiomas español y portugués constituyen —junto con el chino— la posibilidad de dejar atrás el monopolio del inglés como idioma global. Esta posibilidad, que guarda relación directa con el rol que desempeñe Latinoamérica en el mundo, no hace referencia solo a un juego de poder más o menos significativo en el plano político y en el de las industrias culturales, sino también a la dimensión del lenguaje como estructura de pensamiento. Esto abre, en consecuencia, a la pregunta por lo que va a significar para las ciencias humanas, la creación artística y las relaciones internacionales pensar en unas lenguas dotadas de una nueva centralidad en el siglo XXI. Y tal vez este libro no sea ajeno a lo que lo latino aguarda.


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