I Seminario Atlántico de Pensamiento - La cartografía de la levedad

Page 1

LA CARTOGRAFÍA DE LA LEVEDAD ANTONIO G. GONZÁLEZ


Antonio G. González

Periodista y escritor, desarrolla su labor profesional en el diario LA PROVINCIA/DLP, en el que destacan principalmente sus análisis de la realidad política, económica, socio-cultural y urbanístico-arquitectónica de las Islas, así como de

la actualidad internacional y española. Nacido en Las Palmas de Gran Canaria en 1963, cursó estudios de periodismo en Sevilla y Madrid, donde colaboró con la Agencia EFE, la Agencia OTR y el semanario Interviú respectivamente. A su regreso a la capital grancanaria, combinó su integración en la redacción del citado periódico con la corresponsalía del diario El País durante varios años, al tiempo que cursaba estudios de filosofía en la UNED. En LA PROVINCIA/DLP ha sido jefe de información política y de reportajes. Entre sus libros se halla Translaspalmas (1998), en colaboración, en el que se entremezclan las visiones de Las Palmas de Gran Canaria de un grupo de artistas, periodistas y críticos de arte. También ha publicado Historias Isleñas de Ultramar (2004), obra en la que se pone en valor la condición fronteriza del Archipiélago a través de un ensayo titulado “El grado cero de la frontera” y del relato vital de una serie de canarios que fatigaron al Atlántico en direcciones y aventuras dispares, narradas como si se tratara de líneas de fugas deleuzianas, de una trama de conjugación y disociación de flujos. Se indaga así en los entresijos de un territorio a la intemperie que, con instintiva levedad insular, produjo en ocasiones una conciencia íntima precisamente del mundo como flujo, un dispositivo —hoy tan en vigor en la escena global— para aprehenderse en lo que fluye, en la circulación permanente.


I Seminario ATLÁNTICO de PENSAMIENTO

57

Buenas tardes. En primer lugar quiero agradecer la presencia de todos los que nos acompañan, sobre todo a esta hora de la tarde y en un día laboral, lo que revela el interés por el debate que nos traemos entre manos y, en buena medida, indica que de algún modo hemos acertado en la elección. He titulado esta conferencia “La cartografía de la levedad”, pues básicamente de lo que se trata es de trazar un mapa. ¿Porqué un mapa? porque hay algo —hay más que algo, en realidad— de sustitución de la historia por la

“Hay algo de sustitución de la

geografía en la actualidad. Susan Sontag lo decía hace poco: “History is roaring… turning

historia por la geografía. El

into geography”. Es básicamente una cuestión que tiene que ver con el tiempo. No sucede

imperativo geográfico resucita hoy

en el sentido de que asistamos a un fin de la historia. Es obvio que —aunque se predique

en el sentido de una aceleración

recurrentemente— la historia sigue su curso, la gente vive en lugares… si el imperati-

de la historia en función de la

vo geográfico resucita es en el sentido de una aceleración de la historia, en función de la

cual vivimos los procesos de

cual vivimos los procesos de transformación en el espacio en tiempo real, en una suerte

transformación en tiempo real y

de apoteosis de la simultaneidad e instantaneidad, y no como resultado del paso a la his-

no como resultado de un paso a la

toria. Este hecho, que la globalización, digamos, socializa, podemos considerarlo como un

historia. La historia está velada. Lo

fenómeno no coyuntural. E incluso irreversible: más que nada porque nadie ha desandado

de “historia en directo”, ese eslogan

aún el orden de la técnica. La historia está velada. Lo de “historia en directo”, ese eslogan

“está pasando, lo estás viendo” no

“está pasando, lo está usted viendo” no deja ver nada en realidad: al final lo borra todo.

deja ver nada: al final lo borra todo”

Se presta la época, pues, para cartografiar el marco de consecuencias que está produciendo la primacía de esa velocidad absoluta alcanzada y afianzándose como un sistema de alcance planetario que, debe recalcarse, no anula el espacio de la gente y los lugares, el margen de maniobra de las singularidades, pero sí las orienta de un modo determinante, modificándolo, convirtiéndose en un vector de sentido o de sin-sentido, la cara y la cruz de una misma moneda. Los procesos de este tipo son siempre abiertos, paradójicos, forzosamente inconclusos, pero si algo caracteriza sus saldos principales es la levedad. Frente a la densidad de lo fijo y estable, frente a un orden organizado en torno a un


58

I Seminario ATLÁNTICO de PENSAMIENTO

“La velocidad (el espacio de los

transcurrir entendido como más o menos previsible, confiado en la posibilidad de erradicar

flujos) no anula el espacio real

toda posibilidad de error en la determinación de lo objetivo, seguro de que lo real es calcu-

de la gente y los lugares, pero se

lable, en fin, frente a lo propio del período moderno, la levedad de lo móvil, de los flujos, la

convierte en vector de sentido o

levedad de lo azaroso y de lo efímero. Se trataría del signo de una época que, por ejemplo,

sin-sentido. Se trata de procesos

en el campo de la eclosión mediática, en medio de la denominada era digital, con su fan-

abiertos, paradójicos, forzosamente

tasmagorización de la realidad —que abordaré con cierto detenimiento— nos desvela su

inconclusos; y si algo caracteriza

doble juego de una manera paradigmática y espectacular.

a sus saldos es la levedad. Frente a la densidad de lo fijo y estable, la

Pero sobre la levedad no me puedo resistir a empezar con una acotación, una afir-

levedad de lo móvil, lo azaroso y

mación casi testamentaria de un escritor fascinante para mí. “En los momentos en

efímero. La eclosión mediática lo

que el reino de lo humano me parece condenado a la pesadez, pienso que debería volar

muestra de un modo paradigmático”

como Perseo a otro espacio. No hablo de fugas al sueño o a lo irracional. Quiero decir que he de cambiar de enfoque, he de mirar el mundo con otra óptica, otra lógica, otros métodos de conocimiento y de verificación. Las imágenes de levedad que busco no deben dejarse disolver como sueños por la realidad del presente y del futuro…”. Son palabras de Italo Calvino en 1984, escritas cuando la Universidad de Harvard lo invitó a ocupar una cátedra. Para Calvino el ciclo de conferencias que se encontró preparando, y que habría de tratar sobre ciertos valores literarios que debieran conservarse en el nuevo milenio, se convirtió en una obsesión. Una de sus últimas novelas, Si una noche de invierno un viajero… había constituido el más brillante experimento narrativo de la segunda mitad del siglo XX por lo que contenía de anticipo de lo que vendría a llamarse condición posmoderna. Calvino no pudo finalmente leer aquellos textos, pues murió sólo una semana antes de tomar el avión a Massachussets. Que él mismo intuyera que estaba ocupándose de su propio testamento es probable en el caso de un intelectual de larga trayectoria izquierdista, es decir, confiado sin ambajes en el programa de la perfectibilidad humana, pero al que la vida impuso sobresaltos, complejidades y réplicas inauditas a sus certezas intelectuales, que él asumió para narrar astuta y honestamente el espíritu de su tiempo. Bajo el título Seis propuestas para el próximo milenio Calvino entregó una especie de vademecum no sólo como guía para escritores sobre la forma literaria sino como disciplina de la mente ante la vida. Y lo hizo ante lo que intuía —cabría decir casi premonitoriamente— como un estado del mundo en gestación. Faltaban tres años para la caída del Muro de Berlín. Escrita en un momento, además, en el cual sobre todo “lo que me molesta”, señalaba, “es la pérdida de forma que percibo en la vida…”, el escritor proponía cinco grandes procedimientos o estrategias para conducirse, no sólo para hacer literatura: la levedad, la rapidez, la exactitud, la visibilidad y la multiplicidad. Por este orden. Y un sexto, la consistencia, que nunca escribió pero del que sólo se sabe que tenía pensado referirse extensamente a Bartleby, el escribiente de Herman Melville. Bartleby, como se sabe, era aquel copista de oficina que por alguna extraña razón y en un momento dado


I Seminario ATLÁNTICO de PENSAMIENTO

59

opta por no hacer, se niega a hacer, sin más, a pesar de su extrema pericia en el trabajo, sin explicaciones, un escueto y tranquilo “no”, un menos que cero en el que acaba finalmente disolviéndose, muriendo de hecho al llevar al extremo esa voluntad de inacción, como si de lo contrario, del mero hacer, nada apenas se desprendiera… Lo que Bartleby pudo sugerirle a Italo Calvino nunca lo sabremos. Y podemos estar seguros de que es una verdadera pena. Pero lo primero, su principal marca testamentaria, es la levedad, a la que el escritor convertía entonces en una estrategia que, además, tiene detrás una larga historia. Frente a la voluntad de espesor, a la densificación en los intentos por explicarse el mundo, frente a la búsqueda de fijezas para lo fijo, a las narratividades fundantes, la búsqueda de compacidades, se alzaría la estrategia de la levedad —la percepción de lo móvil, el análisis de lo etéreo, de lo minúsculo, de lo que se deja sin conocer, en suma, el rastreo de una periferia del racionalismo susceptible de precisar las verdades… Se trata, por lo demás, no casualmente, de una levedad que viene a coincidir con la del mundo actual (azaroso, efímero y variable), universalizada ya como atributo o koiné de la época a causa de esa primacía del espacio de los flujos y el tiempo intemporal de la era digital. Aunque “para mí”, sostendría Italo Calvino, y en esta precisión radica, a mi juicio, la radical pertinencia de su propuesta, la levedad “se asocia con la precisión y la determinación, no con la vaguedad y el abandonarse al azar. (...) Existe una levedad del pensar, así como todos sabemos que existe una levedad de lo frívolo; más aún, la levedad del pensar puede hacernos pesada y opaca la frivolidad”. Lo que va a interesar al escritor italiano de la levedad como procedimiento es que puede, a su entender, apresar mejor un tiempo incierto (él mismo alude de hecho a la “era tecnológica llamada posindustrial”), regido por dispositivos económicos que expanden sus intercambios financieros a la velocidad de la luz. “En su reclamo de la levedad como En esta primera de las seis conferencias nunca leídas recalca cómo De rerum natu-

forma de conocimiento, Calvino

ra de Lucrecio es “la primera gran obra de poesía en la que el conocimiento del mundo se

convoca por último a Valéry: “Hay

convierte en disolución de la compacidad de mundo”. Y lejos de formularlo como una triste

que ser leve como el pájaro, no

abdicación de quien considera derrotado el proyecto moderno de emancipación, advier-

como la pluma”. Ductilidad pues,

te que “la poesía de lo invisible, la poesía de las infinitas potencialidades imprevisibles,

y no mera ingravidez. La levedad,

así como la poesía de la nada, nacen [en este caso] de un poeta que no tiene dudas de la

intuía Calvino hace casi treinta

fisicidad del mundo”, es decir, que aspira firmemente a explicar este mundo, porque hay

años, “se asocia con la precisión y la

mundo. Una lectura en la misma línea hace Calvino de las Metamorfosis de Ovidio, para

determinación, no con la vaguedad

luego demorarse con Guido Cavalcanti —maestro de Dante— y significativamente expli-

y el abandonarse al azar (...) Existe

car cómo un tema nada ligero, como los padecimientos del amor, es disuelto por este poe-

una levedad del pensar así como

ta en entidades impalpables que se distinguen por ser “levísimas”, “estar en movimiento”

una levedad de lo frívolo, más aún la

y “ser vectores de información”, por medio de las cuáles Cavalcanti va a captar el dolor

levedad del pensar puede hacernos

de forma soberbia.

pesada y opaca la frivolidad”


60

I Seminario ATLÁNTICO de PENSAMIENTO

En su reivindicación de la levedad como forma de conocimiento, Calvino convocará por último nada menos que a Paul Valéry: “Es preciso ser ligero como el pájaro, y no como la pluma”. La ductilidad, pues, y no la mera ingravidez se cuece como programa de futuro. Lo cierto es que treinta años después de aquellas Seis propuestas para el próximo milenio cabría añadir no que es preciso sino imprescindible ya ser ligero como un pájaro a la hora de analizar, que es lo que nos ocupa, cómo, en el marco de la señalada geografía de la levedad, el centro y la periferia —en diversos órdenes— se han modificado en el mundo al dictado de una aceleración inédita por sus dimensiones y sus implicaciones. Se trata de una aceleración que tiene como determinación el hecho de haber convertido la circulación incesante en lo verdaderamente central respecto a la propia conformación del mundo, por cuanto es en su fluir donde todo adquiere su dimensión, produciendo topografías físicas y mentales variables y abiertas.

El debate lleva, en realidad, en marcha varias décadas. Y los cambios que la nueva realidad entrega han ido sobrepasando —y continúan haciéndolo— la capacidad para procesarlos. Se nombran pero… calibrarlos ya es otra cosa. Primeramente se intuyó una compleja y difusa transformación de la época bajo la dominación de “posmodernismo”. La arquitectura sería la disciplina que rompió el fuego, (Living Las Vegas es hoy un clásico), para luego rápidamente extenderse más allá de ese ámbito y del campo estético. A continuación se iría concretando el fenómeno aunque bajo la marca inevitable de su inabarcabilidad y, en consecuencia, sin mucha claridad respecto a su verdadera naturaleza. Después, ya en la década de los noventa del siglo XX, aparecieron desarrollos teóricos más o menos sistematizantes o totalizadores de una realidad calificada de tardocapitalismo o globalización, a manos de autores como Jameson o Perry Anderson, en deuda teórica en este terreno con el crítico Ihab Hassan. Y en estos últimos años va produciéndose una reflexión marcadamente funcional e interdisciplinar que, en suma, está tratando de sistematizar patrones y paradigmas para habitar el mundo de la era post-comunista, tanto si se trata de impugnar las condiciones dadas como si trata de sacar partido de ellas. En este sentido lo que se impone, en definitiva, es igualmente desentrañar el saldo que arroja el curso de unos acontecimientos cuyo despliegue definitivo debe fecharse allá por el final de la Guerra Fría y que ha rebasado por ahora accidentes impresionantes: cracks bursátiles que ensayaban la teoría de caos, accciones mega-terroristas de efecto masivo que imitaban a la ciencia-ficción, universalización de una sociedad multicultural, creciente dualización entre países ricos y pobres en el marco de una amplia deslocalización geográfica… Lo que ello ha revelado es una estabilidad inestable que permite verificar ahora, aún relativamente, no pocas condiciones y efectos presentidos en torno a sus desarrollos. Este juego lleva tiempo siendo jugado, una generación mundial se ha hecho adulta entre sus signos y la protagoniza, el mundo es habitado bajo su dictado y es posible cierta perspectiva acerca de la era de la aceleración.

Desde esta cierta perspectiva el primer dato que cabe constatar es la consolidación del capitalismo, un modo de producción que marca las relaciones sociales en todo el mundo. Y el 11-S, sin ir más lejos fue la exitosa prueba de fuego de su vigencia inaudita. El coste humano, emocional, simbólico y económico del ataque masivo a la primera plaza financiera del mundo no produjo ni siquiera una crisis bursátil. El sistema de mercado es, por lo tanto,


Photograms from the film “The dess an burial of the first emperator of China”, de T. J. Wilcox, 1998. Obra editada en ART NOW, Ed. Taschen, Colonia/Berlín, 2002.


Ohne title, de Daniel Pflumm, 2001. Obra editada en ART NOW, Ed. Taschen, Colonia/BerlĂ­n, 2002.


I Seminario ATLÁNTICO de PENSAMIENTO

63

el principal beneficiario de la aceleración. Esta escala universal de un modo de producción es la primera vez que tiene lugar, aunque al propio tiempo hay que señalar que estamos ante un capitalismo muy distinto de sus predecesores históricos. Hoy podemos darlo por hecho. No sólo es global sino que está organizado preponderantemente en torno a una red de flujos financieros, una suerte de casino global gestionado electrónicamente gracias a los avances técnico-científicos surgido a mediados de los años ochenta del pasado siglo. Ahí nació un mercado de capitales unificado, mundial, que funciona en tiempo real. Y gracias a la velocidad absoluta de tales transacciones electrónicas, es capaz de multiplicar el dinero en su circulación virtual de un modo infinitamente superior al capital producido por el conjunto de actividades productivas y de servicios del mundo, es decir, de la “economía real”. Por lo tanto, se trata del capitalismo de la mencionada era de la información, el que se corresponde con la eclosión de los medios de comunicación de masas de tecnología digital. Claro que esa infinita masa de capital financiero tiene en algún momento dado que aterrizar en la “economía real”, debe corporizarse aquí o allá para evitar la escisión total de ambas esferas. ¿Cómo? Sólo hay una manera: ampliando el campo de los negocios de manera exponencial. Este hecho, como sabemos, ha forzado la desrregulación acelerada y la creciente libertad de circulación de bienes, capitales y servicios, que no de personas. Si en la economía financiera, el tiempo es dinero como nunca antes lo fue, en la “economía real” todo es negocio. Y, por lo tanto, hemos asistido en la última década a la desacralización absoluta del mundo: no queda nada que no se presente, o no esté forzado a presentarse, bajo la forma de una mercancía. El capitalismo lo vuelve todo Uno. El dinero, en definitiva, se ha vuelto independiente de la producción y, por lo demás, ha ganado anonimato, hay telón. Y si se ha vuelto relativamente independiente de la producción, se ha vuelto también relativamente independiente de la geografía. La geografía física es del orden de la “economía real” y ésta ha pasado a un segundo plano. Los lugares se convierten así en una función variable para unas inversiones internacionales que entran y salen de territorios diversos —una pura expresión de su nueva levedad— y tienen a todos los

“Canarias ha ganado centralidad con

lugares del mundo compitiendo entre sí por atraerlos y obtener así unos favores que les

la globalización. Y lo ha hecho aún

resulten lo menos efímeros posibles.

a pesar de que ésta ha hecho trizas su renta de situación geoestratégica

Canarias, por ejemplo, ha ganado centralidad con la globalización. Y lo ha hecho aún

en la distribución comercial

a pesar de que la no tan antigua solidez de su renta de situación geoestratégica en el or-

marítima. Su nueva centralidad

den de la distribución comercial marítima se ha ido evaporando. Lo ha hecho simple y ex-

está a cargo sólo de la “geografía del

clusivamente a cargo de lo que ha venido a denominarse la “geografía del sol”, es decir,

sol”, el auge de un turismo global

el auge de una industria turística global que se ha convertido en la segunda mayor activi-

que programa una disposición

dad económica del mundo y que programa una disposición geográfica planetaria a modo

geográfica planetaria a modo de

de red de nodos o centralidades secundarias (en forma de destinos vacacionales). Uno de

red de segundas centralidades

estos nodos es concretamente el Archipiélago, actualizado en los años noventa del pasado

(los destinos vacacionales)”


64

I Seminario ATLÁNTICO de PENSAMIENTO

siglo como una potencia mundial en ese campo con sus doce millones de visitantes anuales y una red de servicios y prestaciones de nivel europeo. En realidad, que su geografía haya sido capturada por la técnica, deviniendo estructura de emplazamiento de la emergente industria del ocio, es un modo universal de darse los flujos en la actualidad. Que esa geografía haya sido conminada a entregar su fuerza —su belleza— a fin de transformarla en energía necesaria para la producción de servicios turísticos constituye un procedimiento característico del señalado capitalismo tardío. El lugar, las Islas, modifican irreversiblemente su curso natural con el turismo, dejando ya para siempre de constituir un paisaje ahí arrojado y abierto al potencial de su propia inclasificación. Y, en todo caso si todo ello se traduce en un nuevo procedimiento de circulación propio de lo insular —forjado en el antiguo paradigma fronterizo— es porque también el Archipiélago se ha transfigurado, se ha vuelto parque temático, un simulacro entregado a la circulación efímera de esos turistas que lo ritualizan y una población inserta en las dinámicas propias de los llamados no lugares. Es, con todo, su modo de desarrollo económico más seguro. Las demás opciones y estrategias, desde su (por ahora) recuperada condición de redistribuidor de mercancías en las rutas marítimas del Atlántico Oriental hasta su imbricación directa o indirecta en el negocio de la bolsa petrolera del África Occidental, se determinarán bastante al margen de su voluntad. La globalización ha hecho que los signos de identidad de factura geostratégica vayan cayendo poco a poco en el vacío.

Pero no sólo los flujos de capital determinan, con todo, la orientación de esta ciudad global, sin centro definido, pero dotada de múltiples centralidades modificables y con sus múltiples suburbios diseminados por todo el planeta (un poco como pasa con la ciudad real posmoderna). Los grandes procesos dominantes en las sociedades actuales se organizan en redes que conectan y desconectan lugares, como se ha visto, jerarquizándolos de un modo potencialmente efímero y reduciendo por ahora la capacidad de decisión propia de los destinos locales. Sin embargo, es la llamada hiperrealidad mediática, la eclosión de medios de comunicación de masas surgidos de manos de la tecnología digital, la que modifica cotidianamente la percepción del mundo que tienen los individuos. Y llega hasta lo más profundo de los corazones individuales, sobre todo de aquella inmensa mayoría que básicamente asiste como meros espectadores televisivos… La citada hiperrealidad se despliega, de igual modo que el capitalismo de redes, en una época en la que el propio carácter fragmentario y caótico de la realidad, su estallido en múltiples fragmentos, que es lo propio del modo de darse ésta a través de los medios informativos, es algo que acontece de ese modo en el mundo. De manera que se produce —y cabría aventurar que no por casualidad— una correspondencia. El dislocamiento del sentido unitario de la realidad combinado con la pérdida de credibilidad de los grandes relatos explicativos del mundo, dicho al famoso modo de Lyotard, habían abonado el campo para lo que, sin duda, en lo mediático vendrá a acentuarse: que la realidad (dejemos ahora lo real para otro momento, porque eso sería otro largo y complejo asunto), la realidad, insisto, no es percibida socialmente como el dato objetivo que está por debajo. Frente a las pretensiones matematizantes de siglos anteriores, a la conversión del saber en una cuestión de cálculo, la realidad más bien consistía para la gente ya a mediados de los años noventa del pasado siglo, hace apenas diez años, en el entrecruzarse de unos hechos, mostrados y vistos de manera dispar, y las visiones del mundo de las que se dota el ser humano para intentar ir comprendiendo el acontecer que tiene lugar en ese mundo.


I Seminario ATLÁNTICO de PENSAMIENTO

Facing Forward, de Fiona Tan, 2000. Obra editada en ART NOW, Ed. Taschen, Colonia/Berlín, 2002.

65


66

I Seminario ATLÁNTICO de PENSAMIENTO

De esta manera, más que meros agentes, los medios informativos construyen lo que se pueda hoy concebir como realidad en su calidad de campo de batalla, en el que las visiones del mundo pugnan entre sí. Es decir, albergan en su eclosión, y de un modo como nunca antes sucedió, ese vaivén interpretativo que proyectan los acontecimientos y los juegos de fuerza del poder político, social y de todo orden. Y, además, lo acentúan aún. Ahora bien, ese volverse la fábula de las fábulas, dicho a partir de la famosa afirmación nietzscheana, arroja de los medios un saldo incierto, de doble dirección, ambivalente, de diverso orden. Para la comprensión de lo mediático, del estado de esta época, es justamente esa pluralidad de sentidos de los fenómenos del mundo lo que permite una lectura más ajustada del gran juego interactivo entre los medios informativos y la propia realidad, entre esa guerra que siempre ha existido entre el hecho y el sentido, o bien en filosofía el complejo asunto entre el ser y el parecer. Pues, como sostiene la hermenéutica filosófica, de la que Gadamer constituye la principal referencia, es en la interpretación donde la pluralidad de los acontecimientos del mundo se manifiesta y se despliega en su totalidad. Por poner un ejemplo, la manera de abordarse la política en los medios de masas de la era digital narra el descrédito de la política, pero no lo hace tanto a través de los contenidos del discurrir político, que no son muy distintos de los de las décadas pasadas, sino por cómo se encuadra mediáticamente ese discurrir, es decir, por cómo ha quedado encajado en la lógica acelerada de la noticia en su calidad de mercancía informativa. La política del escándalo que proyectan los medios es, muy en particular, de los medios de lo que más habla y, sin embargo, finalmente se hace también central en la política. Y se hace central aún cuando las mediciones de los expertos sociales, entre los cuáles destaca las del propio Manuel Castells, no revelan en el mundo un mayor grado de escándalos. Al final, noticia y acontecimiento se confunden sin que estrictamente se pueda concluir quién manda sobre quién, pues estamos ante un proceso abierto. Esa confusión es sobre todo inherente a una mucho más compleja interacción general. Cabría preguntarse en este orden de cosas ¿es el New York Times un producto del lobby judío-americano, o tal vez ese poderoso círculo de poder es hoy más bien un producto del New York Times? O, dicho de un modo más cercano y provocativamente, ya que detenta ahora el poder en España, ¿es el diario El País un producto del PSOE, como básicamente comenzó siéndolo en su orígenes o, por el contrario, el PSOE es hoy más bien un producto del El País? No sería fácil responder. Sin embargo, este fenómeno no significa de por sí que el dominio sobre la política sea ahora mayor por parte de los medios informativos de la era mediática, ni tampoco al revés. En no pocas ocasiones, en la actual sociedad-red simplemente sucede que el poder de los flujos, ese estallido de lo múltiple que alberga la realidad, proyectándose en direcciones tan dispares, sobrepasa a los flujos de poder…

En este contexto de vaivenes e intermitencias del mundo, la redundante simultaneidad televisiva en particular, pero también Internet, sin mediación, sin la vieja distancia narrativa, ha ido diluyendo la significación de los acontecimientos e irradiando una constante sensación de irrealidad. La fantasmagorización tecnológica del acontecimiento (que es tan constitutiva del actual estado de cosas) resta poder de configuración de sentido a unos hechos en sí que en un mismo plano, además, se mezclan con los reality shows, las teleseries, anuncios publicitarios... La tendencial pérdida del evento, una vez convertido éste en signo o código —como se prefiera— del


I Seminario ATLÁNTICO de PENSAMIENTO

67

famoso ciberespacio, lo volatiza en su recepción, hasta el punto de volver efímero lo más dramático no ya en el momento en sí, que también, sino inmediatamente después. Y del todo. El espacio así se modifica. Como indica Paul Virilio, uno de los mejores analistas de la aceleración contemporánea, a la velocidad de la luz, que es aquélla a la que es posible hoy en día retransmitir las imágenes desde cualquier lugar o comunicarnos por la Red, el espacio tiende a anularse. Dicho de otro modo, ese tiempo instantáneo, ese tiempo único mundial marcado por la instantaneidad, inmediatez y ubicuidad de lo que sucede en el planeta y sea transmitido, carece de topos. Y lo topológico es lo que produce localidad. El tiempo local es diferente, está cargado de dimensiones físicas y de memoria, que son las que constituyen lo histórico, de modo que, con ese innegable desplazamiento del mundo al estadio acelerado de la velocidad máxima, estamos asistiendo, a su juicio, al final de tiempo histórico, en su sentido de secuencia larga, el de las sociedades inscritas en territorios dados, porque en ese marco resulta irrepresentable lo que constituye la historia, que es también distancia…. Lo histórico, por lo demás, es, en palabras de Heidegger, la condición de posibilidad para toda comprensión del mundo, de forma que Virilio no se envuelve en una mera nostalgia con sus afirmaciones aún cuando, como buen intelectual francés, guste de mostrarse provocativo. Y, por otro lado, en orden al doble juego permanente de esta sociedad red, esa misma ubicuidad e instantaneidad paradójicamente conducen a una súbita detención, una cierta sensación de “encogimiento” del mundo, una suerte de encierro virtual en el que desemboca esta desmaterialización del espacio objetivo, en palabras del pensador francés, bajo el dictado de la hiperrealidad. Tal privilegio creciente de lo lejano en detrimento de lo cercano está contribuyendo a producir, dicho sea de paso, una inversión de relaciones, incluso en lo más cotidiano, de largo alcance: el lejano, que aparece en pantalla, es el amigo, puede prescindirse de él cuando se quiera, basta desconectar, mientras que el próximo, aquél con el que hay que convivir, se vuelve cada vez más molesto…

Que la lógica del simulacro y las apariencias, en este contexto, se avalance sobre la percepción de la realidad en nuestra época es algo que Jean Baudrillard explicó en su polémico ensayo La Guerra del Golfo no tuvo lugar, a propósito del primera ataque masivo del ejército norteamericano a ese país en 1991. Por eso el hecho de que en el sujeto contemporáneo, en su conciencia, las cosas sean en virtud de que se vean investidas por el lenguaje de significación y sentido, lo que básicamente constituye la base de partida de la filosofía del siglo XX a través del llamado giro lingüístico en su intento de pensar después de Auschwitz, está sufriendo una torsión, un riesgo súbito de descarrilamiento en el orden de lo político que debe ser seriamente abordada. Asistimos a un tiempo en el que el hecho de no saber bien cómo nombrar y situar, dónde colocar en la historia o en la memoria a los treinta mil muertos que produjo la dictadura argentina, de la que acaban de cumplirse treinta años, por ejemplo, se acaba acercando de forma peligrosa a la sensación ambiental de que éstos desaparecieron casi más por que la redundancia de imágenes y discursos efectivamente desplegada en torno a tales hechos lamentables, que ha sido casi infinita, terminó por último borrando la barrera entre la realidad y lo imaginario. Como señala Vattimo, el mundo de los objetos seguros de sí, medidos y clasificados de la Modernidad, “se ha convertido en el mundo de las mercancías, de las imágenes, en el mundo fantasmagórico de los mass-media”. Ahora bien, el torrente de imágenes, como el torrente de textos, que, en efecto, en su modo propio de darse


68

I Seminario ATLÁNTICO de PENSAMIENTO

—apabullante, redundante y desordenado en el laberinto del ciberespacio— tienen un impresionante poder para anular la significación de los acontecimientos, dejándolos suspendidos de sentido, aclara también algunas cosas. Conduce, por lo demás, a que algunas reflexiones realizadas tan sólo hace unas décadas en el ámbito el psicoanálisis cobren de golpe un sentido palpable. Por ejemplo, que frente al previsible destino armónico que deparaba al ser humano su condición natural, frente a su supuesto encaje en mutua reciprocidad con la naturaleza, el ingreso en el campo del lenguaje, que ya de por sí produce una irreversible relación referencial con el mundo, le crea un malestar irreductible, irresoluble. Esa idea reveladora y cuestionada en su día es hoy no sólo indiscutible sino claramente perceptible. Tal malestar es experimentado con mayor nitidez a raíz de la citada pérdida del sentido unitario de la realidad, que deja al ser humano mucho más a expensas de la mediación y, en consecuencia, más visiblemente entregado al campo del lenguaje.

Pero del mismo modo que hay aclaraciones, la era digital produce oscurecimientos respecto de las consecuciones más sofisticadas del pensamiento del pasado siglo. En lo que atañe a la cumbre de la filosofía del pasado siglo, Heidegger consolidó la premisa de que, frente a la ocupación que ocupa al animal en su medio, el lenguaje hace que el ser humano sea pre-ocupación. Y que, por lo tanto, surja en él la angustia ante el mundo, angustia, eso sí, que va a actuar como un motor en la búsqueda de sentido. Esta premisa, tan fructífera tanto en el propio pensamiento heideggeriano como en sus desarrollos posteriores, se topa ahora igualmente con otra torsión, con una deriva incierta. En la era digital la angustia (como el sufrimiento creciente en el mundo, tanto físico como mental, por otra parte) se enfrenta a nuevas circunstancias que debilitan ese papel activador de la primera en la búsqueda de sentido del mundo: el efecto semi-paralizante de la sensación de “irrealidad” que proyecta la transmisión incesante de los hechos y acontecimientos y el efecto desmotivador del desorden social tardo-capitalista, que tiende a disolver la idea de lo social y da rienda suelta al aislamiento, que tiene por contrapunto a la multitud. Lo que finalmente queda es el cuerpo, como referencia inmediata del tiempo y el espacio en una época detenida, presentista. Es el “instante eterno”, como lo llama Michel Mafessoli, en el que tiene lugar un reencantamiento del mundo, una acentuación del territorio en la pequeña escala, de los ritos de identificación, de los fetiches, de las tribus urbanas en el espectro juvenil. Son, de hecho, el “corolario de un sentimiento trágico del mundo: no habiendo historia, sólo queda el presente”. Claro que en paralelo a esta emergencia y patologización del cuerpo, que se convierte en receptáculo de esta cartografía de la levedad, surge a modo de marco ambiental un “hedonismo de masas”, en términos de Georgio Amendola, que invade todos los ámbitos de la ciudad contemporánea y según el cual, para legitimarse, todo tiene que gustar, de modo que seducir se vuelve un imperativo que afecta tanto a las personas como a los objetos. Una suerte de estetización difusa que provoca estragos y que, en orden a esta quiebra de los patrones de espacio/tiempo, trata incluso de alterar el ritmo del ciclo biológico: ahí está el bótox…

Sea como fuere, que la retransmisión en tiempo real de las realidades del mundo se vea transida de cierta espectralidad involuntaria en este escenario, el que sean en cierta medida mensajeras de lo irreal, es sencillamente


I Seminario ATLÁNTICO de PENSAMIENTO

69

una forma de darse el mundo, en la que los medios de comunicación son significativos y, sobre todo, sintomáticos de la época. La idea del ser como evento o devenir, más que como un fundamento sólido, apuntada por Nietzsche hace casi un siglo, se ha socializado en la era electrónica al capturar en su interior el espacio de la realidad. Este capturar responde al hecho del efecto mediático de disolución de la diferencia entre lo que es y lo que aparece. Pues si la realidad fue siempre capturada de modo vir-

“Si la realidad fue siempre capturada

tual, lo que los medios electrónicos producen es que ésta comparece como un mundo de

de un modo virtual, lo que los medios

imágenes virtuales en el cual las apariencias no son solamente el aparecer de las imáge-

electrónicos producen es que ésta

nes, sino que se convierten en la experiencia misma. El juego de las apariencias sin duda

ahora aparece como un mundo de

hace acertada la conocida calificación de esta época como una “era neobarroca”, de Omar

imágenes virtuales en el cual las

Calabrese, en el sentido de la preeminencia de la forma y la teatralidad. Y ciertamente

apariencias no son sólo el aparecer de

esta especie de teatro de superficie ha vuelto mucho más complicado hacer de los acon-

las imágenes, sino que se convierten

tecimientos una experiencia. El efecto de la multiplicidad de imágenes de los medios elec-

en la experiencia misma. Este suerte

trónicos y la lógica del mercado informativo, que fuerza a producir sin límite, a fabricar y

de teatro de superficie ha vuelto así

hacer de todo noticias, tiene como consecuencia más notable lo que Calabrese llama una

mucho más complicado hacer de los

“recepción accidentada”, derivada de la “altísima posibilidad de elección” de un especta-

acontecimientos una experiencia”

dor que hace suyo pulsionalmente una visión del mundo en fragmentos, un collage de intermitencias donde resalta lo que está en superficie. Ahora bien, no debemos permitirnos la satisfacción fácil de darle pábulo a alguna clase de teoría de la conspiración organizando las imágenes del “Gran Hermano”. Es obvio, de un lado, que el proceso de concentración de medios informativos arroja una orientación determinada de las agencias internacionales de noticias y las corporaciones mediáticas, cuyas vinculaciones ideológicas y empresariales a intereses político-económicos son cada vez más estrechas, si bien también más complejas. Éstas tienden a organizar una visión homogeneizante y simplista de las realidades del mundo, lo que contiene un potencial de manipulación enorme. E igualmente obvio es que el poder económico sigue en manos de los grandes capitales y que éstos, quién lo duda, manejan quizás a más gobiernos que a los que dominaban hace apenas treinta años. Sin embargo, la eclosión digital y su escenario mediático han impuesto sus propias reglas. Los medios, como sostiene Castells, experimentan un proceso de interacción de doble sentido con sus audiencias y lectores en cuanto al impacto real de los mensajes en una época de saturación de mensajes. Asimismo, cabe añadir, al estar arraigados en la sociedad su relación con los procesos políticos no es estable sino indeterminada o, más bien, es determinada por el contexto. Los medios viven del mercado, de sus audiencias o lectores, y quieren beneficios o, al menos, no pueden subsistir sin beneficios. Por eso, no siempre está claro ni predeterminado qué orientación frente a qué poderes se los va a garantizar. A su vez, los beneficios dependen del grado de credibilidad que tengan ante los espectadores


70

I Seminario ATLÁNTICO de PENSAMIENTO

o lectores, que son quienes determinan el peso de los medios como soporte publicitario (su principal activo), con lo cual estos últimos pueden verse castigados en su facturación si los primeros se sienten traicionados. En la Italia de los años ochenta, por ejemplo, la orientación política de los periódicos la marcó la sociedad italiana a favor del proceso conocido como “Manos Limpias”. Los medios, instalados en su relación cómodamente inercial con el poder político desde el final de la II Guerra Mundial, se vieron sorprendidos por el trabajo de un grupo intrépido de fiscales anticorrupción. Sin saber bien qué dirección tomar al margen de la disparidad de orientaciones, el apoyo espontáneo y radical de los italianos a la actuación fiscal después de décadas de relaciones mafia-política hizo que los periódicos girasen agresivamente entonces contra el gobierno de la Democracia Cristiana y el Partido Socialista. Nada tardaron entonces en convertir en un héroe al fiscal Di Pietro y contribuyeron así, lo quisieran o no, a abrir una nueva etapa en aquel difícil país. Aunque pertenecen a grupos empresariales cada vez más interconectados a escala global, los medios están diversificados y se dirigen a mercados segmentados a escala también global. Este cambio es revelador de la más compleja interacción con las audiencias y lectores. La sociedad de masas ya no es tan homogénea como lo fuera durante el siglo XX. Y no lo es porque los medios electrónicos han modificado el viejo sentido único de las imágenes. Ahí está Internet, a través del cuál millones de personas se expresan y organizan protestas contra los organismos financieros internacionales, o bien el fenómeno de las televisiones locales que, en algunos lugares, como Latinoamérica, ha generado episodios de populismo electrónico que han intervenido en el curso político. Ahí está Al Yazira, la televisión árabe por la cual Bin Laden, el mayor enemigo de Estados Unidos, se dirige al mundo. El canal Al Yazira cuenta la versión árabe de esta guerra insensata abierta entre Occidente y el mundo árabe-musulmán. Y, sin embargo, no pudiendo ser clausurado ni destruido por el gobierno norteamericano, la CNN llegó a pactar con este canal un costoso acuerdo de suministro de imágenes para mantener la primacía de la audiencia informativa mundial, a riesgo de verse desbancada por competidores. En suma, aún cuando la realidad esté hoy en día mediada, además de por el contexto político-empresarial, por esa nueva recepción accidentada que desrrealiza, lo mediático muestra una pluralidad del mundo que antes no comparecía. La era digital permite, por su horizontalidad estructural, contrarrestar sin proponérselo la unidireccionalidad informativa que le precedía. El llamado cibermundo sigue siendo y, con el tiempo lo será aún más, un juego abierto relativamente. Su inmenso poder no proviene de un golpe de mano ejercido, a pesar de los intentos en esta dirección que alientan a las mega-fusiones de grupos mediáticos, sino que más bien obedece a esa condición de espacio central, de campo de batalla, en el que pugnan hoy en día la sociedad y el poder y también los poderes entre sí. La sociedad red es un entredicho que late entre lo múltiple y lo homogéneo, la vitalidad del mundo y su desvitalización electrónica, los flujos de poder y el poder de los flujos, en definitiva, una turbulencia de largo alcance en torno al curso de lo histórico. El precio a pagar es esa teatralidad de superficie, el signo del espectáculo que atrapa al campo de la realidad, como ya anticipara el situacionismo de Debord, un reencantamiento vacuo y barroco del mundo, en definitiva, el claro presentimiento de que el sinsentido también anida en el sentido y la actualidad de una pregunta que late en torno a lo que Heidegger llamó constitución infundada de la existencia. Lo que está surgiendo después del siglo XX, lo que late tras el final de las certezas, presenta así los contornos precisos de una cartografía de la levedad. Y debemos saber que en ella, para bien y para mal, nada está asegurado… Esto es todo. Muchas gracias.


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.