II Seminario Atl谩ntico de PENSAMIENTO
Resistir a la evaluaci贸n Mercedes de Francisco
Psicoanalista, es miembro de la Escuela Lacaniana
Mercedes de Francisco
de Psicoanálisis del Campo Freudiano, que pertenece a la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP). Docente del NUCEP (Nuevo Centro de Estudios Psicoanalíticos) y del Instituto del Campo Freudiano, desde hace tiempo imparte numerosos seminarios en España e Italia y publica asiduamente en revistas españolas y europeas. Fue presidenta de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis del Campo Freudiano en el periodo 2000/2002. Integra la redacción internacional de LNA (Le Nouvel Âne) por Madrid, revista editada en Francia y dirigida por Jacques-Alain Miller.
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Ante todo, quiero agradecer a Antonio G. González mi presencia en este encuentro para trabajar un tema de tanto calado y compartir con personas afines esta conversación. Cómo saben por el programa les hablaré en tanto que psicoanalista lacaniana. En la presentación de este seminario se enumera como uno de los signos de la época la tendencia al cálculo y evaluación que lleva aparejada la proliferación de lo incalculable. El uso de la cifra por la estadística quiere hacernos olvidar que “no la medida”, sino “lo medido” está inmerso en un registro simbólico, en un orden jerarquizado por el sentido. Les animo a hacer una incursión por los protocolos de actuación de psicólogos conductistas y las investigaciones neurológicas para dimensionar de qué se trata. Leyendo solamente lo que pretenden medir podemos tener una idea de la envergadura “totalitaria” de este proyecto, que parece no tener autores. ¿Qué supone transmitirnos que cualquier cosa que nos ocurra como sujetos, como “humanos” o mejor “trouhumanos”, usando un neologismo lacaniano que condensa trauma, agujero (trou, en francés) y humano, es calculable? De inmediato y más allá de las
Chus Garci´a-Fraile. Street Stage. 4, 2005.
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singularidades de cada uno, incluso de las diferencias psicopatológicas, se produce una deriva y nos convertimos nosotros mismos en nuestros propios evaluadores. En el sujeto mismo, y en su forma de constituirse, esta tendencia encuentra donde anidar. ¿Quién ha estado exento de la comparación con el otro semejante, aun a sabiendas de que de esta comparación siempre se “saldará” con un menos? Por ello, se trata de resistir (como se entiende en el campo de la física), pues si no oponemos resistencia la inercia será ésta: cada vez más, hombres y mujeres quieren controlar sus vidas para que no aparezca nada imprevisto, lo que lleva a un aumento de la angustia, u otra posible opción es negar las consecuencias de las acciones que se realizan, creyendo falsamente estar fuera del control. Vemos ya perfilarse un “todo asegurado”, la publicidad de las compañías de seguros apuntan cada vez mejor cuando hace aparecer a los niños como reclamo. Niños protegidos que no caerán nunca del lado de los que se nos presentan en la absoluta precariedad e indefensión. Nuestro primer mundo gracias a estas “compañías” puede dormir tranquilo. Aparentemente vivimos en un mundo lleno de experiencias posibles y nuevas, los viajes exóticos, las drogas de diseño, la proliferación pornográfica, son un velo cada vez más espeso que opaca la ineliminable contingencia. Se trata de la repetición de lo nuevo, lo nuevo caduco y obsoleto. La abundancia de objetos de consumo, como expresión de este capitalismo que vivimos, no se agota en sí misma, pues lo que logra es introducir al sujeto en una espiral de empuje a una satisfacción que no cesa de autoalimentarse. No importan los objetos, eso era en la época de Rockefeller. En la de Bill Gates se trata de destruir lo hecho para que surja lo nuevo y así sucesivamente. Para mantener la euforia del consumo se necesitan drogas sintónicas como son la cocaína, el speed, el Prozac, el Viagra, el Rubifén, etcétera. Euforia que va acompañada del “bajón”, la depresión en auge de nuestros días. Es indudable que los sociólogos que se han puesto a la tarea de leer los signos de nuestra época tienen clara su patologización. En los países del exceso su población está cada vez más afectada en el terreno de la subjetividad, los sujetos enferman y sus síntomas son la manera de resistir a esta tendencia. El sujeto no puede trabajar, está deprimido, angustiado, cuando se trata de la contracara del consumo maníaco, o llega al acto violento, cuando extremando el control y la evaluación de sí mismo surge el estallido.
¿Quién ha estado exento de la comparación con el otro semejante, aun a sabiendas de que de esta comparación siempre se “saldará” con un menos? Por ello, se trata de resistir (como se entiende en el campo de la física), pues si no oponemos resistencia la inercia será esta: Cada vez más, hombres y mujeres quieren controlar sus vidas para que no aparezca nada imprevisto, lo que lleva a un aumento de la angustia; otra posible opción es negar las consecuencias de las acciones que se realizan, creyendo falsamente estar fuera del control
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El diseñador John Galliano, vestido de torero durante la Semana de la Moda de París, en 2007. FOTO: FRANCOIS MORI (AP)
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Pepe Medina. Nada, 2008.
Vemos así perfilarse unos sujetos cada vez más desorientados y, por tanto, con más miedo, como nos decía Freud en su bello texto Lo siniestro. Desorientados ¿frente a qué?, frente a este real imposible de domeñar, calcular, predecir, tratar por lo simbólico o por lo imaginario. Nuestra desorientación está causada por la eliminación de la imposibilidad. No se trata de ninguna falla subsanable, no se trata de impotencia, no se trata de déficit, de minusvalía; pero nos hacen creer que sí. Para Jacques Lacan esta imposibilidad se expresa en la imposible fórmula de la relación sexual. No tenemos un saber hacer que nos oriente en las relaciones entre hombres y mujeres. Para encontrarnos la única posibilidad es una invención, un “eureka” del ahí. Es por eso que la diferencia sexual, o mejor dicho lo “hetero”, es fundamental para avanzar en los impasses de nuestra civilización. No se trata para nosotros de la cuestión de género, la igualdad de oportunidades no nos hace olvidar una diferencia insoslayable. El ser humano es hablante, sexuado y mortal. La palabra, la diferencia sexual, la muerte son inseparables de su condición. Por ello, podemos preguntarnos qué supone este intento en apariencia “acéfalo” de alejar al humano de su condición, despojándolo del poder de su palabra, borrando su diferencia, alejándolo de su finitud. Biólogos de prestigio han llegado a plantear que científicamente podría hablarse de la inexistencia de la muer-
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Avelino Sala. Drama, 2006.
te. Cada vez más distintos filósofos, artistas, sociólogos, en distintos lugares del mundo coinciden con este diagnóstico de la época, con esta tendencia totalitaria y silenciosa en el seno mismo de nuestras asentadas democracias. Esta tendencia totalitaria se presenta ahora con un ropaje intocable. Se habla de neurocultura, neuroética, neuroideología, y hasta de neuroarte. ¿Es posible que podamos retroceder en el tiempo hasta creer que las claves de nuestra subjetividad se hayan localizadas en el órgano del cerebro? ¿qué supone este “supuesto avance” para la filosofía, el arte, la poesía, el psicoanálisis, etcétera, disciplinas que se sostienen en la condición humana? pero saliendo de nuestro entorno disciplinario ¿qué supone para la condición humana misma? Si todo respondiera a las sinapsis cerebrales, a la genética, en resumen, al
En nuestras asentadas democracias, una tendencia totalitaria se presenta ahora con un ropaje intocable contra el poder de la palabra. Se habla de neurocultura, neuroética, neuroideología y hasta de neuroarte, ¿es posible que podamos retroceder en el tiempo hasta creer que las claves de nuestra subjetividad se hayan localizadas en el órgano del cerebro? ¿Qué supone este “supuesto avance” para la filosofía, el arte, la poesía, el psicoanálisis, etcétera, disciplinas que se sostienen en la condición humana? Y ya saliendo de nuestro entorno disciplinario ¿qué supone para la condición humana misma? Si todo respondiera a las sinapsis cerebrales, a la genética, en resumen, al organismo, ¡qué sería de los hombres!
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PSJM. Marx®, 2008.
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organismo, ¡qué sería de los hombres!. El cine de ciencia ficción nos muestra a lo que podemos llegar. Por ejemplo, Minority Report, de Spielberg, donde los sujetos son apresados justo en el momento antes de cometer el acto delictivo, eliminando toda posibilidad de elección y haciendo de la determinación un amo absoluto. Los medios y los políticos tienen una complicidad con esta supuesta “ciencia”, que no sabe de derechas o izquierdas, conservadores o progresistas. Se trata más bien de una “fe ciega”, de una fe en apariencia laica, pero que encuentra su mejor aliado en la religión católica. Lacan nos advertía que la ciencia afectaría tanto a lo real que la religión se consideraría con muchos más motivos, aún, para “apaciguar los corazones”(1). (1) Jacques Lacan, También Lacan, “avisador del fuego” en los años cincuenta, vislumbró el crecimiento del individualismo que llevaría a estallidos de la violencia, mostró el efecto que la ciencia tendría sobre lo real y que sería acompañado por el auge de la religión. Al Vaticano le cuesta más aceptar el casamiento entre homosexuales que ciertas investigaciones científicas. Cada vez más nos encontramos con ensayistas que nos describen lo que está pasando: el trabajo precario y humillante, los lazos amorosos afectados por el imperativo de lo nuevo, lo joven, lo caduco; tomo el trabajo y el amor porque eran para Freud dos pilares de la vida humana. Más soledad, más temor, más fragilidad. Los sujetos con menos recursos y con más precariedad en esta sociedad hiperdesarrollada. Y, sobre todo, más desresponsabilizados de su propia vida, una vida medicalizada, donde lo que menos importa es lo que le ocurre al sujeto, cuyo ser se reduce a un organismo. A los sujetos que viven en países con índices terribles de pobreza y enfermedad se les sustrae el estatuto de deseantes, reduciéndoles a ser sujetos de la necesidad justamente por faltarles lo mínimo para vivir. Jacques Lacan tiene sobre el tratamiento de la pobreza y del prójimo páginas memorables. Interesa preguntarse porqué un mundo cuyo desarollo tecnológico podría servir para erradicar la pobreza, la aumenta. La aparente sociedad de la libertad de elección, de la satisfacción de los deseos, del exceso, es la otra cara de la misma moneda. Tanto en el exceso como en la escasez está en peligro nuestra condición humana. Los efectos de este sistema sobre el Planeta y los hombres son ya difíciles de obviar: cambio climático, aumento de las enfermedades, aumento de las guerras.
El triunfo de la religión. Editorial Paidós. Buenos Aires 2005.
(2) Jacques Lacan, La ética del psicoanálisis. Editorial Paidós. Referencia al apólogo de San Martín. Jacques-Alain Miller, El partenaire-síntoma. Editorial Paidós. Buenos Aires 2008
A los sujetos que viven en países con índices terribles de pobreza y enfermedad se les sustrae su estatuto de deseantes, reduciéndoles a ser sujetos de la necesidad, justamente por faltarles lo mínimo para vivir. Interesa preguntarse porqué un mundo cuyo desarrollo tecnológico podría servir para erradicar la pobreza, sin embargo, la aumenta. La aparente sociedad de la libertad de elección, de los deseos, del exceso, es la otra cara de la misma moneda: sujetos con más temor y más precariedad. Y, sobre todo, más desresponsabilizados de su propia vida, una vida medicalizada. Tanto en el exceso como en la escasez está en peligro la condición humana. Los efectos de esto son difíciles de obviar: cambio climático, aumento de las enfermedades y guerras
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Paremos esta deriva. No es de mi gusto lo “apocalíptico” pues lo único que promueve es la impotencia y el miedo, elementos siempre útiles para luego instaurar el control y el terror. Se diagnostica claramente lo que ocurre pero no se atisban muchas posibilidades de cambio, no se encuentra el cabo de la cuerda que permita “otra manera” de anudar las cosas. Para el psicoanálisis freudiano, el tener y el no tener que se corresponden con las diferencias anatómicas tuvo sus consecuencias, que Lacan sobre todo en su última enseñanza diagnóstico como una ideología. Nadie puede negar el genio de Freud cuando descubre el inconsciente como resultado del encuentro entre el ser vivo y la lengua, cuando nos muestra la importancia de la diferencia sexual y de la muerte, en una palabra, cuando inventa una práctica como la del psicoanálisis; pero fue Jacques Lacan el que retornando a la verdad freudiana pudo encontrar el límite infranqueable para Freud, el del padre, el del nombre del padre. Lacan, sosteniéndose en la maestría freudiana, logra dar un salto de lógica que todavía está por dimensionar. No se trata ya del más y el menos, no se trata de castrado no castrado, no se trata de satisfacción e insatisfacción, no se trata de placer o de displacer, incluso no se trata de más allá del principio del placer, de una barrera a franquear, de algo a transgredir. Para esta nueva lógica, lo homogéneo, el todo, lo idéntico, la excepción, pueden llevarnos a lo peor si aplastan el no-todo, lo diferente. El humano goza por ser un viviente afectado por la palabra. Se trata de un funcionamiento, no de un disfuncionamiento, no se trata de ningún déficit ni social, ni adaptativo, ni afectivo, se trata de la manera en que cada uno organizó un síntoma para afrontar la imposibilidad de la relación sexual, pues además de que cada sujeto goza a su manera, además de este aspecto autístico del goce, está la diferencia de goces entre hombres y mujeres, goces que no se acoplan. Se trata de goces distintos que no responden a la anatomía sino a la asunción de determinadas posiciones sexuadas. ¿Por qué creer que esto tendría algo que ver con el tratamiento de los problemas que nos aquejan?, se objetará que esto es algo muy específico de nuestra disciplina, desde el concepto de goce hasta la cuestión de la “relación sexual imposible”, pasando por
Aparentemente vivimos en un mundo lleno de experiencias posibles y nuevas. Los viajes exóticos, las drogas de diseño, la proliferación pornográfica son un velo cada vez más espeso que opaca la ineliminable contingencia. Se trata de la repetición de lo nuevo, lo nuevo caduco y obsoleto. La abundancia de objetos de consumo logra introducir al sujeto en una espiral de empuje a una satisfacción que no cesa de autoalimentarse. No importan los objetos, eso era en la época de Rockefeller. En la de Bill Gates se trata de destruir lo hecho para que surja lo nuevo y así sucesivamente. Y la euforia va acompañada del bajón, la depresión hoy en auge
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Soldados nortesamericanos ante un grupo de cada ´veres de jo ´venes iraqui´es en Mosul en 2005. FOTO: JIM MACMILLAN (AP)
Un nin ˜o iraqui´ herido. FOTO: MOHAMMED BESSARA (EFE).
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MK Khäne. A Kind of Hell, 2008.
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el síntoma como construcción de cada uno para vivir, y por lo tanto, se pondrá en duda su importancia para la marcha del mundo. Desde luego es innegable que el invento freudiano cambió el mundo, afectó a la educación, el cine, la literatura, el arte, la cultura, además de ser una práctica clínica que se mantiene desde hace cien años. En una época victoriana como la vivida por Freud considerar que las neurosis tenían una etiología sexual y que los niños lejos de ser inocentes eran polimorfos perversos fue la piedra del escándalo; desde la perspectiva de nuestro mundo actual hasta puede parecer irrisorio. Jacques Lacan, sin embargo, introduce la imposibilidad en el posibilismo sexual. Llegó a decir que querría que esta fórmula suya se extendiera como un reguero de pólvora. Pero esta época está marcada por el imperativo de lo fálico-sexual -cuántas veces, con cuántos, variado o no, etcétera- en el seno mismo de la diferencia sexual. Frente a ello sólo queda el lazo social, el lazo amoroso, algo que vemos cada vez más afectado. Como ya sabemos desde Platón no hay una única definición de amor. Lacan va avanzando en su enseñanza hasta una concepción del lazo amoroso que no vele lo real, ni la imposibilidad, ni lo contingente. A esto lo considera un lazo de amor inédito porque saldría de la dialéctica amor-odio en su intento de alcanzar el ser del otro. Un lazo entre hombres y mujeres que no se erija en monumento de la completud, lo armonioso, etcétera, lo calculable, la inversión, lo asegurado; pero que no confunda tampoco la contingencia con la proliferación de lo nuevo, un amor lejos del neuroamor con su contrato adjunto y hasta su fecha de caducidad, propuesto por una diputada alemana. Por ello, usé esta palabra, RESISTIR. Frente a la tendencia destructiva solo es posible oponer la resistencia de nuestro singular sínthoma, que nos da la posibilidad de saber hacer ahí frente a lo imposible del lazo y lo autístico que nos constituye. No dudo que esta nueva lógica, incluso esta nueva topología, es una alternativa junto con otras a los tiempos que corren. Si el descubrimiento freudiano llegó a afectar hasta a la economía, podemos considerar que la invención de Lacan puede ayudar junto con otros discursos a cambiar este mundo, permitir que la condición humana no sea eliminada y conseguir salir de esta dialéctica mortífera entre el exceso y la escasez, de esa tendencia destructiva que parece haber llegado a su máxima expresión con el capitalismo actual, aunque debemos estar advertidos con Borges de que el abismo puede llegar a ser infinito.
Frente a la tendencia destructiva solo es posible oponer la resistencia de nuestro singular síntoma, que nos da la posibilidad de saber hacer ahí frente a lo imposible del lazo y lo autístico que nos constituye. Se trata de no permitir que la condición humana sea eliminada y conseguir salir de esta dialéctica mortífera entre el exceso y la escasez, de esa tendencia destructiva que parece haber llegado a su máxima expresión con el capitalismo actual, aunque debemos estar advertidos con Borges de que el abismo puede llegar a ser infinito