K Bienestar Integral
2 caras del estrés
Valeria Pérez Fraga • Fotos de Alfonso Ruiz Soto®: Ana Paula Otegui
Las
El estrés tiene una parte negativa, pero también una positiva. Aprende cómo distinguirlas y lo que implica resolverlo a fondo con los conocimientos de Semiología de la Vida Cotidiana® del Dr. Alfonso Ruiz Soto®.
Daño multisistema Hoy es un tema cotidiano, háblanos del estrés. Casi nadie comprende ni sus orígenes, ni sus síntomas, ni mucho menos sus nefastas consecuencias. Hoy por hoy, el estrés constituye una epidemia silenciosa que afecta a millones de personas, parejas, familias y empresas en todo el mundo de una manera implacable. Sin duda, una temática de la máxima importancia. La estudio a cabalidad en una conferencia que he venido impartiendo, titulada: “Semiología del Estrés”. Es un asunto tan relevante y de implicaciones tan complejas y trascendentes, que le confiero, dentro del modelo completo de los cursos de Semiología de la Vida Cotidiana®, un apartado específico. Se trata de una palabrita muy popular: estrés. La repetimos tanto que la hemos disminuido, le hemos quitado la importancia que la caracteriza y, en realidad, no la entendemos a fondo.
100
KENAM2 0AY0 O9
Lamentablemente, al trivializar el término, dejamos de prestarle la atención que requiere. ¿Tiene que ver con la salud? El estrés implica un problema mundial de salud pública, que pone en marcha las hormonas del eje hipotalámico, hipofisiario, adrenal, llamadas simplemente: “hormonas del estrés”, que son de carácter acumulativo. Es decir, el estrés que vives hoy se acumula con el de mañana y con el de pasado mañana, dando lugar a un encadenamiento y a una sobresaturación fisiológica que afecta nuestro organismo y genera problemas de toda índole: obesidad, osteoporosis, hipertensión arterial, tabaquismo, infertilidad, depresión, insomnio o anorexia, entre otros muchos, cuyas consecuencias, interconectadas, propician un verdadero desastre con repercusiones físicas, emocionales, sociales, laborales y económicas, afectando la totalidad de nuestro proyecto de vida. De ese tamaño es el problema.
Casi nunca se señalan las consecuencias económicas del estrés… Hay un dato verdaderamente revelador: en Estados Unidos, las empresas gastan alrededor de $3 mil millones de dólares anuales en estrés. Los datos son similares en Inglaterra y en Canadá. Entre el 75 y el 90% de las citas con el médico de cabecera en estos países son para atender problemas relacionados con el estrés. Un millón de empleados faltan todos los días al trabajo debido a problemas originados por lo mismo. Entonces, si tú calculas la pérdida de lo que te cuesta un empleado que no vino
a trabajar un día, multiplícalo por un millón de empleados, ¡todos los días! y te percatarás fácilmente del impacto económico en la sociedad. Realmente es una barbaridad de dinero. Además, se van complicando las enfermedades, una conduce a otra y se va formando una cadena. Al final, las empresas acaban pagando consultas, tratamientos, intervenciones quirúrgicas, prótesis o diversos medicamentos. Por otro lado, la persona baja su productividad, está susceptible e irritable, genera conflictos dentro de la empresa, en sus relaciones de pareja y familia, perturba su vida social, incide en el alcohol, el tabaco, los barbitúricos o cualquier otra práctica compulsiva y termina propiciando un daño multisistema.
El origen del estrés ¿Hay diferentes tipos de estrés? Técnicamente hay dos: el eustrés y el distrés. El eustrés se entiende como una liberación positiva de adrenalina, que nos permite ponernos a salvo de un riesgo y elevar nuestra atención. Por ejemplo: un piloto de Fórmula 1, desde antes de arrancar, ya está liberando las hormonas del estrés que le van a permitir aumentar su concentración, estar más atento a todo; le incrementa la respuesta de sus reflejos y le ayuda en su alto rendimiento. Lo mismo ocurre con una cantante de ópera, este nerviosismo le permite estar más concentrada y proyectar toda la coloratura.
Comienza a cantar y a los pocos minutos ya liberó estas hormonas y está fascinada, dando una actuación realmente maravillosa. Entonces, ¿el eustrés es positivo? Efectivamente. Es lo que permite que una persona eleve su rendimiento frente a una situación de alta exigencia. También nos permite confrontar un peligro, un riesgo, ya sea luchando o huyendo. Entonces, ¿es positivo? Claro que sí, te permite, en un momento dado, ya sea en un asalto o en un accidente, responder, ponerte a salvo, pegar un brinco fenomenal que en otras condiciones no lo habrías podido realizar y evitar
el daño. El eustrés está diseñado como un sistema de defensa en el cuerpo humano. Es maravilloso, es algo que apuntala el proceso de supervivencia. El eustrés nos facilitó, desde un principio, la muy difícil relación con la naturaleza. Imagínate lo que debe haber sido para nuestros ancestros perseguir a un mamut o combatir con un león. ¿El distrés es la parte negativa? El distrés es cuando ese eustrés se vuelve crónico. La persona está liberando las mismas hormonas pero continuamente, atorado en el Periférico, discutiendo con un amigo, haciendo fila en un banco,
“El estrés no sólo se puede controlar, se TIENE que controlar”. donde experimenta tensión muscular, malestar estomacal, opresión en el pecho o migraña. No puede tranquilizarse ni resolver su problema. Se está dañando, se está enfermando con sus propias emociones negativas, se está intoxicando. Y si además llega a la oficina y discute con un colaborador o tiene problemas con sus proveedores y, más tarde, al llegar a casa, riñe con su pareja…
101
KENAM2 0AY0 O9
K Bienestar Integral
2 caras del estrés
Valeria Pérez Fraga • Fotos de Alfonso Ruiz Soto®: Ana Paula Otegui
Las
El estrés tiene una parte negativa, pero también una positiva. Aprende cómo distinguirlas y lo que implica resolverlo a fondo con los conocimientos de Semiología de la Vida Cotidiana® del Dr. Alfonso Ruiz Soto®.
Daño multisistema Hoy es un tema cotidiano, háblanos del estrés. Casi nadie comprende ni sus orígenes, ni sus síntomas, ni mucho menos sus nefastas consecuencias. Hoy por hoy, el estrés constituye una epidemia silenciosa que afecta a millones de personas, parejas, familias y empresas en todo el mundo de una manera implacable. Sin duda, una temática de la máxima importancia. La estudio a cabalidad en una conferencia que he venido impartiendo, titulada: “Semiología del Estrés”. Es un asunto tan relevante y de implicaciones tan complejas y trascendentes, que le confiero, dentro del modelo completo de los cursos de Semiología de la Vida Cotidiana®, un apartado específico. Se trata de una palabrita muy popular: estrés. La repetimos tanto que la hemos disminuido, le hemos quitado la importancia que la caracteriza y, en realidad, no la entendemos a fondo.
100
KENAM2 0AY0 O9
Lamentablemente, al trivializar el término, dejamos de prestarle la atención que requiere. ¿Tiene que ver con la salud? El estrés implica un problema mundial de salud pública, que pone en marcha las hormonas del eje hipotalámico, hipofisiario, adrenal, llamadas simplemente: “hormonas del estrés”, que son de carácter acumulativo. Es decir, el estrés que vives hoy se acumula con el de mañana y con el de pasado mañana, dando lugar a un encadenamiento y a una sobresaturación fisiológica que afecta nuestro organismo y genera problemas de toda índole: obesidad, osteoporosis, hipertensión arterial, tabaquismo, infertilidad, depresión, insomnio o anorexia, entre otros muchos, cuyas consecuencias, interconectadas, propician un verdadero desastre con repercusiones físicas, emocionales, sociales, laborales y económicas, afectando la totalidad de nuestro proyecto de vida. De ese tamaño es el problema.
Casi nunca se señalan las consecuencias económicas del estrés… Hay un dato verdaderamente revelador: en Estados Unidos, las empresas gastan alrededor de $3 mil millones de dólares anuales en estrés. Los datos son similares en Inglaterra y en Canadá. Entre el 75 y el 90% de las citas con el médico de cabecera en estos países son para atender problemas relacionados con el estrés. Un millón de empleados faltan todos los días al trabajo debido a problemas originados por lo mismo. Entonces, si tú calculas la pérdida de lo que te cuesta un empleado que no vino
a trabajar un día, multiplícalo por un millón de empleados, ¡todos los días! y te percatarás fácilmente del impacto económico en la sociedad. Realmente es una barbaridad de dinero. Además, se van complicando las enfermedades, una conduce a otra y se va formando una cadena. Al final, las empresas acaban pagando consultas, tratamientos, intervenciones quirúrgicas, prótesis o diversos medicamentos. Por otro lado, la persona baja su productividad, está susceptible e irritable, genera conflictos dentro de la empresa, en sus relaciones de pareja y familia, perturba su vida social, incide en el alcohol, el tabaco, los barbitúricos o cualquier otra práctica compulsiva y termina propiciando un daño multisistema.
El origen del estrés ¿Hay diferentes tipos de estrés? Técnicamente hay dos: el eustrés y el distrés. El eustrés se entiende como una liberación positiva de adrenalina, que nos permite ponernos a salvo de un riesgo y elevar nuestra atención. Por ejemplo: un piloto de Fórmula 1, desde antes de arrancar, ya está liberando las hormonas del estrés que le van a permitir aumentar su concentración, estar más atento a todo; le incrementa la respuesta de sus reflejos y le ayuda en su alto rendimiento. Lo mismo ocurre con una cantante de ópera, este nerviosismo le permite estar más concentrada y proyectar toda la coloratura.
Comienza a cantar y a los pocos minutos ya liberó estas hormonas y está fascinada, dando una actuación realmente maravillosa. Entonces, ¿el eustrés es positivo? Efectivamente. Es lo que permite que una persona eleve su rendimiento frente a una situación de alta exigencia. También nos permite confrontar un peligro, un riesgo, ya sea luchando o huyendo. Entonces, ¿es positivo? Claro que sí, te permite, en un momento dado, ya sea en un asalto o en un accidente, responder, ponerte a salvo, pegar un brinco fenomenal que en otras condiciones no lo habrías podido realizar y evitar
el daño. El eustrés está diseñado como un sistema de defensa en el cuerpo humano. Es maravilloso, es algo que apuntala el proceso de supervivencia. El eustrés nos facilitó, desde un principio, la muy difícil relación con la naturaleza. Imagínate lo que debe haber sido para nuestros ancestros perseguir a un mamut o combatir con un león. ¿El distrés es la parte negativa? El distrés es cuando ese eustrés se vuelve crónico. La persona está liberando las mismas hormonas pero continuamente, atorado en el Periférico, discutiendo con un amigo, haciendo fila en un banco,
“El estrés no sólo se puede controlar, se TIENE que controlar”. donde experimenta tensión muscular, malestar estomacal, opresión en el pecho o migraña. No puede tranquilizarse ni resolver su problema. Se está dañando, se está enfermando con sus propias emociones negativas, se está intoxicando. Y si además llega a la oficina y discute con un colaborador o tiene problemas con sus proveedores y, más tarde, al llegar a casa, riñe con su pareja…
101
KENAM2 0AY0 O9
K Bienestar Integral
El Dr. Alfonso Ruiz Soto® en una típica situación de eustrés, antes de iniciar un vuelo en helicóptero.
todo es irreversible. Y todo esto a consecuencia de un profundo desconocimiento de su propio ser: la incapacidad para conducir en forma adecuada sus pensamientos, emociones, decisiones y acciones. Ajeno a los procedimientos que pueden generar su paz interna y su armonía personal, se convierte en el esclavo de sí mismo, censura su propio ser.
En control ¿Se puede controlar el estrés? No sólo se puede controlar, se TIENE que controlar. Es crucial aprender a procesarlo de tal manera que podamos liberarnos de ese estado de intoxicación recurrente. De lo contrario, pagaremos un precio muy elevado en todos los sentidos. Pero más importante aún es aprender cómo evitar que se produzca, cómo evitar ser los propios instigadores del proceso. En efecto, una cosa es tener que resolverlo cuando la vida nos pone en una situación de estrés –cuyo origen está fuera de nuestra mano,
102
KENAM2 0AY0 O9
como en un terremoto–; y otra, muy diferente, es propiciar el estrés con nuestra propia actitud. Aquí se trata de algo fundamental: quien elige la conducta, elige la consecuencia. Tenemos que asumir nuestra responsabilidad, nuestra complicidad con los hechos. ¿Cómo lo logramos? Existen muchos métodos y técnicas para controlar el estrés, para tener un manejo adecuado de las emociones y lograr una vida más sana. Sin embargo, es muy importante comprender que la resolución profunda del estrés implica mucho más que unas simples técnicas o recetas psicológicas. Hay dos situaciones de la máxima importancia que debemos considerar si queremos abordar este problema con la debida seriedad y resolverlo. La primera es que toda persona que quiera trascender una genuina situación de estrés, tiene que transformar su Visión del Mundo, es decir, modificar su actitud hacia la vida fracturando el sentido de la “prisa interna” y reestableciendo la conciencia autorreflexiva, determinada por sistemas concurrentes de pensamientos, creencias y valores. La segunda es que debe transformar su Proyecto de Vida, lo cual entraña un replanteamiento de la estructura cotidiana que sustenta la realización de su ser. Esto es vital: el estrés no es un problema menor que se resuelva meditando, practicando yoga, realizando mantras o consumiendo ansiolíticos, (aunque todo eso ayude en un momento dado), sino que exige una respuesta de fondo en su mismísima raíz: un caos existencial. Una desorganización vital que entraña una profunda falta de realización personal. En suma: crisis del sentido de la vida. He aquí el origen profundo del estrés autogenerado: crítico y crónico. En efecto, se trata de un problema sistémico y multifactorial que requiere un cambio de visión y de proyecto. Sólo abordándolo en esta dimensión se podrá darle la vuelta de campana y resolverlo de raíz. Lo demás son paliativos. Muy buenos, sin la menor duda, pero no están resolviendo el problema con la profundidad y la seriedad que requiere. No podemos jugar con nuestras vidas ni con nuestros problemas. Postergar una situación
“Hoy más que nunca tenemos que aprender a asumir el presente con inteligencia y serenidad, con amor y con humor, con responsabilidad y eficacia”. de estrés, sobre todo si es crítico (muy intenso) o crónico (muy repetitivo), puede resultar fatal. Es preciso atenderse, cuanto antes, con un profesional de la salud. ¿Cómo debemos manejar el estrés en momentos de crisis? La crisis que estamos viviendo es distinta a todas las anteriores: crisis parciales que nos permitían orientarnos o girar la cabeza y buscar recursos o posibilidades en otro lado. Hoy en día no, es una crisis global. Esto va a tener características singulares. No obstante, creo que al final resultará benéfico. El mundo entrará en un proceso de crecimiento interior y de desarrollo de conciencia muy especial. No tendremos más alternativa que reformular nuestro mundo, espero, sobre bases más justas, más humanas, donde las grandes mayorías tengan mejores oportunidades de vida. Sea como fuere, hoy por hoy, tenemos que saber cómo confrontar este nuevo escenario porque va a durar, al parecer, un par de años. No es la cuesta de enero, es la cuesta de los próximos 18 o 24 meses. Tenemos que saber muy bien cómo vamos a organizar nuestras vidas y responder de una manera más lúcida y creativa, ya que no ganamos nada con futurear catástrofes y angustiarnos. Tampoco con cerrar los ojos y negar la realidad que tenemos delante de nuestras narices. Hoy más que nunca tenemos que aprender a asumir el presente con inteligencia y serenidad, con amor y con humor, con responsabilidad y eficacia. Siempre con alegría. * Todos los conceptos son propiedad del Dr. Alfonso Ruiz Soto®. Para más información, visita www.semiologia.net.