"Sin Miedo a la Terapia"

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K Bienestar Integral

miedo a la

terapia

Valeria Pérez Fraga • Foto de Alfonso Ruiz Soto®: Ana Paula Otegui

Sin

Existe un gran prejuicio acerca de la terapia. Se cree que es un tratamiento para personas desquiciadas o con traumas muy fuertes. Sin embargo, es una herramienta fundamental para estar en paz con uno mismo. Alfonso Ruiz Soto® nos habla de su importancia.

Realidad y significados

¿Cuál es el objetivo de una terapia? En Semiología de la Vida Cotidiana® hemos encontrado que –independientemente de la corriente de pensamiento o escuela psicológica– toda terapia busca un objetivo central: la reconciliación del individuo con su propia biografía. La inmensa mayoría de las personas vive en discordia con su pasado, su presente o su futuro; es decir, con su propia vida. En consecuencia, toda terapia está orientada a resolver los orígenes de cualquier conflicto y a restituirnos a un genuino ámbito de paz interna. Esta visión debería

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alentar a la mayoría de las personas a reconsiderar el tema de la terapia, que nos lleva a un esclarecimiento de la forma como nos relacionamos con el principio de realidad, ya que no percibimos el mundo tal cual es, sino que lo interpretamos. En efecto, la realidad es introyectada a la conciencia de una persona a través de procesos de significación. En un aforismo que escribí hace tiempo marco esto: “La realidad es lo que es, pero la vida es lo que significa”. No estamos viviendo los hechos, lo que verdaderamente vivimos es lo que los hechos significan en nuestro escenario de conciencia. Cuando un papá va caminando por la calle con su hija de 9 años, el mundo que ve el papá y el que ve la hija son totalmente distintos. Cuando dos amantes se besan, cada uno introyecta su propia realidad. Un beso nunca es uno solo, siempre son dos: lo que experimenta uno y lo que experimenta el otro, dependiendo de su significado. ¿Cómo se aborda la construcción de los significados? Atendemos a la construcción de significados de una manera prioritaria. Estudiamos cómo cada individuo construye su propio universo de significación desde su infancia. En la construcción de este universo, todo hecho tiene muchas rutas posibles de significación. Una terapia no modifica los hechos. Como acontecimientos históricos o biográficos de la persona, éstos son inalterables: lo que ocurrió, ya ocurrió. Lo que hace la terapia es cambiar los significados. En el momento en que una persona modifica el significado de un hecho, lo transforma. Para liberarnos de las penas que nos abruman y de nuestros

traumas, tenemos que reconstruir ese universo del pasado a través de otras rutas posibles de significación. Cuando una persona comprende eso realmente, se da cuenta de que el sentido de su vida depende de ella misma, del sentido que ella misma le confiera a cada acontecimiento.

Las señales ¿Cómo sabemos que necesitamos ir a terapia? Una persona necesita terapia cuando ha perdido el equilibrio en su proyecto de vida y, en consecuencia, su estabilidad emocional. También cuando presenta diversos tipos de sintomatologías en el caso de estar somatizando las emociones: jaquecas repetitivas, insomnio, inapetencia, dermatitis o cualquier otra. El cuerpo está lanzando señales de alerta. Estos son motivos suficientes para acudir a un terapeuta y ver qué está ocurriendo. Pero bastaría con experimentar una confusión prolongada respecto a la pareja, el trabajo, los hijos o la vocación, para acudir a una terapia que permita esclarecer los motivos profundos y dar con la solución en un tiempo breve. Además de la sintomatología física, ¿cuál sería otro indicador? Nuestra conducta emocional. Las emociones presentan rangos de actividad, de intensidad y de frecuencia muy diferentes, dependiendo de un gran número de circunstancias. Tenemos dos ejes para medir la necesidad de un tratamiento: la intensidad de la respuesta y la conducta repetitiva. Las emociones negativas forman parte de nuestra vida cotidiana, pero en el momento en que se desfasan por su intensidad

“¿Qué haces cuando tienes un dolor de muelas: te lo aguantas? En cuanto te cala, vuelas al dentista. Entonces, ¿por qué cuando te cala una emoción y te hace sufrir, sí te aguantas?” Alfonso Ruiz Soto®. o su perseverancia, constituyen una patología. Cualquiera puede estar triste porque acaba de morir su hermano o su pareja, pero hay un tiempo asignado para procesar ese duelo de una manera razonable. No vamos a negar la tristeza como parte de la realidad humana, pero no podemos estancarnos en ella. Hay personas que llevan sufriendo 20 años la muerte de un ser querido. Lo recomendable es ir a una terapia para poder procesar adecuadamente el evento y para que la persona recobre su salud emocional, mental y física y para que reinserte su vida a un proceso de creciente armonía.

Desmitificar la terapia ¿Ir a terapia está bien visto, es normal? El prejuicio es gigantesco en la percepción de la terapia. La terapia no es para locos, desquiciados, enfermos mentales o personas que están a punto de que les pongan una camisa de fuerza. Por eso, en Semiología de la Vida Cotidiana® preferimos llamarle consultoría, porque creemos que el concepto de terapia sigue siendo una barrera. Las personas nunca dicen: “Voy

a terapia”, dicen: “Tengo una cita”; cuando les suena el celular en medio de una sesión, dicen: “Estoy en una reunión, te llamo más tarde”. Nunca comentan: “Estoy con mi terapeuta”. Les da vergüenza y, en parte, tienen razón, porque quién sabe qué van a pensar los demás, ya que nos falta mucha información sobre la cultura elemental de la terapia. ¿Los cursos de Semiología de la Vida Cotidiana® también son terapias? Tenemos una dimensión terapéutica en Semiología de la Vida Cotidiana®. Desde el primer curso, una persona comienza a reconciliarse en forma

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