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[Año IX | Número 10 | Especial Navidad 2003] Revista Subvencionada por el Instituto Asturiano de la Juventud

Con un poco de retraso, por no perder la tradición, ponemos en vuestras manos un nuevo número de la revista. Es más pequeño que de costumbre pero no por ello menos importante.

La Navidad de nuestros tiempos está disfrazada de tópicos en los que caemos con facilidad, aunque sea tratando de evitarlos. En este número os ofrecemos una visión de la Navidad distinta y os animamos a la reflexión. ¿Cuál es la tuya?

Un saludo y ¡Feliz Navidad!

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Carta al Centro Loyola A todos los miembros del Centro: Desde la junta me han sugerido, por ser fieles a la tradición, que os escriba una carta de felicitación de Navidad. Esa es mi intención en este momento, aunque reconozco que me resulta difícil hacerlo cuando apenas llevo tres meses en el Centro y os conozco poco. Personalmente me gusta escribirlas cuando sé quien es el lector a quien se la dirijo y que hay una experiencia común compartida. Ese es el camino que me falta por hacer con vosotros y que percibo que está esbozándose.

Si soy fiel a mi mismo y a lo que percibo respecto al Centro, lo que más me sale es un deseo de que la carta de felicitación del próximo año esté mucho más encarnada, mucho más preñada de afecto y emoción por cada uno de vosotros que la de este; señal de que mi afecto por vosotros se habrá ido encarnando y hecho realidad el deseo de dejarme adaptar y cambiar por el Espíritu, a vuestras necesidades e inquietudes.

Desde aquí lo que me brota es pedirle al Señor que nos vivamos abiertos al Espíritu que quiere llegar, y que su presencia la sintamos como una ocasión para crecer, y para vivir las novedades que experimentamos en el Centro como una ocasión, una oportunidad para que El pueda cambiarnos y hacernos más auténticamente seguidores de este Niño que ya está ahí, invitándonos, haciéndonos sus guiños, y queriéndonos cautivar. Y eso no siempre resulta fácil porque tenemos resistencias al cambio, a que nos descoloquen, a desinstalarnos.

Pero esto de seguir a Jesús, si nos lo queremos tomar en serio tiene mucho que ver con esto: ser capaces de vivir desinstalados porque Jesús siempre es novedad. Y para eso hace falta mucho Espíritu y confianza, que es lo que os deseo para vosotros y para mí.

Así pues con estos deseos, recibid cada uno el más caluroso abrazo de que soy capaz y mi más sincera felicidad para cada uno y vuestras familias. Que este deseo que busco y pido al Señor para mi y vosotros se haga también realidad en vuestros hogares en este año 2004, convencido de la felicidad que esto puede aportar

En Camino. Revista del Centro Loyola Gijón C/ San Agustín, 5, 2º CP. 33202 Gijón (Asturias) Tel: 985-350085 e-mail: elcentro@igijon.com www.elcentro.es.vg Número 10. Año IX. Navidad 2003

Fdo. Rodríguez.

Equipo de Redacción: Ana Gancedo, Marcos Melendi, Nacho Menéndez y Arsenio Coto.

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Tomás

Gaitán

Joaquín Álvarez, antiguo alumno del colegio de La Inmaculada, es actualmente el director técnico y entrenador del equipo de 2ª división del Emi-Gijón de voleibol. Atrás quedan muchas temporadas al frente del primer equipo y que le convirtieron en uno de los personajes más importantes del voleibol asturiano y español. Pero la afición por el voleibol no es la única que tiene, y así descubrimos que tiene una colección de Belenes realmente impresionante. Él mismo nos comenta algunas cosas acerca de esta curiosa afición. ¿De dónde le viene la afición por los Belenes?

“De niño mis padres me llevaban a ver los Belenes: Municipal, Colegio de Doña Pepita Sierra, Colegio de La Inmaculada, Sanatorio -3-

Marítimo... Todo esto caló hondo en mi persona, por eso cuando adquirí mi independencia económica me dediqué entre otras cosas a coleccionar Belenes.” ¿Cuántos tiene? Coméntenos algunas rarezas, difíciles de conseguir, valiosos...

“En estos momentos tengo unos 50, algunos expuestos en mi casa durante todo el año, otros los adiciono por estas fechas y el resto guardados por falta de espacio. Cada vez te vas haciendo más selectivo, ya que llega un momento en que no sabes dónde guardarlos; he regalado algunos a colegios, institutos y amigos.

En estos momentos tengo unos 50, algunos expuestos en mi casa durante todo el año, otros los adiciono por estas fechas y el resto guardados por falta de espacio

Tengo Nacimientos de papel, plata, vidrio, metacrilato, resina, porcelana, yeso, escayola, barro, madera, cera, metal, tela, corcho y plástico, con diferentes tamaños, grandes, medianos, pequeños y muy pequeños, de diferentes países, modernos y antiguos.

Quizá el más antiguo sea uno de barro que tendrá más de 100 años y que tuve que restaurar, ya que cuando lo adquirí estaba muy deteriorado.

Consta de Misterio, los Magos, el Ángel de la Anunciación y pastores.

El que más figuras tiene es uno hebreo con más de 70 piezas. De los más valiosos que poseo, amén del citado, sea algún Misterio de Lladró.

Para mí el más valioso es uno hecho a mano cuyas figuras son únicas, no se puede conseguir otro igual. Data de 1980 y consta de Misterio, Reyes Magos y Ángel de la Anunciación. Es de barro, moldeado y pintado a mano, un ejemplar único en el mundo.”

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¿Cómo los consigue?

“Los he conseguido en comercios, casas de antigüedades, rastrillos y en tratos con particulares, amén de regalos o de encargos a jugadores extranjeros que pasaron por el EMI-Gijón de voleibol: Méjico, Brasil, Ecuador, Venezuela, Bolivia...

Me gusta hacer composiciones de Belenes con varios estilos y modelos, adaptándolos a mis gustos: meter un Belén en un huevo de vidrio, en un estuche, en un barco, en un velero, en una olla, etc.”

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de la comunidad de 1º de carrera; y Natalia, la hermana encargada del Albergue Covadonga nos cuentan lo que significa para ellos la experiencia de estas fechas.

Hay muchas formas de vivir la Navidad. Parece ser que más allá de los turrones y de las comidas copiosas hay algo.

José Víctor, agnóstico confeso; Elisa,

Está usted en Navidad. Disfrute del turrón. Una época del año en la que conseguirá junto a sus seres más íntimos, y las personas más cercanas a sus seres más íntimos, y más allá de los que rodean a estas, y aún entonces más allá de estos que rodean a las personas más cercanas a sus seres más íntimos hasta crear un alegre desfile sin fin de alborotadas cabezas ruidosas, ponerse de acuerdo. Insisto, una época del año en la que arrastrados por esta muchedumbre, con mayor o menor convencimiento y con mejores o peores motivos, usted y yo nos pondremos de acuerdo para, simplemente, celebrar. Celebrar aunque no sepamos muy bien qué ni, lo que es peor, por qué. Si en estas fiestas quiere poner en un aprieto a una visita incómoda o a un familiar detestable invítele a resolver la segunda cuestión. Es lo que estoy tratando de hacer ahora, y confieso que no resulta tarea sencilla.

Dentro de pocos días millones y millones de personas alrededor de todo el planeta (que se dice pronto) comenzarán a celebrar la

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Navidad. Y muchas de ellas se harán la siguiente pregunta: ¿por qué la celebro? A una persona de educación católica como la que escribe no crean que se le ha escapado el dato del nacimiento de “el hijo de Dios que se hizo hombre para salvarnos”. Un suceso trascendental al fin y al cabo. Pero si la religión es la búsqueda consciente e inteligente del fin del hombre he de reconocer que la católica me planteó muchas más dudas que las escasas que tímidamente desveló y me exigió más fe de la que soy capaz de ofrecer. Así las cosas, y ante

el desconocimiento de las posturas defendidas por las otras religiones, me he declarado agnóstico hace ya tiempo no sin cierta resignación amarga. Supongo que no resulto ni bastante osado ni demasiado estúpido como para desafiar a la oscura inmensidad y gritarle sin temer eco alguno que soy ateo, que no tengo fe en absolutamente nada. Porque creo en cosas que no veo pero sí siento. Creo en el amor y creo en el frío. Y creo también en el Cosmos, en el Destino o como quiera que se llame la fuerza universal que permite que seamos más que rancios animales racionales al amparo, y esto sería terrible, de nosotros mismos.

Intento librarme de la brillante cabalgata de juguetes nuevos.

Todas las Navidades quiero escapar de la feliz turba cargada de relucientes regalos y fruta confitada. Y sin embargo todos los años mientras pelo las uvas me parece ver al pavo relleno acompañado con salsa de arándanos y guarnición acechándome tras la silueta de un furtivo Santa Claus. La Navidad y el Año Nuevo son para mí una catarsis y una reconciliación con la vida misma, con la vivencia personal a lo largo de todo un año. Doce meses de aciertos y errores, de aprendizaje y de crecimiento. Una oportunidad para celebrar junto a quienes quiero haber compartido un año más con ellos. Un año que sin embargo me ha acercado más a nuestro irremisible final compartido. Muchos creerán que quienes celebramos la Navidad sin las creencias cristianas y sus significados somos personas huecas, insensibles al dolor, ajenas a la sociedad con la que convivimos.

Interesadas únicamente en las dos realidades más visibles de estas fiestas: la mercantil y la gastronómica. Pero no es así. Pienso que la Navidad y el comienzo de un nuevo año sacuden en cada uno de nosotros intenciones y propósitos que nacen en lo más puro y sincero del sentimiento humano. Aunque perduren en el tiempo lo que un fugaz destello. Estas fiestas no son solo las compras, ni son solo los banquetes. Tampoco es solo el amor y la buena voluntad. Ni solo el egoísmo o la autocomplacencia. Es una confusa y personal mezcla de ellos. Un calidoscopio que varía año tras año. Elija usted la que elija, Feliz Navidad. Y esto ya es decir mucho.

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Bolas, luces de colores, adornos, belenes se encuentran a nuestro paso, lotería, juguetes, aparatos electrónicos, ofertas, descuentos no cesan de anunciarse por televisión, fiestas de Nochevieja, copiosas comidas.... ¿Es eso Navidad? No debería ser así, pero lo cierto es que cada año este estilo de Navidad comienza a imponerse más, se hace ver allá por noviembre y cuando llega diciembre ya estamos cansados de ella y deseamos que pase para que desaparezca toda la farándula, los gastos navideños y podamos volver a nuestra vida normal. Los niños sólo piensan en nuevos juguetes y dinero que las traerán sus familiares de aquí y de allá.

Visto el panorama yo me pregunto si habrá alguien que entienda el verdadero sentido de la Navidad, que no se deje distraer por todas aquellas tentaciones que se nos presentan y que se arrodille unos minutos ante el Belén que tiene instalado en casa para mirar hacia el pesebre, hacia Jesús y hablarle con el corazón, y darle gracias por este año que nos ha concedido y pedirle que nos abra los ojos. Conmemoramos su nacimiento, y quizás sea el momento en que ese Jesús o al menos sus valores, sus enseñanzas nazcan dentro de nosotros o si ya lo han hecho que continúen creciendo, porque Navidad es el tiempo de los últimos, de los que se encuentran solos, de los pobres, es el tiempo de compartir con ellos, de recordarles, de mirarles y verles.

La Navidad es la oportunidad de ofrecer amor, de forma gratuita, a todo el que quiera abrir su corazón y dejarse llenar de la dulzura y ternura del mismo. La Navidad es el encuentro de Dios con el hombre y del hombre con Dios desde la inocencia de un niño, un niño que no está corrompido por una sociedad materialista, que ha vendido sus intereses, perdido sus esperanzas, de una sociedad que se deja arrastrar.

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Nosotros, cristianos del Centro Loyola, debemos reflexionar sobre esto, no somos niños y por tanto quizás nos cueste saltar esa barrera del materialismo para pasar un rato con Dios, con Jesús, para al menos en este época del año acordarnos un poco de los más desfavorecidos y si es posible continuar esa labor a lo largo del año. Es muy fácil decirlo pero creo que tenemos fuerza para ello para pensar en la Navidad como en una época de reflexión sobre nosotros mismos y nuestra relación con Dios, para darnos cuenta de que hay gente menos afortunada que nosotros que no puede disfrutar de los regalos, ni de las comidas y cenas que cada uno de nosotros saborearemos en los próximos días. Probablemente nos resulte duro y hasta imposible abandonar todas esas tentaciones que se nos presenten pero pienso que al mismo tiempo desde nuestra condición de cristianos comprometidos podremos dedicar un momento a la verdadera Navidad.

Llevo cuatro Navidades vividas en el Albergue Covadonga y aunque cada una de ellas ha sido distinta sí que puedo decir que todas han sido especiales… muy especiales.

Navidades en el Albergue son las fechas importantes eso sin dudarlo, pero empiezan a sentirse antes con algunos comentarios de los transeúntes: “¿Podré quedarme para Navidad?” “¿Puedo venir a cenar en Nochebuena?” “¿Hay cena especial?”

Y algunas expresiones un tanto dolorosas pero reales como la misma vida de cada uno de ellos: “La Navidad solo sirve para hacernos más pobres y desgraciados” “Ahora todo el mundo se acuerda de nosotros” “No tengo a nadie” A veces es duro poder motivar realidades tan duras, con tanto sufrimiento detrás… y eso es lo que intentamos, que por un momento puedan tener felicidad, olvidarse de todo el peso que traen encima… y creo que salvo algunas excepciones lo logramos.

Creo que en el Albergue hay tres noches mágicas: Nochebuena, Nochevieja y la noche de Reyes. En estas tres noches el

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comedor del Albergue sufre una gran transformación… las mesas todas unidas formando una gran U (de unión) con los manteles de colores adornados con motivos navideños, la vajilla también es especial (muy navideña) y por supuesto todo decorado con luces (no pueden faltar las velas que hacen ellos mismos), el árbol… y el Nacimiento de nuestro Dios que es lo que celebramos. Ah! y los villancicos que no pueden faltar. Estas noches no cenan solos los transeúntes que están en el Albergue, que suele estar lleno, sino algunos que ya cobran su paguita y están en pensiones, algunos voluntarios que quieren compartir la cena con ellos, y también la comunidad de hermanas Terciarias Capuchinas que vivimos en el Albergue, así que el comedor está a rebosar… además es una noche donde todos los voluntarios, e incluso algunos que ya no vienen de voluntarios semanalmente , se acercan a felicitar la Navidad… se organiza un gran revuelo… que ayuda a que puedan saborear una navidad distinta, donde todos comemos en la misma mesa y compartimos la comida, pero sobre todo donde se sienten cómodos y pueden disfrutar de un momento de alegría.. El momento de mayor ilusión que viven es la noche de Reyes… verles asomarse por la puerta para ver si llegan es muy divertido… y os puedo decir que cuando han salido a recibir de manos del Rey el regalo he visto alguna lágrima…

Me he liado contándonos lo que hacemos y no os he hablado de mi experiencia. Para mí son días especiales porque de verdad quiero que todos seamos felices, disfrutar de la amistad, de la acogida… y olvidar los malos momentos… me resulta muy duro pensar que en una noche tan especial en que celebramos el nacimiento de Dios hecho hombre… siga habiendo hombres y mujeres que llamen a las posadas para pedir cobijo. Ese es precisamente nuestro papel en navidad, la posada donde un Niño se cobijó, y donde hoy, 55 personas, hombres y mujeres, de muchas edades y también nacionalidades… en una palabra, PERSONAS HUMANAS llaman pidiendo calor y un poco de amor. Os puedo asegurar que esté donde esté nunca voy a poder olvidar las noches vividas y compartidas con las Personas Sin Hogar, y también es verdad que esté donde esté es fácil que también haya Personas Sin Hogar… ¿Os animáis a luchar por un mundo más justo donde todos podamos acceder a un trabajo, a una vivienda, a…?

Porque tú y yo probablemente estaríamos también en la calle si no hubiéramos conocido a nuestros padres, o hubieran abusado de nosotros… el pasado nos marca nuestro presente, y está en nuestras manos el futuro de muchas personas… ¿Qué haces tú por ellos? Ánimo, nos toca a los CRISTIANOS luchar por la dignidad del hombre y la mujer…

FELIZ NAVIDAD 10

(como dicen en Inglaterra) paradigmático, en una Navidad de azúcar. Otro, descargando una tonelada de acíbar en la mezcla dulzarrona de estas fechas. Dos películas que tratan de una Navidad contemporánea que de Navidad tiene el nombre.

Tal vez nadie lo haya dicho con tanta claridad como Bartholomew Simpson: “¿No estamos olvidando lo que celebramos en Navidad? ¡El nacimiento de Santa Claus!” Y, Dios mío, qué razón tiene. Ese personaje barbudo, gordo y con risa entre afable e idiota se ha convertido en el icono de la moderna Navidad, dejando bien a las claras que Jesús aquí no pinta nada. Tiene gracia, porque e un principio se llamaba san Nicolás y, con el Niño a su lado, iba dejando regalos a los niños (a todos, la discriminación moral vino más tarde).

Luego, el Niño-Dios hizo mutis, a Nicolás lo llamaron Claus o Papá Nöel y, por último, los maquiavélicos publicistas de Coca-Cola le cambiaron el traje verde por uno rojo y le hicieron beber su producto, mientras un grupo de elfos, en condiciones laborales decimonónicas trabaja a destajo.

La primera tiene por título Milagro en la calle 34. A Nueva York llega un anciano de poblada barba blanca y prominente barriga, que busca empleo como actor para representar a Santa Claus en el desfile del 25 de Diciembre.

Una poderosa empresa lo contrata como “mascota” de su campaña invernal y en el trabajo conoce a una ejecutiva de vuelta de todo, que ha educado a su hija en el realismo más estricto, y a un periodista que trata de cortejarla. Pasado un tiempo, el director de la empresa, que ha visto subir sus beneficios como la espuma gracias al viejo, descubre que éste afirma por toda la ciudad ser Krys Kringel (otro nombre del antiguo santo).

Asustado ante la idea de tener a un loco a sus órdenes lo despide y hace meter en un manicomio. Pero Kringel, apoyado tanto por el periodista como por la ejecutiva antes mencionados, lleva a juicio el asunto.

Como no podía ser de otra manera, Hollywood no se quedó al margen de la entronización de Santa Claus. Vamos a ver aquí dos ejemplos.

Uno, presentando a un Papá Navidad

Hay dos versiones de esta película. Yo he visto la antigua, la única que he visto. Es una de tantos largometrajes en los que se defienden los

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FICHA TÉCNICA

Título Original: Miracle on 34 Street Año 1943 (EE.UU). 96’ Director: George Seaton Guión: George Saetón, basado en un relato de valentine Davies Productor: William Pelberg Intérpretes: Maureen O´Hara, John Payne, Edmund Gwenn

buenos sentimientos y la fe en que haya algo puro en el mundo, frente a una sociedad cada vez más materialista (estamos hablando de los años cincuenta), representada en los empresarios y en la joven ejecutiva que, al final, se redime al creer. Vista hoy día nos puede parecer demasiado melindrosa, demasiado optimista (en el mal sentido de la palabra), porque, no lo vamos a negar, nos hemos vuelto cada vez más cínicos. Sin embargo, es un buen ejemplo de la imagen que se pretende dar de estas fiestas: un tiempo de valores morales, de buenas intencioes, regalos y sonrisas, sin que aparezca por ningún lado el pequeño establo de Belén.

en el Polo Norte, fabricando juguetes.

Decididos a experimentar también ellos una Navidad como es debido, los seres de ese reino raptan a Papá Nöel para que les revele sus secretos de manera que su soberano pueda sustituirlo.

La película es una mezcla de parodia, cinismo e ingenuidad. En efecto, la “Navidad” que organizan los monstruos, con regalos truculentos a más no poder, rezuma ironía por todos sus poros ante una festividad hueca, que las criaturas malignas del reino disfrutan llenando con su malicia. Pero el protagonista, así como muchos de sus vasallos, es un sincero buscador de la verdad y la felicidad, desea llenar su alma oscura de luz, que está a dos pasos de él, en la persona de una sirvienta enamorada de él.

Como reacción a este tipo de película, en cierta manera, uno de los directores más retorcidos y repletos de humor negro de nuestros días, Tim Burton, filmó una película de animación de “anti-Navidad”: Pesadilla antes de Navidad. En ella, el Rey de las Calabazas, observa su sombrío mundo, plagado de seres tristes, malévolos o grotescos y lo compara con el mundo de los humanos, adornado con alegres luces y bullicioso de vida. Ante este contraste, convoca en asamblea a sus súbditos y les propone un plan: celebrar ellos también la Navidad.

Pero, ¿cuál es el origen de la Navidad? ¿Quién se encarga de organizarla? El Rey cree tener la respuesta: un individuo llamado Santa Clavos, que vive

En definitiva, la sensación que dan estas dos obras es que la opinión general de nuestra sociedad es que la Navidad, pese a lo comercializada que está, sigue siendo un tiempo en el que hay (o hubo) “algo”, no muy definido, que anima a la gente a intentar ser mejores.

Aunque casi siempre se quede en sentimentalismo artificioso, que puede degenera en amargura. Y todo porque el centro real de la Navidad ha sido olvidado y expulsado. A Jesús ya no hace falta matarlo. No se le deja nacer.

MARCOS MELENDI López

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FICHA TÉCNICA

Título Original: The nightmare before Christmas Año 1993 (EE.UU). 74’ Animación Director: Henry Selick Guión: Caroline Thompson, basado en la adaptación de Michael McDowell del poema de Tim Burton Productores: Tim Burton, Denise di Novi; Kathleen Gavyn

- Entonces, siéntate.Scrooge se lo preguntó porque no sabía si un espectro tan transparente estaba en condiciones de tomar asiento y pensaba que, en caso de que le fuese imposible, quizá tuviera que dar una explicación embarazosa. Pero el espectro se sentó al otro lado de la chimenea como si estuviese completamente habituado a ello.

- No crees en mí.- comentó el espectro.

- No.- dijo Scrooge.

- ¿Qué prueba quieres de mi realidad, además de la de tus sentidos?- No sé.- dijo Scrooge.- ¿Por qué dudas de tus sentidos?- Porque- dijo Scrooge- se dejan afectar por cualquier cosa. Un ligero trastorno de estómago los engaña. A lo mejor no eres sino un trozo de filete mál digerido, o un gramo de mostaza o una pizca de queso, o un pedazo de patata mal cocido. ¡Hueles más a salsa que a sepultura, seas lo que seas!No tenía Scrooge mucha costumbre de hacer chistes, ni se sentía en el fondo con ánimo para bromas, ni mucho menos. La verdad es que trataba de mostrarse ingenioso para distraer su propia atención y dominar su terror, porque la voz del espectro le trastornaba hasta la médula de los huesos.

Estar sentado mirando en silencio aquellos ojos fijos y vidriosos, advirtió Scrooge, habría sido como para volverse loco.

Igualmente espantoso era el aire infernal que envolvía al espectro. Scrooge no llegaba a percibirlo, pero era evidente que estaba allí; porque si bien el espectro permanecía inmóvil en su silla, su pelo, sus faldones, sus borlas seguían agitándose como si recibieran el vapor caliente de una estufa.

- ¿Ves este mondadientes?- dijo Scrooge, volviendo a rápidamente a la carga por los motivos que acabo de indicar y por el deseo de apartar de sí, aunque sólo fuese por un segundo, aquella mirada glacial.

- Lo veo.- replicó el espectro.

- No lo estás mirando.- Pero lo veo de todos modos.- Bueno, pues no tengo más que tragármelo para pasar el resto de mis días perseguido por una legión de duendes, producto todo de mi invención. Paparruchas, te lo repito. ¡Paparruchas!Al oír esto, el espíritu profirió un grito espantoso y sacudió la cadena con tan lúgubre

Era la misma, la mismísma cara.

Marley con su coleta, su chaleco, sus calzones y sus botas de siempre, cuyas borlas estaban tan erizadas como la coleta. La cadena que arrastraba la llevaba atada a la cintura. Era larga, se retorcía a su alrededor como una cola y estaba hecha (porque Scrooge la observó atentamente) con cajas de caudales, llaves, candados, libros de contabilidad, escrituras y pesadas bolas de malla de acero. Su cuerpo era transparente, de manera que, al observarlo y mirar a través de su chaleco, Scrooge podía ver los dos botones traseros de su levita.

Scrooge había oído decir muchas veces que Marley no tenía entrañas; pero jamás lo había creído hasta ahora.

No, ni tampoco lo creía ahora. Aunque mirara al fantasma de hito en hito y lo veía de pie, ante él; aunque sentía el espeluznante influjo de sus ojos vidriosos y observaba el tejido mismo del pañuelo que llevaba atado alrededor de la cabeza y la barbilla-envoltura de la que no se había percatado antes-, seguía sin creerlo y luchaba contra el testimonio de sus sentidos.

- ¡Pero bueno!- dijo Scrooge, cáustico y frío como siempre- ¿Qué quieres de mí?- Muchas cosas.Era la voz de Marley, no cabía duda.

- ¿Quién eres?- Pregúntame quién fui.- ¿Quién fuiste, entonces?- dijo Scrooge, alzando la voz- Eres muy quisquilloso para... actuar como una aparición.

Iba a decir “para ser una aparición”, pero le pareció más conveniente emplear esa otra expresión.

- En vida fui Jacob Marley, tu socio.- ¿Puedes... puedes sentarte?preguntó Scrooge, mirándolo dubitativo.

- Sí, puedo.-

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que éste. Desde entonces lo has alargado. ¡Y cómo pesa ahora esa cadena!Scrooge miró al suelo a su alrededor, esperando descubrirse rodeado por cincuenta o sesenta brazas de cadena de hierro; pero no vio nada.

- Jacob.- dijo suplicante- Mi viejo Jacob Marley, dime algo más. Dame algún consuelo, Jacob.- No tengo ninguno que darte.- replicó el espectro- Vienen de otras regiones, Ebenezer Scrooge, y los traen otros ministros a otra clase de hombres. Tampoco puedo decirte todo lo que quisiera. Es muy poco más lo que se me permite. No puedo descansar, no puedo quedarme, no puedo demorarme en ningún sitio. Mi espíritu no salió jamás de nuestra oficina, ¿entiendes? En mi vida, mi espíritu no traspuso jamás los reducidos límites de nuestra madriguera. ¡Y ahora me esperan viajes agotadores! [...]

- ¡Ay, cautivo, encadenado y doblemente aherrojado!- exclamó el fantasmaIgnorar que han de pasar a la eternidad siglos de incesantes esfuerzos, realizados en este mundo por criaturas inmortales, antes que todo el bien de que es susceptible alcance su plenitud. Ignorar que todo espíritu cristiano que obra con bondad en su pequeña esfera, sea la que sea, hallará su vida mortal demasiado corta para la inmensa capacidad que tiene de ser útil. ¡gnorar que ningún arrepentimiento puede reparar el mal uso que se ha hecho de la oportunidad de una vida! ¡Sin embargo, eso me paso a mí! ¡Ay, eso me pasó!- Pero tú fuiste siempre un buen hombre de negocios, Jacob.- balbuceó Scrooge, que empezaba a aplicarse eso a sí mismo.

- ¡Negocios!- exclamó el espectro, retorciéndose las manos otra vez- Mis intereses estaban en la humanidad. Mis intereses eran el bienestar común; la caridad, la compasión, la indulgencia, la benevolencia: ahí estaban mis intereses. ¡Mis negocios comerciales no eran sino una gota de agua en el ancho océano de mis intereses!Alzó la cadena hasta donde le alcanzaba el brazo, como si ésta fuese la causa de toda su inútil aflicción y la dejó caer pesadamente al suelo otra vez.

- En estas fechas del año es cuando más sufro. ¿Por qué anduve entre multitudes de semejantes con la mirada en el suelo, sin alzar jamás los ojos hacia esa bendita estrella que guió a los Magos de Oriente hasta una

y sobrecogedor estrépito, que Scrooge se agarró con fuerza a su sillón para no caer desmayado. Pero, ¡cuánto mayor fue su espanto al ver que el fantasma se quitaba la venda de la cabeza, como si le diese demasiado calor para llevarla dentro de la casa y su mandíbula inferior quedó colgando sobre el pecho!

Scrooge cayó de rodillas y juntó las manos ante su cara.

- ¡Piedad!- dijo- Horrible aparición, ¿por qué vienes a turbarme?- ¡Hombre de espíritu mundano!replicó el espectro- ¿Crees en mí, o no?- Sí, tengo que creer. Pero, ¿por qué andáis los espíritus por el mundo y por qué venís a mí?- Es preciso que el espíritu que cada hombre lleva consigo ande entre sus semejantes y viaje a lo largo y ancho de este mundo; y si ese espíritu no lo hace en vida, tendrá que hacerlo después de la muerte. Está condenado a vagar por el mundo (¡ay de mí!) y a presenciar aquello que no puede compartir pero que, de haberlo compartido, le habría hecho alcanzar la felicidad.Nuevamente profirió el espectro un alarido, sacudió la cadena y se retorció sus manos borrosas.

- Estás encadenado- dijo Scrooge, temblando-. Dime por qué.- llevo la cadena que forjé en vida. La hice eslabón a eslabón y yarda a yarda; me la ceñí por mi propia voluntad y por mi propia voluntad la llevé. ¿Te parece extraña su forma?Scrooge temblaba cada vez más.

- ¿O te gustaría saber el peso y la longitud del trecho que tu llevas? Hace siete nochebuenas era ya igual de pesado y largo

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humilde morada? ¿No había acaso hogares humildes a los que su luz habría podido guiarme?

Scrooge estaba aterrado de oír hablar al espectro de ese modo y empezaba a temblar ostensiblemente.

- ¡Escúchame!- gritó el espectro- Mi tiempo casi ha terminado.- Te escucharé. ¡Pero no me agobies! ¡No te pongas retórico conmigo, Jacob! ¡Te lo suplico!- No comprendo cómo he aparecido ante ti en una forma que puedas ver. Llevo muchos muchísimos días sentado a tu lado, invisible.No era una idea agradable. Scrooge se estremeció y se enjugó el sudor de la frente.

- Esta no es la parte más llevadera de mi penitencia.- prosiguió el fantasma-He venido aquí esta noche para advertirte que aún tienes oportunidad y esperanza de escapara a mi destino. Oportunidad y esperanza que yo te voy a facilitar, Ebenezer.- Siempre fuiste un buen amigo. ¡Te lo agradezco!

- Se te aparecerán tres espíritus.A Scrooge se le puso el semblante casi como lo tenía el espectro.

- Es ésa la oportunidad y esperanza de que hablaste, Jacob?- preguntó con voz balbuceante.

- Esa es.- Pre... preferiría no tenerla.- Sin su visita, no tienes posibilidad de apartarte de la senda que yo recorro. Espera al primero mañana, cuando la campana dé la una.- ¿No podría verlos a todos juntos y acabar de una vez, Jacob?- sugirió Scrooge.

- Espera al segundo a la noche siguiente, a la misma hora. Al tercero, a la otra noche, cuando deje de vibrar la última campanada de las doce. Procura no verme más; ¡y procura, por tu propio bien, recordar todo lo que hemos hablado!Dichas estas palabras, el espectro cogió su pañuelo de la mesa y se lo ató, como antes, alrededor de la cabeza. Scrooge se dio cuenta de ello por el ligero repiqueteo de dientes que se produjo al juntar las mandíbulas con la venda. Se aventuró a levantar la vista otra vez y vio ante sí a su sobrenatural visitante, en actitud erguida, con la cadena enrollada alrededor del brazo.

La aparición retrocedió, apartándose de él; y a cada paso que daba, la ventana se abría un poco, de manera que, cuando el espectro llegó a ella, estaba abierta del todo.

Hizo señas a Scrooge para que se acercara, cosa que éste hizo. Cuando estuvieron a dos pasos el uno del otro, el espectro de Marley alzó la mano, advirtiéndole de que no se acercase más. Scrooge se detuvo.

Y no tanto por obediencia, como por sorpresa y temor; porque, al alzar aquél la mano, Scrooge percibió sonidos confusos en el aire: eran voces incoherentes de dolor y aflicción, gemidos indeciblemente lastimeros y contritos. El espectro, tras escuchas un momento, se unió a este cántico fúnebre y salió flotando a la fría oscuridad de la noche.

Scrooge lo siguió hasta la ventana: no podía más de curiosidad. Se asomó.

El aire hervía de fantasmas que vagaban de aquí para allá con inquieta premura, sin dejar de gemir. Cada uno llevaba su cadena como el espectro de Marley; algunos (quizás autoridades culpables) iban sujetos unos a otros; ninguno estaba libre. A muchos los había conocido Scrooge personalmente en vida. Uno de ellos, un viejo fantasma, le resultó bastante familiar, con su chaleco blanco y una monstruosa caja de caudales sujeta al tobillo: gritaba acongojado que no podía ayudar a una desdichada mujer con un niño, a la que veía abajo, en el umbral de una puerta. La desventura de todos ellos era, evidentemente, que trataban de intervenir en los asuntos humanos haciendo el bien, cuando ya habían perdido por completo esta facultad.

No supo si esas criaturas se disolvieron en la niebla o si la niebla las envolvió. El caso es que desaparecieron junto con sus voces fantasmales; y la noche volvió a quedar como la había visto cuando regresaba a casa.

Scrooge cerró la ventana e inspeccionó la puerta por la que había entrado el espectro. Tenía la llave echada con doble vuelta, tal como la había cerrado él con su propia mano y los cerrojos estaban intactos.

Trató de decir “¡Paparruchas!”, pero se detuvo en la primera sílaba. Y dado que sentía- por las emociones sufridas, o por la fatiga del día, o por esa visión fugaz del Mundo Invisible, o por la lúgubre conversación del espectro, o por lo tardío de la hora- unas ganas enormes de descansar, se fue derecho a la cama, sin desvestirse, y se quedó dormido al instante.

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Vigilia Interparroquial

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Villancicos Albergue

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Retiro de Navidad

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Festival del Asilo

A las 20:30 Iglesia de San José

De 19:00 a 22:00 Calle Cortida

A las 11:00 Colegio Inmaculada

CLG feat. Colegio Asilo de Somió

Misa de Gallo

A las 24:00 Capilla de la cometa

Enero de 2004

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Misa de Año Nuevo A las 20:00 Capilla de la cometa

Misa de Reyes

A las 20:00 Capilla de la cometa

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