Será Justicia Nº 10

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EL DIARIO DEL JUICIO VIDELA EN CÓRDOBA PUBLICACIÓN INSTITUCIONAL DE PRODUCCIÓN INDEPENDIENTE · DISTRIBUCIÓN GRATUITA · AÑO II · NÚMERO 10 · CÓRDOBA · ARGENTINA · 9 DE AGOSTO DE 2010

CONTINÚAN LAS RONDAS DE TESTIGOS, CON FUERTE PRESENCIA DE VOCES FEMENINAS, MIENTRAS LOS REPRESORES IMPUTADOS ENSAYAN SUS ESTRATEGIAS DE DEFENSA.

Voces que ocupan su lugar La perspectiva femenina, en la voz de cuatro ex detenidas por razones políticas, irrumpió con presencia propia en el juicio Videla. Mientras tanto, transcurrido poco más de un mes desde el inicio del proceso, se debate sobre los límites

de las estrategias defensivas de los imputados. Se espera para esta semana la presencia en la sala de audiencias del juez español Baltasar Garzón y del Secretario de Derechos Humanos de la Nación, Eduardo Luis Duhalde. REPUDIO. Las organizaciones cordobesas se manifestaron en contra del posible dictado de prisión domiciliaria para Menéndez.

El pasado 2 de agosto, el imputado Jorge Rafael Videla llegó a sus 85 años. A diferencia de otros cumpleaños, pasó este aniversario alojado en el pabellón D3, ubicado en el módulo MD2 del penal de Bouwer, acompañado de otros militares procesados y condenados por delitos de lesa humanidad. Ese mismo día, se cumplió el primer mes desde el inicio del juicio oral que lleva su nombre; apenas un tramo inicial del extenso proceso que, se estima, durará hasta fin de año. En este tiempo se efectuaron 15 audiencias, en las que declararon 23 testigos. El valor probatorio y la riqueza de los relatos brindados por los sobrevivientes del penal de barrio San Martín, incriminaron aún más a los imputados. Los primeros tes-

timonios brindados por algunas de las mujeres detenidas en la UP1, resultaron claves para describir las condiciones a las que fueron sometidas las presas que ocupaban el pabellón 14, destinado a mujeres. Desde ese pabellón fueron finalmente trasladadas hacia su muerte seis de las víctimas fusiladas. La marcada persistencia de los acusados en acaparar los micrófonos para hacer sus declaraciones, es otra característica que se destacó en estos días, algo que amenaza con perdurar durante todo el proceso. El uso del derecho de defensa, que la justicia brinda a los acusados, ha sido aprovechado para emitir arengas marciales que apuntan a deslegitimar el juicio. En su retórica imperturbable, sin

dar indicios de arrepentimiento, Videla y compañía siguen empeñados en su pacto de silencio, sin aportar pistas ni datos que ayuden a desentrañar la verdad. En un proceso judicial que a estas alturas es considerado ejemplar en el mundo entero, los imputados gozan de las garantías que les brinda la misma justicia de la que reniegan. Así, además de los nueve acusados que fueron excarcelados el 15 de julio pasado, se acrecienta el rumor de que Luciano Benjamín Menéndez logre acceder al beneficio de la prisión domiciliaria. La inminencia de esta medida judicial despertó el repudio y la indignación de la sociedad cordobesa. Además, empañó en alguna medida el balance del primer tramo del juicio Videla.

CONTRATAPA

ENTREVISTA:

El ex teniente general Jorge

Martín Mozé y Olga Acosta

Cómo pasan sus días los jerarcas de la dictadura en los pabellones de la penitenciaría de Bouwer. POR DANTE LEGUIZAMÓN

La compleja tarea de reconstruir la identidad filial. Páginas 4 y 5

Los caminos cruzados de Alsina y Mones Ruiz Página 3

Género: las mujeres toman la palabra Página 7

Desafíos

EDITORIAL

Durante los últimos días, el recinto deparó un cálido clima de ambigüedades. Cálido gracias al potente sistema de calefacción, que por momentos distrajo al tribunal, y ambiguo porque aunque sea tortuoso lo que se escucha, sabemos que estamos reconstruyendo la historia. Y eso produce, paradójicamente, cierta alegría, liberación. Más de 20 testigos desfilaron frente a un auditorio nutrido, pero lo distinto de las últimas semanas fue la irrupción de las mujeres. Cuatro ex presas políticas se impusieron con sus relatos, terribles y contagiosos de dolor. Pero valientes. Impacta la calidez susurrante de sus voces, frente a los rostros inmutables de sus verdugos. ¿Qué mecanismos reparadores hicieron posible que un útero fértil surja de aquel infierno?, ¿cómo pudieron acariciar y dar a luz tantos sueños postergados por ese yugo?, ¿cómo mantienen esa mirada firme e inquisitiva desde la dulzura?... “Míreme por favor” dijo Stella, a uno de los 31 imputados, que tenía su mirada clavada en el pecho. Tuvo que levantarla, remontar 34 años de impunidad y encontrarse con esa estructura pequeña, de un metro cincuenta; con esa mujer que no dudó en reconocer aquel rostro nervioso de odio. “Es Mones Ruiz”, dijo Stella sin vacilar. El pabellón 14 abrió sus puertas y junto al caudal de pruebas aportadas, comenzamos a conocer detalles de la opresión padecida por las mujeres. Ellas tienen mucho en común. Las sostuvo la convicción de que este día iba a llegar y se trazaron objetivos tan claros que les permitieron invertir las desventajas y hacerlas jugar a favor, aún en situaciones límite. “Estaba empecinada en retorcerme los pezones...”. Son las palabras que encontró Gloria Di Rienzo para recordar a “la Cuca” Antón, única mujer imputada. Con esta acusación abrió el debate sobre si la igualdad entre hombres y mujeres es sólo una cuestión de género, o de poder y dominación. Quizá estemos iniciando otra etapa. Los delitos sexuales aún no son comprendidos ni asumidos como crímenes políticos. Es posible que a partir de ahora esto se revierta. El mismo día de esa declaración, Cecilia Pando amenazaba con encadenarse a la sede del Ministerio de Defensa, en una patética parodia que trasuntaba la añoranza de un poder que ya no tienen. Frente a esas pantomimas, cuatro mujeres pudieron plantarse desde su identidad, y reconstruir sus memorias. De eso se trata el nuevo desafío, de romper con viejos paradigmas y seguir avanzando desde otra lógica, desde la búsqueda de una ética que nos diferencia.


Lunes 9 de agosto de 2010 TESTIMONIOS PABELLÓN 14 En una construcción sólida, en la que cada testimonio parece ser un ladrillo de concreto, los relatos van edificando una historia atravesada por el encierro, pero también por la resistencia y el compañerismo. Las cuatro mujeres que declararon en las últimas audiencias graficaron la vida cotidiana en el pabellón femenino, y denunciaron las vejaciones a las que fueron sometidas, tanto en el entonces Departamento de Informaciones de la Policía de Córdoba (D2, que funcionaba en el Cabildo Histórico) como en el penal de baSoledad García rrio San Martín. “Organizábamos nuestra vida dentro del pabellón. Hacíamos gim“Al cuerpo de mi pareja, Eduardo Requena, nasia, manualidades y grupos de estudio. sé que se lo llevaron a La Perla. A partir de Incluso había compañeras que tenían a ahí, nunca supe dónde lo dejaron. Le quiero sus hijos ahí”, relató Stella Grafeuille, decir (al juez) que los desaparecidos no son quien fuera detenida en Río IV cuando eso que dijo quien ahora está imputado –gisólo contaba con 17 años de edad. ra su cabeza y mira fijamente a Videla–, no Las cuatro testigos coincidieron en señason una entelequia, cada uno de ellos tenía lar las características distintivas del trato una vida, y se la quitaron”, le dijo Soledad que recibían por ser mujeres: soportaron García al dictador, que observaba impávido requisas humillantes en las que eran desdesde el banquillo de los acusados. Y connudadas, además del abuso sexual y la torcluyó su declaración frente al tribunal: “La tura psicológica, que se complementaban vida se impone pese a todo. Yo lo único que con el encierro en celdas individuales y dipido es verdad y justicia. Hoy, pedir verdad, minutas. “A todas nos cortaron el pelo es pedirles que si tienen algo de honor y de (…). Querían deshumanizarnos”, analizó espíritu cristiano, porque no me atrevo a Gloria Di Rienzo. Norma San Nicolás, por usar la palabra dignidad, nos digan donde su parte, definió al Pabellón 14 como “un están los nietos y los cuerpos de nuestros edificio nuevo, de tres pisos y celdas indicompañeros desaparecidos”. viduales. Decían que era de máxima seguridad. Ahí dentro nos quisieron hacer sentir que no éramos nada”. ron las salidas de sus compañeras, extraíLas testigos también brindaron infor- das con diferentes excusas. Supieron guarmación sobre los 'traslados' en los que fue- dar en su memoria las fechas en que las ron fusiladas seis presas del pabellón. vieron por última vez. Desde el interior de sus celdas, presenciaDiana Fidelman, fusilada el 17 de mayo junto a otros cinco detenidos, había sido torturada en el D2 la semana previa. Luego, el 19 de junio, sucedieron los traslados de Mirta Abdón de Maggi y María Esther EL DIARIO DEL JUICIO VIDELA EN CÓRDOBA Barberis, cuya orden de entrega fue suscripta por el general Sasiaiñ. Editor responsable: Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Marta Rosseti de Arquiola fue extraída Políticas de Córdoba el 30 de junio. La noche anterior habían intentado sacarla, pero el vehículo que Consejo Editorial: Por Familiares: Betty Argañaraz, Gustavo Tissera y María del debía trasladarla falló. “Me van a matar Carmen Torres. Por H.I.J.O.S: Cecilia Correa y Martín Notarfrancesco

Desaparecidos

Dirección de contenidos: Sebastián Puechagut Redacción: Waldo Cebrero, Pablo Luro y Lautaro Bentivegna Secretaria de redacción: Matilde Nasser Corrección: Victoria Picatto Fotografía: Manuel Bomheker Diseño y diagramación: Usina Creativa SH Distribución: María Ester Cobe, Julia Soulier, Ernesto Torres, Rubén Vergara Colaboraron en este número: Alexis Oliva, César Pucheta, Claudia Baldovin, Dante Leguizamón, Ángel Villanueva, María Laura Villa Impresión: Comercio y Justicia Editores Cooperativa de Trabajo Ltda. Producción gráfica y editorial: Usina Creativa SH (0351) 427 1736 • info.usinacreativa@gmail.com

Será Justicia es una publicación periódica propiedad de la Asociación civil sin fines de lucro Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas de Córdoba (Personería Jurídica 234-A-1992) Tirada de la edición: 20.000 ejemplares

Leé estas notas y seguí el juicio con información actualizada en internet:

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mañana, me lo dijeron”, les comentó a sus compañeras. “Esa noche nadie pudo dormir pensando en Marta”, recordó Stella. “En agosto vinieron a buscar a Liliana Páez. Estaba en el piso superior, en las celdas de castigo”, declaró Norma San Nicolás, otra de las testigos clave de estos hechos. La orden de traslado fue dada por el coronel Vicente Meli. El 11 de octubre de 1976 le llegó el turno a Marta González de Baronetto. Había dado a luz en julio, por eso “cuando la sacaron creyó que era para anotarlo en el registro. Era alegre y estaba preparada para todo”, dijo Norma, al recordar aquel día. MARCHAS Y CONTRAMARCHAS Dilatar, deslegitimar, embarrar, entorpecer son algunos verbos con los que se puede definir las estrategias que emplean los imputados en sus defensas. Los ampara el derecho a defensa en un juicio justo, y ejerciéndolo con insistencia, solicitan la palabra y menoscaban los aportes de los testigos. El caso de Alsina resulta paradigmático. Quizá sintiéndose acorralado por las imputaciones, hizo uso de la palabra en cuatro oportunidades, en las que arriesgó pormenorizadas argumentaciones ante la infinidad de pruebas que existen en su contra. En total, sumando todas sus intervenciones en las audiencias, habló por más de seis extensas horas. El Tribunal Oral Federal Nº 1 mantuvo una actitud permisiva hacia esas declamaciones estratégicas. Dio lugar, en este primer mes de audiencias, a que los imputados desvíen por momentos el foco de la investigación. Esto ocasionó que varias de las partes, incluidos algunos abogados defensores, hicieran planteos para reencauzar el objeto procesal. Ante ese pedido, se aconsejó a los imputados no recurrir en declaraciones impertinentes y postergó el uso de la palabra del locuaz Alsina, que se preparaba para declarar una vez más el martes 2 de agosto. Al día siguiente, cuando se acomodó para hablar, una gran cantidad de asistentes abandonó la sala. Ante la elocuencia de ese gesto, Alsina improvisó una excusa y postergó su declaración.

EL ACCIONAR DE LOS REPRESORES EN DEMOCRACIA

Los cuidados de González Navarro Con el tono calmo y el ritmo pausado que caracterizaron su declaración, la testigo y ex presa política, Gloria Di Rienzo, esbozó un recorrido de su largo cautiverio, que se extendió durante casi cinco años en diferentes centros de detención. En un tramo de su relato, cuenta al tribunal que ella tenía entendido “que el que autorizó la salida de José Cristian Funes, que terminó con su fusilamiento, fue Jorge González Navarro”. Comenta que al momento de su detención, estudiaba la carrera de Historia en la UNC. Recién en democracia, logró terminarla. Tiempo después –pasado el año 2000–, por una compañera que estaba haciendo su tesis doctoral, toma conocimiento de que el mismo militar Jorge González Navarro se presentó en la Escuela de Historia para hablar con su directora, Gardeña Vidal. El objetivo era manifestarle su preocupación por los temas que estaban siendo investigados en esa casa de estudios (entre los que el militar era nombrado) y dejarles claro “que debían

Pero replicando el aprovechamiento del juicio como tribuna pública, tan sólo una jornada después, Yanicelli pidió la palabra para volver a resaltar las complicidades de miembros de la justicia federal cordobesa. Pese a que ya no viste uniforme, demostró que mantiene intactas sus habilidades inquisitorias, dando a entender que sabe dónde se aloja el querellante Luis Urquiza y que tiene conocimiento de sus actividades cotidianas. Su declaración pone al descubierto que, aún en prisión, mantiene influencias y contactos que le brindan información sobre las víctimas. En este clima revuelto, no es de menor importancia la renuncia a la defensa de Osvaldo César Quiroga, presentada por el letrado Gonzalo Echenique Frías. El mediático abogado Jorge Agüero, por su parte, abandonó la defensa de Luis Alberto Rodríguez. A esos reacomodamientos, se suma la baja de Marcelo Arrieta como defensor de los policías del D2 Miguel Ángel Gómez y Carlos Yanicelli, ahora defendidos por la letrada oficial Marcela Rojas y el defensor privado Ernesto Alberto Gaudín, respectivamente. VISITAS DESTACADAS En el primer mes, acumuladas ya 23 declaraciones de testigos, los hechos que se juzgan van siendo clarificados, como así también la responsabilidad que les cabe a cada uno de los imputados. En un proceso caracterizado por la variedad de testimonios; varios presos y presas políticas, un enfermero del penal de barrio San Martín, y también hijos y familiares de los fusilados, aportaron sus perspectivas y sus particulares memorias de los hechos. Sin embargo, en un juicio que se prevé extenso, probablemente más de lo planeado, es evidente que el tribunal deberá arbitrar medidas que reviertan la estrategia dilatoria empleada por varios imputados. En los próximos días la torre de tribunales federales recibirá dos visitas relevantes. Se trata del magistrado español Baltasar Garzón –actualmente suspendido de manera cautelar a raíz de sus investigaciones sobre crímenes del franquismo–, y el Secretario de Derechos Humanos de la Nación, Eduardo Luis Duhalde. Ambos son reconocidos por su trayectoria internacional en la defensa de los derechos humanos, y su presencia constituye una puesta en valor del proceso judicial. Arribarán a Córdoba previsiblemente este martes 10 de agosto, para asistir a una de las audiencias del juicio Videla, el juicio por delitos de lesa humanidad con más imputados desde que se reabrieron las causas, luego de la anulación de las leyes de impunidad.

FE DE ERRATAS Quienes hacemos este periódico, nos vemos en la obligación de ofrecer nuestras disculpas a los lectores. En la página 3 del número anterior, quien aparece en una fotografía como el testigo Fermín Rivera no es sino un homónimo, que nada tiene que ver con el juicio. Salvando esa falla de archivo, publicamos aquí la imagen que debió ser.

PRECAVIDO. González Navarro, un represor que cuidaba su reputación.

cuidar lo que hacían los estudiantes”. La testigo interpreta el hecho como una clara manifestación de intimidación y una evidente muestra de autoritarismo.


Lunes 9 de agosto de 2010 ALSINA Y MONES RUIZ, DOS REPRESORES QUE YA NO SON LO QUE ERAN • Por Pablo Luro

Avispón Verde y Remolino Podrían haber sido una dupla de la pantalla grande, personajes de historietas o protagonistas de una novela ficcional criolla. Con estilos diferentes, sabían complementarse el uno al otro. Eran jóvenes, atletas, con caracteres disímiles, imponiendo sus estilos. Se sentían importantes, dueños de su propio destino y también del ajeno. Al fin y al cabo, tenían garantías de que nada de lo que hicieran, ninguno de sus actos escaparía a través de las rejas de los pabellones del barrio San Martín… Pero nadie los recuerda como superhéroes. No existen instantáneas que los inmortalicen en pequeños gestos de dignidad o de valores cristianos. Los dos eran tenientes. Sus funciones dentro del penal eran dirigir dos de las guardias que controlaban la vida de los presos. Las mujeres detenidas, que en un primer momento desconocían los nombres de estos oficiales –que actuaban habitualmente sin identificación–, les pusieron seudónimos para individualizarlos y, a la vez, protegerse. Pueden sonar cómicos estos apodos, y quizás ese era uno de sus sentidos: despertar una sonrisa entre tanta tragedia. Lo cierto es que Enrique Pedro Mones Ruiz fue bautizado como 'Avispón Verde', mientras que a Gustavo Adolfo Alsina lo llamaban 'Remolino'. Los dos daban muchas órdenes, pero eran diferentes impartiendo el terror. 'Avispón Verde' como un famoso superhéroe de Hollywood –que luchaba junto con 'Kato' en una película protagonizada por Bruce Lee–. El apodo Remolino remitía a los modus operandi del imputado, que a estas alturas lo único que tiene de súper es su lista de incriminaciones. Con sus requisas, 'Remolino' dejaba dadas vueltas las celdas “y también nuestros cuerpos”, rememoró Stella Grafeuille. “Mones Ruiz tenía un estilo de paracaidista, un señorito inglés, daba clases con su boina. Alsina, en cambio, era un verdugo. Morocho y peinado hacia atrás, más policía que militar”, los describió el testigo Roberto Eduardo Díaz.

TESTIMONIOS

Victorias y Verdugos Todos los testigos que pasaron por el penal de San Martín fueron imputados, en los años de su detención, por asociación ilícita o infracción a la ley 20.840. Con este estatuto, se institucionalizó la persecución política a militantes populares en los años previos al golpe. Ahora bien, en la cárcel, los tenientes, tenían sus propias prácticas de “adoctrinamiento político”, basadas siempre en la eficacia de los golpes y las amenazas. Son muchos los testigos que afirman haber sido obligados a gritar “viva el Ejército” o “muera el ERP, muera Montoneros”, mientras recibían palizas. El caso de Daniel Roberto Juez –militante peronista que fuera detenido en la UP1– es ejemplificador del acoso ideológico que sufrían los presos: “¿Por qué está acá usted?”, preguntó Alsina. “Por peronista”, respondió el preso. “Ahora le vas a contar que sos peronista a los angelitos”, remató, no sin cierta sutileza, el imputado.

DESTACADOS. Gustavo Adolfo Alsina (izquierda) y Enrique Pedro Mones Ruiz (derecha), tal como se ubican en el banquillo destinado a los acusados.

UN FRÍO Y TRISTE JULIO Cada uno de ellos quedó en la historia represiva de la UP1 como responsable de demostrativos asesinatos a sangre fría. Estos sucesos permanecen grabados en la memoria de muchísimos testigos, que vieron los hechos desde diferentes perspectivas. Ambos asesinatos coincidieron en el mismo mes de julio de 1976, uno de los picos de la represión en Córdoba. Mones Ruiz dirigió la requisa y autorizó el homicidio de Paco Bauducco. Alsina fue el autor intelectual y material de la muerte

por estaqueamiento de René Moukarzel. Sin la agravada impronta represiva y los infinitos márgenes de impunidad que imperaban bajo las órdenes del Tercer Cuerpo de Ejército comandado por 'Cachorro', nunca podrían haber existido ni Avispón Verde ni Remolino. En todas sus dimensiones, este juicio está demostrando que había un andamiaje represivo y un plan sistemático del que ellos eran parte. Alsina hizo todo lo que hizo contra René Moukarzel, sólo porque el 'Turco' había conseguido un paquete de sal mientras

realizaba la fajina y se lo había llevado a sus compañeros de celda. Mones Ruiz autorizó el asesinato de Paco Bauducco mientras hacían una requisa en el patio, simplemente porque el detenido no soportó un fuerte golpe en su cabeza y perdió el equilibrio. A raíz de esto, el Cabo Pérez le disparó un tiro a quemarropa. VICTORIAS Y VERDUGOS “Qué triste es la victoria para un verdugo cuando la víctima no se rinde. Creo que la resistencia del Turco nos fortaleció por su valentía”, concluyó Gloria Di Rienzo. Se refería al momento en que Moukarzel fue estaqueado en el patio al que daban las celdas del pabellón 14, el de mujeres. Alsina, tan sólo cuatro días antes (el 10 de julio de 1976), había utilizado las mismas estacas con Rosario “Charo” Miguel Muñoz, porque según él “no tenía cara de guerra”. Las vueltas de la historia y el fruto de largas luchas populares, posibilitaron que estos personajes, tengan que hacerse cargo de sus actos. La mayoría de los testigos los reconoció e incriminó por los vejámenes que sufrían tras los muros de la cárcel. Triste fue la victoria de estos verdugos, pero los cordobeses sabemos también que más amarga será su sentencia, movilizada por la memoria, la verdad y la justicia de los crímenes que cometieron.

EL JUICIO EN LA CALLE • Por Lautaro Bentivegna

Los caminos de la condena social Los organismos de derechos humanos han demostrado, con su trayectoria, que eso que llamamos justicia no es una institución monolítica, estática y cristalizada. Es una construcción permanente, terreno de disputas y tensiones. Allí convergen intereses de poder, representaciones sociales y la fuerza de la BOUWER… O ESCRACHE El miércoles 28 de julio, por la tarde, diversas organizaciones sociales de Córdoba manifestaron frente a tribunales su repudio al inminente dictado de prisión domiciliaria para Luciano Benjamín Menéndez. Si bien ese beneficio le fue concedido en Córdoba, el represor no corre la misma suerte ante el juez federal Herrera Piedrabuena, quien lleva adelante la instrucción de la causa por el asesinato de los curas Murias y Longueville, en La Rioja. La movilización fue convocada por H.I.J.O.S y Familiares, y fue acompañada por ex presos, agrupaciones políticas y estudiantiles. En la estridente protesta, los presentes se proclamaron en contra de que 'Cachorro' atraviese este juicio desde su casa. La actividad se extendió dos horas, y se escuchó en la sala de audiencias: en un momento en que Díaz Gavier pregunta, a un testigo que declaraba, cómo supo de la muerte de Bauducco, resuena el estallido de un petardo y el testigo responde: “Yo no lo vi, sólo escuché el tiro. Así sonó, como eso”. LA SALUD DE LA JUSTICIA Menéndez ya atravesó cuatro juicios orales (dos en Córdoba y otros tantos en Tucumán), que si bien tuvieron sentencia, no han finalizado merced a las continuas interposiciones de su defensa. Las condenas no están firmes, e incluso pueden ser reformuladas ante la determinación de un órgano superior, como la Cámara Nacional de Casación Penal, por cuyo criterio la prisión domiciliaria es hoy una posibilidad real. Sin embargo, ante un pedido de Alejandro Cuestas Garzón, abogado defensor,

movilización social. En estos días, el reclamo popular por juicio y castigo efectivos dijo presente en dos actividades surgidas de la indignación, que cuestionaron el posible dictado de prisión domiciliaria para Menéndez, y la excarcelación con la que fueron beneficiados algunos represores imputados.

COLORIDO. Rondas de mate, niños, banderas y artistas, junto a las siluetas que homenajean a los fusilados, dieron a la jornada un tono festivo y alegre.

para que se permita a Menéndez un tratamiento por su salud, familiares de Carlos de Dios Murias (religioso cordobés asesinado en La Rioja en 1976), apelaron la prisión domiciliaria ante el tribunal riojano. Si el represor certifica, ante peritos médicos, deterioros en su salud que le impedirían permanecer en Bouwer, dicho beneficio le sería otorgado. Resulta difícil comprender que la justicia tenga estas atenciones con quien sigue reivindicando el terrorismo de Estado. A pesar de ello, reconforta saber que el tiempo de la verdad ha llegado. Está en manos de los jueces bregar por la salud de la justicia. A LA PLAZA La numerosa concurrencia que se concentra los fines de semana en la plaza Rivadavia, de barrio Alta Córdoba, pudo presenciar en la tarde del sábado 7 de agosto una colorida actividad. Durante la jornada, convocada por la

Mesa de Trabajo por los Derechos Humanos, se alertó a los vecinos sobre la participación que el médico José Felipe Tavip, domiciliado en el barrio, tuvo durante la dictadura. Además, se celebró el ejercicio de la memoria con el recuerdo de Diana Beatriz Fidelman, detenida en la UP1, quien vivió allí en su juventud. La cita fue animada por artistas locales, y contó con el apoyo de vecinos, que hacen de la plaza un lugar habitual de esparcimiento. Se exhibió la obra que representa en siluetas a las víctimas de la UP1, a quienes se recordó uno a uno con el clásico grito de “¡presente!”. Tavip era miembro del departamento de criminalística de la Policía, y es el único civil imputado en la causa UP1 por encubrimiento, ocultamiento de torturas y por fraguar el certificado de defunción de René Moukarzel. Hoy, el doctor Tavip está excarcelado y continúa desempeñándose como médico psiquiatra.


Lunes 9 de agosto de 2010

ENTREVISTA · MARTÍN MOZÉ Y OLGA ACOSTA

EL JUICIO, DÍA X DÍA

Por Sebastián Puechagut EL HIJO Y LA COMPAÑERA DE MIGUEL MOZÉ RECONSTRUYEN LA VIDA DE UNO DE LOS REFERENTES POLÍTICOS DE CÓRDOBA EN LOS 70

DÍA 10 - MARTES 27/07

El amor que vence al silencio

Genocida Modelo Desde temprano, Alsina vuelve a apalabrar al tribunal. Molesto, luego de que un testigo lo reconociera como “un soldado morocho, y gordito”, el imputado se para, abre su saco, hace un alarde modelando su escultural figura, y dice orgulloso: “señor, le parece que alguien con este porte pudo haber sido gordito alguna vez”. Bajo su saco negro, se aprecia un cinturón de cuero fino y la camisa impecable. ¿Vestirá con la misma elegancia el traje a rayas?

Arrieta, el conscripto Alsina sigue hablando. Intenta, salvar su imagen, visiblemente alterado. “Alguien de esta sala fue mi soldado y puede decir la verdad sobre mi personalidad”, dice con tono gruñón. Una hora después, cuando termina su intervención el defensor público Marcelo Arrieta pide la palabra: “Señor juez, el soldado al que hizo referencia el imputado, fui yo”, dijo, y congeló a toda la audiencia.

DÍA 11 - MIÉRCOLES 28/07

Bendito micrófono La fiscalía y la querella solicitan al tribunal que limite las "divagaciones" en las que inciden algunos imputados cuando hacen uso del micrófono como estrategia defensiva. Jaime Díaz Gavier responde explicando que el tribunal escucha a todas las partes. Pero reconoce que algunos imputados sobreabundan y reiteran en diversas oportunidades los mismos planteos incurriendo en reiteraciones.

Deberes de la Patria El testigo Roberto Eduardo Díaz expresa que "además de traicionar al espíritu sanmartiniano, traicionaron grandes ideales". "Ellos hablan de obediencia debida, pero no hay ninguna norma que los autorizara a la tortura y a la ejecución de prisioneros. No tienen perdón de Dios", concluye.

DÍA 12 - JUEVES 29/07

Directores peligrosos

Calles angostas, de casas bajas, humildes. Tranquilas siestas de domingo con algún partido sonando de fondo. Los pibes que juegan en la calle, entre algún auto desvencijado, oxidándose contra el cordón. La bolsita del súper y el saludo de la doña que pasa y te conoce de chico. El barrio. El entramado de la vida cotidiana, el lugar de pertenencia, al que se vuelve después del laburo, que se conoce como la palma de la mano. El barrio. En Córdoba hay a montones, nunca se sabe dónde termina uno y comienza el siguiente, quizá también porque es el escenario en el que se superponen la vida pública y la privada. En el baldío, correteando una pelota, los amigos son hermanos, los vecinos a veces son tíos, la familia se ensancha. Los barrios de Córdoba han sido testigos también de otras historias, intensas y desgarradoras. Para los militantes de los años 60 y 70, era el lugar en el que se debía estar, en el que el encuentro con lo popular cobraba su dimensión política más profunda. Muchos decidieron vivir allí sus vidas, y a muchos allí los fueron a buscar. De casas como otras, bajas, humildes, fueron secuestrados para siempre. Miguel Mozé, “el Chicato”, tomó esa decisión. Vivió muy cerca de esta casa en la que su hijo Martín y su compañera Olga nos reciben para la charla. Aquí, en el corazón de barrio Oña, formó su familia, forjó sus esperanzas y resistió la persecución hasta los últimos días. Sin embargo, para Martín, la imagen de su padre fue durante mucho tiempo un borroso recuerdo que aparecía entre sueños, una letanía lejana e indescifrable: “Un día, en el centro, estaba haciendo la cola en el banco y un tipo me empieza a mirar y mirar. Yo me doy vuelta para encararlo, 'qué pasa, maestro', y me dice 'disculpame, se me apareció un fantasma, ¿vos qué sos del Chicato Mozé?'. Me tomó por sorpresa, me abrazó, se largó a llorar, y yo también. Veía que él lloraba por algo que yo no conocía que era el parecido físico que tenía con mi viejo. Hasta ese momento no había visto nunca una foto. La primera foto yo la veo bien de grande. En esa construcción mi vieja me dice que había

ENCUENTRO. Martín Mozé hizo circular la ronda de mates, que acompañaron toda la entrevista.

tenido que quemar todo, pero me daba cuenta de que algunas cosas no habían sido así. Y tuve que aguantar las ganas de preguntar, e ir investigando por otra parte. A veces, mientras me afeitaba en el baño, veía que mi vieja se quedaba mirándome. Veía el parecido físico, y le afectaba”. El encuentro con las primeras fotos desató nuevas necesidades: “Una vez me encuentro con una foto en el CiSPren (N del E: el Círculo Sindical de la Prensa de Córdoba) y me encuentro a mi viejo al lado de gente como Dorticós, Atilio López, Agustín Tosco, Obregón Cano. Ahí digo 'quiénes son estos tipos' y veo la leyenda de la imagen: 'gobernador de Córdoba, vicegobernador, presidente de Cuba' y ahí inicio mi búsqueda. Llego a Abuelas y empiezo a investigar, a ver más fotos y veo que mi viejo estudió en la Escuela de Ciencias de la Información, y yo no sabía. A lo mejor yo había estado sentado en el mismo banco que él… Empiezo a recuperar las historias, buscando a escondidas, no pudiendo decirles a mis amigos, porque tampoco estaba seguro de qué buscaba”. El dolor había sido demasiado fuerte, el silencio era un refugio en esa casa de barrio Oña. Sólo tiempo después comenzaron cauterizar de a poco algunas cicatrices, para reencontrarse con Miguel en la

LAS MARCAS DE LA MEMORIA

Norma San Nicolás comenta que cuando la secuestran era delegada de curso en la Escuela de Ciencias de la Información de la UNC y que posteriormente estuvo casi siete años presa. “En la escuela se vivía un clima particular, habían echado a varios docentes, yo fui amenazada por el director Requena, el mismo día en que me detuvieron”, recuerda la testigo.

DÍA 13 - MARTES 03/08

Mismos pensamientos “De Videla para abajo, todos en este lugar tenemos que pensar igual”, le confesó un gendarme dentro del penal de barrio San Martín a la ex presa política Soledad García.

Algunos objetos, pequeños recuerdos de la historia personal, se transforman a veces en talismanes. Una tarjeta que Miguel Mozé elabora a escondidas en la cárcel, cobró ese sentido para Martín, su hijo, que nos cuenta: “De la UP1 saco el único recuerdo de mi viejo, es una tarjeta de navidad de 1975. Con esa tarjeta manda un caramelito y le manda a decir a mi vieja, con la hermana de De Breuil, que no

vuelva más, que se iba a recrudecer la persecución. Y ahí entiendo el amor de mi viejo. ¿Por qué no me quiere poner el apellido? Hicieron un pacto con mi vieja, y era para cuidarme. El quería estar conmigo. Pero mete esa tarjetita en mi pañal, una vez que fuimos de visita, y es lo único. No tengo ninguna foto. Lo único que tengo son dos cosas, la tarjeta y un avioncito de madera que él me regala”.

voz de Olga: “En una de las audiencias para poder tener el apellido de mi papá, el juez le pregunta a mi vieja '¿por qué viene ahora a recuperar la identidad de su hijo con este juicio filiatorio y no lo hizo antes?'. Y ella se larga a llorar, 'yo no le pude decir la verdad a mi hijo porque tenía miedo, terror'. Se refugió en trabajar y cuidarme a mí, y darme todo el amor posible. Y ese miedo es social y es público. Entonces, cuando Alfonsín decía “la casa está en orden”, para él estaba en orden, mi casa no estaba en orden. Cuando él dijo “vuelvan a su casa, felices pascuas”. Mi casa estaba hecha bosta. Mi mamá no me podía contar la verdad. No me podía contar cómo habían torturado, secuestrado y asesinado a mi viejo”. Para reconstruir la vida de su padre, su propia identidad, Martín comenzó una búsqueda que lo llevó lejos. Lejos de ese barrio de la infancia, que se había transformado en la frontera de lo indecible. Tuvo que salir, investigar, entrevistarse con viejos militantes. Y tuvo que buscarse una escusa: “Me fui a Francia, a un curso con Patricio Guzmán (N del E: un reconocido cineasta chileno). Ahí surge la idea de hacer una película, un documental de esta búsqueda. Y me di cuenta después que en realidad fue una escusa. Porque yo quería buscar a mi viejo. Entonces, con cada entrevista a sus compañeros, con Orellano, con Bonasso, con Verbitsky, les fui preguntando cómo lo conocieron. Cuando yo me emocionaba, el otro aflojaba y me contaba: 'tu viejo era un héroe'. Pero yo tenía ganas de humanizarlo, de que me dijeran cómo era como persona, cómo hablaba. Me contaron que se paraba al frente de un espejo a gesticular cuando iba a dar un discurso, lo nervioso que se ponía. Estaba preparado ideológicamente para poder comunicar y charlar. En los barrios se comunicaba bien con la gente. Así empiezo a descubrir todas esas pequeñas cosas de mi viejo”. Y después, mucho después, los juicios. Como dirá Olga: “Muchos nos retiramos a un autoexilio por años, Pero los juicios permiten que hoy pueda estar hablando con vos, si hubieras venido cinco años atrás, ni te hablo. Con la primera sentencia contra Menéndez, hay un antes y un después para mí. Era saber que se acaba-


Lunes 9 de agosto de 2010 ba la impunidad y que podíamos empezar a hablar sin miedo”. Será Justicia: Los juicios también sirven para tener nueva información sobre los militantes, sobre la historia... Olga Acosta: Van surgiendo un montón de cosas. Por ejemplo, saber que Miguel había estado en las Ligas Agrarias, yo no tenía idea. Los juicios aportan, pero es algo que se va dando de a poco, y la gente va tomando conciencia, sobre todo los más jóvenes. Yo los veo a ustedes en esto y en los 80 no había jóvenes así, tan masivamente. Y eso es un aporte nuevo. SJ: Y vos, Martín ¿qué sensaciones te provoca saber que el asesinato de tu papá está siendo juzgado? Martín Mozé: La primera sensación fue (suspira profundamente) 'por fin'… Finalmente no soy yo el que busca la historia de mi viejo, queriendo reconocerme en esa historia familiar. Por fin no soy yo con los compañeros de H.I.J.O.S, o con los compañeros de Familiares y Abuelas, sino que es el Estado, en un ejercicio de democracia, sabiendo que la lucha no fue en vano. En lo personal, es una etapa bisagra, una puerta que se abre para una nueva instancia. No me van a devolver a mi viejo, pero va a reparar una injusticia, permitirá ver cómo toda la sociedad fue damnificada. OA: En el barrio, a raíz del juico, la gente se acerca y te dice 'te vemos en la tele' y cuenta qué pasó, se anima a hablar, ya sea para felicitarte o para putearte. Pero a eso me refiero, la gente se empieza a soltar. MM: El juicio pone sobre la mesa discusiones que hace años no nos dábamos en Argentina. Con lo bueno y lo malo que eso tiene. A mí me pasaba con los vecinos que me decían 'es tu historia, a mí no me pasó, es tu juicio'. Pero el juicio debe ser reparador para toda la sociedad. Yo siempre me preguntaba ¿por qué lo mataron? SJ: ¿Y por qué lo mataron? MM: Él luchaba por una redistribución de la riqueza, no le gustaba lo que estaba viendo, quería cambiarlo. Entonces, ¿por qué lo secuestraron, por qué lo torturaron, y por qué lo asesinaron? Querían matar una idea de cambio. No es casualidad

que sean 30 mil los desaparecidos. SJ: ¿De qué modo esa idea de cambio social continúa vigente?

SONRISAS. Olga Acosta junto a su hijo, Martín Mozé.

MM: Un día me hacen una nota de un diario, en el lugar donde matan a mi viejo, era el único lugar al que yo no había ido, no me había animado. Ese día bajando la calle vi que había una casita de chapa frente al río, no tenía luz, agua, calefacción... entonces me dije 'por esto lo mataron'. Para instaurar un plan económico que no reparta los bienes, para fragmentar la lucha y separar a la sociedad. Esas diferencias siguen existiendo y tenemos que seguir luchando y trabajando para que se modifique la estructura económica y social. Atando el hoy con el ayer, ahora la historia puede ser reconstruida, y el barrio adquiere otro relieve, las calles otro significado, el de las luchas inscriptas en la memoria popular. Olga es una mujer firme,

que volvió a encontrar las palabras que dicen su historia, y la recuerda para nosotros: “Mi familia vivía acá desde 1963. Miguel vino en 1970, en ese entonces el seminario tenía un régimen abierto, y los seminaristas vivían en los barrios. Nos conocemos en las comunidades cristianas de barrio Comercial, pero él era seminarista, aunque te gustara no lo podías ni mirar... Viene con Vitín (Baronetto) y otros que se separan de la iglesia por sus diferencias. Y llegan acá por unos curas irlandeses con los que hacemos el Cordobazo en el 69. En 1971, empezamos a militar para las elecciones. Y ahí más o menos empieza la cuestión política. Era gracioso, íbamos las reuniones, y teníamos personalidades fuertes. Yo era del territorio. Él venía de afuera, entonces discutíamos mucho. Un compañero nos dice 'déjense de joder, arreglen afuera sus cosas porque no podemos avanzar' y ahí nos pusimos de novios”. Las risas estallan en la casa, mientras Olga sigue: “claro, cómo iba a venir a querer a mandonear, si nosotros teníamos la relación con las bases… Eran discusiones bravas”. Y Martín interrumpe, con una sonrisa: “Pero todo se soluciona con amor”. SJ: Olga, ¿cómo recordás esos años? OA: Fui muy feliz, si me pasara de nuevo en la vida lo volvería a hacer. Cometimos errores, sino no nos hubiera pasado lo que nos pasó. Quizás rectificaría muchas cosas, pero lo volvería a hacer. Fueron épocas que se vivieron con mucha alegría.

EL JUICIO, DÍA X DÍA DÍA 14 - MMIÉRCOLES 04/08

Semáforo libre Díaz Gavier se siente inspirado, habla y hace humoradas. “Alcáncele el semáforo al fiscal”, dice el juez, haciendo referencia al micrófono. Las carcajadas se escuchan en la sala y el presidente del tribunal remata: “quiero decir que tiene luz verde para hablar...”.

El rancho del penal El testigo y ex preso Daniel Roberto Juez comenta sobre cómo era la alimentación dentro de la UP1. “La comida era asquerosa, eran unos pedazos de grasa flotando con algún fideo o arroces que daban vuelta por ahí. La comíamos porque había que sobrevivir, pero era poca y mala”.

Se va la cuarta Alsina levanta la mano, quiere ampliar su declaración. Ya pidió la palabra el martes y se le dijo que podría hacerlo cuando terminaran los testigos. Desde temprano insiste y cuando quiere comenzar, se retira el público y algunos abogados. El imputado reconoce: “por recomendación de mi abogado, hablaré más adelante”.

DÍA 15 - JUEVES 05/08

Uña de Gato

LA POLÍTICA. Fotografía de la conmemoración del cuarto aniversario del Cordobazo, en 1973. En el palco, se observa hablando a Osvaldo Dorticós Torrado, por entonces presidente de Cuba, junto a Agustín Tosco, personalidades políticas cordobesas y Miguel Mozé (segundo desde la izquierda).

Pese al esfuerzo del Gato Gómez por mostrarse respetuoso e inocente, el testimonio de Martín Mozé lo saca de quicio. En medio de la declaración, el Gato se retira levantando el dedo medio de su mano derecha. El “fuck you” del Gato motivó la respuesta del testigo que deslizó una verdad irrefutable “algunos no se bancan la historia y se van”.

H.I.J.O.S, FAMILIARES, LA UNIVERSIDAD Y CANAL ENCUENTRO ACUERDAN LA PRODUCCIÓN CONJUNTA DE DOCUMENTALES

La historia en nuevas imágenes El pasado 28 de julio tuvo lugar un acontecimiento de envergadura para la memoria histórica de nuestra provincia. La Universidad Nacional de Córdoba (UNC) albergó la firma del convenio por el que Canal 10 y Canal Encuentro, se comprometieron a realizar y emitir una serie de documentales sobre “La Represión en Córdoba”. Estela de Carlotto fue invitada especialmente y compartió la palabra con la rectora Carolina Scotto, el director de Canal Encuentro Ignacio Hernáiz, el director de Canal 10 Esteban Falcón y Emi D´ambra por Familiares de Córdoba. Todos destacaron la articulación alcanzada con el anhelo de que la experiencia se repita en otras provincias. “Este es un material clave para la reconstrucción de un pasado trágico. Nos permitirá entender lo que pasó esperanzados con que no pase nunca más y que en nuestro país se consolide la democracia”, reflexionó el director de Canal Encuentro. En esa línea continuó: “Construir un camino pedagógico que permita que los jóvenes conozcan y se apropien de las consecuencias del terrorismo de Estado. Y como fruto de la lucha de los organismos de Derechos Humanos, podemos generar un espacio en la democracia para educar en la memoria”. A su vez, la rectora Scotto señaló que la idea es dar cuenta de “las responsabilidades, los procesos, los lugares y las víctimas, aprovechando la realización de los juicios que están siendo registrados por Canal 10. Esperamos que este primer conjunto de capítulos se complemente con una segunda parte de juicios que están realizándose ahora”.

ACUERDO. Los organismos, reunidos con Carolina Scotto, rectora de la UNC y con Ignacio Hernáiz, director de canal Encuentro.

El director del canal educativo en su paso por nuestra ciudad deseo que “Córdoba sea un ejemplo no sólo en el sentido de que la justicia avanza. Sino también en que haya una repercusión, un trabajo documental y de investigación sobre todos estos testimonios. Que la sociedad conozca quiénes fueron los hombres y mujeres asesinados, fusilados y torturados por el terrorismo de Estado”. LAS RAÍCES DEL PROYECTO La semilla de esta iniciativa surgió a principios de año, cuando desde H.I.J.O.S se acercó una propuesta para que Canal 10 generara una cobertura especial y con mayor profundidad sobre el juicio a Videla que se avecinaba. Sugerimos una mesa

de trabajo colectiva para que los organismos de DDHH, el Archivo Provincial de la Memoria, la UNC y el Canal Público local documentaran y pudieran generar productos comunicacionales alrededor de este histórico juicio. Fue el director del Canal 10 quien redobló la apuesta y allí nació la idea de una serie de capítulos documentales y con la participación de Canal Encuentro. Para nuestras organizaciones se trata de un salto significativo en materia comunicacional y un importante acuerdo político. Es pionera a nivel nacional la iniciativa y es la primera vez que avanzamos en un proyecto televisivo. No es casual que sea junto a los medios públicos y la Universidad Nacional este trascendental proyecto. Se trata de una apuesta a futuro donde se cristaliza una sintonía de trabajo que conjuga la educación, la memoria y la justicia.

Cuándo y Dónde En este momento, nos encontramos en plena etapa de trabajo y esperamos poner en pantalla los primeros capítulos a principios del próximo año. Anteriormente aparecerán en la pantalla de Canal 10 unos pequeños micros televisivos de tres minutos, con una semblanza de cada uno de los compañeros fusilados en el penal de barrio San Martín.


Lunes 9 de agosto de 2010 HISTORIAS DE VIDA DE LOS MILITANTES ASESINADOS EL 17 DE MAYO DE 1976

Fusilamientos en la calle Neuquén No había terminado de caer la noche del 17 de mayo de 1976, cuando el entonces jefe del D2, inspector mayor Raúl Pedro Telleldín, delega una comisión policial hasta la cárcel de San Martín. Eran alrededor de las 20 hs. Carlos Alfredo Yanicelli, Yamil Jabour, Calixto Luis Flores, Alberto Luis Lucero, Marcelo Luna, Miguel Ángel Gómez, Juan Eduardo Ramón Molina y Ricardo Cayetano Rocha, son los policías que conforman la comisión. Llevan una “orden de traslado” emitida por los Juzgados Federales N° 1 y 2 de Córdoba, que los autoriza a retirar a los “detenidos especiales” Diana Beatriz Fidelman, Miguel Ángel Mozé, Luis Ricardo Verón, Ricardo Alberto Yung,

Eduardo Alberto Hernández y José Alberto Svagusa. Los detenidos son amordazados, atados y encapuchados, luego son introducidos en tres vehículos sin identificación policial, a pesar de estar en poder de la justicia. En la calle Neuquén al 900 de barrio San Martín, la infausta caravana se detiene, y la comisión policial cumple las órdenes impartidas por Telleldín, asesinando a los seis detenidos en un simulado intento de fuga. Apenas ocurridos estos hechos, con asombrosa celeridad, el Tercer Cuerpo de Ejército difunde un comunicado, en el que expresa lo siguiente: “alrededor de las 22:30hs, una comisión policial que trasladaba a seis de-

(PRIMERA ENTREGA)

lincuentes subversivos por la calle Neuquén al 700, fue atacada por otros delincuentes que ocupaban dos o tres automóviles. Con el evidente propósito de rescatar a los detenidos, abrieron fuego”. Una mentira más que tomaba forma para circular en los medios de Córdoba. Sólo tiempo después surgirían los primeros indicios del montaje. Un testigo casual, que observa lo sucedido, recuerda que cuando la policía hace descender del vehículo al grupo de presos políticos en las inmediaciones del puente Santa Fe, una voz les ordenó que corrieran. “Pero la mujer (Diana Fidelman) se volvió y respondió: 'No seas cobarde, ¡matame de frente, hijo de puta!”.

Diana Beatriz Fidelman Nació el 2 de enero de 1952 en Avellaneda, Buenos Aires. La “Gringa”, como la llamaban todos, creció junto a su hermana Mónica y sus primos, Adriana y Claudio, en el seno de una familia de tradición judía. Tras finalizar el secundario en el Liceo Nacional de Señoritas Nº 1 José Figueroa Alcorta, en la capital bonaerense, Diana comenzó a estudiar arquitectura. Adriana la define como una persona “luminosa, alegre, transparente. Enérgica y vital. Tenía una personalidad que impactaba”. Luego de unos años, se radica en Córdoba dejando atrás un frustrado matrimonio. Recién llegada empieza a trabajar en una imprenta de barrio Alto Alberdi, y al tiempo se integra a Montoneros. Sus compañeros la recuerdan con su pensamiento profundo y su agudeza para el análisis político. “Con sus ojos azules, siempre bien abiertos, como en estado de sorpresa permanente, Diana amanecía todos los días con la alegría de sentirse llena de vida”. En cierta ocasión, caminando por la calle, conoce a Alfredo Tello, con quien construyó una hermosa pareja. También él se incorporó a Montoneros. Olga, hermana de Alfredo, cuenta que ambos vivían con ella en barrio Alta Córdoba. Aclara que, pese a provenir de una familia acomodada, para Diana el buen pasar económico le resultaba del todo indiferente. “La de ellos era una casa muy humilde. En esa época tan dura… estaba viviendo en un cuarti-

to que era la cocina de la casa. Les pidió a sus padres que vinieran a conocernos. Era una familia muy bien, y ella estaba en la última, durmiendo ahí, en la pobreza. Ahí uno podía apreciar lo que era realmente…” El 7 de agosto de 1975 fue detenida en barrio Alto Alberdi, junto a compañeros de Montoneros. Es alojada en el D2 y luego, trasladada a la cárcel de barrio San Martín. Queda a disposición del Juzgado Federal Nº 1 y del Poder Ejecutivo de la Nación (PEN). El 22 de abril de 1976 es retirada del penal junto a Eduardo Bártoli y Víctor Hugo Chiavarini (asesinados el 30 de abril). Con posterioridad es conducida al D2, donde es cruelmente torturada varios días hasta un nuevo traslado a la UP1. Cuando Diana estaba detenida, Olga iba a visitarla con alimentos, golosinas y cigarrillos. Alfredo se vio en la obligación de refugiarse, por lo que su hermana quedó como encargada de llevarle las cartas que él le escribía. “Lo más importante para ellos era la cartita que llevaba todos los domingos. La hacían en papel finito con letra bien chiquita, y la doblaban en varios pliegues. Luego la metíamos en esas bombitas de agua que se inflan. La hacía un bollito y la metía en mi boca. Así pasaba la carta para ella, y así volvía para mi hermano. La boca era lo único que no revisaban. Era lo único que le podía llevar de él, lo único que podía sacar de ahí adentro. Se amaron mucho”.

Miguel Ángel Mozé Nació el 14 de octubre de 1948 en Cruz del Eje, Córdoba, fruto del amor de Andrés Mozé y de Ángela Susa. Miguel Ángel cursó la secundaria en el Seminario Menor Nuestra Señora del Rosario, de la localidad de Jesús María y en el Seminario Mayor de Córdoba Nuestra Señora de Loreto ubicado en la avenida Hipólito Yrigoyen, en el centro de la ciudad. En 1968, el “Chicato” continúa su compromiso cristiano realizando tareas pastorales en barrio Los Plátanos. Con su acompañamiento y su trabajo aspiraba a mejorar las condiciones de desigualdad e injusticia social de los sectores más humildes. En esas reuniones de barrio Comercial conoce a Olga Acosta, que frecuentaba esta sede de las comunidades cristinas por la comunidad de barrio Oña. En esos años, también empieza a estudiar en la Escuela de Ciencias de la Información de la Universidad Nacional de Córdoba. A raíz de su posición y sus constantes denuncias de desigualdad, que realizaba junto a un grupo de seminaristas del movimiento tercermundista, es rechazado por la jerarquía eclesial. Por ello, al poco tiempo de ordenarse como sacerdote, decide abandonar su vocación y sus estudios para abocarse a aquel compromiso y transformar la realidad a través de la lucha política. Por esos años, Miguel se incorpora a la Juventud Peronista (JP) y luego a Montoneros. Efectuará una fuerte militancia en barrio Oña, lugar donde asienta su participación política y su domicilio. En barrio Bialet Masse crean la primera unidad básica de la JP en Córdoba. Mozé tiene un destacado rol

como dirigente en la campaña “Lucha y Vuelve” de 1972, que culminó con el triunfo popular del 11 de marzo de 1973. Es tal la convicción con la que levanta las banderas del peronismo, que terminará siendo elegido Delegado de la Regional Tercera y presidente de la JP. Olga, su compañera de vida desde 1971, también participaba en la JP con una fuerte militancia de base en el barrio. En 1973 tuvieron a su único hijo, Martín, por quien Olga decidió alejarse de la militancia. Buscaban protegerlo, ya que el clima de la época se encontraba demasiado agitado. Cuando la Triple A comenzó a actuar, Miguel fue amenazado y perseguido, por lo que buscó resguardarse por un tiempo. El 22 de julio de 1975 es detenido en la vía pública y alojado en el D2. Luego será trasladado a la cárcel de barrio San Martín, para quedar a disposición del Juzgado Federal Nº 1. Raúl, un amigo de la época, cuenta que mientras permaneció en la UP1, Miguel mantuvo su fe cristiana y su convicción política. “De él aprendí lo que era eso de la alegría cristiana. Sabían (los represores), cuando lo eligieron para fusilarlo, que mataban esa parte de la iglesia que no pacta con los poderosos, que está junto a los que sufren y, que a pesar de todo, no se entrega”. En 2009, Martín, tras un largo juicio de filiación, lleva el apellido Mozé en su documento. Hasta ese momento, figuraba con el apellido de su madre, fruto de un pacto de la pareja para que no pudieran conectarlo con Miguel, el público líder del peronismo cordobés que estaba siendo ya perseguido.

Ricardo Alberto Yung Nació el 19 de septiembre de 1943 en San Salvador de Jujuy. Hijo de Otto Yung, de nacionalidad alemana, y Elba Figueroa, argentina. Con el correr de los años, Ricardo fue apodado con el mismo nombre de su padre. “Otto”, o “el Alemán”, como también lo llamaban, cursó el secundario en el Colegio Nacional Teodoro Sánchez de Bustamante. Tiempo después, decidió viajar a Córdoba y establecerse en la ciudad para estudiar ingeniería en la universidad de Córdoba. Para costear sus estudios, comenzó a trabajar como obrero metalúrgico. Vivía en diferentes pensiones junto a compañeros de otras provincias. Mientras cursaba ingeniería y trabajaba, ingresa a Montoneros. “Otto” era amante de la música. En las reuniones y encuentros que compartía con sus compañeros de militancia, los hacía cantar y bailar con el sonido de su quena. Quienes lo recuerdan, cuentan que era muy exigente y seve-

ro consigo mismo y con los demás miembros de la organización. De pocas palabras, discreto y con un corazón bondadoso. Tenía fuertes convicciones y un gran compromiso hacia el camino a recorrer para lograr los cambios necesarios en busca de un país con mayor justicia social. El 7 de agosto de 1975, Ricardo fue detenido y quedó a disposición del Juzgado Federal N° 1 y del Poder Ejecutivo Nacional (PEN). Fue sobreseído y aguardaba el trámite para su salida del país. Raúl Guevara lo rememora como “un compañero que llega a asumir el compromiso militante, no tanto por la ideología o la política (que tenía y comprendía), sino a través del afecto y del cariño de quienes éramos sus amigos. Es algo que se aprecia más en estos tiempos, en que nos quieren hacer creer que se acabaron los valores, que lo único que sirve es el dinero o la fama”.


Lunes 9 de agosto de 2010 ANÁLISIS • LA EXPERIENCIA DEL PRESIDIO DESDE UNA PERSPECTIVA DE GÉNERO Por Ana María Mariani

En el nombre de todas Compartieron el pan y el dolor. Cada vez que escuchaban el ruido metálico de los cerrojos, tenían la sensación de que debían comenzar a despedirse o, en el mejor de los casos, prepararse para las perversas requisas. Cuando llegaba la noche rogaban que no tuviera fin; pensar en el día siguiente era una pesadilla, la incertidumbre sería otra vez el sentimiento más cercano. Aunque, a veces, la noche también podía deparar sorpresas, como escuchar los gritos de las guardias para levantarlas y realizar alguna requisa. Vivieron del otro lado de la vida. Encerradas, alejadas de todo, entre la oscuridad de los calabozos y el acoso permanente. Mientras sus hijos crecían lejos. Y lo peor: sin saber si algún día volverían a verlos. No eran temores infundados, muchos de esos hijos no volverían a verlas. En estos días, y en un juicio histórico, Norma San Nicolás, Gloria Di Rienzo, Soledad García y Stella Grafeuille ofrecieron sus voces en nombre de todas sus compañeras asesinadas. Son voces legitimadas para hablar en nombre propio y representar a quienes ya no están. Durante muchísimos años, las protagonistas de esta etapa histórica no pudieron contar públicamente sus dolorosas experiencias. Hoy pueden, y lo que es más importante: quieren hacerlo. Para ellas, ya no es tiempo de miedos, de mordazas, ni de silencios. Para ellas, es un compromiso con la vida testimoniar la barbarie. Y a pesar de tener que revolver el pasado, con todo lo que esto implica, lo lograron. No es fácil hablar del dolor, recordar que tantas compañeras perdieron la vida, revivir las vejaciones. Sin embargo, lo hicieron… y con sus verdugos presentes. Cada uno de sus testimonios dio cuenta de las atrocidades por las que pasaron las presas políticas. Que por tratarse de mujeres fueron sometidas a un plus de abusos

de toda índole, tanto en el Departamento de Informaciones de la Policía (D2) como en la Penitenciaría. 'Mojarrita', 'submarino', golpes de puño y patadas. Violaciones. El trato a las embarazadas no fue mejor: las hacían parir esposadas a la cama y con los ojos vendados. Una de las testigos expresó conmovida: “Uno de los policías me introdujo su pene en la boca. Me desnudaron para torturarme. Cuando me tiraron en la celda me dieron la ropa pero yo estaba atada y no me podía vestir. No nos llevaban al baño, yo me había hecho mis necesidades encima y había menstruado... Nos cortaron el cabello con máquinas cero. A algunas con forma de cruces o escalonadas. Esa requisa, según ellos, se produjo para 'herir nuestra condición de mujer', para hacernos sentir 'mal o desagradables'. Diana me comentó que en el D2 la torturaron y vejaron, especialmente por su condición de judía”. Norma San Nicolás recordó, frente al tribunal, el final de Diana Fidelman. “Rosita Díaz era una integrante del personal penitenciario que venía por la noche. Se había estado riendo de las payasadas que hacíamos, porque simulábamos cómo sería el traslado de cada una de acuerdo a su personalidad, o qué se llevaría cada una en un traslado. Y esto lo hacíamos para disten-

dernos. Nos avisaron de la celaduría que venían 'los verdes'. Diana estaba en la misma celda que yo. Vinieron a buscarla y le dijeron que la iban a llevar a judiciales. Preguntó por qué a esa hora; le extrañó porque era de noche. Unos días después, Diana volvió y nos contó que la habían llevado al D2 con otros varones del pabellón 8 y que había sido sometida a varios tipos de tormentos y a violaciones. Después de eso, el 17 de mayo, vinieron a buscarla nuevamente. Diana hablaba fuerte para que escucháramos. Ella explicaba que ya había sido sacada, interrogada y que estaba

a disposición de la Justicia, que no entendía por qué la llevaban otra vez. La ataron, la vendaron y se la llevaron. No pasó demasiado tiempo, se escucharon ráfagas de ametralladora. Al otro día vino la celadora de la mañana desencajada y nos dijo: los mataron a todos”. Después, llegarían las balas asesinas para Mirta Abdón de Maggi, Esther María Barberis, Marta Juana González de Baronetto, María Eugenia Irazusta, Liliana Páez y Marta del Carmen Rossetti de Arquiola. Quedarán resonando por mucho tiempo en la sala de audiencias de los Tribunales Federales las palabras de Soledad García: “Lo único que les pido a estos señores que ahora están presos y se dicen cristianos es que si aún tienen algo de humanidad, no me animo a decir dignidad, pero si aún conservan algo de humanidad, que digan dónde están los restos de nuestros seres queridos, de los desaparecidos. Dónde están los niños robados”. Estas mujeres, fueron también testigos de los suplicios que sufrió un compañero de prisión. Vieron cómo ese 14 de julio, el día más frío de 1976, René Moukarzel permanecía desnudo en el patio del penal, con sus brazos y piernas atadas a las estacas. Muriéndose. Conocer la trayectoria de cada una de estas mujeres, ex presas políticas, se ha transformado en una obligación. Sólo así, podremos contribuir a elaborar lo que significó verdaderamente el terrorismo de Estado. Ya no se trata solamente del interés de unos pocos, es algo que atañe a la sociedad toda. Si la idea es la construcción de una memoria valedera, es imprescindible ahondar en la militancia, la vida, el cautiverio y también lo que pasó después de la prisión con estas mujeres que, por una cuestión de género, tienen particularidades que no se pueden soslayar. Es de esperar que la sociedad así lo entienda.

ENTREVISTA • ESTELA BARNES DE CARLOTTO PRESIDENTA DE ABUELAS DE PLAZA DE MAYO

«Después de la verdad, sigue la condena» Estela Barnes de Carlotto es una mujer enérgica, activa, incansable. Como todas las abuelas y madres que supieron rondar la pirámide de Plaza de Mayo exigiendo justicia, es también paciente y obstinada. Ese carácter, forjado en años de lucha, se manifestó en su visita a Córdoba. En pocas horas, Estela se reunió con autoridades, participó en un acto protocolar, se emocionó en el abrazo con Abuelas y Familiares de Córdoba, dio entrevistas y subió al avión de regreso a Buenos Aires. Mientras, se hizo un momento para reflexionar sobre el juicio Videla: “un caso ejemplar para el mundo. Los intocables de la historia negra argentina están ahora en el banquillo”, dijo al tiempo que destacó el trabajo de los organismos de Derechos Humanos por “verdad y justicia para toda la sociedad”. Sobre el convenio firmado entre el Canal Encuentro, la Universidad y los organismos, se mostró satisfecha y lo analizó como “trascendental, porque nos estamos juntando los que pensamos lo mismo, los que sentimos lo mismo. Y qué bueno es poder hacer docencia desde los medios de comunicación, dialogar con las nuevas generaciones que no saben la verdad sobre el terror que aquí se vivió. Educar en la verdad es una obligación ciudadana, y difundir esa verdad es recuperar la identidad. Lógicamente, hay sectores, sobre todo en los medios, que se oponen a que la historia se difunda, porque saben que después de la verdad viene la condena, social o judicial”.

manidad en el rostro… pero siguen siendo peligrosos. SJ: Argentina es el país que más esfuerzo ha hecho en juzgar a sus genocidas. ¿Cuál es su mirada de estos tiempos? EC: Indudablemente, es así. Además del trabajo incansable de Abuelas y de los organismos, el Estado asumió esto como una de sus políticas principales. Yo viajo por el mundo, y veo la admiración que se tiene por Argentina, por lo logrado en las gestiones de Néstor Kirchner y Cristina Fernández. Si bien con Alfonsín se enjuició a las Juntas Militares, no olvidemos que en esa gestión hubo un retroceso muy grande con las leyes de imINCANSABLE. punidad. Luego vinieron los indultos, y el olvido, como si el paEstela de Carlotto, sado no existiese. Por eso, desde que tenemos democracia, en en la Universidad materia de derechos humanos estas dos gestiones, son esclaNacional de recedoras y comprometidas, algo que trascendió al mundo. La Córdoba ESMA (Escuela de Mecánica de la Armada), como lugar de meSJ: Con el criterio de la Cámara de Casación Penal, cada vez moria, por ejemplo. Es un espacio simbólico enorme. Y los ormás militares procesados acceden a la prisión domiciliaria. ganismos de Derechos Humanos pueden allí trabajar promoAquí, Menéndez puede recuperarla, ¿qué opina al respecto? viendo la educación para las nuevas generaciones. EC: No hay edad para el perdón, son peligrosos aunque sean SJ: Luego de las leyes de impunidad y los indultos, ¿pensó viejos. Los vemos babearse y quejarse en cámara, pero reivin- que sería posible esa vieja consigna de juicio y castigo? dican sus crímenes e insisten en que salvaron a la patria. Si EC: Sí, porque nostras tenemos mucha imaginación, y sabíaellos dijeran lo que saben, encontraríamos antes a nuestros mos que no bajaríamos los brazos. En estos juicios hay un bien nietos. Por eso es que exigimos cárcel común y la condena más general, sirven para que los chicos del futuro no sufran lo que severa, porque los vemos ahí, impertérritos, sin un gesto de hu- sufrieron nuestros hijos. Por eso nunca bajamos los brazos.


Lunes 9 de agosto de 2010 CONTRATAPA • por Dante Leguizamón

El ex teniente general Jorge El ex teniente general Jorge sintió frío en los pies y bronca en el pecho cuando entró al cuartelito de Menéndez. Sintió también sus 85 años –sobre todo los últimos 25– cayéndole en la espalda. Fue una mañana de fines de junio, cuando observó por primera vez el pabellón que ahora es su hogar. Por el circuito cerrado del penal se lo vio ingresar a ese lugar donde –supo, sabe, lamenta– tendrá que vivir los próximos meses de su vida. El ex Presidente de facto, el hombre que impuso el terror al mando del Ejército Argentino, sintió todo eso y seguramente mucho más, pero lo disimuló. “Sigue siendo un hombre alto”, dijo un guardia que también dio a entender que el anciano se esfuerza por mostrar que, además, sigue siendo un hombre firme. El teniente general Jorge valoró seguramente como merecida la actitud de los once reos que iban a ser juzgados con él y que lo recibieron firmes, cuadrados. Rodillas juntas, piernas apretadas y manos apoyadas en la sien le parecieron un buen gesto de bienvenida al reo. Como todo preso, sintió inmediatamente como un latigazo el fuerte ruido de las rejas cerrándose a sus espaldas al ingresar a los pabellones de Bouwer. El ex teniente general Jorge, Jorge y Rafael, y Videla, y ex, respondió a la actitud de sus subordinados con un gesto de aprobación. Cuentan que hace años, cuando le tomaban declaración indagatoria en Buenos Aires, interrumpía a la fiscal Graciela López de Filoñuk cada vez que, en la lectura de los hechos, encontraba un error ortográfico o gramatical. Cuentan que el hombre que en el juicio reconoció las directivas impartidas en la sangrienta dictadura mantiene hasta hoy el mismo perfil que tenía en la academia militar, cuando se lo calificó como “culto, respetuoso, serio, correcto y pudoroso”. Esos atributos como militar no fueron un impedimento para que Videla se convirtiera, también, en asesino. Es imposible no pensar en eso al imaginar al teniente general Jorge entrando a una celda de tres por dos, donde apenas hay lugar para una cama y una pequeña mesa. El cuartelito de Menéndez es un pabellón de una de las cárceles de Bouwer, en las afueras de la ciudad de Córdoba. Desde hace unos meses, ese lugar identificado oficialmente como el “D3”, ha dejado de ser un pabellón para convertirse en el cuartelito. Algunos creen que en Bouwer hay “una cárcel”, pero en realidad es un complejo carcelario de cuatro módulos. Cada uno de esos módulos es una cárcel diferente, que se identifica con letras. El espacio donde Luciano Benjamín tiene el poder está ubicado en el módulo MD2 de Bouwer, el mismo donde permanecen presos, entre otros, todos los delincuentes comunes acusados de delitos de Lesa Humanidad. El día de fines de junio en que llegó el teniente general Jorge, el general de brigada Luciano Benjamín no estaba. Esperaba en Tucumán el final del juicio en el que obtendría otra condena a cadena perpetua. Fue otro quien condujo hasta la celda 4, primera de la derecha, al dictador. Se podrían decir muchas cosas sobre Bouwer. Que es un complejo modelo alejado de la ciudad, que aloja la más importante población carcelaria de la provincia... Pero lo único absolutamente indiscutible en Bouwer es el frío. Hay asesinos, hay violadores, hay inocentes, pero lo que más hay todos los días del año, a toda hora y en cada rincón, es frío y viento. Y ruido a viento. No es un lugar cualquiera el cuartelito. No. Sobre todo no es un lugar impersonal. En ese sitio donde los militares llegaron para ser presos comunes, Menéndez se encarga de que nadie sea común. Sobre todo él, que no es común. Que es un general de brigada y que seguirá apelando todas las sentencias que pesan sobre sus hombros con el objetivo de seguir siendo un general de brigada

hasta el final. Hasta el último instante de su vida. Es de imaginar que el panorama no sorprendió al teniente general Jorge. Córdoba siempre ha sido “distinta”, y hasta “generosa” con los asesinos. Con algunos al menos, con los que se niegan a ser llamados –considerados– presos comunes. Jorge Rafael ya estaba preso, en prisión domiciliaria, cuando Luciano Benjamín aún compartía palco con gobernadores de antes y funcionarios que hoy son diputados. El ex dictador quizá recuerda que hace muy poco un ex gobernador cordobés usó palabras que bien podría haber dicho él mismo, cuando afirmó que las madres de los desaparecidos deberían haberse preocupado por lo que hacían sus hijos… Al ex dictador no pudo sorprenderle que el pabellón sea un cuartelito y que en él mande Menéndez. Tampoco que en cada celda haya un cartel impreso con el nombre de su ocupante y su jerarquía militar.

Es así. En el cuartelito de Menéndez los presos comunes se alojan por orden de jerarquía. De jerarquía militar. El servicio penitenciario explica que, como en todo pabellón, “la organización interna la imponen los presos”. Aquí la organización es, claramente, la que prefiere Luciano Benjamín: la celda 4 (ya se ha dicho, primera de la derecha) para Jorge Rafael; la 5, la segunda también a la derecha, para Luciano Benjamín, y después las celdas siguientes para los otros presos hasta ocupar, en el momento en que empezó el juicio, 21 de las 24 que posee el pabellón, el cuartelito. Los militares no comparten la cárcel con los policías. Estos últimos, detenidos por crímenes antes y durante la dictadura mientras integraban el departamento de investigaciones conocido como D2, se alojan en otro pabellón. ¿Será casualidad que ese otro pabellón, junto al de los militares, se llame “D2”? Ambos pabellones son iguales: unos 30 metros de fondo por nueve de ancho. Las celdas miden tres metros de profundidad por dos de ancho, el pasillo común mide aproximadamente tres metros. Ambos pabellones, como todos en Bouwer, tienen un salón de usos múltiples. Sin embargo, estos dos cuentan con más confort que la mayoría. Un confort que, justo es decirlo, no paga el servicio penitenciario, sino los mismos reos. No hay testigos del reencuentro entre Luciano Benjamín y Jorge Rafael. Sin embargo –aunque fue corto porque Benjamín ha pasado varios días en el hospital mili-

tar– es de especular que fue un encuentro cordial de dos hombres que se conocen de toda la vida. Atrás quedó la época en que Menéndez consideraba “un cagón” a su jefe y encabezaba un golpe de estado contra el estado golpista de Jorge Rafael. Ya no compiten por quién es más asesino. Ambos prefieren llamarse víctimas. El dictador, el que fue teniente general, el mismo que nació heredando los nombres Rafael y Jorge, tiene claro que fue él, cuando todavía tenía poder y no le costaba tanto mantenerse firme y despierto, quien acabó con la carrera del Cachorro. Lo recuerda. Tanto como Menéndez recuerda aquel decreto firmado el 26 de setiembre de 1979 en el que Videla lo mandó preso. Preso y retirado del Ejército Argentino. Preso y condenado a no dirigir nunca el ejército que soñaba dirigir. Preso y eterno –hasta que se acaben las apelaciones al menos– general de división, retirado. Pero no importa que uno haya sido “un cagón” y por culpa de él el otro haya sido “un preso”. La vida desgasta y empareja. El teniente Jorge ha dicho que admira a ese hombre duro, ahora anciano, que tiene el privilegio de contar con una oficina propia en ese lugar donde todos los demás presos (los comunes y los que no quieren serlo) sólo tienen habitaciones. Frente a su habitación, en una celda vacía del pabellón, Luciano Benjamín ha instalado lo que sus compañeros llaman “la oficina”. De hecho, en la entrada hay un cartel –según tres fuentes que hablaron con este diario– donde puede leerse: “Oficina de Luciano Benjamín Menéndez”. Oficialmente, nadie quiso referirse al tema, pero una alta fuente del servicio penitenciario tampoco quiso negarlo. Desde que llegó a la cárcel Luciano Benjamín tomó posesión de una celda e instaló allí un lugar donde nadie lo molesta. Un apoya papeles con una banderita argentina, algunos libros y fotos de su carrera militar llena de sueños golpistas, adornan ese espacio en donde todo está subordinado a un cuadro del general San Martín, que reposa en una de las paredes. A diferencia de los demás, los presos por delitos de Lesa Humanidad no reciben visitas jueves y domingos. “Se les ha acomodado el horario de manera que sus familiares no se crucen con los de los otros presos”, dijo un empleado del servicio. Desde la Justicia en cambio, afirman que fue consecuencia de un error del tribunal que los juzga, que no tuvo en cuenta que el día normal de visita (los jueves) era uno de los días fijados para audiencias. Por ello reciben visitas sábados, domingos y lunes. Apenas llegó Jorge Rafael, el ex militar, hubo cierto descontrol en el punto anterior. Los guardias que fueron fuente para esta nota comentaron que recibía –durante la primera semana– visitas todos los días y a cualquier hora. Fue el propio Jorge Rafael, quien limitó ese beneficio al pedir que sólo pudieran visitarlo su mujer, sus seis hijos, sus nueras y sus nietos. Según cuentan las fuentes, Videla llegó a Córdoba con varios libros y pasa su tiempo leyendo. “No parece que le pesaran los muertos”, dijo uno de los guardias que lo ve frecuentemente. No sabe que Jorge Rafael aprendió a convivir con los muertos mucho antes de empezar a matar, cuando heredó sus dos nombres (esos que iban antes de Teniente y General) que corresponden a los de sus dos hermanos muertos antes de que él llegase al mundo. Así son los días de este hombre que deberá seguir pasando frío en Bouwer junto a su ex compañero de formación, junto al hombre que se convirtió en su cómplice y, más tarde, en el enemigo que lo llamó “cagón”. El mismo anciano que tuvo a Córdoba encerrada en un puño, que soñó con la gloria y con la patria, y que hoy sólo puede exhibir el poder de un “Pluma” de pabellón.

Este ejemplar contó con el aporte solidario de las siguientes instituciones y organizaciones:

• Fundación Electroingeniería • Unión de Educadores de la Provincia de Córdoba (UEPC) • Asociación Gremial Empleados del Poder Judicial (AGEPJ)

MUNICIPALIDAD DE CÓRDOBA

Santa Fe 11, Bº Alberdi | Córdoba, Argentina | Tel: (0351) 425 6502 | famdesapcba@yahoo.com.ar | hijoscba@hijos.org.ar | www.eldiariodeljuicio.com.ar


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