EL DIARIO DEL JUICIO VIDELA EN CÓRDOBA PUBLICACIÓN INSTITUCIONAL DE PRODUCCIÓN INDEPENDIENTE · DISTRIBUCIÓN GRATUITA · AÑO II · NÚMERO 19 · CÓRDOBA · ARGENTINA · 13 DE DICIEMBRE DE 2010
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FINALIZADA LA DURA RONDA DE ALEGATOS, LAS PARTES SE APRESTAN A ESCUCHAR EL DICTAMEN FINAL DE LOS JUECES
A un paso de la esperada justicia
EXPECTACIÓN. La sala de audiencias trabajó a destajo en las últimas semanas para concluir los alegatos de fiscalía y defensas y llegar a tiempo a la sentencia.
La ronda de alegatos, uno de los momentos más intensos del juicio, concluyó este viernes, luego de cuatro semanas de intenso trajín. Las fiscalías tuvieron apreciaciones que se diferenciaron en algunos puntos de las querellas, mientras que los abogados defensores dividieron sus valoraciones entre diversas estrategias. Se espera con creciente expectativa la sentencia final, que los jueces del tribunal darán a conocer el 22 de diciembre. La convocatoria pública a participar de esa instancia está abierta. Tal como estaba previsto, la lectura de la sentencia en el juicio Videla será unos días antes de Navidad: el miércoles 22 de diciembre. La noticia fue confirmada en la última semana de la instancia de alegatos, mientras fiscales y abogados defensores exponían sus conclusiones. Hasta el viernes 10 de diciembre a última hora el tribunal escuchó las valoraciones de la defensa, y ese mismo día reafirmó la fecha de lectura de su sentencia. Un día antes, los imputados podrán hacer uso de su dere-
cho a la última palabra. En esta semana, los jueces analizarán detenidamente la prueba recogida y las acusaciones formuladas por las querellas y los fiscales. También tendrán presentes las estrategias de los abogados defensores que, con argumentos políticos y técnicos, intentaron –prácticamente sin margen de maniobra ante la abundante prueba– reducir la pena que recaerá sobre sus representados. De ese análisis surgirá el dictamen final, que zanjará las diferencias
El camino elegido
EDITORIAL
Tan importante como el camino judicial es el camino de la memoria popular. Los juicios son una especie de rituales públicos que permiten, en parte, restituir la confianza en la justicia. Lo importante a rescatar y valorar es que la exigencia de verdad y justicia es imposible sin la participación de los ciudadanos en la construcción compartida de la memoria a partir del conocimiento de nuestro pasado. Cuando falta la justicia, la verdad se niega fácilmente. Los juicios no siempre dan lugar al reconocimiento por parte de los culpables, estos reaccionan justificando su accionar e incluso amenazando a la sociedad. Entonces aparece la impunidad, que ayuda a los poderosos a imponer una versión de la historia y un orden social de acuerdo con sus propios intereses. En estos días hemos sido testigos de la aplicación de una política represiva de corte militar, estos personajes de discurso xenófobo son los mismos que en otras décadas hablaban de eliminar la 'subversión apá-
puntuales en los pedidos de pena exigidos por las partes. Concretamente: si se acumulan los alegatos de los abogados querellantes, el resultado es un reclamo de pena para todos los imputados, con 21 pedidos de prisión perpetua. La fiscalía, en tanto, solicitó cuatro absoluciones totales y exigió la máxima pena para 17 acusados. Los abogados defensores, por su parte, coincidieron en pedir la absolución a sus representados, pero con diferentes estrategias. Algunos, con argumentaciones centradas en temas políticos, invocaron viejas lecturas de la historia endilgando la culpa a las víctimas; otros, más técnicos, hablaron de la prescripción de los delitos que se juzgan. Pero más allá de las diferentes consideraciones legales sobre los hechos, que responden a funciones y roles asignados a cada una de la partes, los alegatos dejaron
trida' y la 'sinarquía internacional'. Los actores sociales son los mismos, lo que cambia es el escenario: por un lado hay un Estado de derecho que abre nuevos paradigmas y, por otro, un grupo de poder que intenta modelos represivos ante los conflictos sociales. Ahora bien, hemos logrado que se lleven adelante estos juicios por delitos contra la humanidad con penas necesariamente contenidas en la legislación del Derecho Penal vigente al tiempo de la comisión de los hechos. El respeto por esta legislación nos ha diferenciado de los acusados. Uno puede pensar, con razón, que las pruebas aportadas son suficientes para solicitar las penas máximas. Pero de ninguna manera se puede dudar del desempeño de los abogados querellantes y del Ministerio Público Fiscal que no han hecho otra cosa que una producción intelectual ajustada al Derecho, y cuando hablamos de este término nos referimos a la ciencia jurídica, no a las reprobaciones éticas, morales o filosóficas que cada uno de nosotros (incluidos los abogados, claro está) podemos hacer sobre los imputados. Es una garantía para todos que no se pueda condenar si existe una duda razonable. En el Día de los Derechos Humanos podemos mostrar al mundo que el camino de la verdad conduce a la justicia.
EN ESTE NÚMERO ANÁLISIS: Las disputas que enfrentaron a Videla y Menéndez Página 3
Los alegatos de la fiscalía Página 3
ENTREVISTA: Carlos Rozanski, juez federal Por Pablo Luro. Página 7
REPORTAJE - LA UP1 HOY:
La cárcel y su contexto en barrio San Martín Páginas 4 y 5
CONTRATAPA • OPINIÓN:
Las miradas de Diana POR WERNER PERTOT
Lunes 13 de diciembre de 2010 una diversidad de opiniones y miradas sobre la historia reciente. Con matices generacionales y políticos, esas miradas enriquecen un debate largamente postergado. LA HORA DEL FINAL Con gran intensidad se vivieron las extensas jornadas finales, trabajando a destajo para que cada defensa pudiera desplegar su estrategia. El martes 7 de diciembre, una semana después de lo previsto, la dupla de abogados privados integrada por Julio Deheza y Fernando Martínez Paz adelantó que recusará en otra instancia al juez vocal Pérez Villalobo. A la vez desacreditó duramente a los testigos, ex presos de la UP1. «Los testigos fueron decididamente vengativos –dijo Deheza–, generaron un modo de testimonio que no sirve judicialmente, que es el testimonio colectivo». Los abogados, que defienden a Víctor Pino Cano y Emilio Juan Huber –dos jefes de regimientos militares–, intentaron la difícil tarea de despegar a sus representados de la cadena de mando, lo que generó grietas entre los militares imputados: «¡Canalla, traidor!», le espetó Vicente Meli a Pino Cano en la sala de audiencias. Siguieron su alegato tratando de explicar jurídicamente que en la cárcel las víctimas no sufrían “tormentos”, sino “severidades”. Por la tarde, Guillermo Dragotto, defensor de González Navarro –uno de los miembros del Estado Mayor de la IV Brigada de Infantería Aerotransportada–, también intentó desligar a su representado de la cadena de mandos, ya que «no daba ni retransmitía órdenes en la lucha antisubversiva». Antes, el abogado particular Marcos Juárez había arremetido duramente con-
EL DIARIO DEL JUICIO VIDELA EN CÓRDOBA
Editor responsable: Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas de Córdoba. Secretaria Ejecutiva: Emi D'Ambra Consejo Editorial: Por Familiares: Betty Argañaraz, Gustavo Tissera y María del Carmen Torres. Por H.I.J.O.S: Cecilia Correa, Lucía Galará y Martín Notarfrancesco Director de contenidos: Sebastián Puechagut Redactores: Waldo Cebrero, Pablo Luro y Lautaro Bentivegna Secretaria de redacción: Matilde Nasser Corrección: Victoria Picatto Fotografía: Manuel Bomheker y María Bethania Cuello Diseño y diagramación: Usina Creativa SH Distribución: María Ester Cobe, Julia Soulier, Ernesto Torres, Rubén Vergara Colaboraron en este Nº: Alexis Oliva, César Pucheta, Pablo Natta, Werner Pertot, Diego Barrionuevo, Paco Ferreyra, Irma Montiel, Nicolás Castiglioni Impresión: Comercio y Justicia Editores Cooperativa de Trabajo Ltda. Producción gráfica y editorial: Usina Creativa SH (0351) 427 1736 • info.usinacreativa@gmail.com
Será Justicia es propiedad de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas de Córdoba (Personería 234-A-1992)
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DEFENSAS. Los abogados defensores prepararon extensos alegatos. En la foto, Alejandro Cuestas Garzón y Julio Deheza.
tra la fiscal y la jueza que instruyeron la causa. Excéntrico y misterioso, de pocas palabras durante el proceso, Marcos Juárez se mostró seguro a la hora de defender a Luis Merlo, un policía del D2 que según indican las pruebas fue confundido durante la instrucción con su homónimo “Moro” Merlo, legendario torturador de dicha dependencia. Para Luis Merlo, la fiscalía había solicitado la absolución. UN SOLO DE VIOLA El 8 de diciembre, mientras el país descansaba por el feriado nacional, en la torre de Tribunales el trabajo comenzó temprano. Primero el defensor de Carlos Yanicelli Ernesto Gaudín y luego Pedro Leguiza (defenor de Calixto Luis Flores, entre otros), buscaron aliviar la prueba que incrimina a sus defendidos, ignorando los recuerdos de muchos testigos. Ese mismo día, Osvaldo Viola –defensor de Gustavo Alsina y Mauricio Poncet, el abogado que más intervino durante el proceso–, se presentó en la sala cargando una valija llena de libros. Se esperaba de él un alegato distinto, y no defraudó las expectativas. Montó una escena en la que, exaltado, leía fragmentos de libros y arrojaba papeles sobre su escritorio, secundado por su asistente, Gabriela Parodi, la esposa de su defendido Alsina. Durante seis largas horas, en las que no dejó de reivindi-
carse como “peronista y militante de los 70”, sostuvo una secuencia argumental dedicada a cuestionar el contexto en el que sucedieron los hechos. «No vengo a defender la teoría de los dos demonios. Siempre creí que había un solo demonio, con una sola cabeza, y con una mano derecha y una izquierda –sostuvo–. Con la mano izquierda el demonio disuelve, y con la mano derecha consolida». Pese a reconocerse como «víctima del terrorismo de Estado», Viola expuso su pensamiento conservador y responsabilizó a los “militantes setentistas” del golpe que dejó «cruentas consecuencias». «En cuanto a mi defendido Alsina –dijo–, junto con Mones Ruiz, son los Sacco y Vanzetti de esta película», que a su parecer fue ideada por testigos «regimentados, que se vienen organizando desde hace tiempo». EL CUARTETO OFICIAL La jornada del jueves 9 no se diferenció de las otras audiencias. Con dilatadas exposiciones, los defensores oficiales Natalia Bazán y Carlos Casas Nóblega (h) ejercieron la defensa de nueve militares. Con argumentos jurídicos que ya fueron rebatidos en diversos juicios por crímenes de Lesa Humanidad, los letrados solicitaron la absolución de sus defendidos. El 10 de diciembre, Día de los Derechos Humanos, compartieron sus conclusio-
ALEGATOS • NATALIA BAZÁN, DEFENSORA OFICIAL
Un debut complicado Pasaron 25 años del Juicio a las Juntas, que finalizó a fines de 1985 con duras penas para varios de los comandantes de la última dictadura militar. Videla –tenía 60 años–, quiso desconocer a ese tribunal negándose a hacer uso de la palabra. Creía que a él sólo podía juzgarlo la Justicia Militar. En estos días, con los 85 cumplidos y plenamente consciente, el dictador sí se responsabilizó por los actos de sus subordinados que actuaron en el penal de barrio San Martín y en el Tercer Cuerpo de Ejército. La joven abogada Natalia Bazán inició su carrera como defensora oficial en este juicio. Tuvo su debut en el cargo con un defendido especial e histórico como Jorge Rafael Videla. En su primer alegato, al que varios miembros de las querellas y la fiscalía calificaron como “muy sólido”, defendió al dictador y a otros cuatro militares imputados. A lo largo de su extenso discurso, arrojó fuertes –y discutibles– frases, como: «En estas causas, el Derecho Penal está de luto». Manifestó que si a su defendido Videla se lo «condenara a prisión perpetua, estaríamos ante una pena inconstitucional porque implicaría un encierro perpetuo y no tendría una función sociabilizadora».
JUVENTUD. Natalia Bazán, abogada oficial del dictador Videla.
Como estrategia principal, se amparó en que se trata de delitos ya juzgados en el Juicio a las Juntas, donde se condenó el plan sistemático comandado por Videla. En ningún momento la abogada negó los hechos ni la existencia del terrorismo de Estado. La “cosa juzgada” y la “prescripción” de los delitos son los caminos elegidos para contrarrestar las pruebas contra el dictador. Ahora bien, su criterio colisiona con el de la Corte Suprema, que ha ratificado en sucesivas oportunidades la imprescriptibilidad, por tratarse de delitos de Lesa Humanidad. «Defenderlos con fuerza es también una forma de legitimar estos juicios», concluyó Natalia Bazán, visiblemente aliviada. La joven abogada superó esta prueba de fuego.
nes los defensores oficiales Marcela Rojas y Marcelo Arrieta, quienes asisten a gran parte de los imputados que integraron el D2. Con críticas a la jueza y a la fiscal de instrucción de las causas, emprendieron la difícil tarea de deslindar las responsabilidades de los policías. En ese camino, también devaluaron las palabras de los principales testigos que inculparon a los hombres de azul: Carlos Raimundo Moore y Luis Urquiza. LAS CUESTAS DE GARZÓN El ya cuatro veces condenado a prisión perpetua, Luciano Benjamín Menéndez, volvió dos veces a la sala de audiencia durante los alegatos: para escuchar al fiscal Maximiliano Hairabedián y a su defensor Alejandro Cuestas Garzón. El abogado inició su alegato manifestando que quería defender a su cliente con la Constitución en la mano: «Este país depende de los miembros de los tribunales para entender los fallos que se dictan. La Corte Suprema primero convalidó los indultos y luego los declaró nulos», afirmó. En esta línea, insistió en la “cosa juzgada” y la prescripción de los delitos. «El general –dijo Cuestas Garzón– afirmó muchas veces que hubo una guerra [contra la subversión] por lo que sólo puede juzgarlo la Justicia Militar». Sin sonrojarse, manifestó que «luego del 2003 Néstor Kirchner encabezó un verdadero golpe de Estado a la justicia. Hostigó a la 'mayoría automática menemista', y con el tiempo logró su [propia] mayoría automática, y así comenzaron estos juicios. Esta Corte habilitó la 'persecución' de los perseguidos políticos que hoy están sentados en el banquillo de los acusados». Concluidos los alegatos, queda muy poco del proceso que investiga los erróneamente denominados “intentos de fuga” del penal de barrio San Martín y los delitos cometidos por miembros del D2 en la causa “Gontero”. Las fiestas y el fin de año estarán acompañados por esa justicia que parecía imposible. Los brindis de los familiares, esta vez, serán diferentes.
NUEVAS AMENAZAS A LOS ORGANISMOS DE DDHH
Coletazos de impunidad El final de los alegatos marca un clima de crispación entre la defensa y los acusados, no así entre quienes esperamos tantos años para dar ejemplo de memoria y no de revancha. Se repiten las amenazas a los militantes, testigos y abogados. A raíz de los llamados intimidatorios que auguraron “un muerto antes de que termine el juicio”, los organismos de Derechos Humanos se reunieron con el gobernador Juan Schiaretti, quien preocupado por el tema se comprometió a garantizar la seguridad de testigos y abogados. No se puede negar que estas amenazas vienen de sectores policiales, «son coletazos de quienes fueron parte de las patotas policiales que están siendo juzgadas», dijo. Estos sujetos, que hasta hace poco estuvieron vinculados a la fuerza, como el caso de Yanicelli, ahora sienten temor al ser señalados por sus propios compañeros y por la sociedad sin el escudo de la impunidad. El gobernador señaló también que la justicia investigará cada uno de los actos intimidatorios. Nuestra mayor seguridad es la denuncia pública y el compromiso social.
Lunes 13 de diciembre de 2010 ANÁLISIS • LA HISTORIA DE DESENCUENTROS QUE QUEBRÓ LA AMISTAD ENTRE VIDELA Y MENÉNDEZ | Por César Pucheta
La inevitable lucha de poder Cada vez que las imágenes de Jorge Rafael Videla y Luciano Benjamín Menéndez se reproducen y se superponen en el marco de las audiencias, muchos recuerdan los enfrentamientos que ambos mantuvieron durante fines de los años 70. Intentando retomar aquellas disputas de poder, el periodista Camilo Ratti –quien se encuentra ultimando detalles de su próximo libro sobre la vida del ex Jefe del Tercer Cuerpo de Ejército–, nos ayuda a rastrear los puntos claves de aquel distanciamiento: «Siempre fueron muy cercanos. Ideológicamente, eran liberales a ultranza, fueron compañeros en la escuela militar y en la escuela de guerra. Sus padres eran amigos, ellos eran amigos». Pero hubo algo que fue resquebrajando la relación. Los perfiles de los generales, uno más político, el otro marcadamente militar y armamentista, se cruzaron un día y precipitaron el fin de la relación. Tres puntos surgen como las razones de que aquella amistad se fuera desgastando. EL CUARTO HOMBRE El proyecto político con el que la Junta pretendía perpetuarse en el poder contemplaba la aparición de lo que en el seno de las fuerzas se denominaba “el cuarto hombre”. Una vez finalizado el 'exterminio' con el que los militares excusaron su usurpación del poder, el proyecto social y económico debía comenzar a fortalecerse con las armas de la diplomacia. Tres eran las posturas que predominaban en el seno de la conducción militar. Massera, que buscaba la forma de cumplir su sueño presidencial, se enfrentaba a otros dos lineamientos internos del Ejército: el predominante, de neto corte liberal (donde confluían Videla, Viola y Menéndez), y uno minoritario encabezado por Ramón Díaz Bessone, cuya tendencia tenía un carácter más cercano al nacionalismo desarrollista. El jefe del Tercer Cuerpo ejerció fuertes presiones a favor de Videla, e incluso propuso correr del esquema de poder a la Armada, cercana al proyecto de Massera. Cuando los dos máximos candidatos a quedarse con la presidencia se retiraron formalmente de la actividad militar, Menéndez imaginó que su lealtad expresa con el proyecto lo catapultaría a la jefatura del Ejército. Pero eso no sucedió. Videla eligió a Viola, en un gesto que favore-
DISTANCIA. Los camaradas ya no están tan unidos.
ció declaradamente a la línea 'política' por sobre el plan 'militar'. Aquel primer golpe hirió la relación entre quienes hoy comparten el banquillo de acusados. LA HERIDA CHILENA Conocedor del perfil del personaje de esta historia, Ratti identifica a Menéndez como un “anti-chileno a ultranza”. El conflicto por el Beagle que llevó a la Argentina al borde de la guerra con Chile, la postura tomada por el Ejército argentino y la exacerbada posición belicista que sostuvo siempre Menéndez fueron los tópicos del distanciamiento entre el entonces Presidente y el Jefe del Tercer Cuerpo. Menéndez encontraba una nueva excusa para fomentar el ataque hacia el país trasandino. Videla, fiel a sus convicciones liberales y católicas, decidió recurrir a la mediación de la Iglesia. Detrás del telón que significó el Mundial de Fútbol, 1978 fue un año de fuertes discusiones internas (militares y diplomáticas) en las fuerzas armadas. Finalmente, el 8 de enero de 1979, Chile y Argentina se comprometieron a no hacer uso de la fuerza cediendo a las amenazas de utilización de tropas, y a abstenerse de tomar medidas direccionadas contra el país vecino. Menéndez intentó hasta último momento poner un freno a aquel tra-
tado, pero no lo logró. El fracaso en aquellas negociaciones significó una nueva profundización del quiebre de sus relaciones con Videla y Viola. LA RUPTURA FINAL Menéndez decidió entonces ir de lleno contra el sector del Ejército que detentaba los hilos del país. Flaqueaba la política económica de Martínez de Hoz y los sectores más fuertes del establishment mediterráneo comenzaban a impacientarse. El 2 de febrero de 1979, el gobernador de Córdoba, Carlos Chasseing, presenta su renuncia argumentando diferencias con la política económica. Es cuando Menéndez comienza a buscar apoyo en diferentes sectores del Ejército y de la sociedad civil para poder descabezar a la cúpula comandada por Viola. Finalmente, el 28 de Septiembre de 1979, el Jefe del Tercer Cuerpo intenta su fallido levantamiento, en el que exige la renuncia de Viola a la jefatura del Ejército. Los argumentos no se diferenciaban demasiado de las críticas que llovieron sobre el jefe militar desde otros sectores: personalismo y debilidad. Pero Menéndez tenía otra crítica: se enfrentaba radicalmente a la postura 'aperturista' que Viola expresaba al frente de la fuerza y que luego intentó replicar desde la presidencia de la nación. Pero la sublevación fracasó. En una estructura jerárquica estricta como la del Ejército, no es difícil imaginar que la mayoría de los hombres acordaran con su jefe máximo. Si bien Menéndez estaba convencido de que su prestigio personal serviría para sumar voluntades, alguien filtró el mensaje y la operación quedó al descubierto. El 'Cachorro' fue pasado a retiro y estuvo 90 días preso. Al salir, anunció que había decidido radicarse en Córdoba y, a partir de ese momento, ese perfil político que el otrora jefe máximo del Tercer Cuerpo decía combatir, asomaría levemente. Con la cabeza puesta en la sucesión de Videla en 1981, Menéndez tejió una serie de alianzas que derivaron en la creación de una fuerza política que se planteaba como alternativa a la política económica de Martínez de Hoz. El discurso elegido fue el federalismo, un modo de paliar la preeminencia de Buenos Aires en los temas nacionales. Pero el fracaso tuvo, otra vez, los mismos nombres. El sucesor de Videla, fue Viola.
ALEGATOS • LOS PUNTOS MÁS POLÉMICOS DE LAS EXPOSICIONES DE LOS FISCALES
Un alegato que dividió aguas Los fiscales pidieron en general duras penas para la mayoría de los imputados y la absolución total para cuatro de ellos (y también a Vicente Meli por un hecho). Con buenos alegatos, se diferenciaron en las miradas que cada uno expuso sobre el contexto en que se sucedieron los hechos. Esta vez no se trató de las aguas del mar Rojo, pero, como en la parábola bíblica, la Iglesia abrió dos frentes en los alegatos de la fiscalía. Sentado frente al tribunal y de cara a un crucifijo colgado en la pared que intimida a quien lo enfrenta, Carlos Gonella aseguró: «Si Primatesta estuviera vivo, estaría aquí sentado». Cuestionó además a las «instituciones con alta representatividad social» que fueron «cómplices» del terrorismo de Estado, como la Iglesia y la Justicia Federal. Durante su alegato, Maximiliano Hairabedián opinó diferente. Acusó a Videla como «el responsable de la elaboración de este plan de eliminación» y agregó, indicando que el dictador decidía sobre los detenidos, que «el arzobispo Raúl Primatesta intercedió ante Videla por los presos políticos, a los que no les dejaban ver a sus familias». Fue durante la Nochebuena del 76. Tras la intervención del cardenal, algunos familiares pudieron ingresar al penal. Pero también surge de la causa que Primatesta enviaba cartas a
A DÚO. Los Fiscales Carlos Gonella y Maximiliano Hairabedián coordinaron sus alegatos.
su par en San Pablo pidiendo información sobre los refugiados políticos. Un año antes de esa mediación, en la Navidad de 1975, Primatesta dijo: «Dios va a defender su creación, va a defender al hombre. La mano izquierda de Dios es paternal, pero puede ser pesada». Gonella leyó esa cita y agregó: «¿Acaso no es la “mano izquierda de Dios” la orden de Menéndez de reprimir 'por izquierda'?». UNA MIRADA GENERACIONAL Pese a esas diferencias, sus alegatos estuvieron marcados por una fuerte impronta generacional. Ambos son jóvenes y vivieron la mayor parte de sus vidas en democracia. Gonella dijo no tener una visión 'bucólica' de esos años, y recordó que «había una gran can-
néndez, sus responsabilidades en el plan sistemático de exterminio son “totales”. LA HORA DE LAS PENAS Cuando la fiscalía pedía las penas, había rostros expectantes entre querellas y defensas. Sumadas las dos causas que se juzgan, solicitaron 17 penas de prisión perpetua para 10 militares y 7 policías, más una serie de variadas condenas y cuatro absoluciones. Discreparon con las querellas en la imputación de Gustavo Adolfo Alsina. La fiscalía consideró que a Alsina le cabe la calificación legal de “tormentos seguidos de muerte”, cuya pena máxima es de 25 años. Es decir, para la fiscalía no tuvo intención de matar a Moukarzel, aunque supo siemtidad de gente que no elegía la violencia como pre que podía pasar. Así y todo, dijeron: «Cocamino, pero adhería a las ideas políticas. La metió un acto que repugna la conciencia». eliminación del otro, en definitiva, viene de Estas consideraciones despertaron enojos y una visión totalitaria del mundo», agregó. Lue- diferencias en las querellas, sobre todo en la go citó a Walter Benjamin para decir que «los que representa a la familia Moukarzel. Al respecto, Gonella dijo que la misión de la nazis no mataron a cinco millones de judíos, sino que mataron a un judío cinco millones de fiscalía es velar por los intereses de la socieveces. ¿Acaso no puede compararse con el dad y por la legalidad. «Para subsumir una concaso de Gustavo De Breuil? No mataron a 28 ducta de una persona en una figura legal y luego solicitar condena, el fiscal tiene que actuar presos, sino que mataron a uno 28 veces». Hairabedián arremetió contra la cúpula mili- guiado por el principio de legalidad y decidir tar con una simple pero efectiva premisa judi- cuál es la categoría jurídica que mejor explica cial: todo lo que diga un imputado puede ser esa conducta –expuso, sujeto a su función–. Siusado en su contra. Con inteligencia y agude- guiendo ese razonamiento, consideramos za el fiscal citó a los propios imputados para adecuada esa figura y no la de homicidio indemostrar que, como afirman Videla y Me- tencional, más allá de la crueldad del hecho».
Lunes 13 de diciembre de 2010
EL JUICIO, DÍA X DÍA DÍA 56 - MARTES 30/11
Pésames y flores El juicio marcha viento en popa. Ya alegaron las querellas y es el día de la fiscalía. Gonella y Hairabedián ensayan, miden el tiempo y ajustan detalles. La mañana transcurre tranquila, pero llega la noticia: un familiar de uno de los defensores ha muerto. El deceso conmueve a los letrados y trastoca el ritmo del juicio, que se aplaza dos días por duelo. Se instala la incógnita. ¿Terminará antes de fin de año?
DÍA 57 - JUEVES 02/12
El Pami judicial Con insolencia de pibe, Gonella suelta una ironía que sacude a los jueces, algo más maduros que él. «No crean que porque viví toda mi vida en democracia tengo una mirada bucólica de esa época», dice, alardeando sus 35 años. «No como ustedes –agrega– que vivieron de dictadura en dictadura». El trío de jueces se mira, traga saliva, y calcula mentalmente los años que suman entre los tres.
Se pusieron la gorra H.I.J.O.S cumple 15 años y la casa se tira por la ventana. En el fragor de la peña, los fanáticos suben al escenario para tocar a los músicos. Es la oportunidad para que tres Hijos saquen a relucir su vocación oculta. Mostrando los músculos y poniendo cara de buen patovica, Fresneda, Mozé y el Tano “reducen” a los fanáticos con la habilidad de un uniformado. ¡Se pusieron la gorra!
DÍA 58 - MARTES 07/12
Un amigo de ley El doctor Deheza trata de explicar lo inexplicable. Se las rebusca para decir que en la UP1 no había “tormentos”, sino “severidad”. «Todos dicen que les pegaron, pero ¿dónde están las heridas?», se pregunta, olvidando la hemiplejia de Balustra. «Tormento, lo que se llama tormento, fue lo de Alsina a Moukarzel», agrega y el imputado abandona la sala maldiciendo.
DÍA 59 - MIÉRCOLES 08/12
Jaime 2011 Apenas van unos minutos del alegato de Viola y ya reparte sutiles ironías. Entre halagos y amabilidades, el abogado lanza la candidatura del presidente del tribunal, asegurando que «en un plazo no muy lejano, estará llamado a cumplir otras misiones que la democracia demande».
DÍA 60 - JUEVES 09/12
No Casas una La extensión del juicio agobia y con el tiempo los abogados pierden noción de los hechos. Unos se distraen y están los que, como Casas Nóblega, pierden el tacto y la serenidad: «Los tormentos que se le acusan a mi defendido fueron en realidad un golpe correctivo», dice. Por suerte, aún no confunde garrote con caricias.
DÍA 61 - VIERNES 10/12
Sancho y su cruzada Como un púgil retirado, Cuestas Garzón pelea contra adversarios que no pueden defenderse. Se siente un Sancho Panza, fiel compañero del quijotesco general, castigando molinos de viento. Tira contra Néstor Kirchner, ataca a la Corte Suprema y apunta al castigado nombre de la jueza Garzón de Lascano. Se siente un noble ganador y suspira: «Vamos a dejar en paz a la jueza, ya no da para más».
REPORTAJE • LA CÁRCEL DE BARRIO SAN MARTÍN Y SU CONTEXTO SOCIAL Por Alexis Oliva y Lautaro Bentivegna
Los túneles invisibles Dentro y fuera, las voces evocan el terror militar, el cruento motín de 2005, las represiones cotidianas y las estrategias de supervivencia. Así se forja un imaginario paradójico, donde se funden política penal, economía, cultura e identidad. Desde esas múltiples miradas, la cárcel sostiene un conflictivo diálogo con su comunidad, se revela más “porosa” de lo que parece y la humanidad desafía sus muros para buscar la libertad. La cárcel es una caja de ladrillos, cemento y hierro que sirve para guardar a la gente que se porta mal. Un “zoológico humano”, como certera y cínicamente definió el ex mayor Gustavo Alsina. Es también, para la 'buena sociedad', la alfombra bajo la cual se barre lo que no se quiere ver. Pero la cárcel tiene poros, agujeros, una piel permeable que deja entrar y salir, y no necesariamente por túneles bajo tierra, por camiones que se fugan a los tiros o con rescates cinematográficos a lo Porteño Luzi. Esto sucede porque lo que hay dentro de la cárcel son seres humanos, con necesidades y vínculos con otros que están afuera. “El Servicio Penitenciario encierra pero no contiene; lo que contiene al preso es la familia y los amigos”, es una verdad enunciada por actores y críticos de esta película. Por eso, la permeabilidad fue (y es), más que una falla, una solución humana a los derechos que el Sistema Penitenciario no reconoce. Y también están las necesidades del
HUELLAS. Las marcas de la memoria se renuevan en los muros del barrio.
“cuerpo urbano”. Porque la UP1 no era un centro clandestino y aislado como La Perla; fue siempre una prisión “legal” rodeada por un barrio, que –a su pesar– interactúa con ese edificio que es su estigma. LAS VOCES DE AFUERA El recordado bodegón en la esquina de Videla Castillo y Colombres, frente al penal, hoy tiene tapiadas puertas y ventanas para prevenir el oportunismo 'ocupa'. Graciela, su dueña, una mujer rubia de más de cincuenta años, decidió mudarse al lado porque el viejo negocio fundado por su padre se caía a pedazos. Aunque lleva más de 40 años en el barrio, Graciela evoca las visitas que tres veces por semana realizaban familiares y amigos a los presos políticos de la UP1 antes del golpe de Estado. «Acá compraban algunas cosas para llevarle a sus presos. Mis viejos les cuidaban las bolsas con ropa y comida cuando no les dejaban pasar nada». Rosario Rodríguez, compañera de Pablo Balustra, una de las 31 víctimas, recuerda la solidaridad de los padres de Graciela: «A veces no te-
níamos ni un peso para comprar una gaseosa en el kiosco y así pasar al baño. Entonces, en el almacén nos dejaban pasar. Íbamos al baño de la misma casa y en ocasiones hacíamos cola para entrar, porque éramos muchos». Para Graciela, despertarse todos los días frente a la cárcel es una experiencia horrible. Sin embargo, asume que es lo que le tocó. En ese barrio vive y trabaja, y lo seguirá haciendo porque es lo que llama “su lugar”. Ella descree del peligro que para otros vecinos significa “convivir con delincuentes”: en su nuevo negocio no hay puertas ni rejas, como para contrastar el encierro carcelario. «El frente de mi casa tiene más de cien impactos de bala producto del motín del año 2005», señala Jorge, otro vecino de barrio San Martín. Aquella revuelta terminó con ocho muertos y con un camión acribillado a pocos metros de su vivienda, en la esquina de las calles Uspallata y Galán. Ese día, acurrucado en el porche, veía hacerse realidad su sueño de niño, que ja-
TESTIMONIOS, DE AYER A HOY • LA EXPERIENCIA DE LAS PAREJAS DE LOS PRESOS Por A. O.
Ellas, de visita Los testimonios de Rosario Rodríguez, dos presos y dos mujeres, se ponen de esposa de Pablo Balustra –preso político acuerdo y uno se va al pasillo del pabede la UP1 fusilado en 1976–, y Liliana llón para que la pareja tenga intimidad. Quinteros, pareja de Benito Riesco –acLo mismo si el preso está con su mamá y tualmente alojado en la ex UP1–, se hersus hermanos. Desde que voy a la cárcel, manan en sufrimiento y solidaridad. siempre hubo respeto de los presos haRosario Rodríguez: Era una cárcel y el cia los familiares y entre los familiares. hecho de que el 'Flaco' [Balustra] estuRR: Siento la gran responsabilidad de viera ahí, el entrar, las requisas y todas agradecer a la esposa de un preso coesas cosas eran muy feas. Las colas eran mún que me avisó que Pablo estaba en así: de un lado los familiares de los comuel Hospital de Urgencias, después de la nes y del otro lado, nosotros. El Servicio golpiza del 25 de mayo del 76. A Luis RoMEMORIA. Penitenciario nos separaba porque la redríguez lo habían operado de apendicitis Rosario Rodríguez recordó las visitas a la cárcel. quisa nuestra era peor. Las chicas de los y se jugó la vida cuando mandó a su mucomunes nos veían como que éramos 'especiales'. En realidad, sí, éra- jer a avisarme. Ellos estaban internados en la misma piezucha del fonmos especiales, pero prohibidos. do, cuidados por el mismo milico de civil. A Pablo lo tenían encadenaLiliana Quinteros: Pasé por requisas y conocí la cárcel por dentro, do y al otro preso con las esposas. las celdas, la falta de higiene, los códigos carcelarios... No se puede LQ: Cuando fue el motín, me llamó un amigo de Benito: “No tenga comparar la vida de adentro con la de afuera. Por eso, nunca juzgo lo miedo, pero rápido véngase a San Martín”. Jamás vi algo así: policías y que pasa adentro, porque es otro mundo. tiros, fuego, la cárcel se quemaba, gente gritando, periodistas... La PoRR: Después del 24 de marzo, no teníamos visita ni comunicación. Y licía no informaba si estaban muertos o heridos. Esposas, madres y ahí empezamos a entablar un vínculo, porque adentro los compañe- hermanas hacíamos cola en los hospitales o la morgue para pregunros nuestros tenían buena relación con los presos comunes. Así empe- tar, y no te contestaban. Varios días después, me dicen: “No se preozamos esa amistad. Su solidaridad era sacar las cartas y pedirnos co- cupe. Está castigado, pero vivo”. Ahí supe que había intentado la fuga sas para entrarlas. y lo llevaron con todos los del camión a la ex Cárcel de Encausados, LQ: Hay un respeto increíble por la mujer. Cuando en una celda hay donde fueron torturados de forma terrible.
Lunes 13 de diciembre de 2010
más imaginó tan lastimoso: ser testigo directo de una fuga. Jorge nació en el barrio y lleva 58 años viendo como todo sigue igual o empeora. Los recuerdos del motín son más frescos y traumáticos, pero también guarda imágenes de un fallido intento de fuga a principios de los 70, por un túnel que desembocaba en una casa cercana, y sonidos de la UP1 bajo control militar: «Tenía 16 años y desde mi casa escuchaba los cambios de guardia y los gritos de los presos que torturaban por la noche. Todo lo que hoy sale a la luz en los juicios, es verdad». También está convencido de que la cárcel tiene que desaparecer porque ha estancado el crecimiento del barrio: «No tenemos CPC, y todos los trámites debemos hacerlos en el Centro». Además, el penal no tiene cloacas y el excremento de los casi 800 penitentes y del personal penitenciario va a parar a tres pozos ciegos que dan frente a su casa. Un olor nauseabundo asquea en los días de calor, los contenedores de basura no dan abasto y los residuos se incineran en los terrenos que rodean el penal. Jorge dice estar «preso, pero del lado de afuera» y no entiende «cómo puede vivir gente ahí dentro». «Muchos vecinos quieren irse y hay varias casas en venta, pero cuando vienen a verlas, ven la cárcel, se asustan y se van. Y también hay otros que viven de la cárcel, lucran con las visitas y no les conviene que esto desaparezca», explica Jorge. Desde el kiosco, ubicado en Uspallata y Videla Castillo, Eduardo despacha con la misma atención a visitas y empleados penitenciarios. Tiene buen humor y las historias que lo rodean parecen no pesarle. Hace lo que tiene que hacer: vende y no pregunta. Si alguien le pide guardar algo que no se permite ingresar, no se niega, como si respetara un antiguo código implícito entre comerciantes y visitas. «A diferencia de los demás comercios de la zona, mi clientela es bien amplia», dice y se sonroja. Eduardo trabaja en ese lugar desde hace tres décadas. Es cons-
Desde el pabellón Por distintas vías, Será Justicia pudo acceder a la opinión de tres presos que presenciaron momentos de la inspección realizada por el tribunal en la cárcel de San Martín. Uno de ellos, expresó: «Nosotros miramos con recelo, porque parece que vienen a hacer un tour. Nos levantan a las seis, nos hacen limpiar, ponen flores... maquillaje político. Acá te sentás en el baño y te cae bosta en la cabeza. Voy al portón y les digo: ¿Por qué no ven acá? Y me miraron como si fuera anarquista. No me hablen de Derechos Humanos cuando hay compañeros comiendo con las manos». «Ni los jueces, ni las organizaciones de Derechos Humanos conocen los pabellones comunes –planteó otro interno–. Han mejorado las condiciones en el pabellón de aislamiento y ahora es humanamente tolerable. Antes comías, defecabas y dormías ahí. Al tercer día, te sentías nadie. Ahora está limpio y no te tienen más de 24 horas. Antes eran 15 días o más». Más jocoso, el tercero recordó a Enrique Mones Ruiz asegurando en el patio haber estado “ausente” durante la ejecución de Raúl Bauducco: «¡Qué manera de mentir ese canoso! Si yo supiera mentir así, quizá me rebajan un par de añitos la condena”.
LA VISITA. Integrantes de la Comisión de Homenaje UP1 y actuales reclusos trabajaron codo a codo para acondicionar el nuevo espacio de espera de los visitantes y la plazoleta con juegos para niños.
ciente del beneficio comercial que le depara la cercanía con el penal, pero opina que la cárcel debe ser removida. «Yo no bajé la persiana nunca durante el motín del 2005. Tampoco sé si tuve miedo. Lo cierto es que había mujeres y criaturas en toda la cuadra, y temí por ellas. Las balas no respetan a nadie, por eso el Gobierno debe hacer algo. La seguridad de los vecinos es lo fundamental». LAS VOCES DE ADENTRO Los comunicadores Pablo Natta y Diego Barrionuevo dirigen desde hace varios años el taller de periodismo del penal. En uno de los últimos encuentros, se debatió acerca de las huellas del terrorismo de Estado en la cárcel. «Cuando yo tenía 20 años, la dictadura había terminado, pero tenía un tío al que venía a visitar que me contaba que no se podía acceder a ciertas zonas, que se escuchaban gritos, que los traslados eran de noche… No sé si esto es real o se le van agregando cosas con el paso de los años (…) No sé si esos hierros que hay en las
celdas (trozos de metal que salen de las paredes y los techos) eran usados para torturas», relata L. P. «Siempre salen historias de la dictadura en boca de los presos viejos –añade–. Oralmente, pasan de una generación a otra. Nunca dejó de hablarse, en algunos momentos más y en otros un poco menos. Ahora, con los juicios, se vuelve a hablar». Por su parte, R. O. cuenta que aunque lleva «un montón de años» en el penal, no advierte la impronta dictatorial: «Cada tanto, podés escuchar que los pabellones 13, 14 y 15 fueron hechos para los presos políticos. También que los tenían en el 12 con las ventanas con chapas para que no se viera nada». Y agrega: «Pasaron más de 30 años, imaginate cuántos presos pasaron. Incluso, si al preso común le preguntás cuándo fue la dictadura, no sabe. Hay un desconocimiento. Si pasa algo con un pabellón, por ahí se lo relaciona con la reciente muerte de alguien ahí, pero no con la dictadura». En cambio, a N. O. su propia historia lo
une con la cárcel de los años de plomo. Su padre y su hermano se encuentran desaparecidos y él hace 20 años que está alojado en San Martín. Cuando en 1976 o 1977 iba a la UP1 a ver a un amigo de su papá, «se hablaba de que había cartas, cartas dobladas, con letras muy chiquitas para poder leerlas. Esas cartas siguen en las cañerías», conjetura. «Hace un año y medio se encontraron huesos aquí abajo, en el sótano –revela–. Huesos de una pierna, un brazo, una mano… Los encontró un interno que ya salió en libertad. El sótano se cerró, se tapió y actualmente se usa como depósito”. En cuanto al vínculo con el barrio, N. O. asume: «Desde aquí, desde el penal, no se ve el barrio. Ni siquiera desde las ventanas más altas. Sin embargo, creo que en el barrio no nos quieren, salvo el negocio que está frente a la entrada de la cárcel, donde las familias compran cosas para los internos». LA VOZ DEL PODER Es día de visita y varias mujeres sacan número y aguardan el llamado del guardia en una especie de sala de espera. Afuera, la Comisión de Homenaje a los Fusilados en la UP1 pinta un mural y prepara una plazoleta que se inaugurará en pocos días. Hace calor en la recepción, donde pueden leerse las reglas para las visitas. El horario no es fijo y cada tanto una nueva disposición las hace esperar más de la cuenta. La ropa y la comida que traen para sus familiares ingresarán sólo si la guardia lo permite. El criterio de la requisa es cambiante. Una remera inadecuada, un zapato sospechoso o un envase incorrecto pueden justificar el permiso denegado. Una de las mujeres que aguarda acalorada en la cola junto a sus dos hijos es categórica: «Las requisas son la misma mierda, antes y ahora. Si uno quiere entrar, debe bancarse las reglas. Porque al control lo tienen ellos». Así, conscientes de que lo suyo es una forma de resistencia, a las 13.30 abandonan la sala de espera y entran.
EL JUICIO EN LA CALLE • LA COMISIÓN DE HOMENAJE UP1 INAUGURÓ LA PLAZOLETA ‘LA VISITA’ Por L. B.
Una plaza frente a la cárcel La sentencia del Juicio Videla está cael resultado del trabajo conjunto. No da vez más cerca y el clima nos alerta el fisólo de la Comisión de Homenaje UP1 y nal con árboles rebeldes y tierra en el aila Secretaría de Derechos Humanos de la re, que obliga a entrecerrar los ojos. Si Municipalidad de Córdoba, sino tamotras actividades que sacan el juicio a la bién de reclusos que cumplen condena y calle estuvieron signadas por la gracia que pusieron manos a la obra para la meteorológica, la inauguración de la placonstrucción. Un dato que puede resulzoleta “La visita” culminó con un cielo tar curioso: los presos que colaboraron que amenazaba con estallar. en la obra estaban sentados en primera El sábado 11, las organizaciones ligafila en el acto sin custodia penitenciaria. das a la construcción de la memoria lleEn el escenario, Martín Mozé –hijo de varon una vez más el juicio Videla fuera Miguel Ángel, una de las víctimas de este HOMENAJE. de los límites de la sala de audiencias. En juicio– dijo celebrar «el hecho de poder Se recordó a los fusilados en un acto en la UP1. esta oportunidad, fue la Comisión de Hoconectar el pasado y el presente, el adenmenaje UP1 quien convocó a la conmemoración que anualmente se tro y el afuera» en actividades que promueven la memoria y la conrinde a los compañeros fusilados y a la inauguración de una plazoleta ciencia social sobre el presidio y los Derechos Humanos. ubicada en la entrada principal de la cárcel de barrio San Martín. Si el paralelo entre el adentro y el afuera puede acercarnos a apreHace algunos meses, la Comisión se había comprometido a refun- ciar la complejidad de los espacios y la verdad histórica, es preciso decionalizar el sitio donde los familiares de los presos esperan miércoles cir que adentro también hubo homenajes. y domingos el ingreso al penal. Hoy, la obra está completa y casi 300 Mario Gordillo, veterano de la Penitenciaría, dedicó a Marta Gonpersonas asistieron al acto de inauguración. La ceremonia, cargada zález de Baronetto, cuando el 14 de julio su viudo inauguraba la etapa de emoción ante el final del juicio, se llenó de contenido con un video testimonial del juicio: «Ahí están ahora, sentados, acusándose unos a que mostraba escenas del proceso acompañadas por relatos de los otros. Los militares, los judiciales, los eclesiásticos, los policías, los testigos en la voz de periodistas, hijos y familiares de las víctimas. abogados… Tú sabes, jamás el Vitín te olvidó, nunca te abandonó. Hoy La historia de los fusilados expresada en un mural, juegos para ni- es el día, Marta, tu día, el de la reivindicación. Tu sonrisa amplia y la poños y todo el equipamiento urbano correspondiente a una plaza son derosa fuerza de tu rostro me dan paz».
Lunes 13 de diciembre de 2010 HISTORIAS DE VIDA DE LOS MILITANTES ASESINADOS EL 11 DE OCTUBRE DE 1976
Una primavera sin flores (SEGUNDA ENTREGA) Tal como se relataba en el número anterior, el 11 de octubre de 1976 fueron asesinados en un fraguado intento de fuga Pablo Alberto Balustra, Jorge Oscar García, Oscar Hugo Hubert, Miguel Ángel Ceballos, Florencio Esteban Díaz y Marta Juana González de Baronetto. La masacre ocurrió en la noche, a pocas cuadras del penal de barrio San Martín (UP1). El “traslado” fue solicitado por Juan Bautista Sasiaiñ, jefe del Estado Mayor, y los presos fueron entregados a un supuesto teniente primero “Nicolás Neme”. El comunicado del Tercer Cuerpo de Ejército decía que el vehículo había sido interceptado por autos conducidos por civiles, desatándose un intenso tiroteo en el que murieron los seis detenidos. Años después, en 1983, Luis Miguel Baronetto declararía ante la justicia constando las arbitrariedades que presentaba el hecho. Explicó que el comunicado militar ha-
blaba de un enfrentamiento producido al llegar a la calle General Guido, entre Amado Nervo y 6 de Septiembre: «Una intersección que no existe –dirá Baronetto– ya que esta última termina en la calle Uspallata, y además la calle Guido, en ese tramo, es intransitable para cualquier tipo de automotores. Todo indica que se trató de una burda mentira, corroborada a la vez por otros casos similares con la existencia de testigos que presenciaron los fusilamientos y que declararon ante los tribunales».
Fuentes bibliográficas: • El diario del juicio, información digital: eldiariodeljuicio.com.ar. • Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas de Córdoba, Por la memoria, por la justicia, por un sueño, Córdoba: 2000. • Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas de Córdoba: Relatos de amores, sueños y luchas I y II, Córdoba: 2006 y 2007. • Garaño, Santiago y Pertot, Werner: Detenidos-aparecidos: presas y presos políticos de Trelew a la dictadura, Buenos Aires, Ed. Biblos: 2007.
En estas páginas relatamos 31 historias de vida de militantes asesinados por su compromiso social y su participación política. Son 31 razones para seguir luchando: Eduardo Daniel Bártoli, Víctor Hugo Ramón Chiavarini, María Eugenia Irazusta, Diana Beatriz Fidelman, Eduardo Alberto Hernández, Miguel Ángel Mozé, José Alberto Svagusa, Luis Ricardo Verón, Ricardo Yung, Carlos Alberto Sgandurra, José Ángel Pucheta, José Osvaldo Villada, Mirta Noemí Abdón, Esther María Barberis, Miguel Ángel Barrera, Claudio Aníbal Zorrilla, Marta del Carmen Rossetti, José Cristian Funes, Raúl Augusto Bauducco, José René Moukarzel, Gustavo Adolfo De Breuil, Arnaldo Higinio Toranzo, Miguel Hugo Vaca Narvaja (h), Liliana Felisa Páez, Ricardo Alberto Tramontini, Pablo Alberto Balustra, Miguel Ángel Ceballos, Florencio Esteban Díaz, Jorge Oscar García, Marta Juana González, Oscar Hugo Hubert... ¡Presentes!
Jorge Oscar García De cuerpo flaco y alargado, el “Vinchuca” o “Paco”, como lo llamaban, nació un 16 de noviembre de 1949 en Córdoba y durante largos años vivió en barrio General Paz. Era militante de la organización Montoneros, y según el decir de sus compañeros «su aspecto concentrado lo pintaba en la seriedad con que asumía sus responsabilidades». Pero Paco, además de mantener una compostura formal, «cuando asomaban en sonrisa sus grandes, blancos y parejos dientes, se participaba de la alegría contagiosa que servía para levantar el ánimo e infundir optimismo a quienes lo rodeaban». En pareja durante varios años, tuvo un hijo llamado Mariano, que creció
sin su padre a partir de agosto de 1975, cuando Vinchuca fue detenido. A lo largo del tiempo que estuvo en la cárcel de barrio San Martín, fue trasladado dos veces a diferentes sitios con el objetivo de impartirle torturas. La primera, en abril de 1976, cuando fue llevado al D2 junto a Bártoli, Guevara, Juez y Fidelman. Mientras que en la segunda oportunidad fue trasladado con Jorge De Breuil al centro clandestino de detención “La Perla”. Muy familiero, Paco tenía una veta artística asombrosa que expresaba por medio del dibujo, la pintura y la poesía. Tras su asesinato, se dijo que fue elegido «porque los servicios de inteligencia registraban alguna estadía suya en Cuba, donde habría recibido instrucción militar».
Marta Juana González En 1950, poco después del Día del Trabajador, los González vieron nacer a la que sería luego una gran luchadora popular. Marta Juana llegó ese 5 de mayo a la localidad de Guasapampa, al noroeste de nuestra provincia, para hacer historia. Radicados en la ciudad de Córdoba, desde muy pequeña Marta vivió en barrio Villa El Libertador. Al finalizar el secundario, comenzó a estudiar Magisterio, y para solventar sus gastos empezó a trabajar. Con el título de Maestra dio clases en la escuela San José Obrero, un histórico colegio conocido como “la escuelita del tranvía”, ya que al principio funcionaba en un vehículo en desuso hasta que construyeron sus aulas. Además, era miembro del Movimiento Juvenil de la Parroquia Jesucristo Salvador del Mundo. Como catequista, durante los primeros años de docencia en la primaria, también impulsó actividades de alfabetización para niños y grupos de formación bíblica. Un día, en clases, conoció a Luis Miguel Baronetto, seminarista que también participaba en la escuela. Para ese entonces ella tenía novio, pero al tiempo se dejaron y se casó con Miguel. En 1970, cuando se desarrollaron las movilizaciones de las Comunidades Cristianas de Córdoba, Marta fue una convencida de la necesidad de procesos organizativos en pos de mejorar las condiciones de vida. «Porque entendía que la fe es nula si no es capaz de impulsar hacia una actitud decidida a favor de la justicia», recuerdan sus compañeros. Trabajó en la recuperación del centro vecinal y, con mucha decisión, promovió la organización de las cooperadoras escolares y del Centro Materno
Infantil Evita. Proveniente de una familia peronista, desde joven se sumó a la Juventud Peronista. Pero como resultado de un análisis sobre lo que denominó «hechos de traición que desvirtuaron los postulados de liberación nacional», en fechas posteriores a marzo de 1973, se sumó al Partido Peronista Auténtico y a Montoneros. Luis recuerda que cuando él le contó sobre su militancia política, Marta mostró su costado de mujer decidida, y le dijo: «Si estás vos, ¿por qué no voy a poder estar yo?». Según su compañero, la caracterizaba el empuje y la convicción: «No le costaba captar las situaciones, los planteos. Era rápida, de no darle vueltas». A principios de 1975, tuvieron a su primera hija, Marina Sol. En agosto del mismo año, cuando Marina tenía ocho meses, Marta fue detenida en su domicilio junto a su compañero. Llevaba en su vientre a su segundo hijo, Lucas Ariel. Estuvo varios días secuestrada en el D2 para luego ser trasladada a la UP1. Lucas nació en la cárcel un 15 de julio de 1976. Luis permaneció detenido hasta 1982, mientras Marina Sol estuvo al cuidado de sus familiares. Eva Magdalena Zamora, compañera de pabellón y amiga desde la juventud, atesora el recuerdo de Marta: «Tenía un compromiso social muy fuerte con las cosas del barrio y la educación de adultos. Todavía en el barrio hay gente que la recuerda. Muy vivaz, muy alegre». El 30 de agosto de 2005, a instancias de los vecinos de Villa El Libertador, una escuela primaria del barrio lleva su nombre: “Marta Juana González”.
Oscar Hugo Hubert Llevando consigo el mismo nombre que su padre, Oscar Hugo, el primer hijo de la familia Hubert nació el 15 de febrero de 1942 en Santa Rosa de Calamuchita, centro turístico de la serranía cordobesa. Luego vendrían tres niños más. Dos de ellos murieron a los pocos meses de nacer, por problemas de salud. Carlos, el tercero de ellos, es tres años menor que Hugo. Asistió a la escuela primaria Mariano Moreno, y al secundario en el colegio Dalmacio Vélez Sarfield y en el San Francisco de Asís. Sus padres, Oscar Hugo y Adelaida Maldonado, tenían raigambre en la tradición peronista. Estimulado por la discusión y la actividad política que había en el hogar y la movilización del peronismo de base en Santa Rosa, Oscar se sumó a la Juventud Peronista. Desde allí propició el trabajo barrial con actividades sociales y recreativas dirigidas a niños y jóvenes de su pueblo. «Muy
cooperador y servicial, amigo de todos», dirá Carlos, su hermano. Era dinámico y muy creativo. «Un gran bailarín de todos los estilos musicales y muy buen actor de teatro». En 1976, Hugo ingresa a trabajar a la municipalidad de Santa Rosa. Hacía tres años que estaba en pareja con Herminia Molina. En el inolvidable y triste 24 de marzo de 1976, cuando tan sólo faltaban cinco días para su casamiento, Oscar fue detenido en una confitería céntrica y llevado al D2. Una semana después sus captores lo trasladaron a la UP1 donde permaneció sometido a un régimen de incomunicación absoluta, casi en condición de desaparecido, sin contacto con el resto del penal. De los 31 compañeros asesinados, su cuerpo es el único que nunca fue entregado a su familia.
Lunes 13 de diciembre de 2010 ENTREVISTA • CARLOS ROZANSKI: JUEZ FEDERAL DE LA PLATA, PROVINCIA DE BUENOS AIRES | Por Pablo Luro
«Lo que hizo la dictadura fue un genocidio» Algo raro sucede al entrar al despacho. No parece un ambiente sacro y distante, ni hay crucifijos colgados. De fondo se escuchan melodías de Los Beatles y en las paredes hay varios cuadros de Kandinsky. Este es el lugar de trabajo de Carlos Rozanski, presidente del Tribunal Oral Federal N° 1 de la capital bonaerense. Entre las diagonales y los árboles de la ciudad, en el ex Teatro de la AMIA, en 4 entre 51 y 53: aquí nos abre la puerta para la charla. Con firmeza, Rozanski destaca el lugar que ocupaban los médicos dentro de la cárcel y concluye que «fueron un engranaje más del aparato represivo y violaron sus deberes profesionales». Es claro, afirma que vivimos un genocidio a través del golpe cívico-militar, con el objetivo de posibilitar enormes transformaciones económicas. Un camino recorrido no sólo por Argentina, sino a nivel regional con la implementación del Plan Cóndor. La huella de Julio López está presente en todos los juicios y con mayor fuerza aquí. «Es un desafío diario que se va modificando con el tiempo», afirma. La imagen también está presente en el despacho: detrás del escritorio del magistrado cuelga una fotografía que retrata una inspección ocular en la que el juez aparece junto al testigo desaparecido. Allí está, como si fuese una guía de lo que no puede repetirse. Será Justicia: ¿Cuáles son las conclusiones que deja el juicio de la Unidad Penitenciaria N° 9 (UP9)? Carlos Rozanski: Se cerró una etapa y se abrió otra. Se solidificó la prueba sobre el plan sistemático que vivimos en Argentina. La diferencia radica en que este lugar no era un centro clandestino de detención sino una cárcel, pero que terminó siendo algo muy parecido a un centro clandestino a partir del 13 de diciembre de 1976. Con el recrudecimiento del sistema de en-
Quién es Rozanski Carlos Rozanski es miembro del Tribunal Oral Federal N° 1 de La Plata desde hace diez años, siendo el primer juez federal designado por concurso del Consejo de la Magistratura. Antes fue titular de la Cámara del Crimen de Bariloche. En 2006 presidió el tribunal que condenó a prisión perpetua en cárcel común a Miguel Etchecolatz; en el año 2007, al cura Christian Von Wernich y hace pocos meses finalizó el juicio de la Unidad Penitenciaria N° 9 de La Plata. cierro, formó parte y fue un eslabón más del plan sistemático. Comprobamos un régimen de torturas allí dentro, con un pilar clave en las torturas psicológicas, que también incluyó muerte y desaparición de familiares de presos políticos. El hilo conductor es que eran presos políticos. La cárcel se transformó en una cárcel de presos políticos, con pabellones que iban de “recuperables” a “irrecuperables”. SJ: Los médicos, ¿qué lugar ocupaban en ese esquema? CR: En el juicio los tres médicos fueron condenados por un mismo caso de tortura seguida de muerte. Ellos hacían guardias y por tres días sucesivos estuvieron y fueron a los calabozos de castigo, que se
TEXTUAL • CARLOS ROZANSKI RELATA SUS VIAJES COMO JUEZ
Tres postales que miran al sur «Hace unos meses, estuvimos en Francia y Polonia, en los campos de concentración, en un trabajo con la gente del Museo del Holocausto en París. Éramos jueces argentinos y de la Secretaría de Derechos Humanos. Al terminar las actividades, planteo que luego de las exposiciones de los especialistas europeos más granados en este tema, había tomado nota de las cuatro características principales de un genocidio: el sector a destruir lo define el genocida, la expropiación tanto material como física, el aislamiento (en campos de concentración) y el exterminio. Afirmé que en nuestro país habíamos tenido las cuatro. Los europeos defendían un discurso hegemónico según el cual sólo hubo genocidio nazi, armenio y en Ruanda, dejando de lado otros casos. Acá el genocidio existió. Algunos jueces no compartían ese criterio, con argumentaciones centradas en lo técnico. Mi sensación es que es más difícil fundamentar que no hubo genocidio que decir que sí lo hubo. En otro viaje por Nueva York, con otros jueces federales, escuchábamos cómo juristas de Estados Unidos o de la ONU valoraban al proceso argentino como “único en el mundo”. Creo que demuestra que es posible. En Guatemala, donde aniquilaron a más de 200.000 mayas y la gente sigue caminado con
PRESENTE. Fotografía de Rozanski junto a Julio López en una inspección ocular en La Plata.
una cruz, yo estuve dos veces. Una fue para la conmemoración de los diez años del informe de la ONU sobre el genocidio en ese país. Comenté los juicios argentinos ese día en la plaza, repleta de gente con ropas típicas y una cruz con el nombre de sus familiares. Allí, el presidente pidió perdón por las matanzas. Es un avance enorme que pida perdón, pero creo que por ahí es una sociedad que no está en condiciones de hacer estos juicios. Yo pasé partes del documental Un claro día de justicia, de Ana Cacopardo, sobre el juicio a Etchecolatz, con entrevistas. La gente de ahí no podía creer la escena de miles de personas escuchando la sentencia, mirando al cielo y sintiendo la justicia. “Nosotros no la vamos a ver nunca”, me decían. Pero fue un mensaje claro de que se puede».
llamaban 'los chanchos'. Ahí estaba Alberto Pinto brutalmente golpeado. Los médicos fueron uno por uno, y dijeron: “puede seguir acá”. Poco después, murió. Fueron un engranaje más del aparato represivo y violaron sus deberes profesionales. LAS PATAS CIVILES SJ: Con los juicios, salen a luz las responsabilidades civiles, tanto económicas como de la Justicia y la Iglesia. CR: Luego de las pesquisas del juicio, pedimos que se investigara el accionar de doce jueces federales, uno de ellos hoy se desempeña como fiscal general en el casodel padre Grassi. De los testimonios, surge que estos hombres de la justicia veían cómo eran las condiciones dentro del penal, se enteraban de lo que pasaba por los propios detenidos y seguían su vida normal, por lo que vemos que hay niveles de responsabilidad que deben ser indagados. Hubo muchísimos recursos de hábeas corpus denegados. Por eso lo remitimos a la fiscalía. Habrá que investigarlo, cosa que no es fácil, pero no es nuestro rol. En el fallo de la UP9, fue la primera vez que en la sentencia se puso: “Fueron delitos de Lesa Humanidad en el marco de un genocidio que tuvo lugar durante la dictadura cívico-militar”. Son los avances que vamos logrando con los sucesivos juicios. GENOCIDIO CRIOLLO Rozanski afirma que los delitos estuvieron enmarcados en un genocidio, con claves en las transformaciones económicas que acompañaban el terrorismo de Estado. «Esto está firme por la Corte Suprema tanto en las sentencias de Etchecolatz y Von Wernich», resalta. SJ: ¿Se los podría condenar por la figura legal de genocidio? CR: Me parece más importante que poder condenarlos, el hecho de afirmar con claridad que fue enmarcado en un genocidio. Es el debate central por una cuestión histórica. En las sentencias pusimos que cuando termina la Segunda Guerra Mundial hay una convención por genocidio y en un primer momento se incluía la persecución de grupos políticos o persecución ideológica. Pero por influencia de Stalin
(que estaba matando millones de personas) lo diluyen y solamente incluyen la eliminación de grupos nacionales, por lo que yo digo: lo que pasó acá, forma parte de grupo nacional. Daniel Feierstein agrega posteriormente un concepto brutalmente cierto, el 'genocidio reorganizador', que es lo que pasó en Argentina. Es el que está destinado a establecer una nueva sociedad con valores distintos, reorganizar la sociedad a partir de la eliminación de quien piensa distinto y molesta en la reorganización. Está claro que no son iguales todos los genocidios. Acá, al genocidio reorganizador lo hacían en nombre de la civilización occidental y cristiana, porque tenían que eliminar a ciertos grupos y estructuras sociales y económicas. SJ: ¿Cómo cree que se valoran estos juicios fuera del país? CR: Está comprobado que el proceso argentino de recomposición jurídica que vivimos hoy es único en el mundo. Juzgar décadas después, con jueces naturales, es algo muy valorado en el mundo. Todo avance contiene reacciones, como lo estamos viviendo dentro de la justicia argentina. ¿Cómo no va a generar reacciones este avance en el juzgamiento de las violaciones a los Derechos Humanos? El problema es qué hacemos frente a esa situación. SJ: ¿Cuáles serían esas reacciones? CR: La desaparición de López... También las amenazas son reacciones. Más algunas actitudes de hombres provenientes del propio Poder Judicial que evidentemente no están de acuerdo con que se hagan estos juicios. No tengo dudas de que lo que posibilitó este momento son los pacientes treinta años de lucha de los organismos de Derechos Humanos reclamando algo que no se había hecho en el mundo. Conformaron un espacio social que hizo posible los cambios. SJ: ¿Cuál será el próximo juicio oral y público en La Plata? CR: La unificación de la causa de Comisaría Quinta, de Arana, de Brigada, de Coti Martínez, un anexo de Comisaría Quinta y Puesto Vasco. El juicio se va a llevar a cabo a lo largo del 2011, sin ninguna duda.
Lunes 13 de diciembre de 2010 CONTRATAPA • por Werner Pertot
Periodista de la sección política del diario Página/12. Publicó los libros La otra juvenilia. Militancia y represión en el Colegio Nacional de Buenos Aires 1971-1986 (Buenos Aires, Editorial Biblos: 2003), y Detenidos-aparecidos: presas y presos políticos desde Trelew a la dictadura (Buenos Aires, Editorial Biblos: 2007), junto a Santiago Garaño.
La mirada de Diana Diana Fidelman jugaba y bailaba en su celda. Era una de las formas de resistir al terror de la UP1, que se había instalado desde el 1º de abril de 1976. Hacía unas horas, con otras presas políticas del pabellón, había hecho una mini-obra de teatro para satirizar a los militares que entraban día tras día a torturarlas y vejarlas. A Diana la habían sacado de la cárcel para llevarla a un centro clandestino de detención, el D2. Cuando volvió, contó que la habían torturado y violado. “Judía de mierda, te vamos a hacer jabón”, le gritaban los represores. El 17 de mayo de 1976, poco después de la obra de teatro, la vinieron a buscar y se la llevaron de nuevo, vendada y esposada junto a otros presos políticos. Esta vez, hasta la orilla del río Suquía, donde les ordenaron: “¡Corran, subversivos de mierda!”. Antes de que la mataran, ella se dio vuelta y los miró, como Orfeo. Todo el barrio escuchó las ráfagas de ametralladoras. El caso de Diana no fue aislado. En cada una de las divisiones territoriales que la dictadura utilizó para organizar la represión (zona, subzona, área) hubo asesinatos de presos políticos. Hubo masacres en prácticamente todas las subdivisiones: en la zona 3, los fusilamientos de la UP1, y también la masacre de Palomitas en Salta; en la zona 2, la masacre de Margarita Belén, y en la zona 1, los pabellones de la muerte de la cárcel de La Plata, por los que hace poco fueron condenados a perpetua los penitenciarios. Se trató, entonces, de una política nacional de terrorismo de Estado: no fueron casos aislados. No hubo errores. Ni hubo excesos. Así como en Córdoba los represores contaron con la complicidad de los jueces Adolfo Zamboni Ledesma y Miguel Ángel Puga, otros magistrados prestaron sus servicios en distintas partes del país para encubrir el asesinato de presos políticos. Los comunicados inverosímiles que escribía Luciano Benjamín Menéndez, en los que inventaba “enfrentamientos” para justificar los fusilamientos, parecen calcados de los de Salta o los de La Plata, a donde fue, después de organizar la represión en la UP1, Juan Baustista Sasiaiñ. Se trató de un verdadero sistema integrado a nivel nacional, por el que pasaron más de 10 mil presas y presos políticos y que incluyó las cárceles de Córdoba, Coronda, Resistencia, Sierra Chica, La Plata y Rawson para los hombres, mientras que a las mujeres las concentraron en la de Devoto. Cada cárcel dependió de su posición dentro de un sistema global de represión nacional, lo suficientemente flexible como para adaptarse a la trama local de relaciones de poder. La salida de Diana de la cárcel para ser entregada a los torturadores del D2 tampoco fue excepcional. Entre las cárceles legales y los centros clandestinos de detención se forjó lo que Pilar Calveiro describe como un continuum represivo: los campos no reemplazaron por completo a los penales. Fueron dos formas de la represión complementarias, así como el control cultural y las políticas educativas de la dictadura. Las prisiones, entonces, coexistieron con los campos y no como dos realidades separadas: había presos legales que eran sacados de la cárcel y llevados a centros clandestinos para torturarlos –o liberados en la puerta de la cárcel para secuestrarlos, como ocurrió en La Plata– y había detenidos-desaparecidos que eran “blanqueados” en las cárceles legales. Eso ocurrió, por ejemplo, con Vitín Baronetto. Lo detuvieron con su esposa, Marta, en un operativo que comandó Juan Carlos Cerrutti. Vitín fue a parar al D2 y luego, muy golpeado, al Policlínico Policial. Allí lo fueron a buscar: “Te vamos a tirar al dique”, lo amenazaron para que intentara escapar. No lo hizo. Lo blanquearon en la UP1. A Marta
se la llevaron para fusilarla. Ella le dejó su bebé que había tenido en la cárcel a otra presa. “¿Qué pasó con mi mujer?”, le preguntó Vitín al juez Zamboni Ledesma. Su Señoría hizo silencio, que –como se sabe– es salud. Años más tarde, lo liberaron. Un día, frente a la tumba de Marta, reconoció a Cerrutti, con un uniforme viejo y derruido de guardia de seguridad del cementerio. Se le acercó. El ex policía amagó con recular. Vitin lo miró fijo y levantó una foto de Marta en la mano. –¿Te acordás de ella? –… –Ustedes la mataron, ¿no? Cerrutti no dijo nada, desvió la vista. En los ojos de Vitín seguramente había algo de la mirada de Diana. La UP1 fue, tristemente, un ejemplo de la conexión estrecha entre la represión legal e ilegal. Con una particularidad: la propia cárcel se convirtió en algo casi idéntico a un campo. Las torturas, los golpes, los bailes militares, los estaqueos y hasta la decisión de fusilar a un preso –Paco Bauducco– dentro del penal no tienen parangón con otras cárceles. Sasiaiñ en persona se los había prometido cuando empezó la represión salvaje: “Les vengo a informar que ustedes están todos muertos. Pero no se pongan contentos, porque se van a morir muy lentamente de manera que se arrepientan de haber nacido”. Sin embargo, entre el tejido de solidaridad y resistencia diaria, los presos se repetían todos los días: “Te ganamos un día más, Menéndez”. Cuando se empezó a trasladar a los detenidos de la UP1 a fines de 1976, los presos políticos de otros penales se sorprendían al ver el estado en que llegaban: esqueléticos, con el pelo y las uñas largas, cubiertos de tierra, plagados de moretones o aún peor. Una de las presas políticas de Devoto, de las clasificadas por la dictadura como “irrecuperables” –que en el momento en que llegaron a Buenos Aires las de Córdoba se encontraban en un régimen duro–, nos contó que tuvo la sensación de que estaban viendo llegar a liberados de Auschwitz. El maltrato a los familiares de los presos fue otra de las constantes en todo el país, y está inscripta en una directiva secreta de 1977 en la que los militares planificaron la “acción psicológica” hacia los militantes encarcelados y sus familias. Hace años conocí en Córdoba a “la Negra” Balustra, que nos contó su historia y la de Pablo, su marido fusilado. Mientras la escuchaba, me preguntaba cómo se puede seguir diciendo que lo ocurrido “forma parte del pasado”. Y me acordaba de una frase en una novela de Mauricio Rosencof, que es casi un mandato de las víctimas de la Shoah: “Que nuestros gritos se escondan bajo las almohadas de los que no saben, de los que saben y callan, de los que no quieren saber”. Siempre le voy a estar agradecido a la Negra por su testimonio. Le costó mucho arrancar su relato del silencio (social y personal) en el que muchas veces se quiso sumir al terrorismo de Estado. Hoy ese silencio ya no es posible: la investigación sobre las principales masacres de presos políticos está en juicio en Chaco, algo más demorada en Salta, en La Plata hubo una condena y en Córdoba se aproxima el fallo. Cuentan que, cuando los bajaron para fusilarlos, Diana se dio vuelta, se bajó la venda y los miró con sus ojos azules. Les dijo: “No sean cobardes. Mátenme de frente, hijos de puta”. ¿Se acordarán de su mirada los que la mataron? ¿Se acordarán de esos ojos, cuando llegue la sentencia? Este ejemplar contó con el aporte solidario de:
• Unión de Educadores de la Provincia de Córdoba (UEPC) • Sindicato de Trabajadores de la Alimentación (STIA) • Sindicato de Empleados Públicos (SEP Córdoba) • Asociación Bancaria - Seccional Córdoba • COOPI (Cooperativa Integral Carlos Paz) • Asociación Gremial Empleados del Poder Judicial (AGEPJ) • Sindicato de Luz y Fuerza - Córdoba • Fundación Electroingeniería
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