REGIONALISTA EN SANTIAGO: UNA REFLEXIÓN* Sergio Arenas Benavides1
Esta reflexión nace en el año 2009 a partir de mi participación en el taller de memoria “Gobierno y Administración Interior del Estado” en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, donde estudiamos acerca de la organización territorial de Chile y las instituciones públicas dedicadas a ello.
Para mí, que exista un ramo que se dedique a investigar los temas sobre descentralización, gobierno regional, centralismo, etc., es una cuestión bastante destacada e importante, ya que a mi juicio no se puede pensar en profundizar la democracia si no pensamos que ella debe ejercerse desde la base, es decir, desde las personas y su nivel más básico de organización. La gran paradoja de esto es que este taller de memoria se está desarrollando en una universidad que está ubicada en Santiago, la capital de Chile.
Es una paradoja pensar que en la ciudad donde surge el problema del centralismo pueda o se quiera discutir sobre la descentralización y autonomía de Chile. Resulta igualmente paradójico que yo, teniendo un pensamiento un tanto “regionalista”, esté estudiando en una universidad donde, además de estar en Santiago, la mayoría de los alumnos es originario de ésta, un buen número de los cuales vive “de Plaza Baquedano para arriba”. Pero tampoco es tan raro si pensamos que viene gente de todos los rincones del país a ella, incluso de regiones extremas2.
A mi juicio, a primera vista parece paradójico, pero en la realidad no debería ser. Santiago, si bien no representa a todo Chile, sí es parte de este país y vive, igual que el resto de las regiones, las mismas miserias y fortunas. A mi juicio la frase tan repetida de que “Santiago
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Adaptación de la columna “Regionalista en Santiago” publicada originalmente en el blog http://hablandode.blogcindario.com el 25 de abril de 2009. 1 Abogado, Licenciado en Ciencias Jurídicas por la Universidad de Chile (2012). 2 Por ejemplo, para la época en que cursaba el taller el presidente del Centro de Estudiantes era originario de Punta Arenas, quien luego llegó a la presidencia de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile.
no es Chile” está un tanto equivocada y hay que reformularla. Lo correcto debería ser: “Santiago ES Chile... pero Chile no es sólo Santiago”.
El pecado que ocurre es que se ha querido ver la lucha de la descentralización como un enfrentamiento Santiago v/s Resto de Chile. Y la verdad, es que no debe enfocarse así el problema. Son otros los factores que han llevado a que en Chile tengamos un gobierno y administración bastante centralizados y que la gran capital crezca y crezca y los otros pueblos se mantengan un tanto a la zaga (porque es justo reconocer que hay lugares en Chile que progresan igual o mejor que nuestra capital). Los voy a mencionar y comentar brevemente, para aclarar las cosas: a) Antecedentes históricos: Esto dice relación básicamente con la conformación histórica del país, y no cabe duda que la predominancia de un solo tipo de tipo étnico (mestizo), la unidad casi absoluta en lo religioso (religión católica), unido todo ello al modelo absolutista de la monarquía española (reforzado con las reformas borbónicas del siglo XVIII) han sido la base histórica del centralismo, cosa que por lo demás ha ocurrido no sólo en Chile, sino también en gran parte de América Latina3. b)
Empoderamiento
del
Presidente
de
la
República
frente
al
Congreso
(Hiperpresidencialismo): Consecuente con lo anterior, una vez producidos los procesos independentistas la forma de gobierno más utilizada en la América hispana haya sido la unitaria (con las excepciones federales de Argentina, México y Venezuela). En el caso chileno, la cosa se pone más grave cuando se piensa en la influencia de Diego Portales, quien dio al sistema institucional chileno su carácter fuertemente presidencialista como forma de asegurar el orden interno del país. Esa idea ha permanecido vigente a lo largo de la historia política chilena, e inclusive se ha acentuado con el paso de los años. Básicamente, lo que caracteriza al hiperpresidencialismo (también llamado bonapartismo o neopresidencialismo) es el excesivo poder, casi tutelar, que tiene el poder ejecutivo (Presidente de la República) sobre el legislativo y, en el orden interno del estado, una relación vertical de mando entre el poder central y los niveles territoriales inferiores4.
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Para mayor información, ver el ensayo La genética centralista chilena, de Jorge Muñoz Cerda, en: http://www.atinachile.cl/content/view/105711/LA_GENETICA_CENTRALISTA_CHILENA.html. 4 Para mayor información, ver el ensayo La descentralización en el ordenamiento constitucional chileno, de Jorge Muñoz Cerda, en:
c) Modelos económicos imperantes: Si bien hoy día Chile es una economía de libre mercado, no debemos olvidar que durante el siglo XX (específicamente entre los años ’30 hasta 1973) imperó un modelo económico conocido como Keynesianismo, caracterizado por la activa participación e intervención de la autoridad estatal en la economía. Este sistema económico favoreció el desarrollo de un Estado muy poderoso y grande, lo que se tradujo en la parte política en un robustecimiento de la autoridad política, especialmente la presidencial, que concentró muchas facultades. En el caso chileno, esto provoca que termine anulándose el mandato del constituyente en orden a descentralizar la administración del país, y más bien tendió a una mayor centralización institucional5. d) Elitización y oligarquización de la política chilena: Prácticamente desde la Colonia la política ha estado manejada por un grupo pequeño, una “elite”, que preferentemente era de origen agricultor aunque su residencia haya sido siempre la ciudad de Santiago. Llamémosla la “elite santiaguina”. Bueno, esta elite fue la que en su mayoría participó y dirigió el proceso de Independencia, y luego de lograda ésta se reunió con otros grupos políticos (ex realistas, conservadores, etc.) para formar el bando “pelucón”, el cual derrotó al bando más liberal, el “pipiolo”, formado en buena parte por miembros de las elites de otras ciudades (Concepción, La Serena, etc.). Es esta elite santiaguina la que toma el poder y busca eliminar a otros grupos de este “privilegio”, y así varias revoluciones (1851, 1859), a más de las disputas políticas que envuelven, significan la resolución de la disputa entre este grupo dirigente y otros grupos aspiracionales de afuera de la capital, con victoria para los capitalinos. De ahí en más, no ha variado mayormente esto, y puedo decir que hasta ha http://www.geocities.com/CapitolHill/Lobby/6384/CONSTITU.HTM. Sobre el Hiperpresidencialismo (También llamado Neopresidencialismo o Bonapartismo) pueden leer, entre otras cosas: - un ensayo de mi ex profesor Pablo Ruiz-Tagle: http://www.plataforma.uchile.cl/fg/semestre1/_2003/igualdad/modulo3/clase1/doc/neopres.pdf - una nota del diario La Nación de Argentina: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=760450 - una explicación académica de Javier Orti en su blog: http://javierorti.blogspot.com/2008/01/el-hiperpresidencialismo.html 5 Para mayor información, sugiero ver los siguientes artículos: - MONTESINO, José Leopoldo, “Democracia-Dictadura y Centralismo-Liberalismo. Fractura política y fractura económica en el Chile de la segunda mitad del siglo XX” en Observatorio de la Economía Latinoamericana 97, mayo 2008: http://www.eumed.net/cursecon/ecolat/cl/2008/jlmj2.htm - MELLER, Patricio “Un siglo de Economía Política Chilena”, pgs. 47-67 (Industrialización y función del Estado (1930-1973)), en Curso: La economía Chilena: visiones alternativas y problemas (Cursos de Formación General, Universidad de Chile). Versión web: http://www.educarchile.cl/autoaprendizaje/economia/modulo1/clase3/doc/meller.doc
progresado, ya que por lo menos antes Santiago sólo concentraba el poder político, pero ahora concentra el poder económico, social, cultural, etc. A mi juicio, esta oligarquización de la política es la causa más certera, junto con las otras que menciono, para entender el fenómeno centralista6. e) Desprecio por lo “provinciano”: La elitización del poder imprimió de un aire procitadino no sólo los actos del poder público, sino también los del sector privado y ha expandido su influencia a la sociedad nacional, sobre todo a los santiaguinos. Me refiero a un fenómeno en el cual se puso a la capital en una posición de “superioridad” frente al resto del país. Era el medio santiaguino el que imponía los usos sociales, el que imponía la “buena educación”, el que tenía las mejores oportunidades, etc., en suma, Santiago era, no el mejor lugar para vivir, sino EL lugar para vivir, y que el resto del país, fuesen ciudades grandes, ciudades chicas, aldeas, pueblos, caseríos, etc., no eran dignos de compararse con la gran ciudad, ya que no estaban a su altura pues o estaban muy atrasados o no eran lugares de peso político. Surgen así conceptos como la “urbanidad” y el “provincialismo”, que fomentaron fenómenos como la fuerte migración a la capital y la odiosidad entre santiaguinos y provincianos, aquéllos despreciando la supuesta inferioridad de éstos, y éstos envidiando la posición beneficiosa de aquéllos, base de la disputa que hoy dan los regionalistas. Esto también ha alcanzado, de cierta forma, al provinciano venido a la capital, que estando una vez aquí siente el desprecio de la sociedad capitalina (elite y no elite), por lo que busca trasformarse en “capitalino”7. f) Pretensión de construir la Nación desde el Estado: Se dice que tras la Independencia nacional nuestros gobernantes se hallaron con la extraña paradoja de que el Estado surgió 6
He escrito algo sobre ello, en los artículos “República Autoritaria, reescribiendo la Historia” y “El ¿breve? gobierno de la Doctora” publicados en mi blog http://hablando-de.blogcindario.com. Además, pueden ver: - Juan Carlos Gómez, “El reencuentro de Chile con su historia”, en: http://www.piensachile.com/content/view/171/5/ - Christian Oros, “Estado y espada en el Chile del siglo XIX”, en monografías.com: http://www.monografias.com/trabajos19/estado-y-espada/estado-y-espada.shtml - Eric Palma, “¿Gobierno portaliano o gobierno conservador autoritario?: de los mecanismos constitucionales para garantizar la eficacia del ejercicio del poder en la constitución de 1833”, en Revista de Derecho Universidad Austral de Chile, Vol. XIII, diciembre 2002, pp. 45-64. En http://mingaonline.uach.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-09502002000100004&lng=es&nrm=iso 7 Sobre esto ver los artículos de Revista La Página: - “El provinciano que se las da de capitalino”: http://revistalapagina.com/2008/05/16/el-provinciano-que-se-las-da-de-capitalino/ . - “Santiago es rancio” http://revistalapagina.com/2008/05/02/santiago-es-rancio/
antes que la Nación, siendo que el fenómeno debió haber sido el inverso, si pensamos en las ideas del Nacionalismo. Entonces, el camino seguido entonces por nuestra elite santiaguina ha sido el de crear una nación desde la autoridad pública. Claro que lo que pretendió hacerse fue crear una nación chilena a la manera como quería la oligarquía local, o sea darle a Chile un cariz europeo, renegando de sus antecedentes indígenas, a la vez que se fomentó una educación basada en el irrestricta sumisión a la autoridad y la exaltación de las figuras políticas. Eso no hizo más que acentuar los otros fenómenos mencionados anteriormente, con lo que el centralismo se agravó más8.
El movimiento regionalista de mi país ha basado su lucha en dos premisas: una, que la culpa del centralismo la tienen los santiaguinos, y otra, que el santiaguino no tiene sentimiento regionalista, sino que al contrario, el santiaguino es por naturaleza centralista. Así, se quiere presentar a la población de la capital como una enemiga de la descentralización y –lo que es más grave- como enemiga de las aspiraciones del resto de los chilenos. Sin desconocer que comprendo la situación en que se halla el regionalista más “duro”, creo que así lo único que se logrará es una mayor distancia entre capitalinos y no capitalinos, lo que no ayudará en nada al proceso democratizador que todos queremos. A mi juicio, el problema del centralismo ha traído problemas para todos los chilenos, santiaguinos o no, y corresponde que todos nosotros trabajemos por ello. Como dije antes, los regionalistas presentan a los santiaguinos como “anti-regionalistas”. Entiendo que, a la luz de los factores que mencioné al tratar de responder la pregunta de por qué el centralismo chileno, puede que en Santiago no haya un sentimiento de regionalidad 8
Es la tesis del historiador chileno Mario Góngora, la que defiende en su “Ensayo histórico sobre la noción de Estado en Chile en los siglos XIX y XX” ( http://www.memoriachilena.cl/temas/documento_detalle.asp?id=MC0001540 ). Otros ensayos sobre construcción del estado: - BUSTAMANTE, Fabián, El violento proceso de construcción del Estado- Nación en Chile. Disponible en http://hablemosdehistoria.com/archivos/el-violento-proceso-de-construccion-del-estado-nacion-en-chile - ARMIJO, Lorena. “La construcción de la identidad nacional desde el discurso de género en la historiografía conservadora chilena” Tesis para optar al título de Socióloga (Profesora Guía: Sonia Montecino), Universidad de Chile, Facultad de Cs. Sociales, 2004., p. 25. Versión web: http://www.cybertesis.cl/tesis/uchile/2004/armijo_l/sources/armijo_l.pdf - PINTO, Julio y SALAZAR, Gabriel. “Historia de Chile Contemporánea”, Volumen 1 (Capítulo I: Construcción de Estado en Chile), en Curso: Memoria social: historia oficial, conflictos en Chile (Cursos de Formación General, Universidad de Chile). Versión web: http://www.plataforma.uchile.cl/fg/semestre2/_2002/memoria/modulo4/clase1/doc/cap1.doc
como el que hay en Magallanes, en el norte o en Concepción. Pero pienso que tras las demandas de descentralización y sus anexos (elección directa de intendentes, gobernadores y consejeros regionales, mayores atribuciones para los gobiernos regionales y municipalidades, etc.) debe haber un trasfondo mucho más importante, y se trata de profundizar la democracia. Y en este ámbito, son muchos los habitantes de la capital que sí están por un cambio democrático, que termine con las ideas autoritarias que han marcado la gestión institucional de este país. Echar a andar un proceso descentralizador, en buen término, es dar mayores espacios de participación ciudadana, es reconocer que en la democracia el poder no viene desde el Olimpo, sino que desde la base, es considerar que cada rincón de nuestro país tiene ciertas particularidades que deben ser protegidas (ej: comunidades indígenas), buscando la integración de los chilenos antes que la homogeneización.
Mi idea, en términos generales, es que en Santiago deben sentarse las bases para que haya un movimiento regionalista santiaguino. Algunos seguramente van a reaccionar pensando ¡Qué estupidez más grande! ¿Cómo van a estar de acuerdo con la descentralización quienes se benefician del centralismo? A mi entender, hay varias razones por las cuales el santiaguino debe y puede sumarse al movimiento por mayor descentralización: a) Santiago tiene pocos capitalinos, pero muchos chilenos: Santiago tiene en este momento 6 millones y algo de habitantes. Sin embargo, buena parte de la población de la gran capital es inmigrante o descendientes inmediatos de inmigrantes. La capital, a diferencia de otras ciudades del país, no tiene un gran crecimiento vegetativo, sino que se nutre principalmente de afuerinos. No tengo datos precisos, pero se me ocurre que sólo 1.000.000 de habitantes son genuinamente santiaguinos. ¿A qué voy? a que la gran mayoría de los habitantes de la capital tiene todavía lazos con otras zonas del país, y aunque traten de camuflarse en la urbe, en el fondo pareciera que todavía existe esa “diferencia fundamental” con la elite dirigencial que vive en el sector oriente de la ciudad. Es ahí donde debería surgir el movimiento regionalista: en el barrio, en la calle, con el provinciano que se vino a trabajar o a estudiar. b) Santiago es el lugar donde hay más centralismo: Paradójico puede resultar que el lugar donde se ejerce el poder central sea el que más sienta los efectos del centralismo. Pero así
es. En el resto del país9 al menos las órdenes del gobierno central deben ser ejecutadas por un Intendente a nivel regional y por un Gobernador a nivel provincial, además de haber secretarías regionales ministeriales, departamentos de esto o lo otro, etc. Hay cierta representatividad regional aunque las autoridades hayan sido designadas por el Presidente de la República. Pero en la capital esa estructura simplemente no existe… el gobierno central mete mano en la organización de la ciudad como si ellos fuesen los intendentes o el gobierno regional. Es cosa de ver nada más lo que pasó con Transantiago, política elaborada desde y por el nivel central, con escasa o nula participación del respectivo nivel regional. Pareciera que el gobierno regional metropolitano sólo existe en Melipilla, Talagante, Colina, Buin o Pomaire. La cosa es más grave a nivel provincial, ya que Santiago es la única provincia del país que no tiene gobernador. c) Búsqueda de una identidad genuinamente santiaguina: Por años, la elite dirigencial de la capital ha intentado vestir a Santiago con ropajes que no les caben o no combinan con su forma de ser. Se le ha querido dar un aspecto europeo o norteamericano, por lo que se han construido regios palacios o modernos edificios. No obstante, junto con este boato se ha instalado también una serie de barrios de baja calidad y de condiciones de vida bastante difíciles. No olvidemos tampoco los sectores de clase media. Hay, entonces, una contradicción entre barrios, comunas, calles, etc., que no parecieran identificarse entre sí. Es hora de que todos los habitantes de la gran ciudad reflexionen acerca de la necesidad de unirse como comunidad santiaguina para resolver los problemas que les son propios y comunes, y para unirse al resto del país en las demandas de descentralización. d) El problema del centralismo nos afecta a todos, santiaguinos y no santiaguinos: Contrariamente al discurso de los regionalistas más radicales, el centralismo no beneficia a la población santiaguina. Podríamos estar de acuerdo en que sí hay gente que se beneficia de este sistema, y ésos son la elite santiaguina. Pero el resto de la población de la capital, tanto santiaguinos “genuinos” como provincianos migrantes, sufren las consecuencias negativas de la excesiva concentración de poder político y económico en la capital. No hay para qué hablar de Transantiago, de eso se han escrito miles de páginas y billones de 9
“en regiones” o “en provincia” diríamos, aunque eso es incorrecto, ya que TODOS los chilenos somos de regiones y de provincia… Santiago está en la REGIÓN Metropolitana, y buena parte de la metrópoli está en la PROVINCIA de Santiago, salvo las ex ciudades de Puente Alto (capital de la Provincia de Cordillera) y San Bernardo (capital de la Provincia de Maipo), y partes de las comunas de Pirque y San José de Maipo (Cordillera), Padre Hurtado e Isla de Maipo (Maipo), y Calera de Tango (Talagante).
palabras. Pero no debemos olvidar otros problemas, como el smog, la delincuencia, el ritmo de vida bastante insufrible, lo gigante de esta ciudad, la segmentación social, las distancias que deben recorrerse desde la casa al trabajo (da para pensar que haya gente que viva en Puente Alto y trabaje en Las Condes, ¡casi 20 km. de distancia! Y lo peor es que cada día hay que recorrerla dos veces). Así como el centralismo pone al resto del país en un nivel bastante menor a la capital, así dentro del mismo Santiago hay favoritismo para algunos y desgraciado olvido para el resto. Si, por el contrario, se favoreciera en Chile la autonomía regional, se diera impulso para que se invierta en otras regiones y pueda favorecerse el empleo en esas zonas, no cabe duda que Santiago no sería este monstruo que hoy es, y la sociedad capitalina viviría más sana y más identificada con su ciudad.
Bueno, hasta aquí mi idea de un regionalismo para la capital. Repito lo que dije antes: la descentralización, la autonomía regional, provincial y municipal, no son más que instrumentos al servicio de un ideal mayor: la perfección y la profundización de nuestra democracia.