Cerca de la Pascua (2da Parte) Mateo 26:2
Domingo 7 de Abril
I. ADMIREN A SU SALVADOR. I.1) Su serenidad I.2) Inquebrantable determinación.- Su firme propósito de pasar por todo ese sufrimiento para llevar a cabo nuestra redención, Él habría podido hacer una pausa, y desistir o abandonar su meta. Su carne gritaba ante todo ese dolor y sufrimiento que vendría: Si es posible, pase de mí esta copa; pero aquí vemos, esa determinación, firme y valiente, no se acobardó ni dudó, y mucho menos retrocedió. No habría querido ni habría podido hacerlo. Pudo sudar grandes gotas de sangre, pero no podía renunciar a la tarea que vino a cumplir. Él podía inclinar Su cabeza a la muerte, pero no podía ni quería dejar de amar a Su pueblo al que amó de tal manera que puso Su vida sobre la cruz. No se lamentó ni claudicó. JC muestra una mente muy decidida, Él no dijo: Dentro de 2 años, su muerte no era lejana; sino que iba a ser traicionado dentro de 2 días, sería crucificado en tan solo 48 hrs, y no obstante hablar de esa manera, JC fue fuerte como la muerte Su amor por nosotros y Su celo vence el sepulcro mismo. Admírenlo, y que lo más íntimo de su corazón le adore y le ame. I.3) Concentrado en Su entrega; Nuestro Señor dijo la verdad, les habló con amor, y ellos no entendían que su Maestro debía morir, y que resucitaría. Él les había repetido a menudo esto; ellos habían caminado con Él a lo largo de las calles de Jerusalén, la gente había puesto sus mantos y ramas; ellos tenían presente en sus mentes aquel momento tan especial; no debían olvidarlo, sin embargo así fue, soñaban aún con una soberanía terrenal, y Él no estaba soñando con nada, antes bien puso Su rostro para ir a prisión y a la muerte obteniendo nuestra redención, concentrado a pasar por todo eso, e incluso angustiado Is. 53:7 hasta que Su bautismo de sangre se cumplió y fue sumergido en el dolor. Todo Su pensamiento era su entrega por nosotros, y el deseo de ganar almas que olvidó todo lo demás. I.4) Sabio.- Lo único que le importaba era el bien de ellos. No les mencionaba Su sufrimiento para que lo acepten. No clama como Job (Job 19:21). Más bien sus palabras fueron en bien de ellos mismos; para que no se sorprendieran, y que no fuera un sufrimiento del cual no habían sido preparados previamente. Además, tenía el propósito de fortalecerlos cuando entraran en la prueba, y dijeran: Todo es como lo dijo, no hay mentira en sus palabras, Él nos habló acerca de esta aflicción; y, por tanto, si dijo la verdad entonces, creeremos que todo lo demás que nos dijo es también verdad. ¿No dijo que resucitaría? Entonces, tengan la seguridad de que lo hará. Él murió cuando dijo que moriría, y resucitará cuando dijo que resucitaría. Sus palabras fueron sabias, para que no presenciaran la crucifixión como algo que Él desconocía; antes bien, cuando estuvieran en medio de la tribulación deberían recordar que les había dicho todo en relación a ella, y entonces serían consolados. Yo les pido, que piensen en Sus palabras relativas a su entrega y a nuestra redención, y esta generosa sabiduría Suya al dar a conocer todo por anticipado a quienes le rodeaban y lo amaban verdaderamente. No quiero dejar ese pensamiento mientras ustedes no hayan sentido en su propio corazón esta intensa admiración por su Señor.
IGLESIA BAUTISTA CRISTO VIENE DE MÉXICO A.R. Organizada el 24 de Julio de 1964 Registro SEGOB N° SGAR/13.661/97
JUEVES 19:00 Culto Oración DOMINGO 10:00 Culto Adoración 12:00 Esc. Dominical 13:00 Unión Jovenes 17:00 Culto Alabanza 17:00 Dpto. Infantil
Pampas 34, Col. Moderna Benito Juárez, C.P. 03510 México, DF Tel. 55907328 Pastor: Max Zuriel Vega Cel: 04455 228880787 maxvega1617@hotmail.com
/IglesiaBautistaCristoViene
2013-14
EL LUGAR DE LA ASCENCIÓN Y los sacó fuera hasta Betania, y alzando sus manos, los bendijo.Y aconteció que bendiciéndolos, se separó de ellos, y fue llevado arriba al cielo. Ellos, después de haberle adorado, volvieron a Jerusalén con gran gozo; y estaban siempre en el templo, alabando y bendiciendo a Dios." Lucas 24:50-53
Hubo una infinita sabiduría en la demora entre la resurrección y la ascensión; y entre más lo consideremos, más veremos que así fue. Baste esto en relación al tiempo de la estancia de nuestro Señor aquí, después de que resucitó de los muertos. Además, el lugar desde el cual tuvo lugar la ascensión, es muy instructivo. Para mí, la observación que hace Van Oosterzee sobre este acontecimiento es muy hermosa; él afirma que, cuando nos colocamos en el lugar de la ascensión de nuestro Señor, tenemos tres cosas: el cielo abierto sobre nosotros, pues Cristo atravesó las puertas de oro; tenemos un hogar feliz abajo, cercano a nuestros pies, pues allí estaba Betania, donde María y Marta y Lázaro tenían su feliz morada, y nadie es más feliz que quienes están unidos al Cristo resucitado; y luego tenemos aquí una senda, hollada a menudo por los benditos pies de Cristo, y los discípulos debían regresar por esa senda a Jerusalén, a la misma Jerusalén de la cual los había sacado para Su ascensión. Así que Su ascensión desde esta ubicación nos proporciona tres cosas hermosas: un cielo abierto, un hogar feliz y un sendero consagrado y emparejado por Sus benditos pies. Tal vez la circunstancia más significativa acerca del lugar de Su ascensión fue que Él regresó al cielo desde el punto en el que había tenido comunión con Sus discípulos frecuentemente. Allí les había abierto muchos misterios. Fue allí que se sentaron, y contemplaron Jerusalén, y Él les habló acerca de la destrucción final de la ciudad culpable. Era un lugar muy querido para ellos, y que debió de haber traído muchos recuerdos a la mente de nuestro Salvador. Allí, justo debajo de la cumbre del monte, se encontraban los olivos de Getsemaní, y Sus ojos podrían haber mirado el lugar en el que luchó por nuestra causa con todos los poderes de la muerte y del infierno. Es dulce pensar que ascendió a Su gloria desde el lugar de Su agonía y de Su sudor sangriento; y, hermanos míos, nosotros haremos lo mismo en nuestra medida. Desde el lecho en que muramos ascenderemos a la gloria, y allí seremos transfigurados, y seremos hechos semejantes a nuestro Señor; y desde el sepulcro de la muerte -nuestro Getsemaní- nuestros cuerpos saltarán, a la venida del Señor y al sonido de la gran trompeta, para entrar en toda la belleza de la resurrección y la vida. Sí, allí donde combatimos, venceremos; allí donde sufrimos, allí reinaremos. Charles H. Spurgeon