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Dimes y Diretes en Cuanto a la Seguridad Fronteriza:

Gran Distractor de Prioridades Migratorias

Por Dr. Emilio Coral García *

Existen en Estados Unidos corrientes políticas que supuestamente reivindican a sectores locales excluidos o golpeados por las crisis cíclicas de la economía global, pero al mismo tiempo condenan y excluyen a otros sectores llamados como ”ajenos” o “ilegales”, los cuales suelen ser aquellos compuestos por miles de mujeres y hombres que al migrar buscan mejores oportunidades de vida para sí y sus familias, pero que con frecuencia son vistos como “criminales” u “hombres malos”.

El caso de la perspectiva antinmigrante generada por el discurso político de Donald Trump y de gran cantidad de políticos republicanos en los Estados Unidos, es paradigmático de lo anterior.En el contexto actual posterior a la pandemia, caracterizado por profundas crisis económicas globales, enfrentamos un aumento constante en la necesidad de migrar por parte de importantes sectores de la población de los países con mayor desventaja económica, hacia naciones con economías más desarrolladas como la de los Estados Unidos. Sin embargo, las posibilidades de migración, y una nueva reforma migratoria que dé una vía para la legalización de millones de migrantes indocumentados, se ven cada vez más deterioradas debido a la vinculación del fenómeno migratorio con otros temas muy retadores para la relación bilateral México-Estados Unidos como es el del tráfico de drogas.

El protagonismo creciente que adquiere hoy día el tráfico de drogas de México hacia los Estados Unidos, particularmente en lo concerniente al fentanilo que tanta adicción y muertes produce, se evidencia en que congresistas estadounidenses republicanos busquen catalogar a los cárteles mexicanos como terroristas y que ataquen al actual gobierno mexicano del presidente Andrés Manuel López Obrador al decir que es ineficiente en su combate al narcotráfico.

A partir de lo anterior, hay congresistas estadounidenses que incluso hablan de que es necesario que el ejército estadounidense ingrese en territorio mexicano en aras de perseguir y capturar a los cárteles mexicanos, si es que estos fueran considerados como terroristas. Esta situación fue agravada por el reciente secuestro de 4 ciudadanos estadounidenses en Tamaulipas por parte de sicarios de un cártel del narcotráfico, que resultó en la muerte de dos de ellos, y la liberación de los dos restantes, luego del escándalo internacional generado por tal situación.

El debate generado por la perspectiva de los congresistas estadounidenses y el intercambio de ataques y descalificaciones entre ellos y la presidencia de México tiene el efecto de poner en segundo término las posibilidades de abordar el problema migratorio entre ambos países con una perspectiva de cooperación y de reconocer las muy relevantes aportaciones que miles de paisanas y paisanos migrantes realizan con su trabajo y sus impuestos a la economía estadounidense. Más aún, si los cárteles mexicanos llegaran a ser clasificados como terroristas, habría que analizar las implicaciones que esto tendría para miles de inmigrantes indocumentados que tratan de cruzar la frontera norte en busca de mejores condiciones de vida para sí y sus familias, y que de por sí ya enfrentan graves dificultades para lograrlo.

El debate de los últimos días genera mayor presión en la administración del presidente Joseph Biden para olvidarse de concretar cualquier reforma migratoria posible, y más bien centrarse en recrudecer la seguridad fronteriza, y generar una dinámica bilateral con México centrada en el combate al narcotráfico y en la persecución de cárteles criminales.

Esperemos que los ataques y descalificaciones bilaterales se superen pronto, y que se logre un mutuo entendimiento entre ambas naciones en cuanto a los temas de seguridad fronteriza, y que tal entendimiento revalore la importancia de distinguir claramente la migración indocumentada que en realidad genera un beneficio para los Estados Unidos, y, con ello, reconocer la necesidad de lograr una reforma migratoria actualizada, así como la protección permanente de los millones de jóvenes de origen mexicano y latinoamericano (“DREAMERS”) que han hecho toda su vida en los Estados Unidos y que, por carecer de documentos legales de residencia al haber cruzado la frontera en su infancia junto con sus familias, enfrentan todavía el riesgo de ser deportados.

* Emilio Coral García es doctor en historia (graduado con distinción) y maestro en estudios latinoamericanos por la Escuela de Servicio Exterior “Edmund A. Walsh” de la Universidad de Georgetown en Washington, DC. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, adonde participó en el proyecto El México de fuera: la comunidad mexicano-americana en los Estados Unidos. Entre diversas publicaciones, es cocoordinador, junto con Claude Heller, del libro El impacto sociocultural del fenómeno migratorio en Michoacán. También es co-autor junto con Heriberto Galindo Quiñones del libro Drama y odisea de la migración mexicana. Se encuentra afiliado al Instituto para el Estudio de la Migración Internacional (ISIM) de la Universidad de Georgetown.Ha impartido múltiples conferencias y talleres en materia de relaciones internacionales y educativa tanto en México, como en los Estados Unidos, Argentina, Brasil, Chile, Francia y Puerto Rico.

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