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Entre el Dominio Territorial y Zonas de Conflicto

Por B. Eduardo Rivera Villalobos

El concepto de territorio puede asociarse a un espacio determinado, donde sus integrantes sienten una identificación en torno a la cultura predominante y construyen fronteras para definir esos espacios. 

A partir de esto se pueden identificar a personas originarias y extranjeras, donde el extranjero carece de esa identificación, mientras el nativo construye su identidad, sin embargo, esto puede cambiar de un momento a otro por intereses privados para dominar esos espacios, pero todo dominio de territorio significa ejercicio de violencia. 

En la actualidad, México presenta una disputa territorial cuyo dominio pretende darse a través de la violencia y la agresión; esto es provocado por los altercados entre entidades gubernamentales y grupos delictivos; sin embargo, los estragos por falta de eficiencia de resolución de estos problemas, son experimentados directamente por quienes no tienen la capacidad de defender su territorio, es decir: la población civil vulnerable, principalmente quienes se ubican en zonas periféricas. A estos altercados, cuya acentuación ocurre con la declaración de guerra contra el narco en 2006, se le suman otros factores, como la carencia de oportunidades económicas y la falta de servicios.

El panorama de violencia y agresión constante, acentúa el grado de vulnerabilidad y marginación en toda la población; sin embargo, la gente de la periferia, debido a su posición geográfica, se encuentra más expuesta a los embestidas entre narco y gobierno. Dichas condiciones de vida fuerzan la migración por la inestabilidad, riesgo y peligro que corren las personas; los espacios más peligrosos son, principalmente, aquellos involucrados en el paso de las drogas, es decir: Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Michoacán, Jalisco, Colima, Durango, Sinaloa, Sonora, Tabasco, Veracruz, Tamaulipas, Nuevo León, San Luis Potosí, Guanajuato, Coahuila, Chihuahua.   

Las luchas entre el gobierno y la delincuencia organizada (aunque también entre los mismos grupos delictivos) condenan al exilio a gran cantidad de personas de los estados antes mencionados, puesto que se presentan dos opciones: una, vivir a la expectativa del peligro y la violencia de los enfrentamientos armados, y la otra, desterrarse y adquirir la condición de migrante, lo cual no es una simplicidad, puesto que se enfrenta a otro tipo de adversidades. 

Quienes deciden migrar no escapan de la condición de vulnerables, porque las formas de migración pueden establecer un realce de dicho Estado, por ejemplo: 

Quienes deciden migrar a Estados Unidos suelen realizar una odisea a través de estados peligrosos, en condiciones de riesgo y aunque logren llegar a Estados Unidos no tienen garantizada la sostenibilidad de vida. 

Cuando sucede la migración por las causas antes mencionadas, no debe pensarse en el migrante que viaja solo a través de condiciones álgidas climatológicas, económicas y sociales, sino en familias enteras cuyo desplazamiento está motivado por preservar sus vidas y que enfrentan las condiciones mencionadas, pero con personas cuya vulnerabilidad es mayor, como son niños o ancianos. No es suficiente que los migrantes cumplan con el cometido de llegar y establecerse en otros espacios, ello porque no dejan de ser migrantes, es decir: siguen siendo personas cuya identidad ha sido cercenada; además, el establecerse en un espacio no significa, necesariamente, la posibilidad de establecer o construir un nuevo territorio. 

A manera de conclusión: Las disputas generadas por el dominio territorial, provocan el exilio de mucha gente debido a condiciones de violencia y agresión extremas provocadas por el gobierno y la delincuencia organizada. Se requiere de la implementación de políticas públicas, estrategias y acciones gubernamentales encaminadas dirigidas a la reducción de la violencia, pues las disputas por el territorio han tratado de solucionarse a través de la fuerza; sin embargo: Esto no significa abandonar las acciones en contra del crimen organizado, sino implementar estrategias distintas, por ende, no se puede dejar de lado la acción social como forma para transformar las condiciones de vida de los habitantes mexicanos.

Así mismo, es necesario implementar formas para salvaguardar la vida e integridad de los habitantes encapsulados en zonas de conflicto, garantizar la seguridad cívica, económica, cultural, entre otros, para reducir los flujos migratorios. No cabe duda que los migrantes siempre son vulnerables en cuanto se quiebran sus vínculos con sus espacios originarios de habitad y difícilmente pueden volver a establecerse, generar vínculos identitarios y construir territorios, por ello, es necesario garantizar la preservación de cualquier territorio, pero acentuando las acciones en aquellos cuyo contexto geopolítico implica una vulnerabilidad directa.

 *B. Eduardo Rivera Villalobos: Profesor Universitario maestrante en Gestión y Políticas Metropolitanas en la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM). Investigador social de laceraciones sociales e idealidad económica, además de la construcción de paralelismos políticos e ideológicos y de dispositivos digitales como sujeción cultural en los jóvenes del siglo XXI.

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