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La Última Muerte

Somo héroes anónimos antes de cruzar la frontera

Por Dhc. Nancy Gutiérrez Herrera *

Un día despertamos y parece que es un renacer al mundo; la historia que  hay detrás está llena de un proceso de reflexión o una experiencia cercana a la muerte; quizá un milagro. Los momentos de crisis existencial en los que somos rebasados por las emociones y las circunstancias también dejan huella y aparece un “volver a nacer”. Sin embargo en esta cultura de la muerte que ronda a la ruta migrante poco se enuncia sobre las veces que nos hemos visto morir y de manera incansable se mantiene el paso.

ENTRE DAIREN Y LA FRANJA DE NORTEAMÉRICA

Aún con la obsesión de los datos, el proyecto de muertos y desaparecidos que tiene la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) no logra determinar la convivencia que se necesita para identificar nacionalidad e identidad de las personas fallecidas; sólo se presentan contrastes enunciativos entre muertos y desaparecidos. Aunque algunos de los muertos seguirán desaparecidos en el trayecto, no todos los desaparecidos han muerto. 

El seguimiento en toda América Latina tiene, de quiebre, fundamentales para los denominados “personas en movilidad” sic1, el primero es el Parque Nacional de Darién, en donde no hay argumento para hablar de muertos y desaparecidos porque el hallazgo de los cuerpos es solo significativo en relación a la realidad, y el otro punto de quiebre en la frontera entre Estados Unidos y México, en donde la cifra del 2021 llegó a 534 muertes reportadas frente a la realidad de lo que no alcanza a transformarse en dato.

Este mismo reporte señaló en el 2023 lo siguiente respecto a las muertes registradas “Por género, 173 han sido hombres; 33 mujeres y en 119 se desconoce el sexo…” Qué se requiere en términos metodológicos, humanos y humanitarios, para que una organización internacional especialista esta tarea reporte “se desconoce el sexo”. La realidad es escalofriante.

UNA MUERTE TRAS OTRA

Dejar el sitio que te vio nacer y sus usos y costumbres es un primer desgarramiento al que mueren quienes no volverán a verse jamás ahí; dejar familia, amigos, seno materno y patria es otro desprendimiento que debe procesarse expedito para andar sin detenerse… si se sobrevive a ello se enfrenta en camino a otra muerte personal cuya huella acompaña toda la vida, el tiempo que la vida dure: quienes son mutilados en su integridad y ultrajados en sus cuerpos deben volver a nacer para que los pies aprendan a correr y huir de uno mismo de vez en cuando y no sólo de los otros que atizan en camino. A veces ahí sí se termina una vida, a veces antes, a veces más de una vida desaparece y se extingue un número.

Qué lleva de equipaje un migrante más que el impulso de vida que le lleva a sobrevivir tantas veces sin perder la brújula en sí mismos, como las varias generaciones que le permiten sobrevivir a una mariposa, así los migrantes se ven transformados en su andar y vivir a pesar de la ausencia de justicia, de hermandad y de humanidad; a pesar del desamparo de la ley y de la criminal omisión de las autoridades. Se debe aprender a vivir varias formas de vida sin relevo generacional de camino, con las generaciones a cuestas y ahora con mayor carga emocional porque cada vez más migrantes deciden viajar en familia o consolidan una en camino. Unen vidas y van dejando esa estela de muertes que no interesa ni a las estadísticas.

En este escenario no se puede hablar de renacer a la vida ni de un “despertar después de la tormenta” solo tiene una estela de diferentes formas de morir a lo largo de la vida hasta llegar a una meta, hasta llegar a la última de las fronteras; hasta que el otro lado queda al alcance de la mano y para muchos es La Última Vez que se ve la luz del día La Última Vez que se despierta porque llegan a la frontera más mortífera que hay en el mundo.

Y al límite del horizonte, de ese horizonte que deslumbra sin luminosidad, se está construyendo una franja ignominiosa de los olvidados de su nación que ya no serán soslayados, que son héroes antes de brincar la frontera, antes de aportar remesas, antes de sobrevivir a la dead line que marca el último renacer en el territorio de la pesadilla antes de comenzar el sueño… o de morir por última vez.

* Dhc Nancy Gutiérrez Herrera  es Académica de la FESC UNAM, Directora de la Comunidad Internacional de Ética y Responsabilidad Social, CIERS. Coord. UNAMos Manos por la Responsabilidad Social Universitaria.

https://issuu.com/sextacircunscripcion/docs/6a_circunscripci_n_35/8?fr=sMWE2ZTcyMTg2ODk

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