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Subordinación o Negociación Sobre la Frontera ante Nuevos Gobiernos
Por Camilo Sánchez
Junio del 2024 a pleno proceso electoral tanto en México como en Estados Unidos de América, donde la crisis humanitaria en la que está sumida la frontera entre ambos países tiene que ser un tema central para los futuros gobiernos de las dos naciones. De este lado de la frontera, ya el 2 de junio, la mayoría de los mexicanos votaron en las elecciones presidenciales por Claudia Sheinbaum, lo que no pasó desapercibido por Joe Biden, que poco después de saber los resultados empezó a maniobrar políticamente.
En México las elecciones aún no están oficialmente definidas (entramos en la etapa de impugnaciones), mientras que, en Estados Unidos, Joe Biden y Donald Trump están entrampados en una campaña de dimes y diretes.
Si bien del otro lado todavía tendrán que esperar hasta noviembre para conocer a su próximo gobernante, en los virtuales candidatos de sus respectivos partidos existe un tema muy vigente en cada discurso, declaración o accionar político que refleja su importancia en el sentir general estadounidense, y es, la crisis migratoria en la frontera sur.
Joe Biden ejecutó ya su primer movimiento después de las elecciones mexicanas y fue justo en este terreno, desde el martes 4 de junio, que impuso sobre la frontera una nueva medida restrictiva que aumenta los requerimientos para acceder al asilo político y limita a 2 mil 500 las solicitudes aceptadas a la semana, deportando de manera inmediata a cualquier persona que pase de manera irregular sus fronteras con México. La aceleración de este proceso limita en realidad el acceso a cualquier proceso real donde se pueda evaluar la situación de cada persona.
“Esta prohibición permanecerá activa hasta que el número de personas que intentan ingresar ilegalmente se reduzca a un nivel que nuestro sistema pueda gestionar de manera efectiva”, dijo Biden en el anuncio de la medida restrictiva.
Si bien no son permanentes, las condiciones bajo las que existe son irreales, diciendo que ésta será activada cada vez que se registren más de 2 mil 500 detenciones y será suspendida si llegan a ser menos de mil 500 (tan solo como referencia, 3 mil 800 migrantes cruzaron la frontera diariamente). El ridículo llega a un punto donde los migrantes cuentan solo con cuatro horas para conseguir algún abogado para llevar su proceso legal, tiempo que de por sí ya había sido reducido en el pasado por Trump, modificándose de 48 a 24 horas.
Una de las justificaciones es que con esta medida se evitará la saturación de los diferentes puntos de entrada en la frontera, crítica constante a diferentes instituciones y centros migratorios resultado de haberse encontrado por años en el olvido, pero es obvio que, en realidad, la intención de este tipo de políticas restrictivas, es infundir miedo en los migrantes que quieran cruzar.
“Al cerrar la frontera, la iniciativa impediría que miles de personas solicitantes de asilo busquen la protección humanitaria que merecen. Esto repite muchos de los fracasos anteriores de las administraciones republicanas y demócratas a la hora de abordar la migración y sus causas fundamentales, al tiempo que deshumaniza a las personas migrantes al jugar a políticas que dañan a nuestras familias”, dijo Oscar Chacón, director ejecutivo de la organización Alianza Américas.
¿Es casual que esta medida sea promovida poco después de las elecciones en México?
AMLO ha limitado su posicionamiento respecto a las nuevas restricciones migratorias al no estar de acuerdo en la triangulación de las deportaciones, ya que constantemente estaríamos recibiendo personas de otras nacionalidades. Él espera poder negociar que sean devueltos directamente a su país de origen, pero nada que deje entrever que buscará negociar su eliminación u otro tipo de medidas que no exponga a una situación de aún más peligro a los migrantes.
Cuatro días después del anuncio del cierre de fronteras, en la Ciudad de México (gobernada por Sheinbaum hasta hace unos meses) se realizó el desalojo forzoso de un campamento en la plaza Giordano Bruno, donde a pesar de que el gobierno dice que se llevó de forma pacífica y pactada, la realidad es que diferentes activistas han denunciado que nada de eso se había acordado. No existieron negociaciones que dieran una solución real y más bien fueron forzados a salir.
Siendo “neutrales” y desalojando campamentos migrantes se ha demostrado que Morena solo mantiene un rol de subordinación por parte de los gobiernos mexicanos ante las políticas estadounidenses que se han llevado por décadas. El papel del “patio trasero” busca ser reforzado por parte de Estados Unidos, que preparándose para unas elecciones marcadas por la utilización de un problema humanitario con fines electorales como ya han señalado diferentes organizaciones sociales, muestran que ninguno puede ser una opción real de representación para miles de migrantes.
* Camilo Sánchez estudia la licenciatura en Derecho, en la Universidad Autónoma Metropolitana, plantel Azcapotzalco.
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