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Modernidad, Migración e Identidad en México

Por Cristian Quintanar Castro

Se dice que fue la modernidad como estilo de producción y de vida, al menos desde el siglo XV, lo que permitió la construcción de un espacio discursivo que posibilitó la existencia del “yo” como entidad independiente. ¿independiente de qué? Del poder soberano, del poder que recaía en el emperador, presidente o dictador. Del poder moral, de aquél que sutilmente se desliza por lo más íntimo de la conciencia. Diversas son las formas en que se ha venido expresando desde entonces esta nueva modalidad de ser humano que es capaz ya de decirse “yo soy”. 

Particularmente la conciencia europea, la que ha colaborado de múltiples formas en la construcción de la actual civilización, pero que pocas veces reconoce su parte de responsabilidad, fue quien ha venido construyendo el mundo moderno.  

No solo ese continente, por supuesto, sino todos en alguna medida han contribuido a la formación de una nueva identidad como ciudadano moderno. Pero si la tendencia a reducir al sujeto humano a unas cuantas categorías como la de migrante, ciudadano o enfermo mental continúa. El reto para las siguientes décadas será ahora hacer frente a las acciones individuales, propias de un yo egoísta. Las caravanas de migrantes que desde hace no muchos años se vienen presentando como una constante, simbólicamente nos habla de nuevas formas en la era hiperdigital, de trastocar el poder al trazar nuevas rutas de migración que cruzan, siempre, múltiples fronteras. En la esfera digital ya existen cada vez más grupos de ciudadanos de otros países que están de paso por México. Aunque en menor medida, pero también existen páginas sobre los mismos temas: Migrantes buscando adaptarse a su nuevo entorno. La acción política, por citar tan sólo un ejemplo, se ha ampliado. Si bien la tendencia mundial es que esta acción que supone convocar a la sociedad, muchas veces la excluye. La participación en la democracia ya no sólo por pudientes esclavistas o personas adineradas y con poder, sino ahora por amplios sectores que vieron crearse la posibilidad de hacer escuchar y materializar sus ideas y sus palabras, esto al participar de la vida política en organizaciones o partidos. Tan es así la cada vez más acentuada presencia del “yo” como entidad política y psicológica, que ya es común ver en puestos estratégicos a migrantes o hijos de migrantes. 

El gran reto, en otras palabras, es lidiar o de ser posible resolver la paradoja: Que la modernidad ha permitido la participación de cada vez más capas de la sociedad, en política por ejemplo, pero así mismo cada vez más se realizan movimientos masivos de personas que buscan mejorar su situación. 

Se han hecho diversos estudios, sobre todo relacionados con zonas del sur y sureste de México, que tienen que ver con la construcción de identidades en migrantes, cruzando con otras categorías tales como género u origen cultural. Muchos de estos estudios nos permiten visibilizar el constante esfuerzo de todo migrante no solo para lo que se nos pudiera ocurrir que es lo básico: Alimentación, alojamiento, vestimenta, sino también otros no vistos en muchas ocasiones. Me refiero concretamente al trastocamiento constante de las identidades de los migrantes. Las resistencias emocionales, psicológicas, subjetivas que si bien son bastante complejas de rastrear en el ámbito de la intervención social desde las disciplinas académicas, son el sostén de la existencia misma del migrante. 

 El término aculturación se ha venido empleando en la investigación en Latinoamérica y sur de México, para dar cuenta de la importante tarea de hacer más complejo fenómeno migratorio. Pareciera masoquista hablar de hacer más complejo algo, pero es más honesto reconocer que hay ciertas zonas, ideas, personas, fenómenos o lugares que no conocemos.

El siglo del yo se le ha solido llamar también al ajetreado siglo XX, no sin razón: El refinamiento de las democracias liberales, democracia a la que México llegó tarde, ha traído consigo nuevas formas de participación pero también nuevas formas de lidiar con el proceso migratorio. En este caso, tratar de explicar la migración implica tomar en cuenta que el concepto de aculturación tambien nos remite a la conversión de un migrante a otra categoría: De migrante a nacionalizado, a ilegal, en proceso de regular su situación. Tenemos datos y estudios de cuantos migrantes entran o salen del país, pero pocas veces nos detenemos a estudiar y dar seguimiento a los procesos de cambios de identidades de sujetos concretos. La modernidad económica siempre requirió de migrantes. Quizá el grado de recepción de migración ilegal sea el grado de modernidad alcanzada en una nación liberal moderna.

Mtro. Cristian Quintanar Castro: Doctorante en el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (CINVESTAV) en el área de historia de la educación y del conocimiento. Profesor de asignatura en la UNAM en ciencias sociales.  Licenciado en psicología, UAM Xochimilco. Interesado en los procesos psicosociales de la violencia y el uso de la etnografía para el estudio de fenómenos sociales.

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