LAS CIUDADES INTERNAS Sergi Gros
Sergi Gros
(Sabadell, 1974) Ha publicado el libro de relatos Los calígrafos (2005). El año 2007 ganó el XLI Premi Joan Teixidor de Poesia con Suburbanismes, un conjunto de haikus publicado en I alhora en equilibri, libro en catalán que también recoge la obra de otros dos poetas. El año 2009 publicó Las rendiciones (Huacanamo), su primer libro de poemas en solitario. Su segunda incursión en este género fue Madera (Polibea, 2013), con un frontispicio de Antonio Gamoneda. Su libro más reciente es Historia de la música sobrenatural (La Garúa, 2019).
Prólogo
Después de que la editorial barcelonesa Stendhal Books no publicara libros de poesía durante un tiempo, vuelve este otoño del 2019 con un libro que está escrito para quedarse. El libro emite un destello sorprendente, similar a los fogonazos en los que se convierten los poemas a los ojos de un lector curioso y exigente. Las ciudades internas, el último libro de poemas de Sergi Gros es una nueva celebración. En este libro hay un poeta preocupado en amasar cada palabra y sus significados para convertirlos en ese imaginario compacto y poderoso que recrea. Como buen escultor de la poesía refinada y depurada, el poeta de Sabadell nos presenta una especie de espejo reflector que llega a iluminar como un faro con esa dinámica que ejercen los poemas ubicados en las páginas pares e impares, dispuestos desde una organización interna. Mientras que los poemas de las páginas pares se expanden dentro de una prosa poética meticulosa, los poemas de las páginas impares podrían convertirse en destellos minimalistas, en aforismos inversos.
“CRUZARON el abismo sobre la marquetería de sus propios
Sergi nos escribe sobre esos caminos inescrutables de la vida y
puentes”.
sobre su inevitable reducción, que a la vez es sinónimo de la desolación, de lo devastado. En este libro donde prevalece cierta mís-
Los poemas que dialogan entre sí, nos acercan postales, fragmen-
tica, escribe sobre protegernos, sobre la aritmética del engranaje
tos, instantáneas en blanco y negro, donde la narrativa radica en
de la vida, que en el fondo de esa inmersión radica su poesía, toda
el movimiento, en la observación del eje de esos hábitats, de esos
una búsqueda de caminos que llegan a ese destino del cuidado,
lugares que son representados desde el interior de uno, desde la
del recogimiento, del cariño después de sortear y deambular entre
ciudad interna donde la tensión estira los límites de la vida y de
peligros y cierta agonía existencial.
su sombra. Estamos ante un libro fragmentario que también puede leerse Su escritura es concisa, concebida desde el hueso de las cosas; es
como un texto narrativo que va ensanchando ese universo que
una cuchilla que se afila sin concesiones donde la mística de la
crea el autor o como poemas y aforismos individuales que se sos-
esencia se cruza con el surrealismo de lo poderoso. Siempre hay
tienen por su propia fuerza porque el poeta nos cuestiona sobre
un lugar, esa ciudad sumergida, donde llegan a flotar expandién-
la pertenencia, sus resquicios y sombras a través de los elementos
dose las formas que (re)crean las olas, como si los versos se reen-
naturales, cierto paganismo y un imaginario esencial. Suya es la
contraran después de ser leídos, como si los elementos cabalgaran
búsqueda incesante de la luz que alumbra, como una radiografía
y conectaran unos con otros.
humana, hasta la conjunción de todos los huesos.
“SOMOS como los peces que empiezan a soñar con una luz
“COMO aquellos insectos que perforan la piel de un animal en-
inmensa y deciden subir hasta la superficie para corroborarla”.
fermo para colonizar su primera ciudad en las profundidades”.
Los poemas transcurren como anclajes de un tiempo pasado resignados en encontrar las formas y los símbolos con los que aferrarse para subsistir. El derrumbe, la desolación, el desgarro y la desesperanza atraviesan ese simbolismo que recrea Sergi Gros, que a la vez se aferra a cierta esperanza que transmiten ciertas imágenes naturales o divinas. Para el poeta, volver al punto de partida, al lugar de origen también es una manera de arder por dentro y calcinar así toda ciudad sumergida. Desde sus cenizas, cimienta una poética con la que arma un mundo subalterno donde lo interno y externo transcurren a través de lo poderoso de las imágenes tanto en descomposición como en su lucidez lumínica. “AQUÍ reposa un rey que intentó traspasar las últimas fronteras del mundo conocido. Aquí reposa un rey que caminaba en sueños”.
Hasier Larretxea
Cristina
Every single one of us is a little civilization built on the ruins of any number of preceding civilizations, but with our own variant notions of what is beautiful and what is acceptable. Marilynne Robinson
VUESTROS caballos nos rebasaron en el bosque. Asustados hasta la transparencia: la piel tendida sobre sus ciudades internas, sobre el hueco inundado de sus corazones. Unos cuerpos por detrás de su propia sombra. Con las patas blancas. Salpicando
UNOS hombres esperan la reaparición del satélite oscuro que rige sus delirios. Unos caballos cruzan la tierra incandescente.
fuego.
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SE nos impuso un camino que avanza con aparente tranquilidad pero que nunca deja de estrecharse, y algunos recodos que terminan en desolación. Se nos impuso una envoltura para protegernos de la tierra levantada, y un motor que rueda en lo más
UN primer corazón empuja nuestra sangre a través de un conducto sin desembocaduras. Un segundo motor introduce el veneno.
profundo.
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CAMINAR por donde la hierba se oscurece. Por donde termina el mundo. Escoger un árbol que
ENDEREZAR el curso de algún río cercano para
subsista en la sombra y esconder una flor entre sus
que irrumpa en casa y humedezca tus pies. Decan-
raíces. Partir el corazón de un buey y escupir en sus
tar su caudal en otros receptáculos.
cavidades. Sortear la luz que ronda la noche.
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CRUZARON el abismo sobre la marquetería de sus propios puentes. Con la valentía y los hechizos oportunos. Pero languidecieron ya del otro lado: se limitaron a permanecer bajo la madera restante sin aportar las monedas convenidas. El salario de los
LAS flores resplandecen bajo las pasarelas que nos introdujeron en la desolación. Los pájaros sollozan en sus casas de hierba.
pájaros.
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NECESITAMOS a un dios para los animales muertos. Algún tipo de carnicero que separe la luz de sus entrañas. De manera que, mediante un cuchillo y ciertos ensalmos, puedan desprenderse de su antigua carcasa y emboscarse en una nueva
UNOS huesos antiguos no pueden sostener ningún otro animal que conserve la vida. Unas cuantas astillas no conforman un árbol.
oquedad.
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