¡OOPS..! Adherentes y adversarios a la ocupación de los territorios conquistados por Israel en la Guerra de 1967 insisten en sostener que los dilemas en torno a la misma se suscitaron mucho tiempo después de la contienda bélica, cuando, en la calle política israelí, el eufórico espíritu consensual empieza a disiparse y surgen las dudas sobre los efectos estratégicos del dominio militar en zonas de población árabe-palestina.
Por Moshé Rozén, desde Nir Itzjak, Israel
para www.nuevasion.com.ar Pero, protocolos recientemente revelados, enseñan que el día 15 de junio de 1967, el gabinete gubernamental –conformado por una coalición de emergencia a raíz de la guerra- se convoca para debatir las consecuencias de la ocupación, el ministro Menajem Beguin, que hasta ese entónces era el vocero de la oposición de las derechas en el parlamento, se encuentra en un ámbito de discusión que, hasta aquel histórico momento, estaba sellado por la conducción laborista. Beguin, fiel al mandato de los sectores nacionalistasrevisionistas, reclama la anexión de los territorios, considerando que la persistente vocación histórica y religiosa de los judíos israelies hacia Judea y Samaria debe primar por sobre criterios de índole pragmática y temporal. Los árabes, sostuvo allí Beguin, podrán acceder al cabo de siete años al derecho de ciudadanos de Israel. En ese lapso, aseveró, el Estado promoverá la radicación masiva de pobladores judíos en los territorios conquistados (definidos por Beguin como territorios liberados o recuperados). El líder laborista Yigal Alón se manifestó opuesto, en aquella reunión, al criterio anexionista, pero propuso "programar el traslado de refugiados palestinos a Sinaí", desierto peninsular también controlado en aquel momento por Israel, luego de la derrota infrigida a Egipto. Alón añadió que, en la márgen occcidental del Jordán, se debe constutuir un sistema de administración militar israelí, pero otorgando espacios de autonomía municipal a la población palestina.
El ministro de Defensa, Dayan, expresó que "la dimensión de la derrota (del mundo árabe) es de tal magnitud que va a pasar mucho tiempo hasta que surja otro faraón", en referencia a la incidencia del mandatario egipcio Nasser en las aspiraciones nacionales de los palestinos. En cambio, el primer ministro, Levi Eshkol, se declaró contrario a un régimen militar y propuso establecer un modelo autónomo de administración local árabe.
El canciller Abba Eban, sensible al eco internacional de los diversos esquemas planteados, habló de facilitar la mayor independencia posible a los habitantes de las regiones conquistadas, considerando que Israel debe reservarse unicamente el control defensivo y la representatividad diplomática. En estas deliberaciones, otros ministros –como Sapir, que ocupaba la cartera de economía y finanzas- apoyaron la línea conocida en Israel como "paloma": Sapir consideró que –a diferencia del raudo desarrollo de la Guerra de los Seis Días- la ocupación militar puede provocar, por años, un conflicto tan constante como explosivo. A medio siglo de la guerra y el inicio de la ocupación, muchos israelies descubren, al abrirse los protocolos del debate gubernamental, que estaban en un error al creer que sus posiciones actuales, a favor o en contra de la anexión a Israel de la ribera occidental del Jordán, se originan en una coyuntura ciecunstancial. Las palabras del ministro de relaciones exteriores, Aba Eban, al rebatir la postura de Beguin y otros "halcones", tienen vigencia a pesar de los cincuenta años transcurridos desde aquel debate: la dificultad de defender, ante el mundo, "la existencia de dos realidades paralelas, una con derechos civiles plenos y la otra carente de los mismos". 28 de junio de 2017