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Escultura de cuatro migrantes en una balsa reivindica derechos en la frontera de México
from 10/07/23
EFE - EL SIE7E
Tijuana.- Una escultura de bronce que representa a cuatro migrantes en una balsa reivindica los derechos de esta población en Tijuana, en la frontera de México con Estados Unidos.
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La pieza, creada por el reconocido artista mexicano Javier Marín, está dedicada a todos los migrantes que buscan una vida mejor y a quienes han perdido la vida en ese camino y puede apreciarse en las inmediaciones del puerto fronterizo de El Chaparral.
La obra, llamada “El ruido generado por el choque de los cuerpos”, estará durante todo un año en la explanada de la garita, un lugar simbólico por ser el sitio en donde en dos ocasiones se montaron campamentos de migrantes de diversas nacionalidades que esperaban poder cruzar a Estados Unidos.
La escultura muestra a cuatro figuras humanas -dos masculinas, una femenina y una infantil- que navegan de pie sobre una balsa hacia puerto desconocido.
Sus cuerpos están erguidos, casi totalmente envueltos en tela drapeada, en donde solo se adivina el rostro de seres humanos con historia, sueños cumplidos y frustrados.
Sandra Benito Vélez, presidenta de la Fundación Javier Marín, compartió en declaraciones a medios que el artista originario de Michoacán, que no estuvo presente en la ceremonia, tuvo la iniciativa de hacer esta pieza para recordar que hay personas que están en constante flujo buscando mejores vidas y que muchas pierden la vida en esos caminos.
“Jorge pensó en todas estas personas anónimas para muchos fines, por eso envuelve sus figuras, y también pensó en todas las personas que mueren en el intento, son cuerpos embalsamados que para algunas personas pueden simbolizar la muerte y para otras el anonimato, entonces él quiere jugar con este doble mensaje”, dijo. La presidenta de la fundación agregó que el artista mexicano es embajador de buena voluntad del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, por sus siglas en inglés) y “se buscó sacarle provecho, en el mejor de los sentidos, al impacto que tiene el arte público en los temas sociales”. Destacó que por ello se generó esta obra, que estuvo anteriormente en Tapachula, en la frontera sur de México, de modo que es un acto simbólico que ahora esté en la frontera norte, donde se mantendrá durante un año a la vista de los transeúntes.
Tijuana Como Referente Fronterizo
Benito Vélez recalcó que para Marín era muy importante que la obra estuviera en Tijuana por ser “una frontera tan significativa y con tanto tránsito, sobre todo por la afluencia que ha tenido con las caravanas migrantes y por ser uno de los puntos principales para este fenómeno”.
“Es importantísimo estar en el lugar donde se presentan los hechos, no dentro de un museo, sino donde (está) la gente que está viviendo este tipo de fenómenos”, señaló.
La Fundación Jorge Marín, en colaboración con la Secretaría de Cultura del estado de Baja California, realizarán talleres en albergues de migrantes durante el año que permanecerá la escultura.
Estados Unidos
Mil piezas para reconstruir un domo, el mejor refugio contra el cambio climático
EFE - EL SIE7E
Washington.- Tras varias décadas guardado en los almacenes del Smithsonian, una de las instituciones culturales más significativas de Estados Unidos, las más de mil piezas que formaron el primer gran domo geodésico portátil de Norteamérica han vuelto a unirse esta semana en un museo de Washington DC para hablar de cómo el mundo tendrá que adaptarse al cambio climático.
“En un momento en la historia en el que nos enfrentamos a fenómenos meteorológicos extremos debido al cambio climático, hay muy pocas estructuras que puedan soportar fuerzas de clima extremo como huracanes de categoría cuatro y cinco”, cuenta a EFE Abeer Saha, curador de la muestra.
Un domo geodésico es una construcción semiesférica generada con la unión de poliedros. Como solución habitacional, tiene una alta resistencia sísmica, puede soportar una carga de nieve muy alta, tiene mucha estabilidad ante fuertes vientos y en su construcción requiere una menor cantidad de materiales.
Durante tres días, un grupo de estudiantes de la Universidad Católica de
América ha estado reconstruyendo esta estructura, creada originariamente en los años 50 y que podrá contemplarse hasta finales de mes en el Museo Nacional de Historia Americana en la muestra “Reconstrucción de ‘Weatherbreak’: cúpulas geodésicas en una era de clima extremo”.
Esta exhibición, explica Saha, busca que el público experimente “qué se siente dentro de una estructura geodésica” porque “podrían encontrarse viviendo en una en el transcurso de los próximos 20 o 30 años, a medida que el clima se vuelve cada vez más extremo”.
“El cambio climático es una realidad y realmente queremos que el público entre y piense cómo será su vida en este clima cambiante”, añade.
En los últimos años los domos se han popularizado sobre todo como alojamiento turístico y también han surgido numerosos proyectos para usarlos como vivienda ecológica. Su uso en situaciones de emergencia todavía no está generalizado, pero según los expertos podrían ser una solución eficiente en zonas de riesgo.
Pueden ser usados como viviendas resistentes a catástrofes, como refugios que albergan a gran cantidad de personas y también como soluciones habitacionales temporales y rápidas de construir tras las catástrofes. En las Bahamas, por ejemplo, decenas de domos fueron construidos tras el paso del huracán Dorian en 2019.
El domo geodésico reconstruido en este museo de la capital estadounidense fue creado por el arquitecto Jeffrey Lindsay, quien se inspiró en las teorías del inventor y futurista Buckminster Fuller. Se construyó por primera vez en el invierno de 1950 en Montreal (Canadá) y fue diseñado para soportar nieve y vientos de hasta 200 millas por hora. Más tarde fue reconstruido a principios de la década de 1960 en Hollywood Hills, en Los Ángeles, como una casa moderna de mediados de siglo para el arquitecto Bernard Judge y estuvo habitada unos dos años. Poco después fue donada al Smithsonian y ha sido almacenada hasta ahora.
Tiene una altura de 25 pies (7,62 metros) y un ancho de 49 pies (14,9 metros) y está compuesto por más de 1.000 piezas de aluminio, explica a EFE la profesora adjunta de arquitectura de la Universidad Católica Tonya Ohnstad.
Aunque el montaje ha tardado tres días, el proyecto en su totalidad ha durado dos años ya que, entre otras dificultades, no había “libro de instrucciones”, las piezas “no estaban etiquetadas” y “faltaban varias”. “Ha sido como montar un rompecabezas”, afirma.
Con ello los estudiantes no solo se han enfrentado al trabajo de campo de construir una cosa por sí mismos, sino que han aprendido sobre la necesidad de crear “respuestas” para enfrentar “el cambio climático”, sostiene Ohnstad.
La empresa estadounidense Pacific Domes lleva cuatro décadas fabricando y comercializando domos y los de emergencias son una de sus especialidades, afirman en su página web.