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El poder de la educación: unir las realidades de Chiapas

EFE - EL SIE7E

Tuxtla.- En tres estudiantes están presentes tres realidades de Chiapas: la indígena, la rural y la urbana, que hoy cohabitan en la educación por un premio al aprovechamiento y a la escuela del año, de la Fundación Zoé Robledo.

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La niña Jacqueline Monserrat Marroquín García estudia en la escuela primaria indígena “Sor Juana Inés de La Cruz” de la colonia Juan Sabines Gutiérrez, del municipio de Tecpatán. En esa localidad sólo el 2% de las viviendas dispone de conexión a Internet y más del 15% de la población es analfabeta. Ella recibe educación bilingüe, cursa el sexto año y le gusta aprender. Vive en una zona donde se habla zoque, una de las principales lenguas de Chiapas, que ha ido desapareciendo del habla en los municipios de Tuxtla Gutiérrez, Ocozocoautla y Cintalapa.

Pese a las limitaciones que la rodean, participó en las Olimpiadas del Conocimiento Infantil 2022-2023 y para orgullo de su escuela, maestros y compañeros, obtuvo el más alto puntaje en la categoría indígena.

Jacqueline enfrenta muchas adversidades y las supera con entusiasmo. Hoy se sabe poseedora de una capacidad para adquirir conocimientos que la destacan. Mucha de esa cualidad la ha desarrollado en su primaria indígena, con sus profesores bilingües.

En el ejido José María Pino Suárez, del municipio de Jiquipilas, estudia María Fernanda Cabrera Cruz, quién acude a la escuela primaria rural “Ángel Albino Corzo Castillejos”. A su poblado apenas llegó la señal telefónica móvil telcel el año pasado.

En Pino Suárez hay estudiantes destacados como los alumnos de la telesecundaria que ganaron el Campeonato de Robótica a nivel nacional. El proyecto que presentaron fue un robot

Quer Taro

que separa el cacahuate de la hoja en una forma más ágil y el diseño de una página web para su comercialización. María Fernanda no se queda atrás, pues en el presente año obtuvo el más alto puntaje de la categoría rural en las olimpiadas del conocimiento organizadas por la Secretaría de Educación de Chiapas.

El Centro de Estudios Básicos del Estado de Chiapas No. 2. “Teodomiro Palacios”, de la ciudad de Tapachula, es un modelo de escuela que incluye preescolar, primaria y secundaria. Los alumnos ingresan muy pequeños y 10 años despues egresan para continuar sus estudios de bachillerato en otra institución. Ahí, en el CEBECH, estudia el sexto año de primaria Constanza Ávila Hernández quién participó en las olimpiadas del conocimiento 2023 y alcanzó el más alto puntaje, en la categoría de escuelas urbanas.

Pero a Jacqueline, Fernanda y Constanza no solo les une su gusto por el estudio sino ahora también el premio “Maestro Zoé Robledo Santiago”, en la versión “Escuela del Año 2023”, que ganaron para sus primarias por obtener los mejores resultados en las Olimpiadas del Conocimiento Infantil 2022-2023. Tres niñas, tres estudiantes, tres realidades de Chiapas: lo indígena, lo rural y lo urbano. Ahora un premio les es común, un reconocimiento que no solo destaca al alumno y al maestro, sino también a la escuela de forma integral, como un sujeto colectivo, como lo concibe la Fundación “Maestro Zoé Robledo Santiago” A.C.

Villa Progreso, el pueblo del centro de México que preserva el antiguo arte del ixtle

EFE - EL SIE7E

Querétaro.- Los artesanos de Villa Progreso, un pueblo del centro de México, luchan por preservar las artesanías hechas con ixtle, una fibra vegetal que se obtiene del heneuqén, una especie de agave, con la que elaboran cuerdas, ropa, adornos, bolsas, canastas y piñatas, entre muchos otros productos.

La cuerda o reata de ixtle, una fibra que ya se trabajaba en los tiempos precolombinos, es usada tradicionalmente por las familias mexicanas para tender la ropa, pero también para la charrería.

“Yo me dedico a hacer este trabajo desde que me acuerdo, desde los 5 años, desde que era yo pequeño mis padres me enseñaron a realizar este trabajo y antes de irme a la escuela trabajaba esto yo primero. Nos levantábamos a las tres de la mañana para darle vuelta a la rueda”, relata a EFE Abraham Mayorga Castillo, que pertenece a una de las pocas familias que aún trabajan el ixtle, De los 11 hijos que tuvieron sus padres, nueve siguieron el oficio familiar. Don Abraham viajó con su padre y su abuelo por distintos estados del país para aprender a vender y a hacerse de clientes, a muchos de quienes aún les vende sus productos después de más 40 años.

“Me siento contento de lo que me enseñaron mis padres, valores, a trabajar”, dijo.

“Mi infancia creo que fue divertida y fue única porque antes no había tanto como ahora, ahora los jóvenes ya no quieren aprender a hacer este trabajo, las artesanías”, comentó.

Oficio En El Olvido

El oficio del ixtle se realizó por siglos antes de la conquista de los españoles, con los mexicas como algunos de los principales exponentes.

La familia de Abraham Mayorga es la quinta generación que se dedica a la fabricación de la reata a base del ixtle, pero el oficio está quedando en el olvido. Además del poco interés de las nuevas generaciones, el mayor reto ha sido mantenerse en el mercado.

“Hubo un tiempo que entró el algodón, el plástico y nos dieron abajo en nuestro trabajo, pero nos hemos mantenido en el mercado”, expuso el artesano. Fren es otro miembro de la familia que lamenta la pérdida de la tradición, pues reconoce que la fabricación de las cuerdas es una tarea ardua en la que el sol es el mayor aliado del artesano.

“Aquí todo el pueblo sostenía su economía a base de los lazos y otras artesanías que se hace con el ixtle, todo el pueblo lo trabajaba, más con el tiempo esto se va perdiendo o emigran y ya no regresan o cosas así”, expresó. Estos hermanos detallaron que son muchos procedimientos para terminar los productos, con varios días para una cuerda, donde el punto final es una re - unión de todos los hermanos para torcerla.

Lupita Pérez Montes, presidenta municipal de la localidad Ezequiel Montes, destacó que la delegación de Villa Progreso representa una de las regiones con más historia en la entidad, pues tiene más de 400 años de historia y mantiene tradiciones como la preparación de comida ancestral otomí-chichimeca, además del ixtle.

“Es todo un arte, tienen que sacar toda la fibra de la penca de henequén, tienen que peinarla, tienen que tenderla, después se hila y es todo un proceso que de verdad que también es una experiencia”, resaltó.

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