Revista delatripa no 004

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Número 4. Junio 2013

Narrativa y algo más

delatripa: narrativa y algo más


Revista

Narrativa y algo más Número 4. Junio 2013. Es un proyecto de la Catarsis Literaria El Drenaje, editada en Mérida, Yucatán. Revista de circulación mensual. Dirigida por Adán Echeverría (romeolobos@yahoo.com.mx). Consejo Editorial: Angélica Santa Olaya, Alejandra Aké Sustersick, Joelia Dávila, Cristina Leirana, Roberto Cardozo, Jorge Manzanilla, Mario Pineda Quintal y Édgar Damián.

Contenido El duelo del meñique Rosa María Espinoza ......................................... 3

La ciudad perdida Odette Alonso ................................................... 43

Joven promesa Daniel Zetina ...................................................... 5

Conversando en el chat o El arte de no decir nada Giovanny Rubio ................................................ 44

Tajimara y otros cuentos eróticos, Juan García Ponce. Susana Mota López ............................................ 7

Las últimas preguntas de Catulo antes de morir Andrés Cisneros de la Cruz .............................. 50

Doble fondo Andrés Medina ................................................. 11

Tonto-s Dayan Gamboa ................................................ 52

Rodear el Buda Adán Echeverría ............................................... 12

Veinte kilómetros Jesús Guerra ..................................................... 56

La casa del jardín demasiado quieto Gilda Manso ..................................................... 14

Combustión espontánea Marco Fonz ....................................................... 61

Profundidad Nadia Contreras ............................................... 17

Sobre cómo hacerte inmortal (Lengua Armada) Cinthia CounterVill .......................................... 65

Perseguida Dayan Gamboa ................................................ 19

Guerra en el Paraíso, de Carlos Montemayor Susana Mota López .......................................... 66

Al principio Dios creó... Andrés Galindo ................................................. 20

La sentencia del habla aún cuando se está recostado en la palabra Blanca Vázquez ................................................ 69

Convocatoria Daniel Zetina .................................................... 22 Grito para silencio Oralia Ramírez ................................................ 25 Amílcar Adán Echeverría ............................................... 27 Mezcal Daniela Tarhuni ................................................ 28 Mi vida, un compendio de fracasos José Sifrogante ................................................. 31

Los jardines del presidente Abdllah Taouti .................................................. 71 Hermandad Gilda Manso ..................................................... 75 Una infancia normal Oralia Ramírez ................................................. 78 Nos vemos en el slam Mario Pineda Quintal....................................... 81

LAldous Huxley y George Orwell no eran literatos ni profetas, eran los teóricos de la Agenda Mundial del Futuro Miguel Ayala Priego ......................................... 37 El milagro de los peces Sergio Osorio .................................................... 40 Abstracciones sobre mi especie Ángel Edgar Damián Peñaloza ........................ 42 delatripa: narrativa y algo más

Imágenes portada e interiores de la Artista

Florentino Fuentes


El duelo del meñique Rosa María Espinoza

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n visaje tuyo en los gestos de tus padres, la luz sobre las palmeras, un piquete de hormiga, una tarde pegajosa, caliente y húmeda. Uno se olvida de muchas cosas de la infancia o prefiere dejarlas ahí, justo donde se almacenan. En mi caso, lo que duele profundamente, como un golpe en el menique del pie, lo prefiero estacionado. Víctor me dio un golpe que todavía me duele, uno de esos trancazos que te sobas cuando le piensas y que te empaña los ojos. Merceditas es mi única prima, desde siempre me ha sobrecogido pasar el tiempo con ella. Su bella persona fue objeto de mis ocurrencias y sujeto de muchas aventuras. A veces pasaba unos días en casa y un repertorio de juegos se aproximaba a esa nuestra niñez. En la suya emprendíamos caminatas por las bardas de los chinos de a lado, cómo olvidar esa rutina de gatitas y malabaristas sin circo que, invariablemente era seguida de un ruido como de sartenes azotando el piso (injurias en shanghailés, supongo yo), pues tirábamos la ropa de sus tendederos. Casi siempre, por las orillas de las ventanas que asomaban tras los muros divisorios, veíamos unos ojos brillantes y cómplices entre las cortinas de bambú, mientras un olor a napa hervida envolvía el ambiente. Después de las bardas, las escondidillas eran nuestro juego predilecto si pasábamos el día con la abuela. Al frente de donde vivía, una construcción vieja con olor a orines era el refugio osado del juego, sólo que el buscador (el primo menor), a veces no se atrevía a entrar a la casona, porque el piso de madera chillaba. Entones el juego terminaba

pronto. Ante el retozo fallido, solíamos hurgar en las maletas viejas que, cubiertas de polvo, la madre de nuestros papás resguardaba en la casona abandonada. Ropa, retratos, manteles bordados, sobreros, tesoros de otros tiempos, muchas cartas. En un afán ideático, la abuela conservaba el lugar y los objetos, tal y como suponíamos quedaron después de que mi abuelo muriera y vendiera la patente de su agencia aduanal. Esa construcción prefabricada, después de ser la casa de mi padre y sus hermanos, sirvió de despacho, almacén y criadero de chinchillas (una afición de mi padre que intentaba hacerse rico comercializando la piel de estos ingratos ratones con traje de mink). En nuestra imaginación, tras de los cristales de la casa abandonada, la figura del abuelo en bata aparecía. Al grito de "sálganse diai, chamacos" la aventura terminaba. Eso pasó tantas veces, no me ocupé de contarlas. Uno de esos veranos, de los que no te llevan de paseo o a la playa, pasaba una temporada en casa de mi prima. Una situación familiar que no entendía bien me mantuvo por algún tiempo ahí. Sólo sabía que mi madre hospitalizada se quedaría en Los Ángeles por largo tiempo y que yo tendría que esperar. Por las noches, el olor de las sábanas, el jabón en la regadera, la cuchara con la que tomaba la sopa, me empezaban a resultar demasiado extraños. La televisión por cable y los muchos juegos de mesa en casa de mis primos ya no me satisfacían. Ocupaba sentir entre mis dedos el grosor de los de mi madre y no recordaba desde cuándo no veía a mis hermanos. Pero la encomienda, la recomendación, la delatripa: narrativa y algo más

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sugerencia de mi padre al dejarme ahí fue que esperara. Así que esperé. Aún no dimensiono cuánto tuve que hacerlo. Mi paciencia se agotaría. Y el verano elástico, de esos en los que la tierra se te adhiere al cuello y tras de las rodillas te pican las gotas de sudor. El día en pleno, el sol en el cenit inundando el cielo. Ni una pizca de viento. Los árboles sufrían ante la tarde de agosto que se alargaba. Justo cuando una gota de sudor me ardía en los ojos, Víctor me espetó ese golpe. Duro, certero. Recuerdo la escena, su cara blanca, pecosa, regordeta, sus ojos verdes y sus labios rosados. Yo le miraba incrédula y sólo podía fijar mi atención en su barriga. Lo que sus labios repetían me ensordeció. Muda también quedé. Sola, bien sola me sentí. Él era el menor de cinco hermanos, hijo de un tendero famoso por sus ciruelas deshidratadas en miel de naranja, claro que éste hubiera querido ser reconocido como poeta y que sus versos transcritos en los muros de su tienda fueran cantados por todos, en lugar de ser acosado por las niñas bien que las tardes de domingo compraban sus saladitos enmielados. Dicen por ahí que la tienda disfrazaba la venta de droga con esos dulces, dicen que alguien lo emborrachó para compartir la receta de sus jobos para luego conseguir la patente. Dicen también que una marca famosa de botanas conserva los derechos del menjurje. Cuando el primo menor no acudía al llamado de nosotras, Víctor le suplantaba cumpliendo con torpeza el papel de buscador. Era un niño dulce, capaz de hacer todo lo que mi prima le decía. Su figura redonda y el sobrepeso le impedían no sólo no ser atractivo a Merceditas, sino cumplir cabalmente el 4

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cometido de encontrarnos para ganarnos el juego. Sus piernas cortas y su barriga le impedían agacharse, trepar, rebasarnos en la corredera, pero su veneración por mi prima no le dejaba desistir. Mercedes sin el diminutivo siempre fue una niña audaz, igual jugaba conmigo a las barbis que tomaba la pistola vaquera o trepaba su bicicleta. De tez blanca, cabello cenizo y unos grandes ojos cafés, además de una figura delicadamente femenina le hacían un personaje especial, no sólo para Víctor, sino al resto de los niños de la cuadra, con quienes compartía las tardes en las que no nos veíamos. "Un dos tres por mí" gritaba mi prima. Víctor perdía el juego. Entonces arqueaba sus rubias cejas y se enfilaba de nuevo al frente de la casa, a unos pasos de la suya. Ahí en ese punto, no sé si por venganza o torpeza, el güero regordete azotó su golpe. "Un dos tres por mí y por todos mis compañeros" se repitió en la voz de Mercedes. Desaforada corrí a ese punto de encuentro que me retumba en la cabeza y ahí Víctor y su frase, su testimonio, su sentencia, sus palabras que me vuelven a retumbar. Cuando soltó su noticia lo hizo frente a Mercedes. Inmediatamente le miré. "¿Es verdad?", le pregunté. Callada movió la cabeza y no supe acertar si asentía o negaba lo que Víctor me había comunicado. La escena terminó ahí. Corrimos de nuevo a escondernos, pero ahora lejos de la ex agencia aduanal, la abuela cuidaba que entráramos ahí. Al buscar donde esconderme elegí hacerlo debajo de la cuna de mi primo, que se usaba entonces como repositorio de ropa recién lavada. Unas sábanas tendidas sobre el mueble me ocultarían a la perfección.


En la quietud de esa guarida me resonó la frase de Víctor. Había tratado de olvidarla desde que la escuché hasta ese momento. Pero al repasarla y recapacitar, todo se acomodó en mi pensamiento, todo fue claro, obvio, sencillo. Cerré los ojos y repasé lo que minutos antes el vecino me dijo. Recuerdo bien la acera frontal, los niños reunidos ahí en la "base" y antes de la cuenta con los ojos tapados contra del muro, mientras se acotaba adónde buscar un escondite, los ojos verdes de Víctor me lo dijeron todo. Letra

por letra, como un golpe en el meñique con el pie de la cama. No recuerdo el discurso exacto, pero sí el impacto en mi pecho y el dolor que me sigue punzando. Las palabras, la frase, el sonido que producían ya no importaron entonces, sólo fue claro que desde ese momento, la encomienda de mi padre era inútil. Los dedos gruesos de mi madre no estarían entre los míos nunca más. La espera había terminado.

Joven promesa Daniel Zetina

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l es una joven promesa. Primero se acostó con su editora (de cuento), luego con su editor (de poesía), finalmente con una pareja de editores (de novela) asignados por la editorial. Así, pasó de la heterosexualidad a la homosexualidad y de ahí a la bisexualidad. Desde el principio supo que tendría que hacer sacrificios. Era consciente de que la carrera literaria en su país era muy, muy, difícil. A la presentación de su primera novela asistieron los cuatro editores, entre muchos otros invitados. -Una joven promesa -dijo la editora de cuento. -Sí… promete -acotó el de poesía. -Promete y mete… ja, ja, ja -terció el de novela- le irá bien. Justo en ese momento llegó el joven escritor y se reunió con el grupo. Les brindó cálidos abrazos.

-De verdad, quiero agradecer su confianza y apoyo de siempre -dijo. -¿Estabas platicando con Tomassi Bonello, el director de la editorial Andamios y de la revista Nostromo? -preguntó la editora de cuento. -Sí, salimos juntos -contestó el escritor. -¿Te va a publicar? -intervino la de novela. -No, afortunadamente lo nuestro solo se trata de sexo… digo… sexo por placer y no por compromiso. Disculpen, debo atender a mis invitados -cortó y fue a reunirse con el público que le había aplaudido tanto. -¡Qué cabrón! -dijo alguno-. Pero aun así promete. Y hay que llevársela con cuidado, colegas. Con su talento, cualquier día aparece como nuestro jefe o en un puesto de gobierno desde donde pueda beneficiarnos. -O perjudicarnos. -Por lo pronto, ¡salud! -¡Salud! delatripa: narrativa y algo más

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Tajimara y otros cuentos eróticos, Juan García Ponce. Susana Mota López

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n el epílogo, Hernán Lara Zavala nos presenta a Juan García Ponce; un escritor que derrama transgresiones a la moral en una carrera galopante de pulsiones desde la epifanía de la imagen femenina hasta expresar sin ningún límite los tabúes, lo prohibido, lo amoral a través del incesto, el voyerismo, lo promiscuo, lo perverso, bajo la presión de las convenciones sociales, a pesar del canon de las "buenas costumbres". ¿Qué es esta epifanía para García Ponce? Es mostrar a la mujer como una manifestación o revelación erótica, sensual, y llena de deseo por ser libre de las ataduras hipócritas que impone la sociedad. Sus cuadros narrativos están llenos de fino erotismo y deseo sexual llevado por la tendencia a magnificar los diversos factores sexuales de la naturaleza humana con sutil descripción y sensibilidad artística con la finalidad de hacer reflexionar al lector acerca de hasta dónde llega su instinto innato sexual que forma parte de su inconsciente: El inconsciente está constituido por lo que Freud denomina "pulsiones innatas" […] (a veces llamadas instintos) hacen referencia a "la carga energética que mueve al organismo hacia un fin". Las hay de dos tipos: pulsiones de vida y pulsiones de muerte. Las primeras tienden a mantener la vida y prolongarla, y ahí caben tanto los instintos sexuales como los de autoconservación.1

La Imagen primera de la vida de una mujer obsesionada por poseer el amor de su hermano desde que era pequeña y al llegar a adulta se

transforma inevitablemente en incesto, por lo que me remite al caso de María Felix que estaba muy enamorada de su hermano y tuvo relaciones con él. Los dos eran bellos físicamente. El viaje a Tajimara permite a los personajes revivir su historia. Cecilia, la mujer de varios rostros y actitudes que provoca el deseo de tener dominado a un hombre que no sabe si la quiere o la odia porque ella representa a la que lo maneja a su antojo. No sabe si realmente ése es su nombre, pero de lo que sí se da cuenta es que ella usa a los hombres como títeres incluso al que dice amar. El narrador desea descubrir a la "niña frágil, absurda, tímida y descarada, exasperante, imposible, exigente y débil, sorprendente siempre y desesperadamente independiente, inasible, tan difícil de penetrar y tan desequilibrada…".2 En La noche se maneja un caso de traición y rompimiento de una monotonía en dos vidas maritales separadas. Beatriz, una esposa engañada por su mejor amiga y su esposo, y por el otro lado, su historia desata la sujeción a la vida aburrida de su vecino y le provoca a éste aflorar sus deseos carnales. Por el desamor, Beatriz acaba en el manicomio. Y el narrador ha descubierto sus propios instintos que estaban dormidos, como una revelación dentro de lo cotidiano y monótono de su vida. Desde los egipcios y en otras culturas, los gatos han sido simbolizados como animales sigilosos, representativos del deseo por su pelambre suave, y energético, se les relaciona con

1

David Viñas Piquer, Historia de la crítica literaria. 2002, Barcelona, Ariel, 2007, p. 537-538.

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Juan García Ponce, Tajimara y otros cuentos. Selección y epílogo de Hernán Lara Zavala. México, Ediciones Era, 2010, p. 36.

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la lujuria por su ronroneo y la mujer imita su imagen en el acto sexual, y lo mismo, las contorsiones femeninas para conquistar sensualmente emula el sigilo de los gatos.3 Mas el motivo principal de este cuento El gato, es uno gris, joven, pequeño, libre, muy sigiloso, y extrañamente unido a una pareja de amantes que al cabo de varios meses de convivir con él en la desnudez de sus pasiones y cuerpos, el gato se ausenta misteriosamente, entonces, la amante de D, revela que lo extraña, porque "su cuerpo sólo esperaba la pequeña presencia gris, tenso y abierto",4 develando que el gato se volvió uno más de sus amantes porque representa la libertad de sus instintos. El escritor homosexual en el Envío quiere contar la historia de su sueño iterativo: la imagen de una mujer desvergonzada y promiscua, poseedora de unas cuatro cosas (dinero, buena posición social, amor y sexo) que, según él, admiraba en ella, quien llegó a ser su amante en el pasado real, y él se convirtió, por su obsesión, en su maquereau (caballa, yegua). La mujer que lo tenía subyugado, apasionado y sometido a su voluntad de propiedad como un amante disponible y "maravilloso": un animal humano, una yegua. Un cuento que trata sobre el voyerismo: una situación que se produce cuando Arturo, obtiene satisfacción sexual al contemplar estímulos sexuales en su esposa con un invitado o dicho de otra forma, es una "persona que disfruta observando actitudes íntimas o eróticas de otros",5 y es lo que sucede con este par de amantes: Liliana y Arturo y un tercero que comparte el Rito. García Ponce se divierte deslizando su pluma con maestría descriptiva en esta narración. Creo que

aquí cabe mencionar a Paz para entender este tipo de sensaciones que se despiertan en el esposo al observar el cuerpo de la amada con otro hombre: El encuentro erótico comienza con la visión del cuerpo deseado. Vestido o desnudo, el cuerpo es una presencia: una forma que, por un instante, es todas las formas del mundo. […] Ese cuerpo, que de pronto, se ha vuelto infinito. El cuerpo de mi pareja deja de ser una forma y se convierte en una substancia informe e inmersa en la que, al mismo tiempo, me pierdo y me recobro. Nos perdemos como personas y nos recobramos como sensaciones.6

García Ponce describe con lujo de detalles Un día en la vida de Julia, interior y exteriormente, para comunicarnos la vida de Julia, un vida deseosa de libertad, de escapar de las costumbres prestablecidas, igual se satisface sexualmente con hombres que con mujeres con el fin de experimentar posiciones eróticas fuera de lo "normal". Tal parece que ella se memorizó el tratado erótico Kama Sutra de la India, y las técnicas de la seducción, especialmente para este día de su vida. Mas esa costumbre no es propia para el entorno donde vive, sin embargo, ella traspasa esa frontera para lograr la libertad de ser ella. El caso del psiquiatra obsesionado hasta la paranoia por el deseo de poseer a una sirvientaprostituta es el Enigma, y constituye el último cuento de Juan García Ponce. Un tipo de mujer que desata deseos en el subconsciente del psiquiatra: ella es de extracción humilde, simple y sumisa, que se convierte en únicamente su objeto de placer, para romper con su normalidad de siempre, un hombre de familia, de éxitos profesionales pero carente de placeres. Aquí hay otra epifanía al descubrir su lado oscuro, pero es

3

J.C. Cooper, Diccionario de símbolos. Barcelona, Gustavo Gili, SL, 2007, p. 85.

4

Ibid., p. 94.

5

Diccionario Panhispánico de Dudas. Colombia, RAE, 2005. 677.

6

Octavio Paz, La llama doble, "Amor y erotismo". México, Planeta Mexicana, 1994, p. 204-205.

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tan fuerte el choque de su pulsión que a pesar de ser psiquiatra, no puede dominarla y termina en el manicomio. Realmente el autor le da a sus cuentos una especie de tratamiento psicológico por el estudio profundo de los instintos humanos, sus debilidades, sus sensaciones y sus impulsos emocionales más allá de la moral establecida por convencionalismos sociales.

Bibliografía COOPER, J. C., Diccionario de símbolos. Barcelona, Gustavo Gili, SL, 2007. GARCÍA PONCE, Juan, Tajimara y otros cuentos eróticos. Selección y epílogo de Hernán Lara Zavala, México, ERA, 2010. PAZ, Octavio, La llama doble. "Amor y erotismo". México, Planeta Mexicana, 1994. VIÑAS PIQUER, David, Historia de la crítica literaria. 2002, Barcelona, Ariel, 2007.

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Doble fondo Andrés Medina

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a caja tenía doble fondo. Lo único que me interesaba era obtener un poco de comida y en cambio lo encontré. Al examinar descubrí un simple escrito que decía: "geh raus!, die rote Armee kommt" ("sal de ahí, el ejército rojo va en camino"). Éste día teníamos más trabajo y hambre que de costumbre, en mi sección; ya que los suministros de alimentos y materiales para la tropa se habían retrasado un par de días. Me encontraba desempacando los costales y cajas que los demás bajaban del camión. Tomé lo que podía esconder, y con el pretexto de necesitar salir, debido a la disentería, me retiré y entregué el resultado de ese primer hurto al organizador del mercado negro; eso por lo menos valdría un papel o un cigarro. Al regresar continué con mi labor, saboreando la posibilidad de hacerme con el papel.

- Aquí todos estamos muertos, solo que algunos no se han dado cuenta. Sólo la memoria escrita tiene oportunidad de permanecer. Supongo que no le gustó mi respuesta, o el mensaje era muy importante, y había sido dirigido específicamente a él; por lo cual, sin perder un segundo, pretendió enseñarme algo poco de civilidad y respeto por la propiedad ajena propinándome una buena patada. Tirado en el suelo alcancé a leer a lo lejos el triste epitafio "Arbeit macht frei", "el trabajo los hará libres" que desde afuera suena a esperanza. Recordé que el día anterior Ulises cayó fulminado, no por las balas sino por un ataque al corazón, ¡tan flaco estaba ya! Pero tuvo la fortuna de no permitirle a los crápulas, la diversión de meterle un tiro. Tal vez yo no correría con tanta suerte.

El segundo intento fue aún más productivo: hurté el papel, un poco de fruta y salí de allí lo más rápido posible, sin levantar sospechas. Entonces comenzó el griterío. Un oficial, que recién había entrado a la sección, vociferaba acerca de la caja marcada como X27. Los demás presos, pensando que serían castigados por mi hurto dieron parte rápidamente de mi número y señas, tras lo cual, el oficial en nerviosa agitación, me atajó el paso.

Un doble fondo en la barraca salvó mi vida, me dio esperanza, me ayudó a mantener la libertad de pensar que no todo era en vano. Otra caja con doble fondo me la iba a quitar. ¡Qué momentos de angustia!, ni el frío ni las llagas en los pies eran incómodos, lo único que podía percibir era la Lugger 9 mm apuntándome al rostro.

- ¡Estás muerto! -dijo, temblando más por miedo que por furia, pero eso lo comprendería después-. ¿Dónde está el papel y para qué lo quieres?, ¡contesta!

Sonó la alarma. Todo fue confusión y terror entre los soldados; gritos, órdenes, patadas y sobre todo carreras de velocidad. Todo mundo en fuga.

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El oficial tomó el papel de entre mis andrajos, lo leyó, dejé de importarle y la Lugger desapareció. Volví a mi barraca a escribir estas notas; solo es cuestión de tiempo. Quien las lea se enterará que terminé estas líneas el 27 de enero de 1945, con los oficiales de las SS corriendo

como ratas, ignorando a los que otrora tuvieran el placer de martirizar. Los Tigres Panzer miran al horizonte, inmóviles, a sabiendas que un depredador mayor los está acechando. El estruendo del Ejército Rojo llena el ambiente.

Rodear el Buda Adán Echeverría Nunca he comprendido eso de dejar la mente en blanco. Cada que alguien me dice, en un curso, en terapia, en clase de yoga, o en un sitio de oración: pon la mente en blanco, me la paso pensando en la palabra blanco, me imagino un conejo blanco como el de Alicia, o al conejo de la suerte de las caricaturas, o también se me ha dado por pensar en la fábula de la liebre y la tortuga, o en la otra fábula del cuervo, en algún poema de Edgar Allan Poe, en lo que dijeron sus críticos sobre que Poe es mejor en sus traducciones porque era ilegible como autor, en los periódicos donde publicaba sus historias, en aquel amorío con su prima, y entonces pienso en mi prima Rilma, en esos labios y sus pechos morenos de niña de trece, que me untaba en la boca cuando apenas yo cumplía los ocho años, y entonces acabo con una erección. Eso de la mente en blanco no es lo mío, estoy seguro. Y por eso no se me ha dado nunca lo de la meditación, y me da por no creer en la acupuntura y en la medicina tradicional china, y por eso no acudo a que me den masajes como el resto de mis compañeros de oficina. Sin embargo, cuando Rubí, esa morena chaparrita, esa pueblerina de labios cuarteados, pechos como manzanas y rabo pequeñito, a leguas como de mármol, comenzó a hablar sobre poner la mente en blanco, pensé en mi semen. En mi semen inundándole los labios, en mi semen embarrándole las nalgas, en sus pequeños pechos detenidos en el calor de mi boca y en sus nalgas atrapadas entre mis manos mientras imagino que la penetro hasta el fondo. Por eso es que todas las historias de Buda, luego de esa clase, me parecen excitantes. Me excita eso de que su madre y el bosque, y los árboles y las ramas y su nacimiento. Me excita aquello del príncipe que escapa hacia la pobreza dejándolo todo, porque lo imagino desnudo, corriendo fuera del palacio, y las mujeres de chichis al aire, presas de la hambruna que se van lavando en el río Ganges. Imagino a Buda sentado en flor de loto, y delante de él soy ese gusano que va comiéndose la carne de los cadáveres. Y me imagino rodeando esa figura de Buda, latiendo como carne desprendida, y entonces pienso de nuevo en Rubí, en sus manos delgadas que atrapan mi pene durísimo. Y es cuando alcanzó el orgasmo, y si, es entonces que todo el cuerpo me queda manchado de blanco. 12

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La casa del jardín demasiado quieto Gilda Manso

hí pasa algo raro, lo noté apenas me paré frente a la puerta de rejas y toqué el timbre. Desde afuera se veía el jardín, y eso era lo raro. No que se viera el jardín sino el jardín. Era un jardín que parecía copiado de un libro de paisajismo: el pasto verde, casi fluorescente, cortado con esmero, las flores rojas plantadas a un costado y sin un pétalo marchito, el felpudo, que no decía bienvenido, de un color blanco total sin huellas ni señales de que alguien lo hubiera pisado recientemente. Entiendo que puede tratarse de una persona a la que simplemente le gusta tener el jardín muy prolijo, pero ese jardín lo era demasiado. Y yo soy fanática de Ágatha Christie, así que, como usted ya sabe, busco crímenes en toda manifestación anormal, y busco manifestaciones anormales en todo aquello que se mueve a gran velocidad y en todo aquello que permanece muy quieto y muy ordenado, como el jardín del que le hablo.

-A

Yo vendo libros, creo que alguna vez le conté. Voy con mi catálogo casa por casa, los clientes me encargan, yo pido a la empresa distribuidora el libro encargado, y luego se lo llevo al cliente. La casa del jardín quieto no la había visitado nunca. Toqué el timbre, decía, y por la puerta de madera perfectamente barnizada se asomó una mujer. Era alta, gruesa y usaba el pelo corto; debía andar por los sesenta o sesenta y cinco años. Le dije que vendía libros, y le pregunté si le interesaba mirar el catálogo sin obligación de compra. La mujer me abrió la reja y me hizo pasar; cuando ya había atravesado el jardín y me 14

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disponía a entrar a la casa, la mujer me frenó, y puso en el suelo un par de patines de felpa. Ésa es otra cosa rara. Ya sé que mucha gente usa patines de felpa para no marcar el suelo, ya sé que es algo bastante común, pero qué quiere que le diga, a mí me parece que una persona (o diez, o veinte, o mil) que no permite que se pise el suelo es un tanto extraña. Es como lavarse los dientes sin usar cepillo de dientes con el argumento de que el cepillo se gasta. Entré a la casa deslizándome sobre los patines. Me sentí bastante idiota, pero era una casa ajena y además yo pretendía vender libros y, con un poco de suerte, descubrir un crimen, así que no dije nada. La casa estaba en silencio. Una biblioteca ocupaba la mitad de una de las paredes del living; estaba llena de enciclopedias y diccionarios, cosa que no me asombró: no imaginaba a aquella mujer leyendo ficción. No sé por qué. Tal vez es que me parece que una persona que usa patines de felpa sólo concibe a los libros como un recipiente de información cien por ciento útil. En otra de las paredes había platos, calculé que debían ser más de cincuenta. Eran platos de colección, platos para colgar en una pared. Cada plato tenía una inscripción o un dibujo supuestamente artístico. Y parado frente a esa pared, un hombre lustraba los platos. A mi hijo le encanta lustrar mis platos. Yo colecciono platos. Mi hijo los lustra todos los días, dijo la mujer, al ver que yo miraba a su hijo y a sus platos. Yo sonreí con cortesía, como queriendo dar a entender que me parecía totalmente


lógico que un hombre de más o menos treinta años pasara buena parte del día, todos los días, lustrando la colección de platos de su madre. Y pensé, aunque me cuidé muy bien de no decirlo, que los coleccionistas son seres siniestros. Una persona que se obsesiona con un objeto determinado al punto de, en ocasiones, pagar fortunas para obtener uno de esos objetos y así agrandar el inventario de aquello que colecciona, debe tener una mente bastante inhóspita y retorcida. Y mientras la mujer hojeaba el catálogo de libros, yo seguí mirando a su hijo. Tenía, decía, la mirada fija en los platos. Me recordó a los caballos de carga, a los que se les pone esas tiras de cuero al costado de los ojos para taparles la visión lateral y que así avancen sin distraerse con lo que pasa alrededor. Porque el tipo no dejó de mirar los platos ni un segundo, ni cuando entré, ni cuando dije hola, ni cuando la madre dijo a mi hijo le gusta lustrar mis platos. Entonces entendí: el tipo se concentra en una tarea determinada para no matar a la madre, ¿me sigue? La madre es una mujer castradora, que no le deja hacer nada; una de esas personas que dicen no, no vamos a ir a la fiesta de Marta porque a mi hijo y a mí nos gusta quedarnos en casa, y a lo mejor el hijo tiene unas ganas bárbaras de ir, pero no se opone a su madre porque está acostumbrado desde chiquito a hacer todo lo que ella dice. Y ahora tiene como treinta años, y está harto. Saturado. Y quiere terminar con eso, y como no sabe cómo poner límites, cree que la única solución es matar a la vieja. Pero también entiende que no puede hacerlo, porque va a ir preso y porque una parte suya ama a su madre; entiende que necesita desviar su energía y su atención, entonces se obliga a una tarea rutinaria y que requiere concentración: lustrar

una y otra vez la colección de platos de su madre. El tipo lustra para no matar. Y en el momento en que yo pensaba todo eso, la madre me señaló un libro de protocolo y ceremonial, y me dijo que me lo encargaba. Y yo ya no tuve más excusas para quedarme ahí, así que salí de la casa y vine directamente para acá. ¿Qué opina usted? El comisario se pasó una mano por la cara, en un clarísimo gesto de paciente exasperación, y me miró fijo unos segundos. -¿Vos esperás que yo vaya con un patrullero a la casa de la vieja, y detenga al hijo porque a vos te parece que quiere matar a la madre, sólo porque lustra una colección de platos? me preguntó. Yo asentí y, antes de que me ordenara salir inmediatamente de la comisaría, dije: -Dígame, comisario, ¿cuántas veces vine a denunciar un crimen? -Ésta es la cuarta -contestó, fastidiado. -Y dígame, de esas tres veces anteriores, ¿cuántas tuve razón? ¿Cuántas de esas veces se cometió el crimen que yo había sospechado? El comisario se acomodó en su asiento. -Siempre tuviste razón -admitió. Yo permanecí en silencio, con una media sonrisa victoriosa. El comisario llamó a un oficial y le ordenó ir a echar un vistazo a la casa del jardín demasiado quieto. Cuando el oficial se retiró, el comisario apoyó las piernas en el escritorio y puso sus manos en la nuca. -Si viniste a denunciar cuatro crímenes me dijo, con su cara de zorro curtido-, eso te convierte en coleccionista. Coleccionás crímenes. Coleccionás resoluciones de crímenes. Sos tan siniestra y obsesa como la vieja de los platos. delatripa: narrativa y algo más

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Yo me reí mientras salía de la comisaría y negaba con la cabeza, como si el comisario hubiera contado un chiste espectacular sin una pizca de verdad, como si yo no pensara en

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eso día y noche, perseguida por la certeza de que si sigo buscando crímenes en cada cosa que se mueve y en cada cosa que se detiene, pronto tendré que hacer un inventario.


Profundidad Nadia Contreras En el caso del agua, lo más importante no es lo que suele aparecer "flotando" encima, su apariencia, sino justamente su trasfondo, la percepción de una serie de elementos intangibles o invisibles. Ana Bravo Gaviro

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ay otros mundos, dice José Luis Rodríguez del Corral, pero están bajo el agua. Efectivamente, lo creo así. La vida en el futuro estará sumergida y no como se supone, más allá de nuestra órbita. Esto que menciono tiene qué ver con mi obsesión. Fue por el agua que comencé los cambios en la casa. Años enteros trabajé en el jardín. Lo que era desierto, se convirtió en bosque donde las pocas aves de la región, descansan, comen, beben. Construí primero la piscina; luego, el acuario en la habitación de Carmina. El acuario, indiqué, deberá tener la altura de las paredes y la extensión del lugar donde antes cabía una cama, el tocador, el librero.

°°° La escritura, está de más decirlo, fluye como nunca. Estoy rodeado de bosque y de agua. Sobre todo, de agua. Desde el escritorio veo la piscina y bastan unos cuantos pasos, para contemplar el acuario de peces multicolores. Escribo de diez a quince páginas diarias y me queda ánimo para sentarme en el sillón, conversar momentáneamente con Carmina o levantar la bocina del teléfono y hablar con amigos que a veces no recuerdo.

°°° No acostumbro irme a la cama temprano pero en las últimas semanas así sucede. No por cansancio o sueño. Más bien por Carmina y el deseo incontrolable de tenerla junto a mi cuerpo, bajo las sábanas. Efectivamente, al cabo de unos días de que ésta se mudara de la sala (el acuario, por cierto, le fascinó) a mi habitación, la inspiración vuelve y una vez más escribo de diez a quince páginas diarias. Corrijo en la marcha, pero aquellas hojas enteras que me veía obligado a suprimir, se vuelven detalles como una coma, una frase repetida aquí, allá. En la piscina, pasamos horas enteras. Necesito el cuerpo de Carmina sumergido, sus pechos y ese sexo inquieto y deseable. Carmina toma aire y se zambulle para besar mi entrepierna. Veo sus nalgas, sus muslos. Dura unos cuantos segundos y luego, sale a flote, mostrando una sonrisa dibujada por el agua. Toma aire y vuelve a pegar su boca en la parte del cuerpo donde se concentran las fantasías.

°°° Carmina no quiere meterse a la piscina. Toma una de mis manos y me lleva al acuario que era su habitación. Cuando entramos, el delatripa: narrativa y algo más

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chapoteo del agua rompe la tranquilidad de los peces que se alojan en el otro extremo. Desde su visión miope, que los conocedores catalogan como práctica, los peces observan los cuerpos, se alzan o se sumergen en excitación poderosa y perfecta. Carmina está conmigo todo el tiempo, se agita como pez junto a mis piernas, me incita al apareamiento. Naturalmente, esto me hace escribir páginas enteras sobre el acto de bucear. Una vez que Carmina queda satisfecha o se ha cansado del juego, entro yo. Una inmersión (se comprime el aire en mis pulmones), hacia el centro de sus piernas, esa caverna que mi lengua abre por completo, mundo que existe, como dice José Luis Rodríguez del Corral, bajo el agua. La falta de aire me obliga a salir (ojalá tuviera una máscara con tubo), y después de una profunda inspiración, en su vulva que se

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abre y se cierra como las bocas de los peces, mantengo el aliento. Cuando culmina el apareamiento, Carmina se desplaza por el acuario y pienso en las medusas que bajo el mar, se impulsan por contracciones rítmicas en todo su cuerpo; toman agua, que se introduce en su cavidad gastrovascular y la expulsan, usándola como "propulsor".

°°° Carmina se fue o mejor dicho, la dejé ir. Cada día se aleja más del libro que escribo. Sus manos, su cuerpo delgado, su sexo colorido y fascinante, son sombras de lo que no volverá a suceder. La piscina se ha secado y he vuelto a recuperar la habitación del acuario. En su lugar, muebles muy desgastados y el tiempo, avanza sin posibilidad de retorno. Carmina se ha ido. Y las palabras.


Perseguida Dayan Gamboa

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atalia caminaba a la parada del camión. Un señor de cabeza a rape y atuendo holgado se acercó: -Le leo la mano. -Gracias. -Le conviene. -Llevo prisa -dijo ella y siguió.

En su oficina le pidieron que al día siguiente llegara más temprano porque habría una junta importante. En esa junta le dijeron que la promoverían. Le dio mucho gusto y por la noche fue a festejar con sus amigos. Al otro día se levantó tarde y corrió a tomar el camión. El mismo señor le gritó: -La está acorralando. Lo ignoró. En la oficina el jefe le comunicó que debido a su impuntualidad y aliento alcohólico quedaba suspendida cuatro días. Al instante, aburrida de su casa, fue al Museo de Arte Moderno. Más tarde se sentó a tomar té en una cafetería. Un hombre de traje oscuro le preguntó: -¿Una cantina? -En la esquina a la izquierda, dos cuadras. Minutos después Natalia pagó la cuenta. En la puerta se topó a su ex novio. Se saludaron y tomaron asiento. -Vengo todos los días a la misma hora -dijo él. Platicaron largo rato y se despidieron. Saliendo del lugar Natalia vio que a una niña se le cayó una moneda de cinco pesos; la recogió y se la devolvió. La luz peatonal estaba en verde así que cruzó la calle. A la mitad un auto la arrolló. Lo conducía el hombre del traje. delatripa: narrativa y algo más

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Al principio Dios creó… Andrés Galindo

A mí se me hace cuento que empezó Buenos Aires: La juzgo tan eterna como el agua y el aire. Jorge Luis Borges

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l principio Dios creó el cielo y la tierra. Esta tierra. La del lado de acá. Y vinieron los del lado de allá a inventar a los del lado de acá. Entonces la tierra fue soledad y caos; fue sangré y lágrimas. No quedó piedra sobre piedra; pero los de allá inventaron la tierra de acá y, con ella, se inventaron también, lo mismo que a nosotros.

Trescientos años más tarde los de acá, que para entonces ya no eran los mismos de antes, ni de acá ni de allá, sino una suerte de mezcolanza que después a alguien le dio por llamar raza cósmica-, se sintieron inconformes y les dio por reinventar la tierra. Como siempre sucede en estos casos, hubo luchas entre amigos y hermanos, entre padres e hijos… Pero al final los de acá, es decir, los muy de acá, los que se sentían muy acá, decidieron mandar directo a la chingada a los que no eran de acá. Hubo un héroe desconocido que a grito pelado dijo "¡Viva México, hijos de la chingada!". Lo cierto es que, más que puro México, lo que quería decir el pelado ése era que la tierra, esta América de sueños rojos, era nuestra y de nadie más. Y nosotros somos sus hijos, aunque no sepamos a ciencia cierta dónde queda nuestra madre. Así que se fueron lo que se tenían que ir y se quedaron nomás los puros chingones, los muy acá. Pero para saber (o intentar saber) dónde quedaba nuestra sacrosanta madre, los del lado de acá tuvieron que inventarse la tierra de nueva cuenta, como si el trabajo de Tata Dios hubiera valido para pura madre. Pues sí, valió para pura madre, porque eso era lo que teníamos en frente, a nuestra 20

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madre tierra América; auque nos hacia falta saber que era eso de América. Hubo quien dijo que "América para los americanos", pero luego "los de abajo" dijeron que no, que una cosa era una cosa y otra cosa era otra cosa. Que los de arriba nomás nos querían chingar; que si los gringos son abiertos y nosotros cerrados, que si somos el patio trasero, que si el imperialismo yanqui, que si las mil chingadas. Y ahí vamos de nuevo a inventarnos la tierra: al principio Dios creó América. Linda la vieja; porque de nueva no tenía nada; la prueba es que ya se la habían chingado, la prueba es que de su cuerpo manaba leche y sangre. América era soledad y caos. Caudillos por aquí, caudillos por allá, pero nadie sabía a ciencia cierta qué cosa era la madre tierra. Como pudimos, aplacamos la polvareda; pero seguíamos sin saber que chingados era América. Y ahí estaba América, muy mona, con su vestidito rojo y con los brazos abiertos para recibir a sus hijos. Y vieron los hombres que la tierra no era muy buena, que estaba tiesa como cuero de vaca amarilla. Pero de cualquier modo es nuestra madre y en lugar de chingarla hay que echarle flores. Y ahí va Andrés -no éste sino el otro, el Bello- a querer beber leche y miel de los campos de América; a gritarles a los del lado de allá que acá también teníamos épica, que también teníamos alma y que éramos tan hombres como los de allá. Un poco exagerado el hombre porque lo que realmente había acá era un mar de pobreza. Un mar sobre el que navegaba, muy chingona-


mente acomodada, una élite de letrados que se paseaban de New York a París, de París a Madrid y vuelta de regreso. Esos eran los que nos inventaban a los de acá; porque los demás, los que para firmar nomás dibujaban una cruz (roja como el sudor de su frente y torcida como su madre) ni tiempo tenían de pensar en esas cosas; nomás había tiempo para ganarse el pan de cada día. Y hubo quien se los reprochó: "Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea, y con tal que él quede de alcalde, o le mortifiquen al rival que le quitó la novia, o le crezcan en la alcancía los ahorros, ya da por bueno el orden universal". Yo, que tengo las manos curtidas, siento que aquello de filosofar es nomás para el que ya tiene asegurado el pan y el vino en su mesa. Bendito aquel que tiene en su mesa el cuerpo y la sangre del Niño Dios; los demás todavía tienen que romperse la madre para saber qué es eso de la carne y la épica, si es que algún día lo llegan a saber. "Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedras", dijo una voz intelectual, un tal José (seguro que se creía nuestro padre adoptivo). Pero yo sé de cierto que eso ya lo discutía Tata Jesús con uno de sus discípulos. Y no podían ponerse de acuerdo entre qué alimentar primero: el alma o el cuerpo. Y creo que todavía no llegan a algo seguro, porque al paso de los años unos misioneros todavía vienen a hablarnos del pacto divino. Y nosotros preguntamos por el reino de este mundo. Y ellos duro y dale con el "deber [de] ser" buenos. Y nosotros, que "somos", la única idea que tenemos en la cabeza es la de forjar trincheras de piedra para que no nos roben el pan. Al principio Dios creó el cielo y la tierra americana. Vio Dios que la tierra era buena. Y Dios dijo: "haya buenos gobernantes para la tierra". El problema era saber qué es un buen gobernante. Y dijo el hombre:

…el buen gobernante en América no es el que sabe cómo se gobierna el alemán o el francés, sino el que sabe con qué elementos está hecho su país, y cómo puede ir guiándolos en junto para llegar, por métodos e instituciones nacidas del país mismo, a aquel estado apetecible, donde cada hombre se conoce y ejerce, y disfrutan todos de la abundancia que la naturaleza puso para todos en el pueblo que fecundan con su trabajo y defienden con sus vidas.

"El gobierno los ayudará" -decían los civilizados a los bárbaros- "para que la pampa sea buena". ¿Que si sabemos qué es el gobierno? Claro que sabemos qué es el gobierno, de quien no sabemos nada es de la madre del gobierno. De nosotros sólo se acuerdan para vendernos, junto con nuestras tierras, como adornos de colores ("¡muy folcklóricos!" dicen ellos) y cuando uno de nuestros muchachos se va pa la sierra a protestar por la falta de pan y agua. Y es que nunca falta un soñador que nos quiera venir a echar la mano. Un soñador que viene a contarnos esperanzas y sí se puede, tierra nuestra, pueblo nuestro. Hay que tener conciencia de clase, cuando lo único que tenemos es conciencia de nuestra pobreza; y que cada quien se rasque con sus propias uñas. Porque lo que es cierto es que aquel hombre, dado a lúcidas ensoñaciones, tenía un poco de razón: "A adivinar salen los jóvenes [soñadores] al mundo, con antiparras yanquis o francesas, y aspiran a dirigir un pueblo que no conocen". Un pueblo que no conocen porque nunca se han rajado las manos forjando trincheras de piedra. Otro soñador pensaba que en nuestra sangre mestiza estaba la tierra prometida; que lo único que teníamos que hacer era seguir por donde íbamos; que nomás hay que ser tolerantes con los blancos, los negros y hasta los amarillos, porque nosotros, la promesa de la raza cósmica, no discriminamos; eso sí, siempre y cuando fueran cristianos como nosotros. Será porque ser mesdelatripa: narrativa y algo más

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tizo y cristiano es lo natural; todo lo demás es mera aberración antinatura. Creo que aquel hombre tenía razón; porque hoy nos preguntamos "¿dónde está la raza pura?" Y entonces nos pusimos a ser fecundos y a multiplicarnos; poblamos la tierra… y nos sometimos a los de arriba. Porque a quién sabe quien se le ocurrió decir que esa era la tierra de los sueños; el [nort]american way of life es el american dream hecho realidad, si es que la realidad existe. Lo cierto es que nuestra prole ya anda por todos lados del mundo. Si es cierto que somos la raza cósmica y por tierra prometida entendemos esta tierra seca como pellejo, con lluvia roja que no amaina, entonces no nos hemos alejado de la mano de Dios. El reino de este mundo también es de Dios. Muy chingada la tierra y sus hombres; pero con muchas esperanzas y muchos sueños para mañana, siempre para mañana. Porque, después de todo, aquellos hijos pródigos que nos inventaron también tienen derecho a soñar; aunque sus sueños abran la caja de Pandora; al final están nuestras esperanzas.

Bello, Martí, Sarmiento, Vasconcelos, Paz, y todos aquellos hombres de Dios que nos soñaron y nos inventaron, nunca podrán dar cuenta de lo que somos; pero les agradecemos habernos fundado la patria; aunque sea un poco, auque ya seamos otros. Al momento de nombrarnos ya éramos otros; y por eso hasta nos sentimos un poco culpables, porque no fuimos como ellos querían. Y, a final de cuentas, ni siquiera sabemos quién es y dónde queda nuestra chingada madre. Pero seguimos aquí, inventándola, soñándonos; con los pies de plomo y con los ojos al cielo. Al principio Dios creó el cielo y la tierra. La tierra es soledad y caos, y las tinieblas cubren la región más transparente; y el espíritu de Dios aletea sobre nuestros sueños. Dios dijo: "Haya luz", y hubo Ensayo. A mí se me hace cuento que empezó la América: La juzgo tan eterna como el pan y la sangre.

Convocatoria Daniel Zetina La Asociación Nacional de Escritores Ganadores de Concursos Literarios convoca a todos los escritores ganadores de concursos literarios (afiliados o no) a la Tercera Reunión Anual de Escritores Ganadores de Concursos Literarios, a llevarse a cabo los días 1 y 2 de enero en el Parque Chapultepec de la Ciudad de México, en horario de siete de la mañana a siete de la noche. Habrá rifas y concursos. Traiga a su familia.

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Grito seco para silencio Oralia Ramírez

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na se mete a escribir porque piensa que es una forma fácil de hacer fama y dinero,

porque no tiene oficio ni beneficio, porque si lo hacen mamarrachos como Casimira Cucurumbé o Nicómedes Greis una también puede hacerlo, porque no es buena para los números, porque su realidad se hunde paulatina, porque fue incapaz de pegarle a la señora mal encarada que se subió a la combi sin hacer la fila correspondiente, porque en un restaurante no puede roer los huesos del pollo al final de la comida, porque no quiere ser abogada ni miserable, porque con la "reforma educativa" es irrenunciable la llegada de llanto negro, porque la internet no es sólo una herramienta de trabajo, porque las chicas de hoy quieren parecerse a las modelos de las grandes firmas, porque la misoginia se intensifica de mujer a mujer, porque Camilo Valqui la orilló a ser mejor estudiante, porque la andropausia y el cunilingus son propios del varón. Una se mete a escribir porque tomarse dos litros de agua al día es una estrategia de mercadotecnia que vende la tele, porque las presentaciones de libro escasean en Ciudad Impune, porque la juventud vive ensimismada en sus propias ansiedades, porque los verdaderos amigos se cuentan con los dedos de las manos y siempre sobran dedos, porque no tiene caso leer si no se comprenden los textos, porque existe una voz aguardentosa que pertenece a un hombre impredecible llamado Max Rojas, porque siempre hay una lucha que enfrentar, porque la mayoría de los hombres prefieren beber y tener sexo con una chica buenísima a tenerlo con una inteligente y pobre en voluptuosidades. Una se mete a escribir porque nadie quiere leerle a los

niños, porque a los chicos feos les gusta platicar con poetas o escritoras, porque cree que la corrupción alcanza a los pobres de conciencia, porque nada vale tanto como hacer el amor mientras le recitas un poema de Ezra Pound a tu pareja, porque la miseria es amiga entrañable de los ambiciosos, porque la literatura hace sentir superior y esto último aleja los conflictos internos sin ayuda del sicólogo, porque todo mundo mata de día y de noche y la justicia permanece dormida en Ciudad Maldad, porque "Las babas del diablo" no es el mejor texto de Cortázar, porque no hay nada mejor que pretender escribir cuando no se ha leído ni siquiera un libro completo. Una se mete a escribir porque no escupió a la profesora que decía que la academia era el mejor camino para ser escritora, porque no puede hacer otra cosa sino leer, escribir y fanfarronear, porque la vida es muy simple para complicarla con oficios que cuesta un montón pagar, porque en la prepa conoció a un profesor que se expresaba muy bien y era respetado y querido entre sus compañeros de trabajo, porque no tiene voz ni voto en su familia, porque el hombre se está chingando a la naturaleza y ni quien haga nada, porque estudió la primaria en la Miguel Hidalgo, porque es alérgica al polvo, porque lo que escribe no tiene ritmo pero está de moda entre los escritores famosos, porque sabe un secreto terrible sobre el futuro y la única forma de sobrellevar tal carga consiste en hacer lo que hace de mala gana, porque en realidad no le gusta pero cree que lo hace bien porque sus amigos se lo dicen. Una se mete a escribir porque la ignorancia no sólo se combate en un cuadrilátero, porque teme a la oscuridad, porque se siente delatripa: narrativa y algo más

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bonita y si escribe se siente soñada, porque le fastidian los programas patéticos del canal local pero tiene que verlos para sobrellevar el tiempo, porque las escritoras aunque envejezcan siguen siendo célebres mientras publiquen. Una se mete a escribir porque cree apasionadamente en la literatura, porque tener dinero en estos tiempos es un crimen, porque detesta el pubis en los hombres, porque cuando tiene hambre si se fuma un cigarro, ésta se esfuma, porque no hay esperanza ni luz al final del túnel, porque su mente vuela bajo y nunca será otra Virginia Woolf, porque su madre fuma y grita todo el tiempo, porque no sabe boxear y es cobarde, porque tiene envidia de esos mandriles que salen en la tele y ganan millones por decir estupidez tras estupidez, porque todos los desahuciados del alma cuidan los frentes de Sicario,

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porque escribir es muerte, dolor y desenfreno. Una se mete a escribir porque está harta de escuchar poemas pretenciosos, porque a Blanca Vázquez le duele como a ella esta jodida realidad, porque cuando escribe puede decir lo que sea aunque intuya consecuencias perversas, porque Víctor le susurra secretos para salvaguardarla de sí misma, porque teme morir sin conocer a Fidel, porque quiere ayudar a las personas pero no sabe cómo, porque las pvvs necesitan saber que existe un hombre llamado David Moyao para ellos, porque un cuarto de cuatro por cuatro se impregna de olor a pies un segundo después de haber sido trapeado, porque se reanima entre una y otra intención, una se mete a escribir para justificar su existencia y morir tranquila cuando llueva justicia y nadie, nadie se burle de sus deseos.


Amílcar Adán Echeverría

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mílcar todas la tardes iba a comprar el pan. Se entretenía con cada cosa que miraba en su camino, algún gato subiendo el muro, un viejo cruzando la calle, los gritos de unos niños corriendo tras de la pelota. Todo lo distraía. Caía la tarde. Amílcar no vio a la mujer hasta que ésta lo tomó del brazo y lo metió a su casa. Era un mujer agradable que olía a galletitas. ¿Cómo te llamas? Su voz era dulce y delicada. Vamos, ratoncito, ¿no me dirás tu nombre? Me llamo Amílcar. Te veo pasar todas las tardes para comprar tu pan. Pero ¿qué crees? Hoy me adelanté, y te lo compré para que no tengas que ir tan lejos. Ten, llévatelo. Amílcar se alegró. Te preparé unas galletitas, tienes que probarlas. Pero ven, siéntate a ver caricaturas... Antes de que Amílcar abriera los labios para negarse o agradecer, la mujer ya lo tenía entre almohadones, sentado en un cómodo sofá. La pantalla de plasma era hermosa; Amílcar nunca había visto una tele tan grande, la de su casa, era una tele a colores sí, pero de las tradicionales. Hay mucho calor, verdad, dijo la mujer, cerrando la puerta de su casa y encendiendo el aire acondicionado. Luego se sentó a su lado y le dijo, juguetona, ¿me invitas? Claro, dijo Amílcar ofreciéndole el plato. Yo te crío y tú me crías. Y sin chistar, cogió una galletita del plato y la acercó a los labios del niño. El niño devolvió el gesto, y cuando la acercó a los labios de la mujer, ella entreabrió los labios y chupó delicadamente sus deditos. Luego se acercó a su rostro y comenzó a darle besitos. Así se lamen los gatitos, dijo, mientras dibujaba besos por el rostro, las manos, maullando y ronroneando, haciéndolo reír, y rozando apenas los labios del niño, metiéndole de a poco la lengua en su boquita. Y acariciándole el pecho. Amílcar regresa a casa sin saber qué pensar. Deja el pan que fue a comprar sobre la mesa. ¡Por qué te tardaste! Grita su papá. Amílcar va a su cuarto. Deja las monedas del pan que no pagó en su mochila de la escuela, y saca de su pantaloncillo el billete de 100 pesos que amablemente doña Rebeca le ha entregado, acompañado del secreto: esto es para que no te olvides de mañana regresar a alimentar a tu gatita.

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Mezcal Daniela Tarhuni

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ara todo mal un buen mezcal, para todo bien, también… y si no hay remedio, tómate litro y medio, dicen los que saben. Y no es para menos. Los males, mis males, encuentran remedios en el mezcal; mis días más felices, también, y mis días que son como cualquier día, con el mezcal se hacen días y noches más especiales. Siempre he creído que beber un buen mezcal es como saber ligar… De a probaditas, de a poquito, hasta que caes rendido. Primero es el aroma. Así como éso que hace que alguien te atraiga; se trata de que, antes de beberlo, uno se dé a la tarea de buscar los diferentes aromas que encierra. Como recorrer el cuello de esa persona especial, lo primero que uno encuentra es la fragancia artificial y poco a poco, de tanto recorrerlo, el cuerpo se abre a la esencia de la persona. Con el mezcal, después de olerlo inicialmente, uno descubre aromas diferentes. "Cuando aspires, cierra la boca; entreábrela y procede a reconocer el olor y notarás la diferencia", eso dicen. Luego del coqueteo inicial hay que tomar un sorbito, como si se tratara de un beso inocente, y saborear el mezcal unos segundos y, sin tragarlo, dejar que en una exhalación por la nariz se sienta la bebida. Después de ese primer saboreo hay que tragarlo y estar atento a los sabores en el paladar. Es algo así como: te beso despacito para que tu sabor se demore en mi lengua. Y poco a poco va subiendo la intensidad. Igual que con los besos. Hay que tomar otro

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traguito, saborearlo en la boca otros tantos segundos antes de tragarlo. Es una labor que requiere de estar atento a los sentidos. A los sabores que recorren el cuerpo. Pasados algunos minutos uno invariablemente queda impregnado del maguey cocido. Si a uno le gusta un beso, seguramente se impregna de ése otro que es uno mismo.

II Desde hace unos meses, como es habitual en mi temperamento, oscilo entre la felicidad y la depresión. Razones sobran para ambos estados y toda la gama de colores que hay entre uno y otro; así conocí el único bar que me gusta de Mérida: La Fundación, en el que la especialidad es el mezcal. Encontrar una mezcalería era algo así como el paraíso. Bastante extrañaba el pulque del Distrito Federal, como para abocarme de buenas a primeras a tomar ron o tequila, sólo porque aquí, en Mérida, no había mezcales artesanales. Y es que el mezcal encierra todo un mundo. Detrás de él esa una enorme diversidad biológica y cultural de las regiones que lo producen. Magueyes, rituales, territorios y comunidades que participan en su ancestral elaboración, haciendo que cada producción sea limitada, única, irrepetible. Del norte al sureste mexicano podemos encontrar rica variedad de agaves de los cuales


podemos obtener bebidas como el bacanora, el tequila y el mezcal. Éste último, elaborado con maguey maduro al 100%, tiene un proceso de fermentación completamente natural y no se utiliza ningún producto químico en su elaboración; puede llegar nivel alcohólico mínimo de 45 grados, casi siempre mayor. Por ello si te quieres llevar bien con el mezcal, sedúcelo y déjate seducir por él, así, despacito. Los sabores serán tan variados como la imaginación y la tradición lo permitan. Si uno es un catador de mezcal distingue con facilidad cuándo se encuentra frente a un mezcal de fábrica, y cuándo se trata de uno que ha sido obtenido delicadamente, a la manera tradicional, por productores domésticos. Comúnmente, los mezcales se hacen completamente apegados a la tradición mezcalera de su lugar de origen. En Oaxaca, el afamado mezcal de pechuga se obtiene al poner dentro del barril, con el líquido, dos pechugas de gallina y la de un guajolote, que bien machacadas dan al mezcal un sabor estupendo. Luego también es muy común que los mezcales lleven en su interior un gusano de maguey, que se agrega al mezcal cuando se está embotellando y, dicen los que saben, que le da un sabor ligeramente salado.

III También hay mezcales con otros ingredientes. Justo con una hierbita espirituosa es que tengo mis mejores recuerdos con el mezcal. De hecho, mis primeros encuentros con esta bebida. Estaba en mis años universitarios cuando el Andrés nos invitó a su casa a preparar una comida. Ir a su casa era siempre una fiesta.

Comprar los ingredientes del menú de la tarde, prendernos un toque y cocinar. Comer, beber, tomar el café para que al final, después de tantos deleites cerráramos la tarde con un buen mezcal. Era nuestro ritual. En una de esas reuniones sacó un mezcal con damiana, hierba usada ancestralmente. La damiana tiene un efecto relajante, da una sensación parecida a la mariguana y es ligeramente afrodisíaca. Lo cierto es que la Damiana es conocida por ser un estimulante sexual, que mejora la circulación de la sangre y el metabolismo. Contiene elementos que estimulan directamente el sistema nervioso y los órganos genitales. La verdad creo que sí. Al beberme varios tragos del mezcal de damiana en aquellas ocasiones, además del exquisito sabor, uno estaba como puesto, aunque no sabría distinguir, bien a bien, por los efectos de tantas cosas de aquellos años. Pasaron muchas lunas para volver a probar un mezcal con damiana en La Fundación. El lugar me gusta porque entre la música, el ambiente y el lugar a uno se le van las horas como agua. Y el mezcal igual. Suelo ir con Paola, mi amiga de parranda, de con-ciertos y de la vida, porque hemos compartido muchas cosas alrededor del mezcal y fuera de él. La Fundación es también un lugar amable. Por una promoción de 50 varos te dan una chela y dos shots del mezcal de la casa. ¿Qué más se puede pedir? La diversión llega invariablemente. Generalmente soy de las últimas en salir. Maythe, que atiende la barra, es chida tanto en la barra como fuera de ella. Hernán es el DJ residente de La Fundación y a últimas fechas pincha Villa Donde, de King Coyá, que me viaja mucho. delatripa: narrativa y algo más

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Uno se encuentra gente o conoce gente. Veo a los estudiantes del CICY que me miran con cara de que sí nos conocemos. Al final de una noche en la que después de muchos shots de mezcal, un chico con una anforita de vidrio en forma de pistola muy amablemente me disparó un shot más con otro mezcal. Y después -quien sabe qué cara me vieron-, que me ofrecieron mil y un cosas. Al final, como soy hippie come flores, les dije que quería hierba y creo que me vieron con cara de: ahhh abuelita, y días después me llamaron para decirme que hierba no tenían, pero sí unos papelitos bastante divertidos. Celebré ahí mi precumpleaños, porque el año pasado decidí que sí quería festejar un año más de vida. Ahí también, entre mezcal y mezcal, y las hierbitas espirituosas, le escribí, muy entrada la noche, al amor para decirle que era el amor. Y bueno, el amor… el amor… bueno… Ese día tuve algunas lagunas porque sinceramente recuerdo haberle escrito al amor, recuerdo haber salido de La Fundación, pero el lapso hasta llegar a casa no me acaba de quedar claro. Ese día, claro está, llevaba yo cerca de seis shots de mezcal y tres cervezas al hilo. Al final, creo que puedo aguantar un poquito mas, porque lo he hecho; mi récord han sido cuatro cervezas y casi los ocho shots de las promociones. Pao no me dejará mentir porque ella se fue igual que yo. Al final, la laguna se la atribuyo a que Morfeo me quería en sus brazos. La última vez que fui, festejamos la entrada del 21 de diciembre con un aguacero torrencial. Iba a encontrarme a un amigo con el que

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nunca había salido. Cuando lo conocí apenas estaba llegando a Mérida, y él ya se iba. Finalmente coincidí con él y sus amigos, platicamos de mil y un cosas, y me sentí tan bien como hacía tantos meses no lo hacía. De alguna forma regresó esa Dan que tanto extrañaba. Desde enero tengo ganas de ir por un buen mezcal. En estos fines de semana se me ha atravesado el vino tinto y de qué maneras. Cada botella una historia más. Una buena botella de tinto en buena compañía es igual de disfrutable que un buen mezcal. Es bastante parecida la cata tanto del mezcal, como del vino, como de las personas. Hoy tenía que escribir acerca de dos reconocimientos a investigadores del CICY por sus contribuciones científico-culturales sobre el mezcal, y su defensa de los mezcales tradicionales y descubrimientos que comprueban que en la época prehispánica realizaban procesos de destilación del mezcal. Mis notas en el CICY, evidentemente no tienen que ver con experiencias personales y tampoco puedo escribir acerca de la cata, semejando el ligue con quien te gusta. Pero hoy, tengo muchas ganas de probar los labios de ése que me gusta, y seducirlo como el mezcal y yo nos seducimos cada que nos encontramos.


Mi vida, un compendio de fracasos José Sifogrante

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or problemas económicos nunca pude terminar la licenciatura en derecho y no le pude dar un título a mi padre que era quizá lo menos que podía haber hecho después de tantos esfuerzos que hiciera para que yo saliera adelante. La empresa que me había becado se vio en la necesidad de cancelarla y los costos nunca pude cubrirlos. Tampoco pude establecerme en Canadá; siempre tuve el respaldo de mi familia para cuando las cosas salieran mal y así sucedieron; los estudios y los escritorios me impidieron tener un oficio por lo que fui a todas luces un inútil en dicho país y mi presencia, no era requerida. Tuve la fortuna de ingresar al Poder Judicial Federal, la etapa más fructífera de mi vida, tanto en lo económico, como en lo personal e incluso en el amor. Y digo que tuve la fortuna de entrar porque fui a cubrir una licencia por maternidad; solo me garantizaban dos meses y me quedé dos años. Conocí a excelentes personas; me reencontré con viejas amistades y también tuve que lidiar con auténticos vómitos de seres, apenas humanos. Desgraciadamente mi puesto lo vino a ocupar una persona con mejores credenciales. Debido a mi intachable ética laboral, me ofrecieron volver a corto plazo, siempre y cuando alguna plaza surgiera. Nunca ocurrió. Gracias a mi trabajo en el tribunal, pude procurarme los medios para estar con el gran amor de mi vida, Camila. Materializar mis ilusiones al viajar a la Argentina, donde fui muy bien recibido. El encuentro en Ezeiza,

no puedo calificarlo de menos que espectacular, nos fundimos en un abrazo desesperado, no como si fuera la primera vez, sino como si fuera la última. Pasaron un par de horas a lo mucho, y mi suegra nos invitó a desayunar en un bar pequeño. Supongo que ella pudo percibir la tensión que había entre Camila y yo, y con el pretexto de ver si ya se acercaba el bus que nos llevaría a Saladillo (su provincia), salió del bar, dejándonos solos; ella trataba de calentarme un poco ya que, creyéndome muy machín, llegué a Ezeiza con nada más que un rompe vientos y la térmica coqueteaba con los cero grados centígrados. Camila me abrazó, me frotó la espalda, las manos; nos quedamos mirándonos largos instantes y justo en ese momento estalló la violencia de un beso soñado, sin duda, que terminó por calentarme la sangre. Pasó muy poco tiempo para que nuestros cuerpos se hicieran uno, en la quinta de los lechones, en las afueras de Saladillo, en un inusual horario de madrugada. Camila me amaba y yo a ella, y nos lo demostramos de maneras impensables. Cierta mañana recibí un mensaje de México, me hacían la oferta de volver al tribunal y no solamente eso, sino que a un puesto de mayor nivel, lo que me permitiría darle a Camila una vida muy cómoda. Traté por todos los medios de traerla conmigo a México, pero su padre se opuso; porque no era un chico italiano y por el simple hecho de ser mexicano pensó que yo era alguna especie de criminal. Me acusó de delatripa: narrativa y algo más

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querer venderla en una frontera como esclava sexual; amenazó a mi suegra diciéndole que si permitía que Camila se me acercara le pediría el divorcio, le quitaría a los hijos y dividiría la familia; desde luego terminó por completo con nuestra relación. En un intento desesperado por no perderla, decidí que sería yo quien se mudara, para quedarme cerca de ella, iniciar de nuevo, volver a la facultad; sin embargo, uno como extranjero no la tiene fácil; los trabajos (la mayoría) están reservados para los ciudadanos. Muy pocos son los que se arriesgan a darle algún "trabajito" a un extranjero. De oficial Judicial Federal a simple lavaplatos, no iba a poder sobrevivir, ni se diga darle a Camila la vida que merecía, eso de "juntos en la pobreza" iba a ser puesto a prueba hasta las últimas consecuencias. La oferta de trabajo, desde luego, fue retirada al poco tiempo. Me era imposible traer a Camila y más que improbable quedarme en Argentina; aún así, luchamos algún tiempo más, pero sin trabajo y sin dinero llegó la desesperación, la angustia y finalmente, el rompimiento. De alguna manera, siempre supe que aquél beso de despedida frente al hotel Teggiano, una helada mañana de agosto, sería el último. Geográficamente jodido. La depresión se apoderó de mí como nunca. De estar en la cima comiéndome el mundo a cucharadas, pasé a reptar mi existencia en un estado deplorable. Mi salud se vio afectada, tuve que echar mano de mis últimos ahorros en tratamientos y medicinas. No fueron suficientes, pasé un par de episodios fatales de ansiedad, mismos que me llevaron al hospital psiquiátrico, no sólo por sobredosis sino porque ya había intentado hacerme daño. Traía cortes en el cuerpo. 32

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Muchas veces, 'mi vieja' me iba a buscar a la sala o a la bodega, donde solía encerrarme para cortarme, y cuando estaba dormido me curaba. Le dolía verme así. Pasaron dos larguísimos años en los que no me moví de la cama. La relación con mi familia se estaba deteriorando debido a mi letargo; me había convertido en una molesta carga, un bulto sin expresión, un recordatorio viviente de la tristeza y la amargura que embargaría la sonrisa de cualquiera que me hubiera visto.Las cosas en casa se pusieron mal, la situación financiera era absolutamente grave y todo se vino a pique; la desgracia se apoderó por completo no sólo de mí, sino de mi familia. Luego de 15 meses de intenso tratamiento psiquiátrico, mi doctora me obligó a enfrentarme al mundo. Me puso como tarea conseguir cualquier trabajo, el que fuera. El objetivo no era la estabilización económica sino despertar, activar la mente, dejar todo atrás y pasar a lo siguiente. Me vi obligado a aceptar un trabajo en un pequeño hotel en el centro de la ciudad. Por mucho, el peor trabajo que he tenido en mi vida. Lamentable. Sin embargo, empecé a recibir un pequeño sueldo con el que poco a poco podía aumentar mi calidad de vida; empecé a salir, a conocer gente nueva y más pronto de lo que esperaba, la vida me tuvo una última sorpresa. Hace un año aproximadamente, conocí a Adriana, una chica que, sin saberlo, me devolvió las ganas de vivir; ella vivía en Guadalajara, Jalisco, pero una tarde de abril regresó a la ciudad donde creció, Denver, Colorado, ciudad que desde pequeño anhelo visitar; de hecho, ese fue el motivo por el que la conocí y por el que entablamos una amistad que, al poco tiempo, pasó a ser algo más. Más de un año de interminables horas junto


al teléfono, en las que no hubo temas que no se tocaran; llamadas aleatorias en la madrugada y durante un año cimenté todo en fantasías. Me confieso cómplice porque puse de mi parte en creerlas. Mi familia notó el cambio radical en mi persona, me veían feliz y contento; otra vez con brillo en los ojos y sabían desde luego que se trataba del amor de una mina. Le confesé a 'mi vieja' que amaba a Adriana, que quería irme con ella e iniciar una nueva vida, lejos de todo lo que alguna vez me hizo daño. Adriana y yo nos hicimos promesas, yo lucharía por llegar a ella, y ella dijo que no me iba a dejar atrás, que me amaba y quería estar conmigo. De nuevo la ilusión embargó a la amargura y pude ver un mejor panorama. Fijamos el invierno del 2013 como fecha para nuestro encuentro; no podía perder el tiempo, realicé una serie de cálculos y el tiempo me comprometía demasiado, pero era posible. Trabajé muy duro, me privé de las pocas cosas que me causaban placer, en pos de cumplir nuestro objetivo. Juró que me esperaría y que iniciaríamos una nueva vida, llena de felicidad. No pasó ni un mes para que Adriana se olvidara de todo lo que dijimos, de lo que planeamos y joder, parece que olvidó lo que dijo sentir por mí. La ciudad la había cambiado, pretextó sentirse sola y comenzó una relación, ni al mes de haberlo conocido, con un ranchero de poca monta; prefirió olvidar la promesa de vernos en el invierno, para iniciar una vida con un perfecto extraño. Sus últimas palabras para mi fueron: "Vete a la mierda. Déjame en paz. Desde que te deje, dejó de importarme lo que te pasa. Lo que hagas con tu vida es muy tu puto lío. A mi no me vengas a joder. No quiero cartitas tontas.

Si tienes algo que decir pues adelante. Pero si no, quédate callado y ya". Cuando Camila me terminó le llevó mucho tiempo. Lloró por muchos días, siempre estuvo al pendiente de mi, supe que se comunicaba con mis viejos, que lloraba, que me quería pero lo nuestro resultaba imposible, me terminó con clase. El caso de Adriana me entristece mucho, porque no puedo concebir que una persona pueda despedirse así de alguien que la adora. La amo hasta estos momentos, pero el hecho de leer sus últimas palabras, palabras de rabia, de furia e ira. Haber tirado por la borda los sueños para estar con un pocho, cholo hamburguesero, a tres semanas de conocerlo, habla mucho de la clase de persona que realmente es. Me enamoré de un ideal. Hoy le voy a devolver el anillo a 'mi vieja'. Como yo no tenía dinero para comprar un anillo, no lo dudo un solo instante y se quitó el suyo para dármelo: "Dáselo a Adriana, ella te hará feliz; estamos orgullosos y contentos por esta nueva oportunidad que la vida te da, lo mereces. Papá, tus hermanos y yo, te queremos ver bien, te vamos a ayudar en lo que necesites para hacerlo realidad; ámala con todo lo que tengas, es una gran mujer". "Vete a la mierda...", entre otras cosas fueron sus palabras. "I'm breaking up with you", escogió a un tipo que había sido "amable" con ella. El tiempo no me dará la razón; me la voy a dar yo mismo. Han sido demasiadas pifias en la vida, muchas decepciones. La distancia es una perra cruel. "Aitana, hija, perdí de nuevo a mamá. Fue sólo ilusión pensar que ella te traería a este mundo, pero nos ha cambiado por otro; quizá no lo entendamos, y quizá no logre conocerte, hijita; si el mundo está dado a la mierda, prefiero que sigas siendo polvo de estrellas. delatripa: narrativa y algo más

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Aldous Huxley y George Orwell no eran literatos ni profetas, eran los teóricos de la Agenda Mundial del Futuro Miguel Ayala Priego

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ldus Huxley en una carta dirigida a Orwell en 1949, le dice "En el curso de la próxima generación creo que los amos del mundo descubrirán que el condicionamiento infantil y la narcohipnosis son más eficaces como instrumentos de gobierno que los garrotes y los calabozos, y que el ansia de poder puede satisfacerse completamente sugiriendo a la gente amar a su servidumbre como si a latigazos y puntapiés se le impusiera la obediencia", esto es como demostración de una Agenda Mundial. Las obras de estos dos autores van más allá de ser solo una obra de literatura de ficción.

fine como un movimiento socialista intelectual británico, y se supone que su objetivo es establecer los principios de la democracia social de manera gradual y no revolucionaria, es decir en pequeños pasos. Su nombre viene de Fabio Maximus Verruscos, quien utilizaba estrategias minuciosas o pequeñas para desgastar al enemigo poco a poco en lugar de batallas decisivas. También se le conoce como Método Escalonado, incluso el escudo de esta sociedad es un lobo con piel de cordero el cual, dicen los teóricos, describe perfectamente su modus operandi.

Estos personajes que estuvieron en acción en los acontecimientos históricos del siglo XX y cuyas obras pertenecen a la ciencia ficción, tenían en realidad el objetivo de ir más allá que ser un simple relato fantástico producto de su imaginación con el fin de entretener a los lectores e inspirar el cine, como algunos pseudo intelectuales y literatos lo consideran. Esta clase de obras eran descripciones detalladas y precisas de una visión futurista de la realidad, materializadas ante la sociedad de su época como una obra literaria para poder penetrar en la mentes del público ya que, gracias al escepticismo y la limitada visión de los cinco sentidos, si estas teorías se hubieran presentado como tales inmediatamente se hubiera formado una barrera social frente a ellas.

Entre sus miembros literatos estuvieron Virginia Wolf, el filósofo Bertrand Russell, H.G. Wells, autor de La guerra de los mundos, entre otros. En 1900 esta sociedad creó el Partido Laborista Inglés, de donde surgió el Primer Ministro Tony Blair. También fundaron la London School Economics and Political Science, donde estudió David Rockefeller del clan Zionista Rokefeller. Dicen los teóricos que la imagen de un gobierno democrático social es sólo una careta, incluso en uno de los vitrales de su edificio un lema cita "Construyendo un nuevo mundo". Es decir, la intención es llegar a un sistema de dictadura mundial fascista-comunista, Por eso dicen que si fusionamos la obra de Orwell, 1984,con Un mundo feliz de Huxley se tiene una clara idea de lo que seria el nuevo orden mundial.

Ambos personajes nacieron en Inglaterra, sede de la Masonería y los Iluminatis, y pertenecían a la sociedad Fabiana la cual, según teóricos de la Conspiración, es una organización Iluminati. Esta sociedad, nacida en 1884, se de-

Aldous Huxley, nieto de sir Thomas Henry Huxley (cientifico inglés en pro de la Eugenesia, de los precursores de la teoría de la Evolución junto a Darwin, Russell Wallance y Heacke), además de amigo fue el maestro de francés de delatripa: narrativa y algo más

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Orwell en el Elton College. Orwell (cuyo nombre real era Eric Blair) fue introducido por Huxley a la sociedad Fabiana. Pero Orwell se decepcionó y creo un libro profético sobre el control mundial del Gran Hermano titulado 1984, que no sin casualidad supone el centenario de la sociedad Fabiana. Por otro lado, la reproducción artificial humana contada en Un mundo feliz describe el sistema de reproducción de los infantes que comenzó a experimentarse durante el régimen nazi con la organización de élite de la SS, en donde tenían granjas humanas y utilizaban el semen de sus mejores oficiales, en cuanto a su físico e intelecto, así como la "calidad" de las madres para engendrar una nueva sociedad, de una supuesta raza superior, la cual sería educada por mujeres del Estado quienes fungirían como sus madres y protectoras. La familia sería remplazada por el Estado, exactamente como en el libro de Huxley, con la diferencia de que en la obra el método de control es más sutil y menos aterrador y agresivo, incluso un disturbio era apaciguado sólo con gases narcóticos y todo se calmaba, a diferencia de la realidad de esos momentos. Al finalizar la guerra muchos científicos nazis se fugaron a través del Vaticano con la operación “Paper Clip” hacia Estados Unidos, llegando a colaborar con el gobierno del Tío Sam. Otro ejemplo de la similitud entre esta supuesta ficción y la realidad sucedió en Escocia en donde se clonó por primera vez a una oveja, llamada Dolly, y en la actualidad los científicos investigadores del Colegio Médico Weill de Cornwell están tratando de conseguir una matriz artificial en donde los embriones crezcan fuera del cuerpo, una especie de gestación In Vitro que, según ellos, será más higiénico que la gestación

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natural y las madres se evitarán las molestias del embarazo. Pese las actuales condiciones de vida, cada vez el núcleo familiar se está derrumbando en la sociedad: los medios masivos de comunicación, los video juegos y las instituciones, están educando a las nueva generaciones sustituyendo a los padres poco a poco. Por otro lado, el fenómeno del "ojo" del Gran Hermano que vigila, se ha manifestado a partir de la Segunda Guerra Mundial, cuando surgió la psicosis colectiva de la Guerra Fría y el holocausto nuclear como una amenaza comunista, con lo que se desató una cacería de brujas contra todo supuesto sospechoso de comunismo. Con el evento del 9-11 se desató la psicosis de la amenaza terrorista, en donde el sistema de vigilancia aumentó y la sociedad entregó su libertad a cambio de seguridad, en especial en los aeropuertos y fronteras a través de cámaras, en las calles, medios electrónicos, satélites, tarjetas de crédito y próximamente implantando el chip. La libertad ha sido sustituida por una supuesta seguridad como una necesidad creada por el sistema. Quizá la ficción se ha convertido en el horror sobrenatural de Lovercraft, por ejemplo las generaciones pasadas temían a los vampiros y a los lobos, ahora los admiran y se han convertido en héroes. Quizás esta Ciencia Ficción o literatura fantástica basada en mitologías y antropologías son tráilers de una realidad futura y pasada, cuyo objetivo es irnos acostumbrando poco a poco, como un acondicionamiento, a esa realidad; o al menos advertirnos; en donde aquello que ha permanecido oculto durante siglos será revelado ante los ojos de las multitudes.


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El milagro de los peces Sergio Osorio

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l líquido negro caía sobre el tepetate sin hacer mucha espuma. Encontraba su camino entre las grietas de la roca hasta llegar a la zanja que rodeaba la casa. Una vez que estuvo vacía, Jesús arrojó la botella de plástico; tomó otra de la caja más cercana y comenzó a girar la taparrosca sin que saliera el gas. Dio un trago que escupió y de nuevo tiró su contenido. Lo mismo hizo con la siguiente hasta que lo interrumpieron los gritos y el llanto de su mujer en el interior de la casa, quien, desesperada, intentaba dormir a las tres niñas que se habían despertado alarmadas. Movió la cabeza negativamente y, con tranquilidad, continuó su labor de alimentar el arroyo de coca-cola zero… R13l, coca-cola lata, R13m, coca-cola quinientos, R18p, coca-cola un litro, S12, sprite de quinientos, M11m, manzanita de lata, D12 o D10 ciel de…, nada, su cerebro no había podido memorizar todas las claves y tenía que hacerlo; entre tanto llevaba a diario las listas a modo de acordeón que elaboró cuidadosamente con letra minúscula y ordenadas según la frecuencia de la demanda. Cuando no pudo recordar la siguiente clave arrojó contra el muro de su casa una cocacola de litro que al caer comenzó a echar espumarajos; era quizá el único refresco que no estaba rancio. Antes de tomar la siguiente, contempló con detenimiento la pila de botellas y maldijo su suerte. No podía venderlas a nadie, ni siquiera rematándolas como había hecho otras veces; tampoco valía la pena hacer un viaje extra por esos pueblos de indios que 40

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salen al camino para comprarle directamente cajas y cajas de esa mierda para hincharse toda la semana; no, ellos sólo compraban las de la "botella roja", como decían. D12m, ciel de litro, sí, D13m, ciel de litro y medio, no, de medio litro -a estas alturas ya debía saber al menos ésas-, coca-cola zero, ¿cuál era la clave?, no lo recordaba; si al menos hubiera vendido algunas, pero aquí, se decía, entre estos ranchos quién chingados la va a comprar. Nada de viejas anoréxicas, nada de restaurantes, nada. Los de las tiendas simplemente decían que de esa porquería no dejara nada. En balde sus ruegos y los pobres argumentos de vendedor sobre las propiedades que tenía en la dieta, pendejadas en las que desde luego no creía. Al final, Jesús volvía cada noche con su camioneta repleta al depósito. Al día siguiente cargaba de nuevo con ellas en una jornada de catorce horas. Cuando llegó la quincena en su recibo leyó la cantidad de cuatro mil quinientos pesos, cifra nada despreciable, pero el desconsuelo se plasmó en su rostro cuando vio, más allá de las deducciones de ley, su esfuerzo cortado por un adeudo de dos mil pesos por concepto de "producto consignado". La rabia que sintió se transformó en profunda amargura porque, aunque sabía por sus propios compañeros que eso ocurriría, tenía la esperanza de que fuera una broma de aquellos veteranos: "vende esas chingaderas o te las van a cobrar pendejo; neta, véndelas aunque invadas otra puta ruta"; le habían dicho con justa razón. Ahora la tajada era irremediable.


Al llegar a su casa, entrada la media noche, no esperaba pelear con su mujer como ocurrió; pretendía descansar las cuatro horas de que disponía. Iba a beber un café y comenzó todo: la letanía de las cuentas y de las deudas que acongojaban a su mujer lo empujaron a extender en silencio el talón de pago. Ella comprendió enseguida y comenzó a despotricar en su contra. La discusión se desató. Jesús siguió con el café, hasta que una queja más desató su ira, y arrojó la taza contra una ventana para no golpearla a ella. Ese fue el límite y prefirió salir de casa sin hacer caso de las disculpas. Ahora serían más de las dos de la madrugada y el frío adormecía las manos. Pensaba que ella debió quedarse en Estados Unidos, allá tenía trabajo, sus hijas tenían la nacionalidad, él no. "Se hubiera quedado la pendeja", musitó. Su mano temblaba como anunciando un nuevo acceso de ira, pero se contuvo y tomó otra botella R13m para entretener su mente como si la vaciara de los pesares. No golpearía otra vez a su mujer, prefería esperar a que se apagaran los ruidos y las luces para entrar y descansar un rato en el sillón de abajo; tal vez el frío no lo dejara dormir, pues el plástico no detenía el viento. Miraba los enormes ventanales de su casa estilo norteamericana que no había terminado; "ni con cinco mil pesos pongo todos los vidrios", se dijo. R12, coca-cola retornable de dos litros, R12l, coca-cola desechable de dos litros, R12m, coca-cola…, esa última tampoco la recordaba. Ya repasaría la lista por la mañana camino al depósito. Sabía que no podía seguir trabajando para esos miserables por demasiado tiempo, pero ¿dónde más?, ¿en la cárcel?, para entrar ahí de custodio necesitaba veinte mil pesos; ¿En la mina?, había muchos

antes que él esperando y con familiares dentro ¿y el gabacho?, no, nadie le prestaría para pagar el coyote, y si lo atrapaba nuevamente la migra significaba tres años de cárcel. N12m, otro de litro, N12l, el mismo pero de lata, ¿cuál era la N12? Se dio cuenta que su repertorio era muy limitado y, con el cansancio a cuestas, aún las más usuales se habían escabullido de su mente. Se habían apagado las luces de la casa y era el momento de entrar. Estaba tranquilo. Entendía que la mujer no tenía la culpa de su desgracia y que hacía lo posible por mantener la casa a flote. Él era proveedor y responsable de todo. Regresaría a su cama donde ya debía estar dormida y esperaría de nuevo las disculpas para aceptarlas cariñosamente. Ya descansado podría estudiar las claves durante el desayuno. Dejó la botella que estaba por vaciar y la depositó en su caja. Dio un largo suspiro y, antes de entrar, miró hacia el tendedero: una de sus dos camisas de trabajo ondeaba seca como una bandera roja sin gloría. Recordó que su mujer la había lavado para el siguiente día, pero ante el altercado olvidó meterla para plancharla. Jesús pasó por alto ese detalle y la descolgó, pero, al meter la mano en el bolsillo, notó una bola de papel, la sacó y contempló los restos de sus listas de productos. Quiso extenderlos inútilmente con sus entumesidas manos. Las dejó caer y al momento sus ojos verdes se inyectaron de sangre, "¡Hija de su puta madre!", dijo alargando las palabras; giró sobre su eje con los puños cerrados. Dio un pisotón de toro sobre el tepetate que cimbró el líquido de las botellas. Se dirigió a ellas y con una patada derribó la pila de cajas repletas de coca-cola zero. "Hija de tu puta madre…", susurró nuevamente con tono sereno ya camino a la casa y continuó repitiendo la frase hasta que entró tras un sólido portazo… delatripa: narrativa y algo más

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Abstracciones sobre mi especie Angel Edgar Damian Peñaloza

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si nos quitamos tapujos y enfrentamos la realidad, ¿acaso no seremos capaces de encontrar la respuesta a toda duda sobre nuestra actualidad? Comenzaríamos necesariamente echando una mirada al pasado, recorriendo de reversa el laberinto y dejando recuerdos en lugar de migajas que nos harán regresar; en el inter podremos encontrar la enorme cantidad de piezas, de un rompecabezas que en algún momento preferimos abandonar y que hoy se desploma sobre nosotros. Cada pieza que intenta aplastarnos es prejuicio y perjuicio, aprendidos, o líricamente aplicados, cadena errante que amarra el futuro, anclándolo irremisiblemente a un pasado que sin lógica se encuentra en el presente. Así es como aparecemos ansiosos de perseguir al futuro, intentando siempre sin lograr alcanzarlo; orgullosos de un pasado muy falseable (ya que la historia se basa en registros inciertos, pero aceptados) mientras envejecemos. ¿Será acaso que en nuestro neurótico entrenamiento jamás nos enseñaron a ver el presente? Parece una pregunta nacida de la más pura paranoia, y sin embargo ¿quién se atrevería a negarla? Es quizás el asunto menos trivial, y también el más intocable, o por lo menos el más grande tabú; es la verdadera pangea y sus pilares en forma de tortuga o elefante son tan frágiles como gigantes. Una manipulación sublime aplicada por un guionista tan antiguo como la humanidad, que 42

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siempre estará en boga, tan vital en este mundo como lo es el dinero, alguien del que nadie sabe, o por lo menos recuerda su nombre, su identidad es ajena a nuestro pensamiento; porque quizás así fue planeado. Este autor-guionista-director, nos plagó de dioses, razas, monedas, fronteras; e incluso una idea estereotipada y rígida de lo que es la libertad. Cultivó la idea de que cada uno es mejor que el otro, y nos lanzó en la eterna espiral descendente de la lucha por tratar de ser siempre el más veloz, el más fuerte, el más alto, el más inteligente, el más bello. Y dotó a los ganadores del derecho necesario para pisotear a los demás y ser alabado por los despojos que ensucian la planta de sus pies. Suena exageradamente estúpido, pero es totalmente real. Y todo porque el ser más razonante de la faz de la tierra prefiere permanecer así, asentado en la ignorancia que es la zona de confort que cubre el 100% de la superficie terrestre. Algunos la ocupan sin saber, otros sin querer, y otros tantos como medio de subsistencia. En ningún caso alguno de los participantes da visos de querer abandonarla. El que no sabe, no quiere saber. El que está sin querer, pretende ignorarlo. El que en ella subsiste, ocupa su vida tratando de convencer a los otros de que también lo ignora. Así la humanidad se convierte en la eterna serpiente que se devora por la cola, sabedora del dolor que cada nuevo bocado provoca.


La ciudad perdida* Odette Alonso Homenaje a Italo Calvino

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a última vez que miró el reloj faltaba un minuto para las tres de la tarde. Había caminado bajo el sol durante horas, con la mochila haciéndose más pesada sobre la espalda y el polvo pegado a la piel y cubriéndole las botas. La tierra se levantaba a cada paso en nubes que opacaban su visión. Se detuvo a beber el agua hirviente de la cantimplora y, al alzar la cabeza, un punto luminoso la encegueció. Por un instante dudó que fuera cierto, pero al repetir el movimiento seguía brillando en el mismo sitio, deslumbrante. Apresuró el paso y llegó hasta donde brotaba el destello. Era una especie de dije transparente, liso, como de cuarzo rosa.

Lo limpió del polvo frotándolo contra su camisa sudada. Parecía una gota de agua inmensa, casi del tamaño de su palma. Respondiendo a una compulsión instintiva lo apretó, y entonces supo que no estaba sola: empezó a oír, en volumen creciente, fragmentos entrecortados de risas y voces. Lentamente alzó los ojos de la piedra al horizonte. Allí, a unos doscientos metros, estaba la ciudad perdida. Tal como se la había descrito el maestro, tal como la había soñado durante años. Sin paredes ni techos. Sin nada que la hiciera parecer una ciudad, excepto una selva de tubos ramificados que terminan en grifos, duchas, sifones, rebosaderos. Y allí, un grupo de mujeres, con apariencia de ninfas o náyades, retozaban en las bañeras, se arqueaban bajo los surtidores. Los chorros,

espectrados, dispersaban la espuma. Los hilos de agua brotaban como abanicos multicolores desde las duchas. Enormes cataratas desbordaban las tinas. Un reflejo rojizo atravesó como un disparo el limpio cielo de la tarde. Un alarido sobrenatural la ensordeció. En lo más alto de la estructura se balanceaba la silueta de un ahorcado; debajo, los surtidores arrojaban flamas. Dos torretas de humo denso se elevaban y, a ambos lados, las llamas simulaban los ojos de un demonio. Las mujeres corrían, desfigurados sus rostros, llagada la piel. Amenazadas, rodaban por las escaleras o saltaban al vacío. Súbitamente, una lengua de fuego se desprendió del edificio invisible y voló hacia ella. Tratando de esquivarla, cayó sentada sobre el polvo. De inmediato, sintió la humedad en su mano. La gota gigante se había vuelto agua, se escurría entre sus dedos y era absorbida inmediatamente por la tierra. Un silencio profundo la rodeó. La visión había desaparecido. De nuevo estaba sola en medio del desierto, bajo el cielo limpísimo. Sobre la esfera del reloj brillaba la última gota de agua, diminuta. Eran las tres de la tarde.

* Este cuento forma parte del libro Hotel Pánico, pronto a aparecer por el sello editorial de la Universidad Veracruzana.

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Conversando en el chat o El arte de no decir nada Giovanny Rubio - ¿Qué más? - ¡Hola! - A los años - Loco no. - ¡Cabezón! - Mafer ¿cómo estás? - (Léase emoticón) - Te enteraste… - No - Le has visto al… - No - Gabycosita!!! - ¿Qué más? - (Contesta mierda) - Sabías qué? - No… Oye has chupado!!! - Bebido ha de ser… - … J aja ja aj aj aj - Nos vemos - Ahí nos vidriamos!!! - Cuándo salimos? - Ponga día, hora y cancha - No me digas… - Así huevón. - Qué has hecho… - O. K. - … ??? - No y no… y no puedo con esta mierda!!! 44

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Cruzada 101 por la cultura Giovanny Rubio

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royecto sin antecedentes, sin justificación… sin objetivo principal definido y con los objetivos específicos diseminados en la monotonía, la falsa moral, el eufemismo, la gloria de uno que otro Juan (según el corazón y la sangre chute), el apuro de la feria, los gritos del comercio, la compra y venta, el tontodromo, el mallodromo, la zona… en fin perdidos en la memoria de un Ambato heredero de una alta moral burguesa que mantiene secuestrada la cultura y el arte en cuatro paredes pútridas…, perdón, públicas, con políticas culturales paupérrimas -por decir algo, pues no creo que se puedan llamar políticas culturales: al activismo, a las ganas de presentar las mismas actividades una y otra vez en los escenarios-, de importar eventos que en la capital han perdido la razón de ser; y hasta a copiar monumentos en el mismo molde que señala la mediocridad, o entregar todas las paredes al elegido para herir nuestros ojos con el reflejo de baldosas de colores. Así como no se puede llamar interculturalidad al tener en la ciudad varias cooperativas manejadas desde los indígenas, que aprendieron bien la lógica occidental de la usura y la ganancia, o comprar en la feria un atado de ajo macho a la mujer que aun te dice: "Lleve ajo patrón". El otro día escribía en mi Facebook, "me voy a pelear con todo el mundo, menos con usted…" por que usted, al igual que yo, entenderá los motivos de este proyecto - más bien una movilización de voluntades - por que cuando hablo con usted, me expresa también

las mismas angustias y desesperación, de vivir, no en una ciudad, sino en un Pueblo Grande, dónde las bibliotecas atienden en jornada limitada, los teatros sirven solo para la gloria del señor y el lucro de los pastores; donde las calles y los parques, se llenan todos los días de horrible adoquín con formas básicas de decoración; pueblo donde van a parar a los eco tachos, todos los desechos que produce la modernidad, sin un criterio básico de reciclaje, además de ser un obstáculo que impide la normal movilidad de los seres humanos… con una de las peores terminales interprovinciales del país. Usted, hermano, amigo, vecino… me cuenta que ya no se hace cola para coger los buses, que los hombres viajan bien sentados en los mismos y se ha perdido la buena costumbre de ceder el asiento a las mujeres y los niños; que el pueblo grande, de a poco va perdiendo su gran fiesta, porque no ha sido innovada y los turistas prefieren irse a otros destinos a disfrutar del carnaval. Que tiene dos canales con una programación de muy discutible calidad, tres periódicos, que no hacen un medio… tres revistas esnobistas. Pueblito que aún es machista y racista… Amigo, le invito a realizar una fiesta cultural todos los jueves, una fiesta desinstitucionalizada, libre, nueva, que acoja sin juzgar a todas las formas de arte, de pensamiento; queremos devolver a Ambato su antigua gloria, a los jóvenes la palabra, a los artistas la luz… por eso, hacemos esta invitación, a sumarse en esta cruzada, universal, amplia, sin tapujos, porque sé además, que tienes delatripa: narrativa y algo más

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muchas ideas que compartir. Si alguna vez en la calle, o en el bar, te quejaste de la pobreza de cultura que tenemos, que se debería hacer algo. Es la hora, ven el jueves 23 al atrio de la Biblioteca Provincial (Castillo y Sucre) a las 19 h; ahí lo discutiremos ampliamente, ahí programaremos cosas nuevas, recuperaremos nuestra identidad (o la reconfiguraremos) ahí nos reconoceremos mirándonos a los ojos. Ssi nopuedes este día te esperaremos una semana, quizá dos, tal vez un mes, puntualmente, todos los jueves, y si no apareces, porque la comodidad de tu vida o tu trabajo, no te permiten, amigo, hermano… camarada: también tendré que pelearme con Usted. Un último Favor, comparte esta información.

Proyecto de Juglares Urbanos (Juglar Urban Project) Juglarmanía para los días jueves 1. Zanquero y paraguas, lectura de poesía 2. Pequeño submundo urbano - sillas aéreas 3. Del duende y otros demonios 4. Máscaras y colores. Aprovechando la luz de los alumbrados públicos 5. Concierto en el aire 6. Recital poético parasintético 7. Radio hedionda, la de mejor onda. 8. Parquiroflexia 9. El enemigo público # 1 (Periódico) 10. Intercambio de libros 11. Lo que digan los demás.

Cruzada 101 por la cultura ¿Qué convierte a un pueblo grande en Ciudad? En Ambato, existen al menos 10 instituciones que deberían trabajar por la cultura y el desarrollo integral de las artes. Y es que la acumulación de edificios modernos, el número de habitantes, los servicios básicos, las universidades, los establecimientos financieros, los equipos deportivos, los parques y una larga fila de etcéteras, por sí solos no hacen de un pueblo una Ciudad, peor aún una ciudad cosmopolita, o un referente de vida metropolitana. Lo hacen sus habitantes, su cultura, sus fiestas, sus expresiones artísticas, en fin sus instituciones culturales y sus programaciones serias y de calidad. 46

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Amigo, el sábado estuve en un concierto de rock, en la "Capital del Rock", como lo denominan entusiastas músicos a este Ambato "altivo" como reza la canción, y es triste ver, que a pesar de los esfuerzos que hacen las más de 100 bandas de música de este género, seguimos teniendo audiencias inferiores a las doscientas personas; los espectáculos son pobres en asistencia y ya por nada vienen a visitarnos de otras provincias en procesiones luctuosas los rockeros del Ecuador, y ojo, que solo estoy hablando de un género musical… nada que ver con la movilización que detenía la ciudad con el singular desfile de trajes negros y pelos largos en la década de los ochenta y noventa.


Y es que también los organizadores de los eventos nos han engañado. Desde que tengo uso de razón, no se ha presentado toda la cartelera programada. Al final, parecería ser que las cabezas huecas de mi ciudad, prefieren asistir a lamentarse con música chicha o mover el culo con reguetón, perreo o bachatas agresivas y vacías. (no juzgo ningún género musical, cada cual llena su cabeza de lo que quiere) pero hermanos, acaso no estábamos hechos de otra esencia, de una mejor musicalidad y disfrutábamos de órdenes más rebeldes de vida. También he asistido a un recital poético corriente en la CCE, y a una función de teatro "educativa" encaminada a que los niños ahorren energía eléctrica; déjenme decirles, la mediocridad ha tomado los escenarios, el facilismo invade el arte… y es que son algunos años ya que la cultura ha venido a menoscabo en este pueblo grande. Acepto mi parte de culpa y quizá usted también la acepte dado el valor que tiene su corazón, pero BASTA, regresemos a ver a los más grandes culpables; las instituciones encaminadas a regir la cultura en las ciudades, a aquellos que tras los escritorios se llenan la boca de palabras amables y de egoísmo lacerante al pretender entender, saber y pensar por todos nosotros; para darnos lo que supuestamente nos gusta. BASTA, porque estoy peleándome con todos: aquellos que pudiendo hacer que este Ambato crezca de pueblo a Ciudad, no lo han hecho, porque su vanidad no ha permitido conversar con la gente que hace arte, con la gente que mantiene la cultura.

exposiciones, diez veces en igual tiempo, y siendo optimista, las calles están vacías de cultura, por ordenanza. Estos tres ejemplos, le darán que pensar, y por eso decimos: ¡Basta! Es posible, que si sigue mi perfil en el Facebook, se pregunte, qué pasó el jueves 23. Pues, estuvimos allí, puntuales 30 gentes, ambateños, que aplaudieron las intervenciones artísticas; que escucharon como se maneja la ciudad culturalmente y que se fueron llevando algo de nuestras almas a su casa. Nuevamente le invito, mi pana, a participar de esta fiesta, otra semana más, un sueño más, este jueves treinta de mayo, a las 7 P.M. en la Sucre y Castillo (Fuera de la Biblioteca Provincial), para hacer de esta la tierra de mis ancestros, un emporio de cultura, un espacio digno para crecer espiritualmente, una puerta de cambio en el pensamiento. Si no puedes este día te esperaremos una semana más, quizá dos, tal vez un mes, puntualmente, y si no apareces, porque la comodidad de tu vida o tu trabajo, no te lo permiten, amigo, hermano, camarada: No pidas que mejore la cultura, y no esperes de este pueblo, más de lo que tú le das. Un último Favor, comparte esta información. Proyecto de Juglares Urbanos (Juglar Urban Project).

Tome nota: El teatro Lalama, el más representativo de la Ciudad, tendrá ocupado su escenario con no más de veinte programaciones al año. Los museos, desarrollarán delatripa: narrativa y algo más

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Las últimas preguntas de Catulo antes de morir Andrés Cisneros de la Cruz

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n epitafio, un epigrama coagulándose en su lápida, es este poemario, Muerte de

Catulo, de Marco Antonio Murillo; libro que en su segunda edición, realizada por Rojo Siena, da a notar un trabajo poético equilibrado y serio, con ciertos tintes trágicos (siguiendo la jugada "elegiáica"), que se diluyen en una reestructuración discursiva del poeta latino. Cuando un poeta escribe desde el trono invisible que da a sus ciudadanos un imperio, su escritura es uno de los tentáculos o rizomas que braman, cintilan de ese sol de piedra y leyes, de ese Masculino autoritario que rige su entorno bajo el látigo de sus ondas, que se expanden para ganarle espacio al régimen de la naturaleza. El poeta que vive bajo este designio, es un hombre que teme más que a la muerte, a la mala vida. Y más que a la mala vida, al olvido, que es sinónimo de haber sido Nadie. ¿Esclavo? Probablemente. El designio del nacimiento para los cuerpos que brotan de la madre, es de un peso tal, que los humanos para cambiar su destino tienen primero que entender la estructura de su mundo (sea el físico orgánico o el nemotécnico neurológico, espiritual dirían otros, pero más material que un átomo, tal vez por eso su fijación con Safo, una proscrita entre los presocráticos); entender la figura física del mundo que le ronda: el halo primero. Pero en los imperios, la conquista de la materia, geográfica o corpórea, ha sido institucionalizada en jerarquías, en estructuras de renovación, de acuerdo a la "ruptura" que represente la clase ascendente: una contraposición efímera, que en algunos círculos se llama "contracultura" y en otros, "contracanto", porque a la apariencia, apunta Murillo, "nadie imaginaba que su poesía iba a reconstruir los muros y las estatuas después

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del incendio. Nadie imaginaba que con ella sería posible castigar a todos aquellos que amaran más allá de las leyes del amor" (p. 24). Por eso el cadáver de la poesía de Catulo, apunta Marco Antonio, es la biblioteca lúbrica y pasional que alimenta una tradición lírica, epigramática y paradójica del imperio romano, pues expone, a costa suyo, el tras bambalinas de una política "colosal", siguiendo esa línea cínica (que en México se ha confundido con la desfachatada) como la de Héctor Carreto en su Coliseo, y que en un ejercicio de inter texto, como en gran parte de libro, en diálogo con Cardenal, con Lizalde, con el mismo Valerio, o San Juan, incluso, alude al espectro órfico, a esa religión solar antigua que en algunas bocas aún intenta pervivir con su cadena de siglos: (p. 28, cito del poema Coliseo): "Orfeo lo que de él queda si queda lo que un día intuimos". Con este ejercicio el poeta de Muerte de Catulo logra hacer vigente un problema de sectas en franca lucha por su supervivencia. Y al mismo tiempo una denuncia del absurdo del poder robado de ésta a tradiciones ancestrales de culto femenino, por eso, escribe: p. 29, "¿qué diría César si supiera que tus poemas son plagio de otro poeta más antiguo que las antologías?". Y llama la atención la alusión a una "antología", y que nos remite directamente a dos cuestiones: 1. La primera antología, que es la Biblia, y que se imponen canon, todavía para los adánicos y evangélicos. Y 2. El apunte actual del intento por abarcar en "antologías", más que cánones, pretensiones de poder. Las "cármenes" que también utiliza el poeta en Muerte de Catulo, igual que lo hiciera una generación deudora a Carlos Montemayor, entre ellos Víctor Manuel Mendiola o José Ángel


Leyva, sostiene la altura de Golia, borracho adefesio para la moral ascendente del cristianismo, peleando con un Gargantúa, el mejor trago para su noche dionisiaca, mientras Apolo se empecina en construir un castillo de palabras sólidas, de bellezas inmemoriales. ¿Serían estas las preocupaciones de Catulo? La duda de cómo esculpir un monumento, no al placer, sino a la estructura "calamidosa" de las pasiones? (Pulsiones, dirá Freud, siguiendo la línea clásica de los arquetipos griegos, en su afán novelesco). La tragedia de las clases, y lo más cruel, la imposibilidad de la materia, por volverse otra Mente, y estar constreñida a su alcance, a su flexibilidad que en el tiempo va deteniéndose hasta volverse una vieja momia. ¿Para qué la eternidad cuando el infinito no nos pertenece? Espejo volátil de una vida perfecta rompiéndose en los puños de los hijos del tiempo. Por algo Catulo con su humanidad masculina, con su propiedad de Amo, con sus poder de Escriba, y su inteligencia de Ciudadano Romano, se ha vuelto para varias generaciones de poetas mexicanos una especie de modelo a seguir: un traje que le sienta bien a cualquiera que carga en las venas la pulsión apropiativa (véase En marcha hacia la concreción, de Enrique González Rojo): el deseo de tener, no sólo a los cuerpos o la tierra, sino lo inmaterial: sus creaciones; sus palabras. El estado "espiritual" del Estado de las cosas es el orden y fundamento para su función, y de no ser así, su función se vuelve irrelevante, o adversa; caótica. Lesbia (o Safo, madre del himeneo catuliano) sabía que la muerte es de quien la posee. Fuera de eso, lo demás es sólo arena puliéndose en la piedra del mar. Y para el imperio romano aún vivo, el amor como un sol. Porque entre Amor y Roma hay sólo un espejo. ¿No es con sus ruinas y todo lo olvidado sólo preguntas lo que nos dejan las culturas, las civilizaciones? Walter Benjamin diría también las barbaries. ¿Es así sano pre-

guntarse si era "amor u odio" su envidia y deseo por ella, la poesía contraria a la de Anacreonte? ¿Júpiter u Orfeo? Murillo capta esta diatriba ontológica. Este "ser o no ser" de Catulo. Por eso lo documenta con palimpsesto o hiperdiscurso, links de otras derrotas, y apología a sus victorias. Casa habitable es la poesía de otro, cuando aún no hemos construido la propia. ¿Lo que construimos no es acaso lo que aprendemos? ¿Y no somos, si es que somos, de donde aprendimos? Y si la escritura es epistemología pura, la poesía es ontología en deconstrucción. Baco abre la fiesta con un brindis: "choquemos nuestras copas / para dar vida a esta fiesta / como a la hora de hacer el amor / que se rompan. Nuestra sangre / nos devolverá a la astilla, / humedad de la que provenimos": es una pretensión de ruptura, el trueno, la grieta, la astilla. Imágenes que pueden asociarse fácilmente entre sí, pero que separadas tiene significados tan distantes. Pero de eso se trata el arte de la metáfora, que puede ser ocupado para convertir algo en otra cosa, o para simplemente hacer pasar algo por algo que no es. De ese contraste es que Marco Antonio, seducido por Roma más que por Egipto, con una prosopopeya vuelve la astilla, origen del ser. Humedad primaria. Y al Oráculo, el poeta lo vuelve oposición: reina de nueve pares de piernas abiertas copulando con nueve hombre al mismo tiempo, y cito (p. 12): "Ungüeto de amor, antídoto, tuviste, Sibila, todos los nombres posibles". El dominio de los poderes de la naturaleza llevó a los hombres a nombrarlos "dioses"; sólo para domarlos, ofrecerlos a la paz; la clama; para domesticarlos. Todos los Poderes de la naturaleza, todos los dioses, sujetos a sus nombres. Con eso dieron poder al Miedo que representan cada uno de esos poderes. Y los Miedos, guardados en envases de dioses, gobernaron también la voluntad de los hombres. Por eso lloran y piensan que todo fue en vano, cuando ejercen el más alto de todos delatripa: narrativa y algo más

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los poderes: la muerte. ¿Si desde esta perspectiva escribe el poeta, qué enseñanza es la que lo rige? Roma (astilla de humo, dice Murillo), es la puerta al politeísmo, a la división de todos los poderes. Por eso Saúl Ibargoyen, afirma que también esa perspectiva es poesía "protestante", contra el sistema, ese sistema que refiere todos los poderes en una sola mano como un racimo de cabezas, o un trofeo invertido. Valerio Catulo y Marco Antonio Murillo no son excepción al lenguaje del imperio, como no lo es ningún poeta que no haya creado un lenguaje propio. Por eso los poetas son radiografías del

deseo. Murillo y Catulo son ciudadanos de un mismo mundo, que pervive, buscando trasmigrar en su testamento antológico a las generaciones que con esperanza quieren ser ciudadanas de un mundo pacífico, pero sin el sacrificio (desmesurado) de las pasiones. Por eso vale la pena leerle las líneas de la mano al cadáver de Catulo en este libro que recoge órganos dispersos de un poeta desmembrado en los poemas de otros, en la tierra latina que lejos de su tierra se mantienen fiel a esa impronta. Por eso vale la pena intentar responder las últimas preguntas que Catulo se hizo en su lecho de muerte.

Tonto-s Dayan Gamboa

V

oy a llegar y decirles: "Este tonto tiene carácter". Me considero tímido pero creo que no por serlo, soy un tonto. El mundo lo ve diferente. ¿Qué tengo que decirle al mundo? Me asombra tu contraste… Regreso a lo que iba, llevo la cruz en el silencio. Me pregunto en qué nivel están los ignorantes, los ridículos, ¿por encima o debajo?

Tengo miedo de ridiculizarme. Me trastornan las citas. He perdido práctica al hablar, como si se dejara de escribir un tiempo y la letra sale fea. Con los desconocidos hay que sacar la versión más hipócrita de uno mismo. Sólo quiero estar en casa disfrutando mi privacidad. ¿Es demasiado? ¿Por qué se asusta la gente cuando dices lo que te gusta y lo que no? La humanidad evoluciona lentamente. Si todos fueran siempre jóvenes no habría amargura.

Dicen que lo tonto se trae en la mirada, también en el andar. Mis ojos son largos, caídos. No soy elegante pero camino recto; hablo jalando las palabras. Dicen que otro rasgo es el fracaso. Eso me recuerda que "después de un fracaso, los planes mejor elaborados parecen absurdos".

Creo que por fin me llegó la hora. Cuánto ha pasado. No temeré más demostrar quién soy. Ya basta. Subyugación, basta. Como hombre me doy vergüenza, pena.

Monotonía. De la casa al trabajo, del trabajo a la casa. Sábados en casa. Domingo al parque y después a casa. Los cerros atrapan. Lo mismo sucede con los muros. Son puertas que se abren al interior.

En la empresa soy el platillo al que todos meten mano. Bueno, hay unos que son como yo pero más discretos; no buscan a nadie y nadie los molesta. Son estatuas en rincones polvorientos. Por qué no pasaré desapercibido como ellos. Qué

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tengo para que otros exploren los límites de su ingenio en mí. Hoy van a salir muchas verdades de mi boca. Que se preparen los oídos más sensibles. Le diré a Enriquez marica, que lo he visto de la mano con un tipo; a Fabián que no hay hombre más detestable que él; a Ramiro, perezoso; a Jorge que su esposa es horrible. No sigo. Aún ignoro lo que le diré al jefe pero si me tira un limón yo le devolveré una toronja. Me visto. Camino. La basura sigue en huelga. Todo es porquería. Llego a la empresa. -Tarde, pepinillo -me dice Jorge. -Alguien acomódele la corbata -dice Enriquez. -Mejor que le hagan una colombiana. Así saca la lengua -dice Ramiro y todos ríen. No entiendo. Insisto, se llevan al límite. Entro al cubículo. Mi computadora tiene virus. El bote está lleno de basura, mis archivos desorganizados. Debo poner…, pero me falta pensar la sucesión de las cosas. De lo que estoy seguro es de que no desperdiciaré este vértigo. Van a saber que cualquier persona tiene orgullo. Se miran y me llaman de distintas maneras. Me lanzan bolas de papel, se miran y ríen. Las estatuas se oscurecen. Trato de arreglar mi computadora porque si no el jefe… Ahí viene. -¿Jugando? Le hago saber que la computadora no funciona y le pido una nueva. Chilla los dientes. -Va a salir de tu bolsa. Me la autoriza. La instalo. Trabajo. Escucho: "Sáquenle una comidita al tonto". Me subestiman. No soy tonto, si lo fuera no sabría que lo soy. ¿Con qué voy a empezar, con una explosión o serio, inteligente? ¿Con quién?

No digo nada. -La próxima semana me toca -mira a los demás y ríen. Niego. -Son cinco tortitas. Ándale -dice Ramiro. Comienzan a cantar: "Codo, codo… Qué codo". Me levanto y pregunto de qué las quieren. Salgo. Cruzo la calle y entro a un local. Pido las tortas. Me las dan. Camino, las abro y escupo en ellas. Regreso a la oficina y las reparto. Comen. Por un instante me dejan pero luego vuelvo a ser su objetivo. Llega el jefe. -¡Estos cálculos son un insulto! Me tira los documentos al escritorio. Los veo. No escribí eso, nunca fallo. Alguien los alteró. Cómo explicárselo. -Componlo. Se va. Desanudo mi corbata. Echo los papeles al bote de basura. Le doy un puntapié. Me paro frente a ellos. Le digo a Enriquez, marica, a Fabián, bastardo; a Ramiro, holgazán. Hablo pestes de la familia de Jorge. A las estatuas las llamo cobardes, fantasmas. Todos callan mientras de mi boca salen yunques. Viene el jefe. -¡Qué es esta locura! Me le quedo viendo. Los demás revuelven sus voces. -¡Qué te pasa! Lo veo. -Usted es escoria -le digo-, menos que basura. Me despiden. Nadie dice nada, prefieren no verme ni verse entre ellos. Salgo con los hombros en alto, aunque me quedo con ganas de decirles: "Quién es el tonto".

-Oye -me dice Fabián-, invítate las tortas. delatripa: narrativa y algo más

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Veinte kilómetros Jesús Guerra

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ada movimiento de aquel viejo tiene una enorme carencia de energía", se dijo Marko mientras observaba a un hombre trabajando a unos metros. El hombre traía puesto un gastado y sucio overol; trapeaba el piso, los ojos fijos en el trapeador que movía con lentitud. Marko esperaba cómodamente sentado y sintió un malestar mientras observaba al hombre. Tenía rotundamente prohibido fumar, pero aun así tomo un cigarrillo y lo encendió. Le gustaba ver la minúscula explosión del fósforo, la combustión y después la flama amarilla y compacta. Mientras saboreaba el humo y lo absorbía directo a los pulmones, recordó a su entrenador, Mike, gritándole que por cada cigarrillo, tendría que correr cinco kilómetros sin detenerse. "Al diablo con Mike y sus cinco kilómetros" dijo Marko en voz alta, aunque nadie le escucho. Desde hace tres horas, era "ÉL", campeón mundial de peso medio. Si quería fumar un cigarro, lo haría sin problemas. Esperaba en el pasillo a que le hablasen, para ir ante medios y hablar de su triunfo: "¡No fue sorpresa para mí, sabía que ganaría!", o "estamos muy contentos, yo y mi equipo nos esforzamos mucho y ahora nos toca disfrutarlo", "fue un excelente rival, muy bien preparado, pero al final, ganó el mejor". No eran frases maravillosas ni muy ingeniosas pero servirían. Además, él no quería estar ahí, todo eso de los medios y las risas hipócritas era idea de Mike. Lo que Marko quería, era irse a emborrachar. Había otra cosa que Marko quería hacer, pero eso ya no era posible. Había arruinado su relación con Verónica, ahora ella, 56

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ya no podría escucharlo hablar de su victoria y lo fuerte que pegaba y lo fuerte que pegaban sus rivales. Al comienzo de todo, Veronica lo escuchaba, mientras él, aun excitado por el combate, le hablaba sin respirar, casi, de cómo había sido la pelea; su punto de vista, lo que había pensado y lo que había hecho entre golpe y golpe. Verónica ahora vivía con otro hombre y aunque no era campeón mundial, ese otro se acostaría con ella esta noche. Marko se sintió un poco peor y apagó su cigarro con cierto coraje. Deseó que el cigarrillo fuese su propia estupidez, su arrogancia y su maldita incapacidad para no haber prevenido su rompimiento con Veronica. Habían puesto a dos guapas mujeres a cada lado del podio, donde Marko hablaba. Las chicas estaban vestidas con ropa diminuta y bien ceñida, pero Marko no pensaba en ellas, tampoco en las preguntas que cada reportero hacía por turno. A pesar del cierto orden de la rueda de prensa, había ruido y los flashes de las cámaras molestaban a Marko, causándole dolor de cabeza. Se apresuró para terminar rápido. Dió las gracias por todo el apoyo y salió de la habitación. Algunos amigos y el propio Mike lo esperaban para irse a celebrar, pero Marko pudo esquivarlos por otro pasillo. En la calle, subió a su auto alquilado y aceleró para escapar de todo lo que no tenía sentido. Sabía exactamente a dónde se dirigía, pero no fue consciente de ello hasta que estuvo a pocas cuadras de la casa de Verónica. Le pareció extraño pero se dejó llevar. Mientras apagaba el motor miró el cielo oscuro y una luna pequeña pero muy brillante. Encendió la ra-


dio y otro cigarrillo. Mentalmente y por costumbre se dijo: "diez kilómetros". La casa era bonita. Dos pisos y patio con pasto verde, iluminado por una serie de lamparitas en el suelo. Imaginó a Verónica cuidando y regando las plantas; feliz y tranquila en ese lugar, lejos de él. Vió dos siluetas que pasaban por la ventana, algunas veces con mucho movimiento y otras, con una inmovilidad fantasmal. A Marko no le gustó la incertidumbre de no saber a quién pertenecía cada sombra. "Están ahí" se dijo, y ya no trataba de hablarse a sí mismo mentalmente. No había nadie alrededor, así que podía darle a las palabras la fuerza y el tono que quería, como si fuesen golpes lanzados con odio hacia el contrario. "Ese idiota ni siquiera es un campeón" ahí va un gancho; "Seguro no es ni la mitad de hombre que yo", un recto. Aunque lo aliviaba un poco no era suficiente. De todos los recuerdos dolorosos que se le lanzaban encima como fieras, el que más daño provocaba, era el de cuando desnudaba a Verónica. Le encantaba hacerlo. El ambiente electrizado, la fuerza de cada movimiento, junto con la potencia de cada caricia y mirada. Siempre que desprendía la ligera tela de una blusa, bra, braga o lo que fuera y descubrir la suavísima piel rosada debajo, lo arrastraba a una debilidad incomparable. Nunca, ningún golpe recibido le había hecho sentir tal debilidad y entrega. Ningún golpe en el pasado, ni en el futuro. Recordó la figura del anciano trapeando el piso, con lentitud y sin fuerza. Recordó el cuerpo y la cara trabajada por los años. "Estoy seguro que fue un excelente luchador en su época" se dijo Marko. Así es como él clasificaba a los hombres: los que eran luchadores y los que no. Un boxeador siempre e invariablemente se está midiendo con todos los hombres que conoce o ve en la calle. Es

un instinto agregado a su vida por muchos años de combate. Eso y unos celos incontrolables y vulgares, fueron la causa primordial de su rompimiento con Veronica. Otro cigarrillo y su voz chocando en el pequeño espacio del coche: "quince kilómetros". Al adquirir conciencia de que llevaba ahí, quince o veinte minutos sintió una vergüenza enorme. "¿A caso no soy un campeón?" se pregunto, de nuevo en voz alta, con cierta ferocidad; "¿Por qué debo quedarme aquí y esperar que ese imbécil se quede con lo que me pertenece?" dio una calada con fuerza y la brasa se encendió al máximo. "Somos nosotros los que nos quedamos con la chica. Nosotros, los verdaderos hombres. Los que estamos dispuestos a luchar por ellas". Se bajo del automóvil y lanzó su cigarro al pasto bien cuidado de la casa. Como siempre que caminaba hacia el cuadrilátero, se encontró en ese momento en un trance que lo aislaba. Era tanta su concentración que ni siquiera notó el frío aire que golpeaba la noche. No escuchó el estallido de sus nudillos en la puerta. Un hombre alto y con antejos le abrió. No era un fortachón pero tenía cuerpo. Marko sonrió para sí mismo, y deseó que no fuera fácil, deseó que el hombre le diera pelea; incluso, quizá, que lo lastimara en serio. El primer golpe le destrozó los anteojos y la nariz, también alertó a Verónica, que corrió hacia ellos y grito algunas cosas incomprensibles. "No te preocupes nena, he venido a rescatarte. Te sacaré de tu error", Marko lo dijo mientras sujetaba de la camisa al otro hombre. Antes de que pudiera dar un segundo golpe, el hombre se lanzó con fuerza al cuerpo de Marko. Aunque sus golpes eran como martillazos, Marko no era muy bueno con el combate cuerpo a cuerpo. El otro hombre le estrelló la cara contra el piso de madera, varias veces, antes de que Marko delatripa: narrativa y algo más

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pudiese hacer algo. Nunca, en toda su vida de boxeador le habían dejado la cara de esa forma. No le dolía en sí, pero podía sentir el daño en el rostro y la sangre que brotaba de todos lados. Cuando tuvo movilidad en su brazo derecho, Marko lo descargó con todas sus fuerzas al costado del hombre, que estaba sobre él. Los golpes fueron monstruosos y cada uno se llevó una costilla. Verónica no dejaba de gritar y revolotear alrededor de los dos, pero sabía que no podía acercarse. Repentinamente el hombre, que tenia la nariz y algunas costillas rotas, gritó en una bocanada de oxígeno (que le costaba terrible trabajo jalar), que se detuviera. "Basta… basta… no más", decía, levantando su palma hacia Marko, que se incorporaba, listo para más; para llegar al final. Verónica trato de jalarlo de la camisa, pero no pudo. Marko se acercó al hombre y lo golpeó en la cara. El hombre

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se desmayó y Marko sintió ese calor satisfactorio que llegaba cada vez que ganaba una pelea. "Lo ves nena, ahora sabes quién es el campeón". Verónica observaba a los dos hombres frente a ella. Uno con la cara hecha picadillo y llena de sangre, de pie, con la postura de campeón victorioso; el otro en el suelo, bastante dañado y tomando una siesta obligada. Marko tenía razón, le gustara o no. Uno era un campeón y el otro un perdedor. Marko, con la cara siempre altiva y las fuertes piernas separadas, la miraba con toda la confianza del hombre victorioso. La sangre escurría hasta la camisa y era imposible saber con exactitud cuál de sus heridas sangraba más. Sacó su paquete de cigarrillos, encendió uno y dijo para sí y para Verónica, que era la única capaz de escucharlo: "Veinte kilómetros".


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Combustión espontánea (Influencias y aproximaciones a un canon personal) Marco Fonz

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ada año un carnicero inglés leía Los de abajo y en cada ocasión le enviaba una carta a Mariano Azuela. En la carta le decía lo nuevo que había encontrado y cuánto le gustaba esa novela. Esto no significó que el carnicero se volviera escritor, pero es indiscutible que Los de abajo lo influenciaron en lo más importante que puede ofrecer una obra literaria: en la vida. Así compartimos y abrimos diálogos con autores y obras de diferentes épocas; obras que a lo largo de nuestra existencia nos marcan o nos nutren o no nos dicen nada. Por eso mismo nos quedamos con algo siempre.

Tan sutil es esta combustión que a veces, casi sin darnos cuenta, ya estamos en esos fuegos poéticos: ardiendo de una forma espontánea y sin ninguna razón aparente. La vida del poeta, los poemas, estrofas, versos, los hacemos nuestros y vivimos sus tormentos y sufrimos sus desvelos y sus amores trágicos. Gozamos con su búsqueda o tomamos como nuestro lo que ellos dicen en un interminable monólogo que practicamos con nuestras voces interiores. De la ceniza no nace un Fénix, de la ceniza nace un poema. Diálogo de espejos humeantes. Cuando alguien entra en un poema o cuando el poema incendia a alguien, se crea una simbiosis: ya nadie es el mismo después de leer un poema. Se encarna la influencia. Se es, necesariamente, el otro. Hace tiempo tengo varias preguntas sobre la influencia. Sobre ese otro en uno. Al vivir en el D.F. encuentro que México recibe influencias,

desde sus inicios como país, de todo tipo de poetas extranjeros, esto, claro, para el bien de la poesía nacional. Pero es un ir y venir de influencias extranjeras que hacen pensar en el país como en una especie de pichancha, una olla con agujeros que se ocupa en Chiapas para limpiar el maíz: el agua y la impureza sale y queda lo importante en su interior. En teoría, esto implica que nos hemos quedado con lo mejor de los poetas que han llegado a nuestro país. Poetas románticos, poetas franceses, ingleses, modernistas, vanguardistas; poetas refugiados españoles, poetas refugiados latinoamericanos, poetas norteamericanos. Y hemos desechado "lo malo" formando una larga y bien nutrida lista de poetas que han influido en gran forma a la poesía mexicana. Tanto, que a veces no podemos decir lo mismo de la influencia de poetas mexicanos hacia el extranjero. Cuando he vivido en el extranjero y he platicado con poetas, me ha parecido curioso que ellos nunca hayan nombrado a poetas mexicanos como una influencia en su poesía. Claro que en países latinoamericanos, como en México, tenemos más influencias de poetas europeos o norteamericanos que de otros países. La ventaja de algunos países latinoamericanos es que cuentan con influencias propias, como el caso de Perú con César Vallejo, Chile con Huidobro, Neruda, Nicanor Parra y Argentina con Oliverio Girondo o Borges. Poetas que a su vez influyen en las voces poéticas de otros países. El caso de Rubén Darío es el ejemplo de una gran influencia. Y en México es seguro que Paz influyó (positiva y negativadelatripa: narrativa y algo más

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mente) a poetas nacionales o mafias nacionales de poetas, pero evidentemente, sólo a nivel nacional. En Latinoamérica se comparten las influencias nacionales e internacionales. En España, Inglaterra, Francia y EUA pareciera que no necesitan influencias extranjeras. Y si somos extremistas, la poesía china o japonesa pareciera nutrirse a sí misma. Esto sucede de manera tan absoluta que Gabriel Zaid menciona que París y Nueva York son algo así como provincianos al no leer a nadie más que así mismos. En ese caso, entonces México no tiene poetas que influyan a nadie fuera del país, o lo que es a veces peor, ni siquiera dentro del país. Cuando se hacen esas ridículas listas de "los diez mejores poetas mexicanos" y les piden que mencionen sus influencias, la mayoría coincide en poetas extranjeros. Esto no me parece mal, sólo me causa dudas a las cuales no encuentro respuesta. ¿Por qué ningún poeta mexicano ha influenciado la estética de poetas en otros países? ¿Y si han existido, por qué son tan pocos y en qué han influenciado a otros poetas de otras nacionalidades? ¿O será que México es un país único en las formas de escribir su poesía, de tal manera que no necesite exportar poéticas mexicanas? Contrario a lo que se pueda pensar, no quiero una poesía 100% mexicana, ni nacionalista, más bien quisiera que la poesía en México pueda compartirse junto con otras poéticas, influir de manera sustancial a otros poetas con el objetivo de abrir más el abanico de posibilidades para ser verdaderos creadores de ideas y no sólo repetidores, o no sólo ejercer el reciclaje de poesía, poetas y poéticas de otros países. Sé que puede sonar un poco raro, pero creo que en México vivimos no sólo una cultura reciclada, sino también una poesía reciclada. 62

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Ahora bien, si existe una falta de lecturas por parte de nosotros mismos a nuestros poetas, estaríamos dando validez al dicho: en tierra de ciegos el tuerto es el rey. Y esto no porque el poeta extranjero venga a "contaminar nuestra poesía", sino más bien para que aprendamos a valorarnos verdaderamente dándonos el lugar que merecemos. Es verdad que el ambiente poético mexicano no es el más puro ni el más inmaculado, pero tampoco es el peor de todos. Así que podemos comenzar a dar por leídos a poetas ya muy reconocidos o poetas con laureles en las sienes y pasar a los otros poetas: los raros, los que por sus propias características de vida y de poética no han sido lo suficientemente leídos, ni estudiados, ni apreciados y unos ni siquiera conocidos. Me aventuraré a aproximarme a mi propio canon poético mexicano. Comenzaría mi lista con los poetas en náhuatl o poetas en cualquier otro idioma indígena. Esto porque creo que la pronunciación de estos idiomas nos podría aportar, junto con el castellano, una musicalidad que no hemos explorado lo suficiente. Si los poemas europeos tienen la musicalidad aportada por el idioma griego o latín y sus derivaciones, y las formas poéticas nacieron de estos idiomas al conjuntar el árabe y las variantes de cada idioma por región; entonces no sería descabellado pensar que al escuchar y aprender bien un idioma indígena y combinar sus elementos fonéticos e imágenes con nuestro idioma, podríamos experimentar un sonido nuevo en nuestros poemas. Por ello tendríamos que leer con sumo cuidado a los poetas en idiomas indígenas y hacer la combinación pertinente. Esto es una sugerencia para iniciar una nueva forma de escribir poesía en México.


El canon que propongo es el siguiente: -Poetas en idiomas indígenas (de cualquier época) -Poetas de la época colonial (Sor Juana) -Guillermo Prieto -Estridentistas -Concha Urquiza -Efraín Huerta -Ramón Martínez Ocaranza -Enriqueta Ochoa -Juan Martínez -Orlando Guillén -José Vicente Anaya -Mario Santiago Papasquiaro -Infrarrealistas -Raúl Garduño -Jaime Reyes -Joaquín Vásquez Aguilar -Abigael Bohórquez -Max Rojas -Enrique González Rojo -Ciprián Cabrera Jasso -Roberto López Moreno -Leopoldo Ayala -(Escuchar música del movimiento rupestre)

Aunque es visible que ellos y ellas han influido en varios poetas de generaciones más actuales en México, creo que no se han leído lo suficiente o no se han estudiado sus poemas lo necesario para dejarnos influir más por su poética y crear combinaciones benéficas para una poesía más libre. Y aunque también sea verdad que ellos mismos tienen influencias de poetas extranjeros, es evidente que han transformado estas influencias en una voz propia, personal y con un estilo bien definido y profundo.

Siempre me ha parecido sospechosa la admiración excesiva o el fanatismo hacia los poetas. Creo más necesaria su lectura de una manera profunda, acuciosa y crítica, en donde el gozo por la poética sea un gozo creativo y nutriente para la propia obra. Si durante tanto tiempo hemos disfrutado de la locura de otros poetas de distintos países, ¿por qué no comenzar a aprender de nuestra propia locura? Locura también gentil, provocativa, humana. Es inevitable que algo tan vivo como la poesía no tenga influencias, pues ella misma está construida de constantes influencias, ya que la poesía no tiene nacionalidad definida y esto podría significar que no importa de dónde viene ni a dónde va, o quién la usa de tal o cual forma. La poesía es su propia nacionalidad, pero creo que no sería malo releernos y comentarnos, analizarnos y jugar con las múltiples posibilidades de las influencias en la literatura mexicana. Definir las características que podrían funcionar como influencia y ¿por qué no? exportarlas como una voz más al árbol mundial de lo poético. Dejarnos llevar por una combustión espontánea y ver más allá de nuestros propios poemas. Las cartas que redactaba el carnicero inglés a Mariano Azuela le siguieron llegando hasta su muerte. Las cartas que la poesía nos da, nos siguen llegando hasta que la muerte nos separe y aún así tendríamos que decir: ¡Poesía!

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Sobre cómo hacerte inmortal (Lengua Armada) Cinthia CounterVill

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o hay nada que no se deba escribir. Atrévete a escribirlo todo. El mero hecho de escribir, de materializar y hacer visible ese pensamiento y sentimiento, con figuras producidas por tu mano (con la fuerza, soltura y ritmo de un baile), le da un poder inmensurable a tus palabras. Un poder que pocos conocen; uno que nunca imaginaste. La Palabra Escrita Puede. Tiene vida propia. Es como si albergaras una idea dentro de tu cuerpo y cuando la escribes, saliera a pasear, a recorrer el mundo y a conocer mucha gente. Además de vivir y ser libre, es un vínculo entre tú y esa gente. Como una comunión, como si tuvieran un encuentro contigo mismo. Es dejarlos conocerte íntimamente. ¡Cuántas cosas hay que no saben de nosotros! Tantísimas cosas que no contamos sobre lo que nos pasa. La mayoría, te puedo asegurar. Como esas personas que nunca se atreven a decirle a alguien que le amará por siempre, o que dejó de amarle hace muchísimo tiempo. Hay demasiadas personas a las que les da pena decir las palabras "gracias" o "perdóname" (conozco a una de la que nunca ha salido un "perdón" de su boca). Como si esas dos palabras, tan hermosas y poderosas, hicieran más débil a quien las emite. Es absolutamente todo lo contrario. Pocos se atreven a escribir una carta a un viejo amigo con el que se intercambió tantas palabras en algún momento. O esa carta en donde se explican las razones por las que deberían aumentarle el sueldo. O en donde se denuncia una injusticia o algo que simplemente está mal y afecta a muchas personas.

Todo esto es más fácil exponerlo, con claridad y sin interrupciones, por medio de la palabra escrita. Sólo inténtalo. Poco a poco lograrás ser mejor entendido. Podrías empezar con pequeñas notas, dirigidas a otros o hasta a ti mismo. Notas que alarguen la vida de tus palabras. Desde recordatorios de citas y cosas que hacer, hasta frases que digan: "muchas gracias por ser parte de mí, de mi formación como ser humano". Notas y afirmaciones que hagan realidad enunciados como: "Yo soy puro amor, puro amor doy y puro amor recibo" o "vivo en el presente, en el aquí y en el ahora; gustosa y agradecida, siempre positiva". Ese es el sentido mágico de la palabra: neurológico, electromagnético… espiritual. Esto que digo y escribo es La Verdad. La palabra escrita es mucho más que una herramienta del lenguaje. Es una onda, es una frecuencia. Es una llave, es una puerta. Es el sueño y el despertar. Es un arma de ataque o de defensa. ¡La Palabra Escrita Es Una Lengua Armada! Y no sólo puede salvar tu vida, sino que puede hacerte inmortal. Inmortal. Inmortal. Inmortal.

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Guerra en el Paraíso, de Carlos Montemayor Susana Mota López

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arlos Montemayor entreteje unos escenarios descriptivos de los diferentes puntos de vista entre los militares, los campesinos y vecinos de las rancherías de la sierra de Guerrero que estremecen al lector por los testimonios narrados con su pluma de estilo innovador y complejo. Desde el título y luego, al deslizarse por la narrativa, nos damos cuenta que en esta novela el autor nos presenta una guerra contra la guerrilla en el Paraíso, cerca del lugar donde nace el protagonista principal: Lucio Cabañas Barrientos, quien luchó por la causa de los campesinos que veía violentadas la posesión de sus tierras y su libertad, a la manera da Emiliano Zapata, contra el gobierno estatal opresor representados por los militares y políticos de Guerrero, y del gobierno federal en una época por demás significativa de 1969 a 1974 por los cambios violentos en México. En 1962 inicia el profesor Lucio a defender los derechos de los campesinos y sus hijos. Se podría aventurar a decir que Guerra en el Paraíso es análoga a la novela de la Revolución Mexicana puesto que los años sesenta simbolizan sus Bodas de Oro. Con la salvedad que la complicación que le otorga el autor la hace diferente por los diversos recursos narrativos en que expresa la abundancia de fidedignos testimonios; una descripción real de los personajes, datos informativos, y lugares, al igual que la recreación imaginativa de los eventos; las dimensiones espacio-temporales complejas y expuestas en planos de diferente composición

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semántica debido al cambio de fuente tipográfica: unas en redondas y otra en cursivas, y a la emoción estilística impresa por el autor en los pasajes de más ferocidad contra los campesinos; los personajes que pueden gustar o no a los lectores; las dudas de la versión oficial de los hechos aclarados o no aclarados que conducen a la percepción de una realidad apabullante: fiel representación de la guerrilla guerrerense -el autor pudo haber recabado los mismos diálogos, personajes, y eventos de los diferentes periódicos que informaron de los hechos-; planos donde se combinan diferentes enfoques de una realidad que se expande entre la verdad y la imaginación como en una ficción política; el contraste de la verdad que los oficiales quieren ocultar con sus incongruencias de negar lo innegable: -General Solano Chagoya- preguntó un periodista de la ciudad de México-, ¿cree usted que con la muerte de Genaro Vásquez ha terminado la guerrilla en el estado? -No sé que quiera decir con eso de "guerrilla"- contestó de inmediato el general-, porque yo nunca he considerado guerrilleros a delincuentes comunes que se dedican a robar, a secuestrar a personas pacíficas, a alterar la paz social. Para mí, nunca hubo guerrillas en el estado.1

El punto álgido de la diégesis es el secuestro de Rubén Figueroa, exgobernador y decrépito político que dispara las líneas decisivas de la intriga. Secuestro originado por él mismo al querer dialogar con Lucio Cabañas B. en los vericuetos

Carlos Montemayor, Guerra en el Paraíso. México, DEBOLSILLO. 2010, p. 33.

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de la Sierra de Atoyac. Lo cual provoca una exaltada polémica entre los políticos y los militares sobre las tácticas de combate. En algunos planos el autor descansa de tanta salvaje violencia -como si fuera una hematolatría (adoración a la sangre) -, y plasma espacios descriptivos de la geografía de los lugares en donde se desplazan los personajes para expresar lo imaginativo y estético de la naturaleza que sirve de testigo mudo de la degradación de sus gentes. El autor describe un paisaje idílico en oposición a la crisis que permea en la sierra; un panorama tropical, oasis de luz entre la maraña de verde monte, maleza, árboles, lianas, y el correr de ríos indómitos, arroyos vigorosos y cielos azul turquesa. El sol ardiente que los calienta y los inmoviliza hacen más dura la condición de poder y rebeldía entre estos dos enfoques divergentes. La pluma de Montemayor despliega, escudriña y detalla la variedad de formas de violencia, especialmente, la ciega y sorda crueldad de los militares que irónicamente son ex campesinos con uniforme contra los campesinos sin uniforme; los habitantes del pueblo que en alguna ocasión fueron sus vecinos, amigos o conocidos de sus rumbos. Las voces narrativas de los campesinos representan y expresan la conciencia colectiva, dan fe de los acontecimientos tan injustos que llegaron a oídos de las universidades y de los intelectuales de todo el mundo mediante la pluma descriptiva de Carlos Montemayor. En el diálogo de Lucio con unos militares capturados expone sus fines de lucha y a manera de parábola trata de convencerlos para que no maten más campesinos como en alguna vez ellos fueron: -Pues sólo piensen que es el mismo monte volvió a decir Lucio-, y que están en Oaxaca o

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en Hidalgo, y que golpean y asesinan a campesinos de allí, a su propia gente, en lugar de defenderla como lo hacemos nosotros. Porque el gobierno les dice a ustedes que deben matar campesinos dizque porque son bandidos y gente mala, cuando sólo son pobres. Por eso quiero que lo digan en el cuartel. Que aquí estaremos nosotros luchando contra todo el soldado que quiera seguir matando campesinos, y que acabaremos con todos los que explotan y maltratan al campesino no sólo de aquí, de la sierra, sino de todo México, porque ésta es una lucha en todo el país, ésta es la lucha.2

No obstante, esa crueldad de la policía federal, la preventiva y la estatal, hasta de los militares contra los campesinos y gente del pueblo se vuelve a repetir ahora en Atenco por tierras para "hacer un aeropuerto". ¿Coincidencia? Es inconcebible que habiendo en el pasado tantos hechos lamentables de injusticia, que sirven de ejemplo, para no volver a repetir los mismos errores, se tenga que llegar a esos extremos. La violencia no puede ser el único camino para resolver diferencias sociales, para detener los vicios de poder sobre el más débil, para lo único que sirve es para reproducirla más, y, por supuesto, que ésta nunca es viable para estabilizar un estado de derecho, es contraproducente. Carlos Montemayor denuncia la brutalidad no para que la impotencia estalle en más salvajismo, sino para que el lector reflexione, promueva y busque la forma de ayudar a extender la educación hacia las masas populares, educar a los altos y bajos mandos del gobierno, a los militares, y a los campesinos para que conozcan sus derechos y obligaciones, y en consecuencia vivan en paz.

Bibliografía Montemayor, Carlos, Guerra en el Paraíso. México, DEBOLSILLO, 2010.

Ibid., p. 104. delatripa: narrativa y algo más

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La sentencia del habla aún cuando se está recostado en la palabra Blanca Vázquez "Sorbo a sorbo con un pedestal de letras cayó el río del lenguaje entre el sepulcro nos recostaremos en la palabra" A cuentagotas Jorge Manzanilla

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l poeta es el cavador de la conciencia. En la tierra que pisa y a la que sin duda regresará

para el descanso eterno encuentra lo vital para que el poema emerja de la voz callada, a la vida sonora del lector que lee y relee para sepultar cada verso en la vivencia personal. Jorge Manzanilla es un desenterrador de la palabra, anda como alma en pena persiguiendo versos, pero sobretodo experiencias. Su juventud lo invita al anhelo por convertir aquello que le sorprende en su existencia para convenir en una poesía colectiva. Que me sepulten recostado en la palabra es para nuestro poeta el ensayo de su propio anhelo, quien lo conozca sabrá que anda entre nosotros los vivos como un sepulturero de pasiones. Escribidor de oficio permanente, aún en los momentos más inocuos enlaza palabras que provocan el trabajo. Perseverancia parecen gritarle esas voces que se desatan en la hoja en blanco. "Que me sepulten recostado en la palabra. Que hagan de mí un sustantivo, un cuerpo caminando, un cuerpo solo, una caída transparente".

tierra maya que lega una tradición literaria y que brinda a este poemario la oportunidad de la substancia. El texto se divide en tres espacios, el primero sin título pero con poemas amorosos, con ese amor polisémico, polidireccional, no se encasilla en la mujer exaltada, sino en la tierra, la vida, la abuela, la palabra. "Desde ayer las raíces del cielo me saben a tierra mojada El silencio se despierta picoteado de pájaros."

El segundo espacio Poemas tetra pack, donde la cotidianidad se presenta a cada momento, de tal suerte que en cada instante del verso suceden un sin fin de cosas, historias que merecen ser contadas, simples o muy complicadas; el lingüista inglés Michael Halliday nos dice que la vida en sociedad ha necesitado de un sistema eficaz de comunicación y ha sido precisamente el lenguaje lo que ha promovido la socialización. Jorge Manzanilla nos conecta con nuestros propios encuentros cotidianos y exalta cosas simples e imperceptibles que conviven en el día a día metaforizando los espacios más comunes.

Gracias a Catarsis Literaria El Drenaje, la ciudad blanca nos confió la poesía manzanillezca, delatripa: narrativa y algo más

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"Deja de postearme caracteres Ya no creo en arrobas misericordiosas Que me lleven a la gloria"

La voz del sujeto poético no es, en contra de lo que apunta el título del apartado, el área de un envase aséptico para poemas que cuando son combinados con un Procesamiento de Ultra-Alta Temperatura (envasado tetra pack) permiten que los versos líquidos puedan ser conservados y guardados bajo condiciones de temperatura personales sin fecha de caducidad. "A partir de este verso: La poesía se consume en envases de palabras. Ya no hay poeta encargado del abismo Repito: Ya no hay poeta encargado del abismo el abismo se quedó sin encargado caigamos lentamente Mejor vaya con su poeta más cercano y compre versos tetra pack".

La falta del perdón o la constante tragedia del resentimiento logran empozar el rencor como el recurso más humano del dolor. En Idilio del rencoroso Jorge Manzanilla nos regala una paradoja de esa entrañable animadversión de quien ha sido sustraído por la pasión recalcitrante que nada deja oculto, sino que saca a la luz el dolor, la furia, la pisada de quien ve los límites del consuelo y el enorme calado de la rutina.

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"Pídele a Dios que los poemas no te sepulten Reza, ora, bendícete porque en esta vida los versos matan"

La poesía de Jorge Manzanilla es experimental, transparente y directa aunque con zonas de misterio. Mantiene un canal entre lo irracional y la realidad al que se refiriera Terry Eagleton al definir la poesía moderna. En este libro encontramos la búsqueda expresiva de quien tiene tras de sí una constante poética, paso a paso, dejando descansar esa palabra alborozada, se recostará Jorge Manzanilla para sentir que su poesía se fortalece para sepultarse en la poética joven de esta ciudad.


Los jardines del presidente Nueva novela del escritor iraquí Muhsin Al-Ramli Abdllah Taouti

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a poesía ha sido el género más cultivado por los autores de la literatura árabe. Hace poco tiempo que se escribe y lee más novela. Gracias a ello nuevos nombres han brillado en la narrativa árabe, entre ellos el iraquí Muhsin Al-Ramli, quien escribe en árabe y castellano. Autor que ha sido descrito, por el Cultural del diario español El mundo como uno de los más importantes novelistas y dramaturgos iraquíes traductor de varios clásicos españoles al árabe. El autor de la novela Dedos de Dátiles mostró un talento muy especial para la escritura y pudo enriquecer la biblioteca árabe con una docena de libros interesantes, entre ellos su última novela Los jardines del presidente, publicada conjuntamente por las editoriales Thaqafa en Abu Dhabi y al-Arabiya lil-Ulum en Beirut. Publicación finalista del premio Internacional de la Narrativa Árabe (Booker) en su sexta edición 2013. La novela repasa los últimos cincuenta años de la historia de Iraq a través del relato de la vida de tres amigos: Abdallah Kafka, Tarek AlMondahich (Tarek el asombrado) y Ibrahim Kisma (Ibrahim suerte). La novela está fundamentada en la idea de que cada persona es un mundo y tiene su vida propia y. por ende, su historia, sus amores y desamores, sus sueños y particularidades… así que el autor no deja de mostrar su asombro a la prensa que no cesa de presentar a las víctimas como meros números de guerra. Se trata de una novela que permite al lector la comprensión de la complejidad de la situación actual en Iraq y de la historia iraquí, con dominio del estilo y eficacia en la narración, dividida en

28 capítulos que proporcionan fechas, temas y sucesos. La vida de los protagonistas se yuxtapone con un bagaje histórico que añade experiencias y conocimiento acerca de las guerras en Irán y Kuwait: el embargo, la dictadura, las fosas comunes, la invasión americana y el enfrentamiento interno. Es la historia de Iraq a través de la vida de gente sencilla que sufrió, desde mediados del siglo pasado hasta el año 2006, bajo la ocupación americana que destruyó el país y fundó el caos en esa tierra que sigue sangrando hasta hoy en día. La novela de Muhsin Al-Ramli se convirtió, igual que las dos anteriores, en un éxito narrativo en el mundo árabe. Su novel Añicos esparcidos, publicada en El Cairo y traducida al inglés bajo el título (Scattered Crumbs), ganó en 2002 el premio Arabic Translation Award de la Universidad de Arkansas, y Dedos de dátiles que fue publicada primero en castellano (Madrid 2008) ha sido finalista del premio internacional Booker de la novela árabe 2010. Son muchos los artículos escritos sobre la tercera novela de este autor Los jardines del presidente; los críticos no cesan de evaluar el trabajo bien hecho de Al-Ramli. La conocida escritora egipcia Miral Al-Tahawi sitúa, en una rueda de prensa, a Los jardines del presidente como la mejor obra editada últimamente junto con la Tierra de Sudán del escritor sudanés Amir Tay Assir. Asimismo, el gran crítico árabe Salah Fadl, en un artículo publicado en El Misri Al-Yawm, señala que le asombra la nueva novela del escritor iraquí Muhsin Al-Ramli añadiendo que no puede imaginar como el autor ha podido, desde su exilio, escribir la historia de su país de un manera tan delatripa: narrativa y algo más

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precisa y detallada, además con técnicas narrativas firmes y un estilo más cercano a la poesía que nos regala, al final, con un excelente texto creativo. Muhsin Al-Ramli, nació en el norte de Iraq en 1967. Contrario al régimen de Saddam Hussein (que ha perseguido a su familia y condenado a muerte a su hermano, el poeta y escritor Hassan Mutlak, en 1990) ha elegido el camino del exilio desde 1993 y vive en Madrid desde 1995. Doctorado en Filosofía y Letras por la Universidad Autónoma de Madrid en 2003, presentó una tesis sobre "Las huellas de la cultura islámica en el Quijote". Escritor, poeta, traductor y académico. En España, fundó y codirigió la revista literaria en lengua árabe Alwah. Algunos textos suyos han sido traducidos a varias lenguas y su última novela Los jardines del presidente ya está en proceso de traducción al castellano.

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Finalmente, cabe mencionar que, del 27 de noviembre al 7 de diciembre del 2011, Muhsin Al-Ramli visitó México en el marco del 25 Aniversario de La Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara donde dictó una conferencia y participó de diversos actos culturales; entre ellos la conferencia ¨Cultura Iraquí, poesía y literatura" en la Preparatoria Regional de San Juan de los Lagos. En la Universidad del Claustro de Sor Juana presentó una charla acerca de su obra y la cultura árabe. Y en la Casa Refugio Citlaltépetl, ciudad de México, presentó sus poemarios: Todos somos viudos de las respuestas y Dormida entre soldados.

*Abdllah Taouti, Escritor y traductor marroquí.


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Hermandad Gilda Manso

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o era un perro, eran cientos. Llegaban de golpe, con pasos tranquilos, y se instalaban en la calle como si alguien les hubiera avisado que ahí serían bienvenidos, aunque en realidad no fueran bienvenidos en ningún sitio. Falta espacio o sobran perros callejeros, nunca nadie supo bien.

Había perros de los más variados tamaños, colores, pelajes y temperamentos, pero todos coincidían en tres cosas: la mirada honda, como de muy atrás, mezcla de resignación y cemento; la costra de mugre que les cubría el cuerpo hasta formar rastas rígidas y eternas; y un extraño porte, un extraño andar que imponía respeto a quien se detuviera a observarlos, como si de adentro de ese combo de miseria, hambre y apaleamientos que era la vida, hubieran logrado rescatar, vaya uno a saber cómo, una dignidad que estaba más allá de todo. El barrio era demasiado básico; no había belleza en ningún rincón. Todo tierra, madera vencida y enfermedades. Los chicos jugaban en la vereda hora tras hora, y seguramente ése sería el mejor recuerdo que habrían de tener años más tarde, cuando la adultez los sorprendiera por siempre pobres, todo tierra, todo madera vencida, todo jirones. Los perros se tiraban al sol con actitud de nada, como esos viejos que sacan la silla a la puerta sólo porque no hay mucho más para hacer, o seguían a los chicos del barrio en sus juegos interminables, pelota, escondida, rayuela, mancha estatua, como espíritus guardianes, como compañeros de lo que no hay. Y cuando el Cocho Requena

salía a la calle, los niños huían hacia sus casas y los perros se quedaban donde estaban, porque no tenían dónde ir. El Cocho Requena había sido comisario mucho tiempo atrás, en épocas más férreas, y lo fue hasta que alguien le puso punto final a su manía de derrochar balas sobre cuanto cuerpo vivo se le cruzara; el Cocho Requena era un cocorito que llamaba la atención, y eso no es bueno en un círculo en donde lo que vale es la sutileza con la que se atropella a los menos afortunados. El Cocho Requena era un peligro de soberbia, gritos y vanidad fálica, y en un parpadeo lo dejaron sin comisaría y con una villa a su disposición, para que descargara allí (allí y en ningún otro lugar) su furia de erróneo ex dios descendido a mortal. El entretenimiento preferido del Cocho Requena eran los perros. Alguna que otra vez se dio el gusto de pegarle a los pibes que jugaban en su vereda hasta, en ocasiones, dejarlos inconscientes, incluso un viernes de marzo le disparó a uno, pero a la gente no le gustaba eso, y cada vez que un pibe llegaba a su rancho llorando porque el Cocho le había pegado un botellazo en la cabeza o una piña en el estómago, todo el barrio se rebelaba y le arrojaba llantas prendidas fuego por la ventana de su casa. Entonces decidió jugar con los perros, ya que no eran de nadie y nadie se atrevería a dar la cara por ellos, porque la gente pone su vida en peligro con tal de defender a sus hijos, pero nadie se va a arriesgar a interponerse entre el Cocho Requena y un perro callejero. delatripa: narrativa y algo más

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Los perros sabían que si el Cocho Requena aparecía, alguno iba a ligar algo malo: patadas, palazos, botellazos; el que más caro la había pagado había sido el marroncito, un perro que era rengo desde que el Cocho Requena le había baleado una pata. Los perros se escondían uno detrás de otro, ladraban, a veces uno se animaba e intentaba morder el tobillo del ex comisario hasta que entendía que eso sólo le haría ganar un golpe extra, y no podían hacer nada más. La gente miraba desde adentro de sus casas, los pibes lloraban, y ahí terminaba el juego. Así era dos o tres veces por semana. Se ve que ese día el Cocho Requena estaba especialmente rabioso por algún motivo desconocido porque, cuando salió a la calle, llevaba en sus manos un bidón de gasolina. Los perros se escondieron donde pudieron, pero uno viejo, blanco con manchas negras, uno de los perros más antiguos del barrio, no se despertó a tiempo de su siesta de anciano al sol, y sólo abrió los ojos cuando sintió el líquido en su cuerpo, y nadie sabe qué horrores vivió cuando el Cocho Requena tiró el fósforo encendido sobre la gasolina que lo empapaba. Cuando llega la muerte uno ya debería estar muerto; pero el perro estaba vivo y tardó demasiados minutos en morir quemado. El barrio quedó inmovilizado. La cara de los pibes era puro terror, y la cara de los grandes era impotencia, dolor, angustia e indefensión. Como siempre pero peor, porque esta vez hubo fuego, y aullidos, y mucho olor a gasolina, a pelo chamuscado, a perro quemado vivo. Y esta vez y como si alguien les hubiera dado la orden de ataque que estuvo dormida toda la vida, los perros, los muchísimos perros, se abalanzaron sobre el Cocho Requena con la furia de todos los animales del mundo y no 76

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le dejaron espacio para la huída; eran perros pero también fueron leones, tigres, jabalíes, hienas, elefantes, buitres y toros, y voltearon al Cocho Requena y le arrancaron la piel y le arrancaron los ojos y le desfiguraron la cara y le masticaron las piernas y le masticaron los brazos y le hicieron todo lo que se le puede hacer a un hombre hasta que éste muere. Y no descansaron hasta que no quedó nada entero en el cuerpo del Cocho Requena, y no descansaron hasta que no quedó nada vivo en el cuerpo del Cocho Requena. Luego, agotados, se tiraron al sol. Estaban exhaustos. Entonces la gente salió de sus casas, de a poco, con tachos de agua y restos de comida. Había que alimentar a los perros.


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Una infancia normal Oralia Ramírez Cualquier clase de inhumanidad se convierte con el tiempo, en humana. Yasunari Kawabata

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amá siempre ha trabajado por la mañana. Fuma, toma, es alegre y ha tenido muchos novios. Sale a bailar todos los sábados con sus amigos y dice que ese es el precio que deben pagar los hijos que tienen una mamá joven, bonita y soltera. Ella nunca está sola porque se la pasa chateando o dando roles en el auto de alguno de sus amigos. Soy hija única porque mamá, por más que intentó darme un hermanito nomás no pudo. Primero porque no tenía con quién y cuando tuvo, ya su matriz no servía por lo de la operación. De no haber sido por la tele, los regalos e idas a Mc Donals, las fiestas de cumpleaños y hacer lo que yo quisiera en general, creo que mi infancia habría sido terrible. Mamá y yo nos llevamos bien, es una mujer muy open, imagínate, a los ocho años ya sabía de la menstruación, el sexo, la pornografía, el sida y todo lo que una niña de ocho debe saber a esa edad para que nadie la tome por sorpresa. Yo siempre he sido muy lista pero fíjate que una vez casi me mato, o mejor dicho, me lleva la chingada -parafraseando a mamá-, con una niña que iba en cuarto de primaria cuando yo cursaba el segundo. A mí siempre me gustó trepar árboles y en la escuela teníamos un jardín que además de vigilar para que nadie caminara sobre el pasto, usábamos algunos niños para dar rienda suelta a nuestra imaginación. Éramos pocos, 78

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pero no te sorprendía si de pronto escuchabas toda una radionovela sobre la última pelea con tus padres. Un día, mientras yo peleaba conmigo arriba del árbol, por haberle gritado puta a mi mamá la tarde anterior, al regañarme por usar una de sus tangas preferidas y dejársela como calzón talla cuarenta, me atrapó la mirada de una niña que no había visto en la escuela. Obvio ella sí se asustó al escucharme y creyó la muy tonta que me avergonzaría, pero no. Cuando salí de clase, la misma niña me esperaba en la salida. Me dijo que se llamaba Mónica y que quería ser mi amiga. Yo, acostumbrada a estar sola, me incomodé y le dije que sí pero que sólo podíamos vernos en la escuela porque después de salir tenía las tardes ocupadísimas con mi mamá y mis primos. Lo cierto era que me sentí invadida pero no importaba porque sabría cómo manejarlo. Mónica, comprendí más tarde, era mucho más astuta que yo porque sin darme cuenta fue haciéndose indispensable en aquellos lejanos días. Primero sólo nos veíamos en la escuela pero poco a poco fui sintiendo una especie de necesidad por estar con ella, llegué al grado de ir a su casa al salir de clases, mi mamá, por supuesto, se puso feliz porque cuando iba a casa de mi amiga no volvía sino hasta el día siguiente. ¿Que qué hacíamos? Pues todas esas cosas que las niñas hacen sin


la mirada de sus padres. Cuando jugábamos en su recámara nos poníamos ropa de sus papás. A veces ella la hacía del papá y yo de la mamá o al revés. En otras ocasiones llamábamos por teléfono a un número cualquiera del directorio y sacábamos nuestro repertorio completo de groserías e insultábamos a quien contestara. Una mañana me dijo en la escuela que me tenía una sorpresa pero que me la daría en su casa, por la tarde, y que además era necesario pedir permiso para quedarme a dormir. Muy obediente como casi nunca pedí el permiso y hasta llevé mi pijama, pensé en proponerle desvelarnos y ver películas de amor, de esas cursis que le gustan a mamá cuando está triste por alguno de sus novios. Al llegar le anuncié mi plan pero inmediatamente me dijo: -Calla, calla o lo echarás a perder. - ¿Qué pasa? -, le pregunté. La respuesta salió de su habitación. Aquella tarde habían llegado sus tíos David y Elisa de Buenos Aires. Estaban de paso porque su última parada todavía les quedaba lejos pero quisieron pasar a saludar y descansar un poco. Los padres de mi amiga decidieron, como cada tres o cuatro días a la semana, salir a dar una vuelta con ellos, cenar en algún bonito restaurante e ir a bailar; los señores Narcisismo eran como mi madre, la diferencia entre ellos era que los primeros no sólo bebían y fumaban cigarrillos sino que también -les reprochó Mónica un día, para hacerlos sentir culpables de su mal comportamiento en clase-, consumían un polvo blanco que después supe se llamaba cocaína. Bueno, los tíos de mi amiga traían consigo al menor de sus hijos, Elías, un chico muy sonriente, con dientes blanquísimos y chuecos. Me pareció al principio no comprender la sorpresa, cuando los adultos se

fueron nos pidieron no hacer travesuras ni dormirnos tarde. Cuando los despedimos Mónica me llevó a su recámara y cerró la puerta antes de que Elías pudiera entrar, y me dijo: -Hoy jugaremos a los papás, pero será más padre que las veces anteriores porque ahora sí hay papá ¡Tú serás la mamá y yo seré la hija! Un brillo extraño invadió sus ojos al decirle que prefería ver películas con ella, se enojó mucho pero supongo que al verme asustada trató de calmarse y me pidió casi llorando que lo hiciera por nuestra amistad. Al final acepté porque no quería perderla. Puso en el centro de su recámara una mesa pequeña que sacó de la habitación de sus padres y colocó ahí unas copas con un líquido morado, cigarros y el polvo blanco. Nos quedamos en ropa interior nada más, Elías también, él se veía inquieto, supongo que ya Mónica le había contado lo que haríamos, al sentamos en la alfombra en derredor de la mesita él me tomó de la mano mientras le decía a Mónica: - ¡Hija, sírveme un poco de vino! - ¡Si papá! Yo no sabía qué hacer ni qué decir, sentí miedo, sabía que algo más sucedería y por primera vez en mucho tiempo ¡quise que mamá estuviera ahí! En eso pensaba cuando Mónica le dijo a Elías: - ¿Papá, quieres a mi mamá? - ¡Claro que la quiero! ¿Por qué? - ¡A ver, bésala! Cuando acercó su boca a mi rostro, creí que lo rechazaría pero fue grande mi sorpresa al sentir que no era tan feo besar a alguien. ¿O delatripa: narrativa y algo más

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tal vez era que después de ver tantas películas de amor con besos y sexo, lo único que me faltaba era practicar?, ladeaba la cabeza para mayor comodidad, me mojaba los labios en señal de aceptación, etcétera. Mientras Elías y yo nos besábamos Mónica se acercó y nos dijo que nos ayudaría a ponernos cómodos. En un segundo quedamos totalmente desnudos: Comprendí esa noche la razón de los gemidos de los actores de las pelis que mamá esconde en el armario y que he visto a solas. Mónica me besaba la espalda mientras Elías me chupaba las chichitas que yo sentía calientitas, calientitas. Justo entonces Mónica nos pidió que le pusiéramos atención porque nuestra velada se pondría mejor si además de beber, fumábamos y respirábamos el polvo blanco. Sirvió dos copas, Elías ya tenía en la mano la suya; cada uno encendió un cigarro, brindamos e intentamos fumar pero no sabíamos cómo hacerlo así que los apagamos. Nos tomamos tres copas de vino, una seguida de la otra y sonreímos con timidez, luego Mónica me preguntó que cómo me sentía y recuerdo haberle dicho ¡contenta!, y volvió a sonreír. Mientras nos besábamos, Mónica se daba tiempo para no dejar de llenar nuestras copas y hacernos brindar, en algún momento nos propuso respirar el polvo blanco pero Elías dijo algo que no alcancé a escuchar con claridad, supongo que quería seguirme besando antes de lo del polvo porque retomamos nuestra práctica. Me lamía por todos lados, Mónica también, hicimos una pausa breve porque quiso ser ella quien primeramente me lamiera la vagina, Elías estuvo de acuerdo y dijo que de todas formas a él le tocaría lo mejor. Esa noche también entendí por qué mamá tomaba tanto, cuando estás ebria no sientes nada más que libertad y alegría, mucha alegría. Al sentir la boca calientita de mi amiga rozarme la vagina creí que iba a explotar. Me 80

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sentí feliz y sensual y sexi como las actrices de las pelis de mamá. No sé en qué momento le pedí a Elías que me hiciera suya pero cuando me di cuenta un leve ardor mezclado con dolor me invadió toda y le pedí a Mónica que me ayudara a no dejar escapar aquélla felicidad; inmediatamente fuimos hacia el polvo blanco. A partir de ahí no recuerdo nada, cuando desperté mi madre se encontraba dormitando sobre uno de los bordes de la cama. Habían pasado tres días y según ella fueron los peores de su vida. Me contó que los padres de mi amiga nos habían encontrado tirados, desnudos e inconscientes. De inmediato nos llevaron al hospital "Infancia Feliz" y el veredicto de los médicos fue contundente: Sobredosis por cocaína, sexo anal y vaginal a las dos niñas. No volví a ver a Mónica. Me imagino que sus padres la sacaron de la escuela para meterla a otra o no sé, pero no he vuelto a verla. Las cosas entre mi madre y yo no cambiaron ni cambiarán, estoy segura, de todas formas mi vida no ha sido tan mala ¿o sí?


Nos vemos en el slam

por Mario Pineda Quintal

Poco a poco -Váyanse a la chingada pinches zapatillas, sandalias, botas y chanclas; a solas o en pares, todas chinguen a su madre, y sus putos tacones también; ya no me sirven-, grita Maricela, con el rostro enfurecido frente al aparador de la zapatería. Después de otra mentada, el gerente del negocio se para junto a ella y le informa que ya pasó la hora, que se largue. Maricela ofrece cien pesos por otra hora más, pero no se lo aceptan; le piden que se vaya porque asusta a los clientes. Ella guarda el dinero en su bolso, extiende la sábana que tenía doblada encima de sus muslos, tapa las costuras donde terminan sus piernas y encamina su silla de ruedas hacia la salida. Mañana continuará con su terapia de rehabilitación.

Hasta aquí Aparece una desviación y nos soltamos las manos. Pensaba que el camino era único y en sus costados solo podían existir las fotografías de nuestros besos, ni otras cosas, ni otra ruta. Fabiola quiere que caminemos en ella, le digo no. En todo su pavimento veo tiradas las rosas que le he regalado, no quiero pisarlas. Insiste, vuelvo a decir no, entonces me da un beso en los labios y corre aplastando los pétalos. Me quedó esperándola viendo la nueva fotografía. Al paso de unas horas, ella regresa, me agarra la mano y me pide que sigamos por el camino donde íbamos hasta encontrar el final. -No quiero llegar a tanto contigo- me dice mirando la desviación. Le suelto la mano y empiezo a correr tratando de no pisar los pétalos, aunque todos ya están aplastados. Después de estar avanzando por varios kilómetros sin descansar, me detengo frente a un ramo marchito, le sigue otro en la misma condición, otro más vivo, uno más con rosas recién cortadas y luego un colchón con mi cadáver abrazando al de Fabiola. Me acosté sobre esos cuerpos para sentir como hubiera sido estar hasta en la muerte a su lado. delatripa: narrativa y algo más

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