Camino a las
500 EDICIONES
EDICIÓN ESPECIAL
P O S I T I VA
AÑO 11 - Nº466 | CÓRDOBA, MIERCOLES 27 DE MARZO DE 2013
EDICIÓN DE 8 PAGINAS
Francisco El Papa argentino
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Jorge Mario Bergoglio P
apa Francisco de nombre secular Jorge Mario Bergoglio es el 266° y actual papa de la Iglesia católica. Como tal, es el jefe de Estado de la Ciudad del Vaticano. Fue elegido el 13 de marzo de 2013 por los miembros del Colegio Cardenalicio, tras la renuncia al cargo de Benedicto XVI, en la quinta votación efectuada durante el segundo día de cónclave. Es el primer pontífice originario del continente americano, el primer hispano desde Alejandro VI —muerto en 1503— y el primero no europeo desde el sirio Gregorio III —fallecido en 741—. Además, es el primero perteneciente a la Compañía de Jesús. Tras la muerte del papa Juan Pablo II el 2 de abril de 2005, fue considerado uno de los candidatos a ocupar el lugar del sumo pontífice, cargo para el que fue elegido finalmente Joseph Ratzinger, quien
adoptó el nombre papal de Benedicto XVI. Fue presidente de la Conferencia Episcopal Argentina durante dos períodos. Impedido por el estatuto de asumir un nuevo mandato, durante la 102ª asamblea plenaria de ese organismo se eligió al arzobispo de la arquidiócesis de Santa Fe de la Vera Cruz, José María Arancedo, para sucederlo. Además de su español natal, Francisco habla fluidamente latín, italiano, alemán, francés e inglés. Durante el cónclave de 2005 parece que fue uno de los cardenales más votados, rivalizando con Benedicto XVI. Corrió el rumor de que pidió que no votaran por él, con lo que declinó el papado. Durante el cónclave se lo consideró como un candidato reformista, con edad y capacidad para limpiar la curia. A pesar de ello, no figuraba entre los papables
más sonados. El 13 de marzo de 2013, el cardenal Bergoglio fue elegido sucesor de Benedicto XVI a las 19:06 del segundo día del cónclave, en la quinta ronda de votaciones. Es el primer papa de procedencia americana y el primero que no es nativo de Europa, Oriente Medio o el norte de África. También destaca por ser el primer pontífice hispano desde Alejandro VI y el primero no europeo desde el año 741, año en el que falleció Gregorio III, que era de origen sirio. Además, es el primer papa perteneciente a la Compañía de Jesús. Tomó el nombre de Francisco —en ocasiones reproducido incorrectamente como Francisco I—y, en su primera aparición pública, elevó una oración por su antecesor, el papa emérito Benedicto XVI. Acto seguido, dijo que comenzaba «un camino», y pidió a los fieles que rezaran
Biografía del nuevo Papa E l cardenal Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires, Ordinario para la Fe de Rito Oriental de los residentes en Argentina y desprovisto de Ordinario del mismo rito, nació en Buenos Aires el 17 de diciembre de 1936. Estudió y se diplomó como Técnico Químico, para después escoger el camino del sacerdocio y entrar en el seminario de Villa Devoto. El 11 de marzo de 1958 ha ingresado en el noviciado de la Compañía de Jesús, ha realizado estudios humanísticos en Chile, y en 1963, de regreso a Buenos Aires, se ha licenciado en Filosofía en la Facultad de Filosofía del Colegio «San José» de San Miguel. De 1964 a 1965 fue profesor de Literatura y Psicología en el Colegio de la Inmaculada de Santa Fe, y en 1966 enseñó la misma materia en el cole-
gio de El Salvador de Buenos Aires. De 1967 a 1970 estudió Teología en la Facultad de Teología del Colegio «San José», en San Miguel, donde se licenció. El 13 de diciembre de 1969 fue ordenado sacerdote. En el curso 1979-71, superó la tercera probación en Alcalá de Henares (España) y el 22 de abril hizo la profesión perpetua. Fue maestro de novicios en Villa Barilari, en San Miguel (1972-1973), profesor de la Facultad de Teología, Consultor de la Provincia y Rector del Colegio Massimo. El 31 de julio de 1973 fue elegido Provincial de Argentina, cargo que ejerció durante seis años. Entre 1980 y 1986, fue rector del Colegio Massimo y de la Facultad de Filosofía y Teología de la misma casa y párroco de la parroquia del Patriarca San José, en la diócesis de San Miguel. En marzo de 1986, se trasladó a Alema-
nia para concluir su tesis doctoral, y sus superiores lo destinaron al colegio de El Salvador, y después a la iglesia de la Compañía de Jesús, en la ciudad de Cordoba, como director espiritual y confesor. El 20 de mayo de 1992, Juan Pablo II lo nombró obispo titular de Auca y auxiliar de Buenos Aires. El 27 de junio del mismo año recibió en la catedral de Buenos Aires la ordenación episcopal de manos del cardenal Antonio Quarracino, del Nuncio Apostólico Monseñor Ubaldo Calabresi y del obispo de Mercedes-Luján, monseñor Emilio Ogñénovich. El 13 de junio de 1997 fue nombrado arzobispo coauditor de Buenos Aires, y el 28 de febrero de 1998, arzobispo de Buenos Aires por sucesión, a la muerte del cardinal Quarracino.
«unos por otros para que haya una gran fraternidad». «Espero que este camino de la Iglesia que hoy comenzamos sea fructífero para la evangelización». Además, pidió una oración en silencio por él para que Dios le ayudara en su labor. Tras el nombramiento, cientos de fieles se congregaron ante la catedral metropolitana de Buenos Aires para celebrar la elección y posteriormente se celebró una misa en el templo con ese motivo. La elección del papa Francisco fue también uno de los temas más comentados en las redes sociales, acaparando en Twitter más de 130000 mensajes por minuto; siendo hasta la fecha el segundo evento con más repercusión en la historia de dicha red social, sólo superado por los resultados de las elecciones presidenciales de Estados Unidos de 2012 en las que Barack Obama se proclamó ganador
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Francisco, el Papa argentino Un día histórico T
anto en Roma como en la Argentina el día estaba gris, lluvioso y frío. En vísperas de la primavera allá y del otoño acá, la feligresía católica aguardaba pacientemente, como ocurre en cada elección papal, en la Plaza de San Pedro, en la Ciudad del Vaticano. Por acá, los argentinos haciendo lo que hacemos todos los días en una miércoles a la tarde a esa hora. Además de ello, nuestros medios de comunicación iban cronicando paulatinamente el devenir del Cónclave de Cardenales, una especie de colegio electoral. La expectativa estaba centrada en si la elección se inclinaría hacia un obispo de la Curia Italiana o la posibilidad, por primera vez en la historia, que el líder de los católicos representara a América. Para ello sonaba fuertemente el Cardenal de San Pablo Brasil. También, otros, especulaban con que el nuevo Obispo de Roma podría ser el más joven de los cardenales, el representante de las Filipinas. Alrededor de las 16,30, hora local, el humo blanco que siempre anuncia que un nuevo Papa ha sido elegido se dejó ver en la chimenea de la Capilla Sixtina y junto al humo, una paloma blanca… Júbilo de los fieles expectantes. Pasaron varios minutos y luego prosiguió el estricto protocolo. Apareció el protodiácono Jean-Louis Tauran en el balcón central de la basílica de San Pedro e hizo el anuncio en latín, la lengua oficial del Vaticano: “Anuntio vobis gaudium magnum, habemos papam (Vengo a hacerles un gran anuncio: tenemos Papa)” y a continuación, prosiguió en latín develando el nombre del sucesor de Pedro, el apóstol y primer Papa: “Su Eminencia y Reverencia Señor Jorge Mario, Cardenal de la Santa Iglesia Romana Bergoglio quien se ha impuesto el nombre de Francisco”. La sorpresa fue enorme. El cardenal Bergoglio no aparecía en las expectativas de nadie, al menos de los analistas políticos vaticanos. Por lo tanto, las palabras del protodiácono sonaron como eco jubiloso en los oídos hispanoparlantes, especialmente los latinoamericanos… Un argentino era elegido Papa, un compatriota. Los presentes en la plaza vaticana donde se pudieron ver un par de banderitas argentinas, los corresponsales periodísticos, aquí mismo en nuestra tie-
rra… nadie podía salir del asombro y, al mismo tiempo, de la emoción que produjo, especialmente, para el mundo católico la elección del primer Papa latinoamericano. Francisco, en un tono cordial, prudente, casi campechano, se dirigió a los files que le esperaban y con un mensaje simple, dijo en un italiano argentinizado: “Hermanos y hermanas, ustedes saben que el deber del cónclave es de darle un obispo a Roma, parece que mis hermanos cardenales han ido por él hasta el fin del mundo. Les agradezco este recibimiento (…) Y ahora, comenzamos este camino: obispo y pueblo. Un camino de fraternidad, de amor, de confianza entre nosotros. Recemos siempre por nosotros: el uno por el otro. Recemos por todo el mundo, para que haya una gran fraternidad (…) Y ahora quisiera dar la bendición, pero antes, antes, os pido un favor: antes que el obispo bendiga al pueblo, os pido que vosotros recéis para el que Señor me bendiga. Ahora daré la bendición a vosotros y a todo el mundo, a todos los hombres y mujeres de buena
voluntad (…)” Los canales de televisión, las radios, los portales de los diarios, las redes sociales se inundaron con la noticia. Desde luego, esta designación dividió las aguas, como siempre ocurre en nuestro país frente a los grandes temas. Algunos a favor, otros en contra, otros con dudas; pero nadie permaneció indiferente ante este hecho histórico. Los contemporáneos retendremos en nuestra memoria
este miércoles 13 de marzo, un día que hace historia. Y los sentimientos se manifestaron de todas formas. A continuación, reproducimos a nuestro Secretario General Eduardo Brandolín quien, en pocas palabras, describe la sensación que la noticia provocó en muchos compatriotas.
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Oficialmente, Francisco E l papa Francisco inauguró el martes su pontificado con un mensaje en favor de la paz y de "la ternura", asegurando que servirá con humildad a una Iglesia católica enfrentada a numerosos desafíos y escándalos, protegiendo a los más pobres y olvidados. Ante decenas de miles de fieles y mandatarios de todo el mundo que se congregaron en la plaza de San Pedro para la misa, el primer papa latinoamericano fijó en su homilía las líneas de su pontificado. "El verdadero poder es el servicio, y también el Papa, para ejercer el poder (...) debe poner sus ojos en el servicio humilde, concreto y rico de fe", afirmó Francisco, que en sólo unos días ha dado esperanzas de cambio en una Iglesia desacreditada por los escándalos internos. El nuevo jefe de la Iglesia que tiene 1200 millones de fieles en todo el mundo, insistió en que el "amor" es otra de las claves de ese servicio. "No debemos tener miedo de la bondad, de la ternura", proclamó recibiendo una gran ovación el primer pontífice jesuita, que se inspiró en San Francisco de Asís en la elección de su nombre. El papa del Nuevo Mundo pidió "respeto por todas las criaturas de Dios", citando a los niños, los ancianos, "quienes son más frágiles y que a menudo se quedan en la periferia de nuestro corazón". Vestido con una sencilla casulla sobre
su sotana blanca, instó a proteger "el entorno en que vivimos", y dirigiéndose especialmente a los responsables de los ámbitos "económico, político y social", les invitó a no permitir que "los signos de destrucción y de muerte" guíen el mundo. Mientras los fieles asistían con solemnidad a este momento histórico en el Vaticano, en Buenos Aires, la ciudad natal del nuevo pontífice, la multitud que seguía en directo la ceremonia a través de pantallas gigantes estalló en aplausos y vítores. La popularidad y la espontaneidad del nuevo pontífice, quedó nuevamente demostrada antes de la misa en su recorrido en un jeep blanco totalmente descubierto por la plaza inundada de banderas de todos los países, muchas de ellas argentinas. Francisco, saludó sonriente y con cariño a los fieles, besó a niños, e incluso se bajó del papamóvil en un momento para acariciar el rostro de un enfermo. Tras la ceremonia, el Sumo Pontífice recibió una a una a las 132 delegaciones extranjeras que asistieron a la misa en medio de un estricto dispositivo de seguridad. La presidenta de Argentina, Cristina Kirchner fue una de las primeras en saludar. El presidente de Ecuador, Rafael Correa, no pudo contener las lágrimas cuando llegó su turno, mientras que el presidente de Chile, Sebastián Piñera, y su esposa llegaron cargados de rosarios, para que los bendijera. También saludaron personalmente al nuevo pa-
pa los presidentes de Brasil, México, Paraguay, Costa Rica, Honduras y Panamá. Antes de iniciar esta histórica jornada, el papa Francisco sorprendió a las miles de personas que participaban de la vigilia frente a la Catedral Metropolita-
na llamando desde el Vaticano “Hola. Gracias por estar rezando. Gracias por las oraciones, las necesito mucho. Gracias por haberse reunido a rezar. ¡Es tan lindo rezar! Porque es mirar hacia el cielo, mirar a nuestro corazón y saber que tenemos un Padre Bueno, que es Dios. Gracias por eso. Les quiero pedir un favor: caminemos todos juntos, cuidémonos los unos a los otros, cuídense entre ustedes, no se hagan daño; cuídense! Cuiden la vida, cuiden la familia, cuiden la naturaleza, cuiden los niños, cuiden a los viejos. Que no haya odio, que no haya peleas. Dejen de lado la envidia y no le saquen el cuero a nadie; dialoguen, vayan creciendo en el corazón y acérquense a Dios. Dios es bueno, Dios siempre perdona. Dios es Padre… acérquense siempre a Él. Que la Madre los bendiga mucho y por favor, no se olviden de este obispo, que aunque está lejos, los quiere mucho: recen por mí. Por la intercesión de Santa María, siempre Virgen y del ángel guardián de cada uno, el glorioso patriarca San José, de Santa Teresita del Niño Jesús y los santos protectores de ustedes, que los bendiga Dios Todopoderoso, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo”.
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Mi primera sensación La primera sensación fue de sorpresa, luego una mezcla de alegría y emoción, un cura argentino había sido elegido Papa. Yo estaba en Buenos Aires en una reunión, comenzamos a sentir campanadas, bocinazos y luego, llegó un mensaje de texto para la persona con quien estaba reunido confirmando la noticia. Bergoglio había sido elegido para liderar a los 1.200 millones de fieles que tiene la Iglesia Católica en todo el mundo. Terminó la reunión, salí a la calle por un taxi y observé a la gente con sonrisas, alegría, emoción, algunos con lágrimas en los ojos, otros exultantes. El viaje hasta el Ministerio de Planificación Federal, lugar en el que era el otro encuentro planificado para ese día fue diferente. Un taxista amable, divertido, música en la radio del auto que invitaba a que el viaje fuese interminable y, quizás, fue un poco más lento de lo normal. Llegué 10 minutos tarde a la reunión, eso no fue ningún inconveniente; me recibieron como nunca, alegres, distendidos, sonrientes, amables, la reunión estaba planificada para hacer un análisis sobre distintos proyectos que Generadora Córdoba está encarando. Estuve mas de una hora con ellos y, sin dudas, el tema excluyente fue El Papa Argentino. Tenía previsto regresar a Córdoba al día siguiente. Había tenido una jornada con
varias reuniones y lo mas lógico era volver al hotel y, tras descansar, emprender el regreso. Tuve la necesidad de inmediatamente regresar a casa, estar con mi familia, mis afectos, compartir el sentimiento que me embargaba… Quiero decir que, si bien soy católico, nunca fui muy creyente y menos un activo profesante de la religión. La última vez que fui a misa debe haber sido cuando bautizaron a mi nieto más pequeño, Exequiel, quien ya cumplió dos años. Tengo que decir también que he sido muy injusto con Dios, con Jesús y con la Virgen, me he acordado de ellos y pedido ayuda cuando me tocaron vivir cosas que ni quiero recordar y que, algunas veces, me hicieron llegar al extremo de hasta dudar de la existencia de que algo Divino que nos guía. Llegué al hotel, armé mi bolso, tomé un taxi y viajé hasta Aeroparque. Tuve la misma experiencia anterior: un taxista sonriente, amable, distendido, a pesar de la hora del día y, seguramente, una jornada agotadora. Tenía la radio prendida, ya se escuchaba a los periodistas desarrollar análisis políticos de la situación, los que festejaban, los que criticaban, algunos que encadenaban la historia cercana del hoy Papa con los líderes del nefasto Proceso cívico-militar, los que se expresaban a favor del cura diciendo que fue una persona que permanentemente accionó a favor de las víctimas de una de las épocas más oscuras que nos tocó vivir a los argentinos…
Sinceramente, ahora no quiero hacer un análisis ni un juicio de valor sobre esa situación. Será, posiblemente, tema que en algún momento trataremos. Simplemente quiero hoy transmitir mi vivencia, que seguramente será la misma de millones de argentinos… Continúo, pude tomar un vuelo a las 21,10, llegué a Córdoba aproximadamente a las 22.30. Salí del aeropuerto para buscar un taxi y en la parada había una larga fila, yo estaba aproximadamente en el puesto décimo. No había ningún taxi, hacía frío y lloviznaba. Los taxis entraban a cuenta gota. Lo sorprendente nadie se quejaba, todos esperaban tran-
quilamente. A mi lado, un joven que hablaba por teléfono y comenzó a gritar “¡No me digas! Hoy es el día más feliz de mi vida. Por fin se nos dio. Esperame, por favor, tengo ganas de darte un abrazo (…)” Pensé, “-¡qué raro!, ¿recién se entera de lo del Papa?”… Después, siguiendo la escucha me di cuenta que su inmensa alegría era porque el glorioso Talleres le había ganado a Belgrano… ¿primer milagro de Francisco?.... Al rato llegué a casa, disfrutando el día y la compañía de los míos. Eduardo Brandolín, secretario general SiReLyF
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Reunión de Estados N o podemos negar que la elección del Cardenal Bergoglio como jefe del Vaticano impactó de manera inmediata en nuestro país en todos sus órdenes, especialmente el político. Si nuestra vida doméstica giraba en torno a idas y vueltas coyunturales, el Papa Francisco llegó para patear el tablero. Inmediatamente, la Presidenta Cristina Fernández y envió la salutación del Estado argentino y fue recibida por el Pontífice en audiencia oficial un día antes de su consagración. La inteligencia política ganó la escena del Vaticano con el primer encuentro entre Jorge Bergoglio, convertido en Papa, y la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Ambos compartieron el último almuerzo antes de que Bergoglio asumiera su pontificado. La reunión entre ambos dirigentes selló la concordia pública entre un papa recién electo al que se atribuyó en su momento dotes de opositor y una jefa de Estado que aceptó la oportunidad de un encuentro ofrecido en un momento particular de la historia vaticana. La iniciativa papal escapa a todas las normas y deja con apetito a quienes esperaban una confrontación aguda entre el Sumo Pontífice y las autoridades del Estado argentino. Cada uno en su puesto y en el personaje que encarna, Francisco y Cristina hicieron circular un mensaje conciliador. Él le agradeció la visita y ella dijo que le había gustado ese gesto, porque encarnaba uno de “los rasgos distintivos” de Francisco, “la sencillez”. El Papa y la mandataria argentina intercambiaron regalos en un clima de distención, sin el protocolo que caracteriza estos encuentros.
En lo sustancial, según la versión que ofreció la Presidenta de este inédito almuerzo, el encuentro fue “fructífero e importante”. Cristina Fernández dijo que solicitó la “intermediación” del Papa para “lograr el diálogo en la cuestión Malvinas”. Y que el pedido había sido hecho con “una doble convicción”. Cabe recordar que hace ya un tiempo Bergoglio dijo “las Malvinas nuestras”. El segundo tema tratado fue una sorpresa. La jefe de Estado contó que el Papa le habló de “la Patria Grande” y “del rol que están cumpliendo los distintos gober-
nantes de América latina, porque trabajaban unidos por la Patria Grande”. El Papa recurrió a esa expresión porque “era la que utilizaban San Martín y Bolívar”. Por último, ambos responsables evocaron el tema de “la trata de personas en general y también, específicamente, la esclavitud”. Cristina Fernández adelantó que hay “un gran compromiso” por parte de Francisco “en la lucha contra la esclavitud, el trabajo esclavo, la trata de personas”. En términos políticos, el reencuentro fue muy provechoso para el Papa y la Presi-
En el nombre de Francisco El Papa Francisco ha heredado la capacidad de comunicación y la cintura política del Cardenal Bergoglio. En encuentro con diversos sectores, ya está “comunicando” su pensamiento o “bajando línea” como lo entendemos acá y descubriendo lo que anhela realizar al frente de la Iglesia Católica mundial.
A
continuación, reproducimos discursos pronunciados ante los representantes diplomáticos y ante los corresponsales periodísticos como dos testimonios y documentos históricos. Al cuerpo diplomático Excelencias, Señoras y señores: Agradezco sinceramente a su decano, el Embajador Jean-Claude Michel, las ama-
bles palabras que me ha dirigido en nombre de todos, y les acojo con gozo en este intercambio de saludos, simple pero intenso al mismo tiempo, que quiere ser idealmente el abrazo del Papa al mundo. En efecto, por su medio encuentro a sus pueblos, y así puedo en cierto modo llegar a cada uno de sus conciudadanos, con todas sus alegrías, sus dramas, sus esperanzas, sus deseos. Su numerosa presencia es también un signo de que las relaciones que sus países mantienen con la Santa Sede son beneficiosas, son verdaderamente una ocasión de bien para la humanidad. Efectivamente, esto es precisamente lo que preocupa a la Santa Sede: el bien de todo hombre en esta tierra. Y precisamente con esta idea comienza el Obispo de Roma su ministerio, sabiendo que puede contar con la amistad y el afecto de los Países que repre-
sentan, y con la certeza de que comparten este propósito. Al mismo tiempo, espero que sea también la ocasión para emprender un camino con los pocos Países que todavía no tienen relaciones diplomáticas con la Santa Sede, algunos de los cuales –se lo agradezco de corazón– han querido estar presentes en la Misa por el inicio de mi ministerio, o enviado mensajes como gesto de cercanía. Como ustedes saben, son varios los motivos por los que elegí mi nombre pensando en Francisco de Asís, una personalidad que es bien conocida más allá de los confines de Italia y de Europa, y también entre quienes no profesan la fe católica. Uno de los primeros es el amor que Francisco tenía por los pobres. ¡Cuántos pobres hay todavía en el mundo! Y ¡cuánto sufrimiento afrontan estas personas! Según el ejemplo de Francis-
denta. Se sacaron de encima una sombra: una inversión con mucho rédito político para el Estado del Vaticano y el gobierno argentino. Si se lo mide en términos de estrategia, el primer paso político que dio Francisco en el escenario de su pontificado consistió en mostrar públicamente que quien aparecía hasta ahora como su adversaria almorzó en privado con él a pedido suyo. Un par de gestos pactados en el buen momento pusieron las relaciones en otro carril.
co de Asís, la Iglesia ha tratado siempre de cuidar, proteger en todos los rincones de la Tierra a los que sufren por la indigencia, y creo que en muchos de sus países pueden constatar la generosa obra de aquellos cristianos que se esfuerzan por ayudar a los enfermos, a los huérfanos, a quienes no tienen hogar y a todos los marginados, y que, de este modo, trabajan para construir una sociedad más humana y más justa. Pero hay otra pobreza. Es la pobreza espiritual de nuestros días, que afecta gravemente también a los países considerados más ricos. Es lo que mi Predecesor, el querido y venerado Papa Benedicto XVI, llama la «dictadura del relativismo», que deja a cada uno como medida de sí mismo y pone en peligro la convivencia entre los hombres. Llego así a una segunda razón de mi nombre. Francisco de Asís nos dice: “Esforzaos en construir la paz”. Pero no hay verdadera paz sin verdad. No puede haber verdadera paz si cada uno es la medida de sí mismo, si cada uno puede re-
7 clamar siempre y sólo su propio derecho, sin preocuparse al mismo tiempo del bien de los demás, de todos, a partir ya de la naturaleza, que acomuna a todo ser humano en esta tierra. Uno de los títulos del Obispo de Roma es «Pontífice», es decir, el que construye puentes, con Dios y entre los hombres. Quisiera precisamente que el diálogo entre nosotros ayude a construir puentes entre todos los hombres, de modo que cada uno pueda encontrar en el otro no un enemigo, no un contendiente, sino un hermano para acogerlo y abrazarlo. Además, mis propios orígenes me impulsan a trabajar para construir puentes. En efecto, como saben, mi familia es de origen italiano; y por eso está siempre vivo en mí este diálogo entre lugares y culturas distantes entre sí, entre un extremo del mundo y el otro, hoy cada vez más cercanos, interdependientes, necesitados de encontrarse y de crear ámbitos reales de auténtica fraternidad. En esta tarea es fundamental también el papel de la religión. En efecto, no se pueden construir puentes entre los hombres olvidándose de Dios. Pero también es cierto lo contrario: no se pueden vivir auténticas relaciones con Dios ignorando a los demás. Por eso, es importante intensificar el diálogo entre las distintas religiones, creo que en primer lugar con el Islam, y he apreciado mucho la presencia, durante la Misa de inicio de mi ministerio, de tantas autoridades civiles y religiosas del mundo islámico. Y también es importante intensificar la relación con los no creyentes, para que nunca prevalezcan las diferencias que separan y laceran, sino que, no obstante la diversidad, predomine el deseo de construir lazos verdaderos de amistad entre todos los pueblos. La lucha contra la pobreza, tanto material como espiritual; edificar la paz y construir puentes. Son como los puntos de referencia de un camino al cual quisiera invitar a participar a cada uno de los países que ustedes representan. Pero, si no aprendemos a amar cada vez más a nuestra Tierra, es un camino difícil. También en este punto me ayuda pensar en el nombre de Francisco, que enseña un profundo respeto por toda la creación, la salvaguardia de nuestro medio ambiente, que demasiadas veces no lo usamos para el bien, sino que lo explotamos ávidamente, perjudicándonos unos a otros. Queridos Embajadores, Señoras y Señores, gracias de nuevo por todo el trabajo que desarrollan, junto con la Secretaría de Estado, para edificar la paz y construir puentes de amistad y hermandad. Por su intermedio, quisiera reiterar mi agradecimiento a sus Gobiernos por su participación en las celebraciones con motivo de mi elección, con la esperanza de un trabajo común fructífero. Que el Señor Todopoderoso colme de sus dones a cada uno de ustedes, a sus familias y a sus pueblos. Muchas gracias.
A los comunicadores Al comienzo de mi ministerio en la Sede de Pedro, me alegra encontrarme con ustedes, que han trabajado aquí en Roma en este momento tan intenso, que comenzó con el anuncio sorprendente de mi venerado predecesor, Benedicto XVI, el pasado 11 de febrero. Saludo cordialmente a todos ustedes. El papel de los medios de comunicación ha ido creciendo cada vez más en los últimos tiempos, hasta el punto de que se hecho imprescindible para relatar al mundo los acontecimientos de la historia contemporánea. Expreso, pues, un agradecimiento especial a ustedes por su competente servicio durante los días pasados – han trabajado ¡eh!, han trabajado – en los que el mundo católico, y no sólo el católico, ha puesto sus ojos en la Ciudad Eterna, y particularmente en este territorio cuyo «centro de gravedad» es la tumba de San Pedro. En estas semanas, han tenido ocasión de hablar de la Santa Sede, de la Iglesia, de sus ritos y tradiciones, de su fe y, sobre todo, del papel del Papa y de su ministerio. Doy gracias de corazón especialmente a quienes han sabido observar y presentar estos acontecimientos de la historia de la Iglesia, teniendo en cuenta la justa perspectiva desde la que han de ser leídos, la de la fe. Los acontecimientos de la historia requieren casi siempre una lectura compleja, que a veces puede incluir también la dimensión de la fe. Los acontecimientos eclesiales no son ciertamente más complejos de los políticos o económicos. Pero tienen una característica de fondo peculiar: responden a una lógica que no es principalmente la de las categorías, por así decirlo, mundanas; y precisamente por eso, no son fáciles de interpretar y comunicar a un público amplio y diversificado. En efecto, aunque es ciertamente una institución también humana, histórica, con todo lo que ello comporta, la Iglesia no es de naturaleza política, sino esencialmente espiritual: es el Pueblo de Dios. El santo Pueblo de Dios que camina hacia el encuentro con Jesucristo. Únicamente desde esta perspectiva se puede dar plenamente razón de lo que hace la Iglesia Católica. Cristo es el Pastor de la Iglesia, pero su presencia en la historia pasa a través de la libertad de los hombres: uno de ellos es elegido para servir como su Vicario, Sucesor del apóstol Pedro; pero Cristo es el centro, no el Sucesor de Pedro: Cristo. Cristo es el centro. Cristo es la referencia fundamental, el corazón de la Iglesia. Sin él, ni Pedro ni la Iglesia existirían ni tendrían razón de ser. Como ha repetido tantas veces Benedicto XVI, Cristo está presente y guía a su Iglesia. En todo lo acaecido, el protagonista, en última instancia, es el Espíritu Santo. Él ha inspirado la decisión de Benedicto XVI por el bien de la Iglesia. Él ha orientado en la oración y la elección a los cardenales.
Es importante, queridos amigos, tener debidamente en cuenta este horizonte interpretativo, esta hermenéutica, para enfocar el corazón de los acontecimientos de estos días. De aquí nace ante todo un renovado y sincero agradecimiento por los esfuerzos de estos días especialmente fatigosos, pero también una invitación a tratar de conocer cada vez mejor la verdadera naturaleza de la Iglesia, y también su caminar por el mundo, con sus virtudes y sus pecados, y conocer las motivaciones espirituales que la guían, y que son las más auténticas para comprenderla. Tengan la seguridad de que la Iglesia, por su parte, dedica una gran atención a su precioso cometido; tienen la capacidad de recoger y expresar las expectativas y exigencias de nuestro tiempo, de ofrecer los elementos para una lectura de la realidad. Su trabajo requiere estudio, sensibilidad y experiencia, como en tantas otras profesiones, pero implica una atención especial respecto de la verdad, la bondad y la belleza; y esto nos hace particularmente cercanos, porque la Iglesia existe precisamente para comunicar esto: la Verdad, la Bondad y la Belleza «en persona». Debería quedar muy claro que todos estamos llamados, no a mostrarnos a nosotros mismos, sino a comunicar esta tríada existencial que conforman la verdad, la bondad y la belleza. Algunos no sabían por qué el Obispo de Roma ha querido llamarse Francisco. Algunos pensaban en Francisco Javier, en Francisco de Sales, también en Francisco de Asís. Les contaré la historia. Durante las elecciones, tenía al lado al arzobispo emérito de San Pablo, y también prefecto emérito de la Congregación para el clero, el cardenal Claudio Hummes: un gran amigo, un gran amigo. Cuando la cosa se ponía un poco peligrosa, él me confortaba. Y cuando los votos subieron a los dos tercios, hubo el acostumbrado aplauso, porque había sido elegido. Y él me abrazó, me besó, y me dijo: «No te olvides de los pobres». Y esta palabra ha entrado aquí: los pobres, los pobres. De inmediato, en relación con los pobres, he pensado en Francisco de Asís. Después he pensado en las guerras, mientras proseguía el escrutinio hasta terminar todos los votos. Y Francisco es el hombre de la paz. Y así, el nombre ha entrado en mi corazón: Francisco de Asís.
Para mí es el hombre de la pobreza, el hombre de la paz, el hombre que ama y custodia la creación; en este momento, también nosotros mantenemos con la creación una relación no tan buena, ¿no? Es el hombre que nos da este espíritu de paz, el hombre pobre... ¡Ah, cómo quisiera una Iglesia pobre y para los pobres! Después, algunos hicieron diversos chistes: «Pero tú deberías llamarte Adriano, porque Adriano VI fue el reformador, y hace falta reformar...». Y otro me decía: «No, no, tu nombre debería ser Clemente». «Y ¿por qué?». «Clemente XV: así te vengas de Clemente XIV, que suprimió la Compañía de Jesús». Son bromas. Les quiero mucho. Les doy las gracias por todo lo que han hecho. Y pienso en su trabajo: les deseo que trabajen con serenidad y con fruto, y que conozcan cada vez mejor el Evangelio de Jesucristo y la realidad de la Iglesia. Les encomiendo a la intercesión de la Santísima Virgen María, Estrella de la Evangelización, a la vez que les expreso los mejores deseos para ustedes y sus familias, a cada una de sus familias, e imparto de corazón a todos mi Bendición. Les dije que les daba de corazón la bendición. Como muchos de ustedes no pertenecen a la Iglesia católica, otros no son creyentes, de corazón doy esta bendición en silencio a cada uno de ustedes, respetando la conciencia de cada uno, pero sabiendo que cada uno de ustedes es hijo de Dios. Que Dios los bendiga.
Compartimos Esperanzas L
a elección de nuestro compatriota, el cardenal de Buenos Aires y jefe de la Iglesia Católica argentina Jorge Mario Bergoglio como el papa Francisco trae para el análisis y el debate muchos temas históricos, pero también coyunturales. Temas que, como organización sindical, hemos repasado y coincidimos con la palabra y la acción. Ante miles de feligreses católicos y más de un centenar de representantes políticos, el papa Francisco ha hecho un llamamiento a "custodiar" la creación y a proteger a los eslabones más débiles de la sociedad. "No teman a la bondad y a la ternura", afirmó, al tiempo que aseguró que quiere ser el papa de los "pobres". En principio, estas palabras han sido acompañadas por hechos concretos, muchos de ellos, simbólicos, pero que, en realidad, podría registrar a la larga, en retórica y acción, un giro colosal de la Iglesia Católica a escala global convirtiéndola en el principal aliado de las clases más desprotegidas del planeta. Y este mensaje fue directamente y sin eufemismos a quienes ocupan puestos de responsabilidad en el ámbito económico, político o social, “a todos los hombres y mujeres de buena voluntad: seamos custodios de la creación, del designio de Dios inscripto en la naturaleza, guardianes del otro, del medio ambiente; no dejemos que los signos de destrucción y de muerte acompañen el camino de este mundo nuestro", señaló en la solemne misa de inicio del pontificado. Francisco quiere ser el papa de los pobres, los débiles y los enfermos. Francisco ha subrayado que el poder del papa es el servicio a los otros, "especialmente a los más pobres, los más débiles, los más pequeños, el hambriento, el sediento, el forastero, el desnudo, el enfermo y el encarcelado",
todas figuras simbólicas que hoy se traducen en millones de personas alrededor del mundo ubicadas en los estratos más miserables de la sociedad, tanto en lo social como lo económico. Fiel a su estilo sencillo, pronunció una homilía breve y cercana. "Ha hecho una síntesis magnífica dirigiéndose a todo el mundo de forma muy clara. Se aprecia un nuevo lenguaje, muy coherente. Sus gestos y acciones coinciden con sus palabras. Entre esos gestos, uno particular que no
tuvo nada de casual. En su primer encuentro formal con un jefe de Estado recibió a su compatriota y presidente de la Nación Argentina, Cristina Fernández. Hecho que, para el común de los mortales, parecería natural; pero partiendo de la relación distante que existía entre nuestro gobierno nacional y la jerarquía de la Iglesia argentina, el encuentro y sus contenidos cobran un significado más allá de lo simbólico. Justamente, los contenidos. Entre los temas que trascendieron públicamente sobre lo que se trató durante la audiencia y almuerzo estuvieron el pedido de Cristina Fernández para que el Papado intercediere diplomáticamente en la cuestión Malvinas. Además, hablaron de la trata de personas y del trabajo esclavo… Y hablaron también de la “Patria Grande”, de “San Martín, de Bolívar”, de América latina. Esto último cobra un significado mayor si tenemos en cuenta que nuestros principales analistas políticos y económicos neoliberales, de la mano de sus difusores mediáticos, se frotaron las manos y tuvieron un lapsus: la ilusoria intención de que el nuevo Papa se convirtiere de hecho en un virtual “jefe de la oposición en Argentina y América latina”. Pero, como se dice vulgarmente, “el tiro les salió por la culata y quedaron pedaleando en el aire”, cuando no haciendo el ridículo. Hasta algunos compararon esta elección con la del polaco Karol Wojtyla cuando fue electo en 1978 bajo el nombre de Juan Pablo II a quien se le ponían fichas para en-
frentar al comunismo de Europa del Este que, de hecho se dio. Pero se equivocan quienes piensan que el actual Papa va a encabezar una cruzada contra los gobiernos populares de América latina que son los que más han luchado contra la pobreza y las desigualdades. Bergoglio eligió el nombre de Francisco y esa denominación constituye mucho más que un nombre papal, constituye un proyecto de iglesia si se tiene en cuenta la vida de San Francisco de Asís: la opción por los pobres, la humildad, la austeridad, la apertura, el diálogo… En definitiva, todos los gestos y los discursos de Francisco hasta hora indican que nos encontramos ante un Papa que cambia el sentido de su relación con la comunidad. Aspiramos a que nuestro nuevo Papa, quien conoce cabalmente y comprende la realidad latinoamericana y del mundo sub desarrollado, nos ayude en el afianzamiento de nuestras conquistas como pueblos y, especialmente, como trabajadores por una mejor calidad de vida tanto material como espiritual. Compartimos la esperanza que vamos hacia esa dirección. La foto a continuación, motivo de los afiches aparecidos en la vía pública, dan cuenta de esa realidad.