60 años de Historia Sindicato Regional de Luz y Fuerza
Córdoba – Argentina – diciembre de 2004
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prólogo de los redactores De aquellos hombres son estas huellas Una semilla de luz ¡Bienvenido coronel Perón! Otra jornada memorable Comienzan a llegar Un año glorioso Un paso trascendente Una prueba de fuego Premios y castigos Consolidación del Gremio La búsqueda de la unidad nacional El sueño del techo propio Sistema Previsional del Sindicato La creación de EPEC y el aporte del Sindicato Golpe e intervención en 1955 El Sindicato tras la caída de Perón El trabajo gremial en tiempos de Frondizi Las medidas de Frondizi Con la fuerza de los principios Modificación del estatuto La sede propia La multiplicación del esfuerzo Plan de viviendas Jugando la vida Operatoria de artículos para el hogar Presidencia de Illia El origen de la Ayuda Mutual Golpe a golpe... se hace camino al andar Lo que permanece en el tiempo es la Organización Proyecto de Empresa nacional Única en Prestaciones de Servicios Eléctricos Participación obrera en la conducción de empresas Golpe del 76 Cuerpo General de Delegados Las Obras Sociales y el Proceso La dictadura militar en Argentina Malvinas fue la señal... Protagonistas de la historia El regreso a la democracia sindical Recuperación del Convenio Colectivo de Trabajo Central Nuclear Embalse Capacitación: la luz de la militancia Reconocimiento de hermano a hermano Vientos privatistas El gran debate Conflicto con la Federación: dos miradas distintas Nace un desafío
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Una nueva resistencia GECOR: paso a paso Los trabajadores y la economía solidaria La marcha y sus cambios Las luchas de los ‘90 El frente nacional Área cooperativas... otro frente Espejos donde mirarse Estatuto aprobado el 8 de julio de 1944 Convenio suscrito entre el SEOCCAE y la Compañía Central Argentina de Electricidad S.A. el 19 de enero de 1945 Convenio firmado el 21 de enero de 1946 Declaración de principios FATLyF Nómina de Comisiones y Consejos Directivos Edificios seccionales Medallas al Mérito Sindical
Prólogo Somos de una generación a la que quisieron condenar al olvido haciendo desaparecer su memoria. A pesar de los pesares, seguimos adelante y hoy nos toca conducir un Sindicato que ha cumplido 60 años de vida. Por lo tanto, se impone hacer un ejercicio fundamental de memoria. El interés por nuestra historia implica la necesidad de saber sobre nosotros mismos, cómo llegamos hasta aquí y qué compromisos asumimos por el sólo hecho de pertenecer a Luz y Fuerza. Los grandes logros imponen grandes sacrificios y en los sesenta años de esta historia hubo muchos de ambos, algunos ignorados, otros más conocidos, pero todos dignos de contar. Nosotros somos portadores de una antorcha que ha iluminado la historia de la Patria en momentos de oscuridad. Conocerla y asumirla marca el rumbo. Definitivamente. Sólo así podremos valorar cabalmente cada uno de los significados de ser lucifuercista. Estas páginas intentan ponernos de frente a todos los caminos que se recorrieron para poder llegar a cumplir 60 años con la convicción de que hemos heredado la capacidad de conquistar el futuro, no por locos soñadores sino por tesoneros forjadores y comprometidos luchadores. Nuestra historia nos reafirma en lo que somos y hunde nuestras raíces para elevar aún más alto los brazos de la vida. En una invitación a seguir avanzando en esta senda propuesta de dignidad, unidad y solidaridad abrimos las puertas de la memoria para proyectarnos al futuro. Estos 60 años nos dan más de 60 razones. Esperamos haber cumplido al aportar un trazo en esta construcción colectiva que le brindará brindándole nuestros jóvenes la posibilidad de conocer lo que significa ser de Luz y Fuerza. Reinaldo Arrascaeta
Eduardo Brandolín
De los redactores Decir autor es una simple referencia formal que nos traslada a formas de redactar, figuras y vuelos literarios o simplemente a la manera en que sintetizamos sensaciones del alma. Desde nosotros, desde quienes tuvimos la suerte de recorrer estos 60 años de historia del Sindicato Regional de Luz y Fuerza, no es fácil poder expresar todos nuestros sentimientos, todas nuestras emociones, los descubrimientos que a cada paso fuimos realizando. Si tuviéramos que describir con una sola palabra estos 60 años, creemos que ella sería PASIÓN. Es quizá la pasión, ese fuego interior que fluye por los hombres y sus circunstancias, la que invade las organizaciones y se expresa hacia el exterior con fuerza de transformaciones y de cambios. Pasión sintetiza la voluntad inicial de los fundadores y de quienes bregaron en todos los tiempos por salir de las condiciones paupérrimas o carentes de dignidad humana, de mejorar las condiciones de trabajo y de vida, y de asumir compromisos con la sociedad, con la Nación y con la humanidad. Como pocas veces en la historia de las gestas trascendentes del hombre, se percibe el transcurrir colectivo como signo inequívoco de la solidaridad humana. Salvo por la aparición en las últimas décadas de un líder carismático, como fue Aldo Serrano, cuya impronta quedará grabada en la memoria de todos, no hubo en 60 años acciones que no tuvieran como fundamento la Organización. Desde el estricto rigor metodológico, nuestras fuentes han sido documentos de la época, actas de las asambleas del Cuerpo General de Delegados, recortes periodísticos y testimonios de quienes fueron los protagonistas privilegiados de esta historia. Este libro ha sido planteado sobre la tarea de recopilación y narración histórica de Abel Capdevilla, Juan Luis Gigante, Atilio de Nápoli, Juan Carlos Zanforlín, Alberto Alba y otros, afiliados jubilados militantes, hombres comprometidos con las luchas sindicales. Ellos brindaron la esencia de esta obra que sin sus aportes generosos difícilmente podría haberse realizado. Sin duda, ellos los verdaderos autores de este libro. Debemos agradecer al Consejo Directivo, en particular a los compañeros Eduardo Bandolín
y
Reinaldo
Arrascaeta,
Secretario
y
Subsecretario
General
respectivamente, por ser ellos quienes confiaron en nosotros para delegarnos tan magna tarea, y a quienes esperamos no defraudar. Finalmente, agradecer a todos los que de una u otra manera colaboraron, en especial a nuestras familias, compañeros de ruta e hijos, que nos sostuvieron durante todo este tiempo y supieron comprender las horas que les quitábamos. Tener hijos, plantar un árbol, escribir un libro... ¡qué más podemos pedirle a la vida! Héctor Brondo
Laura Saiz
Fernando Castiglione
Capítulo 1 De aquellos hombres son estas huellas La denominada Revolución Industrial estaba llamada a desplazar al hombre del centro de la actividad productiva. El trabajo artesanal comenzó a ceder espacio a las máquinas y el hombre relegó su condición de actor central del proceso económico – aunque desconocido entonces por el orden legal– para convertirse en el elemento de ajuste de los cambios sustanciales que presagiaba la industrialización. La sindicalización, en el mundo, se estableció al mismo tiempo que la era industrial: en los lugares donde se generaban grandes concentraciones de mano de obra comenzaron a generalizarse los casos de explotación y, como consecuencia, grupos de personas iniciaron y lideraron actos de protesta. De allí surgieron las incipientes organizaciones que luego derivaron en los sindicatos. Ese fue el caldo de cultivo de la resistencia obrera, que encontró liderazgo en las fuentes anarquistas y socialistas que propusieron, desde Europa al resto del mundo, asumir el desafío de organizarse gremialmente para enarbolar la bandera de la dignidad de quienes sudaban progreso y que hacían del músculo, la voluntad y la inteligencia la herramienta fundamental en la construcción de un futuro de bienestar para la humanidad. En la Argentina, los finales del siglo diecinueve y los albores del pasado fueron tiempos de ebullición social. Entonces se encendió el fuego de la hoguera en que se cocinaron los cambios y el vapor emanado por el caldo de las luchas producidas en procura del reconocimiento de los derechos de los trabajadores. Estas impregnaban la voluntad de los dirigentes, forjados en las causas de la organización sindical, los valores de la equidad y la distribución justa de las riquezas. Los años inaugurales del siglo asomaron agitados por el discurso histórico, a raíz de las huelgas masivas que sorprendieron de manera ingrata a los habitantes del poder político y económico cuando la desocupación había pasado a ser un indicador de la crisis de un país en pleno crecimiento y un punto irritante más en la tensa relación entre patrones opulentos y empleados explotados. En esas circunstancias, moldeadas por las ideas anarquistas y socialistas que arribaron a la Argentina con los inmigrantes que desembarcaron en la costa rioplatense a partir de 1880, se desarrolló en 1903 el Primer Congreso Obrero Gremial que abonó el terreno donde prendió inmediatamente la propuesta de
conformar la Unión General de Trabajadores. Esta organización abrió la senda por la que discurriría el sindicalismo argentino. La convicción de los pioneros hizo carne rápidamente en Villa María, en los empleados
de
la
Compañía
Central
Argentina
de
Electricidad,
quienes
comprendieron que la constitución de un sindicato propio era la manera de lograr la promoción anhelada y de encauzar la participación responsable de los trabajadores. De empezar a cambiar el signo de la historia y terminar con las injusticias. En aquel tiempo, en términos generales, las condiciones sociales, económicas y laborales eran indignas. Los trabajadores desarrollaban sus labores a lo largo de extenuantes jornadas, desprovistos de los elementos mínimos indispensables, en ámbitos insalubres y expuestos permanentemente al riesgo de accidentes y enfermedades. Carecían de cobertura social y muchas veces debían concurrir a trabajar estando enfermos para no perder el jornal. Inclusive, el ausentismo, por el motivo que fuere, era considerado causal de despido. Ni hablar de la existencia de licencias especiales, vacaciones pagas o aguinaldo. Pese a la magnitud del sacrificio y la entrega constantes, los salarios eran de miseria, insuficientes para satisfacer las necesidad básicas de una familia obrera: alimentarse, vestirse, disponer de un techo propio, brindar a sus hijos la posibilidad de un futuro mejor, recibir atención médica. Menos que un caballo Para componer una imagen de las condiciones laborales imperante en aquel tiempo aciago de muestra sirve un botón. Los memoriosos del Sindicato recuerdan la anécdota de Enrique Cristóbal Pérez, quien alcanzaría, a la vuelta de la historia, la Secretaría General de la Organización. Cuando era recorredor de línea supervisaba periódicamente el tramo de tendido eléctrico entre Villa María y James Craik. Hacía el recorrido, de entre 35 y 40 kilómetros, a campo traviesa y en un sulky. Para cumplir con esa tarea salía al alba y regresaba con las últimas luces del día. Como no podía retornar a su hogar hasta que no haber inspeccionado la totalidad del trayecto, cobraba viático. ¿En qué consistía el beneficio económico? En un peso para alimentarse él y dos para alimentar al caballo. En 1930 llegó, como etapa culminante, el nacimiento de la Confederación General del Trabajo (CGT) y la definición de principios emblemáticos para la fuerza laboral, tales como: solidaridad, participación y organización.
Resulta fácil imaginar que la marcha obrera, durante su lento avance, encontró obstáculos difíciles de superar arrojados al camino por el régimen imperante, obsesionado por abortar cualquier intención de abrir espacios de participación que amenazaran la integridad de sus privilegios. Afortunadamente, la llegada de un número importante de legisladores socialistas al Congreso Nacional permitió la sanción de leyes laborales básicas para la consolidación y el crecimiento del movimiento obrero. Ese proceso incipiente a favor de los explotados se consolidó de manera sensible en el ciclo abierto en 1943, que haría posible que el movimiento sindical –que hasta entonces a causa de su fragmentación era una errática peregrinación sindical que se caracterizaba por presentar avances y retrocesos significativos– progresara a paso firme hacia un destino de transformaciones profundas. La clase trabajadora fue el puntal elegido para sostener un proyecto político orientado a modificar de cuajo las aberrantes condiciones sociales, la inestable realidad política y la situación económica de inequidad imperantes entonces en el país. En esas circunstancias apareció, como una luz fulgurante de esperanza en medio de tanta oscuridad, un líder que modificaría para siempre el sentido de nuestra historia: el coronel Juan Domingo Perón. El militar se hizo cargo de la Secretaría de Trabajo y Previsión Social desde la cual confirió un carácter inédito a la relación entre el Gobierno y las organizaciones obreras. Un dato estadístico resulta por demás revelador del éxito de aquella gestión: en 1943 había solamente 350.000 sindicalizados en el país, mientras que poco después, a fines de 1948, la cifra orilló los 4.000.000. El fenómeno se explica, de alguna manera, en la sanción de un paquete de leyes laborales en el Congreso Nacional durante ese quinquenio, entre las que se destacan la de Asociaciones Profesionales (Ley 12.921) y la de Convenios Colectivos (Ley 14.250). Los primeros pasos El amanecer de 1944 alumbraba un panorama político y social en el que asomaba vigorosamente el proceso de gestación de un movimiento de masas. Villa María respiraba ese aire de cambio al mismo tiempo que sus instituciones trataban de recuperarse de la inestabilidad en que se habían sumergido a partir de la
renuncia de Salomón Deiver a la intendencia. El carismático dirigente había alcanzado el despacho mayor de la ciudad erguido por el respaldo popular y sin embargo, no resistió los embates arteros de sus propios correligionarios. Las expectativas de los olvidados habitantes de aquella llanura fértil estaban alimentadas entonces por la reiteradamente anunciada visita del coronel Juan Domingo Perón. Los vecinos de los barrios Villa Aurora, Villa Emilia, La Rural, Rivadavia, Chaco Chico y La Calera, entre otros sectores de fuera de los bulevares de circunvalación, preparaban un tributo fervoroso para cuando el líder emergente tocara ese punto de la geografía cordobesa. También un grupo de empleados y obreros de la Compañía Central Argentina de Electricidad S.A., influenciados por el incipiente principio de sindicalización que comenzaba a darse en la Argentina y alentados por el mensaje de unidad, organización y lucha disparado al corazón de los explotados por el conductor de la Secretaría de Trabajo de la Nación, decidió saltar a la arena de la lucha para exigir el reconocimiento de los derechos que les negaban los poderosos grupos extranjeros que explotaban a su antojo el negocio de la energía eléctrica en todo el país. Los animaba el deseo de fundar un sindicato propio. Aquellos hombres íntegros consumaron el anhelo y señalaron el rumbo a las generaciones futuras. De ellos son estas huellas profundas, marcadas en el polvo del sacrificio por el paso firme de quienes legaron la vocación de entrega, la participación en el sostenimiento y defensa de las conquistas logradas y la búsqueda de las nuevas reivindicaciones que impone el signo de los tiempos. Honrar la memoria de aquellos pioneros y alimentar los sueños colectivos que trascienden el tiempo son los desafíos asumidos por la conducción actual, como también ha sucedido en la historia. Seguramente será el mayor legado que recibirán los futuros dirigentes, que se están templando en el fuego sagrado encendido por aquellos visionarios hace 60 años y cuyo calor abriga aún la dignidad y la esperanza de la familia del Sindicato Regional Luz y Fuerza.
Capítulo 2 Una semilla de luz Las inclemencias del tiempo no fueron excusa para faltar a la cita. El otoño empezaba a recorrer el tramo final de su viaje por estas latitudes y un aliento cada vez más frío peinaba las espigas que cubrían la fertilidad de la llanura sembrada de trigo y esperanza. Había que estar a las 22 horas en la sede del Centro de Comerciantes Minoristas de Villa María, en Entre Ríos 1320, para saber de qué se trataba. En ese lugar se develaría la incógnita que durante la semana previa Jorge Darío Perrachione y un par de ‘cómplices’ se habían encargado de instalar en el ánimo de los trabajadores de la Compañía Central Argentina de Electricidad Sociedad Anónima. Respondieron a la convocatoria 85 empleados y obreros de la multinacional que dominaba una amplia porción del mercado eléctrico en la provincia. Ellos fueron los primeros protagonistas de esta historia de lucha y compromiso con los derechos laborales. Media hora después del momento pactado se dio el primer paso de esta marcha que, seis décadas después, mantiene su ritmo vigoroso y el sentido marcado por el viento de la ética, la equidad y la justicia. Para despejar las dudas, Perrachione aclaró que el propósito de la reunión no era planificar una huelga ni decidir acciones directas contra los empleadores. La finalidad trascendía largamente aquellas especulaciones temporales: se trataba, nada menos, que de sentar las bases para la construcción de un sindicato propio. Una visión esclarecedora El encuentro fundacional contó con la presencia de invitados especiales, entre los que se destacaban E. Álvarez Vocos y Julio Murúa, secretario y presidente respectivamente, de la Unión Sindical de Empleados y Obreros de la Compañía Provincial de Energía de Córdoba (USEOCPE). También asistió y tuvo una participación relevante el reverendo padre Rafael Moreno, sacerdote comprometido profunda y activamente con la causa gremial. El religioso planteó, sin especulación alguna, la posición del sector progresista de la Iglesia en el que estaba enrolado acerca de las organizaciones sindicales.
Agregó que deseaba que dentro de la doctrina justa, con metas claras y alcanzables, se acelerara la formulación de la legislación pertinente para que los asalariados pudieran encontrar su modo de expresión adecuado. También exhortó a eliminar las tentaciones de quienes procuraban sostener la división del sector obrero y sus organizaciones, y su marginación de las decisiones económicas, sociales, políticas y culturales que le correspondían, lo que había comenzado a reconocer el coronel Juan Domingo Perón desde el Gobierno Nacional. En otro tramo de su exposición valoró que todos los trabajadores, pero fundamentalmente sus dirigentes, para su propio bien y el de toda la comunidad, se esforzaran con el fin de alcanzar la unidad que asegurara la vigencia tanto de sus legítimos derechos cuanto de sus deberes. Destacó, asimismo, la importancia de un sindicalismo auténtico para lograr la promoción y encauzar la responsabilidad participativa de los trabajadores. El padre Moreno no ocultó en ningún momento su pensamiento sobre el derecho de agremiación. Con tono sereno pero firme y convincente planteó al respecto que la formación de entidades sindicales constituía la expresión de un derecho natural de la persona humana: el de asociación. Por lo tanto, no podía ser desconocido, negado ni retaceado. Además, hizo referencia a que los trabajadores tenían el derecho de conferir a sus asociaciones la estructura y organización que consideraran idóneas, según las circunstancias y en orden a la defensa y promoción de sus legítimos derechos y aspiraciones. En función de eso, entendía que nadie debía impedirles que decidieran libremente la modalidad de la estructura gremial, incluyendo la opción por la pluralidad o la unidad sindical, sin imposiciones privadas u oficiales. Resaltó que la finalidad y actuación de una entidad gremial no debía limitarse a lo meramente reivindicativo. Si bien reconoció que su función primera e inmediata era salvaguardar los derechos económicos y sociales de los trabajadores y su familia en cuanto a remuneración, indicó que también le correspondía un papel activo en la contribución al bien común general. En este sentido, consideró como una imposición ética ineludible la participación, con los empresarios, en la concertación de convenios colectivos de trabajo razonables, la vigilancia de su cumplimiento y la prevención y solución pacífica de los conflictos laborales que se presentaran.
Aconsejó a los trabajadores dispuestos a organizarse que estudiaran los problemas técnicos y económicos de los sectores de la economía y de las empresas en las que se desempeñaban con el fin de ayudar a solucionarlos o superarlos en forma conjunta. También les sugirió abstenerse de actuar en políticas partidistas, aclarando que esto no significaba que no pudieran pronunciarse y desempeñarse en el terreno de la política social y económica. Les recordó que la huelga era un derecho lícito, pero sólo como último medio de defensa. Finalmente, consideró provechoso para todos los sectores vinculados con el trabajo y la producción buscar caminos de entendimiento, estableciendo y reanudando diálogos conciliatorios. Estas reflexiones calaron hondo en la conciencia y la voluntad de los presentes, como se reflejaría más tarde en la redacción del Estatuto del Sindicato de Empleados y Obreros de la Compañía Central Argentina de Electricidad Sociedad Anónima, de Villa María, que se aprobaría un mes después de la reunión, precisamente el 8 de julio de 1944, en el Centro de Comerciantes Minoristas. Sin tiempo que perder Después de la clarificadora y estimulante exposición del reverendo padre Rafael Moreno, los dirigentes gremiales Álvarez Vocos y Julio Murúa, de la USEOCPE de Córdoba, compartieron con los presentes la experiencia de los trabajadores del sector energético de la capital provincial, quienes habían fundado su propio sindicato el 5 de febrero de ese año, iniciando así también ellos un largo camino de luchas, reivindicaciones y sueños colectivos. Coincidieron en la apreciación acerca de que el contexto nacional, con el coronel Perón convertido en el hombre fuerte del gobierno del general Edelmiro Farrel –el carismático líder estaba al frente de los ministerios de Guerra y de Trabajo y Previsión– resultaba sumamente propicio para que los sectores del trabajo pudieran organizarse gremialmente y exigir el cumplimiento de sus derechos. Sin perder tiempo, se procedió a designar por mayoría de votos a una persona para que presidiera la reunión: resultó elegido por amplia mayoría Jorge Perrachione y actuaron como secretarios los compañeros Adela Camibort y Domingo Mella. Cumplido el trámite formal, los participantes eligieron, con similar procedimiento, a los miembros de la Comisión Directiva Provisoria, que quedó integrada de la siguiente manera:
Presidente: Jorge Darío Perrachione; Vicepresidente: Domingo Mella; Secretario: Felipe Raimundo Sánchez; Secretario de Actas: César Vinuesa; Prosecretario: Aldo Julio Pérez; Tesorero: Ricardo Dibárbora; Protesorero: Ignacio Lipe. Como vocales titulares resultaron electos Adela Camibort, Blanca Pedraza, María Teresa Borgarello, Agustín Roasenda, Irinéo Zayas y Enrique Pérez. Las vocalías suplentes recayeron en Raúl Pelliza, Armando Risso, Ramón Marzetti y Félix López. Asumieron la responsabilidad de revisar las cuentas Marcos Bonastre, Domingo Depaoli y Salvador Conesa. Manos a la obra Los pioneros resolvieron dar mandato a la Comisión Directiva Provisoria hasta el 30 de junio de 1944 para que en ese lapso redactaran los estatutos, se realizara la apertura de los libros necesarios y se cumplimentaran los trámites protocolares y legales exigidos para constituir una organización de esa naturaleza. Asimismo, la Honorable Asamblea, ganada a esa altura por el fervor, aprobó por mayoría imponer a los afiliados una cuota mensual de dos pesos moneda nacional (m$n 2,00) que se destinarían, dividida en partes iguales, a sostener al Sindicato y a la creación de una caja mutual. A las 0.30 hora del día siguiente se levantó la sesión, coronada con un fuerte aplauso, al que sucedieron abrazos efusivos de aliento y lágrimas de alegría. Aquellos hombres se animaron a soñar y marcharon decididos tras ese sueño. Abrieron el camino y marcaron el sentido para los tiempos. Por eso están vivos no sólo en la memoria colectiva sino también en el vigoroso presente que transita el Sindicato, resultado de seis décadas de una lucha permanente signada por la ética y las convicciones de los pioneros. Son, además, el faro de la nuestra de todos. El que alumbra su identidad como trabajadores de Luz y Fuerza y a las nuevas utopías. Ellos echaron a andar esta historia Nómina de los trabajadores de Luz y Fuerza que participaron en la asamblea del 2 de junio de 1944. Simón Adad Pedro Alarcón Mario Alegro Inés Aldanondo
Ilda Almada Domingo Álvarez Elvira Andrada Mario Baliela Matilde Barberis Francisco Battistic Eneas Bencivenga Juan L. Benencia Marcos Bonastre Albina Bonoris Teresa Borgarello Blanca Broggi Francisco Bottana Juan O. Buthet Adela Camihort Ada Canale Adriana Casich Matilde Carranza Luis Cataneo Nélida Curtolo Domingo Depaoli Ricardo Dibárbora Julia Feneyra Norberto Gaite Roberto B. Gazzano Hortensia Gianinetto Humberto Gigante Pascual Godoy Bernardo González Carlos Grisoni Francisco Hernández Antonio Iglesias José Inocenti Víctor Jurado Pedro Kowalsky
Otto Leman Miguel Lid Ignacio Lipe Félix López Estalislao Lozky Tomás Manca Elina Marín Alberto Marino Domingo Mella Marcelino Meloni Marta de Menardo Justo Molina Atilio Nicoletti Aureliano Oviedo Blanca Pedraza Antonio Pellegrini Raúl Pelliza Ángel Peralta Alfonso Pereyra Aldo J. Pérez Cecilio Pérez Elsa Pérez Paso Enrique Pérez Jorge Perrachione Antonia Porporatto Ángela Quevedo Armando Risso Agustín Roasenda Antonio Rodríguez José Rodríguez Norma Rodríguez Tomás Rodríguez Juan Rosso Elías Sáez Felipe Sánchez
Bernardo Serrano Julio Sosa Ángel Stábile Esteban Soffiantino Manuel Suárez Ramón Suárez Juan Szpyrnal Estela de Villalón Victoria Villar César Vinuesa Irineo Zayas
Capítulo 3 ¡Bienvenido coronel Perón! El 4 de junio de 1943 se produjo un hecho trascendente en el proceso histórico nacional que generó condiciones propicias para la gestación de un movimiento de masas enderezado a transformar sustancialmente las condiciones sociales, políticas y económicas del país y que eligió como una de sus bases principales de sustento a la clase trabajadora. En esa fecha, cuadros militares nucleados en el Grupo de Oficiales Unidos (GOU), deseosos de frenar el avance del terrateniente Robustiano Patrón Costas hacia la candidatura a Presidente de la República y así evitar el continuismo conservador en el poder, protagonizaron un levantamiento contra las autoridad civil encarnada en el presidente Ramón Castillo y se hicieron cargo del gobierno, consagrando Presidente Provisorio al general Arturo Rawson. En febrero de 1944 éste fue obligado a renunciar y tomó el mando de la revolución el general Edelmiro Farrell, respaldado por allegados al GOU encabezado por el coronel Juan Domingo Perón. En julio, Perón asumió la Vicepresidencia de la Nación reteniendo además los cargos de ministro de Guerra y de Trabajo y Previsión. Desde esta última cartera venía desarrollando una activa política de promoción gremial que modificaría radicalmente la organización del movimiento obrero y su relación con el Estado. Esa situación de ebullición se vivía intensamente en Villa María donde se esperaba con gran expectativa la visita, varias veces anunciada, del carismático líder popular. Así, en una sesión de la Comisión Provisoria del Sindicato de Empleados y Obreros de la Compañía Central Argentina de Electricidad (SEOCCAE) se aprobó por unanimidad el gasto de cuatro pesos moneda nacional (m$n 4) para pintar la sigla de la organización en el lienzo que portaría la delegación que recibiría al coronel Perón cuando arribara a la ciudad. El 2 de julio, directivos del sindicato lucifuercista participaron en la recepción al Presidente Edelmiro Farrel. El general había llegado a Villa María para inaugurar un mástil levantado en la plaza “Centenario” de la Fábrica Militar de Pólvora y Explosivos, que desde ese día pasó a llamarse “4 de Julio”. El acto abarcó un desfile de alumnos de las escuelas de la zona y la concentración de tropas del Ejército en un marco de participación vecinal inédito en la región, que
de alguna manera preanunciaba, a escala de comarca, los fulgurantes tiempos políticos que asomaban en el horizonte nacional. El eufórico humor de las bases sociales villamarienses, y de su área de influencia, volvió a encender sus bríos el 29 de julio de ese año en ocasión de un acto en adhesión al levantamiento militar que había desplazado del poder a Ramón Castillo. “Hay un enorme entusiasmo popular, fundamentalmente entre los gremios y sindicatos, los que, desde ya, se aprestan a ofrecerle la más grande de las simpatías masivas que haya presenciado Villa María” escribió de puño y letra el teniente coronel Manuel de Olano, director de la Fábrica Militar de Pólvora y Explosivos y jefe político departamental, en la carta de invitación que envió personalmente al flamante vicepresidente, fechada el 16 de setiembre de 1944. El inminente arribo de Perón, como se dijo, se vivía con una elevada cuota de ansiedad contenida en aquel vasto y fértil departamento provincial, que el 9 de agosto de ese año había cambiado su nombre de Tercero Abajo por el de San Martín. Nadie quería dejar nada librado al azar o tener que improvisar a último momento. Por esa razón, un grupo de dirigentes obreros y gremiales –entre los que se contaban representantes del SEOCCAE–, sociales, deportivos y empresariales se reunieron el 22 de setiembre en la sede de la Biblioteca Mariano Moreno para programar la recepción al coronel Perón y designar a los integrantes de la comisión de homenaje a este huesped de honor. Finalmente llegó la jornada del 28 de octubre de 1944, a la que el sol aportó una cuota extra. Cuando la caldera del tren “Rayo de Sol” lanzó un aullido de vapor anunciando el arribo del ilustre visitante una explosión de alegría tronó en la garganta del pueblo que desbordó el predio de la estación ferroviaria de Villa María. Y cuando Perón pisó suelo villamariense, las palmas de la multitud se abanicaron al unísono en el aire de la esperanza, y las banderas celestes y blancas, y los pañuelos, y las lágrimas y las sonrisas, se hicieron uno con el cielo. En el andén, detrás de las autoridades encabezadas por De Olano, lucía desplegado el lienzo del Sindicato de Empleados y Obreros de la Compañía Central Argentina de Electricidad, aquella pancarta que costó 4 pesos y que ornamenta en nuestra memoria el rincón donde habitan los recuerdos que jamás conocerán el olvido.
Capítulo 4 Otra jornada memorable El 8 de julio de 1944 se marcó otro hito en la historia del Sindicato de Empleados y Obreros de la Compañía Central Argentina de Electricidad S.A. Ese día, los socios aprobaron por unanimidad el acta de fundación de la institución así como la memoria y el balance de la Comisión Provisoria que había presidido hasta esa fecha Jorge Darío Perrachione. Tampoco ningún asambleísta reprobó gasto alguno realizado por el cuerpo colegiado que condujo los destinos de la organización durante la transición, cuya suma total ascendió a 81 pesos. Pero lo más trascendente de esa jornada fue la elección de la primera Comisión Directiva del SEOCCAE, integrada por trece miembros elegidos por mayoría de votos. Tal como lo establecía el Estatuto, que se había aprobado minutos antes en las mismas deliberaciones, el sufragio fue de carácter secreto. A estos comicios se habían presentado tres listas: la Rosa, la Azul y la Blanca. Concluida la votación, la Junta Escrutadora (que estuvo presidida por Humberto Gigante) procedió al conteo de votos que arrojó el siguiente resultado: Lista Rosa 52 sufragios, Lista Azul 29 y Lista Blanca 8. De esa forma, la primera Comisión Directiva quedó conformada de la siguiente manera: Presidente: Domingo Mella; Vicepresidente: Antonio Rodríguez; Secretario: Ignacio Lipe; Prosecretario: Marcos Bonastre; Secretario de Actas: Domingo Depaoli; Tesorero: Ricardo Dibárbora; Protesorero: Antonio Iglesias. Asimismo, resultaron electos vocales titulares Aldo Pérez, Agustín Roasenda, Enrique Pérez, Miguel Sid, Armando Riso y César Vinuesa. Los cargos de vocales suplentes recayeron en Ramón Marzzetti, José María Ferrer, Irineo Zayas y Raúl Pelliza. La Asamblea también designó por mayoría de votos a Elina Marín, Blanca Pedraza y Mateo Massanet como revisadores de cuentas. Declaración de principios Los socios que participaron en el histórico acto de democracia interna fueron a las urnas después de levantar la mano al unísono para aprobar en todos sus términos los Estatutos del SEOCCAE.
Esa declaración de principios estableció las premisas rectoras de la actividad gremial. Así, se destacó en el texto liminar que la finalidad primera de la flamante organización sindical era promover y defender el bienestar económico, profesional y moral de los empleados y obreros que prestaban servicios en la Compañía Central Argentina de Electricidad en la Provincia de Córdoba. También se puso énfasis en destacar que el Sindicato excluía todo postulado o ideología contraria a los fundamentos de la nacionalidad argentina y al régimen jurídico y social establecido en la Constitución Nacional. Además, se apuntó que la institución no vedaba el ingreso a ningún socio por razones de nacionalidad, de religión, de tendencia política o de cualquier otro carácter pero se dejó claramente expresado que la entidad se organizaría y desarrollaría su accionar específico orientada por la Doctrina Social Católica. A tales efectos, se contempló en los estatutos la designación de un asesor eclesiástico. Otro punto que se resaltó tenía que ver con la decisión del Sindicato de no participar en la acción política ni afiliarse a otras entidades de carácter no gremial. En los contenidos estatutarios también se contemplaron las medidas que procuraría llevar a cabo el SEOCCAE para alcanzar las metas fijadas y los derechos y obligaciones correspondientes a los afiliados. En el capítulo reservado a las eventuales reformas estatutarias y otras disposiciones se dejó sentado claramente que el Sindicato no tenía término de duración y existiría “mientras así lo decidan veinte de sus socios” evidenciando, de ese modo, que la suerte de la organización gremial no dependía de un ‘iluminado’ sino de la suma del esfuerzo de cada afiliado. No obstante, se resolvió que en caso de disolución los fondos y bienes sociales pasarían “en su totalidad a formar parte de la Caja” que sostenía al Hospital Pasteur de la ciudad de Villa María. El articulado completo del Estatuto puede ser consultado en el apéndice de documentos (1 - Estatuto aprobado el 8 de julio de 1944).
Capítulo 5 Comienzan a llegar Los trabajadores de la energía eran conscientes de que solamente con unidad y lucha lograrían contrarrestar las tentativas de mantener dividido y marginado al sector obrero y a las organizaciones gremiales. Algunas de ellas estaban comenzado a tomar forma y otras a consolidarse. Por caso, los compañero de Luz y Fuerza de Tucumán habían fundado, en 1919, su propio sindicato para pelear desde ese espacio institucional, de manera planificada y sistemática, por la defensa de los derechos que le reconocían las leyes y no así sus patrones. Por su propio bien y el de toda la comunidad tenían que cerrar filas, superar intereses mezquinos y promover acciones articuladas y eficientes en pos del reconocimiento y la defensa de los derechos laborales y el desarrollo armónico y liberador que asegurara, por otra parte, la continuidad de las fuentes de trabajo y la creación de nuevos puestos. Sabían que las leyes, los convenios y demás disposiciones relacionadas con la seguridad social serían indefinidamente letra muerta si no asumían el desafío de transformarse en artífices de su propio destino. Que no podía sostenerse más ese modelo de producción basado en la debilidad de los obreros y en la explotación deshumana e intolerable de los jornaleros por parte de los contratistas de mano de obra. La unidad suponía diálogo para comprender mejor la realidad y las inquietudes de los trabajadores, valorar sus expectativas y orientar la acción común. Sabía que pelear con los puños crispados para que el trabajo se reconociera definitivamente como el medio más idóneo para integrar a la sociedad y terminar con las inequidades. Para crear las condiciones necesarias a fin de que la mesa de los sacrificados empleados se sirviera con el fruto de su labor decente, realizada con orgullo. Vamos a andar El día siguiente de la histórica sesión de la fundación del SEOCCAE se receptó en Villa María una nota remitida desde Bell Ville que manifestaba la decisión unánime de los empleados dependientes de esa usina de adherir a la Institución. Después, entre el 3 de junio y el 20 de octubre de 1944 se sumarían las filiales de Marcos Juárez, Río Segundo, Pilar, Villa del Rosario, Las Sierras (que comprendería
a La Falda, Cosquín, Los Cocos, Valle Hermoso, Capilla del Monte y La Cumbre); Noetinger, La Carlota, Cruz Alta, San Francisco, Balnearia, Tancacha, Hernando y Devoto. Vale señalar que San Francisco, que había conformado con anterioridad su propio sindicato, se sumó a esta regional el 25 de agosto, bajo el lema “La unión hace la fuerza”. Actualmente, el Sindicato Regional de Luz y Fuerza Sede Central Villa María tiene jurisdicción en más de 200 localidades de la provincia de Córdoba que representan casi la totalidad de las del interior.
Capítulo 6 Un año glorioso El amanecer de 1945 presagiaba un año luminoso para el movimiento obrero argentino que empezaría entonces a escribir quizá las páginas más gloriosas de su historia de luchas y de sueños. Después de la visita a Villa María del referente indiscutido de los trabajadores, Juan Domingo Perón, en la ciudad cabecera del flamante Departamento General San Martín se realizaron varios actos que revelaron un fervoroso y amplio apoyo popular a las políticas que se instrumentaban desde la Secretaría de Trabajo de la Nación, fuertemente resistidas, en términos generales, por el sector patronal. En ese clima, de tirantez y efervescencia, el Sindicato de Empleados y Obreros de la Compañía Central Argentina de Electricidad, fiel al compromiso estatutario de “promover y defender el bienestar económico, profesional y moral de los empleados” de esa empresa multinacional –conformada por capitales estadounidenses y belgas– definió una estrategia de lucha sobre la base de la unidad y el compromiso gremial con el propósito de procurar un aumento salarial. En aquella época, la retribución económica de los trabajadores era más o menos digna según el grado de simpatía que le mereciera el dependiente a su patrón y del humor de este. En la inmensa mayoría de los casos la capacidad del empleado no incidía de manera determinante en esta cuestión. Después de transitar por un camino algo ríspido y sinuoso las negociaciones arribaron a un puerto de satisfacción para la familia lucifuercista el 19 de enero de 1945, al filo de la medianoche, cuando 62 socios del SEOCCAE aprobaron en asamblea general extraordinaria el acuerdo alcanzado con la patronal. El entendimiento representaba un incremento del salario promedio de casi el 30 por ciento. Para valorar con más precisión la dimensión de la conquista, vale señalar algunas referencias: un auxiliar de la Usina Villa María pasó de $ 150 a $ 190 pesos mensuales de sueldo; un jefe de almacenes, de $ 230 a $ 260; un encargado del servicio eléctrico, de $ 270 a $ 280 y un ayudante de guarda máquinas, de $135 a $165. Un histórico luchador del gremio, Luis Juan Gigante, se zambulló en la memoria y aportó una serie de datos que ilustran más eficazmente el sensible aumento de sueldo que consiguió aquel grupo de pioneros después de arduas negociaciones:
“En ese tiempo, un sifón de soda (¡tomar soda era todo un lujo!) costaba 10 centavos y un litro de vino de bordalesa, 15 centavos”. El ex dirigente, integrante de una familia de trabajadores de Luz y Fuerza, rescató del arcón de la nostalgia otra valiosa referencia de vida: “Recuerdo que antes de ir a la escuela mi madre me mandaba a comprar el puchero. Vivíamos frente a la terminal de ómnibus de Villa María y yo me iba caminando hasta el Frigorífico Cordobés, que quedaba en la calle Santa Fe, para hacer el mandado. En aquel tiempo, el puchero económico costaba 40 ‘guita’ el kilo”. Los últimos retoques Los representantes del SEOCCAE se habían sentado a la mesa de negociaciones con la seguridad que les daban los valores morales con que se había moldeado el temple gremial. Así, plantearon desde el comienzo que el hombre trabaja para sí pero también para la sociedad que lo contiene, por lo que esta le debía un salario justo, el necesario descanso, el respeto a los derechos familiares y el digno trato de su persona y de su obra, cosa que sólo existía por aquel tiempo en las declamaciones políticas y en los textos de alguna legislación archivada, como mera expresión de deseo. Asimismo, reconocieron en el trabajo una fuente de equilibrio y de progreso para el país y advirtieron que el desequilibrio sobrevendría, eventualmente, si los trabajadores no eran remunerados debidamente o las fuentes laborales se tornaban insuficientes o inestables. A partir de estas certezas, asumieron que la propiedad, como las demás formas del dominio privado sobre los bienes de la producción, contribuía a la expresión de la persona y le ofrecía la posibilidad de ejercer como trabajador una función responsable en la sociedad y la economía. Por ello, rescataban de esa naturaleza propia la índole social de la empresa privada cuyo fundamento encontraban en el destino común de los bienes y servicios que producía. Las discusiones entre las partes concluyeron el ya mencionado 19 de enero de 1945, en el reducto gremial del Sindicato. Hasta allí se arrimaron los señores Wilken, Angheben y Guerra, representantes de la Compañía Central Argentina de Electricidad SA, para sellar el acuerdo salarial alcanzado. En la apertura de la sesión, Wilken comunicó que la patronal había realizado modificaciones en cuatro artículos del texto redactado en la última negociación con los delegados gremiales y procedió a leerlos.
La Compañía aceptaba la condición de no rebajar el sueldo o la categoría a ningún empleado u obrero una vez que entrara en vigencia el entendimiento, pero se reservaba el derecho de “variar de manera transitoria y sólo en caso de emergencia y vacaciones” las funciones que habitualmente desempeñara el trabajador afectado, pero sin modificar la retribución económica que le correspondiera. También convino que las vacantes que se produjeran en la planta permanente de asalariados se cubrirían con personal de menor categoría por la vía del ascenso “siempre y cuando” reunieran “las condiciones y capacidades necesarias”. Las correcciones fueron aceptadas por los asambleístas en forma unánime con lo que quedó allanado definitivamente el camino hacia el acuerdo. “En todo momento los delegados del sindicato mostraron el sano criterio de llegar a un arreglo amistoso, razón por lo que nuestra Compañía no tuvo ningún reparo en considerar el aumento de sueldo que se había pedido”, reconoció Angheben. “La Compañía ve con agrado” que sus empleados “hayan constituido un sindicato, siempre y cuando esto signifique una comprensión mítica entre la masa laboriosa y no un arma contra los intereses de la empresa”, acotó Guerra. Seguidamente, los negociadores por la patronal aludieron a la “situación angustiosa” que atravesaban las unidades de negocios locales de la multinacional debido “al elevado costo del combustible” necesario para la generación de energía eléctrica “y de los materiales de construcción”, en momentos en que tenía proyectado obras tendientes a mejorar la infraestructura de sus usinas. El compañero Ricardo Dibárbora, uno de los socios fundadores del SEOCCAE y negociador del reclamo, cerró su participación en la asamblea reconociendo la actitud a favor del diálogo puesta de manifiesto por los representantes patronales a lo largo de las negociaciones y reflexionó sobre el significado de “conciencia gremial” y su importancia para que los trabajadores del sector pudieran forjarse el futuro que anhelaban para ellos y sus hijos, y que merecían largamente. Uno de los socios presentes propuso un aplauso, que sonó con el fervor del triunfo en el umbral de aquella cálida noche de verano. Después de la salva de palmas en señal de aprobación, el presidente de la mesa, Humberto Gigante, solicitó a los asambleístas que designaran a dos socios para que a las 10 horas del día siguiente firmaran el acta del convenio entre el Sindicato y la Compañía ante la Delegación Regional de la Secretaría de Trabajo y Previsión de Villa María. El mandato recayó en los compañeros Domingo Mella y Ricardo Dibárbora.
El incremento salarial comenzó a regir a partir del 1° de enero de 1945. “Lo que hoy hemos conseguido es solamente el principio de la ruta que nos hemos trazado”, señaló Mella, demostrando una clara visión de futuro. Aquel sueño de los precursores es hoy una realidad vigorosa. Una obra que respeta su memoria, celebra su presente con humildad y proyecta su porvenir sobre los valores de siempre: honestidad, lucha y unidad.
Capítulo 7 Un paso trascendente Con el fin de cumplir con el mandato dado por lo soberana asamblea el día anterior, los compañeros Domingo Mella y Ricardo Dibárbora se presentaron puntualmente el 20 de enero de 1945, a las 10 de la mañana, en la sede de la Delegación Regional de la Secretaría de Trabajo y Previsión de Villa María para suscribir, en representación del SEOCCAE, el convenio acordado con la patronal. El entendimiento, considerado ‘razonable’ por ambas partes, no sólo contemplaba una sustancial mejora salarial sino también el reconocimiento de una serie de derechos laborales largamente anheladas por los trabajadores de la Compañía Central Argentina de Electricidad S.A. y la entidad gremial. Así, por ejemplo, se logró que la compañía reconociera a los empleados y obreros no comprendidos en la ley 11.729 el goce de siete días al año en concepto de vacaciones pagas, a partir del primer año de servicio. Se consiguió, además, para los trabajadores que se encontraban en esa situación, que la empresa le reconociera el 50% de su remuneración habitual, hasta 30 días al año, en caso de faltar al trabajo por enfermedad, previa comprobación médica. Asimismo, se acordó que la compañía no podría aplicar rebajas salariales o de categoría a ningún empleado aunque sí variar, en forma transitoria y sólo en caso de emergencia, las funciones que habitualmente desempeñara aquel, pero sin modificarle el sueldo. Otra reivindicación se refería a la prioridad de los empleados que revistaran en la planta permanente en la cobertura de vacantes dentro de la empresa. Se realizaría por la vía del ascenso, siempre y cuando estos tuvieran condiciones y capacidad para asumir las nuevas funciones y percibirían la remuneración que correspondiera a la nueva categoría. El texto completo del acuerdo puede ser consultado en el apéndice de documentos (2 - Convenio suscrito entre el SEOCCAE y la Compañía Central Argentina de Electricidad S.A. el 19 de enero de 1945). Los beneficios logrados alcanzaron a 282 empleados, distribuidos de la siguiente manera: USINA
EMPLEADOS
PERSONAL
EXTRAORDINARIO
Villa María
59
5
Oficina Contaduría
37
James Craik
1
Ballesteros
1
Morrison
1
Alto Alegre
1
Cosquín
11
Bell Ville
16
4
Hernando
6
1
Noetinger
5
Pilar
3
Río Segundo
3
Marcos Juárez
16
Cruz Alta
7
La Falda
23
Tancacha
4
Balnearia
7
La Carlota
9
Devoto
4
San Francisco
36
6
Total
245
17
1
Capítulo 8 Una prueba de fuego El desafío era sumamente difícil de alcanzar. Se trataba de una verdadera prueba de fuego. La unidad de la Federación de Sindicatos del Personal Eléctrico de todo el país, en pleno proceso de formación, debía rendir un examen sumamente exigente. Enfrente estaba parado el consorcio monopólico ANSEC, propietario de más de 150 usinas en todo el país. Este holding había surgido de la fusión de empresas extranjeras de origen estadounidense y suizo, principalmente, y formaba parte del grupo denominado Empresas Eléctricas Argentinas, que tenía zonas de concesión bien definidas en el territorio nacional, conocidas como grupo ANSEC y SUDAM. Un año y medio antes, en sintonía con la lucha gremial de los empleados de Luz y Fuerza de otros distritos argentinos, el SEOCCAE y la Compañía Central Argentina de Electricidad S.A. habían acordado, en oportunidad de la celebración del primer convenio suscripto entre las partes, avanzar durante el segundo semestre de 1945 en la implementación de un escalafón que sistematizara las condiciones de trabajo que no habían sido contempladas en el entendimiento mencionado. Las negociaciones encaminadas hacia ese propósito se iniciaron formalmente en el plazo establecido, pero desde el comienzo se advirtió una posición impenetrable a los requerimientos de los trabajadores por parte de la patronal. La inflexibilidad empresaria motivó la articulación de la estrategia de lucha con la de otros gremios hermanos que llevaban a cabo discusiones laborales con suerte similar. El tema se discutió en el transcurso del Congreso Fundacional de la Federación de Sindicatos del Personal de la Energía Eléctrica de la República Argentina y el reclamo fue asumido una reivindicación común de los trabajadores del sector de todo el país. La comisión que se conformó a tales efectos llevó adelante una serie de conversaciones con los representantes del monopolio en la Capital Federal, quienes se mantuvieron firmes en su negativa argumentando que la situación financiera de las empresas hacía imposible satisfacer los reclamos de recomposición salarial si antes el Gobierno Nacional no autorizaba un sensible ajuste de las tarifas de los servicios que prestaban. Luego de resoluciones y expresiones encontradas entre las partes, el 23 de noviembre de 1945 la gestión fue sometida al arbitraje de la Secretaría de Trabajo y Previsión de la Nación, a cargo del teniente coronel Domingo A. Mercante. El
funcionario, luego de valorar los fundamentos expuestos por uno y otro, dictaminó en favor de la fijación de un nuevo escalafón y la aplicación de un aumento de salarios, medidas que debían hacerse efectivas a partir del 7 de enero de 1946. Las empresas pusieron el grito en el cielo. Consideraban inaplicable la resolución adoptada por la autoridad laboral “en virtud de las erogaciones extraordinarias realizadas por las empresas en los últimos años”. Las patronales decidieron elevar un recurso de reconsideración ante el secretario de Trabajo y Previsión y remitieron una nota de duros términos al Superior Gobierno de la Nación, en la que calificaban lo sucedido como un atropello a los intereses de las compañías inversoras. La entidad sindical, por su parte, advirtió que si en la fecha indicada no se daba una respuesta satisfactoria a lo dispuesto por Mercante, declararía una huelga a partir del 8 del corriente. La primera semana del año transcurrió sin novedades. La Secretaría de Trabajo no había resuelto todavía sobre la reconsideración planteada por las empresas y estas no habían acatado aquella imposición. Así las cosas, los gremios resolvieron definir las acciones a seguir en la reunión de filiales obreras convocada para el 14 de enero en la ciudad de Mercedes, provincia de Buenos Aires. Tensar la cuerda En ese plenario se resolvió tensar la cuerda al máximo mediante el anuncio de la paralización, el 21 de enero, de todos los servicios eléctricos de las usinas que respondían al consorcio eléctrico ANSEC debido al incumplimiento del convenio con el personal respecto a la fijación del nuevo escalafón. Cabe señalar que en ese momento la mayoría de los sindicatos organizados del país discutía con los empleadores la aplicación del Decreto Nº 33.302, instrumento legal por el cual Juan Domingo Perón había impuesto el sueldo anual complementario y la creación del Instituto Nacional de Remuneraciones. Este organismo surgió con el propósito de “desarrollar una política de equiparación del salario al costo de vida y participar a los trabajadores en las ganancias de las empresas” aunque esta última disposición nunca llegó a concretarse. En el plenario de la ciudad de Mercedes se resolvió que la medida de fuerza debía “efectuarse dentro del mayor orden y respetando en toda forma los intereses de las empresas que son los intereses de la Nación y por ende los nuestros”. El día fijado,
a las 12:01 horas, todo el personal obrero y administrativo debía encontrarse en la calle “haciendo abandono de los puestos de trabajo en el lugar donde se encontrara y cumpliendo la misión que fuera”. Jornada febril El 21 de enero de 1946 amaneció sin novedades. La noche anterior, los dirigentes de los sindicatos involucrados en la discusión con las empresas habían estado atentos a las declaraciones de los integrantes de la comisión negociadora en el panorama informativo de Radio Nacional para ver si escuchaban la palabra clave convenida a los efectos de levantar la huelga o se debía concretar el corte total de servicios. El término que resolvería el enigma jamás fue pronunciado; a las 12:01 horas del día siguiente, entonces, debían paralizarse las 154 usinas que el consorcio ANSEC tenía establecidas en todo el país. La medida se cumplió prácticamente sin fisuras en Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos, Salta, Tucumán, Mendoza, San Juan, San Luis y la gobernación de La Pampa, pero duró solamente un par de horas. Gestiones de último momento llevadas a cabo por Mercante, en las que tomó parte el propio Ministro del Interior, permitieron arribar a un acuerdo entre la Federación de Sindicatos del personal de la ANSEC y los representantes de las compañías eléctricas. En virtud del entendimiento, las empresas se comprometieron a poner en vigencia de inmediato el escalafón y el reglamento de trabajo reclamados y disponer el aumento de salarios fijado en el laudo de la Secretaría de Trabajo y Previsión, cuya postergación había sido decidida unilateralmente por ellas aduciendo razones económicas. Por su parte, las organizaciones gremiales se obligaron a levantar la medida que dejó sin energía eléctrica por un breve lapso a unas 150 ciudades de todo el país e involucró directa e indirectamente a cerca de 1.500.000 trabajadores. El texto del convenio rubricado por las partes en conflicto en horas del mediodía del 21 de enero de 1946 en la sede de la Secretaría de Trabajo y Previsión de la Nación puede consultarse en el apéndice de documentos (3 – Convenio firmado el 21 de enero de 1946).
Bajo presión El 21 de enero, el Gobierno Nacional se encontraba encorsetado en el conflicto de los transportistas que en esa jornada cumplían el noveno día de huelga, que en la provincia de Córdoba afectaba por igual a la Capital y a la campaña. Los medios periodísticos de todo el país se hacían eco de las dificultades derivadas de ese conflicto y advertían a la administración central que un corte general del servicio eléctrico conduciría a una situación caótica. Le reclamaban asumir la responsabilidad que las circunstancias imponían para que la sangre no llegara al río. Por ejemplo, el diario La Voz del Interior dedicó la editorial de ese día al análisis del problema suscitado por el incumplimiento, por parte del sector patronal, del convenio con el personal en lo referido a la fijación del nuevo escalafón y al incremento salarial. El artículo de opinión, titulado “Grave responsabilidad del Gobierno al suspenderse el servicio de luz”, respaldaba la posición gremial y destacaba la sucesión de gestos de los trabajadores encauzada a encontrar una salida racional al conflicto a través del diálogo. Al mismo tiempo, cuestionaba por igual la insensibilidad de las compañías eléctricas y la impericia de la autoridad laboral que, a criterio del matutino, se había limitado a intentar simples gestiones conciliatorias sin imponer jamás su autoridad para arbitrar una solución satisfactoria al problema, función que le correspondía casi con exclusividad debido al motivo del litigio. Otros medios gráficos nacionales, de marcada posición liberal, cuestionaban la “inflexibilidad” de los obreros en el reclamo que consideraban inoportuno, a la vez que advertían que el avance “desmesurado y anárquico” de las luchas gremiales ponía en riesgo la suerte de los inversiones foráneas que “resultaban vitales para el desarrollo de la Nación”. Otra campana Esa visión, poco menos que apocalíptica, no era compartida por sectores partidarios de un capitalismo nacional, comprometidos con la causa social, entre los que se encontraba el diario perteneciente a la familia Remonda, que en la editorial mencionada opinaba: “Es menester no llamarse a engaño: la situación que el paro obrero de la electricidad comenzará a ponerse en ejecución a partir del mediodía de hoy, es de las más extremadamente graves que se le haya planteado a Córdoba a través de todas las
requisitorias y demandas que, en su largo historial, tienen formuladas los gremios obreros. La suspensión de toda actividad laborable en esta industria, supone la total carencia de alumbrado y fuerza eléctrica por tiempo indefinido, de acuerdo a los términos de la resolución gremial. Nunca como ahora, habrá sido más grave y de mayor magnitud la responsabilidad descargada sobre el gobierno -así sea de facto- duplicada en exigencia desde que es político-económico e indeclinable en su orden estatal. Lo primero, porque este conflicto planteado entre los obreros de la electricidad y las empresas industriales concesionarias, no es de reciente data. Por el contrario, hace meses que en manera concreta y expresa quedaron tendidas las líneas entre ambas entidades con intervención de autoridades nacionales llamadas a pronunciar un laudo o un fallo que, conocido, las empresas no acataron porque atacaba lesivamente y a fondo sus intereses legítimos, según lo adujeron a su hora. Los obreros han venido concediendo términos a fin de arribar a un entendimiento amistoso que no ha sido posible lograr hasta el presente y ahora asumen la extrema actitud que entienden, en justicia, corresponderles. Mientras tanto el gobierno ha dejado correr el tiempo que lo ha mal perdido en su totalidad, sin ir más allá de simples gestiones conciliatorias sistemáticamente fracasadas y sin interponer, más que su autoridad, su responsabilidad comprometida tan seriamente para arbitrar una solución que directa y exclusivamente le correspondía en razón de la materia objeto del litigio. Aquí es, precisamente, donde aparece la mayor responsabilidad del poder público conjugada ahora de manera premiosa y desprovista, seguramente, de todo elemento eficaz para su resguardo y decorosa salvación. En efecto: es necesario que las empresas tanto como los obreros sepan y la opinión común lo conozca, que el servicio de luz y fuerza es un servicio de carácter público que en ningún caso puede ser suprimido. Como tal servicio público es función elementalmente obligatoria para el Estado, míresela como se la mire; si él puede cumplirla de acuerdo a las leyes por medio de delegación, es, desde luego, bajo la condición sine qua non de que sea permanente e ininterrumpidamente prestado, seguridad cuya eficacia indudable está en manos del Estado concedente. Esa responsabilidad estatal es en el caso tanto más grande, cuanto que la electricidad, en razón de una vertiginosa evolución social y económica, ha llegado a constituir uno de los elementos de uso y consumo básico, es decir de primera
necesidad. No es, ni remotamente, cuando ella falte, materia de buena voluntad sustituirla con éxito. Basta tener presentes sus inmediatas consecuencias: en primer lugar esta noche, según un máximo abrumador de probabilidades, una ciudad de ejido inmenso por su edificación chata especialmente que la ha extendido hacia todas las direcciones, permanecerá rigurosamente a oscuras. ¡Se ha medido o estimado la magnitud del peligro que supone para cerca de cuatrocientos mil habitantes tal hecho y en relación con una política insuficiente a todas luces, en tales circunstancias, para hacer plenamente efectiva la garantía del orden y de la propiedad? ¿Se ha pensado en lo que significa que esa situación se prolongue indefinidamente ya que creemos que en manera alguna se podrá restaurar esos servicios con ningún otro elemento humano? Esta noche en los hospitales que no contarán con los esenciales elementos de luz ni de fuerza, quedarán imposibilitados de prestar la mayoría de sus servicios sin contar que no serán posibles las intervenciones quirúrgicas de urgencia en horas de la noche y que gran parte de valiosos medicamentos que han de conservarse a bajas temperaturas se inutilizarán por alteraciones o por descomposición. Los depósitos de plasma y de sangre para transfusiones correrán idéntica suerte. La población, por otra parte, carecerá casi en absoluto de pan y de leche y totalmente de hielo y de los numerosos productos alimenticios de frigorífico. Ante la más que probable, muy segura demanda de velas y cirios, de lámparas a kerosene, de calentadores a alcohol, etc. etc. Los precios fatalmente subirán sin límite de contención, sin contar con los numerosos domiciliarios que quedarán suspendidos por falta de corriente. A este cuadro sombrío hay que agregar que no corren tranvías y que aún solucionado el conflicto en pie, tampoco podrán hacerlo y que se está privado del servicio de transporte automotriz. He aquí a donde hemos llegado ¿Qué hará el Gobierno frente a semejante terrible situación? Tal el angustioso interrogante que se formula ansiosa la población entera.”
Capítulo 9 Premios y castigos Dos semanas después de la contundente demostración de unidad gremial e inquebrantable voluntad de lucha en defensa de los derechos de los trabajadores de Luz y Fuerza, los delegados de las distintas filiales del SEOCCAE se reunieron en Villa María para analizar el resultado de la huelga. La sesión se desarrolló en la tarde del 2 de febrero en medio de un clima signado por la euforia del triunfo inobjetable en esa partida crucial contra el poderoso grupo de compañías eléctricas. Este no logró alterar demasiado el debate que se dio a la hora de resolver las sanciones que debían aplicarse a los afiliados que no acataron las medidas dispuestas de hacer abandono de los puestos de trabajo en el lugar donde se encontraran a las 12:01 horas del 21 de enero de 1946, cualquiera fuera la misión que estuvieran cumpliendo en ese momento. En la apertura del encuentro, el miembro de la Comisión Directiva Enrique Pérez se refirió a los acontecimientos de esa fecha, que marcarían un hito histórico en la vida del Sindicato, manifestando su orgullo por la actuación de la inmensa mayoría de asociados en esa jornada que calificó de “gloriosa” porque se había dado muestra “a la opinión pública de la sólida unidad gremial y la férrea voluntad para llevar a cabo un mandato tan difícil”. La Asamblea respondió a esa alocución introductoria con una encendida salva de aplausos. A continuación, Pérez
expuso pormenorizadamente las alternativas de los
acontecimientos protagonizados ese día y pidió a los delegados presentes un informe detallado acerca de cómo se había desarrollado el paro en sus respectivas filiales. El compañero de Río Segundo abrió la lista de informantes y señaló que en esa usina se había acatado en forma absoluta la orden impartida desde el SEOCCAE, al igual que en las intermedias de Villa del Rosario y Pilar. Seguidamente, el representante de Las Sierras pidió que se leyera una nota remitida a la Comisión Directiva el 26 de enero en la que ponía en conocimiento de las autoridades sindicales la adhesión total a la huelga, que se cumplió en los términos exigidos por ellas.
A su turno, el delegado de Bell Ville informó que en esa filial no sólo habían acatado el paro los socios activos sino también el personal no afiliado y que no se produjo “ningún tropiezo” durante el abandono de tareas. En el caso de Noetinger, la suspensión de servicios comenzó a las 13:30 horas porque el delegado no había recibido la orden a tiempo. También en esa filial, por un error del guardamáquina de turno –según apuntó el trabajador–, la usina se puso en servicio un rato antes de que se recibiera la orden expresa desde el Sindicato para levantar la medida. No obstante, el personal completo adhirió a la protesta. Algo parecido sucedió en Hernando donde la totalidad de los trabajadores pararon, pero lo hicieron recién a partir de las 14:30. El compañero de Tancacha, en tanto, informó que en esa usina no se concretó la protesta porque nunca recibieron la orden desde Villa María. El compañero Marcos Bonastre, integrante de la Comisión Directiva, explicó la imposibilidad que tuvo para comunicarse con esa filial antes de las 12:00 horas, haciéndolo recién a las 17:00 horas para avisarle que la huelga había concluido. En Balnearia sucedió algo singular. En ese complejo el personal subalterno acató la resolución a excepción de los empleados de máquina y redes que debieron hacerse cargo de la usina ante la fuerte presión que ejerció sobre ellos el personal policial. En Cruz Alta se paró desde las 13:00 horas hasta el momento en que se receptó la indicación de la Central de terminar con la acción. Remedio preventivo El final de la sesión estuvo a cargo del compañero de San Francisco quien, al igual que el representante de Las Sierras, solicitó que se leyera una nota remitida a la Comisión Directiva el día 24 de enero. El despacho informaba sobre una serie de inconvenientes registrados en esa usina que determinaron niveles dispares de acatamiento según se tratara de subalternos o jefes. Los primeros apoyaron la medida sin fisura mientras que el personal jerárquico afiliado al gremio se mantuvo en sus puestos de trabajo, aduciendo fuertes presiones de la patronal. El cierre de las exposiciones fue coronado con un cerrado y prolongado aplauso. Cuando las palmas se llamaron a silencio comenzó a debatirse el punto de mayor tensión de la sesión: ¿Qué hacer con los compañeros que el 21 de enero no habían honrado el espíritu de unidad manifestando su falta de vocación de lucha solidaria? Jorge Perrachione reflexionó sobre el peligro que representaban para la salud del gremio los afiliados que no estaban dispuestos a acatar las decisiones que
democráticamente se tomaran en las asambleas para promover y defender el bienestar económico, profesional y moral de los empleados y obreros de la Compañía Central Argentina de Electricidad. Haciendo hincapié en el inciso “d” del artículo 13° del Estatuto aprobado el 8 de julio de 1944 que imponía a los socios el deber de “Acatar y cumplir todo lo acordado por las asambleas y Comisión Directiva, incluso en los contratos individuales, convenios colectivos o compromisos arbítrales celebrados a nombre de los asociados”, propuso la expulsión del Sindicato de los jefes de la usina de San Francisco, “sin contemplación alguna”. El compañero Ricardo Dibárbora se mostró partidario de una sanción que, sin ser tan drástica como la propuesta por el compañero Perrachione, sirviera de ejemplo tanto para quienes la sufrieran directamente como para aquellos que no tuvieran clara conciencia
de la necesidad vital de unir monolíticamente la fuerza de los
trabajadores, para que el esfuerzo y los sueños de tantos no se malograran por culpa de unos pocos. Dibárbora esgrimió a favor de la conducta de los jefes de San Francisco el informe escrito que había aportado el delegado de esa usina que daba cuenta de la fuerte presión ejercida por la policía sobre los empleados jerárquicos el día de la huelga para obligarlos a trabajar e impedir así que la generadora saliera de servicio. Después de un debate candente ambas mociones fueron sometidas a una votación en la que se impuso la propuesta de Perrachione por 19 votos contra 8. En consecuencia, se dispuso la expulsión de los desleales.
Capítulo 10 Consolidación del Gremio Resistencia y trabajo responsable En virtud del mandato otorgado en el Congreso de la Unidad de los Trabajadores de la Energía Eléctrica, realizado el 27 y 28 de marzo de 1948 en la sede de la CGT, delegados de todo el país comenzaron a deliberar el 9 de julio de ese año, en Mariano Moreno 2033 de la ciudad de Buenos Aires, con el propósito de concretar el desafío de construir un espacio donde aunar los esfuerzos sindicales del sector. Una delegación del SEOCCAE estuvo presente desde el primer momento en esa reunión que contó además con representantes de Córdoba, Río Cuarto, Ceres, Capital Federal, Venado Tuerto, Mercedes, Mar del Plata, Chaco, Salta, Rosario, Olavarría, Pergamino, Luján, Mendoza, Bahía Blanca, Rafaela, Santa Fe, Azul, Paraná, Corrientes, Tres Arroyos, Rufino, Lincoln, Esperanza, Punta Alta y Las Flores. El encuentro alcanzaría su punto culminante el 13 de julio, día en que quedó sellada definitivamente la unidad de los sindicatos eléctricos de todo el país, sentando las bases de la actual Federación Argentina de Trabajadores de Luz y Fuerza. Sin embargo, el día posterior al inicio del debate, se registró uno de los momentos que quizá tenbga la mayor carga de simbolismo en la historia de la FATLYF: la aprobación de su Declaración de Principios. El texto aprobado, luego de algunas modificaciones, puede ser consultado en el apéndice de documentos (4 – Declaración de principios FATLyF) Recorriendo el pago Tras dos años de gestión, el Sindicato había conformado su esquema y se encontraba en plena actividad. La conducción estaba planteada sobre la base de la Comisión Directiva que por razones fundacionales estaba estrictamente compuesta por compañeros residentes en la ciudad de Villa María. Por ese entonces, los permisos gremiales no existían. Sólo había algunos especiales que se solicitaban para hacer gestiones frente a la Empresa o a través de la Federación cuando los directivos debían viajar para conectarse con otros sindicatos. Debido a estas dificultades todos los problemas de las filiales, que luego se transformarían en seccionales del gremio, se atendían los sábados y domingos. En esos días, los compañeros directivos viajaban utilizando los transportes de línea y se
reunían con los integrantes de las filiales para analizar los problemas y buscar las soluciones. Recorriendo el pago por caminos de tierra, quitándole horas al sueño y a la familia, el tezón de los hombres fue construyendo el gran Sindicato Regional. Sembrando con el ejemplo un recorrido de compromiso. Enlazando cada una de las filiales en una trama solidaria que cubriría el territorio provincial. Primer Cuerpo General de Delegados En las Asambleas Generales participaban los delegados de las filiales y contaban con un voto dentro de la misma sin que se tuviera en cuenta la cantidad de trabajadores que cada filial representaba. En la práctica había filiales que tenían más de 100 trabajadores. Esto fue advertido por la conducción y es por ello que se realizó la modificación de los Estatutos que derivó en la constitución del Cuerpo General de Delegados, hacia 1948,
consolidando así una estructura de
funcionamiento más ecuánime, acorde a los tiempos. Con el correr de los años el Cuerpo General de Delegados se convirtió en el reaseguro del ejercicio democrático para la conducción del Sindicato. La nómina completa de las comisiones y consejos directivos puede ser consultada en el apéndice de documentos (5 – Nómina de comisiones y consejos directivos)
Capítulo 11 La búsqueda de la unidad nacional En poco tiempo se avanzó sensiblemente en materia laboral. Desde la Secretaría de Trabajo se promovieron políticas a favor de la actividad gremial, la creación de nuevos sindicatos y la consolidación de los existentes en aquel tiempo. Además, se había ampliado la legislación que regulaba la relación empleador-empleado. El 1° de Mayo de 1945, Día Internacional de los Trabajadores, Juan Domingo Perón pronunció un discurso para todo el país en el que reseñó la tarea realizada por la cartera a su cargo en el último año de gestión: 29 decretos, 319 convenios y 174 gestiones conciliatorias que habían beneficiado a más de 2.500.000 trabajadores. Esa actitud gubernamental consolidó la relación entre el movimiento obrero y el Estado. Como contrapartida, los sectores patronales empezaban a manifestar una creciente resistencia a esa política social. El estado de ánimo de industriales y comerciantes se expresó claramente en junio de ese año cuando 321 entidades representativas de esa franja de la economía suscribieron un documento que elevaron al Presidente de la República. En él le planteaban la preocupación que motivaban el proyecto de salario mínimo, vital y móvil, el aumento de las remuneraciones a empleados y obreros y la idea oficial de hacer participar a estos en las ganancias de las empresas en las que trabajaban. También señalaron “la intranquilidad creciente de un ambiente de agitación social que venía a malograr la disciplina y pujante eficiencia del esfuerzo productor y cuya gravedad hallaba origen en el constante impulso que se deparaba desde dependencias oficiales”. No hace falta decir que el memorando mencionado equivalía a una virtual declaración de guerra contra el Gobierno y una grave amenaza para las conquistas y expectativas gremiales. La posición empresaria encontró un decidido respaldo en el embajador de los Estados Unidos, Spruille Braden, quien se había instalado poco tiempo antes en la Argentina. A cerrar filas Los precursores del Sindicato de Empleados y Obreros de la Compañía Central Argentina de Electricidad eran conscientes de que debían trabajar en favor de la
unidad con otros gremios lucifuercistas del país para que el sueño de los trabajadores del sector no se viera cegado ni sus proyectos frustrados. En mayo de 1945, la Comisión Directiva dejó sentado en un acta su deseo de trabajar por la unificación de tipo federativa de todos los sindicatos de la ex ANSEC existentes. En procura de ese objetivo, se habían mantenido contactos personales y epistolares con directivos de otras organizaciones de Luz y Fuerza, siendo estas acciones plasmadas en los libros de sesiones del SEOCCAE. Así, Domingo Mella, Ricardo Dibárbora y Miguel Lid, respondiendo al mandato de un plenario realizado el 27 de agosto de 1944 en la ciudad de San Francisco, habían viajado a Santa Fe con el propósito de suscribir un acuerdo con el sindicato vecino y avanzar en el agrupamiento de gremios del personal de la industria eléctrica. En ese encuentro se acordó, entre otras cosas, que antes de llamar a un congreso amplio debían afiliar y organizar a todo el personal de la industria eléctrica de ambas provincias. Con ese propósito se desarrolló una ardua labor negociadora que dio finalmente sus frutos. En setiembre de ese año la Comisión Directiva del SEOCCAE envió una nota a su par de Santa Fe informándole que había conseguido la afiliación total del personal de las usinas pertenecientes a la Compañía Central Argentina de Electricidad S.A. Asimismo, le comunicaba que estaba trabajando en la organización de la Federación Cordobesa del sector gremial. En la nota también le solicitaba el envío del borrador de la reglamentación y los estatutos de la federación santafesina y de 50 ejemplares del periódico Trolley, que publicaba información y novedades propias de la actividad laboral. Poco después, la Unión Tranviaria de Santa Fe remitió una nota de felicitación por el triunfo obtenido al afiliar al personal de todas las usinas de la provincia, descontando que con el paso dado se avanzaba decididamente hacia el Congreso del Personal de la Industria Eléctrica que, auguraba, sería “un éxito”. En la misiva también le sugería adherir el sindicato a la Unión Sindical Argentina (USA) y le informaba que el artículo enviado oportunamente desde Villa María había sido publicado en Trolley por lo que enviaba la cantidad de ejemplares de esa publicación solicitada, en forma gratuita. Los contactos fraternales comenzaron a ser más frecuentes. El presidente del SEOCCAE, Domingo Mella, viajó a Santa Fe especialmente invitado por la Unión Tranviaria de la provincia vecina para participar en las celebraciones con motivo del primer aniversario de la fundación de esa entidad.
Simultáneamente, los compañeros de Villa María enviaron notas al Sindicato de Obreros y Empleados de Luz y Fuerza de Río Cuarto (SOELF) y al Sindicato de Empleados y Obreros de la Compañía Provincial de Energía de Córdoba (SEOCPE) manifestándoles la decidida intención de arribar a la unión definitiva del gremio eléctrico de todo el país y hacer de ella una vigorosa central obrera. La activa y preponderante actuación de los dirigentes de nuestro sindicato encontró adhesión absoluta de los gremios hermanos y el generoso esfuerzo desplegado en pos de la unidad fue reconocido con la designación de Villa María como sede de las deliberaciones preparatorias con miras al que luego sería el Congreso Constitutivo de la Federación de Sindicatos del Personal de la Energía Eléctrica de la República Argentina. Aquel encuentro previo se desarrolló el 7, 8 y 9 de julio de 1945 en la cabecera del Departamento General San Martín y contó con la participación de los sindicatos de Córdoba, Río Cuarto, Mendoza, Mar del Plata, Santa Fe, Mercedes, Junín, Bahía Blanca y Buenos Aires. Posteriormente, entre el 30 de agosto y el 2 de setiembre de ese año se llevó a cabo el encuentro fundacional de la Federación en las instalaciones del entonces Sindicato Autónomo de Luz y Fuerza de la Capital Federal. Finalmente, el Congreso de los Trabajadores de la Energía Eléctrica que tuvo lugar el 27 y 28 de marzo de 1948 en el local de la Confederación General de los Trabajadores (CGT), convocado por la Comisión Arbitral de dicha Central Obrera y por la Comisión Redactora del Anteproyecto de la Carta Orgánica de la futura organización federativa, resolvió denominar a ésta como: Federación Argentina de Luz y Fuerza. Dispuso como lema de su lucha: “Por los derechos de los trabajadores”. Asimismo, se aprobó una declaración en la cual se acompañaba al gobierno del Presidente Juan Domingo Perón en su gestión tendiente a la nacionalización de las empresas eléctricas y la transformación “en entes al servicio de los reales intereses de la Patria en su senda por la independencia económica”. La unidad de la familia lucifuercista de todo el país quedó sellada definitivamente el 13 de julio de 1948, en el denominado Congreso de la Unidad cuando se dio surgimiento a lo que hoy es la Federación Argentina de Trabajadores de Luz y Fuerza (FATLyF). Esa fecha se fijaría convencionalmente poco después como el Día del Trabajador de la Electricidad. De esta manera, la convicción de los pioneros acerca de la imposición ética de servir
al interés del conjunto por sobre los intereses sectoriales, de poner al bien común por encima de las ambiciones individuales y de trabajar con honestidad para la solución de los problemas colectivos, terminó imponiéndose vigorosamente, demoliendo las visiones coyunturales y mezquinas de quienes subestimaban la capacidad de organización de los trabajadores de Luz y Fuerza.
Capítulo 12 El sueño del techo propio El letargo del cálido 2 de febrero de 1946 sorprendió a los asambleístas del SEOCCAE definiendo el destino que darían al inminente aumento de sueldos logrado con la unidad sin fisura y la férrea vocación de lucha demostradas durante la huelga del 21 de enero, dispuesta por los trabajadores de Luz y Fuerza de prácticamente todo el país. Mejor dicho, la modalidad que consideraran más apropiada para afectar el incremento salarial era la financiación del edificio propio. Esto porque todavía se reunían a sesionar en el salón alquilado al Centro de Comerciantes Minoristas de Villa María, en Entre Ríos 1320, donde estos pioneros comenzaron a escribir nuestra historia el 2 de junio de 1944. El debate fue iniciado y prácticamente resuelto en el plenario del 23 de diciembre de 1945, previo a la celebración navideña. Para entonces, las negociaciones en torno al ajuste hacia arriba de las remuneraciones de los trabajadores del sector se encontraban avanzadas y se aguardaba una definición al respecto de la Secretaría de Trabajo y Previsión de la Nación que, se presumía seriamente, sería favorable a los intereses gremiales. En aquella reunión, Marcos Bonastre expuso ante la asamblea el proyecto de la Comisión Directiva para concretar la adquisición de la sede propia con fondos provenientes del incremento salarial. La propuesta fue bien receptada por la mayoría de los participantes, aunque los representantes de los compañeros de la filial Las Sierras plantearon el inconveniente que se les presentaba a ellos para avalar, en primera instancia, la iniciativa oficial. El delegado C. Barraza comentó que en la usina mencionada se desempeñaba Manuel Hernández quien debía someterse a una costosa operación para solucionar un severo problema en uno de sus pies, afección que más temprano que tarde le impediría seguir trabajando en relación de dependencia. Sus compañeros de labores habían analizado la posibilidad de costear los 1.000 pesos moneda nacional de la intervención quirúrgica aportando parte de la recomposición de sueldos una vez que se hiciera efectiva. El caso planteado tocó la fibras más sensibles de los asambleístas e hizo aflorar el espíritu solidario que caracterizó desde siempre a la familia lucifuercista. En ese contexto, el compañero Barraza reflexionó acerca de la necesidad de asumirnos como iguales y mocionó de manera muy convincente afrontar entre todos los
afiliados al Sindicato los gastos de la cirugía de Hernández. “Debemos ayudarnos recíprocamente en los momentos difíciles de esta vida”, sentenció. En otro momento de la discusión inicial, el compañero S. Castellano había sugerido que en lugar de aportar todo el aumento a la causa del edificio propio cada afiliado tributara 10 pesos. Bonastre puso reparo a esta alternativa fundamentando que al contar la entidad con 350 socios activos el dinero que se reuniría de esa manera sería de 3.500 pesos, suma muy inferior a la que se podría recaudar del otro modo. Esta argumentación bastó para desactivar la propuesta. En una actitud conciliadora, Ricardo Dibárbora intentó encontrar un punto equidistante entre las distintas posiciones y sugirió que el aporte monetario no fuera impuesto sino realizado de manera espontánea. Esto permitiría, en su opinión, poner de manifiesto quiénes eran los que reconocían el valor de la lucha sindical y se mostraban comprometidos verdaderamente con ella, independientemente del logro salarial que estaban a punto de conseguir. Esta postura recibió el amplio apoyo de la asamblea, que resolvió además que del fondo que se conformara se destinaran 1.000 pesos a la operación de Hernández. El compañero Barraza agradeció el gesto, que expondría luego como un ejemplo de compañerismo ante sus representados de Las Sierras, a la vez que solicitó al SEOCCAE un adelanto de 500 pesos para hacer afectivo el depósito exigido como garantía para la intervención quirúrgica. Contante y sonante Retomado el tema en la asamblea del 2 de febrero de 1946, luego de resolverse la expulsión de los jefes de la usina de San Francisco por su actitud contraria a la decisión de parar el 21 de enero, el presidente de la reunión pidió a los participantes que votaran la manera de hacer efectivo el primer aumento de sueldo para financiar la compra del edificio propio. Ernesto Etlin, delegado de Bell Ville, informó que los compañeros por él representados ya habían efectivizado el incremento salarial entregando a la tesorera del gremio, señorita María Borgarello la suma de 1.800 pesos moneda nacional. El comentario fue celebrado calurosamente por los presentes, con aplausos y vítores. Seguidamente, el compañero Alberto Marino mocionó que la contribución no se hiciera efectiva hasta que no se conocieran los resultados de las auditorias dispuestas por el Gobierno Nacional para determinar el estado financiero de las compañías eléctricas y quedara firme el nuevo escalafón para el sector.
En el marco del debate abierto, el compañero E. Pérez planteó como posibilidad de pagar la contribución en cuatro cuotas, siendo obligatorio para todos los socios comprendidos en el beneficio contribuir con el aumento correspondiente a setiembre de 1945 para la obtención de la sede. Este moción fue la más votada. En consecuencia se asentó en el libro de actas lo siguiente: “Todo socio y socia que tenga aumento de sueldo por escalafón está obligado, por resolución expresa de esta Asamblea, a contribuir con el primer aumento de sueldo para la construcción de un edificio para nuestra secretaría y pagar la operación quirúrgica del compañero Manuel Hernández de la filial Las Sierras, el cual se hará efectivo en cuatro cuotas a contar desde la fecha”. A saber: 2 de febrero de 1946. El sueño del techo propio se consumó en 1952 cuando fue adquirido el inmueble ubicado en calle 17 de Octubre 283 en 30.000 pesos moneda nacional. Se inauguró el 31 de enero de 1953. Posteriormente se construyó, por administración propia, el edificio de la calle Entre Ríos 1425/31 donde funciona actualmente el Sindicato Regional Sede Central Villa María, que fue inaugurado el 11 de setiembre de 1965.
Capítulo 13 Sistema Previsional del Sindicato Hoy, el sistema previsional argentino, mas allá de las peripecias de la economía nacional, constituye un conjunto de normas que consagran el derecho a una jubilación digna para los trabajadores. Esto también es válido para el Sindicato Regional. En 1952, la Comisión Directiva del SEOCCAE incorporó la Secretaría de Previsión que, sin dudas, fue el resultado de años de reclamos y de experiencias que hicieron que su existencia se constituyera en una necesidad insoslayable. Hasta la creación de esta secretaria, al no existir una función especifica incorporada a la estructura orgánica del gremio, los tramites jubilatorios de los afiliados eran asumidos por los mismos miembros de la Comisión Directiva, por lo que todo dependía de su buena predisposición. Muy distinta era la realidad allá por la década del 40, cuando las condiciones de trabajo y los derechos de los trabajadores recién comenzaban a escribir su historia grande en nuestro país y en el mundo. Hacia fines de esa década, en la organización del gremio se observó que, entre las prestaciones que ya venían brindando existía un vacío de gestión en el área previsional. En realidad, hasta entonces no se había implementado nada en razón de que quienes estaban trabajando en las empresas eléctricas, salvo contadas excepciones, eran gente joven y en el momento de la fundación del Sindicato, en 1944, prácticamente ninguno estaba en condiciones de jubilarse. Pero hay un caso testigo que recuerdan los compañeros militantes, que fue uno de los motivos que indicó la necesidad de implementar el área de atención de Previsión Social en el Sindicato. Fue el caso del trabajador Valentín Telgarecz, que prestaba servicio en la zona de Las Sierras. El compañero falleció en actividad en marzo de 1949 y su viuda no tenía medios económicos para hacer valer sus derechos de tipo previsional. Luego de la esta desaparición, la seccional planteó a la Comisión Directiva que el Sindicato tenía que estudiar la posibilidad de hacerse cargo de este tipo de situaciones. El hecho fue asumido por la Comisión Directiva que inició los trámites previsionales en beneficio de la viuda del compañero fallecido. En virtud de todo esto y como corolario, el 26 de julio de 1952 se dispuso estatutariamente la incorporación al Consejo Directivo de la Secretaría de Vivienda y
Previsión Social, oficializándose las actividades de este tipo e incorporándose definitivamente en la vida del gremio esta función tan sentida y demandada por los compañeros que se jubilan. Hay que resaltar que en el tema previsional, tanto en lo que se refiere a los compañeros que desempeñan tareas en el área de empresas que están regidas por el Convenio Nacional como las que están regidas por el Convenio de la Provincia, el trámite es efectuado en forma total por el Sindicato sin ningún tipo de costo para el compañero afiliado o sea que está dentro de los derechos que le corresponden al afiliado por el hecho de estar adherido al Sindicato. En aquel momento, en el caso de Convenio Nacional toda la documentación previa la elaboraba el Sindicato, la remitía a la Federación y ésta la gestionaba en los organismos previsionales. En la actualidad esta modalidad ha variado dado que las gestiones se canalizan directamente en la ANSeS-UDAI-Villa María. En el caso de la Provincia, como es conocido, todos los trámites a realizarse en la Caja de Jubilaciones, Pensiones y Retiros de Córdoba son efectuados en forma personalizada por el Sindicato. Se debe recalcar que los compañeros que han tenido este tipo de actividades en la Secretaría de Asuntos Sociales del gremio eran trabajadores que llegaban a la función sin experiencia especifica en los aspectos previsionales. Pero pudieron cumplirla eficientemente mediante la capacitación en materia de legislación sobre el sistema previsional argentino, a lo que se sumaban las experiencias transmitidas por compañeros que habían desempeñado ese tipo de funciones en el ámbito de la Federación Argentina de Trabajadores de Luz y Fuerza. También es de destacar que junto con la tramitación pertinente, el sistema de Ayuda Mutual siempre brindó fuerte apoyo solidario a los compañeros, de acuerdo a las dificultades que existieron en ciertas épocas en las cuales los trámites previsionales eran bastante lentos y solían transcurrían varios meses desde el momento en que el trabajador renunciaba hasta que percibía efectivamente la jubilación. En este lapso los compañeros no contaban con ningún tipo de ingresos y entonces aparecía el brazo solidario de la Organización, a través del sistema de Ayuda Mutual, brindándoles, si era necesario, ayuda económica a los efectos de que los compañeros pudieran vivir dignamente hasta el momento de cobrar los haberes jubilatorios en forma retroactiva, momento en que se producía la devolución al sistema solidario que implementó oportuna y eficazmente el Sindicato.
Capítulo 14 La creación de EPEC y el aporte del Sindicato En el letargo de 1952, el recinto de la Legislatura Provincial se transformó en la caja de resonancia de un debate acalorado y trascendente para la vida política y social de Córdoba. La Comisión de Legislación e Instrucción Pública y la Comisión de Negocios Constitucionales, Peticiones y Poderes de la Cámara de Diputados habían dictaminado a favor de la aprobación de la ley de creación de la Empresa Provincial de Energía de Córdoba (EPEC) en los términos enviados en revisión por el Senado. El tratamiento de la iniciativa figuraba como prioridad absoluta en el orden del día para la sesión del 26 de diciembre de ese año. El Sindicato Regional y la entidad hermana de Córdoba Capital, con un sólido respaldo de la organizaciones gremiales del sector adheridas a la Federación Argentina de Trabajadores de Luz y Fuerza, tuvieron una activa participación en la deliberaciones previas al dictamen conjunto de los cuerpos colegiados, que estaban integrados por los diputados Miguel Rodríguez de la Torre, Raúl Piacenza, Hugo Reyna, Feliciano Godoy, Pastor Abregú, Adelso Sosa, Joaquín Femenía, Carlos Becerra y José García Flores. A la hora de redactar el texto definitivo de la norma en cuestión fueron tenidos especialmente en cuenta los planteos formulados enérgicamente por los representantes de los trabajadores del sector, tanto en el Senado como en la Cámara Baja. Así, por ejemplo, quedó establecido que el personal de EPEC, con excepción de los miembros del Directorio y los que se nombraran en el futuro, gozaría “de la estabilidad en su empleo mientras dure su buena conducta y demuestre capacidad en el desempeño de su cargo”. La forma de juzgar estos puntos se establecería en el futuro estatuto de la Empresa. También se dispuso que el personal designado no sería escalafonado y en el caso de que el nombramiento recayera en un empleado de escalafón, la designación debería hacerse con retención del cargo. En el artículo 47° del mencionado instrumento legal se fijó que todo el personal dependiente de EPEC quedaba sometido al régimen de previsión establecido por las leyes nacionales 11.110 y 13.076, debiendo aplicarse las disposiciones de la Ley 12.111 al personal femenino. Asimismo, los trabajadores gozarían del amparo de la ley nacional 9.688 (Accidentes de Trabajo) y sus modificatorias.
En virtud de la norma, el Poder Ejecutivo se obligaba a dictar el decreto reglamentario con el estatuto que se aplicaría al régimen de salario familiar, licencias, escalafón, ascensos, reemplazos, medidas disciplinarias, jornada de trabajo, beneficios sociales y demás condiciones dentro de los cuales el personal desempeñaría sus tareas. El estatuto al que se refería sería redactado por una comisión de ocho miembros. La mitad de ellos serían designados por el Poder Ejecutivo y los restantes por los sindicatos adheridos a la Federación Argentina de Trabajadores de Luz y Fuerza existentes en la provincia de Córdoba. Dicha comisión debía expedirse dentro del término de 90 días de su constitución aunque este período podía prorrogarse, por causas debidamente justificadas, por igual lapso. La ley de creación de EPEC imponía a los integrantes de esa Comisión que al redactar el estatuto “debían mantenerse las mejoras y beneficios obtenidos en virtud del estatuto del personal y convenios de trabajo aprobados, en vigencia a la fecha de la publicación de esta ley”. También establecía que cualquier modificación total o parcial que se introdujera al marco regulatorio de la relaciones laborales en la empresa pública debía ser acordada por el Tribunal Paritario, cuya creación estaba expresamente contemplada en la ley, que se encargaría de “vigilar el cumplimiento y aplicación de las disposiciones contenidas” en el Estatuto. En materia de remuneraciones de funcionarios, empleados y obreros de EPEC se dispuso que éstas fueran atendidas con recursos propios de la empresa. Finalmente, se aprobó que el personal perteneciente a los servicios que se prestaran en virtud de intervenciones, gozara de estabilidad, escalafón y demás beneficios sociales que le acordaran las leyes y convenios de trabajo vigentes a la fecha de publicación de la ley analizada, como también cumplir con las obligaciones que le correspondiera. Haciendo memoria Durante la sesión del 26 de diciembre de 1952, el diputado Miguel Rodríguez de la Torre explicó que el proyecto de ley destacado en el orden del día procuraba “la unificación en un solo organismo”, que tendría el carácter de una empresa del Estado, del Servicio Público de Electricidad de Córdoba (SPEC) y de la Dirección Provincial de la Energía, que dependía del Ministerio de Obras Públicas, Turismo y
Asuntos Agrarios. Esas dependencias tenían a su cargo el control de la prestación pública de electricidad en todo el territorio cordobés. El SPEC había sido creado por la ley 4.181 del 30 de octubre de 1949 para sustituir a la primitiva Comisión Administradora del Servicio Público de Electricidad. Esta, a su vez, había sido dispuesta por el decreto 4.198 del 11 de noviembre de 1946, con el que se resolvió la caducidad de las concesiones otorgada a la Compañía de Luz y Fuerza Motriz de Córdoba y a la Compañía General de Electricidad de Córdoba. Tanto la caducidad como la incautación fueron resueltas por el gobierno de Argentino Auchter. La decisión guardó relación con un principio rector de la doctrina política imperante en el Gobierno Nacional según el cual el Estado reivindicaba para sí las fuentes naturales de energía y la explotación de los servicios públicos “como medio indispensable para conseguir y afianzar la independencia económica del país”, proclamado en 1947 por Juan Domingo Perón en un discurso pronunciado en Tucumán. Hasta entonces, las compañías encargadas de las prestaciones eléctricas dependían directa o indirectamente de la Electric Bon and Share Company o de la subsidiaria de ésta, la American Foering and Power Company, pertenecientes al trust de la electricidad más grande del mundo en esa época. El primer paso EPEC inició su actividad el día previsto en la ley de creación: el 1° de abril de 1953. Con la participación de los sindicatos de Luz y Fuerza, los legisladores cordobeses dotaron a la empresa con capacidad suficiente para actuar pública y privadamente. En el “acta de nacimiento” de la compañía estatal se dejó asentado que debía hacerse cargo de las siguientes cuestiones: - Generación, explotación, industrialización, distribución y comercialización de la energía eléctrica en todo el territorio provincial. - Control de los servicios precitados que fueran prestados por terceros. - Fomento y asesoramiento en la constitución de sociedades cooperativas que tuvieran por objeto la prestación del servicio público y privado de la energía eléctrica y el control posterior de su funcionamiento. - Toda otra actividad relacionada con los servicios de energía eléctrica en que, por su naturaleza, el Estado provincial debiera intervenir, salvo el otorgamiento de
permisos para la prestación de servicios en las condiciones que establecía la Constitución. En la decisión estratégica de creación de la Empresa Provincial de Energía de Córdoba estuvo presente el Sindicato Regional Sede Central Villa María, participación que estableció un compromiso con la memoria, el presente y la proyección de la compañía estatal.
Capítulo 15 Golpe e intervención en 1955 El humor político y social en el país no se compadecía con el preludio de la primavera. La fragilidad institucional y el clima de tensión creciente hacía relamer a quienes querían tomar por la fuerza las instituciones republicanas, sueño que consumaría el 16 de setiembre de 1955. Ese día, el general retirado Eduardo Lonardi (perteneciente a la Artillería) lideró en Córdoba un levantamiento militar que se extendió como un reguero de pólvora a Buenos Aires y a otras ciudades del país. La insurrección contra el gobierno constitucional de Juan Domingo Perón fue respaldada por la Marina de Guerra, al mando del contralmirante Isaac Francisco Rojas. En una demostración contundente de poder, la flota naval bombardeó Mar del Plata y amenazó con hacer volar de un plumazo la destilería de petróleo de La Plata. La actitud antiperonista de Rojas sorprendió a propios y extraños porque aún estaba fresco el recuerdo de la visita, en mayo de 1952, del entonces secretario general de la Confederación General del Trabajo (CGT), José Espejo, a la base naval de Puerto Belgrano, a cargo del contralmirante en cuestión. En esa oportunidad, el marino entregó al visitante una réplica del mástil con las insignias de la Marina de Guerra y manifestó públicamente su satisfacción por la presencia del gremialista, quien le había llevado el saludo de los trabajadores argentinos. Luego, durante el almuerzo de camaradería, Rojas brindó por Perón, la CGT y Eva Duarte, de quien había sido edecán cuando fue primera dama. El 19 de setiembre, Perón ofreció su renuncia y se refugió durante varios días en la embajada de Paraguay y luego en una cañonera de Puerto Nuevo. Cuatro días después Lonardi asumió como presidente provisional de la autodenominada Revolución Libertadora e inauguró un período oscuro para el movimiento obrero argentino. Demolición La Revolución Libertadora no demoró nada en ejecutar su decisión de desmontar la estructura justicialista y terminar con todos los íconos del gobierno derrocado por la fuerza de las armas. Así, disolvió al Partido Peronista e intervino a la CGT poniendo
a su frente al capitán de navío Alberto Patrón Laplacette, proveniente de una tradicional familia conservadora. Pero la cosa no terminó allí. Sindicatos de todo el país fueron virtualmente asaltados y el cadáver momificado de Eva Perón, que se conservaba en el segundo piso de la CGT en Azopardo al 800 de la Capital Federal a la espera de la construcción de un mausoleo, fue profanado por un grupo de militares, escondido en distintos lugares y, finalmente, sacado del país sigilosamente. El sindicalista Armando Cabo, quien había intentado organizar la resistencia en la clandestinidad junto al ex diputado John Cooke, fue apresado y encerrado como tantos otros presos políticos. La Revolución Libertadora también tomó la sede de la Agrupación de Trabajadores Latinoamericanos Sindicalizados (ATLAS), se apropio de sus bienes y destruyó completamente su biblioteca. Esta organización había sido creada en noviembre de 1952 a instancias de la CGT y contaba con el apoyo de sectores gremiales de Latinoamérica que compartían los principios de la Tercera Posición, doctrina que Perón postulaba en el plano internacional, y que representaba una competencia fuerte y seria para la Organización Regional Interamericana de Trabajadores (ORIT) impulsada por Estados Unidos. Entran a nuestra casa Villa María no era ajena al humor político y social de la provincia y el país, aunque con características singulares. Los acontecimientos del 16 de setiembre de 1955 precipitaron el alejamiento del interventor en la intendencia, Enrique Ferrer, impuesto en el cargo por el Poder Ejecutivo provincial en reemplazo del radical Isidro Fernández Núñez. Este había sido elegido jefe comunal en las elecciones locales del 25 de abril de ese año y ejercido el mandato popular apenas dos semanas. Las funciones de Ferrer recayeron en el delegado de la intervención federal en Córdoba, Francisco Calviño, quien a su vez transfirió el mando a otro delegado, Luis Cueto. El 30 de setiembre de 1955 este devolvió los atributos de poder a Isidro Fernández Núñez, acto de reparación y justicia que tuvo singular repercusión en la comunidad villamariense. Algo similar ocurrió con el Sindicato de Luz y Fuerza (el cuerpo de delegados había aprobado el reemplazo de nombre el 29 de enero de 1950, Año del Libertador General San Martín): el gobierno de facto dispuso la intervención de la sede de calle
17 de octubre 283. En una primera etapa, esta estuvo a cargo de una comisión militar y luego recayó en un civil, el ingeniero Palavecino.
Capítulo 16 El Sindicato tras la caída de Perón El 16 de septiembre se produce un quiebre en la historia argentina. Con la llamada Revolución Libertadora, el general Juan Domingo Perón fue derrocado y forzado al exilio, pero además de un cambio de gobierno lo que se buscaba era revertir una década de conquistas y desarrollo gremial. Para entender ese particular momento de Argentina hay que recordar que, tras el golpe de septiembre de 1955, asumió como presidente Eduardo Lonardi, quien había encabezado el alzamiento desde la provincia de Córdoba, Sin embargo, poco después, el 13 de noviembre, el presidente fue desplazado por un golpe palaciego. De esa manera, la tendencia más conciliadora de Lonardi, quien enarbolaba como lema la frase “Ni vencedores ni vencidos”, dejó paso a la corriente más reaccionaria de las fuerzas armadas, encarnada por el general Pedro Eugenio Aramburu, quien asumió como presidente, y el almirante Isaac Rojas, quien ocupó la vicepresidencia. Juntos iniciaron una implacable cacería de peronistas que continuaría gobiernos posteriores. Durante años hubo vencedores y vencidos. Como se mencionó anteriormente, el Partido Peronista fue disuelto. El ejército intervino la CGT y designó como responsable a un capitán de navío de doble apellido, Alberto Patrón Laplacette. Miles de dirigentes obreros fueron destituidos. Grupos civiles, entre los que se encontraban conservadores, radicales y comunistas, asaltaban los sindicatos. Se desató la cacería: los funcionarios, dirigentes políticos, empleados públicos, gremialistas, militantes y simples simpatizantes fueron perseguidos y encarcelados, al tiempo que aumentaban las denuncias sobre torturas. De un día para el otro todos los sindicatos estuvieron bajo sospecha. Las acusaciones de corrupción y malos manejos contra dirigentes obreros se transformaron en noticia cotidiana y el Sindicato no fue la excepción. Para investigar los manejos del gremio se dictó su intervención que en un primer momento estuvo en manos de los militares golpistas y después en un civil, el ingeniero Palavecino, quien desempeñó esa tarea por casi un año. La intervención no tuvo más remedio que admitir que las suspicacias eran infundadas. Pese a la auditoria a que se sometieron las cuentas del gremio no se detectó ninguna irregularidad y en el informe final hasta se destacó el buen manejo gremial. Por ello, el Sindicato fue devuelto a los trabajadores.
El proceso de normalización, en primera instancia, llevó al compañero Norberto Gaite como delegado normalizador, quien luego de un breve interinato convocó a elecciones. En estas resultó electo como secretario General el compañero Antonio Rodríguez, quien al poco tiempo comprobó que la intervención había sido sólo la primera batalla de una larga guerra. Mientras que el gobierno tomaba medidas para que los derechos de los trabajadores volvieran a niveles similares a antes de 1943, los sindicatos debían luchar por preservar la legislación obrera, ya que se pretendía vulnerar el Convenio Colectivo de Trabajo, y defender las reivindicaciones que se iban sumando, especialmente las salariales. Fue la Federación la que asumió el doble papel de defender el Convenio, por un lado, y de luchar por impostergables mejoras en los haberes, por el otro. La tensión laboral fue creciendo paulatinamente hasta que se decidió un paro de labores. El gremio preparaba una suerte de plan de guerra, ya que el paro era una acción muy arriesgada que podría derivar en una nueva intervención del Sindicato. Para ello se dispuso la creación de cuadros orgánicos fuera del marco del estatuto que serían los responsables de tomar el control del gremio en caso de emergencia, como por ejemplo si el Sindicato fuera intervenido. Estos dirigentes, que integraban una especie de gabinete de crisis, contaban con fondos depositados al margen de las cuentas oficiales para solventar los gastos extraordinarios que se pudieran generar. Estos pasos fueron dados no sólo por el Sindicato, sino también por los sindicatos líderes que conformaban la Federación nacional de Luz y Fuerza. Para que la medida de fuerza fuera exitosa desde el punto de vista técnico se debía contar con la interrupción del servicio. Sin embargo, eso era algo muy difícil de garantizar ya que tanto las centrales como las líneas de distribución estarían custodiadas por militares, lo que complicaría que se hiciera efectivo el abandono de tareas. En ese momento el Subsecretario General era el compañero Bernardo González, quien estaba a cargo de la Organización ya que el Secretario General, compañero Enrique Pérez, formaba parte del secretariado general.El paro debía comenzar a las 0 horas del día fijado. Esa noche, aproximadamente a las 22:45, se presentó en la sede gremial el jefe de la guarnición militar de Villa María, mayor Landon Sagasta, acompañado de tropas y solicitó la urgente presencia de los líderes gremiales, acudió en representación el compañero Felipe Raimundo Sánchez. Una vez
reunidos, Sagasta conminó a los trabajadores a suspender la medida de fuerza bajo la amenaza de ordenar su arresto. La respuesta de los compañeros, en ese momento tan difícil, fue ejemplar. Le explicaron que estaban en el Gremio “para defender los derechos de los trabajadores y que sólo acataban la voluntad de las bases y de los cuerpos orgánicos”. Si bien no se produjo la detención de los compañeros, la amenaza continuó latente. Mientras tanto, los militares habían puesto guardias armados en la usina Las Playas, en tanto que en las líneas 1 y 2, los principales ramales que alimentaban de energía a Villa María, habían apostado soldados cada 200 metros. Hubo similar despliegue de efectivos militares en otros centros urbanos como San Francisco, Bell Ville, Carlos Paz, Alta Gracia y otras localidades, como Río Tercero. Finalmente, el paro no llegó a concretarse: se suspendió a las 23:45, apenas 15 minutos antes de que comenzara. La instrucción llegó del secretario General de la Federación, Alerto Lema, quien transmitió un mensaje radial que contenía la palabra clave que indicaba que el paro debía suspenderse. Esa palabra era: “contacto”. El derrocamiento de Perón tuvo, en el caso concreto de la ciudad de Villa María, el efecto paradójico de que sirvió para restablecer el respeto a la voluntad popular.
Capítulo 17 El trabajo gremial en tiempos de Frondizi El presidente surgido de la llamada Revolución Libertadora, Pedro Eugenio Aramburu, quería convocar a unas elecciones rápidas para normalizar el sistema democrático y depurar exhaustivamente cuanto quedaba del peronismo. Para allanar el camino a esos propósitos se retornó a la Constitución de 1853, se introdujo el voto proporcional y se puso al frente de los sindicatos a enviados gubernamentales. Al mismo tiempo que se persiguió a los líderes peronistas más destacados y se quemaron públicamente todos los símbolos y los retratos de Perón y Evita. Ante la intensificación de la represión, impulsada por el ala dura de la "libertadora", sectores del peronismo militante pasaron a la resistencia civil primero y a la resistencia armada después, iniciando una espiral de violencia que arraigaría profundamente en la cultura política argentina. Uno de los episodios más luctuoso y triste de ese tiempo de intolerancia y desencuentro tiene relación con el fusilamiento clandestino de civiles en el basural de León Suárez, en el partido bonaerense de San Martín. Esa acción criminal, ocurrida el 9 de junio de 1956, puede considerarse como el acta de fundación de la violencia de la segunda mitad del siglo XX en Argentina. Algunos historiadores comparan ese hecho sangriento con el bombardeo, en 1955, sobre la población civil en Plaza de Mayo. Las víctimas de León Suárez fueron hombres indefensos, sin acusación, sin juicio alguno y, por lo tanto, sin condena. Habían sido detenidos mientras escuchaban una pelea de boxeo en una humilde casa de Florida. El gobierno de facto no había anunciado la ley marcial antes de las 24 del día de la masacre, por lo que no correspondía que se aplicara a quienes habían sido detenidos previamente. El periodista Rodolfo Walsh, luego desaparecido por la dictadura en 1977, investigó aquella historia de impunidad y la contó en su trabajo Operación Masacre, considerado el primer libro de investigación periodística escrito y editado en el país. El compañero lucifuercista Horacio di Chiano, quien se desempeñaba como operario en la Compañía Italo, salvó providencialmente su vida en aquella jornada aciaga. Logró huir durante el allanamiento clandestino. El electricista tenía una hija y cumplía sus tareas en el servicio de guardia de la empresa de capitales extranjeros. Le faltaba poco tiempo para jubilarse. Obviamente, después de aquel día su vida
cambió drásticamente y el tiempo que vino estuvo signado por la persecución política y las dificultades de todo tipo. Esfuerzo fallido A pesar de los esfuerzos por ‘desperonizar’ a la Argentina, el peronismo no fue derrotado, sus logros en la recuperación de los sindicatos fueron importantes y en las elecciones para la Asamblea Constituyente de 1957 lanzó la consigna del voto en blanco, que fue seguida por el 25% del electorado. En esta situación, Aramburu anuncia las elecciones para finales de 1957 o principios de 1958, pero mantiene fuera del proceso electoral al partido peronista o justicialista. Los comicios tienen lugar el 23 de febrero de 1958. Hay dos candidatos fundamentales: Ricardo Balbín y Arturo Frondizi, provenientes de la escisión de la Unión Cívica Radical. Balbín es el candidato oficialista de Aramburu y Frondizi, formando lo que se llamará Coordinadora Nacional y Popular, representa las ideas del peronismo junto con las de su sector de la UCR. Celebradas las elecciones, Frondizi, debido al pacto firmado con Perón, obtiene un importante triunfo al alcanzar los cuatro millones de votos, que representan el 41% del electorado, mientras que Balbín sólo consigue 2.600.000 votos, o sea el 29%. En esos mismos comicios, en Villa María se impuso el ex intendente Salomón Deiver, quien encabezó el “Centro Vecinal Independiente”, propuesta política que, así como Frondizi en el ámbito nacional, contó con el apoyo de los peronistas. Cuando Frondizi asumió la presidencia, el 1° de mayo de 1958, a pesar de las obvias diferencias de contexto histórico, las dificultades eran similares a las que padeció el país en 2001. Regía el control de cambios desde casi tres décadas antes (algo similar, en la práctica, al 1 a 1), y el atraso de la paridad provocaba déficit comercial y retraía la inversión productiva. Era crítica la situación del sector externo: no había reservas netas de divisas y gran parte de los recursos debían destinarse a la importación de petróleo y sus derivados, que cumplía el mismo papel condicionante que ahora tiene el pagar los intereses de la deuda externa. En el ámbito municipal, en Villa María, las cosas no andaban mucho mejor. Para afrontar un severo desequilibrio en las cuentas públicas, el flamante intendente debió apelar a medidas extremas. De ellas, la más recordada es el decreto 1437, por el cual dispuso que ningún vecino podía iniciar ningún expediente o gestión si no estaba al día en el pago de sus impuestos. Sin embargo, por esos mismos tiempos,
el 2 de diciembre de 1958, Villa María vio cómo se inauguraba su primera galería comercial, la Petit Galería, ubicada en el 185 de la calle General Paz.
Capítulo 18 Las medidas de Frondizi Entre las primeras disposiciones que tomó Frondizi estuvo la de liberar el mercado cambiario, lo que implicó una devaluación del 65 por ciento. El sinceramiento alcanzó también a las tarifas de los servicios públicos, que eran inferiores a los costos de las empresas. Todo esto se consideró necesario para restaurar el proceso de inversión. Pero a la vez se sinceraron los salarios con un aumento del 60 por ciento (en los hechos, el porcentaje fue menor porque absorbía aumentos concedidos en 1957). En el caso de Luz y Fuerza, los aumentos fueron escalonados y abonados en dos etapas. El incremento fue pactado por la Federación para todo el país pero, sin embargo, a la hora de ponerlo en práctica, en Córdoba surgieron algunos problemas. La FACE, que nuclea al movimiento cooperativo, argumentó que no estaba en condiciones de solventar ese crecimiento en sus costos. La postura de la FACE afectó a prácticamente todos los trabajadores eléctricos de la provincia que prestaban servicios en cooperativas. El Sindicato buscó la manera de hacer entrar en razón a las patronales mediante el envío de numerosas notas, además de otras gestiones, que no arrojaron ningún resultado positivo. Entonces, el Sindicato utilizó otro recurso. Durante el inicio del gobierno de Frondizi, si bien el peronismo seguía proscrito, hubo respeto y apoyo a la actividad sindical. Fue por eso que se optó por utilizar los resortes que brindaba el propio Ministerio de Trabajo. En ese sentido, el Secretario Gremial del Sindicato, junto a un Inspector del Ministerio de Trabajo de la Nación y un compañero del Consejo Directivo, inició una gira por las localidades en las que operaban las cooperativas que contaban con mayor número de trabajadores, realizando inspecciones para constatar que se estuvieran abonando los aumentos salariales dispuestos por ley. Hay que recordar que el origen de las cooperativas es diverso y que una parte importante de ellas surgió de la expropiación de las grandes empresas multinacionales, que luego se transfirieron a cooperativas que se fueron integrando. Para facilitar su formación y financiamiento, el sistema tarifario de la República Argentina tenía un pequeño sobrecargo reservado para la creación de un fondo destinado a subsidiar los salarios de los compañeros que trabajaban en las cooperativas. El objetivo último era ayudarlas a crecer. Ese apoyo, fruto de una ardua gestión gremial, se llamaba Fondo Especial Compensatorio y de acuerdo a lo
establecido en su redacción debía dedicarse a los salarios y sólo cuando estos estuvieran cubiertos se podría destinar el remanente a la renovación de material. Sin embargo, en la práctica esto no ocurría, ya que muchas cooperativas destinaban el dinero a capitalizarse y no a los desfasajes salariales que decían tener. Conscientes de esa realidad, y por razones de economía de tiempo, la tarea de la Secretaría Gremial se centró en las localidades más grandes. Así, en lugar de hacer un recorrido exhaustivo por toda la provincia, se concentró la labor en los puntos más importantes persuadidos de que, como resultado de un ‘efecto contagio’, lo que se hiciera en ellos incidiría sobre el resto. De esa manera, en enero y febrero de 1959 se visitaron las grandes cooperativas que operaban en la provincia: se comenzó por la zona norte, con Quilino y Deán Funes, para luego llegar hasta el sur, en Huinca Renancó, y hacia el este, con Morteros y San Francisco, hasta la zona de Sampacho. El recorrido implicó andar más de 2.500 kilómetros a lo largo de los cuales se fueron levantando numerosas actas de infracción contra las cooperativas que ignoraban los decretos de incremento de salarios. Gracias a esa labor, en lo que constituyó un importante triunfo para el Sindicato, poco a poco estas fueron incorporando los aumentos.
Capítulo 19 Con la fuerza de los principios En los inicios, la actividad de Sindicato estaba centrada básicamente en la gestión gremial. Aún en los años posteriores a la Revolución Libertadora. Los compañeros del Consejo Directivo no disponían de permiso gremial, lo que significaba que luego de la jornada de trabajo realizaban las tareas inherentes a las secretarías que en ese momento lo conformaran. Solamente se obtenían permisos gremiales, cuando era necesario realizar viajes a distintos lugares fuera de la ciudad de Villa María, o permisos especiales, cuando se debían concretar gestiones en las Delegaciones. En las propias seccionales pasaba algo similar. La actividad motora, paralela a la tarea de conducción que ejerce el Secretario General, estaba, como ahora, en la Secretaría Gremial, donde se concentraban gran parte de los problemas, ya sea por vacantes que no se cubrían, por sanciones que se intentaban aplicar a los compañeros o por la discusión de los planteles básicos, en el caso específico de la provincia de Córdoba. De la misma manera, en las cooperativas y particularmente en muchas de estas últimas, porque no se aplicaba el Convenio como correspondía. Sobre todo, en los inicios de la actividad sindical el motivo fundamental de la agremiación se daba por la acción reivindicativa. En el caso del Sindicato, donde existían y existen todavía distintos convenios de trabajo, la Secretaría Gremial estaba organizada de tal manera que supervisaba tanto el accionar gremial en el área de la Empresa Provincial de Energía de Córdoba (EPEC) como en Agua y Energía Eléctrica y las cooperativas de electricidad. En lo que hace a EPEC, la acción diaria era dirigida principalmente desde la Secretaría Gremial, pero ya existían en la administración central de la Empresa, en Córdoba, compañeros con permiso gremial permanente que a través del Tribunal Paritario se encargaban de la gestión de los expedientes que llegaban tanto desde las delegaciones de zona como de los propios distritos. En el caso de Agua y Energía se trabajaba mucho en coordinación con las distintas delegaciones, las cuales fueron sufriendo varias transformaciones. Con el correr de los años se designó un coordinador general en el área de Agua y Energía Eléctrica que comprendía la Central Reolín, que fue una de las inauguradas después de los años 1957/58 y se adhería al sistema tradicional la primera usina hidráulica, La Cascada, que estaba cerca de Almafuerte y que posteriormente fue suplantada por
las centrales
Fitz Simon y Cassaffousth, ubicadas en Embalse; la Central Los
Molinos; la Central San Roque; la Central La Viña y la parte de redes que estaban centralizadas entre Embalse y Córdoba. Estos eran los centros neurálgicos de la actividad de Agua y Energía, monitoreada directamente desde la Secretaría Gremial y gran parte de las gestiones se hacían con el Secretario y el Subsecretario Gremial junto con los compañeros de estas áreas. En el área cooperativas el Subsecretario Gremial era un miembro del sector cooperativo. Esta estructura cubría por completo la geografía provincial. El trabajo se hacía intenso y arduo, no sólo por las características de las negociaciones sino por los largos viajes, que se debían hacerse en ómnibus de línea. El primer vehículo que adquirió el Sindicato, allá por el año 1958, fue una Estanciera que transitaba incansable los caminos polvorientos de la provincia, llegando a superar los sesenta mil kilómetros recorridos por año. A los viajes se sumaba el trabajo cotidiano de atender los reclamos que llegaban canalizados por nota y contestarlos por la misma vía. Se emitían no menos de mil notas en respuesta a los planteos de las distintas seccionales y en presentaciones que se efectuaban a las Empresas que conformaban el ámbito de accionar del Sindicato. Sirvan estas páginas de justo y sincero homenaje a todos aquellos hombres que construyeron la grandeza del Gremio, asumiendo con convicción y fortaleza la tarea cotidiana de defender la dignidad del trabajador. Bolsa de Trabajo Centralizada Las realidades imponen desafíos y los desafíos decisiones. El objetivo siempre fue el mismo: defender al trabajador no sólo del atropello patronal sino de las injusticias que muchas veces provocaba el avance tecnológico. En este sentido, el Sindicato siempre actuó decididamente a favor de la dignidad y con visión de futuro. A principios del ‘60 el sistema eléctrico provincial se sustentaba a través de la generación producida por pequeñas usinas eléctricas. Cuando se produjo el proceso de avance y tecnificación en la provincia, a través del sistema de interconexión, el Sindicato pudo prever que se registraría desocupación y, como consecuencia, asumió acciones inmediatas tendientes a negociar alternativas que revirtieran la injusticia. En localidades como Hernando, Isla Verde, Laborde, etc. existían dotaciones de trabajadores de 12 y 15 compañeros, la gran mayoría afectados a las máquinas.
Cuando se dio el proceso de interconexión cambió la realidad de prestación del servicio lo que produjo una superpoblación de trabajadores que, desde el punto de vista económico, era muy difícil sostener. Por este motivo, se coordinó con las autoridades provinciales que se dispusieran de las vacantes que se generaran en los grandes centros urbanos de la provincia para absorber a estos trabajadores. A esta medida se sumó la decisión, tomada a través de una reunión del Cuerpo General de Delegados, de implementar una Bolsa Centralizada de Trabajo, como se la llamó, y el compromiso de todas las seccionales de informar en ella las vacantes que se produjeran en los servicios locales, ya sea por aumento de los planteles básicos, por fallecimiento o jubilación de los trabajadores. La Bolsa Centralizada de Trabajo reuniría a los compañeros que habían quedado desocupados a causa del sistema de interconexiones y funcionaría con esas prioridades hasta que se encontraran reincorporados todos los que habían quedado disponibles. De esta manera, la organización solidaria de los trabajadores respaldó a los compañeros frente a la desapariciónd e puestos de trabajo. Una vez más.
Capítulo 20 Modificación de los estatutos Al compás de los tiempos Con la organización crecían las necesidades y estas se plasmaron en modificaciones a los Estatutos que obedecieron históricamente a la adecuación de los tiempos y las nuevas demandas. En los inicios del Gremio eran vertiginosas debido al ascenso de los trabajadores en la distribución de la renta nacional y su rápida organización para enfrentar la histeria patronal que despertaba, justamente, este ascenso. El esquema estatutario del Sindicato observó dos o tres grandes modificaciones históricas: la primera fue en el año 1946, cuando se modificó el original parido con el nacimiento del sindicato. Las modificaciones realizadas rigieron hasta el año 1948, donde se produjo una nueva innovación. Esta última es de suma importancia en términos de participación. Inicialmente, el Sindicato estaba integrado, prácticamente, por gente de Villa María y de algunas pocas localidades que estaban adheridas y cuando se realizaban asambleas estos compañeros votaban como si se tratara de un asambleísta más. Ese esquema fue modificado a través de un nuevo Estatuto, aprobado el 15 de mayo de 1948, que dio origen al órgano máximo y soberano de la Institución: el Cuerpo General de Delegados, cuya primera Asamblea, concretando así un cambio fundamental en la estructura del Sindicato, fue convocada para el 1º de noviembre de 1948. Con el correr de los años se observó la necesidad de ampliar la participación de los compañeros que no eran de Villa María más allá del Cuerpo General de Delegados y en 1958, se propuso la participación de los afiliados de otras filiales en el Consejo Directivo. Hasta el momento esta participación se daba por una decisión consensuada y sólo en vocalías, debido a la prescripción expresa en el Estatuto vigente. Es por eso que se modificaron entonces los estatutos y se incluyeron dos vocalías titulares y dos suplentes que debían ser ocupadas por compañeros no residentes en la ciudad de Villa María. Este esquema funcionó durante un tiempo hasta que, con la evolución que trae la gestión y la incorporación de nuevas actividades, surgió la necesidad de producir un nuevo cambio en el esquema de conducción que permitiera que los compañeros de las seccionales o filiales pudieran integrar el Consejo Directivo con el mismo derecho de los afiliados residentes en
Villa María. O sea que no solamente pudieran ocupar una secretaría sino hasta el cargo de Secretario General. De acuerdo a la modificación realizada en 1963 se incorporó este espíritu amplio de la participación democrática al sustento legal del Sindicato. El ritmo de crecimiento del país tenía un correlato directo con los derechos de los trabajadores, por ende el Gremio intensificaba su actividad día a día. Contaba con Colonia de Vacaciones, Servicios Sociales y se proyectaba sobre planes de vivienda. Esto intensificaba la labor del Gremio en lo referente a las áreas específicas a cargo de las distintas secretarías, lo que provocó que determinados compañeros, miembros del Consejo Directivo, que desarrollaban una actividad gremial permanente hubieran pasado del esquema de permisos transitorios para el Secretario General o Gremial, al de permisos permanentes. Una de las secretarías que experimentó mayor movimiento fue la de Previsión Social ya que por la edad de los compañeros en actividad en las compañías de energía eléctrica comenzaron a incrementarse los pedidos de jubilación generando gran trabajo en el área previsional que, junto con los servicios sociales, requirió atención permanente.
Capítulo 21 La Sede propia Con cimientos solidarios La institución seguía creciendo, tratando de llevar el ritmo que le imponían los tiempos. Los compañeros comenzaban a jubilarse y una tarea más se sumaba al área de previsión. El sindicalismo múltiple imponía una estructura compleja que necesitaba una base de operaciones acorde. La casa había quedado chica. Había que seguir creciendo. Se enfrentaba un nuevo desafío: la construcción de la sede propia. Como no podía ser de otra manera, la decisión se tomó en el Cuerpo de Delegados que apoyó por unanimidad la moción. La discusión pasó por otro lado. ¿Cuál debía ser el lugar para instalar la nueva sede central? Las opciones que fueron a debate eran dos: trasladarla a Córdoba capital o dejarla en la Villa María. Cada moción tenía a sus acérrimos defensores. En el caso de la primera el fundamento se sostenía en facilitar el acceso a los compañeros del interior e instalar la sede en el centro de las decisiones políticas. La segunda se aferraba a la raíz fundacional de la sede. El debate fue intenso, los oradores brillantes y finalmente la decisión, en reñida votación, dejó la sede central en Villa María. Ya se había dado el primer paso, debatido e interesante, pero sólo el primero. Si bien se contaba con los fondos para asumir la construcción, esta no era tarea fácil. En primera instancia, se resolvió que una comisión asumiera la conducción del complicado proceso. Después de muchas idas y vueltas, algunas voces debieron alzarse para preguntar si realmente estaban en condiciones de llevar adelante la acción. Puesto de frente al desafío un grupo de compañeros asumió con firmeza el compromiso. Pidieron asesoramiento a aquellos que ya habían desarrollado una amplia experiencia en construcciones, los compañeros de la FATLyF, que habían encarado distintas obras de hotelería. Fue así que se comenzó a diseñar la Sede Central. Rollos de papeles bajo el brazo, ir y venir, carpetas, presupuestos, proveedores, estudios, arquitectos. El Sindicato asumió la administración de la obra. Esto significaba que para abaratar los costos compraba de forma directa, a los mejores precios. También, a través de una licitación, contrató la mano de obra a una empresa para que llevara adelante la construcción. El lugar elegido fue un terreno en la calle Entre Ríos, hoy por todos conocido. La gente se paraba a mirar qué era lo que acontecía allí. Las entrañas de la tierra
comenzaban a abrirse, profundamente, para dar paso a los cimientos de la gran obra. Como un hormiguero, obreros que iban y venían atraían la atención de todo el mundo que cuchicheaba y pasaba ronroneando respuestas a todas las preguntas que se abrían junto a los cimientos. Y el asombro seguiría creciendo a medida que la obra se iba instalando e imponiendo en el corazón de la ciudad. Cada pedacito de la sede tiene una historia por contar. Los ladrillos, de las entrañas propias, tierra de Villa María. La carpintería metálica y el revestimiento de madera del salón de actos fue realizado por los alumnos de la Escuela del Trabajo Domingo Faustino Sarmiento. Esta decisión no fue casual. Era reconocido el excelente nivel de manufactura de los trabajos realizados por la Escuela y al Sindicato le interesaba que una inversión tan importante tuviera un destino social. Se enlazaban así, simbólicamente, la estructura misma de la sede de la organización con la sociedad que la vio nacer y la veía crecer día a día. Las jóvenes manos de los alumnos moldearon las ‘aberturas’, ‘puertas y ventanas’, y es como si hubieran dejado impresas en ellas, para siempre, la frescura de la juventud y esa sed inagotable de justicia, que forman parte inalterable de la esencia del Gremio. Llegó el gran día. Era un 11 de setiembre, corría 1965. La gran obra había llegado a su fin y daba paso al comienzo de una nueva etapa, ya instalados en la ‘casa propia’. La inauguración fue el gran evento del año. Participaron autoridades del gobierno, de la iglesia, miembros del Secretariado de la FATLyF y sindicatos hermanos de todo el país. Tal vez en aquel momento las palabras arrojadas al viento, los abrazos cómplices, las lágrimas disimuladas escondían secretamente sueños de grandeza y de justicia que con el correr de los años se vieron cumplir. En el Salón Municipal de los Deportes, la familia lucifuercista se reunió a festejar aquel momento histórico. Tanta energía
adelantó la primavera, florecieron ilusiones y
esperanzas que, aún hoy, siguen adornando la frente del querido sindicato. Otras sedes La gran Sede Central lucía orgullosa en el corazón de Villa María y en el de los lucifuercistas. La experiencia había sido altamente positiva, desde el punto de vista organizativo y económico, a través del uso eficiente de los recursos. El ejemplo había sido instalado. El crecimiento de la Institución se observaba en toda la amplitud de la organización. Es así que cada seccional comenzó a crecer, por el desarrollo de los servicios que
se comenzaban a brindar, y comenzó a hacerse necesaria la construcción de sendas sedes propias. Replicando el efectivo sistema con que se llevó adelante la construcción de la Sede Central y con el apoyo de los compañeros de las seccionales en un breve plazo se construyeron varios edificios. Las obras en las seccionales fueron posibles debido a la solidez económica construida por los aportes solidarios, para tal fin, por todos los trabajadores afiliados. Pero, a su vez, en cada lugar era protagónico el esfuerzo de los compañeros que aportaban dinero para la compra del terreno, o mano de obra o amoblamientos. Cada edificio construido lleva el sello propio de la voluntad y el empeño físico y espiritual de cada uno de los compañeros. La nómina de edificios seccionales y sus respectivas fechas de inauguración puede consultarse en el apéndice de documentos (6 – Edificios seccionales).
Capítulo 22 La multiplicación del esfuerzo La transición entre el letargo de la década del ‘50 y el amanecer de la del ’60, encuentra a Luz y Fuerza con su Convenio Colectivo consolidado y una aquilatada experiencia de luchas y conquistas. Eso se traduciría luego en una acción cada vez más amplia y orgánica en beneficio de los compañeros. Sin embargo, los sesenta irían calentando lentamente el caldo social y político y a medida que la violencia crecía la inestabilidad política se agudizaba. En esa arena movediza sucumbieron los gobierno de Arturo Frondizi y Arturo Illia. El onganiato, el Cordobazo, el surgimiento de organizaciones armadas de signo ideológico encontrado y los primeros atentados de alto impacto signaron el rumbo. La razón de tanto desencuentro se hallaba en una doble injusticia: la proscripción política del peronismo y la refracción social de amplios sectores populares. La dictadura de Juan Carlos Onganía había producido profundas divisiones en el Movimiento Obrero. En 1966, el Congreso Normalizador de la CGT designó como Secretario General a un hombre de Luz y Fuerza, Francisco Prado, quien estaba al frente de la FATLyF. El dirigente llegó a la central obrera con el mandato de unidad que siempre caracterizó a la lucha lucifuercista. Poco después, en mayo de 1967, Prado renunció dejando su cargo a una Comisión Transitoria. Luz y Fuerza percibió entonces que debía generar su propia política. Y así lo hizo. Manos a la obra La dirigencia del Sindicato siempre tuvo en claro que la afiliación masiva tiene dos fundamentos principales: la íntima convicción del trabajador de que la unidad gremial es la mejor alternativa para la defensa de los derechos laborales de todos y cada uno, y el efecto ‘contagio’. Ese diagnóstico tuvieron en cuenta los pioneros del sindicalismo múltiple. Aquellos dirigentes que entendieron que la organización gremial debía procurar respuestas para las demandas de los trabajadores en cuestiones que aún estaban al margen de las relaciones estrictamente laborales, pero que tenían que ver con su dignidad como persona y con la de su familia. Así, la dirigencia de la Institución comenzó a trazar líneas de acción en los ámbitos cultural, deportivo y recreativo, y a brindar prestaciones complementarias a la cobertura asistencial y previsional.
Para concretarlas, sostenerlas y hacerlas crecer, la inteligencia gremial planteó la necesidad de obtener fondos propios. Una de las fuentes directa del financiamiento se constituía con dinero aportado por los afiliados cada vez que se lograba una recomposición salarial. Por ejemplo, si el gremio obtenía un aumento del 20 por ciento, un 19 por ciento se aplicaba al salario directo y el uno por ciento restante, al indirecto. En lo que respecta al avance social, uno de los primeros pasos que se dio fue en dirección al turismo, con el fin de que los afiliados y su familia pudieran gozar de las merecidas vacaciones anuales en lugares propicios para el descanso y la recreación. Así, en 1956, la FATLyF, con la adhesión de todos los sindicatos que la conformaban, compró el confortable hotel de la localidad serrana de La Cumbre, que contaba con alrededor de 300 plazas. Un compañero del Gremio y otro de Rosario fueron elegidos para administrar el establecimiento. Era tal la dedicación y el celo que ponían en sus funciones que gran parte de los alimentos frescos con que preparaban las comidas los compraban en el Mercado de Abasto de la ciudad de Córdoba, hasta donde el subadministrador, el administrador o algún empleado del depósito viajaban en una camioneta dos o tres veces por semana para hacer el pedido. Vale destacar que más allá de los ingresos por aportes de salarios diferidos, los fondos para la compra de hoteles o emprendimientos de envergadura provenían, en gran medida, del aporte íntegro de las recomposiciones de salarios correspondientes al primer mes de percibidas. Casi simultáneamente con el comienzo de las colonias de vacaciones, el Sindicato puso en marcha, en 1963, el primer plan de viviendas para afiliados. Desde entonces, día a día, la inteligencia y la sensibilidad del Gremio estuvieron atentas a las expectativas legítimas y a las demandas de los compañeros y para imaginar la manera de satisfacerlas y darles respuesta. Turismo Social: un camino propio En Argentina, el turismo social llegó en 1945 de la mano del movimiento sindical, cuando las vacaciones pagas fueron incorporadas como un derecho de los empleados y obreros en las leyes laborales aprobadas por el Congreso de la Nación entre ese año y 1948.
Venían de la mano de las experiencias europeas y norteamericanas de la década anterior, cuando, por imperio de las luchas obreras, fueron incorporadas en sus legislaciones como derecho consagrado, marcando con ello un rumbo que se imitaría, con el tiempo, en un gran número de países Ese reconocimiento, sumado al respaldo decidido que la presidencia de Juan Domingo Perón otorgó a las organizaciones gremiales para su consolidación y crecimiento, dio su impronta al turismo social en el país, pionero en este rubro en Latinoamérica. Por esas razones, los principales destinatarios de esa actividad fueron los trabajadores y sus familias y las famosas colonias de vacaciones pertenecientes a las instituciones sindicales se convirtieron en los mayores prestadores de servicios. En este contexto es que se implementó, desde la Federación, tal cual lo hacen todas las organizaciones nacionales de trabajadores, un sistema de turismo social que contemplaba las posibilidades y necesidades de todos los gremios federados. Se adquirieron los primeros hoteles, que más tarde integrarían la importante red hotelera de nuestros días, compuesta por el Hotel Amancay de Bariloche, el Intersur FATLyF de La Cumbre, Intersur LyF de Villa Gessell, el Intersur 13 de Julio de Mar del Plata, el Hotel Intersur de Santa Fe, el Complejo Villa La Merced de Dique Los Molinos, el Hotel Independencia de Termas de Río Hondo y el Hotel 12 de Octubre de Buenos Aires. Pero el desarrollo y la expansión de la actividad eléctrica en el país durante los últimos 50 años determinó que toda esta capacidad hotelera fuera insuficiente con respecto a una demanda creciente, lo que llevó al Sindicato a buscar caminos alternativos. En efecto, la Federación otorgaba plazas según el número de afiliados a cada gremio y en el caso del Sindicato, comenzaron a ser insuficientes. Por tal motivo se estudió la posibilidad de adquirir algún sistema que cubriera este déficit y esta cuestión comenzó a ser planteada como inquietud por los compañeros, tanto en las asambleas como en el Cuerpo General de Delegados, donde uno de los problemas que se planteó era tener recursos para cubrir esta actividad. Pero este tema sufrió un impasse con el golpe de Estado del año 1976, cuando lamentablemente se anuló el Convenio Colectivo de Trabajo, y con ello los aportes para el turismo social. Dicho Convenio recién pudo ser recuperado cuando, al retorno al sistema democrático, se bregó rápidamente por él como un derecho adquirido y una cuestión natural.
En todas las tareas previas, en el caso del Sindicato y dentro de él en el convenio con la EPEC, una de las instrucciones que tenían los representantes en la Comisión Paritaria era que había que recuperar los esquemas montados sobre la base del salario indirecto, tal el caso de Turismo y algunas otras prestaciones. Tradicionalmente, durante los años previos a 1976, todos los sistemas de aportes, tanto del Convenio Nacional como el de EPEC, eran girados a la Federación, que es la que daba la prestación. Pero, atentos a la necesidad que se planteaba localmente, se hicieron gestiones con el Secretariado de la Federación y se logró un acuerdo mediante el cual se remitía a la Federación solo una parte de los recursos que la Empresa retenía a los trabajadores por el sistema de Colonia de Vacaciones y Caja Compensadora, y el resto quedaba en el Sindicato. Con esto se formó un fondo que, en primera instancia y hasta tanto se elaborara un proyecto que contemplara la ubicación de un futuro sistema para las vacaciones de los compañeros, se contrataron plazas en distintos lugares de las sierras de Córdoba. Pero al mismo tiempo se constituyó una comisión de seccionales que fue nominada por el Cuerpo General de Delegados para que estudiara en qué lugar de la provincia de Córdoba era conveniente disponer un Complejo, que básicamente estaba previsto sobre la idea de un camping con algunas cabañas. Esta Comisión eligió dos alternativas posibles, una en la zona de Santa Rosa de Calamuchita y la restante en la ciudad de Cosquín, en el Valle de Punilla. Luego de estudiar el informe de la Comisión el Consejo Directivo, junto a sus asesores técnicos, llegó a la conclusión de que, por su ubicación, el lugar que más se adecuaba a la idea básica que tenía planteada el gremio era el de la ciudad de Cosquín. A partir de allí se elaboraron varios anteproyectos y se estudió qué
tipo de
prestación montar en este complejo. La idea que primó fue la siguiente: armar un sistema diferente al de los tradicionales en las colonias de vacaciones para darle a los
compañeros
una
opción
de
adquirir
un
turismo
distinto,
centrado
fundamentalmente en el esquema de cabañas, muy difundido por aquel entonces en otros países. Lo otro que también se observó, como aspecto colateral pero de previsión económica, era que en un predio de esas características el costo de funcionamiento y mantenimiento estaría muy por debajo del requerido en los sistemas tradicionales de colonias de vacaciones.
Esto, ante las contingencias políticas y económicas que se habían vivido en el país, abría un camino de respuesta propia, ya que posibilitaba el autofinanciamiento con un pequeño aporte directo de los afiliados vía cuota sindical en caso que se interrumpiera la prestación proveniente del Convenio Colectivo de Trabajo. Se completó el proyecto técnico, se puso a consideración del Cuerpo General de Delegados, el mismo fue aprobado y la primera parte de esta obra, el Complejo turístico denominado Las Cabañas, de Cosquín, fue concluida e inaugurada en el mes de diciembre de 1988. Es preciso aclarar que el terreno de Cosquín fue comprado en etapas. La primera fue concretada el 16 de octubre de 1987 y la segunda el 22 de octubre de 1990. También Las Cabañas se construyó por etapas y, en la actualidad, el sistema cuenta con 22 unidades, de las cuales 16 son de cuatro plazas y las restantes de seis. Todas cuentan con muebles de algarrobo, ropa de cama, vajilla, asador, aire acondicionado y televisión. El complejo posee también 22 cocheras; una cabaña con cocina, dormitorio y baño para el personal de servicio; un depósito de materiales y taller; la casa para del encargado; una cabaña reservada al administrador, que era la antigua casa del lugar debidamente reformada para su uso; un salón comedor y de fiestas; servicio de gastronomía; kiosco; juegos electrónicos; mesa de pool y de ping pong; metegol; juegos infantiles y un quincho con capacidad para 50 personas, aproximadamente, que cuenta con mesas, sillas y la vajilla correspondiente. También hay una cancha para fútbol y voley y una pileta de natación dividida en tres cuerpos a utilizar según la edad. Y, por último, cabe destacar que es el único predio provisto de una planta purificadora de efluentes cloacales. Las Cabañas se construyó respetando la topografía existente y la flora autóctona, y tienen la particularidad de que cada cabaña lleva el nombre del árbol que está a su lado. Con una inmejorable vista y a metros del río Cosquín, enclavado en un lugar paradisíaco, por su belleza y su cuidado constituye un motivo de orgullo más de los afiliados y marcó los primeros pasos autónomos en la búsqueda de una salida propia al problema del turismo social.
Capítulo 23 Plan de Viviendas Echando Raíces El Sindicato comenzaba a diseñar una estructura, a través de la cual la organización garantizaba ‘múltiples’ derechos sociales de sus afiliados. Uno de ellos, el de la vivienda digna. Con cimientos solidarios, comenzaron a nacer los hogares de los trabajadores de Luz y Fuerza. El sistema de los planes de vivienda comenzó a diseñarse hacia 1963. Los fondos provinieron de la administración conjunta y solidaria de un porcentaje determinado sobre los aumentos de salario, cláusula que se especifica en el Convenio Colectivo de Trabajo. En este punto es importante remarcar que la figura de salario diferido de los trabajadores, que se vuelca como aportes de las empresas, es en realidad aporte genuino del trabajador. Con esta incorporación al Convenio de los aportes para viviendas, la Federación de Luz y Fuerza desarrolló una estrategia tendiente a comenzar la construcción de edificios que satisficieran la necesidad de los compañeros que no tenían vivienda propia. Para ello se confeccionó la reglamentación que fue aprobada en el XIVº Congreso Ordinario de Mar del Plata. Desde el Sindicato se debían poner en funcionamiento dos planes de vivienda, el que correspondía al Convenio Nacional y el del Convenio con EPEC, ambos poseían las mismas cláusulas. A través de la reglamentación se establecía quienes eran los trabajadores con derecho a participar en una primera etapa. Se realizaron respectivos censos para determinar cuáles eran las necesidades habitacionales de los afiliados y se confeccionó un padrón donde se fijaron prioridades de acuerdo a la antigüedad de cada compañero, sus cargas de familia y demás datos a tener en cuenta. Los créditos cubrían el ciento por ciento del costo de una vivienda tipo para familias con un hijo varón, una hija mujer y de acuerdo a esas necesidades era la tipología de vivienda por la que se otorgaba el crédito. Los mismos, eran muy similares a los del Banco Hipotecario Nacional, se amortizaban a largo plazo (150 meses) y la cuota solamente era ajustable con un porcentual de lo que se lograba con aumentos de salarios. Entre otras cuestiones importantes, también tenían una cláusula de
beneficio: la hipoteca se cancelaba automáticamente en caso de fallecimiento del trabajador, en actividad o jubilado. Para el caso de los trabajadores de EPEC se especificaba que el cien por cien del préstamo era para la construcción de la vivienda, pero que el trabajador tenía que aportar el terreno donde se construiría. Los primeros préstamos otorgados fueron para los compañeros Cenobio Barraza, de seccional Las Sierras (EPEC) y Juan Saggin, de seccional Oliva (FATLyF).
Capítulo 24 Jugando la vida Más allá de la defensa de los derechos laborales, el Sindicato Regional se proyectaba como espacio fundamental para la realización del hombre. La práctica del sindicalismo múltiple, más que un slogan era una forma de construcción en la cual se articulaban integralmente los factores esenciales para lograr mayores beneficios para el trabajador y su familia. El sindicato no sólo servía para defender los derechos laborales sino que comenzó a garantizar otros, como vivienda, recreación y turismo. En el marco de esta filosofía, que desarrollaba Luz y Fuerza a partir de los ‘60, se realizaron jornadas nacionales en las cuales los sindicatos participaban en actividades culturales, como concursos folclóricos, deportivas, con campeonatos de fútbol, básquetbol, bochas y otras de diversa índole. Aún hoy los compañeros recuerdan con orgullo la hidalguía y caballerosidad deportiva con las que el Sindicato se destacaba en estos torneos nacionales. Sobre el verde escenario se consiguieron algunas satisfacciones importantes, como haber ganado el Campeonato Argentino de Fútbol, en el marco de Luz y Fuerza. También las bochas merecieron un lugar en el podio de los vencedores ya que en varios de estos torneos el Sindicato fue campeón invicto. Los encuentros deportivos eran espacios para la confraternidad en los que se compartía el juego, el asado y se reunía la familia lucifuercista. Y como toda reunión se tornó ‘sospechosa’ cuando las sombras se abatieron sobre la Patria. Durante el golpe de Estado del '76 intentaron cercenar la vida y por lo tanto cesaron, entre otras cosas, las actividades deportivas y culturales de la Federación. Sin embargo, el Sindicato, luego del año '76, a pesar de las dificultades y la falta de condiciones económicas para motorizar esta actividad, reinició las mismas con mucho éxito en el ámbito de las seccionales. Militancia en el campo de juego Justamente, durante esta época, del proceso militar, la práctica deportiva fue la excusa para reestablecer contactos entre los compañeros que habían quedado aislados por la prohibición de la actividad gremial y la intervención del Sindicato de Córdoba.
Así, las reuniones cambiaron de escenario y el rectángulo verde se convirtió en sala de sesiones. En este sentido, se coordinó que en algunos torneos deportivos que se venían organizando en la zona de Córdoba centro, con seccionales como Agua y Energía Eléctrica, Villa Carlos Paz, Las Sierras, Pilar, pudieran integrarse los compañeros de Córdoba. Esto les permitió, dentro de la prohibición de la actividad gremial, tener reuniones de representantes de distintos sectores con el fin de aunar criterios orientados a acortar los tiempos de la intervención militar que padecía el sindicato hermano. En el campo de juego se jugaron la vida. Apostaron los sueños. Se escapaban, por lo menos ‘dos tiempos’ de la persecución y del horror, dejando en la red las esperanzas, custodiadas por el sol que renacía a diario en sus corazones. Así lucharon nuestros hombres, en cada rincón, en cada circunstancia, a sol y sombra.
Capítulo 25 Operatoria de artículos para el hogar Un aporte sustantivo a la dignidad del salario Los caminos, testigos infatigables de los ‘ir y venir’ de los compañeros del Sindicato Regional, fueron tal vez
el espacio creativo donde los sueños encontraban
cómplices. Hasta el día de hoy la realidad geográfica del Sindicato implica viajar. En aquellos viajes, con distintos motivos gremiales, la charla iba y venía, entre mates, fútbol y política, pero siempre volvía al punto inicial, el Gremio. Fue así que corriendo mediados de la década del ‘60, allá por el ‘66 o ‘67, en alguno de esos viajes, los compañeros de la Secretaría de Vivienda y Obras tomaron conocimiento sobre una mutual en Río Tercero que realizaba operatorias para artículos del hogar. Orientados siempre por la filosofía del Sindicato de no descansar en la búsqueda de obtener beneficios para los afiliados, los compañeros comenzaron a desarrollar la idea de incorporar una operatoria de este tipo. Planificaron sobre ruedas, entre viaje y viaje, hasta presentar un proyecto a la Secretaría General donde se demostrara que este servicio aportaba al mejoramiento salarial de forma indirecta, ya que el Sindicato, al comprar por mayor, adquiriría los artículos a menor precio y financiaría a los afiliados. Después de varias discusiones, en las que se evaluaba la posibilidad real de concreción el Consejo Directivo aprobó la iniciativa. Es importante destacar que por aquellas épocas, en los hogares obreros, elementos tales como el calefón o la cocina a gas eran de difícil acceso para el salario del trabajador. De esta manera, el Sindicato extendía nuevamente su mano solidaria para hacer posible lo que a simple vista al individuo le resultaba imposible. El esfuerzo de todos se concretaba en beneficios para todos. La modalidad de la operatoria sigue vigente hasta nuestros días. Los afiliados elegían por catálogo el artículo que necesitaban y la forma de pago, que resultaba ampliamente ventajosa. En 30 a 40 días llegaba al hogar el ‘bien’ preciado. La primera operatoria incluyó calefones y cocinas a gas. Con el correr de los años, heladeras, televisores, demás electrodomésticos y artículos de blanco fueron engrosando la lista del catálogo.
Como siempre, detrás de los grandes logros, que han hecho historia y han marcado caminos decisivos en el Sindicato, hay compañeros que desde el anonimato han sostenido con el ‘cuero’ y con el alma el compromiso asumido. No era sencillo llevar a cada casa el artículo adquirido. En cada rincón de la provincia, una familia esperaba palpitante que le tocaran la puerta, mil veces se asomaban a la ventana, cualquier excusa servía para salir a la vereda y si pasaba una vecina tanto mejor, así se charlaba un buen rato. Todos querían ser el primero que viera aparecer la camioneta que traía el valioso artefacto que iba a cambiar sustancialmente la vida de la familia. Era casi como tratar de pillar a los Reyes Magos cuando dejan los juguetes en los zapatos. La diferencia consistía en que no eran ni reyes ni magos, eran solo trabajadores, compañeros del Sindicato. En la primera etapa el reparto lo realizaba un tercero, contratado, pero luego el Gremio compró vehículos adecuados a este tipo de trabajo que eran manejados por miembros directivos. Un emblema en este sentido, por muchos años, fue el compañero Alfonso Mantelli, quien realizó esta tarea de manera muy eficiente. Hasta el día de hoy se recuerdan sus anécdotas sobre los horarios insólitos en los que llegaba, a la madrugada de cualquier día, sábado, domingo o feriado, casi como los Reyes Magos, nada más que él tocaba el timbre. Como también sobre sus siestas bajo la sombra de algún árbol, descansando de esta tarea. Así, en los años ‘70 se registraron operatorias de más de 5000 artículos. Todos los años, desde aquella época, miles de familias lucifuercistas abrieron las puertas de sus hogares para recibir algo más que un artículo que haría más confortable su vida cotidiana. Las puertas se habrían para dar paso a la solidaridad, que se instalaba en cada hogar y formaba parte de cada familia. Muchos padres, seguramente, en aquel momento que se conformaba en parte de la historia familiar y cotidiana, ponía la mano sobre el hombro de su hijo, se agachaba lentamente y susurraba en su oído, simple y suavemente, las claves de la dignidad. Le explicaba que tenían heladera gracias a que él era un trabajador y pertenecía a un sindicato. Y que eso significaba que no estaba solo. Seguramente, aquel muchacho entendió más fácilmente en su vida el verdadero sentido de la solidaridad, el compromiso, la lucha, la dignidad y la unidad. De esta manera, el Sindicato fue consolidando su estructura gremial y social, profundizando las bases que lo proyectaban, cada vez más sólido, en principios y en acciones. Se incorporaban en su seno los trabajadores que entendían la importancia
de avanzar en forma conjunta. El individualismo que proponían desde los sectores empresarios se diluía frente a la solidez contundente de la organización sindical que avanzaba en la concreción de derechos sociales y laborales.
Capítulo 26 Presidencia de Illia Dignidad nacional vs. lentitud En las elecciones del 7 de julio de 1963 participaron varias decenas de partidos, pero hubo un 20% de votos en blanco como consecuencia de la forzada abstención del peronismo. El partido que expresaba a la clase trabajadora argentina estaba proscrito. Se habló, entonces, de una carta de Perón, fechada el 1º de julio en Madrid, en la que ordenaba a sus seguidores tomar esa actitud. La UCRP (Unión Cívica Radical del Pueblo) obtuvo el mayor número de votos, pero éstos eran sólo el 25% del total; la UCRI (Unión Cívica Radical Intransigente) resultó tercera con 16% y el 40% restante se distribuyó entre 47 partidos menores (conservadores, socialistas, partidos provinciales de origen radical y grupos marginales de derecha e izquierda). Con semejante debilidad de representatividad, en su primer mensaje ante el Congreso, el doctor Illia señaló algunos aspectos fundamentales de su programa de gobierno: respetar la independencia del Poder Judicial, respetar las autonomías provinciales, eliminar la desocupación obrera, aprovechar plenamente todos los factores productivos, defender el valor de nuestra moneda, anular los contratos petroleros con empresas extranjeras, mejorar el nivel tecnológico del campo, modificar el régimen de la tierra para facilitar el acceso a la propiedad de los auténticos productores por medio de un sistema de créditos adecuado, obtener mayores saldos exportables para completar el desarrollo industrial, buscar nuevos mercados sin exclusiones ideológicas, fortalecer la acción gremial pero alejándola de su instrumentación política partidaria, ampliar las posibilidades en educación y cultura para la mayor cantidad de gente, reafirmar la política americanista del radicalismo, procurar la integración del territorio nacional reclamando el derecho sobre las Islas Malvinas y la Antártida Argentina y formular un llamamiento a las Fuerzas Armadas para su reinserción en el proceso democrático. Obra de gobierno: luchar contra el monstruo de dos cabezas Una de las primeras medidas del gobierno fue la anulación de los contratos petroleros con las empresas extranjeras firmados durante el gobierno de Arturo Frondizi y otra fue la Ley Oñativia de medicamentos, dos duros golpes al poder
económico internacional. La anulación de los contratos petroleros, que formaba parte de la plataforma electoral, provocó graves problemas de abastecimiento. El monstruo no dudó en mostrar su fiereza. Fue necesario importar combustible y el país sufrió una considerable pérdida de divisas en concepto de indemnizaciones por la forma indiscriminada en que se llevó a cabo la anulación. Cuando los radicales llegaron al gobierno el panorama económico era desalentador. Se vivía una gran recesión; la tasa de desempleo era del 8.8% y el conjunto de la capacidad productiva instalada estaba trabajando al 55%. Todo esto provocó una fuerte caída de los ingresos fiscales porque muchas empresas dejaron de pagar los impuestos y los aportes jubilatorios. El sector bancario tenía una situación muy comprometida. Durante la época de Frondizi y después de Pinedo, Alsogaray, Méndez Delfino y Martínez de Hoz, en nombre de la libertad económica no se aplicaron desde el Banco Central las normas que existían para la vigilancia de los créditos que otorgan los bancos. Así, los bancos privados y del Estado, especialmente el Banco Nación, otorgaron créditos por encima de la capacidad prestable de las empresas. Al contraerse la actividad en el año 1962, las empresas se encontraron imposibilitadas de pagarles a los bancos los créditos que les habían dado para importar maquinaria que, en muchos casos, se encontraba arrumbada en el puerto de Buenos Aires. El gobierno decidió aplicar una estrategia de corto plazo basada en el estímulo de la demanda y elaboró un Plan Nacional de Desarrollo para el quinquenio 1965 - 1969. Una buena cosecha permitió elevar el nivel de las exportaciones con saldo positivo en la cuenta corriente del Balance de Pagos. Se logró incrementar el PBI en el orden del 8% entre 1964 y 1965 con el correspondiente efecto sobre el empleo. Sin embargo, no se pudo controlar el alza de los precios internos que pasaron la barrera del 30% anual entre 1965 y 1966. El gobierno trató de reaccionar con controles de precios que fueron resistidos por los empresarios. El 15 de enero de 1964 el Parlamento consideró el proyecto de Ley de Medicamentos que señalaba el carácter de bien social del medicamente al servicio de la salud pública. En su articulado se facultaba al Poder Ejecutivo para establecer la regulación de los precios ya que, por estar la venta de medicamentos condicionada por las necesidades de la población, su proceso económico escapaba a la ley de la oferta y la demanda, de la libre competencia y de la libertad contractual.
A pesar de las presiones internacionales y los grandes intereses en juego, la ley fue aprobada. La medida, absolutamente ‘saludable’ no pudo remediar la situación de desgaste que ya vivía el gobierno y provocó mayor presión de los monopolios internacionales. Derogación de la proscripción y rumores En marzo del ‘64 se dio a conocer el nuevo Estatuto de los Partidos Políticos que posibilitaba la incorporación del peronismo a la vida cívica. Establecía un control preciso sobre el patrimonio de los partidos, normas sobre proselitismo electoral y dejaba sin efecto las inhabilitaciones de los dirigentes gremiales, tanto obreros como empresarios. A fines de ese año corrió la noticia de que Perón había abandonado Madrid, por vía aérea, rumbo a Lisboa, donde se embarcaría en un ‘avión negro’ hacia Lima y de allí a Buenos Aires. El presidente y sus ministros se reunieron y dispusieron que los organismos de seguridad tomaran los recaudos necesarios para impedir desórdenes. La noticia resultó falsa. Pocos meses después un avión de Iberia llegaba a Río de Janeiro con Perón y su intención de proseguir a Buenos Aires. Pero fue declarado persona no grata y debió abordar un avión de regreso a Madrid. Estas fueron muestras claras sobre quiénes ejercían el dominio de las FF.AA.: los antiperonistas que no tolerarían el regreso del líder del Justicialismo. Los rumores de posibles golpes de Estado acosaron al gobierno radical durante toda su gestión. El ascenso de Juan Carlos Onganía a teniente general acentuaba el perfil antipopular de las Fuerzas Armadas. Oposiciones Illia también chocó con otras organizaciones, como la Sociedad Rural y la Unión Industrial, que se habían unido en una asociación antiestatal llamada ACIEL. Ambos atacaron persistentemente el déficit del Estado, la inclinación del gobierno por los controles de precios y de cambio, su proteccionismo a las empresas públicas como YPF y la decisión de mantener congelados los arrendamientos agrícolas impuestos bajo el gobierno de Ramírez en 1943. La prensa nacional y extranjera colaboró en la campaña de desprestigio que se inició contra el presidente y los miembros de su gabinete acusados de lentitud e inactividad. Diarios como El Mundo y Crónica publicaban caricaturas en las que se veía a Illia representado como una tortuga.
La CGT y el Plan de Lucha Los reclamos sindicales consistieron en: actualización de los salarios, fijación de precios máximos en los productos de la canasta familiar, control de costos y participación de los trabajadores en los organismos que se crearían con ese propósito, plena ocupación, reincorporación de los cesantes por razones gremiales, actualización de jubilaciones y pensiones, defensa del sector agropecuario, jerarquización de la enseñanza pública y plan de construcción de viviendas. El 16 de enero de 1964 la CGT, alegando que sus reclamos no eran atendidos por el Poder Ejecutivo, dio a conocer su Plan de Lucha. Este comprendía una primera etapa de preparación, organización y agitación a desarrollarse entre el 15 de enero y el 28 de febrero. Desde el 1º de marzo y hasta el 31 del mismo mes se llevarían a cabo medidas de acción directa: ocupación parcial, zonal y por grupos de los centros de producción (agropecuarios, industriales y comerciales) y, finalmente, ocupación simultánea y total, en todo el país, por el término de 24 horas. La UCRP intentó defender los logros del gobierno. La Federación Argentina de Entidades Democráticas Anticomunistas (FAEDA), definió el Plan de Lucha como verdaderos delitos contra la seguridad de la Nación y acusó al Partido Comunista de actuar en forma indirecta a través del sector peronista. La UCRI, que respondía a Alende, acusó al gobierno de insensibilidad pero rechazó la forma de protesta elegida por la Central Obrera. Mientras el Poder Ejecutivo enviaba al Congreso un proyecto de ley de abastecimiento con el propósito de controlar el aumento del costo de vida, los empresarios y gremialistas coincidían en su crítica, al considerar que las medidas adoptadas no eran suficientes para solucionar la desocupación y la parálisis económica del país. Entre tanto, la sociedad argentina se polarizaba: la Democracia Cristiana apoyó el Plan de Lucha; la Unión Conservadora lo condenó; la Democracia Progresista intentó conciliar posiciones proponiendo una tregua; los 32 Gremios Democráticos se opusieron al plan cegetista; ACIEL pedía la adopción de medidas para garantizar la libertad de trabajo y el derecho de propiedad; la UIA se declaró en estado de asamblea permanente. El general Aramburu censuraba el accionar de la CGT y de algunos dirigentes políticos al tiempo que acusaba al gobierno de no tener una actitud clara. El diálogo entre la CGT y el gobierno quedó interrumpido y, después de
éxitos parciales, el 1° de mayo la Central Obrera anunció la puesta en marcha de la segunda parte del Plan. A la protesta se sumaron otros gremios, como el de los docentes, que realizaron un paro total entre el 6 y 7 de mayo de 1964. Durante ese mes, superadas momentáneamente las diferencias internas en la CGT, fueron ocupados por su personal varios establecimientos. Ni siquiera la promulgación de la Ley del Salario Mínimo, Vital y Móvil, las gestiones realizadas por el arzobispo de Buenos Aires, cardenal A. Caggiano, y la fijación de precios máximos para algunos artículos de primera necesidad calmaron las aguas. Entre el 21 de mayo y el 24 de junio los obreros ocuparon más de 11.000 establecimientos industriales. En algunos círculos gubernamentales prevaleció la idea de que la CGT había combinado su Plan con la organización de un golpe militar. Illia, sin embargo, se negó sistemáticamente a proclamar el estado de sitio. Durante el año 1965 continuaron las huelgas y reclamos gremiales. La Revolución Argentina El 27 de juniode 1966, por la mañana, el comandante en jefe, general Pistarini, se comunicó con el general Alzogaray (hermano del economista) y con Onganía para anunciarles que había llegado el momento de llevar a cabo el golpe de Estado y esa misma noche varios objetivos importantes quedaron bajo control militar: el edificio de correos, las centrales telefónicas, radios y canales de TV. Alrededor de las 21 horas el presidente Illia, reunido con los comandantes en jefe de la marina y de la aeronáutica, ofreció su renuncia para evitar enfrentamientos. Cuando los militares regresaron, dos horas más tarde, Illia había cambiado de opinión y no estaba dispuesto a renunciar. Los representantes de las FFAA lo conminaron a abandonar la Casa de Gobierno antes de las 5 de la mañana del día siguiente. A las 7.25 horas, ante la negativa de Illia de dejar la Casa Rosada, el coronel Perlinger, al frente de la guardia de infantería de la Policía Federal armada con lanzagases, desalojó el despacho presidencial. Los comandantes en jefe asumieron los poderes político y militar de la República, destituyeron a todas las autoridades nacionales, provinciales y municipales, a los miembros de la Corte Suprema de Justicia y al Procurador General de la Nación. Además disolvieron los partidos políticos y pusieron en vigencia el Estatuto de la Revolución Argentina.
Caía así, el 28 de junio, el gobierno del doctor Humberto Illia como producto de su debilidad para liquidar el poder oligárquico e imperialista, porque si bien enfrentó a los monopolios del petróleo y de los medicamentos, con la anulación de los contratos petroleros y la sanción de la Ley de Medicamentos que afectaba profundamente los intereses de los laboratorios extranjeros, no atacó en profundidad las bases económicas de aquellos que promovieron los golpes de Estado de 1930 y 1955. Enfrentado con los trabajadores y con una campaña psicológica basada en su lentitud cayó sin resistencias un hombre considerado como ejemplo de la dignidad nacional.
Capítulo 27 El origen de la Ayuda Mutual La dirigencia del Gremio advirtió que la lucha sindical y el servicio a los afiliados no se limitaban a reivindicaciones laborales o mejoras salariales. Las necesidades de los trabajadores y sus familias eran muchas y necesitaban respuesta. Entre esas necesidades se destacaba el asesoramiento sobre cuestiones provisionales. Los trabajadores requerían guía y consejo sobre cómo ejercer ese derecho laboral básico para aquel que ha dedicado su vida al trabajo. A esto se agregaban las cuestiones de las pensiones para viudas o huérfanos de compañeros ya fallecidos y el auxilio para situaciones de emergencia. Hasta el año 1966 los afiliados que necesitaban algún tipo de auxilio formalizaban el pedido ante las Seccionales o Subseccionales que les correspondieran. Debían exponer el problema que los aquejaba y su gravedad, los que debían estar principalmente circunscriptos a temas referentes a la salud del afiliado o de sus familiares. Los petitorios eran elevados al Consejo Directivo que, en sus reuniones periódicas, analizaba la lista de demandas y buscaba la forma de priorizarlas. Esta era una tarea por demás difícil ya que las demandas que se presentaban eran, en muchos casos, verdaderas cuestiones de vida o muerte de las que había que seleccionar algunas y descartar las otras. Por eso se hacía un estudio meticuloso de los pedidos con criterios humanitarios y solidarios. Una vez hecha la selección, según fuera la capacidad económica de la organización en ese momento, se hacían entre 15 y 18 préstamos mensuales. Este trabajo pionero se convirtió en el actual sistema de Ayuda Mutual que comprende: ayudas por enfermedad, préstamos a los compañeros que se encuentren tramitando su beneficio jubilatorio, subsidios a compañeros cesantes, préstamos por escolaridad, préstamos personales y préstamos para turismo social. Al sentido solidario que dio origen a la Ayuda Mutual debía imprimírsele una vigorización al respaldo económico existente, ya que sus prestaciones eran limitadas. Por ello el Consejo Directivo propuso, a fines de 1967, destinar un aporte mensual constante del 1% del salario destinado exclusivamente al régimen de la Ayuda Mutual. De esto resultó, con tiempo, un sistema sólido que asiste automáticamente a los compañeros que lo requieran.
Capítulo 28 Golpe a golpe... se hace camino al andar Desde el 28 de junio de 1966, un nuevo golpe laceraba el cuerpo de la Patria: su principal protagonista, el general Juan Carlos Onganía. En sus comienzos, la turbulencia de los hechos hizo que muchos se mantuvieran expectantes. Pero a poco de andar el monstruo mostró los dientes. La política de Onganía no tardó en verse: proscribió a los partidos, conculcó las libertades públicas, intervino las universidades y desató una brutal persecución contra los sindicatos atacando sistemáticamente las condiciones de vida y trabajo de los trabajadores. Reprimió duramente las primeras manifestaciones de resistencia obrera: las huelgas de los ferroviarios, de la FOTIA tucumana y de los portuarios de fines de 1966. A principios de 1967 la CGT nacional, presidida por Augusto Vandor (del gremio Metalúrgico), planteó algunas reivindicaciones laborales que fueron rechazadas. Esto derivó en la resolución de un paro general de actividades que se concretó el 1º de marzo de ese año, en la primera medida que involucraba a todos los sindicatos en contra del gobierno de facto. Luz y Fuerza, enrolada en la CGT, fue uno de los pocos gremios del país que, disciplinadamente, acató la medida. Pero la mayoría no la cumplió y, por ende, no se alcanzaron los objetivos previstos. Apoyándose en el fracaso de esta huelga general, Onganía acentuó la represión: intervino sindicatos, suspendió la personería de otros (entre ellos, la UOM) y lanzó un durísimo ‘paquetazo’ económico fondomonetarista: devaluación, congelamiento salarial, cesantías masivas e impuestazo. Los hombres de la banca extranjera coparon los principales cargos: Krieger Vasena en Economía y Álvaro Alsogaray en la embajada en los Estados Unidos. A sólo dos meses del golpe estableció el arbitraje obligatorio "una medida que eliminaba efectivamente el derecho de huelga" que fue mantenido por todos los gobiernos, de todos los pelajes y formas, hasta nuestros días. Después del paro del 1º de marzo de 1967, además de quitarle la personería gremial a seis sindicatos, Onganía suspendió todas las negociaciones colectivas hasta fines del 68. En Córdoba las represalias tuvieron nombre y apellido. El interventor federal de la Provincia, Dr. Caballero, conminó a los cuadros directivos de los sindicatos de Luz y
Fuerza de la provincia para que, en un plazo de 48 horas, abandonaran sus cargos gremiales y se presentaran a cubrir sus puestos de trabajo en EPEC. Esto, lógicamente, no fue acatado dado que los compañeros en función gremial habían sido electos por los afiliados y tenían la obligación moral de cumplir con sus funciones. El día lunes 6 de marzo se conoció, oficialmente, que por resolución del Directorio de EPEC, integrado por el Ing. Giraudo, como presidente, y los vocales Cdor. Bornancini; Dr. Tillard e Ing. Samuele, se dejaban cesantes a siete compañeros integrantes de Consejo Directivo, que pertenecían a la Empresa. El sentimiento de unidad hizo vibrar las fibras íntimas de los lucifuercistas, y los compañeros de las seccionales se autoconvocaron, esa misma tarde, en la Sede Central. Los orígenes eran múltiples pero la consigna única: adhesión y apoyo total a favor de los sancionados. Una sola voz se alzó para arrancar la mordaza de la injusticia y el atropello: lucha activa hasta revertir las sanciones. Esta solidaridad fue el respaldo fundamental para las gestiones que los compañeros estaban realizando en la ciudad de Córdoba ante el Dr. Tillard, miembro del Directorio de la EPEC. Como resultado, se evitó la aplicación de las cesantías, que fueron transformadas en suspensiones por quince días, que se rechazaron. Una pequeña gran victoria en un mar de atropellos. Simultáneamente, se conocieron otras resoluciones, ya no sólo en EPEC sino de las empresas energéticas del país, incluyendo Agua y Energía Eléctrica, según las cuales eran cesanteados todos los agentes que se habían adherido al paro del 1º de marzo y tuvieran sanciones anteriores. Esto significó emprender etapas de gestiones y luchas hasta lograr la reincorporación de todos los compañeros. "Mientras luchan separados son vencidos juntos" Tácito Durante la dictadura de Onganía recrudecieron dentro del movimiento obrero las divergencias político ideológicas que se venían incubando. Surgió así la CGT de los Argentinos como oposición a la CGT Azopardo. Cada organización estaba absolutamente convencida de que el camino que asumía era el mejor para los trabajadores y el progreso del país. La CGT planteaba una línea de sindicalismo moderado, donde estaba inscripta la Federación de Luz y Fuerza, en una tercera posición entre las concepciones políticas de derecha y de extrema izquierda, con influencia evidentemente del peronismo a través de las 62 Organizaciones, que eran mayoría en aquel momento dentro del Movimiento Obrero Nacional.
Capítulo 29 Lo que permanece en el tiempo es la Organización El Sindicato Regional, por resolución mayoritaria del Cuerpo General de Delegados y, como es tradición, respetuoso de las decisiones orgánicas, tanto del gremio como de la propia Federación, estaba alineado dentro del núcleo de la CGT Azopardo. Se asumía así la resolución mayoritaria de los congresos de la Federación. Siempre se sostuvo que lo que prevalece en el tiempo es la organización y para que ella exista debe haber debate, democracia interna y respeto por las decisiones de la mayoría. Al mismo tiempo, el proceso de Onganía se iba debilitando, sus aliados empezaron a restarle apoyo, la oposición política comenzó a hacerse fuerte y la oposición sindical también. El ocaso del proceso comenzaba a vislumbrarse en el horizonte. En este marco, la división que sufría el movimiento obrero también generó algunos resquebrajamientos dentro de la estructura nacional de Luz y Fuerza. Los Sindicatos de Luz y Fuerza de Córdoba y San Nicolás se enrolaron en la línea de un sindicalismo de tendencia más radicalizada. Esta situación de identificación directa con la CGT de los Argentinos llevó a que fueran conminados por el Congreso de la Federación, en varias oportunidades, a acatar las resoluciones mayoritarias que disponían el alineamiento con la GGT. En caso contrario se expondrían a los efectos estatutarios que el régimen disciplinario determinaba. Evidentemente, estos sindicatos, igual que el resto de los gremios enrolados en la CGT de los Argentinos, estaban convencidos de su accionar y de que el camino adoptado era la solución para el movimiento obrero y para el país. Por lo tanto el final era previsible: en un congreso de la Federación se expulsó a ambos sindicatos. El desgarro iba a llegar a las entrañas de la Institución, a la cual se trasladó la discusión sobre cuáles eran los caminos que debía asumir el Movimiento Obrero. Es durante esta disputa que en Córdoba, por la acción que venían desarrollando dirigentes obreros, políticos y estudiantiles, se produjo un movimiento social que luego recorrió el mundo con el nombre de Cordobazo. Este produjo un gran cimbronazo en la estructura del gobierno de Onganía que concluyó cuando la represión militar se desató en Córdoba con mitivo del desborde social. El Cordobazo funcionó como catalizador de ‘divergencias’ en el marco del Sindicato, tanto entre los directivos como en el ámbito del Cuerpo General de Delegados. Los compañeros representantes de algunas seccionales se mostraban partidarios de un
accionar más duro del movimiento obrero que, por la estrategia que lideraban la CGT y la Federación dentro del sistema nacional, no se venía aplicando. El Sindicato se encontraba en una situación muy delicada en relación al respeto orgánico que siempre tuvo de las decisiones de los congresos de la Federación. La solución, como siempre, estuvo en la base y en el mecanismo de funcionamiento democrático. El Cuerpo General de Delegados debatió, intensamente y durante horas, la posibilidad de que el Sindicato respaldara el Cordobazo, aunque fuese con una nota a la CGT de los Argentinos. Después de mucho discutir, por amplia mayoría, se decidió no adherir a dicho movimiento, respetando de esta manera las decisiones orgánicas emanadas de los congresos de la Federación. Sin lugar a dudas, esta situación dejó sus heridas en la estructura del Gremio y cada vez que se realizaba un Cuerpo General de Delegados o reuniones de seccionales donde se trataba el tema del movimiento obrero, las heridas volvían a sangrar. Surgían nuevamente las discrepancias que existían entre la mayoría del Consejo Directivo y una parte de seccionales que con otro grupo de compañeros del mismo Consejo consideraba que el accionar de la Federación, en consonancia con las circunstancias que se vivían, no era el más adecuado. Cambio de autoridades Mientras se seguían arrastrando turbulencias internas finalizó el mandato del Consejo Directivo encabezado por el Cro. Mateo Massanet. La norma del sindicato indicaba que se debían conformar las Convenciones,
cuerpos no orgánicos
integrados por militantes de distintas seccionales. En este espacio se discute y analiza lo acontecido en el gremio y se evalúa la proyección de futuro. El objetivo es encontrar a los mejores hombres que, de acuerdo a la filosofía que se desarrollan en estas convenciones, conduzcan el Sindicato. Sin lugar a dudas, las discrepancias político sindicales que existían en el seno de la Organización se trasladaron a este momento de la vida democrática. Se hicieron esfuerzos de ambas partes pero no se llega a una coincidencia. Por lo tanto, para las elecciones de renovación del Consejo Directivo y demás comisiones que integran las seccionales, subseccionales y distintos estamentos orgánicos del sindicato, se presentaron dos listas: una encabezada por el Secretario General del Consejo Directivo saliente y otra por el Cro. Roberto Bottino, de la Seccional Las Sierras, que comandaba el proceso de las Seccionales que consideraban que había que producir dentro de la vida sindical algunos cambios políticos y también estatutarios.
La campaña fue intensa y en algunos tramos virulenta, pero el acto electoral fue absolutamente democrático. Los compañeros tuvieron la oportunidad de decidir, una vez más, los destinos de la Institución. Y así lo hicieron. Por amplia mayoría ganó la lista encabezada por el Cro. Mateo Massanet. El proceso fue ejemplar en lo democrático pero las heridas del enfrentamiento interno no terminaban de cicatrizar. El funcionamiento del Cuerpo General de Delegados era el espacio donde sangraban nuevamente dejando al descubierto las dos tendencias enfrentadas. Esta situación lesionaba seriamente a la Institución. ¿Cómo se podía proyectar juntos el futuro si el enfrentamiento prevalecía? El desgarro se percibía en ambos grupos y hacer renacer el sentimiento de unidad era la gran tarea que debían asumir. Fue así que con conocimiento del compañero Secretario General un grupo de afiliados, entre los que se encontraban representantes de las seccionales de Villa María, San Francisco, Alta Gracia, Bell Ville, Carlos Paz, Las Sierras y Agua y Energía comenzaron a realizar reuniones buscando coincidencias para encontrar caminos que llevaran a un funcionamiento democrático real. Después de amplios debates el acuerdo llegó a través de una propuesta que sostenía que había que implementar una nueva modificación al Estatuto para que pequeñas localidades adheridas al Sindicato, como las subseccionales, pudieran nuclearse y tener mayor participación, incorporándose al Cuerpo General de Delegados. También consideraban que había que buscar un régimen de votaciones que fuera más equitativo según el cual cada delegado votara en función de la cantidad de afiliados que tuviera. En definitiva, hubo coincidencias en este aspecto y en el acuerdo, que se denominó Acta de Alta Gracia. Esta Acta fue firmada por los representantes de las seccionales mencioandas y se elevó al Consejo Directivo donde en general se compartieron los criterios y se llevó al Cuerpo General de Delegados que aceptó la posición que llevaba el Consejo Directivo de acuerdo a la sugerencia del despacho de Alta Gracia. Se conformó, así, una Comisión destinada a estudiar la readecuación de los estatutos. Como modificaciones fundamentales, al anterior Estatuto del Sindicato se agregó la posibilidad de que pequeñas localidades se fusionaran y constituyeran una seccional respetando todas las normativas de asambleas como lo marcan los estatutos del Sindicato. Se incorporó la votación nominal igual al que marcan los estatutos de la Federación.
Después de mucho tiempo y esfuerzo, compromiso y convicción de que el único camino era la unidad, los sacrificios empezaron a dar sus frutos y se comenzó a normalizar la actividad, principalmente en el Cuerpo General de Delegados. Se retomó así el proceso de democracia, unidad y solidaridad con respeto a las discrepancias. De esta crisis institucional el Gremio emergió fortalecido, profundizando los mecanismos de democracia y participación de los compañeros. La lección había sido dura pero la enseñanza quedaría marcada de forma indeleble en el espíritu de la organización: frente a la crisis, la única salida posible era la construcción conjunta de las soluciones desde el compromiso y la lealtad con los principios fundacionales. El Sindicato, trinchera inviolable en el ejercicio de la democracia, a pesar de los pesares que significaron los procesos militares, vería renacer una vez más la esperanza del pueblo argentino: las elecciones democráticas a través de las cuales el 11 de marzo de 1973 fue elegido como presidente de la Nación el Dr. Cámpora, quien luego renunciaría, convocando a una nueva instancia electoral para derrotar la proscripción del peronismo y permitir el regreso del General Perón, elegido por la amplia mayoría de la ciudadanía argentina.
Capítulo 30 Proyecto de Empresa Nacional Única en Prestación de Servicios Eléctricos "Antes que estallara la vergüenza" El torbellino de la historia hacía girar el tiempo y traía ecos de transformaciones nuevas. Los trabajadores de Luz y Fuerza se asomaban al futuro. Las ansias de liberación movilizaba las mentes y los cuerpos y así viajaron, conocieron y aprendieron. Compañeros y dirigentes de la Federación, inclusive del Sindicato Regional, recorrían distintos países del mundo. Uno de los objetivos que los movía era conocer como estaba organizado el sistema energético para así poder desarrollar en la Patria una experiencia propia que aportara a su crecimiento. Ya se venían realizando experiencias en la conducción de empresas, tanto en el sistema de autogestión como en el de cogestión, y en este sentido la Federación de Luz y Fuerza, apoyada fuertemente por los sindicatos, entendió que la situación política en el país durante el gobierno del general Perón era favorable para emprender el gran compromiso de organizar en la Argentina un sistema único de prestación energética que estuviera acorde con las necesidades de la Nación. Para ello se buscaría incorporar lo positivo de algunas experiencias mundiales como la de Francia, por dar un ejemplo donde la única empresa prestataria
era estatal y
básicamente estaba constituida por un directorio estable con un gerenciamiento sustentado sobre pautas empresarias. El Estado tenía un control total sobre la empresa, pero no interrumpía la gestión. En este
modelo, el emprendimiento
actuaba como si fuera privado, hacía los procesos licitatorios, producía la adjudicación y el sistema se ponía en marcha. El Estado realizaba los controles como correspondía o en el momento que lo creyera conveniente. En este esquema la eficiencia dejaba de ser patrimonio de los ‘privados’ y era ejercida responsablemente por los trabajadores. Constituía un intento de erradicar la burocracia y agilizar los procesos con la participación activa de los obreros. Hoy los estándares exitosos de producción de esas empresas, que siguieron modelos de gestión o cogestión obrera, son una muestra de ello. De acuerdo a este esquema, la Federación y los sindicatos de Luz y Fuerza entendieron que había llegado el momento de luchar, tanto en el ámbito político como en el empresarial, para constituir una gran empresa nacional, sobre la base de
Agua y Energía Eléctrica, que había sido precursora en el desarrollo eléctrico de la Argentina. Desde esos firmes cimientos históricos se proponían formar una gran empresa nacional que abarcara desde la Capital Federal a la más pequeña de las poblaciones. El desafío era crear una estructura inteligente, dinámica, que no tuviera burocracia, que estimulara el desarrollo del país en cualquier región brindando costos iguales de energía eléctrica tanto en las grandes urbes como en las pequeñas localidades más apartadas. El sueño tomó forma. El proyecto de ley fue presentado al Congreso de la Nación. A su vez se trabajaba fuertemente en el área de la Secretaría de Energía para organizar un esquema con dirección y planificación centralizada pero en el cual, una vez aprobadas las políticas por los distintos estamentos, se efectuara en forma descentralizada la ejecución de las mismas. Cada una de las regiones por las que iba a estar constituida la empresa tendría asignados sus propios recursos. El Sindicato Regional trabajó con dedicación y ahínco brindando información al sector empresario y universitario de la provincia de Córdoba. La firmeza y solidez de la propuesta convulsionó las entrañas de los enemigos de la Patria. Los trabajadores no hicieron esperar su respuesta y el 3 de octubre circuló su voz, pregonada por los diarios matutinos de Capital Federal, en una solicitada que era el resultado de la reunión de Secretarios Generales de la FATLyF. Decía: “Luz y Fuerza ratifica su posición. Por un ordenamiento eléctrico para la liberación nacional. Frente a ciertas posturas sectoriales que, contrariando el interés de la Nación y su conjunto, pretenden mantener y aún profundizar la tradicional anarquía e irritantes desigualdades que frenan el desarrollo de una industria eléctrica auténticamente nacional y transformadora, los trabajadores de Luz y Fuerza volvemos a llamar la atención una vez más, como lo hemos venido haciendo ininterrumpidamente a lo largo de dos décadas, sobre la urgente necesidad de implementar un definitivo Ordenamiento Eléctrico Nacional, que ponga el vital fluido al servicio exclusivo de los intereses nacionales y del desarrollo armónico y equilibrado de todas y cada una de las regiones de nuestro país.” El documento explicaba la necesidad de consolidar el nuevo ordenamiento con fundamentos técnicos, políticos, económicos, pero básicamente expresaba un profundo amor a la Patria, la defensa de su soberanía y la protección de su pueblo. Por ello, hacía un llamado que, a la luz de la historia, puede leerse como un grito
desgarrador y que, aún hoy, vibra en los recuerdos de sus protagonistas y de sus herederos. Continuaba: "Vista esta dramática encrucijada, que ningún argentino puede ni debe ignorar, y amparados en asegurar el futuro de nuestra Patria y de nuestros hijos los secretarios de Luz y Fuerza de todo el país resuelven: - Encomendar al Secretariado Nacional de la FATLyF que gestione ante quien corresponda la incorporación de Hidronor SA a Agua y Energía Eléctrica, como un acto que tendrá carácter de reparación histórica y de ratificación de la voluntad del Pueblo y del Gobierno de formar empresas al exclusivo servicio de los intereses nacionales. - Ratificar nuestro más pleno apoyo a los compañeros Félix Pérez (Administrador General de AyEE), Juan José Taccone (Presidente de SEGBA) y Abel Omar Volpi (Sub administrador General de DEBA) por la vocación altamente patriótica que han puesto de manifiesto para que la energía eléctrica sea sinónimo de progreso y liberación en todas las regiones del territorio nacional. - Solicitar a su excelencia, el señor Ministro de Economía de la Nación, Dr. Antonio Cafiero, eleve al Poder Ejecutivo el Proyecto de Ley sobre la creación de la Empresa Nacional de Energía Eléctrica, que obra en jurisdicción de ese Ministerio. - Encarecer al excelentísimo señor Presidente Interino de la Nación, Senador Ítalo Luder, la inclusión de dicho Proyecto como tema para ser tratado en las sesiones extraordinarias del Honorable Congreso de la Nación - Hacer conocer a la Comisiones de energía de las Cámaras de Diputados y Senadores de la Nación la honda preocupación de nuestros gremios por la demora que está sufriendo la decisión final acerca de un Ordenamiento Eléctrico Nacional que filosóficamente se halla profundamente consustanciado con el artículo 40º de la Constitución Nacional de 1949. - Intensificar la acción del Gremio para que, conjuntamente con el monolítico Movimiento Obrero Organizado, nucleado en la CGT y Las 62 Organizaciones, y con los representantes legislativos de extracción popular, se unifiquen esfuerzos para el éxito del objetivo común, que no es otro que el de dotar a la Nación de una auténtica palanca para el progreso y soberanía, sintetizada en este caso en la creación y consolidación del a Empresa Nacional de Energía Eléctrica. Declaración de la Reunión de Secretarios Generales de los Sindicatos adheridos a la FATLyF. Octubre 1975.”
La urgencia del reclamo era premonitorio. En pocos meses más se quebraría la institucionalidad y el futuro de la Patria, que intentaría sepultar la energía creadora y soberana de los trabajadores.
Capítulo 31 Participación obrera en la conducción de empresas Aurora y ocaso de una experiencia vigente La nueva aurora del resurgir democrático de la política argentina en 1976 generaba nuevos resplandores para el movimiento obrero. En el mundo, el protagonismo de los trabajadores y su participación en la conducción de las empresas marcaba el camino con resultados importantes. La Federación de Luz y Fuerza, junto al Sindicato de Capital Federal, había comenzado a transitar este camino realizando estudios sobre distintos sistemas de participación de los trabajadores. Estas investigaciones habían hecho cruzar el charco a un grupo de delegados que llegaron hasta Europa, primero a Francia, como ya se mencionó, y luego a Alemania y Checoslovaquia, a indagar sobre la metodología que por esos lares se estaba aplicando. Con las pruebas en la mano, los directivos de la Federación concluyeron que la Argentina, junto a los trabajadores, debía asumir este desafío y dar así un paso importante en la independencia económica del país fortaleciendo un modelo de desarrollo endógeno, que redundaría en beneficios para el pueblo argentino, ya que, desde su mismo seno intentaba tomar el control de su destino. Los estudios hechos por los compañeros que habían viajado señalaban que había dos modelos a aplicar: uno era de autogestión, en el cual se tomaba prácticamente la conducción de la empresa y otro de cogestión, en el cual se trabajaba en un sistema compartido con el sistema tradicional de conducción, pero con la inserción de los trabajadores. En el Sindicato Regional y para el caso de la Empresa Provincial de Energía de Córdoba (EPEC) se aplicó el esquema de cogestión. El sustento orgánico del mismo era el Consejo de Empresa y los Comités de Relaciones Laborales y Empresarias, donde participaban los trabajadores a través de ponencias e ideas para mejorar, fundamentalmente, las prestaciones que brindaba la Empresa Provincial. Constituía un nuevo desafío que fue aprobado por el Cuerpo General de Delegados y conducido por el Consejo Directivo con compañeros representantes del sindicato en forma permanente en el Consejo de Empresa. El sistema se puso en marcha, integrando también a representantes de los tres sindicatos en tres funciones: la Subgerencia de Administración, la de Personal y la
de Producción. El representante del Sindicato estaba a cargo de la Subgerencia de Personal. Este proceso, inédito y promisorio en la provincia de Córdoba, tuvo muchos aspectos positivos pero no llegó al éxito esperado ya que no se alcanzó una innovación total en el esquema de Empresa para lograr el avance que el sector sindical pretendía. En la superficie, el sistema intentaba consolidar la democracia, pero ya habían comenzado a carcomerse sus cimientos. El poder económico no permitiría que los trabajadores participaran en los destinos económicos de la Patria, porque sería era un gesto de independencia peligroso. Por lo tanto, la resistencia se registró no solo en los núcleos del poder sino incluso dentro de los propios estamentos intermedios de la Empresa vinculados a ellos ideológicamente. En este sentido, el tiempo se convirtió en enemigo. El sistema debió implementarse muy rápidamente ya que los avatares políticos del país así lo imponían. La inestabilidad democrática sugería que era el momento indicado. Esta aceleración involuntaria no permitió una
mayor capacitación de los
compañeros que participaban directamente en el proceso. Trabajando contra reloj en reuniones y capacitación, no se pudo llegar con absoluta amplitud al esclarecimiento de conceptos y finalidades para que los compañeros internalizaran al máximo la magnitud de la responsabilidad social que se había decidido asumir. También se convirtió en obstáculo la inestabilidad en el poder político del gobierno de la provincia de Córdoba que, aunque estaba dentro del esquema del justicialismo, sufrió algunos movimientos a partir de la destitución del Dr. Obregón Cano, con sucesivas intervenciones que tuvieron sus respectivos correlatos en EPEC. Estos interventores, más alineados en las épocas procesistas por venir que en las progresistas que se estaba abandonando, evidentemente pusieron su granito de arena, o de ‘plomo’ para que el proyecto de participación obrera no funcionara. Las buenas intenciones de los trabajadores, enfrentadas a los grandes intereses económicos que ya planeaban quedarse con el país, estuvieron forcejeando en desigualdad de condiciones hasta el año 1976 cuando se produjo el golpe de Estado. El 24 de marzo amaneció nublado y frío. Durante la madrugada los techos soñolientos de la ciudad fueron testigos mudos del sobrevolar de aviones militares que presagiaban lo peor. Muchos hogares despertaron con el tronar del cielo y sin
necesidad de asomarse o mirar hacia algún lado las miradas sólo se cruzaron tristes. El mate de la mañana llegaba a las manos del compañero, casi como todos lo días, pero los ojos de su compañera estaban llenos de lágrimas, los dientes apretados, ni una palabra. Los trabajadores ya sabían lo que les esperaba. La Argentina ya no sería la misma. El golpe militar encarnaba la reacción oligárquica e imperialista que se había preparado en las sombras de la democracia. La política dependiente del ministro Martínez de Hoz era uno de sus estandartes, que maquillado de "progreso y eficiencia" había usado la "libertad de expresión" para desgastar y bastardear, desde su tribuna de "técnico"’, el proceso democrático. Y no dudó en usar como ariete contra el gobierno popular que encabezaba Isabel Perón el cambio que se intentó con las empresas del Estado, denostando violentamente la experiencia y denominándola sovietización. Instaló así en nuestros pagos el enemigo que había inventado el ‘amigo del norte’ para dominar al mundo. Hoy el mundo moderno nos devuelve casi cínicamente el ejemplo de las empresas que siguieron estos procesos de participación, y continuando con la experiencia adquirida, fueron logrando mayores estándares de eficiencia. No obstante, la lectura histórica de la experiencia merece concluir en que la misma fue positiva y, a pesar de la noche que se ciñó sobre la Argentina, a la luz de las nuevas épocas su rescate resulta fundamental para proyectar el protagonismo y la responsabilidad social de los trabajadores en la construcción de un nuevo país.
Capítulo 32 Golpe del 76 Resistir para vencer Por qué cantamos Si cada hora vino con su muerte, si el tiempo era una cueva de ladrones, los aires ya no son tan buenos aires, la vida nada más que un blanco móvil y usted preguntará por qué cantamos... Si los nuestros quedaron sin abrazo, la patria casi muerta de tristeza, y el corazón del hombre se hizo añicos antes de que estallara la vergüenza Usted preguntará por qué cantamos... Cantamos porque el río está sonando, y cuando el río suena, suena el río. Cantamos porque el cruel no tiene nombre y en cambio tiene nombre su destino. Cantamos porque el niño y porque todo y porque algún futuro y porque el pueblo. Cantamos porque los sobrevivientes y nuestros muertos quieren que cantemos. ... Mario Benedetti y Alberto Favero Los sobrevivientes y los muertos quieren que se cuente. Hablar del golpe del 76 desde el Sindicato Regional implica ejercer la memoria. La recuperación de la historia propia tiene que servir a los pueblos para su emancipación. Este ejercicio es fundamental en nuestros tiempos, pero también es fundamental que se lo ejerza con responsabilidad y desde la grandeza y generosidad de los principios y no desde las
mezquindades de los hombres. Es necesario el tono reflexivo y profundo más que la agitación de emociones que pueden confundir la razón. El dolor y la irracionalidad se agitó por esos años. El movimiento obrero fue el ‘blanco móvil’ elegido por el ‘proceso’ para reorganizarlo. El Sindicato Regional no se referenciaba en la misma filosofía ideológica político-sindical que el Sindicato de Córdoba, durante la década del ‘60 y ’70. Ello no impidió que, aunque por diversos caminos, ambas organizaciones tuvieran el objetivo común y obligado de la lucha por la defensa de los derechos de los trabajadores, la unidad del movimiento obrero y el repudio a los personeros de la dependencia que tanto dolor e injusticia social instalaban en la Patria. Los trabajadores sabían lo que significaba un golpe de Estado, ya lo habían sufrido y también conocían la fragilidad institucional que vivía el gobierno de Isabel Perón. Hay que recordar que el Sindicato de Luz y Fuerza Córdoba fue intervenido durante ese período y que luego del golpe de Estado del ‘76 la intervención pasó de manos civiles a militares. Antes de ser intervenida la FATLyF, los dirigentes que conducían sus destinos fueron los artífices que pergeñaron un sistema que operaría en la clandestinidad en caso de golpe de Estado y que estaba orientado a preservar la unidad y coordinación de Luz y Fuerza en el orden nacional. Justamente, por entender que uno de los riesgos que se corría era el de las intervenciones a los sindicatos, la Federación previó el sistema de cabeceras, que fue la base para establecer nuevamente las comunicaciones entre los gremios hermanos y comenzar a discutir y plantear estrategias, primero para resistir la abolición del Convenio y luego para coordinar los esfuerzos que culminarían, después de una larga y dura resistencia, en la recuperación de la democracia. Frente al golpe de Estado se imponían las preguntas: ¿cerrar el Sindicato? ¿quedarse? Como estas no son decisiones que se toman aislada o caprichosamente y con el fin de tomar una decisión al respecto, se realizó una asamblea clandestina (por estar prohibido el derecho de reunión) en un club de Villa María, a orillas del Río Tercero. Desde todos los rincones de la provincia se desplazaron silenciosamente los delegados ya que, aunque el Sindicato no estaba intervenido directamente, había prohibición estricta de ejercer la militancia gremial e incluso había que pedir permiso para salir del lugar de origen. Venciendo todos estos obstáculos los delegados se hicieron presentes para decidir el futuro de la Institución. Por unanimidad se consideró que era fundamental quedarse en el Sindicato, para preservarlo. Aunque
fuera con pocos hombres había que garantizar los servicios de protección hacia los afiliados. Estando dentro del Sindicato se fortalecerían las trincheras de la resistencia. Se había decidido que no cederían ningún espacio al enemigo. En aquellos duros momentos de gran incertidumbre, ante la falta de noticias gremiales del orden federativo (la Federación se hallaba intervenida), la Secretaría General del Sindicato Regional, integrada por los compañeros Aldo C. Serrano y Luis J. Gigante, pusieron a consideración del Consejo Directivo la necesidad de tomar contactos con sindicatos hermanos. Los mismos se iniciaron a través del Sindicato de Santa Fe, por intermedio de su Secretario General, Cro. Francisco di Bernardo y luego de intercambiar ideas se llegó a la conclusión de que era necesario reunirse. El primer encuentro se llevó a cabo en el viejo edificio del Sindicato de Rosario, donde estuvieron presentes el dueño de casa, Santa Fe, Villa María, Mercedes, Mar del Plata y representantes del Sindicato de Capital Federal. Allí se analizó qué hacer y cómo continuar. La conclusión sería similar a la que se había arribado en la Asamblea de Delegados realizada en Villa María: era preferible, con los riesgos que ello implicaba, quedarse dentro del Sindicato y hacer todo lo posible para frenar el atropello descarado que se había iniciado y que usaba como primera línea del terror a los militares. Se decidió efectivizar una reunión en Buenos Aires y convocar a todos los Sindicatos que habían sido designados como cabeceras, para armarlas orgánicamente. Los Sindicatos cabeceras fueron los de Bahía Blanca, Mar del Plata, Mercedes, Capital Federal, Rosario, Santa Fe, Villa María, Salta y Corrientes y los representaban sus secretarios generales. Luego de realizar la reunión en el Sindicato de Capital Federal estos se reunieron para poner en funcionamiento el sistema tratando de nuclear a todos los Sindicatos del país. Se incluyó en esta Comisión de Cabeceras un coordinador proveniente del ex Secretariado Nacional, el Cro. Carlos Alderete. Así quedó instalada la estructura de emergencia que armó Luz y Fuerza en la Argentina para resistir, como condición precedente y necesaria para vencer. Las reuniones de las cabeceras se realizaban de forma clandestina y una de ellas tuvo como objetivo analizar cómo se enfrentaría la coyuntura y, fundamentalmente, como resistir la anulación de las Convenciones Colectivas de Trabajo. En esta reunión, precisamente, una silla quedó vacía para siempre, la del compañero Oscar Smith, que nunca llegó. El mensaje fue claro. Pero no torcería la voluntad y el compromiso de los que habían asumido la defensa de la dignidad.
Las cabeceras fueron la respuesta articulada de los trabajadores para resistir el golpe y preservar las instituciones. Se cumplía así con un precepto que se había instalado en la conciencia del movimiento obrero: "La organización vence al tiempo", tal como lo señalara el general Juan Domingo Perón. La actividad de las cabeceras estuvo orientada en un comienzo a la resistencia de la modificación del Convenio y al mantenimiento de los servicios sociales y después a recorrer el país visitando compañeros que tenían problemas y Sindicatos que habían sido intervenidos o quedado acéfalos por distintos motivos. Se llegaba a todos los lugares tratando de unir las voluntades para que los compañeros no se sintieran solos, para colaborar en el funcionamiento de los Sindicatos y empezar a discutir acciones conjuntas. El Sindicato Regional aportó sus hombres y ellos todas sus horas en la militancia silenciosa y tesonera de las cabeceras. Villa María sostuvo con solidez generosa el sistema que hizo posible la recuperación de la estructura sindical a nivel nacional. Señales de protesta Durante los años de plomo, específicamente en enero de 1977, en los festivales de Cosquín, Jesús María, de Peñas de Villa María, Alta Gracia y Bell Ville se registraron cortes de luz en señal de protesta por los embates que sufrían los trabajadores de Luz y Fuerza debido a la anulación del Convenio. No fueron hechos aislados, eran señales claras: los trabajadores resistirían la anulación del Convenio. Los compañeros de San Roque, por ejemplo, realizaron un acto heroico en complicidad con la oscuridad de la noche. El mismo día y prácticamente en horas muy cercanas al momento en que se produjo una interrupción al servicio cuando comenzaba el Festival de Cosquín armaron una barricada frente a la Central San Roque, en el camino que une La Calera con el murallón del dique. En el momento en que la dictadura puso en marcha la anulación del Convenio, inicialmente en Capital Federal, comenzó la resistencia con medidas que eran organizadas en las cabeceras y ejecutadas por los Sindicatos. Los trabajadores se expresaban con el no acatamiento al cambio de horario. La anulación del Convenio preveía, entre otras cosas, la extensión del horario laboral. La protesta se cumplió con un buen acatamiento del Sindicato, pero no todos los gremios hermanos del país pudieron cumplimentar estas medidas por las peligrosas condiciones del momento y las persecuciones a las que estaban sometidos.
Con motivo de coordinar esta protesta, en la provincia de Córdoba se mantuvieron reuniones clandestinas con compañeros militantes del Sindicato de Córdoba, entre otros con Tomás di Toffino y Naúm Sánchez, con la intención, además, de analizar la posibilidad de aplicar el plan de cabeceras en el área de ese Sindicato. Las autoridades militares de distintas zonas buscaban culpables. Por ello se produjeron citaciones y demoras de compañeros directivos de nuestro sindicato y de gremios hermanos y la respuesta fue la misma: eran medidas "auto decididas" por los trabajadores en defensa de sus derechos. Aún hoy, hablando con dirigentes de aquella época, el silencio de los recuerdos se hacen lágrimas en sus ojos al mencionar sus nombres y el de tantos otros. En estos compañeros rendimos el homenaje sincero a los cientos de militantes que, a lo largo de la historia del sindicato, arriesgaron su vida en defensa de los trabajadores. Seccionales
Compañeros
Agua y Energía Córdoba
J. Ruiz
Arroyito
Andrés Casalis
Alta Gracia
Carlos Barrionuevo Atilio de Napoli
Almafuerte
Edgardo Grosso Osmar Medina
Bell Ville
José Gilberto Caparroz Santiago Pfeiffer
Balnearia
Edmundo Gariglio
Boca del Río
Ramón A. Carballo Daniel Sosa
Cruz Alta, Los Surgentes
José Favila
Canals
Jorge Carlos Santos
Corral de Bustos
Ricardo Allasia
Cruz del Eje
Arnaldo Eguía
Deán Funes
Carlos Martínez
Embalse
Carlos Alberto Simioni
General Levalle
José Picco
General Roca
Mario Guidobaldi Aureliano Maino
Hernando
Bernardo Mercado
Huinca Renancó
Luis Alberto Sánchez
Inriville
José Casse
Isla Verde
Rubén Alberto Costantini Juan Zecchin
Jesús Maria, Colonia Caroya
Jesús A. Aguirre Juan Zanforlin
Las Sierras
Juan Carlos Nafría Oscar Oros Aldo Rivadera
Laborde
José Carmen Segovia
Leones
Tomás Celiz
La Carlota
Hugo Baralla
La Viña
Ricardo Reinoso
Marcos Juárez
Juan Luis Mora
Morteros
Osvaldo Vasallo
Mina Clavero
Felipe Lalich
Oliva
Tomás Rundio
Oncativo
Alceo Sisto
Pilar
Roberto Diéguez Daniel Semería
Río Tercero
Ricardo Ponzio
San Roque
Arnaldo López
San Francisco
Segundo Carrizo
Santa Rosa de Calamuchita
Alejandro Demaría Ignacio Rigazzio
Ucacha
Jorge Palazzessi
Villa Dolores
Mario Tello
Villa del Rosario
Rodolfo Bugnone
Villa Carlos Paz
Carlos Bertorello Félix Ferrero
Villa del Totoral
Ángel Ongaro
Villa la Merced
Enrique Gallardo
Villa Maria
Harnoldo Acevedo José R. Ferreyra
Rubén Sáinz Transitando las sombras El proceso de la dictadura cerraba fábricas, fusilaba sueños, cancelaba esperanzas. Pretendía borrar el pasado de justicia social y participación popular desapareciendo a las generaciones que lo habían hecho posible. Se desgarraba así la historia de la Patria. El sistema de cabeceras, con importante aporte del Sindicato Regional, trabajaba día y noche restañando heridas, aportando militantes, hilvanando la organización solidaria en la resistencia para cobijar en ella el futuro y la esperanza. Frente a la desaparición y la muerte, en las sombras, se alimentaba la vida. La Organización se hacía invisible a los ojos de los militares y esta era la condición necesaria para garantizar su existencia. Pero nunca dejaron de buscar quiénes y cómo mantenían esa coordinación invisible que les resultaba exasperante. Los compañeros responsables de llevar adelante el sistema de cabeceras, en Villa María, fueron víctimas permanentes de detenciones, amenazas y torturas. Rasgaron la carne pero no pudieron quebrar el espíritu. Lograron desgarrar el silencio con gritos de dolor, pero no consiguieron una palabra que pusiera en riesgo la Organización. El peligro acechaba en cada esquina. Las casas de los compañeros eran allanadas, prácticamente a diario, buscando material para alimentar las hogueras en las que consumían públicamente el conocimiento universal y el compromiso nacional. Los hijos de lo trabajadores sabían las cosas que no podían decir en la escuela donde estudiaban la historia que les contaban los que perseguían a sus padres. Enterraban
juntos
los
libros
‘peligrosos’.
Desenterraban
cotidianamente
el
compromiso de seguir en esa senda señalada, página a página, en libros enterrados, en militancia abolida. El Sindicato Regional Sede Central Villa María, desde el sistema de cabeceras, brindaba apoyo a distintos gremios del país. En una oportunidad su Secretario General, representante en cabeceras, viajó a San Juan para participar en una reunión, obviamente ilegal. El motivo era ayudar a los compañeros a mantener vivo el sindicato. Era de noche cuando se concretó la reunión en el patio de la casa de uno de los directivos del gremio. De pronto, todos los techos de las viviendas vecinas estaban copados por unidades del Ejército con sus armas apuntando a los compañeros. Por
un segundo, cada uno pudo oír el latido del corazón del otro, la respiración contenida, el cuerpo tenso... Todos fueron detenidos y trasladados a una guarnición militar donde los tuvieron en posiciones denigrantes durante muchas horas... Aferrados a la dignidad, los compañeros resistieron la tortura física. Luego de unos días de detención lograron su liberación y se reintegraron a la militancia. Lejos de quebrar la voluntad y el compromiso, los militares habían fortalecido el espíritu de los compañeros. Era fundamental seguir trabajando para derrocar al terror y la entrega. A varios miembros del Consejo Directivo que seguían bregando públicamente por los afiliados, clandestinamente por la liberación, no sólo los detuvieron sino que además fueron procesados por la Justicia Federal bajo la imputación de desobediencia manifiesta a las leyes firmadas por el gobierno de facto. Y así muchas compañeros, con la carne magullada, el cuerpo atormentado, la voluntad inquebrantable, fueron transitando las sombras, pero sin dejar morir las esperanzas y la historia.
Capítulo 33 Cuerpo General de Delegados Desde la trinchera Durante el proceso, la única actividad gremial permitida era la administrativa. Para convocar al Cuerpo General de Delegados de forma legal o para aprobar la Memoria y Balance era necesario contar con la autorización del Ministerio de Trabajo de la Nación. El permiso llegó y le puso fecha a la reunión. El Consejo Directivo consideró que era necesario aprovechar la oportunidad para hacer escuchar la voz de los trabajadores. Se decidió hacer conocer a las autoridades del gobierno de facto la disconformidad con el ‘Proceso’ por las privatizaciones, la situación salarial y el esfuerzo a que estaban siendo sometidos los trabajadores. La estrategia fue similar a la que se realizaba en el marco de las cabeceras: se habló con varios compañeros delegados representantes de las seccionales y cada uno de ellos tenía la misión de efectuar distintos planteos, en el marco del Cuerpo General de Delegados, para que el gobierno tomara nota de los reclamos de la gente. En las reuniones que eran autorizadas por el gobierno de facto participaba personal militar como veedor, para que las deliberaciones no salieran del marco de lo que estaba autorizado específicamente, que en este caso era la aprobación de la Memoria y Balance. En esta oportunidad, el interventor de la CGT Villa María era el capitán Viver y él sería el veedor. Llegado el día fijado para la reunión el Ejército movilizó sus fuerzas. Su presencia en las calles y en los techos para ‘custodiar’ la reunión del Cuerpo General de Delegados parecía más una muestra de temor a los trabajadores organizados que la necesidad de intimidar. Las tropas habían cerrado el acceso de la calle Entre Ríos y por bulevar Alvear había soldados en lugares estratégicos. También estaban dentro del sindicato y, obviamente, en la Sala de Sesiones, sobre el escenario, apostados con armas, imponiendo un marco intimidatorio. El Cuerpo General de Delegados se realizó siguiendo la estrategia planificada. Se le llamó la atención a los compañeros que hacían consideraciones fuera de lo ‘permitido’, a pesar de la presencia amenazante de los militares.
El Consejo Directivo quería que el capitán se expidiera frente al alegato desgarrador sobre la situación de los trabajadores y del país pero él se excusó diciendo que no estaba autorizado para hacer ese tipo de consideraciones. Con la intención de calmar un poco los ánimos también dijo el interventor de la CGT Villa María que comprendía los reclamos de la gente, que podían tener en algunos aspectos cierta justicia pero que había que comprender el estado en que había quedado el país, la situación en que el gobierno militar había tomado la Argentina y que, por ahora, esta necesidad de los trabajadores no podía ser atendida pero que, en un futuro, iban a ser consideradas. La actitud ‘comprensiva’ del interventor militar tenía poco que ver con la realidad, pero era coherente con el discurso oficial del gobierno de facto que venia a "salvar a la Patria". A través de la secretaría de Prensa y por decisión del Sindicato se emitió un comunicado, violando las prohibiciones al respecto. Los medios periodísticos lo publicaron. En forma inmediata, el Ministerio de Trabajo de la Nación, a través del general Liendo, comunicó a la intervención militar de la Federación que se había decidido la intervención del Sindicato Regional. Seguidamente, el Ministerio pidió la versión taquigráfica y la grabación de la reunión del Cuerpo General de Delegados. Luego de varios meses la intervención al sindicato quedó sin efecto, pero el capitán Viver, interventor de la CGT Villa María, fue relevado muy poco tiempo después de sus funciones y cuando llegó el momento de los ascensos, fue dado de baja. Se castigó así, de manera ejemplar, a aquellos que osaron dialogar con el pueblo trabajador. Un comunicado que quebró el silencio Por aquellos años los medios periodísticos, en mayor o en menor medida, eran simples transmisores de "Comunicados" que el gobierno de facto hacía conocer para que la población supiera todo lo que no podía hacer y a qué se arriesgaba si lo hacía. No se iba a encontrar en ninguna página de diarios, ni en los informativos televisivos o radiales ningún tipo de información que hablara por boca de los sindicatos: los trabajadores estaban también ‘desaparecidos’ de los medios de comunicación. Por lo tanto, la publicación del comunicado del sindicato fue un agravio a los altos mandos y una señal de alarma. Las reuniones, más allá de los permisos
A pesar de las prohibiciones las reuniones se hacían. Se violaba la dictadura para rescatar la democracia. En cada encuentro clandestino se mantenía viva la esperanza y con ella la organización. Los escenarios eran insólitos, por ejemplo: en la zona de Embalse de Río Tercero en una oportunidad se organizó un partido de fútbol y los compañeros, convertidos en ‘hinchada’ discutían los problemas del país y del Sindicato. En otra ocasión, en Almafuerte, un taller mecánico fue el lugar elegido por los compañeros. En Villa María, cuando las reuniones del Consejo Directivo superaban los veinte o treinta compañeros se concretaban detrás del Salón de Actos. Detrás de las cortinas y prácticamente sin luces para que no fuera visible para cualquiera que pasara por la vía pública. En otra oportunidad se efectuó una reunión en una cancha de tenis. No importaba el lugar, lo importante era no perder la comunicación con los compañeros, mantener encendida la antorcha, presta a pasar de mano en mano con un mensaje de resistencia y de lucha, hasta que llegara el momento de encender nuevamente la llama de la libertad.
Capítulo 34 Las obras sociales y el Proceso Defender la solidaridad La filosofía del Movimiento Obrero Organizado considera a los sindicatos como una de las bases de organización de la comunidad, como una categoría integradora de los intereses sociales colectivos e individuales. En este sentido se crearon las obras sociales. Ya en 1970, al sancionarse el Decreto Ley 18.610, las obras sociales habían trascendido en la Argentina el principio básico de su creación y eran mucho más que un seguro para cubrir riesgos de enfermedad. Además de servir a la recuperación física, mostraban una clara tendencia a la promoción de la salud, en su amplia gama de la prevención, curación y/o rehabilitación. Su accionar no se limitaba a lo específicamente médico, sino que se extendía a otras áreas de las necesidades humanas, tales como la educación, la vivienda o la recreación. En el Sindicato de Luz y Fuerza esta tendencia estaba profundamente vinculada con la filosofía del Sindicalismo Múltiple que se proyectaba desde la organización, contando así con una sólida estructura que lo sostenía. Este importante desarrollo del Sistema de Obras Sociales se vio interrumpido a partir del proceso militar iniciado en marzo de 1976. El entonces Ministro de Economía, Dr. Martínez de Hoz, reconoció al comienzo de su gestión que había encontrado el aparato productivo intacto. Pero después de sólo cinco años del autodenominado "Proceso de Reorganización Nacional" ya no podía afirmarse lo mismo. Algunas consecuencias de la gestión de Martínez de Hoz frente a la cartera de economía fueron: la reducción de la actividad económica, la dispersión y achatamiento de las escalas salariales, el crecimiento de la economía informal, la incentivación de remuneraciones sin aportes y la evasión sin control (trabajo en negro). Todas ellas repercutieron sensiblemente sobre el Sistema de Obras Sociales. La implementación de la política económica de la dictadura necesitaba suprimir toda posibilidad de protesta y resistencia de los trabajadores: la CGT y las 62 Organizaciones fueron declaradas ilegales. En pocas semanas varios centenares de sindicatos fueron intervenidos, muchos de sus dirigentes detenidos y la represión se hizo sentir principalmente en los cuadros intermedios del gremialismo, en los cuales
muchos de sus integrantes ingresaron en las listas de los desaparecidos por la represión. Una de las primeras medidas adoptadas por el gobierno de Jorge Rafael Videla fue la intervención militar al INOS y a las obras sociales más importantes. Debe aclararse que, a excepción de la Asociación de Prestaciones Sociales (APS), directamente ligada a la Confederación General Económica, las Obras Sociales del Personal de Dirección no fueron intervenidas y pudieron gozar de estabilidad institucional durante todo el tiempo. En julio de 1976, a escasos tres meses de la ruptura del orden constitucional, se suspendió el funcionamiento de la Comisión Paritaria Nacional (Ley 21.371/76). Desde ese momento, el Poder Ejecutivo Nacional fijó la actualización de los valores del Nomenclador Nacional, transfiriendo al INOS todas las atribuciones de esta comisión. Nuestra Obra Social... más allá del "Proceso" En el Sindicato, la Obra Social de Luz y Fuerza provincial, se creó a partir de Unión Eléctrica que fue suplantada en la prestación de estos servicios por la aplicación del Art. 67º del Convenio Colectivo de Trabajo en el ámbito de EPEC, firmado en julio de 1975 y aprobado por Decreto Nº 2847 y Resolución del Ministerio de Trabajo de la Nación Nº 165, dando así origen a la actual Obra Social. El golpe de Estado de 1976, como ya se ha señalado, tenía objetivos políticos, económicos e ideológicos y la inmovilización del movimiento obrero era una pieza fundamental en la consecución de los mismos. Quebrar el sistema solidario consolidado por las obras sociales era condición necesaria, tanto en términos económicos como ideológicos. En ese sentido tanto la Obra Social de la Federación como la correspondiente a los tres sindicatos de la provincia fueron impactadas con la anulación del Convenio Colectivo de Trabajo, que implicó una drástica disminución en los ingresos. Además, automáticamente, pasaron a quedar regidas por lo que establecía el Sistema de Obras Sociales regulado por el INOS, intervenido militarmente. De esta manera los aportes se redujeron, aproximadamente, en un 50%. Es importante destacar que la Obra Social, con el viejo sistema regulado por el Convenio, funcionaba sin pérdidas. La reducción de recursos derivó en un estado de déficit realmente alarmante. Las organizaciones que no estaban intervenidas, el Sindicato Río Cuarto y el Sindicato Regional, asumieron la responsabilidad de tomar medidas de emergencia
para paliar esta gravísima situación en la Obra Social provincial, ya que la nacional era monitoreada por las cabeceras. Cada sindicato tenía su propio representante en la Obra Social, pero fue necesario sumar a otros integrantes y, en el caso del Sindicato de Río Cuarto, lo hizo el Cro. Julio Zeballos y por la Regional se sumó el compañero Subsecretario General. En forma urgente se tomó conocimiento de la situación económica, financiera y prestacional que estaba atravesando la Obra Social. El objetivo fundamental era preservarla en manos de los trabajadores y para ello era preciso superar las condiciones en la que se encontraba. Era fundamental apuntar hacia el futuro con todos los esfuerzos que fuesen necesarios por parte de los sindicatos y de sus afiliados. Las gestiones que se realizaron, tanto en la Empresa como en el Ministerio de Economía, eran negativas lo que indicó que la única alternativa era pasar al sistema asistencial de la provincia y esto implicaba perder la Obra Social. La situación se tornó aún más crítica en el mes de noviembre de 1977. El déficit no podía superarse solamente con ajustes en el sistema de prestaciones. La única manera de tener un respiro para luego poder implementar una serie de medidas era lograr que la Empresa Provincial de Energía de Córdoba anticipara los aportes de la Bonificación Anual por Eficiencia que se iban a percibir en el mes de febrero o sea noventa días después del momento crítico. Se consiguió una audiencia, a través de interventor militar en Córdoba, con el Ministro de Economía de la provincia, general Giner. Se informó que si Legales de la Empresa emitía un dictamen que indicara no era ilegal anticipar estos aportes, el Ministerio estaba dispuesto a darle el aval para que se lograra este anticipo. Indudablemente, esta era una cuestión política ya que en aquellos tiempos la legalidad no existía. Lamentablemente, los funcionarios de EPEC, a pesar de ser de carrera y de haber trabajado con el sindicato durante muchos años, emitieron un dictamen absolutamente negativo que cerraba todos los caminos. Se estudiaron las medidas correctivas que se debían adoptar para poder sobrevivir. Frente a la emergencia era fundamental hacer eficientes las estructuras. Se buscó asesoramiento de dos profesionales reconocidos en el país, los doctores Figueroa y Sarandon, especialistas en el análisis de distintas ramas de los sistemas de obras sociales. Ellos hicieron un rápido y eficiente estudio de todo el sistema prestacional del Sindicato que demostró falencias de orden técnico. El dictamen fue puesto a consideración de los Consejos Directivos tanto de Río Cuarto como de Villa María.
Una vez más, las decisiones serían colectivas... Era fundamental poner en conocimiento de los militantes la situación que se vivía con relación a la Obra Social y la prohibición de actividad gremial implicaba que las reuniones debían ser clandestinas. Asumiendo los riegos de esto, se convocó a los compañeros: las circunstancias imponían tomar medidas drásticas y éstas debían ser explicadas y consensuadas en las bases. Las medidas urgentes que se tomarían serían la suspensión de algunas prestaciones "prescindibles transitoriamente", como las de farmacia, el plan materno infantil y otros servicios de ese tipo que brindaba la obra social. Se mantendría la atención clínica e las internaciones íntegramente. Los compañeros comprendieron la filosofía del Consejo Directivo, que expresaba la necesidad de realizar todos los sacrificios posibles para conseguir que la Obra Social siguiera en manos de los trabajadores. Se autorizó, a través de estos mecanismos de reuniones y consultas en los cuales la democracia seguía viva a pesar de las sombras, a que se procediera en defensa de la Obra Social y se interrumpieron algunas prestaciones. Solidaridad en tiempos de crisis En el Sindicato Regional se estableció un aporte que fue prácticamente voluntario ya que las empresas, cómplices de la situación, no sólo habían cerrado las puertas al diálogo sino que se negaban a realizar retenciones extraordinarias que facilitaran el subsidio de la Obra Social. Por ello, volviendo a la esencia del sistema solidario, se aprobó un aporte voluntario de los compañeros del 1% que fue destinado a generar un fondo para hacer reintegros de medicamentos. De esta manera, a fin de mes se recibían de las seccionales todas las prestaciones farmacológicas, se hacían números y se reintegraba hasta donde el dinero alcanzaba. Había meses que se devolvía el 20% y otros el 25% del costo total que habían gastado los beneficiarios. Este proceso de saneamiento en el manejo interno, con mayores controles, mayor concientización por parte de los delegados, duró algunos meses aunque en corto tiempo se comenzaron a ver sus resultados. A partir de estas medidas se pudo superar el estado de crisis, que se había agudizado hacia el mes de febrero. La Obra Social provincial, lentamente, comenzó un proceso de recuperación sin resentir las prestaciones básicas. En poco tiempo se reactivó el sistema de reintegros por la utilización del servicio de medicamentos.
La crisis había servido para enseñar un camino. Se podía optar por la abulia y dejar que las cosas pasen o se podía luchar, imponiendo racionalidad y eficiencia en la administración, recurriendo a la solidaridad organizada. En este proceso, que duró alrededor de año y medio, se comenzó a registrar un superávit mensual de manera que paulatinamente se recuperan los servicios. Grandes hombres, luchadores en el anonimato, fueron los conductores de estos sindicatos. No eran épocas de reconocimientos. Eran épocas de decisiones duras en las cuales se comprometía el futuro de la organización. Y así lo entendieron los compañeros que lograron recuperar la Obra Social y mantenerla en la esfera de la conducción de los propios sindicatos. Frente al ahogo y la desesperanza surgió la organización y la convicción de los compañeros de que no sólo se logró superar la crisis sino que se mejoró el sistema creando controles y concientizando a los afiliados. Esto hizo que la Obra Social cumpliera con todas las prestaciones de los servicios y generara un superávit mensual. Esta capacidad de ahorro permitió que a mediados de la década del '80 se comprara un piso donde hoy funciona la administración central de la Obra Social en la Avda. General Paz 282 de la ciudad de Córdoba. Refugiados en la esperanza, desde las trincheras de la organización, los compañeros ejercieron la resistencia en defensa de la solidaridad Protagonistas de una lucha silenciosa Junto a los directivos que se mencionaron, los compañeros que trabajaron arduamente en la recuperación de la Obra Social fueron: por Río Cuarto el Cro. Oscar Riesgo, luego suplantado por el Cro. Omar Roccia; por el Sindicato Regional el Cro. Ángel Denari, quien se retiraría por su propia voluntad siendo reemplazado por el Cro. David Anello; por el Sindicato de Córdoba el Contador Antonio Cubarle.
Capítulo 35 La dictadura militar en Argentina Razones de la sin razón "¿Qué dimensión tuvo el mercado común de la muerte en los años de mugre y miedo de las dictaduras militares? ¿Cuántos países abarcó, cuántas fronteras borró, cuantas vidas humanas mutiló o aniquiló? (...) Hay que conocer lo que ocurrió, para que no vuelva a ocurrir. Por la buena salud de la democracia... " Eduardo Galeano. La dictadura que se inicia en 1976 trasciende las fronteras de nuestra Patria. Es parte de una tragedia continental, pieza necesaria de un "Pacto de la muerte" conocido como La Operación Cóndor que unió a las dictaduras del Cono Sur en los años 70/80, bajo el modelo de la Teoría de la Seguridad Nacional de Estados Unidos. El 24 de marzo de 1976 Isabel Perón, a cargo del Ejecutivo, fue detenida y trasladada a Neuquén. La Junta de Comandantes asumió el poder. Estaba integrada por el teniente general Jorge Rafael Videla, el almirante Eduardo Emilio Massera y el brigadier Gral. Orlando R. Agosti. La Junta designó como presidente de facto a Jorge Rafael Videla y
dispuso que la Armada, el Ejército y la Fuerza Aérea
compusieran el futuro gobierno con igual participación. Comenzó el autodenominado "Proceso de Reorganización Nacional". José Martínez de Hoz fue designado ministro de Economía y el 2 de abril anunció su plan para contener la inflación, detener la especulación y estimular las inversiones extranjeras. Durante este período, la deuda empresaria y las deudas externas pública y privada se duplicaron. Felipe Cavallo fue el responsable de estatizar la deuda privada, cercenando aún más la capacidad de regulación estatal. Con ese clima económico, la Junta Militar impuso el terrorismo de Estado que, fuera de enfrentar las acciones guerrilleras, desarrolló un proyecto planificado, dirigido a destruir toda forma de participación popular. El régimen puso en marcha una represión implacable sobre todas las fuerzas democráticas: políticas, sociales y sindicales. El objetivo era someter a la población mediante el terror de Estado para instaurar miedo en la población y así imponer el "orden", sin ninguna voz disidente. Se inauguró el proceso autoritario más sangriento que registra la historia de nuestro
país.
Estudiantes,
sindicalistas,
intelectuales,
profesionales y
otros
fueron
secuestrados, asesinados y "desaparecieron". Mucha gente eligió el camino del exilió. En nombre de la Patria hirieron de muerte a la democracia Algunas acciones del gobierno cívico-militar: - Suspende la actividad política - Suspende los derechos de los trabajadores. - Interviene los sindicatos. - Prohíbe las huelgas. - Disuelve el Congreso. - Disuelve los partidos políticos. - Destituye la Corte Suprema de Justicia. - Interviene la CGT. - Interviene la Confederación General Económica (CGE). - Suspende la vigencia del Estatuto del Docente. - Clausura locales nocturnos. - Ordena el corte de pelo para los hombres. - Quema miles de libros y revistas considerados peligrosos. - Censura los medios de comunicación. - Se apodera de numerosos organismos. La censura: tiempos sin voz Las señales de radio y televisión se uniformaban para anunciar, con voz militar, los comunicados de la represión. “Comunicado N° 19 del 24 de marzo de 1976. Se comunica a la población que la Junta de Comandantes Generales ha resuelto que sea reprimido con la pena de reclusión por tiempo indeterminado el que por cualquier medio difundiere, divulgare o propagare comunicados o imágenes provenientes o atribuidas a asociaciones ilícitas o personas o grupos notoriamente dedicados a actividades subversivas o al terrorismo. Será reprimido con reclusión de hasta diez años, el que por cualquier medio difundiere, divulgare o propagare noticias, comunicados o imágenes, con el propósito de perturbar, perjudicar o desprestigiar las actividades de las Fuerzas Armadas, de Seguridad o Policiales.” Diario "La Prensa", 24 de marzo de 1976.
Los "subversivos" “El término "subversión" englobaba a las organizaciones guerrilleras, prácticamente ya extinguidas en marzo de 1976, pero también a los activistas o simpatizantes de cualquier movimiento de
protesta o
crítica
social:
obreros,
universitarios,
comerciantes, profesionales, intelectuales, sacerdotes, empresarios y más... No hubo ‘errores’ ni ‘excesos’, sino un plan deliberado.” Historia Visual de la Argentina contemporánea, Clarín, El "Proceso" Militar. Los trabajadores, primer objetivo de la represión La dictadura de 1976 completó y profundizó el esquema de persecución y exterminio que comenzara sistemáticamente con la Triple A, liderada por López Rega, durante el gobierno de Isabel Perón. Los trabajadores fueron los que más víctimas aportaron a esta triste estadística del terror. “Obreros 30,0%, Estudiantes 21,0%” Informe de la Conadep, Nunca Más, Eudeba, 1984. Los campos de la vergüenza Se levantaron centros clandestinos de detención y torturas. En estos laboratorios del horror se detenía, se torturaba y se asesinaba a las personas. Se encontraban en el propio centro de las ciudades del país, con nombres tristemente famosos, como la ESMA, El Vesubio, El Garage Olimpo, El Pozo de Banfield o La Perla. Existieron 340 distribuidos por todo el territorio. Estas cárceles clandestinas tenían una estructura similar: una zona dedicada a los interrogatorios y tortura y otra donde permanecían los secuestrados. Los desaparecidos “Debido a la naturaleza, una desaparición encubre la identidad de su autor. Si no hay preso, ni cadáver, ni víctima, entonces nadie presumiblemente es acusado de nada.” Amnistía Internacional, en su informe sobre la desaparición de personas por motivos políticos. Hubo miles de desaparecidos: la Conadep constató más de 9.000 casos. Los organismos de derechos humanos hablan de más de 30.000.
Apropiación de identidades Además del secuestro de adultos, hubo un plan sistemático de apropiación de niños que eran robados o sustraídos a las madres que parían en los centros de detención. Fueron inscriptos como hijos propios por muchos miembros de la represión, vendidos o abandonados en institutos. Durante la dictadura, los militares consideraban que los hijos de los desaparecidos debían perder su identidad. La oposición del amor: Madres de Plaza de Mayo El grupo Madres de Plaza de Mayo nació en 1977 y estaba integrado precisamente por madres de desaparecidos, cuya lista engrosaron también algunas de sus fundadoras. Se convirtieron en el más activo sector de oposición al gobierno. Frente al dolor de perder a los hijos, nunca pidieron venganza, siempre clamaron Justicia. Industria Nacional, otra víctima fatal Se inició un proceso de acelerada desindustralización en el cual la pequeña y mediana empresa, ante la imposibilidad de competir con productos provenientes del exterior, fue sacrificada en el altar de la eficiencia. La aplicación de las recetas neoliberales no resolvió sino que profundizó los problemas económicos. Bicicleta financiera: la especulación sobre ruedas A comienzos de 1977 el ministro de Economía, José Martínez de Hoz, inició un experimento monetario denominado "la tablita". Fue un sistema de devaluaciones preanunciadas que, sumado a la Ley de Entidades Financieras de junio de ese año, que liberó el mercado de dinero y dio garantía estatal a los depósitos a plazo fijo, dio comienzo a la especulación o "bicicleta financiera". Plata dulce, realidad amarga La dictadura implementó un plan basado en el liberalismo monetario que estaba apoyado por bancos extranjeros y organismos internacionales. De esta manera, se puso fin al Estado intervencionista a favor de los trabajadores, a la protección del mercado interno y al subsidio a empresas. Los resultados finales fueron desastrosos. Hubo un gran endeudamiento externo, las industrias quebraron y, al finalizar la dictadura, se desató la inflación.
El Mundial '78, Clemente vs. José María Muñoz Clemente, el personaje de Caloi, expresaba el sentimiento popular. José María Muñoz, "el relator de América", era la voz del régimen. Lo que dijeron los diarios: "Y la Argentina tuvo fútbol y coraje. Kempes, imparable, inspirado, abrió el camino del triunfo, que un rato después aseguró Bertoni. Una victoria clara. Inobjetable. Ganó a lo campeón, a lo grande." Así lo señalaba Clarín en el comentario del día siguiente del primer título Mundial. "El triunfo final de la selección argentina en el Mundial de Fútbol ha supuesto que la Junta Militar que dirige el Gral. Videla haya cubierto con creces los objetivos que se propuso al emprender la organización del campeonato. Durante 25 días, los problemas del país argentino han pasado a un segundo plano y el título mundial conseguido por su selección los mantendrá oculto por más tiempo aún." Diario El País, junio de 1978). El terror, la manipulación mediática y la persecución tenían mucha más capacidad de silenciar y ocultar la realidad que el fútbol. Cuando miles de argentinos salieron a la calle a ‘festejar’ el triunfo, ninguno gritó a favor de Videla o la Junta Militar. Las gargantas recuperaban el grito, aunque sea momentáneo y efímero. Las calles reunían nuevamente al pueblo, aunque sea para recordar que existía, que había otra bandera distinta a la que hacían flamear los militares, había otra que palpitaba en los corazones, a pesar de todo. Contradicciones de la dictadura: la paz y su premio Adolfo Pérez Ezquivel fue uno de los primeros personajes públicos en denunciar los crímenes cometidos por los militares durante la última dictadura. En 1980 le dieron el Premio Nóbel de la Paz por su labor en defensa de los Derechos Humanos al frente del Servicio de Paz y Justicia (Serpaj). El gobierno militar consideró esta medida como parte de una campaña internacional "antiargentina" emprendida para desprestigiar al país. El 24 de marzo de 1976 comenzó una larga noche para el pueblo argentino. Aún hoy son visibles las marcas del genocidio y el terror económico. Recién hoy comienza a brillar, tenue, la aurora de un nuevo amanecer.
Capítulo 36 Malvinas fue la señal... El proceso militar, quizás sin saberlo, llegaba a su fin y en un vano intento por encontrar aire de legitimación interna, el 2 de abril de 1982, se decidió la invasión militar para la recuperación de nuestras Islas Malvinas. Es preciso separar aquí el sentido histórico reivindicativo de la soberanía sobre las Islas, al cual no se renunciará jamás, de la utilización demagógica de un gobierno ilegítimo que, en un desesperado intento de ganar la voluntad de los argentinos, pretendió producir un golpe de efecto. Haciendo pie en una causa justa buscaba legitimar una causa injusta, como fue la negra noche que vivimos los argentinos entre el 24 de marzo de 1976 y el 10 de diciembre de 1983. No es posible dejar de recordar aquí la valentía de los jóvenes en el frente de batalla y rendir un justo homenaje a los caídos en esta gesta. Pero, la previsible derrota de Malvinas marcó también el principio del fin de aquel proceso, pues a la deslegitimación interna se le agregó el desprestigio internacional. Sin sustento de ninguna naturaleza se batió en retirada y sin que nadie pudiera controlar la crisis institucional que se precipitaba, decidió convocar a elecciones generales para el 30 de octubre de 1983. Hay una correspondencia entre el debilitamiento político institucional de la dictadura y el renacer de las fuerzas del movimiento obrero, cuya potencialidad había resistido y también comienza a bregar por la retirada, en el ámbito de las organizaciones sindicales, de las intervenciones militares. En este contexto se dieron los primeros pasos de normalización institucional de la Federación y son nominadas en un Congreso las cabeceras sindicales, con la mayoría de los sindicatos normalizados, para constituir una conducción provisoria de la Federación, con el objetivo de convocar en tiempo perentorio a un Congreso Normalizador que eligiera un nuevo Secretariado, de manera democrática, conforme lo establecido en los estatutos de la misma. En ese proceso, y hasta tanto se diera la total normalización de la Federación, fue electo Secretario General interino el compañero Secretario General del Sindicato Regional. Ya la intervención militar había caducado. Es importante destacar aquí el rol protagónico que cumplió el Sindicato en la etapa previa, en la evaluación de cómo se iba a estructurar y delinear la normalización de
la prestación de servicios de la Federación, principalmente en lo referido al área de Turismo, donde le tocó cumplir un papel sumamente importante. En efecto, el compañero Subsecretario General del Gremio fue nominado por las cabeceras como administrador del Hotel 13 de Julio de Mar del Plata junto a otro compañero del sindicato de Punta Alta. El hotel, que durante todo el tiempo de la dictadura militar estuvo intervenido por la Marina, presentaba un importante grado de deterioro, como por ejemplo el 40% de su estructura en muy mal estado y se requirió un gran esfuerzo para poder recuperarlo. El Sindicato estuvo cuatro temporadas de verano al frente de la Administración. Luego de pasada la primera, y con un gran esfuerzo solidario de los 50 trabajadores que por aquel entonces tenía el hotel, se realizó un rigurosísimo trabajo en las áreas de mantenimiento mecánico, de calderas, de pintura y de sanitarios lograndose su recuperación en forma muy decorosa. De esta manera comenzaba a rehabilitar sus movimientos el cuerpo sindical argentino, en particular el lucifuercista, que durante un tiempo, como en otros tiempos de la historia, debió permanecer en estado de quietud expectante y resistente por el imperio de los designios de quienes usaron la fuerza, la tortura y la muerte, a favor de intereses minoritarios por lo general de origen extranjero. El próximo paso, y ya con la plena vigencia de la Constitución, era la normalización definitiva de la Federación a través de la convocatoria a un Congreso Normalizador que debía elegir el nuevo Secretariado y poner fin al proceso de transición que tuvo a cargo de la estructura de cabeceras.
Capíulo 37 Protagonistas de la historia El cuerpo social de la Nación se asfixiaba y era preciso encontrar aire para que los argentinos intentáramos construir nuestra propia historia, delegada, por el imperio de la fuerza en 1976, a quienes pretendieron escribir lo que deben protagonizar los pueblos. Por fin llegó el 30 de octubre de 1983 y el pueblo argentino se expresó mayoritariamente en las urnas, como para dejar claro con su voto que deseaba terminar con tantos años de opresión y de represión, y que con sus propios errores y aciertos estaba dispuesto a no renunciar al derecho de ser constructor de su destino. El 10 de diciembre de 1983 asume la presidencia del país el Dr. Raúl Alfonsín, ganador legítimo de las elecciones del 30 de octubre y comienza una nueva historia, signada por el pleno ejercicio de los valores democráticos. El Movimiento Obrero, como argentinos y especialmente como trabajadores, siempre luchó por un estado democrático y por la unidad pues sabe cabalmente que sólo en ese ámbito es posible participar y tener incidencia en las grandes decisiones nacionales y en todo proceso transformador que apunte al logro de las reivindicaciones propias. Esta fue la conducta histórica del Gremio, tanto desde el Sindicato Regional como en el orden nacional, y en ese sentido es preciso recordar aquí la figura del compañero Oscar Smith, quien fuera secuestrado y asesinado durante el “proceso” y es quizás el símbolo resistente que, como otros tantos que sufrieron el mismo destino, constituyen nuestra contribución más dolorosa a la lucha por la libertad y la democracia. En ese sentido y en la búsqueda de caminos hacia la normalización democrática, desde la regional Villa María de la CGT se llevaron a cabo acciones muy importantes. Tal fue el caso de las realizadas en conjunto con compañeros identificados con el peronismo y el radicalismo –entre estos últimos figuraba Camilo Rodríguez–, que visitaron a todos los dirigentes nacionales, incluso en la CGT Azopardo donde estaba Triacca y en la CGT Brasil que era comandada por Ubaldini, para que junto a los sectores sociales, políticos y del empresariado nacional, realizaran un acuerdo político, económico y social con el cual exigirle a la dictadura militar un cronograma electoral.
En Villa María había sido intervenida la CGT, que quedó a cargo del capitán Viver, quedando de su Consejo Directivo un grupo de gremios, como UOM, Municipales, Correo, UOCRA, Luz y Fuerza y UOMA, estando al frente los compañeros Mangas, Torres y Foresto, citados oportunamente por los militares. Fueron los tres dirigentes antes mencionados, además, quienes fueron a Buenos Aires a hablar con políticos nacionales y se reunieron con Contín (presidente nacional del radicalismo), Raúl Mattera e Ítalo Lúder del PJ, Frigerio del MID. El objetivo era que se pusieran de acuerdo en una estrategia y un plan de economía para tratar de hacer que la política neoliberal que había aplicado la dictadura militar se revirtiera en poco tiempo y pudiera dar resultados positivos, luchando por la instauración de la democracia. Este mismo tema se planteó en una reunión mantenida con el radicalismo en el Gremio, ya que en oportunidad en que se rindió homenaje al Dr. Amadeo Sabattini estaban en Villa María, entre otros, el Dr. Ricardo Balbín, el Dr. Arturo U. Illia, y el Dr. Eduardo Angeloz. Nuevamente se insistió en la búsqueda de una salida consensuada para arribar finalmente al libre juego de las elecciones. Mas allá de los cauces que tomó luego el río de la historia, es necesario dejar testimonio de la preocupación y el compromiso de los hombres del Sindicato en la lucha por restablecer la normalidad institucional de la República.
Capítulo 38 El regreso a la democracia sindical Recuperada la normalización institucional del país, las propias células del tejido social comenzaron a restablecerse desde las mismas bases constitutivas. Los actores sociales, aquellos que habían permanecido en estado latente y expectante durante largos años, empezaban a reencontrarse con sus propias organizaciones, sus métodos, sus formas, antiguas y nuevas expresiones de participación, y buscarían cauces organizativos para defender sus derechos e intereses en la nueva sociedad democrática que comenzaba a transitar Argentina. Los estudiantes lo hacían en sus centros y federaciones, los vecinos en sus organizaciones de base, los sectores empresarios de la pequeña y mediana empresa, de la ciudad y del campo, y los comerciantes e industriales en sus cámaras, los profesionales en sus colegios y consejos. Y los propios trabajadores en sus sindicatos, federaciones y confederaciones. Comenzaba la ebullición participativa que, con contradicciones y errores propios del aprendizaje, con dolores y heridas, expresaba la decisión colectiva de no permitir que unos selectos ‘iluminados’ reemplazaran su propia experiencia y decidieran sus destinos. En este contexto se concretó la normalización de la Federación Argentina de Trabajadores de Luz y Fuerza (FATLyF) el 29 de marzo de 1985 en un Congreso que se realizó en el Hotel 13 de julio de Mar del Plata, con un proceso de elección de autoridades que, tal lo que determinan los estatutos, fue efectuado dentro de la democracia que impera normalmente en las organizaciones gremiales como la Federación. Si bien la decisión que tomó el Congreso se realizó en el marco de la mayoría de asistentes, siempre quedó la sensación que con el Sindicato Regional no existió la misma reciprocidad de solidaridad que desde él, junto a otros gremios, se había brindado, tal cual era su obligación, al apoyar a otros gremios a sobrellevar los más duros momentos que quizás se hayan vivido en la historia de la Federación y de los derechos de los trabajadores. El compañero del Sindicato Regional al frente de la Comisión de Cabeceras prácticamente como Secretario General, no fue electo en esa función en la Federación y fue derivado a otra Secretaría, continuando por un tiempo establecido como delegado de la Federación ante la CGT de la República Argentina.
Pero así son las reglas de juego que imperan en el mundo de la militancia sindical y finalmente se aceptaron las decisiones de la mayoría, aunque dejando expresado que, teniendo en cuenta el proceso histórico que se vivió, no existió por parte de compañeros directivos de algunos sindicatos la misma reciprocidad de actitudes que el Sindicato Regional tuvo con esos gremios hermanos. Ya en el nuevo proceso y constituidas las autoridades de la Federación estos compañeros comenzaron a desarrollar sus nuevas tareas y continuaron con las labores propias. Uno de los objetivos inmediatos era la recuperación del Convenio Colectivo de Trabajo. Luego de lo acontecido en Mar del Plata, el Sindicato Regional se sumó a la vida democrática de la Federación como un sindicato más y su representante trabajaba en el Secretariado donde, a pesar de que existieron algunas dificultades al comienzo, con el tiempo todo entró en la normalidad. Como ha quedado demostrado a lo largo de la historia del Sindicato, en todos los tiempos y bajo cualquier circunstancia, la conducta inmodificable de sus representantes ha sido el respeto de los mandatos del Cuerpo General de Delegados y los lineamientos definidos por el Consejo Directivo. Y ese marco era y es su actitud en los Congresos de la Federación. Se mantuvo indefectiblemente esta postura del Sindicato: siempre fue positiva, se aplaudieron los logros en la gestión del Secretariado y en los casos que se consideró que existían, o existen, equivocaciones se señalaron en el lugar que corresponde y, con toda humildad, se plantearon cuáles eran los mejores caminos para corregir lo que parecía en una gestión no del todo acertada. Al respecto, como todas autoridades nuevas que surgen, establecieron un programa de trabajo. El tiempo transcurrió y más de uno de los objetivos de reorganización plena de la Federación no se cumplió, lo que generó intranquilidad en algunos sindicato, inclusive en algunos de aquellos que habían restado su apoyo al Sindicato cuando se produjo la normalización definitiva de la Federación. En varias charlas informales, mantenidas fuera del marco de los congresos, manifestaban que no habían estado del todo acertados en el momento de la decisión de Mar del Plata y que había que, aunque apoyando a la conducción que se desempeñaba en ese momento, revisar algunos sistemas de funcionamiento para cumplir fielmente con los objetivos que el Gremio en su momento se había trazado. Transcurridos tres años se profundizaron las coincidencias entre varios sindicatos y al acercarse un nuevo proceso electoral en la Federación comenzaron a
intercambiar ideas sobre qué hacer para que algunos aspectos, que no estaban en el mejor de los senderos, tuvieran una revisión. A partir de allí se trazó una estrategia que sin promover cambios en la cúpula de conducción de la Federación generara modificaciones en otras estructuras internas del Secretariado que posibilitaran algunas variantes en la gestión. De tal manera, el Sindicato se planteó la estrategia de ganar posiciones y en la teoría de que se podía recomponer la relación en el ámbito de la Federación, en el Congreso en que se eligió el nuevo Secretariado se logró mantener al compañero Aldo César Serrano como representante,. El compañero Alberto Juri, quien se desempeñaba en el área Cooperativas, pasó a ser presidente del Tribunal Paritario, el compañero que ejercía la Secretaría General de la Organización, Luis Juan Gigante, se incorporó a la Secretaría de Viviendas de la Federación y el compañero Aldo Rivadera al área de Capacitación. Con estos movimientos se posibilitaban los objetivos de renovar la conducción en el marco del Consejo Directivo del Sindicato Regional y luego trabajar para tratar de mejorar algunas prestaciones en el ámbito de la Federación. Este proceso se cumple tal como había sido delineado y los compañeros que se desempeñaban en el Secretariado de la Federación mantenían una plena coordinación con los compañeros que quedaban en el Consejo Directivo hasta que, cumpliendo con sus funciones estatutarias, hubiera elecciones en un plazo de seis o siete meses. ¿Qué aconteció? Transcurrió el tiempo, pasaron entre noventa y ciento veinte días, un período prudencial, y el Sindicato se mantenía expectante observando si comenzaban a hacerse algunos cambios estratégicos en el Secretariado a efectos de corregir las distorsiones que habían señalado anteriormente en forma general. Lamentablemente, y más allá de la armónica relación que existía entre el representante en el Secretariado y la Secretaría General, estos cambios no se plasmaban con la celeridad que desde el Sindicato se reclamaba y tampoco se aplicaban
algunas
cuestiones,
que
se
había
coordinado
instaurar
como
innovaciones. El no cumplimiento de los objetivos y diferentes maneras de interpretar la nueva realidad nacional preanunciaban tiempos de conflicto en el seno de la Federación.
Capítulo 39
Recuperación del Convenio Colectivo de Trabajo Democracia formal... democracia real El advenimiento de la democracia en 1983, de la mano del Dr. Raúl Alfonsín, no implicaría necesariamente el restablecimiento automático de todos los derechos laborales quebrantados a partir del golpe militar del 24 de marzo de 1976. Era importantísimo para la vida de la República la recuperación de esa democracia formal, la que preserva por lo menos las libertades básicas y el derecho a la vida, pero la democracia formal y no la real, la que expresa mediante leyes y acciones concretas, los derechos del hombre y que hace que la Constitución Nacional no sea letra muerta ante los poderes económicos y los privilegios. Era otro país, eran otros hombres y el mundo había cambiado también. A poco de andar, si bien se recuperó la actividad plena en el campo sindical, los trabajadores comprendieron rápidamente que nadie les regalaría nada, que si no luchaban no les restituirían los derechos arrebatados por el poder de la fuerza. El gobierno democrático se debatía en un mar de contradicciones y presiones, internas y externas. Su primer intento de dar pasos firmes en el sentido de buscar una mejor redistribución de la renta nacional a favor de los más humildes y de asumir una posición firme ante el Fondo Monetario Internacional concluyó con la renuncia, en 1985, del Ministro de Economía Bernardo Grinspun, y el recalentamiento de la economía nacional con la aparición de elevados índices de inflación. Es que los factores de poder que habían propiciado el golpe de 1976, aunque agazapados, todavía gozaban de muy buena salud. El gobierno nacional había dictado una ley, a la que oportunamente adhirió el gobierno de Córdoba, que establecía la postergación por un año, o sea hasta noviembre de 1985, la plena vigencia en el territorio nacional de todos los convenios colectivos. Paralelamente, el clima de las relaciones entre el gobierno y los trabajadores era bastante enrarecido, pues al frente del Ministerio de Trabajo de la Nación, había sido designado Antonio Mucci, de extracción gremial ya que era obrero gráfico, pero que inscribió su nombre en la historia por la ley que se conoce como “Ley Mucci”, ingresada al Congreso Nacional el 17 de diciembre de 1983.
Esta “Ley de Reordenamiento Sindical”, bajo el slogan de la “libertad sindical”, pretendió abrir un debate sobre la organización sindical argentina y también impulsar la atomización del movimiento a través de la representación por rama y por empresa. Sin dudas, esta ley constituyó la primera ofensiva del gobierno radical contra el movimiento obrero y fue, quizás, el principal motor de la reunificación de la CGT, que el 25 de enero de 1984 realizó la primera convocatoria en forma conjunta, llamando a una manifestación pública el 10 de febrero, como señal de oposición del proyecto mencionado. Después de haber sido aprobada en la Cámara de Diputados de la Nación, el 14 de marzo de 1985 la Ley mencionada fue rechazada en el Senado, en una de las más reñidas votaciones de su historia. La fuerte reticencia del gobierno a restituir el Convenio Colectivo de Trabajo implicó un enfrentamiento, particularmente con el Ministerio de Trabajo, pues no se comprendía la necesidad de respetar los derechos obtenidos por los trabajadores. Estos sostenían que en el caso de que fuera necesario realizar algún tipo de tipo de corrección en los mismos, primero había que restituirlos y luego, a través de paritarias, rediscutir algunas cláusulas laborales. En noviembre de 1985, ante el incumplimiento por parte del gobierno nacional de su propia ley de postergación de la vigencia de los Convenios y la negativa del gobierno provincial, se inició un plan de lucha, que coincidió con la FATLyF en una verdadera movilización social en todo el país. En el caso del Sindicato, mientras se sostenía la lucha por la recuperación del Convenio Provincial, se avanzaba en algunos acuerdos con la Empresa Provincial de Energía, lo que posibilitó recuperar algunos aspectos de gestión. Simultáneamente se realizaron movilizaciones en el marco de la provincia de Córdoba que concluyeron con una gran manifestación efectuada en la ciudad capital que partió del edificio principal de la Empresa, donde se realizó un acto en el que estuvieron presentes miembros del Secretariado Nacional. Luego se hizo una marcha hacia la Gobernación donde se logró una audiencia con el gobernador de la provincia a quien se le entregó un petitorio. El objetivo de este era que el gobierno entendiera que los derechos que habían sido cercenados por la dictadura tenían que ser reimplantados rápidamente en beneficio de los trabajadores.
Estas jornadas de lucha, que también fueron apoyadas por algunos paros técnicos administrativos, culminó, por suerte, con la recuperación de las Convenciones Colectivas de Trabajo. Finalmente, el 28 de noviembre, el gobierno provincial admitió firmar un acta que establecía la recuperación escalonada de todos los artículos del Convenio. Transcurridos casi dos años de la democracia y después de intensas luchas, el Gremio podía decir que había logrado sustantivamente la recuperación de lo que le había sido arrebatado casi una década antes: el Convenio Colectivo de Trabajo.
Capítulo 40
Central Nuclear Embalse Desde los comienzos de 1983, año en que se opera la puesta en producción de la CNEA, los trabajadores de la Central comenzaron a funcionar a través de una Comisión Interna de Delegados, cuya principal misión era la de entrevistarse con diferentes
organizaciones
gremiales
afines
a
los
efectos
de
decidir
su
encuadramiento y afiliación. Luego de realizada esta tarea, el 25 de julio de 1984 se realizó una asamblea en la cual, después de escuchar los informes sobre las gestiones realizadas y de hacer las consideraciones respectivas, se decidió mayoritariamente la afiliación al Sindicato Regional de Luz y Fuerza sede central Villa María. Por su parte, en el Sindicato se resolvió, por la misma circunstancia, afiliar a estos compañeros y se inició el trámite correspondiente en el ámbito del Ministerio de Trabajo de la Nación. Mientras tanto, y hasta que el organismo laboral dictara la resolución pertinente, la organización los asimiló en forma inmediata y transitoria. Con fecha 19 de setiembre de 1984 se concretó la designación de la primera Comisión Seccional. El Ministerio de Trabajo dictó, con fecha 27 de mayo de 1986, la Resolución DNAG Nº 32/86, por la que encuadró al personal de la CNEA en el ámbito representativo gremial del Sindicato, cumpliéndose de esta manera la formalidad, dado que la integración de los compañeros ya se había concretado. Se iniciaba así un camino de luchas y solidaridades que se expresaron oportunamente con la respuesta contundente y profunda del Gremio ante el intento privatizador de la Empresa y en la constante búsqueda del Convenio Colectivo de Trabajo propio para los compañeros de la Central.
Capítulo 41
Capacitación: la luz de la militancia El movimiento obrero descubrió desde temprano que el conocimiento era una de las claves con que contaban las clases explotadoras y que si quería luchar por sus reivindicaciones y conquistas debía capacitarse y conocer tanto o más que aquellas para hacer valer sus derechos. Era preciso desentrañar los argumentos teóricos que usaban las patronales para justificar la explotación de los obreros en todo el mundo y se abocó a la tarea de estudio y adquisición de conocimientos. Era preciso establecer claramente el lugar que ocupaban en el proceso productivo y por ende en el funcionamiento de la economía y sus leyes, tanto en cada país como en el mundo. Era preciso saber cuáles eran las leyes que regían los modelos económicos y cómo se fueron incorporando cada uno de los derechos en las legislaciones nacionales e internacionales. Nunca los trabajadores hubieran podido tener acceso a mejores y mayores niveles de bienestar si no hubiesen entendido la necesidad de adquirir conocimientos y, consecuentemente, capacitarse. Saber y conocer en dónde se está parado y en qué realidad nacional y mundial se desarrollan las relaciones laborales y humanas es requisito esencial para promover los cambios. La sola convocatoria de unirse para ser más fuertes en el apoyo mutuo y solidario, para defenderse de los abusos y para conquistar mejoras y derechos implicó un llamado inteligente y supuso información y formación. A medida que las organizaciones fueron creciendo, ya en el siglo pasado y sobre todo luego de la Segunda Guerra Mundial, la educación sindical propiamente dicha fue definiéndose mejor, abarcando temas y cuestiones precisas, respaldando un campo específico además de incorporar a su interés una serie de asuntos que, por su índole, resultaban significativos para la vida y el quehacer sindicales. Las organizaciones desarrolladas e integradas en movimientos obreros importantes, en relación con los ámbitos en que se manifestaban o manifiestan, tienen mucho que instruir y formar a sus integrantes e, incluso, allegados, estudiosos, etc., sobre la razón de ser de los sindicatos (filosofía, fundamentos, objetivos, historia) sus
estructuras y organismos, su dinámica y relaciones, derechos y responsabilidades, representatividad, gravitación, participación, proyecciones, etc. Luego de esta breve introducción, cabe destacar aquí lo realizado en ese sentido por el Sindicato Regional que comprendió también la necesidad de propiciar la capacitación de sus cuadros como manera de trasmitir los conocimientos que posibilitaran la reproducción de la organización a través del tiempo y es la luz que alumbra el camino de la militancia sindical. Totalmente concientizados de las finalidades y objetivos de este tipo de educación se decidió la elaboración de un diagnóstico o análisis en el cual se contemplaran los siguientes tópicos: cuáles eran las necesidades y falencias, reales o posibles; cuáles serían los temas y contenidos a tratar; de qué espacios físicos se disponía; cómo se reuniría la cantidad ideal de participantes, teniendo en cuenta la conformación geográfica del sindicato; cuáles serían los métodos y técnicas a utilizar; con qué recursos humanos se contaban, si con instructores, miembros del Consejo Directivo dispuestos a colaborar u otros colaboradores; de qué recursos materiales se dispondría para que la actividad resultara lo más beneficiosa y eficaz posible; qué programas se implementarían en los distintos niveles de los cursos y cómo sería una evaluación final que sirviera para que participantes e instructores pudieran apreciar, respectivamente, el grado de asimilación y la capacidad de transmitir conocimientos y experiencias. Por último, precisar si se contaba con los recursos económicos necesarios, es decir, con un adecuado presupuesto que atendiera las necesidades mínimas de lo programado para este desarrollo. Este diagnóstico o análisis permitió apreciar que las condiciones estaban dadas para encarar y desarrollar concretamente la actividad de "Capacitación Sindical" en el ámbito de la Organización y así fue que a partir de 1984 se comenzó con el dictado de cursos de distinta índole y con variada frecuencia, teniendo en mente siempre la concreción del viejo sueño de creación de la propia Escuela de Capacitación Sindical. La experiencia internacional En el aspecto internacional la Federación mantuvo, desde su constitución y a la fecha, gestiones institucionales con gremios de la actividad eléctrica de distintos lugares del mundo. Por ello, en varias oportunidades trabajadores de diversos sindicatos han sido becados para asistir a cursos de alcance internacional y también a congresos internacionales con dos motivos, afianzar la idea de la solidaridad
internacional y la capacitación mediante la adopción de conocimientos de otras experiencias. El Sindicato Regional fue designado en varias oportunidades para realizar dichas actividades, y los compañeros la representaron ante la Federación y a ella ante el mundo. Abel Capdevila, en 1965, visitó Perú, Nicaragua y Costa Rica integrando una comisión especial que tenía como finalidad sentar las bases de la fundación de la Federación Latinoamericana de Luz y Fuerza. El compañero Aldo César Serrano participó, en 1972, de un curso que se realizó en Santiago de Chile en el que se trataron temas del Movimiento Obrero Internacional, Organización del
Movimiento Obrero y Sistemas Laborales de las Actividades
Energéticas del Mundo. Más tarde, en 1981, cuando ya estaba integrando la Comisión Provisoria, fue designado representante de la Federación en la IPCTT, que es la organización internacional a la cual esta se encuentra adherida. Fue electo en Lima, Perú, titular del Comité y permaneció en el cargo, luego de varias reelecciones, hasta el año 1992. Serrano, además, fue Miembro Congresal en la OIT y representó a la Federación en varios congresos internacionales, entre ellos, en el año 1981 en Perú, y en Japón. Cumplió además otras misiones internacionales encomendadas por la Federación. Otro compañero que representó a Luz y Fuerza de Argentina en un intercambio con gremios de Luz y Fuerza de México, viajando luego a Nicaragua y Cuba, fue Mateo Massanet, en el año 1966. El compañero Luis Juan Gigante también fue nominado por la FATLyF para representarla en el Congreso Internacional de la IPCTT, realizado en Perú en marzo de 1981, y luego se trasladó a Washington, EE.UU., donde durante 60 días participó de cursos en una especie de Universidad Obrera que posee la AFLCIO. En ellos se vieron materias tales como Economía, Política Internacional, historia del Movimiento Obrero Mundial, sistema económico de EE.UU. y participación del Movimiento en política. Gigante, además, visitó la Universidad de Harvard, en Boston, donde participó de charlas ilustrativas sobre el sistema universitario y sus distintas escalas y también visitó algunas industrias en el norte de Estados Unidos. El compañero Julio Barcos fue nominado por la Federación para concurrir a un simposio de capacitación sobre empresas eléctricas que se desarrolló en Panamá hacia fines del año 1985.
El compañero José Antonio Foresto fue designado por la Federación para recorrer distintos países de Europa, entre ellos la ex-Unión Soviética, la ex-República Democrática de Alemania, la ex-República Federal de Alemania, Italia y España. En Berlín Oriental participó, con el carácter de observador, junto a otros compañeros de Luz y Fuerza de la Argentina, del XIº Congreso Sindical Mundial, llevado a cabo entre el 16 y el 22 de setiembre de 1986 –organizado por la Federación Sindical Mundial con sede en Praga, capital de la entonces República de Checoslovaquia– para conocer sobre el funcionamiento del sistema sindical en esos lugares. Esta gira duró 30 días. El Cro. Alberto Juri fue becado en l989 para viajar a Estados Unidos, donde tomó un curso de capacitación sobre el Sistema Cooperativo y Política Internacional, en lo que afecta a la sociedad en el mundo. Los compañeros Luis Rafael Sánchez y Alberto Juri asistieron, en representación del Sindicato, a un Congreso de Relaciones Laborales en el Mercosur que se realizó entre el 19 y el 22 de noviembre de 1992 en Porto Alegre, Brasil. Esta breve lista es incompleta, ya que seguramente se han omitido cursos y congresos en los cuales participaron otros compañeros del Sindicato. Pero se citaron estos a modo de ejemplo, ya que de alguna manera exponen la contribución histórica a la formación de cuadros sindicales en el orden nacional aprendiendo de otras experiencias mundiales y trasmitiendo luego ese aprendizaje en el seno de la organización.
Capítulo 42 Reconocimiento de hermano a hermano Allá en los albores de la historia del Sindicato, en los duros años iniciales hacia fines de la década del ‘40, se entendió en los sindicatos que estaban nucleados en la Federación, que había que reconocer el altruismo y la vocación solidaria y desinteresada de algunos compañeros porque es bueno que los hombres tengan, como espejos de vida y de compromiso, a quienes en cada generación señalaron el camino con humildad y generosidad, ya que fueron dignos de ser imitados por sus contemporáneos y por los que vinieron después. Pues bien, había compañeros que todos los años realizaban tareas muy meritorias en defensa de sus pares, de sus hermanos trabajadores, y esta no podía ser una cuestión anónima sino que debía de existir un reconocimiento concreto por parte de los afiliados. Si bien los compañeros directivos actuaban por vocación y dedicación, con el concepto e honrar el cargo que desempeñaba y no utilizarlo en beneficio propio, cuestión básica y elemental para cualquiera que quisiera o que quiera actuar en la actividad sindical, era preciso reconocer las acciones destacadas. En mérito a estos conceptos se coordinó que la Federación Argentina de Trabajadores de Luz y Fuerza (FATLyF), acuñara medallas que serían entregadas a los compañeros de reconocida militancia sindical, una por cada uno de los gremios federados. Con el correr de los años y allá por mediados de la década del ‘80 en el Sindicato Regional se decidió que también se instituyera la Medalla al Mérito Sindical en nombre del Sindicato, dado que la anterior era otorgada por la Federación. La primera Medalla al Mérito Sindical, en nuestro Sindicato, había sido entregada en el año 1957 a un gran luchador, como fue el compañero Ricardo Dibárbora, de la Seccional Villa María, y luego siguieron una serie de compañeros que tuvieron honrosas actuaciones, de mucho sacrificio, esfuerzo, dedicación y capacidad, al servicio de los compañeros trabajadores. En orden a estos reconocimientos, luego del proceso militar del ‘76 se dio un caso bastante atípico cuando ya los sindicatos habían normalizado su actividad como lo marcaba la Ley de Asociaciones Profesionales. El Cuerpo General de Delegados resolvió, de manera espontánea, otorgar la Medalla al Mérito Sindical a todos los compañeros del Consejo Directivo que había cumplido su mandato resistente entre los años 76 y 81 que aún sobrevivieran.
Este reconocimiento no habitual hizo que algunos compañeros que ya habían sido galardonados anteriormente con esa misma distinción por parte de la Federación tuvieran el honor de recibir dos veces el premio otorgado por sus pares, esa medalla se exhibe en la vitrina de la Sede Central. En el apéndice de documentos se transcribe el registro con la nómina de compañeros galardonados (7 - Medalla al Mérito Sindical)
Capítulo 43 Vientos privatistas Hacia fines de la década del 80, el primer gobierno democrático post proceso, había fracasado en sus intentos por resolver la cuestión social, económica y política de Argentina. Envuelto en una profunda crisis e incapaz de conducirla, abandonó el barco y dejó el camino fértil para que el neoliberalismo, disfrazado magistralmente de populismo, de la mano de Carlos Menem que prometía “revolución productiva” y “salariazo”, se hiciera cargo de los destinos nacionales. La onda privatista creció en el discurso hegemónico y, enancada en el supuesto fracaso del modelo del “Estado del Bienestar”, con las empresas estatales fogoneadas y saboteadas por los mismos que luego serían los gerentes de la ‘eficiencia’, se montaba toda una trama ideológica en la sociedad, que terminaría aceptando que la única salida viable era entregar el patrimonio nacional a manos privadas, por lo general extranjeras. Todo estaba preparado. No había desconexiones entre lo nuevo y lo viejo. La imagen de caos provocada por la hiperinflación y los asaltos masivos a los supermercados en las principales ciudades del país (que como luego se evidenció, al tapar las investigaciones que nunca llegaron a conclusiones finales, estuvieron auspiciadas y agitadas por manos negras, y si se hubiesen seguido los rastros de su financiamiento, seguramente la punta del ovillo hubiera llegado a algunos bancos y algunas cuentas cuyos propietarios eran los mismos que pregonaban el nuevo discurso), otorgaban la sensación térmica en la sociedad, adecuada para instalar con éxito el nuevo paradigma social. Ya se habló de los ideólogos y ejecutores de este macabro plan de entrega nacional. Lo cierto es que los comienzos de la década del 90, encuentra a nuestro país rodeado por los apóstoles del neoliberalismo. Todo estaba preparado minuciosamente. El andamiaje jurídico estuvo dado, entre otras, por la Ley de Reforma del Estado y en el caso particular del sector energético, por el nuevo Marco Regulatorio del Sistema Eléctrico Nacional. En este proceso se privatizaron Aerolíneas Argentinas, los aeropuertos, los teléfonos, el petróleo, los ferrocarriles, el sistema previsional, los caminos, el gas, el agua, y varias centrales eléctricas nacionales, entre otros servicios.
Los vientos privatistas y las presiones de los organismos internacionales (FMI), insistían en que había que privatizar también los servicios provinciales, incluidos los bancos. Bajo el influjo de los vientos nacionales, cae la presión sobre el gobierno de Córdoba, que al igual que el de la provincia de Santa Fe mantenía las empresas de energía y los bancos provinciales bajo la órbita estatal. El ministro Cavallo presionaba con el financiamiento y con
los fondos de
coparticipación federal y condicionaba el auxilio a la provincia con la firma del Pacto Fiscal, luego del 'efecto tequila’, para apurar el proceso de traspaso de las principales empresas provinciales a manos privadas. Bajo esa presión, el gobernador Angeloz impulsó la entrega de EPEC en concesión y para ello remitió el proyecto a la legislatura provincial, que lo aprobó y dio paso a una nueva etapa. Ante esta situación los trabajadores lucifuercistas resistieron. Junto a los sindicatos de Luz y Fuerza de Río Cuarto y de Córdoba, comenzaron una tarea de esclarecimiento a la opinión pública. El Sindicato Regional, desde la Comisión de Política Energética y apoyado por un grupo de técnicos, elaboró un informe exhaustivo sobre la realidad de las centrales eléctricas provinciales donde fundamentaba las razones técnicas y económicas por lo que era inconveniente privatizar y afirmaba que estas debían quedar en el marco del Estado provincial. Pero no fue escuchado. De todas maneras, presentó su posición, mediante expediente, al gobierno provincial, sentando precedente. Innumerables gestiones y reuniones con legisladores, funcionarios y hasta el mismo gobernador, resultaban infructuosas. La acción continuó en el plano de las movilizaciones, concentraciones, acciones gremiales
y paros por turnos, lucha activa que duró más de 45 días. Pero la
decisión estaba tomada y se avanzaba en un solo sentido. Todo esto alcanzó para que el proceso privatizador no se trasladara a todo el ámbito de la Empresa. Luego, lamentablemente, el gobierno puso en marcha lo que era el principio de las privatizaciones y esto abarcaba parte de la generación térmica, particularmente el caso de las centrales Pilar y Sudoeste, esta última en jurisdicción del Sindicato Luz y Fuerza de Córdoba. Este proceso siguió adelante, ante la gran ebullición pública que habían producido las movilizaciones gremiales.
Es necesario recordar que esta lucha sirvió para que se modificaran los pliegos originales de bases y condiciones, a través de los cuales se estableció la garantía de aplicación del Convenio Colectivo de Trabajo y los derechos sociales de los trabajadores a los compañeros que fuesen transferidos. En este sentido, la empresa que resultó preadjudicataria, el grupo BAYCO, al mantener reuniones con algunos delegados de la central Pilar, prometió respetar estas garantías laborales existentes. Esto trajo un poco de alivio a los compañeros que veían con cierta desazón su futuro porque, lamentablemente, en manos privadas el mismo estaba plagado de riesgos. Porque más allá de lo que estuviera establecido en los pliegos, lo que había sucedido en otras experiencias del país generaba muchas dudas. Se realizó, por parte del gobierno provincial, la preadjudicación y no se llegó a firmar el contrato. Sucedió que en el intervalo entre la preadjudicación y la firma del contrato, se debía presentar toda una serie de documentación legal para cubrir los requisitos del pliego. Esto no se cumplió y lo que en definitiva quedó demostrado fue que la empresa adjudicataria, no era lo suficientemente solvente como para entregarle el patrimonio de las centrales de propiedad de la Provincia para la explotación. En virtud de esta situación, la Legislatura de la Provincia, obviamente con instrucciones de la gobernación, dio por anulada la licitación. Concluía de esta manera la primera experiencia frustrada en el intento de privatizar parte o toda la Empresa Provincial de Energía y abría caminos hasta entonces insospechados.
Capítulo 44 El gran debate Podemos decir que uno de los signos distintivos de la década del noventa fue el gran debate sobre las privatizaciones, que desde sus inicios y hasta su conclusión marcaron a fuego la historia nacional, porque ellas fueron una de las caras más vergonzosas de la entrega del patrimonio de los argentinos. Todos los estamentos sociales se sumaron a la discusión acerca de las bondades o inconveniencias de privatizar las empresas del Estado. Y cada polémica ejerció influencias determinantes sobre las instituciones y organizaciones que fueron protagonistas e indefectiblemente sobre los integrantes de las mismas. El Sindicato Regional no faltó a la cita en ese parlamento social, de todos los debates y sus consecuencias. En todos los frentes, en todos los tiempos, sostuvo las banderas nacidas de las bases al calor de jornadas memorables de participación democrática del conjunto del cuerpo gremial. Cada una de las instancias orgánicas del Sindicato fue escenario propicio y fértil. En las seccionales y subseccionales, en la Comisión Directiva y en el Cuerpo General de Delegados, se generaban ideas, discusiones y propuestas, que nutrían la línea directriz de los trabajadores, de la militancia y del conjunto de afiliados al gremio lucifuercista. Resistir, rechazar los modelos neoliberales de dominación y entrega que propuso el menemismo en el poder fueron las consignas principales que marcaron severamente los rumbos y que quedaron testimoniados en cada despacho del Cuerpo General de Delegados y en la propia opinión pública. Los trabajadores elevaron su voz inquebrantable e insobornable en el ámbito nacional de la Federación y ante las claudicaciones éticas y morales, reclamaron firmezas resistentes y obtuvieron sanciones excluyentes. Pero no bajaron jamás las banderas de la dignidad nacional y de la defensa de las fuentes laborales. Estaba en discusión la Nación misma y su destino, y desde esa comprensión se articuló toda la representación gremial. Golpearon las puertas y las conciencias que pudieron con sus argumentos y posiciones, también en el Poder Ejecutivo Nacional, en el Ministerio de Obras y Servicios Públicos de la Nación y en el Parlamento Nacional.
Y en la geografía provincial, en los paisajes cotidianos que se pensaban excluidos de la contienda, hubo que vérselas primero con el Anteproyecto de Reforma de la Empresa Provincial de Energía y después con la ley de concesión de las centrales térmicas y el Nuevo Marco Regulatorio de Energía de la Provincia impulsados por el Gobierno provincial para otorgar el marco jurídico que se adecuara a los designios de las políticas imperantes en la Nación. En el medio de ellos, los intentos privatistas de EPEC, Agua y Energía Eléctrica y de la Central Nuclear de Embalse permitieron escuchar el tum tum de los tambores y desde lo más hondo de las dignidades, apareció un conjunto fervoroso de hombres, que desde la integridad como bandera y la militancia como acción, hizo sentir con diversas suertes, las voces de las más firmes disidencias.
Capítulo 45 Conflicto con la Federación: dos miradas distintas Culminaba la década de los 80 y el gobierno radical, impotente para resolver los problemas económico sociales y con la ayuda de factores de poder que permanecían intactos esperando su momento, cayó por su propio peso y obligó al Dr. Alfonsín a entregar de manera anticipada la presidencia de la Nación a quien había resultado electo en las elecciones del 14 de mayo de 1989, el Dr. Carlos Menem. En el último tramo de su gobierno, el radicalismo ya había esbozado la idea privatista pero diversas razones, entre las que se encontraban la fuerte resistencia de los trabajadores y la oposición del peronismo en el Congreso Nacional, habían impedido el avance y la concreción de la más brutal entrega del patrimonio argentino que ejecutaría de manera magistral el gobierno que lo sucedió en la década que se iniciaba. La hiperinflación y los saqueos masivos a supermercados en las principales ciudades del país generaron una sensación de asfixia social que fue el fundamento de miedo sobre el que se montó Menem, de la mano del entonces ministro de Economía, Dr. Domingo Cavallo, como ideólogo y ejecutor principal del modelo neoliberal. José Roberto Dromi, ministro de Obras y Servicios Públicos, fue el encargado de elaborar la Ley de Reforma del Estado con los fundamentos teóricos del despojo, para sacar la aprobación, sin debate, de las leyes que constituirían el andamiaje jurídico de la entrega. Se abría en Argentina un debate ideológico y político y del que no quedaría exenta la Federación. En un principio pareció que no iba a ser tocado el caso puntual de la energía pero con el correr del tiempo se verificó que las empresas eléctricas estaban también en la mira, tal cual lo acontecido con el resto de los servicios que prestaba el Estado. Este proyecto privatizador de la energía, comenzó
con la instalación del nuevo
marco regulatorio para el sistema eléctrico en la Argentina, y a pesar de estar el Sindicato, a través de las Secretarías Gremial y de Política Energética, trabajando bastante junto con compañeros de otros sindicatos y la propia Federación sobre este tema, y de los ingentes esfuerzos realizados para mantener una mirada común y
consensuada sobre él, se abrirían inexorablemente caminos distintos, por donde transitarían sendos sectores internos de la Federación. Las privatizaciones se venían y era preciso establecer estrategias de resistencia. Las distintas interpretaciones sobre la forma cómo encarar la nueva realidad determinó enfrentamientos irreconciliables en el seno de la organización madre. Un grupo sostenía que era preciso adoptar actitudes de resistencia, a sabiendas de que por más que el gremio aplicara toda su fuerza sería muy difícil detener el proceso, pero conscientes también era necesario hacer algo para mitigar la dureza del mismo. Otros pensaron que podían defender las fuentes de trabajo aceptando las imposiciones del modelo. Y precisamente allí residía una fuerte discrepancia del Sindicato Regional, cuyo pensamiento era compartido por un núcleo importante de otros sindicatos, que en su momento llegó a ser mayoría dentro de la Federación. Estas discrepancias, junto con las ya mencionadas referente a la imposibilidad de lograr cambios importantes en el estructura de funcionamiento de la Federación, conllevó a momentos de enfrentamientos filosóficos entre un grupo de sindicatos, entre los que se enrolaba el Sindicato Regional, y otro grupo que daba una apoyatura muy firme al Secretariado. Esto produjo una gran crisis en la conducción del Secretariado y la mayoría de los sindicatos entendió que para concluirla había que producir la acefalía del mismo y llamar nuevamente a elecciones para, así, poder definir qué idea, qué pensamiento, conduciría los destinos de la Federación. Para elegir las autoridades que conformarían el nuevo Secretariado que concluiría el mandato del que renunció, el 16 de diciembre se realizó en Mar del Plata un Congreso que, si bien se efectuó conforme lo establecen formalmente los estatutos, no fue muy adecuado en sus metodologías, pues se aplicaron algunas políticas de coerción a los sindicatos. En la historia de Luz y Fuerza se han podido presenciar debates espectaculares sobre política del movimiento obrero o política energética. Quizá los más memorables hayan sido los que sostenían animadamente el compañero Taccone, que era el Secretario General del Sindicato de Capital Federal, y el compañero Agustín Tosco, que tenía en más de una oportunidad opiniones fuertemente disidentes y sin embargo se realizaban estos debates importantes en el marco de la democracia sindical que siempre caracterizó a Luz y Fuerza.
Lamentablemente, en esta oportunidad, las autoridades que manejaban las deliberaciones del Congreso implementaron algunas medidas que impidieron el acceso de los sindicatos que estaban en discrepancia con la política que en ese momento fijó el otro grupo. Esto no estaba dentro de la trayectoria democrática que siempre caracterizó a la Federación. A partir de esta situación, todos los representantes del Sindicato Regional en la FATLyF caducaron en su mandato y regresaron a la sede. Cada uno se reintegró en sus funciones de apoyatura al Consejo Directivo de aquellos tiempos y a trabajar dentro del marco del gremio. Como correspondía, la Organización siguió inserta en el marco de la Federación respetando las normas estatutarias, por más que proseguía con la firme convicción de que había políticas que no estaban en el camino adecuado. Así se siguió andando, y con el tiempo se demostró que la política aplicada por aquella ‘mayoría’, no fue de las más adecuadas para impedir, ni tan siquiera moderar, el tremendo proceso privatizador que desgarró a las empresas eléctricas y conllevó a que miles de trabajadores del sector, con cesantías encubiertas a través de un sistema indemnizatorio, perdieran su trabajo. Miles de compañeros hoy todavía se encuentran en condiciones paupérrimas de vida, sin trabajo y sin destino, gracias al modelo neoliberal que se aplicó en nuestro país. Finalmente, es necesario decir que en más de una oportunidad se estuvo muy cerca de encontrar una salida a este conflicto filosófico entre distintas posturas pero, porque quizá no existió la suficiente inteligencia de ambos sectores en pugna, no fue posible llegar con éxito a un acuerdo de unidad que hubiera permitido un acercamiento en las posiciones y no haber pasado por momentos tan difíciles como los que se vivieron. Un párrafo especial merece el recuerdo del compañero Julio Armando Barcos, a quien el Sindicato tuvo la desgracia de perder cuando realizaba estas gestiones. Un compañero de gran valía, que en la práctica, junto al Secretario General, constituía la voz representativa de la Organización sindical en todo ese proceso. Barcos perdió la vida precisamente en un viaje que realizaba hacia la Capital Federal para continuar con reuniones que posibilitaran un acercamiento de posiciones a estas divergencias que existían, fundamentalmente por el esquema de las privatizaciones.
Capítulo 46 Una nueva resistencia Estudios técnicos y propuesta En la primera etapa de resistencia a la privatización de las centrales, más allá de la continua gestión que se realizaba en el ámbito de la Empresa y el Gobierno para frenar esta situación, el Sindicato decidió realizar un estudio técnico. Para ello contó con la inestimable colaboración de compañeros del área de Política Energética, de compañeros técnicos de la central y de tres profesionales de la provincia de Córdoba, conocedores de cómo funcionaba el sistema eléctrico de la provincia y el sistema nacional, y el futuro que este sistema podía tener. Además y por sobre todas las cosas estaban consustanciados con la filosofía de las empresas del Estado. Ellos brindaron una inapreciable apoyatura para poder realizar un trabajo técnico-económico que luego se presentó al Gobierno de la Provincia de Córdoba. Se decidió que fuera a través de un expediente, para que tuviera el tratamiento que correspondía y para dejar sentado como precedente cuál era nuestra opinión, más allá de lo que políticamente pudiera acontecer. Lo importante de este trabajo es lo que habían hecho en este aspecto, los trabajadores técnicamente, quienes, en general, están capacitados para opinar sobre cómo pueden ponerse en orden de funcionamiento los equipos o cuál es la mejor manera de moverse técnicamente dentro de la central. Pero desde el punto de vista económico financiero se requería apoyatura de gente que conociera realmente cómo es este tema que, además, se había tornado muy complejo debido a la modificación del marco regulatorio. Por eso, el Sindicato les brindó a estos profesionales toda la información que requerían y armaban todo el proceso técnico económico con las posibilidades de despacho, junto a las inversiones que había que hacer para poner en orden de funcionamiento, en este caso en particular a la Central Pilar. Cuál era el futuro técnico-económico y las reinversiones que debía hacer esta central conforme lo que los estudios habían planteado. Inviabilidad Los estudios que se realizaron estaban básicamente orientados al proyecto de mantener la central Pilar en el marco de la Empresa, pero para ello había que tomar importantes decisiones políticas para, particularmente, sacarla de la terrible
burocracia de controles que tenía, tanto de la Empresa como de áreas del propio Gobierno, que hacían inviable el manejo de la central. La más simple contratación o reparación, en muchos casos absolutamente necesarias en forma perentoria para readecuar el funcionamiento de algunos equipos, requería de lapsos de 60 a 90 días hasta poder concretar las compras o autorizar los gastos necesarios. Esto implicaba máquinas fuera de servicio con fuertes pérdidas de ingresos para la empresa. Entonces, era absolutamente necesario independizarla de la burocracia de la EPEC. Con este trabajo se pudo demostrar que el precio base que había fijado el Gobierno provincial en las bases de la licitación, que era de 38 dólares por cada megavatio, era muy superior al real ya que, siempre de acuerdo al estudio, este costo con rentabilidad era 32 dólares. Obviamente, se puede vislumbrar que la empresa que ganara la licitación, si tomaba el precio testigo fijado, iba a obtener enormes ganancias. Ocurrió que esta presentación nunca fue estimada ni desestimada por el Gobierno de la Provincia y solamente en virtud de que el Sindicato había hecho una gran difusión pública de sus posiciones se dieron algunos debates públicos con autoridades de la EPEC, incluso en una oportunidad con su presidente, que por ese entonces era el ingeniero Fernando Torres Crespo. Ante los puntos de vista sostenidos por el Sindicato el presidente de EPEC manifestó que el enfoque y las estimaciones estaban equivocadas, pero en ningún momento pudo demostrar que existía error alguno en los cálculos que exponía el Sindicato. Si bien toda esta acción técnica de esclarecimiento no fue suficiente y el Gremio mantenía en paralelo todo un plan de movilización, con paros por turnos y con concentraciones que se realizaron en la ciudad de Córdoba en la intersección de las avenidas General Paz y Colón, con apoyatura de sectores del movimiento obrero de la ciudad de Córdoba y movilizaciones en Villa María, en Bell Ville, en La Falda, el Sindicato sabía que si estas privatizaciones se concretaban, los trabajadores afectados iban a quedar sometidos a un régimen de trabajo realmente terrible. Ya se tenía la experiencia de lo que pasaba en el ámbito de otras empresas del país. Por ello, junto con todas estas movilizaciones el Sindicato continuó realizando gestiones tendientes a detener el proceso, cosa que no se veía muy simple. Pero se conquistó un pequeño pero importante paso, que fue lograr que se cambiaran los Pliegos de Bases y Condiciones en lo que particularmente se refería a las obligaciones de la
futura concesionaria con relación a los derechos de los compañeros trabajadores y a la aplicación del Convenio Colectivo de Trabajo y demás derechos sociales. Por lo menos, las medidas de fuerza y toda esa movilización, con centenares de compañeros que se trasladaban por la geografía de la provincia, con esclarecimiento en cada comunidad donde se hacían actos, sirvió por lo menos para encuadrar dentro de la ley, aunque sea dentro del marco de una empresa privada y dentro de los derechos que en ese momento tenían, a los compañeros trabajadores que en este caso pudieran estar abarcados por las privatizaciones. Quizás, desde la perspectiva histórica, lo que se menciona puede parecer pequeño, pero no lo es si se lo compara con lo que sucedió en el orden nacional, porque en definitiva lo que el Sindicato, y aquellos enrolados en la “Línea Nacional Cro. Julio Barcos” sostenía, era realizar una acción en el marco de la Federación, para que si no fuera posible el proceso de las privatizaciones, cuanto menos se lograra que los derechos de los trabajadores fueran respetados y no se cayera en el sistema de indemnizaciones, con todas las secuelas que ello implica, como lamentablemente después aconteció. No se puede precisar si la acción realizada en Córdoba hubiera sido exitosa en todo el país, pero no hay ninguna duda de que era necesario hacerla.
Capítulo 47 Nace un desafío Los primeros intentos de privatización de las centrales térmicas de la Provincia de Córdoba, habían fracasado. El Sindicato Regional tenía el deseo y alguna esperanza de que no continuaran, pero sabía que debían mantener la guardia levantada, pues las presiones internacionales, particularmente del FMI sobre el Ministerio de Economía, por compromisos que habían sido asumidos en el sentido que EPEC se privatizara, aunque sea parcialmente, aún existían y continuarían firmes. El gobierno cordobés se sentía asfixiado y entendía que algo debía entregar, aunque buscaba que fuera con modalidad propia y que los oferentes fueran preferiblemente cordobeses. Coincide con este criterio el hecho que, por aquel entonces, un sector del cooperativismo eléctrico provincial comenzó a hacer gestiones y a peticionar la entrega en concesión de la central Las Playas, ubicada en Villa María. Los cooperativistas habían avanzado mucho en las gestiones, y era posible que hubiera algunos compromisos con algunos sectores del gobierno para viabilizar este petitorio, pero el Sindicato ejerció una fuerte oposición. Como se mencionó anteriormente, ya había resistido el primer intento de privatización y realizado un estudio económico técnico profundo y serio para demostrar las desventajas de privatizar o concesionar en esas condiciones. Aquél trabajo, que en su momento no fue considerado, comenzó a estudiarse y a sorprender por su exactitud y corrección. Transcurrido un tiempo, el Gobierno de la Provincia citó al Sindicato y le transmitió al compañero Secretario General y al compañero que lo representaba en el área de Política Energética que, si bien la primera etapa del proceso privatizador de las centrales había fracasado, el Gobierno tenía que seguir adelante, y en virtud a la gran resistencia que había ofrecido el Gremio y al trabajo realizado en ese momento (que había llamado la atención por la calidad del mismo, donde se rebatía la posición del Gobierno en cuanto a cómo se podía seguir explotando la Empresa y también considerando que el sector cooperativo había expresado que ellos se encontraban en condiciones de tomar en concesión la central Las Playas), ofrecía al Sindicato y a las Cooperativas de la Provincia de Córdoba, que se hicieran cargo de todas las centrales térmicas del interior de la provincia.
El gobernador expresó, en esa instancia, que esta era una alternativa que no era vista con malos ojos por el poder económico, por más que no la compartían mucho, pero que era una alternativa para demostrar que algunas estructuras de la Empresa se iban a modernizar o fundamentalmente salir del área estatal, que ellos consideraban que le daba pérdidas. Estas últimas expresiones del gobernador Angeloz no fueron compartidas pero, en definitiva, era la presión del Gobierno. Los compañeros representantes del Consejo Directivo que acudieron a esta audiencia volvieron con la novedad al Sindicato donde informaron al Cuerpo General de Delegados, que a su vez hizo un análisis pormenorizado de la situación. Además, a posteriori, se consultó la opinión de los propios compañeros directivos de la seccional Pilar y finalmente se consideró que ante la amenaza de que este proceso no funcionara conforme lo que ofrecía la Provincia, y pudiera ponerse en marcha nuevamente el esquema privatista, y que más allá de todas las dificultades que pudieran existir, era una alternativa válida para superar el problema de los compañeros trabajadores. Obviamente, a las cooperativas les dijeron lo mismo: "si ustedes son capaces de manejar el sistema pónganse de acuerdo con el Sindicato y administren todas las centrales". Rápidamente, el Consejo Directivo tomó contacto con la gente de UCELCA, FACE y FECESCOR y luego de varias discusiones, ya que no era tan fácil empalmar un sistema de conducción en sociedad con el sistema cooperativo, se llegó a la conclusión de que el desafío valía la pena. Y lo valía porque en primer lugar, como Sindicato, se debían asegurar las fuentes de trabajo y los derechos plenos de los compañeros trabajadores, y segundo porque las cooperativas iban a asegurar en el marco de la Provincia de Córdoba, una buena generación de energía, porque también a ellos desde el punto de vista económico, en virtud de cómo se maneja todo el sistema energético, a la larga o a la corta, les iba a redundar en importantes beneficios. Tomada la decisión e iniciados los trámites finales de estudio técnicos, económicofinancieros, el Sindicato volvió a poner en marcha la Comisión de Política Energética, volvió a convocar a los tres prestigiosos profesionales que los habían asesorado en el primer proyecto que se presentó por el caso de la central Pilar, donde únicamente se hicieron algunos ajustes, por lo que significaba la incorporación de Villa María y General Levalle, no previsto en el estudio inicial.
Aceptado el tema por parte de los cuerpos orgánicos del Sindicato y por parte de las cooperativas, en reunión entre ambas partes con los asesores contables, legales y técnicos que ya se habían designado, se estudió cuál era la base jurídica sobre la cual había que armar la empresa y cuál sería la mejor salida para este tema, conforme a las exigencias jurídicas sobre cómo debía estar armado el esquema expresadas en lo que fue el Pliego de Bases y Condiciones. Fundamentalmente, el Gobierno insistía en que la estructura jurídica que se adecuaba a los requerimientos de la política de la Provincia que era trasladada a la EPEC, era una Sociedad Anónima. Este tema se aceptó así, finalmente, se estudiaron los pro y los contra de este sistema y se decidió que la estructura jurídica de la futura empresa estaría sentada sobre las bases de la Sociedad Anónima, cuyas acciones iban a corresponder en un 51% al Sindicato, y el 49 % restante quedaría distribuido en el sector cooperativo. Finalmente se decidió que el nombre que se le iba a dar a esta empresa, esta sociedad sindical-cooperativas, sería el de Generadora Córdoba Sociedad Anónima. Nació así un nuevo desafío en la historia del Sindicato, porque a partir de ese momento se debía demostrar y debía demostrar a todos que los trabajadores eran capaces de conducir los destinos de una empresa de la economía solidaria de alto valor estratégico en la Provincia de Córdoba.
Capítulo 48
GENERADORA CÓRDOBA: PASO A PASO Ya fijadas las bases jurídicas de la constitución de la nueva empresa, comenzaron las reuniones técnico-económicas con los representantes que nombró EPEC, constituido por un comité de gerentes con representación del Ministerio de Obras Públicas de la Provincia. Las bases técnicas ya estaban establecidas en oportunidad de la fallida adjudicación al grupo BAYCO, pero había que adecuarlas a las nuevas estructuras, a partir que se le anexaban las centrales Las Playas y General Levalle al esquema Pilar, excluida la central Sudoeste. Sobre estas condiciones se produjo el comienzo de las discusiones. La representación de la GECOR S.A. estuvo investida por el Sindicato a través de los compañeros que trabajaban en el área de Política Energética, que informaban permanentemente a la Secretaría General. También, cuando había temas que se consideraban muy complicados, se establecían consultas con el Consejo Directivo. Debemos decir que las gestiones fueron largas, porque la representación de EPEC buscaba las mejores condiciones en los términos tanto desde el punto de vista técnico como económico. En cambio el Sindicato, como GECOR, se ubicaba en una posición que fuera positiva tanto para una parte como para la otra (llámese EPEC o GECOR). Más tarde, los estamentos de la EPEC y del Ministerio de Obras Públicas comprendieron esta situación, más allá de algunos chisporroteos que se armaban con representantes del comité de gerenciamiento, que estaban influidos por una situación de bastante antipatía hacia que la Empresa entregara a los trabajadores y las cooperativas en concesión estas tres centrales. Luego de una gestión de más de sesenta días se acordaron las bases finales del pliego con la aprobación por parte del presidente de la Empresa, el Ministro de Obras Públicas e, indudablemente, del Gobernador. La firma del Pliego de Bases y Condiciones fue el primer paso concreto hacia el otorgamiento de la concesión. La discusión del precio La representación de GECOR la ejercía el Sindicato en las discusiones técnicas, por la simple razón de que, en definitiva, las bases de este proyecto fueron todo el
trabajo técnico y económico que en su oportunidad había realizado el Sindicato para fundamentar la oposición a la privatización de la entidad. No obstante, hay que ser absolutamente justos. A medida que iban avanzando las gestiones por el tema del pliego se mantenían también contactos con los representantes de las cooperativas para ir informando el avance y el desarrollo de las discusiones. Fundamentalmente, esto se hizo cuando llegó el tema de la fijación final del precio, cuando sí hubo una negociación muy ardua, porque cada cual buscaba su conveniencia. Por más que el Gremio creía que el precio fuera provechoso para ambas partes, se encontraba distante con lo que pretendía la Empresa. Entonces se tornó muy complicado llegar al valor que se fijó como base de la concesión, que fue de $ 35,64 por el megavatio/hora, de los 200 megavatios/hora que se trataron. Con respecto a este tema, es muy importante recordar que con anterioridad el Sindicato había señalado el error que estaba cometiendo el gobierno cuando fijaba un precio base de $ 38,00 con motivo de la primera concesión fallida, que era solamente por la central Pilar. Centrales por tres Es preciso señalar que ahora se trataba de tres centrales y que la única que producía superávit, cuando generaba, era la central Pilar. Villa María y General Levalle, por tener máquinas de un alto consumo específico y muy poco despacho, son centrales deficitarias y entonces EPEC las incluyó dentro del marco del pliego por que las necesitaba, fundamentalmente, por aspectos técnicos de distribución en la provincia y esto significó una situación de esfuerzo económico por la Generadora Córdoba S.A., porque la base del contrato que quería el Gobierno estaba planteado así. Hay que recordar que en aquella oportunidad se había fundamentado $ 32,00 o sea que, en la práctica, con algo más del diez por ciento del precio total se absorbían las centrales, Pilar, Villa María y General Levalle, y se mejoraban las condiciones de reparaciones que EPEC había exigido en el anterior pliego. De esta manera quedaba demostrada la seriedad del trabajo inicial que se presentó ante el Gobierno de Córdoba hacia principios de la década del 90.
Capítulo 49 LOS TRABAJADORES Y LA ECONOMÍA SOLIDARIA Las ventajas surgían nítidamente para el Gobierno de la Provincia con esta concesión, pues su objetivo era firmar con Generadora Córdoba al mismo precio del mejor contrato que por aquel entonces tenía por el suministro de energía, y que era el que le brindaba la central hidráulica El Chocón. Con la diferencia ventajosa, que en este caso le quedaba un esquema bien administrado, que finalmente mantenía las centrales dentro del control de EPEC. Estaba bien claro, sustituía la compra de energía a una central hidráulica como era El Chocón
por el funcionamiento de centrales de generación térmica propias,
asegurándose la reparación de todas las máquinas. Y esto casi al mismo precio que venía pagando. Reparaba las máquinas que estaban, prácticamente, en un cincuenta por ciento fuera de servicio y consolidaba hacia el futuro su explotación, dentro de los marcos técnicos que determinan los fabricantes de los equipos. A partir de esto, es posible comprender la magnitud de la ventaja que tenía en aquel momento, fines del 94 y comienzos del 95, el contrato que firmaba EPEC con Generadora Córdoba S.A., más allá de que esto fue combatido políticamente por los mismos sectores del Sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba que desde el ideologismo tildaron esto como un gran ‘negociado’ entre el Sindicato y las cooperativas. Esos mismos compañeros habían compartido la lucha de 1992, lucha que luego abandonaron,
porque arreglaron la transferencia del personal de la
central Sudoeste a la Administración Central de EPEC. Pero, en todos los emprendimientos, una cosa es lo que ocurre cuando se hace un proyecto planteando en base a las hipótesis del mercado y otra cuando se lo hace en base a un trabajo a diez años. La rentabilidad que daba este proyecto era, en valores constantes, de 1,5 millones de dólares por año. Esta era la realidad irrebatible de este proyecto. Luego se dieron otras condiciones en el país, que en aquel momento ninguno de los estudiosos del sistema energético argentino preveía que pudieran acontecer, tal como ocurrió con el mejoramiento de la relación costo de generación y precio de venta. Pero todas estas consideraciones se realizaron una vez que se había firmado el Pliego de Bases y Condiciones, cuando lo que quedaba era la firma del contrato
definitivo, con la aprobación de todos los estamentos políticos del Gobierno y la Legislatura y, después, la toma de posesión de las centrales. El ‘efecto tequila’ ¿Qué ocurrió en ese ínterin? Se produjo la gran crisis mejicana conocida como el ‘efecto tequila’ y que generó una situación en el mercado financiero latinoamericano muy complicada. A Generadora Córdoba S.A., que tenía que lograr una garantía de nueve millones de dólares, se le complicó enormemente la situación puesto que en las condiciones que estaba el país y que estaba Latinoamérica no había entidad bancaria que diera un aval de este tipo, partiendo de la base que una garantía de nueve millones de dólares tenía que estar avalada por la casas matrices de los bancos, que precisamente no estaban instaladas en Latinoamérica. Hubo que realizar arduas gestiones donde tuvo una destacada participación el compañero Aldo Serrano, por aquel entonces Secretario General del Gremio, que trabajó en el marco político y empresario para ver cómo se podía superar este tema. La solución no aparecía a nivel bancario, entonces se resolvió con un cambio en el Pliego de Bases y Condiciones, en el que se sustituía el aval de los nueve millones de dólares con una garantía técnica cubierta por compañías de seguros de primer nivel con respaldo internacional. Una vez logrado este acuerdo fue necesario modificar la ley que regulaba la concesión que ya estaba sancionada y luego se podría concretar la firma. En este lapso ya había concluido su mandato el gobernador Angeloz y había asumido el doctor Mestre, por lo que se debió realizar una nueva gestión política, muy trabajosa, nuevamente a través del Secretario General del Sindicato, para lograr que el nuevo gobierno se aviniera a la firma del contrato. Por más que sea difícil de explicar, y más allá de que hayan sido gobiernos del mismo signo político, entre el doctor Mestre y el doctor Angeloz había distintas filosofías en algunas cuestiones de gobierno. Toma de posesión Finalmente, a fines de 1995 se firmó el contrato de concesión y el 1º de febrero de 1996 se produjo la toma de posesión de las centrales. Comenzó así todo el proceso largamente conocido por todos, a la luz de los resultados, lo que ha sido y es hoy Generadora Córdoba S.A.
Los primeros representantes del Sindicato en el Directorio fueron los compañeros Aldo César Serrano, como Presidente; César Hugo Hernández y Rodolfo Alberto Marino, como Directores Titulares y Oscar David Henares, Héctor Pagani y Osvaldo Juan Rincón como Directores Suplentes.
A su vez, en el área Técnica, como
Coordinador General, y apareciendo con la figura de Asesor Técnico, el Sindicato designó para esta función a un compañero jubilado, el compañero Luis Juan Gigante.
Capítulo 50 LA MARCHA Y SUS CAMBIOS La Empresa, ya dentro del presente, tuvo una marcha realmente positiva, donde hay que destacar el esfuerzo de los trabajadores que comprendieron que para mantener su fuente de trabajo, la única alternativa válida que existía en aquel momento era la concesión de las centrales, y para que esto se mantuviera había que cambiar la mentalidad en cuanto a la ejecución de las tareas. Sin dudas, la necesidad del cambio de actitud fue comprendida perfectamente por los trabajadores y hubo un desarrollo muy bueno, cumpliéndose las funciones con un gran esfuerzo y dedicación para que la Empresa saliera adelante. La Empresa ha tenido una marcha positiva en lo económico y en lo técnico. Se cumplieron acabadamente las condiciones que fijaba el pliego en cuanto a reparaciones, que estaban establecidas en un monto de veinte millones de dólares, que además, por cuenta y riesgo propios, produjo una importante modernización en los equipos. El resultado final de esta gestión es inapelable. En las cuestiones estadísticas que maneja CAMESSA, con todo el sistema puesto en funcionamiento a pleno, la Generadora Córdoba S.A. ha sido, durante los años 2000 y 2001, la empresa de generación eléctrica que tuvo mayor disponibilidad de equipos al servicio del mercado eléctrico argentino, si se la compara con otras empresas con máquinas de la misma tecnología. Es de destacar también la correcta administración que han ejercido los directorios que se sucedieron y la inestimable colaboración y tarea que desde asesores, gerentes y el personal de las áreas, han brindado a Generadora Córdoba S.A.. Generadora Córdoba es, quizás desde el punto de vista cualitativo, el desafío más importante de la historia del Sindicato Regional. Pero en este caso fue algo más que eso. Fue demostrar la capacidad de gestión de los trabajadores de una empresa de la economía social y solidaria. No hay registros en toda Latinoamérica de otra empresa generadora de energía gestionada por trabajadores. A pesar de la incomprensión de algunos, Generadora Córdoba fue la opción que tuvo el Sindicato Regional de Luz y Fuerza Sede Central Villa María en un momento de la historia y la asumió con valentía. Hoy es un ejemplo de eficiencia y de transparencia, por lo que sus trabajadores, lejos de asumir de manera vergonzante
que son sus dueños, deben hinchar el pecho y estar orgullosos de ser protagonistas de este maravilloso reto.
Capítulo 51 LAS LUCHAS DE LOS 90 Si bien es cierto que la década de los 90 estuvo signada principalmente por la lucha en contra de la privatización de la EPEC, en sus diversas facetas, no menos verdadero es que el Sindicato no desatendió, en ese lapso, ningún frente. En todas y cada una de las nutrientes del Gremio, se produjeron conflictos y allí se estuvo presente. Algunas particularidades en EPEC, la privatización de Agua y Energía Eléctrica, los intentos con la Central Nuclear de Embalse y el desconocimiento del CCT 36/75 en el Area Cooperativas fueron los escenarios en donde se desenvolvieron las luchas gremiales y políticas de la década. Particularidades en EPEC Reestructuración – Retiros Voluntarios Luchar también es debatir, proponer, dialogar, disentir, aportar. Este fue el caso en relación de la rica discusión que tuvo lugar durante el año 1998, cuando se planteó la necesidad de reestructurar la Empresa Provincial de Energía. Por un lado, la Secretaría de Energía de la Nación había fijado nuevas reglas de juego en el escenario nacional con la intención de reducir costos en el sistema eléctrico, planteando la entrada en vigencia de un nuevo cuadro tarifario a partir del año 2000. Sin
dudas, buscaba también la desintegración de la unidad de negocio que
significaba y significa EPEC al disponer la separación de la generación, trasmisión y distribución de la energía eléctrica. Por otra parte, la misma realidad de la Empresa exigía de una nueva estructura de funcionamiento que se adecuara a las nuevas condiciones y que normalizara el funcionamiento de la misma haciendo caducar la intervención. En virtud de ello, los tres Sindicatos de Luz y Fuerza de la Provincia (Córdoba, Río Cuarto y Villa María), habían elevado al Poder Ejecutivo una propuesta de reestructuración de la Empresa, reclamando la conformación de una mesa de trabajo en donde estuvieran representados los trabajadores. La mesa llegó a conformarse, pero simultáneamente el Gobierno implementó los retiros voluntarios, medida a la que los tres gremios se opusieron, por considerar
que toda innovación que se hiciese en los planteles del personal, antes de concretar la reestructuración, era perjudicial para la Empresa y para los trabajadores. Finalmente, los retiros se concretaron en un número aproximado de 700 compañeros. Pero más allá de eso, es importante dejar sentado que el Sindicato fue un protagonista vivo en cada uno de los temas que históricamente afectaron a los trabajadores. Actualización de la BAE Por otra parte, en la misma Empresa Provincial de Energía se mantenía un diferendo a causa de la actualización del 60% de la BAE (Bonificación Anual por Eficiencia) del año 1990, que estaba pendiente de pago. Por este tema se había tenido que recurrir en primera instancia al laudo arbitral del Departamento Provincial de Trabajo y finalmente el Ministerio de Trabajo quien, en virtud de la justicia del reclamo, resolvió a favor del Sindicato. Esta situación tuvo distintos vaivenes por el protagonismo que le cupo a los compañeros del Sindicato de Córdoba, cuya intervención puso los reclamos en dificultades e hicieron quedar mal a la organización gremial, todo lo cual quedó desvirtuado con la intervención y resolución posterior a favor del Gremio. En este punto, de dable resaltar que, de una u otra manera, el tema de la BAE ha sido recurrente durante el transcurso de estos años puesto que vuelve a aparecer varias veces durante la década, ya sea por necesidad de actualización o por demoras en la efectividad del pago.
Capítulo 52 Agua y Energía Eléctrica y Central Nuclear de Embalse El decreto de la entrega Es probable que lo sucedido en cada una de estas dos empresas, pilares básicos del desarrollo energético nacional, durante la última década del siglo pasado amerite sendos libros, pero aquí interesa resaltar el valor del debate que se produjo. El mismo, se desarrolló bajo el influjo del decreto presidencial 634 del 12 de abril de 1991, que establecía la Reconversión del Sector Eléctrico, que junto a otras disposiciones, configuraron el nuevo Marco Regulatorio Nacional en materia de energía eléctrica. El decreto mencionado abría el frente nacional como escenario de las nuevas luchas, que con resultados diversos, marcaron el sentido de las acciones que desarrolló el Gremio, cuyo valor intentamos testimoniar. La Resolución del Cuerpo General de Delegados, reunido en Villa María el 21 de junio de 1991, es ilustrativa de las posiciones que se debatieron al respecto y de los ánimos que signaban el nuevo tiempo. Decía: “... VISTO: El informe producido por el Consejo Directivo a esta reunión del Cuerpo General de Delegados respecto a los alcances del Decreto nacional Nº 634/91 de RECONVERSIÓN DEL SECTOR ELECTRICO de fecha 12 de abril de 1991, como así de los diferentes instrumentos dictados por la Subsecretaría de Energía
de la Nación que conforma el Marco
Regulatorio y CONSIDERANDO: Que según se desprende de las referidas disposiciones, nos encontramos en la presencia de una decisión que representa la transferencia a la actividad privada de todo aquello que constituye generación y trasmisión de propiedad del Estado. Que siendo la generación y trasmisión de la electricidad elementos básicos fundamentales para regular cualquier política que se desee implementar para el sector, las mismas necesariamente deben mantenerse dentro de la órbita del Estado. Lo contrario, como plantea en su proyecto el PEN, significará desmembrar peligrosamente las fuentes de generación y una absurda dependencia de todo el sector eléctrico a una pseuda competencia entre capitales privados que no es procedente ni posible por las características particulares en este tipo de servicios públicos. Basta tener en cuenta como experiencia negativa lo que la realidad nos plantea con quienes tienen hoy a su cargo la prestación del servicio telefónico, producto precisamente de las políticas privatistas llevadas a cabo hasta el
presente; donde no existe ni competencia ni inversión importante alguna, pero sí tienen asegurados márgenes de rentabilidad que no se reflejan en la mejora de ese servicio. Que coincidimos plenamente en la necesidad de replantear las políticas que se han venido aplicando para el sector a partir de un proceso práctico y realista para un adecuado ordenamiento, creando el marco regulatorio pertinente, pero diametralmente diferente al propuesto por el PEN, toda vez que la alternativa que presentamos es la de elaborar un nuevo marco jurídico para el sector, al que definimos como un servicio público de naturaleza social, creando la EMPRESA FEDERAL DE ENERGIA ELECTRICA COMO SOCIEDAD EL ESTADO, instrumento empresario para alcanzar el verdadero ordenamiento eléctrico, producto todo ello de lo acordado en el PACTO FEDERAL ELECTRICO, firmado entre el Sr. Presidente de la Nación y la totalidad de los gobiernos provinciales. Que lo atinente a las gestiones que el Secretariado Nacional de la FATLyF viene realizando ante los organismos oficiales, como así también respecto de los encuentros con legisladores nacionales e instituciones vinculadas al sector eléctrico como el CIMOP, ADEPE, C.F.E. (consejo Federal de Energía), F.A.C.E., FECDECOBA y varias empresas provinciales de energía, y ante la propia Comisión Bicameral de Energía, se consideran procedentes e importantes estos encuentros, impulsando en su seno desde la posición del gremio, una expresión pública consensuada de firme y terminante oposición a los proyectos oficiales, pero insistiendo en una propuesta alternativa basada en el inmediato ordenamiento a definir para el sector. Que ante la decisión del Ejecutivo Nacional de continuar el camino que se ha fijado para producir la reconversión del sector eléctrico sin requerir opinión alguna a los sectores interesados y, menos aún, tener la mínima intención de participar al gremio en todo lo atinente a la que la elaboración del Decreto634/91 y el marco regulatorio, que se ha elevado a las cámaras legislativas,
no podemos menos que rechazar el
procedimiento adoptado por el Ejecutivo, cuya filosofía en este campo y en otros del quehacer nacional no compartimos. Que como consecuencia de lo fijado en el Decreto 634/91 y el marco regulatorio elaborado, el Directorio de EPEC, hizo conocer a los gremios de la provincia las implicancias que tendría en el ámbito de la Empresa de manera preocupante e incierta los efecto de las transformaciones estructurales del sistema de gestación, situación que se considera también alcanzaría a otras prestadoras, como el caso de las Cooperativas Eléctricas, Agua y Energía y CENEA, no excluyéndose del nuevo cuadro de situación lo que podría acontecer con el propio Convenio Colectivo de Trabajo. Que por todas las razones
expuestas en estos considerandos, las manifestadas por los compañeros del Consejo Directivo y las volcadas a modo de análisis por las distintas delegaciones a esta reunión, el Cuerpo General de Delegados por unanimidad: RESUELVE: 1) Aprobar todo lo actuado por el Consejo Directivo hasta el presente. 2) Expresar nuestra más firme oposición a lo dispuesto en el Decreto 634/91 y el marco regulatorio contenido en los distintos instrumentos dictados en su consecuencia y conocidos, tanto oficial como extraoficialmente, por entender que la nueva política oficial para el área implicará un desmembramiento y una atomización del sistema eléctrico. 3) Facultar al Consejo Directivo a proseguir las gestiones en todos los ámbitos que sean necesarios y participando de reuniones o encuentros con los sectores vinculados al tema, para volcar en esos eventos la posición del gremio en la materia, particularmente ante la FATLYF y para lograr un estado de movilización que permita neutralizar toda esta política oficial, contraria al interés de los trabajadores y de la inmensa mayoría del pueblo argentino. 4) Por las implicancias que podrían eventualmente producirse, de prosperar las políticas oficiales, y por los carriles que más se considere convenientes, el Consejo Directivo adoptará los recaudos pertinentes a fin de tener informado al gremio de cuanto vaya aconteciendo sobre este grave problema.” Confiar en las propias fuerzas O sea, que a la vez que se repudiaba el decreto mencionado, se exponía un proyecto alternativo que tenía como basamento fundamental la defensa del patrimonio nacional y delineaba cuál iba a ser en el futuro el plan de acción y de movilización del gremio. No quedaban dudas, el Sindicato había elegido un camino, distinto en muchos aspectos al de la propia Federación, que sostenía posiciones erráticas, aceptando primero como positivas y legítimas para el país las privatizaciones y luego rechazándolas. A su turno, las expresiones nacionales del Movimiento Obrero Organizado tampoco ofrecían garantías de oposición. Ante una aparente coincidencia para oponerse al modelo, entre los referentes de aquel entonces Luis Barrionuevo, Lorenzo Miguel y Saúl Ubaldini se desprendía que solamente intentaban recuperar el espacio perdido políticamente por Miguel y Barrionuevo y la idea del resurgimiento de la figura de Ubaldini, que como brillantemente lo expusiera uno de los participantes aquella asamblea, al decir: “... éste está entre medio de dos cobras y en cualquier momento
lo pican y se muere” y más adelante agregaba “... necesitamos que surjan desde las bases verdaderos dirigentes, identificados con el proyecto nacional y sin apetencias personales”. Ante esta situación, el Sindicato no tenía otro camino que confiar en las propias fuerzas. No es necesario abundar sobre las condiciones en que se planteaban las privatizaciones, salvo mencionar que en materia energética se siguió al pie de la letra el modelo chileno, que era una perfecta receta del Banco Mundial. Pero tanto Chile como Brasil se reservaron los resortes básicos y estratégicos de sus economías en manos del Estado. En cambio aquí, se entregaba todo. El camino de lucha planteado por el Cuerpo General de Delegados siguió su curso y derivó de numerosas movilizaciones, entrevistas y reuniones con los actores del sistema, con legisladores nacionales y provinciales y en la Federación, donde la prédica fue constante y permanente con el fin de lograr que asumiera posiciones mas firmes. En fin, no se dejó sector político sin llevarle las posturas y proyectos del Gremio, y no se escatimaron esfuerzos en campañas de prensa y difusión a los fines de esclarecer a la opinión pública sobre los alcances de las privatizaciones. Todo esto fue articulado con los sindicatos hermanos de Córdoba y Paraná, y contó con el apoyo decidido de otros gremios del país y de algunas intervenciones de la misma Federación. En el caso de la Central Nuclear de Embalse, antigua “Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA)”, que a partir del año 1994, se continuó como NASA, dado que el Gobierno Nacional la creó, por el Decreto Nº 1.540, cambiando el nombre y naturaleza jurídica con el propósito de privatizar esta importantísima fuente de producción de Energía Eléctrica para el Sistema Interconectado Nacional. Finalmente se logró impedir su traspaso a manos privadas, contando además con el acompañamiento de la mayoría de los Intendentes que ejercían funciones por ese entonces en las diferentes Municipalidades de las localidades de la zona y por algunos actores del sector político regional. En el caso de Agua y Energía Eléctrica, hoy TRANSENER, los esfuerzos no alcanzaron, no se pudo frenar la transformación y posterior privatización.
Capítulo 53 Área cooperativa: otro frente El Convenio no se toca El 4 de abril de 1995 el Sindicato elevó una nota ante el Ministerio de Trabajo de la Nación, FECESCOR y FACE, donde expresó su intención de conformar una comisión de trabajo para readecuar, ver y analizar los aspectos convencionales relativos a los trabajadores dependientes de las cooperativas eléctricas de la provincia de Córdoba. De esta manera, el Gremio expresaba su voluntad de diálogo y consenso, que pretendía cubrir algunos baches existentes en la relación laboral, pues si bien el Convenio Colectivo de Trabajo 36/75 era el referente que establecía las reglas de juego entre patrones y empleados también es cierto que las cooperativas eléctricas eran y son unidades de negocio de características distintas a la empresa privada, y por consiguiente, se requería adecuar algunos aspectos específicos y particulares inherentes al sector. Pero la respuesta artera no tardó en llegar. La FECESCOR realizó una presentación al Ministerio de Trabajo de la Nación, por intermedio de la Delegación Córdoba en la planteó no sólo la suspensión de algunas cláusulas convencionales, tales como la devolución o pago de los francos compensatorios y la modificación del régimen horario, sino que ‘fue por todo’ y denunció abuso de derecho y la caducidad lisa y llana del CCT 36/75. Con argumentos cuestionables y repudiables, es fácilmente adivinable que esta acción de FECESCOR era hija del laudo 22/90 que planteaba la no aplicabilidad del Convenio para el sector privado. De inmediato, el Sindicato articuló todos sus cuerpos orgánicos para preparar su estrategia de defensa. Instruyó a todos los compañeros de cooperativas del área FECESCOR para coordinar las acciones legales y gremiales a aplicar en el caso que alguna cooperativa adoptara la posición de la Federación. Esto felizmente solo ocurrió con la Cooperativa de Brinkmann y alguna subseccional. Paralelamente que se realizaba una presentación ante el Ministerio de Trabajo de la Nación, se coordinaba acciones con los sindicatos de Río Cuarto y Mercedes, afectados por la misma arbitrariedad.
Este episodio marcó el inicio de un largo camino de disputas entre el Sindicato y la FECESCOR, que asumió históricamente posiciones encontradas con la convivencia y el respeto de los derechos consagrados por el movimiento sindical. Esas disputas, que implicaron conflictos permanentes en el sector cooperativo, tuvo siempre la
férrea respuesta de la organización sindical, que atendió desde el
despido de un compañero en la región más abandonada del mundo hasta importantes jornadas de movilizaciones. La estrategia enemiga Como es sabido, las Federaciones, así como en general todo tipo de organización y asociación, funciona en base al aporte de sus miembros y mientras más y mejores aportantes tenga, más fuerte es. FECESCOR mantiene una histórica disputa de representación con FACE, que es la otra entidad federativa de cooperativas eléctricas de la provincia de Córdoba, y en su necesidad de estructurar políticas tendientes a captar la adhesión de las que están asociadas a FACE y de esta manera generar más poder, no repara en consecuencias y se lanza en cualquier tipo de aventura tras sus metas. En este contexto se debe entender esta confrontación y para ello la estrategia definida por FECESCOR fue la de ir creando focos de conflicto en algunas cooperativas, a partir del desconocimiento de la vigencia del CCT 36/75, el no otorgamiento de permisos gremiales, el aumento de jornadas de trabajo, etc. Los fundamentos que usaba eran algunos fallos favorables en primera instancia, de juicios iniciados por el Sindicato a las cooperativas de Quilino, Río Tercero y Villa Dolores, todos apelados oportunamente por el Gremio. En la Asamblea del Cuerpo General de Delegados del 5 de diciembre de 1996 se daba cuenta del estado de situación y se evaluaban las fortalezas y debilidades propias en la lucha. En el informe expresado por la Secretaría Gremial decía: “... Como consecuencia de la actitud asumida por parte de la FECESCOR respecto al desconocimiento del CCT 36/75 y ante la negativa en tratar de buscar una solución al conflicto, logramos una audiencia en el Ministerio de Trabajo, entre nuestro sindicato, La FECESCOR y un grupo de 15 cooperativas, en la cual quedó demostrado que lo que viene sosteniendo FECESCOR a no tiene sustento legal y es todo lo contrario a derecho. En el acta librada el 20/11/96 FECESCOR manifestó que actuaba ajustada a derecho, por lo que planteamos en qué se basaba la misma, para avanzar sobre los
derechos de los trabajadores, porque la Ley de Contrato de Trabajo, la propia Ley de Convenciones Colectivas de Trabajo y la Ley de Asociaciones Sindicales, incluso nuestra Constitución Nacional,
marcan conceptos totalmente diferentes a los
sostenidos por la Federación. Por otra parte incorporamos al acta en cuestión, un dictamen de la asesoría letrada del Ministerio de Trabajo de la Nación, en el cual desestima un recurso jerárquico llevado a cabo por la FECESCOR, tratando de declarar la nulidad de una resolución (Nº 149/93) que mantiene la vigencia del CCT 36/75 en el ámbito de las cooperativas de la provincia de Córdoba, dejando planteada la facultad a la autoridad administrativa para actuar sobre la patronal que la cumpla. Seguidamente expresó que se ha recibido la resolución del Ministerio de Trabajo de la Nación Nº 972/96 firmada por Caro Figueroa con fecha 28/11/96, en la cual ratifica la plena vigencia del CCT 36/75 en el ámbito de las cooperativas de la provincia de Córdoba…”. Duros golpes Sin dudas, tanto la Audiencia en el Ministerio de Trabajo como el dictamen de Asesoría Letrada y, fundamentalmente, la resolución del Ministro, asestaban duros golpes a FECESCOR y dejaba claramente expuesto que el órgano de aplicación, en esta oportunidad, constituía un aliado importantísimo del Gremio. Por otra parte, se desmoronaba la estrategia de FECESCOR, porque un grupo de cooperativas habían desistido de seguir manteniendo el estado de conflicto y había solicitado buscar soluciones en forma particular, para lo cual
se comenzaban
gestiones a los fines de refrendar el acuerdo en el Ministerio de Trabajo. A su turno, la Comisión Especial que manejaba el conflicto, evaluaba el plan de acción a llevar adelante para el caso de las cooperativas que mantuvieran el conflicto: quite de colaboración, trabajo a convenio, asambleas en los lugares de trabajo y hasta un paro de 24 hs. con movilización en Morteros. Este clima de ebullición y de lucha fue acompañado por una fuerte campaña publicitaria de esclarecimiento en los medios de prensa. De esta manera, el conflicto quedaba reducido a un puñado de cooperativas, de las 60 que integraban FECESCOR, y dejaba en una situación de suma debilidad la estrategia de la misma.
El objetivo de la Federación era lograr firmar un nuevo Convenio Colectivo bajo sus reglas y condiciones y el argumento preferido era que el Sindicato se negaba a discutir. Y esta afirmación era absolutamente cierta, pues el Sindicato se negaba a discutir el convenio que ellos pretendían. La intención era discutir un convenio que les conviniera a todos, admitiendo que las cosas habían cambiado y que existía una realidad distinta pero sosteniendo que lo que nunca se iba a aceptar era retroceder en los derechos En el medio de esta rica pero compleja realidad hubo gestos de signo distinto por parte de FACE fundamentalmente, que en 1997 denunció el Convenio Colectivo de Trabajo 36/75, con la intención de abrir un camino cierto y posible hacia
la
concreción de un Convenio específico, fundado en la sana convivencia a partir del funcionamiento en Comisiones Paritarias. Lo cierto es que aquella problemática planteada por FECESCOR a mediados de la década, todavía hoy, casi 10 años después, no está resuelta. Pero seguirá encontrando al Gremio unido defendiendo los derechos de los trabajadores.
Capítulo 54
Espejos donde mirarse Julio Barcos Transitaba la primavera de la vida cuando lo sorprendió la eternidad inabarcable. Un designio del destino lo arrancó del camino elegido mientras transcurría la militancia sindical. Un accidente lo dejó sin aliento y agotó trágicamente el vigor de su pulso y de su sangre. Su historia aporta a la historia colectiva del Sindicato escribiendo una página más de compromiso. Sabía que la unidad en la lucha sin desmayos era la clave de los triunfos gremiales y tributó a ese logro su inteligencia y vocación de servicio. Él fue uno de los hombres que con su testimonio y esfuerzo le dio sentido trascendente a la marcha sin pausa por la defensa de los derechos de los trabajadores lucifuercistas y la dignidad de la familia de cada uno de ellos. Inició su actividad laboral, cargado de ilusiones y valores nobles, en la usina Las Cascadas –que hoy habita el basto territorio de la nostalgia y los recuerdos-, en las cercanías de Riolín, Embalse, donde se hunden las raíces de su origen. Había ingresado a esa planta generadora, gestionada entonces por la empresa Agua y Energía Eléctrica, el 21 de enero de 1964, a través de la bolsa de trabajo del Sindicato. Su padre, don Justo Humberto, recto y de convicciones macizas como un quebracho, fue también un trabajador de la energía. Quizá de él heredó la conciencia de luchador infatigable por la justa causa de los derechos obreros que abrigó siempre sus ilusiones y desvelos. “Honestidad, conducta y perseverancia.” Ese fue el secreto que alguna vez le confió al oído un dirigente de Agua y Energía y Barcos aceptó el consejo que lo acompañó a lo largo del camino por el que transitó la lucha gremial a veces asfaltada por la ingratitud y las dificultades. El 13 de diciembre de 1980 Julio Barcos dejó su pago chico y se afincó con Marta y los dos hijos del matrimonio en Villa María donde se incorporó a la Empresa Provincial de Energía de Córdoba (EPEC). Estaba hecho de una madera única. La vocación de diálogo para conciliar intereses, la firmeza de sus posturas, su innato sentido de justicia y equidad y su aguda inteligencia formaban la savia de este
hombre íntegro que dejó su impronta marcada a fuego en la Secretaría Gremial del Sindicato. En las tímidas estribaciones que enmarcan el paisaje del terruño que lo vio nacer, en sus calles polvorientas y en las aguas de su lago emblemático, repartió las horas de su infancia sin prisa. Quizá en esa etapa de su viaje terrenal aprendió que el culto a la amistad, el compromiso con la verdad y el apego a los valores y las convicciones son atajos que conducen hacia la plenitud espiritual y la fecundidad de la alegría. Por eso aquellos desafíos que quedaron truncos tras su temprana partida fueron recogidos por quienes marchaban detrás de él siguiendo las huellas abiertas a pura pasión. Por eso su legado se conserva inmarchitable en el patrimonio ético que pertenece a todos los compañeros. Aldo Serrano: convicciones sin grietas Hablar del compañero Aldo Serrano, es hablar de la historia del Sindicato. Sólo tenía 15 años cuando cruzó el umbral que cambiaría su vida. Hijo de un dirigente de Luz y Fuerza, ingresó al Sindicato, del cual nunca salió, quedando allí su obra y su espíritu. Trabajó intensamente en el sueño de la Empresa Nacional Unica en Prestación de Servicios Eléctricos, allá por el 74, convencido de la necesidad de la participación de los trabajadores en la administración de la Empresa para asegurar la eficiencia en la gestión. El sueño se vio abortado. El cáncer de la anti Patria había avanzado en las sombras y devoraba proyectos, trabajadores, soñadores... Veinte años después la historia le daría una revancha y podría demostrar que era posible la gestión obrera eficiente. Generadora Córdoba se convirtió así en otro bastión de lucha para defender de los intereses privatistas el patrimonio de la Provincia y del pueblo de Córdoba. Durante la dictadura militar se vivieron tiempos difíciles y fue necesaria una férrea conducción de la resistencia. Ahí, en la estructura de las cabeceras que hizo posible mantener la organización y la lucha del Sindicato y de la Federación, cuando el reclamo estaba prohibido, cuando los derechos habían sido abolidos, ahí estaba Aldo Serrano.
Los caminos de la Patria fueron testigos mudos de sus viajes, en los que se iba hilvanando de forma invisible la resistencia. Protagonista incansable y anónimo de esa lucha silenciosa que no conoce héroes sino mártires. La democracia lo encontró al frente de la Organización. Tal vez las cicatrices del tiempo y de la historia agudizaron su visión. Sus ojos trascendían el horizonte, como queriendo alcanzar el futuro en su mirada. Tal vez sentía la necesidad de consolidar tantos sueños postergados. Con un estilo propio, inteligente, carismático, agradable, Aldo Serrano podía brillar en las tribunas como orador con la misma naturalidad con la que se dirigía a los compañeros en el trato cotidiano. Su gestión cambió la historia del gremio. Adelantado para su época, fue el principal referente y realizador del sindicalismo moderno, ese sindicalismo múltiple que trascendía lo gremial para vincularse directamente a la sociedad garantizando a los compañeros no sólo los derechos laborales sino también los sociales, instalándose así como actor principal en la construcción del país. Su andar abrió una senda en la que todos transitaron, cada uno con su paso, aportando humildemente en la tarea de ensanchar la huella. La Central General de Trabajadores (CGT), también lo tuvo como protagonista y supo de su impronta. Desde una concepción militante, ocupó cargos en todas las instancias del Movimiento Obrero Organizado y el Justicialismo lo tuvo entre sus integrantes más prestigiosos. De él aprendimos que cuando se tienen convicciones no hay que dudar. No dudó cuando hubo que ponerse, a través de la estructura de cabeceras, al frente de la organización de la resistencia a la dictadura militar en la Federación Argentina de Trabajadores de Luz y Fuerza. No dudó cuando tuvo que sostener sus ideas sobre el país y la energía, en momentos en que se doblegaban históricos de la misma Federación, ante el proceso de entrega nacional que significaron las privatizaciones y debió, junto a otros compañeros, resignar el cargo en la misma organización madre. Tampoco dudó cuando hubo que asumir la más frontal lucha a los intentos de privatización de la Empresa Provincial de Energía, ni vaciló en enarbolar banderas resistentes cuando hubo que encabezar la lucha de los trabajadores de la Central Nuclear de Embalse, ante su inminente privatización por parte del menemismo.
Tampoco tuvo grietas ni dudas cuando debió asumir que la mejor defensa de la fuente de trabajo de los compañeros de la central Pilar era la conformación de la empresa Generadora Córdoba, ni dudó en asumir su gestión. No dudó en dialogar y consensuar, en callar o en elevar su grito de rebeldía… fue un apasionado de la vida, del amor y de la lucha… las causas populares y nacionales lo tuvieron siempre en sus filas. En su tiempo y a su tiempo fue el referente indiscutido cuando del problema energético se trataba. Conoció en profundidad cada aspecto y la problemática de la realidad del mercado eléctrico nacional y provincial. En una fría y fatídica tarde del invierno de 1999, un vuelo frustrado de LAPA malogró sus vuelos, sus sueños, los sueños de todos. El 30 de Agosto de 1999 quedará grabado en las memorias como un día triste, pero también, ese mismo día, nacía en el alma colectiva del Gremio el paradigma más nítido y claro de un hombre, un dirigente, un compañero, que dejará huellas indelebles en todos y cada uno. Su militancia y su ética son faros que guiarán el camino hacia el futuro y el espejo en donde mirar y buscar la fuente de sabiduría y compromiso.
Epílogo Hasta aquí la Historia. Casi 60 años. Nuestro relato se interrumpe un paso antes de cumplir los 60. Los puntos suspensivos son absolutamente voluntarios. Conscientes de que se sigue escribiendo la historia con cada gesto y decisión que se toma, consideramos que serán otros, como nos tocó a nosotros, los responsables de escribirla. Los relatos históricos se construyen a través de hitos que se imponen como referencia por su peso y significado. Es por ello que hemos elegido cerrar nuestra narración con un hecho que selló un período, signando nuestra institución: la muerte del compañero Aldo Serrano. Cuando se cierra un período, inevitablemente se abre otro. Frente al dolor y el desconcierto nos reafirmamos en la organización, en el esfuerzo colectivo, en la construcción solidaria, pilares básicos en los que se ha sostenido la grandeza de nuestro sindicato. Nos tocó asumir ese desafío amalgamando casi 60 años de historia con la energía visionaria que nos legara Aldo. Marchamos así, portadores de una antorcha con tradición que alumbra un futuro comprometido con los cambios. Reinaldo Arrascaeta
Eduardo Brandolín
Subsecretario General
Secretario General
Apéndice 1 - Estatuto aprobado el 8 de julio de 1944 En la ciudad de Villa María, Departamento Tercero Abajo, Provincia de Córdoba, a los ocho días del mes de julio del año mil novecientos cuarenta y cuatro, reunidos ochenta socios que pasan a tratar la siguiente Orden del Día: Lectura Estatutos: Por Secretaría se dio lectura a los Estatutos de nuestro Sindicato, confeccionado por la Comisión Directiva Provisoria, los cuales, previa discusión, quedan aprobados de la siguiente manera: Estatutos del Sindicato de Empleados y Obreros de la Compañía Central Argentina de Electricidad S. A. Villa María. Nombre y Objeto 1°) Con la denominación de Sindicato de Empleados y Obreros de la Compañía Central Argentina de Electricidad S.A. se constituye en fecha 2 de junio de 1944, una asociación gremial con domicilio legal en la ciudad de Villa María, Departamento Tercero Abajo, Provincia de Córdoba. 2°) Tiene por finalidad promover y defender el bienestar económico, profesional y moral de los empleados y obreros que prestan servicios en la Compañía Central Argentina de Electricidad S.A. en la Provincia de Córdoba. 3°) El Sindicato excluye todo postulado o ideologías contrarios a los fundamentos de la nacionalidad argentina y régimen jurídico social que establece la Constitución Nacional. 4°) El Sindicato no excluye ni restringe el ingreso de socios por razones de nacionalidad, creencias religiosas, ideas filosóficas, tendencias políticas o de otro carácter que profesen o practiquen, siempre que no se opongan a la Constitución y Leyes de la Nación. El Sindicato, no obstante, se organizará y ejercitará su acción de acuerdo a los principios, normas y directivas de la Doctrina Social Católica. A los fines se aseguran el cumplimiento de esta última parte y mantener la orientación por él fijada, el Sindicato tendrá un asesor eclesiástico, designado por la Autoridad Eclesiástica a propuesta del Sindicato. 5°) El Sindicato no participará en la acción política, ni se afiliará a otras entidades de carácter no gremial que no hubieran obtenido el reconocimiento de su personería como tales. 6°) Para la realización de sus fines, el Sindicato procurará: a) Coordinar los esfuerzos de sus asociados teniendo a la observación, estudio y defensa de los intereses individuales y comunes de sus socios en las últimas relaciones del trabajo. b) Solicitar de los poderes públicos y de la patronal, la adopción de medidas que mejoren las condiciones del trabajo del gremio y las vidas de los socios de éste. c) Vigilar y exigir el cumplimiento de la legislación obrera y denunciar las infracciones a la misma. d) Conseguir mutua consideración entre la patronal o sus representantes y trabajadores. e) Organizar un servicio mutual que cubra los riegos de infortunios. f) Establecer una asesoría jurídica para el Sindicato y socios de éste. g) Establecer cursos de capacitación profesional y cultural. h) Fomentar el deporte entre sus asociados. 7°) El Sindicato tiene amplia capacidad para adquirir derechos y contraer obligaciones pudiendo realizar por su órgano autorizado todos los actos jurídicos previstos por los artículos 41 y 1881 del Código Civil en las partes relativas a las personas jurídicas. Socios 8°) Podrán ser socios del Sindicato todos los auténticos empleados y obreros de la Compañía mencionada en el artículo 2° que trabajen en Villa María y los de las demás usinas que se afilien a éste, siempre que reúnan las siguientes condiciones: a) Tener dieciocho años de edad b) Tener una antigüedad por lo menos de tres meses en el desempeño de sus tareas al servicio de la Compañía. c) No haber sufrido condena por delito considerado contra la propiedad o la seguridad individual o pública. 9°) No podrán ingresar al Sindicato: a) Los afiliados o agrupaciones declaradas fuera de la Ley y los de igual tendencia ideológica conocida y probada. b) Los que pertenezcan a otra asociación obrera representativa del mismo gremio. 10°) El ingreso deberá ser solicitado voluntariamente por el interesado llenando y firmando las fichas respectivas. La incorporación deberá constar en el acta de la sesión de la Comisión Directiva en que sean admitidos. En cualquier momento el socio puede renunciar a su condición de tal. 11°) Los empleados y obreros de la Compañía mencionada en el Artículo 2° que no reúnan las condiciones exigidas por el Artículo 8° podrán dar al Sindicato sus nombres como adherentes, al solo objeto de gozar de las ventajas y mejoras que la acción de aquel pudiera obtener, pero no podrán participar de las asambleas, ni optar ningún cargo directivo, ni representar al Sindicato. 12°) Son derechos de los Socios: a) Participar con voz y voto en las Asambleas. b) Gozar de la protección del Sindicato en todo cuanto se refiere a los intereses profesionales y de todos los beneficios que la Asociación otorgue de conformidad a las resoluciones de sus órganos. c) Proponer fundadamente ante la Comisión Directiva los asuntos que estime que deben ser tratados en decisión de ésta o en asamblea si un asunto es propuesto para su inclusión en el orden del día de la asamblea por veinte o más socios, su inclusión es obligatoria para la Comisión Directiva. 13°) Son deberes de los socios: a) Interesarse por la buena marcha del Sindicato y cooperar activamente por todos los medios a su alcance al progreso del mismo. b) Respetar la persona y la opinión de los otros socios. c) Denunciar a los órganos de la Asociación, cualquier infracción a las leyes obreras o abusos que cometa la patronal. d) Acatar y cumplir todo lo acordado por las asambleas y Comisión Directiva, incluso en los contratos individuales, convenios colectivos o compromisos arbítrales celebrados a nombre de los asociados. 14°) Constituirá motivo de separación del socio por resolución de la Comisión Directiva: a) El ingreso constatado en violación a lo dispuesto en los Artículos 8° y 9°. b) La violación constatada con posterioridad a su ingreso de las prohibiciones del citado artículo 9° a la concurrencia de las situaciones previstas en el inciso “c” del artículo 8°. 15°) Constituirá motivo de suspensión o separación del socio por resolución de la asamblea y de la suspensión por la Comisión Directiva hasta la celebración de aquella: a) La violación de los deberes impuestos en los incisos “b” y “d” del artículo 13° b) Acto que afecte la estabilidad o marcha del Sindicato o que denigrase a éste.
16°) El socio atrasado, sin causa justificada por la Comisión Directiva a más de tres mensualidades consecutivas en el pago de la cuota perderá, por ese sólo hecho, su condición como tal. 17°) El socio separado podrá solicitar la nueva incorporación con las formalidades y exigencias de quien ingresa por primera vez, siempre que hayan transcurrido por lo menos doce meses de la separación. 18°) Quien hubiese perdido el carácter de socio a mérito de lo dispuesto por el artículo 16° podrá readquirir ese carácter, poniéndose al día en el pago de las cuotas. Organización y Gobierno 19°) El Sindicato se gobierna y administra por una Comisión Directiva compuesta por trece miembros elegidos en Asamblea General por mayoría de votos y en votación secreta. 20°) La Comisión estará compuesta de: un Presidente, un Vicepresidente, un Secretario, un Prosecretario, un Secretario de Actas, un Tesorero, un Protesorero, seis Vocales Titulares. Además se elegirán cuatro vocales suplentes. La Comisión Directiva renovará anualmente en el mes de julio. 21°) Los Empleados y Obreros de las usinas de otras localidades, dependientes de la Compañía Central Argentina de Electricidad S.A., afiliados al Sindicato designarán un Delegado y tres Suplentes para que los representen ante la Comisión Directiva. 22°) Dichos Delegados Titulares o los Suplentes, en caso de cesación o ausencia de aquellos, podrán asistir a todas las reuniones de la Comisión Directiva y asambleas, donde tendrán derecho de voz y voto. 23°) En caso de ausencia de los Delegados de las distintas usinas, la Comisión Directiva deberá comunicar las resoluciones arribadas. 24°) El carácter de miembro de la Comisión Directiva se comprobará con las respectivas actas a las reuniones en que se hubieren hecho las correspondientes elecciones. 25°) La elección se realizará a pluralidad de votos y boletas. 26°) El voto será secreto y no se admitirá en ningún caso el voto por poder. 27°) La Comisión Directiva será elegida por dos años debiéndose renovar seis de sus miembros por voto secreto al realizarse la tercera asamblea ordinaria del primer periodo, quedando automáticamente establecido que el segundo periodo se renovarán los siete miembros restantes. 28°) Anualmente, con quince días de anticipación a la realización de la cuarta asamblea de cada periodo, la Comisión Directiva convocará a elecciones a fin de elegir nuevos miembros. 29°) A los efectos del artículo anterior, por Secretaría se distribuirá a cada socio. a) Una boleta por cada lista de candidatos que se presentase, autorizada por la Comisión Directiva. b) Un sobre que contenga la leyenda “VOTO GENERAL", dirigido a la Junta Escrutadora del Sindicato. 30°) El socio elegirá la lista de su agrado y la depositará en el sobre citado en el inciso “b” del artículo anterior, cerrándolo y lo depositará en la urna. 31°) Se habilitará una urna debidamente lacrada que sólo podrá ser abierta por la Junta Escrutadora. 32°) El escrutinio se realizará el día que se celebre la cuarta asamblea de cada período. 33°) La cuarta asamblea del período, en presencia de la que se efectuará el escrutinio, procederá a designar cuatro socios que integrarán la Junta Escrutadora. 34°) Constituida la Junta Escrutadora, ésta procederá a abrir la urna y a contar los sobres. Acto seguido abrirá éstos e iniciará el escrutinio. 35°) Labrada el acta respectiva y leída ésta, la asamblea pondrá en posesión de sus cargos a las nuevas autoridades. 36°) Los cargos directivos y las representaciones y delegaciones del Sindicato deberán recaer exclusivamente en socios del Sindicato y en sus dos terceras partes, corresponderán a argentinos nativos o a ciudadanos naturalizados con no menos cinco años de ejercicio de la ciudadanía. 37°) Además se requiere para ser miembro de la Comisión Directiva: a) Ser mayor de edad b) Tener una antigüedad de tres meses en el Sindicato. c) No ocupar cargos directivos ni representativos dentro de la organización de la patronal. 38°) Las suplencias recaerán en los cuatro vocales suplentes, llenarán por orden de colocación en el escrutinio, las vacantes que ocurran durante el período, hasta la primera elección siguiente. En caso de que hubieran obtenido igual cantidad de votos, se sorteará. 39°) La Comisión Directiva se reunirá quincenalmente. Tendrá quórum con siete de los miembros presentes. 40°) Además de los indicados en otros artículos de estos Estatutos, son atribuciones y deberes de la Comisión Directiva: a) Cumplir y hacer cumplir los Estatutos y Resoluciones de los órganos de la entidad. Interpretar aquellos y resolver en los casos no previstos en los mismos, teniendo presente el espíritu de los Estatutos y los fines del Sindicato. b) Dictar el reglamento interno del Sindicato y someterlo a la aprobación de la asamblea. c) Fijar el movimiento y colocación del capital social. d) Tratar las solicitudes de ingreso de los aspirantes a socios de la entidad, debiendo aceptarlos o rechazarlos en la sesión siguiente a la presentación. e) Convocar a los socios a Asambleas Ordinarias y Extraordinarias debiendo observar las disposiciones de publicidad a que se refiere el artículo 63°. f) Nombrar delegados cada vez que sea necesario. g) Vigilar los trabajos de las Subcomisiones que pudieran formarse y de los delegados del Sindicato. h) Tratar las solicitudes de beneficios mutuales i) Rechazar o aceptar las renuncia de sus propios miembros y concederles licencias con causas justificadas. j) Llamar a los suplentes que deban incorporarse a la Comisión Directiva en los casos del artículo 38°. 41°) Los casos en que deban o puedan ser separados de sus cargos los miembros de la Comisión Directiva son los siguientes: a) Término de mandato. b) Renuncia, muerte o incapacidad sobrevivientes. c) Faltas notorias que afectan la forma del individuo o del Sindicato, o acto que comprometen la disciplina o la buena armonía de la Comisión Directiva, a juicio de ésta. 42°) Para resolver en los casos del inciso “c” del artículo anterior, la separación de sus miembros en la Comisión Directiva, ésta deberá reunirse en sesión especial, requiriéndose el voto favorable de las dos terceras partes de los miembros presentes. 43°) La Comisión Directiva podrá excluir de su seno por simple mayoría de votos y en sesión ordinaria, al miembro que hubiese faltado a tres sesiones consecutivas, sin causas justificadas ni previo aviso de su licencia. 44°) La Comisión Directiva tendrá siempre en el local social y en horas de Secretaría, a disposición de los socios, para su examen y estudio, los libros y documentos del Sindicato. Presidente - Secretario - Prosecretario - Secretario de Actas 45°) El Presidente es el representante legal del Sindicato ante autoridades públicas, patronal y particulares. 46°) Son atribuciones y deberes del Presidente:
a) Ejercer una inspección superior en el Sindicato y firmar todos los documentos, correspondencias y actas. b) En caso de urgencia y no siendo posible reunir a la Comisión Directiva, tomar aquellas medidas que juzgue indispensable para el interés y decoro del Sindicato, con obligación de dar cuenta de ellas a la primera sesión. c) Convocar a asamblea en nombre de la Comisión Directiva y presentar la memoria. d) Autorizar bajo su firma las órdenes de pago, dispuestas por la Comisión Directiva haciendo constar en todas aquellas el número y fecha del acta en que fueron aprobadas. 47°) Autorizar, conjuntamente con el Secretario y el Tesorero, las salidas de fondos del banco en que hubieren sido depositados. 48°) El Vicepresidente ayuda al Presidente y lo sustituye en todas las atribuciones relativas a su cargo, siempre que éste no pueda desempeñarlas. En caso de quedar vacante el cargo de Presidente, lo llenará hasta completar el período correspondiente. De quedar vacantes los cargos de Presidente y Vicepresidente, se llamará a elecciones para llenarlo hasta completar el período correspondiente, siempre que falten más de tres meses. 49°) El Secretario autorizará la firma del Presidente en las actas, cartas, órdenes, contratos y todo documento que emane del Sindicato. Redactará la correspondencia, llevará el archivo de la misma y cuidará del sello del Sindicato. El Prosecretario colabora con el Secretario en todo momento y reemplazará a éste en caso de ausencia. 50°) El Secretario de Actas redactará y firmará conjuntamente con el Presidente y Secretario, las actas de la Comisión Directiva. Llevará un Libro de Actas de las sesiones de la Comisión Directiva, otro de las asambleas y un tercero con las firmas de los asistentes a las sesiones de la Comisión Directiva y a las asambleas que cerrará inmediatamente después de tales actos, con la constancia del número de asistentes. Tesorero y Protesorero 51°) El Tesorero llevará los libros necesarios para una adecuada contabilidad del movimiento de fondos y bienes sociales. Abonará las órdenes de pago dispuesta por la Comisión Directiva y autorizadas por el Presidente. Firmará conjuntamente con el Presidente y Secretario, los balances y demás documentos y papeles relativos al movimiento de fondos. No podrá retener en su poder más de diez moneda nacional para pagos menores eventuales. Todo importe mayor de cinco pesos moneda nacional deberá ser hecho efectivo mediante cheque. Mensualmente presentará a la Comisión Directiva, para su consideración y aprobación, el movimiento de caja. 52°) El Protesorero ayudará al Tesorero y lo substituye en todas sus atribuciones relativas a su cargo, siempre que éste no pueda desempeñarlas. En caso de quedar vacante el cargo de Tesorero, lo llenará hasta completar el período correspondiente. Vocales Titulares 53°) Son obligaciones de los vocales. a) Asistir con regularidad a las sesiones de la Comisión Directiva. b) Colaborar en todas las gestiones que el Sindicato realice. c) Aceptar los cargos que la Comisión Directiva o la Presidencia les encomendase. Comisión revisora de Cuentas 54°) La Comisión Revisadora de Cuentas se elegirá en asambleas por simple mayoría de votos y se compondrá de tres miembros, los que tendrán a su cargo durante cada ejercicio el contralor y vigilancia de la contabilidad del Sindicato. 55°) Una vez elegido los Revisadores de Cuentas deberán inmediatamente celebrar su sesión constitutiva para designar un Presidente. 56°) Deberán presentar a fin de ejercicio a la Asamblea, su informe sobre la marcha de la Tesorería en el período vencido. 57°) Estarán en la obligación de llevar actas de todas las reuniones que realicen. 58°) Bastará la presencia de dos de sus miembros para poder sesionar. 59°) El Presidente deberá autorizar, con su firma, el Balance de Caja y Bancos presentados por Tesorería, visando, a la vez, todos los comprobantes de pago, como así también el Libro de Caja. 60°): A los efectos de los Artículos 560) y 590), se podrá solicitar los libros y comprobantes de Tesorería. De las cuotas de socios 61°) Los asociados deberán abonar: a) Un peso mensualmente, mientras no se resuelva la creación de la Sección Mutual b) Dos pesos mensualmente cuando la Sección Mutual haya sido creada, de los que uno se destinará para el sostenimiento del Sindicato y el otro para la Mutualidad. Asambleas Generales 62°) Las asambleas generales se realizarán trimestralmente y las extraordinarias cuando lo crea conveniente la Comisión Directiva o lo pidan a ésta por escrito, no menos del diez por ciento de los socios con derecho a participar de ellas. La asamblea de renovación de la Comisión Directiva tendrá lugar anualmente en el mes de julio. 63°) Corresponde a la Asamblea: a) Convocar a elecciones. b) Considerar los Balances, Inventarios y Memorias presentados por la Comisión Directiva. c) Tratar los demás puntos que sean determinados en el Orden del Día, en la Convocatoria. 64°) Las citaciones a las asambleas deberán efectuarse a los socios por escrito, con una anticipación de quince días, expresándose día y hora de la misma y consignándose el Orden del Día a tratarse. Conseguida la Personería Jurídica del Sindicato, se observarán además las exigencias legales de publicidad de las convocatorias a asambleas. 65°) Las asambleas se realizarán en el local y a la hora indicada en la convocatoria, siempre que el número de los socios presentes llegue por lo menos a la mitad más uno de los que tengan derecho a participar de ella. En caso contrario, una hora después, se sesionará con el número de socios presentes, siendo válidas sus resoluciones. 66°) La asamblea será abierta por el Presidente de la Comisión Directiva y designará acto continuo quien la presida, por simple mayoría de votos. 67°) La Comisión Directiva dará cuenta a la asamblea de la marcha del Sindicato y del movimiento de los fondos. La Memoria y el Balance deberán estar a disposición de los socios con una anticipación no menor de ocho días a la celebración de la asamblea. 68°) En las asambleas se tratarán únicamente los asuntos incluidos en el Orden del Día por la Comisión Directiva. 69°) En casos de asambleas convocadas a solicitud del diez por ciento de los socios con derecho a participar de ellas, ésta no demorará más de veinte días desde que el pedido haya sido formulado a la Comisión Directiva. 70°) La asamblea designará a dos de sus socios presentes para que, conjuntamente con el Presidente de aquella, aprueben y firmen el acta. Conflictos 71°) Los conflictos colectivos entre la patronal y trabajadores podrán ser declarados en Asambleas Generales Extraordinarias especialmente convocadas a tal fin. 72°) Producida una desinteligencia o conflicto de carácter colectivo entre la patronal y trabajadores, se solicitará la mediación del Departamento de Trabajo, en la forma que lo establece las leyes respectivas (artículo 10° de la Ley 3573).
73°) El Sindicato en general y los asociados en particular, deberán acatar las decisiones del Tribunal Arbitral constituido en virtud del compromiso contraído por aquel y conforme a lo dispuesto en el artículo 16° de la Ley 3573. Capital social 74°) Integrarán el capital social: a) Las cuotas de los socios. b) Las entradas extraordinarias y las donaciones que recibiera el Sindicato. c) Los intereses que devengue el patrimonio de la entidad. 75°) El Sindicato no podrá percibir subsidios de organismos políticos del país o de organizaciones extranjeras o internacionales, de cualquier carácter que éstos fueren, ni subsidio de la patronal. 76°) Los fondos sociales se depositarán en el banco que la Comisión Directiva designe, a nombre del Sindicato y a la orden conjunta del Presidente, Secretario y Tesorero. 77°) El capital social será utilizado exclusivamente en beneficio del Sindicato y de conformidad con estos Estatutos. 78°) Son personalmente responsables en forma solidaria los miembros de la Comisión Directiva que autoricen gastos en contravención a lo dispuesto en el artículo anterior, o sin contar con los fondos necesarios para hacer frente a ellos. Reforma de los estatutos y disposiciones varias 79°) La reforma de estos estatutos, con exclusión de los artículos 2°, 3° y 4°) que, por ser consustanciales con la fundación de este Sindicato, revisten el carácter de definitivos, sólo podrá ser resuelta en asambleas extraordinarias convocadas especialmente al efecto, y por el voto afirmativo de las dos terceras partes de los socios asistentes. 80°) La reforma del Reglamento Interno deberá ser resuelto en sesión de la Comisión Directiva por el voto de las dos terceras partes de los miembros presentes y sometida a la aprobación de la primera asamblea. 81°) Este Sindicato no tiene término de duración y existirá mientras así lo decidan veinte de sus socios. 82°) En caso de disolución, los fondos y bienes sociales pasarán en su totalidad a formar parte de la Caja que sostiene el Hospital Pasteur de la ciudad de Villa María, Provincia de Córdoba, República Argentina. 83°) (Transitorio) Queda autorizada la Comisión Directiva para introducir las reformas a estos Estatutos que aconsejen el Departamento del Trabajo y el Superior Gobierno de la Provincia de Córdoba. Gastos delegados Queda establecido que los gastos de traslados y estadías de los distintos delegados de las usinas afiliadas, cuando su presencia sea requerida por la Comisión Directiva correrá por cuenta del Sindicato.
2 - Convenio suscrito entre el SEOCCAE y la Compañía Central Argentina de Electricidad S.A. el 19 de enero de 1945 1°) El Sindicato de Empleados y Obreros de la Compañía Central Argentina de Electricidad es el representante de los empleados y obreros de la Compañía Central Argentina de Electricidad SA que trabaje o preste servicios en una u otra calidad, en las siguientes usinas: Villa María, Oficina Contaduría, Ballesteros, Morrison, Alto Alegre, James Craik, Bell Ville, Noetinger, Marcos Juárez, Río Segundo, Pilar, Villa del Rosario, San Francisco, Devoto, Balnearia, La Carlota, Cruz Alta, Hernando, Tancacha, La Falda, Valle Hermoso, Cosquín, Capilla del Monte, La Cumbre y Los Cocos. Su personería gremial quedará ipso facto reconocida por la Compañía tan pronto como aquel haya logrado su reconocimiento por parte de la Secretaría de Trabajo y Previsión. 2°) En cada una de las usinas enumeradas en el artículo 1° se constituirá una Comisión de Reclamos compuesta de dos empleados elegidos por el personal afiliado, la cual planteará ante la gerencia local respectiva toda cuestión referente al cumplimiento del presente convenio. A sus efectos se convendrá, en cada usina, un día del mes en que la Comisión de Reclamos deberá tratar las cuestiones que hayan presentado con la Gerencia Local o Contador de Oficina de Contaduría respectivamente, que se deben haber comunicado por escrito con diez días de anticipación a la referida fecha. La Gerencia Local o Contador de Oficina de Contaduría respectivamente, debe contestar el reclamo planteado dentro de los quince días siguientes a la fecha de la reunión. En caso de subsistir el desacuerdo, el Sindicato podrá insistir ante la Gerencia Local o Contador de Oficina de Contaduría que se desempeñará definitivamente dentro de los veinte días siguientes. Las reclamaciones que no hayan tenido resolución podrán ser apeladas por el Sindicato ante la Delegación Regional de la Secretaría de Trabajo y Previsión. 3°) La Compañía acepta abonar al personal de las usinas enumeradas en el artículo 1° los sueldos que se especifican en la planilla adjunta que forman parte integrante del presente convenio. 4°) La Compañía concederá a los empleados y obreros no comprendidos en la Ley 11.729 siete días continuados de vacaciones anuales pagas, una vez que hayan cumplido un año de servicio. 5°) La Compañía concederá a los empleados y obreros comprendidos en la Ley 11.729 en caso de faltar al trabajo por enfermedad inculpada el 50% de su remuneración durante 30 días al año, a partir del quinto día de su ausencia y previa comprobación médica correspondiente. 6°) La Compañía no podrá aplicar rebaja de sueldos o de categoría a ningún empleado u obrero, pero tiene derecho a variar transitoriamente y sólo en emergencia las funciones que habitualmente desempeñe, sin modificación de su sueldo. 7º) La Compañía otorgará remuneración mensual a aquellos empleados y obreros que hayan sido asumidos como extraordinarios, después de haber completado un período de tres meses de servicio consecutivo o seis meses de servicio alternado. Asimismo, deberá dar preferencia, en caso de tener que emplear personal extraordinario aquellas personas que anteriormente hayan estado a su servicio y siempre que hayan demostrado capacidad y eficiencia en su puesto. 8°) La Compañía en ningún momento privará a su personal de los beneficios que actualmente les acuerde. 9°) Las vacantes que se produzcan en el cuadro de empleados u obreros fijos de la Compañía serán cubiertos por personal de menor categoría, por vía de ascenso, siempre y cuando tenga las condiciones y capacidad necesarias. El personal que pase a ocupar por este motivo puestos de mayor categoría, percibirá la remuneración que corresponda a tal categoría, después de haber completado un periodo de prueba de seis meses. 10°) La Compañía mantendrá al personal que a su juicio se requiera para atender a las necesidades del servicios. Si en el futuro por causas no previstas la Compañía disminuyese en algunas usinas la producción y distribución de la energía eléctrica y estuviera obligada a prescindir de parte del personal, trataría en lo posible de ubicarlo en otra usina. 11°) La Compañía dejará a su personal en libertad de aceptar o no un posible traslado a otra usina. 12°) La Compañía aceptará del personal que por su trabajo deba manejar valores, una garantía que podrá ser en efectivo, en títulos nacionales o constituida por un seguro de fidelidad, cuya prima deberá ser pagada por el mismo personal, siendo m$n 0,75 anuales por cada m$n 100. Si la garantía fuese en efectivo, la Compañía reconocerá a favor del empleado un interés del 5% anual sobre el importe depositado y si la garantía fuese constituida en títulos nacionales, quedará a favor del empleado el interés que dicho t´titulo devengare. 13°) Cumplido un año desde la fecha del presente convenio y durante los primeros tres meses de vigencia del segundo año del mismo, La Compañía y el Sindicato concluirán o convendrán un escalafón que sistematice las condiciones de trabajo que no hayan sido contempladas en este convenio.
3 – Convenio firmado el 21 de enero de 1946 En la ciudad de Buenos Aires, a 21 días del mes de enero de 1946, reunidos en presencia del secretario de Trabajo y Previsión y con el objeto de buscar solución al problema que plantea el laudo de la Secretaría de Trabajo y Previsión de fecha 23 de noviembre próximo pasado por una parte de los representantes de la Compañía Eléctrica del Sur Argentino, Central Argentina, Electricidad del Este Argentino, Electricidad del Norte Argentino, General de Electricidad de Córdoba y Luz y Fuerza Motriz de Córdoba, y por otra parte los representantes de la Federación de Sindicatos del personal del consorcio ANSEC de la República Argentina, de común acuerdo convienen lo siguiente: Primero: Las compañías se comprometen a arbitrar los medios para la obtención de los fondos con qué pagar anticipadamente al personal beneficiado en el laudo referido precedentemente, los aumentos de sueldo y salarios correspondientes al mes de enero de 1946, juntamente con los correspondientes a los meses de agosto y septiembre de 1945, como además a su vencimiento, los aumentos de los meses de febrero y marzo próximos venideros de acuerdo a los montos determinados en dicho laudo. Los aumentos correspondientes a los meses faltantes, octubre, noviembre y diciembre de 1945, serán abonados conjuntamente con los de meses corrientes venideros a razón de un mes atrasado y uno corriente a partir del mes de abril de 1946. El compromiso de efectuar los pagos referidos lo asumen las compañías en las condiciones que establecen en las cláusulas siguientes. Segundo: que el poder ejecutivo nacional por decreto faculte a la secretaría de Industria y Comercio para designar contadores quienes conjuntamente con los contadores de las compañías, determinarán mediante un estudio contable de los libros si la posición económica de las mismas les permite afrontar el cumplimiento del laudo referido sin privarlas de una retribución justa y razonable de capital invertido. Los mencionados técnicos deberán expedirse en el término de 30 días corridos, a partir de la fecha del presente. En caso de disidencia entre los contadores de la repartición nacional y los de las compañías, esta será resuelta por un perito contador a designarse por el señor presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, quien se expedirá dentro de los 15 días corridos de la fecha de su nombramiento. Tercero: Si a raíz de ese informe se comprobara que la posición económica de cada compañía referida en la cláusula primera, no le permite afrontar el pago del escalafón, el poder ejecutivo nacional arbitrará los medios para que las autoridades del lugar de la prestación del servicio procedan a autorizar, dentro de los 30 días siguientes, a las compañías a realizar el recargo de tarifas necesario para afrontar el aumento de gastos que les ocasiona el laudo y el escalafón referido. Cuarto: Los recargos de tarifas que se autorizaron según la cláusula tercera, deberán ser suficientes para cubrir exactamente las mayores erogaciones que implica la aplicación del laudo y del escalafón, como así también la retroactividad de la vigencia del raudo, desde el primero de agosto de 1945. El referido recargo, que se reajustará trimestralmente, será contabilizado en una cuenta especial en cada compañía con el objeto de facilitar su contralor por las autoridades competentes. Y al respecto la Secretaría de Industria y Comercio, si lo juzgara necesaria, podrá realizar posteriormente estudios con el objeto de controlar los mismos. Quinto: Las compañías aludidas se comprometen a solicitar se deje en suspenso la resolución de recurso jerárquico interpuesto ante el Poder Ejecutivo contra el referido laudo hasta nueva presentación de las mismas. Sexto: Si dentro de los 60 días desde la fecha el Poder Ejecutivo por cualquier causa, no hubiera arbitrado los recursos para hacer efectivos los aumentos de tarifas previstos en el artículo tercero, las compañías quedarán libres para conducirse frente al laudo del 23 de noviembre próximo pasado, según lo estimen legal y justo. Séptimo: La autorización que se dicte para recargar las tarifas de acuerdo a los artículos segundo, tercero y cuarto, implicará la modificación de las tarifas pactadas en los respectivos contratos de concesión en vigor y quedará incorporada como cláusula permanente de las mismas. Octavo: Los sindicatos pertenecientes a la Federación por el solo hecho de firmar el presente convenio conjuntamente con el Secretario de Trabajo y Previsión y los representantes de las compañías, se comprometen a no alterar la situación vigente mientras sigan las tramitaciones para el cumplimiento de este convenio. En el supuesto de que no pudieran comunicarse a sus delegados antes de la hora fijada para el comienzo de la huelga, los sindicatos mencionados se comprometen a resolver el cese de éste en el menor tiempo posible. Noveno: Este convenio queda sujeto a la aprobación del Poder Ejecutivo de la Nación.
4 – Declaración de principios FATLyF Siendo el movimiento de la clase obrera, más que una forma de principios inmutables, el resultado de una vida incesantemente renovada, de acuerdo a modalidades impuestas por las necesidades que surgen de su lucha de emancipación económica y social que perfila nítidamente los dos aspectos fundamentales de la sociedad: el político y el económico, debe tener su táctica en el arte de mejor orientar la lucha sindical. El sindicalismo considera al trabajador en la presente sociedad en su carácter de productor sometido al régimen de explotación económica sin preocuparse en lo más mínimo de sectas o partidos en que actúe. En virtud de esa neutralidad política (partidaria), el sindicalismo busca la unidad de acción basada en la integral solidaridad del trabajador al trabajador en las diarias reivindicaciones y renovadas aspiraciones de justicia social. Afirmado en el principio de superación social de la clase obrera, económicamente, el sindicalismo por su objetiva y permanente actividad orgánica y de lucha, desde el punto de vista de la emancipación económica, está obligado a modificar las condiciones de trabajo reglamentándose dentro de los marcos de la ocupación u oficio. Este sindicalismo nuestro tiene en los Derechos del Trabajador su encuadre político y económico que soluciona en la sociedad contemporánea los problemas que el trabajo plantea. Este sindicalismo nuestro, no hipotecará el presente a un futuro lejano; por eso mantiene intactos los principios de resistencia a la patronal y del trabajo responsable, con sus organismos productores asociados para dignificarlo. Esta declaración de principios, reclama una afirmación previa, en los puntos siguientes: el sindicalismo practicado por nosotros anulará los prejuicios y vicisitudes de la presente sociedad capitalista, solamente en la medida que necesite para renovarla hacia la terminación de la explotación del hombre por el hombre creando al mismo tiempo, desde ya, una moral práctica en el trabajo con un concepto altísimo del oficio u ocupación, tendiendo a que el trabajador ponga en la realización de su tarea lo mejor de su personalidad y, por otra parte, el movimiento sindicalista no está en contra de otras políticas, ya que deja como cosas del fuero interno del federado sus inclinaciones partidarias, limitándose, eso sí, a pedirle a sus militantes reciprocidad de su neutralidad sindical, la no introducción en el Sindicato de las opiniones que profesan fuera de él. Los Trabajadores de Luz y Fuerza harán todo causa común con el plan de electrificación del país, tendiente a la emancipación integral de la economía argentina.
5 – Nómina de Comisiones y Consejos Directivos Período 1945/47 (con renovación parcial) Presidente Enrique Cristóbal Pérez Vicepresidente Ricardo Dibárbora Secretario Marcos Bonastre Prosecretario Julia Ferreyra Secretario de Actas Domingo Depaoli Tesorero María Teresa Borgarello Protesorero Raúl Rodríguez Vocales Titulares 1º Félix López 2º Jorge Darío Perrachioni 3º Estela Decorte de Villalón 4º Víctor Salvador Becerra 5º César Vinuesa 6º Victoria Trifona Villar Vocales Suplentes 1º Ramón Marzzetti 2º Irineo Zayas 3º Raúl Pelliza Período 1946/47 (con renovación parcial) Presidente Vicepresidente Secretario Secretario de Actas Tesorero Protesorero Vocales Titulares 2º 3º 5º 6º Vocales Suplentes 1º 2º 3º 4º Período 1947/49 (con renovación parcial) Presidente Prosecretario Secretario de Actas Vocales Titulares 1º 2º 5º 6º Vocales Suplentes 1º 2º 3º 4º Período 1949/51 (con renovación parcial) Presidente Prosecretario Prosecretario de Actas Vocales Titulares Vocales Suplentes
Período 1951/52 (con renovación parcial) Presidente Secretario Prosecretario Prosecretario de Actas Vocales 1º 2º Vocales Seccionales Titulares Vocales Seccionales Suplentes
Enrique Cristóbal Pérez Humberto Gigante Felipe Raymundo Sánchez Roberto Gazzano Ada Canale Matilde Barberis César Vinuesa Mateo Massanet Víctor Jurado Francisco Bottana Segundo Ferreyra Julio Sosa Raúl Falcés Pascual Godoy Marcos Bonastre María Teresa Borgarello Mateo Massanet Francisco Falcés Antonio Rodríguez Manuel Suárez Ferrer Adela Camihort Irineo Zayas Justo A. Molina Pascual Godoy Antonio Fernández Patricio Agulleiro Moreira Mateo Massanet Enrique H. Introini Francisco Bottana Carlos Villafañe Ricardo Moreyra Leopoldo Dalla Battista Bernardo González Pedro Alarcón Mateo Massanet Alberto Marino Justo A. Molina Víctor Raúl Jurado Ángel Stábile Carlos Villafañe Carlos Grisoni Roberto Bottino Ángel Caraúne Abel Ramón Capdevila
Comisión Revisora de Cuentas Titulares Suplentes
Juan Rosso Luis Alberto Krainbühl Antonio Rodríguez Emilio Schickler
Período 1952/53 (con renovación parcial) Secretario General Mateo Massanet (2 años) Subsecretario General Ricardo Dibárbora (1 año) Secretario de Organización Alfonso Pereyra (2 años) Subsecretario de Organización Huberto Cassi (1 año) Secretario de Administración Aldo César Serrano (2 años) Subsecretario de Administración Alberto Marino (1 año) Secretario de Asuntos Gremiales Justo A. Molina (2 años) Subsecretario de Asuntos Gremiales Enrique Cristóbal Pérez (1 año) Secretario de Estadísticas y Censos Felipe Raimundo Sánchez (2 años) Subsecretario de Estadísticas y Censos Jorge Ramos (1 año) Secretario de Bibliotecas y Escuelas Técnicas Domingo D'alberto (2 años) Subsecretario de Bibliotecas y Escuelas Técnicas Secretario de Viviendas y Previsión Social Roberto A. Gazzano (2 años) Subsecretario de Viviendas y Previsión Social Harnoldo Omar Acevedo (1 año) Secretario de Prensa Luis Alberto Krainbühl (2 años) Subsecretario de Prensa Ángel Stábile (1 año) Secretario de Actas Víctor Jurado (2 años) Subsecretario de Actas Antonio Rodríguez (1 año)
Alberto Stimson (1 año)
Período 1954/55 (con renovación parcial) Prosecretario General Atilio Nicoletti Secretario de Administración Norberto Gaite Secretario de Asuntos Gremiales Alberto Marino Secretario de Bobliotecas y Escuelas Técnicas Héctor Lis Fontanella Secretario de Actas Julio César Borghi Vocales Titulares Humberto Gigante Mateo Massanet Vocales Titulares Seccionales Vicente Scocca Raúl del Olmo Vocal Suplente Irineo Zayas Vocales Suplentes Seccionales Yolanda Barisonzi José A. Gianello Revisores de Cuentas Titulares Rogelio Gutiérrez Virgilio Puente Pedro Páez Suplentes Felipe Raymundo Sánchez Alfredo Moine Geargen Basualdo Período 1954/56 (con renovación parcial) Secretario General Secretario de Organización Secretario de Vivienda y Previsión Social Secretario de Prensa y Propaganda Secretario de Estadísticas y Censos Vocales Titulares Vocales Suplentes Período 1957/58 Secretario General Prosecretario General Secretario de Organización Secretario de Administración Secretario de Asunto Gremiales Secretario de Estadísticas y Censos Secretario de Bibliotecas y Escuelas Técnicas Secretario de Viviendas yPrevisión Social Secretario de Prensa Secretario de Actas Vocales Titulares
Vocales Seccionales Titulares Vocales Suplentes
Luis Alberto Krainbühl Bernardo Serrano Roberto Gazzano Francisco Falcés Osvaldo Lucero Ángel Stábile Aldo Mercedes Alba Antonio Rodríguez Felipe Raymundo Sánchez Aldo César Serrano Jaroslaw Szpyrnal Bernardo Serrano Héctor Lis Fontanella José Restituto Ferreyra Osvaldo Lucero Julio César Borghi Ramón Montero Francisco R. Falcés Carlos Coppari Harnoldo Omar Acevedo Jorge Ramos Roberto Bottino Juan Bovo Aldo Rubén Venencia Juan José Micelli Humberto Cassi Aldo Julio Pérez
Raúl A. Rodríguez Ricardo Moreyra
Vocales Seccionales Suplentes Comisión Revisora de Cuentas Titulares Suplentes
Período 1958/60 Secretario General Prosecretario General Secretario de Organización Prosecretario de Organización Secretario de Administración Prosecretario de Administración Secretario de Asuntos Gremiales Prosecretario de Asuntos Gremiales Secretario de Viviendas y Previsión Social Prosecretario de Viviendas y Previsión Social Secretario de Estadísticas y Censos Secretario de Bibliotecas y Escuelas Técnicas Secretario de Prensa Secretario de Actas Vocales Seccionales Titulares Vocales Seccionales Suplentes Vocales Suplentes
Revisores de Cuentas Titulares Titulares Seccionales Suplentes Suplentes Seccionales Período 1959/61 (con renovación parcial) Secretario General Prosecretario de Organización Secretario de Administración Prsecretario de Asuntos Gremiales Secretario de Viviendas y Previsión Social Secretario de Bibliotecas y Escuelas Técnicas Secretario de Prensa y Propagandas Vocales Seccionales Titulares Vocales Seccionales Suplentes Vocales Suplentes Revisores de Cuentas Titulares Suplentes Período 1961/63 (con renovación parcial) Secretario General Prosecretario de Organización Secretario de Administración Prosecretario de Asuntos Gremiales Secretario de Viviendas y Previsión Social Secretario de Bibliotecas y Escuelas Técnicas Secretario de Prensa Vocales Seccionales Titulares Vocales Seccionales Suplentes Vocales Suplentes Revisores de Cuentas Titulares
Luis E. Contardo Carlos Granados Alberto Marino Francisco Sánchez Alfredo J. Moine Carmelo Álvarez Ramón Abel Capdevila Ramón Toribio Ceballos Enrique Cristóbal Pérez Bernardo González Hugo Rosso Luis Juan Gigante Aldo César Serrano Clive Telgarecz Felipe Raymundo Sánchez Emilio Blanco Roberto Múgica Alfredo Civarolo Roberto Borghi Rinaldo Costantini Julio César Borghi Régulo P. Cruchaga Cenobio Barraza Carlos Sergio Kramer Francisco de Bonis Carlos Granados Antonio Roganti Luis Moretti Rubén A. Sainz Adolfo M. Real Alberto Marino Francisco Chiavassa Atilio Vinuesa Carlos Coppari Carlos Grisoni Enrique Barletta Enrique Cristóbal Pérez Luis Juan Gigante David Anello Emilio Blanco Roberto Múgica Rinaldo Costantini Julio César Borghi Víctor M. Chantre Roberto Blanco Raúl Ceballos Carlos Granados Antonio Roganti Luis Moretti Amongero, Oscar Luis Alfredo Moine Carlos Coppari Ernesto Ettlin Enrique Barletta Enrique Pérez Luis Juan Gigante Adolfo Sixto Chiabrando Santiago Bosio Osvaldo Lucero Roberto González Omar A. Giovanini Raúl Ceballos Pedro Chiabodano Alfredo Meaguad Carlos Sergio Kramer Harnoldo Omar Acevedo Francisco Hernández Alberto Marino Agustín Angles Carlos Granados
Suplentes Período 1963/65 Secretario General Secretario de Organización Secretario de Administración Secretario de Asuntos Gremiales Secretario de Viviendas y Previsión Social Secretario de Estadísticas y Censos Secretario de Actas Vocales Titulares 1º 2º Vocales Suplentes 1º 2º Período 1963/64 Prosecretario General Prosecretario de Organización Prosecretario de Administración Prosecretario de Asuntos Gremiales Prosecretario de Viviendas y Previsión Social Secretario de Bibliotecas y Escuelas Técnicas Secretario de Prensa Vocales Titulares 3º 4º Vocales Suplentes 3º 4º Comisión Revisora de Cuentas Titulares Suplentes
Abel Aranda Ernesto Laguzzi Mateo Massanet Jorge Ramos Carlos Coppari Aldo César Serrano Osvaldo Lucero Aldo Mercedes Alba Antonio Pandolfi Alberto Ramón Alba Oscar S. Heredia Pedro Chiabodano Ramón Uvalich Carlos Sergio Kramer Luis Juan Gigante Rubén Sainz Alfredo F. Civarolo Carlos Granados Emilio Blanco Antonio Roganti Atilio de Nápoli José María Deshayes Carlos Bustos Valentín Telgarecz Alberto Marino Ángel H. Sosa Oscar Luis Amongero Hugo V. Haedo Jesús Ferreyra Guillermo Nieto
Período 1966/67 Secretario General Mateo Massanet Subsecretario General Carlos Sergio Kramer Secretario de Organización, Viviendas y Obras Luis Gigante Juan Subsecretario de Organización, Viviendas y Obras Secretario de Administración Carlos Coppari Subsecretario de Administración Hugo Chiavarini Secretario Gremial Aldo César Serrano Subsecretario Gremial Alberto Ramón Alba Secretario de Previsión y Asuntos Sociales Emilio Schickler Secretario de Estadísticas y Censos José Restituto Ferreyra Secretario de Cultura y Relaciones Públicas Aldo Rubén Venencia Secretario de Prensa y Actas Jorge Bossi Subsecretario de Prensa y Actas Rubén Becerra Vocales Titulares 1º Alfredo Meaguad 2º Rubén Sainz 3º Francisco Sánchez 4º Pablo Aloi Vocales Suplentes 1º Antonio Roganti 2º Jorge Ramos 3º Omar Toscano 4º Francisco Sauch Comisión Revisora de Cuentas Titulares Mario Astrada Elio Ariaudo César Della Puppa Suplentes Roberto Múgica Máximo R. Núñez David Anello Período 1968/69 Secretario General Mateo Massanet Subsecretario General Ramón Abel Capdevila Secretario de Organización, Viviendas y Obras Atilio de Nápoli Subsecretario de Organización, Viviendas y Obras Secretario de Administración Carlos Coppari Subsecretario de Administración Alfredo Civarolo
Atilio de Nápoli
Pablo Aloi
Secretario Gremial Aldo César Serrano Subsecretario Gremial Alberto Ramón Alba Secretario de Previsión y Asuntos Sociales Raúl Ceballos Subsecretario de Previsión y Asuntos Sociales José María Deshayes Secretario de Estadísticas y Censos SAINZ, Rubén Secretario de Cultura, Turismo y Relaciones Públicas Secretario de Prensa y Actas Jorge Martín Bossi Subsecretario de Prensa y Actas Julián Luis O. Bencivenga Vocales Titulares 1º Carlos Sergio Kramer 2º Clive Telgarecz 3º José Restituto Ferreyra 4º Luis Juan Gigante Vocales Suplentes 1º Antonio Roganti 2º Francisco de Bonis 3º Francisco Sauch 4º Raúl H. Arévalo Comisión Revisora de Cuentas Titulares Oscar Luis Amongero Elio Ariaudo Mario Astrada Suplentes Máximo R. Núñez Rodolfo V. Mazer Roberto Múgica Período 1970/71 Secretario General Mateo Massanet Subsecretario General José Antonio Foresto Secretario de Organización, Viviendas y Obras Norberto Suppo Subsecretario de Organización, Viviendas Y Obras Secretario de Administración René Ramón Colombres Subsecretario de Administración Rubén Sainz Secretario Gremial Aldo César Serrano Subsecretario Gremial Rafael Bartolomé Gagliano Secretario de Previsión y Asuntos Sociales Alberto Ramón Alba Subsecretario de Previsión y Asuntos Sociales Oscar León Secretario de Estadísticas y Censos REAL, Adolfo M. Secretario de Cultura, Turismo y Relaciones Públicas Secretario de Prensa y Actas Jorge Ferreyra Subsecretario de Prensa y Actas Víctor Hugo Rosso Vocales Titulares 1º Julio Armando Barcos 2º Arturo Gómez 3º Alfonso Mantelli 4º Ricardo Juel Rovera Vocales Suplentes 1º Rodolfo Alberto Marino 2º Ilvo Bono 3º Miguel Navarro 4º Orlando Abatte Comisión Revisora de Cuentas Titulares Alberto Marino Rodolfo Mazer Julián Luis O. Bencivenga Suplentes José Nota Rufino Gornés Luis Isaac Torres Período 1972/73 Secretario General Carlos Sergio Kramer Subsecretario General José Antonio Foresto Secretario de Organización Aldo César Serrano Secretario Gremial Humberto Hugo Baigorria Subsecretario Gremial 1º Rafael Bartolomé Gagliano Subsecretario Gremial 2º Alfonso Mantelli Secretario de Viviendas y Obras Julio Armando Barcos Subsecretario de Viviendas y Obras Rodolfo Alberto Marino Secretario de Administración René Ramón Colombres Subsecretario de Administración Ernesto Alberto Bencivenga Secretario de Previsión y Asuntos Sociales Antonio Sosa Martínez Subsecretario de Previsión y Asuntos Sociales Santiago Pfeiffer Secretario de Prensa y Relaciones Públicas Aldo Julio Pérez Secretario de Cultura, Turismo y Actas Rubén Alberto Costantini Vocales Titulares 1º Omar D. Ferreyra 2º Andrés de Mula 3º Jesús A. Aguirre 4º Luis Isaac Torres
Aldo Rubén Venencia
Rinaldo Costantini
José Restituto Ferreyra
Vocales Suplentes 1º 2º 3º 4º Comisión Revisora de Cuentas Titulares Suplentes Miembros Tribunal Paritario Interior E.P.E.C. Titulares Secretario Subsecretario Suplentes
Julián Luis O. Bencivenga José A. P. Jara Miguel Ángel Navarro Rubén Alberto Medina Hipólito M. Ferreyra Roberto V. Blanco Clive E. Telgarecz Francisco E. Cánovas Máximo Raúl Núñez Orlando Abatte
Roberto Múgica Francisco Sauch Mario Hugo Mantelli Harnoldo Omar Acevedo
Período 1974/75 Secretario General Aldo César Serrano Subsecretario General Luis Juan Gigante Secretario de Organización Julián Luis O. Bencivenga Secretario de Viviendas y Obras Julio Armando Barcos Subsecretario de Viviendas y Obras Rodolfo Alberto Marino Secretario de Administración Antonio Sosa Martínez Subsecretario de Administración Ernesto Alberto Bencivenga Secretario Gremial Luis Héctor Tocci Subsecretario Gremial 1º Rafael Bartolomé Gagliano Subsecretario Gremial 2º Alfonso Mantelli Secretario de Previsión y Asuntos Sociales Roberto Francisco do Pazo Subsecretario de Previsión y Asuntos Sociales Andrés de Mula Secretario de Cultura, Turismo y Actas Antonio Roganti Secretario de Prensa y Relaciones Públicas José Antonio Foresto Vocales Titulares 1º Carlos Bertorello 2º Salustiano Merardo Ferreyra 3º Jesús A. Aguirre 4º Ricardo Juel Rovera Vocales Suplentes 1º Francisco Chiavassa 2º José A. P. Jara 3º Angel Denari 4º Julio Moreno Comisión Revisora de Cuentas Titulares Juan Sciaqua Carlos Martínez Oscar Trivillin Suplentes Jorge Casalis Elio Zabala Roberto Múgica Miembros Tribunal Paritario Interior EPEC Secretario Humberto Hugo Baigorria Subsecretario Francisco Sauch Suplentes Harnoldo Omar Acevedo Oscar Pérez Período 1976/78 Secretario General Aldo César Serrano Subsecretario General Luis Juan Gigante Secretario de Organización Antonio Sosa Martínez Secretario Gremial Luis Héctor Tocci Subsecretario Gremial 1º Julio Armando Barcos Subsecretario Gremial 2º Mario Mantelli Secretario de Viviendas y Obras Rodolfo Alberto Marino Subsecretario de Viviendas y Obras Ernesto Alberto Bencivenga Secretario de Hacienda Julián Luis O. Bencivenga Subsecretario de Hacienda Angel Mario Sales Secretario de Previsión y Asuntos Sociales Roberto Francisco do Pazo Subsecretario de Previsión y Asuntos Sociales Alfonso Mantelli Secretario de Prensa y Relaciones Públicas José Antonio Foresto Secretario de Cultura, Turismo y Actas Antonio Roganti Vocales Titulares 1º Juan Kisluk 2º Angel Denari 3º Luis Rafael Sánchez 4º Rafael Bartolomé Gagliano
Vocales Suplentes 1º 2º 3º 4º Comisión Revisora de Cuentas Titulares Suplentes Miembros Tribunal Paritario Interior EPEC Secretario Subsecretario Suplentes
Jorge Resta Tomás Santiago Celis Julio Moreno Juan Mascietti Carlos Martínez Francisco Páez Carlos Pollero Alberto Valle Luis Santiago Soleri Carlos Coppari
Francisco Sauch Carlos Girardi Andrés de Mula Juan Mora En razón del golpe de Estado acaecido el 24 de marzo de 1976 este Consejo Directivo cesó en sus funciones recién el 31de agosto de 1983, oportunidad en que se encontraban a cargo de la institución los compañeros que se mencionan seguidamente: Secretario General Aldo César Serrano Subsecretario General Luis Juan Gigante Secretario de Organización Julio Moreno Secretario Gremial Luis Héctor Tocci Subsecretario Gremial 1º Julio Armando Barcos Subsecretario Gremial 2º Luis Rafael Sánchez Secretario de Viviendas y Obras Rodolfo Alberto Marino Subsecretario de Viviendas y Obras Ernesto Alberto Bencivenga Secretario de Hacienda Angel Mario Sales Secretario de Previsión y Asuntos Sociales Alfonso Mantelli Subsecretario de Previsión y Asuntos Sociales Juan Kisluk Secretario de Prensa y Relaciones Públicas José Antonio Foresto Secretario de Cultura, Turismo y Actas Tomás Santiago Celis Período 1º de setiembre de 1983 al 31 de diciembre de 1986 Secretario General Aldo César Serrano Subsecretario General Luis Juan Gigante Secretario de Organización Julio Armando Barcos Secretario de Viviendas y Obras Rubén José Gamero Subsecretario de Viviendas y Obras Francisco Omar Medina Secretario de Hacienda Rodolfo Alberto Marino Subsecretario de Hacienda Alfonso Mantelli Secretario Gremial Humberto Hugo Baigorria Subsecretario Gremial 1º Luis Rafael Sánchez Subsecretario Gremial 2º Alberto Nicolás Juri Secretario de Previsión y Asuntos Sociales Miguel José Miranda Subsecretario de Previsión y Asuntos Sociales Oscar Ramón Oros Secretario de Cultura, Turismo y Actas Tomás Santiago Celis Secretario de Prensa y Relaciones Públicas José Antonio Foresto Vocales Titulares 1º Luis Andrés Gagliano 2º Eduardo Ángel Brandolín 3º Francisco Jesús Rodríguez 4º Nelson J. Gabrieloni Vocales Suplentes 1º Carlos Alberto Granados 2º Carmen Oscar Carrizo 3º Francisco de Boni 4º Santiago Pfeiffer Comisión Revisora de Cuentas Titulares Eduardo José Demaría Miguel Angel Durán Carlos Alberto Coppari Suplentes Sergio D. Madrigali Nelson Bartolomé Panero Francisco E. Cánovas Período 1º de enero de 1987 al 31 de octubre de 1989 Secretario General Luis Juan Gigante Subsecretario General Humberto Hugo Baigorria Secretario de Organización Aldo César Serrano Secretario de Viviendas y Obras Luis Rafael Sánchez Subsecretario de Viviendas y Obras Félix Francisco Ferrero Secretario de Hacienda Ángel Duglan Guallan Subsecretario de Hacienda Carlos Alfredo Semería Secretario Gremial Julio Armando Barcos Subsecretario Gremial 1º Eduardo Ángel Brandolín Subsecretario Gremial 2º Enrique A. Gallardo Secretario de Previsión y Asuntos Sociales Alfonso Mantelli
Secretario de Cultura, Turismo y Actas Secretario de Prensa y Relaciones Públicas Vocales Titulares 1º 2º 3º 4º Vocales Suplentes 1º 2º 3º 4º Comisión Revisora De Cuentas Titulares Suplentes
Luis Andrés Gagliano José Antonio Foresto Francisco Jesús Rodríguez Roberto C. Bonvillani Raúl Omar Sánchez Andrés De Mula Oscar Carmen Carrizo Rodolfo Alberto Marino Santiago Pfeiffer José Ángel Torres Aldo Waldino Rivadera Osvaldo Juan Rincón Juan Domingo Martino Salustiano Merardo Ferreyra César Hugo Hernández Héctor Felipe Taborda
Período 1º de noviembre de 1989 al 31 de octubre de 1992 Secretario General Luis Héctor Tocci Subsecretario General Rodolfo Alberto Marino Secretario de Organización Luis Rafael Sánchez Secretario de Viviendas y Obras Luis Juan Gigante Subsecretario de Viviendas y Obras Alejandro Antonio Roganti Secretario de Hacienda Carlos Alfredo Semería Subsecretario de Hacienda Alfonso Mantelli Secretaria de Acción Mutual Zulma Gómez de Tomasetti Secretario Gremial Julio Armando Barcos1 Subsecretario Gremial 1º Eduardo Ángel Brandolín2 Subsecretario Gremial 2º Héctor Pagani Subsecretario Gremial 3º Aldo César Serrano Secretario de Previsión y Servicios Sociales Alejandro Rubén Allende Secretario de Cultura, Turismo y Actas Francisco Jesús Rodríguez Secretario de Prensa y Relaciones Públicas Alberto Américo López3 Vocales Titulares José Andrés Brediche Vocales Suplentes Adrián Dolce Ángel Gerónimo Pérez Mario Gamero Alberto Zanni Comisión Revisora de Cuentas Titulares Osvaldo Juan Rincón Osvaldo Waldino Rivadera Francisco Yanni Suplentes Francisco Gamarra Osvaldo Elía Dotto Roberto Giacinto 1 Fallecido en trágico accidente el 7 de acotubre de 1991. 2 Permiso especial a partir de noviembre de 1991. 3 Renunció en enero de 1991. Período 1º de noviembre de 1992 al 6 de diciembre de 1993 Secretario General Luis Héctor Tocci Subsecretario General Luis Pedro Giuggioloni1 Secretario de Organización Francisco Jesús Rodríguez Secretario de Viviendas y Obras Alejandro Rubén Allende, Subsecretario de Viviendas y Obras Sergio Elio Hidalgo Secretario de Hacienda Rodolfo Alberto Marino Subsecretario de Hacienda Osvaldo Juan Rincón Secretario de Acción Mutual Alfonso Mantelli Secretario Gremial Alberto Nicolás Juri Subsecretario Gremial 1º Héctor Pagani Subsecretario Gremial 2º Alejandro Antonio Roganti Subsecretario Gremial 3º Héctor Horacio Acedo Secretario de Previsión y Servicios Sociales Luis Rafael Sánchez Secretario de Cultura, Turismo y Actas Carlos Alfredo Semería Secretario de Prensa y Relaciones Públicas Daniel Omar González Vocales Titulares Reinaldo Oscar Arrascaeta Robert Eraldo Caula, Carlos Julio Recalde Vocales Suplentes Héctor Enrique Taborda Enrique Roberto Llanes Luis Alberto López José Andrés Brediche Comisión Revisora de Cuentas Titulares Osvaldo Elía Dotto
Raúl Demaría
Carlos Zaqui Sufán
Suplentes
1
Francisco E.Canovas Salustiano Merardo Ferreyra Oscar Alberto Luque Paula Andrea Abregú Ángel Gerónimo Pérez
Inició con licencia gremial y renunció a partir del 18 de agosto de 1993
Período 7 de diciembre de 1993 al 31 de octubre de 1995 Secretario General Aldo César Serrano, Subsecretario General Oscar David Henares, Secretario de Organización Carlos Zaqui Sufán, Secretario de Viviendas y Obras Sergio Elio Hidalgo, Subsecretario de Viviendas y Obras Carlos Alberto Valerio, Secretario de Hacienda Rodolfo Alberto Marino, Subsecretario de Hacienda Osvaldo Juan Rincón, Secretario de Acción Mutual Alfonso Mantelli, Secretario Gremial Héctor Pagani, Subsecretario Gremial 1º César Hugo Hernández, Subsecretario Gremial 2º Héctor Horacio Acedo, Subsecretario Gremial 3º Alejandro Antonio Roganti, Secretario de Previsión y Servicios Sociales Luis Rafael Sánchez, Secretario de Cultura, Turismo y Actas Carlos Alfredo Semería Secretario de Prensa y Relaciones Públicas Daniel Omar González Vocales Titulares Carlos Julio Recalde Luis Alberto Avila Ricardo Millajer Vocales Suplentes José Andrés Brediche Antonio Segundo Aguetti Carlos Álvarez Luis Alberto Roldán Comisión Revisora de Cuentas Titulares Máximo Alberto Brizuela Guillermo José Cortez Robert Eraldo Caula Suplentes Oscar Alberto Luques José Raúl Cáceres Salustiano Merardo Ferreyra Período 1º de noviembre de 1995 al 31 de octubre de 1998 Secretario General Aldo César Serrano Subsecretario General Oscar David Henares Secretario de Organización César Hugo Hernández Secretario de Viviendas y Obras Sergio Elio Hidalgo Subsecretario de Viviendas y Obras Alfonso Mantelli Secretario de Hacienda Rodolfo Alberto Marino Subsecretario de Hacienda Osvaldo Juan Rincón Secretario de Acción Mutual Carlos Alberto Valerio Secretario Gremial Carlos Zaqui Sufán Subsecretario Gremial 1º Carlos Armando Coria Subsecretario Gremial 2º Héctor Horacio Acedo Subsecretario Gremial 3º Alejandro Antonio Roganti Secretario de Previsión y Servicios Sociales Luis Rafael Sánchez Secretario de Cultura, Turismo y Actas Carlos Alfredo Semería1 Secretario de Prensa y Relaciones Públicas Daniel Omar González Vocales Titulares Carlos Julio Recalde Reinaldo Oscar Arrascaeta2 Manuel Salvador Grela Vocales Suplentes Nelson Ángel Olmos Mario Rafael Lorenzatti Carlos Arturo Cussa Carlos Diego Barrionuevo Comisión Revisora de Cuentas Titulares José Raúl Cáceres Salustiano Merardo Ferreyra Fabián Edelver Panero Suplentes Claudio Eduardo Toranzo Aldo Ramón Grosso Oscar Alberto Luques 1 Renunció a partir del 30 de abril de 1996 2 Ocupó el cargo de Secretario de Cultura, Turismo y Actas a partir el 21 de junio de 1996. Tribunal Paritario EPEC Titulares
Daniel Semería Luis Andrés Gagliano Aldo César Serrano Carlos Zaqui Sufán
Francisco Jesús Rodríguez
Héctor Pagani
Suplentes
Rodolfo Valerio Carlos Armando Coria César Hugo Hernández Ricardo José Millajer Comisión Mixta de Higiene, Seguridad y Medicina del Trabajo EPEC Titular Rodolfo Valerio Suplente Mario Daniel Verdecchia Comisión Mixta de Capacitación EPEC Titular Rubén Emilio Manías Suplente Ángel Nelson Olmos Comisión Mixta de Becas EPEC Titular Enrique Leopoldo Venencia Suplente Luis Horacio Rodríguez Obra Social de los Sindicatos de Luz y Fuerza de la Provincia de Córdoba Secretario Comisión Administradora José Andrés Brediche Programa de Propiedad Participada - Transener S.A. Subdirector Juan Gómez Federación Argentina de Trabajadores de Luz y Fuerza Administración Hotel Independencia Eduardo Ángel Brandolín Comisión Nacional Jubilados Capdevila, Ramón Abel Secretariado Nacional FATLyF Subsecretario Gremial Robert Eraldo Caula Vocal Suplente Aldo César Serrano Período 1º de noviembre de 1998 al 31 de octubre de 2001 Secretario General Aldo César Serrano1 Subsecretario General Oscar David Henares2 Secretario de Organización César Hugo Hernández Secretario de Viviendas y Obras Sergio Elio Hidalgo Subsecretario de Viviendas y Obras Alfonso Mantelli Secretario de Hacienda Rodolfo Alberto Marino Subsecretario de Hacienda Osvaldo Juan Rincón Secretario de Acción Mutual Carlos Alberto Valerio Secretario Gremial Carlos Zaqui Sufán Subsecretario Gremial 1º Carlos Armando Coria Subsecretario Gremial 2º Héctor Horacio Acedo Subsecretario Gremial 3º Alejandro Antonio Roganti Secretario de Previsión y Servicios Sociales Luis Rafael Sánchez Secretario de Cultura, Turismo y Actas Reinaldo Oscar Arrascaeta Secretario de Prensa y Relaciones Públicas Daniel Omar González Vocales Titulares Héctor Pagani3 Carlos Julio Recalde4 Ángel Nelson Olmos Raúl Marcelo Álvarez5 Vocales Suplentes Mario Rafael Lorenzatti6 Carlos Arturo Cussa Roberto Giacinto Claudio Eduardo Toranzo Comisión Revisora de Cuentas Titulares Nelson Bartolomé Panero Carlos Gustavo Ghisolfi Ricardo Andrés Ponzio Suplentes Rubén Omar Polo Miguel Gómez Roberto Omar Lazzarini Tribunal Paritario EPEC Titulares Aldo César Serrano Carlos Zaqui Sufán Daniel Semería Luis Andrés Gagliano Suplentes Ricardo José Millajer César Hugo Hernández José Raúl Cáceres Carlos Armando Coria Comisión Mixta de Higiene, Seguridad y Medicina del Trabajo EPEC Titular Rubén Pedro Bergesio Suplente Ricardo José Millajer Comisión Mixta de Capacitación EPEC Titular Luis Horacio Rodríguez Suplente Raúl José Cáceres Comisión Mixta de Becas EPEC Titular Raúl Horacio Pelliza Suplente Luis Andrés Gagliano Obra Social de los Sindicatos de Luz y Fuerza de la Provincia de Córdoba Secretario Comisión Administradora José Andrés Brediche Programa de Propiedad Participada - Transener S.A. Federación Argentina de Trabajadores de Luz y Fuerza Administración Hotel Independencia Eduardo Ángel Brandolín Secretariado Nacional FALTyF
Juan Gómez,
Subsecretario Gremial Vocal Suplente
Robert Eraldo Caula Aldo César Serrano
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Falleció en un accidente aéreo el 31 de agosto de 1999. Ocupó el cargo de Secretario General desde el 1º de setiembre de 2000 hasta su renuncia. 3 Ocupó el cargo de Secretario General desde el 10 de mayo de 2000. 4 Adscripto a la Secretaría de Organización. 5 Adscripto a la Secretaría de Previsión y Servicios Sociales. 6 Adscripto a la Secretaría de Cultura, Turismo y Actas. 2
Período 1º de noviembre de 2001 al 31 de octubre de 2004 Secretario General Eduardo Ángel Brandolín Subsecretario General Reinaldo Oscar Arrascaeta Secretario de Organización Luis Andrés Gagliano Secretario de Viviendas y Obras Sergio Elio Hidalgo Subsecretario de Viviendas y Obras Raúl Marcelo Álvarez Secretario de Hacienda Rodolfo Alberto Marino Subsecretario de Hacienda Osvaldo Juan Rincón Secretario de Acción Mutual Roberto Omar Lazzarini Secretario Gremial Alejandro Antonio Roganti Subsecretario Gremial 1º José Antonio Vargas Subsecretario Gremial 2º Carlos Julio Recalde Subsecretario Gremial 3º Daniel Alberto Paván Secretario de Previsión y Servicios Sociales Jorge Ricardo Vachetta Secretario de Cultura, Turismo y Actas Mario Rafael Lorenzatti1 Secretario de Prensa y Relaciones Públicas Daniel Omar González2 Vocales Titulares César Hugo Hernández Carlos Alberto Valerio3 Máximo Humberto Brizuela4 Vocales Suplentes Arturo Carlos Cussa Luis Alberto Pich Raúl Américo Ponce Claudio Eduardo Toranzo Comisión Revisora de Cuentas Titulares Nelson Bartolomé Panero Carlos Gustavo Ghisolfi Ricardo Andrés Ponzio Suplentes Rubén Omar Polo Javier Emilio Ribone José Genaro Cortez 1
Robert Eraldo Caula
Renunció al cargo a partir del 30 de abril de 202. El Consejo aprobó su renuncia el 23 de julio de 202. Renunció al cargo a partir del 1º de febrero de 2003. El Consejo Directivo aprobó su renuncia el 19 de mayo de 203 y designó como coordinador al Cro. Jorge Antonio Apezteguía. 3 Adscripto a la Secretaría de Previsión y Servicios Sociales. 4 Adscripto a la Secretaría de Cultura, Turismo y Actas. El 23 de julio de 02 fue designado por el Consejo Directivo como Secretario de Cultura, Turismo y Actas. 2
6 – Edificios seccionales Seccionales Almafuerte Altagracia
Balnearia Bell Ville Canals Corral de Bustos Cruz del Eje Dean Funes Del Oeste Embalse, Embalse Sur, Rio Grande General Deheza General Levalle General Roca Hernando Huinca Renanco Isla Verde Jesús María, Colonia Caroya La Carlota Las Sierras Leones Marcos Juárez Morteros Oliva Oncativo Pilar Río Segundo Río Tercero Sampacho San Francisco San Roque, La Calera Villa Carlos Paz Villa de Soto Villa del Rosario Villa Dolores Villa María
Inauguración 14 de mayo de 1985 28 de noviembre de 1953 (este primer edificio fue construido totalmente con aportes de los compañeros de la Seccional) 11 de setiembre de 1968 30 de agosto de 1986 17 de agosto de 1961 12 de octubre de 1966 16 de octubre de 1992 5 de octubre de 1974 (edificio nuevo, el anterior fue inaugurado en 1961) 19 de noviembre de 1973 22 de julio de 1994 19 de junio de 2002 10 de octubre de 1993 1º de febrero de 1992 7 de agosto de 2003 7 de julio de 1995 6 de diciembre de 1994 29 de octubre de 1973 28 de diciembre de 1973 12 de noviembre de 1992 30 de mayo de 1954 30 de abril de 1983 8 de marzo de 1989 13 de marzo de 1987 16 de diciembre de 1995 10 de setiembre de 1991 13 de julio de 1988 28 de abril de 1989 22 de diciembre de 1973 12 de mayo de 1995 20 de octubre de 1964 9 de marzo de 1993 13 de julio de 1966 16 de octubre de 1998 13 de julio de 1962 13 de julio de 1986 16 de febrero de 1999
7 - Medallas al Mérito Sindical FEDERACIÓN ARGENTINA DE TRABAJADORES DE LUZ Y FUERZA (FATLYF) 1971 Atilio de Napoli Alta Gracia 1972 Carlos Kramer Bell Ville 1973 José Foresto Bell Ville 1974 Filipini, Oscar A. y E. de Córdoba 1978 Rafael Gagliano* San Roque 1979 Oscar Oros Las Sierras 1980 Consejo Directivo 1981 Luis Tocci Alta Gracia 1982 Hugo Baigorria Balnearia 1982 Julio Barcos Villa Maria 1983 Rodolfo Marino Villa Maria 1984 Alfonso Mantelli Río Tercero 1985 Héctor Pagani Corral de Bustos 1986 Tomás Celiz Leones 1987 Andrés de Mula Alta Gracia 1988 Luis Roldán Las Sierras 1989 Santiago Pfeifer Bell Ville 1990 Ángel Dalla Rosa Corral de Bustos 1991 Mario Mantelli Bell Ville 1992 Antonio Roganti Villa Maria 1993 Aldo Rivadera Las Sierras 1994 José Brediche Bell Ville 1995 Oscar Henares Oliva 1996 Eduardo Brandolin Jesús María 1997 Robert Caula Hernando 1998 Adolfo Hasselqwst Bell Ville 1999 Nélida Llanes Villa Carlos Paz 2000 Rubén Bergantiño Morteros 2001 Luis O. di Palma Río Segundo 2002 Richard Quinn Bell Ville 2003 Arquímedes Ongaro Villa del Totoral Sindicato Regional Sede Central Villa María 1971 Alberto Alba, Río Tercero 1973 Alfredo Bugnone Villa del Rosario 1979 Gingolani, Aurelio Bell Ville 1980 Héctor Sáinz* Villa María 1981 Juan Secchin Isla Verde 1982 Aldo Grosso Almafuerte 1982 Carlos Tarte Cruz del Eje 1983 Carlos Bertorello Villa Carlos Paz 1984 Rodolfo Demaría Boca del Rio 1985 Tomás Bermúdez Justiniano Posse 1986 Alceo Sisto Oncativo 1987 Luis Malano Etruria 1988 Juan Bruno La Francia 1989 Amaldo López San Roque 1990 Jorge Seculini Jesus Maria 1991 Juan Vittadini Guatimozin 1992 Francisco Chiavassa A. y E. de Córdoba 1993 Francisco Canovas Oliva 1994 Arnaldo Eguia Cruz del Eje 1995 Osvaldo Pereyra Las Sierras 1996 Rodolfo Duran Villa Carlos Paz 1997 Abraham José Hespir San Francisco 1998 Ángel Nelson Olmos Las Sierras 1999 Silvia Ana Bie Freyre 2000 Jorge Bossi San Francisco 2001 Miguel Haro Las Sierras 2002 Miguel Ángel Durán Villa Carlos Paz 2002 Dardo Giuliani Villa Maria 2003 Antonio Asti Villa Carlos Paz * Entregadas post mortem