Así habló Zaratustra | Orquesta Sinfónica de Tenerife

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Así habló Zaratustra

Viernes

3.5.19 19 : 30 h Auditorio de Tenerife

Wagner y Strauss Antonio Méndez, director François Leleux, oboe


Abono 13

Así habló Zaratustra Antonio Méndez, director François Leleux, oboe La Sinfónica y el solista: François Leleux es la primera vez que interviene con la orquesta. Últimas interpretaciones (§): Richard Wagner Tannhäusser, Obertura Abril de 2016; Matthew Halls, director. Richard Strauss Concierto para oboe Marzo de 2008; Alexei Ogrintchouk, oboe; Lü Jia, director. Richard Strauss Así habló Zaratustra Marzo de 2007; Edmon Colomer, director. (§) Desde la temporada 1986-1987 * Primera vez por esta orquesta Audición nº 2522 La Sinfónica de Tenerife colabora con la Joven Orquesta de Canarias JOCAN en su área socioeducativa incorporando a 12 jóvenes músicos al trabajo de este programa.


01

Richard WAGNER (1813-1883)

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Richard STRAUSS

Tannhäusser, Obertura-Der Venusberg (Bacchanale)* (1864-1949)

Concierto para oboe y orquesta en Re mayor, TrV 292/op. 144

Allegro moderato

Andante Vivace

II Parte

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Richard STRAUSS

Así habló Zaratustra, Poema sinfónico, op. 30

Agradecimiento

PROGRAMA

I Parte


Antonio Méndez, director El director español Antonio Méndez se está convirtiendo en uno de los directores más solicitados, consolidados y fascinantes de su generación, y está estableciendo estrechos vínculos con las orquestas más importantes de Europa. En los últimos años, Antonio ya ha cosechado grandes éxitos dirigiendo a orquestas como TonhalleOrchester Zürich, Symphonieorchester des Bayerischen Rundfunks, Mahler Chamber Orchestra, Rotterdam Philharmonic, Danish National Symphony Orchestra, hr-Sinfonieorchester, Royal Stockholm Philharmonic, Staatskapelle Dresden, Scottish Chamber Orchestra, Los Angeles Philharmonic y Orchestre Philharmonique du Luxembourg. En 2018 Antonio fue nombrado director principal de la Orquesta Sinfónica de Tenerife con la que aparecerá durante la temporada 2018/2019. En esta temporada también debutará con la Konzerthausorchester Berlin y la Orchestre de Chambre de Paris, y volverá a la Bournemouth Symphony Orchestra, Iceland Symphony Orchestra, Orquesta Nacional de España y Kammerakademie Postdam. La temporada pasada, Antonio realizó una gira con Staats­ kapelle Weimar por España y por segunda vez con la Orquesta Nacional de España en Corea del Sur. Además, debutó con la Deutsches Symphonie-Orchester Berlin, Mannheim Akademie y Orquesta Sinfónica de Castilla y León; y regresó a la Orquesta Nacional de España, Seoul Philharmonic orchestra and Bremer Philharmoniker. Entre sus recientes actuaciones podemos destacar sus aclamados debuts con Wiener Symphoniker, Staatskapelle Dresden, Tonkünstler-Orchester Niederösterreich, BBC


Philharmonic, Helsinki Philharmonic, Gürzenich-Orchester Köln, Orchestre de Chambre de Lausanne, Scottish Chamber, Auckland Philharmonia, National Philharmonic of Russia y New Japan Philharmonic. La reciente grabación que ha realizado con la Radio-Sinfonieorchester Stuttgart des SWR y el sello discográfico SWR Music (para Berlin Classics) recibió un Echo Klassik Award. También ha grabado con la Scottish Chamber Orchestra para Linn Records. Antonio Méndez atrajo la atención del público internacional al ser premiado en 2012 en el prestigioso concurso Malko en Copenhague y, posteriormente, como finalista en el concurso de jóvenes directores de Nestlé y del Festival de Salzburgo en su edición de 2013. Nacido en Palma de Mallorca en 1984, Antonio comenzó sus estudios musicales de piano y violín en el Conservatorio Profesional de Música de Mallorca. Posteriormente estudió composición y dirección en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid. Desde 2007 reside en Alemania, donde completó su formación como director en la Universität der Künste Berlin con el Profesor Lutz Kölher, como miembro del Dirigentenforum (‘Foro de Directores’ del Consejo Musical Alemán) y en la Hochschule für Musik ‘Franz Liszt’ Weimar con el Profesor Nicolás Pasquet.Symphony Orchestra y Joshua Weilerstein y la Minnesota Orchestra. También toca con la London Symphony Orchestra y Susanna Mälkki, Dresden Philharmonic Orchestra y Michael Sanderling, y con la Polish National Radio Symphony Orchestra y Leonard Slatkin.


François Leleux, oboe François Leleux, reconocido por aportar una “personalidad colosal” a sus interpretaciones (Chicago Classical Review), actúa habitualmente como solista, director e intérprete/director con las principales orquestas y en los principales festivales y ciclos de conciertos de todo el mundo. Su preeminencia como oboísta está reconocida internacionalmente pero, en las últimas temporadas, Leleux se ha ganado paralelamente una sólida reputación como director, poniéndose al frente de orquestas como hr-Sinfonieorchester, Camerata Salzburg, Tonkünstler-Orchester Niederösterreich y las Sinfónicas de Sydney, la Radio Sueca y la WDR. En temporadas anteriores, Leleux ha sido artista residente con la hr-Sinfonieorchester (2016/17), director artístico invitado de la Norwegian Chamber Orchestra (2014/15) y artista colaborador de la Orchestre de Chambre de Paris (2012-14). Está especializado en música de cámara y actúa regularmente por todo el mundo con el sexteto Les Vents Français y con Lisa Batiashvili, Isabelle Moretti, Eric Le Sage y Emmanuel Strosser como compañeros de recital. Comprometido con la ampliación del repertorio para oboe, Leleux ha protagonizado estrenos mundiales de nuevos encargos, como el concierto para oboe Aquateinte de Jarrell y, junto con su esposa Lisa Batiashvili, el Doble Concierto para Violín y Oboe de Escaich con la Filarmónica de Nueva York y la NDR Sinfonieorchester Hamburg. Leleux ha publicado varios CDs con Sony Classical, el último de los cuales, un disco con obras de Hummel y Haydn grabado con la Münchener Kammerorchester, fue premiado en 2016. François Leleux es profesor de la Hochschule für Musik und Theater München.


Así habló Zaratustra Grandes batallas intelectuales marcaron el final del siglo XIX. Y, una de ellas, justamente, fue la protagonizada por dos de los personajes que se cuelan en el programa que nos ocupa: Nietzsche y Richard Wagner (Leipzig, 22-V-1813-Venecia, Reino de Italia, 13-II-1883). Ambos mantuvieron una intensa relación de amistad-odio. Es poco conocida la faceta compositiva del filósofo alemán (que cuenta con varias obras para piano y algunos Lieder), que era motivo de burla por parte de Wagner y que llevó, entre otras cosas, a la ruptura de su relación. Primero en forma de admiración y después como marca de la “decadencia”, Wagner ocupó en los escritos de Nietzsche –quizá el precursor más serio de la filosofía de la música– un lugar privilegiado. Uno de los puntos de conflicto teóricos entre ambos, y que marca las obras que comentaremos, es la “profundidad” y la “redención”. Para Nietzsche, de hecho, es específicamente la redención lo que marca la ópera wagneriana. Veamos a qué se puede referir aquí.

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Suele pasar con algunas oberturas, especialmente las del siglo XIX, que son una suerte de resumen de lo que sucede en la ópera. No es menos en el caso de la que nos ocupa. Tannhäuser fue un poeta alemán del siglo XIII que, tras haber pasado un año de desenfreno en el monte de Venus, un lugar mítico situado supuestamente en Turingia (Alemania) decide poner rumbo a Roma para reclamar el perdón de sus múltiples pecados al Papa. Por el camino, se encuentra con un viejo amigo, que le recuerda que su antiguo amor, Elisabeth, aún lo espera en el castillo de Wartburg. Tannhäuser, así, se encamina hacia allá y, al llegar, participa en un concurso de canto en el que cuenta sus días de lujuria en el monte de Venus. Es duramente condenado por toda la corte, salvo por Elisabeth, que lo protege. Este episodio le vuelve a poner rumbo a Roma. Allí, el Papa le niega el perdón. Elisabeth, que cree que Tannhäuser no regresará, muere de dolor. El poeta, al ver pasar el


féretro de su amada, cae de rodillas y muere. En ese momento, llegaban peregrinos con la nueva de que, finalmente, el Papa había reconsiderado el perdón: Tannhäuser había sido redimido. La primera melodía que se escucha en el clarinete y la trompa, grave, al estilo de un coral de Bach, representa a los peregrinos. El tema va creciendo poco a poco, hasta alcanzar en un climax marcado por el intenso acompañamiento de la cuerda que dotan de un gran protagonismo a la trompa. Este tema coral se transforma poco a poco en uno intrigante, que representa al mundo dionisíaco de la montaña de Venus. Tannhäuser fue considerada en su estreno –y especialmente en el contexto parisino– como en exceso moderna y es por culpa de la música destinada a describir, justamente, la montaña de Venus. Los comentaristas afirman que el solo de clarinete y de cuerdas intermedio representa, directamente, la voz de Venus. La tercera parte de la obertura retoma el tema del coral junto a un delicado trabajo melódico que promete esa redención –al menos– musical. El Concierto para oboe y orquesta en Re mayor, TrV 292/ op. 144, de Richard Strauss (Múnich, 11-VI-1864-GarmischPartenkirchen, 8-IX-1949) es una rareza de la segunda pos­ guerra mundial. El oboísta de la orquesta de Pittsburgh, John de Lancie, se enciontraba movilizado en Alemania para servir al ejército estadounidense durante la II Guerra Mundial. Poco antes del fin de la guerra, decidió visitar a Strauss y animarle a escribir el concierto que nos ocupa. Mientras que muchos compositores se planteaban cómo seguir componiendo tras el horror en el que se había visto sumergida Europa en las décadas anteriores, Strauss –ya en el final de su vida– compone un concierto desenfadado y amable… para casi todos. Y es que es extremadamente exigente para el solista, que hace las veces de soprano de coloratura sin límites con la que soñaba Strauss. Requiere, para interpretar los largos pasajes sin interrupción, de una técnica que se llama “respiración circular”, que consiste en respirar mientras se expulsa aire.

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Strauss, pese a haber sido un precursor de la composición de corte más trasgresor con su Elektra y Salomé, vuelve en su vejez a formas compositivas tradicionales. Lo podemos notar desde el primer movimiento. Éste comienza con una larga introducción del oboe apenas apoyada por la orquesta, donde se presentan fundamentalmente todos los materiales. Uno de los elementos fundamentales es su diálogo con el clarinete y la flauta, instrumentos con los que habitualmente el oboe toca a la vez. De este modo, Strauss parece querer diseccionar la sección de viento madera de la orquesta, cruzando sus timbres. El segundo movimiento es claramente de inspiración mozartiana, algo que se anuncia con ese colchón rítmico de la cuerda. Aunque tiene un carácter más introspectivo, con pasajes en los que la orquesta tiene un papel meramente atmosférico, anuncia –especialmente en la cadencia que lo cierra– con algunos guiños el simpático –y frenético– tercer movimiento. Solo algunas sombras al final del movimiento parece que cuestionan esa alegría simple que parece que Strauss construye en su concierto. Quizá porque en aquellos años, esa alegría simple era a costa del silenciamiento. Bien lo dijo Brecht con aquellas palabras: “¡Qué tiempos son estos, en que hablar sobre árboles es casi un crimen porque implica silenciar tanta injusticia!”.

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Los más cinéfilos no podrán evitar pensar en 2001, Una odisea en el espacio, de Kubrick, al oír las primeras notas de Así habló Zaratustra op. 30. Esta composición, de 1896, es la segunda pieza (la primera es la ópera Guntram, de 1894) en la que Strauss mostró su interés por el filósofo alemán, que fallecería solo cuatro años después. Se trata de un poema sinfónico que parte de una selección de algunos fragmentos del texto homónimo de Nietzsche. En él, Zaratustra (el profeta del zoroastrismo, una religión iraní, revisitado de una forma muy personal por Nietzsche) se enfrenta a situaciones que permiten a Nietzsche explorar diversos aspectos de su filosofía. La obra se abre con ‘Amanecer’, una fanfarria que sugiere musicalmente, como otras piezas (La creación de Haydn, Peer Gynt, de Grieg…), el


origen. La rotundidad del comienzo coincide con la del texto que lo inspira, que en su prólogo se anuncia diciendo: “Mirad, yo soy un anunciador del rayo y una pesada gota que cae de la nube: mas ese rayo se llama superhombre”. Atentos al tema principal de la fanfarria, que aparece con diferentes tratamientos en toda la obra (se ha identificado con el tema del “superhombre” de una forma tan literal que incluso se parece bastante al tema principal de la banda sonora de John Williams para Superman). No hay, sin embargo, una traducción directa de fragmentos del texto en la música, sino que de alguna forma se trata de plasmar lo que Nietzsche consideraba las tres transformaciones: el paso del camello al león y del león al niño. El camello es la figura del que se postra y lleva una pesada carga, que Nietzsche identifica con la religión y que nos permite identificarlo musicalmente en Strauss con su inclusión y revisión de fragmentos del credo y el magnificat gregorianos. La figura del león, mediante la que se deshace de esa pesada carga a favor de la conquista de la propia libertad (estadio que coincide con esa propuesta de la Ilustración donde se sugería que el ser humano debía eliminar todo tutelaje y atreverse a saber –sapere aude!–). Las melodías tortuosas de la cuarta parte, ‘De las alegrías y las pasiones’, muestran ese estado de liberación. De ahí se llega al niño, figura que representa para Nietzsche la creación de nuevas leyes (como en el juego) y la afirmación de la vida: el superhombre. Para llegar al superhombre, es fundamental el proceso de comprensión de las implicaciones de los tres estadios: por eso toda la parte central es grave e intrincada. La danza previa al final, interpretada por el violín solista, representa al niño. El final no es conclusivo, sino más bien a forma de pregunta. Quizá porque Strauss nos deja abierto cómo es posible llegar a esa liberación, si no es más bien que aún estamos en el camino. Su fragilidad habla de que no caben respuestas definitivas ante la propia vida. Marina Hervás Doctora en Filosofía y musicóloga


Próximo programa Abono 14 Centenario de El sombrero de tres picos Viernes 10 de mayo de 2019 • 19:30 h Auditorio de Tenerife Adán Martín

Antonio Méndez, director Coro Femenino CPM de Santa Cruz de Tenerife Juan Ramón Vinagre, maestro de coro Obras de M. Fernández-Barrero, C. Debussy y M. de Falla. La Asociación Tinerfeña de Amigos de la Música [Atadem] organiza una charla sobre las obras que se podrán escuchar en este concierto impartida por Nuria González el viernes 10 de mayo de 2019 de 18:30 a 19:15 horas en la Sala de Prensa del Auditorio de Tenerife Adán Martín.


Patronato Insular de Música: 922 849 080 | info@sinfonicadetenerife.es www.sinfonicadetenerife.es Auditorio de Tenerife: 902 317 327 | info@auditoriodetenerife.com www.auditoriodetenerife.com Edita: Cabildo de Tenerife, Patronato Insular de Mú­sica. La temporada de la Sinfónica de Tenerife incluye, además, conciertos didácticos y en familia, ópera, conciertos extraordinarios y ciclos de cámara. La Orquesta Sinfónica de Tenerife es miembro de la Asociación Española de Orquestas Sinfónicas (www.aeos.es) y de la Red de Organizadores de Conciertos Educativos y Sociales (ROCE).

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