Yoga para todos "El viaje de cambiar la mente, el corazón, el yo, la forma de vida"
Por el camino de Santiago parte 1 Posted on julio 7, 2015octubre 12, 2015 by yogaparatodos
Siri Gurudev
Desde hace tiempo quise hacer el camino de Santiago. Fue porque vi la película “El camino” de Emilio Estevez hace tres años y empecé a masticar la idea. También unos amigos me había hablado del viaje. Hace un año hablamos de ir juntos con mi amiga Carol. Ahorramos, planeamos y violià. Henos aquí. En cierto sentido, tenía este viaje como un escape, huir de los fantasmas. Sin embargo, ellos están aquí y ven cada cosa y hablan conmigo. Ya me acomodé a la idea. He venido a un lugar tan caliente como el infierno a buscar la paz. El primer día, Pamplona me saludó con 40 grados centígrados.
(h ps://yoguitaparatodos.files.wordpress.com/2015/07/image1.jpg) Fiestas previas a San Fermín Las ironías de la vida nunca faltan. Venimos a hacer un camino intenso y en cierto sentido espiritual y escogimos llegar dos días antes de las fiestas de San Fermín, reconocidas por sus excesos y la violencia de los toros entre la gente. Qué curioso. Llegué el sábado a Plamplona y me recibió una caravana de las fiestas que sirve para ‘calentar motores”. Sin embargo, siempre está la contracultura. Encontré en el marco de los San fermines, una fiesta feminista en contra del maltrato a la mujer. ¡Wahe Guru!
(h ps://yoguitaparatodos.files.wordpress.com/2015/07/image.jpg) Movida feminista en Pamplona La guía del camino dice que el primer día es el más duro, 27 kilómetros de ascenso constante a
La guía del camino dice que el primer día es el más duro, 27 kilómetros de ascenso constante a una montaña. La guía también dice que debemos llevar solo el 5% de nuestro peso en la maleta. Yo peso 55 kilos. Mi maleta era de 12. Subiendo, me quebré. Entendí que los pesos que llevamos sobre nuestros hombros nos enferman, nos hacen mal. Mis rodillas colapsaron, mis piernas temblamban. Eran las 9:30 de la noche y yo estaba rezando con mi amiga Carol y un nuevo amigo corrano, Jeff, por llegar al albergue. En verano, oscurece a las 10:00 p.m. Pensé que tendría que dormir en la montaña, porque mis piernas no daban más. Nadie puede sacar el peso que llevas en tus hombros, aunque a las 9:30p.m. Jeff me dijo que había elegido compañarme, pero que debía darle mi maleta para asegurar que lograramos la llegada a salvo. Jeff cargando 20 kilos de su maleta atras y 12 de la mía. h ps://instagram.com/p/4199ILKhRn/ El albergue municipal de Roncesvalles cierra a las 10:00 p.m. Llegamos a las 10:02 p.m. Nos recibieron, pero no pudimos comer nada y difícilmente pude llegar hasta mi litera. Muchos dicen que el camino de Santiago es difícil. Yo pensaba que caminar seis horas al día no podía ser tan duro. Hoy día me quedo de boca callada. Apenas voy en la tercera etapa y ya consideré no poder lograrlo. Es duro, muy duro, y duelen los hombres, las rodillas las pantorrillas y sobre todo los pies. Dueren las caderas que sostienen la maleta, duele el dedo meñique. El dolor me tiene en el presente. No tengo mi mente en nada más que en mi cuerpo, aquí y ahora. Ah, además, son 9 horas diarias, no 6. En solo tres días, he reflexionado sobre esa sensación que tenemos los karma 8 de no tener la energía suficiente para hacer las cosas. He pensado en las dificultades de la constancia y en la constancia de la existencia de buenas personas de todos los países en este mundo. He pensado en mi constante deseo de huída y, con mis pies reventados, espero caminar mañana. Sat Nam!
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Por el camino de Santiago parte 2 Posted on julio 13, 2015octubre 12, 2015 by yogaparatodos
Siri Gurudev
(h ps://yoguitaparatodos.files.wordpress.com/2015/07/image4.jpg) Este es el carnet que te dan al comenzar el camino francés en Saint Jean, lo sellas en cada lugar que duermes y en algunas iglesias. Han pasado nueve días desde que inicié el camino. Ahora todo parece mejor, luego de haber aprendido y transformado ciertas cosas.
La primera es que dejé seis kilos de peso de la maleta. Lo envié por correo directo a Santiago.
La primera es que dejé seis kilos de peso de la maleta. Lo envié por correo directo a Santiago. Nunca hubiera podido seguir con ese peso. Lo otro es que compré unas zapatillas, como aquí le llaman (tennis), porque parte de mi problema, según comprendí, era que mis botas no eran respirables para verano, eran muy pesadas y muy pequeñas para mi pie hinchado. Ahora, ya con más calma, puedo contarles que el Camino de Santiago, según la versión cristiana, se hace como una peregrinación hacia el sepulcro del apóstol Santiago, quien evangelizó por estas tierras. Se habla de un camino de transformación, de encuentro personal y autodescubrimiento. Durante todo el camino encontramos unas conchitas, unas vieiras que marcan el camino y que los caminantes llevan en sus mochilas. Dicen que son como manos extendidas, que entregan, pero no se sabe con certeza su simbología, que entre otras recuerda prosperidad y fertilidad como en la Venus. Dicen que simplemente es una vieira que se da mucho en esta zona y que se entregaba en la catedral de Santiago como premio por llegar. Lo mismo sucede con el Camino como tal. No se sabe bien de su origen y significado. Algunos hablan de los griegos, otros de lo celtas. La versión pagana es muy hermosa, porque habla de un camino en honor a la muerte del sol, como un fin y comienzo. Y esto porque, como se sabe, en realidad el camino no termina en Santiago, sino 93 kilómetros más allá, en el fin del mundo, Finisterre, donde la civilización romana veía morir al sol en el mar. Es muy curioso andar por aquí, pues como es verano, casi nadie está en sus casas, ni en las calles, como si recorriéramos pueblos fantasmas. Supongo que la mayoría de los caminantes hacen relación entre el camino y la vida, tradición a la cual me sumaré. Porque estos ocho días he estado pensando acerca del ritmo con que se llevan las cosas. Primero anduve con dos italianas fantásticas, Antonella y Silvia, con una hablando inglés, con otra francés, pero entendiéndonos y cuidándonos. Yo aún estaba mal de mis pies, pero les seguí el ritmo. Entonces, uno se decide por un grupo y se acomoda a él. En mi caso de la vida, fue el grupo de los académicos. Me uní a ellos y les seguí el ritmo. En este mundo de masificación, cada grupo tiene unos destinos finales y unas metas. Hacer 30 kilómetros, ser Ph.D. Pero muchas veces ese ritmo y esas metas no son auténticas y honestas con uno mismo.
(h ps://yoguitaparatodos.files.wordpress.com/2015/07/image6.jpg) Silvia y Antonella Hace tiempo me distancié de esa idea de la academia. Y, bueno, hoy dejé a las chicas italianas. Pensé en mí, en mis limitaciones y fortalezas, y decidí conocerme mejor para estar con júbilo, a paso más lento, en compañía de mí mismo. Se siente bien. Sin quitarle mérito a los paisajes increíbles de este camino, creo que en verdad se trata de un mapa de personas que nos recuerdan lo hermoso que es el otro y compartir con él. Sin sufrimiento, sin sentir aversión por sus sombras, y sin apego, sin absorberse en ellos hasta perder la autenticidad. Para alguien como yo a quien le cuesta tanto la relación con los demás, este es un gran aprendizaje. Llevo conmigo ahora a Cheff, el coreano de 20 años salido del ejército que me salvó la vida el primer día al cargar mi maleta y cantarme canciones; a Robbie, el loco rumano que se curó de cáncer y ahora vive aquí su aventura; a Silvia y Antonella, a Manolo, que lleva caminando esta ruta cada año desde 1997 y me dio agua, ánimos y enseñanzas; a Cristina, la fisioterapeuta de Ávila con sus otros amigos como Juan, que me regaló su crema de caléndula y me hizo reír antes de marcharse en Logroño para su hogar. Hoy camino con Montserrat, una mujer de Barcelona que mochilea por primera vez sola a los 50 años. Dulce y serena, maestra, budista, la hemos pasado genial.
(h ps://yoguitaparatodos.ďŹ les.wordpress.com/2015/07/image5.jpg) Montse y yo
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Por el camino de Santiago parte 3 Posted on julio 20, 2015octubre 12, 2015 by yogaparatodos
Siri Gurudev
Diecisiete días de camino. Dicen los peregrinos que ya hicieron el recorrido completo que la parte física se estará yendo pronto para darle paso al trabajo de la mente. Reflexiones sobre la vida, el pasado, los otros. Al final, dicen, llegan las palabras del corazón (revelaciones, verdades). Un puñado de creencias algo esotéricas a las que les doy oportunidad. Me encuentro atravesando los interminables y áridos campos de Castilla hasta León. Ante la ola de calor, los recorridos se hacen bastante difíciles. Con la llegada de la mente, la pregunta que me ha venido es, ¿cuáles son las razones por las cuales las personas hacen este camino? Según lo que he oído, hay algunos que hacen el camino como pago o promesa frente a una petición cumplida. Por ejemplo, si un familiar o uno mismo se cura de algo grave. Hay otros que piensan en el camino como una aventura y lo hacen cuando han tenido experiencias cercanas a la muerte, casi como una celebración de la vida a través de una experiencia límite. Este es el caso de Robbie, que sobrevivió al cáncer y venía por eso a hacer el camino, o Antonella, cuyo esposo estuvo también con cáncer y logró sanar. Aquí también están los casos de tiempos de crisis o de cambio, como mi amiga de República Checa, Betka, que hace el camino porque es fotógrafa y perdió la inspiración, o Paula, que acaba de empezar su vida de pensionada y hace el camino para descubrir qué viene ahora. Los más son quienes hacen el camino porque parece un viaje interesante y un poco extremo, y les interesa simplemente tener la experiencia. Muchos de estos hemos tenido amigos que nos han recomendado hacerlo porque ya caminaron, o hemos visto la peli o leído el libro (lo de Dinamarca vieron a una figura pública en un reality). A estos son a los que más nos asalta la duda de ¿por qué seguir? Caminar de 6 a 9 horas diarias, con dolor de pies, de espalda, cadera,
duda de ¿por qué seguir? Caminar de 6 a 9 horas diarias, con dolor de pies, de espalda, cadera, para llegar a un albergue con infinitas literas y medio dormir entre los ronquidos con el plan de salir a las 5:00 o 6:00 de la mañana a marchar de nuevo. Historias de personas en este grupo me han conmovido. Hay muchos coreanos que vienen a hacer el camino. Me pareció inquietante. Al parecer, es un viaje que está de moda allí. Encontré a una chica coreana de 21 años cuyo nombre no me es posible pronunciar ni menos escribir que estudia enfermería en su país y vino sin hablar español y con muy muy poco inglés a hacer el camino. La encontré llorando desconsolada en el albergue parroquial de San Juan de Ortega y me dijo que ese día había perdido sus pantalones y, cuando se bañaba, un hombre la ha visto desnuda desde otro edificio. Estaba tan cansada y desesperada. Pero los peregrinos somos amables y tratamos de calmarla y animarla. Al otro día, el hospitalero la llevaría a Burgos en coche para que pudiera encontrarse con otra coreana que estaba allí para seguir el viaje. Ella me contó que su hermana había hecho el camino hace dos años y le había dicho: “es tu turno”. Muchas personas de España y otras partes de Europa hace el camino a trozos. Hacen unas etapas y al otro año comienzan desde donde terminaron y así.
(h ps://yoguitaparatod os.files.wordpress.com/ 2015/07/image9.jpg) Encontramos un oasis en medio de la nada, San Bol, que tenía esta mesa para escribir.
Este es el caso de una mujer mayor alemana que llevaba el pelo corto y una manilla LGBT y que
Este es el caso de una mujer mayor alemana que llevaba el pelo corto y una manilla LGBT y que hacía el camino a trozos desde el 2008. Esta vez comenzó en Pamplona y tuvo cálculos renales al inicio. Estuvo en dos hospitales y cuando yo la conocí, era el primer día que no le dolían los riñones. Aldía siguiente, cuando llegué a Burgos en la noche, luego de recorrer la ciudad, comer y ver la catedral, me encontré con ella en el albergue con su ojo izquierdo reventado, gigante de hinchazón, herido, morado, la ceja borrada, heridas visibles en el pecho y en el brazo. Casi me siento a llorar. Se cayó en el poyo de una calle y una ambulancia la recogió. Con los ojos enlagunados, me dijo que se volvería a su casa el día siguiente. ¿Por qué razones hacemos lo que hacemos y por qué seguimos haciéndolo? Con mi compañera amiga de camino Montse hemos estado pensando que hacemos cosas por razones no siempre legítimas, lo cual es un hecho obvio y bien sabido, pero el asunto es más cómo saber qué es lo que verdaderamente nos gusta, lo que queremos, y cómo tomar la decisión de un cambio. ¿Y si “lo que queremos” está también influenciado por razones ajenas? Hemos llegado a la idea de que esto tiene que ver con la conexión que tenemos con la parte más auténtica de cada uno. Esta conexión, que trae como consecuencia la fluidez en la vida, no es algo que se alcanza pensando miles de horas sobre la realidad que llevamos. Montse ha reflexionado más horas de las recomendadas si seguir el camino o regresar a su casa. Aún no lo sabe. La cabeza poco resuelve. En cambio, al despertar la intuición, simplemente lo sabes. Y cuando lo sabes, confías. Confías en que haces lo que es coherente con tu propio ser y por eso, en realidad, no importa lo que suceda, confías que estarás bien. No llegas a la conclusión de que cosas malas dejarán de pasarte, no, porque sería ingenuo, sino más bien que podrás superarlo todo con gracia y mantendrás, en lo profundo, el estado de dicha que representa existir. Aprenderás, cada vez te conocerás mejor (entrarás en contacto con esa parte que te hace igual a todos los seres) y te enamorarás más y más de ti (es decir, de todos). Esa es la esperanza. Por mi parte, más allá de que he venido de otro país expresamente a hacer el camino, lo cual podría considerarse una presión adicional para terminar, sigo caminando como cuando sigo haciendo una asana de yoga. Los primeros segundos y quizás minutos son dolor o esfuerzo, pero luego es que sucede la magia. Cuando atraviesas el umbral, pasan cosas, te transformas, encuentras respuestas. Por eso, sigo. La verdad es que la fase del pensamiento me ha llegado duro. Frente a los asombrosos amaneceres de trigo y girasoles he recordado con nostalgia las cosas duras que se supone he superado, los amores perdidos, las traiciones. Le pido al camino que me sane.
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Por el camino de Santiago parte 4 Posted on julio 27, 2015octubre 12, 2015 by yogaparatodos De los encuentros imposibles Siri Gurudev Día 24. Esta semana las cosas han cambiado. Incluso, ha ocurrido un evento mágico. Despacho este último para salir de la emoción. Aunque todos los días escucho el Japji Sahib y leo un shabat del Guru, solo he hecho un par de veces mi práctica de yoga. Cuando llegué a León, mi ciudad favorita hasta el momento, tuve un tiempo de soledad en la habitación. Aproveché y extendí mi mat para alinearme. Hice varias posturas con la dicha de volver a un lugar feliz y me dispuse a hacer la pinza dinámica. Estiré las piernas, me tomé los dedos gordos de los pies y de repente, ¡mi cabeza llegó a las rodillas! En todos los años de yoga nunca había podido hacer eso. Me sorprendió y solo pensé que el camino me está haciendo más flexible, menos acartonado, porque me recuerda que da igual si desayuno bocadillo (sándwich) o bollo de chocolate, si voy de pantalón gris o morado, que da igual si todo lo que necesito va en seis kilos de una mochila, o, mejor, dentro mío. Da igual, solo fluye. El otro cambio es que he perdido a mi compañera de viaje, Montse. Se ha vuelto a su casa en Barcelona. Las amistades en el camino son intensas y diferentes a todo lo que se experimenta cuando estás en la cotidianidad de tu vida. Andar veinticuatro horas al día con alguien en un plan que te invita a reflexionar sobre la vida es maravilloso y te une. Convivir estas horas incluso cuando estás desesperado de cansancio, con mal humor por el dolor de pies o de espalda, te pone de frente a la sombra del otro. Digo que el camino es el lugar de los encuentros imposibles, porque te amigas con personas que escasamente se pueden comunicar contigo o que tienen trabajos e intereses diferentes a los tuyos, edades diferentes y procedencias distintas. Así fue entre Monste y yo. Ella con 53, yo con 29; ella de Barcelona, yo de Bogotá. Sin embargo, considero este encuentro como uno de los regalos más hermosos del camino. La
Así fue entre Monste y yo. Ella con 53, yo con 29; ella de Barcelona, yo de Bogotá. Sin embargo, considero este encuentro como uno de los regalos más hermosos del camino. La conexión íntima que hicimos, la tranquilidad y sincronía de nuestro trato, las charlas profundas y emotivas, la risa incontenible y el cantar a pulmón a media tarde. Fue un gran encuentro que me recordó que la amistad es de lo más bello que existe en la vida, una de las razones para considerarla (a la vida) una experiencia digna de atravesar. Aunque llamamos a muchos de amigos, las amistades son todas muy diferentes. Hay unas donde nos sentimos más cercanos aunque nos vemos muy de vez en cuando; otras que se ven impulsadas por un ambiente del trabajo y, aunque son de pasar mucho tiempo juntos, nunca son de verdadera conexión y apertura. Las que a mí más me gustan son aquellas donde se genera un espacio de florecimiento de la personalidad, donde uno puede ser a sus anchas, una semilla para la autenticidad y la confianza, el apoyo mutuo, el consejo. Esas son las amistades que marcan nuestra vida y no tenerlas es como nunca haber amado. Siento que en estas ocasiones hay un elemento de admiración que eleva la situación y la llena de gracia. A estos amigos los admiramos y su nobleza es la que nos permite confiar. Más allá de que se compartan gustos musicales, de libros o conversaciones filosóficas-académicas, creo que estos son los verdaderos pilares de la amistad. De Montse admiro su dulzura, su capacidad de compartir y abrirse, su gran sensibilidad y ese profundo deseo de ser mejor, de estar más tranquila. Ella me trajo de nuevo la inquietud por el budismo y algo que ella hace llamado Educación universal. Es una forma no religiosa de enseñar valores como la responsabilidad y el autocudiado. Como ella estudió bellas artes, ha vinculado este programa con el arte y ha creado una asignatura que espero replicar llamada Artètic (h p://art-etic.educacionuniversal.org/) (del catalán arte y ética). Cada día ella dibujaba una acuarela como diario de viaje y escribía detrás de la hoja sobre su experiencia. Íbamos a lugares tranquilos y ella pintaba y yo leía, escribía o me estiraba en la hierba. Me enseñó un método muy bello de meditación con los dedos de las manos y me habló de Tich Nath Hanh y Pema Chödrön. Me contó una historia sobre unas monedas y de un método para tomar decisiones, no los olvidaré. Un día, Montse me dibujó a mí. Estaba durmiendo, reponiéndome de la jornada diaria.
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(h ps://yoguitaparatodos.files.wordpress.com/2015/07/image12.jpg) A su lado caminamos con Aviva, una norteamericana de 61 años muy tierna y tranquila; y con Tina (“como la Turner”, me ha dicho), una española de Murcia con 52 años que llamamos “chica Almodóvar”, una mujer radiante, graciosa, increíble y fuerte. También a ella le hicieron su retrato.
(h ps://yoguitaparatodos.files.wordpress.com/2015/07/image13.jpg) Tina, Montse y yo nos despedimos en León yéndonos de caña y tapa. Pasamos por varios bares, reímos, nos confiamos cosas y, cuando llegamos al hostel, cantamos y bailamos juntos A quién le importa de Alaska y Dinarama, la banda sonora de nuestro viaje. Entonces, ¡brindo por la amistad y su belleza! Wahe Guru!
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Por el camino de Santiago parte 5 Posted on agosto 3, 2015octubre 12, 2015 by yogaparatodos De la hospitalidad Siri Gurudev «Éste es un infeliz que viene perdido y es necesario socorrerle, pues todos los extranjeros y pobres son de Zeus» (Odisea VI) Día 31. ¡Mañana llego a Santiago de Compostela! Llevo el corazón emocionado. Esta ha sido una de las experincias más hermosas de la vida.
(h ps://yoguitaparatodos.files.wordpress.com/2015/08/image.jpg) Salir de Castilla y llegar a Galicia llena de verde y montañas. Probar la sopa gallega, la
Salir de Castilla y llegar a Galicia llena de verde y montañas. Probar la sopa gallega, la empanada y la tarta de Santiago. Esta semana ha girado en torno a una idea que considero hemos olvidado en nuestras vidas individualistas de ciudad y que es clave en el camino: la hospitalidad. Aquí la hospitalidad está anclada a la religión, pues es en las iglesias donde, en primer lugar, este valor se practica. Después de muchos años de no hacerlo, he ido a misa, la misa de los peregrinos en Astorga, y en realidad fue conmovedor recibir la bendición, recibir dulces, estampitas y oraciones con tanta amabilidad. En el Camino las personas ayudan a los peregrinos. Innumerables veces me perdí y ellos paraban del auto para gritarme: ¡por ahí no es! Y contestaban cuando yo me preguntaba en voz alta, ¿dónde estará el albergue? Personas en el camino dejan frutas y agua gratis para los peregrinos. Las mujeres nos brindan agua y hoy vi a una señora pagar el albergue a un peregrino belga que va sin dinero desde hace meses. Yo recibí la hospitalidad el día de mi cumpleaños. Fue el primero de agosto. Personas que no me conocían, lindos peregrinos, gastaron mi cena. Un rumano que conocí me esperó un día entero en un pueblo para celebrar conmigo. Y lo más genial, encontré de muevo a mi salvador de la primera etapa, Jeff el coreano, en Portomarín, quien me regaló una instantánea por mi cumpleaños. Tiene marco de vaca:
(h ps://yoguitaparatodos.files.wordpress.com/2015/08/image1.jpg) A mí la hospitalidad me recuerda a los griegos. Estudiando literatura vimos cómo la ley de la hospitalidad es aplicada por Nausicaa con Homero en la Odisea. Para los griegos, decía mi profesora Helena Iriarte, era el valor más alto. Como siempre fueron un pueblo viajero que mezclaba su cultura con otros, atender y recibir a los extranjeros y pobres era imprescindible.
Podríamos decir que en la ciudad no se practica la ley de la hospitalidad. Nos hemos
Podríamos decir que en la ciudad no se practica la ley de la hospitalidad. Nos hemos convencido de que lo que tenemos nos ha costado mucho, mucho como para compartirlo. Más perverso aún, si estamos en el mundo espiritual, nos decimos a nosotros mismos que ahora sí sabemos poner nuestros límites, y que aprendimos a alejar a la gente con problemas que nos sobrecarga, ¡excelente! Pero ni siquiera se trata de dar comida, bebida o un hogar a los desconocidos. Me refiero a la hospitalidad en nuestro corazón cuando vemos a alguien llorar en la calle o incluso cuando alguien cercano se encuentra en una dificultad. Ningún peregrino abandonaría a otro que se encuentra desvalido en el camino. No pasaría de largo si lo ve llorando o perdido. ¿Qué ha pasado con nuestra hospitalidad? Pienso en eso a pocos kilómetros de la catedral… Anuncios
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Por el camino de Santiago parte 6 Posted on agosto 11, 2015octubre 12, 2015 by yogaparatodos
Siri Gurudev
(h ps://yoguitaparatodos.ďŹ les.wordpress.com/2015/08/image4.jpg) Vista desde las escaleras de la Catedral de Santiago de Compostela. Santiago de Compostela me recibe lleno de niebla y brizna. La llegada me sigue enseĂąando cosas. Me recuerda el valor de lo simple que he aprendido
La llegada me sigue enseñando cosas. Me recuerda el valor de lo simple que he aprendido durante todo el viaje. Porque uno pisa la catedral y lo embarga una sed de espectacularidad absurda. Es como si esperaras que, al llegar, miles de personas te aplaudieran y saltaran juegos pirotécnicos. Qué absurdo. Por esta época, la catedral está siendo remodelada. Hay un andamio gigante frente a ella y muchos turistas se agolpan en las escaleras. Ciertamente, es un anticlímax. Entonces, recuerdas cuál era el sentido del viaje. Se te había olvidado. Los peregrinos corren con sus mochilas para llegar a la misa de peregrinos a las 12, porque así se hace, y observo como una mujer se cae y llora porque, en todo el camino, por más de 30 días de montañas y valles, nunca se cayó. No puedes entrar con tu mochila a la iglesia, y todo se convierte en un gran drama. Entonces, de golpe, reaccionas y recuperas esa fluidez y calma del andar y andar. Santiago te pone a prueba porque es un emporio turístico. Los peregrinos hace una fila de horas en la oficina para mostrar sus sellos y obtener la compostelana, el certificado en latín que comprueba haber hecho el camino y haber llegado. Como si no bastara con haberlo vivido. Hago la fila con mis “camigas” (amigas del camino), pues solo hay tres personas a las 7:30 p.m. No nos acaba de convencer el asunto. Pero lo cierto es que, después de haber caminado 32 días sin pausa, he llegado, y SÍ, me salen lágrimas de dicha. Entro a la catedral y se dibujan en mi memoria los rostros de peregrinos entrañables. Silvia y Antonella de Italia; Laura de Bélgica; Niki de Sudáfrica; Paula de Francia; Betka de República Checa; Floor y Cecilia de Holanda; Cip de Rumania; Tania de Austria; Ian de Canadá; Marissa de Australia, Mathew de Alemania; Will de Estados Unidos; Jeff de corea del sur; Conchita y Miguel de Valencia; Montse de Barcelona; Tina de Murcia. El camino me recuerda que no hay mayor maestro que el otro, que no hay experiencia más bella que sentirse conectado con alguien. Todos los libros que he leído nunca me podrán enseñar las cosas simples que aprendí conversando al ritmo del camino. Caminado experimenté mi fuerza interna y corporal, mi perseverancia y capacidad de superar el miedo. Caminando, me sentí fuerte, pero también recordé que, a pesar de tanta violencia y cosas difíciles, hay personas de corazones grandes que estarán dispuestas ayudarte. Estás solo, sí; pero también, de alguna manera, siempre estás acompañado. Ayer lunes, hemos llegado caminando al fin del mundo, a Finisterra. Alguien me dijo que el camino te da lo que necesitas y es verdad. Para llegar a Santiago, compartí con personas muy sintonizadas con lo físico, con la exigencia y el éxito. Caminamos muy rápido y entré en esa modalidad de llegar a buen ritmo.
modalidad de llegar a buen ritmo. Ahora, unos de mis mejores amigos, compañeros de vida, han decidido venir a hacer el epílogo de Finisterra conmigo. Ellos me recuerdan el placer de todas las cosas. Con ellos no hay prisas ni carreras. Con ellos nos sentamos a escuchar al peregrino que se despide del camino cantando sus canciones, vemos los paisajes, dormimos, y todo es plácido y alegre. Con ellos, camino casi sin darme cuenta. Ya no hay angustia de con quién andaré, si me esperarán o yo esperaré, si nos dan ganas de estar solos y tendremos que ir adelante. Solo ahora me doy cuenta de que los días en soledad tenías algo de difíciles. De ellos aprendí y fueron maravillosos, pero ahora camino con mis amigos con mucha dicha. Con ellos, estoy en mi casa, y todo simplemente sucede, sin darle vueltas. Fuimos al faro y nos sentamos a dejar ir cosas. Lloramos y el viento se llevó nuestros dolores.
(h ps://yoguitaparatodos.files.wordpress.com/2015/08/image5.jpg) Vista desde el faro en Finisterra. Ha aparecido una cuarta amiga, Yuli, de México y con ella es como si hubiéramos andado siempre. Los deseos y las plegarias se evaporan en ese interminable mar y yo pienso que si hubiera estado solo habría sido completamente otra historia, así que agradezco mi presente. La presencia de mis amigos ha marcado esta experiencia. Y así es como recuerdo: por más de que tratemos de ser islas en medio de este mundo de gente,
Y así es como recuerdo: por más de que tratemos de ser islas en medio de este mundo de gente, nunca andas en verdad a tu propio ritmo. Las personas de las que te rodeas te marcan un paso, y por eso nunca debes subestimar la importancia de escoger bien y sabiamente tu compañía. Hoy termino el camino en Muxía, un paisaje que me deja sin aliento. Mañana ya no tendré que madrugar, tomar mi mochila y salir a andar. Lo extrañaré. Aunque no lo aceptaba del todo, salí de mi país lleno de heridas. La idea del camino me sostuvo. Y fui, en cierta forma, un escape. Ahora, veo cómo el camino me ha enseñado y, aunque no resuelvo todas mis preguntas, solo tengo ese sentimiento de infinidad, de gentes, de paisajes, de oportunidades, la idea de que el camino sigue y “todo pasa y todo queda, pero lo nuestros es pasar, pasar haciendo caminos, caminos sobre la mar”. Aquí termina mi viaje. Gracias a mis lectores, ustedes me mantuvieron en pie. Sat Nam! Anuncios
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