DEL GRAN KILO A LA VARA CASTELLANA
¿Cuánto pesa tu edificio? Es la célebre pregunta con que Sir Norman Foster recuerda la clarividencia de su maestro Bucky Fuller para tratar de hacer reflexionar sobre la eficiencia de la arquitectura. Me ha venido esta frase a la cabeza al leer las noticias sobre la Oficina Internacional de Pesos y Medidas que este mes se ha reunido para cambiar la definición del Kilo (también del amperio, el kelvin y el mol). La comunidad científica hace con estas unidades lo que en su día con el metro, establecer definiciones que no dependan de modelos físicos. Porque los modelos físicos por muy estables que sean (el Gran Kilo custodiado por la comunidad científica es un cilindro de platino‐iridio) al final varían sus dimensiones, ya sea por las condiciones ambiente o por su reiterado uso. Desde Babilonia consensuar las unidades de medida ha sido un caballo de batalla… Sin duda las medidas antropométricas han sido la base de las primeros sistemas y esas unidades han mantenido su vigencia a lo largo de la historia incluso algunas perduran especialmente en el sistema Imperial británico, con sus pies y sus pulgadas. El pie, que procede de su directa identificación con el pie humano ha sido ampliamente utilizado por las diferentes civilizaciones, el pie romano equivalía a 29,57 cm frente al pie carolingio cuya relación es de 9/8 del romano (33,27 cm). De estas medidas se extrapolaban sus múltiplos así la decempeda o pértiga romana equivalente a 10 pies (2,957 m) y su versión en superficie decempeda cuadrata (scripulum) establecía unidades para el cálculo de superficies. Cada civilización establecía un sistema más o menos aceptado como base de cuantificación y de ahí derivarán todo tipo de relaciones tanto comerciales, jurídicas o por supuesto arquitectónicas. Evidentemente las relaciones no han estado exentas de polémicas y las medidas no son exactas en todos los territorios. El ferrado gallego es su máximo exponente, unidad de superficie de terreno, que varía de comarca a comarca con diferencias ostensibles incluso entre vecinos. Recuerdo conversaciones con Rosina Gómez Baeza cuando hablando de arquitectura y arte cita a Secundino Zuazo “los arquitectos actuales tienen serios problemas de escala, deberían medir en varas castellanas” El pie castellano, algo más pequeño que el romano (27,8635 cm) sirve de base a la vara (tres pies) que equivale a 0,835905 metros es decir algo menos del metro, pretendía así Zuazo que los edificios encogiesen para adaptarse a una escala más apropiada… La ciencia nos ayuda con el patrón pero la proporción sigue siendo algo difícil de controlar al menos a través del método científico…