Mujeres Pariendo Rebeldía 2015

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Mujeres pariendo rebeldía

Parir en libertad es un acto de rebeldía. Para nosotras ha sido uno de los actos más rebeldes que hemos podido vivenciar como mujeres, con nuestros propios cuerpos, ejerciendo la libertad desde nuestras propias entrañas, heredando un nacimiento respetuoso a nuestras familias y crías. A partir de este momento hemos renacido, hemos nacido. Nos hemos gestado más de una vez, nos hemos parido junto nuestrxs hijxs y ancestrxs, hemos vivenciado la muerte de la que un día fuimos. Hemos crecido, nos hemos encontrado en este camino y nos hemos rearmado aprendiendo de todas.

Gestar, parir y criar en libertad ha sido una consigna que ha congregado a muchas de nosotras para vivir una maternidad diferente. Más allá de lo que dicta el mercado, esta diferencia ha consistido en reinventarnos a nosotras mismas, ha significado cuestionarnos a nosotrxs mismxs, nuestra propia crianza, nuestros paradigmas para desacralizar la figura de lxs padres, de lxs médicos, de la ciencia, de la opinión pública sobre lo que significa nacer y crecer.

Muchas de nosotras nos hemos encontrado desde la experiencia, desde lo vital y hemos continuado el recorrido uniéndonos desde la amistad. En este caminar hemos aprendido de las otras, de nosotras mismas acercándonos a la autoformación desde la intuición. Ninguna de nosotras contaba con la suficiente experticia, pero en este par de años hemos logrado generar círculos de mujeres – para gestantes y para crianza- que desde la horizontalidad nos ha permitido dialogar. Hablar, narrar, contar nuestras experiencias pero por sobretodo escuchar, nos ha permitido mirarnos a la cara, encontrar en la mirada de la otra, en la vivencia de la otra, en la piel de las otras un poco de la historia de nosotras mismas.

Los círculos de mujeres –literalmente rondas de mujeres sentadas solas y con sus crías- han sido un lugar nutricio para reunirnos, acompañarnos, sostenernos y también sanarnos. A veces ni siquiera ha sido necesario hablar para aprender, el solo hecho de encontrarnos como pares ha sido un terreno propicio para iniciar una transformación. Sin quererlo nos encontramos ejerciendo la herencia de los grupos feministas de concientización, hemos ocupado la palabra para emancipar nuestros cuerpos y el de otras mujeres, encumbrando los anhelos que muchas veces permanecen atrapados en nosotras por el miedo.

Atreverse a soñar con un parto digno, respetado, libre y liberador ha sido un privilegio que pocas mujeres nos hemos animado a conquistar. Muchas de nosotras hemos conseguido encontrar información y empoderamiento para que el nacimiento de nuestras crías surgiera en el respeto y amor. Hemos sido sostenidas por nuestras parejas y hemos logrado contar con una red de apoyo, un grupo de muchas otras mujeres –gestantes, madres, doulas, matronas, parteras- que se han encontrado y conectado desde las herramientas virtuales para trabajar por la humanización/mamiferización de los partos respetados en nuestro país.

Pero la mayoría de las mujeres que comenzará con una gestación en Chile no cuenta con estos privilegios y se encuentra sin estas tres condiciones: información, red de apoyo y empoderamiento. Estas desventajas hacen que las mujeres se aferren a los controles médicos, al

breve instante de cada ecografía como único acercamiento con el lenguaje del nacimiento. A esto hay que sumar las historias de parto con frases del terror que las mujeres de su generación y las más antiguas advertirán como maltratos recibidos en sus propios partos.

Los medios de comunicación, las películas holliwodenses, las teleseries, repetirán los estereotipos de un parto medicalizado, intervenido, horizontal, con maquinaria sofisticada, con mujeres histéricas y con la separación forzada de lxs hijxs. Estas escenas renuevan hasta el cansancio la normalidad de un bebe naciente llorando en las manos de un obstetra, que le da la bienvenida a esta cultura signándolx con un género. Se trata de un imaginario del miedo que ha centrado el inicio de la vida como un momento peligroso, de alto riesgo, con consecuencias irreparables, amedrentado toda simplificación de este recibimiento con la consigna bíblica parirás con dolor. Así entonces, parece preferible la intervención médica. Para que neutralice, inhiba, oculte, todo rastro de dolor y aún mejor que acorte la espera para conocer a este nuevo ser. Resulta sencillo entender que ante tanto comentario negativo las mujeres de nuestro país y sus familias elijan -las que tienen la oportunidad de decidir- pagar una clínica para una “mejor atención”, aceptar a ciegas las decisiones médicas en el momento del parto, y si el doctor lo insinúa realizar una cesárea para prevenir cualquier eventualidad 1. El control de la vida, de los cuerpos impera por sobre la incertidumbre.

El momento del parto es tratado como una urgencia médica a resolver, patologizando el cuerpo de las mujeres en gestación como un potencial de posibles riesgos, medicalizando la fisiología del nacimiento y circunscribiendo el instante de parir a una hospitalización. Como si estuvieran ante una amenaza, los cuerpos gestantes y nacientes son sometidos a rutinas de control que naturalizan e invisibilizan violencias de género. Algunos protocolos comunes pero totalmente omitibles como el rasurado del vello púbico, la realización del enema o lavado del recto, los múltiples tactos, la falta de libertad de movimiento, la monitorización constante, la introducción de oxitocina artificial, la episiotomía o corte vaginal, la posición horizontal para dar a luz frente al obstetra intentan manejar o conducir un proceso fisiológico que sin todas estas condiciones se puede dar de manera espontanea y natural.

En nuestros encuentros las historias de partos violentados no parten narrando estos protocolos, porque al pertenecer al sistema médico han sido naturalizados. Lo que las mujeres identifican como violencia es el menoscabo, la disminución en su condición de sujetxs, la infantilización, la ridiculización, la omisión de su identidad, el trato despectivo, peyorativo, los insultos, el maltrato verbal, la falta de acompañamiento, la falta de calidez humana en uno de los momentos más

1 La OMS - Organización Mundial de la Salud - establece que las condiciones patológicas en los partos no superan el 15%, por lo que los índices de inducción, anestesia y cesárea no debieran superar esa cifra. La cesárea se considera una intervención quirúrgica de alta complejidad que entraña riesgos y consecuencias adversas para las mujeresaumentando el riesgo de mortalidad materna 3 veces en relación al parto vaginal- y con una mayor morbilidad/ mortalidad fetal y neonatal, relacionadas con prematurez, mayores índices de hospitalización de los recién nacidos en unidades de cuidados intensivos, y enfermedades respiratorias. “Neonatal respiratory morbidity risk and mode of delivery at term: influence of timing of elective caesarean delivery” V. Zanardo, AK Simbi, M. Franzoi, G. Solda, A Salvadori y D Trevisanuto en Acta Paediatr 93 643-647; 2004

trascendentes para su vida, lo contradictorio de sentirse solas en una sala de preparto con otras parturientas y en algunos casos el uso de la fuerza física.

Actualmente Chile no cuenta con una ley contra la violencia obstétrica como es el caso de Argentina y Venezuela que si promueven las denuncias ante un trato abusivo jerárquico y deshumanizador en el parto. En nuestro país el porcentaje de cesáreas continúa en alzada al punto de que un 49,1% del total de nacimientos es a través de ésta intervención. Casi la mitad de los nacimientos termina en un quirófano, elevándose las cifras en el sector privado. 2

Asimismo la condición de riesgo asignada al parto implica que las mujeres que viven en zonas alejadas del territorio continental de nuestro país, o lejos de las ciudades, deban separarse de sus hogares y seres queridxs semanas antes de parir. Ellas son obligadas a asistir a un hospital con la tecnología y la asistencia obstétrica más cercana, a pesar de que en sus pueblos sigan existiendo antiguas parteras que conservan el valioso conocimiento del nacer.

El alumbramiento de un ser humano en condiciones de sometimiento, violencia, coerción y separación de su madre, asimismo el menoscabo y neutralización de la mujer al momento de parir deberían mirarse como una instantánea de la sociedad en la que nos encontramos. 3 Una industria del nacimiento en donde los seres humanos llegan al mundo como productos de masas, sus primeros momentos son examinados con estándares tecnológicos. Son medidxs, pesadxs, empaquetadxs y clasificadxs para ser exhibidxs en vitrinas junto con otrxs. Se les alimenta con formulas especiales, se rompe con el vinculo primario y se les enseña desde los primeros instantes cuán difícil es la vida…

La falta de protagonismo de lxs principales actores en el parto, las escasas decisiones que pueden ejercer en este momento, la alienación que se ejerce sobre sus individualidades, así como la desconexión de estos seres humanos con imperiosa necesidad de contacto y cercanía -con métodos como la analgesia- perpetuán una sociedad agresiva, con dificultad de relacionarse y generar vínculos, que germina en sí misma la violencia.

A descolonizar y despatriarcalizar el sistema del nacer.

2 La investigación realizada el año 2012 por el Diario El Mercurio, en base a información oficial del Ministerio de Salud, da cuenta que el porcentaje de intervenciones quirúrgicas llega a un 70% en el sistema privado, mientras que en hospitales públicos la cifra asciende a 38,1% de los nacimientos. Las cifras son alarmantes si se considera que la OMS recomienda apenas un 15% de partos por esta vía. Se puede desprender que las altas cifras de intervenciones quirúrgicas en las clínicas se debe a que los médicos del sector privado ganan por parto realizado, mientras que en los hospitales públicos se les paga por jornada laboral. http://www.kilometrocero.cl/cesareas-en-el-sector-privadocuadriplican-lo-recomendado-por-la-oms/

3Hoy, los neonatólogos forman parte de los servicios de obstetricia y se han multiplicado los servicios de cuidados intensivos para recién nacidos. En este tipo de servicios, la mayoría de los bebés se encuentran en incubadoras de plástico, con catéteres de plástico introducidos en los principales ejes venosos y en los orificios naturales. De hecho, el mismo concepto de cuidados intensivos es consecuencia de la utilización de materiales plásticos. La revolución del plástico ha comportado efectos espectaculares en las unidades de maternidad. De hecho, fue el prerrequisito para la medicalización estandarizada actual del parto. Hoy, al imaginar a una mujer de parto, es normal visualizarla con el brazo conectado a una bolsa de plástico a través de un tubo y con un catéter introducido en el espacio epidural. “El nacimiento en la era del plástico” Odent, Michel, OB STARE; 2011

Las mujeres contamos con siglos de sabiduría femenina y conocimientos ancestrales oprimidos por la cultura patriarcal y aplastada por la imposición de la medicina occidental. El saber de la partería fue casi eliminado en nuestro continente y casi extinto en nuestro país. Las parteras fueron perseguidas, apuntadas falsamente de una mortandad materna –que proliferó por las faltas de cuidados higiénicos que provocó la propagación de gérmenes con las consecuentes infecciones uterinas, epidemia que prontamente fue solucionada por la misma circunstancia que las generó, la naciente obstetricia- 4 acusadas de ignorantes, de sucias, desprestigiadas por ser la mayoría indígenas y no poseer nociones de la cientificación, lentamente las mujeres que ayudaban a nacer fueron despreciadas y criminalizadas.

La sabiduría que albergan estas mujeres era oral, muchas de ellas pertenecían y contaba con una tradicional familiar de parteras. Manejaban conocimientos para recibir niñxs, acompañar a las mujeres en su gestación, parto, puerperio y crianza. Trabajaban la medicina de la placenta, de las yerbas medicinales, de los rezos ancestrales. Sus aprendizajes eran traspasados desde lo empírico, desde la experiencia vital, desde la genealogía femenina.

El control de los cuerpos impuesto por la medicina occidental, la ciencia de los hombres blancos, nos arrebató estos saberes, amedrentando la simpleza del conocimiento de nuestro ciclo vital. Desde entonces se hospitalizó el nacer y el morir. Intimidando cualquier intento de parir en casa como lo hacían las abuelas. Nos quitaron las parteras y nos devolvieron en un envase plástico el nacimiento con olor a miedo.5

El poder salvaje de las mamíferas pariendo, su fuerza, es sin duda el ritual que merece el recibimiento de cualquier vida. Que nosotras nos convirtamos en bestias, nos escondamos en rincones oscuros, desconectemos nuestro neocórtex, gimamos, aullemos y nos descontrolemos es parte del proceso que implica conectar con nuestro cerebro primitivo. Es una condición para unirnos como animales que somos con la energía de esta tierra. Es un medio para conectarnos con las que fuimos desde hace millones de años.

Impedir que conectemos con este conocimiento no es inocente. Las mismas mujeres que decidimos gestar, tememos e intentamos cerrar los ojos para no encontrarnos con este momento. Sin duda, el sistema reprime que nos convirtamos en mujeres salvajes para aplacar nuestro poder, de dar vida, gestarla, nutrirla y cuidarla. Vanalizándola e inferiorizándola…

En nuestra experiencia como agrupación, compartir relatos de parto de manera virtual como en los círculos de mujeres significa compartir este conocimiento eclipsado como tabú. Hacer circular

4Fueron las observaciones del médico húngaro Ignaz Philipp Semmelweis, quien ejercía en la sección de obstetricia del Gran Hospital General de Viena como primer interno -hacia mediados del s. XIX-, que notaron que las madres que eran atendidas por matronas tenían una mortalidad por infección cinco a seis veces inferior que aquellas que eran atendidas por los estudiantes de medicina que hacían su práctica simultánea en anatomía. De ello concluyó que las manos de los médicos transferían la enfermedad desde los cuerpos que disectaban hacia las mujeres que atendían Revisar “Así me nacieron a mi hija” Sadler, Michelle, Tesis de antropología, Universidad de Chile; 2003. Pág. 34

5 Actualmente se está intentando reestructurar una Escuela de Parteras Tradicional, liderada en Brasil por Suely Carvalho. http://www.elciudadano.cl/2014/05/24/106006/ix-congreso-internacional-de-parteras-tradicionales/

la experiencia de unas para que resuene en las otras. Nuestro aprender ha significado llevar el conocimiento a la práctica de la vida misma, no sólo desde nuestra experiencia como mujeres que gestan y crían sino que la experiencia de parir/nos ha puesto en juego nuestros propios cuerpos en esta decisión.

Como mujeres diversas ansiamos nacimientos mamíferos pero por sobre todo anhelamos un parto humanizado6 y respetado para todxs. Queremos recuperar el rol protagónico de cómo nacemos, queremos exigir que seamos nosotras y nuestros compañeros quienes tomemos las decisiones sobre dónde, cómo y con quién parir. Aspiramos a la eliminación de procedimientos médicos innecesarios, la reducción de rutinas intervencionistas y la soberbia que impone protocolos institucionales sobre nuestros cuerpos.

Aspiramos que se cumplan las condiciones mínimas para parir, como contar con la intimidad del entorno, exigir la compañía de un ser queridx o una doula 7 en todo el proceso, tener libertad de posición y movimiento durante todo el trabajo de parto, facilitar el derecho de la mujer a elegir el tipo de atención que prefiera, así como proporcionar el vínculo inmediato y permanente de la madre con el recién nacidx.

Muchas de nosotras hemos llegado al grupo después de haber sido violentadas en nuestro primer parto. Nos acercamos a escuchar los relatos de nacimiento respetado como un deseo que nunca pudimos cumplir. Nos sorprendemos con historias de otras mujeres que reviven a fuego nuestras propias vivencias pero que en lugar de terminar con cesáreas o partos violentados finalizan con partos respetados y vínculos de apego inmediato.

Escuchar, escuchar, narrar y relatar se convierten en un proceso de transformación. El acto generoso de escuchar y la actitud solidaria de compartir vivencias han sido las mejores herramientas para la autoeducación en el nacer.

Para nosotras esto ha significado una toma de conciencia que de a poco nos hace dejar de lado la culpa y nos va sanando e impregnando de sabiduría y fortaleza. Hacer conciencia de cómo nacemos, no sólo desde la valiosa y escasa información que circula en papel - y en nuestra lenguasino que desde la experiencia vital de otras mujeres, ha significado empoderar nuestras carnes y defender con todas las garras el nacimiento de nuestrxs segundxs hijxs.

6 El concepto de Humanización del Parto surge de la Primera Conferencia Mundial sobre la Humanización del Parto, realizada en Fortaleza-Brasil- el año 2000. En ella se define un Modelo Humanizado de Atención de Parto que incorpora las Recomendaciones de la OMS para la Apropiada Tecnología en el Parto, así como también las variables de género, étnica y sociocultural al diseño, implementación y evaluación de la atención perinatal. RELACAHUPAN; 2000.

7 Doula es el nombre que se le otorga a quienes acompañan en el proceso de gestación, parto y postparto, aplicando calor, otorgando masajes, asistiendo los requerimientos que se necesiten en el momento, conteniendo de manera emocional pero por sobretodo son quienes sostienen y le recuerdan a la mujer que son capaces de parir. “El fenómeno doula”, como le han llamado a su creciente presencia en instituciones de salud, ha provocado malestar en los equipos médicos por tratarse de un ejercicio que no cuenta con certificación profesional, se les ha tratado de “intrusas” e incluso se les ha expulsado de algunos servicios médicos. En Santiago, se les ha impedido el acceso principalmente en clínicas privadas. http://www.pikaramagazine.com/2015/02/de-donde-salen-las-doulas/

Con rebeldía hemos defendido nuestros partos. Un proceso que conlleva el involucramiento de la pareja y de toda la familia en desarmar prejuicios, combatir preconceptos, sabotear los comentarios médicos, hacerle el quite a las bromas de amigxs y familiares, sacudiéndonos el propio miedo. El nuestrx y el de nuestrxs propios nacimientxs, porque la mayoría de nosotrxs es la primera, segunda o tercera generación nacida con medicalización. Nos hemos atrevido a asumir el desafío de vivir gestaciones y partos diferentes. Y hemos conseguido segundos nacimientos completamente libres!

Esta experiencia nos pone contentas, porque sentimos que hay un poco de nosotras en haber permitido esos segundos nacimientos en libertad, lo que también nos hace a nosotras un poquito más libres. Sin duda que una gestación empoderada, un parto respetuoso son condiciones particularmente enriquecedoras para la transformación y liberación de las mujeres.

Seguiremos avanzando, aprendiendo y desaprendiendo de nuestras propias criancas. El desafío que nos queda es construir y difundir por más partos y nacimientos en dignidad, para seguir pariendo rebeldías. El nacer es sólo el comienzo, queda todo un desafío en criar y educar en libertad.

Jessica Valladares S. Agrupación de mujeres Nacer en Libertad

Referencias Bibliográficas:

 Sadler, Michelle, “Así me nacieron a mi hija”, Tesis de antropología, Universidad de Chile; 2003.

 “El nacimiento en la era del plástico” Odent, Michel, OB STARE; 2011

 “IX Congreso Internacional de Parteras Tradicionales

http://www.elciudadano.cl/2014/05/24/106006/ix-congreso-internacional-de-parterastradicionales/

 “Cesáreas en el sector privado cuadriplican lo recomendado por la OMS”

http://www.kilometrocero.cl/cesareas-en-el-sector-privado-cuadriplican-lo-recomendadopor-la-oms/

 Carta al director sobre Violencia Obstétrica, publicada en el Diario de la Radio U. de Chile, 5 de noviembre del 2014. http://radio.uchile.cl/2014/11/05/violencia-obstetrica

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