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Volvimos
Qué lindas suenan algunas palabras después de un tiempo. A doce años (¡doce años!) de que esta revista apareciera en el mundo en un arrebato de locura juguetona, nos convoca el verbo más hermoso de todos: volver.
Pucha que es lindo volver.
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Pucha que vale la pena estar vivos.
A menos que ya conocieras la revista (cosa muy improbable realmente), se impone una explicación. Este número que estás leyendo ahora mismo es el primero de la segunda época de Sismo Trapisonda, una revista que vio la luz allá por agosto de 2008 pero cuya génesis como idea se remonta a junio de ese año. Y que, además de una revista, era una intervención urbana, primero sobre el paisaje urbano de la ciudad de La Plata, en Buenos Aires, Argentina, y luego también en otros lugares del país y el exterior: General Roca, San Rafael, Minatitlán, Burzaco y quién sabe dónde más.
Dijimos que es el primer número de la segunda época; en orden correlativo, es el sexto, porque durante la primera época lanzamos cinco números que, por cierto, se pueden ver acá: https://slalaurette.github.io/sismo/material.html.
Ahora bien, entre el quinto y el sexto número de ST, es decir entre la primera y la segunda época, hubo un pequeñísimo bache de nueve años. En el trayecto quedó un número 6 a medio hacer que retomaremos conceptualmente en la próxima ocasión (el tema de ese número iba a ser “Super”; pero este regreso ameritaba que el signo convocante fuera “Volver” , por lo cual aquel superconcepto quedará para el séptimo).
En su primera etapa, Sismo Trapisonda fue una cosa muy extraña. La verdad es que no sé bien cómo pudo funcionar. Es decir, sí, lo sé, lo sé perfectamente: funcionó porque hubo un grupo de colaboradores talentosos y generosos que pusieron lo suyo para que fuera posible. Lo que no entiendo bien es cómo pudo prender en ellos una convocatoria tan absurda.
Porque era absurda, sin lugar a dudas. La revista era digital pero no estaba en Internet; la grabábamos en CD y la dejábamos desperdiga-
Volverá la voz en Sismo Trapisonda su eco a oír.
–Néstor Pereira Sánchez
da por distintas ciudades, en veredas, entradas de edificios, paradas de colectivos, bancos de plaza, monumentos, estaciones ferroviarias..., a la espera de que alguien la encontrara, de que se produjera ese improbable contacto entre el transeúnte desprevenido y la publicación que nosotros habíamos hecho con tanto amor (y que al principio ni siquiera se presentaba como tal: los primeros números estaban grabados en discos en cuyo exterior se leía, solitaria, la palabra “LLEVAME”; sólo al cabo de un tiempo pasamos a una identificación más concreta a través de etiquetas impresas en un negocio que, por cierto, cobraba bastante caro el procedimiento, 3 al menos para mis siempre exiguos bolsillos). ¿Ir al encuentro de un lector que no había buscado la revista, que iba a toparse con el CD sin saber qué era, que a lo mejor ni se daba cuenta de que se trataba de un disco pensado para poner en la computadora y no en el equipo de audio? ¿Escribir, corregir, editar, dibujar, pintar, diagramar, con vistas a una edición de cien ejemplares de los cuales la mayor parte quizás fuera a parar a las bolsas de los barrenderos? ¿Salir a repartir los ejemplares pasada la medianoche, en bicicleta, procurando no ser vistos para que el hallazgo de la revista fuera realmente sorpresivo? Había que estar un poco loco para participar en una cosa así.
Por suerte, todos estábamos un poco locos.
Por eso funcionó.
Por la locura. (Y porque lo de la bicicleta, francamente, era divertido. Eso también hay que decirlo.)
En su primera época, entre 2008 y 2011, sacamos cinco números de Sismo Trapisonda, cada uno más trabajado y más ambicioso que el anterior. La lista de conceptos en torno a los que giraron los sucesivos números quizás diga algo de la génesis y evolución de la revista, no sólo como realidad, sino también como idea: agujeros, ruido, andar, juego, nunca.
Ahora queremos desmentir ese último concepto, ese “nunca” que concluyó la primera época de ST y que pareció darle fin para siempre. Porque volvimos. Y volvimos con todo.
En esta nueva encarnación, Sismo Trapisonda es menos rara, menos loca, pero más potente.
Volvimos con doce años de experiencia que antes no teníamos y volvimos abriéndonos de entrada al ancho universo de Internet que en aquella época desdeñamos (porque es otro tiempo, porque ahora sí podemos decir que todo el mundo puede leer una revista en Internet, lo que no era el caso en Latinoamérica en 2008).
Y volvimos con un concurso internacional. Porque siempre se trató de ir a buscar nuevos talentos, de procurar encontrarlos allí donde estén escondidos, de traerlos a la luz y acogerlos en estas páginas hechas de píxeles y bits. Y estamos encantados de haber renovado la apuesta.
La convocatoria era simple: queríamos textos e ilustraciones referidas al concepto de volver (¡qué hermoso verbo!). Cien personas enviaron sus obras desde dieciocho países repartidos por cuatro continentes, lo cual a mí, al menos, me hizo saltar el corazón de alegría: no esperaba que tuviéramos una convocatoria tan amplia con un concurso que no tenía un premio en metálico (¿ya dije que somos pobres?).
Algunas notas sobre el concurso (más detalles en el blog de la revista, https:// sismotrapisonda.wordpress.com): la distribución de edades resultó más que interesante, ya que tuvimos participantes de 18 a 80 años; hubo una mayoría simple de argentinos, pero fueron en total menos de la mitad; registramos participaciones desde lugares impensados como Corea del Sur, Eslovaquia y Hungría.
Es decir que nuestra búsqueda de talentos había muchas cosas que ameritaban su orgulloestá funcionando. Se diría que no hay lugar en sa publicación; muchas más, de hecho, que las el mundo donde puedan esconderse. Allí donde que razonablemente caben en este número. estén, los encontramos, los vamos a seguir Material, en todos los casos, de primera, que nos honra llevar a la luz. Por no hablar de los textos y dibujos de colaboradores que ya estaban desde la primera época o que se fueron sumando en este tiempo. Y de la galería de fotos. Y de las dos secciones especiales, una relacionada con experiencias de retornos a lugares, a hábitos, a personas... y la otra con la aspiración de la vuelta a una normalidad parecida a la que existía antes de que el coronavirus responsable de la pandemia de COVID-19 SARSCoV-2 se desparramara por el mundo dejando un tendal de muertos, de pérdidas, de soledades. Pero ¿para qué abundar en la descripción del material que vos mismo vas a poder juzgar y (espero) disfrutar a partir de la siguiente página? Adelante, pasá a ver: estás entre amigos. Y hablando de eso, quiero dedicar las últimas líneas de este editorial a los amigos que acompañaron el proyecto desde su inicio (algunos reinciden en este número) y a los que se fueron sumando por el camino. Pensar en su talento, su empuje, pero sobre todo en su generosiJeanJacques Grandville, 1845 dad, es algo que me sigue haciendo eencontrando. mocionar al cabo de tantos años. No nombro a
Publicamos en este número todas las obras ninguno porque olvidaría, fatalmente, a uno o premiadas (tres cuentos, tres poemas, tres ilus- dos. Pero ahí están, dentro, siempre. traciones) y también otras que no queríamos perdernos, porque entre el material recibido –Sebastián Lalaurette 4