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HACIA LA RESILIENCIA CORPORATIVA
El flujo constante de cambios y los eventos que se han presentado durante los últimos años nos han obligado a levantarnos y reinventarnos una y otra vez
Al final de cada año, los editores de Harvard Business Review preguntan a sus lectores qué fue lo que se aprendió y qué deja el período que acaba Al cierre del 2022 la palabra “resiliencia” es la que se lleva una parte muy importante de las menciones, lo cual no resulta sorprendente.
El flujo constante de cambios y los eventos que se han presentado durante los últimos años nos han probado repetidamente y nos ha obligado a levantarnos y reinventarnos una y otra vez. No fue solo la Covid-19, también la situación económica global, las tensiones geopolíticas, la incertidumbre social, los problemas ambientales, por mencionar los más relevantes.
El panorama hacia adelante no pinta muy diferente, seguiremos viviendo una serie de desafíos de manera permanente y no se vislumbra un espacio para tomar un descanso, por lo que será necesario que continuemos desarrollando nuestra capacidad para superar la adversidad.
Lo anterior aplica no solo a nivel personal, sino también como organizaciones y en esta ocasión quiero hacer referencia a la resiliencia corporativa. El concepto resiliencia nos es familiar a nivel de personas, pero ¿qué significa cuando hablamos de empresas?
Si resiliencia implica la capacidad de salir fortalecidos de una crisis, para las empresas demanda no solo sortear la adversidad sino adaptarse continuamente para crecer.
Una empresa que no crece, desaparece; por eso es fundamental estar buscando oportunidades y alternativas. El crecimiento puede lograrse a través del incremento de las ventas por cliente, mediante el desarrollo de nuevos clientes o de nuevos mercados, innovando en productos o servicios o mediante una mayor participación en la cadena de valor.
El inicio de la pandemia representó una fuerte sacudida para todas las empresas y buscaron la manera de sobrevivir, operando resilientemente al enfocarse en implementar medidas para contar con espacios seguros y de trabajo remoto. La gran mayoría de las empresas ya han terminado con esos temas y ahora van más allá; el reto ahora es moverse de un tema reactivo a una respuesta integrada y permanente.
El tiempo que vivimos en el que las turbulencias y disrupciones son crecientes, afecta a toda actividad económica por lo que es necesario mantener un estado de alerta y adaptación constante a contextos cambiantes, de manera que las empresas puedan sacar partido de las oportunidades que el entorno pueda traer consigo y reaccionar a tiempo a las amenazas que se puedan presentar. Una encuesta aplicada por FERMA (Federation of European Risk Management Associations) con el apoyo de McKinsey1 muestra cifras muy interesantes al respecto. Alrededor del 66% de los encuestados dijeron que la re- siliencia es un elemento central en su estrategia de crecimiento, básicamente en términos digitales, tecnológicos, financieros y operacionales; más aún, 75% de los encuestados considera necesario fortalecerla como elemento estratégico hacia el futuro.
Lo anterior implica dar un paso adelante y tomar un papel proactivo que les lleve a construir resiliencia en su estrategia de mediano y largo plazo, comenzando con el fortalecimiento financiero y robustecer la seguridad tecnológica.
Las áreas en las que se deberá enfocar son:
• Resiliencia financiera: Posición de capital sólida y liquidez suficiente, enfocados a incrementar márgenes a través del aumento de los ingresos, más allá del control de costos.
• Resiliencia operacional: Cadenas de suministro fortalecidas que permitan mantener la capacidad operativa y mecanismos de entrega versátiles.
• Resiliencia tecnológica: Inversión en infraestructura segura y flexible, uso de datos cumpliendo requerimientos regulatorios.
• Resiliencia organizacional: Fuerza laboral inclusiva, desarrollo de talento, procesos transparentes y conocidos. Cultura organizacional sólida que alinea valores con acciones para todas las partes interesadas, enfocada a la toma de decisiones apoyada en procesos ágiles.
La conjunción de estos elementos podrá aportar a un modelo de negocio capaz de adaptarse al entorno dinámico e incierto en el que vivimos. Se vuelve fundamental este enfoque holístico que permita avanzar de una visión de riesgo acotado a controles a una visión estratégica de largo plazo en la que la resiliencia constituye una ventaja competitiva en entornos volátiles, de tal manera que el modelo de negocio se adapte con la velocidad suficiente que permita anticipar nuevas oportunidades.