Revista de debate de la Juventud Socialista Socialismo o Barbarie Febrero 2017 / L. 20.00
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Tinta Roja es una publicación de la Juventud Socialista - Socialismo o Barbarie de Honduras. Continuidad de la tradición de la Izquierda Socialista, el Movimiento de Trabajadores de Honduras, el Partido de los Trabajadores y el Partido Socialista de los Trabajadores - SoB (Socialismo o Barbarie). Tinta Roja es una publicación que pretende contribuir al debate y acción socialista revolucionaria desde una perspectiva de independencia de clase y democracia obrera, en la lucha contra el sistema capitalista imperialista y la opresión en todas sus formas. Va dirigido a la juventud y la mujer trabajadoras que heroicamente se han incorporado a la lucha social y política buscando superar las viejas y fracasadas políticas reformistas de conciliación de clases que sólo derrotas le ofrece al pueblo hondureño. Los artículos firmados no reflejan necesariamente la opinión editorial y son de exclusiva responsabilidad de sus autores. 2 - Febrero 2017
No se puede arrojar contra los obreros insulto más grosero ni calumnia más indigna que la frase “las polémicas teóricas son sólo para los académicos”. Reforma o revolución, Rosa Luxemburgo
En la escuela histórica de los conflictos violentos y de las derrotas crueles se elaboran los primeros principios cuya adopción ha de determinar la victoria revolucionaria. Resultados y Perspectivas, León Trotsky
Somos una organización de lucha, y en nuestras filas se estudia para aumentar, para afinar la capacidad de lucha del militante y de toda la organización; para comprender mejor cuáles son las posiciones del enemigo y la nuestra; para poder adecuar mejor al militante a nuestra acción de cada día. Estudio y cultura no son para nosotros otra cosa que la conciencia teórica de nuestros fines inmediatos y supremos y del modo como podremos lograr traducirlos en actos» Antonio Gramsci
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2017 Cien años despues
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017, cien años de la revolución rusa. En medio de la primera guerra mundial, las masas obreras y campesinas rusas –hambrientas y harapientas– guiados por el partido bolchevique de Lenin y Trotsky, se atrevieron a tomar el poder en sus manos instaurando la democracia soviética en el primer Estado Obrero del mundo. A cien años, la situación mundial, tanto en los países atrasados como en los países imperialistas, es –cuando menos– inquietante: crisis económicas, guerras, terrorismo, migración masiva, fortalecimiento de grupos neofascistas, racismo, retroceso en el nivel de vida del 99% de la humanidad mientras el 1% es escandalosamente más rico. Millones de personas luchan en todo el mundo para enfrentar esta situación, nuevas generaciones de asalariados, desempleados, jóvenes –hombres y mujeres– salen a las calles indignados a gritar ya basta frente a la barbarie capitalista. Razón más que suficiente, para volver la mirada hacia atrás y rescatar, mediante una visión crítica, las mejores enseñanzas de la revolución obrera de 1917. El 2017 también nos presenta un nuevo desafío. La llegada al gobierno del país imperialista más poderoso del mundo de Donald Trump, un representante de la nueva derecha reaccionaria, racista y misógina, que pone en evidencia la crisis, contradicciones y conflictos nacionales e internacionales tras años de estancamiento económico producida por el neoliberalismo. El regreso al “proteccionismo imperialista” y la configuración de nuevos polos económicos, políticos y militares presagian tiempos turbulentos en la ya caótica situación internacional. En este periodo de transición que estamos viviendo, la muerte de Fidel Castro, líder indiscutido de una de las revoluciones más importantes del siglo XX, que expropió a la burguesía y rompió con el imperialismo, cuyo impacto tuvo trascendencia en toda América Latina y en gran parte del mundo; nos obliga –a la izquierda revolucionaria– a hacer un balance marxista de la revolución cubana, tomando sus aciertos y sus errores. Finalmente, en el plano nacional, continúa implementándose la hoja de ruta de Juan Orlando Hernández, dirigida a su reelección, como parte del objetivo más general del gobierno de Estados Unidos de construir un régimen fuerte y autoritario con fachada pseudo democrática que le garantice el papel histórico que Honduras ha jugado a nivel centroamericano (militar, político, económico y social).
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editorial
Este objetivo estratégico condena al pueblo hondureño a un mayor empobrecimiento, a la migración forzada, a la violencia endémica, y a un proceso de fragmentación y desmantelamiento de las relaciones sociales que nos acerca a la barbarie capitalista. Para derrotar dicho proyecto reaccionario es necesaria la más amplia unidad de acción y la movilización democráticamente organizada de los trabajadores y el pueblo hondureño. Justamente lo contrario de lo que propone la llamada Alianza Opositora que ha sido incapaz de detener los objetivos imperialistas y del propio JOH, y cuya política lleva a nuevas derrotas del pueblo hondureño. En ese complejo contexto nacional e internacional, Socialismo o Barbarie de Honduras aporta con la presente edición de Tinta Roja, algunos elementos que permitan a la nueva generación luchadora, comprender la realidad que nos toca vivir, los enemigos que debemos derrotar y las tareas para construir una alternativa política independiente y revolucionaria que recoja la experiencia histórica de la lucha de los pueblos que como el ruso y el cubano –con sus aciertos y errores– enfrentaron y derrotaron al imperialismo.
La burguesía liberal puede tomar el poder, y lo ha hecho muchas veces, como resultado de luchas en las cuales no había participado: para ello posee órganos de control magníficamente desarrollados. Sin embargo, las masas laboriosas se encuentran en otra situación; se las ha acostumbrado a dar y no a tomar. Trabajan, son pacientes el mayor tiempo posible, esperan, pierden la paciencia, se sublevan, combaten, mueren, dan la victoria a otros, son traicionadas, caen en el desaliento, se someten, vuelven a trabajar. Así es la historia de las masas populares bajo todos los regímenes. Para tomar con seguridad y firmeza el poder en sus manos, el proletariado necesita un partido que sobrepase ampliamente a los demás en claridad de pensamiento y en decisión revolucionaria. ¿Qué fue la Revolución Rusa?, Conferencia de León Trotsky, por invitación por una Asociación de estudiantes socialdemócratas, en el estadio de Copenhague, Dinamarca, el 27 de noviembre de 1932.
la revolución es magnífica... todo lo demás es un disparate Carta de Rosa Luxemburg a Emmanuel y Matilde Wurm (18 de julio de 1906) Febrero 2017 - 3
Suena el timbre, todo preparado, la función va a comenzar en el ambiente se puede respirar la campaña electoral Más carteles, televisión y radio contaminan mi ciudad con sonrisas de cordialidad nos pretenden embaucar, ¡Chacal! Ni fu ni fa, SKA-P
REELECION DE JOH
Una calculada inversión del Tío Sam
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nte los conflictos interburgueses que debilitaban el control del imperialismo sobre Honduras, generados a partir de la crisis financiera mundial del 2008, el giro hacia el chavismo del entonces presidente Ze-
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ΞΞSocialismo o Barbarie de Honduras laya y el crecimiento sistemático del movimiento popular en su capacidad de realizar acciones democráticamente decididas en las bases sobrepasando a la vieja dirigencia corrupta, oportunista y pro patronal, atreviéndose incluso a levantar su
propia Candidatura Independiente Popular a la Presidencia de la República; la Administración Obama, de la mano de Hillary Clinton, apostó a un golpe de estado “institucional”, es decir un golpe de estado típico pero disfrazado de sucesión presidencial, con el apoyo de todas las instituciones de las clases dominantes. Se cerraba así el ciclo del bipartidismo instaurado a partir de la crisis de los 80 promovida por el suazocordovismo (en ese entonces apoyado por la Administración Reagan que enfrentaba la lucha revolucionaria en Centroamérica), y se intentó regresar a las oscuras épocas de Cariísmo y las bananeras cuando se popularizaron las “elecciones estilo Honduras”, para perpetuar un régimen autoritario y despótico al total servicio de los intereses del capital norteamericano. Aprendiendo de los errores de Suazo Córdova En Honduras, desde la derrota de Francisco Morazán y su proyecto de Federación Centroamericana, los representantes de las paupérrimas clases dominantes han ambicionado perpetuarse en el poder. En un país con poco desarrollo de las fuerzas productivas el poder es la mejor fuente de enriquecimiento, y así lo entendieron los caudillos que durante casi un siglo estuvieron tras la “guayaba” desgarrando el país en interminables guerras civiles, hasta la llegada de Carías cuando las bananeras en control total del país decidieron poner orden. Tras la huelga del 54, el autoritarismo y la dictadura ya no tuvieron espacio, por lo que el imperialismo tuvo que apoyarse en otros políticos locales (incorporando en su esquema al partido Liberal), modernizar las instituciones e implementar una raquítica democracia para cambiar los administradores hondureños de los intereses gringos en el gobierno del país. Bajo este nuevo esquema, los caudillos locales continuaron con su sueño de continuismo. Es así que a principios de la década de los 80 del siglo XX, el liberal Suazo Córdova, contando con el apoyo de la administración Reagan y de las Fuerzas Armadas comandadas por el genocida Alvarez Martínez, pretendió primero extender su mandato y después imponer candidatos títeres. La oposición de su propio Partido Liberal desde el Congreso Nacional y las bases, de la corriente mayoritaria del Partido Nacional dirigida por Rafael Callejas, de la Iglesia Católica y de las Centrales Obreras con movilizaciones callejeras lograron impedir el continuismo del régimen suazocordovista, dando surgimiento al Pacto de Unidad Nacional que instituyó oficialmente el bipartidismo en Honduras. Fin del bipartidismo y encumbramiento de JOH Como señalamos más arriba, la coyuntura a fines de la primer década del siglo XXI, terminaron haciendo volar por los aires el bipartidismo extremadamente debilitado por los conflictos inter burgueses producto de una economía cada vez más a la deriva con la implementación parcial del neoliberalismo, obligando a Obama-Clinton a volver al modelo Cariísta. Así, y aprovechando el abandono de la lucha contra el régimen golpista tras la elección de Porfirio Sosa, por parte de la llamada “resistencia” reconvertida en partido LIBRE, el imperialismo fue construyendo un régimen vertical y autoritario; militarista con fachada civil para impulsar las privatizaciones a ultranza y criminalizando la protesta social.
En este proceso aceptó como administrador del estado hondureño al más ambicioso politicastro de estas tierras: Juan Orlando Hernández, no sin poner en claro que quien manda es el imperialismo y que Hernández puede enriquecerse hasta donde ellos lo permitan. JOH supo aprovechar esta ventaja de ser el empleado preferido de Obama-Clinton, para tejer desde el Congreso su coronamiento controlando férreamente todas las instituciones, infiltrando y debilitando los partidos de oposición, sobornando los viejos aliados del tradicionalismo político y criminalizando la lucha social mediante una política de terror. Finalmente, las nunca ocultas intensiones de JOH y los tampoco ocultos intereses del imperialismo en relación a los objetivos del golpe, se han concretado en la inscripción de la precandidatura a la presidencia de JOH y a su confirmación como candidato del Partido Nacional para las elecciones generales de noviembre. La “hoja de ruta” del continuismo se cumple paso a paso. Para asegurar el triunfo en noviembre cuenta a su favor con el control de las instituciones: Tribunal Supremo Electoral, Corte Suprema de Justicia, Congreso Nacional, Ministerio Público, fuerzas represivas. Tiene el visto bueno de los gringos. Utiliza para su campaña toda la fuerza política y económica de los tres poderes del Estado, promoviendo el clientelismo en un país sumido en la crisis política y social. Promueve un clima de incertidumbre mediante la criminalización no sólo de la protesta social, también de potenciales opositores apostando a ponerlos de su lado bajo la amenaza de ir a la cárcel bajo cualquier motivo; y el incremento del terror generado por una violencia creciente qué “sólo Hernández puede detener mediante la represión sistemática” como dicen sus anuncios, aunque sea bajo su reinado (primero en el Congreso y luego en la Presidencia) que se generalizaron las masacres, femicidios y crímenes en Honduras. Las difíciles relaciones con EEUU en un período de transición e incertidumbre El gobierno de Donald Trump y su discurso nacional imperialista “América primero”, centrado en regresar las empresas norteamericanas a territorio estadounidense y masificar las deportaciones plantea un sombrío panorama para la economía hondureña en dos pilares fundamentales: las remesas y la inversión norteamericana (tanto en ayuda como en inversión directa); además de generar gran preocupación por los problemas sociales que un ingreso masivo de hondureños provocaría en la dislocada sociedad hondureña. En el tema de migración y deportaciones, Obama centró más la atención en la frontera sur deportaciones y correr la frontera hacia Centroamérica con la Alianza para la Prosperidad, al tiempo que aumentó su intervención en los asuntos de la región, en particular en el triángulo norte. Esta jugada de los demócratas a partir de Hilary puede cambiar con la llegada de Trump, que como empresario hará más énfasis en los términos de inversión que en la geopolítica, provocando graves dificultades para el estado burgués hondureño y su extremadamente dependiente economía dependiente. Frente a esta situación, los y las trabajadoras deben prepararse.
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Alianza Opositora gordura o hinchazón
el juego. Ahora, avanzan unidos contra la reelección de Hernández hacia el despeñadero.
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a Alianza denunció el incumplimiento por parte del “presidente Hernández la normativa nacional, el Acuerdo de Cartagena acogido por la Asamblea General de la OEA y el Compromiso de Garantías Mínimas suscrito en las instalaciones del PNUD en el año 2013, mediante el cual se comprometió aprobar en el primer año de gobierno, la “modernización tecnológica y renovación de la tarjeta de identidad”, así como una nueva legislación en materia electoral que responda a la realidad política que vive el país.” Asimismo que “las reformas electorales aún no han sido aprobadas y se le ha negado a los partidos de oposición el derecho adquirido en las urnas para integrar el Tribunal Electoral y el Registro Nacional de las Personas a nivel central y nacional”. También acusaron a la “administración Hernández de hacer una campaña abierta valiéndose de las instituciones públicas, mientras que los partidos de oposición no cuentan con financiamiento estatal y por si lo anterior no fuera suficiente, se pretende imponer un Sistema para el conteo de votos, contratado en forma directa y unilateral por el Tribunal Electoral”. Afirman que Hernández “se opone a transparentar los procesos y a ponerle fin al fraude que vía Sistema de Transmisión de Resultados, nuevamente se ha puesto en marcha para los procesos de este año 2017”. Y cuando todos esperaban una posición firme de lucha contra esta clara situación de fraude anunciado y la amenaza de retirarse del proceso –tal como lo habían declarado meses antes–, los coordinadores de Libre, Manuel Zelaya; PAC, Salvador Nasralla y de Pinu-SD, Guillermo Enrique Valle con el apoyo de la ex precandidata del movimiento “Corazón Azul” del Partido Nacional, Eva Fernández; el dirigente del movimiento “Nueva Guardia” del Partido Liberal, Guillermo Escobar Montalván y miembros del Partido Democracia Cristiana declaran “que no se retirarán del proceso electoral, porque al hacerlo estarían dejando el camino libre a Hernández y eso es lo que en el fondo el oficialismo desea”. Citamos en extenso la declaración de la Alianza Opositora, ya que describe bastante bien el panorama al que se enfrenta el país en el actual proceso electoral anticipando el fraude que todo el mundo sabe está en marcha. Lo que no dicen es que por acción u omisión muchos de ellos permitieron que JOH haga lo que está haciendo. Abandonaron la lucha callejera a favor de la parlamentaria desde donde fueron incapaces de hacer oposición seria y permanente (además de haber sido derrotados también en este terreno al perder numerosos diputados que se pasaron abiertamente al lado del aprendiz de Carías). En un cálculo equivocado creyeron en las promesas del presidente y terminaron haciéndole 6 - Febrero 2017
Engordar no es sinónimo de fuerza En el caso de LIBRE y Mel Zelaya, la ambición de llegar nuevamente al poder los ha cegado completamente. Con un partido sin rumbo lleno de ambiciones personales, zancadillas internas y total falta de perspectiva política, más grave aún en los llamados dirigentes populares que lo integran y en la “Izquierda Socialista” que lo apoya; le están haciendo creer a sus bases que la Alianza es el gran Frente de la Victoria Segura. Quienes participaron en la lucha contra el golpe de estado y se denominaban “full resistencia” ahora se abrazan a los que en ese momento eran los “blanquitos” y verían con enorme satisfacción que el mismísimo Romeo Vásquez (el general que dirigió el operativo de detención y exilio de Mel y la represión contra el pueblo) se uniera a la Alianza. De todos modos ahí están los cachurecos de “Corazón Azul”, los liberales de la “Nueva Guardia” y hasta la mercenaria Democracia Cristiana. Semejante despropósito se justifica bajo la consigna “Fuera O” gritada por Mel Zelaya. La oposición al neoliberalismo, la política extractivista, la militarización de la sociedad, la refundación del país, han sido sacrificadas en aras de sumar a todos los derechistas inconformes con Hernández (o que lo aparentan) para “derrotarlo”. Si en algún momento quienes lucharon contra el golpe de estado, quienes se “indignaron” contra la corrupción, la impunidad y los crímenes del régimen creyeron poder derrotarlo en las urnas, hoy deben reconocer que con la conducción de LIBRE son los sectores populares los derrotados en las calles, en las urnas, en el Congreso y que todo indica que este camino lleno de derrotas continuará con la actual política de “engorde”. Fuera JOH para desmantelar el régimen autoritario y fraudulento Si la Alianza realmente quisiera derrotar cambios en el país en beneficio del pueblo y no sólo alcanzar cargos, debería llamar a movilizaciones permanentes en las calles apoyándose en el movimiento popular organizado –por muy débil que se encuentre–. Debería dejar absolutamente claro que si no hay marcha atrás en todo lo que la Alianza correctamente ha denunciado SE RETIRARAN DEL PROCESO FRAUDULENTO, porque lo que Hernández quiere es legitimar el fraude con la participación de la oposición. No nos hacemos muchas ilusiones sobre un cambio de política de la Alianza, bajo la idea de derrotar a JOH en las urnas sin importar el precio, en el mejor de los casos ganarán la presidencia pero con todo el aparato institucional montado por JOH y la administración Obama en su contra. Ante esta perspectiva desde Socialismo o Barbarie llamamos a los honestos luchadores, a la juventud cansada de lo mismo, a la mujer oprimida y explotada a construir una nueva Alternativa Política de los Trabajadores para luchar contra la reelección de JOH pero también contra el régimen autoritario y antidemocrático (en todas sus instituciones) establecido en el país y el sistema capitalista nauseabundo que nos está llevando a la desintegración social.
KEVIN SOLORZANO
¿INOCENTE? ¿CULPABLE? “¿Tenemos absoluta certeza que Kevin es inocente? La respuesta es no ¿Tenemos la certeza que es culpable? La respuesta es no, frente a la absoluta falta de certezas tenemos dudas razonables”1.
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(Declaraciones del abogado Ramón Barrios, luego de la sentencia)
Caso MediAtico l caso de Kevin Solórzano, ha llamado la atención de todos los hondureños incluyendo los medios de comunicación que le han dedicado muchas portadas y análisis, con diferentes posiciones: unos a favor de su inocencia y otros creyendo en su culpabilidad. Esta ha sido una de las detenciones más mediáticas en los últimos años, tanto así que hasta Juan Orlando ha dado su opinión al respecto, diciendo que “si hay victima debe haber un culpable”. Toda esta historia inicia el 11 de noviembre de 2014, cuando el ex fiscal Edwin Geovany Eguiguren es asesinado en Tegucigalpa, capital de Honduras, por dos hombres. Su mujer e hijos iban con él, a estos últimos los delincuentes les dijeron que se fueran, hubo intento de asesinar a la esposa, pero el arma
fallo asesinando sólo al fiscal. Dicha noticia no pasaba de ser una más de las muchas muertes que se dan en Honduras a diario, pero esto tenía que dar un giro cuando el 20 de noviembre de ese mismo año detienen al en ese entonces estudiante universitario Kevin Solórzano, sus familiares, así como él mismo sostuvieron desde ese instante su inocencia, protestando un día después de la detención junto a sus vecinos frente a la fiscalía. De ahí en adelante se convirtió en un caso mediático captando la simpatía de muchos nacionales y personas en el extranjero, pero también el escepticismo de otros, todo promovido por los medios de comunicación de todo tipo que han jugado un gran papel en torno a la trama. Justica a la hondureña Dos años después de la detención de Kevin y asesinato del fiscal, de idas y vueltas, de posponer audiencias, pruebas y nuevos testigos, al fin el jueves nueve de febrero de 2017, pasadas las nueve de la noche, se creía que este caso al fin llegaría a su fin. La sorpresa fue que para los que esperaban que lo declararan inocente dos de los jueces dijeron culpable
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y sólo uno creyó que las pruebas eran inconsistentes. En Honduras la justicia no es horizontal, tampoco para los que más la necesitamos, caso probado de ello es el saqueo del IHSS (Instituto Hondureño de Seguridad Social), donde hay pruebas palpables del robo descabellado que realizó Mario Zelaya y el Partido Nacional, actualmente en el gobierno. Hay cheques, documentos que lo prueban y todavía no hay nadie enjuiciado por ello. Mario Zelaya, irónicamente está siendo enjuiciado por tenencia ilegal de arma, no por el robo de millones que hizo al Seguro, Lena Gutiérrez Vicepresidenta del Congreso Nacional por el Partido Nacional, no ha sida enjuiciada por las pastillas de harina u otras sustancias que le vendía al Seguro (Astropharma), con la complicidad de una gran red que avalaban el robo, muchas personas han muerto por la falta de medicamentos, o por su contenido. La indignación es tan grande, pero ésta sola no basta, se terminan dando salidas individuales por la desesperación como el caso de Rigoberto Paredes, quien harto de la injusticia en el país decidió tomarla con sus manos, asesinando a Eduardo Montes, abogado de Lena. Acto que terminó con su libertad y no cambió nada en relación a los acusados del saqueo. Toda la indignación y el coraje, ante la falta de perspectivas es necesaria convertirla en conciencia colectiva a través de la organización de los sectores involucrados como lo son las mujeres, juventud, estudiantes y trabajadores. Otro caso emblemático es el crimen político de Berta Cáceres en donde la justicia se ha negado hasta el día de hoy a investigar a los principales sospechosos: la empresa DESA. Inconsistencias en el caso Kevin La primera de ellas es que María Auxiliadora Sierra (esposa del ex fiscal asesinado) luego de dos años de haber iniciado el juicio contra Kevin, “desconoce” los retratos hablados que su hijo dio al retratista de la policía. Otro de los hechos es que la altura de Kevin no coincide con la de los sospechosos, éstos dijeron que medían 1.70 metros y Kevin mide 1.85, luego la edad tampoco coincide, en el momento de dar las declaraciones iniciales dijeron que eran entre 25 y 30 años, ahora al ser Kevin menor, cambian y dicen que el asesino era de 20 años, al igual que uno de los sospechosos tenía barba para que esto coincida con la apariencia de Solórzano. 8 - Febrero 2017
Las declaraciones que dieron a la policía tanto el hijo mayor como la esposa del abogado, dos años después no son las mismas: al inicio dijeron que eran tres, luego dos, que uno de ellos andaba gorra y era el que los apuntaban, estas declaraciones se contradicen entre sí. Lo más grave es que el hijo DECLARÓ dos veces, una como hijo y otra como vecino de colonia, supuestamente por instrucciones de los mismos fiscales, gracias a la nueva condición de testigos protegidos. Con esto queda más que claro que hay una alteración de los hechos para que coincidan con las declaraciones de la madre y que Kevin sea culpable. Las primeras “pruebas” que llevaron a la captura de éste, son las que ahora los testigos del asesinato no reconocen. A pesar que los abogados de Kevin han presentado pruebas que demuestran que él no participó en el asesinato, como testigos, vaciado telefónico y videos donde aparece en el carro de su amigo y en la universidad a la hora del hecho, no han sido tomados en cuenta. Tampoco se investigó al resto de sospechosos del crimen, la policía se conformó en encarcelar a Kevin y ahí quedo cualquier investigación. Con estas pruebas e inconsistencias, se reafirma el dicho popular que la justicia hondureña es ciega totalmente. Ante la duda razonable Desde la Juventud Socialista –SOB– no podemos asegurar categóricamente que Kevin es inocente, tampoco que es culpable. Lo que si afirmamos enérgicamente es que, ante la falta de pruebas de la parte acusadora, y las pruebas que la defensa ha presentado demostrando que no se encontraba éste en la escena del crimen, Kevin debe quedar en libertad, ya que la justicia ha sido incapaz de demostrar su culpabilidad. No se han tomado en cuenta las pruebas científicas, sólo la testifical, la viuda ha dicho que el asesino es Kevin, que lo reconoce y el Ministerio Público y dos de los tres jueces han creído en su palabra, aunque no lo demuestre y es por ello que lo han declarado culpable. Es necesario un juicio justo para Kevin y todos los que han sido acusados de algún delito. No deben aceptarse los testigos con carácter de protegidos ya que esto conlleva a una cacería de brujas, de los más fuertes a los más débiles. Exigir justicia en un gobierno dictatorial parecería una locura, pero el Estado burgués debe garantizarla, una buena medida que está tomando la población es salir a las calles ante la falta de respuesta del gobierno, pero es necesario ir más allá del caso de Kevin y exigir que lo liberen, es necesario incluir una agenda en la que todos los problemas del pueblo, trabajadores, mujeres y juventud estén incluidos, porque indignarse por una cosa ya no basta.
Es por ello que proponemos se organice una plataforma inde-
pendiente de los partidos electorales con los sectores antes mencionados que quieran luchar para poner en la mesa la discusión del rumbo del país, puesto que cuatro años más de dictadura JOHística solo generará más violencia, incrementará la brecha entre ricos y pobres, no alcanzaremos ni lo básico de la canasta básica, mucho menos dejar de vivir en la miseria donde cada día es una lucha por sobrevivir. Como diría Berta, “ya no hay tiempo” a esto le agregamos que ya basta de conciliar por arriba, así que por abajo llego la hora de luchar. A continuación, un recuento de los hechos más trascendentales en torno al asesinato del ex fiscal Edwin Eguigure y uno de los supuestos criminales, el universitario Kevin Solórzano. 11 de noviembre 2014: Frente a sus dos hijos y su esposa fue asesinado el ex fiscal Edwin Eguigure en la aldea El Chimbo, carretera que conduce a Valle de Ángeles. 12 de noviembre: Retratan a asesinos de ex fiscal Edwin Eguigure. 20 de noviembre 2014: La Fuerza de Seguridad Interinstitucional de Honduras (FUSINA) captura a Kevin Joshua Solórzano Hernández, de 19 años. 21 de noviembre: Kevin Solórzano: “Voy a demostrar que soy inocente”. 22 de noviembre: Dictan detención judicial contra Kevin Solórzano. 25 de noviembre: Madre de Kevin: “Voy a exigir que le limpien el nombre de mi hijo”. 26 de noviembre: Dictan prisión preventiva a Kevin Solórzano. 26 de noviembre: Video muestra a Kevin en la universidad el día y la hora del crimen. 27 de noviembre: Reos de la Penitenciaría Nacional se solidarizan con Kevin Solórzano.
30 de noviembre: Desde la cárcel Kevin Solórzano escribió una carta en la que agradece el apoyo. 1 de diciembre del 2014: Familiares y amigos exigen la liberación de Kevin Solórzano. 15 de diciembre del 2014: Familiares temen por la vida de Kevin Solórzano en la Penitenciaría Nacional. 9 de febrero 2015: “Reconozco al sicario que tuve enfrente”, dice viuda de ex fiscal. 12 de febrero 2015: Kevin Solórzano revela que fue golpeado. 19 de febrero 2015: Testigo identifica a Kevin en cuatro rondas. 23 de febrero 2015: Testigo asegura haber visto todo el crimen. 19 de junio 2015: El juez con Jurisdicción Nacional apertura a juicio oral y público el caso contra el universitario Kevin Solórzano. 19 de octubre 2015: La Sala II del Tribunal de Sentencia con Jurisdicción Nacional, ordenó que el caso del estudiante Solórzano sea conocido en un tribunal común y no con competencia nacional. El Tribunal una vez que analizó los planteamientos tanto de la defensa privada como del MP en relación a esa excepción, determinó que el caso deberá ser conocido por un tribunal común. 27 de enero 2016: La Corte de Apelaciones resolvió que un Tribunal con Jurisdicción Nacional continúe conociendo el caso de Kevin Solórzano. 08 de febrero 2017: se declara culpable a Kevin Solórzano quien puede purgar una pena de 33 a 50 años de prisión, por tentativa de homicidio y asesinato en primer grado. 08 de marzo 2017: el Tribunal leerá la individualización de la pena, día en que se conocerá cuantos años pasará Kevin en prisión. Este juicio duró 601 días. Febrero 2017 - 9
CLASE TRABAJADORA
INVISIBILIZADA, OLVIDADA Y TRAICIONADA ΞΞPor Carlos Amaya
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INVISIBILIZADA, OLVIDADA Y TRAICIONADA n Honduras, la clase obrera ha sido históricamente el sujeto de cambio. Desde la configuración del capitalismo a partir de la Reforma Liberal de fines del siglo XIX, con el énfasis en las inversiones extranjeras, ha sido la clase obrera la única clase con la fuerza y determinación necesarias para enfrentar a la burguesía nacional y al imperialismo, logrando el apoyo del resto de la población oprimida y explotada. Con la huelga de 1954, impulsada por el proletariado bananero contra la transnacional bananera y apoyada por trabajadores de todo el país se obtuvieron todas las conquistas que han podido lograr los asalariados y el pueblo en general. Desde el derecho de organización, la legislación laboral y agraria; el derecho al voto para la mujer y la reforma universitaria, todas son conquistas derivadas de la huelga bananera. El poder obrero se manifestó durante más de tres décadas en el peso político de las centrales obreras quienes llegaron a ser un factor determinante para que en Honduras no hubiera dictaduras como las de Nicaragua, Guatemala y El Salvador. Incluso fueron determinantes en la lucha contra gobiernos autoritarios como el caso del gobierno de Ramón Cruz y de Suazo Córdova. Historia de traiciones Sin embargo, los dirigentes de las centrales obreras (muchos 10 - Febrero 2017
de los cuales estaban orientados por el Partido Comunista de Honduras) nunca actuaron con independencia de la burguesía. Es así que todo el poder logrado con la huelga y la organización de los y las trabajadoras ha ido a beneficiar a los partidos y políticos representantes del capital. El liberal Villeda Morales tras la huelga del 54. El general Oswaldo López Arellano tras la renuncia del nacionalista Ramón Cruz. El bipartidismo liberal – nacionalista tras Suazo Córdova. Sin contar con el interminable apoyo a cuanto líder liberal apareciera en Honduras (Jaime Rosenthal, los hermanos Reina, Mel Zelaya). En la medida que las conquistas se fueron perdiendo producto de la implementación del neoliberalismo, los dirigentes fueron girando cada vez más a la derecha. El oportunismo los llevó a la traición de sus propias bases. Es así que en vez de enfrentar al gobierno nacionalista de Rafael Callejas, organizaron la Plataforma de Lucha para la Democratización de Honduras que le dio la espalda a los sindicatos que luchaban contra el gobierno provocando su derrota y desorganización. El papel nefasto de las burocracias de la centrales obreras fue dejando a los y las trabajadoras desprotegidos frente al bipartidismo, debiendo impulsar luchas desde las bases para defender sus conquistas. En este proceso destacó la Coordinadora Nacional de Resistencia Popular que con sus métodos democráticos empezó a poner un freno a las traiciones de los dirigentes de cúpula. Sin embargo, con el golpe del 2009, la desaparición de la Coordinadora y la total pérdida de métodos democráticos al
interior del movimiento popular y sindical, la burocracia logró un respiro para volver a su papel traidor. Fueron partícipes silenciosos del robo al IHSS estando presentes en la Junta Directiva en los oscuros tiempos de Mario Zelaya. Avalaron todas las propuestas patronales referentes a la negociación del salario mínimo provocando una enorme transferencia de ingresos de los asalariados a la patronal. Se niegan a la organización sindical en las maquilas y a la defensa de las trabajadoras que enfrentan pésimas condiciones de trabajo como lo demuestra el accidente en ZIP Continental en La Lima donde más de 40 obreros en su mayoría mujeres se intoxicaron como producto de la falta de seguridad en las fábricas. Tampoco defienden el derecho al empleo guardando silencio y negándose a luchar ante los despidos en el sector público y privado. No es de extrañar que pese a haber dicho a fines del 2016 que bajo ningún punto de vista podían aceptar una negociación que abarcara dos años terminaron aceptando pírricos aumentos hasta el 2019. Justo en momentos que la crisis económica mundial provoca cambios en la política económica de Estados Unidos y que repercutirá negativamente en nuestro país.
La lucha obrera es posible A pesar de los burócratas de las centrales obreras, los trabajadores salen a luchar. Lo hacen en condiciones difíciles: aislados, silenciados, invisibilizados por las ONG para quienes la clase obrera no existe o la confunden intencionalmente con los dirigentes traidores. Un ejemplo de lucha de las trabajadoras de la maquila es la heroica lucha de CODEMUH por la salud laboral que está permitiendo sentar las bases para la defensa de los derechos de las mujeres con enfermedades producto de la sobreexplotación en las fábricas. Lucha ligada estrechamente al derecho al empleo y contra los despidos arbitrarios tan propios de esta etapa en Honduras y que en las maquiles se ha hecho costumbre cada fin de año. La lucha de CODEMUH ha logrado parar despidos en fábricas de Choloma e incluso el reintegro de trabajadoras. Estos claros ejemplos, aun siendo minoritarios, nos muestran que si es posible la lucha obrera. Que es necesario organizar democráticamente desde las bases a los y las trabajadoras, y sacar de las organizaciones a los burócratas vendidos a la patronal.
la liberacion de los Trabajadores sera obra de los propios trabajadores
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l año 2017 será un año muy duro para los y las asalariadas. Con un raquítico aumento al salario mínimo y sin ninguna estabilidad laboral, deberán enfrentar un año político en el cual los recursos del estado se volcarán a garantizar la reelección de Juan Orlando Hernández, debilitando los servicios públicos, la salud y la educación.
Al mismo tiempo, la política anti migratoria del actual presidente de Estados Unidos, aumentará las dificultades de los y las trabajadoras migrantes afectando las remesas que ayudan a paliar la economía familiar. Frente a esta situación, urge la organización y movilización de los trabajadores. Permanecer en la pasividad y aislamiento sólo provocará derrotas. En la lucha de clases no existen los milagros. Un claro ejemplo
son los y las docentes que tras la traición de sus dirigentes gremiales confiaron en que tras las elecciones del 2013 –sin luchar– lograrían recuperar sus conquistas. La tarea del momento es la solidaridad con todos los y las trabajadoras que por pequeños grupos que sean salgan a luchar. No dejarlos solos. Impulsar la unidad y coordinación en la lucha. Ninguna confianza en los y las candidatos que prometen que con el voto todo va a cambiar. Hay que reorganizar a la clase obrera para la lucha gremial y la lucha política construyendo una Alternativa Política Independiente de los y las Trabajadoras.
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IZQUIERDA REVOLUCIONARIA POSICIONAMIENTO EN TORNO A LA CRISIS ECONOMICA, SOCIAL Y POLITICA DE HONDURAS
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El estancamiento y recesión en la economía capitalista mundial golpeó fuertemente a los países productores de petróleo provocando una crisis mundial que todavía no ha sido resuelta. ... “En el plano político, los cambios que se producen en la actual coyuntura, siguen una tendencia a la derechización y en algunos casos a la aparición de regímenes de corte neonazi. ... “En un contexto caracterizado por la inestabilidad económica, política y militar Honduras se encuentra en la encrucijada: ¡El capitalismo no da más! ... “Ante el rechazo de la mayoría del pueblo hondureño, Juan Orlando Hernández, con el control absoluto y vertical
de toda la institucionalidad apuesta al continuismo. ... “La llamada oposición (LIBRE, PAC, PL, PINU), han aceptado las reglas del juego impuestas por el régimen llevando al pueblo hondureño a un callejón sin salida. ... “¡Por una alternativa Independiente de los Trabajadores! ¡Contra la reelección y el continuismo! ... “Reconstruir los escenarios de lucha y resistencia social y política, así como un plan de lucha popular contra la dictadura de JOH y la injerencia imperialista en nuestro país. Estas son algunas de las posiciones planteadas por las organizaciones de la Izquierda Revolucionaria de Honduras (Bandera Socialista, Socialismo o Barbarie, Unión Revolucionaria del Pueblo, Partido Socialista Centroamericano y los Círculos Morazanistas Bolivarianos) en su última publicación. Desde Socialismo o Barbarie, plantea-
mos que es urgente organizar un Instrumento Político de los Trabajadores, que nos permita dotar de una estrategia de lucha a los trabajadores y pueblo hondureño frente a la crisis del capitalismo hondureño. A casi 8 años del golpe de estado las políticas y métodos impuestos al pueblo hondureño desde las cúpulas de las organizaciones y de los nuevos partidos han demostrado ser un fracaso total. Desde la Izquierda Revolucionaria planteamos la necesidad de abrir auténticos debates democráticos que nos permitan avanzar en la lucha organizada desde las bases en contra del régimen dictatorial (de saco y corbata) y la barbarie a la que nos lleva el sistema capitalista.
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12 - Febrero 2017
LA INCÓGNITA DE TRUMP ΞΞPor Claudio Testa, SoB 412, 26/1/17 Las primeras medidas ya señalan rumbos pero aún no hay determinaciones categóricas a controvertida asunción y los primeros días de Trump en la presidencia de EEUU han sido el centro de la atención mundial en una escala inusitada. Se ha convertido en el tema principal de los medios en todos los idiomas… y parece que lo va a seguir siendo durante cierto tiempo. Pero también ha provocado fuertes repudios. Por supuesto, Estados Unidos, pese a su relativa decadencia, sigue siendo la primera potencia mundial… aunque ya no está sola en el podio. Sin embargo, la resonancia no se debe exclusivamente a eso. Se combinan otros factores determinantes. Uno de ellos –y no el menos importante– es el repudio y las movilizaciones críticas desacostumbradas en los anteriores cambios de gobierno. Mientras Trump asumía la presidencia el viernes 20 de diciembre, tanto en la capital como en otras ciudades de EEUU y otros países de América y Europa, comenzaron actos y manifestaciones de rechazo. Al otro día, el sábado 21, las multitudinarias “Marchas de la Mujeres” alcanzaron dimensiones sin precedentes en la historia de EEUU. Hubo protestas menores en la asunción de otros presidentes estadounidenses, como Nixon o Bush (hijo). Sin embargo,
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para encontrar una crisis más grave que lo de Trump, hay que remontarse a diciembre de 1860, cuando la ascensión de Abraham Lincoln a la presidencia detonó la guerra de secesión iniciada por los Estados esclavistas del sur… Con el agravante de que Trump no es precisamente un Lincoln… y que ha puesto en su gabinete a notorios amigos del Ku Klux Klan… Pero el enfoque de la atención mundial no se debe sólo a la división política de EEUU y los enfrentamientos que provoca. Además, se percibe en Trump al producto de una situación mundial crítica y, a la vez, el posible operador o, más bien, detonador de cambios mundiales y situaciones críticas… que pueden desembocar en cualquier cosa, como guerras y crisis de todo tipo… Las preocupaciones aumentan en la medida que los dichos y hechos de Trump hacen pensar en un “mono con navaja”. Efectivamente, Trump no aparece como un “estadista”, con un programa global coherente. Como advierte Michel Klare*, Trump encara cada tema no como parte de un cuadro geopolítico mundial, sino como un “negocio” en particular. Sin embargo, esas primeras medidas nacionales e internacionales * Michael Klare, “El mundo según Trump – Primero, Estados Unidos”, Le Monde Diplomatique, enero 2017
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nos remiten implícitamente al punto crucial de la situación mundial: la crisis de la globalización neoliberal. Y, dentro de ella, la crisis social y política de los Estados Unidos. Vemos algunos puntos y aspectos. La situación económicosocial de EEUU, globalización del capital, Estado nacional y competencias geopolíticas El capitalismo, históricamente, carga con una contradicción irresoluble, el carácter mundial de la economía y el carácter nacional de sus Estados. La tan festejada globalización, lejos de resolver esta contradicción la viene agudizando cada vez más en los últimos años. Y, paradójicamente, Estados Unidos, como Estado (y socie- dad) ha sido uno de los perdedores en este mecanismo… aunque gran parte de sus corporaciones (y en especial del capital financiero) se hayan llenado los bolsillos hasta hartarse. Recordemos que el capitalismo mundial, al compás de las crisis económicas y de las guerras, ha oscilado históricamente entre etapas de mayor internacionalización o “globalización” de la producción, el comercio y las finanzas, y otras de mayor proteccionismo o autarquía de los Estados y las economías nacionales. Hoy Trump anuncia estruendosamente un giro al proteccionismo… aunque son difíciles de prever sus alcances finales. ¿Cómo se ha llegado a esto? La Segunda Guerra Mundial (1939/45), llevó a EEUU a la cúspide como economía (producía el 50% del PBI mundial) y también como Estado. No sólo era la principal superpotencia, sino que además como Estado tenía garantizadas sólidas bases sociales, las satisfechas clases medias y trabajadoras (blancas), que veían realizarse el “sueño americano” de buenos negocios y/o empleos seguros y bien remunerados. Pero el “sueño americano” comenzó a deteriorarse ya con la crisis de los ’70 y luego con el impulso a la globalización, que fue la política del Estado yanqui y las corporaciones para salir del paso. Años después, la crisis del 2008 terminaría de transformar al “sueño americano” en la pesadilla del desempleo, el trabajo precario y los salarios miserables. Al mismo tiempo, como potencia mundial, la globalización le jugaría una mala pasada al Estado norteamericano. La globalización de la producción, las finanzas y el comercio proporcionó ganancias colosales a las corporaciones y especialmente al sector financiero. Pero trajo dos consecuencias que debilitaron a EEUU como Estado. Una de ellas, la mencionada crisis social que implicó el arra14 - Febrero 2017
samiento en EEUU de las ramas industriales que se mudaban a los paraísos de salarios miserables, como México y sobre todo China y otros países del Asia-Pacífico. Esto impactó seriamente y deterioró las necesarias bases sociales y de “consenso”, que son doblemente imprescindibles para los Estados imperialistas. Y, con más razón; para EEUU que pretende ser “el primero”. La otra, que la mudanza globalizadora de la producción al Asia-Pacífico contribuyó a hacer de China una gran potencia, que hoy hace sombra a EEUU. China no sólo se convirtió en el principal acreedor de EEUU, endeudado hasta la coronilla para hacer frente a los déficits del Estado y de la balanza comercial. Ya también le disputa a nivel geopolítico el puesto de Nº 1. Cuando Trump gana las elecciones con la consigna de “Make America Great Again!” (¡Haz de EEUU un gran país de nuevo!), está prometiendo volver a la perdida época de poderío del Estado yanqui… no porque sea un luchador por los derechos de los trabajadores sino para fortalecer al Estado. Por eso, al mismo tiempo, despliega un racismo poco encubierto que excluye a negros, latinos y otros indeseables del regreso al Paraíso Perdido. Esto va a acompañado de otra consigna fundamental: “América First!” (¡EEUU primero!). Significa que EEUU –con Trump– volverá a mandar en el mundo… lo que implica que el resto deberá obedecer. Recordemos, además, que la consigna “América First!” no la inventó Donald Trump. Fue la consigna y el nombre la organización “aislacionista” que al comienza de la Segunda Guerra Mundial proponía un acuerdo-alianza con Hitler para repartirse el mundo. En EEUU, este aspecto histórico que sigue resonando en la consigna “América First!” no puede ser desconocido por Trump. ¡O sea, el “gran garrote” para imponer la obediencia debida a EEUU! Para volver a “hacer grande a EEUU” y “ponerlo primero” y por encima de todos, Trump comienza con una serie de medidas que, sin embargo, no aparecen todavía como parte de un plan único ni del todo coherente geopolíticamente. Más bien, bien sugieren el criterio “empresario” de buscar “oportunidades” y también barrer competidores. En ese tren, promover distintas “sociedades” y “negocios” geopolíticos y/o económicos –que pueden ser contradictorios pero dar ganancias–, y simultáneamente tomar las más despiadadas medidas para que los competidores que no se sometan, vayan a la quiebra. Pero esta lógica de los nego-
cios puede ser muy peligrosa a nivel geopolítico. Las dos carteras fundamentales del imperialismo yanqui –Departamento de Estado y Secretario de Defensa– Trump parece haberlas otorgado con ese criterio. La primera, a Rex Tillerson, ex director Exxon Mobil, gran negociador y, por añadidura, gran amigo de Putin! La segunda, por si las cosas van mal, al general James Mattis, apodado “Mad Dog” (“Perro Loco”)… y no por casualidad. Veamos algunas de esas contradictorias “sociedades” y enfrentamientos que ya se delinean, así como también algunas medidas y consignas al interior de EEUU. Enfrentamiento a China… pero liquidación del TTP Desde un primer momento, Trump marcó como gran enemigo geopolítico a China. Pero también, desde el inicio, Trump rompió con el TTP (Trans-Pacific Partnership), tratado de “libre comercio” del Asia-Pacífico gestionado por Obama como una de las medidas para hacer frente a China. Esto dejó desairados a socios fundamentales para este enfrentamiento, en primer lugar, a Japón. Trump preferiría otros niveles más peligrosos de confrontación. La primera provocación de Trump fue comunicarse telefónicamente con la presidenta de Taiwán, que pretende ser independiente de China. En cuatro décadas, ningún presidente de EEUU se atrevió a eso, ya que va contra el principio pactado de que existe “un sola China”. ¡Ahora Trump rompe esa norma! Pero quizás la señal más grave del enfrentamiento a China lo suministró el flamante “diplomático” Rex Tillerson, al amenazar la soberanía de Pekín en algunas islas del Mar de la China Meridional. “Primero –dijo Tillerson–, las edificaciones en esas islas deberán detenerse. Y, en segundo lugar, el acceso [de China] a esas islas tampoco va a ser permitido [por EEUU].”* Para hacer una comparación, es como si un ministro chino hubiese anunciado que no va a tolerar que EEUU siga haciendo construcciones en Alcatraz u otras islas de la bahía de San Francisco, y que no le va a permitir el acceso! Y el que hace las amenazas públicas a China no es el “Perro Loco” de la Secretaria de Defensa, sino el tan diplomático Tillerson!!! La respuesta china, aunque por intermedio del extraoficial diario de Pekín, Global Times, no fue menos contundente. “Deberían pensar en prepararse para un enfrentamiento militar… Como Trump todavía tiene que jurar su cargo, China ha mostrado contención cada vez que los miembros de su equipo han expresado puntos de vista radicales, pero EEUU no debería pensar que Pekín tiene miedo de sus amenazas […] A menos que Washington planee lanzar una guerra a gran escala en el Mar de China Meridional, cualquier otro método para evitar el acceso chino a esas islas será estúpido. Tillerson haría bien en ponerse al día en estrategias nucleares, si quiere que una potencia nuclear [en referencia a China] se retire de sus propios territorios.”** Así se presentan las cosas con China… y en una situación no favorable para EEUU en la región. Tradicionales aliados como Filipinas y Malasia han girado hacia Pekín. Y ahora Vietnam estaría dando pasos en ese sentido. * Citado en: “Is Tillerson’s bluster just a bluff for Senate?”, Global Times, 13/01/2017. ** Cit. Global Times, 13/01/2017.
Acercamiento a Putin y Rusia, enfrentamiento al Estado Islámico y presiones antichinas Paralelamente a las provocaciones contra China, Trump viene proclamando sus simpatías por el “hombre fuerte” del Kremlin. Esto tiene varios aspectos y motivos. Rusia no es vista por Trump como una amenaza significativa para EEUU. Además, el fracaso de las políticas de Obama en Siria, los triunfos de Rusia y sobre todo la cuestión de derrotar al Estado Islámico habrían sido decisivos para buscar una “entente” con Putin. Además, un entendimiento geopolítico con Moscú sería un golpe indirecto pero duro contra China, que evidentemente ha sido tomada como el gran rival de EEUU. Efectivamente, el cerco de la OTAN a Rusia –política tradicional de EEUU– y luego la crisis de Ucrania, su guerra civil interminable, más la anexión de Crimea, impulsaron a Moscú a un acercamiento creciente económico y geopolítico con China. Esto se ha desarrollado también a nivel militar, con las flotas rusa y china haciendo maniobras conjuntas para defender a las islas que –según el nuevo Secretario de Estado– China no tendría permitido ocupar!!! Asimismo, Rusia y China (con otros Estados menores de la región, entre ellos Irán) han ido bosquejando la conformación de un “bloque de Eurasia” que abarcaría una inmensa región y tendría gran influencia en los Estados del Pacífico y del Índico… algo indigerible para EEUU… y por supuesto para Trump. Asimismo, las rutas marítimas y terrestres del “Camino de la Seda” diseñadas por Pekín, dependen en buena parte de su entendimiento con Moscú. Trump apostaría a un acercamiento a Moscú, tanto para enfrentar al Estado Islámico como revertir este proceso y aislar a China. Apoyo incondicional a la extrema derecha sionista y un salto en la “limpieza étnica” de los palestinos Con Trump, el tradicional apoyo de EEUU al Estado colonialista de Israel, da también un salto cualitativo. Reconoce a Jerusalén como capital de Israel, lo que implica el reconocimiento de la soberanía israelí en toda la Palestina ocupada militarmente por el Estado sionista en la guerra de 1967. Así legaliza abiertamente la genocida “limpieza étnica” aplicada por Israel en toda Palestina. Trump termina con la farsa de la política de las eternas “negociaciones por los dos estados”. Pero lo hace no para construir un Estado único democrático, donde árabes y judíos vivan en paz y tengan los mismos derechos. Lo hace para legalizar la existencia la de un enclave colonial y religioso-racista, que lleve hasta el final el extermino y/o la expulsión de los palestinos. Ruptura de los acuerdos firmados con Irán sobre energía nuclear En sintonía con el gobierno de Israel y las corrientes más extremistas del sionismo, Trump auspicia la liquidación de los acuerdos firmados por la ONU y las principales potencias mundiales y regionales con Irán, acerca el desarrollo de la energía nuclear con fines pacíficos. El gobierno de Israel, que posee “ilegalmente” armas atómicas sin rendir cuenta a nadie, tiene como política permanente liquidar estos acuerdos… con el objetivo final de desatar un conflicto bélico contra Irán. Esta es su prédica constante. Febrero 2017 - 15
Trump y en general los republicanos coinciden en ese rechazo, que llevaría muy probablemente a otro genocidio en Medio Oriente… Distanciamiento de la Unión Europea y unión con la Gran Bretaña del Brexit. La OTAN en cuestión La atención que presta Trump a Moscú y también a Gran Bretaña del Brexit con la que establecería una especie de “mercado común”, tiene su contrapartida en la menor importancia que otorga a la Unión Europea. Esto también constituye un giro de 180º en relación a la línea tradicional de Washington, de dar a Europa occidental, encabezada por Alemania y Francia, un primer lugar en sus alianzas políticas y militares.* Una consecuencia geopolítica seria, es que la OTAN está puesta en cuestión. Trump exige que Alemania, en primer lugar, y también los demás Estados europeos, asuman el desmesurado peso económico y militar que implica esa alianza militar. Esto apunta a una crisis de la OTAN, lo que obviamente sería muy del agrado de Putin. El Muro de México: una agresión a toda América Latina Contra lo que esperaban los lacayos latinoamericanos del imperialismo yanqui –como el presidente mexicano Peña Nieto, Temer de Brasil o Macri de Argentina– Trump no tiene piedad de América Latina. Como la parte más débil, pretende que los costos del proteccionismo los paguen los pueblos del sur… y también los migrantes que han ido a Estados Unidos con esperanzas de progreso. Trump, que llega a la presidencia con una campaña abiertamente racista anti latina, está dando los pasos para iniciar la construcción del ya famoso Muro con México. Con toda razón, ve en Peña Nieto un sirviente que nunca va a desafiar a su amo. Lo mismo debe pensar de Macri, Temer y demás gobiernos neoliberales. Es que las primeras medidas en serio para cerrar el mercado estadounidense a la competencia del mercado mundial, comienza a aplicarla a esos países latinoamericanos. Tal es el caso de Argentina, con el cierre de la importación de limones y otros productos, a pesar del servilismo incondicional de su gobierno. Además de incentivar la bomba de tiempo que constituye México, esto implica objetivamente un aliento peligroso del antiimperialismo en todo el sur. El bajón de los gobiernos “progresistas” latinoamericanos –con el caso más vergonzoso de Venezuela– abrió a EEUU oportunidades para recuperar terreno. Pero ahora, con un presidente yanqui abanderado del racismo anti-latino, se podría entrar en una nueva situación. Negacionismo del cambio climático, una política genocida Como corresponde a un gobierno sustentado en las petroleras y en el lobby negacionista del cambio climático, entre las primeras medidas de Trump figura la construcción de los repudiados oleoductos a Canadá. Pero lo más grave es que ahora EEUU reniega de todo com* Recordemos, sin embargo, que esto se debilitó brevemente con las aventuras bélicas de George W. Bush en Afganistán e Irak. EEUU se permitió despreciar las opiniones críticas de sus principales aliados de Europa continental, en especial, Francia, y descartar militarmente a la OTAN. Sus estruendosos fracasos lo obligaron a rectificarse.
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promiso ecológico internacional, como los Acuerdos de París, firmados en abril del año pasado. ¡Y esto en momentos en que los desastres naturales se multiplican en el planeta! ¡Cuando se anuncia que el 2016 ha sido el tercer año consecutivo de aumento del calentamiento global y el Polo Sur va derritiéndose cada vez más aceleradamente! “Buy American, hire American” (Compre norteamericano, contrate a norteamericanos) Pero dejamos para el final otra consigna fundamental de Trump, que se instrumentaría desde el interior de EEUU, pero que tiene alcances mundiales. Comprar productos fabricados en EEUU y que los patrones contraten sólo a trabajadores estadounidenses (y mejor si no son negros ni de origen latino). Si se la aplicase rigurosamente y al pie de la letra –lo que es muy dudoso– significaría un giro proteccionista que podría desencadenar respuestas en represalia. En anteriores crisis –como la iniciada en 1929-30–, las reacciones en cadena de medidas proteccionistas llevaron a depresiones de la economía mundial. Este es un gran signo de interrogación. En primer lugar, el grado de globalización de la producción es cualitativamente mayor. Hoy se trata de cadenas de producción mundiales, no nacionales. Por ejemplo, un automóvil puede armarse en México, pero sus autopartes vienen de decenas de países. Lo mismo con computadores, electrodomésticos e infinidad de productos. Las automotrices, por ejemplo, podrían armar ese automóvil en EEUU… pero esto no lo convierte en 100% norteamericano, si sus componentes vienen del resto del planeta. Asimismo, el costo de ese vehículo armado en EEUU no sería el mismo que el armado en México… De todos modos, si el “buy american” se detiene allí, no sería un cambio de fondo ni tampoco llevaría a una multiplicación notable del empleo industrial. Claro que si se quisiera llevar hasta las últimas consecuencias la “norteamericanización” de la producción industrial, esto podría abrir una crisis de fragmentación del mercado mundial… que ya viene sin mayor crecimiento en los últimos años. En resumen… Trump inicia un gobierno con diversos proyectos que, si se llevasen adelante, implicarían no sólo cambios mundiales importantes, sino también una exasperación de todos los conflictos, incluyendo genocidios como los que predica en relación a Medio Oriente. Aunque se presente (relativamente) como “anti-globalización”, los contenidos proteccionistas de su política son archireaccionarios. Como todo “proteccionismo” de los Estados imperialistas, está dirigido a pisotear a los trabajadores y los pueblos sometidos. Asimismo, Trump esboza abiertamente políticas agresivas para que EEUU recupere el trono de la hegemonía mundial. Este puede llevar a guerras de incalculables consecuencias, como la que amenaza contra China. Por último, la demagogia del “Buy American, hire American” difícilmente logre regresar a los trabajadores de EEUU al “sueño americano” de la última posguerra. La mejor prueba de eso es la euforia de Wall Street. El índice Dow Jones de la Bolsa de Nueva York, ha batido todos los records, superando los 20.000 puntos.
TRUMP Y LAS RELACIONES DE FUERZAS
¿HACIA UN GOBIERNO AUTORITARIO? ΞΞPor Roberto Sáenz, SoB 413, 2/2/17 “Cuando escribo esto, Donald Trump acaba de asumir el cargo de presidente de Estados Unidos; un constructor de hoteles, negociante trapichero, asiduo a espectáculos de telerrealidad, narcisista, racista, misógino metemanos, empresario antisindical y timador subcontratista, bufón e ignorante que, sin embargo, posee un brillante olfato político y un gran talento para manipular la opinión publica apelando al miedo y favoreciendo el resentimiento (“El monstruo se instala en la Casa Blanca, el pueblo protesta”, Dan Le Botz, 28/01/17, Vientosur). El carácter extremadamente reaccionario de su gobierno, combinado con la creciente resistencia que parece encontrar na circunstancia llamativa está ocurriendo desde la en los Estados Unidos y el mundo, coloca el interrogante toma de posesión de Donald Trump. Si es tan imacerca de los atributos de su poder: sobre qué bases podrá petuoso, reaccionario e imprevisible como era de gobernar. esperar, el mundo y él mismo –lo que es más significativo– están descubriendo un nivel de resistencia y oposiQué tipo de gobierno ción que quizás no se esperaban. Lo primero a dilucidar es el carácter del nuevo gobierno. Ocurre que desde el viernes 20/01 las novedades se pueden Es una obviedad afirmar que se trata de un gobierno impereseñar como si se tratara de una “doble contabilidad”: por rialista de la que sigue siendo la primera potencia mundial. un lado, las medidas una más reaccionaria que la otra; por el Pero lo específico es que no parece tratarse de un gobierno otro, la resistencia creciente a las mismas. imperialista más. Porque estamos frente a un gobierno que Que el gobierno de Trump es una cloaca reaccionaria nadie no solamente cuestiona el orden imperialista globalizado puede tener dudas. Pero, al mismo tiempo, se está verificanestructurado desde la salida de la Segunda Guerra Mundial, do otro aspecto de suma importancia: Trump se está viendo sino que además –y esto es lo que nos interesa aquí–, expresa confrontado con una resistencia que no esperaba desde el el intento de un gobierno fuerte, autoritario, que busca dar minuto cero de su gestión.
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un giro radical a los asuntos tanto en el mundo como en los propios Estados Unidos. Este elemento introduce un grado de anormalidad respecto del régimen político de la democracia imperialista, al menos referido al patrón de los gobiernos estadounidenses de las últimas décadas*. Ocurre que para llevar adelante su programa nacional imperialista y racista, no está claro alcancen las formas tradicionales de la democracia burguesa. Trump quiere patear el tablero de las relaciones internacionales, el status quo mundial. Trump quiere rediseñar el comercio internacional poniéndole condicionamientos a la globalización productiva y levantando barreras arancelarias (la revista The Economist ya está hablando de “un retroceso de las empresas globales”). Trump quiere levantar muros contra la población mexicana e inmigrante en general, incluyendo en esto a la población de religión musulmana, como se acaba de ver en el reciente decreto ejecutivo. Trump quiere imponer una agenda antidemocrática y misógina en relación a las mujeres. Trump quiere darle un renovado poder a las fuerzas armadas aumentando su presupuesto de manera inédita. Trump quiere hacer causa común con el genocida Estado de Israel contra la población palestina sancionando el reconocimiento de su apropiación de Cisjordania. Con esta desordenada enumeración alcanza para apreciar el carácter extremadamente reaccionario de su agenda; agenda que cuestiona muchos de los consensos imperantes en las últimas décadas, consensos que vienen traduciendo una determinada relación de fuerzas que Trump pretende modificar. Pero el interrogante es sobre qué bases sociales y políticas se podrá llevar adelante esta agenda. Aquí es donde la archireaccionaria orientación de Trump se vincula a los problemas del régimen político de la democracia imperialista. Ocurre que, a priori, parece complejo llevar adelante una agenda retrógrada de semejante magnitud sobre bases puramente electorales o parlamentarias (incluso si se trata, insistimos, de una democracia imperialista que de por sí posee más elementos bonapartistas que lo habitual). No es que Estados Unidos no haya llevado adelante medidas reaccionarias sobre una base democrático–burguesa en el pasado. Pero en esos casos los “astros” aparecían alineados, la burguesía había soldado su unidad. Cuando Roosevelt decide el giro a la intervención en la Segunda Guerra Mundial, el grueso de los capitalistas yanquis y la población apoyaban este ingreso bajo el argumento democrático de “enfrentar la bestia nazifascista” (y ante la presión del bombardeo japonés a Pearl Harbor…). Cuando el dictatorial régimen del macartismo se impuso (régimen de persecución a los simpatizantes comunistas instaurado a comienzos de los años 50 en los Estados Unidos), tenía una legitimidad que venía de la pugna con la ex URSS, el “cuco del comunismo”, la guerra atómica, etcétera. En todo caso no fue casual que Nixon saltara por los aires cuando la derrota en Vietnam; esto a partir del descubrimiento de las escuchas ilegales en la sede nacional del Partido Demócrata, una práctica bonapartista que no pasó la prueba. Claro que Estados Unidos tiene amplias tradiciones antiobreras, antipopulares y racistas: el ajusticiamiento de los Mártires de Chicago, el asesinato institucional de Sacco y Vanzetti, * Dan La Botz señala que para encontrar un gabinete tan ultraconservador en la historia yanqui del último siglo habría que remontarse al gobierno de William Harding en la década de 1920.
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el segregacionismo histórico contra la población negra, por poner algunos ejemplos. Pero lo que nos interesa aquí es interrogarnos acerca del posible carácter de conjunto del régimen político que encabezará Donald Trump, su evolución en comparación con los gobiernos de las últimas décadas, que si fueron fieles escuderos de la globalización neoliberal y de variados intentos de hacer valer militarmente la hegemonía norteamericana sobre el mundo, no llegaron a cuestionar la democracia imperialista estadounidense. ¿Bonapartismo? Trump tiene una base de apoyo político electoral de importancia. No solamente entre las clases medias blancas, sino entre amplios sectores de trabajadores blancos desplazados por la globalización: “La ironía, para nosotros los militantes de izquierda, es que la clase obrera desempeñó un papel crucial en la victoria de Trump. Los votantes blancos acomodados y de clase media de los suburbios constituían la base del Tea Party y de Trump. Pero la clave de la victoria de éste se halla en el voto de la clase obrera blanca en los Estados del cinturón industrial de Pensilvania, Virginia Occidental, Ohio, Indiana y Michigan, donde la mayoría de hombres y mujeres votó por él” (Dan Le Botz, ídem). Le Botz agrega datos de importancia para entender este desplazamiento electoral de amplias porciones de la clase obrera blanca: además del abandono del Partido Demócrata en su giro globalizador neoliberal, está el dato fundamental que el movimiento sindical vive un dramático retroceso que ya abarca cuatro décadas sin luchas de importancia perdiendo afiliados, poder económico e influencia política: sólo el 10% del total de los trabajadores están sindicalizados, el 7% en el caso de la industria… El problema es, de todos modos, las limitaciones que puede implicar para Trump una base mayormente electoral que no está organizada realmente como movimiento y que, dato no menor, se encuentra sobre todo en el interior más que en las grandes ciudades y las costas, que son la parte más dinámica del país, la que viene protagonizando las multitudinarias movilizaciones contra su novel gobierno. Por otra parte, hay que apreciar la evolución del sistema institucional. Los Republicanos controlan ambas cámaras del Congreso nacional; a la vez, controlan también muchas de las cámaras y los gobiernos de los Estados. Algunos analistas han señalado que hay que retroceder hacia atrás muchos años para apreciar semejante poder institucional en manos de un partido. Sin embargo, más allá que los Republicanos no estén exentos de contradicciones (es difícil apreciar hasta qué grado), está el hecho que no está claro qué sectores de la burguesía apoyan a Trump. Hace tiempo que no se ve un gabinete integrado por magnates como este (¿tendrá antecedentes un gobierno tan directo de los mercados?): ¡sus riquezas conjuntas alcanzan los 10.000 millones de dólares! Y es evidente que la industria extractiva, el petróleo, el gas, el carbón, están de parabienes. Con sólo mencionar que han colocado uno de los suyos, Rex Tillerson, de Secretario de Estado, alcanza para dar cuenta de lo que estamos señalando. Lo mismo ocurre con Wall Street: muchos de los funcionarios de sus fondos de inversión responsables directos de la crisis
del 2008 han sido premiados con altos cargos en el gabinete. ¿Pero qué refleja que algunas de las firmas más connotadas del capitalismo yanqui como Ford, Starbucks, Google, Yahoo, etcétera, hayan salido a criticar abiertamente el decreto ejecutivo contra la inmigración musulmana y los refugiados? Una de las posibilidades, entonces, es que Trump se constituya en gobierno bonapartista. En el marxismo un gobierno bonapartista es un gobierno fuerte que de alguna manera se eleva por encima de las clases sociales, muchas veces apoyándose en las fuerzas armadas o un “empate” entre las clases sociales para ejercer un gobierno de bases autoritarias (claro que siempre en beneficio de la clase dominante). Marx caracterizó como bonapartismo al gobierno de Luis Bonaparte, sobrino de Napoleón Bonaparte, que gobernó Francia desde 1848 (a partir de 1851 sobre la base de un golpe de Estado) hasta 1871, cuando la derrota de este país frente a Alemania en la guerra franco–prusiana. Para ejercer de Bonaparte hay que pivotear sobre algo: instituciones represivas y/o clases sociales gravemente enfrentadas. Apoyarse en las fuerzas armadas yanquis es complejo porque éstas no tienen tradición de intervención directa en la vida política del país. Organizar su base socio electoral como un movimiento hecho y derecho que se moviliza, es otra alternativa. Pero hay que concretarla y atención: produciría una mayor polarización que la que impera hoy en la sociedad yanqui, una polarización que cuando se dirime en las calles lleva las cosas a otra dimensión. “Ninguna analogía histórica es perfecta y los Estados Unidos en 2016/2017 no son la Francia de 1851. Pero hay parecidos manifiestos con la subida del mediocre Trump. No ha tomado aún todo el poder en sus manos, con una fachada de democracia burguesa, como había hecho Luis Bonaparte, y es posible que no lo haga nunca. En el momento actual Trump parece más bien el astuto maniobrero que era Luis Bonaparte antes de su golpe de Estado. Caracterizaría a Donald Trump como un ‘me gustaría’ ser Luis Bonaparte” (Barry Sheppard, “La ascensión del trumpismo”, www.alencontre.org). Y luego agrega: “(…) bajo un aspecto la situación en los Estados Unidos es muy diferente a la de Francia de 1851, lo que hace a la presidencia autoritaria de Trump –es lo que vamos a tener– algo bastante más peligroso que el régimen dictatorial de Luis Bonaparte. Es sencillamente la potencia de los Estados Unidos en el mundo de hoy (…) El peligro será aún peor si Trump consolida alrededor de su persona una dominación que se parezca al bonapartismo” (Sheppard, ídem). Acción y… reacción Importantes sectores de la burguesía yanqui y mundial están preocupadas por las consecuencias (no queridas) de las orientaciones del Trump, las que podrían llevar a un grado de polarización, enfrentamientos y radicalización política amén de conflictos entre Estados, no visto en las últimas décadas. El interrogante se agiganta en la medida que Trump se ha visto confrontado con una ola de creciente descontento. Una suerte de “crisis política” se ha abierto alrededor de su decreto contra los inmigrantes y asilados políticos: “Solo contra todos. En una situación inédita para un presidente de Estados Unidos, Donald Trump pareció ayer aislado de sus pares internacionales y enfrentado a vastos sectores de la sociedad norteamericana, ante la creciente resistencia que genera su decreto para limitar el ingreso de ciudadanos de siete países
musulmanes” (La Nación, 31/01/17). Ya la semana pasada había ocurrido el escándalo con México alrededor de la orden ejecutiva para completar el muro en la frontera con dicho país (además de la doble provocación de insistir que serán los mexicanos los que deberán financiarlo), escándalo puesto en sordina a partir del acuerdo telefónico entre Trump y Peña Nieto de no volver a hablar en público del tema… En todo caso, y como han señalado varios analistas, la circunstancia es que Trump no parece que vaya a gozar de la famosa “luna de miel” que asiste a todo gobierno que inicia. Y no se trata solamente de los elementos de cuestionamiento a su legitimidad. Lo concreto es que las huestes movilizadas por Trump el día de su asunción quedaron por detrás de las movilizaciones convocadas por la Marcha de las Mujeres. Una estimación coloca que, solamente en EEUU, se movilizaron 3.5 millones de personas, una cifra muy superior a las 500.000 que movilizó el magnate. Lo que está ocurriendo es, entonces, una situación inédita: ¡el gobierno de Trump sufre un grado de cuestionamiento inédito y apenas ha completado 14 días de gestión! De todas maneras sería un grave error anticipar conclusiones prematuras, apresuradas. Habrá que ver el desarrollo concreto de los acontecimientos; las respuestas que pueda ir generando la nueva administración, el grado de polarización y/o radicalización política y social al que se podría llegar. Pero lo que parece evidente es que Trump deberá encontrar los atributos de poder para gobernar si no quiere terminar siendo un fiasco o algo peor: salir eyectado del poder antes de tiempo. Que un gobierno de base electoral parlamentaria arranque sin luna de miel, con semejante polarización política, sin consenso, sin unidad nacional, cuestionado por todo el mundo y, en primer lugar, por el resto de los gobiernos imperialistas, buscando romper el status quo sin saber muy bien hacia dónde dirigirse, con la inmensa mayoría de los medios de comunicación en contra, es una cosa muy “pesada” que de alguna manera deberá ser compensada si no se quiere, repetimos, salir volando por los aires. Precisamente aquí es donde se colocan las relaciones de fuerzas y el péndulo de la lucha de clases. Si Trump quiere aplicar su agenda, algo deberá hacer: por ejemplo, girar violentamente hacia la derecha y obtener apoyos sustantivos en este giro autoritario. Si Trump no encuentra bases para un curso así, o si es derrotado en ese camino, una de dos: o retrocede en parte sustantiva de su agenda archireaccionaria, o podría desatar un inmenso proceso de radicalización: un ascenso de las luchas sociales como hace décadas no se ve en los Estados Unidos. Esto es lo que reenvía a las relaciones de fuerzas. Desde hace un par de años la coyuntura mundial viene siendo reaccionaria. Sin embargo, no ha llegado a ser lo suficientemente reaccionaria como para colocar un cuestionamiento completo al consenso progresista imperante. Trump quiere patearle el trasero a este consenso y moverlo otro kilómetro a la derecha. Pero es ahí donde se colocan las relaciones de fuerzas que posibilitan unas cosas pero otras no. No es gratuito un presidente negro, originario, obrero o mujer. Son maniobras de legitimación. Pero que, de todas maneras, al conceder al menos simbólicamente algo, expresan distorsionadamente determinadas relaciones de fuerzas. Febrero 2017 - 19
Es verdad que el ciclo progresista mundial entró en bancarrota porque fue un reformismo sin reformas (o, en varios casos, peor aún: de contrarreformas). Pero venir a patear las relaciones de fuerzas abiertamente ya es otra cosa. Trump quiere darle una patada en el trasero a esas relaciones
de fuerzas y llevarlas hacia la extrema derecha. Pero para esto debe darse los atributos del caso. Es esta batalla la que está planteada en la primera etapa de su presidencia; batalla que se resolverá en definitiva a depender del curso de la lucha de clases y no sólo yanqui sino internacional.
Trump en la presidencia
CÓMO GANAR ENEMIGOS Y REPUDIOS EN TODO EL MUNDO ΞΞPor Claudio Testa, SoB 413, 2/2/17 “La atención mundial sobre Trump se debe no sólo a la división política de EEUU y los enfrentamientos que provoca. Además, se percibe en Trump al producto de una situación mundial crítica y, a la vez, el posible operador o, más bien, el detonador de situaciones críticas… que pueden desembocar en cualquier cosa, como guerras y crisis de todo tipo… Las preocupaciones aumentan en la medida que los dichos y hechos de Trump hacen pensar en un “mono con navaja”.” (“La incógnita de Trump”, Socialismo o Barbarie, semanario Nº 412, 26/01/2017)
M
uchos años atrás, en la década de los 30, salió en EEUU un libro que fue best seller mundial. Era el primero de los “libros de autoayuda” y de “éxito en los negocios”. Se llamaba “Cómo ganar amigos e influir sobre las personas”, y su autor, Dale Carnegie, se hizo rico y famoso. Hoy Donald Trump podría escribir un manual que se titulase: “Cómo ganar enemigos y repudios en todo el mundo”. Efectivamente, desde el primer día de su mandato ha tenido la habilidad para provocar e incentivar, tanto dentro como fuera de EEUU, la bronca de los más amplios sectores, a una velocidad y una escala inédita para un presidente recién estrenado. Lo más serio, es que esto no se ha limitado a meros sentimientos, sino que se ha expresado en movilizaciones muy importantes en EEUU y otros países. Este panorama no tiene punto de comparación con los primeros días de anteriores presidencias estadounidenses, ni en este siglo ni en el anterior. Por supuesto, aunque ni la CNN ni Hollywood gusten recordarlo, la historia de Estados Unidos ha estado cruzada por momentos y períodos de movilizaciones y grandes luchas, tanto de los trabajadores como de movimientos sociales. ¡Y también de diversas crisis! Sin embargo, en EEUU, como en muchos otros países, generalmente ha primado la norma burguesa de la “luna de miel” con los nuevos gobiernos.* O sea, dejarlos hacer lo que quieran en los primeros meses. En este caso, de parte del aparato del Partido Demócrata y sus figuras, como Obama y Hillary Clinton, hubo inicialmente la misma actitud. Ambos, en solemnes declaraciones después de la jura de Trump, llamaron a darle apoyo y colaboración, y no ponerle “palos en la rueda”… * Por supuesto, con la excepción en 1861 de la Guerra de Secesión al asumir Lincoln.
20 - Febrero 2017
Pero no hubo “luna de miel”. La realidad política y social de EEUU y del mundo… junto con el carácter del gobierno Trump, han dictado otra cosa. Marcha de la Mujeres, la movilización más numerosa de la historia de EEUU El primer gran acontecimiento fue la “Marcha de la Mujeres” del sábado 21 de enero, movilización contra Trump al otro día de asumir. En la anterior edición de Socialismo o Barbarie, publicamos sobre ella una nota de nuestro corresponsal en Washington**. La Marcha de las Mujeres en la capital superó de muy lejos en concurrencia al acto de asunción de Trump del viernes 20. Pero quizás lo más importante fueron las dimensiones enormes que esta movilización alcanzó a escala nacional, que a su vez excedió de lejos el desfile de la capital. Haciendo el recuento de desfiles y protestas en centenares de ciudades en todo el territorio de EEUU, ese sábado habrían salido a la calle de tres a tres millones medio de personas. Según la prensa de EEUU, a nivel nacional, las protestas del sábado 21 superaron en quince veces al acto de asunción de Trump. ¡A nivel nacional, el sábado 21 tuvo lugar la movilización de protesta más numerosa de la historia estadounidense! Asimismo, según todas las encuestas, Trump entra en la Casa Blanca con el nivel de aprobación más bajo de un presidente en la historia moderna. Decreto discriminatorio y racista de Trump detona una ola de protestas… y una crisis política Luego de este inicio de su presidencia, el “clima” político en relación a Trump no se ha calmado ni en EEUU ni en el exterior. Además de incidentes previos como el Muro de México, las amenazas a China y otros episodios, Trump desató una tormenta nacional e internacional con su veto a la entrada en EEUU de ciudadanos de siete países de población mayoritariamente musulmana. Estos son Siria, Irak, Irán, Somalia, Sudán, Yemen y Libia. El pretexto es proteger a Estados Unidos del “terrorismo islámico”. Esto es doblemente ridículo. En primer lugar, la medida no significa ninguna prevención efectiva. Pero lo más significativo es la lista de países proscriptos, que desnuda el carácter provocador de esta “orden ejecutiva” de Trump. ** “Masiva marcha de mujeres inaugura la presidencia de Trump”, Socialismo o Barbarie, Nº 412, 26/01/2017.
De ninguno de ellos han venido personas que hayan realizado alguna vez “atentados terroristas” en EEUU. En cambio, los principales ataques terroristas en ese país (como los Torres Gemelas y Washington en 2001) los cometieron ciudadanos de Arabia Saudita, principalmente, y también de Egipto. Pero ninguno de esos países figura en el decreto de Trump. Es que el régimen de barbarie de la monarquía de Arabia Saudita es, junto con Israel, uno de los aliados (y agentes) históricos del imperialismo yanqui en Medio Oriente. Además, EEUU, con bombardeos de su aviación, participa hoy en el genocidio que el ejército saudita está perpetrando en Yemen. ¡No se puede molestar a estos buenos amigos de la familia Saud, que además en la guerra de Siria financian a diversos grupos de la barbarie islamista! Y, por supuesto, EEUU tampoco puede malquistarse con el dictador de Egipto, Al Sisi, que ha cumplido la tarea de masacrar a los activistas de la Primavera Árabe. ¡Y, por si esto fuera poco, Al Sisi también sirve a Israel de carcelero de los palestinos de la Franja de Gaza! La medida de Trump, de descarada discriminación por religión y nacionalidad, no sólo generó una ola de repudio y manifestaciones en ciudades y aeropuertos de EEUU y Europa. También alentó una inédita crisis por arriba en el aparato de Estado. La fiscal general de EEUU, Sally Yates, vetó la “orden ejecutiva” por ser ilegal. Es que contradice las normas que prohíben la discriminación por motivos religiosos y/o de nacionalidad, en la legislación estadounidense. La respuesta de Trump fue destituir inmediatamente a la fiscal. Esto abrió una crisis política. Es que ésta y otras acciones de Trump comienzan a esbozar un panorama de serios problemas institucionales; es decir, del régimen político. Trump evidentemente procede como un gerente y/o patrón, que despide al empleado que no obedece y le lleva la contra. No actúa como un político dentro de un régimen que se autoproclama “democrático”. O mejor dicho, actúa como el mando supremo en un régimen de tipo “bonapartista”, autoritario, lo que implica un cierto “cortocircuito” con el régimen democrático-burgués que supuestamente organiza el Estado norteamericano. Claro que la democracia burguesa “químicamente pura” es un lujo de Estados que no estén en crisis… y en eso EEUU no puede ser una excepción… Las épocas “complicadas” y conflictivas auspician el autoritarismo… lo que a su vez siembra de bombas de tiempo el panorama político. EEUU ha entrado en épocas difíciles. Trump es consecuencia de eso… y a su vez puede ser causa de que la crisis política –y el clima de protestas– de EEUU se complique cada vez más. Consecuencias en el exterior Esta crisis desatada por el decreto discriminatorio de Trump
fue más allá de las fronteras. Por supuesto, ha sido aprovechada, por ejemplo, en las alturas de la Unión Europea, para cobrarle a Trump varias facturas. Así Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo (y vocero oficioso de la señora Merkel), aprovechó para declarar a Trump como “una de las tres grandes amenazas para Europa y el mundo”. La segunda es “Rusia, China y los islamistas” y la tercera, “la retórica antieuropea, nacionalista y cada vez más xenófoba” dentro de la misma Europa. Pero no todo fueron discursos como los de Tusk. En el Reino Unido, lo de Trump generó movilizaciones importantes de repudio, que de carambola chocan también con el gobierno conservador de la premier británica Theresa May. May fue la primera gobernante extranjera en ser recibida por Trump. Ya el recibimiento en sí mismo fue una provocación monumental contra la Unión Europea… y también contra casi la mitad de los británicos que votaron contra el Brexit. “El Brexit es maravilloso” –proclamó Trump– “Van a poder hacer acuerdos de libre comercio sin tener a nadie vigilando lo que hagan… Las relaciones entre Estados Unidos y Gran Bretaña jamás fueron tan fuertes”, etc., etc. Y acordó con Theresa May “trabajar en un acuerdo de libre comercio” entre ambos países... Trump anunció que viajaría a Londres para avanzar en ese tema. Sin embargo, lo del viaje al Reino Unido amenaza ser un boomerang… Tanto para Trump como para Teresa May podría ser contraproducente. Ya desató una ola de movilizaciones de repudio, especialmente en Londres. Una petición al parlamento para que anule el viaje ha logrado casi dos millones de firmas. Si finalmente Trump aterriza en Londres como su primera visita al exterior, corre el riesgo de detonar protestas de alcances peligrosos. Es evidente que Trump es un maestro para hacerse de enemigos. Su presencia puede unir a todo el que tenga una cuenta pendiente con él y con el actual gobierno británico. En resumen. Es difícil hacer pronósticos precisos. Pero los primeros pasos de Trump como Bonaparte estadounidense pueden activar un mecanismo clásico (y peligroso) de los bonapartismos… Que el personaje que se pone por encima de todos, termine logrando que todos lo tomen de blanco de su odio. Febrero 2017 - 21
se lanza como un insulto, algunos políticos prefirieron estar lejos de los Alpes este año. Merkel, por ejemplo, ya lleva dos años seguidos de ausencia, ante las continuas críticas de los votantes alemanes de que ella es demasiado pro globalización” (“What to make of the ‘Davos Class’ in the Trump Era”, Andrew Sorkin, The New York Times, 17-1-17). ¿Quién vino a ocupar su lugar entonces para enarbolar las banderas del libre mercado? Pues el mismísimo presidente de China y cabeza del Partido Comunista Chino, Xi Jinping.
La elite globalizadora y el mundo al revés
FORO DE DAVOS: DEL GLAMOUR AL TEMOR ΞΞPor Marcelo Yunes “En un momento de incertidumbre y ansiedad para los capitalistas, aquí estaba el comunista más poderoso del mundo presentándose como el gran defensor de la globalización y los libres mercados” (“The New Davos man”, The Economist, 21-1-17)
E
s difícil imaginar un cambio de clima tan abrupto en la cita anual de garcas planetarios llamada Foro Económico Mundial de Davos, Suiza, como el que tuvo lugar en solamente un año, desde el encuentro de enero de 2016 al que finalizó el pasado 20 de enero. En efecto, mientras que en 2016 la tónica era aproximadamente la misma de siempre, es decir, beneplácito por la buena marcha de la globalización y los éxitos del libre mercado, este año un fantasma recorrió Davos: el fantasma del proteccionismo, del “populismo”, del retroceso de la ola globalizadora que parecía omnipotente e incontestable. El factor indiscutiblemente decisivo para oscurecer el panorama otrora luminoso de la elite globalizadora es el triunfo de Donald Trump en las elecciones de EEUU. Pero si a ese dato se le agregan la salida del Reino Unido de la Unión Europea (el llamado Brexit) decidida en referéndum y el auge de los partidos y figuras nacionalistas, populistas de derecha y euroescépticas en el Viejo Continente, es comprensible la desesperación de los organizadores de Davos por encontrar un paladín de los valores neoliberales y la globalización. El dilema fue resuelto de la manera más paradójica. Cuando se confirmó que las tradicionalmente liberales potencias anglosajonas (EEUU y el Reino Unido) se inclinaban por el nacionalismo y el proteccionismo, hubo quienes propusieron como nuevo adalid del “mundo libre” a la canciller alemana Angela Merkel. Pero, como dice un analista, “cuando la palabra Davos 22 - Febrero 2017
La estrella “roja” de Davos Aclaramos que no hay la menor exageración: el presidente chino (el primero de ese rango en asistir al foro de Davos desde que en 1987 pasó de europeo a global) fue la verdadera estrella del encuentro de este año. No sólo por el peso específico propio del líder de la segunda potencia económica del planeta, sino por su altísimo perfil, tomando la posta del libre comercio contra el proteccionismo. Es por eso que The Economist lo llama “el nuevo hombre de Davos” (Davos man), expresión acuñada por el conocido politólogo de derecha Samuel Huntington (el del “choque de civilizaciones” entre Occidente y el Islam).* Que se entienda: el Foro Económico Mundial no es un simple encuentro de economistas, sino exactamente el evento más famoso, exclusivo y pretencioso de la elite política y económica mundial. Simplemente ser invitado significa sacar chapa de representante de los mayores privilegiados del planeta. Pues bien, fue el propio fundador y presidente del Foro, Klaus Schwab, quien trató a Xi no con amabilidad, sino directamente con un servilismo tan obsequioso que hasta cayó mal: “[Schwab] no le hizo preguntas, no pidió preguntas al público e hizo una presentación tan elogiosa que provocó muecas en la audiencia” (“In Era of Trump, China’s President Champions Economic Globalization”, Peter Goodman, The New York Times, 17-1-17) Entre los comentarios chupamedias del director del Foro, elegimos éste: “En un mundo marcado por una gran incertidumbre y volatilidad, la comunidad internacional está mirando cómo China continúa su liderazgo responsable al darnos a todos confianza y estabilidad” (ídem). Sobre todo estabilidad, agregamos nosotros, teniendo en cuenta el impecable historial represivo de todo disenso por parte del líder de Xi Jinping, que va desde prohibir páginas de Internet hasta encarcelar organizadores sindicales, pasando por el secuestro de editores de libros críticos y represión a grupos políticos, culturales y religiosos que desafíen aun tímidamente la mano de hierro del Partido Comunista Chino. Pero * El “hombre de Davos” es, según la definición de Huntington, alguien que “no necesita mucho la lealtad nacional, que ve las fronteras nacionales como obstáculos que felizmente están desapareciendo y ve a los gobiernos nacionales como residuos del pasado cuya única función útil es facilitar las operaciones de la elite global”. Es difícil reconciliar este perfil con el fuertemente nacionalista Xi Jinping, pero cabe disculpar el exceso de entusiasmo de The Economist y los organizadores de Davos. Con el zafarrancho que es el capitalismo global en 2017, con defender el libre comercio y criticar el proteccionismo alcanza para conseguir el diploma de “Davos man”…
es sabido que los liberales siempre pusieron la libertad económica muy por delante (e incluso a expensas) de las libertades civiles y políticas. Ésta es justamente la misma filosofía de Xi, que se refirió en términos elogiosos siempre a la “globalización económica”, cuidando de no meter en una bolsa globalizadora “general” cuestiones como el libre acceso a Internet, por no hablar de derechos humanos y políticos. El colmo de los colmos fue cuando Xi defendió el acuerdo de París sobre emisiones de carbono (criticando implícitamente a Trump, que lo cuestiona), quedando así como el gran garante del cuidado del medio ambiente. ¡China era hasta hace menos de un lustro el principal villano global en ese tema! En tono paternalista, Xi dictó cátedra a Trump y los negacionistas del cambio climático diciendo que mantener el acuerdo de París de 2015 es “una responsabilidad que debemos asumir en pos de las futuras generaciones”. Por cierto, China no estuvo representada sólo por su presidente; la delegación china en Davos 2017 fue la más nutrida de la historia, colmada de funcionarios y altos ejecutivos privados. Pero todos querían oír a Xi, y no sólo por sus citas de Historia de dos ciudades de Charles Dickens. El líder chino no defraudó a su auditorio: “Nadie saldrá ganador en una guerra comercial”, advirtió, y comparó el proteccionismo con “encerrarse en un cuarto oscuro”, metáfora que ganó el aplauso de los asistentes, que probablemente prefirieron olvidar las innúmeras políticas proteccionistas del PCCh en el pasado y el presente. Finalmente, Xi alzó la bandera del libre comercio asegurando que China “va a mantener sus puertas bien abiertas en vez de cerrarlas”. El teléfono sonó, pero Trump no contestó. De la euforia a la preocupación y de allí al temor Como decíamos, durante años el foro de Davos tuvo un tono y un ánimo esencialmente celebratorio, o más bien autocelebratorio, de las elites globales. Los garcas del mundo se reunían anualmente para hacer negocios, sin duda, pero, en lo ideológico, el Foro Económico Mundial se ocupaba sobre todo de constatar su propio éxito y felicitarse por eso. La crisis económica global iniciada en 2008 bajó un poco los humos e instaló cierta sombra de preocupación por los problemas del capitalismo mundializado, pero en el marco de que no entreveían en el horizonte una alternativa seria de contestación, salvo acaso una lejana y económicamente marginal América Latina. Pues bien, el clima ha cambiado. Cuando los líderes de las dos principales potencias de Occidente, EEUU y el Reino Unido, anuncian un rumbo distinto al de la globalización tal como ha venido funcionando hasta ahora, y no por capricho, sino como respuesta a un descontento profundo y de masas con el orden capitalista liberal globalizado (aunque hoy se manifieste sobre todo por derecha), la preocupación cede paso a la incertidumbre, la desorientación y el temor. La victoria de Trump, el Brexit y el desarrollo de movimientos nacionalistas, populistas y proteccionistas, en general de derecha (pero no siempre, como lo recuerdan los fenómenos de Bernie Sanders y Jeremy Corbyn) son expresión de ese descontento que la célebre Naomi Klein resume así en The Guardian: “[Las masas y la clase media] han presenciado el surgimiento de la ‘clase Davos’, una red hiperconectada de
billonarios tecnológicos y financieros. El éxito es una fiesta a la que “[las masas y la clase media] no han sido invitados, y en el fondo saben que este poder y riqueza crecientes están de alguna manera conectados con sus deudas e impotencia cada vez mayores”. ¿Cómo reacciona Davos a esto? Una buena síntesis es la de Moisés Naim, del Fondo Carnegie para la Paz Internacional: “Hay un consenso de que algo grande está pasando, global y en muchos sentidos sin precedentes. Pero no sabemos cuáles son sus causas ni cómo lidiar con eso”. Reveladores de esa búsqueda un poco a ciegas de comprensión de eso “grande que está pasando” y cómo enfrentarlo son los nombres de algunos de los seminarios del foro: “Exprimida y enojada: ¿cómo resolver la crisis de la clase media?”, “Política del miedo o la rebelión de los olvidados”, “La era post Unión Europea” (!). Respecto de esto último, también fue sintomática la reacción al discurso culposo de la premier británica Theresa May en el Foro: “No le damos la espalda a los amigos europeos; sólo se eligió poder tomar decisiones propias”. Mientras la May buscaba convencer a la elite financiera de que todo seguiría igual después del Brexit, los bancos respondieron en esos mismos días a trompada limpia: el HSBC (banco británico, pero cuyos gerentes son verdaderos “Davos men”) mudará 1.000 puestos de banca de inversión de Londres a París; Goldman Sachs hará lo propio con otros 3.000 puestos a Nueva York o Europa, y la JP Morgan estima mudar 4.000 empleos de Londres a la UE. No la pasaron mejor los delegados de EEUU. Aunque varios de los hombres elegidos por Trump para su gabinete son veteranos de Davos (Robert Lighthizer, el flamante encargado de comercio, estuvo 15 veces en la villa alpina), EEUU recibió los cachetazos esperables después de la “traición” del magnate, incluso en el antes allí poco transitado terreno del bienestar social. Por ejemplo, en un ranking de 30 economías avanzadas presentado en Davos, EEUU quedó en el puesto 23, pero en protección social e inversión productiva (por oposición a inversión en recompras de acciones) quedó en el puesto 25, y en términos de salarios, último. Los aplausos se los llevó Noruega, primera de la lista, por sus esfuerzos en el “desarrollo y crecimiento inclusivos” y la reducción de la desigualdad. Un columnista de The Economist sugiere que estamos ante el comienzo del “tercer régimen”, tomando como primero el período 1945-1973, signado por el sistema de Bretton Woods de patrón oro y Estado de bienestar, y como segundo el período de la globalización, desde 1980 a la crisis global de 2008. El nacionalismo, el populismo y el proteccionismo podrían, en esta visión, dar lugar a guerras comerciales, crecimiento raquítico e inestabilidad política (“The third regime”, 7-1-17). Aunque seguramente en el Foro Económico Mundial esta mirada se habría considerado (con cierta razón) exagerada, no hace falta adscribir en todos sus términos a esta caracterización-pronóstico para entender que hasta las elites más cerradas e insensibles perciben que en el mundo soplan vientos huracanados de cambio. Trump y el Brexit son hoy sus emergentes más visibles, pero es una superficialidad suponer que ese “nuevo orden” que está en marcha (llegue o no a poner en pie un “tercer régimen” capitalista global) se limitará a esas expresiones. La crisis mundial y el desorden global llegaron para quedarse por años, y la lucha de clases internacional aún nos deparará muchas sorpresas. Y esperemos que sean todavía más desagradables para la elite de Davos. Febrero 2017 - 23
Declaración de la corriente internacional Socialismo o Barbarie
Ante la muerte de
FIDEL CASTRO
H
ace pocas horas, Raúl Castro comunicó a Latinoamérica y el mundo la desaparición de Fidel Castro. La noticia, justificadamente, tuvo gran impacto en el continente latinoamericano y el mundo entero. Es que, con Fidel Castro, desaparece el líder indiscutido de una de las revoluciones más importantes del siglo XX, que fue el siglo de la revoluciones. Sus alcances políticos fueron mucho más allá de su patria, la isla de Cuba. La Revolución Cubana, triunfante el 1º de enero de 1959, implicó, en primer lugar, un desafío al topoderoso imperialismo yanqui. Un desafío tanto más inmenso, en cuanto Cuba era mucho más (o mucho peor) que un mero país dependiente de Washington. Desde que EEUU se había apoderado de la isla al derrotar a España en la guerra de 1898, convirtió a Cuba en un protectorado colonial, con gobiernos títeres que garantizaban una brutal explotación de los capitales yanquis en la ciudad y el campo. Y la degradación llegó al máximo con la dictadura del “sargento” Batista, contra la que se alzó Fidel Castro. Pero, al triunfar, las consecuencias de la Revolución Cubana fueron mucho más allá de la isla. Trascendieron a toda América Latina, y en cierta medida al mundo. Especialmente fueron inspiración –tanto en sus aciertos como en sus errores– para las vanguardias de luchadores latinoamericanos en los ’60 y ’70. Es precisamente esa trascendencia histórica de la Revolución Cubana, la que nos obliga –como socialistas revolucionarios– a hacer un balance global, y no unilateral, un balance marxista y no “diplomático”. Esto es doblemente obligatorio, porque hoy Cuba se encuentra en una muy difícil encrucijada. Y, posiblemente, la desaparición de Fidel Castro, puede marcar el momento de exasperación de sus contradicciones. La Revolución Cubana, como decíamos fue una gran revolución popular contra una dictadura militar que gestionaba el sometimiento más abyecto al imperialismo yanqui. Pero no fue una revolución de la clase trabajadora cubana, que instaurase un régimen de democracia obrera y socialista. Para entender esta diferencia –de consecuencias sociales y políticas inmensas– basta comparar la principal consigna de la Revolución Cubana y la que levantó otra gran revolución de la historia, la Revolución de Octubre de 1917 en Rusia. En Octubre de 1917, la consigna de “¡Todo el poder a los soviets!”, sintetizaba la asunción del poder por organismos democráticos que agrupaban a los representantes libremente electos de la clase obrera. Y eso fue así, hasta que una burocracia logró liquidar su contenido, a sangre y fuego. En la Revolución Cubana, la gran consigna fue: “¡Comandante 24 - Febrero 2017
en jefe, ordene!” Desde el principio, sobre las masas populares que lógicamente apoyaban el triunfo de la revolución, se levantó el poder verticalista de un partido-ejército, con Fidel (y luego su hermano Raúl) en la cúspide. A diferencia de la Revolución Rusa en sus inicios, con los soviets democráticos conducidos por Lenin y Trotsky, en Cuba no hubo el menor intento de desarrollar una democracia obrera y socialista. El posterior viraje de Fidel al bloque soviético, bajo las presiones del imperialismo yanqui, cerró todas las puertas en ese sentido. Tras la caída de la Unión Soviética, Cuba pudo resistir las presiones del imperialismo yanqui, en el sentido de volver al sometimiento colonial anterior a la Revolución de 1959. Pero eso no ha significado un curso socialista ni mucho menos. La burocracia político-militar que encabeza el aparato del Estado y del partido único –el PC cubano– ha puesto proa al capitalismo. Sus miembros alientan y/o encabezan todo tipo de negocios lícitos o ilícitos. El giro del gobierno de Obama, al restablecer relaciones con Cuba (¡sin liquidar el bloqueo!), trata de dinamizar ese proceso de restauración del capitalismo. Apuesta al carácter potencialmente explosivo de los cientos de miles de “emprendedores” y burócratas que aprovechan la oportunidad para acumular. Esto se ha traducido en los últimos años en un crecimiento desmesurado de la desigualdad en la sociedad cubana. Salvando las distancias, es similar a los procesos de China, Vietnam y otros países supuestamente “socialistas”, donde se restauró el capitalismo… aunque manteniendo en el poder a las respectivas burocracias “comunistas”. Pero Cuba no es China o Vietnam, ni está en el Asia-Pacífico sino en el Caribe. La plena restauración de capitalismo va a presionar inevitablemente hacia la pérdida de la otra gran conquista de la Revolución encabezada por Fidel Castro: la independencia nacional! El imperialismo yanqui va a redoblar las presiones en ese sentido, disfrazadas de un giro a la “democracia”. Para defender esa inmensa conquista de la Revolución de 1959, así como sus logros en salud y educación, para que Cuba no vuelva a ser una colonia, es imprescindible una nueva alternativa revolucionaria. Una alternativa que sea independiente, tanto del imperialismo yanqui y sus gusanos de Miami, como de la burocracia del PCC y los nuevos capitalistas nativos. Esa alternativa puede hacerse realidad, si la clase trabajadora de Cuba se pone de pie, se organiza democráticamente y levanta un programa independiente y realmente socialista para el conjunto de las masas populares de la Isla.
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a muerte de Fidel Castro pone en el centro de la escena el balance sobre su figura y su rol en la historia. En los últimos días se ha jugado hasta el hartazgo con aquella emblemática frase lanzada en 1953 por el joven Castro ante el tribunal que lo juzgaba luego del desastroso ataque al cuartel Moncada: “Condenadme, no importa, la historia me absolverá”. Pero lo cierto es que la “Historia” no juzga. Son los hombres y mujeres quienes tienen la palabra y su veredicto es dictado por sus intereses de clase. Por eso es que “condena” o “absolución” en sí mismo no dicen demasiado. Basta hacer notar que entre sus “absolvedores” se anotaron el presidente de México Enrique Peña Nieto, el rey Juan Carlos de España, Vladimir Putin y Barack Obama. Los socialistas revolucionarios, los marxistas, partimos de una convicción fundamentada: que la única alternativa que tiene la humanidad de evitar la barbarie, pasa por la capacidad de la clase obrera de elevarse como dirección de todos los explotados y oprimidos en la construcción del socialismo. El futuro de la humanidad esta tan ligado al de la clase obrera que no se puede desligar el balance político de toda figura histórica de su ubicación en relación a los trabajadores y su emancipación. En este sentido, para comprender los alcances y límites de Fidel Castro, no basta con declamaciones sentimentales o discursos emotivos. Es necesario sumergirse en la historia de Cuba, de la clase obrera cubana, y de la inmensa revolución de 1959 con sus alcances y sus límites. Con el fin de cubrir ese objetivo es que editamos una parte del artículo “Cuba en la encrucijada” de Roberto Ramírez publicado en el número 22 de la revista SOB.
El triunfo de la revolución cubana en 1959
Durante el siglo XX Cuba sería el escenario de dos procesos revolucionarios, uno con marcada presencia de la clase obrera que enfrento la dictadura de Machado en 1933[1] y en la segunda posguerra presenciaría el desarrollo de la segunda revolución cubana del siglo XX, ésta sí triunfante. La segunda revolución presenta, por un lado, una clara continuidad con la de 1933 (y, en un sentido más amplio, con las luchas del siglo XIX por la independencia nacional, cortadas brutalmente por intervención de EEUU). La corriente hegemónica de 1959 y su líder, Fidel Castro, continúan la tradición populista radical de preguerra, en especial la de Guiteras. Pero, por otro lado, la revolución de 1959 será lo opuesto de la del 33, o por lo menos, profundamente diferente. Lejos de ser una revolución donde la clase trabajadora, actuando con sus propias organizaciones, juega un rol principal, la
revolución de 1959 será popular, en el más amplio sentido de la palabra. Los hechos y fechas que escalonaron el curso hacia la revolución de 1959 son muy conocidos por la vanguardia latinoamericana, a diferencia del anterior período, cuando ocurrió en Cuba una de las importantes revoluciones obreras de América Latina en el siglo XX, algo no muy sabido por la gran mayoría. Entonces, no vamos aquí a hacer un relato histórico como el del anterior período. Sólo recordaremos, algunos hechos y fechas que precedieron a la revolución de 1959. Fulgencio Batista, con sus servidores del Partido Socialista Popular[2] en dos ministerios, gobierna hasta 1944. En ese período, Cuba goza de los benéficos de la Segunda Guerra Mundial, que sube los precios del azúcar y permite años de prosperidad inédita, fenómeno que también se da en otros países latinoamericanos, como Argentina, Uruguay, Chile, etc., con otras producciones primarias. La posguerra, con un descenso progresivo del precio del azúcar, especialmente a partir de 1952, va a devolver a Cuba a la realidad de un monocultivo que, con sus oscilaciones extremas, disloca económica y socialmente a la isla. A Batista lo sucede el opositor Ramón Grau San Martín, el presidente del “gobierno de los cien días” de 1933, que ahora encabeza el Partido Revolucionario Cubano Auténtico [3]. En 1948, también por el PRCA, llega a la presidencia otra de las reliquias del Directorio Estudiantil [4] de 1933, Carlos Prío Socarrás. Los gobiernos de los “auténticos”, especialmente el de Prío, se harán famosos por su grado fenomenal de corrupción… ¡y eso en un país donde casi ningún gobernante había dejado de robar! La excepción fueron los del ala radical del “gobierno de los 100 días” [5], Guiteras, Chibás y otros. Especialmente Guiteras era famoso por su austeridad jacobina: siendo ministro, tenía sin embargo un solo traje. Asimismo, como ya corrían los tiempos de la “guerra fría”, los auténticos purgan al movimiento sindical de dirigentes del PSP. Los stalinistas bajo el ala de Batista habían estado a la cabeza de la burocratización de los sindicatos y su sometimiento al estado vía el Ministerio de Trabajo. Luego, como ministros de Batista, no se habían cansado de alabar la alianza “antifascista” con la “Gran Democracia del Norte”. Por eso, en el clima de la “guerra fría”, resultó fácil barrerlos de los aparatos sindicales [Gott, 145], para ser reemplazados por burócratas aprobados por Washington. A nivel general, el PSP perdió también mucho apoyo político. Por un lado, era rechazado desde la derecha. Por el otro, también a su izquierda, porque era visto como parte de la infame “politiquería”, término con que los cubanos englobaban los enjuagues corruptos en los gobiernos, partidos y sindicatos, enjuagues en los cuales los stalinistas habían participado
FIDEL CASTRO, LA CLASE OBRERA Y EL SOCIALISMO 26 - Febrero 2017
notoriamente, entre otras cosas como ministros de Batista. Una de las grandes ventajas de Fidel sería la de presentarse luego como un “hombre nuevo”, un luchador abnegado y de honestidad intachable, ajeno a la podredumbre de la “politiquería”. El desastre de la administración de los auténticos y su escandalosa corrupción, produce en 1947 una ruptura del PRCA. Eduardo Chibás, otra figura radical de la revolución de 1933, que había actuado bajo la dirección de Guiteras en el “gobierno de los 100 días”, funda el Partido Ortodoxo, con el lema “Vergüenza contra dinero” y “Prometemos no robar”, que revive unos de los temas preferidos del populismo, la honestidad, y que sería retomado luego por Movimiento 26 de Julio. Fidel Castro, que había iniciado su actividad política en el movimiento estudiantil de la Universidad de La Habana, sería después uno de los dirigentes de la juventud ortodoxa. En 1951, Chibás muere en un insólito incidente: después de pronunciar una encendida arenga por radio –”El último aldabonazo”–, se dispara un tiro frente al micrófono. Un gesto de inmolación también inscripto en la tradición populista cubana. El proceso político queda bruscamente interrumpido cuando Fulgencio Batista, en 1952, un año antes de las elecciones presidenciales, da un golpe militar y regresa al gobierno como dictador. En 1954, llama a elecciones donde es candidato único. Su dictadura abrirá las puertas a la revolución. El 26 de julio de 1953, Fidel Castro, que ha organizado a un grupo de jóvenes casi todos provenientes de la juventud ortodoxa, fracasa al intentar la toma del cuartel Moncada. En 1956, después de ser amnistiado, prepara en México una expedición que a bordo del yate Granma desembarca el 2 de diciembre en la provincia de Oriente. Se inician entonces las operaciones del Ejército Rebelde. Así se repite el esquema de la mayoría de las rebeliones producidas en la isla desde el siglo XIX. En 1958, la oposición a Batista crece en toda la isla, pero el 9 de abril fracasa un intento de huelga general que motiva una durísima represión en las ciudades. Sin embargo, en julio, una ofensiva de Batista contra los rebeldes es derrotada al irse desmoronado el ejército. La dictadura ya no puede sostenerse. El 1º de enero de 1959 Batista huye de la isla. El Ejército Rebelde y el Movimiento 26 de Julio toman el poder. En mayo, es dictada la Ley de Reforma Agraria. Comienzan a agravarse las tensiones con Washington y a radicalizase el proceso revolucionario, en un curso vertiginoso. El 4 de febrero de 1960, Cuba firma un tratado comercial con la Unión Soviética. En marzo, para derrocar al gobierno de Castro, agentes de EEUU empiezan acciones de sabotaje y atentados que ya estaban en preparación desde 1959. En abril, el gobierno yanqui planifica el bloqueo económico de la isla, que irá en crecimiento, con la quita de la cuota de azúcar (septiembre 1960) y otras medidas. En junio y julio, las refinerías de petróleo de propiedad imperialista se niegan a procesar el crudo recibido de la URSS. Fidel las expropia. En agosto, Castro expropia en masa las propiedades estadounidenses. En octubre de 1960, EEUU inicia un total bloqueo económico (que durará hasta hoy) y el gobierno comienza la expropiación en gran escala de la burguesía cubana, que en su gran mayoría ya se había trasladado a Miami meses atrás. En enero de 1961, EEUU rompe relaciones diplomáticas
y poco después organiza bombardeos a los aeropuertos cubanos. El 4 de febrero, en la Segunda Declaración de La Habana, Fidel Castro proclama el carácter socialista de la revolución, y el 17 de abril, en Bahía de los Cochinos, se inicia una invasión de “gusanos” organizada por EEUU que es rápidamente derrotada. Pero, desde entonces, la “institucionalización” de la revolución, el fracaso de la línea guerrillerista auspiciada por Guevara para América Latina [6] y el aislamiento internacional de Cuba, se hermanan para que la dirección cubana, Fidel Castro, lleve a la isla a una estrecha integración y dependencia de la burocracia de Moscú, copiando además tanto su modelo económico como político. En ese contexto, en 1965 se funda el nuevo PCC (Partido Comunista de Cuba), réplica de los
partidos únicos burocráticos del bloque soviético. El régimen político se consolidará también como de partido único, que no sólo administra verticalmente el aparato de estado, sino también todas las organizaciones sociales: obreras, estudiantiles, femeninas, culturales, etc. En política exterior, el gobierno cubano se alineará incondicionalmente con el Kremlin. En 1968, este curso llega al tope [Gott, 235 y ss.]: el gobierno cubano aplaude la invasión de Moscú a Checoslovaquia, para aplastar la Primavera de Praga. En 1979, apoya la intervención de la URSS en Afganistán, que marcará el principio del fin del régimen soviético. A cambio de este apoyo incondicional, Moscú subvenciona la economía cubana y mantiene fuerzas militares disuasorias de una intervención de EEUU. Pero, al mismo tiempo, integrada al sistema soviética, Cuba “socialista” sigue siendo, como desFebrero 2017 - 27
de fines del siglo XVIII, un país monoproductor de azúcar. Veinte años después de la Primavera de Praga, la burocracia de Moscú está en su más grave crisis económica, política y militar, que Occidente aprovecha –con Reagan– para ejercer presión. En el Kremlin se abren paso las corrientes restauracionistas –primero embozadamente con Gorbachov (URSS 1985-91) y luego abiertamente con Yeltsin (Rusia 1990-99) –. Ya a mediados de los 80, las aspiraciones de la mayoría de la burocracia (que luego se “recicla” en el nuevo régimen burgués de Rusia) es terminar con la “guerra fría” y buscar una asociación con EEUU y Occidente. [Gott, 273 y ss.] En ese contexto, Cuba es un estorbo político y un despilfarro económico… y queda abandonada a su suerte. Se abrirá así una nueva etapa, que llega hasta nuestros días.
El quién, el qué y el cómo en la segunda revolución cubana. El papel de la clase obrera Como ya adelantamos, las fuerzas motrices sociales y políticas de la revolución de 1959 presentaron simultáneamente una continuidad del proceso de 1933 y, al mismo tiempo una profunda diferencia. Esta nueva combinación de los sujetos sociales y políticos actores de la revolución va a ser el principal determinante de su carácter –eminentemente popular y populista– así como del tipo de estado que se irá conformando, su régimen, sus relaciones políticas y económicas, e igualmente de las líneas que irá aplicando a nivel internacional. Mientras la revolución de 1959 es, en todo sentido, social y políticamente, el revival triunfante del populismo rad28 - Febrero 2017
ical de una generación atrás, la clase obrera como tal pasa a segundo plano (lo opuesto de 1933). En esto influyeron no sólo los resultados inmediatos de la derrota de la Revolución de 1933, sino también lo que sucedió después de ella y el rol siniestro cumplido por el PCC (luego PSP). La clase obrera cubana, luego de ser derrotada en esa primera revolución, fue aprisionada en un poderoso aparato de sindicatos burocráticos y estatizados, la CTC. Este proceso, como advertía Trotsky en México, era general en esa época. Sin embargo, en Cuba tuvo características peculiares, porque de eso se encargaron principalmente los stalinistas, y no corrientes nacionalistas burguesas como en México y luego en Argentina, con Perón. Al mismo tiempo, desde arriba se fueron dando concesiones a los trabajadores sindicalizados, que llegaron a ser un 50% de la fuerza de trabajo de la isla. No se trata de que no había luchas: el proletariado cubano siempre se distinguió por su combatividad. Pero esa combatividad fue represada por los aparatos y también orientada por canales sindicalistas y corporativos, cuyo horizonte político no iba más allá de las “presiones” para ampliar esas concesiones. En 1947, la “guerra fría” va a interrumpir el idilio entre los sindicalistas del PSP y el estado. El gobierno de Grau San Martín desaloja con la policía a Lázaro Peña [7] y demás sindicalistas del PSP del “Palacio de los Trabajadores”, el edificio de la CTC, y se la entrega a un siniestro burócrata amarillo, Eusebio Mujal, un gangster que luego trabajaría al servicio de Batista. La clase obrera entró con esas graves desventajas políticas y orgánicas al proceso revolucionario de mediados de los años 50. Como sucedió con amplios sectores de la sociedad cubana, desde la burguesía hasta las capas más populares, los trabajadores no quedaron al margen. Sin embargo, no volvieron a ser esta vez la indiscutible vanguardia. Y, sobre todo, su participación fue en principalmente individual, como parte del pueblo, y no orgánica, como clase. No hubo “soviets” ni sindicatos revolucionarios, como en 1933, que hicieran caer a la dictadura mediante huelgas generales revolucionarias. [8] El 9 de abril de 1958, la derrota de un intento de huelga general revolucionaria va a dar una sangrienta radiografía de este cambio. La huelga había sido convocada por los sectores urbanos (“el llano”) del 26 de Julio y otros movimientos (aunque al parecer con muchas reservas de Fidel Castro y los comandantes de “la sierra”). Al llamarla, todos tenían en mente la huelga general insurreccional que había acabado con Machado. [Gott, 162] La costosa derrota de esta iniciativa pondría en blanco sobre negro que la situación era muy distinta, y sus consecuencias profundizaron el rasgo de que esta vez la vanguardia de la lucha no era la clase obrera organizada. Así, el fracaso tuvo una consecuencia político-social de gran importancia. El derrocamiento de Batista por una huelga general revolucionaria hubiese quizás empujado nuevamente a la clase trabajadora al centro de la escena, como en 1933. Su derrota, por el contrario, “llevó a una consolidación del control interno de Castro sobre el movimiento y, acompañando eso, un rol mucho mayor, político y militar, de las guerrillas de las Sierras a expensas del movimiento urbano”. [Farber, “The Origins…”, 118]
A esta grave derrota no sólo contribuyó la represión (Machado tampoco ahorró sangre en julio y agosto de 1933). Esta vez también fue importante el papel de represor y rompehuelgas del aparato burocrático de la CTC encabezado por Mujal, que mereció las felicitaciones públicas de Batista. [“Brief History…”] A eso se agregaron otros factores políticos-sociales de primer orden. El PSP, que conservaba influencia en el movimiento sindical, no participó aunque ya estaba en relaciones con Castro, y la dirección urbana del Movimiento 26 de Julio tampoco tuvo una política para comprometerlo en la movilización. Pero lo decisivo fue que el M-26/7 carecía totalmente de trabajo orgánico en el movimiento obrero y de nexos con la clase trabajadora. [Gott, 162 y ss.] [Farber, “The Origins…”, 118] Contra lo que se suele creer, la gran mayoría de los luchadores del Movimiento 26 de Julio y de los otros movimientos armados no estaban en “la sierra”, sino en “el llano”; es decir, en las ciudades. Y fue también en las ciudades donde se produjeron alrededor del 90% de las bajas. Por eso, el rotundo fracaso del 9 de abril de 1958, puso de relieve el carácter político-social del Movimiento 26 de Julio, que en las ciudades organizaba miles de luchadores clandestinos, pero al mismo tiempo era orgánicamente ajeno al movimiento obrero y a la clase trabajadora. Un inmenso movimiento populista En el capítulo anterior, hicimos una descripción del tan variado y complejo fenómeno del populismo cubano, que presenta además grandes analogías con movimientos similares latinoamericanos. Sin embargo, lo fundamental no son esas semejanzas sino su enorme diferencia: ¿por qué, excepcionalmente, una corriente, Fidel Castro y su Movimiento 26 de Julio, expropió al capitalismo, mientras que el resto de los movimientos populistas, nacionalistas o frentepopulistas de América Latina jamás cruzó esa raya? La típica respuesta que dio en su momento la mayor parte del movimiento trotskista, se sigue expresando aún hoy de esta manera: “El 1 de enero de 1959… el Ejército Rebelde encabezado por Fidel Castro hacía su entrada triunfal en La Habana. Sin embargo, la dirección del proceso recayó en el Movimiento 26 de Julio, un frente político policlasista con un programa democrático limitado. Ante la presión del imperialismo norteamericano, Fidel Castro declara a Cuba un «país socialista» y se terminan expropiando los principales medios de producción –las empresas imperialistas y de la burguesía local–. Esta transformación de Cuba en una economía de transición al socialismo, desmentía las falsas tesis de los stalinistas de la «revolución por etapas» en los países semicoloniales, según la cual la clase obrera debía subordinarse a la supuesta «burguesía nacional»… “Sin embargo, el estado obrero que surgía de esta revolución no estaba basado en consejos de obreros y campesinos, sino que el ejército guerrillero que se había apropiado del poder del Estado estableció un régimen que reproducía su estructura verticalista, es decir un Estado obrero burocráticamente deformado.” [Claves, Nº 1, abril 2008] Citamos esto, no porque tenga algo de original, sino porque tiene el mérito de resumir lo que fue una interpretación compartida ampliamente por la mayoría del movimiento trotskista. A partir de ella, se expresaron difer-
encias importantes, pero en general casi todas partían de esa base común. La corriente de Moreno desarrolló, con el tiempo, distintas posiciones pero esencialmente independientes. Por el contrario, la principal corriente del trotskismo europeo, la de Ernest Mandel, sostuvo un seguidismo casi incondicional a la dirección cubana. Examinemos, entonces, esta explicación tan representativa, primero, del sujeto político que encabezó la revolución –”el Movimiento 26 de Julio, un frente político policlasista con un programa democrático limitado”–; luego, de la dialéctica de los acontecimientos–”ante la presión del imperialismo norteamericano, Fidel Castro declara a Cuba un «país socialista» y se terminan expropiando los principales medios de producción”–. El M-26/7 fue ante todo un movimiento populista y no un “frente policlasista”, una expresión que, si significa algo, nos indica un “frente popular”. [9] Pero, aunque fuese así, sigue sin una respuesta convincente el enigma de cómo ese “frente policlasista” –es decir, un frente con un sector de la burguesía adentro– a los pocos meses acabó… expropiando a la burguesía… O sea, un verdadero milagro político-social… La “presión del imperialismo” ha sido la respuesta universal usada por la mayoría no sólo del trotskismo, sino también de la izquierda y el “progresismo” en general. Esto aparentemente explica mucho pero, al mismo tiempo, no explica nada. Es una verdad indiscutible que casi desde el principio hasta que se produce finalmente la expropiación de la burguesía a fines de 1960, se desarrolla una escalada vertiginosa de golpes y contragolpes entre Fidel Castro y Washington. Sin embargo, desde hace más de un siglo en América Latina, el imperialismo yanqui viene aplicando “presiones” sobre todos los gobiernos en general y, en especial, sobre los gobiernos nacionalistas, populistas, frentepopulistas, etc., que pretenden “desobedecerlo” en alguna medida. Y muchas veces esas presiones han sido violentas: fomento de golpes de estado, intervenciones militares, etc. El problema es que ninguno – ¡absolutamente ninguno!– de esos gobiernos respondió como Fidel Castro. Entonces, la respuesta no puede reducirse a la generalidad de las “presiones” imperialistas (por supuesto, muy importantes), sino a lo que hubo de específico, de peculiar en el caso cubano, que hizo la diferencia. [10] Y esto principalmente nos lleva no al factor “objetivo” de las “presiones del imperialismo” en general, sino al más subjetivo, el del movimiento populista 26 de Julio y su líder, Fidel Castro. El 26 de Julio, las clases, la crisis de la sociedad, y el derrumbe del viejo estado Algunos marxistas, empeñados contra toda evidencia en ver una “revolución obrera” en el proceso de 1959, destacan la participación de sectores asalariados en la resistencia contra Batista en las ciudades, así como también la incorporación a la guerrilla de semiproletarios de la provincia de Oriente. Esto tiene su importancia, pero no lleva a las conclusiones que se pretenden. Desde el mismo 26 de julio de 1953 hasta la toma del poder en 1959, los luchadores –como ya subrayamos– se integraban como individuos a las estructuras político-militares de los movimientos (el Movimiento 26 de Julio, el Ejército Rebelde, etc.), con independencia de su origen y clase social. Febrero 2017 - 29
Tanto el M-26/7 y el Ejército Rebelde, como otros movimientos que lucharon contra Batista, al estilo del nuevo Directorio Estudiantil, eran movimientos populistas, que se caracterizaban por dirigirse al “pueblo” en general, e incorporaban individualmente a gente proveniente de todos los sectores sociales. “Los populistas venían de todas las clases sociales menos de los más ricos y de los más pobres… [Aunque entre los luchadores del Moncada y los del desembarco del Granma] había trabajadores por origen u ocupación, muy pocos de ellos habían tenido actividad o participación en luchas obreras políticas o sindicales…” [Farber, “The Origins…”, 50-51] Luego, en Sierra Maestra y Oriente, el reclutamiento de campesinos que en su casi totalidad no tenían experiencias
pendencia por la intervención del imperialismo yanqui, su segunda frustración en 1933, su formación económico-social con un yugo cuasi colonial en relación EEUU… en fin, todas las tensiones que este desarrollo desigual y combinado habían generado… En otros países latinoamericanos, estos temas del populismo y sus caudillos, como el de presentarse por encima de las clases y encarnar a la “patria”, el “pueblo”, la “nación” han terminado siendo materia de política-ficción (aunque por supuesto la existencia y éxito de esas ficciones indican elementos reales detrás de ellas). Pero, en Cuba, mucho más que en otros países, esto sintonizaba con reales y poderosos factores y contradicciones, desde la tardía y malograda independencia hasta diversas formas
anteriores en luchas campesinas “añadió un nuevo elemento a la típica base populista urbana de los veteranos del Moncada y el Granma… Y fue muy importante para permitir a Fidel Castro moldearlos como fieles seguidores de su liderazgo como caudillo. En todo caso, un círculo íntimo de hombres «sin clase», desligados de toda vida orgánica de cualquiera de las clases sociales de Cuba, conformaron el corazón o centro político de Castro”. [Farber, “The Origins…”, cit., p. 50] La apelación típica del populismo al “pueblo” en general, a la “nación”, a las personas no como miembros de una clase social sino de la “patria”, poseía en Cuba una resonancia y dimensiones especiales, superlativas, que tenían que ver no con razones mágicas sino históricas y materiales: el originalísimo curso histórico de Cuba, la brutal frustración de su inde-
de relativo “desclasamiento” o “debilitamiento” de todas las clases sociales, con relaciones “anormales”, conflictivas, de crisis con las viejas instituciones, las organizaciones políticas, las fuerzas armadas, etc., que quedaban incluidas en el repudio universal a la llamada “politiquería”. Al mismo tiempo, no había mayor claridad acerca de las alternativas a todo eso. Estos elementos facilitarían la elevación de un caudillo y un movimiento que aparecían por encima de toda esa inmundicia, representando los intereses generales y superiores de la patria. El lema con que ascendería este gran caudillo –”Patria o muerte”– iría esta vez en serio, aunque simultáneamente su programa explícito era inicialmente impreciso y moderado. “Cuba estaba entre los países económicamente más avanzados de América Latina, con significativas clases sociales
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burguesa, media y obrera. Pero esas clases habían quedado políticamente debilitadas después de la revolución de 1933, de la que los capitalistas cubanos emergieron con una significativa disminución de su hegemonía. Un grupo de sargentos amotinados reemplazó a la oficialidad proveniente de los altos círculos de la sociedad cubana… La clase obrera estaba altamente organizada en sindicatos, pero éstos se habían vuelto muy burocráticos y corruptos… lo que hizo difícil a esa clase jugar un papel significativo en la lucha contra Batista… [Asimismo,] en los 50, los endebles partidos políticos anteriores a Batista se habían deshecho, reflejando la debilidad política de todas las clases… Era una situación en la que podía prosperar un bonapartismo… un líder político que adquiriese un considerable grado de poder y libertad de acción en relación tanto con las clases dirigentes como con las subalternas (…) Por otro lado, existía un liderazgo político revolucionario que, lejos de ser pequeño burgués radical (como decía el PSP), era ‘sin clase’, en el sentido de que no tenía fuertes lazos orgánicos o institucionales ni con la pequeña burguesía ni con las otras principales clases sociales” (Farber, cit., pp. 115ss. ). Por otra parte, el Movimiento 26 de Julio y el Ejército Rebelde eran movimientos notablemente juveniles, comenzando por su líder máximo. De esto se ha hablado mucho, pero se ha reflexionado menos sobre sus implicancias político-sociales. Compartían, tanto por su edad como por la desestructuración social de sus militantes y combatientes, las características del estudiantado. Como señalamos antes, los estudiantes, aunque provengan de familias de la burguesía y las clases medias, y sólo una minoría de los sectores trabajadores, no están aun plenamente integrados a las relaciones de sus clases de origen. Así, bajo el impacto de problemas generales de la sociedad –graves crisis, dictaduras, injusticias flagrantes, opresión nacional, etc. –, pueden muchas veces orientarse en otros sentidos y defender otros intereses que los de su clase originaria. Ese proceso de (relativo) “desclasamiento” no dejaba sin embargo individualmente en el vacío a los luchadores del M-26/7 y el Ejército Rebelde. No eran, de ninguna manera, “desclasados” en el sentido corriente de “marginalidad”. Podríamos decir que su “clase” sui generis o, más precisamente, su estructura social o sector social inmediato al que pertenecían, era esa misma institución proto-estatal, el movimiento-ejército (que pronto se convertiría en el estado a secas). Sus relaciones con las otras clases de la sociedad, se establecían a través de esa mediación, lo que le daba de conjunto una notable autonomía. Así, Castro y su movimiento-ejército, en el camino hacia la toma del poder, pueden ir logrando apoyos en todas las clases sociales, sin ser al mismo tiempo representantes directos y orgánicos de ninguna de ellas en particular. En el ángulo opuesto, el régimen de Batista terminó ganando el repudio también de todo el espectro social. Un amplio sector de la elite tradicional siempre había detestado al ex sargento mulato (hasta por motivos aristocrático-racistas) y se orientó hacia el apoyo a Fidel, en quien veían (equivocadamente) a uno de ellos. Lo mismo hicieron la Iglesia y la masonería. Idénticos giros se dieron desde el resto de la sociedad: la Universidad, desde el primer momento, había sido un foco duramente opositor; los trabajadores, aunque maniatados por sus aparatos sindicales para actuar como clase, tampoco querían al dictador, y se fueron volcando cada vez más
hacia Castro. Incluso los sectores liberales del imperialismo yanqui comenzaron a simpatizar masivamente con los barbudos, como se reflejaba, por ejemplo, en el influyente New York Times. Al final, Batista, directamente, sólo representaba a una lumpen-burguesía de oficiales corruptos de las FFAA y socios cubanos de las mafias estadounidenses. Este “vaciamiento social” fue mortal no sólo para la dictadura sino también para el estado burgués, porque llevó a la crisis a las fuerzas armadas que terminaron colapsando. Esto dejó al Movimiento 26 de Julio y sobre todo al Ejército Rebelde como el único poder estatal, en el pleno sentido de la palabra. Hacia a la ruptura con el imperialismo, la independencia nacional y la expropiación del capitalismo Comenzaba así a constituirse un nuevo estado. Pero, a su vez, este movimiento y ejército, en primer lugar su “Comandante en Jefe”, habían adquirido previamente –como ya señalamos– “un considerable grado de poder y libertad de acción en relación tanto a las clases dirigentes como a las subalternas”… “un liderazgo político revolucionario que, lejos de ser pequeñoburgués radical… no tenía fuertes lazos orgánicos o institucionales ni con la pequeña burguesía, ni con las otras principales clases sociales”. Esto establecía la gran diferencia con el resto de los populismos de ayer y de hoy, desde Juan Domingo Perón o Jorge Eliécer Gaitán hasta Chávez… para no hablar de los “frentes policlasistas”; es decir, los clásicos “frentes populares”, al estilo de la Unidad Popular chilena de Salvador Allende, con corrientes y partidos orgánicamente ligados a sectores de la burguesía, al aparato del estado (incluidas las fuerzas armadas), a la pequeña burguesía, y sobre todo a las burocracias sindicales y políticas “de izquierda”. Es sobre esta diferencia fundamental del sujeto político de la revolución que van a jugar los factores “objetivos”, entre ellos (no el único) “la presión del imperialismo norteamericano”. Y es por ese factor subjetivo, que las presiones del imperialismo darán en esta ocasión, un resultado completamente diferente al del resto de los casos en que se aplicaron. Por otra parte, este sujeto político no se limitaría simplemente a responder esas “presiones” y ataques. Las más recientes investigaciones de historiadores marxistas –como Samuel Farber y Richard Gott–, que además han podido ya manejarse con montañas de documentación desclasificada tanto del Departamento de Estado como de la ex URSS, prueban que de ninguna manera la dirección cubana fue una hoja en la tormenta, a la que los vientos que soplaban, llevaron a la ruptura con EEUU, primero, y a la expropiación, después. Las primeras iniciativas que configuraron casus belli –como la Ley de Reforma Agraria, moderada pero inaceptable para EEUU y la oligarquía cubana– las fue tomando la dirección de Castro sin consulta, negociaciones, ni aprobación de Washington. Esto implicaba la ruptura consciente de una norma colonial no escrita, pero obedecida desde 1902 por todos los gobiernos de la isla (a excepción del de los “100 días” de Guiteras). O sea, desde el inicio mismo, Fidel no comenzó defendiéndose, sino atacando en relación al gran problema heredado desde 1898-1902: la independencia nacional de Cuba. Por supuesto, esto no significa que estuviese en los planes de Castro llegar a la expropiación del capitalismo. Pero tamFebrero 2017 - 31
poco, ni mucho menos, que la conducción de la revolución fuese un objeto que se movía porque otros lo empujaban.[11] En todo caso, ya en 1958, Castro escribía reservadamente a Celia Sánchez que cuando la guerra contra Batista terminase, “comenzaría otra guerra mayor y mucho más larga contra EEUU”.[Farber, “The Origins…”, 65] Y su previsión era correcta y para eso se fue preparando: es que la revolución ponía nuevamente en la palestra ese gran problema histórico de la independencia nacional, que ha sido el hilo ininterrumpido que unió las heroicas luchas del siglo XIX con las revoluciones de 1933 y 1959. Pero esas y otras consideraciones no se expresaban en un “programa” público (al estilo marxista) sino en el secreto del círculo íntimo del “Líder Máximo”, como ha sido norma de todos los bonapartismos y caudillismos. Como es regla entre los movimientos populistas, el M-26/7 no tenía un programa global claramente formulado y lo que estaba escrito no era, efectivamente, muy avanzado. Pero es no comprender a este tipo de movimientos, el querer medirlos con la vara de los partidos marxistas y obreros, donde la cuestión del programa público y formulado con claridad ocupa un lugar central. En los movimientos populistas, podríamos decir que el programa se expresa principalmente en el caudillo y sus acciones, donde las consideraciones tácticas tienen además un peso trascendental en relación a las más estratégicas. Pero esto no implica, de ninguna manera, que no posean una ideología, muy fuerte y determinante en el caso del populismo radical cubano, con las profundas raíces históricas que ya examinamos. “En contraste con los análisis que retratan a los líderes cubanos como reaccionando meramente ante la política de EEUU y sus acciones, mantengo que estos líderes fueron actores fuertemente influenciados por sus propias predisposiciones políticas e inclinaciones ideológicas. Las mentes de los líderes cubanos no estaban primariamente moldeadas por la política de EEUU hacia ellos en los años 1959 y 60, sino en relación a la anterior política de EEUU en Cuba y en todas partes… y el hecho más importante era, por supuesto, la política de EEUU en relación a Cuba desde fines del siglo XIX… […] Castro era un caudillo, pero un caudillo con ideas.” [Farber, “The Origins…”, 112 y ss.] El curso de la revolución cubana hacia la independencia nacional y expropiación de la burguesía no fue, entonces, expresión de ninguna “ley de gravedad” de la política sino el resultado de un combate entre sujetos políticos y sociales. Por supuesto, como en todo proceso histórico, en la Revolución Cubana hubo una dialéctica de acción (y lucha) de los sujetos políticos y sociales –revolucionarios y contrarrevolucionarios– entrelazada con los factores relativamente más “objetivos”. Entre esos factores, estaba, por ejemplo, la existencia de la Unión Soviética, que en esos años aparecía incluso como ganando a EEUU la carrera del desarrollo económico y la influencia geopolítica. Este fue un factor que ya antes del triunfo de la revolución entró en el horizonte de maniobras del M-26/7 (aunque al mismo tiempo, oficialmente, se presentaba ante EEUU y sobre todo frente a la prensa norteamericana, como no “comunista” e incluso como “anticomunista”). [12] Esta dialéctica de lucha entre sujetos revolucionarios y contrarrevolucionarios combinada con factores más “objetivos”, fue llevando las cosas, como siempre sucede, a resultados 32 - Febrero 2017
que iban más allá y/o eran diferentes de los previstos por los distintos actores. [13] Pero eso no quita sino que por el contrario, subraya, que los elementos determinantes de esas combinaciones estaban en los sujetos político-sociales. Ejército guerrillero, estado obrero y transición al socialismo El M-26/7 y sobre todo al Ejército Rebelde pasaron a constituir el núcleo del nuevo estado. ¿Qué significó esto concretamente? Que se convirtieron en un aparato burocrático que ahora ejercía funciones estatales, tanto más fácilmente por su relativa autonomía en relación a todas las clases de la sociedad, sobre las que se habían “elevado” ya mucho antes de la toma del poder. Todo ejército constituye obligatoriamente un aparato disciplinado de arriba hacia abajo. Pero, en este caso, era un verticalismo por partida doble, porque no era el ejército de un movimiento obrero revolucionario, con organismos democráticos de clase (consejos obreros, sindicatos revolucionarios, partidos, etc.), sino las fuerzas armadas de un movimiento populista, que de por sí funciona bajo las normas del acatamiento sin reservas de las órdenes del caudillo, ahora transformado oficialmente en “Comandante en Jefe” y “Líder Máximo”. Según el estrecho marco objetivista que caracterizo (y continua caracterizando) a la mayoría del trotskismo de posguerra, la expropiación de los capitalistas habría dado, de por sí, carácter “obrero” al nuevo estado. Pero, lamentablemente, “el estado obrero que surgía de esta revolución no estaba basado en consejos de obreros y campesinos, sino que el ejército guerrillero que se había apropiado del poder del Estado estableció un régimen que reproducía su estructura verticalista, es decir un Estado obrero burocráticamente deformado”. Aunque se apoyaran en la clase trabajadora (como también en otras clases y sectores de la sociedad y en el “pueblo” en general), ni el M-26/7 ni el Ejército Rebelde, que ahora constituían el estado cubano, se volvían automáticamente “obreros” por el hecho de expropiar a la burguesía. Sus relaciones con la clase obrera siguieron siendo una continuidad del período anterior. El qué se hacía (en este caso, la expropiación) no transformaba mágicamente la naturaleza social de quién lo hacía, ni tampoco de cómo lo hacía. Insistimos: la relación del nuevo poder con la clase obrera y el conjunto de la sociedad continuaba, con cambios, la anterior a 1959 de Fidel y su M-26/7 y Ejército Rebelde. Antes, buscando “apoyos desde todas las clases sociales, sin ser al mismo tiempo representantes directos y orgánicos de ninguna de ellas en particular”. [14] Ahora, tras la ruptura con la burguesía, lo hacía apoyándose en el “pueblo” en general, incluido el proletariado. Pero eso no convertía al nuevo estado y su gobierno en la expresión directa y orgánica, de la clase trabajadora. El nuevo estado no será, entonces, la encarnación política de la clase obrera cubana, sino de una burocracia, a la cual, la ausencia de una burguesía a nivel exclusivamente nacional (aunque no, por supuesto, a escala mundial) convierte en un “híbrido”: no es (aún) una burguesía, pero “es algo más que una simple burocracia. Es la única capa social privilegiada y dominante, en el pleno sentido de esos términos, en la sociedad”. [L. Trotsky, “La revolution trahie”, p. 602]
Una cosa es apoyar. Otra, muy distinta, decidir; o sea, ejercer el poder La dirección de este estado burocrático, especialmente en los primeros años, recibió el apoyo fervoroso y sincero de la mayor parte del pueblo cubano (incluyendo la clase obrera). Este apoyo se concentró sobre todo en el caudillo de esta gran revolución, Fidel Castro. Pero que los trabajadores y las masas apoyen, no es lo mismo que la clase obrera decida; es decir que ejerza el poder (su dictadura de clase), ni gobierne por medio de sus propios órganos de poder. Una cosa es apoyar. Otra, muy distinta, decidir; es decir, ejercer el poder. Se puede medir bien este abismo, comparando las dos grandes consignas de la Revolución Rusa de 1917 y de la Revolución Cubana de 1959, respectivamente. En la primera fue: “¡Todo el poder a los consejos obreros (soviets)!”, que
todos; 2) el régimen burocrático gris, impersonal, conservador y ya petrificado del bloque soviético en la era Brejnev. En la seria crisis de principios de los 90, los dos aspectos de esta “simbiosis” se manifestaron con claridad… y fue el primero de ellos, el encarnado en Fidel Castro, el que volvió al centro de la escena. Es que, a pesar de todo, seguía siendo el portador de la legitimidad de la revolución de 1959. Y este fue un factor no menor para salir a flote en esa gravísima crisis, mientras en los Unión Soviética y los países del Este europeo los regímenes burocráticos se desplomaban como un castillo de naipes.
en ese momento eran organismos de masas extraordinariamente democráticos. En la segunda, fue: “¡Comandante en Jefe, ordene!” Años después, esto contribuiría a facilitar una simbiosis entre el régimen populista-bonapartista nacido de la gran revolución de 1959 y el de la burocracia del Kremlin (que surge de una de las peores contrarrevoluciones de la historia, la del stalinismo). Esto en gran medida fue posible porque ambos compartían ese “verticalismo”, que constituye al mismo tiempo no sólo la negación de la democracia obrera y sino también de que el poder, el estado, sean realmente de la clase trabajadora y también, como veremos a continuación, de avanzar en la transición al socialismo (dentro de lo que es posible para un pequeño país aislado). Sin embargo, como sucede en biología, esta “simbiosis” asoció a dos “sujetos” de diferentes especies: 1) el régimen verticalista (pero en el fondo caótico y sin normas claras), el populismo-bonapartista del gran caudillo revolucionario, el Comandante en Jefe que se ubica por encima de todo y de
El saldo de la gran revolución de 1959 ha sido, entonces, contradictorio. Sus dos inmensas conquistas fueron la independencia nacional y la expropiación del capitalismo (dos puntos que, como hemos visto, en el caso de Cuba, estaban cualitativamente más entrelazados que en otros países latinoamericanos). Es a partir de esa base (y también aprovechando la rivalidad geopolítica entre el imperialismo yanqui y el bloque soviético) que Cuba logró otras conquistas, como un desarrollo notable (y mucho más igualitario) en salud y educación, y la erradicación de la indigencia, de la extrema pobreza que castiga en mayor o menor medida a otros pueblos latinoamericanos. Pero al mismo tiempo esto no significó el establecimiento de un estado o poder obrero, ni tampoco de una economía de transición al socialismo, dos cosas inseparables una de otra. Es que no existe ningún “automatismo” que, a partir de la expropiación, haga que la economía (y globalmente la formación económico-social) marche en sentido socialista. ¡Todo depende, en primer término, de quién conduzca el pro-
Una gran revolución democráticaantiimperialista y popular que expropió al capitalismo y conquistó la postergada independencia nacional
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ceso revolucionario y de cómo lo haga! Por eso, la Revolución Cubana puede caracterizarse como anticapitalista, pero no llegó realmente a ser socialista. Si hay alguna lección que sacar del lastimoso final de las decenas de “países socialistas” que aparecieron (y desaparecieron) en la segunda mitad del siglo XX, es que en ellos no fue la clase obrera y trabajadora el sujeto político-social que los condujo, ni quien realmente ejerció el poder. La revolución socialista, o la encabeza la clase obrera con sus organismos de masas y sus partidos, o no es revolución socialista. En Cuba, por un conjunto de factores excepcionales, este lamentable final de la restauración capitalista se aplazó. Hoy, las presiones arrecian en ese sentido. Pero simultáneamente la clase obrera cubana ha logrado la oportunidad un tiempo extra para actuar antes de que se consume lo que sería una grave derrota para ella y los pueblos del continente. A partir de la defensa de las dos grandes conquistas de la revolución de 1959 –la emancipación nacional y la expropiación del capitalismo–, los trabajadores, si se movilizaran con independencia y conciencia de clase, podrían imponer otro desenlace. Notas
1.- En 1933 se desató una revolución detonada y encabezada por la clase obrera. La revolución comenzó con una huelga de conductores de buses en la Habana, en julio. “Esto llevó a una confrontación sangrienta entre los conductores y la policía. Pero otros trabajadores se unieron a la huelga… En agosto, lo que había sido una protesta obrera común, se había transformado en una huelga general con rasgos insurreccionales.” [Gott, 135] Aterrorizados, la Embajada de EEUU y la burguesía cubana dejan a Machado sin apoyo y le aconsejan renunciar. El dictador huyó el 12 de agosto. Pero esto no calmó las cosas: “su caída llevó a la primera revolución cubana del siglo XX… Sin la presión de la dictadura… se desató un ascenso del fervor revolucionario… La ola de agitación se extendió a través de las zonas azucareras hasta los más distantes ingenios…” [Gott, 135-136] Un informe de observadores estadounidenses describía así la situación: “Se estima que hay 36 ingenios bajo control obrero. Se han organizado soviets en Mabay, Jaronú, Senado, Santa Lucía, y otras centrales azucareras. Han sido formadas guardias obreras, armadas con palos y revólveres. Un brazalete rojo les sirve de uniforme. Los obreros fraternizan con los soldados y la policía… Durante la primera etapa del movimiento, las manifestaciones en Camaguey y Oriente frecuentemente estaban encabezadas por un obrero, un campesino y un soldado…” [Citado por Gott, 136] Este informe agregaba que los comités obreros se habían hecho cargo de los ferrocarriles, algunos puertos y pequeñas ciudades. También habían comenzado a organizar la distribución de comida a la población y a repartir la tierra. 2.- El Partido Socialista Popular (PSP) es la denominación que adoptó en 1942 la organización estalinista en Cuba. 3.- En enero de 1936, con la revolución ya derrotada, Batista dispone una apertura democrática y convoca a elecciones. Los figurones reformistas del Directorio, como Grau San Martín y Prío Socarrás se acomodaron de inmediato a la situación, fundando el Partido Revolucionario Cubano Auténtico (copiando el nombre de la organización política de Martí). En verdad, un partido burgués normal, con militancia de clase media, que actuaba como “oposición de su Majestad” ante los batistianos. 34 - Febrero 2017
4.- El primer Directorio Estudiantil se crea en 1927, cuando el dictador Machado preparaba una reforma para poder reelegirse. Es inmediatamente desbandado por la represión, pero esto hace girar a muchos de sus activistas a formas más clandestinas y violentas de oposición. En septiembre de 1930, el Directorio se reestablece como organización secreta e inicia una fuerte campaña terrorista. 5.- El 4 de septiembre de 1933 se produce en la principal guarnición militar, el Campo Columbia, en La Habana, una rebelión de sargentos, cabos y soldados, encabezados por un mulato de humilde origen –Fulgencio Batista Zaldívar– que reducen a la blanca y aristocrática oficialidad. El Directorio Estudiantil se une la “rebelión de los sargentos”. A partir de allí, la antigua oficialidad será expulsada del Ejército. Sargentos y cabos, como Batista, ocuparán sus puestos. Días después, esta coalición del Directorio con Batista y sus sargentos pondrá en pie un nuevo gobierno, que probablemente haya sido el primero de la República que no era acordado con el embajador de EEUU, que se apresuró a negarle su reconocimiento. Pasaría a la historia como el “gobierno de los 100 días”. Lo presidía Ramón Grau San Martín, acaudalado médico y profesor ligado al Directorio Estudiantil y tibio reformista. Sin embargo, quien le dio el sello a la gestión del nuevo gobierno fue Antonio Guiteras, Secretario de Gobernación (ministro del interior) que era su ala más radical y que asume en ese momento el liderazgo de la revolución. Pero, al mismo tiempo, el sargento Batista se consolidaba al mando del nuevo ejército… y se conectaba discretamente con la Embajada. 6.- Inicialmente, el famoso llamado de Guevara de hacer “uno, dos, tres Vietnams” y las actividades que encabezó personalmente, primero en África y, luego, en la derrotada guerrilla de Bolivia donde encontró la muerte en 1967, apuntaban en un sentido internacionalista que chocaba con la política de “coexistencia pacífica” impulsada desde el Kremlin. Aquí no podemos hacer un balance amplio de estas tentativas, ambas fracasadas. Sólo señalemos, en relación a América Latina, que las buenas intenciones de Guevara de llevar adelante una lucha revolucionaria continental que rescatara a Cuba del aislamiento e infligiese una derrota mayúscula al imperialismo, se concretaron en una estrategia desastrosa: la del foco guerrillero. 7.- En 1936 el estalinismo pacta con Batista darle apoyo político a cambio de la legalidad y de su auspicio para apoderarse de los aparatos sindicales. “«La gente que está trabajando para derribar a Batista –declaraba la revista de la Internacional Comunista– no está actuando en interés del pueblo cubano.» Batista permitió al PCC formar una nueva central obrera, la CTC, dirigida por Lázaro Peña, un obrero negro de la industria del tabaco. Luego del triunfo de la Revolución, Fidel Castro lo repondrá a dedo al frente de la CTC. 8.- “La dirigencia [mujalista] de los sindicatos suprimió por la fuerza todas las fuerzas disidentes que amenazaran su pacto [con Batista]. La clase obrera organizada sufrió así una doble dictadura: la de Eusebio Mujal y la de Fulgencio Batista. Sin organizaciones autónomas, la clase trabajadora se atomizó. El principal resultado fue que los trabajadores que crecientemente se volvían contra Batista, lo hicieron como ciudadanos individuales más que como miembros de organizaciones colectivas de la clase obrera.” [Farber, “The Origins…”, 128] 9.- Ejemplo típico de “frente policlasista” o “frente popular” fue la UP (Unidad Popular) de Chile, que gobernó con Salvador Al-
lende de 1970 al 73. El M-26/7 no fue, por supuesto una organización obrera, pero al mismo tiempo tuvo poco que ver con ese tipo de coaliciones. 10.- El marxismo revolucionario del siglo XXI ha heredado el peso muerto de la explicaciones “objetivistas” de las revoluciones de posguerra, que pusieron cabeza abajo la teoría de la revolución permanente, haciendo el centro no en los sujetos sociales y políticos, sino en los llamados “factores objetivos”, los ataques del imperialismo, las crisis económicas, las tareas “objetivas” planteadas por la revolución, etc., etc. Este debate, es entonces, de rigurosa actualidad, para analizar este problema teórico de conjunto, recomendamos ver en SoB Nº 17/18 “Notas sobre la teoría de la revolución permanente”, de Roberto Sáenz; en especial, “Crítica a la concepción de las revoluciones «socialistas objetivas»“. 11.- En el trotskismo de posguerra, las revisiones “objetivistas” y/o “sustituístas” de la teoría de la revolución permanente se hacían para poder explicar cómo este tipo de sujetos político-sociales expropiaban a la burguesía. Tuvieron expresiones muy variadas, como las de Mandel o Moreno, pero dentro de esos parámetros. Mandel, sin decir que estaba poniendo todo el revés, presentaba como “teoría de la revolución permanente” una mezcla original de “sustituísmo” y “objetivismo”. Hallaba que “la dictadura de proletariado fue establecida en Yugoslavia, China, Vietnam y Cuba por direcciones revolucionarias pragmáticas, que tienen una práctica revolucionaria, pero no la teoría ni el programa adecuado, ni para su revolución ni menos aún para la revolución mundial.” [Mandel, ““In Defence of the Permanent Revolution”, p. 54] Claro que de estas “direcciones revolucionarias pragmáticas” nunca quedaba claro su carácter social. Moreno, por su parte, asume francamente que está revisando la teoría de la revolución permanente. Pero, a diferencia de Mandel, trata de sostener una posición más independiente de las direcciones burocráticas. Su solución fue hacer pasar los sujetos a un plano secundario. La revolución se movería no por la lucha entre los sujetos históricos, sociales y políticos, como sostenía Trotsky, sino impulsadas por una “combinación objetiva de tareas”. Estas “combinaciones objetivas de tareas”, establecerían una especie de ley de gravedad de los procesos revolucionarios. Moreno da como ejemplo un automóvil: “Para que un coche se mueva, hay dos maneras, una es que alguien lo ponga en marcha y lo mueva; otra es ponerlo arriba de una pendiente y el coche se mueve [solo]. En este último caso, el movimiento es objetivo, no lo para nadie, es un proceso objetivo.” [Moreno, “Crítica…”, 18] Sin embargo, la historia de la Revolución Cubana desmiente esa especie de “ley de gravedad” de las revoluciones. El coche de la revolución cubana tuvo un conductor, Fidel Castro y su movimiento-ejército nacional-populista. Los giros y rumbos de este carro, ya sea en pendiente o en cuesta arriba, los dio ese sujeto político-social que estaba al volante. 12.- Esta documentado que, ya en 1958, se intentaron contactos con el bloque soviético, vía empresas de ese origen en Costa Rica, con un objetivo inmediato: conseguir armas que le eran negadas en EEUU. Luego del triunfo de la revolución, los contactos con Moscú se gestionaron preventivamente casi de inmediato, y por iniciativa cubana, mucho antes de iniciarse los roces con EEUU por la Ley de Reforma Agraria y otras medidas. Al mismo tiempo que todo eso se procesaba en estricto secreto, Castro públicamente, e incluso en un viaje a EEUU, eludía con ambigüedades tomar compromisos que comenzaban a exigirle
desde Washington, para despejar los interrogantes y temores que despertaba en el imperialismo su política. Tomándose de esos y otros hechos, una legión de charlatanes, al estilo de Montaner, han elucubrado sobre la “conspiración comunista” de los Castro y el Che Guevara, dirigidos desde Moscú, que explicaría todo lo sucedido. En verdad, el Kremlin estaba desinteresado por completo de lo que pasaba en Cuba, a la que consideraba, en el marco de los acuerdos de Yalta-Potsdam, parte de la esfera de influencia de EEUU. Tanto frente a EEUU como ante la Unión Soviética, fue la dirección cubana quien llevó la iniciativa, y no al revés, inicialmente dentro de una política pragmática para aprovechar el enfrentamiento entre ambos bloques de la guerra fría. [Gott, 178 a 183], [Farber, “The Origins…”, 143 y ss.]. 13.- Un ejemplo de esta dialéctica entre lo subjetivo y lo objetivo fue la expropiación final de la burguesía. Al comenzar los problemas del gobierno de Castro con EEUU y ante medidas que aún eran moderadas (Ley de Rebaja de Alquileres, Reforma Agraria, etc.), la burguesía comete el error garrafal de irse en masa a Miami. Mucho antes de que los expropiaran, los burgueses, se toman así una especie de “vacaciones”, seguros de que el “Gran Hermano” de Washington pondría “la casa en orden” en semanas o meses. El “cipayismo” o “malinchismo” superlativo de la burguesía cubana, en la que seguía vivo el anexionismo, le juega una mala pasada. Su decisión de ausentarse es contestada con la intervención de sus empresas y fincas, y luego con la expropiación. [Murray, 48 y ss.] Sus hijos y nietos aún siguen esperando volver… y recuperar sus propiedades. 14.- Esta ubicación (relativamente) “por encima” de las clases, puede ilustrarse también con los episodios (mucho menos conocidos) de choques con sectores de trabajadores durante el mismo proceso revolucionario. Así, Castro, el 21 de mayo de 1959, salió a enfrentar duramente a campesinos y trabajadores rurales que habían iniciado un reparto de tierras. ¡Sería él, desde arriba, quien dispondría de eso mediante la Ley de Reforma Agraria, no los campesinos ni los obreros rurales! [Murray, 62]. Lo mismo sucedió en relación a huelgas obreras, condenadas incluso antes de ser expropiadas las empresas privadas. En relación a los sindicatos, tiempo después de ser barridos por los mismos trabajadores los burócratas mujalistas que habían servido a la dictadura, Castro inició desde arriba una purga de dirigentes –gran parte de ellos provenientes del 26 de julio– que no eran incondicionales, y los reemplazó principalmente con burócratas del PSP, de obediencia garantizada. [Farber, “The Origins…” 122123, 125-126, 163] [Murray, 94 y ss.]
Textos citados – “Brief History of the Cuban Labor Movement & Social Policy”, Gente de la Semana, Vol. 1, Havana, January 5, 1958, No. 1, American Edition. – Claves Nº 1, “1959: ¿Qué fue la revolución cubana?”, 03/04/08 – Farber, Sam, “The Origins of the Cuban Revolution Reconsidered”, University of North Carolina Press, USA, 2006. – Gott, Richard, “Cuba – A new history”, Yale University Press, USA, 2005. – Mandel, Ernest, “In Defence of the Permanent Revolution”, International Viewpoint, 32, 1983. – Murray, Joseph P., “La segunda revolución en Cuba”, Iguazú, Buenos Aires, 1965. – Trotsky, “La révolution trahie”, en “De la révolution”, Les Éditions du Minuit, París, 1963. Febrero 2017 - 35
CENTENARIO DE LA REVOLUCION RUSA
BIENVENIDOS EL BALANCE Y LOS DEBATES ΞΞPor Guillermo Pessoa
E
n noviembre de este año (según el nuevo calendario) se estará cumpliendo el primer centenario de la Revolución Rusa. Como dicen muchos manuales de secundaria en nuestro país: “ese proceso que llevó a la toma del poder a los sectores obreros y campesinos, comandados por el partido bolchevique de Lenin y Trotsky”. Bienvenida la oportunidad entonces para intentar un balance y abrir los debates necesarios de cara a la actualidad. Para muchos, la caída de la URSS en 1991 es la evidencia del fracaso de esa experiencia. El régimen de Stalin como el de los dirigentes del PCUS que lo sucedieron, es la continuación sin 36 - Febrero 2017
disrupciones de lo acaecido en aquel 1917. Esta es la versión canónica de las clases dominantes del mundo y también de muchos que se dicen de centro izquierda o progres. Incluso, aún quedan determinadas corrientes del viejo tronco del PC, aquí y en el mundo, que coincidirían con lo de la continuidad señalada y se ven en más de un problema para explicar entonces su caída. Dentro de las corrientes trotskistas o filo trotskistas el debate existe (no todo lo que éste merecería, en verdad) en cuanto a las caracterizaciones sobre el tipo de Estado y sociedad que emergieron en la Rusia Soviética. El historiador español Josep Fontana, profesor emérito de la
Universidad Pompeu Fabra y miembro del Consejo Editorial de la revista política de izquierda Sin Permiso, pronunció una conferencia (“La Revolución Rusa y nosotros”) en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) el pasado 24 de octubre en el marco de unas jornadas sobre la Revolución Rusa. Nos permitiremos algunos breves comentarios sobre la misma. En primer lugar, recalcar los muchos aspectos en los que coincidimos: la reafirmación en cuanto a que la revolución bolchevique no fue una conspiración voluntarista de un grupo jacobino, sino que contó con el apoyo de amplias masas obreras y campesinas, el señalamiento de marcar un hito en cuanto a la degeneración stalinista y cómo ésta sirvió para que el imperialismo y las distintas burguesías mundiales desprestigiaran y enlodaran el socialismo, pese a eso, como bien señala Fontana, el miedo de éstas al “verdadero comunismo” obligó a reformas de mayor y menor cuantía en el capitalismo mundial. Son afirmaciones valederas que marcan además un balance del siglo pasado. Sí, nos parece necesario realizar uno o dos señalamientos que dejaremos planteados para comenzar un debate que puede ser fructífero, además de perentorio. Para ello, nos vemos obligados a transcribir los últimos párrafos del texto/conferencia: Pero que nos lleve a más, por otra parte, a reflexionar sobre algunas lecciones que los hechos de 1917 pueden ofrecernos en relación con nuestros problemas del presente. Porque resulta interesante comprobar que cuando un estudioso del capitalismo global contemporáneo como William Robinson se refiere a la crisis actual llega por su cuenta a unas conclusiones con las que habría estado de acuerdo Lenin: que la reforma no es suficiente -que la vieja vía de la socialdemocracia está agotada- y que uno de los obstáculos que hay que superar es justamente el del poder de unos estados que están hoy al servicio exclusivo de los intereses empresariales. Para acabar concluyendo que la sola alternativa posible al capitalismo global de nuestro tiempo es un proyecto popular transnacional, que va a ser el equivalente de la revolución socialista mundial que invocaba Lenin en abril de 1917 cuando bajó del tren en la estación de Finlandia. Las fuerzas que deberían construir este proyecto popular serán seguramente muy diferentes de los partidos tradicionales del pasado. Serán fuerzas como las que hoy surgen de abajo, de las experiencias cotidianas de los hombres y las mujeres. Del tipo de las que se están constituyendo a partir de las luchas de los trabajadores de Sudáfrica o los indígenas de Perú contra las grandes compañías mineras internacionales, de las de los zapatistas que reivindican una rebeldía “desde abajo y a la izquierda”, de los guerrilleros kurdos del Kurdistán sirio que quieren construir una democracia sin estado, los maestros mexicanos que se manifiestan en defensa de la educación pública, los campesinos de muchos países que no militan en partidos, sino en asociaciones locales como el Movimiento Unificado de campesinos del Aguán, que presidía José Ángel Flores: unas asociaciones que se integran en otros de nivel estatal, como el Consejo de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras, que dirigía Berta Cáceres, que a su vez lo hacen en una gran entidad transnacional como es Vía Campesina...(Negritas nuestras). Nuevamente una coincidencia fundamental: el agotamiento de toda vía reformista y lo actual que resulta poner sobre la mesa un proyecto internacional al capitalismo globalizado del
siglo XXI (esta última premisa es patrimonio del socialismo revolucionario desde siempre, pero ahora vuelve a presentarse con asombrosa vigencia, ante los proyectos quiméricos y reaccionarios de un Trump u otras expresiones imperialistas semejantes). ¿En dónde surgen con Fontana (y no sólo con él, su pensamiento no es privativo suyo solamente) diferencias más que importantes? En el programa propuesto y en los actores sociales y políticos que los llevarían a cabo. Y precisamente al dejar en claro esto, podemos hallar un principio de respuesta al fracaso de los “socialismos reales”. Pensamos que el mérito de nuestra corriente es el intento de elaboración permanente y cotejamiento con la realidad, en desentrañar dicha experiencia fallida como así también los otros procesos revolucionarios con expropiación de la burguesía que conoció la humanidad luego de la Segunda Guerra Mundial* (1). La carencia de la clase obrera dirigiendo efectivamente el Estado de la transición y la sociedad que lo acompaña, siendo realmente la clase dominante de ese proceso, fue una de las causas fundamentales de su fracaso posterior (salvando la rusa que durante un período, no sin errores y disrupciones, aquello pudo acontecer; en las demás revoluciones esto jamás se llevó a cabo). Fontana no pone el acento aquí, y si bien reconoce la existencia de un sujeto transformador, los que menciona (campesinos, indígenas, maestros, etc.) no pasan de un enunciado algebraico. Por supuesto que es con ellos, pero no desde ellos, que se logrará el cambio transformador. Y aquí aparece una segunda diferencia de peso, ese cambio también se expresa con suma generalidad: “proyecto popular, proyecto transnacional” sin decir expresamente que éste tiene nombre y apellido: socialismo, entendido como la expropiación social y política de las viejas clases dominantes. Es una pena que no desarrolle aquello de que “sería equivalente al socialismo mundial que mencionaba Lenin”. ¿Es que perdió vigencia dicho postulado? y en último lugar, el actor político que podría acaudillar este proceso es (o son) para el historiador español, organizaciones como el zapatismo y otras de tipo movimientista en donde brilla por su ausencia el partido. No sólo eso, pareciera que se recomienda su inexistencia (“campesinos de muchos países que no militan en partidos políticos”). Por supuesto que Fontana tiene derecho a pensar así, creemos, eso sí, que esa aseveración merece también un debate. Opinamos entonces que aquí están expuestas coordenadas más que interesantes para ingresar al año del centenario de la revolución bolchevique, volviendo sobre sus pasos, revisando lo que haya que revisar y manteniendo en alto lo que consideramos algunas de sus enseñanzas que estimamos universales: el socialismo como proyecto internacional, hegemonizado por la clase trabajadora como caudillo de los demás sectores explotados con sus propios organismos y partidos, como estado mayor de la revolución que se propone. El texto de Fontana (y deseamos que así también esta breve nota) aportan en esa dirección y pueden abrir una fecunda y provechosa discusión. * Fundamentalmente con dos trabajos: Notas sobre la Teoría de la Revolución Permanente a comienzos del siglo XXI – II: Las revoluciones de la segunda posguerra y el movimiento trotskista, por Roberto Sáenz SoB 17/18 y Plan, mercado y democracia obrera – La dialéctica de la transición socialista, por Roberto Sáenz SoB 25.
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CENTENARIO DE LA REVOLUCION RUSA
LECCIONES DEL GRAN AÑO (9 DE ENERO DE 1905 - 9 DE ENERO DE 1917) ΞΞLeón Trotsky Publicado en Novy Mir, Nueva York, 20 de enero de 1917.
L
os aniversarios revolucionarios no son sólo días para conmemorar, son días para sacar lecciones de las experiencias revolucionarias. Especialmente para nosotros, los rusos. Nuestra historia es pobre. Nuestra llamada “originalidad nacional” está compuesta en gran parte de pobreza, grosería, incapacidad y atraso. Fue la Revolución de 1905 la que abrió primero ante nosotros la gran autopista del progreso político. El 9 de enero, el obrero de Petersburgo golpeó el portón del Palacio de Invierno.* El 9 de enero todo el pueblo ruso golpeó el portón de la historia. El conserje real no respondió al golpe. Nueve meses después, sin embargo, el 17 de octubre**, se vio obligado a abrir el pesado portón del absolutismo. No importaron todos los esfuerzos de la burocracia, una pequeña rendija quedó * El 9 de enero de 1905 los obreros de Petrogrado protagonizaron una manifestación que peticionaba al zar, entre otras demandas, la jornada de 8 horas y el derecho de huelga. La manifestación estaba dirigida por el cura Gapón. En ella participaron activamente los socialdemócratas. Los manifestantes fueron reprimidos por las fuerzas zaristas en lo que se conoce como el “domingo sangriento”. ** Luego de la huelga general de Petersburgo (Petrogrado), el zar Nicolás se vio obligado a proclamar, el 17 de octubre, un Manifiesto Constitucional, en el que otorgaba mínimas concesiones a las masas.
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abierta para siempre. La revolución fue derrotada. Ahora la dirigen las mismas viejas fuerzas y casi las mismas figuras que gobernaban Rusia doce años atrás. Pero, sin lugar a dudas, la revolución ha cambiado a Rusia. El reino del estancamiento, la servidumbre, el vodka y la humildad se ha convertido en el reino de la fermentación, el criticismo, la lucha. Donde una vez había una masa amorfa -el pueblo impersonal amorfo, la “Santa Rusia”- ahora, las clases sociales se oponen conscientemente unas a otras, surgieron partidos políticos, cada uno con su programa y métodos de lucha. El 9 de enero abre una nueva historia rusa. Es una línea marcada por la sangre del pueblo. No hay vuelta atrás en esta línea a la Rusia asiática, a las malditas prácticas de las generaciones anteriores. No hay vuelta atrás. No la habrá nunca. No fue la burguesía liberal, ni los grupos democráticos de la baja burguesía, ni los intelectuales radicales, ni los millones de campesinos rusos, sino el proletariado ruso el que ha comenzado con su lucha la nueva era en la historia rusa. Esto es elemental. Sobre esta base, nosotros los socialdemócratas hemos construido nuestras concepciones y nuestras tácticas. El 9 de enero, fue el cura Gapón (figura fantástica, combinación de aventurero, entusiasta histérico e impostor) quien estuvo a la cabeza de los obreros de Petersburgo. Su sotana de cura fue la última ligazón que conectó entonces a los obreros con el pasado, con la “Santa Rusia”. Nueve meses después, en el curso de la huelga de octubre -la mayor huelga política que
haya visto la historia-, estaba a la cabeza de los obreros de Petersburgo la organización de autogobierno que ellos mismos habían elegido: el soviet de diputados obreros. Contenía a muchos de los obreros que habían estado entre la gente de Gapón. Nueve meses de revolución habían hecho crecer a esos hombres como hicieron crecer a toda la clase obrera que el soviet representaba. En el primer período de la revolución, las actividades del proletariado eran vistas con simpatía inclusive eran apoyadas por la sociedad liberal. Los Miliukov* esperaban que el proletariado golpearía al absolutismo y lo harían inclinarse a un compromiso con la burguesía. Sin embargo, el absolutismo, que durante siglos fue el único amo del pueblo, no tenía deseos de compartir su poder con los partidos liberales. En octubre de 1905, la burguesía aprendió que no podía obtener el poder antes de que se rompiera la columna vertebral del zarismo. Esta bendita cuestión podría ser lograda, evidentemente, sólo por una revolución victoriosa. Pero la revolución puso a la clase obrera en el primer plano, la unió y solidificó no sólo en su lucha contra el zarismo, sino en su lucha contra el capital. El resultado fue que cada nuevo paso revolucionario del proletariado en octubre, noviembre y diciembre (el tiempo del soviet), movió a los liberales cada vez más en la dirección de la monarquía. Las esperanzas de cooperación revolucionaria entre la burguesía y el proletariado se convirtieron en una utopía sin esperanza. Aquellos que no lo vieron entonces y no lo comprendieron después, aquellos que todavía sueñan con un levantamiento “nacional” contra el zarismo, no entienden la revolución. Para ellos la lucha de clases es un libro cerrado. A fines de 1905, la cuestión se hizo aguda. La monarquía había aprendido a través de la experiencia que la burguesía no apoyaría al proletariado en la batalla decisiva. La monarquía decidió entonces moverse contra el proletariado con todas sus fuerzas. Los días sangrientos de diciembre se sucedieron. El consejo de diputados obreros fue arrestado por el Regimiento Ismailovski que permanecía leal al zarismo. La respuesta del proletariado fue inmediata: la huelga en Petersburgo, la insurrección en Moscú, los tormentosos movimientos revolucionarios en todos los centros industriales, la insurrección del Cáucaso y las provincias letonas. El movimiento revolucionario fue aplastado. Muchos pobres “socialistas”, rápidamente, sacaron la conclusión de nuestras derrotas de diciembre que una revolución en Rusia era imposible sin el apoyo de la burguesía. Si esto fuese verdad, sólo significaría que una revolución en Rusia es imposible. Nuestra alta burguesía industrial, la única clase que posee poder real, está separada del proletariado por una barrera insuperable de odio de clase, y necesita de la monarquía como pilar del orden. Los Guchkov**, Krestovnikov y Ryabuchinski*** no pueden dejar de ver en el proletariado su enemigo mortal. * Miliukov, Pavel Nikolaievich (1859-1943): profesor de historia en la Universidad de Moscú. Líder cadete. Miembro de las 3ra. y 4ta. Dumas. Ministro de Asuntos Exteriores del gobierno provisional en marzo-mayo de 1917. Antibolchevique, inspiró numerosas tentativas contrarrevolucionarias. Emigró a París. ** Guchkov, Alexander Ivanovich (1862-1936): terrateniente e industrial moscovita. Fundador y líder de los “octubristas” en 1905. Presidente de la 3ra. Duma. Ministro de Guerra y Marina en marzo-mayo de 1917. Contrarrevolucionario. Emigró a Berlín. *** Ryabuchinski, Pavel Pavlovich (1871-1924): magnate textil multimillonario. Cadete. Miembro del “bloque progresista” en la Duma. Apoyó a Kornilov.
Nuestra burguesía industrial y comercial media y baja ocupa un lugar insignificante en la vida económica del país, y está enredada en la red del capital. Los Miliukov, dirigentes de las clases medias bajas, tienen éxito en la medida que representan los intereses de la alta burguesía. Esta es la razón por la que el líder cadete**** llamó al estandarte revolucionario un “trapo rojo”; es por ello que declaró, después del comienzo de la guerra, que si era necesaria una revolución para asegurar la victoria sobre Alemania, preferiría que no hubiera victoria alguna. Nuestro campesinado ocupa un inmenso lugar en la vida rusa. En 1905, fue conmovido hasta sus raíces más profundas. Los campesinos echaban a sus señores, prendían fuego a las haciendas, tomaban la tierra de los terratenientes. Sí, la maldición del campesinado es que está desperdigado, desunido, retrasado. Es más, los intereses de los distintos grupos campesinos no coinciden. Los campesinos se levantaron y lucharon con fiereza contra sus esclavistas locales, sin embargo se detuvieron con reverencia ante el esclavista de toda Rusia. Los hijos de los campesinos en el ejército no entendieron que los obreros estaban derramando su sangre no sólo por ellos, sino también por los campesinos. El ejército fue una obediente herramienta en manos del zarismo. Aplastó la revolución obrera en diciembre de 1905. Quien reflexione sobre las experiencias de 1905, quien dibuje una línea desde aquel año hasta el presente, comprende hasta qué punto los deseos de nuestros socialpatriotas, de cooperación revolucionaria entre el proletariado y la burguesía liberal, son totalmente quiméricos y lamentables. Durante los últimos doce años el gran capital realizó grandes conquistas en Rusia. La mediana y baja burguesía se ha hecho aún más dependiente de los bancos y trusts. La clase obrera -que creció en número desde 1905-, ahora está separada de la burguesía por un abismo más profundo. Si la revolución “nacional” fue un fracaso doce años atrás, hay aún menos esperanzas que ella estalle en el presente. Es verdad que en los últimos años el nivel cultural y político del campesinado ha aumentado. Sin embargo, son menos fundadas las esperanzas en el rol revolucionario del campesinado que hace doce años. El único aliado real del proletariado urbano es el estrato del proletariado y semiproletariado de la aldea. Pero un escéptico puede preguntar, “¿hay alguna esperanza en una revolución victoriosa en Rusia en estas circunstancias?” Es una pregunta particular. Desde las columnas de Novy Mir nos esforzamos por demostrar que las esperanzas existen y tienen bases sólidas. Pero algo está claro: si llega una revolución, no será el resultado de la cooperación entre el capital y el trabajo. La experiencia de 1905 muestra que ésta es una miserable utopía. Familiarizarse con esas experiencias, estudiarlas, es el deber de cada obrero pensante que esté ansioso por evitar los trágicos errores. Es en este sentido que hemos dicho que los aniversarios revolucionarios no sólo son días para conmemorar, sino días para sacar lecciones de las experiencias revolucionarias. **** Cadete o kadete: miembro del Partido Constitucional Demócrata (KDT, en ruso), partido burgués fundado en 1905, dirigido por Miliukov. Apoyó a la monarquía constitucional, luego se inclinó por una república. Participó en el gobierno provisional de 1917, trabajó por la derrota del gobierno soviético después de la Revolución de Octubre. Después de la guerra civil sólo existió en la emigración.
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2 de marzo
BERTA CACERES
A
un año del asesinato de la compañera Berta Cáceres, el crimen político continúa en la impunidad pese a todas las evidencias que apuntan contra la empresa DESA. El Estado de Honduras con Juan Orlando a la cabeza, mostrando su complicidad con la empresa es responsable de encubrimiento, que pretende disimular mediante tácticas como el robo del expediente, y la captura a cuenta gotas de supuestos autores materiales, dejando de lado los autores intelectuales y políticos que dieron la orden y facilitaron el crimen.
Desde Socialismo o Barbarie nos sumamos a la jornada mundial exigiendo justicia frente al crimen. Acompañamos a la familia de Berta en todas sus exigencias. Y reiteramos el llamado a las organizaciones sociales a retomar con URGENCIA la lucha unitaria en defensa de los intereses de los trabajadores y pueblo hondureño, abandonados por el oportunismo y vanguardismo que sólo ha beneficiado al régimen autoritario y fraudulento instaurado después del golpe de estado del 2009.
Comunicado de La Familia de Berta A un año del asesinato de nuestra amada hija, madre, hermana, tía, sobrina y prima Berta Isabel Cáceres Flores, comunicamos lo siguiente: … 2. A un año de éste crimen POLÍTICO los autores intelectuales no han sido castigados y no se han abierto líneas de investigación contra la Junta Directiva de DESA ni contra sus accionistas, no se tomaron en cuenta las 33 denuncias por amenazas a muerte que nuestra Bertita interpusiera en el año 2015 contra la Empresa Desarrollos Energéticos S.A. y a pesar de que ella gozaba de medidas cautelares otorgadas por la CIDH ... Berta fue sometida a 4 procesos judiciales antes de ser asesinada y denunció incansablemente que la perseguían escuadrones de la muerte por órdenes de la Junta Directiva de DESA y por FUNCIONARIOS PÚBLICOS DE ÉSTE GOBIERNO. 3. El Estado hondureño y la empresa Desarrollos Energéticos S.A. mantiene bajo el terror y amenazas a la población indígena lenca que defiende el río Gualcarque, pero también ha desatado una guerra mediática y jurídica contra las víctimas de éste crimen, contra la organización que ella dirigía y contra ésta familia a la que se le ha impedido tener acceso a la información porque el estado del caso se mantiene en secretividad, desarrollando a su vez una agresiva campaña de odio especialmente contra sus 3 hijas a través de los 18 mil call centers pagados con nuestros impuestos por el Gobierno nacionalista y de los medios de comunicación tarifados que
tal cual como actuaron contra nuestra Berta ahora se desatan con toda su furia contra Olivia, Berta y Laura, quienes además sufren persecución y amenazas de todo tipo. 4. Ante la grave situación expuesta anteriormente CONVOCAMOS A TODOS LOS PUEBLOS DE TODO EL MUNDO a que nos manifestemos con actos políticos, culturales y espirituales a partir del 1 hasta el 4 de marzo celebrando la vida de nuestra guerrera Bertita, condenando su asesinato y exigiendo Justicia en los siguientes términos: • Castigo a los autores intelectuales. • Que se abran líneas de investigación de manera inmediata contra la junta directiva de DESA y sus accionistas. • Derogación y cancelación definitiva de las concesiones de nuestros territorios para la imposición de proyectos energéticos y mineros de muerte, en especial del proyecto Agua Zarca de DESA que sigue operando de manera ilegal en nuestros territorios. • El cese de las amenazas, de la persecución y de la campaña de odio contra las víctimas desatada por el Estado hondureño y las élites de Poder dueñas de los medios de comunicación tarifados. • Que el Río Gualcarque sea declarado Patrimonio de la humanidad. • Que se suspenda el estado de secretividad del caso de Berta Cáceres para las víctimas. La Esperanza, Intibucá 17 de febrero del 2017