Homenaje de la Academia Nacional de Historia a su Miembro Correspondiente, Dr. José María Ve lasco /barra, en el 1 Centenario de su natalicio.
Homenaje de AYMESA al Dr. José María Velasco Ibarra, cinco veces Presidente de la República del Ecuador Quito, marzo 19 de 1993
INTRODUCCION La BibllotecaAYMESA de Historia Ecuatoriana vuelve a engalanarse con la publicación de este tomo destinado a almacenar los principales documentos. artículos y d iscursos escritos y pronunciados por el doctor JOSE MARIA VELASCO IBARRA. cinco veces Presidente del Ec uador, sobre la vida, la personalidad y la obra del Libertador SIMON BOLIVAR. El propósito de estos garabatos introductorios es demostrar que hablar de Bolívar y hablar de Velasco Ibarra es casi lo mismo. La amistad. la simpatía y la compenetración entre estos dos personajes es un hecho real que, a pesar de la diferencia temporal y espacial en que vivieron y actuaron. los hace contemporáneos en el pensamiento y en la genialidad.
EL ESPIRITU, LA MENTALIDAD Y EL LENGUAJE.El hombre que inicia el trabajo de conocerse a sí mis mo, como paso previo para conocer a los demás, sabe que no es pos ible mirarse d e manera directa, como en un espejo. sino a través de diferentes niveles de pantallas sobre las cuales él se proyecta y proyecta a los otros. Es labor del historiador y del filósofo la demostración de estos distintos planos de proyección, porque ellos, a su vez, crean motivos distintos de comprensión y adhesión. En el mensaje y testimonios que la historia recoge de las grandes personalidades se puede y se debe efectuar una descomposición de niveles que, aunque muy delicada, es la
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única que nos ayuda a limpiar al personaje de todas las añadiduras y extrañezas aumentadas por los tiempos para situarlo en su justo medio y posición. Se puede hacer referencia a tres planos o niveles fundamentales dentro de esta labor de análisis. El primero corresponde a eso que se llama el LENGUAJE. El segundo apunta a lo que sería la MENTALIDAD. El tercero. más profundo y menos visible. pertenece a lo que de manera general se denomina el ESPIRlTU. Ciertas valiosas orientaciones para efectuar esta tarea de separación y limpieza fueron indicadas por el filósofo francés Jean Guitton en su celebrada obra de los "Perfiles Paralelos". ESPIRlTU es la fuerza. el empuje. la originalidad y la viveza que un gran personaje, provisto de un pensamiento intenso y de una doctrina perseverante. trae al mundo de los hombres. Es la causa de una nueva página en la historia de las civilizaciones. Al espíritu no le dan fisonomía solo el pensamiento y las ideas de un gran hombre, aunque éstas sean parte constitutiva de cualquier personalidad. Al espíritu pertenece también todo cuanto ese hombre ha sido, ha hecho y ha hecho hacer a los demás. Pronto nos damos cuenta que este espíritu nunca nos llega en toda su pureza y vigor. Siempre se mueve en escalas diferentes y viene acompañado de una serie de elementos que le preceden. le contaminan, le alteran , le cubren y, a lo mejor. le pierden. El principal de esos elementos. imprescindible, inevitable y tal vez el más aparente, es el LENGUAJE. Lenguaje no es solo el vocabulario que compone un idioma sino todo ese material escrito, documentado e iconográfico, que va más allá del pensamiento, que le produce o le transporta. le ayuda o le prolonga, le reduce o le extiende, aunque en sí mismo sea un ropaje muerto. indefinido, y permanezca siempre extraño a él.
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La MENTALIDAD, en cambio, es para Guitton "ese pensamiento anterior al pensamiento, ese humus mental en el que la idea la más personal debe agarrarse con fuerza; esa tabla innata de categorías y de valores impuestos por el medio para arropar y regular nuestros juicios". En una palabra, es el conjunto de esos supuestos, asumidos y aceptados sin crítica, ni discernimiento, ni conflicto, que forma el arsenal con que nos despertamos a la vida, recorremos por ella, somos parte de ella y somos constttuídos en una época histórica peculiar. La mentalidad nunca se presenta explícitamente confesada ni admitida. Por lo general, se sitúa encima de las disputas entre las escuelas y a menudo, en un mismo período, las mentalidades opuestas la aceptan igualmente, lo que les hace parecerse. Aunque sobre la base de una lógica común, los modos de pensar nunca son concebidos de la misma manera, sino que se revisten de valores encontrados, de matices diferentes, de prolongaciones propias o de sentidos inseguros, según las diferentes maneras de vivir y discurrir. Cada tiempo, cada región, cada sociedad tiene su propia mentalidad, distinta de todas las demás. Cuando tenemos la misma mentalidad del adversario, discernimos mal lo que nos enfrenta. Es entonces cuando el paso del tiempo es fuente de luz, porque la separación del espíritu y de la mentalidad, imposible a realizarse en el mismo momento, puede operarse por el análisis retrospectivo. Al anciano, en cierta manera, pero sobre todo al historiador pertenece el privilegio de poder percibir, detrás de los acontecimientos, eso que fue parte de la mentalidad, eso que fue parte del espíritu y eso que fue solo lenguaje. ¡Qué dificil en términos de la crítica histórica, pero al mismo tiempo qué interesante y curioso, dJsttngutr y limpiar en un protagonista de la historia lo que viene del
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lenguaje, lo que pertenece a la mentalidad y lo que es del espíritu! Para ejercitar esta delimitación por la vía más eficaz, Guitton aconseja la práctica de la comparación por paralelo entre dos grandes espíritus.
COMPARACION POR PARALELO.Una comparación por paralelo consiste básicamente en un intercambio, en un ir y venir continuo, con ocasión de ideas, términos y doctrinas, entre dos espíritus, guardando siempre en el estudio del uno el recuerdo del otro; proyectando las ideas del uno en el pensamiento del otro para captar allí su imagen o su caricatura y todo esto para finalmente distinguir, por una auténtica reflexión, lo que es propio a cada uno.Por lo mismo, esta comparación no puede ser parcial ni puede descuidar nada Mientras mayores son las dimensiones y la calidad de un espíritu, mayores son las capacidades que se requieren para observarlo, apreciarlo y comprenderlo. "El espíritu no puede ser percibido sino por el espíritu", agrega Guitton. Un espíritu de altura no puede ser debidamente asimilado y transmitido sino por otro espíritu de medidas semejantes. Esta vía de comparación por paralelo permite definir la parte respectiva de influencias y la parte de originalidad en cada personaje. También por ella se puede captar, bajo la forma de un residuo, a la vez inexpresable pero esencial, lo que es el espíritu. Ni las ideas personales ni las influencias comprobadas caen directamente bajo la tutela de esa manera nuestra de pensar apropiada para el mundo físico, es decir hecha para medir la sucesión temporal y espacial de causas y efectos. Las ideas, cuando son eficaces y genuinamente espirituales, no actúan sobre otras por impre-
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sión obligada o transmisión automática, sino por una especie de irrupción, de apertura, de soplo o de ayudas imperceptibles que facilitan a un investigador el acuerdo consigo mismo. Cuando la obra de investigación penetra en ese campo donde brota el espíritu, termina la labor de la crítica historica, para dar paso a la reflexión metafísica. Guitton destaca que la comparación por paralelo tiene un valor no solo metodológico sino fundamentalmente ontológico. Es un recurso en la búsqueda de la verdad por intermedio de la historia de los espíritus y, más precisamente, por la confrontación de dos espíritus de primera calidad. El paralelismo permite elevarse más allá de la simple descripción para suscitar el juicio de la inteligencia sobre esa verdad eterna que se sitúa en los confines de la Wstoria. Entre los dos mundos que se distribuyen el ser: el de las esencias y el de las existencias. el filósofo se ocupa de las primeras y el historiador de las segundas. Gracias al análisis intemporal de la comparación, propuesto por el citado autor, los perfiles paralelos se encuentran en el ámbito de las esencias y por tanto pueden ser remitidos a otro mundo y a otro tiempo. A pesar de que aparecieron en un momento histórico determinado, forman parte de categorías que les atraen y acercan, sin importar sus oposiciones: se ocupan de los mismos problemas que inquietaron a su época y casi en los mismos terminos en que éstos se formularon. Los dos piensan lo mismo, en contextos diferentes. No nos sorprendamos que los genios estén menos distantes entre sí que los hombres comunes, porque los dos son parte de ese conjunto de datos, verdades , sabidurías y experiencias que se precisan al confrontarse y se enriquecen al transmitirse. En este carácter intemporal está todo el peso y el precio del método ofrecido.
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DOS PERFILES PARALELOS.El Libertador Simón Bolívar y el presidente ecuatoriano José María Velasco Ibarra forman dos siluetas para quienes conviene admirablemente esta comparación por paralelo. No importa que los dos sean contemporáneos. Poco valor tiene que un siglo les separe. No es importante que se hayan encontrado en un mismo lugar o que cada cual haya visto la cara del otro. Estos dos personajes hubieran podido verse, conocerse o conversar uno con el otro. Si esto hubiera ocurrido, nada hubiera cambiado, nada se hubiera aumentado al conocimiento de sus espíritus. "Los genios no deben encontrarse, porque ellos podrían abusar de su parecido. Los espíritus verdaderamente maduros necesitan una soledad sagrada y sin contacto. Sus verdaderos encuentros están retardados al reino de los mu ertos. La comparacion profunda de los espíritus se desarrolla en un tiempo intemporal y por decirlo así en la memoria divina. Los genios no son absorbidos por el tiempo. Ellos se encarnan en él, se aprovisionan, se acrecientan, se perpetúan, pero su habitación se encuentra más allá. Son prototipos sin edad y sin arrugas. que pueden ser proyectados en otro tiempo y, precisamente, la genialidad d~l discípulo está en hacer que su maestro pertenezca a otro tiempo" (Guitton ). Cuando se aborda la obra de Velasco lbarra sobre Bolívar, no se tiene· impresión de asistir a un monólogo. en que el intérprete o el comentarista se mantiene activo y despierto ante un interlocutor del pasado y, por tanto, inerte e impasible. Tampoco podemos hablar de una simple reproducción de la lección del maestro por la habilidad del discípulo. Accedemos más bien a un diálogo concomitante entre dos almas del mismo rango. Entre ellos se escucha un intercambio de ideas, un ir y venir de doctri-
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nas y términos, un debate de causas y razones, una conversación en que la intervención del uno es la réplica de lo que dice el otro. Las ideas del Libertador se desmenuzan por el razonamiento del Presidente ecuatoriano y éste modela su pensamiento sobre el contenido del otro, de manera ágil, viva, veraz y convincente. Se dibujan con caracteres nítidos la imagen y el espíritu del primero en la personalidad del otro, sin mezclarse ni confundirse, sino conservando con propiedad y orgullo lo que pertenece a cada uno. Si el paso del tiempo es fuente de luz, en muchos sentidos, a través de Velasco Ibarra, es el mismo Bolívar que se ve y se juzga a sí mismo, con la ventaja de un siglo de experiencia, de claridad, de madurez. Bolívar encontró un espíritu gemelo en la mente de Velasco lbarra. He ahí la tremenda ventaja de la confrontación entre dos espíritus superiores. Los comentarios y estudios de Velasco lbarra ayudan a definir lo que es circunstancial y lo que es permanente; lo que es local y lo que es universal; lo que pertenece al lenguaje y a la mentalidad de Bolívar o, mejor dicho. del tiempo de Bolívar. y lo que pertenece al espíritu de Bolívar, es decir a esa dimensión que hace de Bolívar un miembro activo de la historia de siempre. El paralelismo entre estos dos seres privilegiados hace crecer más parecidos que distinciones. Los dos se encuentran con los mismos problemas en tiempos superpuestos. Los dos fueron precursores y arquitectos. Los dos pasaron por una tierra y por un tiempo, pero no pertenecieron a esa tierra ni a ese tiempo sino por accidente de nacimiento y de misión, porque su morada es universal y su biografia permanente. Muchas de las cosas que ellos pensaron y dijeron fueron novedosas y arriesgadas en su tiempo. Lo son todavía y tal vez serán para siempre. Es verdad que muchas de esas ideas han sido retrasadas: otras han sido pervertidas y otras, tal vez
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la mayoría. han sido olvidadas. Pero es así el aparente fracaso de los genios que parecen sucumbir por el fragor de los acontecinúentos, pero renacen, crecen y se multiplican en cualquier espacio y en cualquier clima. En ellos se verifica esta paradoja según la cual los espíritus sin deseos de generación son los que tienen mayor descendencia.
"EL BOLIVAR DE VELASCO IBARRA" La comparación por paralelo recorre por dos aspectos que merecen distinguirse y destacarse. En primer lugar, aparece la obra de interpretación de Bolívar que Velasco lbarra la realizó a lo largo de toda su vida con ampllos conocimientos, con argumentos pesados, con la pasión y el fervor característicos de su personalidad. Es la obra del historiador ilustrado, consciente y apasionado. Es la obra de Velasco lbarra frente a Bolívar. En esta publicación se colecciona una parte contundente de esa multiplicidad de estudios. artículos. conferencias. discursos políticos o académicos. cartas y comentarios. No se puede comprender, enlazar y sentir el discurso, el pensamiento. el carácter, la acción. la personalidad y el espíritu de Velasco lbarra arrancándoles del terreno sembrado y fecundado por Simón Bolívar. Velasco lbarra fue un bolivariano desde el vientre de su Madre. es decir un bolivariano de sangre, de cabeza y de corazón; pero fue también un bolivariano hecho a través de estudios, enseñanza y meditación. No solo en su obra escrita sino en toda su actividad como ciudadano, profesor, legislador y presidente. Bolívar es la column a vertebral. el sustento preferido. uno de los ejes cardinales y un fermento tan delicado como sensible.
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La influencia de Bolívar en este pensamiento no es el resultado de una conversión profunda, ni de un descubrimiento repentino, ni de un encuentro nuevo. Es una línea constante y permanente, una larga fidelidad, una vocación íntima. una maduración ascendente y, al mismo tiempo, una repetición luminosa y enriquecedora. Léanse, por ejemplo, los primeros estudios escritos en 1920 y compáreselos con los discursos de la última época. Se encontrará una misma tendencia, una misma dirección, una misma inspiración, un mismo polo de atracción y de encanto. Cada página de Bolívar, cada palabra de su repertorio y cada acontecimiento de su vida fueron motivo de reflexión pausada y constante; vehemente y profunda; audaz y comprometida, hasta sacar de ellos mucho de su jugo y su sabor. El amor a Bolívar no fue solo escrito y hablado. También vino acompañado de iniciativas concre tas para difundir y popularizar las enseñanzas del Libertador. Fueron numerosos sus ruegos "en pro de la fundacion de una liga, una orden de puritanos del bolivarismo, de fanáticos del bolivarismo y de la practica del bolivarismo". Antes de ser Presidente de la República, propuso, junto a otros intelectuales, la creación de una Universidad Bolivariana o, al menos, de una cátedra bolivariana en las universidades y colegios. Cuando, en los años cincuenta, se presentó esta idea al gobierno español. éste le invitó para que fuera él mismo quien ocupara esa cá tedra en primer lugar. Durante los últimos años de s u vida, e n su modesto retiro de Buenos Aires, Velasco lbarra se dedicó con particular interés a revisar, leer y conversar sobre el Libertador. Mantenía agradables e instructivas polémicas sobre temas bolivarianos con quienes le visitaban. Una enfervorizada atención puso al tema de Bolívar frente a San Martín. Discutía fuertemente con quienes desfiguraban las acciones e ideas del Libertador. Salvo una peque-
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ña carta dirigida en ese tiempo al doctor Mario Briceño Perozo, que se publica al final de este libro, esas palabras, comentarios y reproches quedaron solo en el recuerdo, porque nunca los escribió. Se conservan solo pequeñas alusiones, escritas a lápiz, como flechazos zahirientes, en los márgenes de los libros que leyó en esa época. Velasco lbarra no es el mismo fuera de los perfiles del Libertador. Esa es la maravilla de la interacción e identidad entre los grandes hombres. Velasco lbarra renace, vive, piensa y muere en Bolívar. Hay lugar suficiente para hablar de un "Bolívar de Velasco lbarra": un Bolívar original y distinto a los "Bolívar" de otros personajes. Bolívar. con todos sus talentos y su herencia colosal, no es el mismo después de haber pasado por la pluma y el discurso de Velasco lbarra La figura del Libertador recobra sentido, coherencia y aliento gracias a la abundante y sólida actuación del político ecuatoriano. La definición que Velasco lbarra confeccionó de los "bolivarianos" se aplica por excelencia y en primer lugar a él mismo. Muy pocos, mejor que él. pertenecen a esa clase de hombres que "llevan en su alma un destello, una ráfaga del incendio que era Bolívar, y la intensifican y caldean con ella el ambiente": esos hombres que son "fuerzas de justicia y de armonía en rudo combate contra el crimen y lo feo". Otro aspecto estrechamente solidario y complementario de la obra de interpretación bolivariana es la asimilación que hizo Velasco lbarra en su vida y su obra del pensamiento y la acción de Bolívar. Es la obra de Bolívar frente a Velasco lbarra: es Bolívar en Velasco lbarra o, aun más, es Bolívar hecho Velasco lbarra Bolívar también vuelve a nacer, a vivir, a pensar y a morir en Velasco !barra.
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Esta apropiación es posible por la técnica de esa intemporalidad de la que se habló anteriormente. Por ella queda abierta la oportunidad para introducirse en Velasco lbarra a través de Bolívar. Es esta una necesidad en la construcción del pensamiento y la fusión de los genios; un requisito ineludible para el trabajo del filósofo más que del historiador, o del historiador que quiere compartir la labor del filósofo. Las ideas no tienen el límite de las edades ni de las geografias y, por el contrario, son parte de ese "tiempo intemporal" y de ese "espacio sin dimensiones". Podemos hablar, entonces, de un "Velasco lbarra de Bolívar"; un Velasco Ibarra diferente y especial, a través de la presencia de Bolívar. Así como existe un Velasco lbarra bolivariano por esencia, hay también un Simón Bolívar "velasquista" por ese misterio del paralelismo entre personalidades. La manera como Velasco Ibarra concibe a Bolívar. le interpreta y le piensa, corresponde en mucho a la forma como él se vió sí mismo. Es su propia obra. su propia vida, su propia palabra analizada, juzgada y criticada a través de Bolívar. Es él mismo quien , en el espejo de Bolívar, se refleja y se justifica. Mucho de lo que sintió Bolívar como ser humano, como hombre de Estado y como estadista lo experimentó y lo sufrió Velasco Ibarra.
EL VALOR REAL DE BOLIVAR."Parece que esos que se Urunan grandes hombres deben simplemente ser colocados entre los casos anormales. si los productos de su genio son sin un valor real" (Boutroux). El "valor real" de Bolívar es lo que Velasco Ibarra supo estimar. aumentar. sacar a luz y practicar. Una personalidad que iba a hacer historia. de bía comenzar por conocer la historia. Velasco !barra para sus
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estudios de Bolívar toma el material de la historia: arranca de la historia: se prepara en la historia. Sin embargo, su pensamiento no se queda allí. Sobrepasa la historia y trata de extraer a Bolívar de su vestimenta pasajera en la encarnación histórica para encontrar en él el espíritu y la verdad del hombre universal. No se trata, repite muchas veces, de amontonar alabanzas sobre Bolívar, de "agobiar al pobre Bolívar con todo el diccionario de elogios y adulaciones, o de "inclinarse serviles ante el Bolívar tonante que entreven y divisan obscuramente". Si Velasco se enorgulleció siempre con la admiración por Bolívar, consideró ante todo su deber ineludible de buscar en -los escritos y en la obra del Libertador la expresión de esa verdad eterna sobre la especie humana y su existencia para transmitírnosla con la mayor integridad y fidelidad. Escuchemos su protesta contra esas "superficiales invenciones de quienes creen que dan aliento y espíritu a sus obras históricas pintando lo que llaman "lo humano" en los grandes hombres y haciendo de ellos seres degenerados moralmente. Pero nada de esto es Bolívar, por dicha!". Encontrar en Bolívar una definición completa d el ser humano con sus alturas y abismos, con sus virtudes y pecados, con sus capacidades terrenales y sus cualida des infinitas: poner de manifiesto en el ser y en el actuar de Bolívar una manera superior y grandiosa de ser hombre verdadero y hombre actual; asumir la condición humana como la mejor vocación de servicio y fecundidad: hacer de la cabeza y los brazos de Bolívar un programa atractivo de superación personal para estimular al individuo y los pueblos: he aquí el proyecto que se propuso Velasco !barra en sus obras bolivarianas.
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Pero, además de este programa de humanismo en el que nos dice lo que "es" el hombre, Velasco lbarra extrajo del "evangelio bolivariano", todo un manual de lo que "debe ser" el hombre, acompañado de un conjunto de normas y enseñanzas morales tanto para la vida privada como para la práctica política, administrativa y legislativa; toda una lista de "reglas de vida dadas por Bolivar al individuo, entre las que figuran: despreciar el dinero, orientar la vida con un ideal y ser fiel al ideal, amar la gloria, servir, despreciar las miserias, perdonar, ser inflexible respecto al deber fundamental". Son innumerables las citas que reproducen ese código moral que Bolívar dejó a los gobernantes, a los legisladores, a los militares, a los sacerdotes, a los maestro~>. Bolívar está presente como un tema perenne de meditación para mentalidades eruditas y de orientación para jóvenes idealistas. Bolívar vivió no solo para libertar los países sudamericanos y organizar su vida republicana, a principios del siglo XIX, sino que su presencia continúa recorriendo diversos episodios de la historia americana para inspirarlos, iluminarlos y corregirlos. Mediante un esfuerzo global de visión sincrónica de los hechos históricos, Velasco lbarra escribe, por ejemplo, un comentario sobre el espíritu de Bolívar y la constitución ecuatoriana de 1929. Con un siglo de distancia. Velasco lbarra confronta un texto constitucional deficiente del Ecuador con las enseñanzas legislativas del Libertador. Aunque ese "valor real" se ve muy disminuido y manoseado, Bolívar es hoy una moda editorial; es un personaje usual y transitorio, al menos por la cantidad de periódicos, novelas, biografias, historias. estudios y ensayos que aparecen en su nombre . Cuando Velasco lbarra escribió, corríamos por las primeras décadas del siglo. Entonces, el tema bolivariano era, al menos en el Ecuador, privilegio de pocos. El mismo Velasco !barra lo repetía
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con énfasis: "cuando yo era joven. fuera del arzobispo González Suárez, de mi madre y de mi tío Carlos, nadie hablaba nada de Bolívar". En el primer hogar de Velasco lbarra. en ese hogar de la casa materna empobrecido por la muerte prematura del Padre, pero enriquecido por la sabiduría santa de la Madre; en ese hogar que vivía según el ritmo de la historia y la efervescencia de los acontecimientos, Bolívar era el tema predilecto y casi único de las tertulias. Las tías y los tíos discutían fruncida y fogosamente sobre los episodios bolivarianos, ante la mirada curiosa del niño y ... joven José María. La conversación subía el volumen. La controversia no se hacía esperar. Para garantizar la fidelidad de las opiniones, los altercantes se sentaban sobre los libros bolivarianos a fin de evitar que los opositores consulten la argumentación para sus réplicas. En ese círculo de personalidades inteligentes y vigorosas, ocupaba un sillón elevado don Carlos lbarra Valdivieso. tío del Presidente, quien para la opinión pública ecuatoriana merece el calificativo de uno de los más fervientes y eruditos bolivarianos. Su sobrino le llamaba uno de los pocos bolivarianos en el sentido integral del concepto: "uno de los hombres que más ha comprendido a Bolívar en la América del Sur". A su generosa contribución se debe una parte voluminosa del monumento al Libertador que está sembrado en el parque de la Alameda de Quito. Relataba Velasco lbarra que, durante su estadía en París a comienzos de los años treinta. tuvo oportunidad de visitar frecuentemente a los escultores franceses que confeccionaron el citado monumento a Bolívar. Hombre fundamentalmente curioso e inquieto, escuchó de labios de los artistas la inspiración y concepción de la obra. Su corpulento arsenal bolivariano le hacía posible un diálogo
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efectivo y ágil con ellos. No se imaginó entonces que, pocos años más tarde, como Presidente de la República, le correspondería pronunciar en Quito el discurso de inauguración del monumento. Allí tuvo oportunidad de repetir todo cuanto conversó con los constructores y refutar las críticas que se propagaron en torno a la estatua. Las reflexiones del doctor Velasco sobre el pensamiento de Bolívar se ubican en una pirámide bien definida que se repite y se clarifica en todos los textos. El genio y la fuerza fisica, como los llama en uno de ellos, ocupan los vértices inferiores de la figura. En las esquinas del genio se ubican la razón, la libertad, la democracia. En las esquinas contrarias encuentran lugar el éxito, la brutalidad y la tiranía. No se oponen entre ellos por un conflicto dialéctico del cual pueda surgir una síntesis superior que los absorba, sino que los dos se mantienen en oposición constante a lo largo de la historia de los pueblos y así continuarán mientras vivan los hombres. Genio y fuerza son las dos palancas que mueven al mundo: los dos ejes en torno a los cuales se organiza toda la convivencia de los hombres. No obstante, los dos deben mantenerse sostenidos y amarrados con la moral. Sin esa indispensable su bordinación al ideal moral, ubicado en el vértice superior, los anteriores "son peores flagelos que el volcán y la mar". En los estudios bolivarianos que aquí se recogen no encontramos solo un campo del saber, sino que sobresalen múltiples conexiones con otras ramas de la sabiduría, tales como la ftlosofia de la historia, de la cultura, del derecho, de la religión, de la pedagogía. ~odas sus reflexiones responden a problemas que se plantearon en su tiempo dentro del ámbito sudamericano y que mantienen innegable actualidad. Entre otros, sobresalen el tema de la democracia y su organización; la autoridad y la libertad; las leyes y su elaboración: la fuerza y la democracia: la división de poderes: la soberanía de los pueblos: las liber-
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tades democráticas y sus derechos; la religión y la moral en ·1a vida de las poblaciones; la enfermedad del militarismo; la educación de los niños y jóvenes: la estructµra internacional de los estados: la intervención de la psicología y la sociología en el estudio de la historia. Velasco lbarra comprendió que a Bolívar no le faltó sabiduría para manejar sus circunstancias. Son esos gobernantes. adueñados de la historia. esos "caudillos" mediocres quienes no estuvieron a la altura del Libertador ni se desarrollaron como deberían haberlo hecho en vista de un bien más grande. El Libertador estuvo destinado a servir de guía a ese tiempo que le resultó escaso a Latinoamérica para asegurar el p aso de la esclavitud a la libertad. del Virreinato a la República. Es él el primero de los latinoamericanos. Visiblemente. nació para hacer la América del Sur y para hacer el Estado d emocrático adaptado a estos pueblos. pero la historia se atrasó a esa cita y parece que todavía lleva un largo p eríodo de retardo. Por el contrario Velasco !barra se encontró m ejor adaptado que Bolívar a la obscuridad de sus tiempos. También él se sintió llamado a forjar entre los ecuatorianos una "nueva independencia". no ya del yugo extranjero. sino de las tiranías políticas locales, de las argollas partidistas. de los caciques provinciales. de los usurpadores de la conciencia y su libertad. Fernando González. escritor colombiano de pujanza
y originalidad. en uno de sus ensayos apasionantes. señala a Velasco lbarra como "el primer gobernante que se ha preocupado por nuestra alma bolivariana. por la cultura. por el pueblo. fuente de toda manifestación y padre de los genios. Es el primer gobernante dJscípulo del Libertador", remata González. Quito, marzo de 1993 Jaime Acosta Espinosa
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VELASCO ORADOR En el presente volumen, que recoge una selección, lo más completa posible, de todo lo que el Dr. José María Velasco lbarra escribió o dijo sobre el Libertador Simón Bolívar, a lo largo de su importante y prolífica existencia de escritor, político y pensador, constan algunos discursos en los que su verbo fulgurante analizó con fuerza conceptual y forma extraordinaria el pensamiento bolivariano y lo que significó, ya en el campo de lo filosófico e ideológico, ya en el terreno de lo político y pragmático, para las nacientes repúblJcas, independizadas de España en el primer tercio del siglo XIX. Dichas piezas y su calidad, forman mérito suficiente para que se incluya esta somera referencia a la condición de Velasco como orador. Más o menos superadas las discusiones acerca de la controvertida personalidad del ex-Presidente: acalladas al mismo tiempo las voces de inusitada violencia en contra de su obra práctica y doctrinaria y las de los lisonjeros infaltables, es evidente que va quedando, al final del alambique decantador, el perfil inconfundible de un gran líder. Que Velasco fue un gran líder -e indudablemente uno de los más destacados del siglo XX- es una de las verdades más sólidas y estables al momento de juzgarle. También es indiscutible que su liderazgo se asentó en tres basamentos irrefragables: su inteligencia, su honradez y el poder que emanaba de su palabra convincente.
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Y no es que no hayan habido más ecuatorianos inteligentes y honrados. Desde luego que si. para satisfacción del país y honra de su historia, pero sucede que en Velasco lbarra. el talento y sus condiciones morales brillaron reflejados y difundidos, ante todo el conglomerado nacional y internacional, a través de su oratoria potente. Por la naturaleza de las cosas, sus artículos periodísticos, sus ensayos y libros, no pudieron llegar nunca fácilmente al común de sus conciudadanos. Esto es obvio en un país en el que, por diferentes circunstancias, las posibilidades de que el pueblo lea obras de calidad son casi nulas, a pesar del esfuerzo, nacido últimamente en diversas fuentes , para publicarlas y difundirlas. En cambio, fue más fácil para las gentes pegarse a un aparato receptor o acudir a las grandes concentraciones para escuchar, en vivo y en directo, al orador. Estas líneas mismo se escriben sin ningún discurso del doctor Velasco a la mano, dejando, intencionalmente, que sea solamente el recuerdo, el imborrable recuerdo, el que sirva de fundamento para la presente nota. Generalmente, y las excepciones simplemente confirman la regla, todo gran líder ha sido, a su vez, un gran orador. La palabra ha sido, y nunca dejará de ser. la más s encilla y poderos a forma de comunicación humana. La fuerza persuasiva de un conductor o caudillo siempre se ha manifestado con incomparable brillantez a través de la palabra. Revísense, en toda la historia, nacional o extranjera, los episodios m á s importantes y definidores del a contecer social y. s eguramente. aparecerá, c umpliendo su rol, el líder-orador. Por eso es que los adversarios y detractores del ex-Presidente. lo fueron también de su capacidad oratoria. Hasta ahora, no d eja de mencionarse peyorativamente, aquello de pedir un balcón en cada pueblo. Por eso la
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tontería. enunciada y canonizada por los infaltables filósofos en lo que es tan ubérrima nuestra tierra. de despreciar y casi proscribir la oratoria, con el mismo desaprensivo gesto con el que el sordo reniega de la música o el ciego de los colores. Confieso paladinamente que nunca fui partidario del doctor Velasco. En la campaña electoral de 1960, casi bachiller, estuve por la candidatura del doctor Gonzalo Cordero Crespo; en 1968, ya afiliado social cristiano, junto al doctor Camilo Ponce Enríquez. Solamente una vez tuve la feliz oportunidad de dJalogar con el ex-Presidente, una mañana inolvidable de Buenos Aires, en julio de 1977, cuando junto con Margarita Ponce Gangotena le entrevistarnos para ese gran periódico que fue "EL TIEMPO". La entrevista no fue del agrado de sus partidarios, porque en ella enunció el entrevistado su decisión de no volver al Ecuador y sus amJgos ya estaban·preparando uno más de sus triunfales retornos. La acotación es indispensable para que estos renglones no se supongan nacidos de la mera simpatía o de la acalorada adhesión. ¿De dónde nacía la gran oratoria de Velasco? ¿De dónde surgían sus discursos magistrales unos. de barricada otros, extraordinarios todos? La respuesta es muy simple: de su indudable y profunda inteligencia y de su amplísima erudición. Las briJlantes improvisaciones. ya en las campañas electorales, ya en el ejercicio del poder. ya, en fin , en sus conferencias, que iban de la sociología y lo jurídico hasta lo filosófico, tenían como base el extraordinario bagaje de conocimientos que había acopiado a lo largo de su vida. llena de profundas e innumerables lecturas y reflexiones.
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Nadie puede ser un buen orador sin ser. al mismo tiempo, un gran lector y un pensador que pueda. no solamente recrear y enriquecer lo leído, sino, aportar con originalidad, su propio pensamiento. Sus discursos estuvieron llenos de citas que revelaban su incesante y ávida lectura, a la que dedicaba, aún en pleno tráfago de su actividad, muchas horas diarias. Por eso, estaba siempre actualizado y, si se quiere , hasta adelantado a lo que se decía y opinaba en el medio circundante. También eso fue motivo de crítica por parte de los detractores, que le acusaban de mutación en sus puntos de vista, e incluso de contradictorias afirmaciones. Sin embargo. una atenta lectura de sus obras, oratorias o no, no dejan lugar a duda. el Velasco de la década de los treintas fue el mismo Velasco de cuarenta años después. La armazón de su intelectualidad fue, esencialmente, inmutable. Eso, en cuanto al fondo o -c ontenido de sus discursos. La forma Interna de ellos fue, así mismo. envidiable. Académico de la Lengua, usó el idioma con gran acierto. Puede decirse, con razón, que otros oradores de su época. como Arroyo del Río o Ponce Enríquez, tuvieron el don de componer sus discursos o improvisaciones con elevadas dotes de elegancia idiomática, riqueza de lenguaje y recursos literarios, pero las diferencias con Velasco en ese campo muy poco o nada le disminuyen u opacan. Aunque su palabra siempre fue directa y fuerte, llena algunas veces de alusiones urticantes. nunca cayó en la vulgaridad ni en lo aleve. Nunca debe preferirse, y peor cuando es indispensable decir las cosas por su nombre, la "delicadeza" de la forma a la honradez del fondo. La forma externa fue capítulo aparte. Propietario de una mímica sobresaliente. sus discursos eran dignos de ser oídos y vistos. Bastaban pocos segundos para que,
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ante cualquier auditorio, Velasco fuera el dueño del escenario. Su voz y vocalización, impecables, formaban parte del conjunto. Su mJrada. chispeante y dominadora. contribuía al éxito de la persuasión. Como persona y como orador tenía Velasco el aura inefable del carisma, contra el que despotricaron, a su tiempo, y despotrican después, los que no pudieron tenerlo. Marco Lara Guzmán
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VELASCO IBARRA, EL ORADOR• Mala temporada esta para la lengua en el Ecuador. Si bien dicen que los duelos nunca vienen solos. Hemos perdido, uno tras otro, a lcaza, Carrera Andrade. Sacoto Arias, Benjamín Carrión y ahora Velasco lbarra. Y esta columna. apenas terminada su pequeñísima serie de homenaje a Benjamín Carrión, siente que en justicia ha de emprender otra Grave es el descuido de nuestros estudios literarios. Hablo -como dicen los escolásticos- "acertive" y no "exclusive": digo que en este campo hay descuido; me guardo mucho de reducir el descuido a solo él. De allí que tanto valor auténtico se menosprecie o silencie, al tiempo-y esto también a las veces se hace por descuido, por no leer, por ejemplo- que tanta mediocridad se exalta. En el caso de Velasco lbarra, cuya pérdida nos ocupa ahora como pérdida para la literatura ecuatoriana, Hay libros, y voluminosos, que ni lo nombran. 11 Pensamiento y literatura del Ecuador", ni le dedica la menor mención ni como pensador, ni como literato. Ni la "Historia de la literatura ecua•
NOTA DEL EDITOR A poco de la muerte del Dr. José Maria Velasco lbarra, el Lle. Hernán Rodríguez Castelo ded.lcó once artículos de su columna "Idioma y Estilo", que aparece blsemanalmente en "Expreso", de Guayaquil, a esclarecer los rasgos fundamentales del famoso politlco y gobernante en cuanto hombre de letras. Esos once artículos se recogen en el texto que sigue, con pocas variantes. Los artículos llevan la numeración 1640 a 1650, y aparecieron entre el 6 de abrU y el 22 de mayo de 1979.
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toriana". de Isaac J . Barrera. ni el "Panorama de la literatura ecuatoriana", de Augusto Arlas, dicen un término de Velasco lbarra como orador. Valga. con todo, en descargo de los dos beneméritos estudiosos de nuestra literatura. que no se les escapó que el fogoso tribuno y penetrante ensayista tenía ya su lugar en cualquier panorama de nuestras letras del siglo, por somero que fuese. Y Barrera le dio dos páginas, lo cual en las aperturas de su tomo N, es bastante. (Y aquello se escribió hace más de veinticinco años: tanto que Barrera se creyó obligado a terminar su reseña fungiendo de dubitativo profeta: "Puede hacer mucho bien a su patria, como puede hacer mucho mal. La historia nos lo dirá el día de mañana"). Yo creo haber cumplido con Velasco !barra, figura de nuestra literatura en vida. Con él terminé, por dar un caso, la apretada reseña: "Le mouvement littéraire" que para su serie "Regards sur l'Amerique Latine" me pidiera. en 1973, la "Revue des deux mondes". De casi un medio centenar de párrafos -sobre nuestra literatura del siglo-, el último fue para la oratoria. y en ese campo dos figuras se yerguen como cumbres absolutas, frente a frente: Arroyo del Río y Velasco !barra. "Les deux orateurs les plus notoires furent Carlos Alberto Arroyo del Río (1883), orateur palamentaire et académique au style particulierement recherché et brillant. et également José María Velasco Ibarra ( 1993 ). orateur populaire passionné et tribun cultivé et eloquent tout a la fois. C' est en gran partie asa puissance oratoire que Velasco !barra doit d' etre par clnq fois parvenu a la magtstrature supreme". Pero ahora tenemos algo más de holgura para ocuparnos de Velasco !barra como escritor y orador. Y la muerte de una figura de tan larga y asendereada vida. con tantos y tan brillantes valores de cultura y letras, como que reclama el balance.
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A más de lo que pueda haber aquí de homenaje personal -homenaje que consistirá. por supuesto, en el acendramiento más riguroso, lejos de cualquier suerte de ditirambo o vaguedad de circunstancia-, habrá el homenaje de un académico de la lengua a otro. Con la muerte de Velasco Ibarra, la Academia Ecuatoriana pierde a uno de sus· miembros más antiguos: se incorporó a la docta corporación el 6 de diciembre de 1930, pronunciando hermoso discurso sobre "Rodó y el deber del escritor". Designado para reemplazar al doctor Nicolás Clemente Ponce, antes de hacer el elogio de rigor de aquel a quien sucedía-elogio cálido e independiente a la vez-. agradeció con modestia la elección. 'Vuestro deseo -dijo- fue impelerme al verdadero estudio de la lengua, metodizar mi vida intelectual. Y no os habéis engañado, señores. Aquí me tenéis , resuelto a estudiar el idioma de Cervantes y Montalvo; decidido a merecer vuestra designación, por el fervor en el trabajo, la atención a vuestras enseñanzas. al cumplimiento de las normas de la Academia". Modestísimo el recipiendario. Para corregirlo estuvo, a darle la bienvenida, el probo y hondo José Rafael Bustamante: "Los esclarecidos méritos del Sr. Dr. Dn. José María Velasco lbarra. como hombre de letras y de rara probidad intelectual, como laborioso y prolijo cultivador de las disciplinas científicas, como amante de las últimas verdades, de los altos principios especulativos. de las austeras normas éticas. como dueño de aliento vigoroso para elevarse a las regiones del ideal. le han traído al seno de esta Academia que, reconociendo tan nobles partes. ha querido enaltecerlas y señalarlas al general a precio ofreciendo al joven, y ya ilustre escritor. una silla desde donde con renovados estímulos prosiga en la asidua consagración a sus meritorios y fructíferos trabajos".
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EL PERIODISTA ORADOR Cuando el 6 de diciembre de 1930 José María Velasco !barra ingresaba en la Academia Ecuatoriana de la Lengua, como miembro de número, era ya un escritor con trayectoria. Con una trayectoria muy personal y prestigiosa en el diarismo, de modo especial en "El Comercio", donde había hecho famoso el seudónimo de Labriolle. La importancia que el propio autor daba a esos artículos -y la que sentía que se les daba en el mediomotivarían que ese mismo año de 1930 recogiese unas cuatro decenas de ellos en libro: "Meditaciones y luchas". Tal libro -y tales artículos, en general- nos ponen ante la primera faceta de Velasco lbarra. el escritor. Valga lo que valiere como periodista -subgénero más sujeto que otro cualquiera a los cambios de gusto. formas, tono-, el suyo es el caso de un periodista que hizo de sus artículos tribuna oratoria. En efecto, apenas habrá lector de las páginas de "Meditaciones y luchas" que no haya hecho la experiencia: comenzó leyendo un artículo como pudiera leerse una columna de prensa: siguió leyéndolo en una discreta alta voz, y terminó escuchando a Velasco !barra en una de sus piezas académicas. Y la prueba es válida: en cuanto escribió, fue el orador. Y ya para entonces -década de los años 20-. el orador que escucharíamos más tarde -en lo fundamental, claro está-. Lo cual quiere decir que, para antes de ese 1930 consagratorio para el escritor, el estilo -y el hombre- estaba hecho. El periodista Velasco !barra tiene del periodismo cualidades siempre estimables. Para comenzar. sus lecturas - francesas en una inmensa mayoría- lo mantienen al día y le permiten comentar, con información, hechos y polémicas y muertes ilus-
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tres. Lee también, y con s eriedad, entablando diálogo rico con esas lecturas, obras nacionales. Lee, por ejemplo, el "Mariana de Jesús" de Augusto Arias o "Naturaleza del Poder Público" de Angel Modesto Paredes. Atiende, con la dedicación y competencia del político profesional, a la problemática nacional, su historia actual, sus leyes. Entonces sus artículos resultan valioso e interesante documento de un tiempo. Amén de informado, penetrante y apasionado. El libro, a la vuelta de medio siglo -cosa más que rara con periodismo ecuatoriano que haya pasado a ser libro- tiene su consistencia intelectual y literaria Los grandes rasgos del periodista orador; es decir, de Velasco Ibarra. el escritor, en este momento de su trayectoria, son empaque intelectual. empaque oratorio y fuerza. Empaque intelectual. Que se muestra en el enfoque de los problemas; en la argumentación con que sostiene sus tesis; en las síntesis que. con tanta fortuna, tienta. Así aquella de Francia, que rebosa entusiasmo galo: "Francia nos enseña a tener fe en la razón clara y precisa, a partir del estudio del "yo", de las sugerencias del "yo" íntimo para llegar a Dios y explicar el mundo, a rechazar los privilegios injustos y los absolutismos irresponsables y luchar por la igualdad jurídica, la separación de los poderes y la práctica de los derechos del hombre y del ciudadano. Vino la gran guerra, la guerra provocada por los orgullosos y los militaris mos, y Francia nos enseñó que una democracia parlamentaria puede ser pa triota y puede organizarse y puede triunfar de la m á s espantosa de las pruebas. Vino la paz, y Francia nos enseñó que el militar de honor. que h a s ervido a su Patria en la batalla, solo tien e derecho en la paz a s er protector de la vida humana , sin orgullos, sin pretensiones. sin privilegios. Así vio José Vasconcelos al ejército francés: así nos lo pinta. Vino la cris is financiera, y creyós e por los autorita-
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rios en el fin del parlamentarismo: Francia no se alteró, no se transformó. Acudió a sus hombres, a sus sabios, a sus patriotas, y. sin imposiciones ni palo, regularizó sus finanzas, por el saber, el saber hacer, el saber estimular el patriotismo, el sacrificio, el esfuerzo, el saber conquistar simpatías para la obra común ... " etc. (Art. "Lo que Francia nos enseña" de 14 de julio de 1928 ). No hay ninguna suerte de relación entre empaque intelectual y empaque oratorio; pero en Velasco Ibarra. sí. Más aún, aquí está ·una, si no la mayor, de las claves de su estilo: en una relación como connatural entre empaque intelectual y empaque oratorio. El empaque oratorio es algo que salta a la vista -más riguroso sería decir que salta al oído- tomemos el artículo que tomemos. Buen ejemplo es el que, por otra razón, acabamos de citar. El empaque oratorio radica en estos rasgos: -el avance del discurso a través de períodos, y períodos largos; -el uso frecuente de la ampliación oratoria: -el uso de recursos patéticos: interrogación, admiración, suspensión, dialoguismo ... -empleo frecuente y hábil de enumeraciones, gradaciones y, en general, pluralidades. (Que son modos de amplificar): -el tratamiento de la imagen con maneras de orador: cuadritos trabajados de propósito, con empeño y vigor; -comienzos de párrafo o conclusiones sentenciosos.
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EL EMPAQUE ORATORIO Esta relación, como connatural, entre empaque in te· lectual y empaque oratorio resulta una de las claves, si no la mayor, del estilo de Velasco lbarra. Y ya desde los tiempos en que Labriolle se situaba en las fronteras mis· mas de la oratoria para escribir sus artículos de "El Comercio". Importa, pues, mostrar un poco más los ras· gos de ese empaque oratorio. El primer rasgo anotado es el avance del discurso a través de períodos, y períodos largos. El discurrir por períodos o por largas organizaciones fraseológicas que exigen su lectura sostenida hasta el punto aparte, es cosa que el orador ama casi tanto cuanto el periodista detesta. El periodista la detesta por aquello de la legibilidad: numerosas experiencias y encuestas han mostrado que cuando la longitud media de las frases de un texto aumenta, el texto se hace más dificil. (Véanse. entre otros estudios: "How to test Readability" de Flesh o "La lisibilité" de Conquet). En cambio, si el orador habla todo el tiempo que dura su alocución en frases de diez o doce palabras, aquello parecería una sucesión intermina· ble e insoportable. El necesita agrupar conjuntos, creando ritmos. En cuanto al período, Velasco lbarra es, en sus artículos, el orador nato. Pero es cJarísimo. Sus largos agrupamientos unit.arjos -a veces de toda una larga co· lumna- se subdivideq 'en .Partes enlazadas entre sí con rigor, habilidad y gu~to. Y el escritor se da mañas para que, a la vez que el lector de medio para abajo, penetra en el asunto suficientemente, el de medio para arriba no siente incomodidad por la demora. Tomemos un caso, al azar: El comienzo del artículo: "Una originalidad de la democracia". ( l de marzo de 1930 ):
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"En una autorizada revista leo que en Costa Rica, país democrático y representativo, hay quinientos mil habitantes, doscientos cincuenta soldados. doce mil maestros de escuela y quinientos mil sacos de café, aparte de otros productos. El dato es importante y debe ser seriamente meditado: ¡por doscientos cincuenta soldados, doce mil maestros de escuela!. .. Para los costarricenses la paz, la seguridad, la energía nacional, la abundancia económica no dependen ya del soldado sino del maestro, de la espada, sino del libro. de la fuerza sino de la idea. Para los costarricences el pasado apoyóse en la potencia militar, resguardo de las nacionalidades: el futuro contará sobre todo, tal.vez únicamente, con el maestro y el obrero, y el presente, basándose en el pasado, debe preparar el porvenir. Por esto Costa Rica, en 1930, por doscientos cincuenta soldados, tiene doce mil maestros de escuela". Y el mismo párrafo nos deja ya ante otro de los rasgos del empaque de la prosa de Velasco !barra: la amplificación. Otra vez. esto de la amplificación es algo que el orador necesita y ama casi, cuanto recela el periodista. Y la razón de la necesidad de la amplificación para el orador aparece bastante obvia. Como el orador tiene una audiencia a la que ha de llevar consigo, sin dejarle rezagarse o perderse, no puede precipitar el paso a una idea nueva, antes de que toda la audiencia haya llegado suficientemente a la primera. Y tal detención en cada idea deberá ser hecha con habilidad y gusto, para no parecer pesado o insistente. He aquí la función y exigencias de la amplificación oratoria. ¡Qué bien las ha cumplido en el párrafo citado nuestro autor! A amplificar orienta el orador la mayor y mejor parte de sus recursos retóricos. Y es lo que sucede en la prosa de Velasco !barra.
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Allá apuntan cuando no son simples intensificadores en busca de fuerza, repeticiones, enumeraciones, gradaciones y toda suerte de pluralidades: "En el Ecuador hoy vivimos mintiendo: mentimos para la propaganda en el interior y en el exterior: mentimos en las sociedades públicas y en las privadas, mentimos al escribir, al conversar. al hablar y al callar: mentimos siempre, ¿cuál será el porvenir de un país en que todos mienten?". (Art. "La moralidad: el único problema", de 12 de junio de 1929 ). La última oración sirve de gozne para pasar a otra idea (complementaria de la expuesta): hasta allí todo se mueve dentro de los limites de la primera, que es la que se ampllfica con apoyo en la repetición anafórica de "mentimos": "En el Ecuador de hoy vivimos mintiendo".
LA FUERZA DE LA PROSA ORATORIA Dejando de lado la cuestión de cuánto valía como periodista la prosa de los artículos que como "Labriolle" escribía a comienzos de la década de los treinta Velasco lbarra; es decir, la cuestión de si fue periodista, lo que no admite duda es que ya entonces era la suya una prosa muy personal: con inconfundible estilo. 'Í era -parece haberlo sido siempre- una prosa oratoria. Vista ya en qué radicaba su empaque oratorio, resta echar una ojeada a su fuerza A la fuerza se subordinaban lo mismo la composición de amplios periodos, que su corte para dar paso a una frase latigueante. Así cuando remata larga cita de Montalvo -en quien lo que más parece admirar Velasco Ibarra es ia fuerza- con
esta interrogación retórica:
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"¿Qué diría Montalvo de los actuales energúmenos del Ecuador, que solo saben negar y rugir?". (Art. "El mausoleo para Montalvo" de 13 de abril de 1929). (Nótese la habilidad -seguramente instintiva- con que se ha armado la pequeña cláusula: en el centro, en el lugar más alto de la entonación está la palabra más dura, esdrújula con "u" tónica: y al final. la gradación a la que dan especial fuerza la repetición del par de sílabas y la alteración de la "r" final: negaR y rugiR). Y buscar la expresividad más fuerte es la clave, lo mismo de composición que de recursos retóricos de este apretado y cortado párrafo: "La política de los tiranos es ésta: ahogar el clamor de los principios en mares de oro, de ofertas, de prebendas. Cuando el país se ha envilecido, las gentes iletradas poco a poco aceptan callan y cooperan. Abogados y artistas, médicos y frailes, legos y obispos, se amansan, agradecen y se inclinan. Es "la traición de los clérigos", es decir. de los hombres de letras, que motivó todo un Ubro de Julián Benda. Los países se redimen no por los grandes hombres "sino por los grandes prinCtpios". ¿Qué se saca de los llamados grandes hombres· -S1 no hay principios? Los grandes hombres de ahora no son sino famosos déspotas, que prometen la regeneración para que los incautos y los tontos les permitan hacerse ricos y gozar de influencias. El principio es la teoría que sale de la realidad al impulso de la meditación: el principio es la norma que indica cómo ha de ser orientada la realidad: el principio es la enseñanza que revela cómo ha de ennoblecerse y dignificarse la vida: el principio es la luz, el clarear del alba, el centellear del faro. Por esto donde hay grandes principios, hay salud, hay triunfo. hay lucha heroica. Donde solo hay grandes hombres. grandes vanidosos. grandes farsantes, donde los principios enmudecen. toda la realidad se re-
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vuelve contra orgullosos y serviles, amos y esclavos, y lo económico, y financiero, y religioso, y moral y administrativo no tienen más solución que el caos". (Art. "Nobleza de los letrados" de 8 de marzo de 1930). La primera oración tiene dos recursos de intensificación: léxico fuerte ("tiranos". "ahogar", "mares", -que incluye una hipérbole-) y la pluralidad final: "de oro, de ofertas, de prebendas". Para los puros fines expositivos, con "mares de oro" bastaba. En la segunda acontece exactamente igual: léxico ("envilecido", "iletradas") y pluralidad. de gradación creciente ("aceptan", "callan", "cooperan"). En la tercera, lo que pudiera haberse dicho con una sola palabra, se dice con una enumeración caótica "Abogados y artistas, médicos y frailes, legos y obispos", y el predicado verbal es una nueva gradación de creciente vileza: "se amansan", "agradecen", "se inclinan". La cuarta constituye un paréntesis netamente expositivo. Quinta y sexta contraponen, en forma afirmativa e interrogativa, hombres a principios, preparando un nuevo desarrollo fuerte. La séptima está dedicada a esos "grandes hombres de ahora" a los que con léxico duro presenta como "déspotas" dominando con engaños sobre "incautos" y "tontos". Y sigue un vigoroso desarrollo, netamente oratorio, estructurado a base de la repetición anafórica de "el principio": cuatro oraciones se inician con "el pril'lcipio es". La serie es de gradación de creciente nobleza de los atributos que se señalan al principio. hasta el exaltado y lírico (y al gusto del . tie~po) "el principio es la luz, el clarear del día. el centellear del faro".
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Nuevamente se contraponen "grandes principios" a "grandes hombres". y a esto se dedica el último conjunto, de remate tumultuoso de todo el desarrollo de la idea, con léxico duro, repetición y enumeraciones. No está Velasco Ibarra en la vertiente de la prosa Intelectual y estética de Ortega y Gasset -en España-, Alfonso Reyes -en Latinoamérica- y Gonzalo Zaldumbide -en el Ecuador-: ni siquiera en la lúcida y densamente apasionada de Unamuno. Está en la corriente de una prosa de empaque oratorio y fuerte armazón retórica, muy latinoamericana, que arranca de Montalvo y Sarmiento, pasa por Rodó, y llega basta coetáneos suyos como Juan José Arévalo, el guatemalteco. Tal prosa es más oratoria en Velasco !barra que en cualquiera de los precedentes o contemporáneos. Y, por supuesto, tal tipo de prosa culmina y termina con gentes de su generación.
CARRION JUZGA A VELASCO IBARRA. EL ENSAYISTA Pienso que cualquier empeño de recuperación de Velasco lbarra como hombre de letras ha de tener tres jornadas: el prosista, el ensayista y el orador. Hemos caminado la primera, a través de los artículos que por los años 30 escribiera Velasco Ibarra, el periodista. Y lo que este Velasco lbarra nos ha mostrado es una prosa de empaque oratorio y fuerte. Y, por supuesto, como soporte de lo uno y lo otro un buen equipo de ideru;;-fuerza vividas con pasión. (Ellas serían la clave del éxito del político, que iba a comenzar en breve). Pasamos al ensayista. Porque, si algo fue Velasco Ibarra como escritor, fue ensayista.
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-Yo quisiera saber qué piensa Ud .. de la obra del Dr. Velasco Ibarra como ens ayista -le preguntó una alumna de sexto año a Benjamín Carrión. Fue en mayo de 1967. Había organizado yo unas "clases vivas" de literatura. La idea era harto simple, pero resultó ser rica y fascinante; No tenía sentido estudiar como a muertos a escritores vivos, y. puesto que el programa de sexto curso pedía que se estudiase a escritores vivos. uno por género, qué cosa más puesta en razón que llamarles a ellos mismos para que, presentes ante el público estudiantil. dictasen la clase sobre su vida y obra. y respondiesen a las inquietudes de la gente joven. Y bien, por el ensayo acudió a tan peculiar cita Benjamín Carrión. Todo lo que de sí mismo nos dijera entonces -y que se guardó en grabación magnetofónicaha aparecido ya en un librito. Y, a la hora de las preguntas, una chica le hizo aquella, sobre Velasco Ibarra, ensayista. Benjamín Carrión -estoy escuchando la grabaciónle responde: -''Yo no creo que el Dr. Velasco lbarra sea un ensayista. el Dr. Velasco Ibarra es un tratadista. Un tratadista no muy profundizador de ese tema: "Derecho Internacional del Futuro" -la obra que yo conozco- es lo que podían decir los españoles de la obra de Ortega y Posada: "Programa de Derecho Internacional". Luego vino "Conciencia y barbarie". "Conciencia y barbarie, es una valiosa contribución, me parece a mí muy valiosa contribución- pero con una cierta, como si dijéramos, minimización anecdótica. En ese libro, por ejemplo, el Dr. Velasco lbarra no hace las interrogaciones que hace Mariátegui o que hace Martínez Estrada. No. Principalmente plantea cosas extrañas, ordinarias, sin duda alguna. Pero rápidamente se deja deslizar, se d eja llevar por las furias personales que tiene en el contacto de su agitada vida política".
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Hasta aquí llegó el juicio de Benjamín Carrión sobre el ensayo de Velasco lbarra. Pero no resisto la tentación de transcribir el resto de la respuesta -"De tal manera que, no crea usted que soy velasquista, pero le reconozco al Dr. Velasco lbarra haber hecho una obra extraordinaria que es el haber fundado la Casa de la Cultura Ecuatoriana. Los otros gobernantes o la han subestimado o la han combatido. Así lo voy a decir, y no muy tarde. Lo único que quiero es que ya le prohíban todas las posibilidades de ser el candidato -que parece que es lo que está haciendo la muy honorable Asamblea Nacional-, que ya no sea el hombre que va a ser candidato a la Presidencia de la República. Yo tengo mucha gana de escribir un libro: yo voy a escribir un libro de interpretación, de biografia de Velasco !barra, en -el cual señorita, le digo que el 85% va a ser favorable" . Pero Velasco !barra fue por quinta vez candidato a la Presidencia de la República, y fue por quinta vez elegido Presidente. Y el libro de Benjamín Carrión no se escribió. En cuanto a si Velasco !barra es o no ensayista. ¡qué tema estupendo para un debate! Antes de entrar a atacarlo, lo dicho por Benjamín Carrión requiere algún comentario: En primer lugar, aquel pasaje clave del pensamiento de Carrión sobre el ensayo y que es lo medular de la respuesta que da a la estudiante: "no hace las interrogaciones que hace Mariátegui o hace Martínez Estrada". Para Benjamín Carrión esto es lo lógico, lo fundamental, lo decisivo del ensayo latinoamericano: hacer esas grandes interrogaciones de nuestro pueblo mestizo, fascinado por sus oscuras raíces, perplejo ante su destino. Pero cabe preguntarse si no hay más ensayo en América Latina que el de esas interrogaciones .. Y si no hay muchos otros
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ensayistas con pleno derecho al título, aunque no tengan la hondura y la grandeza del autor de los "Siete ensayos sobre la realidad peruana", o del autor de la "Radiografia de la pampa" que, al fin y al cabo, son auténticas cumbres del ensayo contemporáneo latinoamericano. En cuanto al papel que en los escritos de Velasco !barra juega la pasión, ¿no cabe un ensayo de pasiones, así como hay otro de juego de ideas? El mismo Miguel de Unamuno, el maestro inolvidable para Benjamín Carrtón, ¿no se "deja deslizar, se deja llevar por las furias personales"? ... Sin precisar si Velasco lbarra es o no ensayista. mal se podría pensar en el capítulo "Ensayo", de nuestra historia literaria del siglo.
EL ENSAYISTA Y atacamos ya el tema al que nos introduce el juicio de Benjamín Carrión. Porque no es cosa de que el panegirista diga un sí rotundo -poco razonado- y el detractor un no. no menos rotundo -y también poco razonado-, lastre pesadísimo que ha hecho que nuestros estudios literarios hayan avanzado tan poco y tan a tropezones. Para cualquier profesor de literatura de sexto año de nuestros colegios -y no se diga en niveles más altos- resulta un caso insoslayable de valoración este del Velasco Ibarra, ensayista. Y en el cuadro de nuestro ensayo, tan limitado, tan ralo en figuras y creaciones, hay que resolver si esta presencia ha de contar, y cuánto, y cómo. Así que, ¿es Velasco lbarra ensayista? De serlo, ¿cuál su valor? ¿Y cuáles las manera de su ensayo? No hay otra manera de tratar de dar respuesta a estas preguntas que frente a un libro del autor en cuestión. Y tomamos "Tragedia humana y cristianismo", cuya primera edición se hizo en La Plata en 1951, y se ha
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reeditado ahora en las Obras Completas, como tomo IX, el primero de la serie que vio la luz. Es una obra de la madurez del autor; fue largamente meditado -de 1947 a 1949- y recoge, por varias vertientes, lo medular de la cosmovisión de Velasco !barra. La obra se abre con una imagen que, como ideas, preside todo el ciclo de reflexión: hay tres grandes círculos de expresión del individuo. Superado el primitivo, el hombre está actualmente en el segundo, que es económico. El tercero, el espiritual, cabe esperar o como futuro para la humanidad. Velasco lbarra, apasionado idealista, ve en una humanidad regida por lo económico la causa de todos los desórdenes sociales, y las soluciones de Marx le parecen simplistas. Marx le deprime y casi exaspera; Pascal le apasiona; Nietzche le exalta. Porque es esencialmente humanista ("Si la necesidad humana tiene sentido, Dios es") y existencialista. Y finalmente halla en el Cristianismo-en Cristianismo existencial- la gran respuesta al "agudo dolor de las gentes", tras el fracaso del marxismo, y la ciencia, la filosofia, la iglesia terrena y los intelectuales. ¡Cuánta materia había aquí para un gran ensayo! ¿Y hubo ese gran ensayo? El discurso de la prosa es fluido. La emoción del orador corre ahora subterránea. Se avanza por sobre reflexiones sentenciosas, así como se pasa un río de piedra en piedra. Las mejores de esas reflexiones o enunciados son fuertes , hasta brillantes alguna vez, pero ni sostenidos ni especialmente originales. Hay más de divulgación que de creación; hay más de explicitación de búsqueda. Un intelectual puede estar o no estar con las ideas
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expuestas: ni en el un caso se siente arrastrado a develaciones o iluminaciones: ni en el otro se ve urgido o fascinado. Este discurso dista excesivamente del de un Bergson, un Unamuno o un Ortega y Gasset, tres puntos de referencia bastante obvios. Muy sugestivo resulta ver la manera como procede nuestro autor. Tiene, al entrar en cada nuevo desarrollo, atisbos brillantes: intuiciones certeras. Dice, por ejemplo: "Antes que Freud, descubrió Ignacio de Loyola los misterios del sµbconsciente". Pero no penetra: se queda en la superficie del atisbo. Lo comenta, lo ilustra, pero sin romper la corteza. Véase como lo hace con tan estupenda intuición: "La imagtnación, sus caprichos y.habilidades, méritos e inconvenientes: la sensación y sus efectos: la sensibilidad, todo lo que prepara e influye en la voluntad, fue estudiado hondamente por Ignacio de Loyola". Después se sigue a otra cosa. Desperdicia el atisbo, tan sugestivo, con comentario mas bien banal. Y toda su visión del jesuitismo, aunque justa y certera, nunca ahondó hasta ser original, renovadora. Pensemos en el "Loyola" de Roland Barthes. Tan original, tan penetrante, tan problemático, tan iluminador desde su primera página para el estructuralista francés "Loyola, Sade y Fourier son tres fundadores de lenguajes". ¿Qué media entre Velasco Ibarra y Barthes? Media, pienso, lo que va entre una formación enciclopédica decimonónica y una rigurosa formación estructuralista. No es, por supuesto, la estructuralista la única manera actual de ser
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profundo. Ni mucho menos. Pero es una buena manera de serlo. El estructurallsmo, dígase lo que se diga. sigue siendo un muy buen instrumental para penetrar en lo humano. El modo de proceder anotado en Velasco lbarra resulta una constante. Escribe en el capítulo IV: "Las palabras han perdido sentido, valor, en este tiempo de las multitudes y las masas". ¡Qué puerta abierta para una reflexión penetrante y amplia sobre la relatividad del lenguaje y sobre polisemia y comunicación de masas! Pero el comentario de nuestro autor es más bien tópico: "Se usan expresiones para satisfacer resentimientos sin el menor esfuerzo de sinceridad para que los vocablos tengan recto sentido, comuniquen adecuadas emociones, se traduzcan en prácticas saludables y duraderas. Solo así puede explicarse que quienes se inspiran en cálculos económicos, en imperialismos coloniales, en conquistas de mercados, hablen de la libertad y de la democracia con la misma arrogancia y el mismo cinismo de quienes e~cla vtzan y matan por sistema en nombre de la dictadura del proletariado". Y así siguen otros dos párrafos que insisten en lo mismo sin superar el nivel de la descripción epidérmica El gran problema, con su radical complejidad, se queda por debajo, intacto. Y este quedarse en la superficie, describiendo, amplificando, casi divagandp; este no pasar de acumular impresiones, no es caso solo de Velasco lbarra. Se da en innumerables textos de su generación. ¿Cuánto hay de rescatable -por traer otro caso- en la "Historia de la literatura ecuatoriana" de Isaac J. Barrera. en su género el libro más completo hecho por hombres de esa genera-
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ción?Y eso en autores salvables -Velasco !barra e Isaac J. Barrera-. ¿Y en todo lo que no mereció ser salvado? Y esta falta de complejidad y rigor de pensamiento tiene su contraparte en falta de calidades en la escritura Mérito del estilo de Velasco lbarra en "Tragedia humana y cristianismo" -es decir, de la prosa de su madurez- es la fluidez, la claridad; el haber despojado a la escritura de estridencia y elocuencia. Pero, si bien se ve, todo esto puede decirse como un no tener defectos: ni tiene tropiezos, ni oscuridad, ni a b erraciones. Lo positivo, lo que apunta a una especial expresividad y belleza, resulta más bien discreto. No hay en nuestra literatura del siglo XX el término adecuado de comparación, pero hay uno inevitable en la hispánica: Ortega y Gasset. En Ortega y Gasset hubo un riguroso atacar los temas, con visión honda y lujo de matices. Y lo hallado se dijo en una prosa rica de imágenes, plástica y casi sensual. Una prosa bellísima no fue ornamento de un pensamiento riguroso: fue instrumento para las calas de ese pensamiento. Como en Bergson, en Ortega, estupendas imágenes no son adornos de un pensamiento desnudo, sino el pensamiento mismo. En suma, pues, que "Tragedia humana y cristianismo", libro de los más ambiciosos de Velasco lbarra, como pensamiento filosófico y sociológico es más bien pobre. Como tratado resultaría excesivamente ligero y fácil. Estilísticamente es discreto. Y, sin embargo, ningún lector juicioso podría decir que se trata de un libro insignificante. Es más que pura divulgación. Es. y todas las otras posibilidades se han cerrado, ensayo. Como quería Montaigne, escritor eminentemente subjetivo. Visión del mundo, del drama humano, de las corrientes de pensamiento
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que han querido responder a ese drama y de los grandes hombres, todo a través de la propia personalidad. Planteo por planteo, y reflexión tras reflexión, más que las cuestiones mismas. lo que se halla en el libro es a Velasco !barra. Esa es la clave última de cuanto el libro es. Eso le confiere unidad -a pesar de la aparente dispersión-, eso le da su sostenido aliento. Eso le hace interesante e irritante a un tiempo.
Y SUBE A LA TRIBUNA EL ORADOR Lo analizado de la prosa y ensayo de Velasco lbarra nos deja ante esta conclusión: de cuanto creó como hombre de letras, lo mejor y más representativo tiene que ver con su oratoria. Esa oratoria late en la prosa más vigorosa, desde los primeros artícufos, y cuando desaparecen los recursos de intensificación de naturaleza retórica (retórica, en su origen, quiere decir oratoria), la escritura se empobrece. Ampliar la lectura a cuanto escribiera Velasco lbarra confirma estas apreciaciones: los pasajes que más atraen y agarran lo hacen, no por vigor conceptual o brillante estilística, sino por cierta suerte de "elocuencia". Son de una escritura nerviosa, casi patética, que parece concebida para ser dicha. Que en textos muy vecinos, fue, de hecho, dicha -en alocuciones, conferencias, discursos--. Sin esta inconsciente destinación última a una calurosa comunicación oral, buena parte de lo escrito por Velasco lbarra resulta de muy dificil valoración. Cabe esperar, pues. que donde mejor realizado hallaremos al literato será en su oratoria. Pero entonces entramos en un terreno muy especial de la literatura. porque la oratoria no es género que se realice en un escrito, sino que. más bien. se acerca al otro
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extremo: acaso el escrito no sea sino como una partitura que el orador ha de ejecutar en el hecho de hablar. Y hay mucho de lo que constituye el arte de un orador que nunca deja huella en los textos escritos, porque son en extremo rudimentarias las posibilidades de fijación gráfica de tono, intensidad acentual, niveles de voz, longitud de pausas; y, peor aún, de gasto. gesticulación, presencia. De allí que quien ha querido conocer adecuadamente el arte de un orador se ha procurado información sobre todo aquello -voz, especialmente. Y no solo eso: también sobre el contexto en que fueron dichas las piezas y las reacciones de los públicos. Porque la oratoria es un decir algo a un auditorio concreto, en un espacio y tiempo concreto, tratando de mover a ese auditorio de un estado -intelectual o emotivo- a otro. Así las cosas, cuanto sigue será inevitablemente objeto de dos lecturas. Una, la de quienes escucharon alguna vez al orador: otra, la de quienes no la escucharon -en el Ecuador solo gente muy joven. que llegó a su conciencia histórica en los años del último destierro del viejo tribuno. Si no son ellos, ¿quién no escuchó alguna vez a Velasco Ibarra? A los pocos meses de las graves reflexiones de "Tragedia humana y cristianismo", Velasco lbarra vuelve al país como candidatp a la presidencia de la República. El 1º de marzo de 1952 Guayaquil se vuelca a las calles para recibir al veterano político. Mejor, para oírlo. Porque Velasco lbarra nunca desaprovechó una ocasión semejante. Dijo entonces un discurso larguísimo que merece ser estudiado como pieza de oratoria popular. Después del exordio, de elevada emoción patriótica, el primer desarrollo fue así:
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"Es una cosa rara lo que va pasando entre nosotros. Para atacarme a nú ciertos intelectuales dicen que donde yo entro entra el alboroto y entra el escándalo. ¡Habráse visto absurdo igual! Y es que ellos querrían que las elecciones para Presidente de la República fuesen una especie de marcha fúnebre al cementerio... ¿Es en eso que querrían que se convierta la elección presidencial? ¿En una marcha funeraria? "Los grandes pueblos son los que se agitan, los que hacen el balance de sus hijos, los que con frecuencia consideran sus defectos y sus cualidades; los grandes pueblos son los que se corrigen y recuperan; los grandes pueblos son Persia. en constante convulsión política y en constante y perenne unidad nacional; los grandes pueblos son el Uruguay que constantemente está estudiando las bases mismas de su constitución social y política ¡El cementerio no es sino el lugar silencioso en que los microbios descomponen los cadáveres! "La agitación, el calor, el debate cuando es constructivo, cuando tiene una finalidad altruista, cuando se hace a base de razón, es lo que regenera y salva a las naciones. Por eso os decía a vosotros que el Ecuador es una gran patria. Porque es una patria de pasión. Y vosotros, guayaquileños. sois la fragua de vuestra patria porque en estos últimos cuatro años habéis permanecido en aparente silencio pero estabais reuniendo las energías con que debíais incendiar a la república". Entonces pasa a otra secuencia. (El discurso está organizado como una serie de secuencias, aparentemente poco conexas entre sí, pero que apuntan a un mismo efecto final: yo -dice el tribuno al pueblo de Guayaquiltengo las soluciones; yo soy la salvación. Sin nú el país está en el caos).
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Merece la pena que comprendamos los secretos, los mecanismos, el estilo del orador en el pasaje citado, tan característico de su oratoria de masas.
RADIOGRAFIA DEL ORADOR La primera frase introduce el desarrollo creando expectativa. Es anuncio, un llamado a la atención: "Es una cosa rara lo que va pasando entre nosotros". Una .frase lo más ordinaria que pudiera pensarse: con el léxico más común, y la sintaxis a un paso del descoyuntamiento. Pers:> directa, asequible a todos. "Para atacarme a mí" . Se pone la cosa en términos polémicos. Ciertos "intelectuales" y Velasco !barra, cuando habla al pueblo, da un tono peyorativo a la condición de "intelectuales" -y la voz se encargaba de subrayarlo.- lo han atacado. A él. El pleonasmo recalca que el ataque ha sido a él: "atacarme" "a mí". El toque egotista se reforzará aún con un "yo". Para atacarme a mí ciertos intelectuales dicen que donde yo entro entra el alboroto ... " Nada de "este servidor", ninguna fórmula despers0nalizadora. Velasco lbarra estaba seguro de su yo y de lo que ese yo significaba para su pueblo. De allí la seguridad y dominio con que hablaba a ese pueblo. Ese tono que hoy no tiene ningún orador político ecuatoriano. De entrada ha planteado la acusación. Se ha dicho que adonde él llega, llegan el alboroto y el escándalo. De entrada también. y del modo más directo y absoluto, rechaza la acusación: "¡Ha~ráse
visto absurdo igual!"
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En esta oratoria para el pueblo no hay matices ni fórmulas conciliatorias: hay la expresión más directa. total y fuerte. Reforzada por la forma admirativa. Lo que si hay -no podía faltar- es argumentación. Pero véase qué argumentación:
''Y es que ellos querían que las elecciones para Presidente de la República fuesen una especie de marcha fúnebre al cementerio... " Hasta llegar acá podía rehacerse una cadena ~ razonamientos: -una campaña presidencial debe ser algo vivo, animado, bullente. -Mi campaña, que es como debe ser, tiene esa vida, animación, bullir. -Lo silencioso y muerto no se compadece con una campaña presidencial.
El orador se salta olímpicamente cualquier andamiaje semejante y, sin más, da como pensamiento de esos adversarios que le han atacado la versión más absurda: ellos querían (¡qué forma verbal!!) que las elecciones fuesen algo así como una marcha fúnebre al cementerio. La imagen "marcha fúnebre al cementerio", fija plásticamente el absurdo. Argumentación habilísima. Simple y eficaz. Y, si bien se miran las cosas, un tanto capciosa y falaz, hiperbólica. ¿Pero eso. en estricta retórica, qué cuenta? El argumento ha sido, sin duda, de gran efecto y es posible que hasta haya provocado hilaridad. El orador que ve el efecto que ha causado el golpe. insiste. Repite el mismo argumento, con una nueva forma, la de una doble interrogación: "¿Es en eso que querían que se convierta la elección presidencial? ¿En una marcha funeraria?"
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En los dos párrafos siguientes, de empaque periódico y aptos para el "pectus" oraforto, se mantiene latente el hallazgo del cementerio. El primero se remata con la imagen del cementerio, y en el segundo -en el cual la mención del cementerio resultaba ofensiva-se lo reemplaza por "silencio". Pero en los dos se hace la apología de la agitación y la convulsión, contrapuestos a la pasividad y el silencio, signos de muerte. El primero de esos dos párrafos hace la apología de grandes pueblos, a través de una cuádruple repetición anafórica de "los grandes pueblos son ... " Solo se cita a Persia "en constante convulsión política" y al Uruguay "que constantemente está estudiando las bases mismas de su constitución social y política", pero, en virtud de la forma tumultuosa, parecería que la enumeración se extendía a mucho más. (Y es que, en el fondo, Velasco temía la agitación popular). Frente a ese vtgor formal-significante de pueblos en ebullición-, "¡El cementerio no es sino el lugar silencioso en que los microbios descomponen los cadáveres!" El último párrafo recoge el fruto del razonamiento y encauza la emoción despertada. Lo hace ya casi sin retórica: la retórica no es sino un medio para establecer la comunicación con el auditorio, interesarlo y moverlo. Ahora la peroración es directa, sustantiva y apasionada: "La agitación, el calor, el debate cuando es constructivo, cuando tiene una finalidad altruista, cuando se hace a base de razón, es lo que regenera y salva a las naciones. Por eso os decía a vosotros que el Ecuador es una gran patria. Porque es una patria de pasión. Y vosotros, guayaquileños, sois la fragua de vuestra patria porque en estos cuatro últimos años habéis permanecido en aparente silencio pero estabais reuniendo las energías con que debíais incendiar a la república".
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Sin una gran pasión no hay un gran orador; y sin una vigorosa y personal cosmovisión, una gran pasión no tiene lastre y sentido. El Velasco lbarra de la primera parte ae este párrafo es el orador con ideas maestras fuertes y largamente rumiadas; de allí la gran pasión. ¡Al final. otra vez ha saltado a la palestra el retórico hábil, para con el elogio y la concesión, ganarse la voluntad del pueblo. convenciéndolo de que en todo ese tiempo de silencio no había estado sino esperándolo! "Chaleur" y "Pathopés" son dos nombres claves en oratoria que ocurren en viejos tratados. y que no han perdido ni pueden perder vigencia.
EL "CHALEUR" Y LA "PATHOPES" Del "chaleur" decía Boileau, que enseñó retórica -que impuso retórica- a todo un tiempo -fue. como es sabido, el gran retórico del neoclasicismo-: "qualité d' un style passionné, et qui fait partager á l' auditeur la passion de l' orateur" ("cualidad de un estilo apasionado, y que hace participar al auditorio de la pasión del orador"). "Pathopés", para los retóricos grecolatinos. era la excitación de las pasiones: una conmoción del "pathos". "Chaleur" diríamos en español "calor": "pathopés" sería "patopeya" voz que no existe en el diccionario académico. Hay. por fin. otro término que completa el cuadro del orador emotivo y cargado de pasión: la "ecphoneme". "Ecphoneme" es énfasis semántico traducido en fortalecimiento y refuerzo de voz y gesto. Aplicándose esta vieja y sabia nomenclatura retórica, Velasco Ibarra se nos ofrece -en el discurso que analizamos, que es muy representativo de su más vigoro-
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sa oratoria popular, pero de ningún modo una pieza excepcional entre las suyas- como el orador con calor; encendido, certero y enérgico para la patopeya, y con eficaz "ecphoneme". Véase este apasionado desarrollo, hecho como para agttar las pasiones reivindicatorias del pueblo y en el que la "ecphoneme" debió haber golpeado enfáticamente las palabras claves "poder público'' y "nacional", contraponiéndolas intencionadamente: 'Voy a pediros un poco más de paciencia. No puedo en este primer discurso que pronuncio en el país abriendo mi candidatura no exponer mis ideas. ¿Qué es lo que ha pasado en el país? El poder público perdió la conciencia del deber colectivo, del deber nacional. El poder público olvidó que el único deber del poder público es traducir la ilusión nacional, el deseo nacional, el alma nacional, la norma nacional". En un segundo momento del mismo período, afirmada ya la contraposición entre "poder público" y "nacional", se abandona el esquema rígido y se da a la contraposición una forma más compleja y sutil: "El poder público se redujo a un engranaje, a un rodaje ad.ministrativo y abandonó al pueblo a su suerte y abandonó a la nación a su suerte. El poder público perdió el alma cívica. Entonces la Patria ha ido convirtiéndose puramente en cuerpo y cuando el cuerpo no está animado por un alma que lo levante a cada paso, el cuerpo se disuelve". ¡Qué formidable análisis político! He aquí, en el corazón de un discurso de barricada, un pasaje como los mejores que hemos podido hallar en los ensayos de quien en todo lo que escribiera fuera, por encima de todo, orador. Con la ·mayor densidad de conceptos que sufre la
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oratoria popular, la más alta oratoria popular (Y nunca sobrepasó Velasco Ibarra este nivel de densidad). Detrás de la aplicación al caso ecuatoriano de la hora está la concepción del Estado como forma del ente social, y las exigencias que de ello se derivan. El orador sabía que no podía alargar más pasaje teórico tan denso y cuya aplicación al caso ecuatoriano no acababa de concretarse. Bajó entonces, de golpe, arelacionar esa visión del trasfondo teórico de la crisis con manifestaciones palpables e hirientes: "La consecuencia de esto ha sido muy sencilla: se han entregado todos al peculado y al negociado ... ¿Qué es de los fondos de la restauración de Ambato? ... l 7 millones de sucres a un señor tal, 18 millones de sucres a un señor cual, l 00 millones de sucres a una entidad tal. Un embajador que dice: "Con gran habilidad he obtenido que Colombia no mande tal cantidad de panela para el pueblo ecuatoriano". ¡Oíd ese absurdo: que no mande Colombia panela para los pobres hombres que sufrieron las consecuencias del terremoto! A esto se llama "gran habilidad". Y he leído el telegrama o cable del señor embajador. ¡Se ve que . estamos locos!. ¿Qué es lo que hay en el país? Falta de conciencia colectiva. Donde no hay conciencia coléctiva desde el poder público, no queda sino el peculado, el negociado, lo que llamáis "las trincas", lo que en otras partes se llama "la argolla" ... ¡Cuánto "calor" y "patopeya" conservan estos párrafos a más de un cuarto de siglo de dichos! Y es porque a la denuncia concreta de inmoralidades se le dio rico trasfondo conceptual. Al leer ahora estos pasajes, basta cambiar "negociados con los dineros de la reconstrucción de Ambato" con "fondos provenientes del petróleo" -que, a la postre, es solo cambio cuantitativo- y toda la visión _ honda y grave de lo que eso importaba subsiste.
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"... no queda sino el peculado, el negociado, lo que llamáis "las trincas", lo que en otras partes se llama "la argolla". Y muy pocas cosas más han dicho en este orden de cosas los ecuatorianos desde entonces. Acaso aquello, tan penetrante y justo, de mi respetado amigo Cirano Tama, de la nueva "oligarquía militar".
ULTIMA IMAGEN DEL ORADOR Esto se está yendo para el libro, y no es del caso. Pero hacer al menos lo que hemos hecho fue tarea de estricta justicia: con Velasco lbarra la literatura ecuatoriana perdió al orador de más personal e inconfundible estilo de las últimas décadas: acaso de todo el siglo. Se imponía redondear la noticia y abrir caminos hacia una valoración crítica de figura que en ese género llenó todo un tiempo. Frente al orador de barricada en pleno inicio de campaña electoral, descubrimos algunos rasgos de su "poética" oratoria en aquel famoso discurso que puso en movimiento una corriente de entusiasmo tan fuerte, que terminó en el solio presidencial. (Si de tales análisis literarios quisiésemos pasar a conclusiones de orden político, fácilmente llegaríamos a explicarnos por qué no cabe un "velasquismo" sin Velasco. ''Velasquismo" no fue, en última instancia, sino ese entusiasmo popular masivo que el orador desencadenaba con su don y arte oratorio. Si al un lado de la balanza ponemos su oratoria, y en el otro todo cuanto se nos antoje de tan polifacético personaje: filosofía. ensayo, doctrina política, ideología, planificación administrativa ... , el platillo de la balanza que inclinaría el fiel sería, pienso, el de la oratoria. Y la explicación es simple: en oratoria hizo siempre Velasco los más penetrantes y cálidos diagnósticos de las
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necesidades del pueblo que le seguía: con oratoria subió al poder y , desde sus larguísimos y densos mensajes, con oratoria gobernó al país: ·o cuantas necesidades y circunstancias le salían al paso, respondía y o encauzaba o capeaba con oratoria: comenzó realmente a ser Velasco lbarra cuando desencadenó en el Congreso su primera campaña oratoria -estrictamente oratoria-, y cuando no tenía a su alcance un balcón, Velasco lbarra dejaba de ser Velasco Ibarra . Pero la última imagen del orador que nos llevemos no será la del tribuno en conúenzos de tumultuosa algarada electoral. Será otra. Si acaso, doble. Fue cuando ocurrió aquella tragedia del Chimborazo que costó la vida a un andinista ecuatoriano y la mutilación de los pies de un japonés. Velasco lbarra, atento a cuanto de valor humano aconteciera en el país. concedió una audiencia a quienes habíamos intervenido en el rescate de la expedición perdida y del cadáver del joven montañista. Y bien: ya estábamos ahí, haciendo antesala y esperando turno para ser recibidos, cosa de diez o doce andinistas. "Lo peor de todo esto ha sido tener que venir a oír al loco" -me decía uno de aquellos veteranos de la montaña, y ese era, me parece, el talante de cuantos iban a pasar al despacho presidencial. No, de ningún modo, gente velasquista Es decir, uno de esos casos en que el orador ha de comenzar por ganarse una audiencia contraria. Pasamos, pues. Tras rápidos y muy formales saludos, Velasco, sin conversar, hizo un discurso. Una pequeña pieza no menor a los siete u ocho minutos. Aplastante. Comenzó -han pasado de esto cerca de veinte años y lo recuerdo vivamente- con un par de textos, uno de
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Nietzche y otro de Pascal -dos de sus pensadores preferidos-, y con una idea maestra: el hombre puede bajar hasta los peores abismos de la vileza o elevarse hasta las mayores alturas. Y. a la luz de este planteo, desentrañó la grandeza de lo que ese puñado de hombres habíamos hecho en casi quince días de incesante lucha con el colosal nevado. "Todo podrá ser, pero VelaSco es formidable" -fue el comentario del mismo amigo que entró a la audiencia a disgusto. Entró temiendo al orador y salió conquistado por el orador. La otra ocasión fue cuando Velasco había dejado de ser presidente -años cincuenta-. Los jesuitas le hicieron un homenaje en su casa mayor de estudios, en Cotocollao. La Orden de Loyola en pleno, más ciertos jesuitas extranjeros que en modo alguno querían perderse la presentación del "fenómeno", colmaron el salón de actos del Instituto Superior de Humanidades Clásicas. Velasco lbarra agradeció el homenaje. Pero lo hizo como solo podía hacerlo el orador: ¡con un discurso de entre media hora y tres cuartos de hora! Y nada menos que sobre lo que es la Compañía de Jesús. Lo más exacto y penetrante que podía haberse dicho sobre cómo concibió y organizó Loyola su orden. Visión neta de la nueva concepción de la pobreza que aportó la Orden ignaciana, así como de su tan malentendida "obediencia ciega". Panorámica de la Europa a la que Loyola lanzó sus primeras gentes, y análisis de la problemática que en la actualidad tenía que enfrentar este organismo al que se ha llamado -recordó Velasco- la "caballería ligera" de la iglesia.
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Apenas cabían en sí los oyentes extranjeros de admiración de que un político y ex-Presidente pudiese conocer así un tema, al parecer ajeno a sus actividades ordinarias, y pudiese hablar sobre él tan la,gay tan elocuentemente, ante el más exigente y especializado de los auditorios. Y es que Velasco !barra fue un estupendo orador. Hernán Rodríguez Castelo
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BOLIVAR
José María Velasco lbarra
1993
BOLIVAR
Es el más grande valor de la historia de la humanidad. Bolívar vivió, luchó, triunfó y continúa estimulando hoy los esfuerzos de todos los que creen en el ideal y la justicia. José María Velasco lbarra
BOLIVAR, ESE HOMBRE EXTRAORDINARIO•
L
a historia de Bolívar debiera ser el foco iluminador de nuestra labor política. Quien tenga valor para traicionar los ideales del Libertador americano, sepúltese en las entrañas del abismo. Considerad a ese hombre extraordinario: ardiendo en anhelos de libertad y democracia; vehemente por ser grande y glorioso; con la vista en el horizonte de la fama. pisotea con los cascos de su caballo las mezquindades de los partidos y las intrigas de los menguados. Sometido a la voluntad nacional, se horroriza con la idea de ser tirano de la soberanía del pueblo y conculcar el querer general. Leed sus obras: su política no es empirismo ignorante, estrecho. petrificado, ilumina con teorías, de genuina sociología. el alma americana. su pasado tradicional y la evolución que conviene provocar: ni utópico ni modificado con ideales de siglos fenecidos: es el héroe de Boyacá, maestro de la juventud americana
De libro E s tudios varios- Quito, Ecuador, Esc uela Tipográfica
Salesiana, 1928, pag. 175.
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TEORIAS CONSTITUCIONALES DEL LIBERTADOR BOLIVAR• V a personalidad del Libertador Bolívar es rica en inteL resantes aspectos. Nada diré yo de su obra militar, cuyo resultado fue, según el historiador Julio Mancini, reafirmar en el mundo los principios de 1789, que iban a ser ahogados por el imperialismo napoleónico. Tampoco me ocuparé en su labor civilizadora: suficiente es recordar que, desde 1822, comprendió Bolívar la necesidad del canal de Panamá y ordenó se hicieran los estudios respectivos; que las primeras escuelas normales del Nuevo Continente, se establecieron en el Perú, por esfuerzos del Libertador, y que él se empeñó con sin Igual energía en fomentar la inmigración extranjera, el estableclmlento científico de universidades y colegios, y el desarrollo de las artes industriales y mecánicas. Estudiaré tan solo ahora las teorías políticas de este inmortal Genio de la América. 1 .
Antecedentes Constitucionales Sudamericanos En el año de 1810, la América del Sur, del un extremo al otro, era un volcán revolucionarlo. El organismo joven de nuestras sociedades necesitaba expansión y desenvolvimiento, mientras España, no por culpa particular suya, sino siguiendo las ideas de la época, se empeña-
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Del Ubro Estudios varios, Quito, Ecuador, Escuela Tipográfica Salesiana, 1928, págs. 83-116. Notacomplcmcntartapág. 464 - 465.
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ba en secuestrar todo un continente. El sistema comercial de la Madre Patria era opuesto a las más espontáneas y legítimas iniciativas: el método político y administrativo no pudo ni debió ser tolerado por nuestros libertadores. La guerra estalla, cruel, terrible, inexorable, al empuje de factores pujantes: quiérese destruir la organización política española. Pero una vez realizada esta labor negativa. ¿de qué manera debíamos proceder para elevar el nuevo edificio político? ¿Cuáles serían los ideales constructivos, creadores, afirmativos?. Mientras América se agita, vehemente, en busca de aire oxigenado para sus pulmones en pleno desarrollo, Europa también se encuentra en una época de crisis y reconstrucción . Sobre la base del hecho democráticó, surgió incitada por la tendencia a la reacción contra el despotismo, la Escuela del Derecho Natural y de Gentes. Esta escuela parte de la consideración del hombre, en abstracto: la sociedad no es una personalidad; el único ente positivo de razón, con propios e inalienables derechos, es el hombre. Todos los hombres son iguales entre sí; los hombres son los mismos en todas partes. El Estado es efecto de un contrato, merced al cual 4<\lniéndose cada uno a todos, no obedece sino a sí mismo y queda tan libre como anteS». Cabe constituir por doquiera análogas formas de existencia política. El pensamiento francés, simpá tico, expansivo, apodérase de estas fórmulas y las proclama. La humanidad, en mov1.miento ya, gracias a propulsores internos, escucha las lecciones de Rouseau, y el resultado es, entre otros de diversa índole, la Primera Constitución venezolana de 21 de diciembre de 1811. Esta Constitución, dice Mancini. «erige las siete provincias de la antigua capitanía general. como cuerpos políticos soberanos. unidos por garantías recíprocas y
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cuyo conjunto forma una República Federal». 4<Tres ministros responsables, designados por los colegios electorales, ejercen a tiempo el poder ejecuttv0». Nuestros padres influidos por la ideología europea y el sistema constitucional norteamericano, creaban así un estado postizo, sin base social, sin raigambre propia, sin relación con las circunstancias. Los efectos correspondieron a las causas: aquel ejecutivo sin energía ni unidad, aquellas provincias sin armónico vigor, cayeron víctimas de las famosas huestes españolas y la obra de la libertad durmió en el sepulcro cavado por la tiranía. «El geni~). dice Rodó 4(es la originalidad que triunfa sobre el medi0». Bolívar observa lo que pasa y trata de descubrir las causas de tan funesto fracaso. En la mente y sensibilidad de Bolívar el medio americano provoca pensamientos originales. Lee nuestro libertador a Montesquieu y a Rousseau y su inteligencia elabora una síntesis propia para orientar nuestros problemas. El genio cuando aprende de otros, realiza al mismo tiempo una creación. En Europa iba a llegar el momento culminante para la elaboración de las ciencias positivas. Acercábase la hora en que Comte fundara la sociología. Las ciencias positivas, sin averiguar las causas últimas. estudian las leyes que rigen los fenómenos cósmicos y sociales; y el conocimiento de estas leyes es la base para el dominio de la naturaleza, es la condición para encauzar prácticamente el mundo y los acontecimientos. Los siglos XVII. XVIII y XIX son los siglos de las ciencias positivas; no porque antes no se hubiera observado, sino porque las observaciones de anteriores épocas no alcanzaron ni en intensidad ni en extensión, ni en metodología y consecuencias a las de Galileo y Lavoisler. El hombre principia a dominar, gracias a la teoría de las leyes, los fenómenos químicos y biológicos.
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La sociedad está también sujeta a las leyes. Con solo lanzar una proclama no se hace una revolución. La sociedad es resultado de factores. Es síntesis de variadas inteligencias y sentimientos diversos . La sociedad no es un campo de arbitrariedad. Hay necesidades internas, hay medios. «El cuerpo del hombre», dice el sabio Caldas, «eomo el de todos los animales, está sujeto a todas las leyes de la materia: pesa, se mueve y se divide; el calor le dilata, el frío le contrae. Cuando su parte material sufre alguna alteración, su espíritu participa de ellai.. La acción social eficaz, supone el conocimiento de las leyes sociales; y he aquí la razón de la gratitud que debemos a Augusto Comte, este filósofo tan mal comprendido, a veces, y que figurará siempre, como fundador de las ciencias sociales, entre los grandes maestros de la humanidad. Bolívar bebe en la misma fuente que Comte, en Montesquieu: aprende a observar la realidad social, analiza nuestra realidad: descubre la verdadera misión del individuo. la efectiva importancia de la colectividad. Bolívar es uno de los precursores de la sociología. He aquí como aprecia la revolución sudamericana: <~o
ha sido la época de la r epública que he presidida», dice ante el Congreso de Angostura de 15 de febrero de 1819, <<Una mera tempestad política. ni una guerra sangrienta, ni una anarquía popular: ha sido, sí, el desarrollo de todos los elementos desorganizadores; ha sido, sí, la inundación de un torrente infernal que ha s umergido la tierra de Venezuela. un hombre, ¡y un hombre como yo! ¿qué diques podría oponer al ímpetu de estas devas taciones?- En medio de este piélago de angustias, no he sido más que un vil Juguete del huracán revolucionarlo. que me arrebata como una débil paja. Yo no he podido hacer ni bien ni mal. Fuerzas irresistibles han dirigido la marcha
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de nuestros destinos. Atribuirmelos no sería justo, y sería ·darme una importancia que no merezco. ¿Queréis conocer los autores de los acontecimientos pasados y del orden actual? Consultad los anales de España, de América, de Venezuela. Examinad las leyes de Indias, el régimen de los antiguos mandatarios, la influencia de la religión y del dominio extranjero; observad los primeros actos del gobierno repu bllcano, la ferocidad de nuestros enemigos y el carácter nacional». He aquí el método positivo aplicado a la realidad social americana: quien tiene teorías tan claras, está capacitado para indicar normas eficaces. «Tengamos presente>>, insistía ante los legisladores, <<que nuestro pueblo no es el europeo, ni el americano del norte: que más bien es compuesto de Africay América que una emanación de la Europa; pues hasta la España misma, deja de ser europea por su sangre africana, por sus instituciones y por su carácter». Sin sanas teorías no es posible orientar oportunamente la vida; la teoría no significa ensueño, la teoría es la verdad vista, comprendida. Lo opuesto a la teoría es el grosero empirismo. El Libertador entendió esto sabiamente y se expresaba de la siguiente manera: «El progreso d e las luces es el que ensancha el progreso de la práctica, y la rectitud del espíritu es la que ensancha el progreso de las luces». Bolívar anhelaba que los legisladores tuviesen una teoría del gobierno amplia y realista, como base indispensable para la racional organización del Estado. Las ideas positivas y constructivas del libertador, partían del generoso y sincero reconocimiento de la democracia como un hecho indispensable en la evolución histórica y justificado ante el análisis filosófico. «Un gobierno
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repu blican<>«. decía a los legisladores de Angostura. «ha sido, es y debe ser el de Venezuela; sus bases deben ser la soberanía del pueblo, la división de los poderes, la libertad civil, la proscripción de la esclavitud, la abolición de la monarquía y de los privilegio&>. 11
BOLIVAR Y LA DEMOCRACIA La sicología del Libertador le inclinaba naturalmente a la democracia. Esta forma de gobierno admite que la vida de la sociedad se apoya en las energías de todos los hombres, quienes, al formar la síntesis de conciencias y anhelos, crean la persona social. La sociedad vive de la vida de los individuos que la integran y establecen como un todo colectivo. La sociedad es impulsada por los sentimientos, ideas, aspiraciones y cultura del pueblo que tiene energía propia para sustentar las instituciones. El gobernante representa el poder político del 'ser colectivo. La historia enseña que la forma de gobierno está subordinada al grado de cultura del pueblo, porque es éste quien establece él gobierno con movimientos de su personalidad soberana. Los diversos estados constituidos en los distintos puntos geográficos, son un reflejo de la característica moral de los pueblos; pero el siglo XIX es el siglo de la democracia. La democracia es hasta una cuestión de delicadeza. El tirano es indelicado, porque dispone de lo que no le pertenece. El gobierno no es un bien económico que se posee y regula a voluntad. La democracia se relaciona con dignidad del hombre. El ser racional es dueño de sí mismo. La sociedad tiene inteligencia y conciencia capaces de autodirección jurídica, y que se desnaturalizarían por efecto de un despotismo
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absorbente, superpuesto a la autonomía indispensable de la sociedad. Además, el progreso requiere el desarrollo de las libertades individuales, de las aptitudes de todos, en filosofía, arte, ciencias, y solo la democracia tiene interés sincero por las libertades del hombre. «El gobierno se hace injust~. dice Santo Tomás, «en cuanto se aparta del bien común de muchos. y se busca el particular de quien gobierna: y así cuanto se apartare más del bien común, tanto será más injust~. Todo esto lo entendió plenamente el Libertador: por lo cual fue demócrata sincero. En un gran discurso de 1814 decía: 4<No usurparé una autoridad que no me toca. ¡Pueblos! Ninguno puede poseer vuestra soberanía, sino violenta e ilegítimamente! Huid del país donde uno solo ejerza todos los poderes: es un país de esclavos. Vosotros me tituláis libertador de la República: yo nunca seré el opresor». En 1828 exclamaba: «La voluntad nacional es la suprema ley de los gobernantes; someterse a esa voluntad es el primer deber de todo ciudadano, y como tal me someto a ella. Es la voluntad nacional la que ejerce la soberanía y por tanto el único soberano a quien yo sirvo como a tal». En una proclama en 1826 decía: «Tan solo el pueblo conoce su bien y es dueño de su suerte; pero no un poderoso. ni un partido, ni una fracción. Nadie sino la mayoría es soberana. Es un tirano el que se pone en lugar del pueblo; y su potestad. usurpación». Estas elocuentes expresiones no eran un recurso apto para atraerse o adular a los pueblos. Las cartas privadas de Bolívar. modelo de profundidad en el pensar. de riqueza en las ideas y de hermosura en el lenguaje, confirman sus entusiasmos republicanos. Escribía. en 1826. al General Páez: «No permitiré que nadie se haga el soberano de la nación. Usted no tiene este derecho, ni yo. ni una fracción del puebl0». El Libertador, inspirado en Rousseau, se opone, en este pasaje. a la teoría de la
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delegación completa de poderes: el soberano siempre la Nación; el magistrado solo representa el poder constante de la sociedad, que le sostiene, apoya y motiva su gobierno. En septiembre de 1828 expresaba Bolívar a O'Leary: «La erección de un gobierno vitalicio o como se quiera, pero s iempre conforme a la opinión del pueblo. será el otro extremo que p ueda adoptar el Congres0>>. Algunos comentadores de la obra política de Bolívar, olvidando que, según ha demostrado Adolfo Posada, la democracia es ante todo un concepto de profundidad, de autodominio, de autogobierno del todo colectivo, y no de un mero formulis mo electoral, se empeñan en sostener que Bolívar tuvo ideas monárquicas, a juzgar por su plan de organización política. José Enrique Rodó, el primer pensador de América hispana escribe que Bolívar no llegó a la aceptación franca y cabal del sistema republicano, con su esencialísimo resorte de la renova~ión del cargo supremo. Sin pretensión alguna, pero en aras de la sinceridad, debo declarar, que no participo de esta manera de comprender el problema. Carlos A. Villanueva opina que el Libertador, al ir a tomar la corona en sus manos, retrocedió espantado, no obstante de haberla buscado, y que este retroceso fue efecto «de pudor», «de temor de sus tenienteS>>y de otros móviles simplemente utilitarios. El señor Villanueva tiene la audacia de asegurar que Boi.ívar pensó siempre, como único medio de salvar su obra y su gloria, en la monarquía. No será inútil tener presente que los estudios de Villanueva son de estos últimos años y que en todos ellos se pretende consignar el resultado de asidua labor sobre documentos fehacientes. Según el eminente historiador Gabriel Porras Troconis, para Mitre, Bolívar representó el ideal monárquico y San Martín el anhelo republicano.
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A fin de que realce la originalidad del Libertador. su penetración en los sentimientos reales e íntimos de los pueblos, engañados a sí mismos, recordaré que las guerras por la independencia sudamericana se desarrollaron en un ambiente monárquico. Dice Rufino Blanco Fombona que los pueblos que formaron luego la Gran Colombia asumieron desde el principio actitud republicana y legislaron en sentido democrático. «Buenos Aires, por el contrario, fue en la mayoría de sus hombres eminentes, resuelta partidaria del sistema monárquica». «El extremo austral de América», continúa don Rufino, «era partidario de la monarquía con monarcas europeos, y agentes de esta política recorrían la Europa buscando un rey para las provincias del Plat~>. El his toriador venezolano alude a las ideas políticas de los hombres eminentes de Colombia. Con más serenidad, el General Monsalve escribe: «Que en Colombia, como en el Perú y en Bolivia. había un partido monarquista que quisiera establecer un trono con Bolívar coronado, o con un príncipe extranjero, es cuestión indiscutible por demasiado evidente. Lo hubo desde que se inició la revolución de independencia, lo había antes de consumarse ésta. y lo hubo después. El Bajo y el Alto Perú aún no se habían desprendido de las prácticas de derecho público de la colonia, y los habitantes de Venezuela y d el virreinato, todos con igual suma de patriotismo, se aferraban a distintas teorías. El General Sucre mismo, el más virtuoso, modesto y des interesado, no era del todo opuesto a los principios monárquicOS>>. Jorge Ricardo Vejarano escribe: «Los precursores del movimiento insurreccional. Miranda a la cabeza, no obstante considerársele hasta ahora como verdadero republicano. aparece pensionado por el gobierno inglés para facilitar el traspaso de la América Latina a la corona de Inglaterra». Sea cual fuere la verdad respecto al General Miranda , es lo cierto que Bolívar penetró en lo más hondo
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del sentimiento popular americano y que, al través de las vacilaciones de espíritus desorientados, comprendió el hecho de la democracia como una necesidad de nuestros pueblos, hecho Imperioso y que convenía organizar adecuadamente. Para el Libertador la democracia significa algo más íntimo que el mero formulismo electoral; es el gobierno del pueblo por el pueblo; el régimen Inglés es, en la esencia. democrático. Parte el Libertador de las enseñanzas de Montesquleu. Al principio el hombre, en su general ignorancia de las cosas, en su cultura espiritual escasa. apremiado por las necesidades, se somete al más fuerte por las energías físicas, por la magia o la astucia El pueblo es súbdito del más fuerte ; el ser colectivo carece de poder. Básase este sistema en el temor. Cansado, luego. el pueblo del despotismo, adelantada ya la cultura. Umítase, por reacción, el absolutismo del César. En una carta política se consignan determinados derechos esenciales para los ciudadanos. Cierto número de personajes -la nobleza- institúyense entre el rey el pueblo, para conciliar estos extremos, a veces, antagónicos: es la monarquía constitucional. Este régimen no afirma la soberanía del pueolo, el soberano es el rey: pero su omnipotencia sufre restricciones. Montesquieu nota exactamente que la monarquía se basa en los prejuicios de clase, en el honor.- Una iluminación jurídica posterior revela a los hombres, que el pueblo, como entidad, es la fuente del poder social: que el déspota y el monarca son nada, sin el sostén de la sociedad toda; la cau sa justlflcadora de la a ctuación gubernativa. es el Interés del todo colectivo. Surge, entonces, la democracia, la cual no será viable sino por la virtud, es decir, por el espíritu democrático convertido en sentimiento de los hombres y expresado en el amor a la igualdad. Como es _ dificil que la virtud se apodere del mayor número de
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hombres, Montesquteu tiene recelos contra la democracia; se inclina a formas mixtas, entre aristocracia y gobierno popular. He aquí lo que es ver hondamente las cosas: dondequiera que la voluntad general influya de modo claro y eficaz, habrá democracia, no obstante el mayor o menor número de p eríodos electorales. Montesquieu analiza. como filósofo, el fondo de las cosas: nuestro Villanueva impresiónase por lo circunstancial y transitorio. Bolívar fue demócrata sincero y enérgico, dando al término «demócrata» su sentido profundo. Tuvo conciencia clara respecto al valor jurídico e histórico del pueblo: si no, preguntamos con Vejarano ¿por qué no se coronó? ¿Por qué no accedió a las peticiones de los más hábiles e inteligentes entre sus generales? Después de las conferencias con San Martín, después de la batalla de Ayacucho, Bolívar fue el árbitro de los destinos de América: ¿por qué no se coronó?. Las fuentes principales para conocer las ideas democráticas de Bolívar, son la Carta de Jamaica en 1815; las Conferencias de Guayaquil con San Martín en 1822; la carta al Ministro Estanislao Vergara de 13 de julio de 1829; la carta a O'Leary de 13 de septiembre de 1829; el oficio al Ministro de Estado, en el despacho de Relaciones Exteriores, el 22 de noviembre de 1829; y las instrucciones al coronel D. José de Austria. el 15 de diciembre del mismo año. En estos documentos, de gran importancia para la sociología y la psicología de los pueblos, el Libertador se presenta demócrata genuino: primero, porque las democracias, en su ideal de libertad, no conquistan ni oprimen a los demás pueblos. Este argumento lo ha desenvuelto en nuestros días, magníficamente, el presidente Wilson: segundo, porque ningún príncipe extranjero querría hacerse cargo de una herencia de anarquía y disolución: tercero,
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porque ningún americano pudiera constituir un reino entre las ambiciones desenfrenadas de los caudillos; cuarto, porque una nobleza es necesidad histórica en las monarquías: ya sabemos esto por Montesquieu, y, en nuestra América, el establecer una nobleza sería un absurdo, fuente de agitaciones interminables; quinto, porque las ideas no se contienen con instituciones: nuestros pueblos destruyeron el trono, oyeron hablar de libertad e igualdad, y ninguna fuerza humana podía desarraigar esos anhelos tan halagadores al entusiasmo de los hombres. Los pueblos hispanoamericanos, no obstante las dudas aparentes, iban hacia la democracia, resueltos a destruir todo privilegio. El s entimiento, el instinto, conducen, en ocasiones, a resultados que la inteligencia pura no alcanza, supuesta la triste facultad de engañarse a si mismo. Maurice Duval escribe que la soberanía nacional no implica a priori el sufragio universal, sino el gobierno de la colectividad, consciente de sus verdaderas tendencias, por la autoridad m á s adecuada para servirlas. No otra cosa se desprende también del admirable discurso al Congreso de Angostura; obra maestra de la ciencia política de Bolívar, según Troconis; estudio estupendo por el lenguaje y el saber; majestuoso como las aguas del Orinoco que presenció la inmortal elaboración.
111 BOLIVAR ANTE EL CONGRESO DE ANGOSTURA <<Al desprenderse la América de la monarquía española>>, decía Bolívar, <<Se ha encontrado semejante al imperio romano, cuando aquella enorme masa cayó dispersa en medio del antiguo mundo. Cada desmembración formó entonces una nación independiente, conforme a su situa-
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ción y a sus intereses; pero con la diferencia de que aquellos miembros volvían a restablecer sus antiguas asociaciones. Nosotros ni aún conservamos los vestiglos de lo que fue en otro tiempo, no somos europeos, no somos indios, sino una especie media entre los aborígenes y los españoles. Los americanos no han tenido ningún ejercicio en el arte del gobierno: mncldo el pueblo americano al triple yugo de la ignorancia, de la tiranía y del victo, no hemos podido adquirir ni saber, ni poder, n1 virtud». El código que debieran consultar los legisladores de Angostura. es El Espíritu de las leyes y no el de Washington. El Espíritu de las Leyes dice que éstas ~eben ser relativas a lo fisico del país, al clima, a la calidad del terreno, a su situación, a su extensión, al género de vida de los puebloS». Tres ideas capitales se consignan en el discurso ante el Congreso de Angostura. La crítica al federalismo, el establecimiento de un senado hereditario y la erección de un poder moral.- La primera idea tiene precedentes en notables escritos políticos anteriores del Libertador. En el «Discurs~ adquiere un carácter de exageración y generalidad, acaso inspirado en el deseo de impresionar los ánimos de 195 congresistas. «Es un prodtgi0>>, dice, «que la Federación en el Norte de América subsista tan prósperamente y no se trastorne al aspecto del primer embarazo o peligro. ·Tal vez estamos frente a una verdadera incomprensión del sistema federal. Si un municipio es apto para regular la instrucción pública, la fuerza del Estado nacional dependerá del reconocim1ento de la autonomía municipal en este aspecto de la vida política: si una provincia tiene verdadera capacidad y energía para ordenar lo relativo a caminos públicos. el Estado nacional se debilitará no reconociendo la soberanía provincial en este respecto. Cada función social debe desempeñarse por el órgano
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propio para la misma. El absurdo de la constitución venezolana de 1811 consistió en establecer un federalis mo artificial y postizo sin relación alguna con la composición social. Según el magnífico cuadro de don Ruftno Blanco Fombona, la América era un agitarse, en furiosa lucha, de elementos diversos que ya chocaban entre sí, ya se apoyaban, según las circunstancias las::ales. Ahí están los «criollos, u hombres de pura raza blanca nacidos en América>>; allá «los pardos -mestizos, mulatos-y los indioS», más allá se encuentran los negros esclavos o libres: ¿qué iba a federarse en este amontonamiento de fuerza sociales? ¿Pudo hablarse de soberanía local en este caos de confusión? La federación de 1811 fue absurda, por falta de materia prima Eugenio María de Hostos escribe que «la federación, tal como el espíritu de imitación la ha establecido en las sociedades latinas que la han adoptado, no es la verdadera federación». «Federación es la distribución orgánica de la soberanía». Bolívar anhelaba que el Congreso de Angostura eligiese, entre los libertadores de Venezuela, los que habían de formar el senado hereditario, no con el fin de constituir una nobleza, sino para crear un cuerpo político neutro, calmado, independiente del pueblo y del gobierno. Los hombres luchan y se agitan constantemente, faltos de una verdadera comprensión de los intereses: «el individuO>t, dice el Libertador, «pugna contra la masa y la masa contra la autoridad». El mar humano levanta olas al influjo de vientos de pasión. Un cuerpo de funcionarios independientes y educados especialmente, puede ser el elemento de conciliación y armonía. de un modo particular, en la cuna de las sociedades, supuesta la inexperiencia general.
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Empero. ¿cómo podía asegurarse que los libertadores de Venezuela fueran los más aptos para la función legislativa en la Cámara Alta? Y en un país democrático, ¿no era peligroso educar especialmente a los hijos de los senadores, solo por haber nacido, sin mérito alguno, hijos de senadores? Es esencial en la democracia, la destrucción de privilegios injustos; los privilegios del nacimiento son injustos indudablemente. Dice el Libertador que «no se debe dejar todo al acaso y a la ventura de las eleccioneS». Está muy bien. Mauricio Duval expresa, por su parte: «Dos cosas pueden arruinar el patriotismo en las conciencias: el exceso y la falta de participación en lo que se refiere a los intereses generaleS». Sin embargo, no cabe repúblicas si no se sustituye la aristocracia de la casualidad, por la aristocracia del mérito. Nuestro Libertador, inspirado en la historia de Grecia y Roma, y en las enseñanzas de la moral social, quiso establecer una cuarta potestad política, encargada de la educación y la instrucción nacional. y de corregir el desorden y el egoísmo, o premiar las virtudes cívicas y la solidaridad, merced a la opinión. Es el poder moral, cuya idea venía desarrollándose en Bolívar, acaso desde, 1817.- Cuarenta miembros y su presidente integran este poder, encargado de dirigir «la opinión moral de toda la república; castiga los vicios con el oprobio y la infamia y premia las virtudes públicas con los honores y la gloria. Respecto a esta Cámara, escribe Vejarano que no puede saberse qué es más: si intolerable o ridícula. Sin embargo, prescindiendo de las ideas de Platón y Aristóteles, Augusto Comte creyó también necesario un Poder espiritual. Impresionado el filósofo por el desorden que sucede a la revolución de 1789: profundamente preocupado con la anarquía de los espíritus, con el individualismo que amenaza sacudir todas las cargas sociales. base necesaria para la existencia de la humanidad, Comte procla-
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ma que la libertad es buena para destruir, pero incapaz de edificar: que el individuo ha de subordinarse a la sociedad, cuyos trabajos, durante siglos, y cuyos esfuerzos y sacrificios, han creado la cultura y la civilización y el bienestar humano. Esta educación del hombre no la espera el filósofo francés de la fuerza: la fuerza es impo~ tente para contener la astucia. Lo que educa al hombre es la persuasión emanada de un poder espiritual. Habiendo el poder espiritual católico, terminado su misión, según Comte, precisa crear un poder espiritual científico, para convencer a los hombres mediante la ciencia positiva, en especial mediante la sociología, que es indispensable a cada uno «Vivir para otro.. Bolívar más acertado que Comte espera educar a los hombres no por la ciencia, sino por la moral. Espera intensificar en los sentimientos, el influjo del imperativo moral, sin el cual nada significan, en definitiva, para el adelanto humano, el sistema de los contrapesos gubern ativos y la división de las cámaras. Sin espíritu de sacrificio, sin abnegación profunda, el engaño utilitarista puede destruir la república. Créese que el camino del interés, es el mejor, porque es más ventajoso en un momento dado. «Un pueblo pervertldD>, decía el Libertador en su gran discurso, «nn pueblo pervertido, si alcanza su libertad muy pronto vuelve a perderla: porque en vano se esforzarán en mostrarle que la felicidad consiste en la práctica de la virtud: que el imperio de las leyes es más poderoso que el de los tiranos: que las buenas costumbres, y no la fuerza, son las columnas de las leyes: que el ejer cicio de la justicia es el ejercicio de la libertad». Bolívar con acento de especial energía, agrega: «Los códigos, lo sistemas, los estatutos, por sabios que sean, son obras muertas que poco influyen sobre las socieda des: hombres virtuosos, hombres patriotas, hombres ilustrados, constituyen las repúblic~.-Sean cuales fueren los defectos de reglamen-
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tación, el poder moral es una de las más admirables ideas constitucionales del Libertador.
CONSTITUCION BOLIVIANA Y entramos en la Constitución boliviana. «Bolívar crea una república: el Alto Perú, que se llamará Bolivia en recuerdo de su fundador», dice Francisco García Calderón . .:Le da una constitución que desea, en vano, aplicar al Perú y a Colombia. Desenvuelve las ideas expuestas en el ensayo de Angostura, y concreta su ideal de república: es, en suma, una monarquía en la que el poder es hereditari0». El recuerdo del análisis hecho a propósito de las profundas ideas de Montesquieu y el posterior estudio del texto, nos permitirá rectificar completamente la sintética apreciación del sabio sociólogo peruano. En una carta del Libertador al General Sucre, fechada en el cuartel general de Lima, a 25 de mayo de 1826, se lee: .:Cuando tuve la dicha de visitar esa tierra afortunada, los representantes del pueblo me honraron pidiéndome un proyecto de Constitución. Bien sabía que esta empresa era muy ardua, y bien superior a mis fuerzas, pero, ¿qué rehusaré yo a ese Estado? He bosquejado el que me tomo la libertad de enviaros, con una alocución a los legisladores. Os ruego, graride y buen amigo, presentéis al Congreso este débil trabajo que ofrezco a los ciudadanos de Bolivia como un homenaje de gratitud, y una prueba de mJ respet0». La Constitución se compone de ciento cincuenta y dos artículos, clasificados en diez títulos, en los cuales se definen la nación boliviana y su territorio, el gobierno, su forma, la ciudadanía, los deberes constitucionales, el poder electoral y su composición y funciones, el poder legis-
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lativo, sus facultades y constitución, el ejecutivo y su naturaleza; el judicial, su distribución territorial y jerárquica; el régimen interior de la república; la fuerza armada, la reforma de la Constitución y las garantías ciudadanas. Al General Santander le pareció esta carta política «liberal y popular, fuerte y vigorosa». A Sucre, el menos autoritario de los próceres. le pareció casi inadmisible la Constitución boliviana, por demasiado liberal. Al General Juan José Flores, intendente de Quito, le impresionó como «Un asombro democrático». Lo que más admira en el Libertador Bolívar es la suprema educación de la fuerza. Su espada pode rosa que, en más de una ocasión, pudo disolver. con una ligera señal, tribunales y congresos, se inclina. magní.fica. ante una idea sin más fuerza que la belleza propia de los valores morales. A los legisladores d e Angostura les dijo ya las palabras stgutentes, dignas de ser grabadas en oro, para lección de los déspotas: «Dichoso el ciuda dano. que bajo el escudo de las armas de su mando, ha convocado la soberanía nacional. para que ejerza su voluntad absoluta! Yo, pues, me encuentro entre los seres más favorecidos de la divina providencia, ya que he tenido el honor de reunir a los representantes del pueblo de Venezuela en este augusto Congreso. fuente de la autoridad legítima, depósito de la yoluntad soberana y árbitro del destino de la nación». ¡He aquí lo más grande como educación de la fuerza, como dominio de la propia, omnipotente, ambición, como seif control, usando la significativa expresión inglesa! El general victorioso en Junín y árbitro de los destinos americanos. proclama en su Cons titución de 1826. que: «La soberanía emana del pueblo. y su eje rcicio r eside en los poderes que establece esta Constitución».
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PODER ELECTORAL.- Estudiemos tan so\o \as ideas políticas principales. Eugenio María de Hostos observa que la persona, para desenvolver la actividad, se traza el plan de acción: dicta su propia ley: he aquí la función legislativa. Después, la persona realiza su idea: he aquí la función ejecutiva. Luego juzga, reflexivamente o, acaso, de manera instintiva, el acto realizado, aprecia según un principio general el hecho concreto efectuado: he aquí la función judicial. Pero hay otro momento indispensable, según Hostos, en la elaboración psicológica de la vida práctica de la persona: es la elección de los medios adecuados para que la obra se realice eficazmente: he aquí la función electoral. La llamada persona social, el estado político, pasa por análogos momentos, base de la vida racional. Dada la importancia, la trascendencia de la actividad política, se han organizado independiente y sustanUvamente las tres primeras funciones con el nombre de poder legtslaUvo, ejecutivo y judicial. Es menester, así mismo, la organización independiente y sustantiva de la función electoral, sin la cual jamás habrá moralidad en este aspecto de la vida del Estado.
Bolívar organizó el poder electoral en su Constitución de 1826. «El poder electoral, lo ejercen inmediatamente los ciudadanos en ejercicio, nombrando por cada diez ciudadanos un elector». El cuerpo electoral tiene su asiento en la provincia y dura cuatro años en sus funciones. Solo están privados del ejercicio del poder electoral, los que no tienen la ciudadanía, por menores de veintiún años, o ignorantes, o vagos, o sujetos a «Otro en Ja clase de sirvientes domésUcoS>>. Tampoco ejercen este poder político aquellos que, en los casos previstos por la ley, pierden sus derechos de ciudadanía o están suspensos en el goce de las facultades ciudadanas. En los primeros escritos políticos de Bolívar, en el Manifiesto de Cartagena de 1812, se descubre el concepto
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profundamente científico que tenía el Libertador, de la función electoral. Dice Gabriel Porras Troconis: «En toda su actuación pública mostró Bolívar un vivo empeño en poner a cubierto de las presiones autoritarias, las voluntades de los ciudadanos en el ejercicio del derecho de sufragio. Nunca quiso hacer pesar el prestigio de que gozaba como hombre, como guerrero, como inandatario y como Libertador, sobre las conciencias para el logro de éste o aquel objetivo favorable temporalmente a sus designios o a la autoridad que ejerciera: y así, en una de las situaciones más dificiles y de mayor agitación para la república, -el año de 1828, al hacerse la elección para diputados a la Convención de Ocaña- contra el parecer de sus amigos políticos dio amplia garantía a los ciudadanos para que ejerciesen el derecho de sufragio, como es de ello prueba incontrovertible del triunfo que alcanzaron los partidarios de Santander». Cuando el General Sucre se encontraba en Bolivia, recibió una carta del Libertador. indicándole ~que no debía dejar ni un soldado del ejército libertador a menos de veinte leguas del lugar indicado para las sesiones del cuerpo legislativ0>>. El 3 de abril de 1829 escribía Urdaneta al General Páez: ~n el año de 27, porque el Libertador quiso, abandonamos las elecciones y todo el campo se dejó a los enemigos; ahora es de otro modo: ya estoy cansado de aguantar el desprendimiento del Libertador y estoy resuelto a no contar con él en ese asunto, porque sé que nos diría que no». Bolívar tuvo comprensión clara de la soberanía del Estado: de ella emana el poder electoral. Hostos dice muy exactamente: ~n su acariciado proyecto. de constitución para Bolivia, dividió el Libertador el poder en cuatro ramas: las tres ya conocidas por el derecho público y la electoral. En realidad, fue el único que completó a Montesquieu». LAS CAMARAS.- La cuestión de las dos cámaras en . que ordinariamente se divide el poder legislativo en todos
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los países civilizados del mundo, a excepción de Grecia, Serbia y algún otro estado europeo o americano, con una sola asamblea legislativa. trae su origen de Inglaterra. En los siglos XIII y XIV merced a la orgánica evolución de la historia inglesa, cooperan en el gobierno, junto con los prelados y barones, vasallos de la corona, los diputados de las ciudades y los grandes propietarios rurales: en 13 77 la separación de las dos cámaras es un hecho realizado. En Inglaterra este resultado histórico obedece a muy especiales circunstancias. En los demás países es efecto de la tendencia ciega a la imitación, del empirismo político que aún domina. Suecia, siguiendo la natural orientación de su política, tuvo, hasta 1866, cuatro cámaras. Emilio Faguet lamenta que Francia, por el anhelo de imitar, haya destruido su tradición de estados generales. El gran pensador antillano Eugenio María de Hostos, inspirado por Stuart Mill, pide el establecimiento de un tercer órgano legislativo, una precámara, compuesta, en sus dos terceras partes, de individuos mayores de 50 años, y encargado de la preparación técnica de la ley y de ser elemento moderador entre las agitaciones políticas del Senado y de la Cámara de Representantes.- Para Hostos, el Senado debiera representar el interés de las corporaciones.locales, o, acaso, el de toda asociación, como entidad sustantiva: y la cámara estuviera destinada a inspirarse en las necesidades generales de la sociedad política como un todo. El profesor Jenks encuentra la razón científica para la existencia de las dos cámaras. en las materias que pueden ser objeto de legislación: los intereses del trabajo estuvieran representados en la Cámara Baja; los del capital en la Cámara Alta. Pero, ¿por qué admirarnos de estas sugestivas teorías de J enks y Hostos, ahora, cuando la ciencia política
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ha dado tan admirables pasos en el progreso doctrinal y la organización? ¿Qué mucho que en nuestros tiempos la teoría ilumine el empirismo rutinario e imitador? El Libertador Bolívar, desde 1819 alumbra ya el problema de las cámaras legislativas. En Angostura discurría acerca del papel moderador del Senado, y la Constitución de Bolivia crea tres órganos legislativos: la Cámara de tribunos, directos representantes de los intereses económicos del pueblo; dura cuatro años y se renueva, por mitad cada dos años. La Cámara de Senadores. encargada de la alta misión de establecer códigos, leyes de responsabilidad de empleados, y de vigilar por la exacta administración de justicia. Los senadores, duran ocho años en sus funciones, y se renuevan, por mitad cada cuatro años.- La Cámara de Censores compuesta de hombres graves, se encarga de la delicadísima misión de vigilar la conducta política del ejecutivo y acusar, ante el senado, al vicepresidente y secretarios de estado. Los censores son vitalicios. Esta cámara es el antiguo poder moral: decreta honores públicos en favor de los ciudadanos virtuosos; y condena a oprobio eterno a los usurpadores de la autoridad pública, a los traidores y criminales insignes . La Cámara de Censores, según Ollveira Lima, de la Academia Brasilera. 4'Sería protectora de la cultura nacional, guardián de la moralidad y de la Constitución, colaboradora en los tratados pú bllcoS». En ella residiría de esta suerte el poder moderador. «Estas ideas de Bolív~. agrega el docto publicista, «eran más dificiles de realizar en un medio falsamente democrático y dada la repugnancia personal del grande hombre en revestirse de los ropajes , al mismo tiempo que de los atributos del lmperator».
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En el discurso con que acompañó el proyecto de Constitución para Bolivia, decía el Libertador: «El Cuerpo Legislativo tiene una composición que lo hace necesariamente armonioso entre sus partes: no se hallará siempre dividido por falta de un juez árbitro, como sucede donde no hay más que dos cámaras. Habiendo aquí tres, la discordia entre dos queda resuelta por la tercera, y la cuestión es examinada por dos partes contendientes y una imparcial que la juzga: de este modo ninguna ley útil queda sin efecto, o por lo menos, la habrán visto una, dos o tres veces antes de sufrir la negativa». El Libertador comprendió, desde un principio, los buenos resultados que produce el que las asociaciones o cuerpos elijan ellos mismos sus miembros: se produce, así, el interés por el prestigio de la corporación. Emillo Faguet aconseja este sistema para el reclutamiento de unos pocos miembros de las cámaras, a fin de llamar a las indispensables capacidades, muchas veces ignoradas por el sufragio. El carácter político de las asambleas legislativas pide, por otra parte, la preponderante actuación del cuerpo electoral: todo esto lo combinó sabiamente el Libertador. «El poder legislativo», dice el Art. 26, «emana inmediatamente de los cuerpos electorales nombrados por el puebl0>>. El artículo 25, atribución 2ª. concede al cuerpo electoral la facultad de: «Elegir y proponer en terna: primero a las cámaras respectivas los miembros que han de componerla o llenar sus vacanteS>>. Bolívar dividió las cámaras. según se deduce del análisis hecho, en atención a las atribuciones y a la necesidad de la armonía entre ellas. PODER EJECUTIVO.- Entusiasta admirador de la organización del poder ejecutivo en Inglaterra. fu e el padre de la democracia hispano americana. Los países que aspiran a que el imperio de la opinión pública sea eficaz
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en la práctica actuación del Estado, deben establecer el régimen parlamentario, es decir, el régimen mediante el cual el Ministerio, órgano ejecutivo. es un comité del parlamento.- Tan amplia es la esfera ejecutiva, tan dificil es probar que el Jefe del Estado ha cometido un crimen contra la Constitución o las leyes , que dentro del marco legal, puede el gobierno. según el sistema presidencial, oponerse escandalosamente a la opinión pública. sin que ésta tenga remedio rápido y poderoso. No otra cosa nos revela la actual lucha entre el Senado norteamericano y Woodrow Wilson: la Constitución yanqui no reconoce el ministerio: el único responsable de la ejecución de las leyes, en determinados casos, es el Presidente, árbitro, en amplísimos límites de la marcha del Estado. En lnglaterra, en la Francia republicana. el jefe del gobierno representa la unidad del Estado, y existe un órgano particular ejecutivo que funciona según el influjo de los vaivenes de opinión en el parlamento. Que este régimen no enerva a los pueblos nos demuestra la nación, vencedora del imperio alemán en la batalla del Marne en 1914. El jefe de la nación inglesa lo es del gobierno, decía sabiamente el Libertador Bolívar, «pero sus ministros y subalternos dependen más de las leyes que de su autoridad. porque son personalmente responsables, y ni aún las mismas órdenes de la autoridad real los eximen de esta responsabilidad». La Constitución boliviana establece un cuasi parlamentarismo-. A fm de evitar las frecuentes agitaciones electorales en esos tiempos de caudillos y militarismo, el primer Magistrado debía ser vitalicio: «El Presidente de la Repú bllca será nombrado la primera vez por la pluralidad absoluta del cuerpo legislativo: dice el artículo 77. El vicepresidente es. elegido por el Presidente y las cámaras reunidas. Por renuncia, mu erte, enfermedad o ausencia del Presidente de la República. le sucede el
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vicepresidente. Los artículos 87 a 94 establecen que el vicepresidente es Jefe del Ministerio: que éste es integrado por tres secretarios del despacho: que los secretarios del despacho son responsables con el vicepresidente de todas las órdenes que autoricen contra la Constitución, las leye~ y los tratados. El Presiden te es irresponsable. «Es como el sol que firme en su centro da vida al univers0», dice hermosamente el Libertador. En su gran discurso de 1819 expresaba: <~s recomiendo, representantes, el estudio de la Constitución británica, que es la que parece destinada a operar el mayor bien posible a los pueblos que la adopten». Es de notarse que el primer Magistrado, según el d eseo de Bolívar. es un hombre preparado. independiente de los partidos e imparcial. Es irresponsable a la manera del Rey de Inglaterra, pero se le dan multitud de facultades administrativas. como en los Estados Unidos. A un Jefe de Estado parlamentario le basta la facultad de dirigirse a las cámaras por medio de mensajes, la facultad del veto y la dirección de los asuntos internacionales. Lo contrario es absurdo; y absurdo es el siguiente artículo de la constitución boliviana: «El presidente de la república es el jefe de la administración d el Estado, sin responsabilidad por los actos de la administración». El artículo 6º de la ley constitucional francesa de 25 febrero de 1875, dispone democráticamente: «El presidente de la república es responsable solo en el caso de alta traición». He aquí lo justo. En la constitución hecha por el Libertador, el Ministerio, órgano ejecutivo, dirigido por el vicepresidente, está claramente determinado; pero las cámaras necesitan para renovarlo, trámites de acusación o suspensión: otra inconst7cuencia con el sistema, otro entorpecimiento de la opinión pública. El régimen parlamentario inglés desde
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1792, o poco antes, establece que el Ministerio se renueva, si no cuenta con la confianza de las cámaras. Pone en salvo al amplio y noble liberalismo del Libertador, liberalismo que informa toda su obra política, la siguiente disposición que anula aquella otra sobre la irresponsabilidad del Jefe del Estado, no obstante las muchas facultades administrativas de éste. Dice el artículo 93: «Ningún Tribunal ni persona pública dará cumplimiento a las órdenes del Ejecutivo que no estén firmadas por el vicepresidente y secretarios del despacho de aquel departamen t0>>. PODER JUDICIAL.- En el discurso con que acompañó el Proyecto de Constitución, dice el General sudamericano: «El poder judicial que propongo goza de una independencia absoluta; en ninguna parte tiene tanta. El pueblo presenta los candidatos, y el legislativo escoge los individuos que han de componer los tribunales. Si el poder judicial no mana de este origen, es imposible que conserve en toda su pureza la salvaguardia de los derechos individuales. Estos derechos, legisladores, son los que constituyen la libertad, la tgualdad, la seguridad, todas las garantías del orden social. La verdadera constitución liberal está en los códigos civiles y criminales y la más terrible tiranía la ejercen los tribunales por el tremendo instrumento de las leyes. De ordinario el Ejecutivo no es más que el d epositario de la cosa pública: pero los tribunales son los árbitros de las cosas propias, de las cosas de los individuos. El poder judicial contiene la medida del bien o del mal de los ciudadanos; si hay libertad, si hay justicia en la r epública, son distribufdas por este poder. Poco importa a veces la organización política, con tal que la civil sea perfecta; que las leyes se cumplan religiosamente y se tengan por inexorables como el destin0».
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«Era de esperarse, conforme a las ideas del día, que prohibiésemos el uso del tormento, de las confesiones, y que cortásemos la prolongación de los pleitos en el intrincado laberinto de las apelaciones». Es probable que ningún publicista antiguo ni moderno, haya escrito, acerca del poder judicial, una página más profunda, más sabia que la transcrita: cada palabra, cada pensamiento, tiene un valor científico inmenso. El Libertador se preocupó siempre con la sólida e independiente organización del poder judicial, base práctica de la eficaz vida republicana, fundada en el respeto al hombre y a sus derechos.- Cubierto con laureles militares: capitán temido. prestigioso. organiza, por decreto de octubre de 1817, el poder judicial en Venezuela. ¡Así no proceden nunca los déspotas, ni los ambiciosos vulgares, sino los que aún en la ambición son extraordinarios: los que ambicionan la inmortalidad por el desinterés y la gloria!! ... El Libertador quiere que hasta los jueces de letras -de primera instancia en lo civil- sean abogados de crédito: establece la sabia institución de los jueces de paz, indispensable dondequiera que se entienda la misión de la justicia y el beneficio de la paz entre los hombres. Para admirar como se debe la ciencia del Libertador en política. recordemos que. en los países europeos contemporáneos hay. según el señor Adolfo Posada, la idea de considerar <<la función judicial. más o menos. como una dependencia o. a lo sumo. dirección o actividad del ejecutivo». Recordemos que la muy vulgar constitución peruana, del 27 de diciembre de 1919, dispone que «los vocales y fiscales de la Corte Suprema serán elegidos por el Congreso entre diez candidatos. propuesto por el Gobierno de acuerdo con la ley». Recordemos que el Presidente de
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los Estados Unidos nombra a los jueces del Tribunal Supremo, con anuencia y consentimiento del Senado. VIDA LOCAL.- El concepto erróneo que el Libertador tenía d el federalismo. como ya lo indiqué, produjo el desconocimiento de la vida local- municipal, o provincialen la Constitución para Bolivia Los departamentos, provincias y cantones. estaban gobernados por prefectos, gobernadores y corregidores, respectivamente. con atribuciones «en cuanto al orden y seguridad pública y subordinación gradual al gobierno suprem0». Pero, el cantón, la provincia, ¿carecían de toda necesidad peculiar, local, efecto de la comunidad de vida entre vecinos? ¿Carecía el cantón de toda tradición histórica?
Como recuerdo histórico observaré que el primer Congreso general de Colombia, reunido en la Villa del Rosario de Cúcuta, en 1821, desconoció también la autonomía local establecida, en parte, por la Constitución del 29 de abril de 1830, dada en Bogotá.
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FUNCIONARIOS Y POLITICA DOCTRINARIA Interesantes indicaciones pudieran hacerse sobre las ideas d el Libertador acerca de los empleados públicos. «La responsabilidad de los empleado&>, dícese en el disc urso ya citado, «Se ordena en la Constitución boliviana d el modo m ás efectivo. Sin responsabilidad, sin represión, el Estado es un caoS>>. «Recomendara yo una ley que prescribiera un m étodo d e responsabilidad anual para cada empleado)). Respecto a la proclamación de derechos, dice el Libertador: «Las garantías más perfectas se han establecido: la libertad civil es la verdadera libertad. Se ha escuda-
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do la seguridad personal, que es el fin de la sociedad y de la cual emanan las demás>>. «He conservado intacta la ley de las leyes: la igualdad: sin ella perecen todas las libertades. todos los derechos». «La infracción de todas las leyes es la esclavitud: la que la consagrara sería la más sacrílega». «Dios ha destinado al hombre a la libertad: él lo protege para que ejerza la celeste función del albedrí0». Diré unas pocas palabras respecto a las ideas del Libertador Bolívar acerca de los partidos políticos. Los partidos políticos, tales como aparecen en la historia, son organizaciones inflexibles y cerradas, con jefes y disciplina férrea, en donde los ciudadanos pierden la libertad y el espíritu de generosa cooperación patriótica. Los partidos políticos están en contra de esa manera circunstancial, relativa. condicional, con que se presentan los diversos problemas políticos, exigiendo, para cada caso, el estudio imparcial, sereno, objetivo, base de una racional solución concreta. Los partidos políticos dividen a los hijos de una patria, en dos. tres, cuatro grupos, siempre rivales, siempre en pugna y que chocan en determinadas ocasiones destrozando energías susceptibles de utilización humana, desperdiciando tiempo y dinero. Los partidos políticos parten de programas preconcebidos. incapaces de adaptación. Tratando de las escuelas filosóficas ha escrito Adolfo Bonilla y San Martín, interpretando el pensamiento de Menéndez y Pelayo: «Por lo mismo que todo hombre es falible y que todo sistema cerrado es forzosamente anticientífico (porque contradice el natural y evidente progreso de que todas las disciplinas son susceptibles), ningún pensador genial puede ser afiliado a la escuela de un füósofo de sistema, por grande o extraordinario que éste sea. Levantar bandera por Santo Tomás de Aquino, por Kant o por cualquier otra de las figuras representantivas en la historia de la filosofía, en nuestros días, es una labor de decadencia. si eso significa que el tomista o el kantiano
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han de evitar la contradicción con las doctrinas o con el tecnicismo del caudill0». El verdadero hombre de ciencia, según Menéndez y Pelayo debe tener «Un modo de pensar histórico, relativo y condicionad0». ¿No pudiéramos aplicar con mayor razón estos principios a los partidos políticos? Estos sistemas cerrados, ¿inspíranse para cada problema relativo al Estado, en las ense11anzas de la ciencia política? Si esto hicieran, ¿no es verdad que cavarían poco a poco el sepulcro para sus rigurosas agrupaciones? Los programas preconcebidos, ¿se armonizan con ese <<modo de pensar histórico, relativo y condicionado? Especialistas en la ciencia política como Ostrogorski y Leonardo Courtney critican. enérgicamente a los partidos políticos. Courtney cree que la base para la estabilidad de los gobiernos es que lleguen a ser verdaderamente nacionales. Ostrogorski pone en claro los males inmensos que producen los partidos en Inglaterra y en los Estados Unidos. ¿Qué males, agregaré yo, no producirán estas agrupaciones en países como los latinoamericanos? El sabio Maestro Posada reproduce las críticas de lord Brougham, y apunta: «Los partidos entrañan defectos muy graves, que suscitan diversos problemas en relación precisamente con la pureza del régimen representantivo y con las exigencias técnicas de todo gobiern0». «En momentos difíciles de la vida nacional se procura aunar el concurso de los hombres capaces de los partidos más opuestos. No ya cuando las guerras -la europea de 1914imponen la concentración de todos (unión sagrada) en los llamados gobiernos nacionales, sino en los tanteos e inteligencias para resolver por transacciones cuestiones agrias, y en la tendencia a sustraer ciertos problemas a la acción mudable y descompuesta de los partidos, v. gr., entre nosotros -en España- la reforma social, que se
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elabora en el Instituto de Reformas sociales. con intervención de las representaciones más diversas. El Libertador. a quien la genial intuición permitió sobrepujar. como pensador en ciencia política especialmente en ciencia constitucional, a los sabios modernos. detestó. desde el principio de su carrera. los partidos políticos. Gabriel Porras Troconis cita las enérgicas palabras del Manifiesto de Cartagena. de noviembre de 1812. Hablando del fracaso de la revolución venezolana dice Bolívar: ~El espíritu de partido decidía en todo, y por consiguiente nos desorganizó más de lo que las circunstancias lo hicieron. Nuestra división y no las armas españolas. nos tornó a la esclavitud». Al general' Pedro Briceño Méndez le escribía en 1826. «En Venezuela procuraré ahogar el espíritu de partid0». Al general Páez le manifestaba en el mismo año: ~rea Ud, que no pretendo, ni pretenderé jamás. hacer triunfar un partido sobre otro, ni en la Convención. ni fuera de ella»,. Al mismo general le expresaba a propósito de la Convención de Ocaña: «la división es la ruina misma y la federación el sepulcro de Colombia». En la famosa proclama a los venezolanos, desde Guayaquil. el 13 de septiembre de 1826, manifestaba. «El grito de vuestra discordia penetró mis oídos en la capital del Perú, y he venido a traeros una rama de olivo. Aceptadla como el arca de la salud. ¡Qué! ¿faltan ya enemigos a Colombia? ¿No hay más españoles en el mundo? y aun cuando la tierra entera fuera nuestra aliada, deberíamos permanecer sumisos esclavos de las leyes y estrechados por la vlolencia de nuestro amor». <CompatriotaS», decía en 1830, <Compatriotas, escuchad mi última voz, al terminar mi carrera política a nombre de Colombia os pido, os ruego permanezcáis unidos, para que no seáis los asesinos de la patria y vuestros propios verdugoS». Desde Cartagena clamaba: «Olvidad, colombianos, vuestras propias pasiones; pues sin este heroico sacrifido,
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Colombia no será más: dejando la infausta memoria de un pueblo frenético. que por no entenderse inmoló su gloria, su libertad, su existencia». ~i mi muerte contribuye», decía antes de su fallecimiento, 4<para que cesen los partidos, y se consolide la unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro». Bolívar tuvo derecho a exclamar: .,y o no tengo más miras que la patria y la gloria>>. El general Monsalve nota que ni Silvia Pellico, tuvo un concepto más hondo y preciso de la Patria que Bolívar. Para el Libertador la Patria era «el suelo nativo: el que ha formado con sus elementos nuestro ser: nuestra vida no es otra cosa que la esencia de nuestro pobre país: allí se encuentran los testigos de nuestro nacimiento, los creadores de nuestra existencia y los que nos han dado alma por la educación: los sepulcros de nuestros padres yacen allí, y nos reclaman seguridad y reposo: todo nos recuerda un deber, todo nos excita sentimientos tiernos y memorias deliciosas: allí fue el teatro de nuestra inocencia. de nuestros primeros amores, de nuestras primeras sensaciones y de cuanto nos ha formada». El Libertador comprendió que los fanáticos dividen muchas veces la Patria en partidos crueles, con el pretexto de defender la religión. En la nota del 15 de diciembre de 1814, afirmaba: «Es injusto mezclar la religión en cuestiones puramente civileS». Troconis observa acerca de esto: ~En la pluma de Bolívar adquieren inusitada fuerza y rara signillcación los adjetivos: este de injusto aplicado a la intervención de las cosas de la religtón en los debates de la política, es muy digno de atención~. Sí: no es posible hallar un calificativo mejor: es injusto mezclar la religión en cuestiones puramente civiles. ¿Pudiera ser justo establecer prácticamente el odio, la malevolencia, la desconfianza continua, la acrimonia entre los hombres, so pretexto de defender la religión que
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tiene por fin, en esta tierra. calmar las pasiones, borrar las furias, unir por la caridad? ¿ Pudiera ser justo irritar los ánimos, provocar enemistades, descontentos, rencillas, con el objeto de darse el placer de verificar un apostolado imprudente más adecuado para un alumno de Mahoma, que para un discípulo de Jesús? No cabe oposición entre el dogma religioso y la moral religiosa. La moral religiosa nos manda amar, ser caritativos, prudentes, buenos. Confirmando las doctrinas de Simón Bolívar ha escrito estupendas páginas el filósofo francés Olle Laprune: «el hombre es al mismo tiempo ser religioso, y al mismo tiempo es francés, o inglés, y se preocupa de arte, de ciencia, de industrias. Por consiguiente, el creyente no tiene razón alguna para abstenerse de cooperar, noble, generosamente, sin ocultos pensamientos, en las labores que afectan a los hombres como patriotas, como científicos, empresarios, artistaS>>. José Tomás Guido, hablando de Bolívar, dice: «No sabemos quien entre los jefes de estado le haya excedido en la energía y profundidad de los conceptos, ni en las artes de persuasión. Allí están sus proclamas, sus brindis, sus cartas más íntimas. La magnanimidad se asocia a la penetración; la nativa altivez suele templarse con la indu lgencla o la ternura>>. Emilio Oliver escribe. «El jefe que las colonias revolucionarias aceptaron, el colombiano Bolívar, reunía todos los dones que enard ecen la imaginación: era igualmente magnífico como hombre, como orador, como escritor, como soldad0». «Saludado como el Washington de la América del Sur, parecía a muchos entusiastas. superior al Washington del Norte. Su nombre, símbolo de independencia y de heroísmo. exaltado en Europa no m enos que América, circulaba entre los pueblos descontentos y los reanimaba».
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El belga De Pradt, diputado publicista, diplomático, Arzobispo de Malinas, exclama: .Colombia puede colocar a su Bolívar, no solo al lado de Washington, sino aun en grado superior... ¿Ha estado Washington once años con las armas en la mano, como Bolívar. que aun no las suelta? ¿Ha sostenido como éste. la espada con una mano, dictando códigos con la otra? ¿Ha libertado pueblos vecinos con las tropas de su patria ya independiente, como lo ha hecho Bolívar? ¿Ha tenido éste aliados como la Francia y la España? ¿No ha proseguido con un valor impertérrito la carrera empezada, a pesar de todas las amenazas de la Europa? ... La empresa de Washington apenas salió de los lím1tes de su patria: la de Bolívar abraza el mundo. Este, en reconocimiento, le tributa el respeto que es debido a un bienhechor de la Humanidad. Para concluir. repetiré, a propósito del General y Libertador Simón Bolívar, las palabras pronunciadas por el sesudo pensador Carlos Arturo Torres. en la inauguración de la estatua de Nariño, en Bogotá, el 20 de julio de 1910: «Para fecundar los campos de la patria necesario es arrancar primero de ellos toda semilla de odio, porque el odio es consubstancialmente infecundo y desvastador: después cumple sembrar, sembrar mucho, sembrar ideas, sembrar virtudes, sembrar esfuerzos y sembrar granos: sembrar en la tierra y sembrar en el espíritu; sembrar en el presente y sembrar en el porvenir». 1920.
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NOTAS SOBRE EL ESTUDIO DE LAS TEORIAS CONSTITUCIONALES DEL LIBERTADOR BOLIVAR
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El Libertador, como político, fue muy liberal respecto a los derechos del hombre y del ciudadano y a la solución política y social, democrática, impuesta por la historia: pero quiso también establecer instituciones «Conservadora& y «aristocráticas», como medio de orden y disciplina social. Sus ideas sobre el senado hereditario, la presidencia vitalicia, el poder moral, obedecen a este deseo «Conservado~ y «aristocrátic()>). Los pueblos no viven solo del presente y del ideal futuro; los pueblos no viven solo de la agitación y dinamismo. El alma nacional, la cohesión nacional exigen también el respeto de la tradición y del pasado. Más aún: la tradición y el pasado deben influir en la evolución, dirigir el futuro, orientar el progreso, so pena de que bruscas innovaciones enfermen, desorienten y maten a la sociedad. Ni estancamientos ni radicalismos en el progreso. El ideal debe ser una tradición progresiva o. si se quiere, un progreso tradicional, inspirado en la tradición. Las luchas contra el gobierno español rompieron la tradición sudamericana y nacieron a la vida libre, naciones sin precedentes, obligadas a improvisarlo todo, es decir, a caer de tanteo en tanteo. El genio político del Libertador consiste en esto: aceptó el hecho democrático, hecho fatal, ineludible, aceptó la participación directa del pueblo en el gobierno. Pero, junto con las instituciones democráticas, quiso establecer instituciones «Conservadoras» y «aristocráticas» que calmen el fervor democrático, que inspiren mesura en
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la innovación. que establezcan orden y precedentes.Cierto contrapeso entre poderes y también entre ideales y doctrinas, es útil para evitar las exageraciones de derecha y de izquierda: en el medio está ordinariamente la virtud. El pensador francés Emilio Faguet opinaba que la democracia debía <<aristocratizarse» por libre y espontáneo querer: es decir. aceptando el influjo directo del pueblo en el gobierno. es posible crear ciertas instituciones estables y dar cabida en el gobierno a los mejores, a los más doctos y buenos. De este modo, el progreso no se aparta del rumbo indicado por la tradición, por la experiencia. Parece que esto no lo ha comprendido muy bien el sabio autor de Bolívar y la Democracia. Marius André. recientemente muerto para duelo del ideal hispánico. A Marius André deben gratitud eterna todos los que amen y admiren a Bolívar; pero, en mi modesta opinión. el benemérito escritor francés encuentra contradicciones y «compromisos irrealizables-> en donde hay solo lógica profunda y sociología consumada.
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BOLIVAR.
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imón Bolívar es la manifestación excelsa del magnífico S despliegue de energías políticas y morales. realizado por la humanidad en los tiempos modernos; así como la soberana altitud de nuestros montes americanos, es revelación solemne de extraordinarios esfuerzos evolutivos del cosmos material. El mundo moderno, después de arduo pensar, tras luchas sangrientas. a raíz de parciales victorias y derrotas lamentables, llegó. por fin, a tener clara idea del concepto de igualdad entre los hombres. El mundo moderno, cansado de absolutismos y privilegios injustos, proclamó que las desigualdades postizas son utopía y necedad, que lo único humano es poner a los hombres en iguales condiciones de batalla y de victoria, que lo único racional es respetar las ventajas que concede la naturaleza, que lo único noble es aplaudir la gloria alcanzada por el trabajo, el talento y la virtud. Simón Bolívar fue el cerebro y el brazo del gran movimiento ético moderno. Mientras Napoleón en Europa ahogaba el esfuerzo de la revolución magna; Bolívar -nuestro Libertador- predicaba en estas tierras gallardas y vírgenes, el evangelio de los derechos del hombre; oponía voluntad republicana incontrastable a quienes anhelaban violar el derecho al sufragio libre y al pensamiento autónomo que censura los procederes gubernativos.
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Reproducido en Museo Histórico, Nº 35-36, pags. 91-93, Qaulto, Abril 30 de 1960.
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Bolívar -nuestro Libertador- en cartas y proclamas, discursos y mensajes lucha porque la esclavitud sea suprimida. porque las conciencias sean libres, porque el hombre tenga concepto de su dignidad. Bolívar-el Libertador nuestro- es para mí un grande hombre, porque fue un educador insigne; porque dio a los pueblos teorías, es decir, luz y claridad acerca de las cosas; porque tuvo fe en la labor de propaganda. de apostolado, de influencias espirituales. Para el calculador mezquino, enseñar ideas es obra quimérica; para quienes, verdaderamente, comprenden la realidad y la vida, educar a los hombres es lo único práctico, porque es lo único trascendental y glorioso. El dogma de la soberanía popular se salvó para el mundo, aquí, en nuestra América, por obra del cerebro y la espada de Bolívar. nuestro Libertador. Ya lo dijo, los Césares europeos ahogaron a la revolución magna. en su misma sangre generosa; el soldado de Carabobo proclamó que ~i un hombre fuera necesario para la existencia de un Estado, este Estado no debiera existir, y. al fin, no existiría». El triunfador de Boyacá inclinó su espada ante los representantes del pueblo, fuente ~e la voluntad soberana, árbitro de los destinos de la nación». Bolívar impresionó las mentes de los hombres. manejando el hierro y el fuego para cimentar humanos afanes, al parecer, desprestigiados, quebrantados en el orden ideológico y material. El mérito del Libertador sobresale por haber luchado en pro de lo aparentemente imposible; por haber sido un Quijote excelso de lo generoso y de lo ideal, por haber tenido fe en que lo grande triunfará, no obstante de las dificultades, de los egoísmos y de las intrigas. Quito. mayo de 1922.
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ESTUDIOS SOBRE LA VIDA DE BOLÍVAR •
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espués de los trabajos de Taine, de Xenopol y de mil autores más, franceses y alemanes, sobre todo, la tarea del «Verdader~ Wstoriador se ha complicado y extendido en grado sumo.- Uno es el cronista, el que cita, amontona hechos, documentos y fechas, sin alma, sin vida.- Otro es el «Verdader0» historiador que cita hechos, documentos y fechas, pero que, por su serenidad, por su amor a la verdad, por su amplia visión, por sus conocimientos en psicología, sociología y filosofia de la historia, da a los «hechoS>> alma y vida, o mejor, reconstruye los «hechoS»; pues sin más que <q'econstruir» los hechos, tendrán éstos siempre alma y vida. Lo dificil, lo arduo, lo complejo es <q'econstruir». el historiador moderno tiene que ser un·sabio. Un hecho. un documento, son simples elementos, aunque indispensables, de la historia. Por sí y para sí el hecho escueto, los documentos amontonados, son pura crónica, son una noticia, un asunto de curiosidad: la ciencia, la historia. aparecen cuando los hechos y documentos viven, recobran su inspiración y finalidad. Ser historiador es algo muy dificil. El historiador como el sociólogo, como el psicólogo, interpreta a la humanidad: ¿habrá algo más dificil? Tomado del Ubro Estudios Varios, Escuela Tipográ1lca Salesiana, 1928, Quito-Ecuador (pág. 117-122).
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Puede demostrarse que hace cien años o mil años un hombre ordenó fusilamientos, y, sin embargo, puede no hacerse historia, sino simplerµente crónica, más o menos insulsa. ¿Con que un hombre ordenó fusilamientos? ... Pero esto, para la historia, es casi no haber dicho nada; quedan en pie todos los problemas; lo que interesa es comprender al hombre que ordenó fusilamientos. Ese hombre, ¿fue loco, fue normal? Si fue normal, ¿lo hizo por maldad moral, en pleno uso de su libertad?, ¿lo hizo, acaso, presionado por acontecimientos sociales incontenibles?, ¿lo hizo contagiado por una ola general de guerra y muerte? Cuando ese hombre ordenó fusilamientos, ¿qué fin se propuso?. ¿lo hizo por servirse a sí mismo, lo hizo por servir ideales superiores? ¿A qué raza perteneció ese hombre, es decir, que aptitudes heredadas tuvo? ¿En qué medio actuó, es decir, dentro de qué condiciones físicas, sociales y morales? ¿En qué momento ordenó fusilamientos, es decir, dentro de qué hábitos y costumbres adquiridas? Ahora, para el juicio, para la censura o el aplauso, no ha de tenerse en cuenta - como enseña el admirable padre Sertillanges - que, si es cierto que el hombre en definitiva es libre, su libertad es también condicionada por una inmensa serie de factores que pueden modificarla y aun anularla?
••• Estas reflexiones me he hecho al leer los "Estudios sobre la vida de Bolívar», por el señor don José Rafael Sañudo.- Principié la lectura de la obra, revistiéndome, en cuanto podía, de serenidad y calma, dispuesto a realizar ante la verdad demostrada todos los sacrificios. Pero, a las pocas páginas. comprendí que el señor Sañudo no hacía obra de historiador sino que había escrito un panfleto,
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sumamente peligroso, dada la complejidad de los sucesos aludidos, para las personas poco versadas en la historia de la emancipación sudamericana. Desde el principio el señor Sañudo no hace sino amontonar con insistencia sospechosa toda clase de ataques e injurias y calumnias contra el Libertador. Bolívar perjuro, Bolívar traidor a Miranda, Bolívar cruel, bárbaro, inhumano; Bolívar asesino pai-a acabar con rivales y ~oder obtener su imperio desde Venezuela hasta Potosí; Bolívar mal militar, Bolívar cobarde. El señor Sañudo dice que todo lo ha demostrado con cartas y documentos. Sabemos ya lo que por sí solos significan los documentos: ¿qué diremos si se citan unos documentos y no se citan otros? ¿Qué diremos si, en todo un libro de ataque e insultos, no hay una página reconstructiva del medio y del momento? ¿Qué diremos si se ignoran, o a lo menos se dejan en el tintero, documentos aclaratorios de capital interés como los relativos a la misión diplomática de Bolívar en Inglaterra? ¿Qué diremos si, en un libro lleno de acusaciones gravísimas. el señor Sañudo omite toda precisión en la referencia a las fuentes? ¿Qué diremos si se citan pasajes con evidente infidelidad? ¿Diremos que ha habido o estrechas entendederas o mala fe? No: no diremos esto. Tratemos más bien de comprender: un espíritu exageradamente localista o regionalista, por ejemplo, un espíritu exageradamente «pastuso»; una tendencia a reaccionar contra la opinión general, a singularizarse, a distinguirse por la singularidad; un ánimo extravagante y adusto; muy pocos conocimientos en las ciencias positivas de la sociedad, pueden explicar los extravíos y tonterías de hombres, por otra parte, inteligentes. ilustrados y honrados. Copiaré unos pasajes del señor Sañudo: ~e comprende que los venezolanos, por ciego patriotismo, hagan de Bolívar. un héroe sin mancha alguna; pero esto no es
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explicable en Colombia, donde aparece la egregia figura de Nariño, hombre superior a todos los de su tiempo, que, dado su atraso, no pudieron ni comprenderle ... Es posible que a ser vencedor Nariño, se CtJmpliera la independencia, sin dar ocasión al influjo nefasto de Bolívar, y se constituyera Colombia con más seriedad, sin ser perturbada por las ambiciones dictatoriales de aquel. Nariño debía ser el héroe nacional de Colombia... ; mas, si se quiere a otros, debía anteponerse sobre Bolívar y Córdova, figura épica de la historia, por su alto valor y entereza al morir, por nobilísimos motivos; o a Santander inteligente como el que más, y republicano sincero; si bien ambos manchados con actos de crueldad, aunque mucho menos que BolíVaD>.
Al leer este pasaje ano admira la candorosldad simplista del señor Sañudo, con su criterio localista, pastuso, para hablar de un hombre continental; c0n su incomprensión total de la dictadura de Bolívar, con su sencillez infantil para apreciar las cualidades necesarias a un hombre de gobierno. ¡Un escritor «tradicionalista» que antepone Santander a Bolívarlll ¡Pobre Santander... que en su jacobinismo libresco, ni siquiera pudo comprender y orientar la política <<estrictamente colombiana>>!! ... Con la lógica del buen señor Sañudo, los héroes nacionales del Ecuador deberían ser Espejo o Rocafuerte, o el joven Calderón, porque, si ellos hubieran hecho la independencia, la hubieran cumplido mejor que Bolívar. Los hombres valen, no por lo que «hubieran» hecho. sino por lo que hicieron , dado el medio y el momento. En las páginas en que trata sobre la guerra a muerte y el fusilamiento de Piar, el señor Sañudo expresa que estos actos obedecieron al deseo del Libertador de desembarazarse de las resistencias de españoles y competidores a su trono. Piar, según Sañudo, fue militar superior a Bolívar, que figura por sus «deserciones y torpes resulta-
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(Págs. 33, 54 y sgts. ) -Hablando de la conspiración criminal del 25 de septiembre, el señor Sañudo, escritor tradicionalista, que no cree ni siquiera en la oportunidad de la independencia sudamericana, escribe: «Los historiadores han arrojado vilipendio sobre los conspiradores de septiembre y hasta la palabra septembrista han convertido en insultante oprobio: más no comparto sus ideas, porque creo que fueron ellos entusiastas por el orden legal y la libertad, y dignos de aplauso, aun, si se extraviaron en los medios: pues tengo a Bolívar por el primer revolucionario de su tiempo y digno de castigo, por agitador de la república y sedicioso contra las instituciones, sin los otros delitos que había cometld~.- Cuando la pasión, auxiliada por la ignorancia, guía a los hombres, éstos se convierten en inconscientes y necios: hasta el asesinato era justo contra Bolívar, porque Bolívar y Sucre tuvieron que ser duros con Pasto, a fin de obtener la consolidación de la libertad en toda Sudamérica: criterio locallsta el del señor Sañudo: criterio miserable ...
••• Por dicha José Enrique Rodó, el más grande de nuestros filósofos , aquí. en América, Jules Mancini y Marlus André, en Europa, han elevado al Libertador Simón Bolívar, el más excelso monumento moral, monum ento que hablará siempre a todos los hombres civilizados y ante el cual serán rotas las olas de la incomprensión, de la ignorancia, del regionalismo, de la extravagancia. En este monumento Bolívar es un hombre, no es un ángel ni un Dios: Bolívar es un hombre capaz de pasiones, de nerviosidad, de injusticias. Solo Dios es grande, decía un orador francés: los hombres son siempre imperfectos. Pero dentro de la humana imperfección, es el Libertador Simón Bolívar un dechado soberano de genio y de heroísmo. de ciencia social y magnanimidad, de desinterés y
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sacrificio, de amor a la libertad y a la causa de la justicia. Actuó Bolívar cuando un mundo se desplomaba y cuando otro surgía, actuó envuelto todo él en una ola social de sangre, de exterminio. de furor: actuó cuando las gentes, sin rumbo, sin tradición, no sabían qué hacerse, a dónde irse: actuó cuando nadie era capaz de sintetizar todos los elementos para obtener la obra común: actuó creándolo todo, haciéndolo todo, enseñándolo todo, y actuó siempre soberanamente bien. 1927
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EL CIVISMO BOLIVARIANO • " EL PORVENIR DE LA DEMOCRACIA n países en que se toman las cosas más a lo serio que E en el Ecuador, hombres como Demetrio García Vásquez, han hecho severas críticas del libro del señor José Rafael Sañudo, acerca de Bolívar. En el Ecuador se ha hablado contra Sañudo, con poco o ningún conocimiento de su libro, olvidando que ni los ataques a Sañudo ni los cantos en favor de Bolívar sirven en defmitiva a la verdad, lo que interesa tan solo en historia y en todo lo demás de la vida es la afirmación de la verdad y su demostración serena. El señor Sañudo tiene afirmaciones que al ser ciertas, constituirían una gran desilusión humana. Los que han visto en Bolívar a un filósofo armado, batallador y triunfante en la campaña por la democracia, la justicia y el imperio de la razón, deberían resignarse a admitir que los conceptos apuntados son meras palabras: «WordS>>, «words», y que ni siquiera Bolívar fue fiel al ideal. Lo único viable y posible en el mundo, ¿sería entonces el buen sentido «calculador y utilitario» de Sancho Panza?... Si el reinado entre los hombres de la razón. de la democracia, es impracticable, ¿lo único que queda entonces es la impos ición militarista, la dominación, el egoísmo gubernativo? Tomado del libro Estudios Varios, Escuela Tipográfica Salesiana, 1928. Quito - Ecuador, pags. 123 - 128.
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Por fortuna no abona la historia aquello de que, la guerra a muerte y el fusilamiento de Piar hayan sido cr1m1nales medidas del Libertador para abrirse paso al indiscutido imperio desde Venezuela hasta Bollvia. No: el señor Sañudo ha simplificado y falsificado la historia y se ha ido contra la razón y la lealtad con afirmaciones tan extravagantes.
••• La raza española altiva, individualista, orgullosa, tenaz e incansable en la lucha por su anhelos religiosos y patrióticos, estableció en Sudamérica un ambiente de rigor, dureza, inflexibilidad en el castigo. Los conquistadores dieron ejemplo de audacia y de crueldad. Mancini, García Calderón, recuerdan el rigor idealista de la raza: la inquis ición, la hoguera, los descuartizamientos, no inspiraban entonces el horror que su recuerdo inspira a generaciones ablandadas por delicada sensibilidad. La rebelión abierta contra España de parte de las colonias españolas, era un crimen de lesa divinidad para las autoridades españolas y para las clases más numerosas del pueblo. Los rebeldes debían ser castigados con la muerte: una de las primeras conspiraciones de los sudamericanos, la de Gual y España, fue castigada con la horca y el fusilamiento o el veneno. La guerra de la independencia sudamericana fue, desde el principio, guerra a muerte; fue guerra civil, guerra entre americanos; fue lucha decisiva entre principios opuestos, sostenidos por la raza más quijotesca del mundo. No es, pues, admirable que, desde 181 O, América se haya convertido literalmente en un campo de exterminio: los unos por la república, los otros por España, todos se desgarraban inmisericordes . De México a Chile, la pelea era inexorable. San Martín, hombre de verdadera cultura; Nariño, patriota
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sabio, Bermúdez, O'Higgtns, o no podían contener el oleaje de venganza y represalia, o daban órdenes de muerte para ver si limitaban la ferocidad de los realistas,- No olvidemos que Cerveris, Antoñanzas, Zuazola, en cuerpos de hombres, escondían corazones de tigres. A Bolívar, en medio de este horror, le pasó lo que a todo genio pasa, según Xenopol: por un aspecto reflejo, repre.sentó el medio y el momento: por otro reaccionó sobre el medio y el momento. Recibe un trofeo de dos cabezas cortadas y el Libertador se horroriza, da órdenes contra el «satánico alucinada», que había realizado crimen semejante. Pero la lucha sigue porfiada y bárbara; el Libertador quiere que los españoles ratifiquen el humanitario tratado de 4 de agosto de 1813. El Libertador clama, ruega, insiste por esta ratificación; Monteverde, Istueta, se niegan a tratar con los <4'ebeldeS». Se hace fusilar a los prisioneros venezolanos en el campo de batalla por el fuego de sus compatriotas. Monteverde inaugura en Caracas la política del terror, de la sangre. Bolívar se afecta de este calor de sangre que abrasa al Continente y firma el decreto de 15 de junio de 1813. Este decreto no inició la guerra a muerte. Este decreto fue el reconocimiento en el papel de lo que había en la realidad, en la realidad dura, fatal, inexorable; en la realidad modelada por toda una raza en lucha, en pujilato, en locura de idealismo. La moral no estuvo de plácemes cuando Bolívar firmó su decreto del 15 de junio; como no lo está en. ninguna de las crisis por las que atraviesa la humanidad en su afanar por el ideal: la moral estará de plácemes cuando un día comprendido mejor el cristianismo los hombres obedezcan el mandato de amarse unos a otros. Bolívar no fusiló a Piar en busca de un imperio indiscutido, sino porque, sin esfuerzos combinados, armónicos y de conjunto, la independencia sudamericana
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era imposible, por heroicos que hubiesen sido los esfuerzos parciales y en diversas localidades. Cada vencedor convertido en caudillo soberano de cada localidad, era un absurdo. Piar era enfermo de pretensión y de anarquía El Libertador es precisamente excepcional en esto: teniendo todos los poderes, pudiendo imponer su hegemonía. siendo muy capaz de dominar y establecer su reinado, por interno y sincero respeto a un principio, por interna y sincera fe en la razón, fija la mirada en el futuro, confiado en el porvenir y en sus virtualidades, se limitó a sí mismo y dio paso a la democracia. Fue Bolívar víctima de la demagogia. pero su anhelo y su labor fue por una democracia organizada, coherente, idealista. respetuosa de la justicia y de la conciencia A Santander le escribía el Libertador lo siguiente. que debería grabarse en caracteres de oro para lección de los gobernantes sudamericanos: <Según algunos nadie puede ser grande sino a la manera de Alejandro, César y Napoleón. Yo quiero superarlos a todos en desprendimiento, ya que no puedo igualarlos en hazañas. Mi ejemplo puede servir de algo a mi patria misma. pues la moderación del primer jefe cundirá entre los últimos y mi vida será su regla>t. ¿Han tenido este lenguaje muchos hombres de Estado? -El título de Libertador», decía a Páez. «es superior a todos los que ha recibido el orgullo humano: por lo tanto me es imposible degradarl~. Al mismo Páez le escribía: «Yo no quiero el trono, ni la presidencia ni nada Así. pues, no ansío más que la tranquilidad de Venezuela para renunciar el mando: pero antes debemos afirmar el destino de la patria, sin sangre ni combateS». «Tan solo el puebl~. exclama. «conoce su bien y es dueño de su suerte, pero no un poderoso. ni un partido, ni una fracción. Es un tirano el que se pone en lugar del pueblo: y su potestad, usurpación».- ¿Cuántos hombres de Estado han tenido este lenguaje? ¿Cuántos han tenido fe igual en la razón,
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en la democracia? ¿Cuántos han antevisto con tanta precisión el horizonte al que se dirigían las naciones impulsadas por virtualidades ineludibles? En su mensaje de 1827, decía: «Yo mismo no me siento inocente de ambición y por lo mismo me quiero arrancar de las garras de esta furia. para librar a mis conciudadanos de inquietudes y para asegurar. después de mi muerte, una memoria digna de la libertad. Con tales sentlmientos renuncio una, mil y millones de veces la presidencia de la república».- El Libertador t enía un alma grande, grandísima, sus virtudes eran excelentes. Continuaba mandando, no obstante de sus renuncias, porque los pueblos se lo imponían por horror de la anarquía, del militarismo y de la demagogia. .El mando del Libertador fue siempre un sacrificio, un servicio, una necesidad, una inmolación suya en aras de la existencia de Colombia y de la paz en América. No mandar cuando se <<debe» mandar es egoísmo, cobardía. Abnegación es servir y ser útil. ¿Duda el señor Sañudo de la sinceridad de Bolívar? ¿Cree puramente declamatorios los puntos de vista que se han apuntado? Entonces le preguntaremos con Vejarano: ¿por qué Bolívar no estableció su poder absoluto después de la campaña del Perú? ¿Quién en Sudamérica más poderoso que Bolívar, después de la campaña del Perú? ¿Le faltaba apoyo d el ejército? No. ¿Le faltaba el apoyo de Sucre, de Páez, d e Flores? No. ¿Hubiera podido algo eficientemente la camarilla de Bogotá contra Bolívar? No. ¿Le faltaba el apoyo de los pueblos? No.- En 1826, Francisco R. de Toro, amigo íntimo y pariente del Libertador. le escribía desde Caracas: «En todos los papeles descubrirás que la opinión general está reconcentrada en tí y que todo lo espera de tí solo. Tú eres la columna y la base de este edificio, que nosotros no podemos más que apuntalar hasta tu llegada».- Y, sin embargo. Bolívar no se coronó; Bolívar limitó su autoridad; limitó y acabó él mismo con
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su dictadura. BolĂvar tuvo fe en la democracia; quiso morir solo, abandonado, sin otra intimidad que la naturaleza, inspiradora de serenidad, de esperanza, de tristeza tranquila Lo Ăşnico que le brinda al hombre sincero la vida, es la tristeza tranquila que se desprende de la naturaleza
1927.
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LECCIONES DE TARQt¡I. ODIO Y DEMAGOGIA
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oncluida la gran obra de la independencia sudamericana. el Libertador anheló vivamente que se formara la confederación de 19sCes tados surgidos al mandato de su espada y cuya misión debía ser dar ejemplo de política democrática, justa, pacifista, y difundir por el mundo todo la idea y la práctica de una política democrática, justa. pacifista. En lugar de que entre los estados sudamericanos se establezcan relaciones internacionales democráticas, humanas, sensatas, el Libertador se vio obligado a quebrantar, por medio de sus tenientes, en el Portete de Tarqui, el 27 de febrero de 1829, al gobierno y al poder militar del Perú: treinta días de campaña y dos horas de combate bastaron para aniquilar las amenazas y los aprestos de dos años, realizados por el gobierno peruano.- El Ecuador se prepara para conmemorar el centenario de la batalla de Tarqui: está bien que así se haga, siempre que se interprete debidamente este suceso histórico, que se aplauda el genuino ideal que triunfó en Tarqui, que se deduzcan las verdaderas lecciones de conducta práctica. que se odien las causas que motivaron tan infausto choque entre Wjos del mismo fervor humano de paz. autonomía y libertad. Si creemos que en 1829 el <<puebl0» peruano, anheloso únicamente de conquistar territorios ajenos, fue venTornado del libro Estudios Varios, Escuela tipográfica Salesiana, 1928, Quito-Ecuador, pág. 257-262.
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cido por el 4<1Jueble> colombiano, representado por sus soldados y afanosos exclusivamente por defender sus propios departamentos, nuestra interpretación de los sucesos nos incitará a lanzar rayos de indignación contra el Perú, contra el Perú como Estado y como pueblo, como conquistador y felón.- Pero en rigor histórico, la batalla de Tarqui tiene otra interpretación. Desde luego, si queremos que triunfen nuestras legítimas reivindicaciones internacionales, abandonemos el sistema inconducente de injuriar en el papel a los Estados vecinos, de declamar y ser faroleros. Si el Ecuador quiere que se le haga justicia internacional, sea sensato, en toda la extensión del término, organícese cuerdamente, procure ser fuerte y colóquese en el terreno del reclamo constante, inteligente, hábil. acudiendo menos a los títulos escritos en los papeles viejos y acudiendo más a las reales necesidades de su indispensable, legítima, vital expansión en tiempos futuros. No puede el Ecuador quedar privado de las imprescindibles zonas de expansión en el Oriente. Pero. volvamos a Tarqui.- La guerra provocada por el Perú, no puede decirse que haya obedecido «Únicamente» al deseo del «puebl0» peruano de conquistar territorios y determinar fronteras. En 1828 y 1829 hubo mucho de Jaen y Mainas, hubo mucho de arrebatar Guayaquil a Colombia y anexarlo al Perú: pero hubo en igual cantidad el odio, la envidia, de ciertos caudillos y de ciertos partidos contra el Libertador;hubo el afán de que cayera Bolívar; hubo la ceguedad de las pasiones demagógicas; hubo la traición a Colombia del partido santanderista. dirigido desde Bogotá, y que, de acuerdo con los peruanos, no vaciló ante medio alguno a fin d e humillar a Bolívar y acabar con la obra del Libertador. El general Santander proclamó oportunamente que prefería Morillo a Bolívar y
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quiso de modo expreso descoyuntar a Colombia desde 1827, a fin de hacer mal al Libertador.
••• Hemos de distinguir atinadamente la actitud de los pueblos en 1828, en 1829, de la actitud de los jefes y caudillos que debían aclarar, orientar la opinión pública. -Respecto a lo primero, las secciones sudamericanas no tenían ni podían tener entonces la cohesión y conciencia nacional que hoy tienen . Todo era obscuro, todo vacilante, todo nuevo. Los pueblos del sur tenían prevención contra Bogotá, por las leyes absurdas, importunas, jacobinas, de Santander y sus congresos. Así, no es admirable que Guayaquil no supiera a dónde incorporarse definitivamente: no es admirable que Loja apoyara la invasión de La Mar, hábilmente engañada. Santander desenvolvió una administración libresca, sin raigambre en la psicología, historia, moral de los pueblos: una administración jacobina, imprudente. La Mar, fue un felón. pero, en verdad, no fue un traidor: en 1829 no se sabía cómo iban a quedar las patrias: la vida buscaba sus equilibrios; las reales cédulas no eran «todo» ante las profundas necesidades de los pueblos. Todos amaban a Bolívar: pero todos sentían el peso de la estúpida administración del partido san tanderista. En cuanto a los principales jefes y conductores de los pueblos, estaban enfermos de odio contra Bolívar, de ambición, de sed de mando y grandeza. En su fondo íntimo, la invasión peruana de 1829 es un crimen análogo a la insubordinación militar de la tercera división colombiana que había quedado en el Perú y que, encabezada por Bustamante, apresó a sus jefes el 26 de enero de 1827 y se dirigió luego a Guayaquil y Cuenca para levantar a estos pueblos contra Colombia. La verdadera traición de
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Bustamante, contra su patria. fue recibida en Bogotá con el más grande alborozo por el partido santanderista«Bustamante estaba en connivencia con el gobierno peruano para desmembrar el territorio de su pa tria, agregando Guayaquil al Perú», dice José Manuel Groot.- La invasión peruana de 1829 es en su fondo psicológico un crimen análogo al del 18 de abril de 1828 cuando la conjuración de Chuquisaca contra Sucre. La invasión peruana de 1829 es un crimen análogo. en su inspiración esencial, al 25 de septiembre de 1828. Así juzgan el hecho escritores como Laureano Villanueva. Los demagogos de Colombia y del Perú, odiaban a Bolívar. Queríán desacreditarlo, desautorizarlo, ante los pueblos. Con este fin usaban todos los medios, apelaban a todos los «pretextoS». A Bolívar se le calumnió, se le ultrajó, se le ridiculizó. Todos sus actos eran mal interpretados, eran desviados de su sentido verdadero. Ninguna explicación del Libertador era atendida: los demagogos, los energúmenos, los envidiosos, de Colombia y del Perú aborrecían a Bolívar por su grandeza. por haberse conquistado la admiración del mundo y la confianza de los pueblos, por representar el principio de la libertad en el orden y de la democracia en la organización, por haber aceptado el Libertador en su gobierno el orientador ~go del pasado», por respetar el Libertador, en su afán reformista, el principio indispensable de aleccionarse en la tradición y admitir la ayuda moral de las fuerzas religiosas. El Libertador fue un hombre admirable: el más grande hombre de Es tado e n nuestra América. En el gobierno de los pueblos, el Libertador tenía un conocimiento intuitivo sorprendente de sus caracteres, historia y necesidades. Los lnnovadores radicales y librescos: los exaltados, que querían eliminar a fondo el pasado, aborrecían al Libertador y habrían entregado Colombia a Morillo por hacer mal a Bolívar.
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La Mar. hijo de Cuenca, principal causante de la invasión peruana, creyó .t riunfar sobre Sucre con gran facilidad, conquistar a los pueblos del sur y «Sustituirse a Bolívar como primer general de Sud América».- La Mar estuvo apoyad9 por los demagogos de Bogotá. La traición del partido santanderista principió cuando don José de Villa, a principios de 1828, fue a Bogotá como enviado extraordinario del Perú. A los santanderistas no les importaba que los límites del Perú lleguen hasta las riberas del río Mayo, dice Posada Gutiérrez, «con tal de que cayera Bolívar, que se disolviera Colombia, y que volviera triunfante el general Santander a gobernar a Nueva Granada».Todo el mundo conoce la carta de José María Obando a La Mar, Presidente del Perú, desde Guáitara. a 29 de diciembre de 1828: «Ruego a usted, a nombre ~e toda la república. y de la humanidad, que no detenga sus marchas, sino que las active hasta ocupar Juanambú. Todos los pueblos anhelan por el ejército auxiliar, y como digo, no encontrará sino muy pequeños estorbos, para derribar, como es debido, el trono del dictador». Fracasó el odio traicionero el 27 de febrero ; pero tuvo éxito en 1830, en Berruecos ... En Tarqui fue derrotado el odio, el caudillismo, el jacobinismo libresco, el fanatismo demagógico .
••• La invasión de 1829 no fue obra del pueblo peruano, como lo reconoció el mismo gobierno de Colombia, presidido por el Libertador. La invasión fue obra de un grupo de ambiciosos, apoyados por un grupo de demagogos colombianos. Debemos ahora detestar las causas que produjeron la primera escandalosa lucha fratricida en Colombia, la grande . La envidia, el rencor, el caudillismo, el odio de unos ciudadanos contra otros: he aquí las causas del 26 de enero de 1827, del 18 de abril de 1828, del 25 de s eptiembre de 1828, del 27 de febrero de 1829,
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del 4 de junio de 1830.- Este anhelo en ciertos políticos de hacer del Estado una fuente de lucros y exaltación p ersonal; ese anhelo de trastornarlo todo, destruyendo el pasado sin dejar piedra sobre piedra y creando un porvenir sin precedentes, sin tradición, sin valores morales, sobre los escombros de las edades muertas que algo debieron, sin embargo, saber y algo supieron edificar; ese afán destructor del jacobinismo libresco es causante de las más hondas desgracias en los pueblos. Augusto Comte destrozó en Europa el jacobinismo libresco. Bolívar en Sudamérica, fue el Augusto Comte del gobierno y de la administración, gracias a su intuición de grande y de genio.- Hablemos mucho de Bolívar, escribamos mucho sobre Bolívar, fundemos 4<1.lna orden de Bolívar>>, todo esto es bueno y justo. Sobre todo, sin embargo, amemos interiormente, sintamos interiormente, elevangelio bolivariano. Seamos bolivaristas sinceros, aprendamos a <<Servir»; a subordinar los partidos a la Patria y la Patria al derecho. 1927
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¿POR QUE EL HOMENAJE A BOLIVAR? *
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a con motivo del centenario de la batalla de Ayacucho, ya con ocasión de haber transcurrido cien años desde el congreso bolivariano en Panamá, ya por los estudios del benemérito escritor Marius André y por los artículos de la docta intelectualidad francesa, el nombre y el recuerdo de Bolívar han sido extraordinariamente honrados en los últimos años. El 24 de mayo de 1928 se señalará en la historia del Ecuador por la manifestación que el pueblo ecuatoriano prepara con el fin de reunir fondos para la estatua del Libertador en Quito, capital de la República.
La razón del respeto, del agradecimiento de los pueblos al Libertador, es el haber éste orientado las dos grandes palancas del mundo, el genio y la fuerza física. hacia la obtención de un ideal moral. Sin genio y sin fuerza nada se hace en el planeta. Sin genio y sin fuerza el volcán, la mar, el microbio, el asesino, terminarían con la humana especie. El genio y la fuerza son el armazón de la humanidad. Pero el genio y la fuerza aislados, anárquica, desconectados, sin subordinación a la moral, al deber, al fin fundamental de la vida, son peores flagelos que el volcán que se rebela contra la corteza terráquea y que la mar que se revuelve contra la playa que la limita. Tomado del libro Meditaciones y Luchas. Escuela Tipográfica Salesiana. Quito Ecuador. 1930 pág. 5-12
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El Libertador poseyó incomparable genio y reunió irresistibles fuerzas; pero estos dos caudales fueron empleados en dar a los hombres libertad y a los pueblos autonomía y jamás atropellaron el derecho n1 conculcaron el deber. El Libertador cometió faltas, sin duda; pero el sistema del Libertador, la tendencia del Libertador, la vida y la obra del vencedor de Boves y Morillo, fue crear pueblos, salvar razas, defender la virtualidad prometedora de nacionalidades nacientes, procurar para el hombre latinoamericano, para el indígena y para el negro, un medio adecuado de cultura y desarrollo. En el Ecuador, como homenaje a Bolívar, debe fundarse algo que hasta ahora no existe, que, acaso, tardará mucho en existir: una liga bolivariana a la cual pertenecerían todos los creyentes en la razón, en la libertad y en la democracia, en el valor práctico y positivo de la razón, de la libertad y de la democracia, y en la cual jamás ingresarían los que rinden culto exclusivo y creen fervientemente en el éxito, en la brutalidad y en la tiranía
••• El triuhfador en Carabobo y en Junín dio reglas de vida al individuo y fue norma espléndida y ejemplar de la manera de ennoblecer nuestra vida. Desprecio del dinero, o, al menos, aprecio del dinero como m edio, nunca como fin; n ecesidad de orientar la vida con un ideal y de ser fiel al ideal no obstan te las vacilaciones transitorias como es fiel al lejano y sugestivo faro la barca solitaria no obstante la obscuridad y la bravura osciladora de las ondas; amar la gloria: servir, servir a todos, servir siempre; despreciar las miserias y las intrigas; perdonar, s er inflexible respecto al deber fundamental: todo esto lo practicó Bolívar durante su vida, en la paz y en la guerra, como ciudadano y como magistrado. El evangelio bolivariano mirará como
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cosa fundamental la mejora de la vida individual, según las normas del Libertador. En 1824 escribía Bolívar a Sucre: «En todo yo no veo más que el servicio, porque la gloria, el honor el talento, la delicadeza, todo se reúne en el solo punto del triunfo de Colombia, de su ejército y la libertad de América. La gloria está en ser grande y en ser útil. Yo jamás he reparado en miserias». He aquí incomparables palabras. Entregar la vida toda al ideal, servir al ideal, ser sabio para el ideal, ser fuerte para el ideal, saber humillarse por el ideal, es el secreto único. Todo lo demás es '<I"eparar en miserias». «Según alguno~. escribía Bolívar en 1825, ~adie puede ser grande sino a la manera de Alejandro, César y Napoleón. Yo quiero superarles a todos en desprendimiento, ya que no puedo igualarles en hazañas». Decir esto es agotar el problema moral. El éxito, el éxito ruidoso, mucho menos el que pisotea cadáveres y recibe rendimientos de esbirros, no es la grandeza del hombre. La grandeza del hombre es el «desprendimlent0», la generosidad, la calma en el deber cumplido. «Aborrezco mortalmente el mando supremo, pues por él me acusan de ambición y de pretender la monarquía. ¡Qué! ¿Me creen tan insensato que aspire a descender? ¿No saben que el destino de Libertador es más sublime que el trono?>. Estas palabras de Bolívar deberían ser guía-de los hombres de Hispanoamérica que a Bolívar admiren. Hay que aspirar, hay que aspirar a la gloria, a ser grande y a ser útil; pero la grandeza depende de los valores morales a que uno sirve, y no de los tronos , de la plata, de la dominación sobre los pueblos. Si el evangelio bolivariano tiene normas para la vida individual, magníficas las tiene para la vida colectiva. Me da lástima del criterio histórico de quienes hablan de las dictaduras bolivarianas con ánimo de manchar al Libertador. Quien no se contente con datos documentales sino que reconstruya situaciones psicológicas y sociológicas:
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quien sepa lo que Bolívar pensaba de la dictadura, jamás podrá inculpar a Bolívar, por haber sido dictador. Frente a Monteverde, frente a Morillo se encontraba la intranquila. la débil, la asustada América rebelde, y Bolívar, al mismo tiempo que trazaba planes de batallas, iba creando el derecho constitucional sudamericano. Bolívar tuvo el tema de las instituciones republicanas y de probar al mundo que una democracia organizada, con congresos y poderes responsables, puede hacer frente a todas las dificultades: militares, políticas, económicas. Aún no se daba la batalla de Boyacá: sí, la libertad empapada en sangre, cubierta de timidez, pisaba un suelo sin cimientos, y Bolívar, el 6 de octubre de 1817, creaba el poder judicial; el 30 de octubre establecía el Consejo de Estado, para que las leyes «merezcan la confianza pública», e instalaba el 15 de febrero de 1819, el Congreso en la ciudad de Angostura. «Dichoso el ciud~dan0», exclama. «que bajo el escudo de las armas de su mando, ha convocado la soberanía nacional para que ejerza su voluntad absoluta».- He aquí el triunfo mayor: la fuerza sirviendo a la moral, la fuerza rendida ante la idea, encadenada por la idea Bolívar representa este triunfo; el triunfo mayor y más excelso. En el Perú, recibe del Congreso la dictadura y al año justo, hombre el más poderoso de América, devuelve la dictadura al Congreso con estas palabras: «Séame permitido felicitar al pueblo, porque se ha librado de cuanto hay de más terrible en el mundo: de la guerra con la victoria de Ayacucho, y del despotismo, con mi resignación. Proscribid para siempre tan tremenda autoridad. Esta autoridad fue el sepulcro de Roma». Colombia sin tradición, sin precedentes, desorientada, despedazada por las facciones, amenazada por España, amenazada por los La Mar y los O bando, le entrega la dictadura en 1828, y Bolívar devuelve el poder al Congre-
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so, antes de dos años, con estas palabras: «Mostraos dignos de representar un pueblo libre, alejando toda idea que me suponga necesario para la república. Si un hombre fuese necesario para sostener el Estado, este Estado no debería existir, y al fin no existiría». Fue dictador Bolívar simplemente para guerrear y crear la constitucionalidad. Su anhelo era una democracia organizada, dirigida por la «élite» del pensamiento, de la moral, del trabajo: con suficientes períodos electorales para que el ideal profundo de la nación suba hacia arriba, con órganos estables, conservadores, para que se formen tradiciones, haya precedentes, se establezca la continuidad, haya conexión entre el pasado. el presente y el futuro. De la crítica dura, recia, un poco injusta de Marius André. de Antonio Gotcochea. sale mal parado, acaso, el puro régimen parlamentario: pero el constitucionalismo bolivariano queda ileso, sereno sobre la roca de la verdad, hasta que se prueba que la nación no es un valor, no es un factor, no es un apoyo, no es una energía. no es un laboratorio de anhelos, de sentimientos que tiene salida o rompen la retorta. El evangelio bolivariano no solo tiene normas de vida individual, no solo tiene normas de vida política, sino que encierra también una «norma de la vida». Los revolucionarios modernos quieren trastornarlo todo, cortar el nudo umbilical que nos une al pasado, para bruscamente crear un mundo nuevo. desconocido y espléndido, cuya base será que todos coman bien y bastante. que todos s ean iguales, que una nivelación cabal, sin santos, ricos, pobres. criminales, nos de al fm felicidad verdadera. ya que la inmortalidad es cosa contra la ciencia de la naturaleza. No pensaba así Bolívar, el fundador de nuestras democracias. El asesinato. los asaltos de los furiosos, causaban
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horror al padre de la patria. «Del desvío de los sanos principioS», escribió en 1828, al arzobispo de Caracas, «ha provenido el espíritu de vértigo que agita al país: y cuando se enseñan y profesan las máximas del crimen, es preciso también que se haga oir la voz de los pastores que inculquen las del respeto, de la obediencia y de la virtud. Exhorte usted a sus ministros a que no cesen en la predicación de la moral cristiana_)).- Transcrito este párrafo -no puedo ahora transcribir mil más- hay derecho para sostener que nada tienen que ver con Bolívar los furiosos laicizadores y bolcheviques modernos para quienes el pasado es hipocresía mercantil y escrupulosidad contra la vida.. .
••• Formen los jóvenes hispanoamericanos una liga bolivariana. una liga integrada por Quijotes, que crean en el pensamiento, en el.derecho del ciudadano, en la democracia organizada, en la constitucionalidad, en la solidaridad hispanoamericana, en la tradición orie ntadora, en el futuro prometedor. Bien están las estatuas a Simón Bolívar. Levantemos estatuas a Simón Bolívar: pero mientras no se funde una liga, una orden de puritanos del bolivartsmo, de fanáticos del bolivarismo y de la práctica del bolivarismo, nada habremos hecho, y continuaremos mañana como hoy: en el caos, en la desorientación, en la tiranía 19 de mayo de 1928.
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SI EL LIBERTADOR RESUCITARA•
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ingularmente trágicos fueron los últimos días de Bolívar. Sombras de pesimismo, nubes densas y negras de desilusión y tristura le ahogaban, le comprimían, le trituraban el alma. A través del sudario que envolvía el espíritu de Bolívar en sús últimos momentos no penetraba la luz, no se hacía sentir un poco de calor. La mirada angustiada de Bolívar se dirigía hacia Dios, se orientaba hacia el mar. Pero ¿pueden los hombres llegar hasta Dios? Y el mar inmenso, solo, rebelde, ¿no sirve más bien para abrumarnos en nuestra pequeñez? El Libertador dominó hombres, quebrantó rebeldías, desafió puñales, surcó ríos. cruzó montes, atravesó distancias, estimuló inercias, provocó odios y creando por doquier unidad, aliento, espíritu, pensó en un porvenir de paz, de justicia, de democracia, de sociedad de las naciones. Pero el último giito de victoria en la batalla contra el absolutismo colonial, coincidió con el nacimiento de la anarquía, del vicio, de la avaricia en la vida cívica americana. No espero salud para la patria, dijo Bolívar en 1830. Yo creo todo perdido para siempre, agregó. Mi situación se hace cada día más crítica sin tener esperanza siquiera de poder vivir fuera de mi país de otro modo que de mendigo, escribió a un amigo. He aquí la desolación del alma de Bolívar. Los tiranos de mi país me han quitado la patria; no tengo patria por quien sacrificarme, exclamó tres meses antes de moTomado del llbro Meditac iones y Luchas. Escuela Tipográfica Salesiana, Quito-Ecuador, pág. 133-139.
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rir. Y como término de tanta tristeza y como remate de las glorias, hazañas, heroísmos pasados, la tisis tuberculosa agarró al Libertador y le precipitó en el abismo negro de la muerte, en donde desaparecen los grandes y los pequeños, de donde jamás brota un rayo orientador, ante el cual se palpa la vaciedad de todo, la superficialidad del placer, la inexplicabilidad del dolor ... ¡Vaciedad de todo! ... Sí, ¡mil veces sí! pero no del esfuerzo moral, de la energía del espíritu. Murió el Libertador y su espíritu quedó vibrando en América. Su palabra continuó propagándose y difundiéndose de la ciudad al Ande y del Ande al mar, y muchas almas se despertaron, y Facundo huyó un día de las riberas del Plata, y en la Argentina y en el Uruguay se dejo de matar, de robar y de mentir como sistema de política: y se respetó al hombre, y se apreció la solidaridad humana y el pacifismo, y más tarde hablaron Carlos Arturo Torres, y Rodó, y ahora habla Vasconcelos, y las palabras de éstos son el eco de Bolívar exaltando la razón y la justicia, y la paz, y la inviolabilidad de la vida, y el equilibrio político, y la armonía de los hombres. De suerte que si Bolívar resucitara r ectlficaría en el primer instante su pesimismo de 1830. ¿En el primer instante?... ¿Nada más que en el primer instante?... Sí. porque, al apartar su vista del Plata y dirigirla a otras regiones de América, y al dejar los escritos de Torres, de Rodó, de Montalvo, de Vasconcelos y tomar otros escritos de ~oció logoS» americanos. volvería a precipitarse en la tumba, por funesta que ésta sea, rogando «eon toda la indignación que provoca la calumnia», que se reivindique la autenticidad y pureza del ideal bolivariano contra la utilización criminal que de él h acen los farsantes, los aduladores, los vanidosos. los fatuos, los tiranos, los fervorosos por dinero .
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En efecto: lo primero que hallaría Bolívar es que ciertos sociólogos americanos, que a sí mismos se llaman sabios, positivos, representantes de la ciencia criolla, enemigos de la ciencia europea , han hecho de la arbitrariedad, del robo, de la inhumanidad en el poder, una teoría científica y que esta ciencia se dice que es sugerida por los papeles y cartas del Libertador. Presidente bolivariano para estos sabios insignes, vendidos al poder, es el presidente que se va contra las leyes y equilibrios políticos, es el que finge trastornos para desfigurar constituciones y perpetuarse en el mando, es el que h ace de un país una hacienda y coge la pla ta del país para enriquecerse como el hacendado dispone de los huevos y leche de su hacienda. He aquí el presidente bolivariano que nos endilgan ciertos sabios americanos con su ciencia criolla.- Sin embargo. ¡oh sabios que hacéis de vuestra ciencia cimiento de tiranías, de brutalidades! el presidente bolivariano es el presidente fuerte, vitalicio, si queréis -y esto no me importa- pero limitado por la ley, la soberanía popular y los equilibrios políticos, única base -éstos- de derecho y justicia prácticos. Escuchad, si no: «Un gobierno republicano ha sido, es y debe ser el de Venezuela: sus bases deben ser la división de los poderes, la liberta d civil, la proscripción de la esclavitud, la abolición de la monarquía, la soberanía del pueblo, la abolición de 'los privilegioS». «Aplíquese la organización del poder ejecutivo de Inglaterra en la persona de un presidente nombrado por el pueblo o sus representantes y habremos dado un gran paso hacia la felicidad nacional. Autorizado para hacer bien, no podrá hacer mal, porque siempre que se someta a las leyes, sus ministros cooperarán con él; si, por el contrario, pretende infringirlas, sus propios ministros lo dejarán aislado en medio de la república y aun lo acusarán delante del Senada». He aquí lo que se lee en eJ discurso de Angostura de 1819. en el más hondo, más
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noble tratado de sociología criolla; he aquí lo que se repite siempre. en cartas y discursos. ¿Qué diría Bolívar de los que toman su nombre para enseñar una sociología criolla degradante, injusta, torpe? ... Otra cosa que hallaría Bolívar es que ciertos países hispanoamericanos están minados, socavados por un núlitarismo, fervoroso inconscientemente por Bolívar, pero de la peor raza; inepto en administración es omnipotente en la defensa de su presupuesto: no cree en la justicia; proclama que es una utopía la paz, que la única realidad , es prepararse para la guerra; cae de rodillas ante la fuerza. no ama la razón ni la piedad.- ¡Pobre Bolívar! Afortunadamente la hipótesis de su resurrección no pasa de ser fantasía ingenua. «Mi oficio de soldado es incompatible con el de magtstrade>, decía al Congreso de Cúcuta. «La espada que ha gobernado Colombi~. exclamaba. «no es la balanza de Astrea, es un azote del genio del mal que algunas veces el cielo deja caer a la tierra para el castigo de los tiranos y escarmiento de los pueblos. Esta espada no puede servir de nada el día de la paz». Según Bolívar la espada era un medio para la paz. la paz era un valor, una realidad, un fin: la espada no era el instrumento para vivir en holgura, con la plata de la nación y sin trabajar. Si el Libertador resucitara, hallaría también que en ciertos países hispanoamericanos, el período electoral no es sino un curso intensivo y rápido de corrupción cívica. Astucias, fraudes, pactos verbales, escritos, rebelión provocada por los fraudes del Poder, premios a los pactantes con el gobierno: he aquí lo que presenciaría el Quijote, forjador de un continente, que hacía que los ejércitos se alejen de los sitios del sufragio y de las ciudades en que deliberaba el Congreso. Yo no sé qué pasa con ciertos bolivarianos en América: ¿son tontos. son malos, son ambas cosas a la vez? El Ideal de ciertos bolivarianos en ciertos países de América es pensar y hacer sistemática-
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mente todo lo contrario de lo que Bolívar pensó, hizo, amó, dijo: ¿qué hay en esto? ¿Teatralidad, vaciedad mental, maldad? ¿Qué hay?... Bolívar predicó la moral del servicio y de la energía: pues bien: en ciertos países en nombre de Bolívar todo es vanidad y aplausos a la vanidad. Bolívar enseñó el respeto a las creencias y a la enseñanza religiosa: pues bien: en ciertos países se hostiliza hipócritamente al que cree y se grita luego que ¡viva el Libertador! Bolívar escribió que el federalismo, en países pobres en gentes y cosas, es la anarquía autorizada para descomponer la nación: pues: en ciertos países se pretende constituir estados federales, sin pueblos federados, sin plata, sin hombres, rompiendo la débil cooperación nacional. Se habla ahora en el Ecuador de la magnífica estatua que debe erigirse en Quito al Libertador. La idea está bien: debe ser fomentada, estimulada; constituye esta idea un imperativo nacional. Pero lo que más interesa, lo que más importa, si somos serios, si somos varones, si somos leales, es levantar primero un monumento en nuestras almas al ideal bolivariano: ideal de servicio, de seriedad, de altivez, de justicia, de autonomía, de fraternidad humana. «Yo soy el soldado de la liberta~. dijo Bolívar, «porque he combatido por la Libertad, que es bella. hecWcera, y lleva la dicha al seno de la hermosura donde se abrigan las flores de la vida». He aquí lo que fue Bolívar: he aquí lo que hemos de procurar ser. 21 de diciembre de 1929.
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BOLIVAR Y LA DEMOCRJ\CIA HISPANOAMERICANA
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l único político que comprendió la situación real de Sudamérica y quiso evitar estos tanteos y estos cambios bruscos y esta disparidad entre la constitución escrita y la constitución política vivida, fue el Libertador Bolívar. El con el ascendiente incomparable de su talento y de sus victorias, impuso la democracia en Sudamérica, cuando todos dudaban , cuando muchos mendigaban tronos; él, así como comprendió que sociológicamente no cabía en Sudamérica otro sistema gubernativo que el democrático, quiso que triunfara una democracia organizada, en relación con los hábitos y circunstancias del medio y del momento. El Libertador opinaba que periódicamente, mediante el sufragio liberalmente concedido y lealmente garantizado, el pueblo debía llevar hasta el poder sus aspiraciones, quejas, temores ; el Libertador quería establecer de un modo serio la responsabilidad de los funcionarios públicos. Ningún Tribunal ni persona pública darían cumplim1ento a las órdenes del Ejecutivo que no estén firmadas por el Vicepresidente y el secretario respectivo: el Vicepresidente y los secretarios según el Libertador, eran responsables ante la Cámara de Censores y ante el Senado. Garantizado el funcionamiento eficaz del sufragio, defendidas la libertad y la igualdad, quiso Bolívar la estabilidad del Ejecutivo y cierta estabilidad del Legislativo, a fin de que las explosiones pasionales y los caudillis-
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Tomado del libro Democracia y Constitucionalismo, Escuela tipográfica Salesiana . 1929 Quito - Ecuador Capítulo La democracia htspanoo.merlcana. pág. 281-285.
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mos agitados, no arrastraran a la sima de la anarquía, entre ondas tumultuarias, las funciones esenciales en la vida del cuerpo social. América no. quiso comprender; Además no quiso comprender que los soldados de Boyacá. Pichincha y Ayacucho, orgullosos y excitados, necesitaban encontrarse frente a instituciones por largo tiempo estables para aplacar un poco su ambición: América no quiso aplastar las aspiraciones de leguleyos y politicastros con un Ejecutivo firme y durable y con cámaras serenas, prudentemente renovables, y. desde entonces, por la incomprensión de los pueblos americanos, principiaron las revoluciones, dictaduras y caudillismos, que recién terminan en Colombia, Uruguay, Argentina, que continúan en otros pueblos hispanoamericanos. Bolívar habló en 1819, en 1826, para su medio y momento. No quiso imponer dogmas constitucignales sin poder evolutivo. «Tengamos presente», dijo el Libertador a los legisladores de Angostura,«que nuestro pueblo no es el europeo ni el americano del norte; que más bien es un compuesto de A.frica y América, que una emanación de la Europa: pues que hasta la España misma deja de ser europea por su sangre africana, por sus instituciones y por su carácter». «No olvidéis que vais a echar los fundamentos a un pueblo naciente que podrá elevarse a la grandeza que la naturaleza le ha señalado, si vosotros proporcionáis su base al eminente rango que le espera>>. «Vuestro deber os llama», dijo Bolívar a los legisladores de Bolivia, «a resistir el choque de dos monstruosos enemigos que recíprocamente se combaten, y ambos os atacarán a la vez: la tiranía y la anarquía forman un inmenso océano de opresión que rodea a una pequeña isla de libertad, combatida perpetuamente por la violencia de las olas y de los huracanes que la arrastran, sin cesar, a sumergirla». ~ingún objeto es más importante>>, exclama, «para un ciudadano que la elección de sus legisladores, magistrados, jueces y pastores. Los colegios electorales de cada provincia representan las necesidades y los intereses de ellas, y sirven para
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quejarse de las infracciones de las leyes y de los abusos de los magistrados». «El presidente de la república viene a ser en nuestra constitución, (alude al proyecto de constitución para la República de Bolivia), como el sol que firme en su centro da vida al universo. Esta suprema autoridad debe ser perpetua; porque en los sistemas sin jerarquía, se necesita, más que en otros, un punto fijo alrededor del cual giren los magistrados y 1os ciudadanos, los hombres y las cosas».- No ignoró Simón Bolívar que las instituciones políticas y económicas no son lo esencial en la organización humana sino un efecto, una caparazón, a lo más una ayuda. Al tratarse de hombres lo esencial, lo medular, es la moral que da al grupo cohesión, que a los individuos estimula, que fomenta la acción al proclamar el deber. Por esto Bolívar, sin imponer ni reconocer constitucionalmente ninguna religión, sin violentar en absoluto las conciencias, procuró, en cuantas ocasiones se presentaron, prestigiar a la iglesia, única tradición de .Hispanoamérica después de la guerra espantosa y. con la misma diestra con que manejó la espada en Junín y escribió verdaderos tratados de sociología y derecho público, tomó la pluma para exponer al arzobispo de Caracas: «Del desvío de los sanos principios ha provenido el espíritu de vértigo que agita el país; y cuando se enseñan y profesan las máximas del crimen, es preciso que se h aga también oír la voz de los pastores que inculquen la del r espeto, de la obediencia • y la virtud . Hispanoamérica ahora ama a Bolívar y honra a Bolívar. Por la pluma de Montalvo. de Blanco Fombona y, sobre todo, de Rodó, ha compensado ampliamente los errores, calumnias y ultrajes de los ideólogos de hace un Simón Bolíva r: DlscurS-Os y proclamas.- G. Porras Troconls: Las teorías constitucionales d el Libertador (La Reforma Social, New York, 1920).- J. M. Groot: Historia Eclesiástica y Civil de Nueva Granada, 111, 1870.- M . de Olivelra Lima: La Evolución 1-Its tórlca de la América Latina, 1912.
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siglo. Los caudillos de Venezuela decretaron el ostracismos de su libertador. Bolívar partió para Santamarta en busca de la inmensidad, de la amplitud, para consolarse, para desahogarse, para dar expansión a su alma comprimida. Bolívar necesitaba estar cerca al menos, del mar, . del mar grande y solo: necesitaba sentir la pujanza de las aguas aglomeradas, subir, como ellas, al cielo, al ideal; oír sus clamores, lmagen del grito eterno de los hombres contra las rocas de la tiranía; contemplar su vaivén majestuoso, símbolo de la perenne inquietud del alma ante • el misterio de la vida y de la muerte .
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En el Ecuador, con motivo del aruversarlo de la Batalla de Ayacucho, el señor doctor don Remlglo Crespo Toral escribió un precioso trabajo sobre Bolívar, Genio de América (1924).- En 1927 el mismo dlsttnguldo literato ecuatoriano escribió otro elocuente trabajo para defender a Bolívar de las diatribas del doctor Rafael Sañudo. Sin compartir en todas las ideas del eminente literato ecuatoriano, creo que los escritos del señor doctor Crespo Toral son de lo bueno que últimamente se ha producido en el Ecuador sobre Bolívar.
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BOLIVAR
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El problema moral. Van a cumplirse cien años de la muerte de Simón Bolívar. Libertador de América y Soldado de la Revolución. «El sepulcro me han proporcionado mis conciudadanoS», dijo Bolívar, angustiado, poco antes de su muerte: <<pero les perdon0», ~ojalá yo pudiera llevar conmigo el consuelo de que permanezcan unidoS».- Palabras de moralidad y de idealismo sellaron los labios de Simón Bolívar. Murió como vivió. Acciones de moralidad y de idealismo, fueron la vida de este Soldado de la Revolución, que se inflamó en 1789 y que, intensificada en Hispanoamérica, iluminó, como llama volcánica, todo el universo. La distancia de cien años es un punto adecuado para apreciar a Simón Bolívar. La experiencia ha enseñado, el tiempo ha hecho sus revelaciones, las pasiones hanse aquietado, los caudillos yacen casi olvidados, los adversarios y envidiosos han desaparecido del escenario creador de la historia. Queda, solo, enhiesto, inmenso Bolívar y, en su derredor, permanecen los que comprendieron su espíritu. Pasa lo mismo en la naturaleza. Para apreciar el Cayambe o el Chimborazo conviene alejarse convenientemente de ellos. A distancia oportuna, las pequeñas mesetas se aplanan, las insignificantes colinas se ocultan, y los dos gigantes suben, ascienden con toda su inmensiTomado del Libro Cuestiones American.as, Escuela Tipográfica Salesiana. 1931. Quito-Ecuador, pág. 95-117
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dad, invadiendo con su cabeza los cielos, solos, solemnes, magníficos. Es de justicia histórica considerar la modernidad de Bolívar en lo moral, político, internacional. Hace un siglo Simón Bolívar antevió, comprendió aun de incomprable manera, no solo nuestros tiempos actuales, sino también las hondas tendencias de estos tiempos nuestros que ansían elevar sobre todo la personalidad ética del hombre, que luchan por la efectividad real de los tres lemas revolucionarios, que pretenden conquistar la materia, pero para subordinarla a los intereses del espíritu y de la moralidad humana. Nuestro tiempo no es utópico: es eminentemente práctico, porque es eminentemente humano. Desea fuerzas y riquezas para que los hombres sean buenos, sean mejores. Nuestro tiempo es, en su idealidad, el mejor tiempo de la historia. La modernidad moral de Simón Bolívar consiste en haber explosionado contra el absolutismo, la dominación y la injusticia de hace un siglo y en haber creído en el valor práctico de la libertad, igualdad y fraternidad. Napoleón fue un momento el h éroe de la modernidad. Odió la dominación de un hombre sobre otro hombre; rompió las instituciones mecánicas que desde arriba y desde afuera encuadraban, esclavizaban a las gentes, sin tener en cuenta el alma, la voluntad, lo interno de éstas. Sí: un momento Napoleón fue el campeón prodigioso de la modernidad. Pero, a poco, cometió el crimen de amar el poder por el poder, es decir, de amar la ostentación y la gloria personal. A poco conoció el Vencedor en Italia las flaquezas de los hombres y la pequeñez de las cosas, y terminó por despreciar a unos y a otras, por renegar de la teoría y de la práctica del servicio, y por cifrar su obra en dominar a los hombres y las cosas. «La paz no me interesa». .Si hubiera paz, no estaría a la cabeza del ejército->. «¿Creéis que triunfo en Italia para fundar una República'?» .Si
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muero mañana, no tendré una página en una historia general». He aquí la gran traición de Bonaparte. He aquí la puerilidad de Napoleón. Cuando de las manos del Primer Cónsul caía al suelo, desautorizada. la bandera de la revolución, Bolívar, en América, la toma y la levanta. y proclama el valor real del lema revolucionario, y hace entender a las gentes que el talento, y la sabiduría y la pujanza solo se consagran cuando se ponen al servicio de la moralidad humana. La moralidad humana consiste en que el hombre sea libre, en que sea capaz de conservar su libertad y digno de ella. Lo demás es regresar al período de las cavernas. Oímos ya a Napoleón: a este genio que conoció profundamente a los hombres para despreciarlos, según el famoso retratista Emilio Ludwig. Leamos ahora una página de Simón Bolívar: la primera que abramos. En su Discurso de 3 de octubre de 1821 dijo ante el Congreso, el Vencedor en cien combates, el hombre más poderoso de Colombia: «Un hombre como yo es un ciudadano peligroso en un gobierno popular: es una amenaza inmediata a la soberanía nacional. Yo quiero ser ciudadano para ser libre y para que todos lo s ean. Prefiero el título de ciudadano al de Libertador, porque éste emana de la guerra, y aquel emana de las leyes. Cambiadme, señor, todos mis dictados por el de buen ciudadana>>. ¿No sentís en estas líneas de 1821 la intensa modernidad de Bolívar? ¿No se caracterizan los tiempos modernos por el afán de disminuir las coacciones externas, desde arriba, desde afuera, y por el deseo de que el hombre educado, Ubre, guiado por la razón, en colaboración con sus s emejantes, vaya por s í mis mo, poco a poco, dominando la tierra y ascendiendo al ideal? He aquí las dos etapas: el pasado, la dominación Bonaparte: lo moderno, la libertad, Bolívar.- Como lo moderno está aún cargado de pasado, como lo moderno se topa aún contra barreras infinitas, Bolívar sigue de
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visionario de lo que será y aún no es completamente. En carta privada dijo Bolívar en 1823: «Yo no quiero el mando supremo para estar entre los míos y ayudarles a padecer sus miserias».- Este es el hombre desprendido y clemente, deseado por los tiempos.
••• Furiosa se encrespa la humanidad moderna contra los individuos que se erigen en centros y ejes de la historia; contra los que miden el adelanto, según sus éxitos. liidividuales en vanidad o riqueza. No cree ya la humanidad en los grandes hombres sino en los grandes servidores. Que haya menos dolor, menos desgracias. más pan para los cuerpos, más pan para las almas: he aquí lo que exigen las masas. El ejemplo y la doctrina de San Pablo, soterradas durante siglos. brotan incontenibles y arrasadoras en los tiempos modernos. No farsantes. no vanidosos; trabajadores, servidores. reclaman las muchedumbres en huelga, en paro, en angustia, en furor.- Simón Bolívar fue el precursor de la teoría del servicio. No hubo para él tarea desdeñable con tal de que fuese útil. La gloria del trabajo se mide, según él, por su beneficencia humana. Instruir a los reclutas es tan noble y sublime como proclamar a los ejércitos. porque ambas obras son indispensables para el resultado de la libertad. Los títulos subjetivos, personales, nada significan. Lo único que importa es poner alma, nervio, amor en el servicio, sea éste el que fuere; que todos los verdaderos servicios son igualmente magníficos. Cruza los valles, sube a los montes, toma parte en las fatigas de la tropa, estimula, aplaude el mérito, descubre las virtudes, alienta, desafía el peligro antes que nadie; perdona, tolera. otorga con su dinero auxilios, porque esto exige el servicio. Se debe servir en proporción a lo que impone la necesidad.- A poco instruye. orienta, toma a su cargo el indicar a masas, caudillos
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y naciones el por qué de la lucha, el propósito de la independencia, el ideal de la emancipación, y. en todo, no ve otra cosa que el servicio, y no reclama premio personal alguno, y renuncia oportuna e importunamente el mando y únicamente exige que se le deje servir. Esto es verdaderamente admirable en el soldado más poderoso del Continente, a quien los más fuertes generales tentaron con la corona y el imperio. ¿Quién le impidió a Bolívar coronarse? Su propia superación ética, su libre querer jurídico, su orgullo idealista, su quijotismo sublime. ~.Yo no veo más que el servici())>, escribe en 1824; «porque la gloria, el honor, el talento, la delicadeza, todo se reúne en el solo punto del triunfo de Colombia, de su ejército y la libertad de América». «Yo jamás he reparado en miserias. La gloria está en ser grande y en ser útil». continúa. <)egún ciertos señoreS», dice, «nadie puede ser grande sino a la manera de Alejandro, César y Napoleón. Yo quiero superarlos a todos en d esprendimiento; ya que no puedo igualarlos en hazañas>>. Refutando a sus calumniadores. pregunta: «¿Me creen tan insensato que aspire a descender? ¿No saben que el d estino de Libertador es más sublime que el trono?». He aquí la incomparable originalidad, la excelsa modernidad de Bolívar. Ahóndese en los anhelos de la moral contemporánea , prescíndase de las transitorias y humanas contradicciones, y se descubrirá la importancia instintiva y reflexiva que han adquirido los valores morales: justicia, igualdad, liberación; y se palpará el rechazo que se da a los impulsos materialistas y a los cálculos sin amor: avaricia, tiranía, injusticia. ¿No sintió hondamente todo esto Simón Bolívar hace un siglo? «Una vida pasiva e inactiva», dijo, <<es la imagen de la muerte, es el abandono de la vida, es anticipar la nada antes de que llegue».
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Simón Bolívar fue un educador en sentido amplio y en acepción rigurosa. Escribió. en efecto. un artículo especial y hondo sobre educación. Bolívar esperó todo del individuo, del individuo virtuoso, en tensión hacia el futuro. sostenido por lo que de eterno tiene la tradición. El individuo sin tradición alguna, se desconcierta. «La religión es el gran entusiasmo que yo quiero reanimar para utilizarlo contra todas las pasiones de la demagogi~. dice en 1828. Y en esto hay modernidad: porque, como lo han demostrado Comte, Carlos Arturo Torres y cien más, la historia es una continuidad. una serie de adquisiciones. Se deben eliminar las toxinas; pero no lo que ha purificado, no lo que sostiene. No religión impuesta políticamente ni instrumento de gobierno. exclama la revolución: pero sí religión que cure. alivie las almas y fomente el amor. .:Tengo poca confianza en la moral de nuestros conciudadanos y sin moral republicana no puede haber gobierno libre». «Si se quiere república en Colombia, es preciso que se quiera también que haya virtud polític~. He aquí los conceptos de moral individual del soldado del progreso humano. «El talento sin probidad es un azote», sentenció solemnemente. En el Ecuador la juventud y el obrero son genuinas esperanzas de la Patria. la juventud aún no se contamina con el mal. El obrero ocupado noblemente en dominar la dureza de las cosas, no tiene por qué ser farsante y vanidoso. Jóvenes y obreros mediten en la modernidad moral de Bolívar: ya que. como lo dice la Alianza Unionista de la Gran Colombia: «Erigir estatuas a los grandes hombres sin haber hecho antes esfuerzos para realizar las aspiraciones que ellos preconizaron, es falsearles por completo la personalidad y aparecer a los ojos del mundo civilizado como indignos de su herencia procer~.
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El problema político. Armonizar la libertad y la autoridad, la autonomía personal y la disciplina social, es el problema de la ciencia política. El hombre esclavo, sin espontaneidad, no produce, no inventa y la humanidad peligra por pobreza. Pero, si cada cual hace y dice lo que le parece sin rumbo ni norma la sociedad es un caos y la humanidad sucumbe por disolución. Teóricos rusos creen que apenas desaparezcan toda reglamentación y todo gobierno, por bondad natural y por instinto, los hombres servirán y cooperarán. Es esto olvidar que los caprichos y egoísmos arrancan en lo íntimo del individuo. En cambio, los Lenine y Mussolini lo esperan todo de una disciplina cerrada, que convierta a las gentes en autómatas y engranajes. Entre estos extremos están los fervorosos por las dictaduras y los caudillos, los que creen en las libertades restringidas, los que predican la libertad en la oposición y la ahogan desde el poder. ¿Cómo concillar autoridad y libertad?. La ciencia política moderna está conciliándolas. Por la pluma de Maeztu proclama que los valores morales: verdad, belleza, justicia, son superiores al hombre y que éste debe servirlos, apenas los encuentre. No tiene el hombre libertad para despreciar los valores- morales revelados a su conciencia. El hombre necesita de la libertad, de la libre discusión, precisamente para llegar a ver los valores morales que han de imponerse en el medio y el momento. Duguit enseña que la libertad es un deber, antes que un derecho, porque solo mediante la libertad es el individuo energía creadora, servidor eficaz. Haurton defiende los equilibrios políticos -división de poderes, libertades, recursos- porque solo alquitarándose, filtrándose las ideas a través de ellos, es posible definir el derecho, al que ha de someterse el ciudadano. De lo único de que se trata es, pues, de descubrir lo justo y verdadero,
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indispensables colectivamentes. Descubiertos, el ciudadano ha de obedecer. En el momento de catástrofe, cuando no es posible otra cosa que actuar rápido y luchar a muerte, un jefe, un caudillo se. encargan de descubrir lo justo y de imponerlo. No hay remedio, no se podría hacer de otro modo. Apenas el campo de batalla se aplaca, las dificultades para ser resueltas d ebidamente piden colaboración inteligente, ayuda estudiosa, discusión, es decir, piden libertad y democracia. Falso que las dictaduras y caudillismos sean eficaces. Son eficaces para robar y dejar en pos de sí el enervamiento cívico. Lo que es eficiente en la vida es el pensamiento claro, es la palabra orientadora, efectos de la libertad democrática y de los equilibrios, discusiones, recursos políticos. La democracia se demora, pero sus ideas quedan . La dictadura se precipita, pero sus resoluciones pasan, porque no tienen raíces .
••• Esto lo vio y practicó Simón Bolívar hace un siglo: este es el título de su modernidad política Trasladémonos con el pensamiento y la imaginación a la América de 181 O a 1830. La lucha más caótica y exterminadora, la carnicería más espantosa, el desconcierto, la obscuridad más lúgubres imperaban entonces en el Continente. Unos fanatismos contra otros, unas razas contra otras, unas clases contra otras, en odio inexorable, en furia mortal: éste era el cuadro. Para completar la desgracia, los soldados de la emancipación americana no sabían realmente a dónde iban ni qué querían . Los más bus caban su gloria individual, su propio imperio. Triunfaban en un punto y querían ser proclamados jefes supremos e indiscutibles. Algunos políticos anhelaron que príncipes extranjeros vinieran a sofocar el caos y a proteger la estabilidad. Otros cons ideraron tan solo los intereses de r egiones y localidades particulares. Era menester un hombre que orientara
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todo, regularizara todo, unificara todo en interés de América, en provecho del Continente. Era menester un jefe que sintiera y comprendiera que en América estaba resolviéndose un inmenso problema de la humanidad ante el cual fue impotente Napoleón en Europa: el problema de dar realidad práctica a los tres lemas de la revolución. Este hombre fue Simón Bolívar. Caudillo y dictador en el instante de combate, principia por dominar las cosas y a los hombres; principia por infundir espíritu en el caos, por ser verbo, por iluminar a los pueblos y a sus conmilltones. El valor moral evidente de entonces era la revolución y la libertad de América. Urgía verlo, propagarlo, imponerlo. Lo contrario hubiera sido traición a lo que imponía la obra regeneradora La santurronería no está bien cuando precisa esculpir ideas en rebelde, en duro bloque humano. Piar fue fusilado y bien fusilado; y los caudillos entendieron que estaban al frente de un deber, que no se trataba de alcanzar éxitos vanidosos y sin finalidad trascendente. Crimen me parece la pena de muerte. Por algo avanzan los tiempos y se pulen las instituciones. Pero, hace un siglo, Piar tenía que ser eliminado. -«Parta, pueS», le grita Bolívar a Santander, «parta. Si no, o usted me fusila a mí, o yo le fu s ilo a usted». Desde estos actos, la revolución tiene un jefe, un conductor: y. desde estos actos, la revolución es realizable y la libertad jurídica de los hombres desciende de las regiones soberanas del concepto a los angustiosos campos de la vida.- Antes, Simón Bolívar creyó sustancial aclarar con la idea el fin. el plan, los medios de la emancipación americana. A esto obedeció el Manifiesto de Cartagena de 1812. Colombia vio entonces el inmenso campo que ante su mirada se extendía. descubrió el horizonte que la rodeaba, cayó en cuenta de las dificultades administrativas, étnicas que se debía vencer. Los países americanos se reconocieron solidarios: América había tomado sobre sí la mayor y más gloriosa de las
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responsabilidades: hacer triunfar la igualdad y libertad. Los métodos debían ser adecuados, tenían que ser eficientes. He aquí el primer aspecto de la modernidad política de Simón Bolívar. Supo. primero. dominar con la mente, con el verbo. Supo. luego. hacer práctico el concepto con la voluntad, con el brazo, regularizando y moviendo, orientando y esculpiendo. Actualmente se desdeñan las vanas palabras, los discursos a la libertad de parte de los esbirros. Se quiere corazón. sinceridad, labor práctica. Por esto la labor de Simón Bolívar es el clarear de los tiempos nuevos, de los tiempos del sindicalismo. la cooperación. la . reforma social.
*** América no necesita de caudillos: los caudillos matarán a América: fa~so que las dictaduras sean eficientes, si la república es un valor, ha de pQ.der ella misma resolver sus dificultades: el gobierno personalista es el robo, el despilfarro. la inercia cívica. se dijo Simón Bolívar cuando, en plena lucha, anticipándose en cien años a Duguit y Hauriou. como genial discípulo de Montesquieu, proclamó el régimen de los equilibrios y contrapesos políticos. Dictador y jefe victorioso, por los decretos de Angostura, en 1817. él mismo disminuye su poder y crea el Consejo de Estado para que medite. discuta. proponga las medidas saludables a la patria y para que el poder sea sostenido por la confianza pública. El Consejo de Estado era un contrapeso. un equilibrio: y esto quiso Bolívar: porque lo único eficiente es el pensamiento claro, y cuando éste estalla no lo contienen leguleyos ni congresos, y cuando no aparece no lo producen caudillos ni dictadores.- Bolívar organiza tribunales de justicia, y. antes de las batallas decisivas. se reúne el Congreso Constituyente de Angos-
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tura. La república debe, en efecto, acostumbrarse a vivir entre dificultades y a vencerlas. «Un gobierno republican~. dice Bolívar, «ha sido, es y debe ser el de Venezuela. Sus bases deben ser la soberanía del pueblo, la división de los poderes, la libertad civil, la proscripción de la esclavitud, la abolición de la monarquía y los privilegtosi.. Bolívar pide una Constitución adecuada a la raza, moralidad y circunstancias de los americanos, pide elementos de estabilidad y conservación, sin mengua de la soberanía popular. He aquí el pensamiento bolivariano. ¿Dónde está ese presidente bolivariano de que nos habla el Sr. Vallenilla Lanz y en que sueñan los esbirros, aun los esbirros que invocan a Bolívar, y que, en el fondo, anhelan solo plata, honores, figuración?- «Vuestro deber os llama», dijo a los legisladores de Bolivia, <<a resistir el choque de dos monstruosos enemigos que recíprocamente se combaten, y ambos os atacarán a la vez: la tiranía y la anarquía, que forman un inmenso océano de opresión, que rodea a una pequeña isla de libertad». Estas palabras son la más portentosa antevisión del inmenso problema que iba a conmover, después de un siglo, a la humanidad del proletariado industrial y de las dictaduras burguesas. «Para formar un gobierno estable», enseñó a los hombres de Angostura, «Se requiere la base de un espíritu nacional, que tenga por objeto una inclinación uniforme hacia dos puntos capitales, moderar la voluntad general y limitar la autoridad pública>>. Fe en el pensamiento, confianza en un buen equilibrio entre poderes: electoral, legislativo, ejecutivo, judicial, constituyen la modernidad política de Simón Bolívar.
El problema internacional. El Dr. Gregorio Marañón, sabio y escritor notable, es quien emplea el vocablo «Illodernidad» para traducir el anhelo de preparar el futuro sin despreciar el saludable
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lastre del pasado. Estudiada detenidamente la obra de Simón Bolívar en sus aspectos principales, llama la atención el sello de modernidad que la distingue, especialmente en el orden internacional. Simón Bolívar no se contentó nunca con la mezquindad del presente. Vivió en santa y perpetua rebeldía contra lo vulgar y lo injusto, y con su actividad y sus ideas preparó para las gentes días más nobles, saturados de humanidad, de beneficencia. Hace un siglo. en la séptima conversación de San Petersburgo del Conde de Maistre, se proclamó la divinidad de la guerra: la humana carnicería es divina como castigo, como ley del mundo, por sus consecuencias sobrenaturales, por la desconcertante fuerza que triunfa. por una serte de otros títulos. Hegel, por su parte, magnificó la guerra y la política de guerra como medio incomparable para que la nacionalidad superior aplastara y absorbiera a la inferior, a la degenerada. La prueba de degeneración, según Hegel, es la debilidad; la prueba de superioridad es la fuerza; la guerra es el método de progreso. Saturado de estas doctrinas el derecho internacional, saturados de estas doctrinas los nacionalismos orgullosos, no hay por qué escandalizarse de esa competencia por los armamentos, de esas rivalidades, esos odios, esa sed de conquista. La conflagración universal de 1914 fue el lógico resultado de una serie enorme de prejuicios. Le vimos, entonces, al hombre convertido en fiera. ciego de furor, matando y destrozando, sin razón útil ni trascendencia benéfica. Le vimos al soldado cruel. salvaje, descontento, con hambre, inconsciente, cansado, hostigado. Estamos presenciando el fracaso económico universal, efecto de los nacionalismos egoístas, de las barreras aduaneras: en unas partes hay sobreproducción: en otras impera el hambre: los hombres no quieren ayudarse, no hay cooperación, y los débiles claman, se declaran en huelga, preparan el gran trastorno universal. El mundo
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solo se salvará por la cooperación, la igualdad y la justicia. El mundo se ha hecho pequeño, la humanidad es una familia, gracias al vapor, al auto, al avión, al telégrafo y teléfono con y sin hilos. Paz universal. cooperación universal: son los imperativos de la hora, son los votos de los demócratas del mundo.
••• Simón Bolívar tuvo intuición feliz de la imposición pacifista de la ciencia industrial y del derecho futuros . Guerreó contra la tiranía, porque no hay paz, ni orden, ni estabilidad bajo la tiranía. Pero antevió desde el principio de su carrera que el estado permanente de hombres y pueblos exigiría la paz, la paz heroica, que vence la monotonía, domina la rutina del trabajo diario, somete los impulsos a la razón y los arrebatos a la utilidad. Más hazañas hay en la paz que en la guerra. Solo las hazañas de la paz son dignas de la alteza humana. Las hazañas de la paz son estudio y trabajo, son tolerancia y caridad, son pulimento propio y extraño, son conquista de la tierra y del cielo. El Libertador puso genio en la lucha militar: pero comprendió que lo más importante para el mundo era preparar las luchas civilizadoras, los combates de la paz. Por esto, al mismo tiempo que guerreó, meditaba en los problemas de la organización humana y en éstos estalló más vivo, más iluminado su genio que entre el fragor de los cañones. «¡Qué bello sería», exclama en 1815, «que el Istmo de Panamá fuese para nosotros lo que el de Corinto para los griegos! ¡Ojalá que algún día tengamos la fortuna de instalar allí un augusto Congreso de los representantes de las repúblicas, reinos e imperios, a tratar y discutir sobre los altos intereses de la paz y de la guerra, con las naciones de las otras partes del mundo. Esta especie de corporación podrá tener lugar en alguna época dichosa de nuestra regeneración». Este sueño de Bolívar de 1815,
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sueño tan preciso, ¿no comienza ya a ser realidad por los esfuerzos de los demócratas modernos? La regeneración del mundo, la moral y económica, principiará con la colaboración universal. Esta fue la idea de Simón Bolívar desde 1815.- En 1818 propone al gobierno de Buenos Aires la formación del Pacto Americano, que «haciendo de todas nuestras repúblicas un cuerpo político, presente la América al mundo con un aspecto de majestad y grandeza>>.
El Libertador opuso al sistema del equilibrio, rivalidades y competencias de Europa, el régimen de la colaboración jurídica internacional. Napoleón, genio excelso, quiso hacer práctica la idea de los Estados Unidos de Europa: un Emperador en el centro y reinos sometidos alrededor. Esta fue la concepción napoleónica. Como en muchas otras cosas. Bolívar. se inspiró en Napoleón, modificando radicalmente la tendencia jurídica. El uno quiere orden por la dominación: el otro anhela orden por las libertades que colaboran al estímulo del fin humano y glorioso.- En 1821 principia Bolívar a dar eficacia al deseo de formar un Congreso general de naciones hispanoamericanas que ~irva de consejo en los grandes conflictos, de punto de contacto en los peligros comunes, de intérprete de los tratados públicos, de conciliador de diferenciaS». Precisado queda desde entonces el concepto práctico de la Sociedad de las Naciones y del arbitraje amplio y obligatorio. Por fm, se reúne en 1826, el congreso de Panamá, afanosa aspiración de Bolívar, antecedente cabal, no solo de la Liga de las Naciones, sino aun de su funcionamiento. La flexibilidad , la habilidad psicológica utilizadas por los hombres de la Liga de las Naciones, consagradas quedaron por el Congreso de Panamá. «La idea de una Sociedad de NacioneS», dice Francisco José Urrutia, «destinada a mantener la paz en la justicia internacional, y alimentada por un sentimiento democrático..
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germinó en el espíritu de los pueblos americanos, desde el principio de su existencia autónoma.. -Es este el primer título de la modernidad internacional de Bolívar.
••• Pero lo que más engrandece al Vencedor en Junín. es haber sentido, haber vivido la unidad de América. El argentino, colombiano o venezolano que sienten y aman a sus patrias y quedan indiferentes al Continente ni son dignos de la raza ni entienden media palabra de la doctrina bolivariana. América hispana es una, representa una colectividad solidaria. A pesar de las diversas agrupaciones culturales, América tuvo un fondo único de cultura esencial desde los tiempos prehistóricos. Frente a la cultura de los cereales panificables y de los grandes cuadrúpedos, América desenvolvió su propia y original civilización. España dejó luego su profundo e inconfundible sello en el nuevo Continente. La misma lengua, la misma religión, hábitos análogos, defectos análogos, parecidas tendencias, son el substracto del Continente. Cada país aniericano podrá poco, muy poco. América hispana unida será factor poderoso para el triunfo de la .democracia liberal e individualista. América hispana unida hará del yanqui un ser benéfico, prohibiéndole que sea un ser absorbente. Miranda, Espejo comprendieron la unidad de América, Bolívar sintió, vivió esta unidad como la llama vive la unidad del fuego. «La suerte de Nueva Granada está íntimamente ligada con la de Venezuela», declara en 1813, 4'8olo una íntima y fraternal unión entre los hijos del nuevo mundo y una inalterable armonía en las operaciones de sus respectivos gobiernos, podrán hacerles respetables a las demás nacioneS», dice en el mismo año de 1813. ~Nuestra divisa debe ser unidad en la América Meridiona1>, afirma en ·una proclama de 1818. Consecuente con estas ideas el Libertador quiere la federación.
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sudamericana y el mantenimiento de la Gran Colombia sobre la base de una constitución debidamente consultada. Esta idea no fue comprendida y la mayor parte ·de las gentes no la comprende aún. Se quieren estatuas de bronce para Bolívar y se enseña un nacionalismo estrecho, infecundo, impotente. El Libertador no sostuvo utopías. Anheló lo que fue y es una realidad en el Brasil y Estados Unidos. Al creer en los sofismas políticos y geográficos de ciertas personas, ni el Brasil, ni Estados Unidos, ni Alemania existirían y una provincia tendría derecho de romper la Patria para ella también ser tenida por Patria magnífica y libre. Bolívar no perdió su fe en la América federada, en la gran Colombia unida y fuerte: los pueblos desearon esta unión. Las ambiciones, las rivalidades, los jacobinismos, la incomprensión la impidieron. Desengañado, pesimista, Bolívar, al fin de su vida, consintió en la separación, y. sin embargo, levantado por su espíritu, exclamó el 13 de septiembre de 1829: «¡Ojalá pudiératnos conservar esta hermosa unión». «Nueva Gránada debe quedar íntegra, para que pueda defenderse por el sur de los peruanos .. .» Los hombres y leyes malas no podían ser argumento contra la institución. Hombres y leyes pasan: la organización debió quedar, mejorándola.Oigamos el juicio del inteligente h istoriador Jean Toussaint Bertrand: «Veía el Libertador crecer, en el norte del Continente americano, una gran nación que, no siendo de raza latina, podría un día ser una amenaza para las jóvenes repúblicas españolas. Conocía las tendencias separatistas de las naciones hispanoamericanas, tendencias fortificadas por las aspiraciones de los militares al poder personal. Quiso remediar estos peligros exteriores e interiores con un ejecutivo muy fuerte y trabajando por fundar una especie de Federación hispanoamericana, cuya capital hu hiera sido la ciudad de Panamá. Creía que las naciones formadas de las antiguas colonias españolas,
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hermanas por la lengua. la religión y las costumbres teriían interés en federarse para ayudarse y. al ser necesario, defenderse de los pueblos de otra civilización. No se comprendió ni la altura sublim.e ni la necesidad vital de semejante institución. Acostumbradas al cuadro demasiado estrecho de su vieja audiencia, las antiguas colonias, convertidas en naciones independientes, guardaron el espíritu particularista, fatal a la raza española en Europa y en América».- Fueron, pues, defectos, corregibles, de la raza los que se opusieron al ideal internacional de Bolívar. no razones verdaderamente objetivas, geográficas o políticas. NOTA: En los anteriores artículos se afuma que
Napoleón fue traidor a los principios de la revolución de 1789. El atento estudio del libro de Emilio Ludwig sobre Napoleón me ha convencido de que mis afirmaciones son simplistas. En manos de Napoleón fracasó. sin duda alguna. la libertad. En parte tuvo la culpa el temperamento de Napoleón: pero en parte tuvieron la culpa las oligarquías europeas, especialmente la oligarquía inglesa, que al jurar extinguir en Francia la revolución, obligaron a Napoleón a vivir en perpetua campaña. Sin embargo. esto no disculpa del todo al emperador. Pudo él hacer mucho más por la libertad y por el respeto a la autonomía de los pueblos. En cambio, sin Napoleón no se habría jamás impuesto el principio de la igualdad jurídica y de la regularidad administrativa frente a las pretensiones oligárquicas en el sentido de los privilegios de clase y de nacimiento en política, administración, finanzas, etc.. etc. La obra de Ludwig obligará al pensamiento liberal a estudiar más a fondo a Napoleón y a hacerle !ajusticia que se le debe .
Febrero de 1931 .
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El problema Ideológico. Uno de los más arduos problemas es el relativo a la orientación de los espíritus jóvenes. Asistimos no solo en América. sino en América y en Europa a una reacción enérgtca contra la moral y religión tradicionales. En el siglo dieciocho fue combatido el cristianismo en nombre de la razón y de la rellgtón natural. El positivismo y el kantismo sacrificaron el credo antiguo en aras de la experiencia científica y de los límites cognoscitivos de la inteligencia. Solo es cierto, dijeron, por ejemplo, los cientistas, lo que se pesa, se ·cuenta, se mide; de lo demás, nada se sabe: no se puede afirmar ni negar al respecto. En nuestros días la lucha contra lo tradicional adquiere caracteres de extraordinario impulso, porque se basa en el noble sentimiento de justicia integral. La energía omnipotente del mundo es el sentlmiento: y el sentlmiento de justicia integral de Jaurés a Alfredo Palacios, de éste a Luis Jiménez de Asúa, lanza gritos contra la despótica y esclavtzadora disciplina moral y religiosa. El obrero está oprimido, el verdadero creador del producto percibe una oúnima parte del producto. Hay lujo. hay poderosos de un lado. al frente llora la viuda paupérrima y se arrastran los abatidos, los miserables de cuerpo y de espíritu. La religión siempre figura junto a los fuertes, a los que mandan y oprimen. Y lo que es más: sus dogmas se oponen a la vehemente y rápida reivindicación libertaria. Guerra, pues. a la religión y moral tradicionales, gritan muchos nobles d emócratas modernos. Por otra parte. ¿cómo la mujer ha de continuar atada para siempre mediante lazos matrimoniales con un hombres que la oprime y no la comprende? ¿No es ésta una infame esclavitud religtosa? El divorcio es ley de la razón. Además. ¿con qué d erecho impedir que el amor estalle y cree libremente? Las trabas al amor. ¿no son antlnaturales e hipócritas? ... Sí. evidentemente. ¡Guerra!, pues, a la moral tradicional en nombre
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de la vida enérgica, dice el futurismo, ¡Guerra!, por los derechos del débil y de la naturaleza, dicen muchos generosos demócratas y ardorosos pensadores.
••• Sin embargo. hay que ser serenos: la vida es compleja. Vale más imitar la modernidad de un Guy-Grand en Francia, de un Marañón en España, de un Vasconcelos en América. La vida es compleja: es dificil educar al hombre; no siempre se puede prever las lejanas repercusiones de un acto. Por querer liberar, se puede esclavizar. Por querer purificar. se puede volver al tiempo de las cavernas. Por querer libertad para el amor, se pueden agotar las fuentes de vida. En Simón Bolívar lucharon siempre dos hombres: el nervioso, vehemente, impulsivo, y el sereno, el reflexivo. La revolución utilizó principalmente al primero: la obra constructiva contó con el segundo. Gracias a un esfuerzo heroico de voluntad y de honradez. en Bolívar triunfó el reflexivo sin nunca matar al reivindicador vehemente. Por esto Bolívar es maestro de modernidad ideológica. En muchos momentos sintió el soldado de la revolución de 1789, consumada en Hispanoamérica, la necesidad de romper la moral y religión tradicionales para que los pueblos se emanciparan políticamente como consecuencia de su liberación espiritual. Enojado se puso Bolívar con una religión que sostenía el absolutismo y fanatizaba a los pueblos en el sentido absolutista. A Femando Peñalver le escribió desde Cuenca en estos términos: ~l tiempo de las monarquías fue, y hasta que la corrupción de los hombres no llegue a ahogar el amor a la libertad, los tronos no volverán a ser de moda en la opinión. Usted me dirá que toda la tierra tiene tronos y altares: pero yo responderé que estos monumentos antiguos están todos
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minados con la pólvora moderna, y que las mechas encendidas las tienen los furiosos , que poco caso hacen de los estragoS». Esta carta de 1822 es de un poeta y pensador, anheloso de modernidad, es decir, de acabar con las disciplinas e injusticias presentes, y de preparar un futuro más hondamente humano, más humanamente hondo. «Monumentos antiguOS», llama el Libertador a tronos y altares. La acción guardó armonía con la vehemencia del poeta y del pensador. Leamos un pasaje de Rufmo Blanco Fombona, éste si, en verdad, difundidor del bollvarismo, no farsante del bollvarismo. Así comenta la acción de Bolívar: «El canal de Panamá, él: el Arbitraje internacional, él: el derecho pú bllco americano, él: el concepto de las revoluciones como fenómenos sociales. él: el problema etnográfico de América, él; la sociología antes que Comte, Spencer y Taine, él: la literatura americana emancipada, él; la forma de los periódicos contemporáneos, él: las leyes de América para América, sin copias ni trasplantamientos, él: el difundir escuelas de minería, agronomía. artes y oficios para nuestra América por crear, él: la inmigración y la instrucción popular y secundaria para mejorar la raza en América y fundamentar las nuevas sociedades, él. Todo, él: por dondequiera, él».- He aquí la intensidad vital de Bolívar. Sólo Napoleón la tuvo tanta. Pero mientras éste es el representante del afán dominador: el soldado americano, por su tendencia jurídica, es el tipo de modernidad. El impulsivo que hubo en Simón Bolívar quiso destrozarlo todo y edificar luego sobre cimientos nuevos un templo a la armonía y a la justicia en la vida.
••• Pero el hombre y la sociedad son complejos. La religión, si fomenta el absolutismo y la injusticia, tiene
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que provocar el enojo de todo reformador: de Bolívar o de Jaurés. Hay, no obstante, en el hombre y en la sociedad tanto que canalizar, dirigir, aliviar, orientar, impedir, que es de estricto buen sentido estudiar si algo puede la religión en la conducta de individuos y colectividades ¿La fuerza? ... pero, ¿qué puede la fuerza contra la astucia humana? ... ¿La ciencia?... pero, ¿qué pueden la química o la sociología contra la concupiscencia humana? Simón Bolívar reflexionó en todo esto detenidamente. El sereno iba a enfrenar al vehemente. Las sociedades americanas, los mestizos americanos, faltos de honda cultura. extraños a los ideales de los estoicos o de los enciclopedistas o de Kant, ¿qué rumbo mental iban a tomar? ... El rumbo mental, ¿no se convierte más tarde en político, social, familiar, económico? Simón Bolívar, ante la experiencia, cambia. precisa su ideologíay reconoce, prescindiendo del punto de vista metafisico. la utilidad social de la religión y moral tradicionales. «Un pueblo pervertida», dijo ya, en 1819, a los legisladores de Angostura, «Si alcanza su libertad, muy pronto vuelve a perderla: porque en vano se esforzarán en mostrarle que la felicidad consiste en la práctica de la virtud; que las buenas costumbres y no la fuerza, son las columnas de las leyeS>>. ¿Qué firmeza, qué honor en esta manera de plantear la cuestión política que, en el fondo, es cuestión moral, de moral individualll ... La consecuencia lógica de este pasaje, a la luz de nueve años de experiencia y estudio de los hombres, es la carta de 1828 al Arzobispo de Caracas: «Exhorte usted a sus ministros a que no cesen en la predicación de la moral cristiana y de la necesidad del espíritu de paz y concordia, para continuar en la vía del orden y de la perfección social». Estamos ya ante el hombre de modernidad serena, que en el pasado encuentra un lastre, una base, una indicación. Más aún; restablece las antiguas misiones de Colombia, nombra al Arzobispo de Bogotá para Consejero
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de Estado, destierra de la enseñanza el utilitarismo de Bentham y estimula las humanidades clásicas. ¿Hemos llegado ya al clerical? Si Napoleón traicionó la revolución en un sentido, Bolívar, ¿la va a traicionar en otro?... De ningún modo, Simón Bolívar, en su ideología gubernativa, es la quintaesencia del equilibrio y de la ponderación. No religión de Estado: no religión impuesta: libertad de conciencia, de acción y de prensa: la religión, energía simplemente social, educadora, persuasiva: he aquí el credo ideológico del Libertador. ¿Dudáis?... Leed, pues, el famoso mensaje de 1826: «La religión es ley de la conciencia. Toda ley sobre ella la anula, porque imponiendo la necesidad al deber, quita el mérito a la fe, que es base de la religión. Los preceptos y los dogmas sagrados son útiles, luminosos y de evidencia metaf'ISica: todos debemos profesarlos, mas este deber es moral, no político. En una constitución política, no debe prescribirse una profesión religiosa. Prescribir una religión no toca al legislador: porque éste debe señalar penas a las infracciones de las leyeS». He aquí el maestro en la dirección mental de individuos y pueblos.
El problema legislativo América hispana fue elegida hace un siglo, por decreto singular de la historia, de glorioso campo para que la democracia y la justicia se abrieran paso en la organización política de los hombres. La práctica de la democracia y la justicia su ponen excepcionales condiciones. Virtud política, ilustración general, aptitudes étnicas, requisitos son del más excelente régimen gubernativo: de aquel en que el privilegio del mérito es fuente de deberes y en que cada uno de los individuos tiene derecho a ser amparado por el Estado. Por extraña paradoja todo parecía en
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América oponerse al triunfo de la igualdad. Grandes extensiones territoriales, inmensas distancias, ninguna facilidad de comunicaciones, escasa población de raza blanca, un océano de indios, notable cantidad de pardos y mestizos, falta de amplia y sólida ilustración popular, casi ningún ejercicio en las altas actividades gubernativas por parte de los ricos criollos, los verdaderos revolucionarios contra el régimen de España. No creo en la superioridad esencial de unas razas sobre otras; pero no todas las razas tienen en todo momento igual preparación para la autonomía.- El indio americano, el mestizo, el negro, el pardo no la tenían.- El mestizo se formó en el desdén con que le trataban criollos y conquistadores. Aparentemente el decreto de la historia entrañaba una contradicción: en América debía triunfar la democracia liberal; Napoleón y los legitimistas acabaron con la democracia en Europa; pero en América no había los elementos para la victoria igualitaria. La historia, sin embargo, no decretó un absurdo. Quiso demostrar al positivismo pesimista, al mecanicismo social que mucho pueden el espíritu y la voluntad heroica sobre los montes y sobre los ríos, en la regulación de las cosas y orientación de las razas, y América puso los bas amentos de la democracia. Precisaba, esto sí, que se encarnen el espíritu conductor, la voluntad omnipotente, la d ecisión invencible, el pensamiento modelador.- Urgente era que se individualicen en cuerpo de hombre las virtualidades de la raza , que lucha cóntra lo imposible, busca la unidad, prodiga la materia para salvar valores morales . Don Quijote es un símbolo. Simón Bolívar, la realidad significada. Simón Bolívar, fue el instrumento con que el idealismo influyó en las cosas; el lazo entre el concepto y la vida: la individualización de las virtualidades his panoamericanas; la representación de la potencialida d unificadora, inteligente. En el Libertador estallaron
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aptitudes psicológicas diversas, a primera vista contradictorias. Era un nervioso y un reflexivo, un dominador y un igualitario, un vehemente y un reposado. Lucharon dentro de él distintos temperamentos. Todos cumplieron a su hora con su misión propia. Todos quedaron armonizados por su genio. El genio de Bolívar consumó la obra militar, reveló el destino y la unidad de América, enseñó a los hombres que 1789 fue una etapa fundamental en la historia, indicó cómo debía organizarse América en el futuro para ser consecuente con sus destinos revolucionarios. El Luchador infatigable fue además el Legislado'r, el primer Legislador de América. Los hombres superficiales de entonces casi no le hicieron caso.- Caudillos y ambiciosos prefirieron fórmulas brillantes, imperio, figuración, dinero. Los caudillos despedazaron la América una, se repartieron sus despojos, no pudieron orientar debidamente a los pueblos. lmltar leyes extranjeras es fácil; el servlllsmo ante el extranjero fácilmente se armoniza con una especie de nacionalismo inepto, basado en el deseo de dinero e influencias. Lo difícil es hacer obra honda y amplia, preparar el futuro, corresponder a la misión histórica. Legislador es el que modela las cosas, según el concepto. El concepto aspira, anhela mejorar, ansía subir. Las cosas resisten, son reacias: pero, en definitiva, obedecen algo, obedecen bastante. Hay una lucha entre el concepto y la cosa: hay un punto y un momento en que el concepto y la cosa transigen, se hermanan, descendiendo un poco el uno, ascendiendo un poco la otra. Legislador sabio es quien ve el punto de armonía entre el ideal y la realidad. Para Cicerón, la ley es la recta razón dada por la naturaleza. Para Montesquieu las leyes son las relaciones necesarias que se derivan de la naturaleza de las cosas. Ambos enuncian fórmulas exactas, pero incompletas. El
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uno olvida las cosas y su resistencia; el otro desdeña el Simón Bolívar sintetizó las dos nociones. Creyó en Ja razón directora: pero antes analizó la realidad . los límites en que ésta podía ser modelada, las resistencias que no era dable dominar. Para Bolívar la ley es la modelación, dentro de lo posible, de las cosas por la razón.
pode! djrecfor de/ pensamiento.
Conocedor de la historia griega y romana, admirador de la Francia de los derechos del hombre y del ciudadano y de la Inglaterra del parlamentarismo, Simón Bolívar quiere grabar ideales en el bloque humano; pero antes trata de descubrir los aspectos de éste. Ha fracasado en América nuestro generoso ensayo democrático, porque, hace un siglo, se dio el ejemplo de basar nuestro edificio político sobre datos librescos, imaginando que la única democracia posible era la yanqui, olvidando las circunstancias hispanoamericanas. Hoy vamos a fracasar en nuestro deseo de reforma política y social, porque no concebimos otra manera de socialismo que la practicada en Moscou. No así Bolívar: rico en teorías, ansía ante todo comprender el medio y el momento: «Tengamos presente», dice en su discurso ante el Congreso de Angostura, «que nuestro pueblo no es el europeo ni el americano del norte; que más bien es un compuesto de Africa y América que una emanación de Europa; pues que hasta la España misma deja de ser europea por su sangre africana. por sus instituciones y por su carácter. Es imposible asignar con propiedad a qué familia humana pertenecemos. La mayor parte del indígena se ha aniquilado. El europeo se ha mezclado con el americano y con el africano; y éste se ha mezclado con el indio y con el europeo».- Con esta penetración, con esta originalidad aplica Bolívar en América las teorías de Montesquieu. Es preciso estudiar, primero, las cosas para ver, luego, sus relaciones naturales. «¿No dice el espíritu de las
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leyeS», pregunta en -e l mismo discurso, «que éstas deben ser propias para el pueblo que se hacen?, ¿que es una gran casualidad que las de una nación puedan convenir a otra?, ¿que las leyes deben ser relativas a lo físico del país, al clima, a la calidad del terreno, a su situación, a su extensión, al género de vida de los pueblos?, ¿referirse al grado de libertad que la constitución puede sufrir, a la religión de los habitantes, a sus inclinaciones, a sus riquezas, a su número, a su comercio, a sus costumbres, a sus modales?: he aquí el Código que debíamos consultar y no el de Washington».- Es el del genio, el punto de vista de Simón Bolívar. Cien años antes que los pensadores modernos, sabe que la democracia no consiste en lo que hacen Inglaterra, Francia, o Estados Unidos: que caben diversas maneras de democracia: que América, para llenar bien su misión jurídica, debe elegir una forma adecuada de democracia: que América, con sus soldados ignorantes y revoltosos, con sus masas desorientadas, con sus hombres civiles no preparados para el gobierno por falta de anterior y verdadera experiencia: que América, teniendo que crearlo todo, no podía copiar la Constitución yanqui ni poner en artículos las teorías de Locke y de los sublimes revolucionarios franceses. En Hispanoamérica la democracia por un aspecto era exigencia del medio y del momento: no cambian ya de hecho tronos ni príncipes ni noblezas; pero, por otro, iba a ser obra un poco artificial: precisaba, por tanto, tino y prudencia. En su Manifiesto de 1812, indicó ya Bolívar su repugnancia respecto a la democracia libresca. a los sistemas federales d entro de un país, a las elecciones desorganizadas, a los ejecutivos d ébiles. Emilio Faguet, a principios de este siglo vigésimo, escribió para convencer a las gentes de que la democracia en Francia no tenía por qué ser como la d emocracia en Inglaterra y de que la democracia, para durar, h abía de organizarse y adaptarse a las nuevas neces idades. Simón
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Bolívar enseñó lo mismo un siglo antes: no se le comprenclló y se le acusó de monarquista. de afecto al régimen absoluto, de conservador retrógrado. Hubo en Angostura quienes razonaran en idéntico sentido al de Bolívar: porque también en la Colonia se formaron hombres ilustres¡ pero, en general, las ideas constitucionales de Simón Bolívar no fueron aceptadas. La Carta fundamental de Cúcuta. de 30 de agosto de 1821. expecllda por el Primer Congreso General de Colombia disgustó profundamente al Libertador. En la centralización excesiva. en el Ejecutivo administrativamente maniatado, en la duración del Presidente por cuatro años tan solo. vio el sepulcro de Colombia. ya que iba a comenzar una era de agitación caótica y ya que habría un pretexto para que caudillos miopes fragmentaran Colombia en pequeños estados. que a poco serían cercenados por el Perú y robados por los yanquis. «No seamos presuntuosos, legtsladoreS», exclamó Bolívar el 15 de febrero de 1819 «Seamos moderados en nuestras pretensiones. La libertad indefinida, la democracia absoluta, son los escollos a donde han ido a estrellarse todas las esperanzas republicana&>. «No aspiremos a lo imposible», agregó: «110 sea que por elevarnos sobre las regiones de la libertad, descendamos a la región de la tiranía. De la libertad absoluta se desciende siempre al poder absoluto. y el medio entre estos dos términos es la suprema libertad social».- Y. yendo al fondo del asunto, a lo que justifica las revoluciones y las teorías políticas, clljo: «El sistema de gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política».- He aquí lo esencial. el mal del absolutismo es que bajo él no cabe, no puede caber, no es posible que quepa ni felicidad, ni seguridad, ni estabilidad. La monarquía. hace un siglo, confería a un hombre la facultad soberana, es decir. el poder de mandar, de
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disponer en última instancia, sin ulterior recurso.- Es, pues, absurdo atribuir a Simón Bolívar ideas monárquicas. Bolívar fue d emócrata. porque solo la democracia. con sus mecanismos. permite que lo racional se concrete en ley , única autoridad, según Bolívar. En 1828, dijo: «Un hombre que se pone sobre los demás hombres, que debe juzgar de sus conciencias, de sus acciones, de sus bienes, de su vida, ¿quién puede ser éste? No lo conozco sino en la sabiduría...» De extraordinaria modernidad son estas palabras. En verdad, comp rendemos ahora que no hay soberanos ni soberanía. Estos vocablos son de política mística: pero no de política positiva. ¿Quién en la sociedad, siendo como todos los demás, tiene derecho de imponer y de mandar? Lo que hay es obligación de servir, lo que existe es deber de someterse a lo justo. Lo justo es intuído, buscado, encontrado por la razón. La razón obligada a pensar, a reflexionar, a proceder calmadamente, gracias a los equilibrios democráticos, es la fuente del derecho, la raíz de.la única soberanía posible. Simón Bolívar completó a Montesquieu, fue el legítimo precursor de Hauriou -del reformador del derecho público- y creó la teoría de los equilibrios. Un presidente vitalicio, firme y tranquilo, equilibrado por ministros responsables: un poder electoral equilibrando el oleaje popular; tres cámaras equilibrándose entre sí y supervigilando al ejecutivo; las libertades públicas equilibrando las pretensiones gubernativas; Censores vitalicios protegiendo las virtudes; el poder judicial amparando la libertad cívica; a través de todo esto, el derecho alquitarándose, filtrándose, definiéndose: tal es el credo constitucional de Simón Bolívar; tal es ahora la teoría de Hauriou: la única que puede admitir el pensamiento liberal. Es la idea. nada más que la idea la llamada a calmar muchedumbres, dominar rebeldes, conquistar la tierra. El pensamiento político convertido en derecho, es producto de los filtros democráticos.
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Leamos cómo Bolívar plantea el sistema de los equilibrios: t<Cualquiera que sea el ciudadano que llene las funciones de presidentei., d1ce comentando su proyecto constitucional de 1819, «Se encontrará auxiliado por la constitución. Autorizado para hacer el bien, no podrá hacer el mal, porque siempre que se someta a las leyes, sus ministros cooperarán con él; si, por el contrario, pretende infringirlas, sus propios ministros lo dejarán aislado en medio de la república y aún lo acusarán delante del senado. Siendo los ministros los responsables de las transgresiones que se cometan, ellos son los que gobiernan, porque ellos son los que las pagan». .cEs precis~. indica. justificando su Senado, «que en todos los gobiernos exista un cuerpo neutro que se ponga siempre de parte del ofendido y desarme al ofensor.- Este cuerpo neutro, para que pueda ser tal, no ha de deber su origen a la elección del gobierno ni a la del pueblo, de modo que goce de una plenitud de independencia ni tema ni espere nada de estas dos fuentes de autoridad». Se puede condensar así el pensamiento constitucional del Libertador tal como aparece en la obra cumbre de su esfuerzo mental político, en el proyecto de Constitución para Bolivia, que se compone de ciento cincuenta y dos artículos. La opinión social llega hasta el gobierno e influye en él, por medio de los electores. Para ser elector son n ecesarios ciertos r equisitos de estado civil, ser casado o m ayor de veintiún años ; de capacidad, saber leer y escribir: de independencia económica, tener algún empleo o industria o profesar alguna ciencia o arte, sin sujeción a otro, en clase de sirviente doméstico. El Libertador, como se ve, anheló que la opinión popular subiera hasta el gobierno por ór ganos puros. Los sufragantes populares forman el cuerpo electoral, verdadero poder del Estado, cuya organiza ción le valió a Bolívar más tarde el aplauso de Hostos. El cuerpo electoral se renueva cada cuatro
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años y propone a las cámaras de tribunos y del Senado los miembros que han de componerlas o llenar sus vacantes: al Poder Ejecutivo candidatos l?ara las administraciones locales: al Senado los miembros de las cortes del distrito judicial a que pertenecen. Hasta ahora no vemos sino que el Libertador se propone organizar la democracia: canalizar la opinión sin estorbar en absoluto los movimientos de ésta y la renovación de los órganos que han de servirla desde el mando. Bolívar contrapesa luego la tendencia evolu Uva con órganos gubernativos estables: y ésta es la originalidad de Bolívar frente a los legisladores de Cúcuta. El ejercicio del poder ejecutivo reside en un presidente vitalicio. Hay una tercera cámara, la de los censores, que son también vitalicios y que, entre otras cosas, representan el poder moral destinado a condenar a oprobio eterno a los usurpadores de la autoridad pública. a los grandes traidores y a los criminales insignes. De lazo de unión entre los órganos evolutivos y de avance, y los órganos de estabilidad, sirven el Ministerio y el Vicepresidente de la República. Los secretarios de estado de la Constitución boliviana no tienen el carácter jurídico que los de la constitución norteamericana ni son como los ministros de Inglaterra: tienen un carácter intermedio. Ningún tribunal ni persona puede dar cumplimiento a las órdenes del ejecutivo que no estén firmadas por el vicepresidente y secretario del correspondiente despacho. Los ministros y el vicepresidente son responsables ante el Congreso. Para facilitar los movtmien tos de opinión se garantizan ampliamente la libertad civil, la seguridad individual, la igualdad ante la ley. la libertad de comunicar los pensamientos y publicarlos sin más restricción que la responsabilidad penal. No sé si Bolívar en sus proyectos constitucionales supo hacer vivir sus teorías. Tal vez su Ejecutivo es aún demasiado débil, su Senado hereditario, anacrónico; su
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presidente vitalicio, una exageración; sus tres cámaras, una impedimenta. Pero lo que interesa es comprender; comprender la tendencia del primer legislador hispanoamericano, superior a Bello, más original que Sarmiento. El mismo Libertador pidió «que se fortificara todo el sistema de gobierno y que el equlUbrio se estableciera de modo que no se pierda, y de modo que no sea su propia delicadeza una causa de decadencia. Por lo mismo que ninguna forma de gobierno es tan débil como la democrática, su estructura debe ser de la mayor solidez, y sus instituciones consultarse para la estabilidad». ¿Hasta qué punto responde a estas sabias indicaciones el proyecto de Constitución para Bolivia? ... El General Santander lo dijo: «El origen de nuestros males está en que desde la Constitución hasta el último reglamento han sido demasiado liberales para un pueblo sin virtudes y viciado bajo el régimen español>>. Un Presidente -en nuestros paísesdebe al menos nombrar y remover libremente a los representantes del poder central en las administraciones locales. El presidente bolivariano no tenía ni esta facultad ... Sin embargo, se acusó al Libertador de absolutista. Simón Bolívar quiso leyes adecuadas para los indios, fomentó la inmigración extranjera, anheló que se intensificara el trabajo industrial y agrícola, mandó abrir canales, construir carreteras; sobre todo no dejó un instante de luchar contra el analfabetismo, la inconsciencia, el saber libresco; llamó, prestigió, defendió a los sabios: fundó escuelas, de acuerdo con los sistemas más modernos. Todos estos títulos hacen de Bolívar nuestro primer legislador. Para mejorar en leyes, es decir, en regularidad, en aspiraciones, hay que mejorar la materia legislable. En la mente de Bolívar se sintetizaron las doctrinas de Cicerón y Montesquieu: la ley es la razón que obliga a los hombres y a las cosas a ser más nobles y armoniosas.
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Bolívar y la juventud. Con motivo del Centenario de la muerte de Simón Bolívar, todos los que honran el genio, aman el sacrificio, admiran la audacia, empéñanse en recordar y exaltar la memoria de quien supo ser grande y ser útil. Este homenaje al soldado de la libertad del mundo, incumbe especialmente a la juventud. porque Bolívar representa, por antonomasia, y encarna en sí el espíritu de la juventud. Muere a los cuarentisiete años; no permite que la vejez aplaque su ardor ni quebrante sus nervios; muere en plena edad viril, y deja consumada la obra militar y política más notable de la historia: un Continente libre, millones de hombres cuya dignidad debía ser protegida por la ley. vastos campos entregados al esfuerzo económico, transformador. de colectividades independientes. La juventud es audacia, es descontento de lo bajo. lo rutinario, lo feo. Perpetua juventud poseyó Bolívar, porque en lucha inexorable vivió contra la injusticia. Con razón en 1826, exclamó en el Perú: «Yo he sido el soldado de la beldad, porque he combatido por la libertad, que es bella, hechicera y lleva la dicha al seno de la hermosura». La juventud de América, para honrar prácticamente al h é roe, necesita jurar, ante el altar de la patria, que empleará sus energías en preparar y enriquecer su alma para derramar luego sus dones s irviendo al pueblo. sirviendo a América y a la humanidad. Desde 1587 se distinguieron los Bolívar en Venezuela por sus servicios. Luchan por los fueros, protegen la agricultura, abren caminos, mejoran la vida. Simón Bolívar conserva la tradición de la familia y la intensifica como solo el genio puede hacerlo y la extiende por toda América y, por fin, enarbola la libertad en la cima del Potosí.
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Esto se llama juventud: emprender en magnas obras, amar la acción fecunda. mantener el optimismo, coronar la cumbre. triunfar. Cuando niño Bolívar se educa al contacto con la naturaleza.- Aprende poco en los libros, se instruye mucho ejercitándose en observar, cultivando su desarrollo fisico. La naturaleza es incomparable maestra de quien la contempla con mirada pura. generosa. El cuerpo, instrumento del espíritu, debe ser educado cuidadosamente para que sirva al alma de relación con lo externo. con las cosas y los hombres. Más tarde Bolívar viaja, rompe la monotonía, se familiariza con diversos ambientes, ve distintos horizontes, .busca la compañía de los sabios, lee, trata con Humboldt. He aquí el ideal de la formación: ampliar el alma. ir siempre valientemente hacia lo mejor, Viajar para aprender y conocer directamente las cosas y a los hombres, leer por cuenta propia. buscar el trato con los sabios. En verdad: nadie debe amar más a Simón Bolívar que la juventud, porque éste fue siempre esfuerzo renovador, ide.a lidad, esperanza, es decir, juventud. Enriquecida su capacidad, el valeroso educando, sale de sí y emplea sus dotes en regenerar su mundo. El fracaso no le detiene, la envidia no le amedrenta, el peligro no le conmueve. Va siempre hacia adelante: vencido o vencedor avanza siempre. La cima del Ande, el salto del torrente, le atraen; le cautivan. Es que Bolívar se ha propuesto realizar una idealidad justa, cierta y humana. y lo que es eminentemente humano, cierto y justo, es invencible. El secreto del triunfo es el bien, perseguido con valor, con medios lícitos, con hábiles procedimientos. Es que Bolívar tiene un alma grande, y el alma grande huye de lo ruin, de lo feo: gusta en cambio de hollar el Chimborazo, de retar el Tequendama.
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La espiritualidad de Simón Bolívar le confiere extraordJnario ascendiente ante sus compañeros y conmilitones. Jamás la materia logra enseñorearse del espíritu. El hombre tiene tanto mayor predominio cuanto más noblemente idealista se presenta La única fuerza entre hombres es la que arranca de la capacidad psíquica. Me he acercado a Bolívar, decía Santander, con rencor y venganza. y. apenas estaba en su presencia, me sentía cambiado y quedaba lleno de admiración. Y el famoso, el indómito Páez, declaró: «Bajo la influencia de la mirada de Bolívar, he visto cambiar el color, temblar y convertirse en mudos a hombres valientes como leoneS».- La irradiación de una personalidad intensa es omnipotente. Quien quiera subyugar, principie por servir. Otra lección que da Simón Bolívar a la juventud es la del respeto al deber. Por deber juró libertar a América. por deber sufrió fatigas y quedó pobre. por deber castigó y por deber perdonó, por hondo sentimiento del deber huyó del mando. En 1830 exclama: «¿Qué he de hacer yo con una barrera de bronce que me separa de la Presidencia? Esta barrera de bronce es el derecho. No lo tengo, ni lo ha cedido el que lo pose~. He aquí un soldado que quiebra la fuerza de sus admiradores triunfantes ante la idea del derecho. Por último, los jóvenes de América sientan ya la unidad del Continente como la sintió Bolívar. No crean haber cumplido con su deber, si solo trabajan por la localidad en que nacieron. Es preciso luchar por América y confiar en América. Labórese por la patria chica como miembro, como factor de la magna patria hispanoamericana Al yanqui opongamos el hispanoamericano culto, justo, capaz de triunfar en lo económico y mercantil. Si continúa la miopía localista vamos a entregarnos a los yanquis, en detalle y vergonzosamente, con inmenso daño para la cultura humana. Bolívar habló siempre de Améri-
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ca. ~e la unidad de la América meridionfil», y la gloria de Boyacá solo fue eficiente porque se consumó en Ayacucho.
Los Bolivarianos. Simón Bolívar fue una pujante y sintética energía consagrada a la exaltación ética de la raza hispanoamericana. Preparada por los siglos, estimulada por España con nuevos hombres y nuevas cosas, favorecida por el medio, venía formándose y creciendo una estirpe particular de hombres que tendría entre sus dones la habilidad, la destreza, el fresco vigor del indio: el audaz individualismo ibérico; la aptitud para el amor universal que inspira el cristianismo. Esta raza joven, esta estirpe nueva, esta sociedad hispanoamericana necesitaba desplegar sus capacidades mediante la autonomía y cooperar con iniciativas lozanas a la magnífica obra de la civilización universal. Solo de la libertad proceden el trabajo fecundo, el invento regenerador, la renovación alentadora. Así lo entendió Simón Bolívar, y , por esto, estudió la raza. creyó e.n su unidad. luchó por su autonomía, meditó en su educación, defendió sus tradiciones y vínculos morales, pensó en su fu tura organización jurídica, quiso vigorizarla con la ciencia y la inmigración sana, anheló robustecerla económicamente gracias a canales, caminos, ciencia industrial. Bolívar fue el representante de una familia humana, forjador de una nacionalidad joven, conductor de una estirpe de refresco.- Podemos no estar con él en tales o cuales medios o instrumentos que él creyó necesarios para su obra. Pero hemos de comprender su finalidad y hemos de seguir su tendencia, si aspiramos a bolivarianos. La obra, la tendencia de Bolívar fueron elevar, vigorizar. preparar para su misión histórica a la raza hispanoam ericana. Labor semejante, parejo esfuerzo exigen muchos hombres. Pero, como el comienzo de labor y esfuerzo
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singulares piden unidad, la Providencia quiso que en Bolívar se unificaran, sintetizaran, unimismaran muchos hombres. Bolívar fue por esto, poeta y soldado, legislador y sociólogo, pensador y hombre de acción, orador y estadista. vehemente y reflexivo, bravo e indulgente, domina: dor y justiciero, laico y cristiano. En Hispanoamérica, al comienzo de la brega, era indispensable ese fenómeno de unidad en la variedad que se llamó Simón Bolívar. Hecha la independencia, no estando en lo normal la continuación del fenómeno de unidad variada y de variedad una que fue el gran caudillo, las cualidades indispensables para el desarrollo de la raza Ubre, tenían que dividirse entre muchos hombres para que se cumpla la ley de división del trabajo. La síntesis Bolívar se descompuso entre muchos conductores hispanoamericanos: éste, legislador; ése pedagogo; aquél, poderoso industrial con propósitos humanos; más allá, un estadista vigoroso, más allá aun, un filósofo orientador de las almas. A estos hombres en que se dividió Bolívar, a éstos que llevan en su alma un destello, una ráfaga del incendio que era Bolívar, y la intensifican y caldean con ella el ambiente, llamo yo bolivarianos, y el tema de su modernidad se impone entonces, ya que son estos hombres fuerzas de justicia y de armonía en rudo combate contra el crimen y lo feo. Necio es llamar bolivarianos a quienes agobian al pobre Bolívar con todo el diccionario de elogios y adulaciones, a quienes se inclinan serviles ante el Bolívar tonante que entreven y divisan obscuramente. Bolivarianos son los que sienten y entienden el destino de la raza y quieren mejorarla, levantarla, por la justicia, la libertad, el bienestar para que llene su misión de paz y amor universales. Bolivariano, de la estirpe de Bolívar, fue Sarmiento, el civilizador del Plata, embistiendo, como toro furiosos,
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contra la ignorancia y la barbarie. Bolivariano, de la estirpe, de la familia de Bolívar, fue González Suárez en el Ecuador. víctima de la guerra a muerte de la calumnia, la sospecha y el odio, enseñando sin embargo, solo y magnífico, que la verdad, y solo la verdad, y nada más que la verdad en todo y para todo, siempre y para siempre, es triunfo, gloria, salvación, eficacia, Dios en suma. ¿No habrá modernidad en los bolivarianos, en estos destellos de la fragua regeneradora que se llamó Simón Bolívar? Pero, la actual situación de Sudamérica me impele ahora a recordar especialmente el nombre de cuatro bolivarianos, singularmente excelsos por la rebeldía y audacia de sus propósitos y la continental trascendencia de su labor .
••• El gesto enérgico, siempre caballeroso, siempre noble de Juan Montalvo, luchando sin descanso contra lo que, en su concepto, significa injusticia política, atraso, barbarie, ignorante fanatismo, es, a no dudarlo, un aspecto, pero un aspecto quintaesenciado del más genuino bolivarismo. Montalvo, con su talento, con su erudición, temido de los gobiernos, pudo vivir prósperamente en Europa o en América, escribiendo libros de deporte literario, tratando de asuntos indiferentes, costeado en sus viajes y residencias por el tesoro público, buscando el aplauso de los cándidos, de esos que creen en los 4<intelectualeS». Pero en Montalvo ruge la audacia y atruena la rebeldía. Sale el luchador de su castillo. desciende a la arena, con furibundo ceño reta al enemigo y se entrega al combate de toda su vida contra lo que para su conciencia es perversión, torpeza e ignominia. Cristiano hasta lo íntimo de su carne, de su alma, lanza los rayos de su talento hacia el ideal envuelto por las nieblas del ambiente y quiere que el ideal brille, aclare, se imponga; que, en consecuencia, los hombres se amen, no se maten, perdo-
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nen, conquisten el pan con el sudor de su frente. Oídle: «Y ahora no me presento a reñir con nadie: mi bandera es la civilización; a su sombra milito en paz, combatiendo la barbarie, disipando sus sombras como puedo con esta antorcha de diminuta llama que traigo en mi mano trémula. La filosofía y la misericordia están muy bien con el hervor de una sangre impetuosa, con los embates de un corazón arrebatado por el bien, con la pujanza varonil de una alma que se levanta y se sacude indignada como un Dios, en presencia de las iniquidades y las tropelías de los fuertesi..- Decidme: el lenguaje y la obra combativa de Montalvo. ¿no son los de un continuador de un aspecto de la tarea bolivariana? ¿No es Montalvo uno de los pocos civilizadores del Continente? La labor del maestro Rodó, casi, casi se equipara con la de Simón Bolívar. No cabe que en el centenario de la muerte del héroe, se olvide al más insigne de los intérpretes de la obra bolivariana. José Enrique Rodó no capitaneó ejércitos ni era posible ni conducente que lo hiciera. Pero con la hondura de su pensamiento penetró en el abismo oscuro del alma americana y la iluminó de incomparable manera. La hazaña de Bolívar antes que militar es hazaña de pensamiento, y Rodó, en la América contemporánea, es el gigante, el faro del pensamJento. No de ese pensamJento que se esfuma con las palabras, sino de ese que entra en el alma, la sacude, la ennoblece, la mejora. Montalvo es luchador bolivariano contra la tiranía: Rodó es ante todo el maestro bolivariano de la unidad de América. Oídle: «Si se me preguntara cuál es, en la presente hora, la consigna que nos viene de lo alto; si una voluntad juvenil se me dirigiera para que le indicase la obra en que pudiera ser su acción más fecunda, su esfuerzo más prometedor de gloria y de bien, contestaría: Formar el sentimiento hispanoamericano; propender a arraigar en la conciencia de nuestros pueblos la idea de América nuestra. como fuerza
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común, como alma indivisible, como patria única..- ¿No sentís en este pasaje palpitar el primero y el último clamor de Simón Bolívar: unidad en la América meridional?
••• El maestro José Vasconcelos desarrolla otro aspecto del plan bolivariano. En el cerebro y en el corazón de este hombre simplísimo en apariencia arde llama genial y se agita singular coraje. Vasconcelos significa la educación de América. América hispana, si no quiere ser ahogada por el gigantesco yanqui. necesita educarse integralmente y desarrollar las virtualidades de su raza. Educación necesitamos: educación para comprender la materia, explotarla ventajosamente, utilizarla comercialmente; educación para fundir indios, españoles, mestizos y pardos en un gran todo espiritual y biológico; educación para formar nuestros métodos científicos, nuestros sistemas pedagógicos, nuestras instituciones políticas: educación para que un día en nuestra almáciga mental prenda la semilla de la verdadera filosofía americana que dirigirá nuestra vida toda, en lo ético, político, religioso, sin que nuestras almas se arrabiaten al primer pensador extranjero: ayer Darwin, hoy Spengler, mañana el primero que salga. Esta es la preocupación. esta es la obra de Vasconcelos. d.os maleS>>, dice Vasconcelos. «no se remedian con los consejos que vienen de afuera; el remedio tiene que nacer de nuestra propia constitución. El remedio es continuar trabajando la amalgama. El remedio está en hacernos españoles, pero españoles modernos, libres; españoles por el habla, no por la tradición militarista y monárquica; el remedio está en seguir siendo indios, pero indios con orgullo. Que el indio adquiera la certeza de que está por civilizarse en el mismo grado en que lo está todo el mundo, que es apto en algunas cosas, inepto en otras. El indio tiene que aprender del yanqui su mecánica, pero también
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puede enseñar su dibujo. Y en materia de religión que el indio recuerde que no es ésta la hora de descristianizarlo, porque fue bautizado hace cuatro sigloSit. ¿No sentís en este pasaje la preocupación étnica y sociológica de Simón Bolívar? Por último, imposible olvidar en este centenario de la labor cultural de Luis Enrique Osorio y de El Unionista de Barranquilla; guerrear contra el analfabetismo, acercar moral y políticamente nuestras patrias, ¿no es de intensa modernidad bolivariana?...
El Bolívar de Fernando González Colombia que al principiar la lucha heroica tuvo un hombre que comprendió perfectamente el espíritu e 1ntento de Simón Bolívar: Colombia, patria del excelso letrado Camilo Torres, excelso porque la profundidad de sus letras estuvo en relación directa con la potencialidad de su anhelo positivo: Colombia, la verdadera nación procera por su generosa cooperación continental cuando la guerra titánica, ha tenido en estos tiempos de centenarios y recordación, uno de los pocos hombres, de los poquísimos, de los contados que han penetrado en el alma de Bolívar y en la esencia de la obra bolivariana. No es fácil comprender a Bolívar. No es fácil comprender cosa alguna. Si nos enorgullecemos por nuestros conocimientos, es porque nunca o casi nunca nos preguntamos seriamente: pero, ¿qué es comprender? ¿Qué es comprensión? ¿Cuándo puede decirse que una cosa está comprendida? Tener la facultad de llenar a un hombre con toda clase de adjetivos calificativos, de epítetos sonoros e hinchados, no es comprender a ese hombre. Tampoco es comprender, unir deducciones y zurcir argumentos. Algu-
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nos se imaginan que comprenden, porque dicen: ~s así que ... luego ...» Nada más vacío y deformador de la vida y de la mente que el intelectualismo lógico. El Sr. González hace bien en denunciar la enseñanza aristotélica, escolástica, la que él llama también enseñanza clerical. Solo que en algunos países los radicales y laicos son los primeros saturados de espíritu clerical, y solo que en países afortunados hay frailes como Sertillanges que saben lo que es la vida y cómo se puede entender la vida. Elogiar, exhibir epítetos artísticamente combinados, deducir, argumentar, saber de memoria toda la lógica escolástica, no es comprender. Comprende el sujeto que llega a simpatizar intensamente con el objeto, que siente el objeto, que vibra al contacto con el objeto, que se emociona al contemplar el objeto. El que comprende ·se unifica, se unimisma con el objeto. En la comprensión, sujeto y objeto son una sola cosa. San Francisco de Asís, menos docto en nociones librescas que los escolásticos, vivía, se unificaba con los hombres, y con el sol, y con las aves y con los lobos. Comprende el que es capaz de intuir. Podemos ser muy lógicos verbalmente, no faltar a las reglas del silogismo, y, sin embargo, tener radical impotencia para ver la realidad. El Sr. Fernando González, en su libro: Mi Simón Bolívar, vol. 1, enseña el camino intelectual para comprender a Bolívar, cuáles son los primeros pasos del biógrafo que tiene la intuición de Bolívar, cómo ha de documentarse el historiador del héroe. Si comprender es simpatizar, es sentir lo comprendido, es emocionarse con lo comprendido, la primera necesidad es que el sujeto, que quiere comprender, tenga alguna afinidad con el objeto que ha de ser comprendido. El Sr. González me ha confirmado en que son pura farsa, puro artificio los pomposos elogios a Bolívar de parte de los esbirros, de los que no tienen otra visión que el localismo de la ciudad o a lo más de la patria,
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de los que inciensan dictaduras y brutalidades, de los avaros y mezquinos en asuntos de dinero, de los que espontáneamente se preocupan poco, casi nada, con la justicia, la libertad, la democracia. ¿Cómo pueden estas gentes elogiar sinceramente a Bolívar? Sobre todo, ¿qué adelanta la humanidad con este bollvarismo?
••• El Sr. González describe un hombre; Lucas Ochoa, que va a preocuparse con Bolívar y lo va a comprender, porque es afin con Bolívar. González nos revela a Lucas Ochoa por dentro y nos h ace asistir al modo, al método cómo Lucas Ochoa fue formando, poco a poco, día a día, su carácter hasta interesarse espontáneamente por el Libertador y llegar a vivir espiritualmente con éste. El libro de Fernando González, un poco crudo, tosco a veces en el lenguaje, merece ser estudiado por la juventud sudamericana. En él aprenderán los jóvenes lo que es la historia, la verdadera historia, distinta del galimatías de los ratones de archivo y de los desplantes de los historiadores ~atrio tas»; en él aprenderán lo que significa audacia, rebeldía en el pensar; en él se estimularán a tener sed de verdad y de justicia. Lucas Ochoa, ante todo, detesta la rutina, el formulismo farisaico quiere algo nuevo, algo amplio: excelentes dotes para comprender a Bolívar, el hombre que arrasó lo hipócrita, las fórmulas sin alma. Lucas Ochoa ama la naturalidad, le repugna que los hombres sean tan artificiosos, tan ritualistas, tan poco naturales en todo. Tal vez Lucas Ochoa extrema el anhelo de naturalidad. de espontaneidad; pero, a pesar de todo, es inmenso el fondo de justeza en lo que piensa y quiere Lucas Ochoa. Partiendo de la naturalidad, Ochoa que ha estudiado psicología en los Estados Unidos, que se ha familiarizado con la peda-
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gogía india y los métodos yoguis, va a formar su carácter. La formación consiste en ascender, en desenvolver la conciencia. Así como es dificil comprender, así es dificil tener conciencia. ¿Qué se entiende por tener conciencia de algo? Hay hombres que solo tienen conciencia orgánica: sienten la armonía o alteraciones de su organismo. Otros tienen a lo más conciencia familiar: les afectan, les inquietan los asuntos de su hogar y viven estos asuntos con mayor o menor fuerza. Otros avanzan hasta la conciencia cívica. patriótica. Hay hombres, como García Moreno, que tienen una intensa conciencia patriótica. Hay quienes no pasan de tener una floja conciencia de la localidad que les rodea. Otros hombres tienen conciencia continental: los cambios. las inquietudes del continente se reflejan inmediatamente e intensamente en ellos. Otros hombres tienen conciencia terrestre. Otros la tienen cósmica: viven intensamente con el cosmos, por ejemplo, Descartes, Kepler, casi todos los verdaderos sabios. Lucas Ochoa, partiendo de la naturalidad, quiere desenvolver su conciencia propia, aspira a la conciencia continental sudamericana. El progreso individual, la civilización, consisten en el desenvolvimiento de la conciencia en vigor, intensidad, extensión. Para aumentar en conciencia es preciso autoeducarse día a día. En momentos de reposo, de calma, sin tensión muscular, Lucas Ochoa se repite ciertas fórmulas sustanciales de vida. Esta repetición verbal es psicológicamente eficaz, porque se convierte en obsesión, en energía magnética. Lucas Ochoa se repite que es necesario concentrarse, poder dominarse inmediatamente. abandonar vicios sin dolor. arreglar todo con serenidad, obrar sin llegar al agotamiento, no sorprenderse. poseerse, no odiar. Ochoa se purifica así moralmente. Luego estudia Sudamérica y sus problemas: el clericalismo: la mezcla de razas; el predominio del mulato:
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la tendencia degradante y agotadora a los vicios ocultos y al amor prematuro. resultado de la sensualidad irritada y nerviosa del mulato: la educación mecanizadora, repetidora: la envidia; el abajamiento intelectual. que llega al extremo de pagar a Emilio Ludwig para que escriba una vida de Bolívar. Lucas Ochoa es un psicólogo, un gran psicólogo. Para él la historia es la reconstrucción psicológica del pasado. Lucas Ochoa observa el Continente y penetra en lo observado. Lucas Ochoa tenía por fuerza que estudiar a Bolívar. el hombre de conciencia continental con momentos de conciencia cósmica. A los hombres se les mide por su conciencia. En esta mensura. Bolívar alcanza a la conciencia continental con m omentos de conciencia cósmica Quien olvide esto deformará a Bolívar o le hará críticas vulgares. Rodeado de mulatos con conciencia oscura y a lo más localista. Bolívar trata de infQndir en la obra conciencia continental: quiere que se comprenda el Continente, se lo sienta y se prepare su futuro . Este es el gran drama o, mejor. la tragedia de Bolívar. Esta fue su obra militar, y política y filosófica. Hacer al Libertador reparos, partiendo de otra mensura, es equivocarse miserablemente. Santander llegó solo a la conciencia orgánica del dinero: Páez no tenía otra conciencia que la del río Apure: creo que Flores no tenía conciencia sino d e obedecer a su jefe y de cuanto antes ser Presidente del Ecuador y perpetuarse en el mando aunque sea apoyado por España o el Perú. El hombre de la conciencia continental tuvo que domar, educar, conducir a todas estas gentes y plantear el problema americano. Fernando González refuta el cuento del Bolívar obsesionado por la s mujeres . En el océano de actividad que fue Bolívar, la inquietud femenina fue una gota de agua y era una inquietud de goce trans itorio, de posesión antes que de donjuanismo.
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En suma: Mi Simón Bolívar es un excelente libro, digna contribución de la patria de Camilo Torres en el centenario del héroe. El gran defecto del libro es el orgullo y ensimismamiento del autor que le lleva hasta burlarse de Rodó ... ¿Cree el Sr. González que otros no pudieran Elsu vez reírse de él juzgando de sus apreciaciones sobre la obra cultural de España en América?
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UN CENTENARIO
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El ocaso de los héroes a muerte, ora revista la forma de asesinato alevoso, L preparado por la envidia. provechoso a la ambición al caudillismo, ora sea efecto natural, del cansancio, del y
dolor, de la tisis, no es el mal supremo para el héroe. El h éroe, mientras vive puede degenerar y trocarse en cobarde y miserable. El héroe, una vez muerto, si muere mientras es héroe, se confirma para la inmortalidad y la gloria. La muerte del grande hombre es el clarear de la gratitud y del amor eternos en el corazón de la humanidad. El 4 de junio, el 17 de diciembre de 1830 no son, pues, las fechas de dolor supremo para Sucre y para Bolívar. Lo más triste, lo más aflictivo para el héroe· es contemplar el destrozo de sus ideales, es verse solo, incomprendido, despreciado, blanco de burlas y de iras, y, sin embargo, sentirse acompañado de la razón, de la verdad, de razón profunda, de verdad intensa, superiores a los pobres análisis y a los impotentes sofismas. Este fue el caso de Bolívar y Sucre en los años infaustos de 1829 y 1830.- El anhelo, el blanco, el fin que persiguió Bolívar durante veinte años, fue la creación en Sudamérica de patrias grandes y fuertes. Bolívar, con mirada amplia, abarcando el vasto horizonte, penetrando en el futuro, comprendió la misión y el porvenir de América hispana. con sus fuerzas nuevas, con sus energías originales, con Tomado del Ubro Cuestiones Americanas, Escuela Tipográfica Salesiana, 1931, Quito-Ecuador (pág. 180-223).
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sus campos inmensos, con sus hombres forjados por la audacia, animados por la generosidad, estimulados por los fervores democráticos. La patria es un ídolo, es un fetichismo, cuando es solo una palabra. un grito, sin trascendencia eficiente. La patria es valor excelso cuando significa cooperación enérgica para aumentar en el planeta el bien y la belleza. Esto quiso Bolívar: que, en América, patrias grandes y fuertes, fueran emporio de más justicia, de más libertad, de más razón. Desde 1815, desde 1818, desde 1821. fija, precis a su ideal. Crear y mantener la gran Colombia, fundar la Liga americana para la defensa del d erecho, confederar a Colombia, Perú y Bolivia: he aquí el anhela supremo. No se opine que el Libertador soñaba, que era un utópico, un poeta, un idealista al margen de la vida. No. Respetemos la historia. El Libertador todo lo pesó, todo lo estudió, y terminó por confirmar su idea. Principalmente la gran Colombia era su verbo, su sangre. su espíritu. La patria chica-se dijo- es despojada por el vecino: la patria chica fácilmente carece de hombres y termina por la más triste desorientación: la patria chica carece, a menudo, de oro y termina ahogada en deudas y famélica por falta de capitales y productos. América no estaba llamada a ser cuna de nuevas Suizas. En América. dada la raza, dado el suelo, unión o catástrofe. Por otra parte, el coloso norteamericano para cumplir su destino, sin obstar al de otros , necesitaba el equilibrio de naciones hispanoamericanas fuertes , unidas, solidarias. ¿Qué campo más propicio que el hispanoamericano para Estados grandes , federados o prudentemente descentralizados? La unión t enía precedentes y dio espléndidos resultados cuando la gu erra magna. La misma educación nacional, la m á s completa s emejanza d e origen, la misma lengua, la misma re ligión. el mis mo cará cter, idénticas amenazas, idénticas inquietudes, el mismo Ande presidiendo el h ervor de una vida original, de un e nsayo
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prometedor. ¡Las distancias! se dirá ... Pero, ¿no las hubo, no las hay en el Brasil? Precisamente es una nación grande la que vence las distancias.- ¡Las instituciones centralizadas, los gobernantes odiosos! se replicará ... Pero, las instituciones y los hombres no son eternos, inmutables. La Constitución de Bogotá de 5 de mayo de 1830 es un progreso enorme sobre la de 1821. y, si hubiera habido un átomo de sensatez, habría terminado en un saludable federalismo. ¡Los diversos hábitos y caracteres! se dirá... Pero. en los Estados Unidos del Norte, ¿hay identidad de razas y caracteres?... No hubo razones objetivas.para destrozar la obra de Bolívar: hubo sí razones subjetivas: hubo los defectos malhadados de la raza; esa tendencia a seguir ciegamente a ciertos prestigios; ese individualismo enfermo: ese caudillismo militar, ávido de mandar y de <>stentari. con plata ajena.
••• Falso que los pueblos hubiesen querido romper la obra de Bolívar y formar patrias minúsculas. Fue la miopía de los caudillos militares la que dio el triunfo al «localism0». Sucre que vivió y comprendió mejor que nosotros la situación, dejó sentada perfectamente la verdad en las conferencias del Táchira. El mismo Flores en esas reveladoras cartas de principios de 1830, se burlaba de los seudo pronunciamientos populares. El sabio historiador Groot, otro que vivió y comprendió mejor que nosotros la situación, escribe: «Los pueblos entre nosotros no obran nada: los revoltosos y ambiciosos son los que obran sobre el puebl0». Un gesto mal comprendido de Madariaga hace que se vive a Emparán: repite Madariaga su gesto y lo hace comprender bien, y cae Emparán.- El Congreso, verdaderamente admirable por la calidad de sus hombres y por su
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origen, sostuvo hasta última hora la unión de Colombia y creó instituciones que a Flores le parecieron un peligro para la centralización en que decía creer. ¿Hubiera procedido así el Congreso admirable contra la voluntad decidida y consciente de la nación? ... En esos días, de enorme trastorno, de ignorancia, de pobreza, los pueblos más que nunca necesitaban ser dirigidos, ser orientados, con la mirada de los políticos fija en el lejano horizonte del porvenir americano, en las dificultades de fronteras por arreglar, en la ambición del yanqui por reprimir. Falso que Bolívar haya deseado él mismo separar Venezuela de Nueva Granada. Calumniado, ultrajado el Libertador, al contemplar cómo se desataban las pastones, cómo el odJo explosionaba, cómo los soldados desenvaJnaban los sables contra su obra, escribió: ~e deseado irme a los infiernos por salJr de Colombia», ~o espero salud para la patria», ""JO creo todo perdido para siempr~. mo tengo patria a quien hacer sacrificioS». En este mismo estado de ánimo dijo antes: que era quimérica la unión de Venezuela y Nueva Granada ¿Cómo no había de ser quimérica una obra vasta y de sacrificio, cuando contra ella conspiran la vanidad, la ambición, la avaricia, la miopía política?- «Nada puede un hombre contra un mundo enter~. Pero el pensamiento intimo de Bolívar, el mismo fue de 1812 a 1830. En Cartagena, el 29 de junJo de 1830, escribió: «Así como en Venezuela no hay más que cien individuos que se empeñen en dividirnos y perdernos, en la Nueva Granada hay muy pocos más, y cuyo número es compuesto de muy pocos ambiciosos y de algunos jóvenes y niños locos que no saben lo que se hacen». «La inmensa mayoría de todos los ciudadanos está decidida», afirmó Bolívar en el mJsmo documento, «a sostener la integridad nacional, a mantener la paz, y a defender en común la libertad y la independencia». Pero el mayor de todos los argumentos es para mí el parecer del general Sucre. Jamás este hombre se degradó
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adulando a la persona de Bolívar; jamás confundió el ideal con el hombre. Sucre fue el exégeta del ideal bolivariano: siempre digno, siempre inteligente, siempre moderado. A Vicente Aguirre escribió Sucre desde Popayán, el 27 de mayo de 1830: «Yo llegaré pronto allá y les diré todo lo que he visto y todo lo que sé, para que ustedes vean lo mejor y también todo lo que el Libertador me dijo a su despedida. para que de cualquier modo se conserve esta Colombia, y sus glorias, y su brillo, y su nombre».
••• Bolívar no pensó en obra utópica: pensó en obra eminentemente práctica que había de ser consagrada por el tiempo. ¡cuán cierto es que solo el idealismo, es decir, solo la razón poderosa, creadora, es realidad l... Faguet, en soberano estudio, demostró que la tendencia moderna de la historia es la federación. la unión entre patrias fuertes , entre localidades con alma. Italia se creó. Alemania se formó: Wilson constituyó la Liga de las Naciones; se apoya ahora por hombres prácticos la idea de Briand: los Estados Unidos de Europa. El Sr. Francisco José Urrutia, en su libro sobre el continente americano y el derecho internacional, nos hace asistir magistralmente a la evolución de la vida internacional hispanoamericana: La Corte de Justicia internacional centroamericana, el discurso de Wilson, en Washington, el 2 de diciembre de 1915, hechos son, sí, hechos que demuestran que Bolívar pensó hondo, pensó justo. y que las ambiciones no le comprendieron.
Un Varón equilibrado Magníficas son las dotes mentales que cada hombre lleva consigo y por las que un ser como el hombre, fisicamente débil y pequeño, penetra en el enigma de la nebulosa y del planeta, surca el mar. otea desde el aire, ensaya
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hacer llover artificialmente a las nubes. encadena la fiera. explota la mina. rige pueblos, determina el destino de naciones.- Por desgracia no siempre se hallan todas esas dotes en cada hombre completas y armonizadas entre sí, guardando equilibrio y proporción. sin que el exagerado desarrollo de unas obste al desenvolvimiento normal de otras. La energía es, a veces, acre e inhumana; la compasión, imprudente y desorientada: el genio, enfermizo e iracundo: el valor, arrogante y temerario. El ideal fuera que genio y voluntad se apoyaran, que energía y clemencia se armonizaran, que audacia y salud se completaran, que el don de matiz tonificara la afirmación valiente y generosa. que el hombre, en suma. constituyera un manantial de posibilidades mentales y biológicas, solidarias y rítmicas, instrumentos eficaces de imperio sobre el cosmos y sobre los eventos. Sentimiento, inteligencia, energía. modestia, valor. piedad. todos estos factores, prestándose mutuo apoyo, están llamados a erigir el reinado del espíritu sobre la materia muerta. Al estudiar atentamente la vida y la obra del general Antonio José de Sucre, se cree encontrar un tipo de hombre. pleno en toda clase de dotes mentales. y en el cual éstas se desarrollaron armónicas, rítmicas, sin estorbarse entre sí, sin que unas aniquilaran a otras, o al menos las perjudicaran gravemente. No es el general Sucre el genio arrebatado, profético, iluminado, omnipotente. Es en cambio, el talento poderoso. sereno, circunspecto: es el valor indomable, pero oportuno y humano; es la compasión viril y bienhechora: es la energía que sabe perdonar, es el amor al orden que comprende también la importancia de la libertad y de la voluntad de los pueblos. Los hechos brillantes y ruidosos que realizan los hombres, cuando en verdad son hechos eficaces, regeneradores, símbolos de una nueva etapa, signos de un avance moral de la historia. provienen siempre del cora-
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zón de los individuos, de la vida interna del hombre, de las virtudes particulares de la persona. Las glorias de quien reguló y humanizó la guerra emancipadora. de quien venció en Pichincha y Ayacucho. de quien fue gobernante escrupuloso. eficiente, liberal, arrancan de la personalidad privada del general Sucre, rica en generosidad, en moderación, en inteligencia. en piedad humana, en comprensión de la historia, en valor, en clemencia.- Los cantos románticos e idealistas de Rousseau, el sacrificio incomparable de los héroes de 1789, encendieron en la aristocracia hispanoamericana el idealismo liberal y emancipador, y le estimularon a impulsar hacia la autonomía a pueblos ignorantes y absolutistas. Esta es la verdad histórica innegable. Sucre se dejó cautivar por los derechos del hombre y del cwdadano, y entregó su vida. desde 1810, a la m á s dura, sangrienta, heroica lucha por la democracia y la autonomía. Figura con esos leones, que se llaman Mariño y Bermúdez, en la campaña formidable del Oriente de Venezuela: adquiere prestigio ante el mismo general Miranda: lucha contra las olas del mar: sufre persecuciones y destierro. Sin embargo, su alma no pierde la mansedumbre y la humanidad: sin embargo, su espíritu no se engríe ni enorgullece. Varón equilibrado: tipo de hombre en la intensidad del término. En Cartagena, en 1815, ampara a los españoles, reducidos a condición de presidiarios, obligados a cargar piedras. Alguien, más tarde, le propone un fusilamiento injusto: «¿Ha creído usted», le pregunta Sucre, «que el ejército libertador ha venido a ser el verdugo de los pueblos? Usted ofende la causa de la libertad y desconoce mi carácter».- Un hombre extraviado quiere asesinar al vencedor en Ayacucho. Frústrase el plan. La madre del asesino pide de rodillas a Sucre perd6n para su hijo. El Mariscal la levanta con estas palabras: «Alce usted señora, y enjugue su llanto. El delito de su hijo ha sido únicamente contra mi persona. y esto
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mitigará el rigor de la ley».- He aquí un caso extraordinario de equilibrio mental. Batallador, héroe, soldado duro y poderoso, y. sin embargo, alma compasiva, corazón magnánimo, sentimientos elevados, sin ambiciones, sin avaricia, sediente de vida privada, de retiro en su hogar, de existencia humilde.- El general Sucre es la prueba de que la moral es siempre un valor positivo y eficaz. Se puede ser valiente, se puede vencer, se puede quedar entre el fuego, la inmundicia y el dolor, y. sin embargo. conservar la vida interior limpia y pura, rica en compasión, en tolerancia, en humanidad.
••• En política el general Sucre fue el exégeta del pensamiento de Bolívar. Jamás aduló a Bolívar: hombre dignísimo, inteligente, supo quedar dueño de sí mismo. Pero nadie penetró más hondo en el ideal político bolivariano. Dio sabios consejos para que se mantuviera la indispensable unión de las naciones bolivarianas. Los pueblos querían esta unión. Los pueblos no quisieron nunca la separación absoluta. Esta era deseada por los militares y pocos abogados. Sucre comprendió que una gran obra se hace por la cooperación y la disciplina, y no por la vanidad egoísta de hombres o localidades. Para desenmascarar las .ambiciones, en 1830, en San Antonio del Táchira, propuso el general Sucre: «Que para asegurar la libertad de los pueblos oprimidos por los militares, se acordase que en los cuatro años siguientes no pudiesen ser presidente ni vicepresidente de Colombia ni de ninguno de los tres estados, en caso de adoptarse la federación, ninguno de los generales en jefe, ni de los otros generales, que hubiesen obtenido los altos empleos de la República desde 1820 hasta 1830».- He aquí este militar que comprende cuál es la enfermedad endémica de los países americanos y que defiende a los pueblos contra el militarismo disolvente y
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opresor. ¡Con qué tino, delicadeza, modestia. se comportó en el Perú, no obstante de que se le entregaba el mando y la dictadura, no obstante de que se le rogaba para que los aceptase!... Elegido presidente vitalicio de Bolivia, solo acepta el cargo para dos años, labora en todos los órdenes con la mayor eficiencia, crea la administración de Bolivia. no reclama premios ni aclamaciones, no se entrega ridículamente en brazos de la vanidad pueril, del alarde enfermo, pide que el pueblo manifieste si está o no satisfecho con su gobierno, desea que se le juzgue, que se le advierta: es el filósofo armado en defensa de la democracia. A quienes desprecian a liberales y demócratas por idealistas y utópicos, se les podría preguntar si fue utopía vencer en Pichincha y en Ayacucho... El ideal político de Sucre fue un gobierno fuerte para reprimir la demagogia y proteger los derechos del hombre y del ciudadano.
••• Su obra militar no pudo ser más excelsa. Inspirado por el genio de Bolívar, creó la libertad del Ecuador y consumó la de América en Ayacucho. El militar llena su deber tan solo cuando funda la libertad o protege el derecho y la razón. El militar o la fuerza que como tales quieren valer y preponderar son simplemente tiranía y brutalidad.- Después de Ayacucho, inventó el general Sucre el nuevo derecho de la guerra. La guerra no es para humillar, para conquistar, para que triunfen venganzas y concupiscencias. La guerra tiene valor jurídico en cuanto rechaza la agresión irracional.- Nunca un vencedor enalteció más la dignidad humana como Sucre, después de Ayacucho. Por esto Bolívar inmortalizó así a su Teniente: ~ posteridad representará a Sucre con un pie en el Pichincha y el otro en el Potosí, llevando en sus manos la cuna de Manco-Cápac y contemplando las cadenas del Perú, rotas por su espada>>.
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A los diez y ocho años de vida pú bllca tuvo tan solo mil pesos como economías de sus sueldos y tan solo una ambición: la vida de hogar. Sin emoargo. le mataron .. . Le mató la exaltación jacobina vengativa, le mató el odio de los exaltados; aprovechó del asesinato la ambición caudillesca.- En homenaje a Sucre, juremos los ecuatorianos ser serenos, trabajadores, idealistas, enérgicos, demócratas profundos.
El hecho histórico La historia es una experiencia y una indicación. En la historia se consigna la experiencia humana y de ello se desprenden espontáneamente indicaciones fundamentales, imprescindibles respecto al futuro . Por esto los pueblos deben velar sobre la historia en general, sobre la historia de la patria en particular, y no permitir jamás que se les adultere, se las desvíe, se las profane. ¿Cómo se orientarán en el porvenir los pueblos, si la historia en general, si la historia de la patria, son falseadas, son siniestramente interpretadas? No quiero negar el valor de la razón. La razón es uno de los factores de la v.ida: factor, sobre todo, de invento, de progreso. Admiro la razón cuando sostiene la excelsitud de la moral, descubre la ley científica, interpreta la religión, castiga los tiranos, maldice del odio. Pero, así como en las ciencias de la naturaleza los vuelos de la razón deben hallar en la experiencia puntos de orientación y fundamentos de partida, así en las ciencias morales y políticas, la historia, experiencia social suprema, rectifica, sugiere, indica, estimula, ejemplariza, orienta a la razón. Por esto la historia es disciplina sagrada. Por esto, según Faguet. la Patria es la historia de la Patria. En moral y en política, la razón , cuando sabe volar, descubre la magnificencia de vastos horizontes. Estos generosos ímpetus de la razón han de encontrar en la historia sus pru ebas, sus temperamentos, sus est.í mu-
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los. Por esto, la historia universal es la brújula del género humano. El marino ama su brújula. vincula su vida con la de su brújula. su brújula es am.tga, consoladora y referencia. La humanidad está también en el caso de amar la historia, de ver en ésta una compañera, una consoladora, y, sobre todo, una señal, que aparta del abismo, que apunta el horizonte de idealidad, de bien, de esperanza. Si la historia universal es necesaria a cada pueblo, a cada hombre, una patria no puede prescindir de su propia historia, y, valientemente, inteligentemente, debe conservarla limpia. sincera, luminosa. En la historia de la patria constan las particulares experiencias de ella: la peculiar manera cómo se han desenvuelto los factores étnicos, geográficos, morales, religiosos: las indicaciones de lo que se debe hacer, dado el medio, para que la evolución sea debidamente orientada. No todo es determinismo sociológico. No todo es creación del espíritu. Por la historia sabe un pueblo en qué sentido su espíritu ha de templar el rigor del relativo determinismo sociológico. Adulterar la historia de la patria es como arrancar del león la bravura, es como cortar en el águila las alas. El león sin bravura. el águila sin alas inermes quedan, desorientados, presa fácil de sus enemigos. Religión, moral. instituciones políticas, arte, anhelos, planes futuros, ¿cómo. en qué sentido se ha de procurar que integren la vida del pueblo, si éste ha perdido su historia. si ésta ha sido adulterada? Adulterar la historia. so pretexto de un patriotismo localista, ingenuo, cándido, o para servir los intereses de una dinastía. de un partido, de una familia, es un crimen . Quienes lo cometen m erecen la execración de la gente de bien. La juventud del Ecuador vele por la historia de la Patria. por la historia de Colombia. la grande. Acuda a las fuentes de la historia para rectificar tantas afirmaciones como las que se difunden ahora. Repase la juventud ecuatoriana los libros de los maestros: de los
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Larrazábal, los Groot, los Posada Gutiérrez, los González Suárez, los Cevallos. Alli encontrará orientaciones, rumbos, ideas, estímulos para nuevos estudios. El sectarismo partidarista, los intereses personales, el patriotismo ingenuo están amenazando la historia nacional. Vaya la juventud del Ecuador a los papeles de O'Leary. de Blanco y Aspurúa: vaya a las fuentes históricas, alumbrada con las direcciones de un Taine, de un Xenopol, y realizará la más útil de las obras.
••• No es posible negar en el Ecuador el mérito de pocos jóvenes, muy pocos, por cierto, que han tomado a serio los estudios históricos: que creen que la historia es ciencia, crisol de moralidad y doctrina, y que la cultivan seriamente. Para estos pocos jóvenes vayan mis modestos estímulos. Pero, en general. la falta de criterio y el sectarismo amenazan la integridad de la historia. ¡Pruebas!!... se me dirá. A miles las daría: pero prefiero hacer obra más positiva La historia no consiste precisa y únicamente en este documento, en esta carta, en este detalle debidamente comprobado. No hay bosque cuando hay solamente unos cuantos troncos aislados, secos, sin verdor, sin frescura. El bosque es sitio poblado de árboles frondosos y matas espesas. Así la historia: es vida, es alma frondosa. es espesura compleja, animada, en la cual si no se descubre el espíritu profundo, el sentido, como dice Keyserling, nada se ha hecho. Sí: la historia sobre todo es un espíritu, un sentido. El monumento, el documento, el detalle. indispensables datos son para ir al sentido, descubrirlo, precisarlo, aclararlo. Pero no es, no puede ser historiador quien no alcanza y revela el sentido de lo pasado. No hay historia sin previa ciencia de lo humano. La acumulación
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de documentos hace el cronista, el erudito: a veces, hace la confusión cerebral del d ébil o del apasionado. Pero lo que constituye el historiador es la capacidad de encontrar el sentido. La historia es la reconstrucción del pasado. Como Cristo a Lázaro, el historiador le grita al pasado: ¡Levántate y muéstrate!!... Ante el imperio del historiador -y más si es éste un artista- el pasado se levan ta, con su espíritu y tendencias; las que, aisladas y secas, eran contradicciones, en armonía se resuelven; todo se explica, todo marcha. Iluminado por un Víctor Giraud, ¡cómo el siglo décimo octavo aparece espontáneo, natural, venido a tiempo, no obstante de sus errores!- ¡Cómo Madelin, sin esfuerzo, va resucitando las más complejas faces de lo que cayó deshecho en el sepulcro!... Esta es también la causa del creciente suceso de la admirable oración fúnebre de Monseñor González Suárez, en la Catedral de Quito, el 4 de junio de 1900, ante los despojos de Sucre. El gran Obispo ordenó al pasado que reviviera ante los hombres para ejemplo de éstos. Y el pasado revivió y los hombres quedaron aleccionados ... Y hoy los pueblos corren tras ese discurso para acusarse, aleccionarse. Cuando la historia es lo que debe ser, conviértese en una prédica de tolerancia. Los hombres merecen indulgencia: desde el más alto hasta el más chico. El mal, el engaño, los hábitos, la tradición, la raza, los prejuicios hacen presa de los hombres, les apasionan, les perturban .. Cuando se leen ciertos capítulos del Cesarismo Democrático de Laureano Vallenilla Lanz, cuántas páginas de la historia de Venezuela, de la Gran Colombia, se explican naturalmente. Aun la oposición a Bolívar se comprende con facilidad. Exterminada casi la aristocracia liberal, apoderados de las influencias antiguas, fanáticos monarquistas, resignados hoy, pero resentidos; prepotentes los llaneros feroces y brutales, ¿qué podía pasar? ¿qué debía
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pasar? Entre la dignidad de Bolívar y la brutalidad del llanero, ¿cabía comprensión el día de la paz?
••• Si en esto p ensáramos no cometeríamos la candidez de conferir el ~rocerat~ de tales o cuales virtudes a tales o cuales localidades y de pretender, entre excusas y reticencias, que naciones ilustres sean responsables de ciertos crímenes. El hombre fundamentalmente el mismo es en todas partes. Donde se dan determinadas condiciones se producen los mismos efectos. Ni en el Ecuador, ni en Venezuela, ni en Colombia, ni en el Sur, la lucha emancipadora se realizó en idénticas circunstancias de cosas y de hombres. Donde hubo más luchadores, hubo -se entiende- más rivalidades. Los pueblos, en el fondo, conocían su bien, por instinto; pero asustados estaban ante la algarabía d e caudillos y políticos.- Estudiaba la historia con talento, d ejado a un lado el ingenuo localismo de los cronistas, ningún pueblo, directa ni indirectamente, es responsable, por ejemplo, del horrible crimen del 4 de junio de 1830. No hacen falta, pues, disculpas, aclaraciones importunas. reticencias imprudentes, inte~retacio nes miopes, so pretexto de exactitud documentana. Lo que hace falta es verdadera ciencia, verdadera comprensión, y con éstas la naturalidad y un poco d e modestia, para no creerse inventores de lo que nadie ignora. Sobre el crimen del 4 de junio de 1830, ¿qué se ha dicho de más lógico, inteligente, sereno, preciso que lo dicho por Joaquín Posada Gutiérrez en sus Memorias? Cuando haya nuevos y verdaderos inventores, el discernimiento de éstos les impedirá convertirse en acusadores reticentes de pueblos y servidores de partidos. NOTA.- A la juventud ecuatoriana que se prepara para la ciencia y la acción y que aún no está corrompida
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por los que en el Ecuador se llaman partidos políticos. jamás se le recomendará bastante la meditación del siguiente principio de Federico González Suárez, consignado en el prólogo del tomo cuarto de la Historia General de la República del Ecuador: ~La Hts.toria perdería su dignidad de ciencia de moral social. si el escritor careciera de paciencia para descubrir la verdad, y de valor para decirla lealment~. La aplicación práctica de este principio ocasionó a Monseñor González Suárez el odio y las calumnias del fanatismo, de la mezquindad y de la ignorancia. Pero fue también el fundamento de la gloria de González Suárez. Imite este ejemplo la juventud. Peor mal que la ~c tadura Ayora» de 1926 -tan vacía en obras, alardosa en 'palabras, materialista en tendencias, desorientada en prhicipios- es la n egligencia respecto a la verdad en que por desgracia ha caído el pueblo ecuatoriano. No se busca la verdad, ni se la comprende, ni se la proclama. Ha aparecido últimamente el historiador «patriota»... Y este hombre puede causar los peores males imaginables. Se trata, por ejemplo, de la conducta de nuestros pueblos para con Bolívar y Sucre. El historiador «patriota», en su absoluta incomprensión. sostiene que el Ecuador ha tenido lo que él llama «el procerato de lealtad>>y tendenciosamente acumula todos los sofismas para demostrar que Bolivia. Colombia, Venezuela . por maldad, fueron desleales para con Bolívar y Sucre. Con s emejante procedimiento d e autoeloglo y vitupe ración ajena, ¿habrá jamás simpatía entre las juventudes his panoamericanas? ¿Cómo puede olvidar el historiador «patriota» que allí donde se intensificó la lucha p olítica. tenían que producirse escándalos que no se d esarrollaron en otras partes simplemente por falta de ocasión? ... Por fortuna en su importante trabajo sobre Simón Bolívar. Libertador y Creador de Pueblos, el Sr. Dn. Is aac J. Barr era redujo a sus justos límites nuestro pre tendido procera to de lealta d para con
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los Libertadores (Boletín de la Academia Nacional de Historia. Junio-diciembre-1930). Bastaría volver a leer la carta de Bolívar de 9 de enero de 1824. desde Pativilca, al Sr. Coronel Vicente Aguirre para convencerse de que el Ecuador, especialmente Quito, como todos los demás pueblos hispanoamericanos, cometieron verdaderas faltas con Bolívar, porque el oleaje de sucesos, las ambiciones, los celos, no permitían hace un siglo la debida comprensión del Genio. En Quito no hay espíritu público para nada: se hace lo que quiere Flores. dijo el General Sucre (Juan B. Pérez y Soto: Asesinato de Antonio José de Sucre- Tomo III. pág. 508 J. Uno de los problemas que más han servido en estos últimos días para el au toelogio ecuatoriano y para la acusación a los vecinos es el relativo al asesinato del General Sucre. Pero. ¿qué se adelanta con obscurecer la verdad por prejuicios nacionalistas o de partido?... El Sr. Juan B. Pérez y Soto con su inmenso fárrago de documentos, que llama «Análisis histórico-jurídic0», acusa -con razón- del asesinato a los exaltados jacobinos de Bogotá y al General Obando: pero defiende absolutamente al General Juan José Flores. El Sr. Roberto Andrade, cuyo criterio histórico es apasionado, pero que ha tenido el valor de publicar documentos sumamente importantes para la historia del Ecuador, en un discurso leído el 4 de junio de 1930 en la Academia de la Historia de Cuba, sostiene que ~n la campaña de Tarqui están los manantiales del torrente de sangre de BerruecoS». Abundantísima es la documentación con que el Sr. Andrade trata de demostrar que Sucre fue víctima de las rivalidades, envidias y ambiciones producidas en el Ecuador. Pero el Sr. Andrade absuelve a Obando. Como se ve. el problema es complejo y debe ser resuelto con criterio de verdad histórica, justiciera y valiente. En m1 modesta opinión, nadie ha tratado el asunto con más serenidad y vigor lógico que
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Joaquín Posada Gutiérrez en sus Memorias histórico-políticas: los motores del crimen estuvieron en Colombia, la complicidad encubridora se alegró y se aprovechó en el Ecuador: «¿Contestó el General FloreS» -dice Posada Gutiérrez- «las tres cartas de las que publicó los extractos que hemos visto? ¿Qué contestó? ¿Esas cartas tan significativas, tan alarmantes, no le causaron ninguna impresión? Es imposible, me parece a mf. que semejantes cartas quedaran sin repuesta. En ellas se manifestaba de una manera posltiva que el General Sucre corría un riesgo inminente en su tránsito por el territorio en que dominaba el General Obando. La amistad, el patriotismo, ¿no exigían que Flores en el acto, por cuantas vías fuese posible, lo avisara a Sucre? ¿Lo hizo? No. ¿Qué se deduce de esto?. Ciertos historiadores «patriotaS» del Ecuador para atacar a los liberales de Colombia, se dan de inventores de lo que Posada Gutiérrez escribió claramente hace años ... : pero en cambio omiten lo que perjudica a su inconsciente nacionalismo y a sus prejuicios de partido... Restaure la juventud libre la verdad histórica!.
A los cien años Después de consumado el levantamiento, sublevación, cuartelazo, -o como quiera que se llame el suceso del trece de mayo de mil ochocientos treinta,- los representantes del Ecuador, el catorce de agqsto de ese mismo año, después de oír la misa del Espíritu Santo, instalaron el primer congreso constituyente de la Patria en la ciudad de Riobamba. Si los hechos que exteriorizan ambición, desconcierto y deslealtad no merecen otro recuerdo que el de la censura fustigadora. es preciso revivir en cambio los frágiles y anhelosos esfuerzos de los hombres por dar a los hechos consumados sentido jurídico y sistematización
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racional. Los padres reunidos en Riobamba en 1830 pretendieron, por la primera constitución de la Patria. poner las bases de la única convivencia cívica humana y racional: de aquella en que el derecho de los hombres es garantizado y en que éstos libremente conquistan la tierra, y el ideal al amparo de la ley. Desgraciadamente el propósito de los fundadores jurídicos de la Patria fracasó . Ni el Espíritu Santo, a pesar de la misa oída en la iglesia matriz, les fue propicio, ni los hechos sociales y geográficos se doblegaron a su voluntad: señal ésta evidente de que el ideal democrático apareció en el Ecuador contrahecho y casi ciego. Escándalo producirán las anteriores palabras en estos días de fiesta y de optimismo: en estos días llamados a dejar consignados para siempre nuestros incomparables progresos en el primer siglo de vida republicana ... Pero pensemos más bien en que el bienestar del país exige de nosotros menos fiestas, menos verbalismo, menos optimismo ingenuo, menos exageración lírica y más reflexiones concienzudas, más contacto con lo real, más hambre y sed de justicia. La república ha sido un fracaso, porque ni hemos visto claro ni hemos querido eficazmente. Si hubiéramos visto y querido, después de un siglo de afanar, habría otros horizontes internacionales e interiores; habría más orientación, más altivez cívica. más hombres preparados, más principios, más tradiciones en los partidos, más modestia, rectitud, eficacia en el gobierno. Principiamos a vivir con un postulado infame. Nuestra carta del 23 de septiembre de 1830 consagra excepciones disfrazadas y absurdas en favor de un hombre y entrega directa o indirectamente todo el país a un caudillo. Cierto que estableció también equilibrios republicanos, única base para el reinado de la razón. Pero el republicanismo y los equilibrios de la Constitución de Riobamba están viciados por una tendencia fundamental
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infame: la entrega de la patria a un hombre. la idea de que un hombre es indispensable a la patria, la creencia en que los principios deben ablandarse hasta que la vanidad de un caudillo quede satisfecha. Cuando así se parte todo el camino queda explicado y queda explicada la llegada. De las brutalidades de Otamendi, del despilfarro y vanidad floreanas, a los militares de un siglo después, que amenazan al Consejo de Estado, y a los despilfarros, abyecciones y mentiras de un siglo después, el proceso es lógico, la llegada natural. Para unir los extremos están el militarismo de Urbina, el régimen de Veintemilla, y todos los fusilamientos , atropellos, injusticias. desconciertos que son la trama de nuestra historia y que no quedan compensados con una carretera. un ferrocarril, un retrete higiénico, una escuela más: obras fatales del tiempo y para las que se cobra a la nación impuestos y tasas. Yo no sé por qué se adula tanto a un hombre. porque continúa o termina un camino principiado por otros. ¡Pero, si esto es lo menos que pued~ hacer un gobiernoll ¿Qué debe hacer si no con los impuestos el gobierno? ¿emplearlos todos en su comodidad y en la de los suyos. en los banquetes, en los paseos oficiales con diversos pretextos?
••• El fracaso de la república depende de que no hemos querido ser ciudadanos sino súbditos, de que no hemos querido guiar sino ser guiados. Esta mentalidad insana ha enervado el país, ha extinguido el individualismo creador, nos ha hecho dormir arrullados por los salvadores de la patria, los regeneradores morales y económicos, y ahora vagamos todos, amos y siervos, padres e hijos, como sonámbulos y nos topamos con lo económico y fracasamos, y con lo fiscal y mentimos y erramos, y con lo internacional y no entendemos media palabra, y con lo
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pedagógico y moral y nuestro sonambulismo amenaza disolver la patria con las más incoherentes innovaciones. El remedio está en nuestras manos. Despertemos al civismo, al trabajo. a la acción fecunda. Los gobernantes son unos señores, unos ciudadanos que prestan el servicio de manejar la fuerza y que por este servicio son pagados -a veces opíparamente- por la Nación: he aquí todo. Pero la nación tiene una vida. tiene un destino, tiene algo que hacer diariamente. La Nación es un sistema cooperativo para algo. Esta conquista diaria y ascendente, o que debe ser ascendente. en todos los órdenes de la vida. impone a las naciones diarios deberes. contínuos esfuerzos. ¿No estamos viendo cómo todas las naciones viven, discuten, se inquietan por sus múltiples cuestiones internas y exteriores? Esta vida de las naciones exige que cada ciudadano entienda. se oriente, sea un factor, una energía; que cada ciudadano actúe, ilustre, de al exterior de la intensidad de su interior. Así se forman las corrientes de opinión. que son el viento que impele a la nave, o mejor el timón que da a la nave gobierno y disciplina. La única soberanía es la de la razón. Todo lo demás es divagar. Cuando la gente duerme. cuando cada cual actúa solo por su dinero propio, por su familla propia; cuando la única actuación cívica es la de adular, palmotear. felicitar, aplaudir, hacer bulla y fiestas, en un momento dado los pueblos se encuentran ahogados por dificultades. y para resolverlas. para aclararlas ... a duras penas algunas exposiciones y discursos insinceros y vacíos ... La Nación es una gran fábrica, un gran taller. decía Saint-Simón. ¿Qué hay en una gran fábrica. en un gran taller? Hay administradores, químicos. mecánicos. juristas, obreros dedicados al interés de la fábrica y del taller. En una Nación estos factores humanos . en número y calidad, deberían guardar proporción con la trascendencia del destino. Si no impera el caos, es el reinado de las tinieblas, el poder de
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las tinieblas. Los gobernantes salidos de la ignorancia general, en ella quedan. Pretenden improvisarse y no pueden. No pasan de las habilidades pequeñas. En lugar de hallar el rumbo, impera la sabihonda batahola.
••• La República ha fracasado, porque no hemos sido ciudadanos, factores de evolución, porque no hemos sabi· do imponer el respeto al derecho y a la ley: pero también y principalmente, porque no hemos sido justos: no hemos sentido la emoción de la justicia, no hemos amado la justicia, no la hemos buscado, no la hemos impuesto. Cobardes o ignorantes o ambas cosas. el resultado el mismo ha sido: reina el interés, domina la farsa, campea la fuerza. En un grupo de hombres civilizados, entre seres conscientes, si no impera el principio de justicia, ¿qué puede imperar? ¿El matonismo?, ¿la astucia?, ¿la codi· cia?... Por esto antier vimos un clero polltlquero y fanático, ayer un sectarismo rojo que atropellaba y conculcaba los derech -.is , hoy todos estamos conformes en el convencio· naUsmo u tilitarlo, ateos al ideal, afásicos y abléptlcos. No nos inquieta la justicia, no la buscamos, no la estudia· mos, ni siquiera el instinto de ella tenemos, y ... adminis· tramos y legislamos ... Somos solidarios del que sufre, sl éste es nuestro amigo. Si por el que sufre tenemos antlpa· tía, rencor, enemistad, aplaudimos la fuerza que lo aplas· ta o al menos quedamos indiferentes. Por esto vemos funcionarios de cuarta clase convertirse en dictadores, reemplazar la ley con su querer caprichoso e Ignorante, en medio de la indiferencia total, del letargo desesperante y universal. Principiemos ya una nueva centuria, elevándola so· bre una base de trabajo, de ilustración, de labor cívica y de justicia. Menos fiestas, menos palabrerías, si queremos
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que sean fecundas las vidas de Rocafuerte y García Moreno, de Montalvo y González Suárez. 13 de agosto de 1930. NOTA.- Por haber escrito el anterior artículo, se me insultó groseramente en una publicación que ACOGIO un periódico ecuatoriano. Pero, ¿desde cuándo la personalidad del General Juan José Flores es divina e intangible? ¿Por qué se quiere exigir de todos que se mienta o se oculte la verdad en honor de un partido o para vanidad de una familia? Los peores males del Ecuador son el espíritu caudillesco y el espíritu de servilismo, que no son solo norma política, sino que pretenden convertirse en norma de vida privada, de relaciones sociales y de investigación histórica En mis censuras al General Flores yo no cité ni la décima parte de las acusaciones que constan en el tomo V del resumen de la Historia del Ecuador por Pedro Fermín Cevallos. Ni siquiera hice alusión a las traidoras expediciones proyectadas o realizadas por el General Flores contra el Ecuador desde España o desde el Perú. En la misma Historia del Padre Le Gouhir, Tomo 1, págs. 353 y sgtes., 374 y sgtes., constan la alarma y la intranquilidad producidas por los aleves proyectos floreanos, y eso que el escritor Le Gouhir ha sido funesto para el criterio histórico en el Ecuador... He aquí un juicio de Dn Juan León Mera sobre el Régimen presidencial del General Flores: «Las rentas nacionales, sobre ser deficientes, eran patrimonio de especuladores sin conciencia y de alegres manirrotos: la inmoralidad descendía de las alturas del poder y se difundía por entre las capas sociales de toda clase, abriendo nuevas fuentes de corrupción o ensanchando la de los antiguos vicios: la instrucción pública, sin medios de sostenerse, cuan to más de deleitar su acción benéfica, no daba un paso fuera del terreno en que obraba antes de la independencia: la iglesia seguía manta-
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tada y el clero moralmente perdido. El bienestar que pintaban algunos periódicos y muchas lenguas en tertulias y corrillos, solo existía para cuantos hacían su agosto sacrificando al pueblo: queríase cubrir la podredura social con un tejido de brillantes mentiras y ahogar las amargas quejas de la patria con el ruido de los festines de palacio y de las diversiones pú blicaS». Y la segunda administración de Flores es juzgada así por el mismo escritor citado: «Quiso superar a Rocafuerte, y lo consiguió respecto de la buena voluntad que se atrajo con la mansedumbre y generosidad; mas en cuanto a buen gobierno y al progreso material e intelectual que se había propuesto llevar a cabo, poco a poco iban faltándole los bríos y al fin cayó bajo el peso que se había echado al hombro. Ni aun pudo conservar muchas de las cosas debidas a la actividad inteligente de su antecesor. La hacienda nacional no tardó en venir de nuevo a lamentable desorganización: la instrucción pública no se sostuvo en las relativas buenas condiciones en que la pusiera Rocafuerte; nada se hizo en materia de obras públicas, a no ser una corta extensión de carretera al sur de la capital... ; tampoco se dio ni el más breve paso en el mejoramiento de la moral social, y clero, y ejército, y costumbres privadas y públicas continuaron como antes; introdújose en la tropa gente ecuatoriana, pero se mantuvo la preponderancia del elemento extranjero...» (García Moreno: Libro inédito de Juan León Mera -Págs. 139, 194-195). Como se ve: las escasas afirmaciones de mi artículo anterior tienen su razón de ser: y el citar a Faguet cuando conviene, no es un obstáculo para que se cite a los historiadores nacionales cuando sea necesario reivindicar la justicia y castigar a los tiranos, a los ambiciosos y a los usurpadores del poder.
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,隆,路
BOLIVAR Y LA INMENSJDAD/ MI VIAJE A PARIS (A bordo del vapor Boskoop)
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6 de julio.- Estamos cerca de Santa Marta, en la costa colombiana, en el Mar de las Antillas; y espontáneamente se me viene al recuerdo Bolívar y su muerte en una hacienda cerca del oceáno. Hay no sé qué afinidad entre las almas que llevan dentro una inmensidad y la insondable inmensidad del mar. El mar se inquieta en espuma. revienta contra la playa, destruye las rocas. Nada-empero- le satisface, eleva constantemente su clamor al espacio y, desilusionado, busca relativa calma en su imensidad misma, derramándose por toda su amplitud. desafiando la eternidad, permaneciendo solo. El mar encuentra calma en sí mismo. Así Bolívar, así los que llevan dentro un mundo. La guerra creadora les deja amarguras, la paz civilizadora les da desilusiones, la amistad les es inconstante, la envidia les asecha, la ingratitud les muerde. Bolívar tenía que buscar la inmensidad, derramar su espíritu por la inmensidad, sola. eterna, permanente para hallar relativa calm a. Cuando Bolívar se acercó a la inmensidad, se encontró consigo mismo. Esta es la única satisfacción de las a lmas: hallarse a sí mis mas.
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De Notas e lm presiones ( 193 l )
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EL HEROE ES BOLIVAR•
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e permito recordaros, que tenemos un h éroe, que tenemos un constructor. El héroe es Bolívar; el constructor es Wilson. Habéis visto la estatua del Libertador, que va a levantarse en la Alameda, esa estatua es un formidable símbolo de la grandeza humana. Mirad allí el esfuerzo de los pueblos, de los pueblos que siempre avanzan hacia mayor justicia: mirad allí, el esfuerzo de las masas que siempre tienden a mayor idealidad, de las masas que nos dan ejemplos de ser inconformes con el crimen, de las masas que nos dan ejemplos de ser descontentas con el vicio. Mirad allí a la multitud en ese formidable símbolo que representa la estatua de Bolívar, y mirad al héroe, al héroe que se ha acercado al pueblo, que ha comprendido al pueblo, que se apresta a luchar por el adelanto del pueblo y que señala el rumbo de la heroicidad y el rumbo y la meta de la justicia. Esto significa la estatua de Bolívar, acción, rebeldía, vinculación con las muchedumbres, comprensión de las masas. He aquí la lección de Bolívar. Pero no nos detengamos, recordar que este ideal de Bolívar, no pudo concretarse en creación humana, por obra de la envidia y de la perversidad de los ambiciosos, de esos hombres que, se horrorizan de perder el poder, que no se conforman con trabajar en el campo ciudadano, de esos envidiosos y esos viles que destruyeron la obra de Bolívar. Fue menester que pasara otro siglo, y que surgiera otro apóstol, otro Quijote: ese apóstol y ese Quijote fue el
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Extracto del discurso en el DIA DE LAS AMERICAS, Tomado de Un momento de translct6npolítlca. Qulto, 1935.
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Presidente Wilson. Este apóstol y este quijote quiso que la guerra no constituyera derecho, y quiso que los hombres todos se reunieran en una gran liga. para que se preparen a la lucha por la justicia social, por !ajusticia en favor del obrero, que se reúnan para la comprensión, para el esfuerzo, para la inteligencia. Y ese Presidente Wilson , padre de la Liga de las Naciones, es el segundo maestro que tenéis vosotros. El primero, el héroe en arrebato, y el segundo, el héroe en construcción: quijotes si queréis. Sed fieles americanos a los ideales de estos héroes. Sed fieles a vuestras tradiciones, por una parte; sed rebeldes contra la iniquidad, sin olvidar que ser pacíficos no significa ser indignos; al contrario sed rebeldes contra toda infamia. de cualquier índole que sea En este sentido sed fieles al conquistador heroico, a Páez, el gran guerrillero; a Bolívar, y a Sucre, sublimes batalladores. Pero no transijáis con la destrucción del crimen y del vicio. Cread la Sociedad nueva, vigorosa. de las patrias americanas. Ahogad el clamor de la demagogia desordenada. Sed fuertes y organizad a vuestro país, para que, entre en la gran conglomeración de los pueblos civilizados. En este sentido sed fieles a Wilsoñ. que proclamó la filosofia de la construcción y de la solidaridad humana. Señores: hace un año cabalmente que el Presidente Roosevelt hablaba de las obligaciones del buen vecino. Oh, s eñores! Que en las patrias americanas, no se olviden jamás de las normas del buen vecino, del vecino que quiere el bien para el vecino, del vecino que quiere la justicia para el vecino. Levantad ahora vuestra voz, levantad vuestros clamores para ahogar la guerra del Chaco, en donde sucumben nuestros hermanos!! La misma raza, el mismo idioma, el mismo ideal religioso, el mismo ideal ético, la misma concepción esté-
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tica de la vida, el mismo llamamiento de la historia, la misma imposición de solidaridad de un conf'm al ótro: y sin embargo en el Chaco están destrozándose soldados, están destruyéndose pueblos. Que una gran voz se levante recordando a la América, su papel constructivo, su papel imperativo en el orden de la civilización, y que ahoguéis con la emoción de vuestras almas, la infame carnicería del Chaco, en donde sucumben en sangre nuestros hermanos, en donde se aniquila el pueblo, el sabio, el estudiante. Señores: Imponed con la emoción de vuestras almas, la paz en el Chaco! Acudid a los obreros de todas partes, acudid a los estudiantes, no ceséis en vuestra lucha nobilísima hasta que , por obra de los pueblos, no por obra de los gobiernos, se Imponga allá en el sur del continente la paz, que es la única creación: la paz, que es la única obre fecunda. ¿Qué es la paz? Es síntesis de sentimlentos que enardecen el mundo, armonizan el esfuerzo y destierran el error: convergencia de ideales que iluminan el Universo, eso es la paz. Trabajad por ella, señores. No ceséis, maestros y profesores, en el cultivo de estas jóvenes generaciones. En el alma de la niña americana, mirad todo el sentimiento y toda la emoción que vibrará en el futuro del continente. En la mente de un niño americano contemplad todo el valor y toda la inteligencia que redimirá las generaciones del mañana. Estimulad a los niños a la vida heroica y creadora. Recomendadles la austeridad científica y guiadlos hacia la verdadera cultura. Enseñadles, sobre todo, la acción en beneficio de la especie. He aquí los votos de quien. por ley, se llama Presidente del Ecuador, pero que no quiere ser otra cosa, que el primer servidor del pueblo ecuatoriano.
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EL ESPIRITU DE BOLIVAR 1:, LA / CONSTITUCION DE 1929 ingún pueblo americano ama más a Bolívar que el N pueblo del Ecuador. El pueblo ecuatoriano intuye a Bolívar, siente a Bolívar. Pero, como resultado de la falta de conciencia, el espíritu de Bolívar está lejos, infinitamente lejos de las plumas, de los papeles, de los cerebros de los seudointelectuales ecuatorianos. El tntelectualoide ecuatoriano no sabe nada de Bolívar. Hay entre el intelectualoide ecuatoriano y el espíritu de Bolívar, absoluto divorcio. Hablan y escriben mucho acerca de Bolívar. Le colman de adjetivos calificativos, le dedican páginas enteras de romanticismo insincero. Pero ninguno conoce a Bolívar. Ninguno le siente ni es capaz de caer en la cuenta de que el bolivarismo -<:orno el cristianismo- es ley de vida. Bolívar es un pretexto de vanidad y figuración. Me lo decía una distinguida diplomática sudamericana: "Bolívar es el pretexto para pronunciar discursos; y los discursos, pretextos parra tomar té y bailar". El divorcio entre el espíritu de Bolívar y el intelectual ecuatoriano explica la absurda Constitución de 1929. Los seudoradicales ecuatorianos, imbuidos de un saber superficial y libresco, quisieron consignar en la Carta de 1929 todo lo que constaba en las obras de Derecho Público y Economía Social de los últimos autores europeos y norteamericanos. Esto es la carta de 1929: un conjunto
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Tomado del libro Conciencia o barbarie, Editorial Atlántlda. Medcllín - Colombia. 1936, pag. 153 - 186
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anárquico de cuanta institución moderna está mentada en los libros de los más avanzados autores de Derecho Político y Economía Social. Con esta Constitución debía gobernarse un país compuesto en gran mayoría de indios que no han subido gradualmente, que no han nutrido los conocimientos y que han quedado envueltos en un ambiente de absoluta desmoralización. Resultado: con esa Carta pude contribuir para arrojar del Mando a don Juan de Dios Martínez Mera, fruto del más escandaloso fraude electoral, y con esa Carta los oligarcas sin conciencia, odiados por el pueblo y tiranos, a su vez, de las masas, me arrojaron del poder y desencadenaron luego una Dictadura militar. Es el efecto del saber libresco, del saber superficial, de la vanidad ambiente. La Constitución Política de 1929 es la cristalización de la vanidad del universitario ecuatoriano. Bolívar advirtió mil veces que es absurdo asesino, mantener divorcio entre la Constitución legal y la Constitución real; entre la Ley y la Costumbre; entre los papeles y la geografia; entre las instituciones y la etnografia: entre los artificios jurídicos y la historia. El intelectualoide, en su anhelo de alarde, al pronunciar discursos, cita los textos sociológicos del Libertador. Pero, no los siente: no los conoce. A los congresistas de Angostura les dijo el Libertador: "Nosotros ni aún conservamos los vestigios de lo que fue en otro tiempo, no somos europeos, no somos indios, sino una especie media entre los aborígenes y los españoles. Uncido el pueblo americano al triple yugo de la ignorancia, de la tiranía y del vicio, no hemos podido adquirir ni saber, ni poder. ni virtud". "Consultad", decía Bolívar, "los anales de España, de América, de Venezuela Examinad las leyes de Indias, el régimen de los antiguos mandatarios, la influencia de la
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rellgtón y del dominio extranjero". ''Tengamos presente", insistía, "que nuestro pueblo no es el europeo, ni el americano del Norte; que más bien es un compuesto de Africa y América que una emanación de la Europa; pues hasta la España misma, deja de ser europea por su sangre africana, por sus instituciones y por su carácter". Esta, una enseñanza sabia. Pero para sentirla hay que ser modestos y hay que sentir un poco su país, hay que sentir América. El intelectual ecuatoriano no siente al Ecuador. Acostumbrado el universitario del Ecuador a esperar con ansia el correo para ver qué revistas europeas le llegan y de qué novedades puede hablar el día siguiente en los periódicos, no ve el ambiente, no siente el medio, no estudia los hábitos, los antecedentes nacionales. Ahí, en el Ecuador, los indios del campo idólatras, casi desnudos, tiranizados. Quienes primero lo tiranizan, son las autoridades sin conciencia, que no sueltan de sus labios el vocablo "liberalismo". El indio de los campos es un factor inmensamente grande, situado al margen de toda vida nacional. No coopera activamente en la vida del Estado ni siquiera en el rumbo general. Entrega el fruto de su trabajo y se retira a s u tugurio, abatido y triste, a buscar el aguardiente o la chicha. Mientras no se incorpore el indio de los campos a la nacionalidad ecuatoriana, no habrá democracia. Habrá farsa. Habrá la tiranía del intelectual, adulador del Poder, sobre la masa popular. Pero el indio del campo no hace males. Alimenta el país con su trabajo. En cambio el indio de las ciudades es sumamente peligroso. Ha leído libros. Ha subido sin etapas. Ha invadido toda la administración. No se ha espiritualizado. Odia el espíritu. Tiene rencor contra todo lo que es espiritual. Siente profundas aversiones contra todas las superioridades. Descristianizado desde 1895, ninguna moral de sac rlflcio limita sus tendencias ni orienta sus propósitos. Es profundamente antireligioso. Para él. reli-
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gión es inferioridad. Quien en algo cree es incapaz de todo: debe ser separado de escuelas, universidades, oficinas administrativas. Detesta al clero. En estos últimos años, el clero ecuatoriano, por lo general, cumple sus deberes. Atiende a lo espiritual y prescinde de las campañas políticas. Pero el indio de las ciudades tiene que predicar forzosamente la guerra anticlerical. Es indelicado con los fondos ajenos. Es ratero. Rara vez alcanza a ladrón. Pero despilfarra y derrocha los dineros pú bllcos. Para él el Estado es cosa extraña a sus intereses. No merece consideración. Los fondos del Estado, para que tengan comodidades absolutas los que se han apoderado del Estado. La Dictadura que se erigió en 1926 llegó al colmo en el sistema del derroche inmoral de los dineros del Tesoro Público. La Dictadura de 1926 soliviantó de manera desastrosa al indio urbano y semiletrado, principalmente a ciertos maestros y profesores. Les dio alas en sus tendencias bolchevisantes, y cor rompió en forma escandalosa la educación pública. Tengo fe en el indio y en el mestizo. El más original y penetrante de los sociólogos sudamericanos, Fernando González, enseña, con sabiduría, que es un deber para los gestores en Sudamérica cuidar como de cosa sagrada de las tribus indígenas. "Mi esperanza en Suramérica", dice, "es debido a la sangre india. Tiene el indio gran malicia y reserva. Concentración dentro de sí mismo y comunidad con las fuerzas elementales, que no posee el blanco. El producto verdadero de Suramérica será 45% indio, 45% blanco y el 10% negro". Perfectamente. Pero hay que educar y espiritualizar la mezcla. Mientras biológicamente la mezcla no llegue a la armonía, y mientras espiritualmente la mezcla no se eleve gradualmente, hay el peligro de que el desarratgamiento de la clase indígena. sin educación previa. gradual
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y sólida, excite sus malas tendencias: venganza, odio, despilfarro de lo ajeno, anticristlanismo irracional. Tengo en los destinos de América, la fe que tienen Fernando González y José Vasconcelos. Una condición me parece indispensable para el triunfo de los destinos americanos: hombres de Estado con honda visión y amplio poder. Hay que educar al mestizo. hay que educarlo muy a fondo. Y mientras la educación avance, hay que reprimirlo y orientarlo. Sin esta labor previa, o nos convertimos en una sucursal de Europa, como ciertos países del Sur del Continente, y entonces nos agotamos junto con la estirpe europea sin aportar nada nuevo a la cultura mundial, o fracasamos miserablemente a causa de las pasiones de los indios desarraigados. La democracia ecuatoriana tiene que organizarse, pero considerando debidamente los factores étnicos de la nación, el carácter de sus habitantes rurales y urbanos. Amarrar las manos al Presidente de la República y soltarlo en medio de las pasiones de los mestizos rabiosos, con alardes de bolcheviques, incrédulos y materialistas, equivale a concluir con todo gobierno, con toda estabilidad. Establecer el parlamentarismo inglés en el Ecuador, es pecar por ignorancia y por vanidad. Es traicionar la Patria y acabar con su futuro. Los profesores universitarios del Ecuador no saben de otra cosa que de la sociología de Ortega y Gasset, de Splengler o de cualquier autor de última fecha. Y desdeñan las advertencias de la gente sincera, que piensa en América y para América: "Han gobernado los blancos y los mulatos, con métodos e ideas europeas deformadas. Nuestro Continente ha sido y es un mal amplificador de los estertores de la Europa en decadencia", dice Fernando González en MI COMPADRE, el libro de psicología histórica más hondo.
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Desde 1835, en su Mensaje al Congreso, enseñó Rocafuerte: "La política es una ciencia experimental, y hemos de dejar aparte las teorías abstractas de los publicistas, para contemplar de un modo objetivo las necesidades reales del Ecuador. Una población variada en castas y colores, la mayor parte de ella está sujeta al tributo, y gime bajo un vergonzoso feudalismo aún más funesto que el de Rusta, no habla el idioma del legislador, vive en la miseria y la desnudez, destituida de conocimtentos útiles, se entrega a los vicios del hombre embrutecido por la tgnoranciay la superstición. No existe en nosotros la pura moral de la que nace el espíritu público, no estamos al nivel de las luces del siglo, no hay comodidad, desahogo e instrucción en la masa del pueblo". En el Mensaje de 1839, dijo Rocafuerte: "Entre la avaricia, el servilismo y la indolencia de los ricos, y la nulidad e ignorancia y atraso de las masas populares, se encuentra una clase de doctorzuelos, de empíricos y de estudiantes proletarios, que la torpeza y los vicios repelen del santuario de la sabiduría". He aquí las doctrinas del fundador del liberalismo nacional. El general Eloy Alfaro no fundó el liberalismo ni estableció las libertades públicas. Sostenerlo, como lo están sosteniendo ahora los intelectuales del Ecuador, es una nueva farsa. El general Alfaro fue un caudillo valeroso, intuitivo, quiso mandar siempre. Al principio se interesó hasta en la causa canónica de la beata Mariana de Jesús , para halagar al pueblo y que le dejara mandar; pero la resistencia ciega de los conservadores y los acontecimientos le obligaron a desempeñar el papel de reformador, reformador sin honda visión. Rocafuerte fue el verbo del liberalismo. Y este liberal aconsejó que se expidieran leyes fundamentales claras, adecuadas al medio, y en las que se concedieran al Presidente de la República las facultades necesarias para orientar el país, garantizar las
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libertades y reprimir los vicios. Cada siglo, dice Rocafuerte, tiene su idea dominante, la del nuestro es la democracia. Todo confirma la democracia donde ella existe. Todo la establece donde ella no existe. Pero hay que organizar la democracia, según las exigencias de las costumbres y ·de la moralidad social. No hay que hacer esencia de la democracia determinadas instituciones que son tan solo expresiones de tales o cuales democracias nacionales. De una manera se ha organizado la democracia en Suiza, de otra, en Estados unidos, de otra, en la Argentina. La democracia puede tener distintas formas, diversas expresiones. Lo esencial es que la opinión pública sea servida; que la voluntad general, influya, y que en períodos convenientemente consultados se haga efectiva la responsabilidad jurídica de los gobernante. Pero amarrar por completo las manos del Presidente de la República en un país en donde no hay acción ni iniciativas, y en dónde abundan la in triga, la malevolencia, la envidia, es condenar una República al fracaso. Hay legalistas, que no ven un milímetro más allá de la hoja en que consta lo que se llama ley, ineptos para comprender la complejidad de una nación y las exigencias de un pueblo, que protestan contra quien de buena fe, al contacto con los reclamos reales, declara que tales o cuales leyes son insuficientes. Contra lo que se deb ería protestar es contra la necedad de los legisladores que dictan leyes insuficientes; porque las leyes son para los pueblos y no los pueblos para las leyes. Si en un momento de aguda crisis para la vida de un pueblo o se salva la ley con peligro para el país, o se salva el país con quebranto de la ley, hace muy bien quien salva el país y viola la ley. Esta teoría es peligrosa El capricho, el interés de los gobernantes podría abu s ar de ella. Pero innegable que no siempre es normal la vida de un pueblo; que a veces la nación quiere superarse, dar un vigoroso paso h acia adelante, y que el obstáculo puede ser el texto
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muerto de una ley absurda. Entonces, se debe tener el valor de romper la ley para dar paso al anhelo colectivo. El estado moral y social del Ecuador no permite el establecimiento de un régimen parlamentario complicado a la manera inglesa. En Inglaterra hay partidos organizados, los partidos tienen programas claros o por lo menos orientaciones definidas. En Inglaterra hay moralistas. Se respeta alguna disciplina. Se cree en algo y en alguien. Nada de ésto pasa en el Ecuador. Cada intelectualoide tiene arrogancia de presidente y sabiduría indiscutible. Un miembro de la Sociedad de Americanistas de París, Toussaint Bertrand, muy bien informado por regla general, clasifica así la etnografia ecuatoriana: blancos puros, 8%: indios puros, 48%; mestizos, 30%: negros o mulatos, 14%. Esta masa no está debidamente espiritualizada. No hay aún armonía entre los factores sociales de la República. No hay elevación moral. Baste saber que el desarraigado indio de las ciudades, que ha leído unos tantos libros y no ha meditado en ninguno, es el verdadero opresor de sus hermanos de raza. Como tema de discurso, hablan los seudoradicales del respeto que se debe a las masas y a su parecer. En la práctica tienen profunda antipatía a las masas y al parecer de las masas. Recuerdo de un Ministro de Relaciones Exteriores radical, radicalísimo, que se indignaba contra mí cuando, a propósito de ciertas orientaciones generales y vitales en la existencia internacional del Ecuador, le decía yo que se debería solicitar y oír la opinión del pueblo ecuatoriano. Si ese Ministro hubiera tenido que pronunciar discursos. habría acabado con el secretismo internacional aun respecto a negociaciones dip1omáticas y jurídicas: habría cosechado aplausos. En la práctica, se indignaba cuando se le decía que el pueblo ecuatoriano tenía derecho a ser consultado respecto a los 1
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rumbos fundamentales de la vida internacional. En el Ecuador se vive de la farsa. Hace pocos años en "El Día" de Quito, periódico que se llama radical, de avanzada y de izquierda, se acusó terminantemente al pueblo ecuatoriano de fanático e ignorante. Cosa ésta evidentemente falsa. Los ecuatorianos son muy intuitivos y avispados. Tienen un ingenio especial para distinguir lo sincero y lo recto, de lo hipócrita y perverso. Se les ha metido a los intelectuales ecuatorianos que el pueblo no debe ser religioso. Proclaman que no puede haber soberanía popular, mientras haya ideas religiosas en la masa. Es decir, la república tendrá que sufrir por un tiempo indefinido dictaduras francas o disfrazadas . No hay pueblos ateos. Todo pueblo es religioso. El primer país que visité en Europa el año 1931, fue Holanda, tierra de ingenieros incomparables, de electricistas, de hondos movimientos sociales. Fui a Europa saturado de la prédica de los intelectuales ecuatorianos contra la religión, y me quedé admirado al contemplar la religiosidad del pueblo holandés. Amsterdam es la ciudad de las iglesias. En el Ecuador, con toda desfachatez, se sostiene que no se reconocerá la libertad electoral y de enseñanza mientras haya religión y clero. Un político verdaderamente felón, un político ecuatoriano pretencioso y superficial, adorador del éxito, acaba de escribir desde uno de los más grandes centros urbanos de Hispanoamérica que para que haya libertad en el Ecuador es preciso que se desarrollen las ideas socialistas y el bienestar económico de las muchedumbres. ¡Qué teoría!... ¡Qué absurdo con apariencias de teoría!... En primer lugar, jamás habrá en ningún pueblo unanimidad por ninguna doctrina social ni política. En segundo lugar. los cambios constitucionales de los pueblos se efectúan gradualmente por obra de los mismos pueblos en cuyo espíritu van
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penetrando con lentitud ideas y anhelos. No cambia un país en un instante matemático. Lo real es el devenir. En la Argentina, en el Brasil en todas partes hay sacerdotes, católicos, conservadores, liberales, masones, socialistas. Nadie tiene derecho a imponer a toda una República determinada manera de pensar. No cabe uniformidad , unanimidad nacionales para determinadas doctrinas . No hay más forma de facilitar el devenir que agitar la opinión pública, tener fe en la propaganda. esperar todo de la razón, y dejar que los partidos se alternen en el mando al empuje de la opinión general que infaliblemente arroja del poder a quienes van gastándose en él. y eleva al partido que más se ha tonificado al contacto con la vida de las muchedumbres. Del poder a la calle. En la calle, purificación. De la calle al poder: tal el ciclo político que se cumple infaliblemente dondequiera que hay civUización. Lo que pasa es que declarar al pueblo ecuatoriano inepto para el ejercicio de sus derechos civiles aprovecha a determinada oligarquía. Si siempre está triunfante el llamado izquierdismo, siempre están asegurados en empleos lucrativos determinados personajes. He aquí todo. Por no haber consultado la moralidad social y las condiciones biológicas del pueblo ecuatoriano. hemos ensayado muchos tipos de Constituciones, y no nos hemos librado del mal de los males: la pérdida de la conciencia. el obscurecimiento de la mente, el no saber a dónde vamos ni qué queremos, el desasosiego perenne, la infecundidad del trabajo por la permanente intranquilidad pública. Con Constitución escrita gobernó el general venezolano Juan José Flores. Y principió a desarrollarse en el país la tendencia al nepotismo, a la insoportable vanidad gubernativa, al despilfarro de los dineros públicos. El breve período de la presidencia del señor Rocafuerte,
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ahogado quedó por la inmoralidad gubernativa del régimen floreano anterior y posterior al Gobierno de Rocafuerte. No ha habido en el Ecuador revolución más popular que la de 1845 contra Flores. Pero ni Urbina ni Robles aseguraron la estabilidad progresista de la República. El militarismo nacional cayó al empuje del ctvillsrrw presidido por don Gabriel García Moreno. Discípulo de Rocafuerte, García Moreno tuvo visión de estadista. Como Rocafuerte quiso que el país se levantara por la moralidad, el trabajo y el saber. Como Rocafuerte exigió honradez administrativa y puntualidad en el cumplimiento de los deberes. Acaso más hondo administrador que Rocafuerte, y como gobernó mucho más tiempo que su Maestro, planeó obras económicas y administrativas de la mayor trascend encia. La carretera de Quito a Guayaquil, la Escuela Politécnica, inmortalizarán su nombre. Comprendió que nuestros países, rotos sus ligamentos con España, se quedaron sin tradición nacional, sin alma. sin unidad histórica, y se preocupó con dar a la nación una estructura moral, una coherencia, un alma nacionales mediante la educación moral y religiosa de las muchedumbres. Por desgracia. García Moreno impuso políticamente el catolicismo. Quien no era católico, no era tampoco ciudadano ni participaba en la vida política de la república. Se atropelló las conciencias y se corrió el peligro de corromper las voluntades. El r égimen constitucional n.o impidió que el Presidente fuese asesinado, y en pos del Magistrado ~abio surgió el militarismo verda deramente bárbaro del general Ignacio de Veintemilla. Siguieron las guerras civiles y las Constituciones. El conservadorismo que no hiio nada de lo que proporcionalmente debió hacer por el desarrollo del país. degeneró en oligarquías, pandillas y negociados . Se ultrajó la sagrada bandera de la república. A ésto llegó la falta de conciencia y de orientación política. Cayó el conservadorismo. Triunfó la conciencia nacional.
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Se dividió luego. Llamado por el liberalismo, vino de tierra extranjera el general Alfaro. Hombre valiente para aceptar responsabilldades. Ambicioso de gloria. Con placer hubiera sido presidente de la Grancolombia, y por esto tuvo anhelos continentales. A él se le debe el ferrocarril de Guayaquil a Quito, que, malo y todo, ha desenvuelto los recursos de la República. A él se le debe un notable progreso técnico en la educación y varios afanes innovadores. Pero sin ninguna de las luces mentales que iluminaron a estadistas como Rocafuerte y García Moreno, Alfaro por mantenerse en el Mando aduló a sus tenientes con los dineros de la nación, y desde entonces se ha hecho sistema del despilfarro y del reparto entre amigos de los fondos nacionales. El país se corrompió profundamente: se arrancó de cuajo la moral cristiana. y el pueblo se encontró sin horizontes ideales, sin más norma que la de la fuerza Las constituciones no nos han d efendido de ninguno de estos males: desmoralización. vanidad, concupiscencia de cosas materiales. doctrinarismo insincero. En páginas anteriores he hablado largamente de la moralidad de la república como resultado del jacobinismo trasnochado y del verbalismo bolchevizante. No tengo por qué insistir en ello. Sin embargo para que el lector se persuada de que no ha habido exageración en mis palabras, quiero reproducir un elocuente documento publicado en "El Comercio" de Quito del 7 de febrero del presente año. Profesores de Medicina de la Universidad Central se dirigen en estos términos al secretario del establecimiento: "En contestación a los oficios en que usted se sirve comunicarnos que el Consejo Uruversitario ha t enido a bien no aceptar las renuncias que presentamos d e los cargos de profesores de la Facultad de Medicina, nos permitimos manifestarle, para que lo haga trascendental al Consejo, que es irrevocable nuestra resolución de separarnos de la Universidad Central. porque hemos llegado a
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convencernos que, en la actualidad, la mayoría del Consejo Universitario, para todas sus resoluciones, obedece a una directiva que desarrolla un plan premeditado, con la única finalidad de encauzar la Universidad Central hacia un rumbo exclusivista, de acentuado proselitismo, que hace imposible la marcha tranquila y serena que requiere la vida normal de ella". Entre los que firman la comunicación anterior encuentro el nombre de un vehemente propagandista de ideas de avanzada, pésimamente entendidas por él, hombre con poca ilustración y poco talento. Este médico o farmacéutico me'hizo una guerra inexorable con el pretexto de defender el partido liberal. Ya sabemos lo que quiere decir liberalismo para los seudoradicales ecuatorianos. Resulta impresionante que este señor se alarme ahora ante el proselitismo de la Universidad Central, llamada a ser el centro más augusto de la República, foco de ideales, Instituto de libre discu~ión y de seriedad científica. El jacobinismo verbalista y superficial será la tumba de la Patria, si no es reprimido oportunamente. Los males nacionales pudieron ser evitados con constituciones adecuadas a la moralidad social y exigencias biológicas. Con presidentes fuertes, pero democráticamente responsables; con congresos obligados a la labor legislativa, pero impedidos de invadir la esfera de las autoridades administrativas; con períodos electorales sabiamente espaciados y organizados en forma adecuada para la genuina expresión de la voluntad del país; con leyes de imprenta, amparo de la absoluta libertad en la emisión del pensamiento, pero propias para hacer efectiva la responsabilidad del que calumnia, insulta e inventa hechos no ocurridos; con una distribución conveniente de la soberanía; con un Senado compuesto de gentes realmente concien&udas y graves: el mal nacional habría ido
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componiéndose, los defectos nacionales habrían ido disminuyendo, el alma nacional lentamente se habría elevado. Bolívar lo advirtió. En las monarquías, dijo, hay que vigorizar los parlamentos, porque todo conspira a favor del despotismo: en las democracias hay que fortificar el Poder Ejecutivo, porque todo conspira contra él. Lo necesario es garantizar la responsabilidad del gobierno fuerte. Hay que dejar que el gobierno actúe, que planee, que realice. En períodos debidamente consultados o en casos sabiamente determinados, los representantes de la nación deben exigir que el Ejecutivo dé cuenta de sus actos y hacer efectivas las responsabilidades cívicas y criminales. En los últimos tiempos, toda la tendencia de los países ha sido en el sentido de los gobiernos fuertes. Gobierno fuerte fue el del general Calles en México. Notable que los seudoizquierdistas de la Asamblea ecuatoriana de 1929 lo hayan olvidado. Gobierno fuerte fue siempre el del ilustre estadista don Manuel Azaña. Hay que reprimir, hay que apartar para dar paso al deseo nacional. En nada de ésto meditaron los llamados liberales del Ecuador cuando expidieron la última Constitución de la República. No se preo<!uparon sino con poner en forma de artículos las últimas teorías de los autores europeos de avanzada... El intelectualoide ecuatoriano lee bastante ... El artículo 7o. de la Constitución establece de un modo absoluto que son ecuatorianos de nacimiento los nacidos en el territorio de la República. Absurdo e injusticia, imponer la nacionalidad ecuatoriana aún a los hijos de los ministros diplomáticos. Y este principio tan absurdo no impidió a los izquierdistas ecuatorianos que declararan que no era ecuatoriano don Neftalí Bonifaz, hijo del secretario de la Legación del Perú. El fin que se propusieron fue frustrar la elección que hizo el pueblo del Ec uador
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para Presidente de la República el año de 1931 en la persona del señor Bonifaz. Este señor no era de las oligarquías que aprovechan del tesoro público. La Constitución de 1929 es el peor baldón para las oligarquías seudoradicales del Ecuador. El artículo 13 de la Constitución confiere expresamente a la mujer la ciudadanía activa, es decir, el derecho a elegir y ser elegida. Y los izquierdistas no han cesado de protestar contra el voto femenino, declarando que el voto femenino es un peligro para el partido liberal. Y lo que es más torpe aún: me injuriaban a mí, tomando como base que la mujer ecuatoriana tenía derecho a votar en las elecciones. Pero, ¿acaso yo expedí la Constitución de 1929? En la Asamblea de 1828 a 1929, ¿no hubo abrumadora mayoría radical, socialista y de avanzada?... Está de moda hablar del carácter corporativo del Estado. En el Estado no solo hay ciudadanos atomizados, familias, municipios, departamentos y provincias. Hay también clases sociales, profesiones y profesionales. Las clases sociales, las profesiones y los profesionales tienen sus respectivas funciones. Deben organizarse para desempeñar eficientemente sus funciones y para reclamar y defender sus derechos. Esta la teoría del Estado corporativo. Junto con el individuo, la corporación. Junto con las representaciones de los individuos, las representaciones políticas de las corporaciones. Pero muy pocos estados han podido desarrollar debidamente en la práctica el concepto corporativo. Las situaciones sociales no se hacen en un día: van produciéndose con el tiempo las costumbres. Absurdo crear la representación funcional y corporativa en el Ecuador, en donde estamos en plena Edad media. La organización industrial es incipiente. Los seudoizquierdistas de la Asamblea de 1929 quisieron expedir la Constitución más avanzada del mundo:
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con el voto femenino y con el Senado funcional. Ambas innovaciones les resultaron absurdas. La primera, por el sectarismo: la segunda, porque en el Ecuador no hay clases organizadas con funciones propias. Según el artículo 33 de la Constitución. hay quince senadores de representación funcional: uno, de las universidades; uno, del profesorado secundario y especial; dos, del profesorado primario y normal: uno del periodismo, academias y sociedades científicas; dos, de la agricultura: dos, del comercio; uno, de la industria; dos, del obrerismo: dos, de los campesinos, y uno, de la institución militar. El resultado es que en el Senado todos hacen la misma política de cálculo y de ambiciones. Nadie se acuerda de representar los intereses de los pobres indios ni de los obreros, elogiados en los discursos y desdeñados en la práctica. Un país con tan poca población consciente, ha llegado a mandar al Senado cuatro representantes bolcheviques por la palabrería y la insolencia, aunque laboriosos para conquistar sus fortunas. Uno de ellos la ha elevado con ayuda de los bancos. Tanta es la insinceridad de las gentes!... Tal ha sido el resultado del famoso Senado funcional. Los profesores bolchevizantes enviaron una representación de palabreros de bolchevismo. Pudo la Constitución organizar los debates parlamentarios. Nada de esto hizo. Lo que interesaba era aparecer con instituciones novísimas. Al amparo de la Constitución de 1929, fueron eternos los debates legislativos: discursos, palabras, mociones, suspensiones, aplazamientos, ¿;y todo para qué?... La preocupación de lamayoría de los legisladores fue pactar con el Gobierno para sacarle ventajas particulares so pena de declararle oposición y derrocar a los ministros. Porque, y esto es lo más grave, la Constitución Política de 1929 estableció en el Ecuador la m ezcla más
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absurda del régimen presidencial con el párlamentarismo más exagerado. En ningún país del mundo ha habido jamás la clase de parlamentarismo establecido por la Constitución de 1929. Régimen presidencial fue el del Ecuador, porque el Presidente podía nombrar y remover libremente a los ministros de Estado y era el Jefe de la administración. Pero, se estableció la sanción política y parlamentaria contra los Ministros mediante dos votos: el de censura y el de desconfianza. El voto de censura impedía al ministro censurado desempeñar ninguna cartera durante dos años. El voto de desconfianza tenía por objeto hacer que el ministro o ministros cesen en sus funciones . Para dar un voto de censura era menester que el ministro sea oído. Para dar un voto de desconfianza no era menester oír al ministro. El ministro podía estar despachando en su Gabinete, y ya haber caído del ministerio. El voto de desconfianza establecido por la Constitución ecuatoriana de 1929 no ha existido en ningún parlamento del mundo. En las peores épocas del parlamentarismo de Chile, no se dio nunca voto de desconfianza a los ministros sin previa interpelación. Solo al utópico constituyente ecuatoriano se le ocurrió reunir en un solo sistema el régimen presidencial, por un aspecto, y el más exagerado e inaudito parlamentarismo, por otro aspecto. Incongruencias de la vanidad semiletradal. .. En el Congreso de 1933 aprovechamos de la institución del voto de desconfianza para derrocar el régimen del Presidente Juan de Dios Martínez Mera. Todos los ministerios que el señor Martínez Mera constituía. eran destruidos al día siguiente por el Congreso. La anomalía de la ley permitió realizar una revolución contra la farsa electoral. El s eñor Martínez Mera subió por obra del más espantoso, del más cínico fraude electoral. Para el noble fin de acabar
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para siempre con la esclavitud del pueblo ecuatoriano y de sentar las bases de una república democrática, el medio legal pudo ser utilizado. El político tiene derecho a emplear medios enérgicos para arrancar de cuajo lo putrefacto, lo corrompido. Las leyes son para los pueblos, y no los pueblos para las leyes. La salud de la especie humana, es suprema ley. En nación tan culta como Francia. Arístides Briand usó de esta doctrina. El anhelo popular, la vida de una nación son la norma, el precepto el ideal de un político, si sabe cumplir sus deberes de varón. Pero la estrafalaria institución de 1929, era una arma de dos filos. Podía usarse en bien del pueblo, con aplauso del pueblo como la usé yo en 1933. Y podía usarse contra los intereses del pueblo, contra el clamor del pueblo. en favor de oligarquías inmorales. como pretendió usarla contra mí el Congreso de 1934 y como anhelaban hacerlo los senadores de 1935. No llegaron los oligarcas del Congreso a dar votos de desconfianza a los ministros de mi Gobierno porque el furor y la amenaza de las multitudes se lo impidieron, y en algunas veces, porque, al contarse previamente para su conciliábulo, les faltaban uno o dos votos. Pero, sobre todo cuando el Congreso de 1934. la alarma era perpetua. Nadie podía trabajar. Para nada había reposo: porque todos los días se hablaba de dar un voto de desconfianza a los ministros. Me posesioné de la Presidencia de la República el primero de septiembre de 1934. Todavía no actuaba. Todavía no desarrollaba labor alguna. y eran ya diarias las amenazas contra los ministros. La espada del voto de desconfianza pendía constantemente sobre la cabeza del Gobierno y de sus colaboradores. Por fin el 8 de noviembre de 1934. grupos de ciudadanos irrumpieron en las tribunas del Congreso. perturbaron la continuación tranquila
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de los debates, y, a la salida de los legisladores, fueron éstos injuriados y atacados. Se le inculpó al Gobierno estas violencias. Y un Ministro de Estado, a quien le constaba la ninguna participación del Presidente en esos sucesos: un Ministro de Estado cuya labor se redujo a levantarse de nueve a diez de la mañana, a ir al Gabinete de diez a once y a concurrir sin falta al cine de las seis de la noche, tuvo la osadía de hacer inculpaciones tendenciosas en un documento público. El Ministro tuvo que separarse de su cargo. Pero quedó demostrado que los oligarcas habían resuelto definitivamente arrojar del poder a un Gobierno elevado por la voluntad nacional, en franca lucha electoral, y resuelto a gobernar con los capacitados y a hacer práctico el liberalismo, el genuino liberalismo, sin conceder prebendas a nadie. En un país como el Ecuador, después de tantos años de desmoralización política, imposible será un gobierno de purificación establecido legal y pacíficamente. García Moreno gobernó muchos años; porque venció al militarismo y a los oligarcas en los campos de batalla. Alfaro -que no hizo gobierno de purificación- gobernó muchos años, porque triunfó de las guerras civiles en los campos de batalla. Lo utópico, querer que dure en el Ecuador un gobierno honrado sobre una enorme cantidad de espadas pretenciosas y deshonestas y con un ambiente de concupiscencias utilitarias, de cinismo en los medios de oposición, de cálculos habilidosos. Solo una fuerza bien orientada puede limpiar un pueblo de la maldad habilid<?Samente establecida y ampliamente dispersada. Cuando fue atacado el Congreso del Ecuador por las multitudes de Quito, el 8 de noviembre de 1934, le envié un mensaje en el que se lee: "Los sucesos a que aludo -como todo suceso malo- pueden explicarse. La lucha contra el Gobierno ha tomado un carácter de agresividad muy aguda. La frecuente amenaza
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con los votos de desconfianza al Gabinete ha producido la nerviosidad de la muchedumbre que anhela una labor administrativa estable, seria y provechosa para la República, víctima de la más terrible crisis económica y moral". Más adelante se decía: "Constituye una calumnia dar culpabilidad al Gobierno en los sucesos del 8 de los corrientes. El Gobierno anhela que la democracia ecuatoriana constituya para el Continente un ejemplo de austeridad y eficiencia, de libertad y de justicia; y no puede menos de lamentar todo cuanto nos presente desconcertados, injustos y atrabiliarios. El Presidente de la República desconoció por completo la preparación de los acontecimientos del 8". Y se terminó el Mensaje así: "Ojalá la corrección, mesura y austeridad de los poderes del Estado, y el fervor patriótico de los ciudadanos permitan el esfuerzo reconstructor por el que clama la nación ecuatoriana". El pueblo ecuatoriano, en verdad, anhelaba un momento de total reconstrucción. Sufragio bárbaramente sincero, libertad de conciencia, libertad de enseñanza, libertad de trabajo, moralidad administrativa. Esto los anhelos generales. Sobre la base de estos anhelos, podía venir más tarde toda la labor socialista compatible con el desarrollo económico del país; porque, cuando no hay desarrollo económico, no hay que repartir a los obreros; y. cuando hay mentira y no hay conciencia, los discursos socialistas en el papel se quedan y los socializantes se aprovechan del colectivismo en su personal provecho con burla de las muchedumbres explotadas. La Constitución de 1929 fue el arma con que se decapitó al pueblo ecuatoriano. Caí yo y regresaron las pandillas, y la inmoralidad está cundiendo por todas partes. Se erigió la dictadura militar del 26 de septiembre de 1935, y lo primero que se hizo, aumentar los sueldos de los miembros del ejército. Es decir, corromper las conciencias. La corrupción no se reprime con ofrecer a los hijos de los obreros desayunos
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escolares. El hombre debe moverse por ideales. Cuando se mueve por el bienestar económico, jamás se satisface. Hoy se calla, porque el deseo está lleno. Mañana se grita, porque el deseo reaparece o porque ha nacido un deseo nuevo. Toda organización social supone moralidad social. Pero sigamos con la Constitución de 1929. Clausuradas las sesiones del Congreso, no terminaban los obstáculos y cadenas del Presidente de la República. Ahí estaba el Consejo de Estado: amenazador, incomprensivo, injusto, al acecho del momento conveniente para formar una mayoría tendenciosa y desautorizar al Ejecutivo. El artículo 117 de la Constitución autorizaba al Consejo de Estado para declarru;, por acción popular, es decir, a solicitud de quien quiera. la nulidad de los decretos o reglamentos que dictare el Poder Ejecutivo, en contravención a la Constitución y a las Leyes de la República. ¿Qué Gobierno era posible con semejante Constitución, con semejantes trabas? Que el Gobierno sea responsable ante el Congreso que debía reunirse fatalmente el 1O de agosto, se comprende, es de estricta democracia. Pero que unos pocos oligarcas del Consejo de Estado, so pretexto de que se ha contravenido una ley, puedan anular un decreto ejecutivo, es inaudito, es impedir toda administración. El Consejo de Estado no puede ser otra cosa que corporación de consejo administrativo. Los poderes del Estado, de acuerdo con la doctrina tradicional, consagrada en todas las cartas fundamentales del mundo, son tres: Legislativo, Ejecutivo y Judicial. ¿Cómo admitir que hasta el Consejo de Estado intervenga en la administración activa y pueda invalidar la actuación del Poder Ejecutivo? Cosas de la desorientada democracia ecuatoriana. Los mismos que me fastidiaban desde el Consejo de Estado, después del 26 de septiembre de 1935 no han recono-
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cido ley ni tolerado oposición alguna. Han desterrado, confinado, clausurado periódicos. Se dirá que lo han hecho como dictadores. Pero, debe ser la moral universal la norma de los Gobiernos y garantía de los ciudadanos. Si tanta fuerza han empleado, se debe deducir que lo exigía así el bienestar nacional. No había, pues, razón para gritar y hacer imposible la obra de un Gobierno que deseaba únicamente reprimir el desmán e impulsar el país. No diré nada de la manera como muchos jueces, llamados a dar ejemplo de austera imparcialidad, colaboraron en la oposición más injusta, sentando los principios de más radical deshonestidad administrativa. Aquello fue un infierno. Levantáronse las jaurías de intereses creados contra un pueblo al que se le llama fanático, pero que, al fin, paga impuestos y es el nervio de la Patria y la base del Gobierno. Que los legisladores del Ecuador, recuerden en adelante el siguiente principio sentado por el pedagogo colombiano Evangelista Quintana R.: "Todos los diversos cruzamientos se han hecho a base del indígena... Siguiendo la ley mendeliana de la herencia, el factor remisivo tiene que ser la minoría blanca, y el factor determinante la indígena. que es la mayoría, que es la sangre mantenida durante varias generaciones y transmitida en forma constante de abuelos a padres y de padres a hijos. Es la que al circular en las arterias del mestizo va perpetuando los glóbulos cobrizos de la raza aborigen". Y decir que la absurda Constitución política, dictada por la Asamblea Nacional Constituyente de 1928 a 1929 fue del tipo más rígido. El legislador libresco no solo es desacertado e incapaz de captar lo real sino también dogmático y pretencioso. Casi era imposible la reforma legal de la Constitución Política. Para reformarla había
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que romperla. Y esto motivó, en parte, la convocatoria del 20 de agosto de 1935 a Asamblea Constituyente. Este libro no será lealmente interpretado. No se procurará penetrar en su sentido profundo. Se me calumniará aislando proposiciones y dislocando páginas. No se completará el alcance de una página con lo que se dice en otras. Se va a declarar que he proclamado la bancarrota política del pueblo ecuatoriano. Nada de esto. Creo, al contrario, en la especial capacidad política del pueblo ecuatoriano. En el que no creo es en el mestizo desarraigado bruscamente, sin conciencia, y apoderado por arte mágica de todos los resortes administrativos. El artesano, el obrero, el mestizo que trabajan modestamente, que están arraigados a su clase y que suben gradualmente con su esfuerzo honrado, tienen el alma limpia y, por tanto, la intuición penetrante. Todas las razas intuyen lo racional y lo justo. Todas las razas sienten lo racional y lo justo. Es la maldad lo que impide intuir y sentir lo racional y lo justo. El pueblo ecuatoriano es uno de los más perspicaces que yo he conocido. La enseñanza obligatoria le ha hecho mucho bien. Sabe distinguir perfectamente la insinceridad de la sinceridad, la palabrería del liberalismo, la falsa profecía del socialismo honorable, la declamación vacía de la austera democracia. Por esto, por temor al pueblo, los llamados izquierdistas le niegan el derecho a elegir, el derecho al voto libre; porque saben que el pueblo elevaría a la gente honrada y dejaría en el suelo a los declamadores insustanciales. Da grima que gentes que se dicen liberales declaren la ineptitud de todo un pueblo por temor a las deliberaciones soberanas de este pueblo. Tiene el pueblo que dar examen de socialismo e izquierdismo tal como lo entienden ciertos .empleados del Ecuador, para poder, entonces, gozar del
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derecho de sufragio y de las otras libertades mcxlernas. Tiene que comprometerse a votar para presidente por determinada nulidad, y para legisladores por ciertos consabidos; tiene que comprometerse a aplaudir que a determinado tonto, energúmeno convencional, se le nombre para Mln1stro Plenipotenciario, y. luego, aprobado en este examen y previo juramento de fidelidad, se le concederá. como don gratuito, la facultad de sufragar, de enseñar, de pensar, de hablar. Supongamos -sin consentirl<r que el pueblo ecuatoriano sufra de cierto atraso. Los izquierdistas que, por esto, le niegan sus derechos y facultades políticas, deberían pensar en que ellos también sufren del mismo atraso; porque en una nación todos los factores guardan interdependencia. Pueblo atrasado supone dirigentes atrasados. Cuando hay dirigentes capacitados, el pueblo aprende de ellos. ¿Por qué la ignorancia de todo un país y la infalibilidad de ciertos jacobinos trasnochados? ¿Por qué la ineptitud de las multitudes para dirigirse a sí mismas y de dónde acá la omnisciencia de ciertos consabidos que se atribuyen a sí mismos el poder de dirigir a otros como el pastor dirige el rebaño? Creo que el pueblo ecuatoriano es capaz de gobernarse como lo es el de Colombia. y el de Chile, y el de la Argentina y el de Bolivia y el de cualquier nación civilizada. En todas partes hay distintos pareceres. Hay presidentes como el general Justo que hacen actos de piedad ante el mundo entero sin que por ésto la Argentina sea menos grande. Que la juventud labore por establecer una democra cia sincera en la República del Ecuador. Solo entonces se desenvolverá el país, se autoexpresará, se autorealizará Se habla mucho d e sociaHsmo y de reformas agrarias. Principiemos por devolver al país sus libertades; porque donde hay esclavos, no hay producción: y donde no hay producción no hay frutos que repartir ni
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salarios que aumentar. Revolución que conduce al hambre, no es la revolución, dijo Herriot. Ansío la reforma social y la integral justicia. Ansío que el individuo levante su condición en todo sentido, intelectual y moral, económico y estético. Pero, como lo dice Fernando de la Fuente, comparando con el bolchevismo la revolución mexicana: "Mal puede haber solidaridad entre las unidades sociales humanas, si a cada unidad que es por su propia naturaleza consciente y pensante, se le convierte en un borrego del rebaño o en el grano de basalto de una masa rocosa". Si los intelectuales ecuatorianos son sinceros, principien por respetar las libertades del pueblo ecuatoriano, principien por reconocer que el liberalismo no es tan solo una bandera, principien por reconocer que donde hay opresión real la prédica liberal es una infamia. Tienen miedo de un pueblo libre y para excusarse ante su conciencia y ante el mundo, pretenden que esclavizan al pueblo a fin de darle pan, a fin de darle bienestar material. Y en la práctica ni le dan libertad ni son capaces de darle pan y bienestar material; porque los asuntos sociales son complejos, son hondos, requieren verdaderos administradores, estadistas de conciencia. La falta de libertad nos matará: porque jamás habrá tranquilidad social: porque jamás habrá competencias políticas en un campo de cultura e inspiradas por humanidad. El partido derrotado acepte su derrota, forttfíquese en la derrota, acérquese al pueblo, haga el bien del pueblo, oriente a la nación y prepárese para recibir el triunfo. El partido del gobierno se gasta siempre. El partido de la oposición, si sabe hacerla con justicia, si sabe colaborar, si inventa, si sacude, se enriqüece siempre y triunfa siempre. Dejemos esa oposición a base de infantillsmos, de cinismos, de trampas, engañifas y mentiras. Que la opo-
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sición sea una creación de valores. una d1aria conquista de prestigio y de fama, una constante iluminación de las gentes que descubra el horizonte del triunfo. Esto es vida humana. Esto es cultura Pero calumniar, engañar todos los días, predicar la revuelta, corromper oficiales, no dejar un minuto el trabajo tranquilo. el anhelo cívico constructivo, es regresar al hombre-fiera; a la época de las cavernas. La paz pública debe ser resultado de la justicia desde el gobierno y de la dignidad humana, de la razón, desde el campo cívico. El odio, la aversión feroz nada crean: botan gobiernos, pero destrozan patrias. La oposición no debe ser odio. La oposición no debe consistir en arrastrar por el fango la primera magistratura. La oposición debe ser claridad. El frote de los cuerpos produce luz. El frote de los cerebros produce ideas. Hay que fiar en la idea. Hay que producir ideas. La intriga, la actuación tendenciosa no producen ideas.
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PENSADORES HISPANOAMERICANOS Y SUS DOCTRINAS • octrinas y voluntad.- Padecemos en América de la D enfermedad doctrinarista. Queremos que los hechos se adapten completamente a concepciones abstractas, originadas, a menudo, en otros medios y momentos. Así, por ejemplo, se ponderan en general los males del imperialismo internacional; se enuncian determinados remedios abstractos y se quiere que los estados hispanoamericanos se pres enten en franca rebeldía y con los puños cerrados contra Estados Unidos. No es ésta, actitud racional. Geográficamente hispanoamérica es vecina de Esta-
dos Unidos, no podemos ponerla en otra latitud espacial; por consiguiente, lo sensato es estudiar los medios prácticos para que esta vecindad se desarrolle dentro del equilibrio y pueda convertirse más y más en armonía. Tampoco es posible adoptar una actitud fatalista. Contemplar los hechos -o no contemplarlos-y dejarse vivir en actitud pasiva. Hay que ver los hechos para actuar en lo posible y facilitar la evolución. Desde estos dos puntos de vista· hemos de considerar el aporte internacional doctrinario de Bolívar. Fué un pensador inspirado en las realidades y fue una voluntad que actuó para dirigir dentro de lo posible las realidades. Manifiesto de Cartagena de 1812.- Es el primer documento hispanoamericano en que se hace un estudio Tomado del libro Derecho lnterno.c tono.l d el Futuro, Amcricalcc, Buenos Aires, 1943, pág. 177- 181.
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amplio y profundo de todas las condiciones militares y políticas, sociales y jurídicas de América hispana. Antes se enunciaron principios de coordinación americana. Pero no es lo mismo enunciar que estudiar y documentar. Hablando de la necesidad de que Nueva Granada ayude a libertar a Venezuela, dice Bolívar: «Coro (provincia venezolana) es a Caracas como Caracas es a la América entera. Poseyendo España el territorio de Venezuela podrá con facilidad sacarle hombres y minuciones de boca y guerra para que penetren hasta los últimos confines de la América meridional». Es la visión completa de la solidaridad orgánica de América.
Carta de Jamaica.- En este documento de 1815, en donde se prevé, por ejemplo, todo el porvenir democrático de Chile y el futuro desgraciado de otros países americanos, Bolívar expresa el deseo del estadista, la duda del hombre prudente, el ensueño del poeta. ~s una empresa grandiosa pretender formar de todo el mundo nuevo una sola nación con un ·solo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo. Ya que tienen un origen, una lengua, unas costumbres y una religión, deberían, por consiguiente, tener un gobierno que confederase los diferentes estados que hayan de formarse». Aquí la duda del desterrado: '<Mas no es posible, porque climas remotos, situaciones diversas, intereses opuestos, caracteres desemejantes, dividen a la Améric~. No cabe, pues, sostener que Bolívar tuvo puntos de vista inflexibles e inadecuados a las circunstancias. Y ahora el sueño para América y para el mundo: ~¡Qué bello sería que el istmo de Panamá fuese para nosotros lo que el de Corinto para los griegos! ¡Ojalá algún día tengamos la fortuna de instalar allí un augusto Congreso de los representantes de las repúblicas, reinos e imperios!..> Se expresan dos ideas, la confederación hispanoamericana y la posibilidad de un Congreso mundial de paz.
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En 1818, desde Angostura se dirige al gobierno de Buenos Aires para precisar m ás sus puntos de vista, acercándose a la acción. Y en 1821 resuelve enviar a don Joaquín Mosquera hacia el sur y a Miguel Santamaría a México para celebrar tratados de liga y confederación con las distintas repúblicas y comprometerlas para que a su debido tiempo interpongan sus oficios ante los demás países hispanoamericanos a fin de crear el cuerpo anflctlónlco o asamblea de plenipotenciarios. Y los tratados se celebran con el Perú, con Chile. con Colombia. Solo Rivadavia, en Argentina, se limita a un simple tratado de amistad que más tarde ocasionará fastidios a la Argentina en sus dificultades con el Brasil. En el pensamiento de Bolívar, las naciones americanas debían quedar en el ejercicio de su soberanía interna. y la Asamblea de Plenipotenciarios tenía por objeto tan solo dar impulso a los intereses comunes de los Estados americanos. dirimir las discordias, ser intérprete de los Tratados. dar consejo en los grandes conflictos. Estas son las instrucciones del ministro venezolano Gual. esto lo convenido en los tratados . No se puede, pues. sostener que el internacionalismo bolivariano haya pretendido destruir la soberanía de los países. Hasta la cláusula décima del tratado con México en que se garantizan los gobiernos legítimamente constituidos por la voluntad libre, pacífica y tranquila del pueblo, y que tanto alarmó a los políticos de entonces, fue una anticipación magnífica de lo que más tarde haría Chile al desconocer al gobierno imperial de México y de lo que mucho más tarde declararían las conferencias panainericanas al garantizar las instituciones democráticas contra las llamadas «quintacolumnas totalitariaS>>. Bolívar previó y América sospechó y se dividió. Congreso de Panamá de 1826 .- Va Bolívar a la acción continental. El 7 de diciembre de 1824. apenas llegado a Lima después de arduas campañas en el sur del.
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Perú, dirige la famosa circular a los gobiernos americanos: «Es tiempo ya de que los intereses y las relaciones que unen entre sí a las repúblicas americanas, antes colonias españolas, tengan una base fundamental que eternice, si es posible, la duración de estos gobierno~. Bolívar prevé los peligros para estas naciones pequeñas, si permanecen separadas, y anhela que pronto la Asamblea de Plenipotenciarios coordine los intereses comunes. América sigue sospechando y dividida. Se reúne el Congreso de Panamá el 22 de junio de 1826. Sin el gusto de Bolívar, se ha invitado a Inglaterra, Estados Unidos y Holanda: en cambio no asisten ni Chile, por sus disturbios internos, ni Argentina, a pesar de la resolución del Congreso, por la miopía del gobierno ejecutivo de entonces. Resultan acuerdos entre todo el mundo: pero no entre los principales interesados. El Congreso de Panamá se anticipa teóricamente en muchos puntos fundamentales al tratado de París de 1919: moratoria de la guerra. mediación obligatoria, cooperación bélica y defenstva, etc. pero en la práctica fracasa y Bolívar expresa su decepción con las siguientes palabras, del 4 de agosto de 1836, a Páez: «El Congreso de Panamá, institución que debiera ser admirable, si tuviera más eficacia, no es otra cosa que aquel loco griego que pretendía dirigir desde una roca los buques que navegabail». Bolívar no es el fundador del actual panamericanismo, en el que una potencia como los Estados Unidos discute en igualdad de condiciones con el Paraguay o con el Ecuador, o con Guatemala. Bolívar quiso un americanismo orgánico. Primero, acuerdo amplio y flexible entre las naciones americanas, antes colonias españolas: y luego una alianza estrecha para la defensa democrática y la cooperación comercial entre los Estados Unidos latinoamericanos y los Estados Unidos norteamericanos e Inglaterra. En 1825 vio Bolívar, con extraordinaria claridad,
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que las instituciones políticas y los intereses comerciales estaban llamados a vincular a Inglaterra y Estados Unidos con Sudamérica, y así lo escribió repetidamente a Santander. Allí está su carta del 11 de marzo de 1852: ahí la del 30 de mayo del mismo año: ahí la dirigida a Robert Wilson, desde Caracas, el 26 de mayo de 1827. El aporte doctrinario de Bolívar casi no fue estudiado: aun ahora se lo desfigura por obra del nacionalismo trasnochado. Pero los sucesos nos han llevado a sentir la realidad fundamental de este aporte y a proceder, según la previsión bolivariana, pero ya no en forma orgánica y vigorosa, sino a remolque de los sucesos.
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EL TEMA DE BOLIVAR DECAIDO•
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e repite que el triunfo de las pasiones que disolvieron a Colombia, la grande, fue resultado de la decadencia de Bolívar en sus últimos años, de 1826a1830. Unos nos hablan del General envejecido y achacoso; otros, de la pérdida de su brillo mental, poder intuitivo y riqueza de recursos: anecdotistas con más viveza de ingenio que austeridad de doctos, nos lo pintan debilitado por una etapa de placer y vida maliciosa. Se han dado conferencias describiendo la trayectoria bolivariana de progresiva y lúgubre decadencia y ruina. Creo lo contrario. Después de Ayacucho, principia para Bolívar su verdadera grandeza. Hasta entonces había vencido principalmente a los déspotas. Desde Ayacucho se vence principalmente a sí mismo. Hasta entonces había enseñado derecho público republicano en las tierras de Colombia. Desde Ayacucho principia a respetar religiosamente las normas de ese derecho público por él enseñado. Hasta entonces había escrito los primeros y más hondos tratados de sociología americana. Después de Ayacucho acuden a su pluma la frase p enetrante y la sentencia profunda. Ya no emplea largos razonamientos: su fuerza consiste, desde 1826, en el brillo fulgurante y rápido con que sus ideas disipan las tinieblas. Como se desprende de hechos indiscutibles, de 1826 a 1829 despliega el Libertador de América la misma actividad, el mismo poder de penetraTomado del libro Experiencias Jurídicas de Amértca, Buenos Airea, 1943, pág. 3 - 44
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ción y propaganda que en época anterior. Una cosa cambia: por efecto de la guerra, era antes su actividad omntcomprenslva. El día de la paz, hay un dique que pone obstáculos a su fuerza revolucionarla y creadora; el derecho, el respecto a las ideas y normas morales en que adoctrinó antes a los pueblos. Por esto, se quedó solo, Incomprendido: pero por esto es y será maestro de las generaciones americanas.
COLOMBIA CUANDO BOLIVAR SALE AL PERU La Constitución expedida en la Villa del Rosario de Cúcuta el 30 de agosto de 1821 consagró definitivamente el sueño de Bolívar: la creación de la Gran Colombia en forma repu bllcana, libre y democrática. No le gustó al Libertador la organización del gobierno. Hubiera deseado que se canalizasen mejor ciertas energías y ponderasen con más objetividad ciertos organismos. Cuando las campanas de la iglesia del Rosario de Cúcuta anunciaban la aprobación de la Carta fundamental, exclamó el Libertador: "Están doblando por Colombia". Pero, al fin, una grande obra se había consumado. La vida podía mejorarla. Ya el 18 de enero de 1820, Francisco Antonio Zea, ilustre sabio de Colombia, hizo el elogio justo de la creación bolivariana. Dijo: "Es glorioso pertenecer a un grande y poderoso pueblo. Prueba de cortas miras, dividirse en pequeñas y débiles repúblicas incapaces de seguir el movimiento del mundo. Colombia tiene un pie en el Atlántico y otro en el Pacífico, con metales, minas, puertos, ríos en todas direcciones. El Istmo es el gran mercado del universo. 3 .500.000 hombres y 100.000 leguas cuadradas". El Congreso de Cúcuta eligió a Bolívar para Presidente de la República con cincuenta votos sobre cincuenta y nueve y al General Santander para Vicepresidente con
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las dos terceras partes de los votos. Bolívar nombra a Pedro Gual para Secretario de Relaciones Exteriores; a José María del Castillo para la Cartera de Hacienda; a José M. Restrepo para Ministro del Interior y al Coronel Pedro Briceño Méndez para Guerra y Marina Colombia era libre; pero el Perú continuaba bajo el absolutismo español. América no podía ser libre si no lo era el Perú. El Libertador del Perú sería el Libertador de América. El Perú, que al principio rehuyó llamar a Bolívar y aceptar los auxilios que éste le ofreciera en n~ta del 9 de septiembre de 1822, desde Cuenca, (actitud que destroza la serie de novelas que a base de documentos falsificados circulan), envió ante el apremio de los acontecimientos, comisión tras comisión para solicitar del vencedor en Boyacá que lo fuese también en la sede del Virreinato, y capital del Imperio de los Incas. El Perú ha sido una aspiración de unidad para América. El inca quiso unificarla étnicamente; el Virreinato la unificó políticamente. La espada de Bolívar, vencedora en Junín y Ayacucho, lo hizo para la libertad. Bolívar sale de Guayaquil hacia el Callao el 7 de agosto de 1823. El 1O de septiembre el Congreso del Perú le confiere la suprema autoridad militar y le reconoce como Libertador. El 10 de febrero de 1824 le constituye dictador, pues sin poder enérgico, el caos de los sucesos amenazaba extinguir la llama, débil hasta entonces, de la emancipación peruana. Crea Bolívar el orden y la administración. El 6 de agosto triunfa en Junín. El 6 de diciembre de 1824 vence Sucre, su teniente, en la batalla de América. El 1O de febrero del siguiente año se reúne el Congreso peruano y Bolívar renuncia a la dictadura que, en realidad, no fue sino una campaña. El Congreso se obstina en que Bolívar mantuviese el poder supremo. Encarga el Libertador la administración de la República al Consejo de Gobierno y parte a consolidar la inde-
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pendencia del Alto Perú. Nace Bolivia. El 23 de enero de 1826 se rinde la última fortaleza española: el Callao. Era de esperarse que Colombia, ufana por la gratitud de los pueblos y gloriosa por tantos esfuerzos, pusiese las bases de una humanidad nueva: hombres realmente libres en cooperación generosa para aumentar en el mundo el bienestar y la cultura apoyados por espléndidos recursos materiales. Pero no fue así. El primer día de la paz inauguró el proceso de descomposición y de un siglo de guerras civiles o dictaduras sin humanidad.
EL FRACASO DE LA GRAN COLOMBIA Las causas de la descomposición de la Gran Colombia son complejas y las principales, éstas: Primero, el entusiasmo novelero y fanático por las últimas doctrinas de perfección política aparecidas en Europa. Carecieron los hombres de Colombia de una amplia doctrina profundamente americana. Lo que pudo ser espléndido para Inglaterra o para Francia tenía que ser de funestas consecuencias aplicado a un mundo social en formación, con una masa popular pobre e ignorante, con los complicados defectos de la herencia indohispánica, con una naturaleza inmensa en pleno señorío a causa de la nulidad técnica y la falta de comunicaciones e informaciones. En América no había hombres en número suficiente con la d ebida preparación para dominar cosas y orientar personas. El fanatismo religioso, las rutinas sociales no podían extinguirse con la simple enunciación de los mejores principios. Europa despierta el pensamiento americano; pero éste ha de imprimirs e h á bilme nte en la realidad concreta, r ecordando que el concepto eleva la cosa tan solo en la medida en que ésta nutre adecu a damente el concepto.
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Segundo, el personalismo y el localismo. No somos españoles, no somos indios: constituimos una raza nueva creada por una tierra original. por un ambiente único. Pero para el bien y para el mal sufrimos las influencias buenas y malas del español y del aborigen. Somos, pues, entre otras cosas, violentamente individualistas, taimadamente suspicaces. Triunfaba un general sobre una hueste española y se creía señor de América y suponía que toda la América era un reflejo de su propia situación, aunque el triunfo fuese local y transitorio. Casi todos los coroneles y generales se tenían por fundadores de la Patria y cada uno se concedía el derecho al mando supremo, a la Presidencia del Estado. Si no había represión, surgía el caos y el peligro del triunfo español. Contra el que reprimía, se levantaba el grito llamándole tirano. Bolívar en carta a Gual de 24 de mayo de 1821 decía: "Temo más la paz que la guerra: hombres que han combatido largo tiempo, que se creen muy beneméritos y que se consideran humillados y miserables, y sin esperanza de coger todo el fruto de las adquisiciones de su lucha". La independencia debía traer para los distintos caudillos americanos poder y dinero, honores y bienestar. Tercero, el legalismo. Ambiciosos de poder, buscaban adquirirlo o mantenerse en él por toda clase de medios. Pero, ya por alarde de progreso, ya para defender hábilmente propias situaciones, se hacía gala de fanático legalismo. La ley debía ser perfecta, abstractamente perfecta. Todo bien venía de la ley. Si los sucesos con su fatalidad incontrastable se revelaban contra leyes librescas, no faltaban interesados en mantener apariencias legislativas y en proclamar que la ley está sobre la historia y la geografía, sobre lo ético y lo económico, que los pueblos y la vida humana deben adquirir toda la maleabilidad que la utopía exija para su triunfo olímpico. Se pretendía que una realidad social en formación, en plena
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vitalidad de crecimiento, quedase restringida al molde postizo de un artificio legislativo. No existía sinceridad. Cuarto, a causa de la tendencia personalista y de la falta de una amplia doctrina americana, nacía el espíritu de sospecha. de rencor y de envidia. El espíritu de sospecha y de malevolencia estallaba en unos en forma de revolución caótica y violencia salvaje, y en otros en forma de propaganda insidiosa en la prensa y de argucia rabulesca. A quien hacía sombra era urgente o asesinarlo en forma brutal o eliminarlo enredándole en las redes legislativas. Quinto, la falta de espíritu de acción eficaz y de dotes prácticas de administración. El poder era buscado por el honor y el bienestar que proporciona y no por el servicio. No se tenía una visión amplia y un sentimiento flexiblemente humano para ir de región en región considerando los problemas y solucionando las dificultades de los pueblos. Faltaba simpatía, emoción, por la Patria grande y por las masas exigentes y abatidas. Sexto, poca delicadeza .con los fondos públicos. Se buscaba el enriquecimiento personal sin preocupación alguna por la ola corruptora que la avaricia de los Jefes desencadena en ciudadanos y poblaciones.
VICEPRESIDENCIA DE SANTANDER (1821-1828) Mientras Bolívar en el Perú ponía las bases de la independencia de toda la América española, Colombia se descomponía bajo la vicepresidencia del General Francisco de Paula Santander. Los factores de descomposición eran poderosos y fecundos: pero el gobierno de Bogotá no desplegó siempre las iniciativas y cualidades de penetración psicol~gica y oportunidad política para contrarrestar
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las fuerzas disolventes, que objetivamente eran, en verdad, terribles . El historiador Restrepo, Ministro del General Santander y, con frecuencia, severo con Bolívar, escribe: "Las leyes colombianas se oponían a las antiguas habitudes, usos, costumbres y preocupaciones, y en lo general eran inadaptables al país y a los pueblos que debían regir. Anunciar un nuevo Congreso en Colombia. era lo mismo que predecir un terremoto o un huracán. Componíanse entonces nuestros congresos, y por desgracia ha sucedido lo mismo después, aún con mayores excesos, de abogados y jóvenes cuyas cabezas estaban llenas de las teorías de los franceses y norteamericanos". "La supresión de las alcabalas", agrega Restrepo, "que decretara imprudentemente el Congreso de Cúcuta, de algunos derechos de exportación, de los tributos de los indios y de otros impuestos menores, dejó un gran vacío. Se quiso llenarlo estableciendo la contribución del diez por ciento de la renta neta de cada uno de los colombianos y de varias cuotas exigidas de los sueldos de los empleados. Hiciéronse cálculos demasiado alegres sobre los futuros ren~imientos de tal contribución, cálculos que salieron fallidos desde el fin del primer semestre". "La consecuencia fue", dice Restrepo, "que por doquiera se suscitó el más profundo descontento, elevándose un clamor general contra las leyes colombianas, que disgustaban a las clases influyentes de la sociedad". Fue un gran error psicológico establecer en la Colombia, recién salida de manos del fanatismo español, la enseñanza oficial de las doctrinas de Bentham. En cualquier tiempo las doctrinas del insigne jurisconsulto inglés deben ser explicadas con exactitud y cuidado a la juventud a fin de extraer de ellas el alma saludable sin cortar el vuelo desinteresado del ideal ético. Pero enseñar Bentham
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en nuestras sociedades conventuales de hace ciento veinte años era producir una muy explicable indignación en el clero y en las familias. Los fondos del famoso empréstito de diez millones contratados en 1821 y de veinte millones contratados en 1824 fueron objeto del más crlmlnal despilfarro, y esto indignó profundamente a los pueblos que tenían ansias de ayuda administrativa para su agricultura e industria. Sobre todo los pueblos del Ecuador y los de Venezuela, alejados del centro gubernativo principal y de la influencia de las autoridades superiores, se irritaban cada día con mayor vehemencia contra las leyes inadecuadas y el desorden fiscal. Se llegó a acusar gravíslmamente al mismo Vicepresidente de la República. El General Posada Gutiérrez, historiador colombiano, que venera al General Santander y que en más de una ocasión es injusto con Bolívar, dice: "No, no hubo peculado: lo repito, no hubo estafa, no hubo robo a lo menos de parte del alto gobierno; pero sí imprevisiones, despilfarros, desaciertos". Trescientos mil pesos del empréstito se destinaron para fomentar la agricultura de Venezuela. "Mala la hubieron", dice Gil Fortoul. Quien crea exagerado el cuadro del lamentable y profundo desorden administrativo de Colombia de 1823 a 1826, no tiene sino que leer atentamente las cartas escritas por el General Santander a Bolívar en 1826. Al principio el Vice presiden te trató de ocultar al Libertador los angustiosos problemas que ahogaban a Colombia. El 21 de mayo de 1826 le dice: "Todos los negocios y ramos de Colombia van, como se dice, de perlas, menos la hacienda nacional. El comercio está viciado en hacer importaciones y exportaciones clandestinas; los empleados, en general, son partícipes en el fraude y la ganancia; los géneros estancados como sal y tabaco se venden furtivamente contra las leyes: los agricultores procuran disminuir el valor de sus propiedades para pagar la menor contribu-
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ción posible. El año pasado han producido las rentas siete millones de pesos y hemos gastado once millones". Unos se preguntan, después de leer lo anterior: pero, ¿no era posible desplegar actividad administrativa para reprimir los desórdenes que se enumeran? ¿no habría esto despertado el civismo y la esperanza de los pueblos? El 19 de julio de 1826 el General Santander se ve en el caso de revelar a Bolívar la inmensidad del mal: "Los pueblos", le dice, "no pagan las contribuciones. los recaudadores no las cobran, los comerciantes defraudan las aduanas; los empleados se dice, que tienen parte en el fraude, los géneros estancados, como la sal, tabaco, se venden clandestinamente, no hay alcabalas, no hay tributos, no hay nada productivo". Con la misma fecha describe el General Santander el estado moral y político de Colombia. Estas son sus palabras: "Los paisanos miran con ceño a los militares; los militares desprecian a los paisanos y hasta los ultrajan; los preocupados hacen la guerra a los liberales; éstos son intolerantes con los fanáticos; los masones siembran la desconfianza y la desunión: contra ellos pronuncia el pueblo ignorante y los enemigos interiores". "Agregue usted", continúa Santander, "los pardócratas, los godos. los extranjeros. y los de esta y la otra provincia y mil elementos más de discordia, y hallará usted que es menester un Dios para gobernar a gusto y contento general y restablecer la concordia que ha destruido el imprudente e indiscreto uso de la libertad de imprenta". Y termina: "Quizás yo habré contribuido en mucha parte a todos estos males; pero me atrevo a probar que he puesto de mi parte cuanto he podido para ser inocente e impedir nuestro presente estado".
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Por desgracia, no siempre obró con prudencia el General Santander. Y. si como él lo dice, Colombia se arruinaba en rivalidades, había también una terrible rivalidad entre Santander y Páez, Santander y otros jefes de Venezuela. En una carta del año 1826. le escribe Santander a Bolívar: "Repito aquí lo que verbalmente le dije un día en su quinta, que yo no tenía el prestigio de haber sido libertador de ningún país ni el de haber ganado mandando en jefe una batalla importante". El General Páez era el hombre de la naturaleza, centauro invencible, terror de los ejércitos españoles: nadie podía resistirle a la cabeza de sus llaneros indomables: fue nombrado Comandante general de Venezuela. El General Santander era hombre más bien de bufete, hábil en el manejo de las leyes, gustaba del poder y del dinero, y resistía las arremetidas de los generales arrogantes y victoriosos detrás del parapeto de las disposiciones legislativas. El gobierno de Santander nombró para Jefe civil y militar en los departamentos de Venezuela. Orinoco y Zulla al General de división Carlos Soublette. Esto, según el historiador Restrepo, disgustó a los republicanos y al General Páez, porque se le sujetaba como Comandante general de Venezuela a un jefe de menor graduación. He aquí, agrega Restrepo, un principio de disputas. El Coronel Leonardo Infante, venezolano, con quien años antes tuvo disgustos Santander, fue acusado a fmes de 1824 del asesinato de un oficial, Francisco Perdomo. en Bogotá. No se le demostró debidamente la culpabilidad al Coronel Infante ni en la sentencia se guardaron los requisitos legales para la fuerza ejecutoria. sin embargo Infante fue ejecutado el 25 de marzo de 1825. Hasta el último momento protestó que era inocente. Después de la ejecución, el General Santander se presentó a caballo y
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arengó a las tropas delante del cadáver. Se adoptaban medidas de esta especie con el pretexto de reprimir a la soldadesca. Miguel Peña, venezolano también, hombre de talento y malos manejos, miembro de la Alta Corte, se negó a firmar la sentencia ilegal contra Infante. Fue acusado por la Cámara de Representantes ante el Senado y quedó privado de su función. Las rivalidades e imprudencias iban en progreso. Toma el General Páez las medidas compulsivas de siempre para poner en ejecución órdenes de Bogotá relativas a la organización de las milicias, y sus enemigos de Venezuela le atacan, y la Cámara de representantes le acusa ante el Senado y el Senado acepta la acusación: los principales acusadores del Jefe venezolano son los amigos del Vicepresidente en quienes éste influía eficazmente. Por un lado el General Santander aparece censurando la política del Congreso contra Páez: por otra sus amigos fomentan la acusación, y por fin . para complicarlo todo, el Vicepresidente designa al General Escalona, enemigo personal de Páez y uno de sus censores para sucederlo en la comandancia general. A Santos Michelena, otro de los enemigos de Páez y atizador de la acusación, se le nombra para Cónsul general. El océano de desorden y rivalidades no necesitó más para reventar enfurecido. El 30 de abril de 1826 se produjo la insurrección de Valencia. Caracas se adhiere el 5 de mayo. El 11 de mayo la Municipalidad de Valencia resolvió investir a Páez de toda la autoridad necesaria para mantener el orden y la tranquilidad pública reconociéndole como Jefe civil y militar de Venezuela, llamar al Libertador que se encontraba en el Perú y acelerar la época prevenida por la Constitución de Cúcuta para su reforma.
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Caracas volvió a adherirse el 16 de mayo a las resoluciones de Valencia. A poco la mitad de la actual República de Venezuela quedaba por la revolución y Colombia principiaba a deshacerse. La opinión popular procede por instintos, por simpatías y aversiones simplistas. No se analizaron las causas del malestar de la República. Los pueblos atribuyeron a la Constitución excesivamente centralizada su malestar moral, administrativo y económico y lanzaron la idea de que la Constitución fuese reformada, a pesar de que por el artículo 191 no podía efectuarse la reforma sino después de diez años. A la vida en desarrollo se la encerraba en un marco rígido y se prohibía utópicamente modificar el marco antes de diez años. El malestar fue tan profundo que en distintos lugares de Colombia estalló en la misma forma que en Valencia y Caracas: principalmente se acogió la insurrección en las provincias alejadas del centro del gobierno donde la desorganización era más intensa. El 6 de julio, la Municipalidad de Guayaquil expresó el deseo de que el Libertador remedie los males de unos pueblos cuyas garantías estaban en sus manos y se pronuncia por la reforma de la Constitución. La Municipalidad de Quito habla también de la situación peligrosa del país, amenazado por enemigos exteriores y discusiones domésticas: pide reformas legales: se pronuncia contra las contribuciones directas y a favor del antiguo sistema fiscal español, y manifiesta su sometimiento al Libertador, "el hombre de su corazón". En Cuenca el 30 de julio se execra la Constitución. En Nueva Granada, Cartagena resuelve que el Libertador Presidente es un centro común a cuyo alrededor puede la opinión uniformarse y le suplica que vuele a encargarse de los destinos de la Patria y deposita en sus manos toda la autoridad necesaria para salvarla. Cartagena habla de "la desconfianza general que inspira la falta de sistema de la
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actual administración" y de la "pérdida de la fuerza moral en el gobierno". Santa María el 10 de octubre llama a Bolívar su primer conductor; libra en él la más ilimitada confianza para que restituya la República al esplendor y crédito a que se había elevado: pide también que se reúna una gran convención para la reforma de la Carta fundamental. Panamá el 14 de octubre declara que el departamento del Istmo se entrega en manos de Su Excelencia el Libertador y que le concede facultades dictatoriales para que sobre la base eterna de la soberanía del pueblo haga cumplir la voluntad de su mayoría: Su Excelencia reunirá la gran convención nacional cuando lo crea conveniente sin atenerse a lo prescrito por la Constitución de Cúcuta. He aquí el pronunciamiento de los pueblos: reformas y Bolívar: reforma de la Constitución y Bolívar. Es preciso considerar ahora lo que de Bolívar exigieron los teorizantes encargados del gobierno, a quienes favorecía la continuación del estado legal, y lo que Bolívar hizo considerando el mal en su hondura, en sus profundos elementos sociales y en sus amenazas para el futuro.
¿POR QUE PERMANECIO BOLIVAR EN EL PERU? Los anecdotistas insisten en que a Bolívar le retuvieron en Lima la vanidad y los placeres. Y tanta propaganda se ha hecho en este sentido que hasta historiadores competentes creen que Bolívar fue ofuscado por las adulaciones que en el Perú recibiera. Bolívar no fue hombre de placeres. Fue hombre de sacrificio, trabajo y movimiento afanoso. Bebió los placeres al pasar, sin detenerse en ellos, sin darles importancia sustantiva.
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Se quedó en el Perú, después de Ayacucho, porque la estabilidad y la consolidación de la independencia del Perú eran exigencias absolutas de la América y de los mismos republicanos del Perú. El Perú no tuvo ejército propio de patriotas hasta después de la batalla de Ayacucho. El virrey se sostuvo con los soldados peruanos. Las rivalidades entre autoridades peruanas las habían conducido a la traición antes de la fuerte administración de Bolívar. Grandes peruanos como Unanue, Carrión, Vidaurre, Pando, Alvarez, Larrea, Salazar, algunos de los cuales serán más tarde terribles enemigos de Bolívar, clamaron por su permanencia en el Perú. Y el general Santander le escribió al Libertador lo siguiente: "Temblábamos todos los patriotas por la suerte del Perú, si usted lo abandonaba inmediatamente. Su resolución de permanecer ahí, nos quita un gran cuidado. La causa de América perdería infinito manteniéndose el Perú en agitación". En comunicación al Presidente del Congreso del Perú el 18 de febrero de 1825. le decía Bolívar: "Un terror pánico a la anarquía domina todavía el ánimo de los peruanos. Para calmar este doloroso sentimiento, me he creído obligado a ofrecer mi permanencia aquí, hasta la reunión del próximo Congreso en el año de veintiséis siempre que los representantes de la soberanía nacional de Colombia me permitan esta ausencia". El Perú, por su parte. mandó una Comisión especial a solicitar de Colombia permiso para que Bolívar se quedase en el Perú el tiempo necesario para la consolidación interna y externa de este país.
BOLIVAR CIRCUNSTANCIALMENTE NECESARIO EN AMERICA Indispensable en el Perú, era Bolívar a bs olutamente necesario en Colombia. Uno de los hombres más honora-
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bles de este último país, don Joaquín Mosquera, Senador y más tarde Presidente de la República, escribió a Bolívar en mayo de 1825: "No puedo menos de decir a V.E. que hace una falta inmensa en Colombia: que todos desean ver a V.E. en esta República, y, me duele decirlo, a proporción que el Perú ha avanzado en virtud bajo los auspicios de V.E. en Colombia observo que estos infaustos millones del emprésito, empiezan a producir una codicia corruptiva... el fraude corrompe todos los canales, el desorden aumenta la miseria del Estado, y ¿no vendrá V.E. a buscar el mérito oculto y a dictar reformas esenciales y ordenanzas severas?". El General Santander el 9 de junio de 1826 le dice: "Mi consuelo, el de los buenos patriotas, el de todo el pueblo es solo usted. Usted es el que nos puede sacar de las presentes críticas circunstancias, y s alvar a su querida hija de la anarquía o de la guerra civil". El 8 de octubre el mismo general dice a Bolívar: "Es infinito el poder moral de usted en Venezuela y Apure ... una palabra de usted mismo, una orqen es capaz de cambiarlo todo en favor de las leyes fundamentales". Y su hermana María Antonia, desde Caracas le escribe el 30 de octubre de 1'825: "Celebro infinito que vengas aquí con tropas como me dices. Esto está muy necesitado de tu presencia. Hay mil picardías y partidos: pero en el momento que te presentes desaparece todo. Esto está tan perdido que te vas a asombrar cuando s epas y palpes el estado de este infeliz país".
LO QUE LOS UNOS LE EXIGIAN Páez y la mayor parte de los jefes vencedores y orgullosos, y muchos otros que veían el ávance de la disolución de Colombia, esperaban todo de un Bolívar omnipotente y coronado, lleno de prestigio indiscutible y
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árbitro de la situación. A Páez le movía la aversión a los legistas que receleban de él. A muchos de los otros, un sincero deseo de que se conservase la gran república y se venciesen las amenazas internas y las externas provenientes de España. que se proponía reconquLstar sus antiguas colonias, y de la Santa Alianza que no admitía la emancipación de los pueblos. Aparece aquí el proyecto de coronar a Bolívar y tiene el Libertador ante sí la más terrible e insidiosa de las tentaciones. Al vencedor en Ayacucho, al hombre más fuerte de la América del Sur, le piden que se corone los más poderosos militares de la América del Sur con asentimiento de las monarquías europeas. El lro. de octubre de 1825, desde Caracas, le escribe Páez a Bolívar: "La situación de este país es muy semejante a la de Francia cuando Napoleón el grande se encontraba en Egipto y fue llamado por aquellos primeros hombres de la Revolución convencidos de que un gobierno que había caído en las manos de la m á s vil canalla no era el que podía salvar aquella nación, y usted está en el caso de decir lo que aquel hombre célebre entonces: Los intrigantes van a perder la Patria. vamos a salvarla". El General Mariño, uno de los más bravos soldados de la independencia. escribe también a Bolívar en ese año de 1825: "Invito a usted a que salve la Patria. y le ruego que para este fin glorioso cuente u sted con la amistad de su antiguo compañero y amigo". En el mismo sentido se dirigen al Libertador, Flores, comandante general del Ecuador el 7 de julio de 1826: Tomás Cipriano de Mosquera, intendente de Guayaquil el 15 de agosto de 1826: el general Valdés, comandante general de Guayaquil el 8 de julio d e 1826. Y ya h emos visto en documentos auténticos cómo los pueblos se entregaban a Bolívar, llenos de fe en s u capacidad de organización y en su amor al bien público. La municipalidad de Guayaquil, el 28 de agosto de
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1826, habló de la divergencia universal y de la falta de un partido nacional: de los peligros del lado de España y confirió facultades dictoriales al Libertador. La municipalidad de Quito el 6 de septiembre. invistió a Bolívar de la dictadura para que dispusiese lo que condujese al bien de la Patria. Estos pronunciamientos de las municipalidades estaban al margen de toda ley y de todo trámite racional, sin duda; pero revelan la voluntad íntima de los pueblos. Al Libertador le ofrecían el poder absoluto o la corona, los pueblos y los más poderosos soldados de Colombia. La virtud de Bolívar iba a ponerse a prueba. Hay quienes pretenden que el correctivo contra la tentación de Bolívar, fue el espíritu republicano a todo trance del general Santander. No guarda armonía esta opinión con los documentos de la época. El general Santander en repetidas ocasiones manifestó sus deseos de un gobierno fuerte y su voluntad de servir lealmente a Bolívar aunque éste se coronase. El Vicepresidente lucía especial respeto a las leyes cuando podía blandirlas como armas contra los militares vencedores rivales suyos. El 21 de agosto de 1826, escribe Santander a Bolívar: "El origen de nuestros males está. a mi entender, en que desde la Constitución has ta el último reglamento han sido demasiado liberales para un pueblo sin virtudes y viciado por el régimen español donde hay tantos elementos de discordia y tantos hombres que se creen superiores a usted mismo". Y en noviembre 5 del mismo año: "No tengo embargo en decir públicamente que solo a usted serviría como dictador, monarca, etc., de resto a nadie, porque parto del principio de que usted respeta las leyes y los derechos del hombre, lo que obligó sin duda a Mollien a decir que su dictadura nunca había sido una desgracia". Podrían citarse otros documentos análogos.
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LO QUE LOS OTROS LE PEDIAN El Vicepresidente y sus amigos estaban principalmente irritados contra Páez y las municipalidades sediciosas que habían hecho graves acusaciones de desórdenes económicos y administrativos al gobierno central. Páez y los revolucionarios deseaban que se reformase la Constltu ción de 1821 antes del tiempo fijado por la misma Constitución para su reforma. El Vicepresidente y sus amigos querían que este deseo fuese desautorizado a pesar del grave e inminente peligro de desoír un clamor tan arriesgado y apasionadamente proclamado. Bolívar no tenía simpatía por la Constitución en 1821; pero aunque hubiese creído en ella, si se presentaba como su defensor acérrimo, los pueblos en su vehemencia reformadora habrán perdido la fe en el Libertador. Esto no lo comprende el distiguido historiador de Colombia, general Posada Gutiérrez, al escribir que la causa de todos los males posteriores a 1826, fue la actitud de Bolívar favorable a las reformas legislativas. Conmovido el orden legal, quedó todo perdido: es la opinión del general Posada Gutiérrez. No parece. sin embargo, evidente, que una ley precipitada tenga derecho a impedir el desarrollo de una vida que principia a manifestarse ni menos a proclamarse a si misma irreformable por un plazo abstractamente concebido. Se pedía. pues, que Bolívar sometiese a Páez, castigase a los insurrectos y mantuviese la Constitución inviolable hasta 1831, plazo previsto para su reforma legal.
LO QUE BOLIVAR CONTESTO A LOS UNOS El Libertador tuvo como cualidad motriz el orgullo de la altura moral. Hay muchos que encuentran en Bolívar una dualidad interior: de un lado, ambición de poder como todos los grandes dominadores; de otro, deseo de
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gloria que corregía la ambición de poder. El Libertador, como todos los hombres, tuvo pasiones y sentimientos diversos; en momentos sus pasiones y sentimientos se desbordaban: Bolívar era hombre. Pero. su excepcional grandeza moral está en que sus pasiones y sentimientos eran regulados por el orgullo de la altura moral. Esta cualidad inspiradora y motriz explica a Bolívar y pone orden y jararquía en sus aspiraciones y anhelos. Genio por su visión mental: grande por su orgullo de la altura moral: así fue Bolívar. Libertó a América, comprendió la grandeza de la libertad. Bolívar no la traicionará por una corona que hoy es y mañana no aparece, ni por una concupiscencia que satisface la sensualidad presente, pero empobrece la espiritualidad de siempre. En Bolívar hay unidad, orientación firme. Las dudas quedaron aclaradas en las distintas crisis psicológicas, por el orgullo de la altura moral. Escribe a Santander desde el Perú el 21 de febrero de 1826: "Que yo sea Libertador o muerto es el consejo de mi hermana. Este será el que yo seguiré aún cuando supiera que por seguirlo pereciera todo el género humano". Y hablando del plan monárquico: "Este plan me ofende más que todas las injurias de mis enemigos, pues él me supone de una anlbición vulgar y de un alma infame capaz de igualarse a la de Iturbide y esos otros miserables usurpadores. Según esos señores. nadie puede ser grande sino a la manera de Alejandro. César y Napoléon. Yo quiero superarlos a todos en desprendimiento, ya que no puedo igualarlos en hazañas. Mi ejemplo puede servir de algo a mi Patria misma. pues la moderación del primer Jefe cundirá entre los últimos y mi vida será su regla". Y a Páez. le escribe el 6 de marzo contestando a la carta del lro. de octubre de 1825: "Yo no soy Napoleón ni quiero serlo; tampoco quiero imitar a César: menos a Iturbide. Tales ejemplos m e parecen indignos de mi gloria. El título
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de Libertador es superior a todos los que ha recibido el orgullo humano. Por tanto, es imposible degradarme. Por otra parte, nuestra población no es de franceses en nada. nada. La República ha levantado el país a la gloria y a la prosperidad. dando leyes y libertad. Un trono espantaría tanto por su altura como por su brillo. La igualdad sería rota y los colores verían perdidos todos sus derechos por una nueva aristocracia". Al mismo Páez le escribe el 8 de agosto: "Se me ha escrito que muchos pensadores desean un príncipe con una Constitución federal. Pero, ¿dónde está el príncipe? ¿;y qué división política producirá armonía? Todo esto es ideal y absurdo". Al General Santander el 19 de septiembre de 1826, le expresa: ''Yo espero que usted se acordará de mis principios y de mis palabras cuando usted brindó porque yo despotizara a Colombia más bien que otro. si alguno la hubiera de despotizar. Por consiguiente me admira que usted me hable como de una cosa cuestionable para mí. Libertador o muerto. es mi divisa antigua. Libertador es más que todo: y, por lo mismo, yo no me degradaré hasta un trono". Sería interminable citar todos los documentos, brillantes y profundos, en que Bolívar rechaza para sí la corona por fidelidad a su carácter de Libertador y para América la monarquía por ser este régimen inadecuado a las condiciones morales, políticas y sociales de un Continente en que la audacia, el esfuerzo común y la falta de tradiciones nobiliarias han igualado a todos los hombres sin consentir otra preeminencia que la de la virtud y del talento en cuanto sirven estas cualidades al desarrollo de la humanidad. En 1829 desautorizó gestiones monárquicas de sus propios ministros. El historiador Restrepo. que no figura entre los fervorosos partidarios de Bolívar, Ministro del General Santander, declara: "Respecto de monarquía, nunca el Libertador pensó en erigirla, y los que en Venezuela y en otros
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puntos de América han dicho lo contrario, le han calumniado atrozmente". Escribe muy bien otro colombiano, don Jorge Ricardo Vejarano, a propósito de las miserables sospechas contra los deseos internos de Bolívar por la corona: "Se habría coronado (éstas son suposiciones), pero sus declaraciones públicas de principios d emocráticos (éstos son hechos) le impidieron coronarse (hecho también). ¿Cómo hará un hombre para comprobar su sinceridad sino ajustar sus palabras a sus actos?".
ACTITUD RESPECTO DE COLOMBIA Y DE TODOS Al principio, el General Santander no manifestó al Libertador toda la gravedad de los sucesos de Valencia y de Caracas. El 6 de junio de 1826 le escribe: "Yo en caso apurado diré que debe abandonar el Sud y volar a salvar a Colombia de la guerra civil". Ya antes en carta del 6 de marzo de 1826, el Vicepresidente había manifestado su deseo de que Bolívar continuase en el Perú: "Yo avisaré a usted volando cuando crea necesario y precisa la persona de usted aquí, porque tengamos nueva invasión". Bolívar escribió al General Pedro Briceño Méndez el 8 de agosto desde Lima: "Yo tengo todo listo y empaquetado para marchar y lo habría hecho ya, si me hu hieran llamado de Colombia: pero el General Santander, lejos de decirme nada malo de allá, me ha pintado siempre la situación interna de la República en el estado más brillante. El General Santander dice que si fuera urgente, me llamará". Pero los sucesos apremiaban, el descontento de los pueblos cundía, la guerra civil podía estallar de un momento a otro, y Santander el 9 de junio de 1826 dice a Bolívar: ''V.E. como Presidente de esta República, como su Libertador, como el padre de la Patria, como el soldado de
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la libertad, como el súbdito de la Constitución y de las leyes, tome el partido que crea más conveniente a nuestra salud y a la causa de América. Colombia ha nacido, porque V.E. la concibió, se ha -educado bajo la dirección de V.E. y debía robustecerse bajo el suave influjo de la Constitución y de V.E. misma. J-Ioy está atacada en su infancia, con grave peligro de perecer. Y V.E. es el único que debe salvarla". LLega Bolívar a Guayaquil el 12 de septiembre de 1826. Ordena que continúe el orden legal sin admJUr las actas en que se le había conferido autoridad omnímoda. LLega a Quito el 28 de septiembre. Estudia los problemas administrativos: hacienda, agricultura, manufacturas. Sale de Quito el 5 de octubre: llega a Bogotá el 19 de noviembre. Por dondequiera ordena y mejora. Toma medidas urgentes, porque la exacerbación de los ánimos y la vida real del país las requerían. Las leyes. son para la vida. En Bogotá continúa su obra de reorganización y de apa<:iguamiento. y el 25 de noviembre parte para Caracas. Santander el 3 de diciembre de 1826 escribe desde Bogotá al Mariscal Santa Cruz, Presidente del Consejo de Gobierno del Perú: "Todos los pueblos, todas las corporaciones, todos los ciudadanos han competido en demostraciones de amor y gratitud hacia el General Bolívar: yo creo que el Libertador no tiene la menor duda de que los colombianos le amen como El es digno de ser amado. Pero nuestro júbilo terminó el 25 del mes pasado en que partió para Caracas a arreglar aquel país que tanto necesita de su presencia". Estas afirmaciones del General Santander refutan a toqos los que sin considerar otra cosa que teorías generales censuran la obra administrativa de rápida ejecución y apaciguamento de los espíritus consumada por Bolívar desde Guayaquil hasta Venezuela.
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Se acerca el momento en que Bolívar con las fuerzas leales a su autoridad va a enfrentarse con el insurrecto Páez. héroe de los llanos, el más terribl~ de los generales de Venezuela, rodeado de la temerosa admiración de pueblos y de ejércitos. La lucha armada con el general Páez habría podido producir la ruina definitiva de Colombia; "guerra civil que con el tiempo sería la de odio entre Roma y Cartago", según palabras de Santander. El mismo Vicepresidente expresaba así sus temores el 8 de octubre: "Hay que temer que despechado Páez tome uno de dos partidos a cual más cruel e indigno: o ligarse con los pardos a tomar parte con los godos. Se dice que le han ofrecido (alude a los españoles) de la isla de Cuba a dicho General hacerlo Jefe absoluto de Venezuela durante su vida, si se somete a España". Bolívar está resuelto a dominar la situación de cualquier modo; pero, como es lógico, principia por hacer uso de su autoridad personal y de su irradiación psicológica. Desde Maracaibo, el 16 de diciembre de 1826, dice a los venezolanos: "Ya se ha manchado la gloria de vuestros bravos con el crimen del fratricidio. ¿Era ésta la corona debida a vuestra obra de virtud y valor? No. Alzad vuestras armas parricidas: no matéis a la Patria. Este mismo año seréis consultados para que digáis cuándo, dónde y en qué términos queréis celebrar la gran convención nacional. Allí el pueblo ejercerá libremente su omnipotencia, allí d ecretará las leyes fundamentales. Tan solo él conoce su bien y es dueño de su suerte; pero no un poderoso, ni un partido ni una fracción. Nadie, sino la mayoría, es soberana. Es un tirano el que se pone en lugar d el pueblo: y su potesta d, usurpación". Lenguaje alto, lección elocuente, valeroso golpe contra Páez. Desde coro le escribe a Páez, que se prepara a recibir a Bolívar como a simple ciudadano, sin autoridad legal: Yo.
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tiemblo descender desde la altura a que la fortuna de m1 Patria ha colocado m1 gloria. Jamás be querido el mando. En el día me abruma y aún me desespera. Yo be venido desde el Perú para evitar a usted el delito de una guerra civil; he venido porque Caracas y Venezuela no volvieran a marcharse con la sangre más preciosa. ¿Y ahora me quiere usted como simple ciudadano sin autoridad legal? No puede ser. Este título me honraría millones de veces recibiéndolo por fruto de mi desprendimiento. No hay más autoridad legítima en Venezuela sino la mía, se entien de autoridad suprema. Quiero desengañarme: deseo saber si usted me obedece o nó, y si mi Patria me reconoce por su jefe". En el momento supremo, frente a frente el genio vigoroso, de un lado y la fuerza arrolladora de otro, ésta se rindió ante aquél y Páez y Bolívar se estrecharon en cordial abrazo, simbolizando el alma de América y la naturaleza americana que en estrecho complemento debieron crear el nuevo campo para la humanida d nueva: más Ubre, más justa, más poderosa Colombia parecía salvada. Bolívar llama a Páez: "el salvador de la Patria": le regala la espada que le fuera obsequiada por el Perú. Bolívar era hombre sens ible, emotivo: la rendición de Páez, en verdad, salvó a la Patria de una guerra civil sangrienta y desastrosa. "Uno de los primeros cuidados del Libertador", dice el historiador Restrepo, "luego que fue reconocida su autoridad en Venezuela, se dirigió a examinar el estado de administración de las rentas públicas. Hallólas en una situación lamentable, pues no existían cantidades algunas en las arcas, las tropas y los empleados perecían de hambre". ·
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El General Santander y sus amigos se irritaron terriblemente por la actitud de Bolívar con Páez. Hubieran deseado el castigo o a lo menos la completa desautorización de este Jefe. Bolívar pensaba de otro modo. En el terrible mal de la guerra civil habían tenido culpa todos. El caos administrativo y las corruptelas económicas eran imputables a todos. Bolívar se constituyó en centro de cohesión, y de rectificación total y de reforma urgente. Esta conducta le causó el odio frenético de la pasión política siempre ciega. siempre injusta, dispuesta a verlo todo por el lado de la particular conveniencia "El Vicepresidente Santander a pesar de la improbación constante de sus consejeros legales, los secretarios de Estado, escribía contra Bolívar en la Gaceta de Colombia, artículos, primero un poco disfrazados, y después muy claros y explícitos". dice el historiador Restrepo. "Azuero redactaba con su acostumbrada exaltación y acrimonia un nuevo periódico titulado El Conductor, que salía dos veces por semana, y en su mayor parte se costeaba de los fondos públicos, pues el gobierno de Santander se había suscrito por doscientos cincuenta ejemplares, que circulaban en todas las provincias". Se le atribuían al Libertador pensamientos secretos, aspiraciones a la presidencia vitalicia, a la confederación de Colombia. Perú y Bolivia bajo la hegemonía bolivariana.
BOLIVAR TRIUNFADOR La presencia de Bolívar era garantía de que una fracción más débil no sería ahogada por una más fuerte, y se deseaba, por esto. la presencia de Bolívar. La inmensa personalidad de Bolívar era obstáculo para el gobierno de las fracciones y de los ambiciosos, y, por esto. se anhelaba _el alejamiento de Bolívar, su separación del poder. Con-
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tradicciones de los odios partidaristas, de las vulgares ambiciones. El General Santander quería que Bolívar viniese del Perú a dominar la insurrección de Páez, pero que no pasase por Bogotá y se posesionase del mando. Bolívar debía actuar bajo la autoridad de Santander como Encargado del gobierno. "Usted no debiera venir al gobierno, porque este gobierno rodeado de tantas leyes, amarradas las manos y envuelto en mil dificultades expondría a usted a muchos disgustos, y le granjearía enemigos", le dice en carta de 19 de julio. "Usted debe venir a Cartagena, a donde yo iré a ver a usted y conferenciar largamente sobre mil c9sas importantes, si no quiere subir a Bogotá", le insinúa en carta de 21 de junio. En seguida, aparece el Vicepresidente resentido en forma grave por las relaciones de Bolívar con Páez .. "Como siendo Páez salvador de la Patria, yo como gobernante y el Congreso somos culpables y delincuentes", le expresa el 9 de marzo de 1827. Sin embargo. decir que Páez fue el salvador de la Patria, porque no desató una guerra tan atroz como "la de Roma y Cartago", usando la expresión de Santander, no era llamar delincuentes a los gobernantes de Bogotá. Pero el odio político no reflexiona. Había que desacreditar a Bolívar ante la opinión y la juventud. Había que presentarlo aspirante a la presidencia vitalicia, a la dictadura. Sin embargo, el 28 de septiembre de 1825 escribió Santander a Manuel Vidaurre: "El General Bolívar está cansado de declarar en documentos oficiales. y sobre todo con hechos y actos notorios que no debe mandar por más tiempo. Ninguno más que yo conoce la sinceridad de estos sentimientos". En el Perú, d el que acababa de salir Bolívar dándole la libertad, proclama do Presidente por una opinión inmensa porfiada y frenética. comenzó a desa tarse el odio
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más acerbo sincronizado con el de Bogotá. El principal enemigo en el Perú, fue el Mariscal Andrés de Santa Cruz, que toda su eminente posición política se la debía al Libertador. Había quedado en Lima la tercera división del ejército auxiliar colombiano mandado por el General Jacinto Lara. Bolívar expresó a Santa Cruz que hiciera partir a esa división para Colombia cuando a bien tuviere. El 26 de enero de 1827 el coronel graduado José Bustamante, Jefe de Estado Mayor de la división y los oficiales granadinos, insurreccionaron la tercera división contra el General Lara y los demás jefes y oficiales, los apresaron y se los mandó a Colombia. Bustamante y ochentlslete oficiales granadinos declararon que permanecían sumisos a la Constitución y leyes de Colombia: pero que no consentirían en que se alterase la ley fundamental de Cúcuta o en que se nombrase un dictador para Colombia. El 28 de enero, Santa Cruz convocó un Congreso constituyente para el 12 de mayo a fin de que expidiese una Constitución y nombrase presidente y vicepresidente. Restrepo pregunta con razón: "¿No emanaron todos los actos para adoptar la Constitución bolivariana en el Perú del mismo Santa Cruz como Presidente del Consejo de Gobierno?". Los odios estaban tácita o expresamente de acuerdo para acabar con Bolívar y repartir entre ambiciosos el gobierno de los países libertados por él. Posada Gu tiérrez, severo historiador, acusa a los insurrectos de la tercera división auxiliar colombiana en Lima de haber sido comprados por el gobierno del Perú y traicionado a su Patria, secundando los deseos del Perú de apoderarse de los departamentos del Sud de Colombia incluyendo la provincia de Pasto. Por lo menos, el Perú anhelaba posesionarse de Guayaquil, su presa codiciada desde hacia muchos años.
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El motín, de la tercera división, dice Posada Gutiérrez, fue el acontecimiento más funesto de cuantos tuvieron lugar en aquella época deplorable. A los propósitos siguieron los actos, y principió la actuación militar para segregar los territorios del Sud de Colombia. En Bogotá. mientras Bolívar reorganizaba Venezuela, se recibió la noticia con repique de campanas, cohetes: jefes y oficiales salieron en manifestación por las calles con música vivando a la libertad y a la Constitución. "El General Santander se nos unió en la calle y nos acompañó un gran rato mostrando en su semblante, en sus arengas y en sus vivas a la libertad, el intenso placer que le dominaba, aunque alguna que otra vez no dejara de notársele una inquietud que se esforzaba en disimular", dice Posada Gutiérrez. Marcó esto el rompimiento definitivo entre Santander y Bolívar. ¿Cómo admitir que oficiales subordinados se levanten contra sus superiores y los apresen con el pretexto hipócrita de defender la libertad y la ley fundamental? Romper la jerarquía militar, ¿es el medio de defender la Constitución por nadie amenazada? ¿Cómo un Vicepresidente, con conciencia elemental de su deber, ha de aplaudir tan escandalosa conducta solo por resentimiento, rivalidad e infundadas sospechas contra el Presidente al que se le ha llamado para salvar una situación de caos y de confusión y que esté actualmente ordenándolo todo en bien de todos? En carta del 14 de marzo de 1827 al Jefe insurrecto José Bustamante, Santander manifestaba los sentimientos de júbilo de todos los pueblos al ver la fidelidad y lealtad expresadas por los militares de esa tercera división en días en que no han sido pocos los que olvidaron sus deberes y lo que Colombia había ganado bajo la Constitución de 1821.
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Bolívar se irritó profundamente con el Vicepresidente y se dispuso a dominar a quienes pretendían segregar por el Sud el inviolable territorio de la Patria. Movilizó las tropas bajo la dirección del General Rafael Urdaneta. ordenó a Páez que alistase las de los cuatro departamentos venezolanos y mil jinetes del Apure, embarcó una fuerte división en Puerto Cabello para Cartagena. El mismo se puso en marcha para Bogotá el 5 de julio de 1827. Aquí las iras y temores de los amigos de Santander. Azuero en El Conductor pidió que se privase de sus empleos, redujese a prisión y expulsase a todos los ciudadanos sospechosos de desafectos a la libertad, es decir, a las ideas y pasiones de El Conductor. Santander planeó una revolución para separar Nueva Granada de la Gran Colombia y lo contó al General Soublette, quien logró disuadirle de tan absurdo propósito. Se temía que el Libertador no se sometiese al Congreso. Salieron a encontrarle y calmarle. Bolívar tranquilizó a todos manifestando que su primer acto al llegar a Bogotá sería prestar el juramento de ley ante el Congreso. Así lo hizo. El 10 de septiembre de 1827 en el templo de Santo Domingo juró cumplir de acuerdo con la Constitución y las leyes el cargo de presidente para el que había sido reelegido por los cuerpos electorales. "Prometo", dijo, "al Congreso devolver a manos de la gran convención la República de Colombia libre y unida". Senadores, diputados, periodistas hostiles a Bolívar y que habían declamado contra él en su ausencia, se ocultaron. Bolívar les hizo saber que gozaban de toda garantía. Pudo Bolívar en esta ocasión, irritado y con abundantes pretextos, barrer con sus enemigos militar y moralmente impotentes. No lo hizo por respeto a la ley, a sus ideas sobre la libertad y a su orgullo de la altura moral. Bolívar fue entonces el verdadero triunfador. Más fácil vencer a los españoles en Junín
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que vencer el orgullo justamente irritado y la venganza natural contra enemigos rencorosos.
EL HOMBRE DE LA LEY; EL DE LAS LEYES; LA GRAN CONVENCION Era menester un criterio rabulesco para crear un problema inquietante respecto a si debía o no reunirse una gran Convención que reformara la Carta fundamental expedida en Cúcuta en 1821. Cierto que el artículo de la Constitución la declaraba inviolable por diez años. Pero el malestar del país era vasto, profundo y amenazador. y los pueblos en su gran mayoría se pronunciaron por una Convención que reformase la ley fundamental. ¿Dónde estaba el problema insoluble? Hipocresía sostener que es preferible la destrucción de la Patria al desobedecimiento a la letra muerta de un código que no supo consultar la salud de la Patria. Sin embargo. Bolívar principió por sostener el 27 de febrero de 1826 en carta a Pedro Briceño Méndez, desde Lima, que Páez no se precipitase en proyectos dificiles, peligrosos y pocos gloriosos; que el año 31 podían hacerse reformas favorables a la estabilidad y conservación de Colombia. Pero llegó a Guayaquil, sintió la decisión absoluta de la mayoría popular por las reformas y expresó su confianza en la gran Convención. Los enemigos del Libertador inventaron un nuevo crimen para adjudicárselo: haber aceptado que el pueblo soberano, en uso de su soberanía, desease la reforma constitucional. Santander llegó a plantear el asunto en esta forma en carta a Bolívar del 21 de septiembre de 1826: "El Congreso debe reunirse a todo trance y examinar la conveniencia de las reformas que se proponen. Si la verdadera opinión nacional las quiere, debe el Congreso Interpretar de algún modo el artículo 191 de la Constltu-
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ción... sin interpretación, es ilegítima y nula la convocatoria, porque directamente se opone al pacto colombiano existente". Es decir. en lugar de admitir francamente que la vida imponía una reforma legal era menester disfrazar la urgencia vital con interpretaciones rabulescas que permitieran una legalidad de forma, aunque en el fondo fuese desobedecida la clara disposición de la ley utópica. El general Bolívar fue el hombre de la ley. Comprendió que el mundo moderno impone la igualdad de los hombres ante el deber y un gobierno responsable y protector de los derechos del hombre. Distinta esta actitud del respeto curialesco a una ley escrita precipitada. errónea o utópica. Al General Santander le llamó el hombre de las leyes por esta tendencia del Vicepresidente a protegerse en ellas interpretándolas, a menudo, en contra de su clara expresión y espíritu. Por ejemplo, de acuerdo con una ley de Colombia el General Santander no podía ejercer la vicepresidencia para la que fue reelegido sin prestar juramento ante el Congreso, que debió reunirse el 2 de enero de 1827. Pero, se supo que el Congreso no podría funcionar en esa fecha. ¿Qué hacer? Pedir a Bolívar una or'den que, en virtud de las facultades extraordinarias de que estaba investido, autorizase a Santander a continuar en el ejercicio del poder aunque el Congreso no se reuniere. La autorización fue redactada por el mismo Santander y firmada con fecha posterior para que apareciese enviada por Bolívar desde Cúcuta cuando el Libertador iba a dominar la insurrección de Páez en ejercicio del poder. Ni Bolívar ni Santander ante el temor de la ley podían continuar en el mando después del 2 de enero. La autorización de Bolívar era nula radicalmente. El general Santander contesta a Bolívar el 21 de diciembre de 1826: "La circunstancia en que se halla V.E. colocado me Inspiran confianza para someterme a sus designios respecto a mi continuación en el
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gobierno: V.E. está encargado de la salud pública y puede en su beneficio dictar las medidas que en su sabiduría estime conveniente, V.E. quiere que no me separe del gobierno. y yo debo hacerme el honor de pensar que V.E. estima este paso conveniente a la salud pública". En esta ocasión -como en muchísimas otras- el Vicepresidente prescindió de la ley y colocó la voluntad de Bolívar sobre las leyes escritas. ¿Era sincera, por consiguiente, la acusación de 1827 de que el Libertador, por amor al poder, quería la Presidencia vitalicia, la dictadura, etc.?. El Congreso, presionado por la opinión pública. convocó la Convención para reformar la Carta fundamental. Se reunió ésta en Ocaña el 9 de abril de 1828. El partido santanderista presentó su proyecto para debilitar al ejecutivo ante el temor de que Bolívar fuese elegido presidente. El señor Castillo Rada. de acuerdo con las prescripciones de la mayoría de la Asamblea, quería dar al Ejecutivo facultades para remediar los profundos males de la República y adaptar la carta política a la educación del país y a su momento histórico de dificultoso crecimiento y coordinación. El General Santander hostilizó duramente a sus adversarios políticos. Imperó la anarquía en la discusión legislativa. Y, sin la más ligera intervención del Libertador, una Asamblea popular de Bogotá desconoció la Convención de Ocaña, que quedó disuelta el 19 de junto de 1828. Bolívar estaba en Bucaramanga. Las circunstancias eran graves. El Perú amenazaba por el Sud. España amagaba desde Cuba y Puerto Rico. Los departamentos y provincias de la República se sacudían en convulsión mortal. Bolívar aceptó la dictadura que los pueblos pusieron en sus manos e hizo su entrada triunfal en Bogotá el 24 de junio.
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Bolívar cumplió con su deber. Tenía que ser transitoriamente dictador para que la democracia triunfase en Hispanoamérica. El triunfo de las anarquías pudo haber sido la ruina total de Colombia independiente. La Santa Alianza y España estaban listas a sepultar una revolución universalmente d esacreditada por su caos e impotencia.
IDEAS POLITICAS DE BOLIVAR; CONSTITUCION BOLIVARIANA Bolívar fue un solitario. Aplicó su genio al comprender el problema real de Hispanoamérica y lo comprendió a fondo. Fue, por consiguiente, un solitario. La generalidad no comprende sino lo que dicen los libros. Los libros dividen los gobiernos en despotismo y dictadura, de un lado, democracia y liberalismo, de otro. La democracia de los libros debe tener determinados caracteres en ellos establecidos de modo taxativo. Lo que no es democracia y liberalismo, según los autores de los libros o según las prácticas de Estados Unidos, Inglaterra o Francia, no es de ningún modo democracia o liberalismo: tienen que ser despotismo o monarquía. La generalidad no entiende sino el sí absoluto o el no absoluto, como dice Rodó. Los mil matices que hay entre sí absoluto y no absoluto escapan a la miopía vulgar. así como los cambios de tono son percibidos por el oído sin ejercicio para la música La realidad americana presentaba multitud de aspectos objetivos no previstos en los tratadistas ni leyes de Europa. Sin embargo, los constitucionallstas de Colombia creían posible organizar la República, según los ejemplos norteamericanos o franceses. Lo que no era norteamericano o francés, no era democracia. Proflindo error. La democracia es la disposición adecuada de las fuerzas políticas y sociales para que sean efectivos los derechos del hombre y del ciudadano y la
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responsabilidad de los gobernantes. Y esta disposición tiene que cambiar. según los medios, según la raza, la educación ambiente. la tradición, las pasiones, las ambiciones de la época. Bolívar no se inspiró en los libros. Excitó su mente en los libros y sacó su inspiración de las realidades. Por esto se quedó solitario, y no le entendieron y le calumniaron. "¿Queréis conocer a los autores de los acontecimientos pasados y del orden actual?", preguntaba a los Legisladores de Angostura el 15 de febrero de 1819. "Consultad". les indicaba. "los anales de España. de América, de Venezuela; examinad las leyes de Indias, el régimen de los antiguos mandatarios, la influencia de la religión y del dominio extranjero". "Tengamos presente que nuestro pueblo no es el europeo ni el americano del norte, que más bien es un compuesto de Africa y de América. que una emanación de Europa; pues que hasta la España misma deja de ser europea por su sangre africana, sus instituciones. y por su carácter". Un pensador así estaba condenado a la soledad. "No aspiremos a lo imposible", expresaba, "no sea que por elevarnos sobre la región de la libertad. descendamos a la región de la tiranía. De la libertad absoluta se desciende siempre al poder absoluto. y el medio entre estos dos t érminos es la suprema libertad social. Teorías abstractas son las que producen la perniciosa idea de una libertad ilimitada". Un pensador así, estaba condenado a la eterna calumnia del jacobinismo libresco que predica la libertad absoluta, abstracta, y practica la tiranía astuta para ver cómo impedir la ruina de la realidad que se descompone entre sus manos.
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De nada le valió al Libertador expresar francamente y desde un principio que "un gobierno republicano ha sido, es y debe ser el de Venezuela: sus bases, la soberanía del pueblo, la división de los poderes, la libertad civil, la proscripción de la esclavitud, la abolición de la monarquía y de los privilegios". En sus proyectos constttuciona)es sostuvo que el Presidente debía ser vttaUcio. Falso que el Presidente vttaUcio ni siquiera el Senado hereditario del proyecto de 1819 fuesen la monarquía sin el nombre como equivocadamente sostiene Mitre. Quien recuerde lo que era la monarquía de hace un siglo y lo que aún hoy son las monarquías, no puede seriamente sostener que el Presidente vttaUcio fuese una idea monárquica. La monarquía supone siempre clases privilegiadas y tradiciones nobiliarias. Al Congreso constituyente de Bolivia, le decía Bolívar: "Véase la naturaleza salvaje de este Continente, que expele por sí sola el orden monárquico: los desiertos convidan a la independencia; aquí no hay grandes nobles, grandes eclesiásticos". Y en 1819 indicaba: "Necesitamos de la igualdad para refundir, digámoslo así, en un todo, los hombres, las opiniones políticas y las costumbres públicas". Hay regímenes que establecen la presidencia de cuatro años: los hay s egún los cuales el Presidente dura seis años; en otros se establece la presidencia de siete años: ¿por qu é una presid encia de mayor duración, aun vitalicia, ha de ser institución monárquica si el Presidente vitalicio como los otros son simples ciudadanos encargados de un servicio público, sometidos a las leyes, sin privilegios ni clases privilegiadas, incorpora dos al sistema general de igualdad y responsa bilidad? La esencia no
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cambia, porque el Presidente dure cuatro, o seis, o siete o catorce años. Lo que Bolívar quería era algo nuevo, algo adaptado a las particulares condiciones de América. El Presidente vitalicio era un centro de estabilidad, en medio del fragor de ambiciones caudillescas de esa época, alrededor del cual podían girar los acontecimientos; el Senado hereditario de 1819 canalizaba aspiraciones de los héroes de la emancipación, orgullosos, ambiciosos y con ansia de influencia. Las ideas constitucionales bolivarianas eran un esfuerzo por tratar de orientar energías reales americanas sin abandonar el sufragio popular, elevado por Bolívar a la categoría de un poder del Estado y organizado en forma tal que el fraude hubiese sido imposible. Los ministros responsables recordaban el sistema de la Constitución inglesa. La idea de un poder moral será más tarde defendida por Augusto Comte. Bolívar formuló el proyecto de Constitución para Bolivia a petición de este país y la Constitución boliviana se puso en vigencia en el Perú a ruego porfiado y expreso de la opinión pública peruana. Bolívar tenía derecho de opinar. No era un crimen que Bolívar tuviese una opinión propia y procurase atraer la atención de los americanos hacia algún sistema de organización política adecuado a las singulares condiciones de América, sobre todo de la América de 1826. El 8 de agosto de 1826 escribió a Páez: "Usted me dirá que es de menos u tllidad mi pobre delirio legislativo que encierra todos los males. Lo conozco; pero algo he de decir para no quedarme mudo en medio de este conflicto". Y el 23 de diciembre del mismo año le escribe desde Coro a Páez: "Crea usted que no pretendo ni pretenderé jamás hacer triunfar un partido sobre otro, ni en la Convención ni fuera de ella. No me opondré a la federación: tampoco
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quiero que se establezca la Constitución boliviana. Solo quiero que la ley reúna a los ciudadanos, que la libertad los deje obrar y que la sabiduría los guíe para que admitan mi renuncia y me dejen ir lejos, muy lejos de Colombia". Creo que no puede hablarse lenguaje más democrático y ejemplar por un hombre que a la cabeza de los ejércitos victoriosos sobre España estaba en condiciones de imponer su voluntad por reclamo expreso de los pueblos. Y los menos autorizados a escandalizarse por la Constitución boliviana-que el Libertador, lo repito, nunca quiso imponer- eran los amigos del General Santander: pues este General en carta a Bolívar de abril 21 de 1826 le dice desde Bogotá: "Desde ahora estoy de acuerdo en que la Constitución es liberal y popular, fuerte y vigorosa". Y el 19 de julio le escribió Santander: "Su discurso preliminar a la Constitución boliviana ha sido aplaudido universalmente como obra maestra de elocuencia, de ingenio, de liberalismo y de saber. El primer capítulo que sirve de introducción al discurso nos ha parecido lo sublime de la elocuencia. El capítulo sobre religión es divino. El de la monarquía es digno solo de la gloria de usted. Espere infinitos aplausos de la pluma de los liberales de Europa". ¿Cómo explicar, pues, que las pasiones políticas creasen el caos en Colombia con el espantajo de la Constitución boliviana que Bolívar no quería imponer y que tanto había aplaudido el General Santander? No desconozco los méritos del General Santander. Por algo lo puso Bolívar a la cabeza del gobierno mientras él se iba a libertar al Perú. Valeroso, patriota, sagaz fue el General Santander. Desgraciadamente sus partidarios y admiradores en estos últimos tiempos se han propuesto echar un baldón sobre la memoria de Bolívar por un nacionalismo absurdo. Se habla de la dictadura de Bolívar en términos tendenciosos como si se tratase de la dicta-
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dura de Rosas o de Gómez; se declara que el General Santander libertó a Colombia en Boyacá y enseñó para toda la América la práctica de la vida repu bllcana; se insiste en que, si Bolívar dio la independencia, a Santander se le debe la libertad. Nada de lo que se dice en este sentido está de acuerdo con la profunda significación de los hechos ni con los documentos históricos. Bolívar enseñó en Colombia la libertad. Desde 181 O hubo juntas y congresos que establecieron regímenes utópicos que al otro día de creados era engullidos por las rivalidades y por los feroces dominadores españoles. Bolívar iba sembrando por el suelo de Colombia las semillas de la organización republicana y democrática mientras los rifles y cañones atronaban los espacios y enseñaban prácticamente a las huestes victoriosas a someterse ante las nacientes instituciones liberales. En pleno fragor de lucha en el oriente venezolano, el 30 de octubre de 181 7 expide el decreto que organiza el Consejo de Estado y limita su propia autoridad de dictador. El 6 de noviembre del mismo año organiza el Consejo de Gobierno. El 7 de noviembre crea el Tribunal del Consulado para juzgar diferencias entre negociantes. El 6 de octubre organiza los tribunales para la administración de Justicia. En la misma fecha organiza la policía municipal. La modesta villa de Angostura , a orillas del Orinoco, es la cuna del derecho constitucional de Colombia. El 15 de febrero de 1819 se presenta ante el Congreso de Angostura por él convocado y exclama: "Dichoso el ciudadano que bajo el escudo de las armas de su mando ha convocado la soberanía nacional para que ejerza su voluntad absoluta. Yo, pues, me cuento entre los seres
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más favorecidos de la Divina Providencia, ya que he tenido el honor de reunir a los Representantes del pueblo de Venezu ela en este augusto Congreso, fuente de la autorida d legítima. depósito de la voluntad soberana y árbitro del destino de la nación". Casi toda Venezuela está ocupada por los enemigos y ya Bolívar en un rincón de los llanos levanta la figura moral de la República. Tiene repugnancia sincera al ejercicio de la primera magistratura. La acepta en 1821. "bajo la condición de que se me autorice para continuar la campaña a la cabeza del ejército, dejando todo el Gobierno del Estado a Su Excelencia el General Santander. que tan justamente ha merecido la elección d~l Congreso para Vicepresidente". ''Yo quiero ser ciudadano para ser Ubre y para que todos lo sean. Prefiero el título de ciudadano al de Libertador. porque éste emana de la guerra y aquél emana de las leyes. Cambiadme, señor, todos mis dictados por el de buen ciudadano", dice en su discurso ante el Congreso del Rosario de Cúcuta el 3 de octubre de 1821. Por la urgencia de vencer a los españoles y ante el caos de la política interna, el 1O de febrero de 1824 el Congreso peruano confiere a Bolívar la dictadura. Al año justo, el 10 de febrero de 1825 resigna Bolívar la dictadura ante el Congreso, y apremia y ruega, sin conseguirlo, que se le acepte la renuncia y se libre el Perú de tan tremenda autoridad. "Hoy es el día del Perú , porque hoy no tiene un dictador", dice en su discurso de contestación al Presidente del Congreso peruano. ''Yo soy un extranjero: he venido a auxiliar como guerrero, y no a mandar como político".
Los representantes del pueblo peruano se empeñan en mantenerle en el mando y Bolívar organiza el Consejo de Gobierno y parte a resolver graves problemas adminis-
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trativos en las localidades peruanas del Sud y, sobre todo, en el Alto Perú que, aprovechando de la guerra entre las provincias argentinas, se erige en Nación independiente. En contra de lo que afirman los falsificadores de la historia, Bolívar proclama respecto al Alto Perú principios favorables a su integración a la Argentina. Al Consejo de Gobierno del Perú le instruye para que tome el más celoso empeño en que se ejecuten las elecciones populares para el nuevo Congreso. de modo que la Nación quede plenamente satisfecha de que el Gobierno no haya tenido otra intervención que la ley señale para poner al pueblo en plena libertad de elegir, según su conciencia. Bolivia y el Perú aceptan la Constitución boliviana en uso de su soberanía, por su propia voluntad, sin la menor coacción directa o indirecta de parte de Bolívar. Fue siempre impecable la actitud del Libertador en cuanto a la libertades públicas. He aquí lo que el historiador colombiano Posada Gu tiérrez escribe respecto a la preparación en Colombia de la Convención de Ocaña: "Bolívar, siempre noble y grande hasta en los días de sus errores, previno la prescindencia absoluta de las autoridades y de los militares en las elecciones de miembros para la Convención. y en todas partes se cumplió puntualmente aquel mandato. No lo hizo así el Vicepresidente (Santander). que escribía incesantemente a los numerosos parciales que en toda la República había podido procurarse en su larga administración: que trabajó con ardor para ser nombrado él mismo y para que sus partidarios lo fuesen, y así lo consiguió ... Y no sé si podía hacerlo legalmente un miembro del Consejo de Gobierno, que de un momento a otro era posible volviese a encargarse del Poder Ejecutivo por cualquier incidente imprevisto". El orgullo de la altura moral inspiró al Libertador actos de sublime triunfo sobre sí mismo. Estando rodeado en el Perú de dificultades y responsabilidades. frente a un
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enemigo poderoso, con la suerte de toda la América en sus manos, la ley de Colombia de 25 de julio de 1824 le retiró, entre otras cosas, el mando de las tropas colombianas que servían en el Perú. Fue, dice O'Leary, el golpe más doloroso que se le podía dar y el que más le afectó. "El Libertadoi: sintió el golpe", dice Gonzalo Bulnes, "lo estimó como obra de sus enemigos, pero no vaciló en respetarlo y hacerlo cumplir con una sumisión verdaderamente ejemplar en un hombre como él. Esa medida era un error injustificable, porque eliminando del teatro de la guerra el nombre del General Bolívar, privaba al Ejército republicano de una fuerza moral, elemento de victoria". Renunció el poder en multitud de ocasiones y en términos enérgicos y claros. El 22 de diciembre de 1824 escribió al Presidente del Senado de Colombia: "Lo diré de una vez, yo quiero que la Europa y la América se convenzan de mi horror al pode r supremo bajo cualquier aspecto o nombre que se le d é. Mi conciencia sufre bajo el peso de las atroces calumnias que me prodigan.ya los liberales de América, ya los serviles d e Europa. Noche y día me atormenta la idea en que están mis enemigos. de que mis servicios a la liberta d son dirigidos por la ambición". Al Congreso Constituy ente de 1830 le expresó: "Creedme: un nuevo magis trado es ya indispensa ble para la Repú blica. El pueblo quiere saber si dejaré alguna vez de mandarlo. Los Es tados americanos m e consideran con cierta inquietud, qu e puede a traer algún día a Colombia males s emejantes a los de la guerra del Perú ... Mostraos dignos de representar a un pueblo Ubre , alejando toda idea que me suponga necesario para la República. Si un hombre fuese n ecesario para sostener el Estado, éste no debería existir, y al fin no exis tiría". Los pueblos se n egaron rotundame nte a a dmitir las sucesivas r enun cias del Libertador. Lejos de los centros
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de influencia electoral, fue siempre reelegido por notable mayoría. No pasó así con Santander, quien debió su posición a influjos directos del Libertador. Los pueblos y sus representantes veían en Bolívar un centro de unión, una garantía contra la reacción española que a cechaba por dentro y contra las potencias absolutistas que amagaban por fuera. Por esto se negaron obstinadamente a admitir sus renuncias. ¿Fue sincero Bolívar en sus renuncias, hubo en él cierto maquiavelismo cuando las presentaba? Al juzgar a los hombres y al fallar en historia hay que huir de las ideas simplistas. La historia y los hombres solo son penetrables por aguda mirada psicólogica. La historia tiene objetividad innegable, a la que se llega poco a poco por medio de la intuición y la reconstrucción lógica. Los documentos no son la historia. Son los datos para la reconstrucción d el alma que pasó, que se expresó. Pobreza psicológlca revelan quienes creen que Bolívar renunció por maquiavelismo o insinceridad. Sus primeras renuncias obedecen, sin duda, al legítimo deseo de aumentar su fuerza moral en medio de tanto caudillo poderoso y con ansias de mando. Su desprendimiento y el apoyo popular le daban fuerza moral. En las renuncias de los últimos tiempos habla el caballero, el hombre sensible, con exaltado orgullo de la altura moral, que sufre por calumnias que afectan su personalidad: su carácter de Libertador, y le confunden con la serie vulgar de ambiciosos. Esta actitud se armoniza con el deseo de continuar en el mando para poner en cobro su obra contra amenazas disolventes. Es preciso comprender la psicología de Bolívar para explicar muchos hechos, descubrir las adulteraciones históricas y entender el sentido de las calumnias que le amargaron la existen cia.
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¿Amó Bolívar el poder? No podemos imaginar un Bolívar con desprendimiento beatón respecto a los elementos para su obra libertadora. Bolívar quiso el poder como medio indispensable de lucha por la libertad, por la formación de la América libre y contra el despotismo. No lo quiso como escabel de vanidad intrascendente. Desde Caracas el 20 de marzo de 182 7 decía a Páez: "Yo no puedo abandonar a Venezuela al cuchillo de la anarquía. Debo sacrificarme por impedir su ruina. No hay otro partido. Por libertar a mi Patria declaré la guerra a muerte, sometiéndome a todo su rigor; por salvar este mismo país estoy resuelto a hacer la guerra a los rebeldes aunque caiga en medio de sus puñales". Cuando renuncia para rechazar la imputación de ambicioso y aspirante a un trono, prefiere la altura moral personal aún a los medios de perfeccionamiento de su obra. Pero cuando los pueblos y sus representantes no admiten sus renuncias, su orgullo se siente moralmente satisfecho y continúa en el trabajo creador. Nada hay en esto de contradictorio ni maquiavélico. Por esto mismo admitió en 1828 la dictadura. En su mensaje de 1830 expresó: "Las turbaciones que desgraciadamente ocurrieron en 1826, me obligaron a venir del Perú, no obstante que estaba resuelto a no admitir la primera magistratura constitucional para la que había sido reelegido durante mi ausencia. Llamado con instancia para r establecer la concordia y evitar la guerra civil, yo no pude rehusar mis servicios a la Patria de quien recibí aquella nueva honra y pruebas nada equivocas de confianza". Acepta la dictadura en junio de 1828, y nada ni nadie sino su altura moral le lleva a limitarla mediante el famoso Decreto Orgánico de 2 7 de agosto en que enumera las razones que le han conducido al poder discrecional,
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establece el Consejo de Ministros y el Consejo de Estado, dispone que la justicia se administre como antes, proclama las garantías ciudadanas de la Constitución de Cúcuta y convoca a la representación nacional para el 2 de enero de 1830, a fin de que expida la nueva Constitución política El señnr Restrepo, poco devoto del Libertador, hace notar en honor de la verdad: "Aun después de haber aceptado el poder supremo e ilimitado que le habían conferido los pueblos, usó de él con mucha parsimonia hasta recibir el asentimiento de la mayor parte de la República". Sin embargo. son tales las pasiones en algunos países de América. es tan terrible la ceguedad política. que el mismo día que se promulgó el decreto orgánico de 27 de agosto se iniciaron las actividades para el asesinato que se frustró en la noche del 25 de septiembre. Ninguna excusa ante la posteridad que algún día estudie con desapasionamiento y hondura los sucesos, amparará a los miserables asesinos del 25 de septiembre. Si la dictadura de 1828, en concepto del partido exaltado de Bogotá, fue una opresión y una amenaza para la libertad, no se explica como el General Santander aceptó de esa misma dictadura el nombramiento de Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario ante el Gobierno de los Estados Unidos, proponiendo para Secretario de la Legación al señor Luis Vargas Tejada, uno de los apóstoles de la vehemencia libertaria: la propuesta. aprobada por el Libertador, fue aceptada por el agraciado ... Es posición novedosa de intelectuales elegantes tender a desterrar de la historia a los grandes hombres o disminuir sus merecimientos, con el pretexto de que todo lo crean paulatinamente las fuerzas sociales y de que la
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tendencia mística, anhelosa por venerar algo personal, encarna en los grandes hombres esas fuerzas colectivas. La emoción popular inventa héroes. y las colectividades divinizan a sus varones notables. y, en ocasiones, cuando la austeridad histórica es desterrada por una nacionalismo impertinente, se hacen esfuerzos por dotar a cada nación con el más grande hombre de la tierra. Pero todo apriorismo anda equivocado. No es posible negar la obra paulatina de las aspiraciones que van purificando la historia. Sin embargo, los más severos documentos e irrecusables testimonios y resultados históricos objetivos que no es posible negar sensatamente demuestran que hay hombres, como Simón Bolívar, síntesis de las energías y virtudes de una raza. El estudio frío y austero de la emancipación de Colombia y del Perú demuestran la excelsitud única del Libertador. Hombres así no son perfectos en el sentido de santurrones. Al contrario. cometen graves faltas por obra de su vehemencia, dinamismo y sensibilidad. Pero todas sus equivocaciones quedan purificadas por el ideal desinteresado que les apasiona y por el fondo de rectitud que imprimen en sus actos. Al Congreso de 1827 le dirigía Bolívar estas palabras de nobilísima ingenuidad: "Yo mismo no me siento inocente de ambición: y por lo mismo me quiero arrancar de las garras de esta furia (la Presidencia) para librar a mis conciudadanos de inquietudes, y para asegurar después de mi muerte una memoria que merezca de la libertad. Con tales sentimientos renuncio una. mil y millones de veces la Presidencia de la República". Para un psicólogo penetrante, en las palabras transcritas se encierra toda la grandeza del alma de Bolívar. No hay en él desarmonía: hay tentaciones, hay anhelos dife-
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rentes, jerarquizado todo por su orgullo de excelsitud moral.
EL PROBLEMA DE LA DICTADURA Tuvo Bolívar una amplia doctrina americana. Ni tiranía absorbente ni democracia simplemente libresca; ni cesarismo que mecanice las almas y les prive de su emoción espontánea, de su poder creador, ni odio demagógico que siembre el caos y la desorientación. El criollo es altivo, individualista, gusta ser dueño de sus obras. Superficial y novelero, se entusiasma frecuentemente por lo que en otros continentes está de moda aunque sea el despotismo. Pero en la práctica de su vida quiere la libertad, ser tratado como hombre y dirigido por la razón. Había pues que buscar una forma de gobierno adecuada a las condiciones del criollo americano y a su estado de educación. Esta fue la preocupación de Simón Bolívar cgmo efecto de su conocimiento de los pueblos de América. 'Los había visitado, manejado, adoctrinado, conocía sus defectos y sus cualidades, su temperamento y aspiract<:>nes. La presidencia vitalicia y ~l senado hereditario, planes utópicos, si se quiere, eran en su concepto, un modo de pasar de la monarquía absoluta al r égimen de libertad democrática. Con un centro político estable -la Presidencia-. con un senado que canalizase determinadas energías, creyó Bolívar que el sufragio popular no produciría inconveniente alguno sirviendo para hacer efectivas las responsahilidades, levantar el mérito y hacer eficaz la igualdad civil. Los demagogos creen que se puede prescindir de las tradiciones. Pero a s í como el organismo vive del ambiente, el pueblo vive de la tradición. El pasado siembra en el alma de las colectividades sentimientos y creencias, h ábitos y modalidades destinadas a desarrollarse y purificarse
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independientemente, siendo misión del estadista acelerar el ritmo de la evolución y, sin romper la originalidad latente, ponerla en acto lo más pronto y eficazmente posible para enriquecer con ellas el acervo total de la humanidad. Como lo reconoce el mismo historiador Restrepo, Ministro del Gobierno de Bogotá, legisladores utópicos creyeron posible cambiar radicalmente las costumbres y conceptos de un pueblo colonial con solo saturarle de ideas que no podían nutrir y de leyes que no afectaban a su espíritu y le producían odio. Se produjo el choque, vino el caos y Bolívar admitió la dictadura. No hubiera -sido hombre, si no la hubiese admitido a condición de convertirla en medio para restablecer la democracia. Y así lo hizo. Los romanos, maestros en derecho, inventaron el método político de la dictadura para dominar eventos amenazadores en la vida de la Patria. El mal no está esencialmente en la dictadura, ni el bien esencialmente en la democracia. El mal está en buscar la opresión con intención perversa o vanidosa. El bien está en tender a la efectividad de los derechos del hombre y del ciudadano y a la creación de instituciones que garanticen esa efectividad. Tres casos hemos de distinguir para calificar la dictadura. Si no hay institución jurídica alguna y se las debe crear, humana y justa la dictadura, para establecerlas y para que los pueblos por medio de ellas den forma a una vida racional. Es el caso de las dictaduras de O'Higgins, San Martín en el Perú, Bolívar. Si habiendo instituciones jurídicas, los acontecimientos las rompen y trituran, y el pueblo se lanza frenético a una nueva vida y reclama más amplios, adecuados y sólidos marcos legales: humana y justa la dictadura que acate el anhelo soberano de la nación y establezca la s nuevas instituciones jurídicas
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para la nueva vida que proporcionará bienestar y justicia. Es el caso de Bolívar en 1828. Pero, si hay instituciones jurídicas que garanticen los derechos, la libertad y la reforma y prevean facultades extraordinarias para sucesos extraordinarios que no lleguen a romper de hecho los marcos legales existentes. insensata y criminal la dictadura que, entonces, humille a la nación y pretenda reemplazar la intuición de todos por el querer caprichoso de una pandilla que se apodera del mando. Jamás Bolívar fue dictador dentro de esta tercera hipótesis. Triunfante la dictadura del General Urdaneta provocada por excesos de la demagogia, llama al Libertador al poder del que se había separado poco tiempo antes. Bolívar contesta: "Santa María me dice que si no acepto el mando habrá infaliblemente una espantosa anarquía, pero ¿qué he de hacer yo contra una barrera de bronce que me separa de la presidencia? Esta barrera es el derecho: no lo tengo ni lo ha cedido el que lo poseía; por consiguiente, esperemos a las elecciones". Jamás Bolívar violó una institución que garantizase positivamente los derechos del hombre y del ciudadano y la expresión de la voluntad nacional. No atendió al interés de grupos o fracciones, sino a las ansias colectivas y al clamor de los pueblos y puso la fuerza a su servicio. La fuerza será de siempre mientras haya pasiones y apetitos. Fuerza tiránica la que termina en si misma; fuerza redentora la que sale de sí para buscar el establecimiento de la justicia y su protección . Hay dos modos de llamarse liberales: el uno escudar los actos egoístas con cierta técnica legis lativa al mismo tiempo que se hace uso de otros aspectos de la técnica legislativa para atropellar al débil y explotar a la sociedad y sus recursos en propio beneficio. Es el modo corruptor de alardear de liberalismo que tantos males ha producido en América Hispana. El otro modo de llamarse liberales es respetar el sentido, el
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espíritu profundo de los métodos de que se ha valido la evolución histórica para amparar los derechos de todos, aunque en casos extraordinarios, por obra de una objetiva y patente exigencia nacional, no quede religiosamente salvada la simple técnica jurídica. Esta última manera es la de los verdaderos liberales. De esta última manera fue liberal Bolívar. Y no se diga que éon esto se abre la puerta a la arbitrariedad: porque la conciencia popular, juez y fiscal, es infalible en la intuición general de lo bueno y conveniente: y, en el caso de Bolívar, la conciencia popular lo elevó al Poder, lo mantuvo en él. lo reclamó cuando de él quiso apartarse y cuando lo dejó para siempre. En cambio no fue tan generosa con quienes ostentaban el título de liberales para satisfacer sus cálculos personales o su frenesí teorizante o sus odios partidarios. Necesitamos una nueva democracia. Sobre todo necesitamos una democracia adaptada a . la psicología del criollo americano. Este quiere por instinto racial ser dueño de sus destinos como persona moral: pero quiere también que el gobierno sea un servicio, una iniciativa, un mejoramiento constante, un ejemplo moral, un incentivo para la moralidad, una represión del crimen y de la inercia, un esfuerzo por la salud, la higiene de ciudades y campos. No se salvará al mundo con la tiranía ni con la autocracia. El mundo no tornará ya a la época de hace un siglo. La ilustración general. la escuela primaria. el periódico impiden este retorno. El mundo moderno se salvará por la conciencia, por la ética individual. El Estado tiene que fomentarla contrariando así las superficiales doctrinas de Spencer: y el Estado propulsor de la moralidad pública en sociedades; institutos docentes, centros administrativos, tendrá que inspirarse en la antevisión formidable de Bolívar: "Moral y luces son los polos de una República; moral y luces son nuestras primeras necesidades ... Constituyamos este Areópago para que vele sobre la
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educación de los niños, sobre la instrucción nacional; para que purifique lo que sea corrompido en la República: que acuse la ingratitud, el egoísmo, la frialdad del amor a la Patria, el ocio, la negligencia de los ciudadanos: que juzgue de los principios de corrupción, de los ejemplos perniciosos". No hace falta en estos días la creación de un poder estatal para la moralidad. Pero si no se fomenta la moralidad y la conciencia, es cierto e indiscutible que sucumbirá la actual civilización.
NO QUISO SER NAPOLEON También Napoleón fue conducido por la ola humana hacia un mundo más justo, sediento de personalidades conscientes: también Napoleón se convirtió al mismo tiempo en conductor y modelador de esta ola que le empujaba incontenible. Los confusos anhelos de las gentes requieren siempre un gran pensador que los interprete e imprima expresión clara, sugerente; y una espada que los ampare contra las ondas reaccionarias que se levantan temerosas, escandalizadas en defensa de sus intereses. Napoleón fue conducido y fue conductor; tuvo plena conciencia de que iba a surgir una humanidad sln feudalismo ni privilegios, con igualdad y derechos individuales. Napoleón cumplió su d estino con su propio temperamento; y cuando el mundo entero quiso ahogar la Revolución Francesa, él se alis tó para dominar al mundo reaccionario. Fracasó la dominación reaccionaria, y triunfó por un instante la dominación imperial que destilaba gotas de reforma, pero también torrentes de aflicción, es la tragedia de la evolución histórica. Cuán poco a poco y con cuánta angustia se consuman las reformas. Lo mis mo pudo hacer Bolívar en 1830. De nuevo la revolución en Venezuela. de nuevo el descontento de las
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poblaciones; permanente un hondo anhelo popular en su favor y listas fuerzas militares para volver a darle el triunfo. Pero ya no era el caso de 1826. Los d emagogos habían minado su autoridad a fuerza de calumnias y de intrigas. Santander por sus pasiones e imperdonables errores estaba fuera de la administración. Bolívar habría podido dominar los acontecimientos y conservar por la fuerza a Colombia la grande. Pero, ésa no era ya su misión: no tenía temperamento para ello. El año 26 Páez se sometió dócilmente y Santander le imploraba apoyo contra Páez. Ahora eran nuevos los sucesos. Brumosos anhelos populares y fuerza militar no son factores de política. Y Bolívar prefirió ir a morir junto al mar que erigir una dominación sin forma democrática. Si vino del Perú ágil. penetrante, lleno de recursos, después de la noche del 25 de septiembre sufrió herida mortal que lo empujaba hacia el sepulcro. El historiador Restrepo cuenta cómo desde el 3 hasta el 10 de agosto de 1829 estuvo gravemente enfermo en Guayaquil por el clima insalubre del invierno y por la fuerte pasión de ánimo causada por los continuos ataques y escritos que se publicaban contra él. "Esta conspiración general afectó sobremanera su ardiente imaginación y su exquisita sensibilidad y por poco le cuesta la vida". De 1826 a 1829 el Libertador viajó, administró, pensó en forma tan eficaz que revela el vigor extraordinario de su organismo contra las afirmaciones arbitrarias de cuentistas sin conciencia. El doctor Alejandro P. Reverend que hizo la autopsia del cadáver de Bolívar, dejó constancia el 17 de diciembre de 1830 de que "afecciones morales vivas y punzantes como debían ser las que afligían continuamente el alma del General, contribuyeron a imprimir en la enfermedad un carácter de rapidez ert su desenvolvimiento y gravedad en las complicaciones. La enfermedad de que ha muerto Su Excelencia era en su principio
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un catarro puhnonar que habiendo sido descuidado pasó al estado crónico y consecutivamente degeneró en tisis tuberculosa". Empleó con tanto vigor como Napoleón la fuerza para hacer efectiva la revolución liberal americana que, sin perder su carácter esencialmente continental, histórico y vernáculo, respondió, a su modo, al mismo ideal eterno en el hombre que le llevó, antes en Francia, a proclamar los derechos del hombre y del ciudadano. Pero no quiso emplear la fuerza como recurso de organización violenta para encadenar las explosiones localistas y caudillescas que estallaron nuevamente en Colombia en 1829 y 1830. Hubiera podido hacerlo para permitir que en lejano día se actualizasen las energías latentes de liberación y justicia encerradas en el alma americana. Pero esto contrariaba de modo absoluto su temperamento esencialmente moralizador e idealista, distinto del que Napoleón en quien predominó el cesarismo y la tendencia al éxito.
VISION INTERNACIONAL En estos momentos habla en el mundo la fuerza y nada más que ella. No es la hora de la ciencia, ni del arte, ni de la moral. Bombas y cañones; astucia y desprecio a la vida individual: rapidez y resistencia tienen la palabra. El mundo es fuerza. El derecho no es sino la fuerza que adquiere equilibrio y sentido humano. El olvido de esta verdad perdió a la Francia gloriosa de Gambetta y de Briand y hace antipático a Mahatma Gandhi. Lucha la fuerza que tiene su fin en sí contra la fuerza que tiende a salir de sí en busca del sentido humano. Si triunfan alemanes y japoneses, tornaremos a la barbarie como resultado de la salvaje dominación que pretenderá convertir a las gentes en engranajes, en siervos miserables del Estado constituido en Moloch. Si triunfa la fuerza liberal,
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a pesar de todos los defectos de la democracia antigua. tornaremos a la posibilidad de hablar y escribir libremente; de esta posibilidad, si las gentes la aprovechan a conciencia, pueden desprenderse las instituciones para una convivencia humana y racional. ¿Cuál la misión de América entre estas dos fuerzas omnipotentes que desoyen todo grito de razón?. Por no haber escuchado a Bolívar, América hispana está en peligro de perder su soberanía y su importancia nacional autónoma. Desde 1815, Bolívar hizo ver la urgencia de la unión y, como profundo realista. hizo notar las dificultades para la unión. "Es una idea grandiosa", dijo, "pretender formar de todo el Mundo Nuevo una sola nación con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo. Ya que tienen un origen, una lengua, unas costumbres y una religión, deberían, por consiguiente, tener un mismo gobierno que confederase los diferentes estados que hayan de formarla; mas no es posible, porque climas remotos, situaciones diversas, intereses opuestos, caracteres desemejantes dividen la América". Ahí están el sueño del poeta, del idealista, y las dificultades que prevé el pensador. el estadista. Pero, si no es posible un gobierno confedera!, una unión política, por lo menos es vital, de urgencia vital que todos los estados latinoamericanos lleguen a un amplio y flexible acuerdo respecto a los fundamentales problemas mundiales económicos y políticos que directamente les afecten. Por ejemplo, actitud de los pueblos (no tanto de los gobiernos) americanos ante el nazismo, ante las divergencias entre el Japón y los Estados Unidos, ante el derecho internacional basado en la fuerza y el sometimiento, ante el libre cambio económico, etc. Si congresos periódicos recogieran y formularan los anhelos propios de
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los núcleos latinoamericanos respecto a tan vastas cuestiones, Hispanoamérica desde Río Grande del Norte hasta la Patagonia constituirán una fuerza respetable, capaz de pesar en todo sen Udo y de poner en salvo de eficaz manera su soberanía e importancia nacional. Hispanoamérica. así unificada (sin necesidad de unificación gubernamental), podría cooperar con las fuerzas que en el mundo representen la libertad de los pueblos, la autonomía de las naciones, los derechos del hombre y la civilización cristiana, sin peligro de hegemonías ni de ser arrastradas por presión directa ni indirecta. económica o militar. Esto precisamente fue lo que Bolívar llegó a precisar con claridad meridiana, como si hubiera estado viendo el conflicto entre Estados Unidos, Inglaterra y Rusia, de una parte, y la Alemania prusianizada y el Japón de la otra (ya que los demás estados arrastrados por Alemania no representan por sí mismos fuerza peligrosa). Las cartas de Bolívar desde Lima a Santander, del 23 de febrero de 1825, 11 de marzo y 30 de mayo del mismo año, son la advertencia más precisa a los países hispanoamericanos. Pero ninguno de ellos sintió ni entendió; ninguno de ellos previó; cada uno de ellos ha querido vivir su propia y orgullosa soberanía; unos se han dirigido hacia Europa, otros se han encerrado en sí mismos; casi todos se han dedicado al fraude electoral, a la corruptela burguesa, al sistema educacional rutinario y sin emoción. Y ahora la actitud altiva de dos o más países americanos no elimina el peligro general de una supeditación; el panamericanismo está roto desde la Conferencia de Río de Janeiro de 1942, y la misión de la América hispana en su propia y exclusiva trayectoria por los valores democráticos y morales, está más perturbada que nunca
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SIN ADULTERACIONES HISTORICAS Y los estados hispanoamericanos están llamados a entenderse, a completarse, a fundir sus tradiciones comunes y a tender hacia su ideal común. Cada país americano tiene páginas de grandeza cuando se pusieron las bases de nuestra nacionalidad. 'Venezuela hizo una prueba de vitalidad poderosa durante trece años, porque allí se combatió más que en parte alguna de América", dice Gonzalo Bulnes. Quinientos neogranadinos dieron libertad a Venezuela en 1813 y Camilo Torres fue el hombre que comprendió a Bolívar y le puso en el sendero del triunfo a pesar de las derrotas iniciales. Los próceres de Quito dieron el 10 de agosto de 1809 la pauta jurídica que había de comenzar la emancipación y terminar por la independencia. Espejo fue de los primeros en hablar de coordinación de los países hispanoamericanos desde 1790. La empresa militar preparada con tan alta y honda visión por el General San Martín en Mendoza y coronada por las batallas de Chacabuco y de Malpú, y el pensamiento de Mariano Moreno hacen inmortales las glorias de la Argentina. La tenacidad y el sacrificio con que se elaboró y puso en marcha la Escuadra del Pacífico que limpió el mar de buques españoles y llevó hasta Lima los primeros ejércitos auxiliares de la independencia del Perú, honrarán mientras haya conciencia moral en el mundo a Chile y a su insigne conductor el General O'Higgins, y podríamos continuar citando las acciones generosas que exaltan a nuestros pueblos desde México al Uruguay. Somos grandes sin salir de la historia, si falsificarla, sin crear héroes nacionales que no tienen consistencia ni conceder cualidades a otros en mengua de las legítimas que elevan hasta el cielo la figura de Bolívar.
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UNA PAGINA DE RODO Al concluir, me es imposible no copiar la siguiente página del más alto pensador de la América española después del mismo Bolívar. He aquí lo que dice José Enrique Rodó en su conocido estudio: "Cuando diez siglos hayan pasado; cuando la pátina de una legendaria antigüedad se extienda desde el Anáhuac hasta el Plata, allí donde hoy campea la naturaleza o cría sus raíces la civilización: cuando cien generaciones humanas hayan mezclado, en la masa de la tierra, el polvo de sus huesos con el polvo de los bosques mil veces deshojados y de las ciudades veinte veces reconstruidas, y hagan reverlierar en la memoria de hombres que nos espantarían por extraños, si los alcanzáramos a prefigurar, miríadas de nombres gloriosos en virtud de empresas, hazañas y victorias de que no podemos formar imagen: todavía entonces, si el sentimiento colectivo de la América libre y una no ha perdido esencialmente su virtualidad, esos hombres, que verán como nosotros en la nevada cumbre del Sorata la más excelsa altura de los Andes, verán, como nosotros también, que en la extensión de sus recuerdos de gloria nada hay más grande que Bolívar".
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TRAGEDIA __________ ,
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HISPANOAMERICANA ~-
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l conflicto entre el sueño y la realidad, entre un sueño fruto de la intuición de lo posible y realidades salvajes dispuestas a reducir a trizas prosaicas y feas todos los anhelos, ha sido la tragedia de Hispanoamérica. El mestizo americano heredó del antiguo español de los siglos catorce y quince el afán de aventura y unificaciones audaces, y del indio primitivo la ingenuidad de creer posibles todas las metamorfosis. Y la realidad americana se le ha presentado terrible, indómita. desafiante. Unificados por el alma española, los americanos han deseado la unión y han chocado con las distancias infinitas, las cordilleras bravías y gigantescas, los climas variados, los valles insalubres, los ríos y las llanuras perpetuamente dilatadas. Inspirados en el derecho europeo, los americanos han querido someter sus costumbres y su vida a las normas de la razón escrita, y los textos legales se han trocado en humo en la fragua de particularismos fanáticos, odios de razas, pasiones salvajes y bárbaras concupiscencias de dinero y poder. Las profundidades americanas rechazan la forma artística del derecho inspirado en los siglos clásicos de la cultura europea. América está en el tercer día de la creación, dijo Keyserling. Acaban las rocas de desprenderse de las aguas y la vida ostenta su exuberancia salvaje. Unidad
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Extracto del artículo en el libro Experiencias Jurídicas de Amért:a, Buenos Aires, 1943, pág. 78-83
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y derecho contra dispersión y caos pasional: éste hasta ahora el dolor de América. El remedio está en el tiempo. Puede acelerarse el ritmo un poco por la educación y el gobierno. Por esto, merecen desprecio los gobiernos inertes y odio los gobiernos destructores, que ahogan en lugar de fomentar las iniciativas de los pueblos.
ANTECEDENTES DE LA GRAN COLOMBIA El español fue audaz, valiente y fuerte. Logró cierta unificación fundamental en América. No hay tal América del Atlántico y América del Pacífico como se anda diciendo en afán de paradojas. El fondo ~spiritual argentino, chileno, colombiano representa un tipo particular de hombre frente a ingleses, italianos, alemanes. El español logró aún la unificación institucional por el fanatismo religioso y el respeto místico al Rey. Por esto. el virreinato del nuevo Reino de Granada de 1739 pudo comprender las tres reales audiencias de Quito, San Fe de Bogotá y Caracas. Venezuela, por larga y obscura tradición étnica y geográfica, tiene personalidad rebelde, y. a pesar del formidable dominio espaiiol. el 12 de febrero de 1742, el gobierno y capitanía general de la provincia de Venezuela se ve revelada y eximida de toda dependencia del Virreinato. Quito, entidad con sus propios límites y su peculiar valor personal, continúa bajo la dependencia del Virreinato. El español supo organizar el gobierno del vasto cuerpo político. Armonizó las urgencias de autonomía de Quito con la necesidad de coordinación en todo el territorio del Virreinato. El gobierno superior en lo político. económico y militar residía en el Virrey. Unico que levanta ba ejércitos, confería empleos subalternos en propiedad. proveía interinan1ente empleos de mayor importai1cia. El gobierno ordinario e inmediato estaba encargado a la Real Audien-
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eta y a los presidentes. La armonía institucional quedaba así bien establecida. La Gran Colombia tiene precedentes coloniales. Roto el absolutismo monárquico español, es Bolívar el Libertador de toda la América española y el modelador constitucional de muchos estados hispanoamericanos. No solo hace la guerra sino que crea instituciones. Destruye y edifica con sincronismo sabio y previsor. No basta triunfar en la batalla: es más importante triunfar en la paz acopiando elementos para una vida fuerte y lozana. La gran batalla de Boyacá del 7 de agosto de 1819, quiebra el poder d el Virreinato, y el 17 de diciembre de ese mismo año de 1819 nace la Gran Colombia a la vida republicana. La ley constitucional declara que las repúblicas de Ve nezuela y la Nueva Granada quedan reunidas en una sola bajo el título de República de Colombia. Debía dividirse en tres grandes departamentos: Venezuela, Quito y Cundinamarca, cuyas capitales serían las ciudades de Caracas, Quito y Bogotá. Cada departamento tendría un vicepresidente nombrado por el Congreso. Se armonizaba la centralización nacional con cierta descentralización regional para las necesidades propiamente regionales. El sabio colombiano Zea, Presidente del Congreso de Angos tura, hizo el docto elogio de la nueva creación. Colombia abrazaba 115.000 leguas cuadradas, ocupaba el centro del nuevo continente con grandes y numerosos puertos en uno y otro océano: formidable por sus riquezas agrícolas, industriales y mineras. Pero contra esta razón unificadora y jurídica, se levantarían las obscurida des destructoras his panoamericanas.
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A la gran batalla de Carabobo del 24 de junio de 1821, sigue la ratificación de la ley de 1819 por la Constitución de 1821. «Los pueblos de Nueva Granada y Venezuela quedan reunidos en un solo cuerpo de Nación, bajo el pacto expreso de que su gobierno será ahora y siempre popular, representativo, y que esta nueva Nación sería reconocida con el titulo de República de Colombia». Por d esgracia, no se ensaya un medio eficaz de armonizar las entidades regionales configuradas por la historia con la vasta corporación nacional. Desaparecen los vicepresidentes d e los tres grandes departamentos históricos. y toda la Gran Colombia queda pulverizada en departamentos, provincias y cantones. Extrema centralización. Bolívar era centralista, pero en otra forma Cuando las campanas anunciaron la vigencia de la Constitución de Cúcuta de 1821. el Libertador exclamó: «Están doblando por Colombia». La batalla de. Pichincha del 24 de mayo de 1822 significa la independencia del Ecuador. Esa batalla abre a Bolívar el camino del Sur. América no será libre sino cuando Bolívar venza al orgulloso y formidable ejército español en el Perú. El 29 de mayo, cinco días después del triunfo en Pichincha, las autoridades, corporaciones, empleados y personas notables de Quito celebraron un acta anexando sus provincias al territorio de la república y aceptando la constitución de Cúcuta El General O'Leary, profundo y frío conocedor del ambiente de entonces, se pregunta por qué el Ecuador se incorporó voluntariamente a la Gran Colombia. Los hábitos, inclinaciones. gustos, todo era diferente, dice. La naturaleza misma parecía haber señalado el Guáitara y el Juanambú como parajes propios para asiento de su dios Término, agrega. Y contesta: 4<Acaso recordaron los quiteños las atrocidades cometidas por las tropas peruanas en
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tiempo del conde Ruiz de Castilla, atrocidades que los habían alejado del Perú ...» Ve bien el problema O'Leary. La tendencia conquistadora del Perú desde la época de los incas, su defensa cruel del absolutismo del Rey, hicieron urgente la fundación de la Gran Colombia para poner en salvo el territorio nacional y el particularismo histórico compatible con la institución jurídica gran colombiana
DESTRUCCION DE LA GRAN COLOMBIA Llamado tres veces, rogado aún por el Perú, salió Bolívar de Colombia a dar libertad a la tierra de los incas. La necedad nadonalista que se está apoderando de Sudamérica pretende desconocer la obra de Bolívar en el Perú. Pero los documentos auténticos proclaman la verdad. Bolívar tuvo en el Perú que crearlo y organizarlo todo. 5. 780 soldados republicanos de los cuales 4.500 eran colombianos, vencieron a 9.31 O soldados que sostenían el régimen español y estaban dirigidos por los mejores generales de España. El 9 de diciembre de 1824, en los campos de Ayacucho, brilló en América del Sur el sol de la libertad cuyos rayos iban a estimular aún a la acoquinada democracia europea mortalmente amenazada por las oligarquías de Austria, Rusia e Inglaterra Pero, mientras cumplía su obra Bolívar en el Perú, la Gran Colombia se descomponía. Unos localismos contra otros. Unas ambiciones contra otras. Para Páez no existían sino las llanuras del Apure y Santander no supo desplegar el dinamismo necesario para corregir los males de la excesiva descentralización. Más aún. Santander es culpable de que se hubiesen expedido leyes y reglamentos de enseñanza completamente inadecuados a la mentalidad religiosa de los pueblos. Santander cometió imprudencias gravísimas con Páez y los venezolanos. El desor-
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den y la bancarrota invadieron las finanzas públicas, y las secciones territoriales alejadas del centro del gobierno -Bogotá- especialmente los pueblos del Ecuador, sufrieron todo género de quebrantos y perjuicios. Quien lo anterior niegue puede convencerse de la verdad leyendo las mismas cartas de Santander a Bolívar en 1826 y las confesiones que la objetividad de los hechos arranca al historiador Restrepo, Ministro del Gobierno de Bogotá. Los pueblos anhelaban el retorno de Bolívar. Bolívar debió quedarse en el Perú hasta 1826 para impedir el recrudecimiento de la anarquía peruana La lucha entre Páez y Santander se agudizó. El retorno de Bolívar a Colombia calmó los ánimos durante poco tiempo. Bolívar administró y resolvió las necesidades. Pero no podía estar en todas partes. Santander y sus secuaces, anhelosos ya de quedarse en el mando, calumniaron y desautorizaron al Libertador como lo reconoce Restrepo. Y Páez repitió su levantamiento; y Venezuela se separó para siempre de la Gran Colombia el 29 de noviembre de 1829. El General Flores, venezolano, a quien Bolívar dio siempre muestras de confianza y afecto, encargado desde 1827 de la Jefatura superior de los departamentos del sud -Ecuador- faltando a sus deberes de funcionario público, se hizo proclamar Jefe Supremo el 13 de mayo de 1830 y separó al Ecuador de la Gran Colombia. El destino cruel quiso que Bolívar viese destrozados sus ideales constitucionales e internacionales. Los hombres prudentes de Quito y Bogotá deseaban , creían urgente que se conservase la Gran Colombia. El mismo Flores escribió el 28 de enero de 1830: .,.y o me avergonzaría de que en el Sud se hicieran actos pretendiendo la desmembración de la república estando yo mandándola, y si llegare a suceder, entonces yo sería tan culpable como los
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promovedores de la sedición». Esto demuestra cómo en el ambiente sensato había la conciencia de la necesidad de que el Ecuador permaneciese vinculado a Colombia. La vida se habría encargado de reformar las instituciones aumentando la descentralización y aún terminando en la federación como deseaba Nariño. Las ambiciones del obscuro y profundo fondo americano impusieron la destrucción. El General Antonio José de Sucre el más inteligente y virtuoso de los tenientes de Bolívar, predijo que la disolución de la Gran Colombia significaba la pérdida de los límites ecuatorianos con el Perú.
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EL PANAMERICANISMO•
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l problema de las relaciones de la América latina con E los Estados Unidos debe ser estudiado desde un punto de vista objetivo. De hecho existen los Estados Unidos y sean cuales fueren nuestras opiniones individuales respecto a ellos, ese poderoso pueblo existe y se interpone entre América latina y Europa, América Latina y Asia. Ante estos datos, ante estos hechos irremediables, ¿qué actitud conviene adoptar? La ciencia, serena y tranquila, debe darnos la comprensión, y la comprensión inspirar una conducta sensata sin otro afán que la vida y prosperidad de nuestro continente.
Hemos hablado del derecho internacional americano. Pero debemos entender esta expresión en su verdadero sentido. El derecho es uno por su raíz psicológica -el sentimiento de justicia-: uno por su afán ético -afirmar y elevar la personalidad individual-; pero varía el derecho por el camiho ·que tiene que recorrer para llegar a su fin. Los caminos son varios: temperamentos o circunstancias de individuos o pueblos. El derecho internacional moderno ha tenido tres grandes manifestaciones prácticas y fundamentales. En el Tratado de Westfalia de 1648, después de largas luchas por motivos religiosos, los estados europeos adquieren conciencia de la comunidad europea, proclaman la obligatoriedad de los tratados, limitan los excesos de las
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Tomado del lJbro Derecho Jnternaclcmal del futuro (La plasticidad de los hechos y la virtualidad de la idea), Editorial Amerlcalee, Buenos Aires, 1943 pág. 77-85. ·
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soberanías anárquicas. La revolución francesa, por boca de Volney en 1790 y del abate Grégotre ante la Convención, enseña teórica, pero amplia y sistemáticamente, todos los grandes principios del derecho internacional. Por desgracia las guerras provocadas por las oligarquías inglesa y austríaca impiden que se organice la comunidad europea. Y viene el tercer momento: la independencia del Nuevo Mundo, el nacim1ento de nuevos estados liberales. Como las condiciones de los países americanos, unidos por idioma y religión, costumbres y raza dominante, lo permiten, surge un nuevo impulso original para el derecho internacional. En este sentido hay un derecho internacional americano; porque se promulgan renovadores principios internacionales al favor de las condiciones sociales y sentimentales hispanoamericanas. Este derecho internacional americano es virtualmente derecho universal como lo reconoce el mismo Sr. Alejandro Alvarez, verdadero descubridor de la gran fuente jurídica que es América. En el proyecto sobre derechos fundamentales del Continente americano presentado por Alvarez al Instituto Americano de Derecho Internacional en 1917, se lee que los Estados de América desean que todos los Estados del mundo se adhieran a los principios americanos a fin de poderlos proclamar como principios universales del derecho internacional. No hay, pues, un derecho internacional americano frente a un derecho internacional universal y a un derecho internacional europeo; hay momentos distintos del derecho, aportaciones distintas al derecho. En la vida del derecho internacional americano tiene al principio la iniciativa América española: luego se calla ésta y pasa la iniciativa a los Estados Unidos. Juan Egaña en 1810 indica: primero, que América tiene necesidad de agruparse guardando cada Estado su economía interna, para la seguridad exterior: segundo, que es dificil que cada pueblo sostenga una soberanía aislada: tercero, que
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el día en que América reunida en congresos hable al r.esto del mundo, su voz será respetada y sus resoluciones no serán fácilmente contrariadas. Simón Bolívar, en su carta de 1815, desde Jamaica, tiene la visión plena del destino internacional americano y de las dificultades para que este noble destino se realice. Previó toda la evolución de los estados americanos. Expresó el anhelo de que el Itsmo de Panamá sea para los americanos como el de Corinto para los griegos. Los tratados entre Colombia y otros países americanos por Bolívar propugnados en 1822 consagran algunos de los grandes principios internacionales americanos. Estos son los siguientes, si se tiene en cuenta los documentos anteriores a 1823 y los acuerdos de los congresos de 1826, 1848, 1856, 1864: 1) Organización de los Estados Americanos en sociedad internacional bajo la autoridad de la asamblea de plenipotenciarlos; 2) Enmarcamiento de la guerra dentro de las condiciones establecidas por el derecho positivo escrito; 3) Posibilidad de la coacción contra la guerra ilegal (Congreso de Lima de 1848); 4) Conciliación obligatoria para los diferendos, 5) Limitación de la soberanía de los Estados en favor de la comunidad americana, ya en lo relativo a la forma de gobierno, que debía ser la republicana y representativa, ya en relación a la ilegalidad de cesiones territoriales perjudiciales para la comunidad americana. He aquí los principios d el derecho internacional americano, pero con virtualidad universal tanta que la sociedad de las Naciones en 1919 y los protocolos y acuerdos posteriores los consagran para el mundo.
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En 1823 toma la iniciativa la América sajona con la doctrina de Monroe. Se debe" comprender esta doctrina antes de censurarla o aplaudirla, entusiasmarse cándidamente ante ella o condenarla con enojo. La doctrina Monroe tiene las siguientes características: 1) Coincide con el nacimiento del Estado nacional, muerto el Estado feudal y absolutista. El Estado nacional requiere autonomía, posibilidad de desarrollo, gobierno libre, y esto proclama Monroe; 2) Inglaterra tiene interés en que el continente hispanoamericano se emancipe y en que no caiga bajo la hegemonía de Francia o Rusia. Canning desea que Inglaterra y Estados Unidos hagan una declaración conjunta favorable a la indep endencia de los Esta dos hispanoamericanos; 3) Los Estados Unidos tienen interés en que las potencias absolutistas europeas no intervengan por ningún pretexto en América ni adquieran bases mllltares contra los Estados Unidos: 4) Monroe es un idealista y quiere que en unión con Inglaterra los Estados Unidos hagan una declaración no sólo favorable para Hispanoamérica sino también para Grecia y aun contra la intervención de Francia en España; 5) El Secretario de Estado, Adams, sin desdeñar lo fundamental de los legítimos intereses y des eos nombrados, es un político astuto que pule, corrige, no se comprom ete ni con Inglaterra ni con n a die. Y surge el mensaje del 2 de diciembre de 1823: a) No colonización de parte alguna de los territorios americanos por una potencia europea; b) No intervención de Europa para oprimir a los países americanos o guiar sus destinos:
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c) No extensión hacia América del sistema político de equilibrio y absolutismo; d) Respeto de la forma de gobierno que se han dado las naciones americanas; e) No intervención de los Estados Unidos en los asuntos exclusivamente europeos. Las declaraciones de Monroe están protegidas por la flota inglesa. como dice Barcía Trelles, y se puede imaginar el efecto que producirían en la conciencia europea y la renovación de la doctrina internacional a que estaban destinadas. Las declaraciones del presidente americano traducen aspiraciones sudamericanas. Manuel Torres, diplomático de Colombia en Washington de 1819 a 1822, insta al gobierno de los Estados Unidos para que establezca una causa americana y rechace las empresas ambiciosas de los gobiernos europeos. ¿Cuál fue el defecto de la doctrina de Monroe considerada en sí misma, en su objetividad, en su concreción escrita? El ser una Declaración unilateral de un fuerte a favor de sí mismo y a favor de un débil. El fuerte que protege al débil, abusa del débil. Esto no lo comprendió nadie. Rivadavia, en el mensaje del 3 de mayo de 1824, expresó deseos de que se ampliaran y aclararan los enunciados de Monroe en el sentido de qu e no se alterasen las fronteras del momento de la emancipación. Argentina tenía dificultades fronterizas con el Brasil. México, el Brasil, se ilusionaron con la protección ofrecida para tener más tarde que caer en el desencanto. Un solo jefe de Estado, Bolívar, comprendió que el remedio contra los abusos pos ibles era agrupar a los estados hispanoamericanos y conttnentalizar la doctrina de Monroe: incorporarla a los otros enunciados internacionales de la América toda. Las suspicacias de los estados americanos tmpid1e-
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ron que se consumasen las aspiraciones continentales, universales y orgánicas de Bolívar. El panamericanismo, como lo dice Alvarez. es la aproximación de los intereses de los países americanos basada en la unida d moral de ellos. Es la coordinación de los anhelos vitales americanos vinculados entre sí psicológica y moralmente. Pero Bolívar no es el padre del Panamericanismo en cuanto aglomeración de los Estados Unidos y de los demás países de América. Bolívar quiso que los estados hispanoamericanos llegaran entre sí a alguna organización y mancomunidad, y que así. en alguna manera mancomunados, cooperasen con los Estados Unidos del Norte. El profundo plan de Bolívar no lo penetró Santander que invitó a los Estados Unidos para el Congreso de Panamá. Los Estados Unidos revelaron entonces un oportunismo desdeñoso para nuestros países. Los documentos en que debe estudiarse el pensamiento bolivariano son: a) La circular de Lima. diciembre 7 de 1824; «. .. es tiempo ya de que los intereses y las relaciones que unen entre sí a las repúblicas americanas, antes colonias españolas. tengan una base fundamental que eternice, si es posible, la duración de estos gobiernoS>>. La circular fue la invitación a los gobiernos para el Congreso de Panamá. b) Carta a Santander del 30 de mayo de 1825: «... jamás seré de opinión de que los convidemos a los americanos del norte para nuestros arreglos americanoS». Bolívar quiso que los Estados Unidos de Sudamérica se aliaran con los Estados Unidos de Norteamérica: era lo racional, lo orgánico. c) Carta de Bolívar a Santander de 11 de marzo de 1825: «.. . El remedio o paliativo a todo esto (las ambiciones d e la Santa Alianza). si se encuentra -es el gran Congreso de Plenipotenciarios en el Itsmo, bajo un plan vigoroso, estrecho. extenso, con un ejército a sus órdenes de 100.000 hombres a lo menos, mantenidos por la confederación e independientes de las partes constitu-
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tivas. Además de las delicadezas de una política refinada a la europea, una marina federal y una alianza íntima y estrechísima con la Inglaterra y la América del norte». El plan bolivariano no suponía la pérdida de soberanía interna para cada país: consistía en una Confederación oportunamente organizada. Bolívar comprendió que el individualismo español dejó en América hispana gérmenes de rebeldía favorables a la organización democrática y que el puritanismo de los yanquis les inclinaba también al régimen popular y representantivo. Hay, pues, cierta unidad moral en todo el continente americano. Confederación amplia hispanoamericana y acuerdo con los Estados Unidos: he aquí el anhelo. Todo esto garantizado también por el poder de Inglaterra que por intereses prácticos ha sabido organizar la libertad en sus asuntos. Las cartas de Bolívar parecen escritas para el año 1941. Carta de 23 de febrero de 1825, desde Lima, a Santander: «Yo creo que nosotros debemos imitar a la Santa Alianza en todo lo que es relativo a seguridad política. La diferencia no debe ser otra que la de los principios de justicia... Ellos (los europeos) sostienen a los tronos, a los reyes: nosotros a los pueblos, a las repúblicas: ellos quieren la dependencia, nosotros la independencia... La opresión está reunida en masa bajo un solo estandarte, y si la libertad se dispersa no puede haber combate>>. Bolívar quedó 'incomprendido, dice y lo demuestra Barcia Trelles. Los estados americanos se dejaron llevar por la tendencia a la dispersión y por las suspicacias. Y el panamericanismo evolucionó conducido por los Estados Unidos. Primero, el oportunis mo de Adams. «El gobierno de los Estados Unidos no debe estar representado en el Congreso de Panamá sino diplomáticamente: no se debe pactar acuerdos defensivos ni ofensivos , ni negociar alianza con todas o algunas de las repúblicas americanas ...
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Segundo, la interpretación de protectoría a imperialismo de Polk ( 1845-1848). Tercero, el panamericanismo como tutela amistosa de 1889 a 1928. En este año de ·1928, en la sexta conferencia panamericana de la Habana, los estados latinoamericanos llegan a cierta conciencia de su dignidad e independencia colectiva y rechazan toda clase de intervención o ingerencla tutelar en los asuntos de otro estado. Pero hay que confesar que esta misma evolución hacia la conciencia continental la debemos a los yanquis que con admirable constancia persisten en el ensayo panamericanista. El pueblo de los Estados Unidos llega a rechazar él mismo el grosero imperialismo de los gobiernos de su país. Aparece un grande hombre, el único jefe que en el actual momento se ha constituido en un como poder moral, orientador de la humanidad, Franklin D. Roosevelt, y se inicia un panamericanismo de buena vecindad y de cooperación basado en el respeto a los países y en el libre concurso de los Estados. Este panamericanismo ha producido el progreso del Derecho Internacional. Ha desautorizado la conquista, declarado la inviolabilidad del territorio de los estados, organizado la conciliación obligatoria, proclamado la igualdad de pueblos y razas y condenado la ocupación territorial aun transitoria. Estos aspectos excelentes del panamericanismo y del Derecho Internacional americano no eliminan los inconvenientes de la América hispana dispersa. El mundo futuro va a experimentar la influencia preponderante de ingleses y norteamericanos. La flota inglesa y la yanqui van a ser la policía internacional futura durante mucho tiempo. Si América hispana continúa dispersa; si un Estado hispanoamericano tiene una orientación respecto a cuestiones vitales para el Continente y otro estado hispanoamericano tiende a un rumbo distinto respecto a esas mismas cuestiones, sin desearlo ni quererlo, por eJ
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peso de su potencialidad, Estados Unidos realizará verdadera hegemonía en nuestro hemisferio. El remedio, la mancomunidad hispanoamericana. No hace falta la federación política, ni siquiera la confederación. Pero es urgente llegar a cierta unidad moral y espiritual respecto a los asuntos fundamentales, de enorme trascendencia mundial, que hoy inquietan al mundo. América hispana uniforme en las altas y delicadas cuestiones podría ~orno expresaba Egaña en 181 O- hablar un lenguaje de idealismo vigoroso, defender su alma, proteger sus territorios, influir en el mundo. Toca a la juventud educar su visión internacional. La crítica negativa es ineficaz. Necesitamos la obra constructiva.
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LOS POLITICOS REALISTAS * ificil determinar de modo general qué modalidades institucionales gubernativas han de tener los diversos países hispanoamericanos. Las tradiciones locales y los caracteres psicológicos varían en las diversas regiones. Pero podemos principiar negativamente, es decir, indicando qué formas de gobierno no convienen en absoluto a Hispanoamérica.
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Destruido el espíritu monárquico por la facilidad de comunicaciones e informaciones. por la instrucción popular moderna y por la ruptura radical con la monarquía española. que superpuso una parte de sus costumbres y hábitos en este Continente. el problema político para América, desde el Río Grande del Norte hasta el Cabo de Hornos, se reduce en lo esencial a las siguientes exigencias: primero, que el poder público realice una obra eficiente -seguridad personal y social, instrucción y caminos, higiene y justicia, etc.-: segundo, que esta obra no sea don arbitrario o paternalista de tln hombre, de un déspota, sino servicio público, sometido al ideal de justicia, según lo exprese la conciencia nacional. Para esto es preciso que funcione ampliamente el sufragio popular en todo lo que signifique rumbo fundamental orientador. y con la frecuencia necesaria para traducir los cambios de
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Tomado del libro Expresión Política Hispanoa mericana (Ensayo sobre derecho constitucional hispanoamericano). Empresa Editora Ztg-Zag S .A. Santiago de Chile, 1943. Pág. 35-39, Capítulo Cuarto: Los Políticos realis tas.
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rumbo de la conciencia públlca. y no más: tercero, el poder público debe ser responsable ante la conciencia nacional, no solo por la jurisdicción penal, sino también políticamente, en períodos o circunstancias determinadas con prudencia. para no obstar la marcha regular del gobierno. Interpelar a un ministro individualmente, previas condiciones que garanticen la seriedad en el procedimiento y darle un voto de confianza o de censura, es poder indispensable al cuerpo legislativo: cuarto, hay que prevenir, por equilibrios y contrapesos de poder, el peligro de los hechos consumados de arbitrariedad irremediable. Hacer vivir estas cuatro exigencias, según la psicología y moralidad, cultura y necesidades de los pueblos, es el problema del gobierno moderno. Francia, Inglaterra. Estados Unidos, Suiza, lo han resuelto a su modo: parlamentarismo, referéndum, federalismo, determinadas formas de separación de funciones y equillbrios de poderes. Ordinariamente se llama democracia a la manera empírica con que los países citados han equilibrado sus instituciones políticas. Y se hace una abstracción vacía. absurda. fuente de trastornos y desiluciones, al pretender que en América del Sud, en nombre de esa democracia, se apllque a nuestros pueblos la solución política empírica de Suiza, Inglaterra o Estados Unidos, o, si se quiere, de la Grecia o de la Roma democrá ticas antiguas. La democracia tiene un fin , y encuentra medios para realizarlo. Lo esencial, el fin. Lo variable, s egún las circunstancias, los medios. En una parte, el parlamentarismo es bueno: en otra, el presidencialismo es imperiosa exigencia. En Estados Unidos, el poder judicial tiene determinadas faculta d es legislativas. En otros países no se ha admitido esa ins titución norteamericana. El fin esencial de la d emocracia es distribuir las fuerzas políticas y sociales en forma tal de conservar y fomentar la plena
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personalldad del ciudadano. Se le garantizan al ciudadano las libertades: se quiere asegurarle su vida económ1ca con el propósito de salvar la personal.i dad integral del individuo humano. La Constitución de Venezuela, d el 21 de diciembre de 1811, en el momento más terrible de la lucha contra España, y con clases sociales levantiscas, abigarradas e incultas, quiso resolver el problema del gobierno, por la federación de las siete provincias de la antigua capitanía, convertidas en cuerpos políticos soberanos, por un ejecutivo plural, y traduciendo a cada paso el espíritu de Rousseau y Montesquieu. El resultado fue la entrega de la patria en pocos días a las feroces venganzas de Monteverde. Lo hermoso en el papel es, con frecuencia, feo en la realidad, porque carece de enjundia y raíz. Ha habido en América políticos realistas, que han propuesto planes de organización constitucional teniendo en cuenta las objetividades del medio y del momento. Debemos conocer las cosas en las cosas mismas, dice Bergson. Bolívar es el mayor hombre de América en el pensamiento y la acción. Como ahora no hay en América historia, sino pasión y vanidad, se pretende en algunas partes rebajar aún con medios innob[es la figura de Bolívar. Tres momentos cumbres en su pensamiento: Primero. el rechazo de la monarquía. El 25 de mayo de 1826 escribe: «Véase la naturaleza salvaje de este continente, q.ue expele por sí sola el orden monárquico: los desiertos convidan a la independencia: aquí no hay grandes nobles, grandes eclesiástico&». Lo mismo le expresó en· 1822, en Guayaquil, a San Martín, en la histórica conferencia en que no se trató de otra cosa que de la forma de gobierno adecuado para Sudamérica, de los ·límites entre
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Colombia y el Perú, y de las quejas de San Martín contra sus compañeros en el Perú. Segundo, la adecuación d el gobierno a la composición social americana: «Un gobierno republicano ha sido, es y debe ser el de Venezuela. Sus bases deben ser la soberanía del pueblo, la división de los poderes, la libertad civil, la proscripción de la esclavitud, la abolición de la monarquía y de los privilegios. Necesitamos de la igualdad para refundir, digamos así. én un todo la especie de los hombres, las opiniones políticas y las costumbres públicas». El pensamiento es claro y terminante. Y agregó: ~ue la historia nos sirva de guía. Tengamos presente que nuestro pueblo no es el europeo ni el americano del norte: que más bien es un compuesto de Africa y de América. que una emanación de Europa, pues que hasta la España misma deja de ser europea por su sangre africana, por sus instituciones y por su carácter». «No aspiremos a lo imposible: no sea que por elevarnos sobre la región de la libertad descendamos a la región de la tiranía. De la libertad absoluta se desciende siempre al poder absoluto, y el medio entre estos dos términos es la suprema libertad social». He aquí la objetividad del incomparable pensador: lo que resuelve el problema de la libertad y de la disciplina es, sin duda alguna. la suprema libertad social, sin asesinatos ni esclavos, sin profundas angustias, sin sediciones ni autómatas. Tercero, Bolívar desea que el representante del Poder Ejecutivo, en lugar de durar en sus funciones dos. cuatro. seis años. dure por toda su vida, con el objeto de tener un centro estable de referencia alrededor del cual funcionasen las corrientes políticas por el sufragio, elevado en el pensamiento bolivariano a cuarto poder del Estado. Quiso también que el Senado fuese hereditario, a fin de dar satisfacción a las ambiciones de los poderosos caudillos americanos, que se preparaban a destruir sus patrias con
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guerras civiles por concupiscencia del poder. Estos deseos, sin ser monárquicos, como imaginó sin meditación suficiente el general Mitre, fueron un error. En todo caso, significaron una sugestión para que s e buscase algo nuevo para América.
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NO NOS DEJEMOS ENGAÑAR POR DEMAGOGOS ENEMIGOS DE LA •V OBRA DE BOLIVAR Y SUCRE ~ $
3 de febrero de 1945
EL MUNDO QUE SURGIRA DE ESTA GUERRA EL DEL INDIVIDUO LIBRE ETICAMENTE AMANTE DEL IDEALISMO El señor Presidente de la República, doctor José María Velasco /barra, pronunció ayer, al ple del monumento al Mariscal Sucre, una hermosa oración cívica. Dijo el Primer Magistrado en su magnifica improvisación:
Señores representantes a la Asamblea Constituyente, señores ministros de Estado, Excmos. miembros del Cuerpo Diplomático y Consular, señor Presidente del l. Concejo Cantonal de Quito, distinguidas autoridades civiles y militares, ciudadanos: Debo confesaros que al descender a esta plaza, tenía un sentimiento de timidez. Mis absorbentes ocupaciones no ·me permiten prepararme debidamente para un acto tan solemne y grandioso como éste: pero cuando llegué a esta plaza, al ver este magnífico espectáculo militar, espectáculo popular, de fuerzas y esperanzas, yo sentí mi espíritu fortificado y sentí cuánto puede dar al mundo todavía esta América que aún no despiert;a a la plena Tomado del d iario El Comercio, Quito-Ecuador, febrero 4 de 1945
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conciencia de sus destinos . Yo confío en el pueblo, confio en el ejército, confío en la juventud; estas tres fuerzas sanas y grandes que me han de acompañar en nú gobierno, en esta hora de la patria, que bien puede ser hora de grandes esperanzas, si sabemos ser grandes y fuertes, pero que puede ser también la hora de tinieblas, si nos desorientamos y no somos grandes y fuertes como enseñó el Mariscal de Ayacucho. Esta América tiene aparentemente mucha semejanza con todos los estados del mundo en su forma externa. Más o menos la misma manera de ser en lo político. en su apariencia; distribución de poderes más o menos semejantes. Actividades y equilibrio político, más o menos análogos. Pero en el fondo, allá dentro, en la profundidad vertical. esta América española. esta América Latina es una originalidad histórica, llena de distintos y originales factores geográficos, étnicos, espirituales. Esa gran profundidad vertical. no está debidamente analizada ni debidamente estudiada por nosotros, porque no hemos sabido ser fieles a los hombres que forjaron esta patria. La América Latina está desviada de su historia: nos hemos dado a lo superficial: nos hemos dado a la pura forma: hemos despreciado lo profundo, lo hondo. la originalidad espiritual nuestra Ejército ecuatoriano, pueblo ecuatoriano, juventud ecuatoriana, poned vuestros ojos en lo profundo y recordad que América tuvo una conciencia, que América debe volver a tener esa conciencia. Conciencia de América fue Bolívar; un aspecto de la conciencia de América fue Sucre. Coloquemos las cosas en su verdadero plano relativo. Nadie es más grande que Bolívar. La misma América española con toda su grandeza no. puede explicar a Bolívar: Bolívar fue la virtud de Dios encarnada en un hombre: un destello de la virtud de Dios encarnado en un hombre. Este fue Bolívar·: Pichincha es Bolívar, Ayacucho es Bolívar. El, los rayos que iluminan todo el horizonte
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americano, la fe, el dinamismo que mueven todas las fuerzas americanas, el pensador que dio claridad a todos los horizontes americanos. Y Sucre arrancó su grandeza de haber absorbido un rayo bolivariano, una irradiación bolivariana y de haberlo adaptado a su temperamento y el papel que desempeñó como brazo derecho de Bolívar. Bolívar el genio, la visión, la dinamia. Sucre, en cambio, el hombre ponderado, el gran talento, el hombre equilibrado, el hombre comprensivo, el héroe magnánimo. Los dos se compenetran. El uno ilumina todo, el otro equilibra, pone en la obra raíces adecuadas. Coloquemos las cosas en su verdadera relatividad. Bolívar una virtud de Dios, iluminando América. Sucre el brazo derecho de Bolívar, una energía espiritual, que absorbe un rayo de Bolívar, lo adopta a su temperamento y le enraiza en la tierra para que produzca sus frutos. He aquí estos dos grandes hombres a los cuales hoy celebramos (nutridos aplausos interrumpen al orador). Vosotros me permitiréis que aquí ante la estatua del Gran Mariscal prolongue esta alocución porque ha llegado la hora propicia para decir ciertas verdades fundamentales para los ecuatorianos, fundamentales también para la América Latina. Sucre no leyó muchos libros , pero meditó profundamente en las ideas innovadoras que despertaron a esta América. El exceso de libros sin gran m editación crea hombres abstractos que extravían al pueblo y lo desorientan. Los pocos libros con honda meditación forjan los talentos vigorosos que saben apreciar las cosas concretas y que relacionan lo concreto con lo universal, con lo divino. Así fue Sucre. Leyó poco, pero entendió mucho y entendió mucho para sembrar en la tierra su pensamiento profundo (aplausos nutridos).
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Vedlo. Esta América llena de virtualidades no se modela aún. Este Continente original, monstruosamente grande e imponente, necesitaba forjarse para el espíritu y la irracllación espiritual. Sucre lucha en el oriente venezolano, lucha como bravo, desafiando la tormenta, desafiando la muerte. Así debéis ser v0sotros, jóvenes del Ecuador, jóvenes militares. Sed grandes por la acción. Donde haya mayores dificultades, allí blandiréis con mayor gloria vuestra espada para ponerla al servicio de la justicia, de la verdad y del derecho. Si queréis comprender lo que puede dar la América. lo que puede la inteligencia robusta que ve todos los aspectos del problema, los pesa. valora y los aquilata, acompañad a Sucre en el Perú. El Perú ha tenido una misión histórica, que hay que reconocer, una especie de pulsación administrativa de la América. En la prehistoria, el Inca. En la colonia, el virreinato, y cuando la independencia, allí estaba el poder español omnipotente, v1go-. roso e indestructible. Cuando llega Sucre, encuentra en el Perú el caos. No encuentra nada organizado. Todo odio, división, rivalidades, luchas intestinas. Este era el panorama del Perú cuando llegó Sucre. Esta es la verdad histórica indiscutible. Si el Perú no era libre, no podía ser libre América española. El Perú ha sido una especie de centro de irradiación administrativa. Sucre, de 29 años, prudente, valeroso, pesa las dificultades, obedece a Bolívar, porque Bolívar es todo; pero al mismo tiempo mantiene su dignidad, su altivez. Va poco a poco, paso a paso. Mide las dificultades. Es arrojado como un león. Es prudente y magnífico, sereno en todo instante. Ningún detalle se le pasa desapercibido, ni en lo administrativo ni en lo militar. Marchas y contramarchas. Conocimiento de la geografia y conocimiento de los hombres. Un día es Ayacucho, y con Ayacucho es la democracia en América y se fortifica la democracia en Europa, porque la revolución
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francesa ~staba ahogándose por la reacción y la falta de comprensión de los hombres. Y cuando se vigoriza el derecho aquí en América por la espada de Ayacucho, la democracia se divulga en el mundo entero y se siembra para siempre en este Continente grande y libre (ovación prolongada y frenética).
Hoy está de moda, porque no queremos comprender la profundidad vertical de la América española, hablar de grupo, de clase, de partido. El individuo es nada. El grupo e.s todo. El individuo nada. La clase todo. No sigáis esta doctrina. La América española no nació para ahogar al individuo en la clase, para sofocarlo en el partido y convertirlo en engranaje mecánico (ovaclónfrenética que interrumpe al orador. La multitud lanza vivas al Presidente}. La América española, amigos míos, es para el individuo sano, es para el individuo anheloso, que comulga con lo eterno, con lo magnífico. La América española es para el amor y la solidaridad entre los individuos libres. Bolívar individuo. Sucre individuo. El Gran Calderón nuestro, que se sublimó en Pichincha, con Sucre, una gran heroicidad individual. Sí, amigos míos, no os dejéis arrastrar por todo lo que en otras partes se dice. Cread una fisonomía americana, un pensamiento americano, una misión americana. un sentimiento americano. El mundo que surgirá de la guerra es el del individuo libre, éticamente amante del idealismo. tornad al individuo; despreciad la tiranía del grupo (aplausos prolongados}. Otra originalidad americana en que es Sucre un inspirador: necesitamos crear un Derecho Internacional nuevo. Derecho Internacional sin odios, sin imperialismos, ni exclusivismos. Nos sobra tierra, nos falta población. La América española tiene que s er el campo de la colaboración entre los estados libres para levantar a los hombres pero no para asesinar a los hombres por obra del impertalismo exclusivista.
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Allí tenéis a Sucre. Año de 1820: regulartzacl6n de la guerra de la independencia. Estos hombres, estos americanos formidables de los que os estáis olvidando vosotros, estos americanos colosales, cuya historia estáis olvidando, éstos que hicieron la guerra a muerte, éstos, que donde entraban no dejaban sino una huella atroz en campos y en ciudades: porque hay que ser bravo cuando se debe ser bravo: estos grandes hombres, apenas se presenta la oportunidad, establecen el Derecho Internacional de humanidad, de respeto al prisionero, al hombre de guerra. Soldados de la patria: sed bravos cuando haya que ser bravos: pero sabed respetar a la humanidad, respetad a los hombres, a los prisioneros. Así hizo Sucre a quien homenajeamos en este momento. Y en Ayacucho ¡qué· triunfo tan extraordinario! Un Virrey, tres mariscales, un teniente general, diez generales, diez y sets coroneles. Todo el ejército español hecho pedazos por la espada de Sucre y por el espíritu de Bolívar: y qué paz tan generosa, qué clemencia. qu~ nobleza! El hombre fuerte es generoso y por lo mismo que confía en sus músculos sabe escuchar la voz del corazón. Este es el Derecho Internacional que hay que establecer. ¡Habría que decir tanto de Sucre; tanta lección se desprende de su espíritu prodigioso! yo quiero terminar con una observación: ¿Qué fue de esa gloria americana? ¿Qué pasó con el genio de Sucre? ¿Qué proyecciones ha tenido su obra de estadista? ¿Qué se hizo con todo esto? Esta América se ha desangrado constantemente: guerras civiles, dictaduras, infortunios. ¿Por qué esta América no habla el lenguaje que pudo hablar? ¿Por qué fue Sucre asesinado? ¿Por qué muere Bolívar amargado?
Porque así como América tiene sus grandes cualidades y grandes virtualidades, así tiene también defectos muy graves. Pensad en ello. pueblo, jóvenes militares, jóvenes todos.
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¿Qué quisieron Bolívar y Sucre? ¿A qué obedeció esa tragedia del año de 1826 a 1830? ¿Cómo se explica esa tragedia de Colombia vencedora y Colombia destrozada? Pues Bolívar y Sucre quisieron gobernar estos pueblos, dando todo lo que estos pueblos podían absorber de libertad y reforma. Bolívar y Sucre. se entregaron a esta tarea gubernativa con abnegación, sinceridad y amor. Ellos establecieron la libertad de conciencia. la libertad de prensa; ellos quisieron la inmigración extranjera: que se hagan carreteras y que se mejore la salubridad. Se empeñaron de una manera especial por mejorar la condición del indio. ¿Qué aconteció con la obra gubernamental de Bolívar y Sucre? Al llenar el campo político con su esfuerzo de hecho desalojaron a los envidiosos, a los que no tienen más ley que la sospecha, la rivalidad, la concupiscencia monetaria. al anhelo de cargos burocráticos. Estos hombres desalojados por obra de las circunstancias juraron guerra a Bolívar y Sucre, a todos nuestros padres, a todos nuestros hombres, y como estas pasiones no pueden ostentarse afuera porque son odios, venganzas, envidia y rencores escondidos, invocaron algo que atrae, que disimule, que cautive al pueblo y hablaron de una libertad abstracta y dijeron que la libertad estaba conculcada ¡La libertad conculcada por Bolívar! ¿Podéis creer en esto? No. Jamás. Los demagogos perturbaron la conciencia americana, perturbaron el criterio recto del pueblo, engañaron al pueblo, y Bolívar murió abandonado y Sucre fue asesinado y el Perú, Bolivia, Colombia, Venezuela. la Argentina misma con su mente lúcida, todos los pueblos latinoamericanos, por su intuición creían en Bolívar, creían en Sucre y los amaban; pero, el pueblo a veces se duerme, y los demagogos cosechan y a pesar del amor del pueblo Sucre fue asesinado, Bolívar murió en el abandono y América se dislocó.
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Saquemos las consecuencias, soldados ecuatorianos, pueblo ecuatoriano, juvé'ntud ecuatoriana Veamos las cosas con profundidad: no nos dejemos engañar por lo que dicen los demagogos explotando, casi siempre con gran habilidad, los vocablos más sagrados, los ideales más santos. Tornad a la conciencia americana. Que el espíritu de Sarmiento, de Espejo. de Nariño, de Bolívar y de Sucre tornen esta América a la conciencia unitaria de sus destinos históricos y que la América mancomunada espiritualmente sepa colaborar con los Estados Unidos y con todos los pueblos liberales de la tierra para que la época de la post-guerra sea la del triunfo del d erecho de los hombres, de los ciudadanos y de los pueblos: la época del Estado liberal y cristiano, liberal por el respeto inalienable al hombre y cristiano por el respeto sacrosanto a la conciencia del hombre.
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SIMO BOLIVAR: UN HOMBRE INTEGRAL.
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n la Venezuela del siglo XVIII se produjo un hombre integral: Simón Bolívar. Hombre integral. su cuerpo es
una fibra al servicio de su espíritu. Su voluntad e inteligencia se adaptan a todas las circunstancias. Duro. cuando la vida impone la dureza. Decreta la guerra a muerte para poner un abismo entre la débil. vacilante, indecisa nación venezolana y el absolutismo tiránico español. Pero, apenas el mundo sabe que han surgido gentes resueltas a ser libres, se apresura a ser generoso y a ofrecer aún a los espías el derecho a ser considerados prisioneros. Sabe lo que él vale. Pero. al mismo tiempo, cuando el derecho lo impone, limita su potencia. Militar vigoroso. Contra él chocan y se agotan las huestes feroces de Boves, Morales y más tiranos al servicio del despotismo español que inundaron a Venezuela en sangre y desolación. Poeta. Hablando del equili.brio transitorio de los pueblos que él conducía. escribe: ~stába mos como por milagro sobre un punto de equilibrio casual como cuando dos olas enfurecidas se encuentran en un punto dado y se mantienen tranquilas, apoyadas una en otra y en una calma que parece verdadera aunque instantánea». Filósofo a lo Pascal, hombre de soledad interior. .J>or triste que sea nuestra muerte, siempre será más alegre
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Extractos del artíc ulo "Me compadezco de las turbas", en el Ubro Tragedia humana y cristianismo, La Plata , 1951, pág. 207-214.
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que nuestra vid~. escribía. «Tengo bastante fuerza para rehusar ver el horror de mi pen~. ~uán dichosos fuéramos si nu estra sabiduría se d ejara conducir por la fortalez~. «Nadie es grande lmpunement~. Sus aforismos tienen hondura abismática. Tuvo íntima comunión con lo religioso, lo piadoso a pesar de su vida de constante acción afanosa. «Un guerrero generoso, atrevido y temerario es el contraste más elocuente con un pastor de almas. Catón y Sócrates mismos, los seres privilegiados de la moral pagana, no pueden servir de modelo a los próceres de la religión cristian~. advertía en 1822 al Obispo de Popayán. Hombre integral. La vida militar fue un capítulo de su grandeza interior, de su fuerza interior, del deber total que se expresaba en su vida interior. Bolívar se unimismó con Venezuela, con el continente. Supo adecuarse, crear riquezas cívicas de la más absoluta pobreza. infundir alma nacional donde había solo feroces grupos tumultuarios, establecer jerarquías y obediencia, donde solo había insurrecciones localistas. Fusiló a Piar para establecer en la lucha contra la ambición anárquica la solidaridad nacional. «Parta usted», le grita a Santander que se niega a cumplir una misión continental: «parta usted, si no, o usted me fusila a mí o positivamente le fusilo yo a usted». Fue el hombre de las dificultades. No pretende que América sea como Europa. Sabe que América es radicalmente diversa de Europa y que hay que crear de la nada métodos, estrategia militar e ideales genuinamente americanos. Por esto comprende el gran problema de la organización política de América. Por esto es el maestro en la conducción de las actuales masas sudamericanas. Hoy está de moda hablar de que la ley ha de ser adecuada a la geografía, costumbres, psicología del país para el que se
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la da. Bolívar tuvo la intuición general de Sudamérica, la comprensión general de Sudamérica en 1812, en 1815, en 1819 antes que Comte fundara el positivismo y la sociología, antes que Spen cer desenvolviera las ideas de Comte. El discurso d e Angostura. la Carta de Jamaica están in tocados. Aún no se los estudia. Aún no se deducen todas
las consecuencias de su rico, inagotable contenido. Estos dos documentos son las mayores obras de ciencia y filosofia políticas que se han producido en toda la América, la del norte y la del s ur. Ahí est~ a la vista de todos , r eclamando una cátedra especial en las universidades americanas, especialmente en las de Venezuela. Razas precolombinas, historia de la conquista, historia de la colonia, etnografía de España, de Sudamérica, psicología de los pueblos, geografía. hábitos y costumbres, todo está tratado en la Carta de Jamaica para deducir la forma en que debían organizarse las naciones sudamericanas. Fácil declamar. Fácil pronunciar discursos a favor de la d emocracia, de la ley, de la república. Lo urgente, lo indispensable, ver la manera práctica de que prácticamente se respeten los derechos del hombre y del ciudadano, la manera práctica de evitar las carnicerías entre ciudadanos, el caos constitucional. Encuentra, primero, que América no está preparada para la independen cia, pero que d e hecho los acontecimientos le han impues to el ser independiente, que no está preparada para la libertad, la democracia, y que de hecho los acontecimientos le han impuesto la vida de d e mocracia y libertad. «De hoy más, la libertad será un hecho indiscutible en América», dice. «El desierto rechaza la monarquía. Aquí no h ay grandes nobles, grandes eclesiásticos».
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Tenemos pues, que ser demócratas, republicanos y liberales sin haber recibido preparación para ello. América tiene que elevarse hasta la forma de gobierno que le ha impuesto la naturaleza. De ahí la famosa advertencia: «Tendréis que luchar con dos monstruos que se combaten entre sí y que ambos os atacarán a su vez: la tiranía y la anarquía que forman un océano de opresión contra una pequeña isla de libertad». El poeta ayuda al pensador a expresar con un símbolo magnífico la hondura de sus sugerencias. El fin. la libertad. Los obstáculos. la anarquía, el tumulto caótico, la ignorancia, el desierto. Rocafuerte, Alberdi repetirán más tarde en sus patrias estos conceptos bolivarianos. Para Bolívar. el medio adecuado al fin de la libertad en Sudamérica. es la autoridad. Pero la autoridad tiende al abuso. Por esto, esas angustiadas y profundas advertencias del pensador. del filósofo: «La estabilidad política exige la formación de un espíritu nacional que atienda constantemente a orientar la voluntad general y limitar la autoridad política>>. «No seamos presuntuosoS», legisladores. «seamos moderados en nuestras pretensiones. No sea que por elevarnos sobre la región de la libertad, descendamos a las regiones de la tiranía. De la libertad absoluta se desciende siempre al poder absoluto y el término entre los dos extremos es la suprema libertad social». Hay que meditar en lo que significa prácticamente aquello de «la suprema libertad social» para comprender la honda visión de Bolívar. La libertad ha de ser una realidad, una armonía, una facilidad para la vida humana noble. Todo esto se encierra en esa suprema Hbertad social. Bolívar no queda vago. no queda abstracto. Indica los necesarios equilibrios entre poderes para impedir los abusos.
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Organiza el poder electoral. Estudia las finalidades de un verdadero poder judicial. Quiere cámaras populares. Su idea utópica jamás impuesta, por cierto como quisieron dar a entender los calumniadores y envidiososdel Presidente vitalicio, del senado hereditario, corresponde al afán de buscar algo nuevo, algo estable entre la demagogia y la autocracia. Quiere dar canalización a los deseos de tantos poderosos caudillos que habían triunfado en la más espantosa y cruenta lucha contra la España absolutista y monárquica, que reclamaban atenciones y ser escuchados en la tarea de indicar los rumbos del nuevo Estado. «Temo más la paz que la guerra», exclamó Bolívar un día. Preveía los caudillismos destructores al día siguiente de la victoria con España. Jamás puede decirse que la idea del presidente vitalicio era una monarquía disfrazada. El presidente vitalicio debía ser ratificado .por las cámaras y moverse en un ambiente de absoluta igualdad republicana. Antes de hablar de los defectos de Bolívar, hay que estudiar a fondo y muy de cerca, si sus llamados defectos no fueron otra cosa que las condiciones de que la naturaleza le dotó para cumplir su fin histórico. Por ejemplo, sin la violencia, sin la dureza, imposibles las hazañas de 1813, 1814. 1819 que destruyeron el más terrible, vehemente, peligroso esfuerzo absolutista: el de Boves que hundió en torrente de sangre casi toda Venezuela. el de Morales, el de Morillo. La guerra a muerte no reclama excusas, sino el reconocimiento de que por ella ochocientos soldados de la libertad crearon la nacionalidad venezolana, la conciencia venezolana, frente a 17.000 soldados que defendían al Rey. La guerra a muerte puso un abismo entre Venezuela y España, y obligó a los venezolanos a definirse y a España a comprender que un mundo nuevo se le escapaba siµ
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remedio 'éle la mano. Todavía no se aprecia el esfuerzo de Venezuela para la libertad de todo el Continente americano. Venezolanos y generales venezolanos en Boyacá y Pichincha. en Juníny Ayacucho. En 1810 tenía Venezuela 975.972 habitantes. En 1825 se encontró con 659.633 habitantes. Habían muerto en la lucha por la independencia 316.336, o sea, la tercera parte de su población. La dictadura de 1828, significa el hombre que ante la emergencia que amenaza a la patria, por obra del rabulismo demagógico, vacío, declamador, irresponsable frente a una España dispuesta para la reconquista, prefiere la vida y la cohesión al caos y al fracaso. Si Bolívar es verdaderamente grande es porque supo aceptar todas las responsabilidades y mezclarse en todas las dificultades para cuya solución le destinó la providencia. Antes que Comte, Bolívar propuso el establecimiento de un poder moral para castigar con sanciones morales la traición a la patria, el egoísmo y estimular la virtud y el sacrificio a la nación . El continente sudamericano ha desdeñado las ideas constitucionales bolivarianas, y lo que es sumamente grave ha desdeñado hasta el estudiarlas a fondo, el considerarlas austeramente y en su exactitud y ha terminado por inclinar humildemente la frente ante el poder económico de los Estados Unidos. Se creyó imposible confederar a los países sudamericanos, organizarlos en agrupaciones regionales. sin mengua de su soberanía, pero coordinando al menos ciertas altas orlen- · taciones diplomáticas y fomentando la cooperación económica general, y hoy las masas desorientadas están listas a someterse a las órdenes de los agentes del totalitarismo soviético, disfrazado de apóstoles de la renovación económica del mundo y los gobiernos están dispuestos a aceptar los caprichos de la solidaridad internacional que les imponen los Estados Unidos sin reconocerles la facultad
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de intervenir también en nombre de una solidaridad sincera en el rumbo y dirección de la política diplomática en tiempo de paz. Se ha discutido respecto a la sinceridad católica de Bolívar, atribuyendo sus actos y declaraciones a motivos políticos. Lo innegable es que Bolívar comprendía toda la importancia moral y educadora del cristianismo y todo el valor intrínseco de esta doctrina. Al Obispo de Popayán, Salvador Jiménez. que, por motivos políticos, quiso abandonar su diócesis después de la batalla de Pichincha, le escribió el 1 O de junio de 1822: «Sepa V.S .I. que una separación tan violenta de este hemisferio, no puede sino disminuir la universalidad de la iglesia romana, y que la responsabilidad de esta terrible separación r ecaerá muy particularmente sobre aquellos que. pudiendo mantener la unidad de la iglesia de Roma, hayan contriquido, por su conducta negativa, a acelerar el mayor de los males. que es la ruina de la iglesia y la muerte de los espíritus en la eternidad». Un político no habría adoptado este lenguaje de tanta sinceridad y comprensión del problema religioso católico. Al arzobispo de Caracas, Ramón Ignacio Méndez, le escribe en octubre de 1828: «Exhorte usted a los ministros a que no cesen en lá predicación de la moral cristiana y de la n ecesidad del espíritu de paz y de concordia para continuar en la vía de orden y de la perfección social. Del desvío de los sanos principios ha provenido el espíritu de vértigo que agita el país: y cuando se enseñan y se profesan las máxima del crimen es preciso que se haga también oír la voz de los pas tores que inculquen la del respeto. de la obediencia y de la virtud».
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El ilustre escritor, teólogo y orador venezolano. Monseñor J. Humberto Quintero hablando del nombramiento del Señor Méndez como primer Arzobispo de Caracas, dice que este nombramiento «junto con el de otros obispos para las sillas vacantes de Colombia, hecho a espaldas del regio patronato español, fue el fruto de una larga y acertada labor diplomática del Libertador cerca de la cátedra apostólica>>. El Continente sudamericano en 1830 era una materia virgen, sin tradiciones ni historia. Era una vida que comenzaba. La ruptura con España creó un abismo en todo sentido. Bolívar comprendió la absoluta necesidad coordinadora y modeladora del catolicismo.
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HOY MÁS QUE NUNCA EL LIBERTADOR NECES}TA QUIEN LE DEFIENDA
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Discurso pronunciado en la Sociedad Bolivariana, el 6 de mayo de 1954, al recibir la condecoración que esta Institución entregó al señor Presidente de la República, como reconocimiento a la labor desarrollada en defensa de los derechos del Ecuador. Señores Ministros de Estado, Señor Presidente de la Sociedad Bolivariana del Ecuador, Señores Embajadores, Distinguidas autoridades y funcionarios, Representantes de los partidos políticos, Señores miembros de la Sociedad Bolivariana:
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as palabras del señor doctor Francisco Chiriboga Bustamante, Presidente de la Sociedad Bolivariana, la reunión especial de los miembros de esta Institución, la Condecoración que acabo de recibir, el ambiente que me rodea, los aplausos con que se han dignado saludarme confunden profundamente mi espíritu. Creo que como Presidente de la República tengo la rudimentaria obligación de sostener los derechos del Ecuador en todo sentido; el rudimentario deber de sacrificarme por la Patria, de estar con los dolores del pueblo ecuatoriano, interpretar sus angustias, sentir profundamente las amenazas que a él le pueden afectar, procurar levantar su ánimo, elevar su
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Tomado del libro Obra doctrinarla y práctica del Goblerrw Ecuatoriano Tomo 1, Talleres Gráficos Nacionale3, marzo de 1956, Quito - Ecuador
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espíritu y hacer cuánto me sea dable por procurar un país fuerte, un país culto que ocupe en la vida internacional su posición en la tierra con dignidad y con altura. Esos son deberes rudimentarios núos, señor Presidente de la Sociedad Bolivariana: pero voz habéis tenido tanta sensibilidad patriótica y vosotros, todos, señores miembros de esta Institución, habéis sentido con tanta profundidad las angustias y el dolor ecuatorianos en estos últimos días, que habéis querido en mi persona manifestar vuestra afirmación de fe nacional en el Ecuador presente y en el glorioso Ecuador futuro. Solamente así puedo, señor, adquirir valor después del estado de ánimo, casi de depresión -en que manifesta ciones de esta especie me colocan porque yo no creo merecer nada de esto de parte de mis compatriotas. Hay tanto que hacer, tanto que trabajar y es tan modesta y es tan pequeña mi obra que a duras penas se reduce a tener buena voluntad: pero ya que vosotros habéis querido con tanta bondad honrarme sin merecerlo en esta noche, que este honor que me habéis dispensado se desprenda de mi persona, salga de mi persona y s ea un homenaje de vosotros y mío y del gobierno entero a los futuros destinos de la República del Ecuador, a su grande y gloriosa tradición, al porvenir de esta Patria que está en nuestras manos, en las manos de todos nosotros, y nosotros tenemos el deber sustancial, el deber austero de utilizar el presente para forjar la Patria del porvenir a la cual hemos de consagrarnos con todo el ímpetu de nuestra alma, si queremos ser fieles a los ideales del Libertador Simón Bolívar.
INJUSTICIA HACIA BOLIVAR Quiero, señor Presidente, saludar en vuestra persona, rendir un homenaje en vuestra persona a la Sociedad Bolivariana d el Ecuador que sabe mantener el culto de
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Bolívar en un momento histórico que es verdaderamente trágico para la memoria del Libertador. Habríamos podido creer -y así se enseña a menudo a los niños- que la justicia, a la larga, llega: que la justicia tarda pero llega. Yo creo que a los niños debemos decirles otra cosa: la justicia en la tierra no llega a menudo: es menester hacer el bien, por el bien, trabajar por la justicia. pero por la satisfacción de buscar la justicia sin preocuparse por que en la tierra se haga o no justicia. Buscar el bien por el bien, la verdad por la verdad, la libertad por la libertad. Este debe ser el esfuerzo de todo hombre que tenga experiencia de la miseria de la historia, de la pequeñez de la historia. Habríamos podido creer que Simón Bolívar ocupase ahora en el panorama sudamericano el papel único y magnífico que en justicia debió ocupar como uno de los más grandes hombres de la historia, y, sin embargo, esta es la época en que más se le discute a Simón Bolívar. Se le discute para calumniarlo, se le niegan sus méritos de Libertador de la América, se fals ifican documentos contra su memoria, se lo hace aparecer ante la juventud como un hombre preocupado únicamente del placer: un caudillo feliz. un caudillo militar triunfador pero que al mismo tiempo que triunfaba se dedicaba a los placeres transitorios y miserables. Se le niega su republicanismo. su amor a la democracia. se le acusa de haber forjado dictaduras. En muchos países, tal vez en los países más importantes que actualmente tiene la América del Sur, la memoria de Bolívar, la historia de Bolívar, el nombre de Bolívar no ocupan el puesto que con justicia debían tener; señal evidente de que }ajusticia no se hace en la tierra y de que es menester ser justo por el gusto de ser justo y por el deber de ser justo, sin esperar reconocimientos multitudinarios ni premios de la posteridad. porque muchas veces la posteridad, como todo lo humano, está cegada por la
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ignorancia y la ingratitud, y el mérito se queda sólo, se queda desolado. No hay sino que recorrer un poco la América del Sur; no hay sino que leer ciertos libros últimos escritos por norteamericanos para ver cómo se afrenta a Bolívar, cómo se le ofende ante la juventud, cómo se lo calumnia. No hace mucho un español visitó nuestro país: dijo que quería informarse respecto a Bolívar. ¿Qué salió de eso? Volúmenes inmensos de ultrajes a Bolívar. En ese momento, un español del cual pudimos esperar justicia, del cual pudimos esperar reciprocidad a la profunda fe que la América Latina tiene en España, nos pagó con calumnias miserables a Bolívar, y todo por fines mercantiles, por fines ruines, desorientando a los pueblos y a la juventud. En medio de este océano de injusticias, la Sociedad Bolivariana del Ecuador mantiene el culto a Bolívar. Tengo el altísimo honor, señor, no lo digo por vanidad, de llevar el apellido de uno de los hombres que m ás ha comprendido a Bolívar en la América del Sur, don Carlos !barra. Montalvo, González Suárez, en los últimos tiempos don Carlos !barra, han sido los que supieron levantar el prestigio total, global del Libertador Simón Bolívar. Después de Vicente Lecuna, tal vez nadie ha conocido todos los detalles relativos a Bolívar con mayor profundidad que quien inspiró vuestra Sociedad, el señor don Carlos !barra. Yo me complazco, señor doctor Chiriboga Bustamante, de veros sentado en este puesto manteniendo los afanes y los ideales de ese hombre que supo callar, que despreció las vanidades de la tierra y se quedó solo, con su carácter, e inspiró y ayudó a esta Sociedad. Tenemos que continuar en esta labor. si los niños de nuestras escuelas y las niñas de nuestras escuelas y de nuestros colegios leen lo que se dice sobre Bolívar en los
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actuales momentos de nuestra Patria, qué desengaño respecto a la virtud y qué mal ejemplo. todo a base de calumnias. No hay más que leer las cartas del Libertador: no hay más que compenetrarse de su espíritu para saber que todas aquellas tradiciones de don Ri~ardo Palma que sirven para infamar la memoria de Bolívar, son superficiales invenciones, invenciones de quienes creen que dan aliento y espíritu a sus obras históricas pintando lo que llaman .J.o human0» en los grandes hombres y haciendo de ellos seres degenerados moralmente. ¡Pero nada de esto es Bolívar, por dicha!
LA VISION DEL LIBERTADOR El señor Presidente de la Sociedad BoUvariana ha hablado con tanta elocuencia de los peUgros últimos del Ecuador, un país pequeño, un país pacífico frente a agresiones insensatas. Pero, ¿a qué obedece ésto? A que pasiones miserables destrozaron el pensamiento bolivariano respecto a la manera de organizar la América del Sur. El Libertador Bolívar antevió lo que está pasando hoy entre Estados Unidos y Rusia. Y no creáis que os exagero; subrayo la expresión: alcanzó a ver lo que está pasando entre los Estados Unidos y Rusia. Toda la preponderancia de la raza anglo-sajona previó con exactitud. ¿Cuál fue el remedio que él concibió? Mantener la soUdaridad de los países sudamericanos. El no quería una centralización absurda como le atribuyen en muchas historias que corren por manos de los niños. Era demasiado inteUgente para querer absurdo semejante. Una confederación , una asociación de las naciones latinoamericanas, soberanas en sí mismas, hubiera podido, en cooperación con los Estados Unidos. defender el mundo occidental del
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absolutismo amenazador del mundo oriental. Así lo enseñó Bolívar claramente. Lo que parecen palabras de un escritor moderno, podemos encontrarlas dichas por el Libertador. De manera que la zozobra de la américa del Sur ante los imperialismo es efecto de que se rompió; de que no se obedeció, de que no se comprendió el ideal de Bolívar. El señor Presidente nos hablaba de las etapas dolorosas del Ecuador frente al Perú. ¿Y por qué? Pues porque no se quiso entender lo que significó la creación de Colombia. El General Bolívar comprendió perfectamente que la separación, la ruptura absurda entre el Ecuador, Colombia y Venezuela significaba la pérdida de los territorios surorientales. Si hubiéramos mantenido la Gran Colombia, si hubiéramos evolucionado hacia una federación más y más amplia, si hubiera imperado la solidaridad política, la solidaridad moral entre el Ecuador. Colombia y Venezuela. no habríamos pasado por el dolor profundo de ver a nuestra Patria muy pequeña en su longitud y, en su latitud, ahogada entre el mar y las montañas orientales. El Ecuador descubre el Oriente, el Ecuador coloniza el Oriente, el Ecuador descubre el Amazonas, el Ecuador pierde todo su Oriente y se queda ahogado entre la Cordillera Oriental y el mar. por no comprender la hondura del pensamiento de Bolívar. Por desgracia, llevamos en la sangre el espíritu localista. el espíritu de suspicacia, el espíritu d e calumnia. Y Bolívar fue calumniado y la suspicacia estalló contra él y se le quiso asesinar y se le vejó y se le calumnió y se le dio la muerte, una muerte moral a la que coronó la muerte física. y se destruyó Colombia y se perdió el Oriente para el Ecuador.
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ESTUDIAR LA OBRA BOLIVARIANA Señores de la Sociedad Bolivariana, ¡cuán grande es vuestra obra! ¡Seguid bregando, seguid luchando! Bolívar no necesita tanto elogio cuanto estudio. ¡Difundid cada una de sus páginas, cada uno de sus pensamientos! ¡Haced que penetren esos pensamientos y conceptos en la vida ecuatoriana! ¡Formad pequeños libros de texto solo con páginas de Bolívar, sin comentario alguno, que no lo necesita -¡su estilo es tan claro y su pensamiento es tan lUcidol- y que los niños se compenetren de ese pensamiento y tendréis vosotros, señores de la Bolivariana, el mérito inmenso, sin más que la devoción al pensamiento de Bolívar, la difusión del pensamiento verdadero del Libertador, de levantar la colectividad nacional ecuatoriana y preparar un futuro mucho más grande, mucho más fuerte! Vivimos citando y leyendo textos de Marx, citando y leyendo textos de distintos publicistas y mientras tanto nos movemos en el caos. Hasta ahora no hemos sabido organizarnos políticamente ni en el Ecuador ni en ninguna parte de América. Todos los días estamos haciendo nuevas constituciones en toda la América. ¿Por qué esto? Hemos creído que obras llamadas de ciencia política (yo no sé hasta qué punto la ciencia política sea ciencia) escritas en los Estados Unidos, en Alemania, en Inglaterra, en Francia, podían inspirarnos aquí, en este Continente, y no nos hemos acordado de que de nada sirve la estructura jurídica si toda la base social es completamente refractaria a esta estructura jurídica superpuesta. ¿Qué pasa? Que una estructura jurídica delgada, superpuesta sobre una profundidad social enteramente extraña a esa estructura jurídica, se rompe al primer movimiento de la base social. Pasa como en los volcanes: los gases y fuegos exteriores revientan la pequeña costra y todo se
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derrumba y se convierte en ruina. Mientras tanto, el Libertador. como lo sabéis, señore~ bolivarianos mucho más que yo. en su Carta de J amalea del año 1815 ya había estudiado a fondo nuestra prehistoria, nuestro espíritu colonial, la naturaleza de nuestros pobladores, las circunstancias en las que gobernó España. los defectos y cualldades que dejó España. lo que iba a dejar la Revolución de la Independencia: la destrucción de las clases dirigen'tes por obra de la Revolución emancipadora, los caudillismos futuros, y se había empeñado, no en trasplantar un texto para decir que era demócrata, sino en levantar este Continente tan opuesto a la democracia, a la altura de la democracia. Esta fue su obra. La democracia era una imposición del siglo XIX, pero la América no podía ser demócrata jurídicamente. Tenía que ser demócrata por la imposición fatal de los hechos. Luego el gran problema era llegar jurídicamente de una América que no se prestaba a la democracia a una América que se asentaría un día en la democracia. Había que ir dando pasos. Así como al niño se le forma para que sepa andar, para que sepa entender las ciencias, a la América había que formarla para que se eleve hasta la democracia, para que llegue hasta la democracia. Este fue el pensamiento de Bolívar. Por eso aquello del senado h ereditario, por eso aquello d e la presidencia vitalicia, por eso las elucubraciones maravillosas de.orden político del Libertador. ¿Qué se le contestó? «Dictador, traidor a la demo·cracia ...»
COMPRENDER A BOLIVAR En América, Bolívar quedó e n lá incomprensión, quedó solitario. Sus grandes pensamientos s ociológicos respecto a la América , sus pensamientos políticos respecto a la América no merecieron otra cosa qu e miserables
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calificativos. Esta fue, señor Presidente, la gran soledad política del Libertador. Este ha sido el gran fracaso de la América Latina: el no haber meditado en las obras .de Bolívar, el haber lanzado críticas superficiales y fáciles en lugar de estudiar y penetrar profundamente en lo que ese grande hombre quería decir en sus proclamas, en sus discursos: en su discurso de Angostura, en su Constitución y en su discurso para Bolivia. Cuán útil, señores. es para vosotros el tener ya el instrumento de la Sociedad Bolivariana, el tener formada una Sociedad prestigiosa que ha durado tantos años y de la cual puede salir ese fermento de comprensión bolivariana. Propagad, difundid, enseñad las ideas políticas del Libertador. Que no se produzcan críticas fáciles, que sus grandes ideas -aún sus ideas a veces utópicas como esa de un presidente vitalicio- produzcan meditación y comprensión. ¿Por qué Bolívar habló de un Presidente Vitalicio? ¿Era una locura? ¿Era necio para hablar así o tendría alguna preocupación? ¿Qué le llevó a ello? ¿Qué preocupación tendría él? Así y con este estudio veremos claro nuestros problemas, veremos clara la raíz de nuestros fracasos y, probablemente, sin más que este sistema nos preparemos a organizarnos algún día en debida forma de acuerdo con el derecho real, con el derecho real de la vida para que la raza latinoamericana, hispanoamericana sea lo que debe ser y para que dentro de este conglomerado de razas, la República del Ecuador sea lo que debe ser. No quiero cansar más la ilustrada atención de tan bondadosas personas que han querido honrarme sin merecerlo. He creído que lo único que podía hacer· para agradecer debidamente esta condecoración era exponer· mis inquietudes, exponer mis angustias respecto a Bolívar y a la América y al Ecuador. Es lo único con lo que puedo de alguna manera corresponder a tanta bondad. Os decía que nunca más que ahora el Libertador necesita defensa.
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Fijaos que ya no es para muchos el Libertador de América. Entonces ¿quién libertó a la América? ¿Quién libertó, por ejemplo. al Perú? ¿Cómo encontró al Perú cuando fue a esa nación por ruegos reiterados del Perú? ¿Qué encontró? Caos, anarquía, pavorosas derrotas, ¡he aquí lo que encontró! ¿Cuál fue el resultado? Junín y Ayacucho. ¿Qué significa Ayacucho? La independencia de toda la América del Sur. ¿Qué habría significado el triunfo español en el Perú? La dominación inmediata por los hombres más valientes d el mundo. de toda la América del Sur. ¡He aquí la verdad, y esto se niega!
LA GRANDEZA DEL LIBERTADOR Este gran político, señores, este gran militar, fue sobre todo un grande hombre por dentro, y es lo que es preciso que la juventud conozca, que conozcan nuestros jóvenes escolares de ambos sexos. que conozcan los universitarios. El militar Bolívar, es un capítulo de Bolívar. Lo que hay dentro es el hombre idealista, el hombre fuerte, el hombre completo, el hombre que todo lo puede, el hombre que es capaz de dominar el Orinoco. de rendirse ante una cosa bella:· el hombre con confianza en la vida. con confianza en el ideal. el pensador austero, ¡eso es lo que hay! Bolívar. sobre todo, antes que militar. es un hombre: antes que político, es un hombre: un hombre pleno como pocos se encuentran en la historia. Acaso Napoleón es el único que puede medirse con él pero Bolívar lo superó en virtudes morales, inteligencia. erudición, poesía, brotadas del fondo del alma. de un concepto grande de la vida. de un concepto hondo d e la humanidad, de un concepto profundo del deber. de un "concepto riguroso del derecho. «Por triste que sea nuestra muerte. siempre será más alegre que nuestra vida» dijo el Libertador. Este solo pensamiento sirve para que las personas agudas puedan
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calar todo lo que había de profundo en el alma de Bolívar. «Por triste que sea nuestra muerte siempre será más alegre que nuestra vida». Es decir, para él la vida era suprema tristeza, porque para un hombre como él la vida es siempre suprema tristeza, soledad, calumnias, desen~ gaño, insatisfacción: la miseria natural de la vida y el grande afán del ideal. ¡Cuán triste fue la vida para Bolívar! <Soy bastante fuertei., decía otro día, «para negarme a meditar en el horror de mi pena». Fijaos en el pensador, en el hombre de gran profundidad. Yo os pido, señores que os dignáis escucharme, que consideréis este punto: el militar, el sociólogo. el moralista son capítulos del hombre, del hombre interior, del hombre grande por dentro. del hombre integral. Señores y señoras, perdonadme que haya distraído vuestra atención por largo tiempo; pero cuando se principia a hablar de Bolívar, cuando se ha sentido durante tantos años indignación al verlo desprestigiado. discutido, calumniado; cuando se ve que se voltean contra él plumas consagradas por la celebridad: cuando se ve la desorientación sudamericana. cuando se considera la pérdida del Oriente ecuatoriano -todo esto resucitan las páginas de Bolívar- y cuando se le trae a uno al seno de una Corporación como ésta. cuando se dedica toda una sesión para honrar a un modes to ciudadano que solo cree que vosotros habéis querido estimular a la Patria en su modesta persona, no se puede menos de prolongarse en s u gratitud. Yo d eseo, señor Presidente de la Sociedad Bolivariana. con todo el fervor de mi alma. que sigáis en esta tarea de tanta eficacia cívica, educadora: hará mucho bien al país la Sociedad Bolivariana; está llamada esta Sociedad a renovar la base espiritu al de la República s in más que la comprensión del Libertador, la difusión de s us doctrinas y el poner al alcan ce de la juventud. de la niñez. d el pueblo las más importantes páginas de Bolívar.
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Vosotros que lo defendéis siempre contra tantos calumniadores, vosotros que no renegáis de él, que no aceptáis que nadie lo discuta, recibid también mi profunda gratitud y mi profundo homenaje. ¡La Patria es Bolívar, el Ecuador es Bolívar, la América del Sur entera es Bolívar! ¡Bolívar es la expresión más grande de nuestra espiritualidad de raza, es la expresión más grande de España y América unidas! ¡Ni España sola ni América sola son capaces de explicar a Bolívar! Mil gracias, señores, y que todo sea para el triunfo de la República ecuatoriana. Olvidaos de que este momento os habéis dignado distinguirme a mí personalmente. ¡Vosotros y yo consagremos la sesión de esta tarde con los votos más fervientes porque el espíritu de Bolívar se encarne en nuestra Patria, para que nuestra Patria que supo ser leal con el Libertador, sea en el futuro la Patria gloriosa por la savia y el alma de Simón Bolívar! (Versión de la señora Estela Vaca de Ricaurte).
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BOLIVAR, EXPRESION DE TODAS ( LAS VIRTUALIDADES DE L" RAZA HISPANOAMERICANA Señor Presidente de la Sociedad Bolivariana. Señor Presidente y Señor Vicepresidente de la OEA, Distinguidas señoras y señores:
A pesar de que estoy confortado con la bondad del .l"1señor Presidente de la OEA y del señor Presidente de la Sociedad Bolivariana de Panamá que han tenido la bondad de pedirme que hable de una manera improvisada. debo confesaros que me siento turbado y confuso, ya por la calidad de las personas ante las cuales debo hablar, ya por el tema que en este momento conmueve a la ciudad de Panamá, ya por este cuarto, por esta sala venerable en la cual hace m ás de cien años se reunió por primera vez ese Congreso que debía vincular el esfuerzo de las dis tintas naciones hispanoamericanas, antes colonias españolas, como lo dijo Bolívar, para mantener sus principios nacionales y dar fu erza a sus anhelos. No quiero, señores Presidente de la Sociedad Bolivariana y Presidente de la OEA. ahondar este momento bajo ningún aspecto en lo que significa el Congreso de Panamá del año de 1826. ya porque el señor Vicepresidente de la Sociedad Bolivariana lo ha expresado magníficamente, lo Discurso pronunciado en la sesión solemne de la Sociedad Bolivariana de Panamá, el 21 dejullo de 1956.
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mismo que el Vicepresidente de la OEA, ya porque es probable que mañana tenga que decir algunas palabras al respecto. Vuestra bondad me permitirá que para corresponder simplemente a la generosidad con que se me ha pedido decir unas palabras. felicite ante todo a los miembros de la Sociedad Bolivariana de Panamá por mantener esta Sociedad Bolivariana, por vigorizarla y por estudiar en ella, cada vez más, el nombre del Libertador y la obra del Libertador. La obra vuestra, señores miembros de la Sociedad Bolivariana, es verdaderamente grande y merece la gratitud de todos los pueblos de la América. porque no sacamos nada con aplaudir a Bolívar, con elogiar a Bolívar, si no nos compenetramos de su pensamiento, de su acción y su obra, si no nos compenetramos de todo lo que ese grande hombre representó para la América todá y lo que él continúa en el momento actual representando. Debo declarar. y me perdonaréis en vuestra generosidad. que temo que no siempre la América del Sur haya sido fiel a lo que fue Bolívar, a lo que representó en el fondo Bolívar. En algunos Es tados sudamericanos somos un poco superficiales. Este calificativo jamás corresponde a Panamá, por cierto. Pero es verdad que en el Sur, en algunos estados sudamericanos, somos superficiales y nos contentamos en ciertas fechas con elogiar a Bolívar y aplaudir su obra, pero no queremos penetrar a fondo en lo que nosotros los latinoamericanos significamos y en lo que debería s ignificar también el p anamericanismo moderno, y al hacerlo trataríamos de poner en acto nuestras capacidades, nuestras virtualidades d e hispanoamericanos. de la tinoamericanos, y preguntaríamos si la América Latina, si Hispanoamérica ha cumplido en parte siquiera el papel histórico que debió desempeñar en el mundo y para el cual trató de formarla Bolívar y para el cual se convocó el Congreso de Panamá.
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Me permitiréis manifestaros que, en mi concepto, Bolívar es la expresión individual encarnada de todas las potencialidades, de todas las virtualidades profundas de la raza hispanoamericana. El continente hispanoamericano. este continente parte indio, parte español, espiritualmente formado por España, al cual España dio su orientación espiritual e incorporó a la civilización cristiana. este continente rodeado de selvas, envuelto por mares y por abismos tenía una virtualidad interna. una potencialidad de expresión libre; pero para que esta virtualidad interna, se expresara y para que esta potencialidad de expresión libre se manifestara era menester librar una lucha gigantesca no solo de carácter militar sino sobre todo de carácter mental, de carácter emocional y nuestro continente no estaba preparado para hacerlo, nuestro continente no había tenido el ejercicio de la libertad. Respeto y amo a España, creo que España dio a América la huella de personalidad civilizada cristiana, pero la colonia no nos educó para la plenitud de la libertad y teníamos que ser libres y teníamos toda serie de obstáculos para serlo y teníamos la selva y teníamos la ignorancia de los pueblos y teníamos la poca preparación de los hombres dirigentes para encauzar movimientos semejantes. Entonces, empleando una expresión de ciertos autores modernos, podríamos decir que la teología de la historia, -no la filosofia de la historia- preparó un hombre que fuese él. en su individualidad, una encarnación, una intensificación de esa profunda potencialidad de la América del Sur, de esas profundas virtualidades de la América del Sur para que concretadas en él. puestas en acto en él estas potencialidades, estas latencias, estas virtualidades, reemplazase él, con su genio. con su fuerza. con su grandeza moral, mental y material lo que la América toda no podía dar. Bolívar es una expresión total de las virtualidades, de las latencias de toda la América del Sur. Por
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eso vemos en él esa complejidad extraordinaria de cualidades que unas se complementan con otras; que unas, aparentemente contradictorias, son sin embargo perfectamente armonizables con otras. Una mirada superficial o vulgar puede encontrarlas contradictorias. A Bolívar es comprenderlo en su profundidad y es menester saber que es él el maestro que habló y el maestro que debe seguir dirigiendo nuestros destinos, pero para que seamos dirigidos según lo que él quiso y según lo que él concibió, necesitamos estudiar hondamente su personalidad y su obra, y por esto encuentro, señores miembros de la Sociedad Bolivariana de Panamá, digna de todo aplauso , de todo encomio vuestra obra sabia, profunda, de mantener esta Sociedad Bolivariana para cada día estudiar los distintos capítulos de la obra, del pensamiento y de la acción de Bolívar, única forma de que la América entera, del Norte y del Sur, y de que los latinoamericanos especialmente logren decir al mundo la palabra original de libertad y de verdad para la, cual estuvieron destinados por la historia, palabra que pronto, pronto, debemos decirla en este mundo de caos, de confusión, de lucha, de intereses oligárquicos. de unos contra otros, que están creando en el ambiente las tinieblas y la confusión. En muchos hombres célebres de la historia notamos cómo el que nació para pensador no es calificado para la acción. el que nació para poeta no es calificado para sociología, el que nació para político no es calificado para el pensamiento universal, el que tiene un temperamento apacible no es apto para vencer dificultades. En Bolívar · todas las características del hombre se funden, se encuentran. se complementan y actúan según las diversas circunstancias en que al Libertador le tocó actuar. De aquí es que los que no le comprenden ven en él un hombre cruel y no entienden que fue profundamente piadoso para la humanidad: ven en él un dictador y no entienden cómo
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fue el padre, el único fundador, el único director de la democracia sudamericana. Necesitamos hacer un esfuerzo mental intenso para ver cómo en Bolívar, por una obra providencial, se encuentran, se complementan y se funden características aparentemente contradictorias que en realidad no son sino capacidades de este hombre según las dlstintas circunstancias en que él actuó. Sé que vosotros conocéis estos problemas magníficamente, pero para corresponder a quienes se han dignado honrarme sobremanera brindándome esta tribuna quisiera explicar brevemente cual es mi pensamiento o como aclaro mi pensamiento a este respecto. Principia Bolívar por ser un pensador, un verdadero filósofo. Así como hay libros de los pensamientos de Pascal, podría haber libros de los pensamientos de Bolívar, y así como sin más que sus pensamientos resulta Pascal uno de los filósofos grandes en la historia de la filosofia, así Bolívar, sin mas que sus pensamientos, resultaría un gran pensador en la historia del pensamiento humano. Principia por ver claro lo que es la vida humana. Principia por ver claro lo que es el hombre en la vida humana y una vez que ve claro lo que es el hombre,.lo que es la vida humana y cual es el deber del hombre en la vida humana y qué es lo que representa la vida humana, se despliega en él el gran político, el gran guerrero, el gran militar. el gran constructor, el gran conductor de los pueblos. Parece increíble, pero resultan insondables los pensamientos del Libertador Bolívar. La comprensión de sus pensamientos contienen en latencia toda su labor, toda su acción. En una carta a Bentham le decía: "Hacer el bien y comprender la verdad es el verdadero beneficio que la providencia ha hecho a los hombres". ¡Hacer el bien y comprender la verdad! La vida del hombre se reduce a eso: entender el cosmos, la geografia, la sociedad: encontrar que en ella hay males, que el cosmos es una cosa misteriosa, que la
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naturaleza necesita ser dominada, y, como consecuencia, entender la verdad, hacer el bien. En una carta a uno de sus mejores amigos decía el Libertador: "El mando me repugna en el mismo grado en que amo, la gloria, pero la gloria para mí no consiste en mandar sino en practicar las virtudes". ¡Practicar las virtudes! En otra carta a un amigo decía: "Mientras más subo, más hondo veo el abismo". ¡Qué pensamiento tan profundo! Mientras el Libertador subía más, mientras más comprendía la grandeza de su obra su4americana, veía más los obstáculos que se oponían a la obra, las dificultades por las ambiciones de los caudillos, los graves problemas de la raza, la impreparación del continente, las envidias, los odios que le socavaban, que le destruían la base de sustentación. "¡Mientras más subo, más hondo contemplo el abismo!" En otro escrito el Libertador dice: "Mis tristezas provienen de mi ftlosofia y mi fllosofia se intensifica más en la prosperidad que en las amarguras". He aquí un pensador verdaderamente luminoso. Ante la vida sentía tristeza, pesadumbre. Dudaba de los destinos americanos. Veía levantarse por todas partes la demagogia. Veía que su obra emancipadora no iba a darnos la regularidad, la unión, el amor al derecho que concibió, y esto le producía tristeza y esa tristeza era más abundante en él cuando era más próspero. Comprendía que la prosperidad humana es una cuestión fugaz y que solo fatuos descansan tranquilos en la prosperidad, olvidando que la prosperidad es un instante pasajero de la vida humana que no hace sino continuar preparando mayores y mayores sinsabores, porque la ley del hombre no es buscar la prosperidad ni estar en el reposo; la ley del hombre es luchar, vencer para volver a ser derrotado, para volver a encontrar obstáculos y para volver a triunfar. De esta manera, con esta mentalidad, me permitiréis, señoras y señores, que
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con el respeto que os debo insista en esa personalidad compleja mental y milltar del Libertador Bolívar. En este hombre guiado con tales pensamientos, su acción se desenvuelve en multitud de fases. Según las circunstancias, él es un hombre lleno de clemencia y de compasión, o en otras circunstancia es un hombre lleno de dureza, de ímpetu y de poder dominador. Recuerdo que respecto de la viuda de Camilo Torres se lamentaba Bolívar de que la esposa del gran colombiano estuviera en la miseria y ordenaba que le entregaran a ella una parte de su sueldo. ¡Cuanta piedad -me diréis vosotroscuánto espíritu humano! Se dio tiempo, en medio de sus batallas, en medio de sus preocupaciones, para pensar que había una mujer viuda de un hombre ilustre, que con él no tenía más vínculo que la admiración que sentía por la grandeza, y ordenó que se le diera una parte de sus sueldos. Pero al mismo tiempo este hombre de compasión, este h ombre de corazón fue bastante fuerte y bastante vigoroso para decretar la guerra a muerte. Los factores que determinaron la declaración de la guerra a muerte desde la ciudad de Trujillo eran tales que o eran vencidos mediante la.voluntad heroica de dominar cueste lo que costare o la independencia americana no podía hacerse o tenía que hacerse en un plazo que no podemos ni imaginar. Eran tales las reacciones contra la obra de Bolívar, tal la resistencia del mismo continente, tan feroces los caudillos que con sus ambiciones se oponían a la obra de la independencia americana que el Libertador, este hombre compasivo, este hombre de corazón, en un momento dado cree que es menester declarar la guerra a muerte para dividir la sociedad americana deseosa de libertad, de la sociedad americana deseosa de mantener el despotismo español, y no vaéila. J\nte la urgencia de salvar definitivamente la libertad aceptando todas las responsabilidades por la
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a utonomía del continente americano, declara la guerra a muerte. He aquí aparentemente dos cosas contradictorias que no son sino una armonía, atentas las distintas circunstancias que componen toda la riqueza y toda la grandeza profunda de este hombre que en sí encarnó potencialmente todas las virtualidades que necesitaba tener la América Hispana para expresarse, para ser libre, luchando con obstáculos verdaderamente terribles que costaron quince años de sangre y de exterminio. Hombre modesto, hombre que no vacila en reconocer el mérito ajeno, que reconoce sus faltas, sin embargo, el momento que necesita desplegar un máximun de energía no vacila un instante: "Parta usted" ~ce a Santander"parta usted a cooperar en la emancipación venezolana, porque si no, o usted me fusila a mi o yo le fusilo positivamente a usted". He aquí el hombre de corazón, he aquí el hombre de acción impetuosa, de acción terminante, de aquella que es menester desplegar y que tenemos los americanos que desplegar cada vez que tengamos obstáculos para que la raza hispanoamericana cumpla su destino de libertad, de democracia y de justicia integral (Aplausos} .
Si por una parte su moralidad, su inteligencia se elevan al máximun. por otra. hace uso de u na potencialidad fisica extraordinaria que le sirva para hacerse respetar de los terribles llaneros, de los terribles soldados que le acompañan en las batallas. Recordad cómo se_ata las manos y se lanza a desafiar las olas del Orinoco. Recordad cómo salta por encima de dos caballos puesto uno en pos de otro y si no le resulta bien el primer salto ni siquiera da un sola seña de dolor sino que repite el salto y lo hace con tanta ventaja que queda consagrado jefe formidable de los formidables hombres que luchan entonces por la independencia sudamericana.
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Multitud de aspectos en él se encuentran armónicamente, porque la independencia sudamericana no podía cumplirse sino a través de una coordinación de toda clase de potencialidades, de toda clase de acciones eficaces que en él se encarnan y se individualizan. Comprende cuál es el panorama hispanoamericano, que la América hispana fue educada y formada por obra de la religión, del misionero, del clero católico; pero, por otra parte, comprende que supuesta la independencia, supuesto ese gran momento, esa gran transición de un mundo viejo a un mundo nuevo, era menester sembrar las ideas revolucionarias adecuadas a este mundo nuevo y que debían orientar este mundo nuevo. Por un lado, sin más que la carta de un verdadero teólogo, amansa ar Arzobispo de Popayán, le hace comprender que él no puede partir a España, le hace comprender que la iglesia tiene una función superior a la de los partidos, a la de las convulsiones simplemente políticas, que aquí había un rebaño espiritual que él no pu ede dejar en la .orfandad no obstante las vicisitudes temporales de la política, y el Arzobispo se inclina y se rinde. Pero, por otra parte, aceptando todo lo esencial de la iglesia católica, aceptando su intervención fundamental en la orientación de la vida hispanoamericana. enseña que los revolucionarlos tienen una tea que está destruyendo los tronos y los altares y que es menester que los tronos se conviertan en asientos republicanos y que los altares se conviertan en luces de auténtica y genuina piedad para poder así perdurar y honrar a las generaciones republicanas y democráticas de la América por venir. Por un lado, el hombre religioso que siempre lo fue; por otro, el revolucionario que siente que en la hora moderna.la religión y la revolución deben armonizarse en forma distinta a la que vivieron en tiempos del despotismo. (Aplausos). Señoras y señores, en un momento como el actual de tanta solemnidad histórica en que a través de un siglo
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vuelve Panamá a congregar a toda la América del Sur y a la América del Norte alrededor de este santuario bolivariano, en este momento que tanto os honra, de profundidad inagotable, no significa gran cosa la presencia física nuestra, de los presiden tes de la América, alrededor de vuestro santuario: lo que importa es pensar con las fuerzas profundas de la humanidad que nos han traído acá. en la presión de la opinión pública que nos ha traído acá. (Aplausos).
En este momento excelso vemos cómo una gran idea, la del año 1824, del año 1826 que pensadores vulgares pudieron creer que había desaparecido, penetró en las entrañas de las gentes y ha vivido durante un siglo y medio y se ha enriquecido adentro como se enriquece el agua dentro de la roca y brota con mucha mayor riqueza, con mucha mayor trascendencia En este instante que tanto os honra y que después de un siglo será recordado con vibrantes emociones, permitidme que os diga con toda la sinceridad de mi alma que la América Latina ha sufrido mucho en estos ciento treinta años, pero ha sufrido porque se olvidó de su maestro y conductor, porque lo miró como uno de tantos guerreros, porque lo miró como uno de tantos Jefes de Estado, y porque no lo miró como un hombre integral, expresión sintética de todas las virtualidades, y virtudes de la raza, expresión sintética de este mundo continental nuevo que debía desafiar al universo nuevo y expresar en este universo nuevo nuevas ideas, nuevos anhelos y nuevas esperanzas. No es lo más grande en el Libertador su poder militar. Tenemos que aceptar que la batalla de Boyacá. por ejemplo. es una espléndida obra de arte y de sabiduría, y su modestia fue tal que por no haberse nombrado a si mismo en el parte de batalla ha habido historiadores que han afirmado que no fue Bolívar quien la dirigió. No podemos ignorar que la campaña del Perú, la campaña de
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Pichincha. a pesar de que él no estuvo en Ayacucho ni en Pichincha. revelan la genialidad del formidable militar. La toma de Caracas del año 1813 es ~na de las hazañas de guerra para desgastar el poder español, para probar que los americanos podían vencer a las huestes españolas, a las huestes que defendían el absolutismo español. No podemos negar que todas esas hazañas del militar y del soldado hacen de Bolívar uno de los militares más grandes de la historia universal, un militar Improvisado al principio y que por su propia cuenta y por su genio va adquiriendo todo el arte y pericia de la vida militar. Recordad aquella recomendación al General Sucre acerca de la batalla de Pichincha: "Pórtese usted con la mayor audacia aparente y con la mayor prudencia real". Expresiones que nos hacen ver todo lo que fue como militar: "Pórtese usted, condúzcase usted con la mayor audacia aparente y con la mayor prudencia real". Pero el militar en Bolívar es el medio, el militar en Bolívar es la fuerza al servicio del ideal y él se encargó de aconsejarnos cuál debía ser la manera de organizar nuestra vida sudamericana a fin de que esta vida sudamericana sea mepos dolorosa de lo que ha sido. Estoy convencido, señores miembros de la Sociedad Bolivariana de Panamá, que la persistencia de esta Sociedad, los estudios que esta s .o ciedad haga, van a servir admirablemente a la América para que , aun cuando un poco tarde, recuerde las normas teóricas de la política y de la sociología que dio el Libertador para obtener que la América ascienda a la democracia que le había impuesto la naturaleza de las cosas. América no podía ser monárquica. ¿Qué sería un monarca en América?, preguntaba Bolívar. El desierto, decía, excluye el prlvilegto, el título nobilario~ Tenemos, pues, que ser aquello que la naturaleza nos ha impuesto. Tenemos que ser lo contrario de monárquicos, lo contrario de autoritarios, tenemos que ser demócratas y respetar los derechos del hombre y del
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ciudadano; pero para serlo, decía Bolívar en su carta de Jamaica tan oportunamente citada por uno de los notables oradores hace un momento, decía Bolívar en s u discurso de Angostura, decía Bolívar en su discurso cuando presentó la Constitución de Bolivia, tenemos que reconocer y aceptar las fuerzas que estamos manejando y crear aquellas instituciones que garantizando la separación de poderes y los derechos del hombre guarden armonía, se adapten, estén de acuerdo, sean expresión de nuestras modalidades sociales y geográficas. Diversidad de razas, la mezcla todavía no terminaba, los campos dilatados, la falta de cultura, los caudillos bravos y terribles. Es menester ir creando aquellas instituciones que poco a poco conduzcan a la América a la democracia ideal. No principiemos -decía- por copiar el Código de Washington, no principiemos por tener por modelo a Norteamérica; adaptemos nuestras instituciones políticas a nuestra geografía, a nuestra raza, a nuestro ambiente para que poco a poco, principiando por la democracia, pero por una democracia nuestra, por una democracia latinoamericana, por una democracia autóctona, vayamos ascendiendo a instituciones más perfectas y más perfectas que siempre serán propias nuestras puesto que los pueblos de la América del Sur nunca serán la América del Norte, ni Francia, ni Suiza. Ni siquiera cabe que Bolivia sea CWle, ni que Ecuador sea Argentina. De suerte que teniendo un fondo común por dicha. que es el que nos vincula y nos asocia: el fondo común hispanoamericano, latinoamericano: hay sin embargo aún dentro de estos paíse!> una serie de matices que deben hacer que las instituciones vayan adaptándose a la costumbre y poco apocó produciendo la · educación de la América hacia la libertad completa. La libertad-decía citando a Rousseau-es un alimento suculento pero de dificil digestión, y decía que nuestros débiles conciudadanos tendrían que educar mucho a su persona-
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lidad para irse adaptando, para ir ylvlendo plenamente, esta libertad que nos es indispensable, esta libertad sin la cual América sería la negación de sí misma. No nació América para repetir los despotismos europeos, para repetir la Santa Alianza europea. América nació para decir la palabra de verdad al hombre y al ciudadano, para los valores morales de justicia integral, de libertad integral, y para llegar a ello nuestros débiles conciudadanos tendrán que educarse gradualmente para la plenitud de libert~d. plenitud de democracia que en todo caso ha de ser propia de nuestras selvas, de nuestros campos, de nuestra raza. Me temo, señoras y señores, que todos los dolores que la América hispana ha sufrido y que sufre, sean fruto de que nos hemos olvidado del maestro. El maestro, Bolívar, en muchas partes es materia de elogios, pero no comulgamos con él, no comulgamos con su espíritu para ver qué es lo que nos inspira. Mucho le elogiamos, poco le vivimos. Lo que interesa en la vida humana no es tanto la intelección abstracta sino convertir la intelección abstracta en verdadera vivencia humana, en verdadera vivencia individual y social. Cuando el Libertador habló alguna vez d e presidentes vitalicios, cuando alguna vez habló de senadores hereditarios, se levantaron los teóricos contra él. ¡Cómo hablar de presidente vitalicio cuando la democracia , los autores excluyen la presidencia vitalicia! ¡Cómo hablar de senado hereditario cuando la democracia, según los autores de Suiza, de Estados Unidos, de Francia, excluyen el senado hereditario! Pero es que Bolívar cuando hablaba de presidente vitalicio o de senado hereditario lo único que quería era buscar algo propio, alguna forma que permita que la democracia nuestra, la democracia naciente sudamericana vaya desarrollándose sin violentos trastornos , sin revoluciones de caudillos. En Bolívar hay que ver sobre todo el espíritu.
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No se ha querido ver en Bolívar lo que a él le preocupaba cuando hablaba de presidencia vitalicia, no se ha querido ver en él lo que a él le preocupaba cuando hablaba de senado hereditario. Se le tomó al pie de la letra. No se quiso ver que eran tanteos, que eran ideas que sugería. que eran modalidades para ver cómo constituir estas democracias sudamericanas que no podían ser sino democracias.• pero democracias adaptadas a los hombres que acababan de salir a la independencia. a los hombres que tenían tales hábitos. tales costumbres, tal mezcla racial, tal modalidad. Esa fue la obra de Bolívar, eso fue aquello que le llamó la atención. Expresó con mucha razón:- "Un islote de libertad es asaltado por dos monstruos que trat~ de devorarlo: la tiranía y la anarquía". Esto es lo que había que armonizar. Vencer a la tiranía, vencer a la anarquía. ¿Cómo hacer para que desaparezcan la tiranía y la anarquía? ¿Como hacer para armonizar la libertad y la autoridad? ¿Cómo hacer para que no se encuentre contraposición entre libertad y autoridad? ¿Cómo hacer para que los americanos comprendan que libertad y autoridad son expresión de un solo fenómeno? ¡Organizar la vida humana para la civilización y la cultural (Aplausos). El que quiera organizar la vida humana tiene que organizarla para la civilización y para la cultura, para permitir que cada hombre dé su potencialidad al máximun y para que cada pueblo dé su potencialidad colectiva al máximun. El fin de la historia es el hombre, el fin de la política es el hombre, el fin de la civilización el hombre, hacer que el hombre individual, no el hombre colectivo, hacer que el hombre individual tenga todos los elementos económicos, biológicos, políticos que le permitan ser hombre al máximum: hacer que los pueblos expresen sus características al máximun, que Venezuela dé al máximun su potencialidad, que Panamá dé al máx:imun sus magníficas y nobles virtualidades, que el Ecuador, que
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Chile, que la Argentina den al máximun sus posibilidades para que todo esto desemboque en el continente sudamericano llamado a representar algún papel en la historia de la civilización, en la historia de los hombres. Armonizar la libertad y la autoridad, no contraponerlas. Eliminad la autoridad y la ley y veréis que el ~esino y el ratero y el demagogo arrasan con los hombres libres. Eliminad la libertad y veréis que el hombre pierde la esencia de su naturaleza. El hombre es libertad, el hombre no es otra cosa que libertad. Eliminad la libertad y convertiréis a la especie humana en una grey, en un ·rebaño, paciendo, como decía Bolívar, bajo la dirección de los pastores. Así decía en su discurso de Angostura. Cuando vemos el panorama de la historia humana no vemos sino pueblos que pacen, que pacen bajo el mando del pastor: hay que procurar que las colectividades tengan por único fin concretar todás sus capacidades para que el hombre sea hombre al máximun y para que los pueblos expresen su riqueza integral al máximun. Este fue el esfuerzo de Bolívar. Se le ha calificado de autoritario por unos, de anarquizante por otros, de anticatólico por unos, de retrógrado por otros. Es menester que reaccionemos contra todos estos puntos de vista, que reconozcamos que así como los comunistas tienen en Marx su biblia, su conductor, su inspirador, así los hispanoamericanos, si queremos salvarnos, si los hispanoamericanos no queremos fracasar, si queremos cumplir en la historia y en el tiempo nuestros destinos y hacer honor a los héroes que nos libertaron, es menester que tengamos a Bolívar como maestro. Que se establezca una cátedra no para estudiar las batallas de Bolívar por importantes que sean, no para saber en dónde estuvo Bolívar el año de 1820 sino para tomar la c,arta de Jamaica, para tomar el discurso de Angostura, el discurso con el que presentó la Constitución Boliviana y hacer que nuestros jóvenes se
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compenetren de esos discursos, que nuestros jóvenes se despierten al pensamiento original y hacer que la América Latina empiece a pensar por su propia cuenta, que la América Latina empiece a ser una sustantividad original. América Latina no puede ser miserable repetición de otras partes, conglomerado humano r~pitiendo otro conglomerado humano. Es menester que despierte su originalidad espiritual, su propia personalidad espiritual. Es lo único que nos puede salvar. Yo creo, señores de Panamá, que si de esta ceremonia solemne en que los Presidentes de todas las Repúblicas han acudido a este santuario, a este convento, a esta sala donde estoy hablando ahora lleno de turbación en mi espíritu, lleno de respeto al pasado que tiene la majestad de la historia, la resolución, la gran obra que podéis hacer es el estudio asiduo, permanente y constante de la obra bolivariana, del pensamiento bolivariano, de la doctrina bolivariana; entonces sí Bolívar ya no será solo un guerrero, ya no será solo un maestro: ya será para nosotros un héroe, es decir el hombre que acompañó a la generación pasada y que sigue acompañando a las generaciones presentes dándoles ejemplo. (Aplausos). Agradezco vuestra gran benevolencia, señoras y señores. No creáis que fuisteis privilegiados por Bolívar arbitrariamente, no creáis que habéis sido ahora privilegiados. Bolívar os eligió para que fuerais el centro de una rebeldía, del pueblo panameño, de los panameños y de las panameñas, y esta rebeldía subterránea hoy se ha convertido en orgullo nacional panameño y el orgullo nacional panameño ha impuesto a todas las naciones de América, desde los Estados Unidos hasta el Paraguay, que vengan aquí a rendir homenaje en esta pequeña sala a la más extraordinaria voz de espiritualidad que ha estallado jamás talvez en la historia, sobre todo en la historia contemporánea. Esta sala está cargada de espíritu, esta sala está
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cargada de espiritualidad. ¿Cuál fue el espíritu de 1826? Cómo debemos hacer que ese espíritu inspire a todos los americanos, para que cooperen todos los del Norte con generosidad y nobleza levantando la condición industrial y económica de los países sudamericanos, y a los del Sur para que impere en ellos la solidaridad para que se destierre de Sudamérica todo imperialismo territorial, todo esclusivlsmo... ? (Aplausos. Se oyen voces de:·"muy bien, muy bien") . Es cierto que hay que respetar los tratados, es cierto; es norma civilizada respetar los tratados, pero es justo también que los tratados respeten la justicia (Aplausos).
Seguid panameños, seguid panameñas, señoras y señores, la obra de vuestros hombres continentales. Por ahí un hombre panameño haciendo la revolución en el Paraguay. Por ahí un obispo de Panamá repartiendo fe por todas las diócesis sudamericanas. Por ahí un ilustre paname ño haciendo esclarecida la Escuela de Quito con sus cuadros que se conservan en la Compañía de Jesús. Vosotros habéis sido hombres continentales, vosotros, decía Bolívar, prácticamente veis por un lado el Afrlca y Europa y por otro lado veis Asia y vosotros unís a Norteamérica con Sudamérica; dentro de nuestra raza hispanoam ericana estamos vinculados por todos los ideales hispánicos de libertad y de justicia, de personalidad, sembrados en este continente. Para unir a América tenemos un lazo que es un lazo suficiente: el tratar de defender en el mundo la libertad contra la barbarie stalinista (aplausos) o de cualquiera que pretenda convertir a los hombres en rebaño. América no acepta el rebaño. América vive para el hombre en cuanto hombre y para el pueblo en cuanto pueblo. Que estos ideales vuestros se inte nsifiquen más de lo que están intensificados, que vuestros hombres continúen siendo continentales, que los pensamientos vues-
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tros, que los pensamientos de estos días se repartan por todo el continente, por el Norte y por el Sur y entonces seréis acreedores a los privilegios de que os ha colmado la naturaleza y a los privilegios con que con justicia quiso engrandeceros más, enalteceros más, colmaros más y poneros en el plano más elevado del héroe y maestro americano Simón Bolívar, Libertador de América (Aplausos). (Versión de J . Augusto Murgueytto) .
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BOLIVAR Y EL DERECHO INTERNACIONAL AMERICANO~/ Señor Presidente de la República de Panamá Señores Presidentes de América. Señoras y señores:
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rincipio por expresar m1 entusiasta felicitación al señor Presidente de la República de Panamá. Por su voz, al invitar a la América a rememorar el Congreso de 1826, ha resucitado la voz de Bolívar. La voz de Bolívar que hace un siglo enseñó y convenció a los pueblos quedó soterrada en las entrañas de la intuición popular, pudo ser ahogada por oligarquías sin conciencia y por ambiciones superficiales, pero ha vivido en la opinión del pueblo como vive en el alma popular lo eterno y lo grande: y esa voz, por medio del Presidente de la República de Panamá, convoca nuevamente a las naciones americanas para que se reúnan en este recinto sagrado, y aquí, en e~te recinto sagrf'do, hagan un examen de conciencia y vean hasta qué punto han sido fieles a las palabras y enseñanzas de Bolívar, y hasta qué punto han sido infieles para corregir las infidelidades y para estimular las virtudes de los pueblos de América que no pueden ser si no son para la verdad, sl no son para la ética, si no son para la justicia. si no son para la libertad integral. Debiendo limJtarme al tiempo que se me ha recomendado, por respeto a los señores Presidentes y por Discurso pronunciado en el Salón Bolfvar, luego de la suscripción de la Declaración de Panamá, el 22 de julio de 1956.
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respeto a vuestro cansancio, voy únicamente a sentar ciertos principios que vuestra inteligencia me los va a escuchar con benevolencia, pues tengo la seguridad que vivirán en los pueblos de América porque la fuerza de nuestras aspiraciones está en las masas populares, está en estos pueblos de América herederos del español, que creen - como los norteamericanos- en la libertad del hombre y que creen que nuestro espíritu desaparecería el momento que no tengamos el quijotismo de los grandes dolores y de las grandes virtudes que han de ser la norma del individuo americano. Yo quisiera. señoras y s eñores, que comparemos lo que Bolívar quiso, lo que Bolívar enseñó y lo que es hoy el mundo moderno dentro del mecanismo de la vida actual: una raza contra otra raza. una nación contra otra nación el oriente contra el occidente, los árabes contra los judíos, el capitalismo contra el comunismo; total, el caos, la falta completa de unidad, la desorientación absoluta de la especie humana; nadie sabe a dónde va, nadie sabe lo que sucederá cuando la guerra fría se haga guerra caliente porque los hombres han perdido su orientación moral, porque los hombres han pedido su quijotismo orientador. ¡Intereses contra intereses, oligarquías contra oligarquías! ¡No hay otra esperanza que el imperio de la fuerza. imperio que siempre es funesto cuando el caos moral imperal En Derecho Internacional, la negación total del Derecho Internacional. El Derecho Internacional no existe. En el siglo XIX se les ocurrió a una serle de autores serios y respetables -no quiero faltarles el respeto, pero fueron un desastre en la vida práctica- crear un Derecho Internacional geométrico y matemático: los Estados son iguales, los neutrales deben respetar a los beligerantes, los beligerantes deben abstenerse de esto y de aquello, los Estados tienen éstos y otros deberes. Derecho abstracto, una geometría, un álgebra del Derecho Internacional. En
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la práctica. ni el neutral fue neutral, ni el beligerante respetó la moral, sino que el hombre ha seguido siempre asesinado y esclavizado por el hombre. Y hoy, destruida la utopía geométrica de los maestros del siglo pasado y de principios del siglo actual, no acertamos a encontrar una norma de Derecho Internacional. Se crea la Sociedad de las Naciones. Esta es reemplazada por la Organización de las Naciones Unidas: pero apenas es menester una acción fuerte , una acción vigorosa. desaparece la organización de las Naciones Unidas y tenemos que acudir a un conjunto de otras organizaciones al margen de las Naciones Unidas para hacer algo viviente y eficaz. Es decir, la total desaparición del Derecho Internacional, ya del teórico, ya del práctico institucional. Frente a este espectáculo en que no hablan sino los intereses de cada momento, en que no habla sino la arbitrariedad, en que el hombre ha perdido su vía unitaria, en que la humanidad no sabe a dónde va, se levanta el Libertador Bolívar· enseñándonos que existe un orden moral, una humanidad permanente, una justicia eterna a la cual hay que tender y a la cual hay que aspirar a través de las diversas circunstancias y de las variadas complicaciones. Diversa y complicada la vida. Cierto. Pero hay un ideal que debe abrigar el nombre, hay un ideal invariable en definitiva: el bien, la libertad, la justicia. Si queréis informaros de cómo comprendía el total problema humano el Libertador Simón Bolívar, me perdonaréis dos breves citas: la qna, aquella proclama magnífica dirigida a los soldados después que ocupó Caracas en el año 1813, después que les mostró a los poderosos caudillos españoles que él podía vencerlos, después de que allá en los campos de Venezuela principiaron a sucumbir las fuerzas poderosas de los ejércitos hispánicos, o, mejor, de los ejércitos que defendían a España. Oíd estas palabras: os ruego meditar en ellas: "No vana ambi-
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ción, no valor soberbio han puesto en nuestros soldados sus armas vencedoras. El sacrosanto amor a la humanidad, el amor a la justicia implacable, la libertad, la naturaleza, han armado a nuestros bravos y estos bravos así armados, amparados por el Dios de los ejércitos, han dominado y pisoteado a los déspotas. Bienhechores de la humanidad antes que guerreros victoriosos deben ser llamados los soldados que han roto la opresión de los pueblos". ¿Qué os parece? El soldado que triunfa por la ~bertad merece como primer título el de bienhechor de la humanidad. Las armas no han de empuñarse jamás ni por la vanidad ni por el valor soberbio sino para hacer respetar a la humanidad ultrajada y para levantar la justicia oprimida. Esto, el año 1813. A raíz de la Batalla de Ayacucho, terminada ya la obra de emancipación, el Libertador Bolívar vuelve a su concepto moral, a su concepto eterno que tiene que dirigir y dar unidad a la especie humana. Les dice a los soldados de Ayacucho: "La buena causa, la causa de los derechos del hombre es la que ha triunfado con vuestras armas libertadoras. Mirad cuánto debe la humanidad a vuestros heroi~os sacrificios". He aquí la norma para el Libertador. No los intereses transitorios, no la hegemonía de una raza sobre otra, no el triunfo de un pueblo sobre otro. La humanidad, la justicia, los derechos del hombre: he aquí lo que ha de iluminar a los hombres de todas las razas y latitudes. He aquí lo que ha de orientar a la humanidad: diversos medios circunstanciales pero coordinados todos por la naturaleza humana que es idealismo, que es justicia, que es ascenso a lo divino y alo eterno. Por esto el Libertador creó el Derecho Internacional Americano. Por esto el Libertador supo que las naciones hispanoamericanas, antes colonias españolas, debían cooperar con su aporte cívico, con su temperamento par-
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tlcular a la gran obra de la civilización humana. No podían hacerlo si estas naciones permanecían divididas, si luchaban unas contra otras, st no se comprendían: y para utilizar esta fuerza de las naciones hispanoamericanas, antes colonias españolas, las convocó el Libertador al Congreso Anfictiónico de 1826 que se reunió aquí en este recinto venerable que deben conservar los panameños con todo el fuego, con la decisión con que el panameño ama la América. ama el bien y recuerda a Simón Bolívar. Es inexacto decir que el Congreso de Panamá de 1826 es el primer Congreso Panamericano o que fue un Congreso Interamericano. Es inexacto. No creo que adelantaremos nada con afirmar y repetir inexactitudes. Otra fue la visión de Bolívar. Por un lado la Santa Alianza en Europa -Francia. Austria. Rusia, Inglaterra- resuelta a intervenir en los países, a imponer a los países la forma de gobierno despótico, resuelta a sostener la monarquía. a sostener los principios y a apoyar a España para recuperar las colonias hispanoamericanas: y, por otro, esta htspanoamérica dividida que se había emancipado para dar un nuevo aporte, propio, original a la historia y a la cultura universal. Era menester reunir a estas naciones. Esto hizo e• Libertador, esto fue el Congreso de 1826: la unión de las repúblicas americanas, antes colonias europeas, para que mantengan su propio espíritu y con su propio espíritu colaboren a la redención del mundo y a la extinción del despotismo. Al Libertador no se ocultó que habían dos grandes potencias que tenían interés en defender a Hispanoamérica: los Estados Unidos Norteamericanos que habían proclamado la forma federativa. liberal y republicana de gobierno, e Inglaterra que muchas veces fue infiel a los pactos de la Santa Alianza. Y es por esto que el Libertador. en la Carta de 1825, sobre todo, en donde vio con claridad magnífica todo el panorama del mundo y estudió las
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ventajas de reunir a las naciones hispanoamericanas en el Congreso de Panamá para que sean fuertes contra la Santa Alianza, guardando estrechísima amistad con los Estados Unidos Norteamericanos y con Inglaterra. He aquí el pensamiento global, el pensamiento integral del Libertador Bolívar al convocar al Congreso de 1826. Este Congreso de 1826 es la iniciación dél Derecho Internacional Americano. Más aún, es la iniciación práctica de un verdadero Derecho Internacional en el mundo. Wilson, en el Proyecto de Estatutos de la Liga de las Naciones de 1919, se inspiró en los Tratados de Panamá de 1826. De acuerdo con ese Derecho Internacional de 1826 los estados sudamericanos debían primero garantizarse sus propios territorios y su propia soberanía, unos frente a otros. En segundo lugar los estados hispanoamericanos, antes colonias españolas, tenían que defenderse solidarla y núlltarmente contra cualquier estado agresor que pretendiera destruir su independencia. En tercer lugar, el Congreso de 1826 establecía métodos para aplazar las guerras, cuando no para eliminarlas. Lo mismo hizo en 1919 la Liga de las Naciones. En cuarto lugar, el Congre~o de 1826 garantiza que los Estados miembros conservarán la forma de gobierno republicano, alternativo, responsable, so pena de expulsión de la Sociedad en caso de cambios fundamentales en la forma de gobierno. En quinto lugar, el Congreso de 1826 reconoció a los sudamericanos la ciudadanía común, sin más que una declaración . Cualquier ciudadano de un estado miembro podía ser ciudadano con plenitud de garantías en cualquier Estado de la Asociación, excepto para determinados cargos públicos. He aquí el alma de esta obra de Bolívar: alma de cooperación, de justicia. que excluye en el continente los imperialismos y los exclusivismos: alma que pretendía unificar el espíritu hispanoamericano para que el hombre mantuviese en este
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continente los valores de libertad, de justicia y de bien integral. Este Congreso hispanoamericano tuvo consecuencias felices: el Congreso de Lima de 1864. el Congreso de Santiago de 1856. Los Estados hispanoamericanos vivían internacionalmente, sentían sus- comunes intereses. Pasan los tiempos y los estados sudamericanos se dedican a las guerras civiles, a ambiciones absorbentes de orden interno por las que pierden la intuición internacional. Si América se dedica a lmitar ejemplos europeos, pierde su originalidad, y al perder su originalidad se expone a perder su alma: por esto, vosotros, hombres de Panamá. al reunir aquí a los presidentes. estáis infundiendo en América anhelos de volver a ser lo que ya fueron, estáis resucitando para la verdad y para la libertad el alma hispanoamericana ilustrada por Bolívar, enardecida por Bolívar. En el año de 1889 toman la iniciativa de la organización americana los Estados Unidos de Norteamérica y surge entonces el panamericanismo. Perdimos nosotros los sudamericanos nuestra iniciativa y laudablemente tomaron la suya los Estados Unidos de Norteamérica. Se extendieron los intereses comerciales, los intereses industriales, los problemas políticos, y el panamericanismo está hoy viviendo gracias al esfuerzo de los Estados Unidos y a la actual cooperación de los países hispanoamericanos. ¿Qué vinculó a los Estados en 1826? Un alma común, española: una geografia común, un sentimlento común, una lengua común: vínculos fuertes. vínculos indestructibles que debieron ser siempre mantenidos y estimulados, vínculos que hoy deben ser de nuevo estimulados para que exista un panamericanismo orgánico que
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r.rtl excluya hoy ni excluirá nunca la plena comprensión, el amor y lajustlcia entre los estados hispanoamericanos. ¿Qué es los que une al panamericanismo. qué es lo que vincula a los países que integran el panamericanismo? El m1smo amor a la libertad. la concepción cristiana de la vida y del Estado. Eso es lo que forma el panamericanismo desde 1889. Por un lado, lazos sociológicos entre los países hispanoamericanos: por otro lado. un ideal común de liberad entre los estados iberoamericanos y los Estados Unidos del Norte: la fe en la libertad, el odio a la tiranía, el detestar lo que es totalitarismo, lo que es despotismo, lo que es humillación del hombre por el hombre. He procurado, señoras y señores, aclarar en m1 modesta manera de pensar la fecha que estamos conmemorando esta tarde. Los griegos, los doce estados de la Confederación Griega se reunían con frecuencia en Delfos para. a la sombra de Apolo, Dios de la juventud y de la música, fortificarse en aquello que hacía del griego un griego auténtico, fortificarse en la mentalidad griega. en la modalidad de Grecia. El Libertador quiso que el Istmo de Panamá sea para nosotros lo que el de Corinto para los griegos. Tenemos que reunirnos aquí con frecuencia, y la reunión augusta que hoy tenemos se propone recordarnos la enseñanza bolivariana. Refresquemos la enseñanza bolivariana. estudiemos si hemos sido fieles al ideal bolivariano y rejuvenecidos por el Dios de la juventud de este continente, que es Dios de esfuerzo, de novelería por las grandes causas, de ardor· por la justicia y por la libertad, emprendamos una nueva vida, una vida de solidaridad entre los Estados iberoamericanos, una vida de esfuerzo para que el Panamericanismo orgánico sea la institución que salve al Occidente de la amenaza de esclavitud orientalista. - 378 -
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Os decía al principio -y voy a terminar recordándoloel gran flagelo del mundo moderno es la falta de orientación moral, la falta de unidad moral. El hombre moderno, individual o colectivo. no sabe a donde va a través de intereses transitorios, de rivalidades transitorias, de odios transitorios. Es menester que la América del Sur, que la América toda sea ejemplo de unidad para proclamar el imperio del orden moral en el mundo. No sacamos nada de querer que los americanos sean ricos si no principiamos por querer que los americanos sean honestos, justos y leales. El dinero en manos miserables sirve siempre para engendrar caos y avaricia en la tierra; el dinero en manos honestas sirve para ir forjando la civilización del mundo. Principiemos, pues, por infundirle al hombre iberoamericano, al hombre panamericano, al hombre de Bolívar, al hombre de Wilson, al hombre del Presidente Eisenhower. amor a lo orientador, a lo heroico, fe en lo grande, fe en la libertad, en la justicia, y habremos entonces sacado provecho de esta reunión y del recuerdo de 1826. El hombre impertérrito, el hombre heroico domina la naturaleza y saca de ella enriquecimientos y promesas; el hombre miserable es indigno hasta de la naturaleza rica que lo convierte a él en esclavo de sus pasiones, de su codicia y de su desintegración definitiva. No sé si he cumplido lo que os prometí. Os prometí ser corto y temo que no haya sido debidamente considerado con vuestro cansancio después de tantas horas de sesión; pero el tema es tan rico, la hora tan trascendental, que me era imposible dejar de subrayar ciertos conceptos y ciertos principios. Debemos dar al hombre sudamericano principalmente educación espiritual al máximun, quijotismo por los grandes valores morales, don de sacrificio y de superación: debemos en seguida. como lo recordaba el excelen-
tísimo Presidente ·de Cósta Rica, levantar la condición - 379 -
económica. la condición técnica de nuestros hombres de América Mientras el hombre de América, el pueblo de América vivan en tugurio e insalubridad, sin fuerza y sin optimismo, nuestro continente no será esa energía que necesitamos poner en acción para luchar con todos los totalitarismos del Oriente o de donde quiera que estos totalitarismos o tiranías procedan. Que el panamericanismo sea una sociedad entre iguales: respeto al pueblo grande y respeto al pueblo pequeño, igualdad entre los pueblos, fácil cooperación económica, generosa cooperación económica. Los estados subdesarrollados desarrollados al máximun constituyen una garantía para el progreso industrial de los estados superdesarrollados. En la vida tenemos que prestarnos recíproco servicio en igualdad de condiciones y no mendigar caridad ni extender caridades. Cooperación generosa en el panamericanismo, he aquí el ferviente deseo de los pueblos sudamericanos. Enseguida necesitamos poner en práctica las máximas panamericanas de orden jurídico: que los pueblos vivan en paz, que los pueblos vivan en seguridad, que se destierre de América el odio internacional, el exclusivismo internacional, la amenaza internacional, la lucha internacional por intereses. ¿Qué sacamos de imitar los imperialismos de otros continentes amenazados de sucumbir precisamente por obra de sus odios y exclusivismos? Continente nuevo, Derecho Internacional nuevo. moral nueva, fundamentos éticos nuevos. Necesitamos crear la policía internacional. No puede la América del Sur contlnuar armándose. Claro que necesitamos armas defensivas: pero si queremos sinceramente llegar al desarme es menester organizar una policía internacional que reprima la agresión, que haga imposible en el mundo internacional el triunfo del agresor. La gran aspiración internacional del día es la organización de la policía internacional, bastante rápida, bas-
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tante flexible para hacer imposible la agresión y para que si la agresión se produce, sea de donde quiera esa agresión, sea extinguida rápidamente por obra de la Policía Internacional Panamericana. Señoras y señores, perdonadme el que me haya enfervorizado dando la importancia qµe se debe a una fecha como la actual, aquí, en nuestro Corinto: aquí, en nuestro templo de Apolo. ¡Panamá es nuestro Delfosl Tenemos que desarrollar nuestra vida hispanoamericana en consonancia con nuestras características. Para nosotros el hombre no es miembro del rebaño: para nosotros el hombre no es engranaje de la colectividad: para nosotros, naciones, instituciones, estados, continentes se subordinan a la grandeza individual del hombre. Acusan a Stalin de haber tenido el culto de la personalidad. Ojalá lo hubiera tenido. Sería el más grande hombre de los tiempos modernos. Pero no tuvo el culto a la personalidad. Tuvo el culto de la astucia al servicio de la tiranía. Creemos nosotros en Latinoamérica el culto de la personalidad. La verdadera personalidad no puede vivir sin higiene, no puede vivir sin recursos económicos, no puede vivir sin fraternidad. no puede vivir sin amor, no puede vivir sin esperanzas. Es el hombre el principio y el fin de todo en la tierra, el propulsor de la historia. el que inventa y el que crea. el que rompe las rocas y describe la misma divinidad. Señores de Panamá, que esta conmemoración magnífica, que este Congreso de Panamá de 1956 que ha despertado vuestra sensibilidad de exquisitos caballeros del ideal os inspire siempre y que, a imitación de vuestros grandes hombres del pasado que recorrieron todo el continente para descubrir, para enseñar, para inventar, vosotros, hombres de Panamá. irradiéis el ideal de un Derecho Internacional de paz y de cultura por todas las naciones de América, para grandeza vuestra y recuerdo eterno de
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esta fecha en donde los presidentes de toda Am茅rica han firmado la declaraci贸n que hace honor a sus firmas. (Versi贸n de Leonidas D谩vlla Fletcher)
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UNIVERSIDAD, TEMPLO DE LA NATURALEZA, TEMPLO DE LA VIDA• e habéis abrumado en tal forma con vuestra bondad y aplausos, con esta manifestación tan generosa de simpatía. no diré para conmigo sino para con la Patria ecuatoriana, que no acierto a encontrar las primeras palabras con que debo saludaros y agradeceros. Sabéis, distinguidos jóvenes estudiantes, que la gramática tiene relativamente muy pocas palabras para expresar la profundidad, la infinitud del espíritu humano, pero vosotros, con vuestra intuición juvenil. podéis comprender todo cuanto siente ahora mi pecho ante una bondad tan inmerecida de mi parte. y como conozco mis deficiencias y se que como ciudadano nada merezco, os rindo el homenaje, de admiración y de gratitud porque representáis toda la grandeza de los ideales. sentís que solo la unión de nuestros pueblos, solo la amistad del pueblo de Panamá con el pueblo del Ecuador y del pueblo del Ecuador y del pueblo de Panamá con todos los demás de nuestra América Hispana será capaz de poner al hombre americano en sitio que le corresponde como verdadero y auténtico soldado de la libertad, de la justicia y de todos los bienes por los que anda anhelosa, desorientada la humanidad moderna.
M
(Aplausos).
El único mérito que tengo, mis muy estimados jóvenes estudiantes de Panamá. es el de creer en lajuventud •
Discurso pronunciado en el Aula Máxima de la Universidad de Panamá, el 23 dejulJo de 1956.
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y en los pueblos. Ayer no más pude contemplar a este pueblo de Panamá desbordado en las calles de esta ciudad progresista e ilustre. ¿Qué htzo que esta gente panameña se desborde y llene las calles? ¿Qué hizo que esta reunión de presiden tes de América haya tenido ese carácter emotivo, fuerte, imborrable, que hará que las ceremonias de 21 y 22 de julio se conmemoren durante todos los siglos de existencia de la América Hispana? La intuición del pueblo de Panamá, la intuición de la masa panameña de que Bolívar había hablado la verdad para los pueblos y que era el momento de que los pueblos sudamericanos se pongan de pie para expresar su amor a Bolívar, restaurar la grandeza de Bolívar y rendir el homenaje del corazón, del calor, del sentimiento a la excelsa figura de Simón Bolívar. Esto hizo ayer Panamá, esto dio a la celebración de ayer una nota. un relieve, una grandeza que jamás se borrará de mi espíritu. (Aplausos). He apreciado siempre a los pueblos. He creído que los pueblos son el origen de toda grandeza histórica. El pueblo indistinto, el pueblo con sus tradiciones, sus dolores, sus angustias, traduce, hace en su alma el ideal de justicia, de emancipación, el ideal revolucionario por. el bien. Siempre así lo he creído, siempre así lo he pensado, pero os aseguro que el día de ayer fue, a pesar de todo, a pesar de lo que creo del pueblo. toda una nueva revelación de lo que son los pueblos, de lo que guarda el pueblo dentro de su alma. El pueblo de Panamá me dio ayer una nueva lección de lo que es el pueblo. Ese fervor. esa intuición, ese entusiasmo, ¿por qué? Por honrar a Bolívar y para dar a la ceremonia noble y protocolaria el carácter de emotividad y de eternidad que solo dan el corazón y el fervor del pueblo y de la juventud donde quiera que el pueblo y la juventud pueden expresarse libremente como se expresan en esta tierra mil veces libérrima. (Aplausos) .
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¡Bendita la libertad de que gozáis, bendita la band era de libertad que en Panamá os protege y os amparal Por eso la juventud puede expresarse, p or eso el pueblo puede invadir las calles en los momentos de las grandes ceremonias y de las grandes recordaciones históricas. Después de un siglo se hablará del 22 de julio de 1956 en que nos reunimos aquí los jefes de Estado al impulso de la opinión popular para sentir palpitar el corazón de Panamá rindiendo homenaje al gran solitario, al gran desconocido, al gran revolucionario y transformador que fue Simón Bolívar y que sigue siendo, solitario y revolucionario incomprendido, excepto por la juventud, excepto por el pueblo y por quienes aciertan a interpretar los anhelos del pueblo y de la juventud. Me permito pediros, jóvenes, que comprendáis todo el valor y todo el alcance de vuestra responsabilidad. Un día que pasa. una hora que pasa es una hora que no vuelve. Después de un día el hombre es siempre distinto del día anterior: después de una hora nuestra plasticidad no nos permite ser lo que fuimos una hora antes. Es el momento, jóvenes, de poner en a cto vuestras dotes de renovación, de amor a la renovación, de justicia, de amor a la justicia de preparar para América días mejores. Consagraos a la ciencia. consagraos al estudio, consagraos con abnegación, consagraos con disciplina. Id descubriendo los misterios del cosmos, los misterios del hombre, los misterios de la sociedad. Id descubriendo lo que es la naturaleza americana, lo que es la sociedad americana. Id incorporando la ciencia a vuestro ser. Id ampliando vuestra mente tanto cuanto son amplios el cosmos y la humanidad. Id después a la técnica que rige y que gobierna, y que después de un siglo el recuerdo de Bolívar encuentre a los herederos de nuestros espíritus en constante aplauso a aquellos jóvenes que un día dominaron el fenómeno americano y que al padre de la Patria, al vence-
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dor de la naturaleza, a Simón Bolívar, le presentaron una naturaleza y una vida ennoblecida. erguida y presta a caminar firme hacia la verdad y la justicia tan anheladas por Simón Bolívar. (Aplausos). Durante un siglo hemos perdido el tiempo, pero hoy no podemos perderlo ya Durante un siglo hemos discutido doctrinas abstractas. Hoy no nos interesan otras doctrinas que aquellas que alumbran, que guían las realidades concretas principiando por la gran realidad concreta que es el hombre, que es el espíritu humano. No importan que ni vosotros existáis después de un siglo. Mejor para vosotros si morís jóvenes, en la plenitud del esfuerzo, del triunfo y de la gloria. Lo que interesa es que las generaciones que os sucedan hayan aprendido de vosotros a tomar la vida en serio y a tomar la justicia muy a serio y hacerla triunfar a pesar de todo en este continente que nació para la libertad, que no nació para la hipocresía y la mentira (Aplausos).
Vosotros o una buena parte de vosotros que habéis tenido la bondad de invitarme para que hable desde esta ilustre cátedra, sois estudiantes de la Escuela de Diplomacia. Si alguna ciencia necesita renovación, si algún saber, si alguna disciplina necesita ser totalmente renovada, es el Derecho Internacional Público. Fijaos bien que hoy propiamente no se puede hablar de Derecho Internacional. Una nación separada de otra nación: una nación distante de otra nación y entre estas dos un derecho. Casi no podemos hablar de esto. El automóvil y la radio y el avión y los camberra y los cazas van convirtiendo a toda esta inmensa humanidad que antes se compuso de partes entre sí distantes, en una sola comunidad en donde las naciones casi son provincias de la gran comunidad humana. Y ahora se plantea el problema de esta gran comunidad humana, de esta aproximación de unas naciones a otras, de esta manera cómo una nación pesa en otra e
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influye en otra. ¿Qué es lo que debemos hacer para que las provincias llamadas autónomas a las que pertenecemos -Panamá o Argentina, Ecuador o Chile, Francia o Italia-, qué debemos hacer para que estas fracciones de la comunidad humana cumplan su deber, exciten su espíritu original, exciten sus propias virtualidades nacionales y cooperen en enriquecer este mar inmenso del género humano, este mar de sentimientos humanos, de aspiraciones humanas? He aquí el gran problema del Derecho Internacional, del Derecho Internacional Público. Vosotros probablemente ya habréis estudiado esos autores clásicos del Derecho Internacional que escribían cinco, seis y siete volúmenes, no se sabe para quién y no se sabe para qué. Una serie de teoremas jurídicos, una serie de enunciados jurídicos que nadie los aplicó nunca. que nadie los aplicará. Y sin embargo, Flore, con toda seriedad, escribió creo que en seis volúmenes, inmensas páginas de Derecho Internacional Público. La verdad, como lo comprendéis y lo sabéis, es muy distinta, y el que verdaderamente entendió y comprendió esta verdad fue aquel genio que debía regir los destinos de América, fue aquel hombre que supo inspirar toda la ética y toda la sociología hispanoamericana ¡Ese fue Bolívar! Ayer conmemoramos el Congreso de Panamá de hace ya ciento treinta años. Jamás un acto genial más trascendental que el consumado por Bolívar al convocar el Congreso de Panamá de hace ciento treinta años. El no estuvo dogmatizando en abstracto, él no habló del respeto que se deben los estados para después sacar deducciones y deducciones que al primer instante de la práctica son despedazados por la furia de los hombres, no: él quiso agrupar a los países hispanoamericanos para que fueran una fuerza, para que fueran una potencia. Los Estados Unidos no eran entonces lo que son ahora. Los Estados Unidos mismo eran una nación relativamente pequeña. No tenían el desarrollo que
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ahora tienen. ¿Qué quiso Bolívar? Quiso Bolívar que esta América Hispana cumpla sus destinos, cumpla sus finalidades. Habíamos estado unidos bajo la colonia para obedecer: era más justo que nos unamos para mandar. El deber del que obedece es siempre menos trascendental y dificil que el deber del que manda. Una vez libres tenían las naciones hispanoamericanas, antes colonias españolas ~omo lo subrayó Bolívar-que asociarse, que vincularse para resistir al despotismo que más tarde sucedería al de la Santa Alianza. Bolívar, con su mirada genial, por obra de su mirada genial, resultó un verdadero sabio, un sabio internacionalista. Si Bolívar hubiera querido el Panamericanismo que ahora existe, habría querido entonces el absurdo más grande de la tierra. El año 1826, como vosotros sabéis, los Estados Unidos proclamaban la teoría del aislacionismo y Jefferson había dicho que no es posible que Europa tenga nada que ver con América. ni América nada que ver con Europa. La Doctrina Monroe que tiene conceptos fundamentales de importancia como el de la no intervención de Europa en América, como la no colonización de las tierras americanas por potencias europeas; esa teoría de Monroe, en el fondo, es una teoría aislacionista Washington aconsejó a los Estados Unidos el aislacionismo. De aquí que el Libertador Bolívar en las notas que son inspiradas por él, al hablar del Congreso de Panamá habla de las naciones hispanoamericanas, antes colonias españolas. El que pretendió completar el pensamiento del Libertador, los que pretendieron completar el pensamiento del Libertador e invitaron a los Estados Unidos norteamericanos, obtuvieron que el Senado norteamericano rechazase la invitación para que el Senado norteamericano un vez cans ado de las invitaciones resolviese enviar observadores negándose a participar en toda vinculación con los estad'Os sudamericanos. Los que pretendieron completar el pensamiento del
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Libertador ignoraron la potencia de su genio. El Libertador no quería reunir por unir, unir por unir. El sabía lo que quería reunir y por qué quería reunir. El sabía lo que quería unir y por qué quería unir. Lo que debíamos unir eran las naciones hispanoamericanas vinculadas, como lo dice Bolívar, por la lengua, por la tradición, por las habitudes -es el término que él emplea- por las mismas habitudes. En Hispanoamérica tenemos la base geográfica análoga. la selva análoga, el aborigen análogo, el espíritu potente del español que hizo aquí una construcción sociológica original, particularmente singular, llamada a dar su fruto en la historia si no quiere caer maldecida por la misma histo.r ia. (Aplausos). Me permito observaros que cada nacionalidad tiene su carácter propio. El griego tuvo su carácter propio: cultor de la belleza, del arte, pensamiento generalizador. El romano tuvo su carácter: cultor de la fuerza, cultor del derecho porque el derecho en definitiva no es más que una fuerza que se equilibra con otra. El judío tuvo su propio carácter: comprendió la tragedia de la historia y de la vida y que solo un segundo advenimiento podía librarle al hombre de la tragedia de la historia y de la vida. El inglés tiene su propio carácter: utilitario, se rige por la utilidad: unas veces acierta y otras se engaña lamentablemente. El alemán, hombre de pensamiento abstracto, hombre de la inmanencia metafísica por excelencia, a veces un poco brumoso, siempre profundo. El francés, el hombre de la nitidez, de la claridad, de la lógica. Está claro que en un mundo tan ilógico y absurdo el francés tropieza con la ilógica de la humanidad que torpemente lo desdeña. (aplausos). Asimismo el español tiene su carácter propio: es hombre del personalismo, del orgullo, de la intransigencia. Lo diferente para el español no es una ocasión para comprender sino un motivo para luchar y vencer: personalista, quijotesco. Este personalismo, esta quijote-
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ría h ispánica que la demostró marcadamente el conquistador se incrustó en nuestro indio, en nuestro indio amigo del misterio, en nuestro indio panteísta. en nuestras selvas y en nuestros bosques, y surgió una nacionalidad especial. El español nos incorporó a la civilización cristiana. a la verdadera cMlización técnica y nos dio un carácter que no es el hispánico, no es el indígena. Es un carácter propio de la América Latina y este carácter hemos de cultivar, hemos de afinar, hemos de corregir, hemos de complementar, porque pronto llegará el día en que la América Hispana deba iniponer su concepción moral y ética en la especie humana. Y esto comprendió Bolívar. Yo os suplico que esa magnífica invitación del 7 de diciembre del año veinticuatro la leáis, la volváis a leer, la releáis y la meditéis renglón por renglón. Ahí vais a encontrar la palabra "nuevos principios", ahí vais a entrar en una serie de palabras con las que el genio de Bolívar, menos técnico que los sociólogos modernos pero infinitamente más inteligente que todos ellos, supo señalar a la América Hispana sus verdaderos derroteros. Os ruego, señores.estudiantes de la Escuela de Diplomacia, que por vuestra labor inteligente creéis por primera vez, no el Derecho Internacional -debo confesaros que cada vez que oigo Derecho Internacional tengo una espontánea antipatía ante semejante mascarada-, no el Derecho Internacional sino la ciencia de la vida internacional, la ciencia positiva de la vida internacional. Esto sí es profundo, esto sí es prometedor. Si vosotros estudiáis a fondo la ciencia positiva de la vida internacional, allí veréis con claridad todos estos fenómenos que estamos presenciando, allí los comprenderéis y no odiaréis porque la esencia de la comprensión es desterrar el odio, pero al mismo tiempo allí cobraréis fuerza par~ ver la manera de ir orientando esta vida internacional, esta existencia in-
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ternacional que ha sucumbido por obra de un Derecho de fariseos y es menester que se redima por obra de la ciencia de la vida internacional. (Aplausos). Y uno de los enunciados de esta ciencia positiva de la vida internacional será que es absolutamente imposible crear un Derecho Internacional Universal el año 1919. La Organización de las Naciones Unidas creó también un Derecho Internacional Universal que nos impone que si la China comunista ataca a Formosa, Panamá y el Ecuador deban sentirse solidarios en defensa de Formosa. ¿Habrá absurdo Igual? (Aplausos). Un derecho tan absurdo. una vida internacional tan absurda, tenía que fracasar. Por esto tantos organismos internacionales políticos al lado de la Organización de las Naciones Unidas. Ved. en cambio, la institución genial de Bolívar. Las naciones hispanoamericanas estaban acostumbradas a vivir juntas. Desaparecida la colonia podían continuar comprendiéndose y solidarias. No a costa de su autonomía y soberanía interna: Bolívar aclaró esto cien veces. Los detractores de Bolívar dicen que el Congreso de Panamá fracasó porque quiso abolir la soberanía de los estados que se reunieron en Panamá o que debieron reunirse en Panamá. Nada más falso. El aclaró debidamente. Colombia y Panamá y Ecuador y Chile podían gobernarse con su propia administración, con sus propias leyes, porque a pesar del fondo hispánico común Chile es una cosa y Venezuela es otra: Panamá es una cosa y el Ecuador es otro. Lo que interesaba al Libertador era llegar a un acuerdo respecto a puntos fundamentales de política internacional, no de política interna. Por ejemplo: evitar en América las guerras de conquista: evitar en América que un Estado se apodere del territorio de otro Estado por obra de la conquista; evitar la guerra entre países hispanoamericanos; impedir que una potencia extranjera invada nuestros territorios, huelle nuestros territorios; man-
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tener la base de la vida democrática en los países hispanoamericanos: establecer la ciudadanía común: establecer la mediación, el arbitraje. Esto nada tiene que ver con la soberanía interna: y se debía hacer porque habíamos nacido juntos, teníamos la costumbre de vivir juntos, teníamos los mismo hábitos. Con un poco de grandeza. de nobleza moral, se pudo llegar a lo que Bolívar quiso. La miopía. la incomprensión no lo consintieron y Bolívar entristecido dijo: "El Congreso de Panamá es como ese loco griego que desde la punta de una roca pretendía guiar los barcos en la tempestad". He aquí la tristeza del genio, la soledad del genio: la tristeza y la soledad de Simón Bolívar de la cual ha de salir por obra vuestra. jóvenes hispanoamericanos, por obra vuestra pueblos de Hispan oamérica, el loco griego que pretendía guiar los barcos desde la punta de una roca. Pero vinieron días de adversidad: el General Flores fomentó la reconquista de la América. quiso invadir el Ecuador y hubo que reunir el Congreso de Lima: y vinieron días de preocupación y se reunió el Congreso de Santiago: y vinieron días en que Perú y Chile sufrieron vejámenes y hubo que reunir la Segunda Conferencia de Lima. Estábamos palpando las ventajas de la asociación, palpábamos las ventajas de la solidaridad, pero nuestro amor a las teorías abstractas, nuestra política localista hicieron que América Hispana perdiese la iniciativa internacional en el siglo pasado y naciera el panamericanismo en 1889. No lo creo malo; lo creo bueno. Creo que debemos estimularlo. creo que nos hace un bien, que nos ha defendido de los fascistas y de los nazis y de los stallnistas. Ha salvado la libertad en occidente, pero creo necesario complementarlo con la unión fuerte y sólida de la raza hispanoamericana si no hemos de sufrir humillaciones que dejarán en nuestras almas tristeza y desaliento. (Aplausos).
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El panamericanismo debe ser completado, debe ser reformado. ¡Aún es actual la idea de Bolívar! Dentro de este panamericanismo inorgánico ¿por qué no ir asociando poco a poco a nuestros países hispanoamericanos a fin de que se establezca un diálogo dentro d el panamericanismo entre los Estados Unidos del Norte y los Estados Unidos del Sur a fin de que mantengamos siempre nuestra dignidad de seres independientes y soberanos? No nos revelemos contra los hechos; nada se hace de una ridícula declaración contra el panamericanismo. El panamericanismo es un hecho y es un hecho bueno y es un hecho que nos ha servido para librarnos de Mussollni y de Hitler. En lugar de Mussolini ir a conquistar las tierras del Negus exponiéndose al ataque inglés, pudo dirigir sus barcos hacia Sudamérica si no hu hiera sido por el panamericanismo. Nos ha hecho un bien, pero nosotros tenemos que hacemos valer por nosotros mismos. No hemos de vivir de la caridad. Tenemos que ser libres y la libertad no se solicita pidiendo limosna. Se la conquista con el buen sentido y con la voluntad. (Aplausos). Distinguidos estudiantes os he hablado ya más de lo que la ordinaria cortesía me imponía. Primera visita Y tantas palabras (Risas y aplausos). Pero no puedo despedirme sin rogaros que Bolívar sea para vosotros una vivencia, una vivencia perdurable. No os voy a pedir jamás la necedad de que no leáis a Marx. Leedlo, estudiadlo, es muy confuso pero leedlo y estudiadlo. Hay que leer Y estudiar todo. Pero lo que si os pido con todo el fervor de mi alma es que si para el oriente Marx es el maestro, para vosotros. hombres hispanoamericanos, Bolívar es el maestro, y más que el maestro. el Héroe siempre presente en el fondo de vuestras almas. (Aplausos). En medio de las campañas. sin tener tiempo para meditar, sin tener tiempo para estudiar, sólo por obra de la visión genial, ese hombre, en la Carta de Jamaica, pudo
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estudiar todo el origen, todos los datos prehistóricos, todo el alcance de la colonia, todo lo que significó el Gobierno de la colonia, todo lo que es Hispanoamérica, en qué forma debió gobernarse para ascender poco a poco de la ignorancia, del oprobio, al grado de democracia más y más progresista al que debemos aspirar. Os ruego fervorosamente que lo estudiéis, y cuando consideréis los males que aquejan y que han aquejado siempre a Sudamérica, pensad si estos males no tienen su principal origen en haber desdeñado a Bolívar, en haber olvidado a Bolívar. En el continente no hemos vivido sino elogiando a Bolívar: "apóstol. genio, guerrero maravilloso". ¡Qué importa el elogio! Vivamos a Bolívar, sintamos a Bolívar si queremos el progreso y si queremos una América grande! "La vida" -decía el Libertador- "no importa sino en cuanto se adquiere la gloria". Tal vez vosotros diréis: pero esta palabra gloria suena a vanidad. En tiempo de Bolívar y tal como él entendía la palabra, no significaba vanldad; por eso le dice al General Sucre en una carta de, represión por las susceptibilidades de que adolecía ese grande hombre: "Esas habilidades, esas pequeñeces de la gente vulgar son indignas de su gloria". "Yo jamás" -le dice- "he reparado en miserias. La vida consiste en ser grande y en ser útil". He aquí lo que debéis retener: que esas hablillas de la gente vulgar, esos chismecillos de la gente ordinaria no os lleguen. Aspire cada uno de vosotros, aspire cada una de vosotras a ser grande y a ser útil y entonces tendréis pleno y cabal destino de esta vida.
"Algunos" -afirmaba el Libertador- "creen que no se puede ser grande sino a la manera de Alejandro, de César o Napoleón. Yo quiero superarlos a todos en desprendimiento, ya que no puedo igualarlos en hazañas". He aquí lo que se debe aprender: superar a todos en desprendimiento, entregarse a ser grandes y a ser útiles, pero con total, absoluto y pleno desprendimiento. "Por triste que
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sea nuestra muerte" -decía Bolívar- "siempre será más alegre que nuestra vida". A vosotros, jóvenes, en la plenitud del florecimiento vital, en la plenitud del esfuerzo y del ensueño, os parecerá esto un absurdo: "Por triste que sea nuestra muerte siempre será más alegre que nuestra vida". Os falta experiencia. ¡Preparaos a mirar la vida como una gran tristeza que hay ·que alegrarla mediante el heroísmo en cumplir el deber para con vosotros mismos y para con la especie humana! ''Yo quiero ser ciudadano para ser libre y para que todos lo sean: cambiadme, Señor, todos mis títulos por el de buen ciudadano". Si estas palabras hubiesen penetrado en la mentalidad hispanoamericana nos habríamos ahorrado cuánta ambición ciega que ha perturbado la paz y el orden en muchos países hispanoamericanos. Nadie quiere ser ciudadano, todo el mundo quiere mandar aun cuando sea para merecer el título de tirano. (Aplausos). "Prefiero el título de ciudadano al de Libertador, porque éste emana de la guerra y aquel emana de las leyes". Cuántas cosas grandes y bellas vais a encontrar si leéis las obras de Bolívar, especialmente sus cartas del año 1825, cuando ya se plantea el problema internacional en forma trágica, cuando habló de manera detallada de cómo debía ser el Congreso de Panamá. Leed las cartas de 1826 cuando ya el General Páez se erguía contra Bolívar, cuando principiaba la ruptura entre Bolívar y Santander, cuando se preparaban tantos y tantos eventos. Cuando leáis esas cartas comprenderéis las pasiones de nuestra América española y lejos de conformaros o lejos de desalentaros con tanta mezquindad y ruina, aprenderéis del espíritu de Bolívar los métodos para dominar todo lo malo de nuestro continente y, sobre todo, estoy seguro que él, eón ese estilo vibrante lleno de galicismos pero, lleno de vida, con esa frase original, elegante y robusta, con esos términos especiales que sabía emplear conmoverá las
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entrañas vuestras, vuestros corazones, para hacer de vosotras y para hacer de vosotros héroes cooperadores en la tarea de purtftcar la América española de sus defectos y de sus vicios. (Aplausos).
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BOLIVAR Y LOS PUBLIC.JSTAS p SUDAMERICANOS
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n América Latina se han considerado, en efecto, los asuntos internacionales con alguna profundidad. Es hasta ahora una de las pocas, muy pocas, aportaciones de América del Sur a la cultura universal. Juan Bautista Alberdi habló y con amplitud del crimen de la guerra. José Victorino Lastarria trató de la importancia de los continentes y de las situaciones continentales en la vida internacional: Amancio Alcorta demostró cómo los caracteres sociológicos de Sudamérica dan fundamento a un Derecho Internacional Americano y el jurista chileno Alejandro Alvarez con más erudición que los anteriores, expresó en voluminosos libros la urgencia de constituir la ciencia de la vida internacional, olvidando los principios abstractos y deducciones geométricas, y teniendo en cuenta las realidades psicológicas y económicas de la política mundial. Es fácil ahora después de ciento treinta y ocho años de la victoria de Ayacucho mediante la que obtuvo su independencia América del Sur gracias a los esfuerzos de quince años de Simón Bolívar y de los soldados de Colombia, la grande, tergiversar, desfigurar y calumniar la obra de éste en esa serie de novelas nacionalistas que se llaman Historia de los países sudamericanos. Nadie puede descon ocer la importancia de la formidable campaña que terminó con las batallas de Chacabuco y Maipú ni negar la
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Extracto del Capitulo ORGANIZACION DEL MUNDO, en el libro Caos polUlco en el mundo contemporáneo. Editorial Amerlcalee, Buenos Airea, 1963. Pág. 167 - 174
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contribución heroica de los patriotas y de las diferentes Juntas que surgieron alrededor de 1810y de la revolución emancipadora de ese año en los distintos Estados y ciudades latinoamericanas. Pero es lo cierto que Simón Bolívar en 1810 fue la mente y la voz de la humanidad nueva que intuía una vida más justa y exigía una organización más eficiente que condujera a hombres y gentes a ese ideal de derecho y cooperación sin el cual odios, rivalldades y ambiciones conducen a la oscuridad, la catástrofe y la muerte. Las multitudes sudamericanas en 181 O no solo necesitaban estrategas sino principalmente militares de espíritu continental y caudillos dinámicos, que sintiesen con ellas, actuasen junto a ellas y les descubriesen con método y eficacia sus propios destinos y la meta jurídica a que estaban llamadas. Napoleón, hostigado por los oligarcas ingleses, austriacos y prusianos no pudo hacer efectivos los luminosos y realistas conceptos internacionales proclamados por los legisladores de la Revolución Francesa. Bolívar, a pesar de los inconvenientes puestos por los demagogos, tuvo la suerte de precisar cómo debía organizarse la política latinoamericana y cómo debía ser la cooperación internacional entre los países de Sudamérica para vencer los despotismos siempre renacientes en reglones dél Viejo Mundo y para poner en salvo el espíritu propio de la América española. Quien lea sin prejuicios, con amor desinteresado a la verdad, la carta escrita por Bolívar desde Kingston, el 6 de septiembre de 1815, admirará ese estudio completo y genial de sociología sudamericana y las sugerencias para la organización política de nuestros países y para su unión internacional. La prehistoria, la educación cuando la colonia, el carácter particular de los Estados sudamericanos, son
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considerados, en ese documento famoso, para propugnar una democracia en armonía con la evolución de los tiempos y con los factores sociales sudamericanos. Allí, en esa carta de 1815, se leen esas frases magnificas: "¡Qué bello sería que el Istmo de Panamá fuese para nosotros lo que el de Corinto para los griegos! Ojalá que algún día tengamos la fortuna de instalar allí un augusto congreso de los representantes de las repúblicas, reinos e imperios a tratar y discutir sobre los altos intereses de la paz y de la guerra con las naciones de las otras tres partes del nmndo". Bolívar sabía que el Brasil de entonces no era una democracia, y que cundían por todas partes veleidades monárquicas; por esto, en su visión de unidad, se incluían repúblicas, reinos e imperios. Conforme los acontecimientos posteriores a 1815 precisarían las características políticas amerlcana,s, Bolívar modificaría sus ideas. Lo primero era comprender el mundo moderno. En su proclama de 25 de diciembre de 1824, dijo a los soldados de Ayacucho: "Habéis dado la libertad a la América Meridional y una cuarta parte del mundo es el monumento de vuestra gloria. La buena causa, la causa de los derechos del hombre ha. ganado con vuestras armas su terrible contienda contra los opresores; contemplad, pues, el bien que habéis hecho a la humanidad con vuestros heroicos sacrificios". Decir lo anterior era revelarse conductor de un mundo nuevo. El de los derechos del hombre, el de la Revolución Francesa se había abierto paso sobre los escombros de opresores, de monarcas dueños de pueblos. Lo urgente saber aprovechar de la victoria: prepararse por serla organización interna y adecuada unión internacional a resistir y vencer las reviviscencias de monarca~ mancomunados en la Santa Alianza de 1815.
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En el continente Americano había dos bloques de nacionalidad distintos en sus bases psicológicas y sociales y unidos por la geografia y por cierta concepción análoga del hombre y del Estado: las naciones latinoamericanas y los Estados Unidos del Norte. Ambos bloques creen que el Estado tiene por finalidad proteger la libertad del individuo. Esta creencia debía y debe unificarlos en la defensa del hemisferio contra las tendencias despóticas que frecuentemente se levantan en otras regiones. Los Estados Unidos constituyeron ·desde el principio una colectividad política rica y poderosa que podía ser un peligro a su vez para los países desunidos de la América del Sur. Urgente, por "tanto, procurar la solidaridad entre los países iberoamericanos, sudamericanos, para que la cooperación con los Estados Unidos del Norte fuese fecunda a la libertad sin ser peligrosa para ellos. Esto lo comprendió Bolívar y, mientras improvisaba batallas demoledoras del imperio español, meditaba con perspicaz hondura en los problemas políticos de cada uno de nuestros pueblos -como lo demuestra la citada Carta de 1815- y en la organización internacional que les haría defensores de su libertad y de la libertad del mundo. Una historia nacionalista, sin ciencia ni conciencia, se afana en negar la originalidad internacional de Bolívar como conductor de los pueblos sudamericanos y olvida ese famoso documento de 31 de diciembre de 1813, en que un joven de treinta años plantea desde Venezuela el problema internacional del mundo y dentro de él, el de la América Meridional. Dice el documento: "¿Por qué entre la Nueva Granada y Venezuela no podrá hacerse una sólida reunión? Y aún ¿por qué toda la América Meridional no se reuniría bajo un gobierno único y central?" "Después de este equilibrio continental", continúa el documento, "que busca la Europa donde menos parece que debía hallarse, en el seno de la guerra y de las agitaciones. hay otro
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equilibrio, el que nos importa a nosotros: el equlllbrio del universo. La ambición de las naciones de Europa lleva el yugo de la esclavitud a las demás partes del mundo: y todas estas partes del mundo deberían tratar de establecer el equilibrio entre ellas y Europa para destruir la preponderancia de la última. Yo llamo a esto el equilibrio del universo y debe entrar en los cálculos de la política americana". El documento bolivariano de 31 de diciembre de 1813 contiene otros conceptos que demuestran el genio extraordinario, la visión mundial y la intuición profética de Simón Bolívar: "Es menester que la fuerza de nuestra nación sea capaz de resistir con suceso las agresiones que pueda intentar la ambición europea: y este coloso de poder que debe oponerse a aquel otro coloso, no puede formarse al principio sino de la reunión de toda la América meridional bajo un cuerpo de nación para que un solo gobierno pueda aplicar sus grandes recursos a un solo fin que es el de resistir con todos ellos las tentativas exteriores, en tanto que interiormente, multiplicándose la mutua cooperación de todos, nos elevará a la cumbre del poder y de la prosperidad" •. En 1821 mandó el Libertador plenipotenciarios a México, Perú, Chile y Buenos Aires para estudiar la manera de dar forma a la solidaridad sudamericana. Las instrucciones son precisas: "Nada interesa tanto en estos momentos", dicen esas instrucciones, "como la formación de una liga verdaderamente americana. Pero esta confederación no debe formarse simplemente sobre los principios de una alianza ordinaria para ofensa y defensa: debe ser mucho más estrecha que la que se ha formado últimamente en Europa contra las libertades de los pueblos". •
Gaceta de Caracas NQ 30, año de 1813. B. Blanco Fombona: El Esplrttu de Bollvar.
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He aquí la acción de Bolívar apenas la gran batalla de Boyacá garantizó la independencia sudamericana haciendo del éxito tan solo un~ cuestión de tiempo. Se ha dicho que los proyectos internacionales del Libertador se proponfan la hegemonía de Colombia en el continente. Se olvida que, según las instrucciones, se debía respetar de modo estricto el ejercicio de la soberanía de cada uno de los signatarios. Consta el propósito en el art. 28 del Tratado de la Unión, Liga y Confederación Perpetua firmado en Panamá el 15 de jullo de 1826. La asamblea de Estados debía tan solo contribuir al manten1m1ento de la paz y de la amistad entre las potencias confederadas, sirviéndoles de consejo en los grandes confllctos, de punto de contacto en los peligros comunes, de fiel intérprete de los tratados y convenciones públicas y de árbitro en las disputas y diferencias. La misiones diplomáticas de 1821 tuvieron por finalidad preparar el Congreso de Panamá convocado desde Lima el 7 de diciembre de 1824.
Esa convocatoria que para los sudamericanos conscientes de la responsabilidad histórica de su raza y de su destino, debe tener tanta importancia como la batalla de Ayacucho, pues tanto como triunfar importa aprovechar de la victoria. decía: "Después de quince años de sacriftcios consagrados a la libertad de América por obtener el sistema de garantías que, en paz y en guerra, sea el escudo de nuestro nuevo destino, es tiempo ya de que los intereses y las relaciones que unen entre sí a las repúblicas americanas, antes colonias españolas, tengan una base fundamental que eternice, si es posible, la duración de estos gobiernos". Vio Bolívar con justeza el dinamismo del mundo revolucionarlo que, vencido en Waterloo, fue reivindicado en Ayacucho provocando los planes de reacción monár-
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qulca y de reconquista de la Santa Alianza La independencia de Sudamérica quedó amagada por España y por la Santa Alianza Siempre hay en el mundo un duelo entre el despotismo y la libertad, entre la conservación tranquila de situaciones que aprovechan a pocos y las permanentes, aunque soterradas a veces, reivindicaciones de los pueblos. De ese duelo pocos tienen clara conciencia. Hace un siglo, dada la dificultad de comunicaciones era más dificil advertirlo. Sin embargo, Bolívar, dominando ·el panorama, lo vio y expuso la urgencia de preparar medidas adecuadas de defensa. El 23 de febrero de l.825 escribió desde Lima al General Santander, Vicepresidente de Colombia. lo siguiente: "Decir a usted que las revoluciones populares son contagiosas en grado superlativo, es decir una pamplina que todo el mundo lo sabe. Así, pues, creo que nosotros debemos imitar a la Santa Alianza en todo lo que es relativo a seguridad política. La diferencia no debe ser otra que la de. los principios de justicia En Europa todo se hace por la tiranía, acá es por la libertad: lo que ciertamente nos constituye muy superiores a los tales aliados. Por ejemplo: ellos sostienen a los tronos, a los reyes: nosotros a los pueblos, a las repúblicas: ellos quieren la dependencia, nosotros la independencia. Por consiguiente, para elevarnos a la altura correspondiente y capaz de sostener la lucha, no podemos menos que adoptar medidas iguales. La opresión está reunida en masa bajo un solo estandarte, y si la libertad se dispersa no puede haber combate". Con estas palabras trató de despertar el Libertador a los conductores de las nuevas repúblicas hacia una visión mundial y continental en favor de la libertad. Se reunieron en Panamá las repúblicas de Colombia, Centroamérica. Perú y México. Dificultades políticas internas -dificultades que tantos males nos han hecho y nos ha<:en- impidieron la concurrencia de Chile y Argentina. El
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resultado de las deliberaciones fue el convento de Unión, Liga y Confederación Perpetua, uno de los documentos jurídicos más importantes en la historia de la organización del mundo. Wilson lo u~ó para el proyecto de Estatuto de la Sociedad de Naciones de 1919. En Sudamérica no ha habido visión internacional, es decir, los sudamericanos no han hecho esfuerzos para elevarse a la clara conciencia de la responsabilidad que les imponía la historia y el carácter de su raza. En cierto sentido, el Congreso de Panamá no dejó resultados positivos, limitándose a formular documentos internacionales que muchos años después. inspirarán organizaciones mundiales y esfuerzos por la cooperación entre estados. Con cierta tristeza y con las expresiones poéticas felices que acudían a su pluma dijo Bolívar respecto al Congreso de Panamá: "El Congreso de Panamá. institución que debiera ser admirable si tuviera más eficacia. no es otra cosa que aquel loco griego que pretendía dirigir desde una roca los buques que navegaban". En Sudamérica ha habido la tendencia en muchos de sus hombres de Estado a considerar todo desde el punto de vista de la posible hegemonía de tal o cual nación o del posible prestigio de tal o cual político. Esto ha sido nuestra ruina en la diplomacia internacional y ha causado afrentas y humillaciones para algunos de nuestros países. La locura del idealismo realista no ha podido orientar las naves arrastradas por las ondas de la pretensión hegemónica. Ataques internacionales y graves amenazas obligaron a los estados sudamericanos a reunirse en el Congreso de Lima de 1848, de Santiago de Chile en 1856, nuevamente en Lima en 1864. La América latina calló luégo. Se entregó a sus luchas y debates políticos. Los Estados Unidos más sensibles a los cambios y al avance comercial y político del mundo iniciaron en 1889 la politi-
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ca panamericana. La primera conferencia panamerlc.ana adoptó resoluciones de orden comercial ante todo; y el rápido e intenso sucederse de los acontecimientos fueron dando al panamericanismo más y más condensación y alcance hasta llegar al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca de Río de Janeiro de 1947 y a la Carta de la Organización de los Estados Americanos en 1948. Los documentos citados confirman las previsiones y los temores de Bolívar. América tiene que defender su libertad frente a posibles agresiones de otras partes del mundo. Si Sudamérica se hubiese organizado y llegado a cierta solidaridad en asuntos fundamentales, la orientación diplomática para defender el Continente hubiera sido dada con participación activa de todos los Estados americanos. Pero, como a pesar de las numerosas conferencias panamericanas, los países sudamericanos permanecen desunidos y desorientados, son los Estados Unidos de Norte América los que, en definitiva, dirigen la política diplomática del continente cuyas consecuencias deben sufrir todos los países de nuestro hemisferio.
Y surge la pregunta de cómo queda la dignidad internacional de las naciones libres de América latina si los Estados Unidos, sin consultarlas previamente, toman las determinaciones internacionales que les interesan y nuestros países se adhieren a ellas sin tener en cuenta los verdaderos preceptos de la justicia, del derecho internacional y d e las conveniencias latinoamericanas. Hay que regresar, en consecuencia, a las enseñanzas de Simón Bolívar y de ciertos hombres de la América latina en los comienzos de nuestra vida independiente: solidaridad en puntos fundamentales entre todos los países de América del Sur. Vigorizados por la unión entre ellos, los Estados latinoamericanos se encontrarían en capacidad de cooperar para el progreso de la paz en el
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mundo, según lo impongan las circunstancias y el derecho, Bolívar no es el fundador del panamericanismo. En su circular de 7 de diciembre de 1824 desde Lima, invitó para el Congreso de Panamá a las repú bllcas americanas antes colonias españolas. Así lo expresa textualmente la invitación. Y la circular de 1824 fue preparada por actos diplomáticos desde 1821. Y en carta a Santander de 30 de mayo de 1825 desde Arequipa, le manifestó su oposición para que se invitase al Congreso de Panamá a los Estados Unidos. La miopía del Vicepresidente Santander desobedeció a Bolívar. Invitó a los Estados Unidos y dio ocasión para que éstos expresasen su repudio a toda vinculación fundamental con los países de América del Sur y proclamasen la búsqueda exclusiva de sus propios intereses. Los pueblos sudamericanos. desde México hasta
Tierra de Fuego, deben hoy imponer a sus gobiernos una política internacional de carácter mundial, de coexistencia pacífica y de respeto a las normas del Derecho Internacional Público. Los pueblos sudamericanos deben mantener su espíritu y cooperar económica y culturalmente entre ellos y con los Estados Unidos para ser elementos de ~quillbrlo civilizador universal. A propósito de la necesidad de que América del Sur fomente la amistad y comprensión entre sus pueblos por el conocimiento de su historia, sus recursos económicos y su espíritu, es urgente hacer ciertas observaciones respecto a la manera con que algunos escritores sudamericanos tratan los problemas de estos países. La Argentina es de las naciones más cultas de Sudamérica. Sus academias, instituciones, universidades, salas de conferencias, audiciones musicales, teatros son notables por la calidad y el número. Sabios' y estadistas han considerado un honor para ellos visitar la Argentina y dar conferencias en Buenos Aires, en la Plata. en Córdo-
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ba. El pueblo argentino señálase por su vigor, su lealtad a la tierra y a la libertad, su entusiasmo por todo el ideal generoso, su amistad indeficiente para con quienes le han hecho un bien positivo, se han preocupado por él, le han dado valor en el plan social y político y en los fines de carácter administrativo. Por esto es lamentable que algunos escritores argentinos estén mal informados respecto a lo que acontece en otros países sudamericanos y, a veces, deformen a personajes ilustres de otras latitudes como sucede, por ejemplo, con el Libertador Simón Bolívar. El historiador Vicente Fidel López, hablando de Facundo Quiroga, escribe: "No se le conocen actos de torpe lujuria como los que infamaban las costumbres de Bolívar". Apreciaciones así falsas e injuriosas no pueden fomentar el espíritu d e am.tstad hispanoamericano y más si son repetidas por es critores de estos mismos días. Todo grande hombre, especialmente si está rodeado de rivales y envidiosos como Bolívar. es blanco de anécdotas depresivas para su dignidad principalmente en asuntos íntimos en que la malicia se encarga de crear anécdotas y propagarlas con gran facilidad. Como lo decía muy bien el historiador colombiano General Monsalve, en documentada y seria obra. el Libertador bebió el placer de paso con la elegancia y distinción que en todos los asuntos le caracterizaban. Su alma fue elevada y pura siempre. Sus cartas auténticas a Manuela Sáenz son la mejor demostración. Serio historiador peruano afirmaba hace poco que todo lo que se ha inventado sobre las costumbres del Libertador en Lima, carece por completo de comprobación. Historietas de enemigos y rivales, y de anecdotistas graciosos es todo lo que existe.
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El señor don Ezequiel Marünez Estrada acaba de publicar en México una obra monumental: Diferencias y Semejanzas entre los Países de América Latina. Obra monumental por su tamaño material y por su erudición. por la cantidad de datos geográficos, económicos, etnográficos e históricos. El señor Martínez Estrada es el eminente sociólogo de Radlografla de la Pampa. Pero, en el voluminoso libro a que me refiero se hacen afirmaciones que no están de acuerdo ni con la verdad ni con los hechos. Estalla en la obra última de Martínez Estrada legítima y noble indignación contra terratenientes, ganaderos, agentes bancarios y económicos extranjeros. El autor ama y cree en el pueblo y desea. con justicia, la redención de débiles. humildes, trabajadores. Pero, falta en Martínez Estrada. en esta ocasión, el espíritu histórico capaz de comprender que no es dable desde un principio el imperio de la igualdad y la justicia. Para algo son la evolución y el progreso, y los hombres que, en un medio y un momento dados, orientaron los acontecimientos con los recursos morales y materiales disponibles para procurar un equilibrio más humano, merecen respeto y que se haga justicia a sus actitudes, las únicas posibles dado el ambiente. Lo esencial es el propósito: llegar a un mejor equilibrio humano para favorecer la libertad. Los medios para esta finalidad cambian con los tiempos. La sensibilidad de principios del siglo décimo noveno no es como la sensibilidad de 1963. No se puede juzgar las actuaciones de 1830 con el mismo criterio que rige en 1963. Vicente Rocafuerte fue el más grande hombre que ha producido el Ecuador y uno de los más grandes de América Latina. Gobernó la República del Ecuador de 1835 a 1839. Iluminó con s u profunda doctrin a liberal y con s u s
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admirables con ocimientos de pen s a dor y de sociólogo el ambiente ecuatoriano. Ya ant es figuró com o p rócer y gran liberal en México, en Cuba. Tuvo que ser fuerte e inexorable contra la s oldad esca venezolana Y. colombiana que quedó en el Ecuador después de la batalla de Pichincha y de las luchas emancipadoras, soldadesca que se prestaba a mantener el país en constante motín, sedición y trastorn o. De acuerdo con las leyes y costumbres de entonces, Rocafuerte fusiló a los delincuentes revolucionarlos para que el Ecuador pudiese empezar su vida liberal y republicana Absurdo notorio del señor Martínez Estrada poner a Rocafuerte en el mismo nivel de Cipriano Castro, Juan Vicente Gómez, Pérez Jiménez. A la libertad se la sirve no declamando líricamente desde tribunas y libros sino comprendiendo los obstáculos prácticos que se oponen a la realización de ideas abstractas, obstáculos que el hombre de acción bien intencionado tiene que romperlos para que poco a poco los que aman la libertad vayan acercando los pueblos hacia ella. En cambio, el ilustrado sociólogo elogia grandemente a caudillos que jamás tuvieron idea alguna seria y profunda del valor y trascendencia de la libertad y que gobernaron corrompiendo al ejército y a tropellando todas las libertades que proclamaron para ocultar su ambición. El señor Martínez Estrada ha formulado ciertos juicios con informaciones unilaterales suministradas por liberaloides poco serios que se complacen en abstracciones aéreas, sin sentido realista. La apreciación de Martínez Estrada respecto a García Moreno es totalmente apasionada. No es un personaje de derecho penal. A pesar de su dureza e intransigencia españolas, tuvo méritos eminentes e hizo grandes bienes. No juzgaron como Martínez Estrada a García Moreno ni Francisco García Calderón ni Ruflno Blanco Fombona n i José Enrique Rodó. Hay que saber distinguir, precisar y ser sereno.
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Las guerras civiles en el Ecuador no se han debido al antagonismo de las provincias entre sí y entre el campo y la ciudad como afirma el ilustrado sociólogo argentino. Las guerras civiles en el Ecuador han sido siempre entre caudillos, entre liberales y conseivadores. Si alguna vez se habló aisladamente de federalismo, esa voz aislada quedó hundida ante las ambiciones de los caudillos civiles y militares.
No despliega Martínez Estrada su austeridad de costumbre al juzgar la conquista española. Vitoria en el siglo XVI vio el asunto más objetivamente. El descubrimiento de América, su conquista y colonización son grandes y complicados acontecimientos que requieren estudio y apreciaciones serenas. No todo fue malo en la conquista ni en la colonia. No se puede apreciar el siglo XV con la mentalidad del siglo XX. Hubo conquistadores que mataron; hubo crueldad y avaricia: pero hubo frailes que levantaron universidades; educaron a los indios: introdujeron los elementos de la civilización; incorporaron Sudamérica a la cultura mundial que no hubiera surgido de las guerra destructoras entre las diferentes parcialidades indígenas, parcialidades que a pesar de las dotes artísticas y administrativas de algunas de ellas, no pasaron de la alta barbarie como lo afirma Carlos Pereyra También el señor Martínez Estrada atribuye a Bolívar la idea de que la República no era viable en América hispana y que era preciso un príncipe para coronarlo rey. Jamás se citará un documento que apoye afirmación tan arbitraria. Y muchas cartas y discursos y las actuaciones de Bolívar demuestran todo lo contrario. En su mensaje al Congreso de Angostura de 15 de febrero de 1819 dice: "Un gobierno republicano ha sido, es y debe ser el de Venezuela: sus bases deben ser la soberanía del pueblo, la división de los poderes, la libertad civil, la
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proscripción de la esclavitud, la abolición de la monarquía y de los privilegios". En su mensaje al Congreso constitu· yente de Bolivia de 25 de mayo de 1826 dice: "La libertad de hoy es más, será indestructible en América. Véase la naturaleza salvaje de este continente que expele por si sola el orden monárquico: los desiertos convidan a la independencia. Aquí no hay grandes nobles, grandes eclesiásticos". Podrían citarse muchísimos documentos y declaraciones análogas. Espíritus superficiales y con tendencia a la 1m1taci6n ciega concibieron en toda la América la idea de traer príncipes extranjeros como único medio contra la demagogia creciente que amenazaba inundar catastróflcamente nuestros países. Y aún en Colombia en 1829 el Consejo de Ministros. aprovechando de la ausencia de Bolívar, hizo en secreto consultas al gobierno inglés para estudiar la posibilidad del establecim1ento de una monarquía. Apenas el Libertador lo supo desautorizó al Consejo de Ministros desde el cuartel general de Popayán en nota del 22 de noviembre de 1829 firmada por orden de Bolívar por José D. Espinar. Y dispuso que se suspendiese todo procedimiento tendiente a adelantar negociaciones con los gobiern~s de Francia e Inglaterra. Para el Libertador las gestiones del Consejo de Gobierno constituían una usurpación de las atribuciones del Congreso. Al cuerpo representativo de la soberanía nacional debía dejársele toda libertad necesaria para la resolución del asunto más arduo y delicado de las sociedades humanas, de cuya solución dependía ia prosperidad o la desgracia de la Patria. Hay que distinguir debidamente entre las opiniones propias de Bolívar y los propósitos persistentes. caprichosos, fanáticos de muchos políticos de entonces. Estos se empeñaron en el estableclmiento de monarquías y en coronar a príncipes extranjeros. Bolívar rechazó siempre
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estas ideas. Y. por último, impuso que se dejase en libertad al Congreso de Colombia, representante de la soberanía nacional. Y la idea del Presidente vitalicio, ciudadano común, idéntico al presidente que dura cuatro años o seis años, fue una especie de transacción propuesta en un momento por Bolívar para contrarrestar el empuje de los monarquistas. Ese presidente vitalicio carecía de todo privilegio y estaba sometido al régimen de separación de poderes, de sufragio popular, de soberanía del Congreso.
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PUEBLO Y NACIONALIDAD SUDAMERICANA•
os que nos emanciparon de España quisieron firme y L claramente una América Latina unida para evitar su absorción por los Estados Unidos del Norte. Mariano Moreno en la Gaceta de Buenos Aires en 1810 habló de la Dieta o Congreso General de las prov1ncias de la América española para decidir soberanamente sobre las materias de Estado que todas ellas afectasen. El Directorio chileno en 181 O y más tarde constituyentes chilenos proclamaron la urgencia de unir a las colonias emancipadas para que se defendiesen contra las pretensiones de la Santa Alian-
za. Pero fue Simón Bolívar, suprema encarnación del genio de la raza para guiar a sus pueblos, penetrando con la mente en sus anhelos y emancipándolos con la espada en Junín y Ayacucho, quien vio a fondo la importancia de los países sudamericanos en la evolución de la historia. Como en Sudamérica una de las formas del nacionalismo es falsificar la historia y disminuir en unos países el valor de los héroes nacidos en otra tierra sudamericana, la afirmación puede parecer exagerada o patriotera. Sin embargo es estrictamente verdadera. Bolívar es el más grande hombre de Sudamérica y uno de los grandes genios de la historia.
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Capítulo del libro Servidumbre y Ltberact6n , Editorial Amcrlcalcc, Bcnos Aires, 1965, pág. 166 - 169
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En 1813, un joven de Caracas, Simón Bolívar, antevió lo que preocupa ahora a pensadores eminentes. En el famoso documento del 31 de diciembre de 1813, dice el Libertador del continente: "Después de ese equilibrio continental que busca Europa donde menos parece que deb~ hallarse, en el seno de la guerra y de las agitaciones, hay otro equilibrio, el que nos importa a nosotros el equilibrio del Universo. La ambición de las naciones de Europa lleva el yugo de la esclavitud a las demás partes del mundo: y todas estas partes del mundo debían tratar de establecer el equilibrio entre ellas y Europa para destruir la preponderancia de la última. Yo llamo a esto el equilibrio del Universo y debe entrar en los cálculos de la política americana". Pero, ¿cuál era esta política americana aludida por Bolívar? ¿Acaso el actual panamericanismo en que los Estados latinoamericanos sirven los intereses de los Estados Unidos del Norte? ¿Acaso la Organización de los Estados Americanos en que las influencias, el poderío y los empréstitos de la inmensa potencia angloamericana dirigen los destinos del continente entero? He aquí lo que opina Bolívar en el documento de 1813: "Este poder que debe oponerse a aquel otro coloso, no puede formarse sino de la reunión de toda la América Meridional bajo un cuerpo nación, para que un solo gobierno aplique sus grandes recursos a un solo fin. que es el de resistir con todos ellos las tentativas exteriores, en tanto que interiormente multiplicándose la mutua cooperación de todos, nos elevará a la cumbre del poder y de prosperidad". (R. Blanco Fombona: "El Espíritu de Bolívar". Caracas 1943). Con el tiempo Bolívar reafirmó su idea básica y le dio modalidades más conformes con las circunstancias, a fin de que ningún país sudamericano pudiese temer la hegemonía de uno solo de ellos. En la carta del 6 de septiembre
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de 1815, Bolívar se eleva a la comprensión total de lo que significaba la revolución liberal de entonces, el esfuerzo emancipador de Sudamérica y las perspectivas futuras de nuestras naciones. Allí, en ese documento de Jamaica de 1815, deben encontrar su fuente inspiradora los nacionalismos sudamericanos, si quieren ser sinceros, realistas y éticamente responsables. En esas páginas se estudian la prehistoria sudamericana, la política colonial, las características de algunos pueblos nuestros y se prevén sus vicisitudes políticas con sorprendente y comprobado acierto, y se hacen votos porque el istmo de Panamá. situado en el centro del hemisferio, sea para nosotros como el de Corinto para los griegos. Desde 1821 preparó mediante tratados especiales con los Estados sudamericanos, el Congreso de Panamá que debía reunirse en 1826. Toda hegemonía está excluida en esos tratados. La Asamblea de estados que anhelaba Bolívar debía tan solo contribuir al mantenimiento de la paz y de la amistad entre las potencias confederadas, sirviéndoles de consejo en los grandes conflictos, de punto de contacto en los peligros comunes, de fiel intérprete de los tratados y convenciones públicas y árbitro en las disputas y diferencias. Con su inconfunc:lible y elocuente estilo redactó la invitación a los gobiernos de América para que concurriesen al Congreso de Panamá. Bolívar no invitó a los Estados Unidos. Otra raza, otra posición geográfica, otros propósitos. "Es tiempo ya", dijo Bolívar, "de que los intereses y las relaciones que unen entre sí a las repúblicas americanas, antes colonias españolas, tengan una base fundamental que eternice, si es posible, la duración de estos gobiernos". Bolívar fue siempre comprenc:lido por los pueblos. Recuérdese cómo fue celebrado el triunfo de Ayacucho por
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el pueblo de Buenos Aires en días consecutivos desde el 21 de ene ro de 1825. Recuérdese cómo se p r onun ciaron a su favor en Colombia en el aciago año de 1828. Por desgracia no todos los jefes de gobierno y caudillos tuvieron análoga comprensión. Hubo envidia, t endenciosas desconfianzas, lirismos vacíos. Como consecuencia de estos estados de ánimo, resultaron invitados los Estados Unidos por el Vicepresidente Santander para el Congreso de Panamá. Los estadistas norteamericanos hicieron gala entonces de su desdén para con las pequeñas repúblicas, de su tendencia egoista en asuntos internacionales. Les inspiraron sus intereses. Rechazaron; cambiaron de opinión: dieron consejos; se guiaron por la doctrina de Monroe que, como se ha dicho, ni es doctrina ni es de Monroe. Nuestro hemisferio se ha visto siempre subordinado a la política particular de los Estados Unidos: invasión a México en 1847; a Cuba en 1961. Los pretextos varían; el abuso de la fuerza es siempre idéntico. En repetidas cartas de 1825, expresó Bolívar a Santander y a otros sus inquietudes internacionales y la manera como Sudamérica debía cumplir su mundial destino: "Los americanos del norte son heterogéneos para nosotros . Jamás seré de opinión de que los convidemos para nuestros arreglos". Heterogéneos; no precisamente malos: distintos en carácter y vocación histórica. Bolívar vio con justeza. Pero nuestro lirismo superficial nos ha conducido y nos conduce cada día más al ahogamiento de nuestra alma, a la inexpresión de nuestro espíritu, a la subordinación de nuestro destino. Bolívar con sensatez de hombre realista, recomendó la amistad con Inglaterra y Estados Unidos -dueños de los mares- a los estados sudamericanos confederados, y advirtió el 5 de agosto de 1829 que "los Estados Unidos parecen destinados por la fatalidad para plagar a la América de miserias en nombre de la libertad". ¡Una profecía:
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en nombre de la libertad los Estados Unidos son ocasi贸n de guerras en Corea, en Vietnam, en muchas partes y Sudam茅rica comprometida en asuntos que no son suyos!
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BOLIVAR: LA ORIGINALIDAD QUE TRIUNFA SOBRE EL MEDIO• Señor Presidente de la Casa de la Cultura. Señores Ministros, Señores Legisladores, Señores Diplomáticos, Señores miembros de la Casa de la Cultura. Señoras y Señores:
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o le había manifestado al d istinguido Presidente de la Casa de la Cultura que para mi sería un alto honor el asistir a esta sesión, pero que me sería imposible el poder pronunciar un discurso; el poder improvisar una oración después de las fatigas y trabajos que en estos últimos días he tenido y, sobre todo, que era muy dificil para mi, debo confesarlo, hablar después de que se iba a escuchar aquí, a través del tiempo, magnificadas más si cabe por el tiempo y por el misterio del tiempo, las palabras del Libertador Bolívar en la ciudad de Angostura.
Me perdonaréis, señores, que yo declare en este momento que la voz de Bolívar que hemos escuchado nace un instante está revelando todo lo grande que significa el espíritu del hombre, el espíritu del hombre enardecido, el
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D.lscurso pronunciado por el señor doctor don J~ Maria Velaaco lbarra. Presidente Constitucional de la RepúblJca del Ecuador, en el Aula Magna de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, el 21 de febrero de 1969, con · oportunidad de celebrarse el Seaqutcentenarto del Congreso de Angostura.
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espíritu del hombre divinizado. El espíritu del hombre en comunión con el espacio y con el tiempo es el gran purificador de la historia, el gran conductor de multitudes, el gran dominador de la naturaleza material. En nuestro tiempo actual se discute mucho para saber si Dios existe o no existe. La discusión toma caracteres cada vez más hondos y más trascendentales. Para mí, hay una prueba evidente -la única prueba positiva de la existencia de la divinidad- que es la expresión sublime del espíritu del hombre. El espíritu del hombre, como el espíritu de Bolívar, está demostrando de una manera patente que hay una luz eterna en el universo, que hay una luz eterna que engendra todas las cosas y de la cual proceden los grandes espíritus que iluminan la tierra, conducen a la humanidad, divinizan al género humano. Ya que vosotros, en vuestra bondad, habéis querido que yo diga algo después de las palabras que hemos escuchado del Libertador Bolívar, me permitiréis que llame vuestra atención, aun cuando no lo necesito, porque lo sabéis más que yo, lo que representó el genio de Bolívar aquí en la América del Sur y, taj vez, en la humanidad misma. Me lo decía un gran amigo mío y uno de los pocos filósofos que ha tenido la América, Fernando Gonzále~: Bolívar. no se explica ili por la América del Sur, ni por . España, ni por todo lo que conocemos del mundo actualmente existente. ¡Esa es la verdad! Hoy creemos que son los pueblos lQs que.hicieron la revolución sudamericana: hoy creemos que es el empuje de los pueblos el que consumó la maravilla de la revolución constitucional sudamericana. ¡Tamaña equivoca~iónl La mayor parte de los pueblos eran hasta cierto punto rebaños conducidos por pastores; la mayor parte de los pueblos eran monarquistas, y los que no lo eran, eran explosiones anárquicas. Hpbo un hombre que a estas explosiones anárquicas y que a estas masas casi rebaños les infundió un espíritu
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de vida: les infundió un rumbo; les infundió una claridad
y supo encender en las selvas de la América del Sur el valor de las normas constitucionales. el valor de los derechos del hombre en nuestras multitudes inertes y en otras multitudes exaltadas en un empuje de anarquía y de desorientación. Allá. bajando en una débil barca que se movía inquieta y temerosa ante las ondas del Orinoco; calor sofocante. mosquitos molestos. Allí el genio escribe el discurso que acabamos de escuchar: en esa agitación, sin papel y sin libros. con recuerdos de sus lecturas pasadas y con el brote de su genio. ¿Y qué concibe para la América? ¿La DEMOCRACIA! "¡Feliz el ciudadano que bajo el escudo de las armas de su mando ha congregado la soberanía popular para que ejerza su voluntad absoluta! Yo. pues, me cuento entre los hombres más favorecidos por la Divina Providencia por haber reunido aquí, en este suelo de Venezuela, a los representantes de la soberanía popular, fuente de la autoridad legítima. depósito de la voluntad soberana, árbitro de los destinos de la nación". Así define Bolívar la democracia, en ese tiempo, en esos días, y todavía derrotado y vencido: aún no había Boyacá, aún no había Pichincha. Habéis visto cómo convoca y cómo llama a la democracia. ¿Y qué democracia? ¿Esa democracia palabrera. esa democracia libresca? Democracia y pueblo: ¡palabras. palabras! No: una realidad que debía surgir democráticamente, pero realidad. realidad concreta. No le oísteis: ¿hace un momento no lo dijo? "Nuestro Pueblo no es el europeo ni el americano del norte: que más bien es un compuesto de Africa y América que una emanación de Europa". Y entonces hace una observación: "porque hasta la España misma deja de ser europea por su sangre africana. por sus instituciones y por su carácter". ¿Vamos nosotros a establecer la democracia d e los Estados Unidos? ¿Vamos a establecer la
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democracia de Inglaterra? Vamos a continuar con esa Constitución de Venezuela del año 1811, constitución memorista que está acabando con Venezuela y por la cual los·duros, poderosos y valientes conquistadores españoles nos están sepultando aquí en esta selva? No. Tenemos que hacer una democracia, como dice el espíritu de las leyes, -está citando a Montesquieu- de acuerdo con lo fisico del país, con su psicología y con sus circunstancias. De ahí viene la frase, la oímos hace un instante. ¡Extraordinario! Allá. en ese tiempo, antes que escribiera Comte, antes que escribiera Spencer. Una frase de Montesquieu le sirve para toda una teoría de lo que es una democracia en América del Sur, lo que debe ser una democracia en la América del Sur. ¡Y admirad vosotros algo todavía más extraordinario, algo que revela lo que es el espíritu en la humanidad, lo que es el espíritu del cual proviene todo cuanto se encarna en el hombre y cuando en el hombre es una demostración positiva de la existencia del espíritu universal! Mirad vosotros: hoy creemos nosotros en el dinamismo de la historia. Hoy creemos que los sucesos y los acontecimientos pasan y pasan, nada para Hoy estamos en un período de transición intensa, pero hace un año estuvimos también en transición y hace un siglo estuvimos en transición. No sentimos la transición, porque la transición nos lleva, pero vivimos en constante transición. Y a veces la transición es violenta Oíd a Bolívar: "No ha sido la época de la República que he presidido, una tormenta política. ni una anarquía popular", dice él, "ha sido el torrente de acontecimientos insondables que ha sepultado la tierra de Venezuela... Yo no he podido hacer ni bien ni mal. Fuerzas incontenibles han dirigido el curso de nuestros destinos ... ¿Queréis saber los autores de estos sucesos? Estudiad las leyes de Indias, el régimen de los antiguos castellanos: estudiad el carácter del continente americano; estudiad el
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carácter y la energía del español. Entonces veréis que yo he sido una débil paja arrastrada por enorme torrente". ¡Extraordinario! Eso lo diría ahora Toynbee, eso lo diría Sartre, eso lo diría Simone de Beauvoir, los historiadores y filósofos modernos; pero esto lo dijo allá en la selva del Orinoco el año 1819 el General Bolívar; así concibió él el rumbo de la historia. El probablemente sabía lo que él sabía y lo que él valía, pero no citó sino un factor en la evolución histórica: el torrente de los acontecimientos. El debió decir: los acontecimientos tienen dos fuerzas: el torrente de los acontecimientos, el sentimiento e intuiciones de las multitudes, pero este torrente tlene un ser que lo modifica que es el grande hombre que aparece de tiempo en tiempo. De manera que las dos grandes fuerzas: la libertad del genio que conduce y el torrente humano que se precipita. Vosotros veréis, señoras y s eñores. con cuanta gratitud debo yo rendir mi homenaje como Presidente de la República del Ecuador, conducido a este sitial por la bondad d el pueblo ecuatoriano, a la Casa de la Cultura que ha querido poner al día y hacer presente el pensamiento gr.ande de Simón Bolívar, su profundidad, su grandeza. El genio, dice Rodó -ese gran filósofo a quien se ha invocado aquí dos veces- es la originalidad que triunfa sobre el medio. Bolívar era la originalidad que triunfa sobre el medio. Y cómo nos advierte a nosotros los sudamericanos de hoy: "la libertad es un alimento, pero de dificil digestión. Nuestros débiles ciudadanos tal vez no están preparados para poder nutrir todo este alimento de tan dificil digestión". Para es to es m enester instituciones adecuadas. Para esto es menester un poder ejecutivo fuerte pero respons able, porque si no hay poder ejecutivo fu~rte, no hay sino anarquía, lentitud en todo. caos en todo, abuso en todo. Poder ejecutivo fuerte y responsable
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ante un Congreso consciente es la única salvación de las sociedades contemporáneas. De aquí que los legisladores deben ser grandes hombres para saber hacer responsable al Poder Ejecutivo de cómo ha sabido conducir la nave del Estado. De aquí el Libertador tuvo esa gran idea genial que todos los autores contemporáneos vienen a darle la razón. ¿Qué sacamos de dos cámaras que tienen los mismos poderes legislativos? ¿Para qué? Una cámara con plenitud de poderes soberanos: otra cámara, el senado, un elemento de ponderación. Nosotros, modernizando un poco el genial pensamiento del Libertador, podríamos desear un senado que, por un lado represente los principales valores morales de un pueblo, y por otro los valores técnicos de un pueblo. No un senado legislador, sino un senado que por un lado inspire respeto al pueblo, a los oleajes populares y por otro equilibre al poder, y por otro obligue con su veto a la cámara de diputados a proceder con sabiduría Estas son las ideas de Bolívar. ¿Y qué decís vosotros de ese poder moral que algunos califican de utópico? Si; utópico es evidentemente. Es el genio que no sabía cómo conducir su gran idea. Su gran idea era que no puede haber república, qu e no puede haber libertad, que no puede haber democracia si los hombres no tienen moral y luces. Donde todos buscan el dinero: donde todos hacen toda trampa para obtener el dinero; donde todo es cuestión de cargos y prebendas, donde no hay moral, no puede haber república Y no puede h a b er república donde no hay luces, luces profundas: no luces para que los periódicos elogien al señor intelectual que acaba de escribir una página o una novela. No.- Luces profundas que iluminen la realidad de las cosas y la realidad de los hombres. Cuando esas luces no hay. en lugar de república hay anarquía: en lugar d e coordinación hay autonomías que desbaratan y desarticulan la patria.
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"Moral y luces son los polos de nuestra república", decía Bolívar y anhelaba ese poder moral, realmente utópico. Quería tener un Areópago moral qué castigue el vicio, que censure el vicio; que estimule la virtud; que fortifique y levante el heroísmo. Si, señores y amigos. "La unión de Nueva Granada y Venezuela", decía él y veía el futuro que estamos hoy presenciando, un futuro de fuerzas desencadenadas: un futuro de enormes ambiciones: un futuro en que grandes potencias se retan para ver cual desbarata primero a la humanidad; un futuro en que el único contrapeso de la fuerza. es la fuerza del otro, es decir un equilibrio inestable. Bolívar veía a la América española: el veía a la raza que se iba a unir, pero que no se ha unido y que debe unirse en homenaje al discurso que acabamos de escuchar. La raza hispanoamericana. la raza quijotesca que cree en los valores morales, que cree en el honor, que cree en la palabra dada, que cree en la lealtad. Hay que salvar la raza hispanoamericana. señores embajadores que os dignáis escucharme -seáis vosotros latinoamericanos o seáis hombres de pensamiento no latinoamericano, pero de pensamiento como sois vosotros- estaréis conmigo conformes en que alguna fuerza debe levantarse en el mundo para decir la palabra de honor, de moralidad, de respeto al hombre, de respeto a los pueblos, de respeto a las razas. Esa voz debe ser la voz de la raza latinoamericana que un día escuchó esta voz allá en una selva, en una choza, entre pajas, entremosquitos. Esa voz que por ser voz del espíritu no ha muerto: que todavía está más llena de caudales, más llena de conceptos caudalosos que acaba de llegar a nosotros y que nos hace esta vez jurar que seremos leales a las normas del honor y que haremos cuanto podamos por el vigor de la raza latinoamericana.
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BOLIVAR: EL UNICO VERDADERO t t LIBERTADOR DE AMERICA• Buenos Aires, 9 de diciembre de 1974 Señor Doctor Don Mario Briceño ·Perozo Caracas. Muy distinguido doctor y amigo: Saludo a usted muy atentamente. Deseo a usted muy felices pascuas y un muy feliz año nuevo. El motivo por el cual le escribo a usted ahora es porque, so pretexto de celebrar la Batalla de Ayacucho, se vienen escribiendo tantos absurdos y afirmando tantos despropósitos que es urgente que plumas venezolanas como la suya salgan en defensa de la verdad histórica y den a Bolívar, el único verdadero Libertador de América, la gloria que le corresponde en la Batalla de Ayacucho. Cuando salió San Martín del Perú, quedó este país en completa anarquía: anarquía pavorosa entre dictadores, el Congreso, los traidores y un ejército completamente destruido. Le rogaron las comisiones peruanas a Bolívar que fuera al Perú. Fue Bolívar, luchó, organizó, trabajó, se enfermó y enfermo tenía todavía mayor energía y fe. El General Sucre triunfó en Ayacucho. El mayor número de
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Carta al d octor Mario Brlce ño Perozo, Buenos AJ.res, diciembre 9 de 1974
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soldados libertadores fueron los de Colombia, es decir, de lo que más tarde se llamó la Gran Colombia. Todos estos hechos han sido en estos días objeto de toda clase de tergiversaciones, de adulteraciones. de afirmaciones verdaderamente absurdas. Lo va a ver usted en un famoso artículo escrito por Miguel Apgel Cárcano. Ese artículo es un conjunto de ·despropósitos y de calumnias a Bolívar y está publicado en La Nación de Buenos Aires. Le mando adjunto esperando que usted, que ha escrito últimamente libros tan ágiles y densos. tan ágiles y profundos dé la refutación urgente a Cárcano y ojalá el gobierno de Venezuela insinuara a su Embajador en Buenos Aires a que lo haga publicar.- Hay que recor4ar que Sarmiento hizo plena justicia a la obra de Bolívar en la Independencia y lo mismo, con menos vigor, lo hizo Alberdi. Los pueblos argentinos acogteron la noticia de la Batalla de Ayacucho con verdadera emoción que no cesó en sus manifestaciones durante treinta días consecutivos. Hay que recordar la verdad, Señor Doctor Briceño Perozo. Aquí hace mucho tiempo se publicó un gran artículo de Uslar Pietrl sobre el General Sucre. Fue magnífico. De usted muy atento y seguro servidor. J . M . Velasco Ibarra.
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INDICE Introducción Jaime Acosta Espinosa
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Velasco Orador Marco Lara Guzmán
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Velasco lbarra, El Orador Hernán Rodríguez Castello
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BOLIVAR Bolívar, ese hombre extraordinario Teorías constitucionales del Libertador Bolívar 1 Antecedentes constitucionales sudamericanos 11 Bolívar y la democracia 111 Bolívar ante el Congreso de Angostura IV Constitución Boliviana V Funcionarios y política doctrinaria Sobre el estudio de las teorías constitucionales del Libertador Bolívar Bolívar Estudios sobre la vida de Bolívar El cMsmo Bolivariano. El porvenir de la democracia Lecciones de Tarqui: odio y demagogia ¿Por qué el homenaje a Bolívar?
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127 Si el Libertador resucitara 133 Bolívar y la democracia hispanoamericana 137 Bolívar 137 El problema moral El problema político 143 147 El problema internacional 15 4 El problema ideológico 158 El problema legislativo 168 Bolívar y la juventud Los Bolivarianos 171 El Bolívar de Fernando González 176 183 Un Centenario El ocaso de los héroes 183 187 Un varón equilibrado 192 El hecho histórico 199 A los cien años 207 Bolívar y la inmensidad. Mi viaje a París 209 El héroe es Bolívar 213 El espíritu de Bolívar y la Con stitución de 1929 239 Pensadores hispanoamericanos y s u s doctrinas 245 El tema de Bolívar decaído 246 Colombia cuando Bolívar sale al Perú 248 El fracaso de la Gran C9lombia Vicepresidencia de Santander 250 257 ¿Por qué permaneció Bolívar en el Perú? Bolívar, circunstancialmente necesario en América 258 259 Lo que los unos exigían 262 Lo que los otros pedían
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Lo que Bolívar contestó a los unos
Actitud respecto de Colombia y de todos Bolívar triunfador El hombre de la ley: El de las leyes; la Gran Convención Ideas políticas de Bolívar El problema de la dictadura No quiso ser Napoleón Visión internacional Sin adulteraciones históricas Una página de Rodó Tragedia hispanoamericana Antecedentes de la Gran Colombia Destrucción de la Gran Colombia El Panamericanismo Los políticos realistas No nos dejemos engañar por demagogos Simón Bolívar: un hombre integral Hoy más que nunca, el Libertador necesita quien le defienda Injusticia hacia Bolívar La visión del Libertador Estudiar la obra Bolivariana Comprender a Bolívar La grandeza del Libertador Bolívar. expresión de todas las virtualidades de la raza hispanoamericana Bolívar y el Derecho Internacional Americano Universidad, templo de la naturaleza, templo de la vida
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262 265 269 27 4 277 290 294 296 299 300 301 302 305 309 319 325 333 341 342 345 347 348 350 353 371 383
Bolívar y los publicistas sudamericanos Pueblo y nacionalidad sudamericana Bolívar: La originalidad que triunfa sobre el medio Bolívar: El único verdadero Libertador de América In di Ge
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BIBLIOTECA AYMESA DE HISTORIA Volúmenes publicados 1.- Federico González Suárez Obras Oratorias. Prólogo del Dr. Jorge Salvador Lara. Quito, 1992
2.- José María Le Gohuir Raud. S.J .. Historia del Ecuador Tomo I. 1809-1830, Prólogo del Dr. Joaquín Flor .. S.J.. Quito, 1992. 3 .- José María Le Gohuir Raud, S.J .. Historia del Ecuador Tomo 11. 1830-1860, Quito, 1993.
4.- José María Le Gohuir Raud, S.J., Historia del Ecuador Tomo III. 1860- 1865, Quito. (En prensa). 5.- José María Le Gohuir Raud, S .J. , Historia del Ecuador Tomo IV. 1865- 1883. Quito. (En prensa). 6 .- José María Le Gohuir Raud, S.J., Historia del Ecuador Tomo V. 1883- 1900. Quito. (En prensa).
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