Presentación Amigas/os lectores: Es para nosotros una gran felicidad poder hoy compartir y transitar los primeros pasos de Trígono. Se trata sencillamente de una nueva y humilde revista de formato electrónico que, en principio, pretende dar a conocer la existencia y actividades del S.E.M., además de difundir temáticas filosóficas que sean afines a los lineamientos que conforman al esoterismo en general y al Martinismo en particular. Es nuestro deseo poder brindar al lector artículos e información que ayuden a reflexionar, y a su vez formarse una mejorada idea sobre lo que es el Martinismo tanto iniciática como filosóficamente. Aprovechamos esta oportunidad para saludarlos y desear a todos una Muy Feliz Navidad y Año Nuevo. Buenos Aires, Diciembre 2011 Sociedad de Estudios Martinistas
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Revista Trígono
Trígono
Contenido
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Revista informativa y cultural de la Sociedad de Estudios Martinistas
Pág 2 - Actividades 2011 Pág 3 - Sobre la naturaleza del símbolo (Por H. Taborel)
Pág 5 - La Filosofía Crística (Por H. Frederik)
Pág 9 - Nuestra Navidad (Por H. Tzadiq)
Nuestra Portada
Edición electrónica de distribución libre y gratuita. La copia parcial y/o total de esta publicación se encuentra autorizada siempre que se cite la fuente y sea utilizada sin fines de lucro. Todos los derechos reservados.
El arte de tapa lleva por nombre "Reintegración" y es original del H. Frederik Los diseños, artículos y contenidos de Trígono son colaboraciones de miembros y amigos del S.E.M.
Página Web http://www.sociedadmartinista.com.ar Contacto sociedadmartinista@gmail.com
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Actividades Realizadas durante 2011
Sociedad de Estudios Martinistas A lo largo de este año hemos logrado trabajar de forma constante, dentro de períodos regulares, en lo que conforman los trabajos de transmición de las prácticas y filosofía martinista.
Círculo de Estudios e Investigaciones Jacob Boehme El C.E.I. Jacob Boehme, formando un único núcleo de trabajo, cumple dos distintas funciones dentro del S.E.M. — El Círculo de Estudios J. B. es el encargado de recibir a los interesados que están en búsqueda del ingreso al Martinismo. Allí cada nuevo buscador recorre un camino instructivo lo suficientemente personalizado como para encontrarse con una preparación y orientación adecuada que logre conducirlo prudentemente hacia este ingreso. — El Círculo de Investigaciones J. B. es el encargado de las redacciones y estudios que se desarrollan dentro del S.E.M., además de abocarse al estudio teosófico de la obra de Jacob Boehme. Este se encuentra conformado por los miembros del grado superior. A lo largo del 2011, el C.E.I. Jacob Boehme ha trabajado intensamente dentro de sus dos formas o aspectos funcionales. Entre otras cosas se han revisado, escrito y traducido nuevos materiales de estudio, además de trabajar en los distintos Círculos Preparatorios de un modo satisfactorio junto a los aspirantes que los conforman. Sociedad de Estudios Martinistas
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Simbolismo Sobre la naturaleza del símbolo Por H. Taborel
El
símbolo es de por sí una herramienta de trabajo que nunca permite dar por terminada ninguna reflexión, en tanto que su naturaleza raíz es esencialmente desconocida a los hombres. Comprenderemos así que la naturaleza del símbolo no se halla en sus trazos últimos sino en la esencia por la cual toma forma; así como la naturaleza del hombre no se encuentra en su aspecto o contextura sino en su alma. Es algo relativamente común ver confundido al símbolo dentro de aquellos razonamientos que, multitudinariamente y bajo todos los ordenes, se encargan de encausarlo y someterlo a determinados matices que lo decoran y afirman dentro de distintas naturalezas de pensamientos. Deducir y razonar mentalmente sobre el símbolo puede ser un estudio meritorio aunque probablemente alejado de su naturaleza de origen, ya que su verdadera comprehensión no se transmite regularmente por medio de la deducción y/o especulación ni dogma, sino que por la apertura íntima dentro del trabajo operativo. De este modo un símbolo puede en principio indicar y cargar un sentido o idea particular que se quiera comunicar, sin embargo ello no lo limita a esa particularidad ya que su esencia es por completo universal y desapegada a las razones humanas. Nuestros conceptos sobre lo universal quedan aquí sujetos siempre a nuestros recursos y capacidades, siendo por tanto algo relativo menor a la verdad universal de la que los símbolos son sus agentes. Por otro lado el mundo simbólico no trata ni abarca unicamente sobre símbolos grabados en imágenes, sino que también lo hace sobre aquellos que se trazan en nuestros pensamientos y en nuestros actos, además de los que naturalmente nos afectan e impresionan. En distintas octavas, el ejercicio de un ritual es simbólico, así como la meditación, la oración y la reflexión lo son. Meditar y/o reflexionar de manera instrospectiva, es abrir la puerta del corazón hacia la comprehensión. Toda comprehensión es a su vez simbólica, sencillamente porque el mundo del hombre lo es.
Simbolismo - Sobre la naturaleza del símbolo
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El hombre encierra en sí mismo su verdadera naturaleza esencial como si fuese un misterio, o un velo, al igual que el símbolo. Es por ello que trabajando simbólicamente, operamos sobre nuestra humanidad en la búsqueda del propio reconocimiento. El hombre mismo resulta ser un símbolo para sí, en tanto que la vida y la naturaleza existencial que lo contiene, no son más que trazos formales que, por medio de sus aspectos relativos, le indican claramente la cualidad de su estado de ser. Es por ello que todo hombre deseoso buscador de la verdad encuentra su existencia colmada de símbolos, ya que no logra realizar ni un solo movimiento que no resulte serle un lenguaje de caracteres simbólicos. Estos símbolos esperan ser despertados y vivificados en su propia alma, y no ya solo en sus concepciones racionales, para así indicar un camino más certero, aunque estrecho, de propio reconocimeinto, verificación y actualización sobre sí desde lo personal hacia lo universal de su naturaleza. Es por ello que el símbolo en sí mismo no posee ninguna propiedad especial por la cual sea sujeto de adoración o repulsión más que por la idea que representa o logra comunicarnos. No es el símbolo formal, sino su contenido esencial, lo que despierta en nosotros la aprehensión o repulsión a sus ideales. Es debido a ello la importancia puesta en conocer el origen de su naturaleza dentro de las escuelas de misterios, en tanto que sus expresiones no son más que el modo de presentérnosla comprensiblemente a nuestra condición de ser. Para finalizar, el símbolo posee una vía indirecta de transmisión, logrando ir revelando su naturaleza ideal y esencial a quien lo penetra con el humilde sentido de conocer su realidad, mientras que vela esa misma esencia al que pretende reconocerlo por sus medidas y pesos exteriores, provocando en sus razonamientos y concepciones la funesta y falsa comprensión de lo que aparenta ser.
El estudio meditativo y reflexivo del símbolo, junto a lo que corresponde a los estados simbólicos del hombre, son parte de la naturaleza abarcada por la instrucción filosófica martinista
Simbolismo - Sobre la naturaleza del símbolo
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La Filosofía Crística Por H. Frederik
Entendemos
que es necesario hablar de la filosofia cristica de una manera mucho más directa y abierta. Las antiguas formas de expresarse, hoy no llegan a los hombres comunes de manera eficaz. Cosas, que en la antigüedad eran habituales, hoy deben ser precedidas de explicaciones, muchas veces extensas. Por ejemplo, para que un neófito pueda hacerse una idea de cual es la función de los símbolos dentro de la tradición, es necesario introducirlo en una serie de conceptos que se encuentran totalmente ausentes en la denominada “cultura general”. Esto no significa levantar el velo que cubren los misterios. Sino, ser más precisos y concretos a la hora de referirnos a ciertas cuestiones y concepciones de la Vía. Hemos decidido tratar este tema, porque existe en nuestro medio un gran desconocimiento respecto del cristianismo como Vía Interna de occidente. Incluso, muchos buscadores que tienen inquietudes genuinas hacia la realización espiritual, y que han tenido noticia del Cristianismo Iniciático, dudan de la autenticidad o de la eficacia de un aspecto no religioso y de una Vía filosofica verdaderamente cristiana. El presente texto, no se trata de un estudio histórico para demostrar la existencia y la filiación de Vías como la nuestra. Ni tampoco, de su vinculación con las formas religiosas. Sino, de ver a la Filosofía Crística como una Vía natural y completa en sí misma, que permite la realización espiritual de una manera que resulta muy afín a los occidentales. Es verdad que ciertas formas religiosas han negado, y hasta perseguido estas corrientes, condenando su conexión con el Hermetismo y sus raíces, las que las alimentan de las Sabidurías Ancestrales, hasta remontarlas a la misma Tradición Primordial. En principio, la forma religiosa no es incompatible con éstas concepciones. Sin embargo algunas religiones cristianas han sufrido profundos cambios, muchos de los cuales las han alejado de su esencia tradicional. Lo que ha contribuido, en algunos casos, a que la visión filosófica se encuentre cada vez más alejada de las prácticas religiosas actuales. Esta tendencia, lejos de revertirse, parece profundizarse.
La Filosofía Crística
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Otros fenómenos contemporáneos han creado confusión acerca de los fines y de los medios del cristianismo interno. Por ejemplo, ciertos movimientos literarios que han sostenido que el verdadero conocimiento esotérico consiste en una serie de revelaciones y documentos sobre algunos sucesos históricos, cuestiones que no reflejan en verdad nada acerca de los principios y de la filosofía Crística. A los efectos de la realización espiritual, no tienen ninguna relevancia asuntos de este tipo. La visión filosófica no basa su praxis en la interpretación historicista, y mucho menos revisionista, de los textos sagrados. Conviene dejar bien en claro que, para la Vía Interna, no resulta crucial si los personajes y los sucesos que se nombran y describen en los relatos sagrados están basados, o no, en hechos históricos. De esta manera, los mitos son también un recurso importante de conocimiento simbólico. La verdadera operatividad interna de estos textos, es que constituyen una fuente de Sabiduría acerca de las relaciones y de los sucesos cosmogónicos que vienen a explicar la actual situación espiritual de la humanidad y la manera de regresar al origen. Por lo que sólo nos interesan, en cuanto nos aleccionan de los sucesos arquetípicos ocurridos in illo tempore. Es decir, que tratan sobre Hechos, cuyas causas no corresponden a este tiempo, ni a este espacio. Ellos se refieren a elementos Filosóficos, claramente metafísicos, que vienen a describir las operaciones de índole Teogónicas y Teúrgicas. Además, los textos con los que se trabaja no están limitados a los reconocidos por las formas religiosas. Los criterios son mucho más amplios que los dogmáticos. Entre los materiales de trabajo, se incluyen estudios comparados entre textos y mitos de variadas tradiciones. Finalmente, cabe decir, que para la filosofía perenne los relatos son interpretados como descripciones acerca de las operaciones y los elementos macrocósmicos y microcósmicos que intervienen en ellas. Así, por ejemplo, los diferentes pueblos y naciones, son en realidad regiones del alma individual, que reflejan otras análogas en el Alma Universal. Los personajes, corresponden a fuerzas y principios arquetípicos. Y las narraciones describen ejemplos de cómo dirigirlas y de cómo activarlos en determinadas circunstancias de la Obra. Estos relatos, son en verdad símbolos que nos trasmiten, con ejemplos, las sucesivas etapas de la Obra y su correcta operación. En definitiva, para la Vía interna, los Textos Sagrados de todas las Tradiciones, no son sólo relatos de historias particulares sumergidas en la temporalidad mundana. Sino, sucesos arquetípicos que se refieren a una Humanidad Universal, muy diferente de la actual, y que por los medios vulgares resulta totalmente inaccesible.
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La Filosofía Crística que custodia el SEM es la misma fuente de Sabiduría desde donde emanan conceptos como el Hombre Universal y la Caída, además de los diferentes estados y las sucesivas operaciones de las que se encarga nuestra Vía en particular. El Hombre Universal Este Arquetipo, que lo encontramos en todas las tradiciones, describe un Estado de Gracia. Pero no del individuo, sino de la Humanidad Completa. Es la Forma Perfecta y Eterna de la Humanidad. El Hombre Universal fue creado a imagen y semejanza de la Causa Primera. La humanidad actual, imperfecta y caída, es sólo un pobre reflejo de este Ser de Luz que, alguna vez, fue el Centro de la Creación. Comprender al Hombre Universal, constituye uno de los misterios centrales del Martinismo. La Caida Dentro de los sucesos ocurridos en los Tiempos Sagrados, acaeció un hecho que determinó el Origen de la Muerte para la Humanidad. Este misterio central, para toda tradición, se encuentra atesorado en el Martinismo en lo que se denomina La Caída, o el mito del Origen de La Muerte de Adán. La Reconciliación La humanidad, en su estado actual, se halla exiliada de su origen. El Individuo, luego de la Caída, encuentra interrumpido el acceso a la Sabiduría Universal. La Reconciliación, que es instrumentada mediante el Martinismo, pone al individuo de nuevo en contacto con la Filosofía Perenne. Se restituye, en potencia, la capacidad de trabajar en el Mundo Espiritual por sí mismo. La Reintegración El martinista trabaja para la Reintegración. Ella le permite realizar su labor individual y colectiva. Esta operación es, al mismo tiempo, el medio y la finalidad de la Vía. En ella se unen la Meta y el Camino del martinista. La Regeneración Individual La Regeneración Individual, es un estado que se alcaza a través de la práctica de la Reintegración. El Hombre Regenerado, está listo para trabajar a favor de una Meta Universal. Ella va más allá de las fronteras de un estudio particular. Esta etapa, constituiría lo que algunos autores llaman la realización de los Pequeños Misterios, o Misterios Menores.
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Revista Trígono La Reintegración Universal
Esta es la Finalidad Ultima de nuestros misterios. Consiste en la restauración del Hombre Universal en su Trono de Gloria. Para lo cual, la Humanidad caída debe ser Regenerada por completo. Esta operación, es conocida como los Grandes Misterios, o Misterios Mayores. Los Trabajos Martinistas del S.E.M. La relaciones entre el Hombre Universal, el Logos y la Causa Primera, conforman un Cuerpo de Filosofía Crística. Ella es trasmitida mediante la Oralidad, las instrucciones y las praxis. Muchos martinistas trabajan sobre una doctrina proveniente de un Rito Martinista que se trasmite a través de un Cuerpo de Orden. Sin embargo, en el S.E.M., hemos decidido estructurar el Corpus de Sabiduría Martinista en lo que comprendemos es su forma más pura y primitiva: La Filosfía Crística. Por eso, nuestra organización se constituye como Sociedad y no como Orden. La Sociedad Filosófica es propia de los Filósofos Desconocidos. Muy anterior al Nacimiento de la Estructura de Orden dentro del Martinismo. En la Sociedad de Estudios Martinistas se mantienen presentes las etapas, los trabajos colectivos y los individuales. De esta manera, los estudios, las investigaciones y las instrucciones, han sido elaborados con la Intención de meditar y filosofar sobre ellos. Y no de ser asimilados por la regulación de la conducta ritual. La S.E.M. fomenta la meditación y el diálogo filosófico de los iniciados entre sí, consigo mismos y con lo Divino. Esta es la forma ancestral de la Sociedad de los Filósofos de la Unidad. La S.E.M. posee trabajos y prácticas colectivos e individuales. Pero su objeto es la atracción de la Luz para Iluminar el Corazón de los practicantes y que de ellos brote la Verdad para volverse así partícipes de la misma. La Oración Un punto fundamental es la interpretación de la Oración como un diálogo con la Divinidad, y no como una fórmula. La visión interna de la Oración, a través de la Vía Cardíaca Martinista, constituye una práctica esencial. La Oración permite manifestar lo Espiritual en el Templo interno. Es el Acto Sacrificial por excelencia, y constituye el recuerdo permanente del Creador. Rendir Culto mediante ella, es una de las claves de nuestros trabajos.
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Nuestra Navidad
Por H. Tzadiq
La
Navidad, o Natividad, es el símbolo cristiano por el cual se expresa el Nacimiento del niño Jesús entre los mortales. Este es el nacimiento de la Salvación divina en la que Dios Padre se entrega a sí mismo por medio del Hijo para reconciliar a los hombres con Su propio aspecto divino olvidado y perdido por la humanidad. Nace así en el mundo mortal la esencia divina e inmortal que logra vencer la muerte y entregar a los hombres el Camino de la Resurrección hacia la Vida eterna y verdadera. Esta Vida, por ser de orígen esencialmente espiritual, no convive ni es parte de este mundo y su generación, aunque podríamos decir que el deber de todo cristiano es el de buscar nazca en él - en el interior de su corazón - esta esencia salvífica para que lo conduzca dentro del camino de la Reintegración hacia su primer estado o condición de ser, aquella que supo tener al ser creado por Dios antes de sufrir su Caída Universal. El relato de estos hechos, seguramente adquieren un significado especial para cada uno de nosotros, sin embargo procuraremos aquí entregar una visión particularmente simbólico-mítica que nos permita trazar una relación más profunda e íntima entre su concepción histórica y nuestra propia historia. Porque dentro del aspecto histórico solo se encuentran las formas, que al observarse tan alejadas de nosotros, dificilmente sus marcas permanezcan sino temporalmente y por un corto intervalo, actuando generalmente en el mundo de las emociones y/o sentimientos exteriores del hombre: llámese su estado psicológico. El aspecto simbólico-mítico permite internalizar las formas precedentes, y así acercárnosla a tal grado que esa historicidad nos parezca ser representada de manera atemporal, actuando más particularmente en el mundo de nuestra comprehensión y/o intelecto reflexivo pensante.
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Revista Trígono Es a causa de esta intermediación que luego se podría lograr adquirir (intuir) aspectos más elevados, en correspondencia al camino espiritual que cada quien haya tomado como realización, despertándose cada vez más al mundo de la desidentificación de lo personal hacia el aspecto universal y/o único del ser y la eternidad; en comunión y bajo la dirección de la Sabiduría de Dios. Es por esto que la Navidad adquiere distintas maneras de ser interpretada, dependiendo siempre del sentido que cada persona le otorgue, o logre concebir, además de la dirección con la que haya dirigido su búsqueda. Intentaremos exponer entonces aquí algunas breves consideraciones que, como hemos dicho, se fundamentan en una observación del símbolo y del mito: es decir que en un proceso eterno plausible de experimentarse como una obra en la que uno puede asumir dentro de sí el rol de protagonista principal. De este modo, los sucesos externos e históricos, se vuelven íntimos y vívidos para cada persona que logre sumergirse en la profundidad del simbolismo allí expresado, en tanto que lo simbólico pase a ser un aspecto vivo dentro de y para sí. - La Concepción El alma humana, que se ha sostenido en la pureza, que se encomienda diariamente a Dios, que no se mezcla ni mancha con el tiñe de este mundo, se vuelve para Dios un terruño fértil, un receptáculo digno en el cual poder verter su santa unción. El alma que vive y desea solo a su Dios como único Señor, encuentra en Él todas sus necesidades y alegrías. Así María ha recibido al Espíritu de Dios en su seno, para que por Gracia conciba en este mundo la Salvación. Jesús, el Salvador, es concebido en el alma humana, - de condición peregrina -, como el reposo a su peregrinaje errante. Él es lo eterno y divino hecho tiempo y espacio, a fin de venir a nosotros, y ser en nosotros, aquello que hemos perdido en el pecado de nuestro origen mundano. Se concibe para la humanidad en sí misma la esencia divina, la Palabra perdida en el tiempo y su confusión, para colmar y rectificar nuestros deseos más nobles. Se vuelve factible recuperar lo perdido y renacer en el restablecimiento de todas las propiedades de la naturaleza humana dentro de la imagen y semejanza de la divinidad. Es allí que se encuentra la alegría de la Concepción, que por ser una Gracia divina en el alma del hombre, no participa en ello nada de lo humano. No es la simiente del hombre lo concebido en su alma; no es la simiente de José lo engendrado en María, así como tampoco es la razón del hombre lo que allí participa. Así el alma no es manchada o penetrada por nada que no provenga de Dios, manteniéndose inmaculada y casta en su concepción divina.
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Revista Trígono - Los lugares o sitios elegidos Los sitios elegidos por Dios para ofrecernos un origen por el cual restablecernos, no solo en Su ley sino también en Su amor, no son más que los de mayor humildad dentro de las posibilidades mundanas. Belén era un sitio humilde y muy pequeño dentro de Judea, así como el Pesebre indica un sitio de extrema pobreza y escasez. De estos lugares nadie podría esperar nada. La humanidad es un universo que en su generalidad actúa sin colocar a Dios por sobre todas las cosas, así como en el corazón particular del hombre la falta de Dios se vuelve una constante. Tampoco se podría esperar nada de estas moradas. Sin embargo Dios ha hecho del sitio más insignificante el más exaltado, y del más pobre el de mayor riqueza. El hombre mismo es el símbolo de esta morada, en tanto que habiendo sido la imagen y semejanza de Dios ha caído en el pecado, y habiendo sido eternamente favorecido con la vida eterna en compañía se Su Sabiduría de ha vuelto ignorante y mortal. ¿Cuánto más pobre, pequeño e insignificante se podría llegar a ser? Es por ello que en medio de todas las cosas, en medio de lo que corresponde a nuestro estado caído, rodeado de animales, nace nuestro Salvador. En medio de la oscura noche, que sufre el corazón de nuestra alma, nace la Luz y la Vida, así como una Palabra que llama al hombre hacia su orden natural de ser. - El Nacimiento Si el hombre logra justificarse en sus acciones, y los deseos de su voluntad buscan a Dios como el origen de todas sus cosas, se hace posible al corazón volverse humilde y sencillo para que en él se produzca, por gracia divina, la santa concepción. Esto dará a luz la esenecia divina en el hombre. Nacerá en su corazón humilde la Palabra Salvadora que Restaurará las faltas y sanará las heridas y males heredados por la humanidad. El cielo oscurecido y colmado de estrellas que envuelve al hombre exterior le hará saber de ello con la luz estelar sobre el niño. Nuestros pensamientos más nobles recibirán la noticia y lo alabarán con presentes y reverencias.
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Así la Luz y la Vida puede nacer en el hombre, disipando sus propias tinieblas hasta volverse en sí mismo luz. De esta forma nace en nuestra alma Aquel que guiará nuestros pasos desde la esterilidad de nuestras vanidades hacia la generación de las verdades; desde las tinieblas más densas hacia la luz cristalina; desde la muerte y la corrupción hacia la vida y la pureza; así como desde la esclavitud y el pesar hacia la libertad y la eterna felicidad. Nacerá nuestro Salvador en nosotros mismos. Un Hombre-Dios que es uno con el Padre, dentro de la multitud del hombre externo que desconoce su origen. Un parto virginal en medio de la prostitución de todas las cosas. Un hombre Vivo que convivirá entre los mortales y se entregará a la muerte para dirigirnos hacia la única vida, para que así en verdad sea Dios con nosotros. Este símbolo nos permite observar un comienzo eterno dentro de nuestra temporalidad, un acto que permite que todas las cosas sean hechas nuevas. Pero este nacimiento no es el fin sino el principio de todo lo venidero, indicando que aún queda en nosotros mucho (o todo) por ser hecho. ¡Podamos en esta Navidad recibir el nacimiento de la simiente divina en nuestros corazones!
Nuestra Navidad
"Se me ha demostrado claramente que existen dos vĂas: una en la cual se entiende sin hablar, la otra en la que se habla sin entender" Louis Claude de Saint-Martin