Trígono 3

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La navidad es un acto central. Se acuna en el corazón del

hombre que constantemente desea ver nacer la luz en su propio mundo. La primera manifestación que se le permite observar es aquella estrella que ilumina la noche como nunca antes, volviéndose ello el signo de la novedad naciente. Hombre, no dejes de perseguir esta guía estelar hasta encontrar el sitio de su alumbramiento; emula en ello a los tres reyes de oriente. Escucha a ese niño que ha nacido en ti, dejando ya de atender los murmullos ruidosos y dañinos que en tu razón ocurren a cada instante, regados como cataratas. Esas aguas rabiosas te conducen con violencia. Te agitan y arrastran sin prudencia y sin sentido hacia un vacío incierto y peligroso. Escucha a ese niño que ha nacido en ti. Él viene a conducirte con amor y misericordia. Él viene a entregarte una palabra santa, una buena nueva. Él puede devolverte a los caminos originales del hombre, en el que tú eras el hijo del Señor. Es nuestro deseo que tengamos una muy Feliz Navidad y recibamos al Año Nuevo con renovadas fuerzas.


Revista Trígono

Contenido Pág. 2

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Trigono

Revista informativa y cultural de la Sociedad de Estudios Martinistas

Engendrado no creado Por H. Soledad

Pág. 8

Reflexiones Por C.

Pág. 11

El sol, simbolismo de lo divino Por H. Tzadiq

Pág. 20

Teurgia Cristiana -vinculaciones entre D. Aleghieri y el sufismoPor H. Frederik

Pág. 30

Relaciones naturales entre el Año Nuevo y las fiestas Navideñas Por H. Taborel

Pág. 32

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La Cosecha, simbolismo de las tradiciones agrícolas. Por H. Nicodemo

Sociedad de Estudios Martinistas


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Engendrado no creado Por H. Soledad

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Nuevo Testamento Trilingüe. Juan Pablo Esquivel. Biblioteca de Autores Cristianos. Madrid. MCMLXXVII., pág. 476. Libro de Génesis y Haftarot en versión castellana. Traducción Rabino Marcos Edery. 1ra. Edición. Edit. Dfus Hamakor, Jerusalem, Israel, Febrero 1982. 3 Congregación para la Doctrina de la Fe. Declaración Dominus Iesus, sobre la Unicidad y la Universalidad Salvífica de Jesucristo y de la Iglesia. Agosto 6 de 2000. 4 La oveja representa a la humanidad toda. 1 2

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El escrito que presentamos a continuación, es un valioso aporte de parte de una de las personas que se encuentran transitando las instrucciones del “Círculo de Estudios Jacob Boehme”, quien generosamente nos ha permitido utilizarlo para el presente número de Trígono. Dentro de lo posible iremos emitiendo escritos correspondientes a personas que se encuentran en este mismo tránsito, el cual no es otro que la vía preparatoria de ingreso al S.E.M.

Por C.

Reflexiones


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Reflexiones


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E l S ol

simbolismo de lo divino Por H. Tzadiq

El sol, simbolismo de lo divino


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Dentro del antiguo Egipto, el culto al sol fue muy importante. La imagen izquierda pertenece a Atón, cuyo significado se traduce como “disco solar”. Akenatón procuró se establezca esta deidad como un culto de adoración monoteísta que no prosperó mucho tiempo dentro del politeísmo egipcio predominante. Posteriormente Atón ha sido considerado una manifestación de Ra “el Gran Dios” (Amón Ra).

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Krishna

Extractos del Bhagavad Gita

“Entre los hijos de la Luz, Yo soy Vishnu, y entre las luminarias, soy el sol radiante. Soy Marichi, el señor de los vientos y las tempestades, y entre las estrellas de la noche, Yo soy la Luna”. Cap 10 Verso 21 “El esplendor del Sol, que disipa la oscuridad de todo este mundo, viene de Mí. Y el esplendor de la Luna y el esplendor del fuego también proceden de Mí”. Cap 15 Verso 12

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15 Karl von Eckartshausen Extracto del libro “La Nube sobre el Santuario”

El ojo interior del hombre es la razón. Si este ojo interior es iluminado por la luz divina, él es, entonces, el verdadero sol interior por el que conocemos todos los objetos. En tanto que la luz divina no ilumine este ojo, nuestro interior vive en las tinieblas. La aurora de nuestro interior comienza cuando esta luz se levanta. Este sol del alma ilumina nuestro mundo intelectual, como el sol exterior ilumina el mundo exterior. Así como, a la salida del sol exterior, los objetos del mundo sensible se nos vuelven poco a poco visibles; a la salida del sol espiritual o razonable llegan ellos a nuestro conocimiento. Así como la luz exterior nos ilumina por el camino de nuestra peregrinación, la luz interior nos ilumina por el camino de la salvación. Pero, así como el ojo exterior del hombre está expuesto a diferentes peligros, el ojo interior también lo está. Este ojo interior debe conservarse sano, puro e inalterable: entonces puede elevarse, como el ojo exterior hacia el cielo; y, del mismo modo que el ojo exterior puede mirar el firmamento, las estrellas y el sol, también el ojo interior puede ver todo el cielo, a los ángeles y a Dios mismo.

El sol, simbolismo de lo divino


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16 ¡Qué gran destino tiene el hombre interior! Su espíritu puede elevarse hasta los ángeles y las inteligencias supra angélicas, puede acercarse al trono de la divinidad y ver, en sí mismo, todas las magnificencias del mundo divino, espiritual y físico. Retira tu alma, tu ojo interior, de todo lo que no sea Dios, ciérralo a la noche del error y del prejuicio, y no lo abras más que al Sol del mundo espiritual. Este Sol espiritual es Jesucristo. Pues, así como el sol exterior posee luz y calor, y lo vuelve todo visible y fructificante; este Sol interior lo hace todo susceptible de ser conocido en el espíritu y activo en el corazón; ya que la sabiduría y el amor son sus fuerzas, y la razón y la voluntad del hombre, sus órganos. Llena las fuerzas con la sabiduría y la voluntad con el amor.

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Jacob Boehme Extractos - Traducción original -

Los poderes eternos laboran a través del tiempo como lo hace el sol al brillar en el agua. El agua no aprehende al sol, solo recibe de él su calor. O como el fuego que brilla en el acero mientras que éste sigue siendo acero. (Misterium xii 20) Dios Padre emana amor por medio de Su corazón, siendo el sol quien lo simboliza. El sol es en el mundo exterior un símbolo del eterno corazón de Dios que brinda su poder a todos los seres y existencias. (Signatura iv 39) Dios entrega su luz al mundo exterior por medio del aliento que emana de su poder a través de los rayos de Su luz, mientras que con el sol y la luna Él rige en las cosas de este mundo. (Plegarias x/xii) El mundo tiene su propio dios natural, a saber: el sol. Pero éste toma su existencia del fuego de Dios, e inmediatamente de Su luz. Así, el sol otorga su poder a los elementos, y ellos a las criaturas y hierbas de la tierra. (Seis Puntos v 13) Mientras que la casa (carcasa) mortal exista, y hasta tanto nuestras almas no aprehendan (conciban) la fuente de Dios dentro de si mismas, ellas no moran en el origen divino.

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18 El sol brilla a través de un espejo volviéndolo luminoso, mientras que por ello el espejo no se vuelve un sol sino simplemente permanece en la luz y el poder solar mientras éste brille en y a través de su substancia. Así sucede con el alma en su estado terrestre. (Misterium ii 3) El sol ilumina al mundo, pero ello no sería posible si no existiese en la profundidad (en el mundo espiritual) un estado de ser semejante al que constituye el sol. (Tilk, ii. 251) Así como el sol brilla a través de la totalidad del mundo externo causando que cada cosa se vuelva más poderosa y fértil, mientras que el sol y el mundo son distintos uno del otro (en cuanto a sus centro corpóreos), también Cristo, como un sol manifiesto, brilla desde lo profundo de Jehova o Jesús dentro de la humanidad de Cristo. Jehova es el sol eterno y divino en el que se encuentra escondido el grandioso Amor solar de Cristo hacia todas las criaturas, como siendo el corazón o centro de la Santísima Trinidad. Por medio del movimiento de la deidad, él se ha revelado como un sol sagrado de amor divino. (Stiefel, ii 422)

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Sol Divino, tú, de quien han sacado su existencia todos los espíritus y todas las almas; tú, que dominas el centro de nuestro mundo espiritual, lo mismo que el sol elemental domina el centro de nuestro globo, a ti solo te pertenece el poder de iluminar al mismo tiempo, lo mismo que él, todos los puntos de nuestra atmósfera y de compensar el peso de las tinieblas con la abundancia y la vivacidad del día que expandes por todas las partes de la región Divina que habitamos. Sólo a ti te pertenece el poder de transmitirnos hasta esta porción de luz, para encargar a nuestra alma de verterla después sobre los diferentes climas espirituales que tú nos asignes.

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Teurgia Cristiana Breve disertacion sobre las vinculaciones entre la Teurgia Cristiana, Dante Alighieri y el Sufismo. P o r H . F re d e ri k

I. El Sacerdocio Esotérico Abordar la teurgia y describir los mecanismos por los que se opera es un asunto delicado y controvertido. Sobre ella se han tejido numerosas especulaciones, tanto por parte de iniciados como de profanos. La Teurgia constituye la praxis específica de la Vía Sacerdotal Esotérica. Sin embargo, ella está presente en otras vías aunque no sea la práctica central. El sacerdocio tradicional es una función. Aunque a veces se la encuentra asociada a un grado, a un cargo o a una investidura. Esta función está vinculada con el rito sacrificial. Entiéndase por sacrificio su significado tradicional que es “hacer sagrado”. El sacerdote, por lo tanto, es quien asume la función de hacer sagrado el ritual. El arte sacerdotal, no es otro que el de Oficiar el Rito. Lo que denota que el carácter sagrado de un oficio reside en la eficacia de comunicar al operador con el mundo espiritual. Existen muchos ritos y ceremonias que no constituyen un oficio sacrificial, porque sólo alcanzan el orden intermediario, pues no operan mas allá del mundo psíquico. Este tipo de rituales son simplemente una acción mágica. Esotéricamente la cualidad de hacer sagrado un rito depende del conocimiento del ritual, de la intensión del operador y de la habilidad de conducirse sobre las fuerzas adecuadas. Los rituales se operan mediante palabras, gestos y acciones guiadas por una intención. La intención específica de un sacerdote es comunicarse con el mundo espiritual para realizar el Culto a la Divinidad. A diferencia de la acción del mago, que busca generalmente producir algún efecto en el mundo material o en el astral. El esoterismo suele considerar secundarios o superfluos ciertos aspectos que algunas religiones le atribuyen al ejercicio del sacerdocio, tales como la jerarquía institucional, la autoridad moral y la función social.

Fig. 1 En el rito mágico el operador se comunica sólo con las entidades del mundo astral. La intención está dirigida a buscar un intercambio de favores cuya eficacia se agota entre los planos material y psíquico.

Teurgia Cristiana


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21 El sacerdote, dirige la intención que, por medio del rito, atrae el Pneuma, lo que hace eficaz la Presencia. Esta acción vuelve sagrado el ritual. La comunión entre el sacerdote y la Divinidad asume la forma contemplativa, ya que reconoce en sí mismo el orden espiritual que a nivel macrocósmico emana de la Divinidad y genera en su microcosmos la conciencia de lo Superior.

Figura 2 - La teurgia como parte del Oficio Sacrificial y de la Ritualistica y el Ceremonial.

Podemos resumir lo anterior diciendo que dentro de la ritualística y el ceremonial, existe un grupo de rituales que revisten el carácter de sagrados, los que son oficiados por un operador que asume la función sacerdotal. Y que, a su vez, dentro de los oficios sacrificiales existe un pequeño grupo de operaciones estrictamente esotéricas que conforman la Teurgia u Obra Divina. Y que estos ritos corresponden a los misterios propios del sacerdocio.

Tampoco debe creerse que todos los oficios sacrificiales son teúrgicos. La teurgia propiamente dicha, es sólo una pequeña porción de ellos. Si bien, la Teurgia es insinuada en ciertos ritos exotéricos religiosos especiales, en verdad, ella sólo corresponde a la parte interna del Oficio Sacrificial.

II. La Teurgia y la Gnosis Quizás podemos hacernos una mejor idea de lo que trata la teurgia al compararla con la gnosis, que es una práctica típica de vía húmeda. Para la gnosis, el pensamiento Divino se expresa en símbolos, en tanto que Dios se valió de símbolos para la Creación. De acuerdo al concepto teúrgico, Dios emanó criaturas a través de operaciones teúrgicas. Dotó a los seres emanados de ciertas cualidades y les trasmitió el Culto Sagrado para que le rindieran Alabanzas. Así, las criaturas participan de la Obra de Dios.

Fig. 3 En el Oficio Sacrificial el operador accede al mundo espiritual gracias a la alineación con las entidades psíquicas que dirige el arquetipo espiritual a la Gloria del cual va dirigido el rito. La intención es ofrecer el Culto hacia lo Alto. La vivencia es contemplativa y produce el reconocimiento del arquetipo en el mismo operador.

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Desde el punto de vista de la gnosis, el hombre es un ser simbólico. Él es un símbolo en sí mismo de carácter inefable. Para la teurgia, el hombre es un ser ritualístico. El propio hombre no es otra cosa que un ritual operado en el Principio de los Tiempos. Incluso, el hombre profano, no es más que la intersección de un conjunto de acciones rituales menores que, inconscientemente, surgen de la naturaleza humana caída para sustituir y recordarnos aquella Gran Operación por la que el Hombre fue emanado por la Divinidad. El objeto del hombre caído es recuperar el Culto Sagrado que el Hombre Primordial debe operar. La concepción del hombre simbólico implica que para conocerse a sí mismo, él debe recurrir a la gnosis. Puesto que, siendo el mismo hombre un símbolo, conocerse significa develar el símbolo que él mismo es. En cambio, la concepción del hombre ritualístico, entiende que conocerse a sí mismo requiere operar, mediante la teurgia, el ritual que el propio Hombre es. Pues, sólo mediante este misterioso rito, el hombre puede rendir culto a la Divinidad, al recordar y reconocer su origen divino. Develando, por fin, el enigma de su esencia. III. Los Coros y La Teurgia de los textos clásicos Nos resulta imposible hablar de teurgia y no mencionar el tema de las entidades colectivas. Muchas órdenes iniciáticas y escuelas de misterios hacen frecuente mención de una de ellas en particular: el egrégor. Esta entidad es de carácter psíquico. Todos los grupos humanos poseen egregores. Incluso las comunidades de animales y plantas generan naturalmente uno. Pero, la Teurgia trata en especial sobre otras entidades colectivas, ya no de orden meramente psíquico, sino espiritual. Según la teurgia, las entidades colectivas constituyen los Coros con los cuales el teurgo se contacta para poder operar. Estos Coros Celestiales sólo se comunican con aquellos a quienes se les ha trasmitido una marca indeleble de reconocimiento. Por este mecanismo, el operador puede colocarse sobre las fuerzas adecuadas para colaborar a favor de la “Obra de Dios”. El teurgo durante la operación se une a un Coro Celestial y gracias a esta unión participa de la Vida Colectiva. La comunidad de Almas en la que habita durante la operación, le posibilita la vivencia del Mundo Espiritual. Él comparte el rito particular con el que ese Coro rinde Culto a la Divinidad. Por el mismo mecanismo, contribuye con la Obra Divina, pues su individualidad se ha fundido en la Colectividad de Almas. La Teurgia ha sido muchas veces mal interpretada. Dentro del concepto vulgar se cree que consiste en atraer ángeles y obtener de ellos favores o revelaciones. Suponemos que esto se debe a que los antiguos textos hablan de esta operación como una especie de magia y citan permanentemente los nombres de los ángeles y la estructura en que están divididos los Cielos. Un ejemplo es la versión de la Clavícula de Salomón que nos ha llegado, y que tiene un evidente desvío hacia la acción magica.

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El problema de la complejidad de las desviaciones se ve mucho más claro en el Tratado de la Filosofía Oculta de Cornelio Agrippa. En él, las operaciones teúrgicas son abordadas en el Libro III intitulado “Magia Ceremonial”. Allí se tratan temas clásicos de la teurgia. Como los nombres divinos, el lenguaje de los ángeles, los sellos y caracteres sagrados, las Jerarquías y los Coros, etc. Sin embargo, todas estas cuestiones aparecen salpicadas de ciertos agregados poco ortodoxos que convierten al texto en algo más bien obscuro para el profano y de dudosa confianza para el iniciado. Este tratado, también ha sufrido, por parte de autores apócrifos, el agregado de un libro entero: el IV. En él se describe una magia vulgar y baja para invocar entidades del mundo psíquico. Pero, de acuerdo al modo por el que hoy día encontramos se haya editada la obra, pareciera que éste cuarto libro, intitulado “Las ceremonias mágicas”, fuera la praxis concreta del libro III.

Fig. 4 La Teurgia como operación esotérica: el operador se une al Coro y participa de la vida colectiva. Comparte la función Divina que corresponde a la Comunidad de Almas en la que se sumergió, y contribuye, a través de ella, a la “Obra de Dios”.

Cabría pensar, quizás, que algunos autores hubieran escondido intencionalmente, bajo cierto estilo y metáforas mágicas, la verdadera operatividad de la teurgia. Probablemente, con el fin de confundir a los profanos. Podríamos ubicar entre ellos, por ejemplo, a Alphonse Louis Constant, quien a lo largo de su obra, hace siempre apreciaciones puntuales tan específicas y certeras, que sólo pueden provenir de un profundo conocimiento de la praxis. Pero también, hay otros autores, que respecto a la teurgia, no han sido más que copistas o falsificadores inescrupulosos. Algunos han introducido malogradas modificaciones de los antiguos textos, en base a sus interpretaciones mágicas y vulgares. Cualquiera sea la causa por la cual se han difundido y creído estas cuestiones, es evidente que no guardan ninguna correspondencia con la esencia de la práctica teúrgica. Sólo en la fantasía mágica y vulgar se puede alimentar la quimera de atraer y manipular ángeles a voluntad. En la praxis teúrgica es impensable que un individuo caído en el exilio sea capaz de conducir las fuerzas de un Coro Celestial. Mucho menos, de hacerlo obedecer su voluntad particular. Tal cosa es tan fantasiosa, como si una persona pretendiera hacer oír su voz a una multitud que está coreando al unísono algo diferente. La voz individual sería acalla por la de la multitud. De la misma manera, la voluntad individual del operador sería absorbida, así como neutralizada, por la voluntad colectiva del Coro. Creemos que estos tipo de escritos fraudulentos, no hacen más que confundir y llenar de supersticiones todo lo referente a la Teurgia. Entendemos, por esta razón,

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que es preferible recurrir a otros textos que tratan el tema de forma indirecta. Pero en los que se dejan sentadas ciertas cuestiones que develan la verdadera naturaleza de la práctica teúrgica. IV. La Teurgia Cristiana en La Divina Comedia y su supuesta vinculación con el Sufismo La Divina Comedia de Dante Alighieri es una obra compleja y posee gran cantidad de interpretaciones. A través de ella, podemos encontrar numerosas referencias a la Teurgia Cristiana, aunque jamás aparezca mencionada directamente. La estructura con la que es describen el Cielo y el Infierno es circular. En estos círculos, tanto las almas gloriosas como las condenadas se encuentran agrupadas, ya sea para recibir el tormento o para alabar a la Divinidad. Desde el punto de vista teúrgico estas agrupaciones de condenados y gozosos no son otra cosa que la conformación de las diferentes entidades colectivas. En el cielo encontramos los Coros de Ángeles, mientras que en el infierno los condenados son mantenidos juntos, en legiones, para recibir el castigo eterno. Gustave Doré, uno de los tantos que ha ilustrado la Obra de Dante, ha sabido representar estos hechos de forma magnífica desde la visión Teúrgica. Podemos observar cómo la composición de sus grabados se centran en el hecho de la circularidad y en el de los Coros Angélicos. Resulta interesante examinar que la obra, por tratarse de una poesía, se encuentra dividida en Cantos. Según la Tradición la forma de alabanza a Dios de los Coros Angélicos es denominada igualmente “Cantos”. Estos Cantos Angélicos constituyen los rituales por los que los Coros Celestiales rinden su Culto. Dante asciende por los Coros Celestiales hasta alcanzar la contemplación de Dios. Pero, durante la experiencia, en el último verso de su magnifica obra, relata que siente como su voluntad se funde con la Voluntad Divina. Esta descripción concuerda a la perfección con la praxis teúrgica que nos sumerge en lo Divino.

Fig 5 Los Cielos según la Divina Comedia están constituidos por Coros Angélicos que rinden alabanzas a la Divinidad. Las ilustraciones de Gustave Doré resaltan este aspecto central de la operatoria Teúrgica.

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No tenemos ni el tiempo ni el espacio para analizar en profundidad las innumerables referencias de la obra de Dante a la Teurgia Cristiana. Pero, para aquellos que estén interesados en investigar estas cuestiones, encontramos conveniente llamar la atención sobre la supuesta conexión de la Divina Comedia con la tradición musulmana. No hemos de extrañarnos en que los islámicos reconozcan elementos propios de su tradición en esta obra maravillosa. Islam mismo significa Sumisión, y el fin último de la teurgia es la sumisión de la voluntad individual a la de la Divinidad. Es fácil explicar estas aparentes conexiones con el Islam, sabiendo que la parte esotérica de dicha tradición es el Sufismo. Que a todas luces, se trata de una praxis netamente teúrgica. La práctica del Dhikr, no es otra cosa que la conformación de un Coro de Iniciados que busca ponerse en contacto con los Coros Angélicos. De hecho, los Sufíes sostienen que durante el Dhikr las alas de los ángeles rozan a los practicantes que se unen formando un círculo. Además, de que el Dhikr mismo consiste en una serie de Cantos con los que se recuerdan e invocan los nombres divinos del Corán. Como vemos, la concepción Sufí de la Alabanza y del Culto Divino es una operación teúrgica. Queremos dejar bien en claro que no compartimos la hipótesis sobre que Dante se basó en el Islam para realizar su obra. Sino, que el Islam encuentra numerosos puntos de coincidencia, debido a que la Divina Comedia hace constantemente referencia a la Teurgia. Pero ésta es claramente Cristiana y no Sufí. Como la parte interna del Islam consiste también en la práctica teúrgica, es más bien lógico que los seguidores del Profeta encuentren gran cantidad de elementos que asimilan como propios en el texto de Dante. De hecho, desde nuestro punto de vista, estas numerosas coincidencias no hacen otra cosa que confirmar la naturaleza teúrgica de la Divina Comedia. Mientras que, al mismo tiempo, nos muestra la existencia de una Teurgia Cristiana muy distinta de la que encontramos en el Sufismo.

Fig. 6 Las Jerarquías y los Coros: la visión del Cielo de Dante en la Divina Comedia interpretada por los grabados de Gustave Dore.

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Por eso, para estudiar en detalle todos estos elementos, remitimos a los lectores curiosos a estos autores eruditos que han producido varias obras en las que enumeran los aspectos cruzados y las coincidencias. Pese a que ellos llegan a conclusiones que no son compatibles con las nuestras, y por ello no las compartimos ni nos sentimos del todo de acuerdo. Todavía no hemos dicho nada sobre aquellas características específicas que nos hacen pensar que la Teurgia de la Divina Comedia es Cristiana y no Sufí. Por supuesto que no se debe sólo por la mención reiterada de Cristo. Sino, por ciertos signos específicos en cuanto a las descripciones del Infierno, del Cielo y del itinerario de tan singular viaje. Mencionaremos primero una diferencia que se opone rotundamente a las expresiones Islámicas. En este caso, respecto del Infierno. Para los Musulmanes, el infierno constituye un lugar ardiente donde la llama del fuego eterno castiga constantemente a los condenados. Esta idea es trasmitida por los suras del Corán y reforzadas por las propias denominaciones del infierno, como al jahim: lugar caliente, sair: llama, an nar: el fuego, etc. En el libro de la escala de Mahoma, el profeta cuenta que Allah para crear el infierno lo hizo arder tres veces durante 70.000 años cada vez. De tal forma, se generó un fuego eterno e intenso. Que, igualmente, creo los ángeles de fuego que allí moran. Los que si abandonasen este infierno morirían inmediatamente, pues ellos no pueden vivir sin el fuego. Además, en las siete tierras del infierno, todos los castigos se vinculan con el fuego. El diablo se halla encadenado en el fondo del infierno, y su morada es un castillo de fuego. Por el contrario, para la Teurgia Cristiana, el infierno indica el lugar más bajo y alejado del centro de la Creación, donde las criaturas viven en estado de privación. Siendo el Cristianismo una tradición solar, el infierno no es un lugar caliente, sino más bien frío. Ya que se encuentra alejado de la fuente de Luz y Calor que emanan del Centro Espiritual de la Creación. Por lo tanto, el simbolismo de esa privación no es el fuego, sino el hielo. En la Divina Comedia, Lucifer es presentado como un gigantesco monstruo que está atrapado en el Hielo. Dante describe como sus lágrimas y babas se hielan sobre su horrendo cuerpo. Este hielo infernal es producto de tres vientos gélidos que surgen cuando el príncipe de la tinieblas bate sus gigantescas alas de murciélago. Junto a él, los condenados en los círculos más profundos están hundidos en el Hielo Eterno del Infierno. El propio Mahoma y su cuñado Alí se hayan en el octavo círculo donde son destrozados por la espada de un demonio. Creemos que con esta imagen Dante nos da un claro mensaje en cuanto a que su obra no versa sobre el Islam. Ya que ningún musulmán, y mucho menos el Profeta, podría haber sospechado que, de ser condenado, lo sería en un infierno donde el príncipe de la tinieblas estaría en el Hielo, y los condenados más bajos serían castigados por el Hielo en vez de por el Fuego. Lo que contradice directamente la descripción del infierno que aparece en el libro de la Escala de Mahoma. En este punto queremos detenernos un momento para remarcar algo que reviste suma importancia. En la Divina Comedia, el infierno representa al Mundo Material. Así lo afirman, entre otros, el sufí René Guenón. Esto coincide plenamente con la visión de la Teurgia Cristiana. No es éste el lugar propicio para explicar en profundidad el gran impacto que este simbolismo tiene en la praxis.

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Fig 7 En el infierno de la Divina Comedia, tanto las almas condenadas como los demonios son agrupados para recibir y administrar castigos, constituyen las entidades colectivas bajas.

Sin embargo, conviene resaltar la gran diferencia que existe entre la concepción teúrgica del infierno del Islam y el Dantesco. El comienzo de la práctica de la Teurgia Cristiana se inicia en el Infierno, o sea en el mundo material. Mientras que para el sufismo, la práctica teúrgica sucede dentro del círculo de pieles de cordero. Porque el cordero, es el único animal que Shaitan no puede imitar. El círculo de pieles no sólo es un círculo de protección, sino un indicador de que el sufismo tiene profundas raíces ascetas. Y como tal, desdeña todo lo que proviene del mundo material. No es casualidad que el ideal iniciático propuesto por los cuentos de la tradición oral del sufismo sean los Derviches. En cambio, la Teurgia Cristiana sigue un proceso cosmogónico solar. Lo que implica, trabajar con el misterio mismo de la Caída del Hombre dentro del Mundo Material. El desprendimiento no pasa por el rechazo de la materia, sino por la conciencia de la falacia de sus placeres y sufrimientos. Pensemos que una teurgia basada en el ascetismo, como la de islam, debe remarcar que la primera preocupación del practicante es la renuncia al mundo material. Cosa, que se manifiesta mediante prácticas de ayuno, la abstinencia sexual en ciertos períodos, la renuncia a beber vino y a comer – justamente - carne de cordero, entre otras. En cambio, la Teurgia Cristiana ve al hombre como intermediario entre el Cielo y el mundo material. Siendo el hombre quien debe redimir su error sobre la materia, a la que él mismo ha condenado y en la que se ha condenado a permanecer por su prevaricación. Por eso, lo primero que se le debe señalar al practicante cristiano son los vicios que lo atan al mundo material y que lo han convertido en un Hombre del Torrente. Esta diferencia es tan notable, que en el relato de la ascensión de Mahoma a los Cielos, el profeta primero visita el Reino Celestial y luego desciende a las regiones infernales. Mientras que en la Divina Comedia, Dante desciende primero al Infierno y luego visita los Cielos.

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Tales diferencias no son consideradas de gran importancia por los autores musulmanes. Nosotros, en cambio, entendemos que las mismas se deben a cuestiones más bien profundas que tienen que ver con la naturaleza propia de cada Vía, dado que Islam es una tradición lunar, mientras que el Cristianismo es una tradición solar. Debemos esperar que la teurgia de una tradición lunar, como es la islámica, siga el camino del principio femenino de las fases de la Luna. Para la teurgia sufí, la Luna Nueva, el final de la obra, es la que está obscura. Ella aparece recién cuando las otras tres fases se apagaron. Pues la luz del mundo astral se oculta (Luna Nueva) cuando surge la Luz Espiritual Solar. Por esta razón, Mahoma asciende primero a los Cielos y luego desciende a los infiernos. Bien sabido es que, para una tradición lunar, el cono de sombras entre la Luna y la Tierra, constituye el Infierno. Por esta misma razón, no existe peor catástrofe astronómica para Islam, que el tiempo en el cual el disco lunar oculta completamente al Sol durante un eclipse. Ya que la Tierra queda a merced de los demonios y las fuerzas astrales infernales. A tal punto, que los sufíes dan a sus iniciados una oración particular de protección para que oren durante todo el transcurso del eclipse. Basta saber que el Sol espiritual está en el máximo apogeo cuando su luz no se ve reflejada en el disco lunar. Ya que no tiene oposición alguna en el firmamento. En ese momento, la Luna se encuentran en el novilunio. Es decir, entre el Sol y la Tierra. El Sol ilumina la cara oculta del satélite. Es por esto que no la vemos desde la Tierra. En tal situación astronómica, no hay otra forma de “regresar” a la Tierra, si venimos desde los Cielos, que atravesando el cono de sombras proyectado por la Luna. Esto es, precisamente, lo que hace Mahoma al “descender” a los infiernos. Por el contrario, la teurgia propia de una vía solar, como es la Cristiana, sigue el ciclo de muerte y resurrección del Sol. Antes del renacimiento del Astro Rey, la Divinidad solar debe atravesar, necesariamente, el inframundo. El Sol Invictus Espiritual, al resurgir, despeja la obscuridad tenebrosa de la noche del novilunio. Tal es el camino que realiza Dante. El poeta, durante la noche, desciende a los infiernos que se hayan debajo de la superficie de la Tierra. Para terminar emergiendo del otro lado, cuando está amaneciendo. Y, de esta forma, poder ascender a los Cielos. Otro punto interesante lo constituye el asunto del Limbo. Los autores musulmanes sostienen que Dante se inspiró en el al araf islámico. Este Limbo musulmán es descrito en diversos textos. Lo primero que debemos observarles, es que en las numerosas descripciones de la literatura islámica no hay una unidad de criterio sobre la geografía de ésta antesala del infierno. Para los musulmanes, su función es simplemente mantener las almas suspendidas entre el Cielo y el Infierno. Aunque Dante utilice una que otra imagen que puede vincularse con algunas descripciones del al araf, la interpretación del Limbo es bien diferente. Desde el punto de vista de nuestro análisis que equipara el infierno con el mundo material, éste primer círculo no es otra cosa que aquellas almas que, estando atrapadas en la materialidad, aún no han tomado partido por lo mundano ni por lo sagrado.

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Dante ubica aquí diversos ejemplos como los niños pequeños, los filósofos paganos y demás seres que no han sido bautizados. Sin embargo, no han sucumbido a las cadenas del materialismo. Es decir, aquellos que han tenido una cierta iluminación para evitar los vicios, pero no han recibido la transmisión de la marca que les permite operar la teurgia. Por lo que debemos concluir, que en el Limbo no se encuentran las almas suspendidas de los musulmanes, sino los menores en privación todavía no reconciliados. Creemos que estas diferencias bastan para demostrar que la Teurgia descrita en la Divina Comedia no es la que opera el sufismo. Cabe esgrimir que, necesariamente, debe tratarse de una Teurgia Cristiana. Este argumento se refuerza con otras notables discordancias que son capaces de hacer zozobrar, en cuanto a su significado profundo, las teorías de que Dante se inspiró en el islam para escribir su obra. Con esta pequeña disertación esperamos haber podido contribuir en el esclarecimiento de algunos aspectos vinculados con la Teurgia Cristiana. Sabemos además que es un tema difícil de tratar y que, cuando avanzamos sobre él, nos genera nuevos interrogantes a cada paso. Por eso, en este artículo de mera divulgación, sólo hemos apelado a ciertos cuestiones más bien generales que específicas.

Fig 8 El Hielo del Infierno en la Divina Comedia es producido por el constante batir de las alas membranosas de Lucifer.

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Relaciones naturales entre el Año Nuevo y las fiestas Navideñas

Por H. Taborel

Dentro del contexto general, y muy comúnmente, es de considerarse al Año Nuevo como no poseyendo ninguna relación con los aspectos religiosos de la Navidad, ni aún con la llegada de los Reyes al hallazgo del niño. Intentaremos entonces brindar mediante tres puntos, y de forma muy breve, algunas ideas sobre estas relaciones, afín de poder devolver a esta fecha algunos caracteres sobre el sentido de su festejo. El primer punto, que rápidamente nos lleva hacia la observación de su relación natural con las fiestas cristianas, se basa en discernir el motivo por el cual solemos contar los años. O de otro modo preguntarnos ¿a raíz de qué suceso se ha considerado el establecimiento del año cero, medio por el cual decimos estar hoy entrando en el año 2013? Vemos allí el nacimiento de Cristo Jesús, ya que los años que transitamos son aquellos que corresponden al orden posterior de su venida a nosotros. Este suceso central demarca para nuestro calendario lo anterior y lo posterior de su venida a este mundo. En segundo término digamos que la palabra “año” proviene del latín “annus”, cuyo significado es “anillo”. A partir de ello nos remontamos a la idea de un ciclo circular que renace cada vez que re-encuentra su punto de partida. Y si bien el transcurso de ese ciclo anual contiene siempre las mismas cadencias -así como las estaciones climáticas en nuestro planeta, a lo largo del año, nos anuncian sus conocidas características- podemos también decir que ninguna es igual a la otra en sus recursos y vivencias particulares. No todas las primaveras son idénticas, aunque todas son primaveras. Bajo una mirada más íntima, podríamos decir que cada año nuevo nos brinda la renovada oportunidad de transitar el nacimiento de Cristo en nuestros corazones. Cada nuevo ciclo espera poder desarrollar por completo el despertar de las virtudes naturales en nuestras almas a la gloria de Dios. Hablamos siempre de un mismo acontecimiento, aunque ello no signifique que se realizará siempre de la misma manera. Por el contrario, la vía espiritual, revive y actualiza el alma humana cada vez que rememora sus simbolismos por algún medio.

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Como tercer y último punto, expondremos una idea un poco más profunda y simbólica que se adentra, más bien, en el orden esotérico. Si tomamos al Nacimiento como un principio, y la llegada de los Reyes como una finalización, (o más bien como el encuentro que halla a este recién nacido en nosotros), veremos que los días transcurridos suman doce. El Año Nuevo, como todo acto central, no podría manifestarse más que en el medio, o en el centro, de esta misma acción. Este punto no es otro que un análogo al corazón humano, en dónde todo debe suceder. Notemos que desde la Navidad se cuentan seis días hasta el Año Nuevo, y seis más hasta Reyes. Entonces el Año Nuevo es la manifestación central por la cual se vuelve factible que estos sucesos espirituales tengan un cauce natural mediante el cual el hombre participe de la Nueva Vida, que no es otra que aquella que Cristo Jesús nos ha venido a entregar. Porque todo se vuelve manifiesto por su centro. A causa de ello es que el nacimiento también sucede en la medianoche. Los dichos populares, muchas veces, encierran cierto tipo de enseñanza. Y en este caso conviene recordar aquel que dice: año nuevo, vida nueva. Porque el término año posee una relación análoga con aquella de era. Así se nos transmite que el nuevo año posee una correspondencia directa con la nueva era del hombre, que no es otra que la Nueva Humanidad en la que el Hombre Nuevo debe morar. Dentro de la tradición cristiana, el hombre ha sido un ser central cuando aún se mantenía dentro de la imagen y semejanza de Dios. Condición perdida mediante su caída y posterior expulsión de Edén. El Año Nuevo, entonces, es un símbolo que pretende poner al alma del hombre, nuevamente, en su condición primera. Brindándole un signo positivo por el cual encontrar el medio que reconcilie su condición actual con aquella que poseyó y que deberá recuperar si su deseo es recobrar su estado espiritual y divino. Esperamos que estas breves ideas simbólicas permitan habernos formado un sentido más cercano sobre lo que corresponde al festejo del año nuevo. ¡Felices Fiestas a todos!. Las que no deberíamos verlas más que como una sola manifiesta bajo tres aspectos, o tres cauces que la vuelven fértiles y activas en nuestros corazones.

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La Cosecha Por H. Nicodemo En el hemisferio sur las estaciones se presentan en el opuesto del hemisferio norte. En el mes de diciembre acontece el Solsticio de Verano. Este suceso astronómico es el que corresponde con la cosecha más importante del año. Las antiguas tradiciones celebraban este evento con fiestas que, en algunos casos, duraban varios días. Luego de la fiestas seguía un periodo de descanso de las tareas agrícolas, para comenzar el nuevo ciclo. Las tradiciones agrícolas asimilan naturalmente el simbolismo del trabajo en el campo con el desarrollo de la vida espiritual. La cosecha es asociada con el momento en el que la vida de la planta es interrumpida por el labrador. El simbolismo de la parca con la guadaña proviene de estas tradiciones agrícolas. La siega que corta el ciclo del vegetal en el momento en que los frutos están maduros, no significa el fin de la vida. Porque de los frutos cosechados se guardarán las semillas para volver a sembrar en la próxima primavera. La agricultura une la muerte con la vida. Es fácil vincular la cosecha con la promesa de resurgir en la primavera a través de la semilla. Este resurgir de la vida a partir de la simiente nos habla de la resurrección, de superar la muerte a través de la simiente espiritual. Los egipcios, por ejemplo, relacionaban la crecida del Nilo con la fertilidad, pues el río deposita tierra fértil sobre el árido desierto y permite sembrar. Esta crecida ocurre durante la primavera. El crecimiento de los cultivos transcurre entre la primavera y el verano. Todos estos hechos de la agricultura fueron asociados con los sucesos del mundo espiritual. Así, Osiris en el verano aparece representado como un sarcófago cubierto de cereales con espigas. Luego de la cosecha, las espigas volverán el año que viene gracias a las semillas que se guardan para sembrarlas en la primavera. La base de las culturas sedentarias se encontraba en los misterios de la agricultura. El conocimiento del mundo material y del espiritual se trasmitían simultáneamente. El sentido superior del trabajo, es la toma de conciencia de la necesidad de labrar el alma para que dé sus frutos. Estos dos aspectos de un único saber se enseñaban por un mismo medio, y se asimilaban de la misma manera. Así, se nutrieron las filosofías y los misterios durante siglos. Hesíodo en “Los trabajos y los días” describe la agricultura como una acto sagrado y no deja de citar a los dioses cuando da consejos de cómo el hombre debe trabajar la tierra:

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“Cuando comiences a labrar, teniendo en la mano el extremo de la mancera del arado y pinchando con el aguijón el lomo de los bueyes que arrastran el timón con ayuda de una correa, vaya detrás un servidor joven y dé que hacer a los pájaros, ocultando la semilla con ayuda de una azada. El orden es la mejor de las cosas para los mortales, y el desorden es la peor. Tus ricas espigas se curvarán hacia la tierra, si Zeus otorga un dichoso fin a tus trabajos. Ahuyentarás de tus vasos las telarañas, y espero que te regocijes de poseer la abundancia en tu casa. Alegre, llegarás a la blanca primavera, y no tendrás envidia a los demás, y los demás te tendrán envidia. Pero si labras la tierra fértil solamente en el solsticio del invierno, cosecharás sentado, recogiendo pocas espigas, sentado en el polvo y poco satisfecho. Cabrá todo en un cesto, y pocos serán los que te envidien. El espíritu de Zeus tempestuoso va de acá para allá, y es difícil para los hombres mortales comprenderlo. Si labras tardíamente, sin embargo, hay un remedio a eso. Cuando el cuco canta en el follaje de la encina y encanta a los mortales en la tierra espaciosa, a veces desata Zeus una lluvia durante tres días aunque cesa antes de que el agua suba por encima de la pezuña de los bueyes. Así, la labranza tardía valdría tanto como la otra. Retén esto en tu espíritu, y no lo olvides ni en el retorno de la blanca primavera ni en la estación pluvial.” “Mas, cuando el caracol suba de la tierra a las plantas, huyendo ante las Pléyades, ya no será tiempo de cavar las viñas, sino que se deben afilar las hoces y despertar a los criados, huir de los sombreados asientos, del sueño hasta el alba, en tiempo de siega, cuando el sol seca la piel. En esa época has de darte prisa, reunir el fruto en casa, en pie desde el amanecer, para que los medios de vida te sean suficientes.” “Ordena a los criados que trillen en círculo el sacro fruto de Deméter, cuando por vez primera brille la fuerza de Orion, y en lugar expuesto al viento, en era bien redondeada. Luego de medirlo, guárdalo bien en vasijas. Después que hayas amontonado toda la cosecha, distribuida dentro de casa, te pido que te hagas con un jornalero sin hogar, y te busques una criada sin hijos—criada con prole es molesta —. Alimenta un mastín de afilados colmillos, sin ahorrarle comida, no sea que un individuo de los que duermen por el día se apodere de tu hacienda. Haz acopio de forraje y paja, para que tus bueyes y mulos los tengan siempre. Después de lo cual, deja que los siervos descansen sus rodillas y desunce los bueyes. Cuando Orion y Sirio lleguen al centro del cielo, y Aurora de dedos rosados vea a Arturo — ¡ oh Perses! —, entonces corta todos los racimos y llévalos a casa. Exponlos al sol diez días y diez noches, y cinco ponlos a la sombra, mas, al sexto,

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sácalo, y viértelo en cántaros, el don de Dioniso que tanto deleita. Y una vez que Pléyades, Hiades y Fuerza de Orion se oculten, a partir de entonces acuérdate de la labranza en su sazón. ¡Y que el año en la tierra quede preparado!” Esta citas de Hesíodo nos permiten ver que tan profundas eran las conexiones entre el ciclo cósmico y la labor agrícola. Y que la cuestión espiritual era vista como algo natural en las labores diarias. Los antiguos agricultores rendían culto a sus dioses a través de su trabajo, y dependían de que ellos les indicasen por el firmamento y los sucesos de la naturaleza, el tiempo justo en el que debían realizar sus labores. Según los relatos de la época, en los misterios de Eleusis al iniciado, como revelación, se le mostraba una espiga dorada. Con éste símbolo, se le pretendía trasmitir los misterios de la muerte y la resurrección. Tal cosa es comprensible, si nos hacemos la idea que el entorno de estos mystes era la vida agrícola. Estos símbolos no son exclusivos del paganismo. El cristianismo también se sirve de ellos como soporte del conocimiento espiritual. Las parábolas y los símbolos del feudalismo, son también asociados a la actividad agrícola. Volviendo al mundo griego, resulta sumamente interesante que Hesíodo en “Los trabajos y los días” no sólo invoque dioses y dé consejo sobre como realizar el arte de la agricultura. Además, se toma el trabajo de relatar varios mitos, entre ellos el de Pandora. Donde se explica el origen de los males del Hombre y como fue conservada la esperanza que se hallaba en el fondo de la caja. Si vinculamos el mito de Pandora con la cosecha, es claro lo que significa la esperanza. Porque a al hora de seleccionar los frutos para semilla, lo hacemos con la esperanza de que el año que viene nuestra cosecha sea más abundante y prolifera. Desechando aquellos frutos que no han sido tan buenos. Los males del hombre representan estos frutos mediocres cuya simiente descartamos. La cosecha es una fecha de fin de ciclo, pero que a su vez abre la puerta para que todo vuelva a empezar. Durante la cosecha atesoramos las semillas más grandes y sanas, aquellas que prometen resurgir y mejorar los frutos el año entrante. De la misma forma debemos obrar en nuestra alma. Cosechando y atesorando las simientes de los frutos que nos den la mejor esperanza para nuestro perfeccionamiento espiritual. Al mismo tiempo, que descartamos los males que moran dentro del Alma del hombre caído. Para que, en el ciclo venidero, estos males mengüen y sean débiles. Y así, los buenos frutos puedan crecer fuertes y vigorosos.

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Filósofos, observen bien lo que corresponde a los fundamentos verdaderos y al conocimiento elevado. No mezclen ninguna verborragia de las escuelas con ello, ya que de por sí es lo suficientemente claro. La opinión no podrá hacerlo, pero el verdadero espíritu nacido de Dios lo reconocerá justamente. Toda opinión sin conocimiento es una tontera terrestre, comprendiendo en ello a la tierra y los cuatro elementos. Porque el espíritu de Dios comprende un único elemento en el cual los cuatro yacen ocultos. En Adán no deberían regir cuatro, sino uno sobre cuatro; el elemento celeste por sobre los cuatro elementos de este mundo. En concordancia, debemos nosotros recomenzar a ser (regenerarnos) si deseamos poseer el Paraíso. Es por esta causa que Dios se volvió hombre. Permítaseme decir a los diputados académicos: ustedes caminan alrededor del círculo sin entrar en él, como un gato que, temeroso a quemarse, circunda un plato de caldo caliente. Así de temerosos y avergonzados se encuentran ante el fuego de Dios. Y tan insignificantemente poco como el gato disfruta del caldo al solamente olfatearlo, de igual manera el hombre disfruta de los frutos paradisíacos. Ello hasta tanto no quite de sí la piel (el revestimiento) de Adán, la cual el demonio ha estropeado, para entonces entrar en el nuevo nacimiento de Cristo. Se debe entrar al círculo y quitarse la vaina (piel) de la razón. Luego se obtendrá el entendimiento humano y el conocimiento divino. Ningún aprendizaje servirá de aval, sino solo el nuevo nacimiento. Jacob Boehme



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