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In Perpetuam Memoriam Christopher Tolkien: El Guardián de la Tierra Media

El tercer hijo del matrimonio Tolkien nació el 21 de noviembre de 1924 en Leeds, mientras su padre era profesor de lengua inglesa en la universidad de dicha localidad. La primera educación de Christopher fue impartida entre el Dragon School, en Cherwell, y más tarde en el Oratory School. Desde pequeño, Christopher prestó principal atención a las historias que su padre les narraba a él y a sus hermanos. De esta época infantil hay un suceso, que ahora en retrospectiva resulta un poco premonitorio sobre el trabajo que Christopher desarrollaría las últimas cuatro décadas de su vida. En el prefacio a la edición de los 50 años de la publicación de The Hobbit, Christopher señala que su hermano Michael recuerda la época cuando la familia vivía en el número 22 de la calle Northmoor Road a comienzos de la década de los 30’s y su padre les contaba historias alrededor de la chimenea que había en el estudio, historia que una vez fue interrumpida por un pequeño Christopher que: “… (por aquel entonces entre los cuatro y cinco años) estaba muy preocupado por las pequeñas inconsistencias de la historia a medida que se desarrollaba, y que en una ocasión le interrumpí para decir: «La última vez dijiste que la puerta de la casa de Bilbo era azul, y dijiste que Thorin tenía una borla dorada en la capucha, y acabas de decir que la puerta de Bilbo era verde y que la borla de Thorin era plateada»”, tras lo cual su padre murmuró: «condenado niño» y se fue hacia la mesa para tomar nota sobre el impase. Durante un tiempo fue un niño enfermo y a menudo se quedaba en casa, lo que les daba a él y a su padre la oportunidad de desarrollar una relación de trabajo cercana. El escritor a menudo le leía a su hijo, y el hijo le ofreció ánimo

Ronald y Christopher, 1928. Tolkien Estate

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y pronto se convirtió en el asistente de su padre y uno de sus primeros lectores. Christopher dijo una vez que creció en el mundo que su padre había creado. “Para mí”, dijo, “las ciudades de El Silmarillion son más reales que Babilonia”. Otra anécdota de la infancia de Christopher junto a su padre relacionada con la Tierra Media fue contada por él mismo en febrero de 2019 en la Abadía de Thoronet en Francia durante la presentación del proyecto Aubusson weaves Tolkien. En esa ocasión contó como su padre solía trabajar hasta muy tarde por las noches en su obra dibujando y escribiendo. Cuando él era muy pequeño, por la noche solía preocuparse por su

padre en el sentido de si todavía seguida vivo. Una noche, cuando la casa estaba en silencio, bajó por las escaleras buscando a su padre y allí (efectivamente) estaba. El alivio fue tanto que empezó a llorar y una de sus lágrimas cayó sobre el dibujo… pero su padre no estaba enojado por lo sucedido; en cambio tomó su pincel, borró cada rastro de la lagrima y tuvo que cambiar un poco las hojas del árbol porque la lagrima había caído en un hermoso árbol del fondo. El dibujo en cuestión es Rivendell, lugar donde Frodo dijo en El Señor de los Anillos las palabras más fundamentales: “Yo llevaré el Anillo, pero no sé cómo”.

“Para mí las ciudades de El Silmarillion son más reales que Babilonia”.

Rivendell, acuarela por J.R.R. Tolkien. Bodleian library

Como su padre, Christopher estuvo en medio de la guerra. Se formó como piloto en Sudáfrica y sirvió en la Royal Air Force. Durante este tiempo, mientras su padre escribía la continuación de The Hobbit encargada por la editorial, Christopher recibía los avances de su padre por correo capítulo a capítulo e iba comentando a vuelta de correo la historia que por ese entonces solo se llamaba El Anillo. Un verdadero privilegio que solo compartía con C. S. Lewis y Charles Williams. Al regresar a casa, culminó sus estudios en el Trinity College y continuó los pasos de su padre al convertirse en profesor de inglés y literatura en Oxford. Christopher destacaba por su conocimiento profundo de las obras literarias medievales del Norte y Noroeste de Europa que sirvieron de inspiración a su padre. En esta época se encargó de la organización y cartografía del mapa de la Tierra Media que hoy conocemos todos. Para dicha tarea tuvo que redibujar el mapa principal, aclarar las letras y corregir algunos errores y omisiones cometidos por su padre durante el proceso de escritura de The Lord of the Rings. Cabe resaltar también que al regresar a Oxford luego de servir en la Segunda Guerra Mundial, Christopher fue uno de los miembros de Los Inklings; grupo por el cual desfilaron durante más o menos 30 años de actividad notables figuras del ámbito literario de Oxford, entre ellos Owen Barfield, J. A. W. Bennett, Lord David Cecil, Nevill Coghill, Hugo Dyson, Adam Fox, Roger Lancelyn Green, Robert Havard, C. S. Lewis, Warren Lewis (hermano mayor de C. S. Lewis), Charles Williams y su padre. Como académico, Christopher destacó con su ensayo “The Battle of the Goths and the Huns,” sobre el Hlöðskviða, un impresionante escrito que muestra su erudición filológica y su fuerza argumentativa. Su edición de Hervarar saga ok Heiðreks continúa siendo relevante en el ámbito de la filología escandinava. Además, a él se le debe el hecho de que hoy estén a pleno rendimiento dos de las tres cátedras de inglés medieval en Oxford: la “J.R.R. Tolkien Professorship of English Literature and Language” (de inglés medio) y la “Rawlinson and Bosworth Professorship of AngloSaxon” (de inglés antiguo). Después de la muerte de su padre en 1973,

Christopher abandonó sus días en Oxford en 1975, se mudó a Francia y se embarcó en la tarea de organizar todas las notas de su padre (algunas escritas en viejos recortes de papel) que incluía mucho material escrito a mano y que frecuentemente se trataba de un bosquejo escrito sobre un bosquejo anterior y nombres de personajes que cambiaban entre el inicio y el fin del mismo texto. Un total de 70 cajas de material inédito que iban desde conferencias dadas en Oxford hasta léxicos élficos, y que serían publicados con el pasar de los años. Una ardua tarea que, quizás; solo alguien tan cercano al autor y con el suficiente conocimiento sobre la evolución de la historia como lo era Christopher Tolkien, hubiera podido hacer. Al mudarse a Francia junto a su segunda esposa Baillie, Christopher vivió cómodo, pero modestamente. Vivió primero en La Garde-Freinet y luego cerca de Aups. En el pueblo sí se sabía que una figura vinculada a The Lord of the Rings y a Bilbo residía en la zona, pero su presencia en sitios públicos siempre fue extremadamente rara. En su propiedad, un lugar llamado Les Sablons, Christopher Tolkien durante su visita a The Marion E. Wade Center, 1987. Pat Hargis lejos del pueblo, en el camino a Villecroze, pasaba días tranquilos rodeado de pinos y olivos. Leía copiosamente, principalmente clásicos como Walter Scott; escribía cartas largas y bellamente elaboradas; y disfrutaba el vino local, la buena comida y la conversación cordial con visitantes regulares de Gran Bretaña. Terriblemente divertido, era un imitador talentoso de las excentricidades de los demás. En 1974 la Tolkien Society en Inglaterra le ofreció el cargo de presidente del grupo pues el cargo estaba vacante desde la muerte de su padre; opción que rechazó aduciendo que dicho puesto pertenecía solo a su padre, decisión que dio como resultado el nombramiento de J.R.R. Tolkien como presidente honorario perpetuo del grupo. Los primeros frutos de la labor que había comenzado vieron la luz en la segunda parte de la década de los 70’s. En 1975 editó el volumen Sir Gawain and the Green Knight, Pearl and Sir Orfeo, donde recopila las versiones escritas por su padre de estos poemas medievales ingleses y cuyas versiones propias de Tolkien padre se

Christopher durante una visita al Keble College, Oxford, 1992. Charles E. Noad

remontan a la década de los 30’s. En 1977, con ayuda de Guy Gavriel Kay, Christopher publica la obra de la vida de su padre, la ópera magna que había quedado incompleta: The Silmarillion. A la publicación de la obra le sucederían una lista de obras que pretendían mostrarnos desde todos los puntos de vista posibles los diferentes niveles de desarrollo que había alcanzado la obra de su padre a lo largo de toda la vida. Christopher permaneció como custodio de los documentos de su padre después de alojarlos en la Biblioteca Bodleian de Oxford en 1979, supervisando el acceso de otros académicos, cuyo trabajo leyó detenidamente antes de la publicación, ofreciendo comentarios detallados en mensajes de fax que a menudo eran mordaces y divertidos, pero escrupulosamente corteses. Odiaba la computadora y prometió nunca usar el correo electrónico a menos que fuera ilegal. A lo largo de más de cuatro décadas que Christopher dedicó al trabajo de editar los escritos de su padre, nos entregó un total de 24 obras con introducciones, ensayos y notas explicativas; última de las cuales vería la luz el 30 de agosto del 2018, curiosamente la primera de las historias imaginadas por su padre, The Fall of Gondolin. En el prefacio del libro, un Christopher

de 93 años se despedía de sus lectores sabiendo que, con toda seguridad esa sería la última obra que publicaría sobre los trabajos de su padre, una despedida por todo lo alto y que cerraría de la mejor manera el camino emprendido muchos años atrás. A todo esto, hay que añadir su colaboración con la Elvish Linguistic Fellowship, a la cual Christopher envió una larga serie de documentos sobre los idiomas de la Tierra Media que el grupo comenzó a difundir a través de los periódicos Vinyar Tengwar y Parma Eldalamberon, actividad que nos ha permitido conocer mucho más profundamente el pilar más particular en el que se basa toda la construcción del Legendarium: el componente lingüístico. Su trabajo cartográfico, si bien ha sido un poco eclipsado por su labor editorial y de curaduría de la obra de su padre, merece también ser mencionado con de lujo de detalle. Su padre creía firmemente que tener el mapa correcto era de una notable importancia, por lo cual entregó a su hijo sus mapas escuetos, llenos de tachones y lejos de tener la escala correcta para que él se encargara de ellos. Christopher fue responsable de los tres mapas que aparecen en The Lord of the Rings: el mapa principal a pequeña escala de la Tierra Media, los mapas a mayor escala de La Comarca y de Gondor y Mordor que aparecen en el primer y tercer volumen, respectivamente. También dibujó el mapa de Beleriand para The Silmarillion. Los mapas de Christopher Tolkien fueron una de las razones por las cuales los mapas de fantasía se convirtieron en rigor, el hecho de que la fantasía épica y los mapas se vinculen inextricablemente tiene mucho que ver con el trabajo que terminó a principios de la década de 1950. Por su destacada contribución a la literatura, en 2016 Christopher recibió la medalla Bodley. Richard Ovenden, bibliotecario de Bodley, dijo: “No puedo pensar en otro ejemplo en el que padre e hijo trabajen juntos de esa manera y luego el hijo continúe con la batuta”. A pesar de algunas enfermedades físicas menores en su avanzada edad, su memoria prodigiosa permaneció intacta, y todavía estaba en contacto con los editores de HarperCollins semanas antes de su muerte.

Christopher Tolkien, Mapa de la Tierra Media de J. R. R. Tolkien, The Fellowship of the Ring, 1954. The British Library.

En la madrugada del 16 de enero de 2020 a la edad de 95 años y luego de haber sido internado en el Centro Hospitalario de la Dracénie en la ciudad francesa de Draguignan Christopher partió de los Puertos Grises hacia Valinor, donde seguramente su padre lo esperaba con los brazos abiertos y lleno de orgullo por haber perpetuado de una manera tan magna su obra. Con su partida se iba también de la faz de la tierra el último de los Inklings. A Christopher le sobreviven tres hijos: Simon Tolkien, fruto del primer matrimonio con la escultora Faith Lucy Tilly Faulconbridge (1928-2017), Adam y Rachel frutos de su segundo matrimonio con Baillie Klass (1941- ), antigua secretaria de J.R.R. Tolkien, editora de Las cartas de Papá Noel y parte del consejo de la Tolkien Company. Tras una ceremonia íntima, en compañía de su esposa, Adam y Rachel; los restos mortales de Christopher Tolkien fueron incinerados el 21 de enero en el crematorio Vidauban. Parece ser que su urna descansará en la región francesa de Var. Es muy probable que muchos fanáticos a lo largo y ancho del planeta se queden con una imagen antipática y apresurada de Christopher, que se precipitó a publicar todo lo que encontraba a su paso entre cajones y que fuera del puño y letra de su padre, obra por la que sin duda alguna pudo cosechar cierta fortuna a la sombra de quien fue su padre. Pero hay que tener en cuenta también, que Christopher se opuso siempre a vender los derechos de sus obras para filmar películas con el sello de Hollywood, algo con lo que muchos estarían muy de acuerdo y una práctica muy en moda dentro del género. Dicha etiqueta —la de antipático y afanado— es demasiado simplista y sesgada para la verdadera figura de Christopher dentro de la obra de su padre y en la divulgación de esta, un papel que jugó desde muy pequeño cuando maravillado por las historias que contaba su padre comentaba los cambios que sucedían entre versiones de la misma historia. La figura de Christopher Tolkien es quizás, única en su tipo dentro de la historia de la literatura universal, y en cambio, debe ser recordado como la principal autoridad mundial en la obra de J.R.R. Tolkien, ha sido un editor enormemente tenaz, perspicaz y solvente que realizó una obra titánica durante más de cuarenta años para dar a conocer los tesoros desconocidos de su padre. Dice Martin Simonson en el homenaje publicado en el blog de la Editorial Planeta sobre el deceso de Christopher: “Con el fallecimiento de Christopher Tolkien, los que nos dedicamos a estudiar y a traducir la obra de J.R.R. Tolkien nos hemos quedado huérfanos del mayor especialista de nuestro campo, pero no somos los únicos — millones de lectores en todo el mundo tienen una enorme deuda con él. Sin Christopher Tolkien no habríamos conocido las épicas aventuras de Tuor y Túrin Turambar, la emocionante historia de amor de Beren y Lúthien, o las siniestras maquinaciones de Sauron en La caída de Númenor. No habríamos podido contemplar a las maravillas de Menegroth, ni habríamos encontrado nunca el camino a Gondolin. Si no fuera por él, no habríamos podido sentir la furia del impetuoso y brillante Fëanor, ni habríamos podido admirar a los regios Thingol y Melian. No habríamos visto cómo Eärendel encendió una nueva luz en el cielo”. Una verdad que debemos tener presentes por el resto de nuestras vidas si queremos comprender en un nivel más alto la importancia del legado que deja Christopher durante 47 años de trabajo por amor a la obra de su padre. Ahora, como Niggle, J.R.R. Tolkien mira desde Valinor la forma en la que cada una de las hojas que pintó

Christopher Tolkien en su casa al sur de Francia una semana antes de cumplir 95 años, 2019. Josh Dolgin

por separado han sido puestas en el lugar exacto del basto y perfecto árbol que alguna vez imaginó. Hojas encajadas una a una por un pintor —o editor— igual de talentoso que él y con una sensibilidad enorme por el trabajo del pintor original. Sin Christopher Tolkien, la Tierra Media habría sido mucho más pobre y quizás sus hojas sueltas se las hubiera llevado el viento a lugares donde jamás hubieran podido ser reconstruidas en el bello árbol del que hicieron parte alguna vez.

Lista de las obras editadas por Christopher Tolkien:

1975: Sir Gawain and the Green Knight, Pearl and Sir Orfeo 1977: The Silmarillion 1979: Pictures by J.R.R. Tolkien 1980: Unfinished Tales of Númenor and Middleearth 1981: The Letters of J.R.R. Tolkien (editado junto a Humphrey Carpenter) 1983: The Monsters and the Critics and Other Essays 1983: The Book of Lost Tales Part One 1984: The Book of Lost Tales Part Two 1985: The Lays of Beleriand 1986: The Shaping of Middle-earth 1987: The Lost Road and Other Writings 1988: Tree and Leaf 1988: The Return of the Shadow 1989: The Treason of Isengard 1990: The War of the Ring 1992: Sauron Defeated 1993: Morgoth’s Ring 1994: The War of the Jewels 1996: The Peoples of Middle-earth 2007: The Children of Húrin 2009: The Legend of Sigurd and Gudrún 2013: The Fall of Arthur 2014: Beowulf: A Translation and Commentary 2017: Beren and Lúthien 2018: The Fall of Gondolin

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