indirecta
Taller de lectura
Cincuenta
sombras
de Grey por María Fernanda Ampuero
¿Qué tiene cincuenta sombras de Grey, la novela erótica que enloquece a las mujeres? Para averiguarlo invitamos a tres escritoras a leer los libros de la saga y a debatirlos. Esto fue lo que dijeron de la obra. Además, nos recomendaron tres escenas eróticas de la literatura y compartieron otras tantas de sus propios trabajos.
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“Después del tercer palo, hubiéramos dejado a Grey” Erika James, más conocida como E.L. James, podría, si quisiera, construirse un castillo de oro. El éxito de Cincuenta sombras de Grey ha sido tal que esta escritora de 50 años, hija de escocés y chilena, dice que está viviendo un sueño. Y qué sueño: vender 60 millones de ejemplares de sus libros, ser una de las 100 personas más influyentes del mundo para la revista Time y recibir toneladas de dinero por los derechos para el cine. Les diré cómo es Erika físicamente: tiene un aire a Rosana, la cantante española, y a Mercedes Sosa de joven. Pero esta mujer, que podría ser la vecina del tercero, ha hecho algo increíble: lograr meter entre los libros más vendidos una novela erótica supuestamente para mamás. ¿Qué es el fenómeno Grey? Reuní a dos amigas escritoras, una de Guayaquil, Solange Rodríguez, y una de Quito, Marcela Ribadeneira, para conversar sobre la locura por esta trilogía que ha hecho que entre su abultado merchandising (lencería, látigos, esposas) existan monitos de bebé que dicen Soy producto de Cincuenta sombras de Grey.
Solange: Ajá, ya no se ve mal entre las señoras excitarse, porque se excitan con Grey (risas). Marcela: Yo encuentro paradójico que el apoderamiento del erotismo se dé con una novela que presenta una erótica hegemónica totalmente. Solange: Muy de los años cincuenta: la protagonista quiere un hombre que le facilite las cosas. Curioso: la mujer tiene la opción de elegir la literatura que quiera y la que elige es la más patriarcal y retrógrada. María: Lo preocupante, además, es que el tema de la sumisión, de “soy tu amo”, no se dé solo en la cama. Marcela: Exacto. Si la sumisión se diera solo en el ‘cuarto del dolor’, bueno, pero no, él es un tipo tan posesivo, le regala un BlackBerry, una Mac, pero nunca le compra un cepillo de dientes (carcajadas). Solo le regala cosas para tener control sobre ella. María: Es una metáfora casi obvia la del bondage: te amarro, soy tu dueño, te hago firmar un contrato para que seas ‘la sumisa’. Esta novela es casi nostálgica del abuso a la mujer. Solange: Lo loco es que lo escribe una mujer. Encima la protagonista ¡es virgen! Eso es lo más patético. Marcela: Creo que es un éxito, porque repite la fórmula de la chica de clase media que conoce a su María: Tiene lógica, a los hombres príncipe azul. Por él tiene esta incursión en no les gustan las promiscuas. Hay otra todos estos lujos (carros, avión privado) y se cosa, lo llaman ‘porno para mamás’, o enamora. Es la historia de siempre, desde sea, te lo venden como que una señora Cenicienta hasta Pretty Woman. Pero el paqueaburrida de repente abre este libro y te en el que nos las vendían ya se volvió ¡bum!, es como el Viagra. obsoleto y Cincuenta sombras lo que hace es Solange: ¡Pero es que la autora es meter el bondage y el sadomasoquismo para eso: una señora aburrida! De todos que pienses que es transgresor y moderno, modos, las nuestras son opiniones de pero en el fondo estás consumiendo un proescritoras, pero una persona que no lee ducto tan rosa como Cenicienta. literatura puede pensar que estos personajes son apasionantes. María: Sí, te la venden como fuertísima cuando en realidad es la misma Marcela: El tipo es apasionante pornovela romántica de toda la vida. que la autora te dice que es apasionante, porque después lees los diálogos… Solange: Pero tenemos que consideEs plano. rar que las mujeres han tomado una voz MARÍA FERNANDA AMPUERO cantante en esto. El Movimiento Grey es María: Es interesante que haya apafemenino. Antes estuvo Sade, sí, pero no recido este personaje tan cerca de Los lo leían las mujeres. Además, las mujehombres que no amaban a las mujeres y “Te la venden como res antes no teníamos la opción de decir un personaje tan reivindicativo como “sí, me gusta el sexo”: esto es una posibiLisbeth Salander. fuertísima cuando en lidad que viene de los sesenta para acá, Marcela: Justo mi primer tuit sobre y este libro, mejor o peor, ayuda a eso. Cincuenta sombras fue: “Las escritoras realidad es la misma novela que no amaban a las mujeres”. Me María: ¿Ves interesante que, a pesar de impresiona que, después de ese libro que sea una literatura clase B, permite que romántica de toda la vida”. complejo, duro, crítico, haya venido las mujeres ‘salgan del clóset’ en lo que este. En lo que respecta a sexualidad, respecta a sus deseos?
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Cincuenta sombras me parece súper pacato, habla de sadomasoquismo, pero en realidad no hay nada transgresor. Del sexo explícito que practican nada es… nada. Solange: Para que el erotismo tenga sentido, tiene que haber algún tipo de perversión, algo que no sea demasiado diáfano. María: Lo que lo arruina es que mete el amor y la salvación: “No lo hago por placer, sino como un sacrificio al ser amado”. Marcela: Exacto. Es un despropósito hablar del bondage y del sado en el contexto de la salvación. Se supone que es algo que haces por disfrute, sin ningún otro motivo. Todo se va al demonio cuando la autora da al personaje una justificación: el pobre fue abusado, no es el placer por el placer. María: Este es el antilibro erótico. Anastasia piensa: “Yo lo voy curar. No somos viciosos. En realidad a él no le gustan estas porquerías. Y a mí, menos”. Solange: En el tercer libro tienen hasta un hijo, no puede ser más familiar. María: Y moralista. Es la Biblia.
Solange: No, la Biblia tiene más malicia. María: Imagínense si la protagonista
MARCELA RIBADENEIRA
“Todo se va al demonio cuando la autora da al personaje una justificación: ‘el pobre fue abusado’”.
fuera una señora de 50 con un tipo de veintipico dedicándose con alegría al sadomaso. Marcela: Y que ella fuera la dominante. Solange: Pero no sería un éxito. En la distribución de la mirada, el hombre mira y la mujer es mirada. Marcela: La pornografía es hegemónica: es el hombre el que está viendo. Solange: Yo tuve una relación con alguien muy posesivo y no es bonito. ¿Cuántos mensajes le manda Christian a Anastasia? ¡500! O aparece donde ella está. No es sexy, es creepy. María: Si Christian fuera feo, ella hubiera llamado a la policía. Esta novela tiene todos los convencionalismos estéticos, económicos, sexuales de la sociedad patriarcal. Solange: Puedes hacer 1.000 variaciones, pero la única políticamente correcta es como está estructurada Cincuenta sombras: que el hombre domi-
· Textos elegidos por las escritoras · María Fernanda Ampuero:
Solange Rodríguez:
“Apenas se detuvo el automóvil, Lolita se precipitó literalmente en mis brazos. Sin atreverme a abandonarme, sin atreverme a admitir que ese (dulce humedad y fuego trémulo) era el principio de la vida inefable a la cual hábilmente auxiliado por el destino, por fin había dado realidad, toqué sus labios calientes, entreabiertos con tenues sorbos salaces. Pero ella, con un estremecimiento impaciente, apretó su boca contra la mía con tal fuerza que sentí sus grandes dientes delanteros y participé del gusto a menta de su saliva. Sabía, desde luego, que no era sino un juego inocente de su parte, un retozo que imitaba el simulacro de un amor inventado, y puesto que, como dirían los psicópatas y también los violadores, los límites y reglas de estos juegos infantiles son imprecisos (...)”.
“Me pedía constantemente que abriera los ojos y que le mirara, pero yo no podía hacerlo, sobre todo cuando mi sexo comenzaba a hincharse, a engordar ostentosamente (…) intentaba mirarle, y abría los ojos, y le encontraba allí, la cara colgando sobre la mía, la boca entreabierta, y veía mi cuerpo, mis pezones erguidos, largos, y mi vientre que temblaba, y el suyo, veía cómo se movía su polla, cómo se ocultaba y reaparecía constantemente (…), aceleraba las exigencias de mi sexo, que me obligaba otra vez a cerrar los ojos, y entonces volvía a escuchar su voz, mírame, y si me obstinaba en mi soledad, notaba también sus acometidas, mucho más violentas de repente, nuevamente hirientes, por no abrir los ojos, dejaba caer sobre mí todo el peso de su cuerpo, resucitando el dolor, moviéndose deprisa, y bruscamente, hasta que le obede-
Lolita (fragmento) de Vladimir Nabokov
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Las edades de Lulú (fragmento) de Almudena Grandes
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cía, y abría los ojos, y todo volvía a ser húmedo, fluido, y mi sexo respondía, se abría y se cerraba, se deshacía, yo me deshacía, me iba, sentía que me iba, y dejaba caer los párpados inconscientemente, para volver a empezar”.
Marcela Ribadeneira: Mujeres (fragmento) de Charles Bukowski
“(...) Era como un animal aplastando a otro hasta la sumisión. Cuando acababa sentía como si fuera en la cara de todo lo decente, blanca esperma resbalando por las cabezas y las almas de mis padres muertos. Si hubiera nacido mujer seguro que hubiera sido una prostituta. Como había nacido hombre, anhelaba constantemente mujeres, cuanto más guarras mejor. Y sin embargo las mujeres, las buenas mujeres, me daban miedo porque a veces querían tu alma, y lo poco que quedaba de la mía, quería conservarlo para mí”.
ne. Lo que más me molesta de este libro es que el personaje femenino sea tan plano. Marcela: Es obscena la simplificación que se hace de toda la cualidad de lo femenino. Ella es un maniquí, una muñeca inflable. María: Es un cuento de hadas con dos pinceladas de sadomasoquismo light. El mismo patrón: hombre que salva. Es como coger la liberación de las mujeres y mandarla al diablo. El tipo le compra el carro, la editorial, todo. Marcela: En ese libro, el feminismo no existió. ¿Qué hace que esa mujer quiera a ese hombre? Nada: es guapísimo, tan guapo que te derrite los calzones, y millonario. Solange: En algún momento todas hemos tenido esa fantasía: la de un hombre que te resuelva la vida. Por eso conectamos. Eso es peligroso: esa idea de que si no tienes un hombre no tienes nada y aceptas que haga contigo lo que quiera.
solange rodríguez
“En algún momento todas hemos tenido esa fantasía: la de un hombre que te resuelva la vida”.
Marcela: A cualquiera que diga que cuidado con el maltrato a la mujer en este libro la van a tachar de feminista amargada. María: ¡A nosotras! Solange: O de maldita frígida. Marcela: Va a haber gente que se dé golpecitos y se sienta sadomasoquista. María: Si el resultado de esta novela es que las parejas se diviertan más, bienvenido. Lo preocupante es todo lo otro que hemos dicho: el machismo. Pero siendo sinceras, ¿no les dio ni un poquito de morbo? Marcela: Al inicio, en las primeras escenas sexuales, sí dije: “Es erótico, ya entiendo el éxito del libro”. Pero luego, uf, es lo mismo. Solange: El sexo con Grey es aburrido, cansa. Marcela: ¡Y el tipo no dura nada! (carcajadas). Solange: Después del tercer palo, hubiera dejado a Grey. Marcela: Y yo. María: Y yo.
· Textos DE AUTORÍA DE las escritoras · L, XL y XXL (fragmento) de María Fernanda Ampuero
“Las tres somos gordas. Si nos colocaran una al lado de la otra pareceríamos matrioskas. Yo, L, soy la más alta. XL es de estura media, absurdamente hermosa y joven, como una virgen barroca; enloquecedoramente obscena, como una niña de Sade. La tercera es XXL, una escritora chiquitita con unas tetas y un culo enormes, a la que se le ocurren las perversidades más profundas: una orgía con su padre y su hermano, ese tipo de cosas. Lo peor, lo mejor, que nos podía pasar era quedarnos solas en esa habitación compartida de un hostal de Madrid (…). Era un domingo de fin del mundo y allí estábamos las tres, recién abastecidas de consoladores, aceites, guantes de cuero y fustas de una tienda erótica llamada Mundo Maravilloso. La noche anterior éramos tres extranjeras desconocidas hasta que nos unió el vino y también las historias de hombres que nos follan hasta la ceguera y nos hacen amarlos y luego se van y nos tienen que meter al manicomio, babeadas,
llorosas: saben de lo que hablo (…). Jamás había querido cogerme a una mujer, nunca me habían excitado un coño —ni el mío—, ni unos pezones —los de XXL eran negros, durísimos—, pero (…)”. De los hombres no me gusta que se gastan (fragmento) de Solange Rodríguez
“De los hombres no me gusta el ombligo porque me recuerda a su madre. Me agradan las caderas, estrechas, que bailen y que trepen, las piernas largas, incluso mucho más largas, como si se tratara de un muñeco mal dibujado. De los hombres me gusta el sexo, el sabor y el olor del sexo que es como de madera pero un poco más dulce. Un sexo tan raro es ese, tan agresivo (la madre de una amiga me contó que al ver la erección de su primer amante salió corriendo), ¿por qué el sexo de los hombres es tan brutal? Del sexo de los hombres me gusta el tacto, fuerte en la mano, el juego casi infantil de bajar y de subir por él, el paroxismo que les causa, la sensación de herida que deja cuando ha
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estado entrando y saliendo por bastante rato, es una sensación de pérdida, de falta incompensable. De los hombres me gustan las rodillas flacas, los pelos de las piernas que son rizados y negros, siempre feos. De los hombres me gustan los pies, a veces me dan risa. De los hombres no me gusta que se gastan”. Velorio (fragmento) de Marcela Ribadeneira
“(...) Trago saliva y apoyo mi cabeza en ese pecho. Tibio. Mitad mío, mitad prestado. Mitad mío hasta que la mucama cambie las sábanas después de que nos hayamos marchado. Mitad prestado, porque él sabe que una vez descargados mis orgasmos empiezo a planear el escape. Pero lo hago lentamente, mientras mido su cuello y su espalda con besos minúsculos. Mientras intento inocularle la sobredosis de dulzura que finalmente reprimo. De repente, su cuerpo vuelve a ser el de un extraño. Pero esos ojos ya son míos. Ácido y caramelo. Es más difícil sacarme un suspiro que un orgasmo. Y él ha obtenido ambos. No. Yo se los he entregado”.
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